La Cautividad de Babilonia
La Cautividad de Babilonia
La Cautividad de Babilonia
BARCELONA
2017
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LA CAUTIVIDAD DE BABILONIA
INTRODUCCIÓN
2. CONCEPTO DE SACRAMENTALIDAD
3. LOS SACRAMENTOS
4. TRENTO
CONCLUSIÓN
3
INTRODUCCIÓN
1
Uno de los puntos esenciales que deseaba debatir era la práctica de las indulgencias que se promovía por
la iglesia a cargo de los dominicos.
2
Errores según Lutero a la luz de la sagrada escritura erróneas promulgadas por la iglesia.
4
1. CONTEXTO
5
imprenta, en este sentido, fue el «medio providencial» para predicar su evangelio. Se
debe reconocer que tenía una gran habilidad para cautivar a los lectores. Sabía traducir
su pensamiento teológico en frases cortas, que eran como eslóganes de gran eficacia:
«sólo Cristo», «un solo Redentor», «la sola fe», «la Escritura sola», «todos
sacerdotes». Escribía los tratados en latín, ya que eran dirigidos a los teólogos y a los
humanistas. Así mismo, sabía captar a la gente con un lenguaje popular, con un lenguaje
adecuado a las circunstancias. De esta manera, llegaban sus obras al pueblo porque
utilizaba la lengua vernácula y hacía servir el grabado y la caricatura con una pedagogía
muy eficaz.
La vida de Lutero tiene dos partes, separadas por el año 1525. La guerra de los
campesinos y su casamiento señalan esta división, que se nota especialmente en su
producción literaria. En la primera etapa fue muy creativo y publicó obras decisivas.
Con su intervención negativa delante de la revuelta de los campesinos, la Reforma se
volvió más oficial y principesca. Por otra parte, su casamiento con Katharina von Bora
(el 13 de junio de 1525), introdujo la preocupación por la familia y los hijos.
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doctorado en teología. Toda su vida ejercerá como profesor en Wittenberg, desde aquí
llevará a término su acción reformadora.
En cuanto a su pensamiento podemos afirmar que no es sistemático, sino
impreciso y contradictorio, según las palabras del profesor Busquets. Sabe llenar de
experiencia personal las teorías teológicas, en este sentido, su pensamiento y su vida
van unidos de una manera muy fuerte. Una de las características que marcan la vida de
Lutero es la angustia delante del pecado que le provoca la duda de si Dios realmente le
perdona. En él, dominaba la representación de un Dios que reprimía, que exigía al
hombre unas buenas obras que no podía dar a causa de su debilidad. Sólo Cristo
crucificado constituye la posibilidad de justificación. En la carta a los Romanos
encontrará la respuesta al problema de la salvación, que no es sólo un descubrimiento de
una doctrina teológica, sino más bien de una experiencia personal. La doctrina de la
justificación por la sola fe es el centro de la teología luterana.
El tema de las indulgencias, que ya lo tratamos en la exposición anterior, por
esta razón no nos detendremos, pero es otro punto neurálgico del pensamiento de
Lutero. De hecho las noventa y cinco tesis publicadas por Lutero, fueron la ocasión para
exponer su comprensión del cristianismo, pretendiendo combatir los abusos y aclarecer
la doctrina. Estas tesis tuvieron un notable eco, especialmente en Alemania. Su
pretensión no era crear otra Iglesia sino reformarla desde la raíz. En Heidelberg, en el
capítulo de la orden agustiniana, tuvo la ocasión de exponer con más claridad su
pensamiento. Después de este hecho todo se precipitó rápidamente. Lutero tenía 35 años
y cautivó a muchos discípulos de su orden y alumnos de la Universidad. Ni el papa
León X ni sus superiores no captaron la gravedad de la situación. Los Puntos
fundamentales de la teología luterana son:
7
1.3 RUPTURA CON ROMA
4
El 28 de Junio de 1519 fue elegido emperador Carlos V de Habsburgo. Así mismo, del 27 de junio al 7
de julio tuvieron lugar en Leipzig un espectacular debate entre teólogos: Karlstadt-Eck y Lutero-Eck.
