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Terapia Familiar de Minuchin

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TERAPIA FAMILIAR DE MINUCHIN

No ocurre así con el terapeuta de familia: la red de las interacciones familiares se le manifiesta en su complejidad. El
contempla el todo, que es más que la suma de sus partes. La familia como totalidad se asemeja a una colonia animal,
entidad está compuesta por formas de vida diferentes, donde cada parte cumple su papel, pero el todo constituye un
organismo de múltiples individuos, que en sí mismo es una forma de vida.

Y en el marco de la terapia, cualquier clínico puede proporcionar escorzos sobre las operaciones de ese animal
multicelular que es la familia. Y hasta existen razones para creer que las «conexiones» de la familia rebasan el nivel de la
conducta, hacia lo fisiológico. En investigaciones sobre familias psicosomáticas, Minuchin y colaboradores descubrieron
indicios de que en ciertas familias, por lo menos, la tensión entre los padres se puede medir en el torrente sanguíneo del
hijo que los observa. Tiene que ver en la familia algo más que un mero agregado de subsistemas diferenciados: un
organismo. En efecto, vivenciará el pulso de la familia. Experimentará sus demandas de reacomodamiento y sólo se
sentirá cómodo si avanza respetando el tempo de ella. Vivenciará también su umbral para lo correcto y lo vergonzoso,
su tolerancia al conflicto, su sentimiento de lo ridículo o lo sagrado, y su concepción Del mundo.

Aunque en el campo de la salud mental existe una diversidad de investigaciones sobre la interacción normal entre
madre e hijo, no disponemos de una palabra que designe esta unidad compleja de dos personas. Arthur Koestler,
refiriéndose a esta dificultad conceptual, señaló que «para no incurrir en el tradicional abuso de las palabras todo y
parte, uno se ve obligado a emplear expresiones torpes como "subtodo" o "todo-parte"». La palabra holán, del griego
hotos (todo) con el sufijo on (como en protón o neutrón), que evoca una partícula o parte. El término de Koestler es útil
en particular para la terapia de familia porque la unidad de intervención es siempre un holón. Cada holón —el individuo,
la familia nuclear, la familia extensa y la comunidad— es un todo y una parte al mismo tiempo, no más lo uno que lo
otro y sin que una determinación sea incompatible con la otra ni entre en conflicto con ella. Cada holón, en competencia
con los demás, despliega su energía en favor de su autonomía y de su auto conservación como un todo. Pero también es
vehículo de energía integradora, en su condición de parte. La familia nuclear es un holón de la familia extensa, ésta lo es
de la comunidad, y así. Cada todo contiene a la parte, y cada parte contiene también el «programa» que el todo impone.
La parte y el todo se contienen recíprocamente en un proceso continuado, actual, corriente, de comunicación e
interrelación.

El holón individual: El holón individual incluye el concepto de sí mismo en contexto. Contiene los determinantes
personales e históricos del individuo. Pero va más allá, hasta abarcar los aportes actuales del contexto social. Las
interacciones específicas con los demás traen a la luz y refuerzan los aspectos de la personalidad individual que son
apropiados al contexto. Y recíprocamente, el individuo influye sobre las personas que interactúan con él en papeles
determinados porque sus respuestas traen a la luz y refuerzan las respuestas de ellos. Hay un proceso circular y continuo
de influjo y refuerzo recíprocos, que tiende a mantener una pauta fijada. Al mismo tiempo, tanto el individuo como el
contexto son capaces de flexibilidad y de cambio. Es fácil considerar la familia como una unidad, y al individuo, como un
holón de esa unidad. Pero el individuo incluye además aspectos que no están contenidos en su condición de holón de la
familia

