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Trabajo Final Soc

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Presentación

Nombre:
Francelys
Apellido:
Veras Castillo
Matrícula:
100551702
Trabajo de:
Vida en Comunidad (trabajo final)
Tema:
Aprender A Mirar La Salud
Profesor:
Manuel R. Castaño
Sección:
60
Universidad:
Universidad Autónoma de Santo Domingo
Presentación

A pesar de ser ignorado por muchos, la desigualdad social es un


problema que hoy en día nos acecha. Es terrible ver como personas
mueren solo porque no tienen el dinero que se les solicita para ser
atendidos en los diferentes centros de salud. El libro "Aprender A
Mirar La Salud", aunque es, según yo, un poco breve, nos habla desde
distintas perspectivas los enfoques de la desigualdad. Desde los
político hasta lo sanitario. He decidido tomar lo más importante y a
tomar en cuenta de cada capítulo, para que la información les llegue
más fácil.

Pido presten especial atención al tema 3, donde habla acerca de un


plan que había implementado la OMS, el cual buscaba proveer salid
para todos para el año 2000. Es bastante obvio que aún no se logra
dicho cometido, y creo que es importante estudiar ese asunto.
Aprender A Mirar La Salud - Joan Benach/ Carles muntaner

l Otra forma de mirar la salud:

En este capítulo los escritores, no sabrían decir cuál de ellos en especifico, hace una
analogía, por así decirlo, con respecto al despertar y la forma en la que vemos la vida. Hago
una breve paréntesis para citar lo que expresa en el libro; "sesenta mil segundos el tiempo que
permanecemos cada día con los ojos abiertos. Miles de imágenes en la calle, la televisión,
los periódicos...se proyectan constantemente en nuestras retinas. Imágenes transparentes
que se nos escurren y no entendemos. Imágenes que nos golpean como puños y nos obligan a
reflexionar. Imágenes que nos indignan o que nos insensibilizan".

Según los autores, la forma en que vemos la sociedad puede tanto acercarnos, como alejarnos
de lo que realmente sucede. Es necesario aprender a mirar hasta conseguir que se nos abran
los ojos, pero no los dos ojos que tenemos pegados a la cara, sino los ojos de la razón y la
sensibilidad. Aplícaré aquí algo que aprendí en mis clases de filosofía: debemos aprender o
más bien entender por qué las cosas son como son.

El libro toca el tema de la desigualdad social, incluye un pequeño relato que al leerlo, seguro
tocará tu corazón. Para todos es muy obvio que la forma de vivir de una persona de escasos
recursos es muy distinta a la firma de vida de alguien con más accesos. Hace ya bastante
tiempo, la Organización Mundial de la Salud decidió implementar un programa que
garantizara salud para todos a partir del año 2000. Es bastante evidente que el "salid para
todos" aún no nos alcanza a todos en pleno 2020, 20 años después. Una gran cantidad de
personas sigue viviendo de forma horrible e inhumana al rededor del mundo. La mayoría de
las personas al rededor del mundo no cuenta con las posibilidades económicas que le
permitan acceder a cualquier centro de salud donde esperar ser bien atendido. Esto a
diferencia de aquellos que si pueden costearse este tipo de cosas, que puede ser considerado
un lujo.

Según entendí, este material busca enseñarnos los fundamentos que nos permitan acercarnos
a mirar de otra forma uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos en la
actualidad: servicios de salud igualitarios.
l La Diferencia no es Desigualdad:

Voy a citar una interesante anécdota que aparece en el libro, antes de hacer mi evaluación del
capítulo: "Cuenta una antigua leyenda que un posadero de Eleusis conocido como Procusto
seducía a los viajeros que andaban por los caminos de la antigua Grecia y les invitaba a
pasar la noche en su mansión. Tras aga- sajarles generosamente hasta altas horas de la
noche, les persuadía para pernoctar en su cuarto de huéspedes en alguno de sus lechos.
Después de robarles todo cuanto llevaban consigo, Procusto, conocido como «el estirador»,
les infligía horribles suplicios poniendo en práctica un curioso método que hacia honor a su
apodo. Si las piernas del viajero sobrepa- aban el lecho, las cortaba; si, por el contrario, su
invitado era de baja estatura, tiraba de la forma más atroz de todo su cuerpo hasta que éste
se ajustara perfectamente en el camastro. De ese modo, lograba que todos los desdichados
viajeros encajaran por igual en el lecho.

