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La Cautividad de Babilonia

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LA CAUTIVIDAD DE BABILONIA

Christian PINTO Y J. CAMPOVERDE

Sigla: MARTIN LUTERO Y LOS INICIOS DE LA REFORMA

Prof.: Josep Castanyé

BARCELONA
2017

1
2
LA CAUTIVIDAD DE BABILONIA

INTRODUCCIÓN

1. PENSAMIENTO Y CONTEXTO DEL AUTOR

2. CONCEPTO DE SACRAMENTALIDAD

3. LOS SACRAMENTOS

4. TRENTO

CONCLUSIÓN

3
INTRODUCCIÓN

Martín Lutero nació en Eisleben, Alemania, 10 de noviembre de 1483 y murió 18 de


febrero de 1546. Con ocasión de una tempestad que lo sorprendió en pleno bosque, y
contrariando la voluntad de sus padres Lutero se hizo monje agustino en 1505 y
comenzó a estudiar teología en la Universidad de Wittenberg, en donde se doctoró en
1512. Siendo ya profesor comenzó a criticar afirmaciones promulgadas por la Iglesia
católica.
Durante una visita a Roma en 1510 observó la frivolidad con la que vivía gran
parte del clero y eso le generó un fuerte deseo de rechazo, al igual que la cuestión de las
indulgencias por los pecados cometidos, pues las consideraba un abuso por parte de la
iglesia y una farsa a la luz de la verdad del evangelio.
Es cierto que Lutero no anhelaba una ruptura con la iglesia pero sí una reforma1,
de hecho la intención de publicar las 95 tesis2 era generar un diálogo académico y así se
lo expresó a su Arzobispo, pero enseguida dichas tesis fueron divulgadas propiciando
el inicio del conflicto y posterior separación.
En 1520, Lutero completó el ciclo de su ruptura con Roma al desarrollar sus
ideas en tres grandes escritos reformistas que son: Llamamiento a la nobleza cristiana
de la nación alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia y Sobre la libertad
cristiana. Este trabajo tratará sobre la cautividad de babilonia.
En un primer momento presentaremos a nuestro autor en su contexto, después
nos centraremos en presentar la perspectiva de nuestro autor sobre los sacramentos a la
luz de la cautividad de Babilonia y por último comentaremos brevemente la situación
actual en base a los diálogos que ha habido entre la FLM y la Iglesia Catolico.

1
Uno de los puntos esenciales que deseaba debatir era la práctica de las indulgencias que se promovía por
la iglesia a cargo de los dominicos.
2
Errores según Lutero a la luz de la sagrada escritura erróneas promulgadas por la iglesia.

4
1. CONTEXTO

En la introducción del libro Martí Luter, el profesor Joan Busquets comienza


reconociendo que las causas de la Reforma son múltiples. Ya que nos encontramos ante
la descomposición de los principios de las instituciones que sostenían la Edad Media,
con un papado que acentuaba el poder político en Italia y estaba más preocupado por el
arte y por las propias familias que por los problemas de la Iglesia universal. También
nos encontramos ante el desprestigio de los responsables eclesiásticos; la inmoralidad y
la arbitrariedad de los dirigentes de la Iglesia;… en definitiva todo ello suscitaba un
clamor de reforma.
Oberman, en su libro Lutero, analiza lo siguiente: El concilio de Letrán (1215)
convocado por Inocencio III, tuvieron que pasar tres siglos hasta la convocación del
Concilio de Trento (1545). Hemos de remarcar, que dentro de la Iglesia, había un deseo
grande de reforma. El Concilio de Trento, recupera la importancia de las Escrituras
como la tradición eclesiástica, ahora bien, dejando claro que «la Santa Madre Iglesia»
como autoridad única de su interpretación del sentido de las Escrituras. Por otra parte, el
emperador, Carlos V, en la Dieta imperial de Augsburgo (1548), obligó a los
protestantes a aceptar una condición, que su movimiento era válido, siempre y cuando
no se alcanzara la decisión vinculante del Concilio, de su desaparición. Además,
muchos de los príncipes electores, dejaron el protestantismo y volvieron al catolicismo.
Parecía imposible que la Reforma sobreviviera, ante estos tres hechos. Además se ha de
tener presente que en el año 1648 concluía la Guerra de los Treita Años, primera guerra
mundial de la historia europea… la Iglesia se había dividido (1054) en una comunidad
griega oriental y otra latina occidental. La vinculación de Alemania a la Ilustración
europea se vio frenada por esta guerra, con las consecuencias perceptibles aún hoy.
Durante el verano de 1520, en medio de la tormenta, Lutero redactó tres escritos que
abordaban de manera práctica la problemática de la Reforma. El primero de los escritos
fue un manifiesto titulado Una carta abierta a la nobleza cristiana de la nación
alemana referente a la reforma del estado cristiano. Se trataba de un llamamiento a los
dirigentes de Alemania, al joven emperador, a los príncipes y a los caballeros, y a las
grandes ciudades imperiales.
El segundo escrito de Lutero en aquel verano de 1520 tuvo un carácter muy
diferente. Lo redactó en latín y estaba dirigido no al pueblo llano sino a los humanistas
y al clero. Su título –Un preludio sobre la cautividad babilónica de la Iglesia– enlazaba
con una corriente de pensamiento que había comparado desde hacía siglos la decadencia
de la iglesia católica con el destierro que había sufrido el pueblo de Israel en Babilonia.
Por último escribió La libertad del cristiano, publicada en noviembre de 1520, esta es la
obra más serena y espiritual de Lutero.
La invención de la imprenta a finales del siglo XV tuvo mucha importancia para
Reforma y su propagación. La actividad de Lutero coincidió con los inicios del arte de
imprimir, esto significó una revolución en el mundo de la difusión de las ideas, a través
del libro y de la lectura. Lutero imprimió muchas de sus obras, la mayor parte
teológicas, muchas también polémicas, y otras de temática espiritual o pastoral. Esto
obligó a sus antagonistas a escribir mucho, ya que él les contestaba de inmediato. La

5
imprenta, en este sentido, fue el «medio providencial» para predicar su evangelio. Se
debe reconocer que tenía una gran habilidad para cautivar a los lectores. Sabía traducir
su pensamiento teológico en frases cortas, que eran como eslóganes de gran eficacia:
«sólo Cristo», «un solo Redentor», «la sola fe», «la Escritura sola», «todos
sacerdotes». Escribía los tratados en latín, ya que eran dirigidos a los teólogos y a los
humanistas. Así mismo, sabía captar a la gente con un lenguaje popular, con un lenguaje
adecuado a las circunstancias. De esta manera, llegaban sus obras al pueblo porque
utilizaba la lengua vernácula y hacía servir el grabado y la caricatura con una pedagogía
muy eficaz.
La vida de Lutero tiene dos partes, separadas por el año 1525. La guerra de los
campesinos y su casamiento señalan esta división, que se nota especialmente en su
producción literaria. En la primera etapa fue muy creativo y publicó obras decisivas.
Con su intervención negativa delante de la revuelta de los campesinos, la Reforma se
volvió más oficial y principesca. Por otra parte, su casamiento con Katharina von Bora
(el 13 de junio de 1525), introdujo la preocupación por la familia y los hijos.

