Artículo - Colombianos I
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Artículo - Colombianos I
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Incluso, en los primeros decenios del siglo XX Colombia era un país que vivía a la manera
del siglo XIX. La estructura y fisionomía de los pueblos mantenía latente, sin alteración
evidente, no sólo sus construcciones de tipo colonial y republicana, sino también sus
costumbres sociales. Bogotá por ejemplo, una ciudad pequeña para entonces con algo más
de 29.000 habitantes, se caracterizaba porque sus clases sociales estaban determinadas
fundamentalmente por el grado de ascendencia española y, obviamente, por la imitación
de los modelos europeos, particularmente de los ingleses y los franceses.
Los tiempos de Tomás Cipriano de Mosquera, Mariano Ospina Rodríguez, Manuel Murillo
Toro, finalizando el siglo XIX, habían quedado en el pasado, pero la imagen de Rafael Núñez
comenzaba a despuntar en la política nacional; fueron los años de la consolidación de la
República Conservadora, que trajo consigo la nueva imagen de lo que hoy conocemos como
nuestro país. Un proceso evolutivo que llegó para quedarse enquistado en la política
nacional y que nos muestra que no basta con conocer suficientemente el pasado como para
no seguir cometiendo los mismos errores de ese tiempo pretérito. El tránsito de la vida rural
a la urbana, traería consigo una serie de problemáticas que quedaron registradas, no sólo
en los relatos de la tradición oral, sino que además fueron plasmados por sus más
reconocidos intelectuales en sus más notables obras literarias.1
Ese pasado de nuestra tierra nos viene mejor documentado por los intelectuales que por
los mismos estadistas. Los narradores, al final del periodo decimonónico de siglo,
evidencian a través de la literatura costumbrista, precisamente esa forma de vida pastoril
de nuestros nacionales en ese ya lejano pasado, pero son ellos también quienes,
tímidamente, comienzan a esbozar los aciertos, pero sobre todo los desatinos, de quienes
comandaban el país por ese entonces a través del discurso novelado.2 Los escritores
colombianos, como los peruanos, bolivianos, argentinos y uruguayos escribían sobre su
entorno, pero el concepto de lo latinoamericano sobrevendrá solamente mediando el siglo
XX, de ahí el hecho ineludible de conocer ese pasado de las letras en cada una de sus
latitudes, para formarnos un concepto más o menos aproximado en torno a lo que sucedía
en cada uno de esos rincones de la re realidad panamericana.
se acostumbrará mirarse como paisano del blanco y del negro; y el blanco olvidará finalmente su patria
española y tuviera recuerdos de antepasados americanos. (…) Algo de esto se consiguió con la Guerra de
Independencia, que dio recuerdos de desgracias comunes y de glorias hermanas”. José María Vergara. Historia
de la Literatura en Nueva Granada.
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La vida urbana comienza a dar sus primero pasos, y con ella comienzan a evidenciarse las
nuevas condiciones sobre las que había que enfrentarse en una sociedad camino de la vida
moderna. Para ese propósito, los gobiernos de turno luchaban imperiosamente por romper
con los lazos que aún nos mantenían atados al régimen de los españoles; este periodo
consolida los sectores medios de la sociedad colombiana y hace posible la irrupción también
de las masas populares de obreros y campesinos, que intervinieron con mayor empuje en
la vida nacional; pero la anhelada libertad todavía seguía siendo una quimera, toda vez que
la estructura económica del país se ajustaba perfectamente a los intereses de nuestros
verdugos. Y es precisamente contra los impuestos coloniales que se hizo la primera gran
Reforma Tributaria en 1850, quedando bien delineado el terreno para los nacionales al
consolidar su propia hacienda nacional, base de su crecimiento y desarrollo.3 Pero con toda
seguridad este camino hacia la modernidad le generaría ciertos sinsabores.4
Las gestas por la independencia que finalizarían el 7 de Agosto de 1819 con la gloriosa
Batalla de Boyacá, nos permiten seguir reflexionando en torno a la pregunta: Si bien estas
confrontaciones con España nos habían dado la independencia, muy avanzado el siglo XIX,
podríamos afirmar que ¿ellas también nos dieron la libertad? La respuesta aún sigue
revoloteando en al aire, y es uno de los propósitos en cada uno de nuestros próximos dos
encuentros. De momento podemos ir reflexionando sobre las confrontaciones intestinas de
nuestros próceres de la independencia una vez finalizadas las campañas que determinarían
nuestra separación de España.