El “igualitarismo” de Procusto nos parece un despropósito porque entendemos que no nos


hallamos frente a una acción realmente igualitaria. Las palabras nos engañan. En efecto, no
obstante su uso habitual en el léxico cotidiano o en los medios de comunicación, tras el uso
de términos como igualdad o desigualdad se esconden significados muy distintos que
conviene precisar".

Creo que queda bastante bien explicado a qué nos referimos cuando hablamos de
desigualdad social en este capítulo. Lo que buscamos es que los servicios y la atención que
reciben tanto los más acaudalados, como los no tan pudientes, sea igualitario; lo cual bien
resulta estúpido cuando no tenemos una definición clara de qué es uno y que es el otro.

Definir un término como la desigualdad, no es nada fácil, peor aún si es aplicada a la


sociedad en la que vivimos hoy día, pero se supone que somos inteligentes, así que lo
entenderemos.

l En Busca del Conocimiento Adecuado:


Este capítulo también cuenta con una pequeña historia al principio que aplica el texto en la
vida de alguien, sin embargo, me saltaré eso para darles los detalles directos. Pocos
problemas reflejan mejor la radical precariedad de los seres humanos que el dolor que
padecemos. El malestar, el sufrimiento, la enfermedad, son experiencias personales, únicas.
Dos imágenes sirven para tenerlo presente: solamente quien pierde la salud sabe cuanto vale,
cuanto la necesitamos, aunque habitualmente no pensamos en ella hasta que la perdemos.
Todos morimos solos, la muerte, como la vida, por bien acompañados que estemos, es única
y solitaria. Un instante final de vida, personal y único, que nos iguala a todos ante la muerte.

Pongamos ante nuestros ojos el completo desgarro, el abatimiento causado por la muerte de
un familiar querido. La vida es según el dolor que reflejan los ojos con que se mira. “Éramos
uña y carne. O, si lo. Ya se trate de nosotros mismos o de alguien a quien amamos o
conocemos, nuestro propio malestar o el de una persona querida nos afecta en forma íntima e
intransferible. Para ayudar a comprender el grito, el padecimiento o el dolor que padecen
otros seres humanos necesitamos apoyo. Necesitamos de la ayuda que nos ofrecen un cuadro,
una imagen, un gesto, unas palabras.

En primer lugar, la salud y la enfermedad (y las causas que conducen hasta ellas) de un grupo
de personas no es exactamente lo mismo que la suma de cada una de ellas tomadas
individualmente. Ya a finales del siglo XIX Emile Durkheim señaló que el suicidio era un
fenómeno más social que individual. En efecto, aunque el suicidio se expresa finalmente en
un acto personal producido por las razones que fueren, sus grandes variaciones entre las
comunidades sugieren que existen determinados factores sociales en cada colectividad que
predisponen o no a los individuos a suicidarse. De hecho, aunque difícilmente se puede
predecir la conducta individual de cada persona, el estudio de una comunidad en su contexto
social nos ayuda a explicar las conductas colectivas. Más allá de las razones individuales, las
tasas de mortalidad por suicidio en una población o territorio expresan, entre otros factores, el
impacto de determinantes sociales como la cohesión social, la conciencia religiosa, o el
número de divorcios, entre otros factores.

La noción de que la salud de los individuos se ve ampliamente influenciada por las normas
sociales y las características colectivas viene de muy antiguo. En el siglo V a.c. Hipócrates
aconsejaba a quienes querían visitar una nueva ciudad, informarse y evaluar si se trataba o no
de un lugar saludable para vivir según cuales fueren su geografía, el tipo de aguas u otros
factores. Un ejemplo moderno tomado de la epidemiología social nos bastará por el momento
para ilustrar como lo social, visible o no, tiene una enorme influencia sobre nuestra salud. El
estudio Alameda County realizado en California mostró como las poblaciones que poseen
menos contactos sociales y menor apoyo social entre sí, tienen una probabilidad de morir
entre dos y tres veces mayor en comparación con quienes poseen un mayor número de
contactos sociales.31,32.