1.2. PERSONA Y PENSAMIENTO

Martí Lutero nació en Eisben el 10 de noviembre de 1483, hijo de Hans Luder y de su


esposa Margarete. Hans trabajaba en una mina de cobre en la ciudad de Eisleben,
consiguió ser propietario de unos yacimientos. Sus padres lo educaron «en el Temor de
Dios». El padre de Lutero quería que su hijo siguiera la carrera de Derecho. A los
dieciocho años, Lutero ingresó en la Universidad de Erfurt. Estudiaba en la facutald de
Artes, es decir de Filosofía (1501-1505), sus estudios de filosofía estaban influenciados
según la «vía moderna», la nominalista, y él se proclamaba del partido de Ockham.
Interrumpió sus estudios de Derecho para hacer la opción por la vida religiosa; 2 de
julio de 1505 entró en el convento de los agustinos de Erfurt, según las palabra del
profesor Joan Busquets «a causa d’un llamp que esclatà al seu costat, Luter va
exclamar, amb espant: ajuda’m, santa Anna! Em vull fer monjo.»3 El convento de
Erfurt formaba parte de una congregación de observancia; había un buen clima de
austeridad y también era célebre por el nivel de estudio teológico, en la línea de
Ockham. El 3 de abril de 1507 recibió la ordenación sacerdotal en la Catedral de Erfurt,
tenía 23 años, todo fue muy deprisa. Posteriormente será destinado como profesor de
teología en Wittenberg, por su superior Johann Staupitz. Le encomendaron las clases de
ética, mientras continuaba con sus estudios teológicos. En cuanto a la vida conventual,
tanto en Erfurt como en Wittenberg, Lutero era un religioso normal; un fraile
observante, dado a la piedad y a la austeridad, de conciencia escrupulosa y atormentada.
Prácticamente residió toda su vida en Sajonia (hay que recordar que después del edicto
de Worms, Lutero era un proscrito del Imperio, y se comprende que se sintiera más
protegido en los dominios del prícipe-elector de Sajonia. Aunque Carlos V nunca lo
persiguió de verdad). En 1510 viaja a Roma, único viaje fuera de Alemania, el motivo
será por un pleito interno de los agustinos, pero en realidad, Lutero fue como peregrino
se dedicó a ganar indulgencias. El año siguiente, en Wittenberg, Lutero obtendrá el
3
Martí LUTER, Clásics del cristianisme 62, Barcelona 1996.

6
doctorado en teología. Toda su vida ejercerá como profesor en Wittenberg, desde aquí
llevará a término su acción reformadora.
En cuanto a su pensamiento podemos afirmar que no es sistemático, sino
impreciso y contradictorio, según las palabras del profesor Busquets. Sabe llenar de
experiencia personal las teorías teológicas, en este sentido, su pensamiento y su vida
van unidos de una manera muy fuerte. Una de las características que marcan la vida de
Lutero es la angustia delante del pecado que le provoca la duda de si Dios realmente le
perdona. En él, dominaba la representación de un Dios que reprimía, que exigía al
hombre unas buenas obras que no podía dar a causa de su debilidad. Sólo Cristo
crucificado constituye la posibilidad de justificación. En la carta a los Romanos
encontrará la respuesta al problema de la salvación, que no es sólo un descubrimiento de
una doctrina teológica, sino más bien de una experiencia personal. La doctrina de la
justificación por la sola fe es el centro de la teología luterana.
El tema de las indulgencias, que ya lo tratamos en la exposición anterior, por
esta razón no nos detendremos, pero es otro punto neurálgico del pensamiento de
Lutero. De hecho las noventa y cinco tesis publicadas por Lutero, fueron la ocasión para
exponer su comprensión del cristianismo, pretendiendo combatir los abusos y aclarecer
la doctrina. Estas tesis tuvieron un notable eco, especialmente en Alemania. Su
pretensión no era crear otra Iglesia sino reformarla desde la raíz. En Heidelberg, en el
capítulo de la orden agustiniana, tuvo la ocasión de exponer con más claridad su
pensamiento. Después de este hecho todo se precipitó rápidamente. Lutero tenía 35 años
y cautivó a muchos discípulos de su orden y alumnos de la Universidad. Ni el papa
León X ni sus superiores no captaron la gravedad de la situación. Los Puntos
fundamentales de la teología luterana son:

 En tela central es la justificación por la fe sola. Niega la libertad del hombre y


afirma rotundamente que nos salvamos sólo por los méritos de Jesucristo, único
mediador.
 La sola Escritura, será el principio formal. La única revelación es la palabra de Dios
escrita, sin ninguna interferencia de la autoridad de la Iglesia, es decir, de la
Tradición ni del magisterio eclesiástico.
 El concepto de Iglesia espiritual, es decir, sin estructuras institucionales externas y
menos jerárquicas. El fundamento es cristológico: Cristo es sacerdote de todos.
Lutero reivindica un sacerdocio universal para todos los fieles, con la consecuencia
que le lleva a negar un sacerdocio ministerial. Considera, que la Iglesia sólo se hace
visible para la predicación y para la recta administración de los sacramentos, y no
por la jerarquía. Para él, la Iglesia espiritual es invisible, es decir, no se deja reducir
a las instituciones históricas. De esta manera, Lutero se irá distanciando totalmente
de la doctrina sacramental de la Iglesia. Reduce los sacramentos al mínimo:
Bautismo y Cena que los considera como los únicos instituidos por el Señor, de
hecho en su obra La cautividad babilónica de la Iglesia es donde desarrolla una
nueva doctrina sacramental, en donde lo fundamental será la promesa y el signo.

7
1.3 RUPTURA CON ROMA

Hay tres momentos cruciales en el camino de ruptura:

 La entrevista con el cardenal Cayetano (1518): Federico de Sajonia consiguió que


Lutero no fuera conducido a Roma, sino que fuese interrogado en Alemania mismo.
El resultado de esta entrevista, acabara con la afirmación de Lutero que ni el papa ni
el concilio no son amos de la Palabra de Dios. Era un año después de las 95 tesis.
 La disputa de Leipzing (1519)4: fue la manifestación pública de esta ruptura. Lutero
niega el primado del papa y la autoridad de los concilios y defiende que la única
certeza está en la Escritura. Antes de esta disputa, el papa quiso ganarse a Lutero y a
su protector, sin obtener resultado.
 Las bulas papales de condena y de excomunión (1520 y 1521 respectivamente): las
comisiones romanas examinaban los textos de Lutero, teólogos de Colonia y
Lovaina. La condena papal llegó pocas semanas después de la elección imperial de
Carlos V, con la bula Exsurge, Domine (15 de julio de 1520); se le exhorta a la
retractación en el término de 60 días.5Lutero respondió con violencia. En el escrito;
Contra la bula execrable del Anticristo, era Lutero quien excomunicaba al papa. En
un gesto provocador, la bula papal fue quemada públicamente en Wittenberg.
Finalmente, el 3 de enero de 1521, el papa signó la bula de excomunión Decet
Romanum Pontificem.

