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¿Qué Es Lo Que Dios Pide Del Hombre? (Miqueas 6:6-8) - Mundo Bíblico: El Estudio de Su Palabra

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¿Qué es lo que Dios pide del

hombre? (Miqueas 6:6-8)


Walter Cuadra

“¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios


Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con
becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de
carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi
primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el
pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que
es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia,
y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.

Miqueas 6:6-8

INTRODUCCIÓN

Muchas personas buscan la forma de como agradar


a Dios. Muchos creen que a través de sus sacrificios,
penitencias, ofrendas o el cumplimiento de sus ritos
religiosos están agradando al Señor, y piensan que todo
esto es algo que demanda del hombre, pero, ¿qué es lo que
Dios pide del hombre? Miqueas nos lo responde.

¿Qué es lo que Dios pide del hombre?

I. LO QUE EL HOMBRE
CREE QUE DIOS LE PIDE.

“¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios


Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con
becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de
carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi
primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el
pecado de mi alma?”.

Miqueas le habla a Israel quienes creían que a través


de sus muchos sacrificios y ofrendas lograban ganar el
favor del Señor. Muchas personas buscan agradar a Dios y
si es posible ganarse la vida eterna haciendo muchas cosas
como las que Miqueas menciona, algunos piensan que la
mejor manera es a través de muchas ofrendas, otros
piensan que los sacrificios personales y penitencias les hará
ganar favor con el Señor, otros creen que por estar
involucrados en las tradiciones de sus religiones les ayudará
ganar la vida eterna, pero realmente, ¿qué es lo que Dios
espera del hombre?

II. LO QUE DIOS LE PIDE AL


HOMBRE.

“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide


Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia,
y humillarte ante tu Dios”.

El profeta Miqueas resume en tres condiciones lo


que Dios demanda del hombre, es decir, lo que éste tiene
que hacer para ganarse su favor y heredar todas sus
promesas y hasta la vida eterna: solamente hacer justicia, y
amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. Solamente esto
es necesario, nada más se le necesita agregar a estos tres
requerimientos, veamos uno a uno estas condiciones.
1. Humillarse ante Dios: Arrepentimiento.

El primer paso para acercarse a Dios es el arrepentimiento


de nuestros pecados. Este tema ha estado presente desde
el principio de los tiempos y los profetas como Miqueas
solían exhortar al pueblo al arrepentimiento de sus idolatrías
y pecados. De la misma forma, en el Nuevo Testamento el
tema del arrepentimiento no estaba excluido durante la
proclamación del evangelio. Estuvo en labios de Juan el
Bautista: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado”, (Mateo 3:1). También lo predico Jesús en los
comienzos de su ministerio: “Desde entonces comenzó
Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de
los cielos se ha acercado”, (Mateo 4:17). Después de su
resurrección les explico a sus discípulos que era necesario
que predicasen el tema del arrepentimiento: “y que se
predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de
pecados en todas las naciones, comenzando desde
Jerusalén”, (Lucas 24:47). En su primera predicación, Pedro
incluyo el tema del arrepentimiento: “Pedro les dijo:
Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre
de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo”, (Hechos 2:38) y así continuo
haciéndolo: “sí que, arrepentíos y convertíos, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la
presencia del Señor tiempos de refrigerio”, (Hechos 3:19).
Y años mas tarde en Atenas Pablo continuaba siguiendo
este tipo de predicación: “Pero Dios, habiendo pasado por
alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos
los hombres en todo lugar, que se arrepientan”, (Hechos
17:30).

Por tanto, no necesitamos nada más que


arrepentirnos de nuestros pecados para poder agradar a
Dios y heredar la vida eterna, esto es lo primero que Dios
pide del hombre.

2. Amar misericordia.

En segundo lugar podemos decir que lo que Dios desea del


hombre es que ame hacer misericordia. La misericordia es
la disposición a compadecerse de los sufrimientos y
miserias ajenas, y así como Dios se compadece de nosotros
espera que nos compadezcamos de nuestros semejantes.
En cierta ocasión un intérprete de la ley le pregunto a Jesús
acerca de cuál era la forma de ganarse la vida eterna y
Jesús lo hizo recitar el resumen de todos los mandamiento,
amar a Dios y al prójimo, por lo que éste pregunto: ¿quién
es mi prójimo?, a lo que Jesús respondió con la parábola del
buen samaritano lo cual nos enseña mucha acerca de la
misericordia hacia los demás:

“Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y


quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre
descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de
ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron,
dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un
sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo.
Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y
viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de
camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a
misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles
aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al
mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y
los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que
gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién,
pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que
cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de
misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo
mismo”.

Lucas 10:29-37
Si lo resumimos, los dos religiosos de la parábola no
mostraron misericordia hacia su prójimo, más el samaritano
sí. Eso es precisamente lo que Dios quiere que su pueblo
haga, sin misericordia solo estaremos viviendo una religión
hueca y sin significado y por ello Santiago lo dice así: “La
religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta:
Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y
guardarse sin mancha del mundo”, (Santiago 1:27).
Solamente un corazón arrepentido es capaz de sentir
misericordia, misma misericordia que él mismo recibió de
Dios.

3. Hacer justicia.

Finalmente, Dios espera que el hombre practique la justicia.


Hacer justicia significa en primer lugar vivir como hijo de
luz, abandonando toda inmundicia: “Haced morir, pues, lo
terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de
desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis
en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad
también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia,
blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No
mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo
hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual
conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta
el conocimiento pleno”, (Colosenses 3:5-10). En segundo
lugar el espera que en nosotros se manifiesten toda las
buenas virtudes: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley”, (Gálatas 5:22-
23). Finalmente, convencidos que la salvación es por gracia
y no por obras, debemos saber que la evidencia de nuestra
salvación son las buenas obras, por tanto, hacer justicia
significa hacer buenas obras: “Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es
don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para
que anduviésemos en ellas”, (Efesios 2:8-10). El apóstol
Santiago dice que la fe y las obras son inseparables para los
verdaderos hijos de Dios: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y
yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te
mostraré mi fe por mis obras”, (Santiago 2:18). Cuando esto
es así podremos estar seguros que nuestra vida agradara a
Dios, viviremos en el Espíritu y manifestaremos todos sus
dones espirituales.
CONCLUSIÓN.

¿Qué es lo que Dios pide del hombre? Miqueas nos los dice:

1. Humillarnos ante Dios.

2. Amar misericordia.

3. Practicar justicia.

Si todos lo comprendiéramos y viviéramos de acuerdo a


estos principios espirituales este sería un mejor mundo para
vivir, quiera Dios que los cristianos nos esforcemos por
cumplirlos.

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