No cabe la menor duda de que las nueve guerras civiles y las confrontaciones de menor
rango en el escenario político nacional resultaron ser tan necesarias como inevitables, pues
la pugna siempre se dio por esa búsqueda sin término de un sistema político que lograra
validar la participación, de forma igualitaria, de todos sus nacionales. Pero la ambigüedad
en materia ideológica no nos permitió consolidar ese sueño de la república. La contradicción
intención de desmitificar algunas de sus convicciones en torno a la forma como se dio este proceso, me parece
de lo más importante citarles un pasaje de la novela de Jaime Manrique, Nuestras Vidas Son los Ríos, un
hecho que muchos de ustedes denostarían, por la carga fuerte que representa un hecho del que poco se
habla: “Las guerras de Independencia habían sido iniciadas por el dinero y no los negocios: los criollos estaban
cansados de pagar impuestos altos y de que los españoles controlaran todo el comercio y se llevaran todas las
ganancias…de que sus hijos fueran excluidos de las escuelas a las que asistían los hijos de la aristocracia…poco
aptos para gobernar…al igual que sus esclavos y descendientes. Lo que más les ofendía a los criollos era ser
colocados al mismo nivel que los negros y los indios”. Editorial Punto de Lectura. p 239
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en materia ideológica se superpuso al principio de identidad, al punto que nuestro país
parece ufanarse de practicar una de las democracias más imperfectas del mundo,
imperfección que se desprende de su mismo dinamismo, por la forma como se trata al
compendio más importante de sus leyes. Así las cosas, no fue el consenso sino la disensión
lo que retardó el proceso de modernización que bien plantearon las políticas liberales del
siglo XIX, pero que pronto se sofocaron por las ideas de corte conservador, para quienes la
tradición y sus ideales de tipo religioso habían de mantenerse si el propósito era, más allá
de lo material, salvar las almas.
Al tenor de las circunstancias señaladas nos adentramos de lleno al siglo XX. Y para
comenzar, no podemos denostar acerca del periodo hegemónico que se va a instaurar en
1886, con el movimiento regeneracionista de tendencia conservadora, inaugurado por
Rafael Núñez y que se va a extender hasta 1930, cuando llega al poder Enrique Olaya
Herrera. Aquella Constitución que inauguraría la primera república de Colombia se oponía
radicalmente a la de Rionegro y buscaba en lo sucesivo un sistema de representación
centralista en donde se marginara el egoísmo y la participación por separado de los
intereses de la nación. Evento que traería consigo la oposición de aquellos radicales contra
el aparato y que rápidamente muta de una confrontación de ideas a una confrontación por
vía de las armas. El resultado al final fue la consolidación del Consejo Nacional de
Delegatarios que convocaba a los miembros de cada estado, dos por cada uno de ellos, para
sentar los términos hacia donde apuntaría la nueva reforma constitucional. Liberales
independientes y conservadores unifican sus criterios y en el consenso deviene la República.
Es de anotar que su máximo representante, Rafael Núñez, liberal independiente, va a ser el
encargado de comandar la república regeneracionista de tendencia conservadora, un dato
curioso si nos percatamos que fueron los liberales quienes sentaron las bases del progreso
y el desarrollo, muy contrario al pensamiento de los conservadores que, hoy en manos de
un liberal converso, habían relegado al país a la marginalidad y el subdesarrollo.
No podemos dudar de que la sociedad contemporánea colombiana está íntimamente
relacionada con su modernización. La industria y la tecnología van a hacer posible la
expansión urbanística del territorio y pronto se delimitarán las fronteras entre los
fundadores (ostentadores del capital) y los fundidos (los campesinos y el obrero, la mano
de obra barata). Eso sí, van a ser los segundos quienes catapulten al desarrollo la vida
nacional. Y a pesar de las diferencias entre unos y otros, subyace como punto común de
encuentro entre ambos la necesidad del cambio y el progreso. Pero este cometido no va a
surgir de forma gratuita, pues las movilizaciones sociales van a poner de manifiesto el
estado de inconformismo por quienes producen la riqueza en contra de quienes ostentan
la condición de ser dueños de los medios de producción, y quienes, por extensión, se
redistribuirán la riqueza. Son los días de los primeros líderes sindicalistas conscientes de
que el rumbo de nuestro destino no podía circunscribirse solamente a las ideologías
4
sesgadas de los partidos tradicionales, sino que podría existir una tercera fuerza política
capaz de salvaguardar los derechos arrebatados a quienes eran, en última instancia, la base
de la riqueza.5
Nuestro estudio se encamina a revisar esos acontecimientos tan relevantes para la
comprensión de nuestro presente y se convierte en la brújula hacia donde debemos dirigir
nuestros pasos si nuestro deseo es dejar de seguir viendo nuestro desarrollo como un
evento de carácter cíclico que nos permite observar sin ningún reparo los desaciertos que
la repetición conlleva.