La interacción constante dentro de diferentes holones en tiempos distintos requiere de la actualización de los
respectivos segmentos del sí-mismo. Ej: Un marido y padre autoritario dentro de la familia, tendrá que aceptar una
posición jerárquica inferior en el mundo del trabajo. Contextos diferentes reclaman facetas distintas. En consecuencia,
las personas, en cada una de sus interacciones, sólo manifiestan parte de sus posibilidades. Estas son múltiples, pero
sólo algunas son traídas a la luz o canalizadas por la estructura del contexto. Por lo tanto, la quiebra o la ampliación de
contextos pueden permitir el surgimiento de nuevas posibilidades. A medida que surgen posibilidades nuevas, el
organismo familiar se vuelve más complejo y elabora alternativas más viables para la solución de problemas
FAMILIA: Las familias son sistemas multi-individuales de extrema complejidad, pero son a su vez subsistemas de
unidades más vastas: la familia ex tensa, el vecindario, la sociedad como un todo. Las familias tienen subsistemas
diferenciados. Cada individuo es un subsistema, como lo son las diadas, por ejemplo marido y mujer. Subgrupos más
amplios son los formados por los miembros de la misma generación (el subsistema de los hermanos), el sexo (abuelo,
padre, hijo varón) o la tarea (el subsistema parental). Las personas se adecúan caleidoscópicamente a estos diferentes
subsistemas. Dentro del holón de la familia, tres unidades poseen significación particular, además del individuo:

El holón conyugal: el comienzo de la familia como el momento en que dos adultos, hombre y mujer, se unen con el
propósito de formarla. Este acuerdo no necesita ser legal para poseer significación. Cada cónyuge debe resignar una
parte de sus ideas y preferencias, esto es, perder individualidad, pero ganando en pertenencia. En este proceso se forma
un sistema nuevo. Las pautas de interacción que poco a poco se elaboran gobiernan el modo en que cada uno de los
cónyuges se experimenta a sí mismo y experimenta al compañero dentro del contexto matrimonial. Siempre existirán
puntos de fricción y el sistema se deberá adaptar para hacer frente a demandas contextúales modificadas. Pero en algún
momento tiene que quedar elaborada una estructura que constituya la base de las interacciones de los cónyuges.

Vitales tareas del sistema de los cónyuges: es la fijación de límites que los protejan procurándoles un ámbito para la
satisfacción de sus necesidades psicológicas sin que se inmiscuyan los parientes políticos, los hijos u otras personas

El subsistema de los cónyuges puede ofrecer a sus miembros una plataforma de apoyo para el trato con el universo
extra familiar, y proporcionarles un refugio frente a las tensiones de fuera Pero si las reglas de este subsistema son tan
rígidas que no permiten asimilar las experiencias que cada esposo hace en sus interacciones fuera de la familia, los
«cónyuges dentro del sistema» pueden quedar atados a reglas inadecuadas de supervivencia que son el relicto de
acuerdos del pasado. En esta situación, el subsistema de los cónyuges se empobrecerá más y más y perderá vitalidad,
volviéndose por último inutilizable como fuente de crecimiento para sus miembros. El subsistema de los cónyuges es
vital para el crecimiento de los hijos. Constituye su modelo de relaciones íntimas, como se manifiestan en las
interacciones cotidianas. En el subsistema conyugal, el niño contempla modos de expresar afecto, de acercarse a un
compañero abrumado por dificultades y de afrontar conflictos entre iguales. Lo que presencia se convertirá en parte de
sus valores y expectativas cuando entre en contacto con el mundo exterior.

El holán parental: Las interacciones dentro del holón parental incluyen la crianza de los hijos y las funciones de
socialización y otros aspectos más. El holón parental puede estar compuesto muy diversamente. A veces incluye un
abuelo o una tía. El subsistema parental tiene que modificarse a medida que el niño crece y sus necesidades cambian.
Con el aumento de su capacidad, se le deben dar más oportunidades para que tome decisiones y se controle a sí mismo.
Las familias con hijos adolescentes han de practicar una modalidad de negociación diferente que las familias con hijos
pequeños.

Dentro del subsistema parental, los adultos tienen responsabilidades y también poseen derechos. Los padres tienen el
derecho de tomar decisiones que atañen a la supervivencia del sistema total en asuntos como cambio de domicilio,
selección de la escuela y fijación de reglas que protejan a todos los miembros de la familia. Tienen el derecho, y aun el
deber, de proteger la privacidad del subsistema de los cónyuges y de fijar el papel que los niños habrán de desempeñar
en el funcionamiento de la familia. Es esencial que el terapeuta esté atento a la participación de todos los miembros en
el mantenimiento de la interacción disfuncional, por un lado, y por el otro en la eventual solución del problema, con los
recursos que ellos mismos puedan poseer.