El segundo aspecto que ahora conviene resaltar es que la enfermedad, como el dolor o la
salud, es un fenómeno que debemos valorar no sólo cualitativamente sino también en forma
cuantitativa. Para comprender la salud de una población, su salud colectiva, precisamos de
la imprescindible ayuda que nos proporcionan las cifras. Para ello, necesitamos construir e
interpretar adecuadamente indicadores cuantitativos epidemiológicos como la esperanza de
vida al nacer, las tasas de mortalidad de una enfermedad o la proporción de personas que
sufren un problema crónico de salud.33 Sin los datos adecuados, sin lainvestigación científica
apropiada que permita descubrir esos u otros indicadores, gran parte de la salud pública
queda oculta, es invisible

l La Pobreza Engendra Enfermedades:

Los países ricos aumentan sin cesar su consumo material mientras los niveles de consumo de
70 países pobres son inferiores a los de 25 años atrás.64 Mientras el primer mundo vive en el
exceso, el Tercer Mundo se debate en la más cruda necesidad. Los datos nos perturban.
Doscientos cincuenta millones de niños y niñas transportan ladrillos, acarrean basura,
fabrican de sol a sol bombillas, alfombras o balones de fútbol... El valor anual de los
productos para animales vendidos en Estados Unidos es cuatro veces mayor que toda la
producción de Etiopía. El jugador de baloncesto más famoso de la historia, Michael Jordan,
percibe en un año más ingresos en publicidad por la marca de zapatillas deportivas que
llevan su nombre que el conjunto de los 30.000 trabajadores indonesiosque las fabrican.65 En
Estados Unidos, el millón de hogares más rico posee 140 veces más riqueza que el millón
más pobre. El 1% de la población más rica tiene en sus manos cerca del 40% de la riqueza
nacional y el 40% más pobre tiene mucho menos al 1% (Fotografía 3)Sin embargo, la
escisión del planeta no es de hecho dual sino “moteada”: vivimos en una sociedad
“archipiélago”.69 Los países ricos tienen entre un 7 y un 17% de pobres, mientras en el
océano del desamparo que es el Tercer Mundo se asientan islas de privilegioSin embargo, la
escisión del planeta no es de hecho dual sino “moteada”: vivimos en una sociedad
“archipiélago”.69 Los países ricos tienen entre un 7 y un 17% de pobres, mientras en el
océano del desamparo que es el Tercer Mundo se asientan islas de privilegio.
La pobreza es pues inmensa. Cientos de millones de seres humanos malviven sin los recursos
necesarios para sobrevivir o para mantener un nivel de vida digno.73 Pero la pobreza puede
definirse no sólo en términos absolutos sino también en forma relativa. La pobreza no tiene
que ver solo con la falta de riqueza o de bienes materiales sino también en su relación con el
nivel medio en que vive una sociedad determinada. Digámoslo con las palabras de Peter
Townsend: «se puede decir que las personas se hallan en la pobreza cuando no tienen los
recursos necesarios para obtener el tipo de alimentación, participar en las actividades, y tener
las condiciones de vida y comodidades que son habituales, o al menos ampliamente
estimuladas o aprobadas, en las sociedades donde viven». Aunque la pobreza absoluta es un
fenómeno a menudo poco visible, nuestra forma habitual de mirar la realidad no permite ver
la pobreza relativa. Mirar la pobreza en “términos relativos” nos acerca a entender la
desigualdad material y social.75 Una desigualdad que hoy en día es abismal.

Aún peor. La desigualdad está aumentando. La desigualdad crece y crece siguiendo una ley
social muy antigua ya señalada por San Mateo: «Porque a cualquiera que tuviese, le será
dado, y tendrá más; y al que no tuviese, aun lo que tiene le será quitado».77 El crecimiento
desigual comporta desigualdades crecientes. En el último medio siglo la cantidad de ricos se
ha duplicado, y la cantidad de pobres se ha triplicado. Entre 1960 y 1993, la porción del
pastel de la riqueza de los habitantes más ricos del planeta pasó del 70 al 85% del producto
mundial, la del 20% más pobre, del 2,3 al 1,4%.