5
Los errores más graves que enumera la bula son: «después del bautismo permanece el pecado; la
doctrina de la Iglesia sobre la contrición y la confesión es falsa; solo la fe perdona los pecados. Las
indulgencias son un engaño. El papa de Roma no es sucesor de Pedro ni vicario de Cristo. Ni el papa ni
los concilios universales no son infalibles. El justo peca aun cuando hace obras buenas. Después del
pecado el libre albedrío es un puro nombre…» (cf. García Villoslada, ibid., p. 490)
8
debía ser encarcelado, pero se simuló un secuestro, por hombres del elector de Sajonia,
y fue llevado al castillo de Wartburg, a Turingia. En este tiempo preparó un programa
de reforma cristiana de acuerdo a sus principios teológicos; también tradujo el Nuevo
testamento al alemán y acabó la traducción del Magníficat, pero simplificó la Misa y
rechazó el ministerio sacerdotal. El resultado fue, la exaltación de la Palabra y el
rechazo de la economía sacramental de la Iglesia. Él era consciente que con la abolición
de la vida religiosa, por un lado, y de la Misa y el sacerdocio, por otro lado, había
derribado «las dos columnas que sostenían el edificio del papado».
Así mismo, Lutero hizo frente con energía a los extremistas de sus seguidores.
Ya que en Witternberg se puso en práctica la Reforma de una manera extrema y no muy
de acuerdo con los propósitos del reformador. Tenía claro que la reforma se debía
instaurar por la palabra y no por la violencia de los «entusiastas». Estos radicalismos
coincidieron con la revuelta de los campesinos (1524-1525), que tenía un origen distinto
de la reforma luterana. Lutero acabó organizando la Iglesia bajo la dirección de los
príncipes, esto hizo posible la organización del portestantismo.
2. CONCEPTO DE SACRAMENTALIDAD
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3. LOS SACRAMENTOS EN LA CAUTIVIDAD
La Cautividad de Babilonia fue escrita por Lutero en el año 1520. Se sitúa entre el
Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia (1431-1445) y el Concilio Letrán V (1512-1517).
A nivel eclesiástico, podemos considerar que fueron unos tiempos convulsos. En el
Concilio de Florencia se define el septenario sacramental, incluida la Eucaristía como
uno de ellos, durante esa época la praxis común en los fieles era la comunión espiritual
y visible.
Uno de los aspectos fundamentales de la de la obra era la intención de cortar con
la raíz central del romanismo: el sistema sacramental por el que según Lutero Roma
controla las vidas de los fieles bajo el poder del sacerdote. Lutero pretendía romper con
el clericalismo que subyacía bajo el sacramentalismo romano, con la excesiva injerencia
del clero en la vida material y espiritual de los fieles, usurpando incluso una función que
sólo Dios podía ocupar. Los sacramentos eran una parte vital en la doctrina luterana
porque garantizaban la presencia de Dios en el mundo y su apoyo para luchar contra el
Diablo. Ahí radica, según Oberman, la intransigencia de Lutero respecto a los cambios
que otros teólogos reformistas querían introducir respecto a los sacramentos. Si se
convierte el bautismo y la eucaristía en una simple obra humana, se destruye el cimiento
de la vida del cristiano, pues hace depender la verdad y la realidad de Dios de la
capacidad de convicción de la conciencia subjetiva de los seres humanos.
En cuanto al tema de los sacramentos es tratado en numerosas obras aunque,
entre todas ellas, hay una en la que conforma la clave central. La Cautividad babilónica
de la Iglesia (1520), en ella Lutero niega la existencia de determinados sacramentos
porque reconoce que es imposible demostrar a partir de las Sagradas Escrituras que
fueron instituidos por Cristo.
6
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 88.
7
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 111-126.
10
3.2 SENTIDO DE LA CENA SEGÚN LUTERO
Para Lutero, la Cena sí que la eleva a la categoría de sacramento junto con el bautismo.
Este sacramento es para él, el más importante. La cena ya lo había tratado anteriormente
en 1519,8 pero él mismo afirma que contuvo su pluma por el común sentir, pero que
ahora que le han provocado y goza de más experiencia hablará con toda libertad sobre
lo que piensa acerca de la Cena.9 De esta manera, podemos afirmar que encontramos en
esta obra su visión completa y sintética sobre la eucaristía.