El holón de los hermanos: Los hermanos constituyen para un niño el primer grupo de iguales en que participa. Elaboran
sus propias pautas de interacción para negociar, cooperar y competir. Se entrenan en hacer amigos y en tratar con
enemigos, en aprender de otros y en ser reconocidos. En conjunto van tomando diferentes posiciones en el constante
toma y daca; este proceso promueve tanto su sentimiento de pertenencia a un grupo como su individualidad vivenciada
en el acto de elegir y de optar por una alternativa dentro de un sistema. Estas pautas cobrarán significación cuando
ingresen en grupos de iguales fuera de la familia, el sistema de los compañeros de clase de la escuela y, después, el
mundo del trabajo.

En las familias numerosas, los hermanos se organizan en una diversidad de subsistemas con arreglo a etapas evolutivas.
Es importante que el terapeuta hable el lenguaje de las diferentes etapas evolutivas y esté familiarizado con sus diversos
recursos y necesidades. Los terapeutas de familia tienden a descuidar los contextos de la relación entre hermanos y a
recurrir en demasía a estrategias terapéuticas que exigen incrementar la diversidad del funcionamiento parental. Los
terapeutas deben recordar que las familias son holones insertos en una cultura más amplia, y que la función de ellos es
ayudarlas a ser más viables dentro de las posibilidades existentes en sus propios sistemas culturales y familiares.

El desarrollo y el cambio

La familia no es una entidad estática. Está en proceso de cambio continuo, lo mismo que sus contextos sociales. El
terapeuta se introduce en un sistema vivo que tiene sus propios modos de ser y potentes mecanismos para preservarlos.
El cambio se produce en el presente, pero sólo cobra relieve en el largo plazo. La familia está de continuo sometida a las
demandas de cambio de dentro y de fuera. Muere un abuelo; es posible que entonces todo el subsistema parental deba
sufrir un realineamiento.

Contemplar una familia en un lapso prolongado es observarla como un organismo que evoluciona en el tiempo. Dos
«células» individuales se unen y forman una entidad plural semejante a una colonia animal. Esta entidad va aumentando
su edad en estadios que influyen individualmente sobre cada uno de sus miembros, hasta que las dos células
progenitoras decaen y mueren, al tiempo que otras reinician el ciclo de vida. Como todos los organismos vivos, el
sistema familiar tiende al mismo tiempo a la conservación y a la evolución y posee una capacidad asombrosa para
adaptarse y cambiar, manteniendo sin embargo su continuidad. Sistemas vivos que presentan estas características son
por definición sistemas abiertos, a diferencia de las «estructuras en equilibrio», cerradas, que describe la termodinámica
clásica. En un sistema vivo, las fluctuaciones, sean de origen interno o externo, guían el sistema hasta una nueva
estructura; «una estructura nueva es siempre el resultado de una inestabilidad. Nace de una fluctuación. Mientras que
por lo común las fluctuaciones son seguidas por una respuesta que retrotrae el sistema a su estado imperturbado, en el
punto de formación de una estructura nueva, por el contrario, las fluctuaciones se amplifican». Prigogine concluye que
la termodinámica clásica «es en lo esencial una teoría de la destrucción de estructura. Esta concepción de la familia
como sistema vivo parece indicar que la investigación de una familia cualquiera en el largo plazo comprobará el
siguiente desarrollo, en que períodos de desequilibrio alternan con períodos de homeóstasis, manteniéndose la
fluctuación dentro de una amplitud manejable:

 A diferencia de otros modelos, éste no se limita al individuo y su contexto. Tiene por referente holones, y parte
del supuesto de que los cambios evolutivos del individuo influyen sobre la familia, y que los cambios
sobrevenidos en la familia y en los holones extra familiares influyen sobre los holones individuales. El desarrollo
de la familia, según este modelo, transcurre en etapas que siguen una progresión de complejidad creciente. Hay
períodos de equilibrio y adaptación, caracterizados por el dominio de las tareas y aptitudes pertinentes. Y hay
también períodos de desequilibrio, originados en el individuo o en el contexto. La consecuencia de éstos es el
salto a un estadio nuevo y más complejo, en que se elaboran tareas y aptitudes también nuevas

Este modelo del desarrollo concibe cuatro etapas principales organizadas en torno del crecimiento de los hijos:

La formación de pareja: En el primer estadio se elaboran las pautas de interacción que constituyen la estructura del
holón conyugal. La pareja debe definir nuevas pautas para la relación con los demás. La tarea consiste en mantener
importantes contactos y al mismo tiempo crear un holón cuyas fronteras sean nítidas en la medida suficiente para
permitir el crecimiento de una relación íntima de pareja. Cada uno tendrá que aprender a sentir las vibraciones del otro,
la que supone asociaciones comunes y valores compartidos, percibir lo que es importante para el otro y alcanzar un
acuerdo sobre el modo de avenirse al hecho de que no comparten todos los valores. Tienen que aprender a enfrentar
los conflictos que inevitablemente surgen cuando dos personas están empeñadas en formar una nueva unidad (La
elaboración de pautas viables para expresar y resolver los conflictos es un aspecto esencial de este período inicial.)