l La Epidemia más Importante

El impacto que hechos como estos tienen sobre la salud pública del planeta es enorme. Si
todo el planeta consiguiera alcanzar el nivel de mortalidad en la niñez que tiene hoy Islandia
(el más bajo del mundo en 2002), cada año podría evitarse la muerte de más de 10 millones
de niños.92 Tres datos nos sirven de referencia para valorar la importancia de este hecho: el
año 2002 murieron más de un millón y medio de personas de tuberculosis, más de un millón
de malaria y casi tres millones de sida.93 Si cada civilización crea sus propias enfermedades
y sus propias epidemias, la enfermedad más importante de nuestra época, su epidemia
más devastadora, no es la tuberculosis, la malaria, o el sida, sino la desigualdad de la salud.
El planeta está enfermo de desigualdad.
El impacto de la desigualdad social sobre la salud es aún mayor de lo que esas cifras reflejan.
Y ello por al menos dos razones. En primer lugar, porque entre los propios países ricos y
pobres la salud es muy diferente. En países relativamente ricos como Rusia, Hungría y otros
países del este de Europa la esperanza de vida es diez años inferior a la de países como
Suecia o Japón. Entre los países menos desarrollados, Costa Rica y Cuba tienen 10 años más
de esperanza de vida que Perú, 20 años más que Haití y 30 años más que Angola.95 Y
segundo, porque los países, que parecen homogéneos en los mapas, ocultan enormes
diferencias en su interior. Enormes islas de desigualdad quedan enterradas bajo un número
promedio. En un mismo país hay regiones o barrios donde viven personas con niveles de
riqueza y riesgos de tipo social, ambiental o personal para la salud muy distintos según cual
sean su clase social, género o etnia. Pensemos en la siguiente imagen. Un hombre, con
estudios universitarios, con un trabajo estable como profesional, que tiene apoyo familiar y
social, y qué vive en un barrio acomodado de una región rica, no sólo tiene mayores recursos
sino también una probabilidad mucho mayor de tener un mejor nivel de salud que una mujer
emigrante, negra, sin estudios, desempleada, sin apoyo social ni familiar, y que vive en un
barrio marginado de una región pobre.

Es revelador constatar como los habitantes de la población “negra” de Harlem son mucho
más ricos en valor absoluto que los habitantes de Bangladesh. Sin embargo, todo parece
indicar que su salud es peor a causa de su mayor pobreza relativa en relación con la
comunidad donde viven. En otras palabras, ser pobre en una zona rica es más dañino para
la salud que ser incluso más pobre en una zona pobre. Aunque menos visibles que la pobreza
medida en valor absoluto, las desigualdades sociales dañan profundamente nuestra salud.

l Claves para Afrontar la Desigualdad


Consideremos ahora la siguiente afirmación que nos dicta el sentido común: «los pobres de
solemnidad viven peor que los multimillonarios». Pocos serán quienes puedan discrepar de
un enunciado general que parece poco discutible. Que quienes se hallan en una situación de
extrema necesidad, poseen muchos menos recursos y un nivel de vida inferior a quienes
viven
en la opulencia parece algo fuera de cualquier duda, algo evidente que no requiere
demostración. Ahora bien, ¿quiere decir eso que su salud es peor? Quizás también en este
caso la respuesta a esa pregunta puede parecer bastante evidente. Como ya se ha señalado
(ver capítulo 4), sabemos desde muy antiguo que la pobreza afecta a la salud y que los pobres
enferman más y mueren antes que los más ricos. No obstante, en otros casos no tan extremos,
las cosas pueden no ser tan claras. Por ejemplo, ¿qué ocurre con la salud de quienes no son
tan pobres?, ¿cuál es la salud de los ciudadanos que poseen un nivel de riqueza y bienestar
material medio en comparación con quienes poseen el nivel más elevado? Para contestar a
esas preguntas no nos basta el sentido común. Necesitamos que la investigación nos ayude a
mirar de otra manera la salud.

Aunque la pobreza de los excluidos de la sociedad es la parte más visible, lo que sobre todo
afecta a nuestra salud, como veremos más adelante, es la desigualdad social. Comprender las
relaciones existentes entre las desigualdades sociales y las desigualdades de salud es algo
mucho más complejo que el simple hecho de constatar la desigualdad en la riqueza o la
muerte entre los individuos y grupos que se hallan en los extremos de la escala social, o bien
entre las naciones o áreas geográficas muy ricas o muy pobres. Como la masa de hielo
invisible de un iceberg, las características de las desigualdades en salud quedan ocultas,
sumergidas ante nuestros prejuicios, nuestra ignorancia, o en el propio desconocimiento
científico. Veamos dos rasgos básicos que la investigación sobre las desigualdades en salud
ha permitido desvelar. En primer lugar, las desigualdades son ubicuas, abarcan todos los
campos: los continentes, los países, las regiones, las ciudades, los barrios, las clases sociales,
los géneros y las etnias; y se manifiestan en una muy larga lista de indicadores
de salud: tasas de mortalidad más elevadas, mayor número de enfermedades, peores hábitos
de vida relacionados con la salud, menor utilización de los servicios sanitarios a igual
necesidad. Y segundo, las investigaciones sobre desigualdades en salud muestran resultados
muy similares y muy consistentes. La gran mayoría de estudios obtiene
resultados muy parecido