«Dos son los lugares que tratan el problema con toda claridad: el evangelio, al
narrar la cena del Señor, y Pablo en el capítulo noveno de su 1 carta a los Corintios.
Examinémoslos. Concuerdan entre sí Mateo, Marcos y Lucas, al decir que Cristo
dio a todos sus discípulos el sacramento entero; y tan cierto es que enseña que se
dieron las dos especies, que nadie ha sido tan desvergonzado que le haya
contradicho. Añade a lo anterior que Mateo dice que no se refirió Cristo al pan
diciendo «comed todos de él», sino al cáliz, al decir: «bebed todos de él»; ni dice
Marcos «todos comieron», sino «bebieron todos de él». Ambos aplican la nota de
universalidad no al pan, sino al cáliz, como si el Espíritu estuviese previendo este
cisma del porvenir por el que se habría de prohibir a algunos esta comunión del
cáliz que Cristo quiso fuese para todos».11
8
Cf. M. LUTERO, Ein Sermon von dem hchwürdigen Sakrament des heiligen wahren Leichnams Christi
und von den Brderschaften, 1519.
9
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 88.
10
Jn 6, 63.
11
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 89.
12
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 92.
13
Lapsi: La designación regular en el siglo III para los cristianos que recayeron al paganismo,
especialmente aquellos que durante las persecuciones mostraron debilidad frente a la tortura, y negaron la
fe al sacrificar a los dioses paganos o mediante otros. ENCICLOPEDIA CATÓLICA,
< http://ec.aciprensa.com/wiki/Lapsi>, [consultado el 22 de Mayo 2017].
11
3.2.2 Lutero y la negación de la transubstanciación
«Cristo tomó y bendijo el pan. Pan le llaman después el libro de los Hechos y el
apóstol Pablo; luego hay que entender que es pan verdadero, y vino de verdad, lo
mismo que el cáliz es de verdad, puesto que nunca dicen que el cáliz fuese
transubstanciado. Por consiguiente, al resultar innecesario el recurso a una
transubstanciación hecha por Dios, y, como veremos, al no estar respaldada por la
Escritura ni por la razón, hay que tenerla como una ficción de humanas
invenciones. Resulta absurda esta fuerza novedosa que se hace a las palabras al
tomar el pan por la especie o los accidentes del pan, y al vino por la especie del
vino o por sus accidentes».14
«La tercera cautividad de este sacramento consiste en el más impío de los abusos, y
por ello el más generalmente admitido, el más persuasivo: la misa como «buena
obra» y como sacrificio. De éste se han derivado tantos abusos, que han
conseguido ocultar totalmente la fe en el sacramento y convertirlo en pura feria, en
una tienda, en un contrato comercial. Ahí tienes la explicación de las
participaciones, dividendos, de las cofradías, de los sufragios, de los méritos, de los
aniversarios, de las memorias; todos esos negocios que se venden, se compran, se
ajustan, se componen en la iglesia, y de los que depende por entero la subsistencia,
la manutención de los curas y los frailes».16
Para Lutero, Cristo en la última cena, cuando instituyó este sacramento y fundó
el testamento, no se lo ofreció a Dios Padre; no cumplió ninguna obra buena en
beneficio de otros, sino que sentado a la mesa, propuso el mismo testamento a cada uno
en particular y exhibió la señal. No hay que confundir estas dos realidades: misa y
14
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 95.
15
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 109.
16
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 98.
12
oración, sacramento y obra, testamento y sacrificio, por la sencilla razón de que lo
primero proviene de Dios por el ministerio sacerdotal y exige la fe, mientras que lo
segundo procede de la fe, se dirige a Dios por medio del sacerdote requiriendo que sea
escuchado atentamente y rebosante de fe.17
Advierte que lo que llamamos misa es la promesa que Dios nos hace de la
remisión de los pecados; pero una promesa de tal magnitud, que ha sido sellada con la
muerte del Hijo, una promesa que no se puede acceder con obras, con fuerzas, con
mérito de ninguna clase, sino con la fe sola. De hecho, la celebración legítima no
consiste más que en la fe por la que se cree en la misa: en la promesa de Dios. Toda
promesa divina se proponen dos realidades: la palabra y el signo; la palabra es el
testamento, el signo el sacramento.