Al comienzo, cada cónyuge se experimenta como un todo en interacción con otro todo. Pero para formar la nueva
unidad de pareja, cada uno tiene que convertirse en parte. La pertenencia es enriquecedora, no sólo limitadora. Con el
paso del tiempo, el nuevo organismo se estabilizará como un sistema equilibrado.

La familia con hijos pequeños: El segundo estadio sobreviene con el nacimiento del primer hijo, cuando se crean en un
mismo instante nuevos holones: parental, madre hijo, padre-hijo. El holón conyugal se debe reorganizar para enfrentar
las nuevas tareas, y se vuelve indispensable la elaboración de nuevas reglas. El sistema mismo puede correr peligro ya
que los padres presentan ciertos cambios. Al tiempo que enfrenta de continuo problemas de control y de socialización,
la familia tiene que negociar también contactos nuevos con el mundo exterior. Se constituyen vínculos con los abuelos,
tías y tíos, y con los primos. La familia tiene que relacionarse con hospitales, escuelas, y toda la industria de ropa,
alimento y juguetes infantiles. Cuando el hijo empieza a caminar y a hablar, los padres deben establecer controles que le
dejen espacio y a la vez garanticen su seguridad y la autoridad parental. Los adultos, que habían elaborado
determinadas pautas de crianza, tienen que modificarlas y crear métodos adecuados para mantener el control y al
mismo tiempo alentar el crecimiento.

La familia con hijos en edad escolar o adolescentes: el tercer estadio de desarrollo, la familia tiene que relacionarse con
un sistema nuevo, bien organizado y de gran importancia. Toda la familia debe elaborar nuevas pautas: cómo ayudar en
las tareas escolares; determinar quién debe hacerlo; las reglas que se establecerán sobre la hora de acostarse; el tiempo
para el estudio y el esparcimiento, y las actitudes frente a las calificaciones del escolar. El crecimiento del niño va
introduciendo elementos nuevos en el sistema familiar. El niño se entera de que la familia de sus amigos obedece a
reglas diferentes, que juzga más equitativas. Con la adolescencia, el grupo de los pares cobra mucho poder. Es una
cultura por sí misma, con sus propios valores sobre sexo, drogas,' alcohol, vestimenta, política, estilo de vida y
perspectivas de futuro. Así la familia empieza a interactuar con un sistema poderoso y a menudo competidor; Un
desequilibrio leve que requiere adaptación es característico de las familias durante buena parte de este tercer estadio.
Pero es evidente la presencia de condiciones disipadoras en el momento del ingreso a la escuela y en varios pasajes de la
adolescencia en que las necesidades sexuales, las demandas escolares y los desafíos competidores del grupo de los
pares desorganizan las pautas establecidas en la familia.

La familia con hijos adultos: En el cuarto y último estadio, los hijos, ahora adultos jóvenes, han creado sus propios
compromisos con un estilo de vida, una carrera, amigos y, por fin, un cónyuge. La familia originaria vuelve a ser de dos
miembros. Aunque los miembros de la familia tienen detrás una larga historia de modificación de pautas en conjunto,
este nuevo estadio requiere una nítida reorganización cuyo eje será el modo en que padres e hijos se quieren relacionar
como adultos. Se le llama el período del «nido vacío»: depresión que una madre experimenta cuando se queda sin
ocupación. El subsistema de los cónyuges vuelve a ser el holón familiar esencial para ambos, aunque, si nacen nietos, se
tendrán que elaborar estas nuevas relaciones.

UN MODELO FAMILIAR

El hombre sobrevive en grupos; esto es inherente a la condición humana, sociedades a través de su pertenencia a
diferentes agrupamientos sociales. En la medida en que las sociedades se hacen más complejas y se requieren nuevas
habilidades, se diferencian estructuras sociales. La familia siempre ha sufrido cambios paralelos a los cambios de la
sociedad. Se ha hecho cargo y ha abandonado las funciones de proteger y socializar a sus miembros como respuesta a
las necesidades de la cultura. Funciones de la familia tiene como objetivo:
 Uno es interno —la protección psico-social de sus miembros.
 el otro es externo —la acomodación a una cultura y la transmisión de esa cultura.