Las desigualdades persisten y, a menudo, aumentan. Las desigualdades en salud, medidas en


forma relativa, tienden a crecer a lo largo del tiempo. Aunque durante el siglo XX las tasas de
mortalidad de los países (especialmente la de los ricos) se han reducido notablemente, las
desigualdades en mortalidad por clase social medidas en forma relativa entre los países y
entre las clases sociales han aumentado.128 Casi sin excepciones, las desigualdades en salud
de las personas adultas en edad de trabajar se han agrandado. Gran Bretaña es el país
donde mejor se han estudiado las desigualdades a lo largo del siglo XX.
La asociación entre el nivel de ingresos y la mortalidad es muy fuerte: a mayor desigualdad
en la distribución de ingresos mayor desigualdad en la mortalidad y viceversa. Las
desigualdades en salud alcanzaron su punto más bajo a principios de los años 50,129
momento en el que las desigualdades tendieron a aumentar, muy especialmente en los
periodos de crecimiento de la pobreza relativa. Un reciente estudio ha mostrado e incremento
entre 1990 y 1999 de las desigualdades en mortalidad en distintos grupos de edad y, sobre
todo, entre los más jóvenes.

l Donde Están las Causas:

Factores biológicos y genéticos. Modernamente, una de las causas más citadas para explicar
la enfermedad y justificar las diferencias en salud es el llamado «determinismo
biológico».209,210 Para esa ideología, divulgada con mucha frecuencia por los medios de
comunicación y sostenida incluso por algunos científicos respetados, los agentes biológicos y
genéticos presentes en cada individuo serían los principales “culpables” de la predisposición
a enfermar o a morir.211

Aunque no hay duda que algunos de estos factores son importan tes y dignos de ser tenidos
en cuenta, en realidad, desde el punto de vista colectivo, sólo juegan un papel relativamente
menor en la produc- ción de la enfermedad y en la aparición de las desigualdades en salud de
la comunidad.212 Las razones son diversas. En primer lugar, porque las enfermedades cuyo
origen es exclusivamente genético, como la distrofi muscular213 o la corea de
Huntington,214 sólo representan una parte muy pequeña de los problemas de salud de la
sociedad. Segundo, porque los factores biológicos no actúan aisladamente sino que
interactúan cons- tantemente con el ambiente: una desventaja inicial de tipo biológico o
genético puede, o no, ser compensada mediante un cambio adecuado en el medio social. Por
ejemplo, aunque la estatura de los ciudadano españoles tiene sin duda componentes de tipo
genético, la altura media de los españoles es mayor cuanto mayor es su nivel de educación.

Parece más que probable que el desigual acceso en la alimentación en- tre las clases sociales
haya tenido mucho que ver en ello. Tercero, porque la predisposición genética casi nunca
produce efectos inevita-bles. Por ejemplo, causas de muerte o factores de riesgo tan
importantes como la enfermedad coronaria, el cáncer de pulmón, la hipertensión arterialo la
obesidad, cambian de distribución en las comunidades y entre las
clases sociales a lo largo de los años debido a causas de origen fundamentalmente social e
histórico. Cuarto, dado que las desigualdades en salud entre las clases sociales aparecen en un
gran número de enfermedades distintas, ello nos hace pensar en la enorme importancia
que juega el medio social y ambiental en la producción de la salud. Finalmente, porque el
actual conocimiento sobre la genética y su relación con las enfermedades es aún muy
insuficiente. De hecho, su interacción con el ambiente es tan compleja que muy
probablemente nunca sea posible, solamente mediante el conocimiento genético, predecir o
curar muchas enfermedades.Hábitos Personales relacionados con la salud. En este caso
fumar, beber alcohol en exceso, alimentarse inadecuadamente o hacer poco ejercicio físico
serían los principales culpables de nuestra buena o mala salud. Sin embargo, poner el acento
en esos hábitos «individuales» comporta exagerar la responsabilidad que las personas tienen
sobre s propia salud. Se culpa a la víctima: cada individuo aparece como el principal o, a
veces, incluso único responsable de su estado de salud. Aún peor: si cada uno es sólo
responsable de sí mismo, la responsabilidad social se minimiza o no existe.

l La Salud es Inseparable de la Política:

Si la salud y la política son inseparables y ésta última significa sobre todo la capacidad de
conseguir lo que se quiere, es fácil entender como la salud y el poder se hallan
indisolublemente unidos. Pero ¿quién tiene el poder?, ¿quién rige hoy en día las principales
decisiones políticas en un planeta cada vez más pequeño e interconectado?Bajo el capitalismo
actual, los objetivos de las empresas no se han modificado respecto a los de antaño: ser más
competitivo que el vecino obtener el máximo beneficio y sobrevivir como sea. Sin embargo, s
alcance sí se ha transformado: sus acciones se sitúan de forma más
rápida que nunca en cualquier punto del globo. Comprar barato y vender caro; se produce allá
donde la mano de obra sea más barata y se vende allá donde el nivel de vida sea más alto. El
mercado se integra.