Mientras se anunciaba su condena, Lutero exhibía una gran capacidad de trabajo.


Ese mismo verano del 1520 publicó una serie de obras decisivas. Primero se defendió
de las acusaciones con su libro Sobre las buenas obras, expone que una fe viva es la
fuente de toda moralidad y lleva a cumplir todos los mandamientos. Otro tratado,
también ofensivo, es El papado de Roma: la Iglesia visible es una institución puramente
humana. La verdadera Iglesia es interior, espiritual, bajo el único guía invisible de
Cristo. A estos escritos, el mismo año le siguieron tres «escritos de reforma»: a la
nobleza cristiana de la nación alemana (escrito en junio y publicado en agosto), es una
llanada los gobernantes para que se pongan delante de la reforma de la Cristiandad; La
cautividad Babilónica de la Iglesia (obra dirigida a los teólogos y va sobre el sistema
sacramental católico; el tercero será La libertad del cristiano (expone la libertad
profunda de todo cristiano y la liberación que Cristo nos da).
Después de la excomunión, Lutero continuó enseñando teología en Wittenberg.
Federico de Sajonia logró convencer al emperador sobre la conveniencia que Lutero
fuera escuchado en una asamblea alemana. En Worms, Lutero estaba dispuesto a
retractarse si le demostraban sus errores con el testimonio de la Escritura. El 26 de
mayo, el emperador firmó el Edicto de Worms: Lutero era declarado hereje, y como tal

4
El 28 de Junio de 1519 fue elegido emperador Carlos V de Habsburgo. Así mismo, del 27 de junio al 7
de julio tuvieron lugar en Leipzig un espectacular debate entre teólogos: Karlstadt-Eck y Lutero-Eck.
5
Los errores más graves que enumera la bula son: «después del bautismo permanece el pecado; la
doctrina de la Iglesia sobre la contrición y la confesión es falsa; solo la fe perdona los pecados. Las
indulgencias son un engaño. El papa de Roma no es sucesor de Pedro ni vicario de Cristo. Ni el papa ni
los concilios universales no son infalibles. El justo peca aun cuando hace obras buenas. Después del
pecado el libre albedrío es un puro nombre…» (cf. García Villoslada, ibid., p. 490)

8
debía ser encarcelado, pero se simuló un secuestro, por hombres del elector de Sajonia,
y fue llevado al castillo de Wartburg, a Turingia. En este tiempo preparó un programa
de reforma cristiana de acuerdo a sus principios teológicos; también tradujo el Nuevo
testamento al alemán y acabó la traducción del Magníficat, pero simplificó la Misa y
rechazó el ministerio sacerdotal. El resultado fue, la exaltación de la Palabra y el
rechazo de la economía sacramental de la Iglesia. Él era consciente que con la abolición
de la vida religiosa, por un lado, y de la Misa y el sacerdocio, por otro lado, había
derribado «las dos columnas que sostenían el edificio del papado».
Así mismo, Lutero hizo frente con energía a los extremistas de sus seguidores.
Ya que en Witternberg se puso en práctica la Reforma de una manera extrema y no muy
de acuerdo con los propósitos del reformador. Tenía claro que la reforma se debía
instaurar por la palabra y no por la violencia de los «entusiastas». Estos radicalismos
coincidieron con la revuelta de los campesinos (1524-1525), que tenía un origen distinto
de la reforma luterana. Lutero acabó organizando la Iglesia bajo la dirección de los
príncipes, esto hizo posible la organización del portestantismo.

2. CONCEPTO DE SACRAMENTALIDAD

Lutero, tenía una buena formación teológica, la Biblia la estudió en profundidad


especialmente las cartas de san Pablo y las cartas Apostólicas, está claro que la carta de
Santiago por subrayar la importancia de la fe y las obras no concordaba con su
pensamiento y decidió prescindirla y retirarla del canon. En cuanto a la patrística por ser
monje Agustino conocía bien a san Agustín y san Bernardo. Su teología es una teología
monarcal, que comenta la Palabra de Dios, una teología que trata de sintetizar la Palabra
de Dios con la vida y no tanto de preguntas intelectuales, de hecho rechaza la razón,
para Lutero discutir sobre las dos naturalezas, sobre la unión hipostática, etc. es inútil.
Como hemos visto anteriormente en filosofía tendía a una filosofía de tipo
reduccionista, quizás por la influencia de Ockham. Esto repercute también en su
comprensión de las mediaciones reducidas solo a Cristo y rechazando todas las demás.
Cristo es el único sacramento de salvación, , única potestad para dar categoría
sacramental.
Para Martin Lutero en cuanto a la sacramentalidad eleva la Palabra de Dios
como suprema autoridad situándola en la presencia de la iglesia como la que otorga el
conocimiento de la vida sacramental reducida a dos grandes sacramentos, el bautismo y
la eucaristía. La formulación de Lutero será la de sostener su concepción sacramental a
partir de la escritura. La sacramentalidad viene dada por la fuerza de la palabra y sólo
acepta como mediaciones estructurales para la salvación del hombre el bautismo y la
eucaristía, el resto de mediaciones son temporales o accesorias, es decir, hay que
prescindir de ellas. Para Lutero dicho hombre está dominado por el pecado y lo único
que lo justifica es la gracia por la sóla fe. El hombre es incapaz de desplegar el don de la
libertad saludablemente a no ser por la fuerza de la palabra de Dios en la Sagrada
escritura que hablan constantemente de la promesa y el don de la salvación, esta
promesa y este don solo pueden ser acogidos por el creyente por la fe, una fe dirigida a
Cristo, el único mediador y Salvador que redime al pecador con su gracia.

9
3. LOS SACRAMENTOS EN LA CAUTIVIDAD

3.1 INTRODUCCIÓN A LA OBRA

La Cautividad de Babilonia fue escrita por Lutero en el año 1520. Se sitúa entre el
Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia (1431-1445) y el Concilio Letrán V (1512-1517).
A nivel eclesiástico, podemos considerar que fueron unos tiempos convulsos. En el
Concilio de Florencia se define el septenario sacramental, incluida la Eucaristía como
uno de ellos, durante esa época la praxis común en los fieles era la comunión espiritual
y visible.
Uno de los aspectos fundamentales de la de la obra era la intención de cortar con
la raíz central del romanismo: el sistema sacramental por el que según Lutero Roma
controla las vidas de los fieles bajo el poder del sacerdote. Lutero pretendía romper con
el clericalismo que subyacía bajo el sacramentalismo romano, con la excesiva injerencia
del clero en la vida material y espiritual de los fieles, usurpando incluso una función que
sólo Dios podía ocupar. Los sacramentos eran una parte vital en la doctrina luterana
porque garantizaban la presencia de Dios en el mundo y su apoyo para luchar contra el
Diablo. Ahí radica, según Oberman, la intransigencia de Lutero respecto a los cambios
que otros teólogos reformistas querían introducir respecto a los sacramentos. Si se
convierte el bautismo y la eucaristía en una simple obra humana, se destruye el cimiento
de la vida del cristiano, pues hace depender la verdad y la realidad de Dios de la
capacidad de convicción de la conciencia subjetiva de los seres humanos.
En cuanto al tema de los sacramentos es tratado en numerosas obras aunque,
entre todas ellas, hay una en la que conforma la clave central. La Cautividad babilónica
de la Iglesia (1520), en ella Lutero niega la existencia de determinados sacramentos
porque reconoce que es imposible demostrar a partir de las Sagradas Escrituras que
fueron instituidos por Cristo.