3.2.4 La soteriología
La cena fue establecida por Jesús para que los fieles recordaran constantemente
que su muerte les redimía de todos sus pecados y que no tenían por qué temer por su
alma si tenían fe en el Señor. Esta promesa de perdón y de fe es el evangelio entero y el
sacramento es su Palabra realizada.
Lutero condenaba a los romanistas por haber convertido un acto divino en una
simple obra buena que el hombre realizaba por propia voluntad para agradar a Dios, es
decir, una opus operatum. El hombre no puede pretender obtener su salvación por sus
propios méritos pues Dios el único quien puede ofrecer la salvación por su divina
gracia.
«Si, como queda dicho, se trata de una promesa, no se puede acceder a ella con
obras, con fuerzas, con mérito de ninguna clase, sino con la fe sola. Donde medie
la palabra de Dios que promete se hace necesaria la fe del hombre que acepta, para
que quede claro que el comienzo de nuestra salvación es la fe».18
Por último, Para Lutero los sacramentos, así como el resto de los servicios
religiosos que conforman la santa misa, deben ser oficiados en lengua vernácula para
que la Palabra de Dios llegase a todos.
«El sacerdote debe excitar nuestra fe por el rito mismo de la elevación. Para avivar
nuestra fe resultaría mucho más eficaz que el sacerdote, al igual que eleva
visiblemente ante nuestros ojos el signo o el sacramento, pronunciase con voz clara
y distinta la palabra o el testamento, y ojalá lo hiciera en lengua vernácula. ¿Por
qué se permite celebrar la misa en griego, latín o hebreo y no en alemán o en otra
lengua cualquiera?».19
17
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, pp. 100-101.
18
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 99-100.
19
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 109.
13
3.3 SENTIDO DEL BAUTISMO SEGÚN LUTERO
«Bendito sea Dios y padre de nuestro señor Jesucristo, que, por la riqueza de su
misericordia, ha conservado al menos este sacramento puro e incontaminado de
instituciones humanas».20
20
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 109.
21
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 115.
22
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 117.
23
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 113.
24
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 116.
25
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 117.
26
M. LUTERO, Catecismo Menor, 1527.
27
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 121.
14
«Quizá pueda objetarse a lo antedicho acerca del bautismo de los niños que, una
vez que no pueden percibir la promesa divina ni tener la fe del bautismo, se seguirá
que o no se requiere la fe, o los niños se bautizan en vano. A esto contesto con lo
que dicen todos: que en este caso es la fe ajena, la de aquellos que los presentan, la
que socorre a los niños».28
«No intento negar la existencia de los siete sacramentos, sino afirmar que es
imposible probarlos por la Escritura».29
«Estos actos no incluyen la salvación; los sacramentos salvan a los que creen en la
promesa divina».31
«Han desfigurado y destruido la promesa y la fe; veamos los sucedáneos con que
las han sustituido. Tres partes han atribuido a la penitencia: contrición, confesión y
satisfacción. Pero lo han hecho de tal forma, que se las han arreglado para extirpar
lo bueno que puedan tener y apoyar en ellas el reinado de sus apetitos y de su
tiranía».32
28
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 121.
29
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 132.
30
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 133.
31
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 133.
32
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 127.
15
Lutero afirma también que cualquier persona puede redimir los pecados siempre
que lleve a cabo un acto de amor a Dios sobre todas las cosas.33 A este acto respondería
Dios de acuerdo con su pacto (pactum), concediendo nuevamente su gracia y su perdón
(facienti quod in se est deus non denegat gratiam), con lo que el sacerdote en tal caso
solo debería declarar que Dios ya había perdonado el pecado del penitente.
«Que permitan, además, a todos los hermanos y a todos las hermanas la facultad
libérrima de oír la confesión de los pecados ocultos, para que el pecador revele a
quien quiera su pecado y pida por boca del prójimo el perdón y el consuelo, es
decir, la palabra de Cristo».34
Lutero afirma que el fiel debe confiar más en la promesa de salvación por la fe
en Cristo que en la remisión de los pecados que en la absolución que pudiera ofrecer
cualquier sacerdote.35
«Ahora bien, en ningún pasaje se lee que reciba gracia alguna de Dios el que se
casa, que en el matrimonio se dé signo alguno instituido por Dios ni que haya sido
establecido por el mismo Dios con miras a una significación especial, pese a que
todas las realidades visibles puedan entenderse como figuras y alegorías de las
33
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 129.