Las empresas no tienen cabeza ni cuerpo: son empresas globales.Hoy en día, unas 37.000
empresas transnacionales dominan e planeta.285 Apenas 200 empresas, con su sede principal
en unos pocos países ricos,286 controlan cerca de un tercio de la actividad
económicamundial. Un paso más en el cíclico desarrollo de la llamada mundialización
o “globalización” económica del capitalismo. La cifra de negocios de la General Motors es
superior al PIB de Dinamarca.Las ventas de General Motors y Ford superan de largo el va-
lor de la producción de toda el Africa subsahariana.

En Estados Unidos los grandes grupos económicos son quienes dirigen la economía y la
política del país. En Estados Unidos, por ejemplo, reconoce Soros, son las empresas quienes
escogen a los dirigentes políticos. Al estar en manos de empresas privadas, las decisiones del
presidente, el hombre con más poder político del mundo, siguen sus mismos dictados. El
presidente tiene la capacidad de enviar al Golf Pérsico cientos de miles de soldados y la
maquinaria de guerra más sofisticada para defender a las multinacionales y al consumidor
norteamericano, pero no quiere (ni puede) poner en marcha un servici nacional de salud para
los ciudadanos norteamericanos que ponga en peligro el negocio de los seguros privados. A
veces incluso poderes económicos individuales, reúnen un poder sin precedentes en la
historia. En septiembre de 1997, por ejemplo, el multimillonario Ted Turner, fundador de la
cadena de noticias de televisión CNN, fue capaz por primera vez en la historia de ofrecer una
donación de 1.000 millones de dólares con los que pagar gran parte de la deuda que los
Estados Unidos tenían con la ONU.

El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), potencian con su ayuda
el dominio de las empresas y los gobiernos de los países ricos.Pero la globalización no es
global.295 El 80% de los intercambios comerciales planetarios se realizan en las tres grandes
zonas hegemónicas del planeta: América del Norte, Europa occidental y Japón. Los Estados
Unidos controlan esa tríada mediante una supremacía militar, mediática y, en gran parte,
económica, sin parangón en la historia. El presupuesto militar de EE.UU. es tres veces el de
los grandes países europeos; la mayor potencia del mundo resuelve los conflictos sin apena
consultar con la ONU u otros países;296 los productos culturales norteamericanos creados
por sus poderosísimas máquinas mediáticas y de «entretenimiento» invaden todos los
rincones del planeta,297 los mayores mega-millonarios y las mayores transnacionales son de
origen norteamericano; los grandes institutos de investigación y las grandes empresas de
desarrollo de tecnología estadounidenses dominan los mercados mundiales.
Conclusión

Tras haber leído mi material, espero les haya sido tan de provecho como lo ha
sido para mi. Es tiempo de retomar aquel plan de la OMS, sobre salud para
todos, porque es lo que necesitamos todos. Es tiempo de decir adiós desigualdad
y hola a un futuro con igualdad de preferencias.

Tal vez unos trabajen en cosas distintas y por ello tienen más, pero que eso no te
haga menos con esfuerzo y unión se puedo lograr el problema fundamental
planteado en el libro: la desigualdad.
Propuestas

En cuanto a las propuestas, yo solo puedo tocas unos puntos. Sí buscamos mejores
atenciones en el área de la salud, debemos erradicar la desigualdad. pero también es
necesario trabajar en la manera que utilizan los asistentes de la salud para dirigirse a los
pasiemtes. No creo que una persona vaya a un hospital con una pierna rota esperando que al
llegar lo reciban con un griterío, echándole boches o simplemente ignorandolos, como
personalmente me ha tocado presenciar pasa.

Cuando una persona no trabaja por amor, sino por dinero, se nota. Un profesional de la salud
no puede trabajar pensando en su paga, su principal pensamiento debe ir dirigido hacia
atender bien al paciente, por más mal que le vaya el día.

Me parece que esos son los temas más sobresalientes a tratar.

Bibliografía
Ÿ https://www.fuhem.es

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