La sociedad industrial urbana ha entrado por la fuerza en la familia, haciéndose cargo de múltiples funciones que en
algún momento fueron consideradas como deberes familiares. Ejm: Los jóvenes son educados por las escuelas, los
medios de difusión y por sus compañeros. Junto a todos estos cambios, el hombre moderno sigue adhiriendo a una serie
de valores que pertenecen a una sociedad diferente. Sólo la familia, la más pequeña unidad social, puede cambiar y al
mismo tiempo mantener una continuidad suficiente para la educación de niños

LA MATRIZ DE LA IDENTIDAD: En todas las culturas, la familia imprime a sus miembros un sentimiento de identidad
independiente. La experiencia humana de identidad posee dos elementos; un sentimiento de identidad y un sentido de
separación. El laboratorio en el que estos ingredientes se mezclan y se proveen, es la familia, la matriz de la identidad.
En los procesos precoces de socialización, las familias moldean y programan la conducta del niño y el sentido de la
identidad.

El sentido de separación y de individuación se logra a través de la participación en diferentes subsistemas familiares y en


grupos extra familiares. El niño y la familia crecen en conjunto, y la acomodación de la familia a las necesidades del niño
delimita áreas de autonomía que él experimenta como separación. El sentido de identidad de cada individuo es influido
por su sentido de pertenencia a diferentes grupos. La familia es la matriz del desarrollo psicosocial de sus miembros,
también debe acomodarse a la sociedad y garantizar alguna continuidad a su cultura.

Los conceptos de las funciones familiares también cambian a medida que se modifica la sociedad. Hasta hace
cuatrocientos años, no se consideraba a la familia como una unidad de educación del niño, y recién mucho tiempo
después se reconoció a los niños como individuos con sus propios derechos. Y al igual que la sociedad de la que forma
parte, la familia es atacada. (pág. 82). Los cambios siempre se orientan desde la sociedad hacia la familia, nunca desde la
unidad más pequeña a la mayor. La familia cambiará, pero también persistirá debido a que constituye la mejor unidad
humana para sociedades rápidamente cambiantes. Cuanto mayor flexibilidad y adaptabilidad requiera la sociedad de sus
miembros, más significativa será la familia como matriz del desarrollo psicosocial

 La familia es un sistema abierto en transformación, es decir que constantemente recibe y envía descargas de y
desde el medio extra familiar, y se adapta a las diferentes demandas de las etapas de desarrollo que enfrenta.

La concepción habitual idealizada acerca de la familia normal es la de que no produce stress: imagen de personas que
viven en armonía, enfrentando las descargas sociales sin irritarse y cooperando siempre mutuamente se derrumba tan
pronto como se observa a cualquier familia con sus problemas corrientes. En algunos casos este standard sea mantenido
por terapeutas. La familia normal no puede ser distinguida de la familia anormal por la ausencia de problemas; por lo
tanto, el terapeuta debe disponer de un esquema conceptual del funcionamiento familiar que lo ayude a analizar a una
familia con 3 componentes: la estructura de una familia es la de un sistema sociocultural abierto en proceso de
transformación; la familia muestra un desarrollo desplazándose a través de un cierto número de etapas que exigen una
reestructuración ; y la familia se adapta a las circunstancias cambiantes de modo tal que mantiene una continuidad y
fomenta el crecimiento psicosocial de cada miembro.

ESTRUCTURA FAMILIAR: La estructura familiar es el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los
modos en que interactúan los miembros de una familia. Una familia es un sistema que opera a través de pautas
transaccionales, si se repiten establecen pautas acerca de qué manera, cuándo y con quién relacionarse. Regulan la
conducta de los miembros de la familia y son mantenidas por dos sistemas de coacción: El primero es genérico e implica
las reglas universales que gobiernan la organización familiar y El segundo sistema de coacción es idiosincrásico, e implica
las expectativas mutuas de los diversos miembros de la familia. La estructura familiar debe ser capaz de adaptarse
cuando las circunstancias cambian. La existencia continúa de la familia como sistema depende de pautas, la
disponibilidad de pautas transaccionales alternativas, y la flexibilidad para movilizarlas cuando es necesario hacerlo. La
familia debe responder a cambios internos y externos y ser capaz de transformarse de modo tal que le permita encarar
nuevas circunstancias sin perder la continuidad que proporciona un marco de referencia a sus miembros.