34
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 130.
35
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 132.
36
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 128.
37
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 129.
38
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 133.
16
invisibles. Y todos sabemos que ni la alegoría ni la figura constituyen sacramentos
en su sentido propio».39
«El segundo error consiste en decidir que el matrimonio se anula si, antes de haber
sido consumado, uno de los cónyuges ingresa en un monasterio, aunque el otro no
esté de acuerdo».42
Para Lutero, el sacramento del orden es una invención más de la iglesia para tener
cautivos a sus fieles que no se sostiene bajo ningún pasaje de la Sagrada Escritura, así
empieza a tratar esta cuestión.
Para Lutero, todos los bautizados son sacerdotes de igual grado, no hay
distinción entre clérigos y laicos, lo que cambia en tal caso es el oficio de cada uno, y es
39
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 133.
40
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 135.
41
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 140.
42
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 125.
43
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 142.
17
verdad que reconoce que algunos bautizados deben estar al frente de la comunidad para
transmitir la palabra de Dios, es decir, no niega la existencia de ministerios legítimos,
pues admite sólo como «derecho divino» el de la predicación. 44 Estos deben ser
elegidos por el pueblo y no por la jerarquía de la Iglesia, pues según él el rito de la
ordenación sacerdotal que realiza la Iglesia no es más que un juego alegórico sin
fundamento.
«En la Jerarquía eclesiástica no se hace otra cosa que describir ciertos ritos
eclesiásticos a base de un juego alegórico sin fundamento».45
Por último, afirma que Cristo en la última cena no instituyó ningún sacramento
del Orden, que la deducción que la Iglesia realiza de ese pasaje es falsa y no tiene
veracidad Bíblica más allá del comentado anteriormente, el sacerdocio universal.
Lutero también niega que este sacramento que inventa la Iglesia no tiene ningún
fundamento por el cual debe otorgarse al enfermo en sus últimos días, o en caso de
grave enfermedad, sino que la oración por el enfermo debe ser una práctica común y
44
Cf. H. VORGRIMLER, Teología de los sacramentos, Herder, Barcelona: 1989, p. 328.
45
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 144.
46
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 145.
47
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 149.
48
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 149.
18
sin esperar a los últimos días.49 Además, al otorgarlo afirma que no causa ningún efecto
en el enfermo por la cual, la promesa del restablecimiento del enfermo queda
incumplida.
«¿No estamos viendo todos que esta promesa no se cumple nunca o se cumple sólo
de manera excepcional?... Lo único que podemos decir entonces es que el apóstol
está engañando con esta promesa… Porque, si de verdad es extrema, no cura».50
Para Lutero, hay muchas otras realidades que se podrían considerar como
sacramento, pues también son depositarias de alguna promesa divina, como la oración,
la palabra, la cruz. No obstante, para que sea elevado a la categoría de sacramento debe
ir acompañada de promesa y de signo, las que no tienen signo como la extremaunción
no debe considerarse sacramento, sino solo promesa.51
4. TRENTO
49
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 150.
50
T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 150.
51
Cf. T. EGIDO, Lutero O.C., La cautividad de Babilonia, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 153.
52
Rovira Belloso, El Concilio de Trento, (Buscar obra)
19
La sesión XIII (11 octubre 1551) afirma que la Eucaristía es el signo de la unidad y
la caridad instituida por Jesucristo. Cuenta con la presencia real y sustancial de
Jesucristo bajo la apariencia de realidades sensibles. La Eucaristía es signo de
prenda y esperanza en el Reino de Dios, símbolo del Cuerpo de Cristo que es la
Iglesia, y al que Jesús nos invita a estar vinculados por la esperanza, fe y caridad.
Define la excelencia de la Eucaristía siguiendo a san Agustín, símbolo de una cosa
sagrada y signo visible de la gracia invisible. La transformación del pan y el vino es
explicada a través del concepto de la transubstanciación, es decir, la conversión de
toda la sustancia del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Explica la
posibilidad de adorar y venerar el sacramento de la Eucaristía y de entender la
permanencia de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía después de la celebración,
de ahí, la lógica de la reserva eucarística tanto para la administración a los enfermos
de la comunidad como para la adoración. Preparación necesaria antes de la
Eucaristía para vivirla y recibirla, recordando que es el signo que expresa la unidad
que vincula los creyentes que participan de ella y que es símbolo de concordia.