«Comenzaré por negar la existencia de siete sacramentos, y, por el momento,


propondré sólo tres: el bautismo, la penitencia y el pan. Todos ellos se han
reducido por obra y gracia de la curia romana a una mísera cautividad, y la iglesia
ha sido totalmente despojada de su libertad. Aquilatando mis palabras al uso de la
Escritura, en realidad tendría que decir que no admito más que un sacramento y
tres signos sacramentales. De ello hablaré a su debido tiempo».6

A medida que se va desarrollando la obra veremos que de los siete sacramentos


terminará negando cinco: confirmación, matrimonio, penitencia, orden sacerdotal y
extremaunción, aunque en el inicio de la obra pareciese que la penitencia también fuera
admitida como sacramento vemos que en el capítulo que trata el bautismo7 entiende la
penitencia como sola actualización del bautismo.

6
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 88.
7
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 111-126.

10
3.2 SENTIDO DE LA CENA SEGÚN LUTERO

Para Lutero, la Cena sí que la eleva a la categoría de sacramento junto con el bautismo.
Este sacramento es para él, el más importante. La cena ya lo había tratado anteriormente
en 1519,8 pero él mismo afirma que contuvo su pluma por el común sentir, pero que
ahora que le han provocado y goza de más experiencia hablará con toda libertad sobre
lo que piensa acerca de la Cena.9 De esta manera, podemos afirmar que encontramos en
esta obra su visión completa y sintética sobre la eucaristía.

3.2.1 La comunión bajo las dos especies

Para Lutero, la verdadera interpretación de Jn 6,23 «mis palabras son espíritu y


10
vida», ha de entenderse espiritualmente. Además, se opone radicalmente a la doctrina
de la Iglesia que prohíbe a los laicos beber directamente del cáliz pues, según él, ya las
Sagradas Escrituras estipulaban que todos los fieles debían beber la sangre de Cristo.

«Dos son los lugares que tratan el problema con toda claridad: el evangelio, al
narrar la cena del Señor, y Pablo en el capítulo noveno de su 1 carta a los Corintios.
Examinémoslos. Concuerdan entre sí Mateo, Marcos y Lucas, al decir que Cristo
dio a todos sus discípulos el sacramento entero; y tan cierto es que enseña que se
dieron las dos especies, que nadie ha sido tan desvergonzado que le haya
contradicho. Añade a lo anterior que Mateo dice que no se refirió Cristo al pan
diciendo «comed todos de él», sino al cáliz, al decir: «bebed todos de él»; ni dice
Marcos «todos comieron», sino «bebieron todos de él». Ambos aplican la nota de
universalidad no al pan, sino al cáliz, como si el Espíritu estuviese previendo este
cisma del porvenir por el que se habría de prohibir a algunos esta comunión del
cáliz que Cristo quiso fuese para todos».11

Para reafirmar su posición cita además a Cipriano12 quién en el libro quinto de


su tratado sobre los Lapsi,13 muestra que existía la costumbre de dar a laicos e incluso a
niños la comunión bajo las dos especies, en incluso en la mano. Con todo ello, afirma
que el negar las dos especies a los laicos es impío, tiránico, y que no depende de un
ángel, ni del Papa ni de concilio de ninguna clase, sino que hay que ceñirse a lo que
enseña la Sagrada Escritura, y ella muestra claramente que todos los bautizados pueden
comulgar con ambas especies.

8
Cf. M. LUTERO, Ein Sermon von dem hchwürdigen Sakrament des heiligen wahren Leichnams Christi
und von den Brderschaften, 1519.
9
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 88.
10
Jn 6, 63.
11
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 89.
12
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 92.
13
Lapsi: La designación regular en el siglo III para los cristianos que recayeron al paganismo,
especialmente aquellos que durante las persecuciones mostraron debilidad frente a la tortura, y negaron la
fe al sacrificar a los dioses paganos o mediante otros. ENCICLOPEDIA CATÓLICA,
< http://ec.aciprensa.com/wiki/Lapsi>, [consultado el 22 de Mayo 2017].

11
3.2.2 Lutero y la negación de la transubstanciación

Lutero rechaza la doctrina de la transubstanciación a favor de la


consustanciación, también denominada como «impanación». Lutero afirma que el pan y
el vino transforman su esencia en carne y sangre de Cristo durante la celebración del
rito, pero considera que la sustancia de los alimentos no se altera sino que permanecen
ambas especies (cohabitan), es decir, afirma la presencia real de Cristo con su carne y
sangre pero coexistiendo con el pan y el vino ofrecidos en la Santa Misa.

«Cristo tomó y bendijo el pan. Pan le llaman después el libro de los Hechos y el
apóstol Pablo; luego hay que entender que es pan verdadero, y vino de verdad, lo
mismo que el cáliz es de verdad, puesto que nunca dicen que el cáliz fuese
transubstanciado. Por consiguiente, al resultar innecesario el recurso a una
transubstanciación hecha por Dios, y, como veremos, al no estar respaldada por la
Escritura ni por la razón, hay que tenerla como una ficción de humanas
invenciones. Resulta absurda esta fuerza novedosa que se hace a las palabras al
tomar el pan por la especie o los accidentes del pan, y al vino por la especie del
vino o por sus accidentes».14

3.2.3 El carácter sacrificial de la misa

Lutero rechaza la noción de sacrificio en la misa,15 pero acepta la institución


divina de la Cena, en la presencia de Cristo, en la conmemoración del sacrificio del
Redentor y en la gracia de Dios conferida al participante el cual debe estar atentos a la
palabra de Cristo, en virtud de la cual instituyó, perfeccionó y confió el sacramento. No
olvideos que en la palabra y en nada más, radica para Lutero la fuerza, la naturaleza y la
sustancia entera de la misa.

«La tercera cautividad de este sacramento consiste en el más impío de los abusos, y
por ello el más generalmente admitido, el más persuasivo: la misa como «buena
obra» y como sacrificio. De éste se han derivado tantos abusos, que han
conseguido ocultar totalmente la fe en el sacramento y convertirlo en pura feria, en
una tienda, en un contrato comercial. Ahí tienes la explicación de las
participaciones, dividendos, de las cofradías, de los sufragios, de los méritos, de los
aniversarios, de las memorias; todos esos negocios que se venden, se compran, se
ajustan, se componen en la iglesia, y de los que depende por entero la subsistencia,
la manutención de los curas y los frailes».16

Para Lutero, Cristo en la última cena, cuando instituyó este sacramento y fundó
el testamento, no se lo ofreció a Dios Padre; no cumplió ninguna obra buena en
beneficio de otros, sino que sentado a la mesa, propuso el mismo testamento a cada uno
en particular y exhibió la señal. No hay que confundir estas dos realidades: misa y

14
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 95.
15
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 109.
16
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 98.