El sistema familiar se diferencia y desempeña sus funciones a través de sus subsistemas. Los individuos son subsistemas
en el interior de una familia (marido-mujer, por generación, sexo, interés o función.) Cada individuo pertenece a
diferentes subsistemas en los que posee diferentes niveles de poder y en los que aprende habilidades diferenciadas (Un
hombre puede ser un hijo, sobrino, hermano mayor, hermano menor) Las personas se acomodan en forma de
caleidoscopio para lograr la reciprocidad que posibilita las relaciones humanas. Límites: Los límites de un subsistema
están constituidos por las reglas que definen quiénes participan, y de qué manera. Para que el funcionamiento familiar
sea adecuado, los límites de los subsistemas debes ser claros.

La mayor parte de las familias se incluyen dentro del amplio espectro normal.

Las operaciones en los extremos, sin embargo, señalan áreas de posible patología. Un subsistema de madre e hijo
sumamente aglutinado, por ejemplo, puede excluir al padre que se convierte en excesivamente desligado. El
consecuente debilitamiento de la independencia de los niños puede constituir un importante factor en el desarrollo de
síntomas (Sólo un alto nivel de stress individual puede repercutir con la suficiente intensidad como para activar los
sistemas de apoyo de la familia). Los miembros de subsistemas o familias desligados pueden funcionar en forma
autónoma, pero poseen desproporcionado sentido de independencia y carecen de sentimientos de lealtad y pertenencia
y de la capacidad de interdependencia y de requerir ayuda cuando la necesitan. (La conducta de un miembro afecta de
inmediato a los otros y el stress de un miembro individual repercute intensamente a través de los límites y produce un
rápido eco en otros subsistemas).

Ambos tipos de relación provocan problemas familiares cuando se ponen en marcha mecanismos adaptativos. La familia aglutinada responde a toda variación en
relación con lo habitual con una excesiva rapidez e intensidad. La familia desligada tiende a no responder cuando es necesario hacerlo. En una familia aglutinada los
padres pueden verse sumamente afectados porque un hijo no come el postre. Los padres de una familia desligada, por su parte, pueden permanecer inmutables ante
los problemas escolares de un hijo. A menudo, un terapeuta opera como un delineador de límites, que clarifica los límites difusos y abre los límites excesivamente
rígidos. Su evaluación de los subsistemas familiares y del funcionamiento de los límites proporciona un rápido cuadro diagnóstico de la familia en función del cual
orienta sus intervenciones terapéuticas.

El subsistema parental: Cuando nace el primer hijo se alcanza un nuevo nivel de formación familiar. En una familia
intacta el subsistema conyugal debe diferenciarse entonces para desempeñar las tareas de socializar un hijo sin
renunciar al mutuo apoyo que caracterizará al subsistema conyugal. Se debe trazar un límite que permita el acceso del
niño a ambos padres y, al mismo tiempo, que lo excluya de las relaciones conyugales. A medida que el niño crece, sus
requerimientos para el desarrollo. Imponen demandas al subsistema parental que debe modificarse para satisfacerlas. El
apoyo a la responsabilidad y a la obligación de los padres para determinar las reglas de la familia estimula el derecho y la
obligación del niño de crecer y desarrollarse en forma autónoma. La tarea del terapeuta consiste en asistir a los
subsistemas para que negocien y se acomoden mutuamente.

El subsistema fraterno: es el primer laboratorio social en el que los niños pueden experimentar relaciones con sus
iguales. En el marco de este contexto, los niños se apoyan, aíslan, descargan sus culpas y aprenden mutuamente. En el
mundo fraterno, los niños aprenden a negociar, cooperar, competir. Aprenden a lograr amigos y aliados, a salvar la
apariencia cuando ceden, y a lograr reconocimiento por sus habilidades. Los límites del subsistema fraterno deben
proteger a los niños de la interferencia adulta, para que puedan ejercer su derecho a la privacidad, tener sus propias
áreas de interés y disponer de la libertad de cometer errores en su exploración. En algunos momentos, el terapeuta
debe actuar como traductor, interpretando el mundo de los niños para los padres o viceversa.