20
CONCLUSIÓN
53
Cf. A. GONZÁLEZ, Enchiridion oecumenicum, Universidad de Salamanca: 1986-1993, n.24, p. 175.
54
Cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen Gentium, cap. II.
55
Cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen Gentium, n. 8; CONCILIO VATICANO II,
Decreto Unitatis redintegratio, n. 4; CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral Gaudium et spes, n.
37.
56
Cf. CONCILIO VATICANO II, Decreto Christus Dominus, n. 16.
57
Cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen Gentium, nn. 10 y 11; CONCILIO VATICANO
II, Decreto Apostolicam actuositatem, nn. 2 y 4; Cf. A. GONZÁLEZ, Enchiridion oecumenicum,
Universidad de Salamanca: 1986-1993, p. 174.
21
el que Cristo es único sacramento,58 la palabra de la Escritura posee carácter
sacramental, y cuando es predicada como portadores de la presencia de Cristo es eficaz.
Es decir, podemos afirmar que hoy por hoy en las dos Iglesias, tanto en la Luterana
como en la Católica, hay una nueva conciencia de la dimensión sacramental de la vida
cristiana fundamentada en el sacramento del bautismo que es para ambos la
participación gratuita en la muerte y resurrección de Jesucristo, una participación que se
obtiene en igual medida por el anuncio de la Palabra y por la celebración de los
sacramentos,59 una Palabra que tanto para los Luteranos como para los Católicos
pertenece a la esencia del sacramento.60
«De aquí resulta claro lo importante que es para captar con exactitud y defender la
dimensión sacramental de la dimensión sacramental de la existencia cristiana y de
la vida eclesial el que en nuestras tradiciones se pueda hablar de Cristo como el
único Sacramento y, por tanto, del origen de todas las demás. Al mismo tiempo,
resulta incomprensible por qué entre los Católicos se habla hoy de la Iglesia como
«sacramento». La tradición luterana está poco familiarizada todavía con este
concepto y, por eso, lo critica a menudo. En su intención, sin embargo, tendrían
que defenderlo también los Luteranos: como cuerpo de Cristo y koinonía del
Espíritu Santo, es la Iglesia signo e instrumento de la gracia divina, que nada puede
por sí mismo. Vive tanto de la palabra como de los sacramentos y está al mismo
tiempo a su servicio».61
No obstante, se reconoce que aun hay algunas cuestiones en las cuales se necesita
seguir dialogando y profundizando para alcanzar la plena comunión, tales como el
número de sacramentos, una comprensión unánime del concepto de sacramento, una
buena comprensión y aceptación de los dogmas Marianos y la primacía de Pedro en la
iglesia. Todas estas cuestiones que nos separan esperemos que en un tiempo no muy
lejano, sin tener que deber de renunciar a las verdades fundamentales de la fe,
encontremos los medios y las palabras adecuadas para que todos seamos fieles al
mandato de Jesús:
«Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti,
también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he
dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa como tú y yo
somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente
uno y así el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas como me amas a mí».62
58
Cf. 551; MELANCHTON, Loci comunes, 1521; Melanchton Werke in Auswahl, II, part. 1ª, H. Engelland,
Gütersloh: 1952, p. 143.
59
Cf. MELANCHTHON, P., Apología de la Confesión de Augsburgo, Concordia Publishing House: 1982,
13, 5; CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Dei Verbum, n. 2; CONCILIO VATICANO II,
Decreto Presbyterorum ordinis, nn.2 y 4; CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática
Sacrosanctum Concilium, n.7.
60
Cf. A. GONZÁLEZ, Enchiridion oecumenicum, Universidad de Salamanca: 1986-1993, n.71, p. 206.
61
A. GONZÁLEZ, Enchiridion oecumenicum, Universidad de Salamanca: 1986-1993, n.85, p. 212.
62
Jn 17,21-23.
22
BIBLIOGRAFÍA
Libros
Web
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