12
oración, sacramento y obra, testamento y sacrificio, por la sencilla razón de que lo
primero proviene de Dios por el ministerio sacerdotal y exige la fe, mientras que lo
segundo procede de la fe, se dirige a Dios por medio del sacerdote requiriendo que sea
escuchado atentamente y rebosante de fe.17
Advierte que lo que llamamos misa es la promesa que Dios nos hace de la
remisión de los pecados; pero una promesa de tal magnitud, que ha sido sellada con la
muerte del Hijo, una promesa que no se puede acceder con obras, con fuerzas, con
mérito de ninguna clase, sino con la fe sola. De hecho, la celebración legítima no
consiste más que en la fe por la que se cree en la misa: en la promesa de Dios. Toda
promesa divina se proponen dos realidades: la palabra y el signo; la palabra es el
testamento, el signo el sacramento.

3.2.4 La soteriología

La cena fue establecida por Jesús para que los fieles recordaran constantemente
que su muerte les redimía de todos sus pecados y que no tenían por qué temer por su
alma si tenían fe en el Señor. Esta promesa de perdón y de fe es el evangelio entero y el
sacramento es su Palabra realizada.
Lutero condenaba a los romanistas por haber convertido un acto divino en una
simple obra buena que el hombre realizaba por propia voluntad para agradar a Dios, es
decir, una opus operatum. El hombre no puede pretender obtener su salvación por sus
propios méritos pues Dios el único quien puede ofrecer la salvación por su divina
gracia.

«Si, como queda dicho, se trata de una promesa, no se puede acceder a ella con
obras, con fuerzas, con mérito de ninguna clase, sino con la fe sola. Donde medie
la palabra de Dios que promete se hace necesaria la fe del hombre que acepta, para
que quede claro que el comienzo de nuestra salvación es la fe».18

3.2.5 Las celebraciones en lengua Vernácula

Por último, Para Lutero los sacramentos, así como el resto de los servicios
religiosos que conforman la santa misa, deben ser oficiados en lengua vernácula para
que la Palabra de Dios llegase a todos.

«El sacerdote debe excitar nuestra fe por el rito mismo de la elevación. Para avivar
nuestra fe resultaría mucho más eficaz que el sacerdote, al igual que eleva
visiblemente ante nuestros ojos el signo o el sacramento, pronunciase con voz clara
y distinta la palabra o el testamento, y ojalá lo hiciera en lengua vernácula. ¿Por
qué se permite celebrar la misa en griego, latín o hebreo y no en alemán o en otra
lengua cualquiera?».19

17
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, pp. 100-101.
18
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 99-100.
19
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 109.

13
3.3 SENTIDO DEL BAUTISMO SEGÚN LUTERO

Lutero contempla la existencia de dos sacramentos únicamente. El primero de ellos es el


bautismo, el cual era mantenido por el reformador porque pensaba que había
permanecido prácticamente inalterable desde que fue instituido por Cristo.

«Bendito sea Dios y padre de nuestro señor Jesucristo, que, por la riqueza de su
misericordia, ha conservado al menos este sacramento puro e incontaminado de
instituciones humanas».20

En cuanto a la manera de practicar el rito, Lutero se decanta más por la


inmersión en el agua21 en vez del tradicional vertido sobre la cabeza, según él
representaba mejor la sepultura en Cristo y la vida nueva, de hecho el propio bautismo
es para Lutero muerte y resurrección.22 Para Lutero el bautismo es también el signo
visible de la justificación inmerecida del creyente que recibe por gracia de Dios, es decir
el bautismo efectúa el perdón de los pecados, el pecador recibe la justicia de Cristo que
carga con todos los pecados del fiel, redimiéndolo de la muerte y del mal, y dándole la
salvación eterna y la gracia divina,23 no obstante precisa que lo que justifica es la fe en
la promesa de la cual participa el fiel por el bautismo,24 es decir el bautismo en sí
mismo no contiene una fuerza eficaz que justifique al bautizado ni es signo eficaz de la
gracia.

«Tampoco es verdad que los sacramentos contengan una fuerza eficaz de


justificación o que sean signos eficaces de la gracia. Afirmarlo va contra la fe y
proviene de ignorar la promesa divina, a no ser que entiendas esa eficacia en el
sentido de que confieren segurísima, indudablemente, la gracia, pero a condición
de que medie la fe firme».25

Así pues, la salvación se encuentra en la Palabra de Dios que por la fe se


transmite al bautizado a través del agua,26 un agua bautismal que también deber vertida
en los niños, es decir, Lutero defiende el bautismo de niños,27 argumentando que la fe
de los padrinos suple la falta de fe del niño, pues por edad aún está en imposibilidad de
creer en Dios, de hecho si se consideraba que el creyente debería ser adulto para poder
bautizarse, el sacramento dependería de la voluntad del hombre, y dado que el bautismo
para Lutero es pura gracia de Dios, el hombre no realiza la salvación, (pelagianismo),
sino Dios, con lo cual admite dicho bautismo.

20
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 109.
21
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 115.
22
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 117.
23
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 113.
24
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 116.
25
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 117.
26
M. LUTERO, Catecismo Menor, 1527.
27
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 121.

14
«Quizá pueda objetarse a lo antedicho acerca del bautismo de los niños que, una
vez que no pueden percibir la promesa divina ni tener la fe del bautismo, se seguirá
que o no se requiere la fe, o los niños se bautizan en vano. A esto contesto con lo
que dicen todos: que en este caso es la fe ajena, la de aquellos que los presentan, la
que socorre a los niños».28

Para Lutero, el bautismo no sólo prepara el camino de la salvación sino que


confiere al creyente la certeza de ser salvado y, por tanto, elimina el temor a la
condenación.

3.4 SENTIDO DE LA CONFIRMACIÓN SEGÚN LUTERO

Según Lutero, el sacramento de la confirmación es una devaluación del bautismo y no


se le puede considerar sacramento porque no ha sido instituido por Cristo en el N.T.

«No intento negar la existencia de los siete sacramentos, sino afirmar que es
imposible probarlos por la Escritura».29

Además, para Lutero, el sacramento debe ir acompañado de una promesa de


gracia, sino es un mero rito eclesiástico equiparable a la consagración del agua u otros
objetos,30 pero no es singo eficaz de la gracia ni trae consigo la salvación.