El recorrido de nuestro curso lo inauguramos con el primer evento de trascendencia
nacional: la Guerra de los Mil Días. Evento que finalizó con la devastadora noticia de la
perdición de Panamá, que si bien representó para la economía nacional un ingreso muy
importante, también generó profundas dudas en relación con la forma como podíamos
administrar nuestro propio territorio. No podemos olvidar que aquellos recursos se van a
dilapidar de la forma más irregular y desacertada en el gobierno de Miguel Abadía Méndez,
cuyo resultado al final será el fin de la hegemonía conservadora. En este capítulo
comprenderemos mucho de aquel pasado histórico y sus repercusiones en la vida moderna
de la nación.
“El quinquenio de Reyes”, tal como se denominó el periodo presidencial del general Rafael
Reyes, circunscribió toda su atención, tal y como consta en los registros de la historia, al
campo de la Administración, y no sólo al de la política. Con él, podemos afirmar, Colombia
entra en el escenario real del desarrollo, toda vez que en su administración mejoró la
economía nacional, se sanearon las finanzas, se le dio un impulso inusitado a las obras
públicas, tales como la construcción del ferrocarril, que llevaría las riquezas desde las costas
hasta en interior del país, y la construcción de carreteras. El crecimiento y el desarrollo
comienzan a perfilarse desde esta administración, pero más allá de sus presupuestos,
avanza también con el gobierno de Carlos E. Restrepo, Vicente Concha y Marco Fidel
Suárez.6
5 El hecho más notable en estos primeros lustros del siglo XX fue la revolución bolchevique de 1.917, y no
podemos ignorar su fuerte influjo ideológico en la Europa Continental, como tampoco la fuerza inusitada que
adquirieron estas ideas en toda América Latina hasta el advenimiento de la Revolución Cubana, y el guiño que
a ésta le hicieron países como Nicaragua, Chile, Argentina, pero también Colombia. Pero este tema será el
motivo para otra discusión.
6 Restrepo continua con la extensión de los rieles del ferrocarril, incrementa la educación pública, aporta
5
Entre 1922 y 1926 se da el gobierno de Pedro Nel Ospina. Un periodo de absoluta voyancia
para la economía del país toda vez que los recursos que provenían de los Estados Unidos
producto de los sondeos petrolíferos, la explotación minera, el asentamiento de la
UnitedFruitCompany en la zona tropical para la explotación del banano, le permitía a los
colombianos acceder a los bienes de consumo. Las inversiones extranjeras eran una
realidad, al punto que su economía creció a un ritmo parejo y ascendente. Con un aliado
de tamaña proporción no demoraron en llegar nuevos créditos, nuevos empréstitos, otras
ventajas en materia de aranceles para el país.7 Todo era plata, la danza de los millones la
llamaron algunos. Pero esta avalancha de dinero fácil no contribuyó mucho a la
modernización del país, como veremos más adelante.
No cabe la menor duda de que los intentos por llevar al país a unos niveles de desarrollo
importantes albergan en su interior agentes de carácter negativo para quienes, como
dijimos, se convertían en su fuerza de producción más importante, con las consabidas
desventajas por no ser ellos los ostentadores del poder económico, me refiero a los obreros.
Sus primeras movilizaciones por la reivindicación de sus derechos comienzan a despuntar
en la década del 20 con María Cano y Raúl Eduardo Mahecha, Manuel Marulanda, Tomás
Uribe Márquez, (incluso la figura de Gilberto Vieira aparecerá posteriormente)8y otra
pléyade de intelectuales que asumieron para nuestra realidad los principios fundamentales
formulados dentro de la filosofía social europea y que podía traer excelentes resultados a
nuestra sociedad segregacionista, producto de los intereses exclusivistas del bipartidismo
tradicional (hoy las cosas no son tan diferentes, pero las toleramos en sentido amplio). No
podemos olvidar el papel protagónico de María Cano en ese momento de la historia en
donde las damas estaban marginadas de todo presupuesto en el orden político, pues fue
sólo hasta 1957 cuando esos derechos les serían vindicados gracias a la aprobación del
sufragio femenino en el gobierno de Rojas Pinilla.
En 1927 ya teníamos noticia de esta mujer aguerrida que se recorría el país liderando los
movimientos obreros, en una consigna indeclinable por la salvaguarda de sus derechos, que
serán violentados con mayor rigor en el periodo presidencial de Abadía Méndez, y que se
7 Colombia “fue favorecida con los empréstitos de Estados Unidos para la construcción de carreteras,
ferrocarriles, pavimentos, acueductos, etc. El petróleo se entregó en concesión a compañías norteamericanas
y el café se convirtió en el principal renglón de la economía nacional (70% de la producción se iba para los
gringos). Se pasó en 1923 de 183.000 hectáreas cultivadas, a 360.000 en 1928. Y entre 1911 y 1922 Colombia
pasó de tener 587 kilómetros de carretera a 3437 kilómetros. Para 1930 ya eran 5743.”. No había duda,
estábamos dejando atrás la vida pastoril del siglo XIX. Javier Ocampo López.
