La Representación Proposicional
La Representación Proposicional
La Representación Proposicional
La representación proposicional
Fijaos, por lo que llevamos dicho, que parece como si el lenguaje con el
que trabaja la mente estuviera referido a un dominio integrado sólo por
significados puros; es como si la mente tradujera a su propio lenguaje
todo aquello que le llega por los sentidos, para guardar la información
trasformada en unidades pertenecientes a su código de representación
interno. En definitiva, lo que ocurre es que lo que codifica la mente
en forma de proposiciones son conceptos abstractos y las
relaciones de naturaleza estrictamente semántica que existe
entre ellos.
Ejemplo
Las proposiciones han sido utilizadas por los psicólogos cognitivos para
explicar muchas propiedades características de la mente. Como ya os
hicimos notar en el primer apartado de éste módulo, es un hecho
empíricamente demostrado que nuestra mente goza de poderes
inferenciales o que nuestro conocimiento posee una estructura
jerarquizada por categorías. Del mismo modo, somos perfectamente
capaces de identificar como sinónimas dos expresiones lingüísticas
diferentes (como ocurre con las oraciones activas y sus
correspondientes pasivas). Además, cuando leemos o escuchamos algo,
lo común es que después de pasado algún tiempo sólo recordemos lo
fundamental del mensaje, olvidando por completo las informaciones
accesorias. Lo mismo ocurre si tenemos que reproducir algo que hemos
leído en un texto o que hemos visto por televisión: siempre resumimos,
ofreciendo una versión no literal de lo memorizado. Tampoco solemos
transmitir una información con las mismas palabras con que fueron
grabadas en nuestra memoria. Es decir, lo que parece codificar las
proposiciones en nuestra memoria es la parte esencial de la
información.
Como veis, las dos oraciones son equivalentes desde un punto de vista
semántico, es decir, expresan la misma idea o poseen idéntico
significado. Lo que dice la teoría psicológica que hace la mente de un
hablante bilingüe es extraer la idea expresada, liberándola del formato
físico en que viene envuelta la información (palabras en castellano y en
catalán, o en castellano y en gallego, o en inglés y euskera), para
guardarla en la memoria como una red proposicional en la que están
relacionados los nodos conceptuales: 'Juan', 'rosa', 'arrancar', etc.,
por medio de eslabones relacionales: 'agente', 'objeto', 'acción',
tiempo de la acción', etc.
Ejemplo
La siguiente podría ser una forma de representar proposicionalmente el
significado de la oración Juan arrancó la rosa roja:
Ejemplo
Retomemos el ejemplo de la oración Juan arrancó la rosa roja;
recordaréis que una de las proposiciones que se afirmaba en dicha
sentencia es la que aquí mostramos:
Por otro lado, los tiempos eran todavía mayores cuando lo que tenía que
hacer TCL era emitir un juicio acerca de propiedades. Así, cuando una
sentencia ponía en juego propiedades que no estaban explícitamente
representadas en el nivel de la categoría sobre la que tenía que emitir
su juicio, el programa tardaba más en inferir la existencia de tal
propiedad, lo que se manifestaba en un mayor tiempo en el proceso de
verificación de sentencias.
Ejemplo
Efectivamente, la relación jerárquica establece un valor de equidistancia
entre una categoría y su subordinada; es decir, la distancia lógica no
debería verse afectada por la naturaleza de las categorías. Sin embargo,
en muchas tareas de verificación de sentencias como las estudiadas
antes, se encontró que en ciertas relaciones priman otro tipo de
principios distintos al de la distancia jerárquica. Por ejemplo, la gente
tarda mucho más tiempo en determinar si es verdadera una sentencia
que afirma que 'una ballena es un mamífero' o que 'un murciélago es un
mamífero', que otra que afirme que 'una vaca es un mamífero',
fenómeno que no puede explicarse desde el punto de vista de la relación
jerárquica, lógicamente entendida, ya que ambos ejemplares se
encuentran a un solo paso de la categoría superior. Es decir, que desde
un punto de vista lógico el grado de pertenencia de las categorías
'ballena' y 'murciélago' a la categoría jerárquicamente superior de
'mamífero' es idéntico al de la categoría 'vaca'. Apreciación que no
parece ser eficaz desde un punto de vista psicológico. Además, algunos
estudios sobre las categorías y los procesos de categorización venían
también a demostrar que la redundancia, esto es, que la representación
explícita de ciertas propiedades asociadas a varios nodos de una misma
jerarquía conceptual, podría resultar en muchos casos un procedimiento
psicológico mucho más eficaz que la inferencia lógica para recuperar
información acerca de las características que definen a las cosas.
Ejemplo
En el modelo de Collins y Loftus, por ejemplo, la distancia semántica
entre dos categorías no la determina la noción lógica de jerarquía, sino
que la distancia semántica es sensible a la concepción prototípica de las
categorías. Sin salirse de la lógica del modelo de red, lo que proponen
Collins y Loftus es representar con enlaces más largos la relación entre
las categorías que están menos fuertemente asociadas (murciélago
----------- mamífero) y más cortos para las que tienen una asociación
entre sí más poderosa (vaca --- mamífero); con esta modificación, se
supone que la propagación de la activación tardaría más tiempo en
afectar a los nodos más distantes, adecuándose así a la evidencia que
aportan los datos experimentales.
También es importante que notéis que la fuerza teórica que hoy poseen
conceptos psicológicos como esquema, marco o guión, en cierto modo
proviene de su íntima relación con la noción de representación
proposicional.
Ejemplo
Así, cuando vamos a comer a un restaurante, por ejemplo, se acciona el
esquema correspondiente, actualizándose el conjunto de conocimientos
que hemos adquirido sobre tal actividad: habrá un camarero, puede
traer una carta, el comedor tendrá mesas, silla, mantel, cubiertos,
tendremos que pagar al final, y todo lo demás. Como podéis comprobar,
los esquemas gestionan nuestros conocimientos, sean estos acerca de
cosas o de destrezas, poniéndolos al servicio de una actividad global que
se encuentra ligada a contextos muy delimitados.
Ejemplo
Muchas de nuestras inferencias quedarían sin explicar si no fuera porque
nuestra mente trabaja con esquemas. En este sentido, la funcionalidad
de los esquemas se manifiesta abiertamente en tareas de comprensión:
si en un restaurante del Levante español, por ejemplo, nos recomienda
un camarero lo siguiente: cómase una catalana, que están buenísimas,
no interpretamos intenciones antropófagas en su sugerencia, ni lo
entendemos tampoco como un comentario grosero acerca de las
virtudes femeninas de las mujeres nacidas en Cataluña. Sencillamente,
comprendemos que lo que el camarero nos aconseja es que degustemos
un sabroso pan payés, calentito, con aceite y tomate restregado, y con
una deliciosa loncha de jamón, a ser posible de los que tienen la pata
negra, cubriéndolo todo. Nuestra inferencia en este caso sólo ha podido
resultar adecuada porque contamos con la información que nos ofrece
'el contexto'. Psicológicamente, diríamos que en este caso se ha
activado 'el esquema' correcto. Los esquemas, según podéis advertir,
nos permiten comprender con facilidad lo que vemos, escuchamos o
leemos, sin necesidad de que estén presentes 'todos los datos'.