«Estos actos no incluyen la salvación; los sacramentos salvan a los que creen en la
promesa divina».31

3.5 SENTIDO DE LA PENITENCIA SEGÚN LUTERO

Lutero realiza su reflexión sobre el sacramento de la penitencia, especialmente en


relación con Mateo 16,19 y, una comprensión errónea del pecado en el cual considera al
hombre totalmente corrompido por el pecado, hasta tal punto que ha perdido su imagen
con el creador. Para Lutero, si la justificación se da en el hombre por la sola fe, de nada
le sirve tratar de borrar su pecado con obras penitenciales y de nada sirve el examen de
conciencia, es una manera totalmente inútil de atormentar el alma, considerando sus
miserias, en lugar de contemplar la misericordia de Dios en Cristo, lo mismo el dolor de
los pecado o acto de contrición que según él trituran el corazón del pecador, así pues
tratando de hacer penitencia, niega la perfecta redención que realizó Cristo en la Cruz, y
niega la gracia que se derrama de ella para apoyarse en las propias obras.

«Han desfigurado y destruido la promesa y la fe; veamos los sucedáneos con que
las han sustituido. Tres partes han atribuido a la penitencia: contrición, confesión y
satisfacción. Pero lo han hecho de tal forma, que se las han arreglado para extirpar
lo bueno que puedan tener y apoyar en ellas el reinado de sus apetitos y de su
tiranía».32

28
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 121.
29
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 132.
30
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 133.
31
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 133.
32
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 127.

15
Lutero afirma también que cualquier persona puede redimir los pecados siempre
que lleve a cabo un acto de amor a Dios sobre todas las cosas.33 A este acto respondería
Dios de acuerdo con su pacto (pactum), concediendo nuevamente su gracia y su perdón
(facienti quod in se est deus non denegat gratiam), con lo que el sacerdote en tal caso
solo debería declarar que Dios ya había perdonado el pecado del penitente.

«Que permitan, además, a todos los hermanos y a todos las hermanas la facultad
libérrima de oír la confesión de los pecados ocultos, para que el pecador revele a
quien quiera su pecado y pida por boca del prójimo el perdón y el consuelo, es
decir, la palabra de Cristo».34

Lutero afirma que el fiel debe confiar más en la promesa de salvación por la fe
en Cristo que en la remisión de los pecados que en la absolución que pudiera ofrecer
cualquier sacerdote.35

«No caigas en la tentación de confiar demasiado en la contrición y de atribuir a tu


dolor la remisión de los pecados. No es ella la que hace que Dios se fije en ti, sino
la fe que te ha hecho creer en sus amenazas y promesas; ella es la que produce el
dolor requerido».36

No obstante, la confesión particular tal y como se practica, aunque afirma que no


pueda probarse por la Escritura la considera, útil, necesaria, y digna de aprobación.37
Por todo ello y porque no aparecía en el Nuevo Testamento el testimonio de la
institución divina de un signo sacramental, Lutero acabó negando que la penitencia sea
sacramento. Para él el sacramento del perdón de los pecados es el bautismo y entendía
como un retorno al bautismo todos los esfuerzos penitenciales de los cristianos.

3.6 SENTIDO DEL MATRIMONIO SEGÚN LUTERO

Para Lutero el matrimonio se fundamenta en el orden de la creación de Dios; los


impulsos sexuales y el deseo de una unión matrimonial habría existido – y serían
buenos – también antes del pecado original, tras esta caída, el matrimonio sería una
situación del amor, de la cruz y de la fe. Pero no sería un sacramento,38 porque el Nuevo
Testamento no contiene ninguna sentencia de promesa de Cristo en favor de un
sacramento del matrimonio.

«Ahora bien, en ningún pasaje se lee que reciba gracia alguna de Dios el que se
casa, que en el matrimonio se dé signo alguno instituido por Dios ni que haya sido
establecido por el mismo Dios con miras a una significación especial, pese a que
todas las realidades visibles puedan entenderse como figuras y alegorías de las

33
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 129.
34
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 130.
35
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 132.
36
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 128.
37
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 129.
38
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 133.

16
invisibles. Y todos sabemos que ni la alegoría ni la figura constituyen sacramentos
en su sentido propio».39

No obstante, a partir del orden de la creación, el matrimonio sería un signo de la


acción gratuita de Dios y un signo, también ahora, de la unión de Cristo con sus
miembros.40
Lutero estima que el apetito sexual es una consecuencia de la caída del hombre
que se hace defendible sólo a través del orden de Dios. Por tanto, el matrimonio sería
como una enfermería y un estado necesario para todos aquellos a quienes no les ha sido
otorgado el don de la abstinencia. Desde este punto de vista, alaba la gloria del
matrimonio y considera la esposa como un don de Dios. Por tanto, el que usa el
matrimonio consigue una buena conciencia, siendo una protección contra las
tentaciones a la infidelidad. Los hijos no sólo han de ser procreados sino criados en el
temor de Dios y para su servicio. Sobre este hecho basó Lutero su juicio de que ningún
estado es mejor ante Dios que el matrimonio, que tiene especial precedencia sobre la
virginidad. Las dificultades que el matrimonio supone se hacen preciosas mediante la
seguridad de que Dios se agrada en ellas.
Para Lutero, el matrimonio es una escuela de fe y amor en tanto suscita el
ejercicio constante de simpatía, sacrificio y paciencia.
Por último, Lutero lanzó duros ataques contra la praxis eclesial de someter el
matrimonio al derecho canónico, de reconocer los matrimonios secretos, de aceptar el
voto del celibato, etc. Pedía que la celebración del matrimonio fuera pública y que la
declaración del consentimiento en cuanto causa y fundamento del matrimonio, se
hiciera ante testigos.41 En caso de adulterio o de malicioso abandono por parte de uno de
los cónyugues permitía la disolución de un matrimonio de suyo indisoluble.

«El segundo error consiste en decidir que el matrimonio se anula si, antes de haber
sido consumado, uno de los cónyuges ingresa en un monasterio, aunque el otro no
esté de acuerdo».42

3.7 SENTIDO DEL ORDEN SEGÚN LUTERO

Para Lutero, el sacramento del orden es una invención más de la iglesia para tener
cautivos a sus fieles que no se sostiene bajo ningún pasaje de la Sagrada Escritura, así
empieza a tratar esta cuestión.

«La Iglesia de Cristo no conoce este sacramento; es un invento de la Iglesia del


Papa. No hay apoyo escritural».43

Para Lutero, todos los bautizados son sacerdotes de igual grado, no hay
distinción entre clérigos y laicos, lo que cambia en tal caso es el oficio de cada uno, y es
39
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 133.
40
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 135.
41
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 140.
42
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 125.
43
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 142.

17
verdad que reconoce que algunos bautizados deben estar al frente de la comunidad para
transmitir la palabra de Dios, es decir, no niega la existencia de ministerios legítimos,
pues admite sólo como «derecho divino» el de la predicación. 44 Estos deben ser
elegidos por el pueblo y no por la jerarquía de la Iglesia, pues según él el rito de la
ordenación sacerdotal que realiza la Iglesia no es más que un juego alegórico sin
fundamento.