ADAPTACIÓN DE LA FAMILIA: Una familia se encuentra sometida a presión interna originada en la evolución de sus
propios miembros y subsistemas y a la presión exterior originada en los requerimientos para acomodarse a las
instituciones sociales significativas que influyen sobre los miembros familiares. La respuesta a estos requerimientos,
tanto internos como externos, exige una transformación constante de la posición de los miembros de la familia en sus
relaciones mutuas, para que puedan crecer mientras el sistema familiar conserva su continuidad. Los procesos
transicionales de adaptación a nuevas situaciones, en los que la falta de diferenciación y la angustia que caracteriza a
todos los nuevos procesos, pueden 96 ser considerados así erróneamente como patológicos.

En las familias corrientes, el terapeuta confía en la motivación de la familia como el camino para la transformación. En
las familias patológicas, el terapeuta debe convertirse en actor del drama familiar, incorporándose a las coaliciones
existentes para modificar el sistema y desarrollar un nivel diferente de homeostasis. El stress sobre un sistema familiar
puede originarse en cuatro fuentes:

Contacto stress ante de un miembro con fuerzas extra familiares: Cuando uno se encuentra afectado por un stress, los
otros miembros de la familia sienten la necesidad de acomodarse a sus nuevas circunstancias. Esta acomodación puede
limitarse a un subsistema o difundirse en el seno de toda la familia. La misma fuente de stress que afecta a un miembro
individual puede actuar a través de los límites de los subsistemas (se la agarran con el hijo)

Contacto stress ante de la familia en su totalidad con fuerzas extra familiares: Un sistema familiar puede verse
sobrecargado por los efectos de una depresión económica. O, si no, el stress puede generarse en ún cambio de domicilio
motivado en una mudanza o en un traslado a otra ciudad. Los recursos de la familia para hacer frente a esas situaciones
se encuentran amenazados en forma particular por la pobreza y por la discriminación. El terapeuta puede enseñar a la
familia la manera de manipular las instituciones en beneficio propio. O puede trabajar para coordinar las acciones de las
instancias, referente a la familia.

Stress en los momentos transicionales de la familia: Deben aparecer nuevos subsistemas y deben trazarse nuevas líneas
de diferenciación. En este proceso, se plantean inevitablemente conflictos. Idealmente, los conflictos serán resueltos por
negociaciones de transición y la familia se adaptará con éxito. Estos conflictos ofrecen una oportunidad de crecimiento a
todos los miembros de la familia. Sin embargo, si no se los resuelve, los problemas transicionales pueden plantear
dificultades aún mayores. Los problemas de transición se plantean en muchas situaciones como por ejemplo es el
comienzo de la adolescencia de los hijos. La relación entre los hijos y los padres se ve perturbad, Las transacciones del
subsistema parental con él deben modificarse y dejar de ser relaciones del tipo padre-hijo para convertirse en relaciones
de tipo padres-joven adulto.

Stress referentes a problemas de idiosincrasia: Un terapeuta de familia debe tomar en cuenta todas las circunstancias y
tener presente la posibilidad de que áreas determinadas de la familia den lugar a pautas transaccionales disfuncionales.
Por ejemplo, una familia con un hijo retardado puede haberse adaptado al problema planteado mientras el niño era
pequeño. Pero la realidad del retraso, que los padres podían evitar cuando el niño era pequeño, debe ser enfrentada a
medida que crece y que la disparidad de desarrollo entre él y los niños de su edad se hace más evidente.

El esquema conceptual de una familia normal presenta tres facetas: 1) una familia se transforma a lo largo del tiempo,
adaptándose y reestructurándose de tal modo que pueda seguir funcionando, 2) la familia posee una estructura que
sólo puede observarse en movimiento. Se prefieren algunas pautas, suficientes para responder a los requerimientos
habituales. Pero la fortaleza del sistema depende de su capacidad para movilizar pautas transaccionales alternativas
cuando las condiciones internas o externas de la familia le exigen una reestructuración. Los límites de los subsistemas
deben ser firmes, pero, sin embargo, lo suficientemente flexibles como para permitir una modificación cuando las
circunstancias cambian. Finalmente, una familia se adapta al stress de un modo tal que mantiene la continuidad de la
familia al mismo tiempo que permite reestructuraciones. Si una familia responde al stress con rigidez, se manifiestan
pautas disfuncionales. Eventualmente, ello mide llevar la familia a una terapia.

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