«En la Jerarquía eclesiástica no se hace otra cosa que describir ciertos ritos
eclesiásticos a base de un juego alegórico sin fundamento».45

Por último, afirma que Cristo en la última cena no instituyó ningún sacramento
del Orden, que la deducción que la Iglesia realiza de ese pasaje es falsa y no tiene
veracidad Bíblica más allá del comentado anteriormente, el sacerdocio universal.

«Recurren, como supremo argumento, a las palabras de Cristo en la última cena:


«Haced esto en conmemoración mía», y deducen de ello que Cristo los ordenó
sacerdotes».46

Así pues, al distribuir entre todos, sin distinciones ni privilegios, la justicia de


Jesús, y elevar a todos los fieles bautizados al estado del sacerdocio, el sacramento
establecido por la Jerarquía católica carece totalmente de sentido y debe ser suprimido.

3.8 SENTIDO DE LA EXTREMAUNCIÓN SEGÚN LUTERO

Lutero a la extremaunción no lo considera sacramento, pues como he comentado


anteriormente solo reconoce el bautismo y la cena. Su contraargumentación para negar
su validez y la categoría de sacramento es que afirma que la Iglesia se basa en la carta
del apóstol Santiago, una carta que según su criterio no pertenece ni al apóstol ni tiene
dignidad apostólica y aunque lo fuera, un apóstol por sí solo no tiene autoridad, el único
según Lutero que tiene autoridad para ello es Cristo.47

«Pero yo repongo, si en alguna circunstancia se ha deliberado a base de bien, ha


sido con motivo de este pasaje cuando más se ha deliberado. Prescindo de lo que
con todos visos de probabilidad afirman muchos, que esta carta no pertenece al
apóstol Santiago ni está a la altura de la dignidad del espíritu apostólico». 48

Lutero también niega que este sacramento que inventa la Iglesia no tiene ningún
fundamento por el cual debe otorgarse al enfermo en sus últimos días, o en caso de
grave enfermedad, sino que la oración por el enfermo debe ser una práctica común y

44
Cf. H. VORGRIMLER, Teología de los sacramentos, Herder, Barcelona: 1989, p. 328.
45
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 144.
46
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 145.
47
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 149.
48
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 149.

18
sin esperar a los últimos días.49 Además, al otorgarlo afirma que no causa ningún efecto
en el enfermo por la cual, la promesa del restablecimiento del enfermo queda
incumplida.

«¿No estamos viendo todos que esta promesa no se cumple nunca o se cumple sólo
de manera excepcional?... Lo único que podemos decir entonces es que el apóstol
está engañando con esta promesa… Porque, si de verdad es extrema, no cura».50

Para Lutero, hay muchas otras realidades que se podrían considerar como
sacramento, pues también son depositarias de alguna promesa divina, como la oración,
la palabra, la cruz. No obstante, para que sea elevado a la categoría de sacramento debe
ir acompañada de promesa y de signo, las que no tienen signo como la extremaunción
no debe considerarse sacramento, sino solo promesa.51

4. TRENTO

El Concilio de Trento aborda la cuestión sacramental ante la urgencia de encontrar una


respuesta al planteamiento de Martín Lutero sobre la mediación sacramental.
El Concilio de Trento se desarrolla en tres períodos: 52

- Primer período (1545-1548): contiene 10 sesiones que se dedican a reflexionar


sobre la Escritura, las tradiciones, el pecado original, la justificación y los
sacramentos in genere, bautismo y confirmación.
La sesión VII (3 de marzo de 1547) trata algunas cuestiones in genere (genéricas)
que hacen referencia a la sacramentalidad afirmando la institución de los
sacramentos por Jesucristo; y define el número de 7 sacramentos centralizados en la
Eucaristía y necesarios para la salvación. Los sacramentos refuerzan la fe pero,
sobre todo, son los instrumentos de la transmisión de la gracia que justifica,
contienen la gracia que significan y la confieren siempre a través del valor de la
propia celebración (ex opere operato). Además, se define la cuestión del carácter
otorgado en el sacramento del Bautismo, Confirmación y Orden. El carácter se
define como un signo eficaz e indeleble, es decir, estos sacramentos no pueden ser
repetidos en el sujeto que los recibe; y deben ser administrados por los ministros
correspondientes, a quienes se les exige la intención. Finalmente, afirma que los
siete sacramentos merecen un respeto.

- Segundo período (1551-1552): Seis sesiones. Trata los sacramentos, en especial la


Eucaristía, profundizando en su valor y significado. También el orden, la penitencia
y la extremaunción.

49
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 150.
50
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 150.
51
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 153.
52
Rovira Belloso, El Concilio de Trento, (Buscar obra)

19
La sesión XIII (11 octubre 1551) afirma que la Eucaristía es el signo de la unidad y
la caridad instituida por Jesucristo. Cuenta con la presencia real y sustancial de
Jesucristo bajo la apariencia de realidades sensibles. La Eucaristía es signo de
prenda y esperanza en el Reino de Dios, símbolo del Cuerpo de Cristo que es la
Iglesia, y al que Jesús nos invita a estar vinculados por la esperanza, fe y caridad.
Define la excelencia de la Eucaristía siguiendo a san Agustín, símbolo de una cosa
sagrada y signo visible de la gracia invisible. La transformación del pan y el vino es
explicada a través del concepto de la transubstanciación, es decir, la conversión de
toda la sustancia del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Explica la
posibilidad de adorar y venerar el sacramento de la Eucaristía y de entender la
permanencia de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía después de la celebración,
de ahí, la lógica de la reserva eucarística tanto para la administración a los enfermos
de la comunidad como para la adoración. Preparación necesaria antes de la
Eucaristía para vivirla y recibirla, recordando que es el signo que expresa la unidad
que vincula los creyentes que participan de ella y que es símbolo de concordia.

- Tercer período (1562-1563): 2 sesiones. Otras cuestiones sobre los sacramentos,


sobre la fe y la reforma in genere.
En la sesión XXIII (17 setiembre 1562) responde a la cuestión de la comprensión de
la Eucaristía como sacrificio, afirmando que el único sacrificio realizado una sola
vez es el de Jesucristo a la Cruz, que análogamente la Eucaristía produce de manera
incruenta, y a través de signos sensibles se comunica a los fieles como un misterio
de piedad. Afirma que el verdadero sacrificio es el que Jesús ofrece a Dios y que
Jesús ha dejado establecido como signo de su memoria a sus discípulos.

20
CONCLUSIÓN

Después de haber realizado el trabajo, como conclusión afirmaría que en Lutero si la


reducción del número sacramentario es lo más llamativo, lo más profundo radica en la
concepción novedosa de la naturaleza del sacramento. Las discusiones bizantinas sobre
materia y forma y todas sus posibilidades se diluyen ante los elementos constitutivos de
Lutero, y es más, los elementos constitutivos se reducen a la «palabra divina que
contenga una promesa» (es decir, a las promesas) y, en segundo lugar, al signo, a la
señal externa que tiene que acompañar a la promisión salvadora. Así pues para Lutero
sólo la palabra prometedora acompañada del signo visible realiza la sustancia
sacramental, con dos, o tres formas de manifestarse. Esta palabra provoca el
asentimiento del fiel, la fe, en el que todo lo pone y lo dice Dios, y, en el que al hombre
no le cabe más que la aceptación pasiva de la fe. Esta postura entre otras generaría un
cisma en el seno de la iglesia, no obstante con el devenir de los siglos la iglesia trata de
buscar constantemente la reconciliación y la unidad con los hermanos separados a través
del diálogo y muestras de afecto. De hecho, a día de hoy entre las ideas del Concilio
Vaticano II se puede ver una aceptación natural de las exigencias de Lutero, como por
ejemplo:53
La puesta en evidencia de la importancia decisiva de la Sagrada Escritura para la
vida y la enseñanza de la Iglesia.
La descripción de la Iglesia como «Pueblo de Dios».54
La afirmación de la necesidad de una reforma permanente de la Iglesia en su
existencia histórica.55
La comprensión de los ministerios eclesiásticos como servicios.56
El acento puesto sobre el sacerdocio de todos los bautizados.57
El compromiso en favor del derecho de la persona a la libertad en materia de
religión.
Otras tantas de las exigencias que Lutero había formulado se pueden considerar
satisfechas en la teología y en la práctica de la Iglesia como por ejemplo la lengua
vulgar en la liturgia, la posibilidad de comunión bajo las dos especies y la renovación de
la teología y de la celebración de la Eucaristía que hemos ido desarrollando a lo largo
del trabajo.
Hoy por hoy también podemos manifestar el deseo de alcanzar la comunión
unos con otros, especialmente en la comprensión común de la predicación de la fe
apostólica y el testimonio común de la fe cristiana con una vida común sacramental en

53
Cf. A. GONZÁLEZ, Enchiridion oecumenicum, Universidad de Salamanca: 1986-1993, n.24, p. 175.
54
Cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen Gentium, cap. II.
55
Cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen Gentium, n. 8; CONCILIO VATICANO II,
Decreto Unitatis redintegratio, n. 4; CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral Gaudium et spes, n.
37.
56
Cf. CONCILIO VATICANO II, Decreto Christus Dominus, n. 16.
57
Cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen Gentium, nn. 10 y 11; CONCILIO VATICANO
II, Decreto Apostolicam actuositatem, nn. 2 y 4; Cf. A. GONZÁLEZ, Enchiridion oecumenicum,
Universidad de Salamanca: 1986-1993, p. 174.

21
el que Cristo es único sacramento,58 la palabra de la Escritura posee carácter
sacramental, y cuando es predicada como portadores de la presencia de Cristo es eficaz.
Es decir, podemos afirmar que hoy por hoy en las dos Iglesias, tanto en la Luterana
como en la Católica, hay una nueva conciencia de la dimensión sacramental de la vida
cristiana fundamentada en el sacramento del bautismo que es para ambos la
participación gratuita en la muerte y resurrección de Jesucristo, una participación que se
obtiene en igual medida por el anuncio de la Palabra y por la celebración de los
sacramentos,59 una Palabra que tanto para los Luteranos como para los Católicos
pertenece a la esencia del sacramento.60

«De aquí resulta claro lo importante que es para captar con exactitud y defender la
dimensión sacramental de la dimensión sacramental de la existencia cristiana y de
la vida eclesial el que en nuestras tradiciones se pueda hablar de Cristo como el
único Sacramento y, por tanto, del origen de todas las demás. Al mismo tiempo,
resulta incomprensible por qué entre los Católicos se habla hoy de la Iglesia como
«sacramento». La tradición luterana está poco familiarizada todavía con este
concepto y, por eso, lo critica a menudo. En su intención, sin embargo, tendrían
que defenderlo también los Luteranos: como cuerpo de Cristo y koinonía del
Espíritu Santo, es la Iglesia signo e instrumento de la gracia divina, que nada puede
por sí mismo. Vive tanto de la palabra como de los sacramentos y está al mismo
tiempo a su servicio».61

No obstante, se reconoce que aun hay algunas cuestiones en las cuales se necesita
seguir dialogando y profundizando para alcanzar la plena comunión, tales como el
número de sacramentos, una comprensión unánime del concepto de sacramento, una
buena comprensión y aceptación de los dogmas Marianos y la primacía de Pedro en la
iglesia. Todas estas cuestiones que nos separan esperemos que en un tiempo no muy
lejano, sin tener que deber de renunciar a las verdades fundamentales de la fe,
encontremos los medios y las palabras adecuadas para que todos seamos fieles al
mandato de Jesús:

«Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti,
también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he
dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa como tú y yo
somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente
uno y así el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas como me amas a mí».62

58
Cf. 551; MELANCHTON, Loci comunes, 1521; Melanchton Werke in Auswahl, II, part. 1ª, H. Engelland,
Gütersloh: 1952, p. 143.
59
Cf. MELANCHTHON, P., Apología de la Confesión de Augsburgo, Concordia Publishing House: 1982,
13, 5; CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Dei Verbum, n. 2; CONCILIO VATICANO II,
Decreto Presbyterorum ordinis, nn.2 y 4; CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática
Sacrosanctum Concilium, n.7.
60
Cf. A. GONZÁLEZ, Enchiridion oecumenicum, Universidad de Salamanca: 1986-1993, n.71, p. 206.
61
A. GONZÁLEZ, Enchiridion oecumenicum, Universidad de Salamanca: 1986-1993, n.85, p. 212.
62
Jn 17,21-23.

22
BIBLIOGRAFÍA

Libros

- BALDANZA, G., La grazia sacramentale matrimoniale al Concilio di Trento,


Ephemerides Liturgicae, 1983.
- BEZZEL E., Frei zum Eingeständnis. Geschichte und Praxis der evangelischen
Einzelbeichte, Stuttgart: 1982.
- BIBLIA DE JERUSALÉN, Desclée de Brouwer, 1998.
- BÖCKLE, F., Handbuch der christlichen Ehtik, vol. II, Herder, Freiburg: 1993.
- CONCILIO DE TRENTO, Doctrina sobre el sacramento de la penitencia, 25 de
Noviembre 1551.
- CON. VAT II, Constitución dogmática Dei Verbum, Roma: 18 de Noviembre 1965.
- CON. VAT II, Constitución dogmática Lumen Gentium, Roma: 21 de Nov. 1964.
- CON. VAT II, Constitución dogmática Sacrosanctum Concilium, Roma: 4 Dic. 1963.
- CON. VAT II, Constitución pastoral Gaudium et spes, Roma: 7 de Diciembre 1965.
- CON. VAT II, Decreto Apostolicam actuositatem, Roma: 18 de Noviembre 1965.
- CON. VAT II, Decreto Christus Dominus, Roma: 28 de Octubre 1965.
- CON. VAT II, Decreto Dignitatis Humanae, Roma: 7 de Diciembre 1965.
- CON. VAT II, Decreto Orientalium Ecclesiarum, Roma: 21 de Noviembre 1964.
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- CON. VAT II, Decreto Unitatis redintegratio, Roma: 21 de Noviembre 1964.
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