8Funda el Partido Comunista en 1965 y se convierte en impulsor de líderes como Jaime Pardo Leal, Bernardo
Jaramillo Ossa y de José Antequera. Los estragos de la intolerancia en nuestro país no sólo proscribirán de su
tierra al fundador de la tercera fuerza política, sino que desencadenará los hechos de violencia perpetrados
contra la vida de quienes quisieron torcer la derecha. En la teoría política de Vieira se vindica el papel de la
lucha armada y de alguna forma su pensamiento revolucionario también toca a los recientes movimientos
guerrilleros recién inaugurados en nuestro territorio.
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hará mucho más ácido en nuestros días. Era la premonición de la inequidad que hoy nos
tiene ocupando un papel protagónico en el orbe mundial.
Lo anterior sólo para expresar que, con María Cano, se crea en Colombia la tercera fuerza
política capaz de enfrentar a la maquinaria política hegemónica inscrita con exclusividad
para los partidos tradicionales: El Partido Socialista Revolucionario, que sería la semilla para
consolidación hacia el futuro del Partido Comunista. Y vale destacarlo por cuanto con tal
acometida se intentaba ponderar el papel del trabajo de quienes realmente eran los
productores de la riqueza, la clase obrera. Pero bueno, eso es asunto del pasado, y en este
trabajo intentaremos ver como las olas que llegan a la orilla luego se retiran para luego
volver.
Las mujeres habían ganado un espacio importante en ese periodo de la historia, pero a
mediados de los 30 volverían a ser entrenadas en la mediocridad y su papel fundamental se
circunscribirá nuevamente a la atención de sus maridos y la procreación; el obrero volverá
a su estado de absoluto anonimato e indiferencia en la vindicación de sus derechos, y su
futuro quedará expuesto al vaivén de los intereses de los grandes empresarios y su
7
vinculación con el aparato estatal. Una realidad que todavía hoy nos puebla si tenemos en
cuenta que gran parte de la responsabilidad del Estado en la prestación de los servicios
públicos, la salud y la seguridad social, pasarán a manos del sector privado. Otro tema como
para debatir en el seminario.
Los gobiernos de corte conservador, léase anacrónico, retrógrado y feudal, pervivirá hasta
1930 con el gobierno de Abadía Méndez, quien fundó la institucionalidad en la permisividad
de la injerencia, el derroche y la complacencia con lo foráneo.10
Su presencia en la administración del Estado nacional se da por la falta de garantías para el
partido liberal, que se negó a participar en las elecciones de 1926 y sólo se limitó a observar
desde la barrera la cantidad de irregularidades que se cometerían en su gobierno. 11Los 25
millones de dólares recibidos en su gobierno por la indemnización de Panamá crean una
cultura de prosperidad ilusa en los nacionales y permite observar el desparpajo en las
inversiones hechas en obras de gran envergadura que no se culminarán dentro de los
tiempos reglamentarios. (Puertos, ferrovías, calles y muelles).
El avance inusitado, sin proyección, de las grandes obras de infraestructura coincide
puntualmente con la disminución de la producción agrícola, con ella la escasez de
alimentos, y sin producción devenía el desempleo; este devenir de la catástrofe trae consigo
un periodo de inseguridad e inestabilidad; insubordinación y protesta; acción y represión
del Estado. A ello se sumó el fenómeno de la gran depresión en los Estados Unidos en 1929
que acabó con ese reinado de los millones, un fenómeno que no sólo repercutió en
Colombia, sino también en otras naciones del mundo en donde operaban los intereses de
los norteamericanos, que para salvar su economía “produjo la baja vertiginosa de los precios
en los distintos países, cuando la economía agrícola presentaba grandes síntomas de
estancamiento y depresión. Igualmente afectó la industria, y, así, estimuló la devaluación,
que repercutió en todos los sectores de la población”. 12
Su última acometida la propinó contra los trabajadores huelguistas en la plaza principal de
Ciénaga, en el departamento de Magdalena, a quienes tildó de doctrinarios, soviéticos y
10 Las altas esferas de la clase dirigente de Santa Marta, habían restablecido ya vínculos con Nueva York,
Londres y París, y aunque conservadores desde un punto de vista político, eran culturalmente sofisticados.
11 Claro que uno tiene que admitir que las diferencias entre liberales y conservadores a lo largo de la historia,
no han sido de carácter ideológico, sino económico; y la confrontación de ideas entre ellos no es más que un
pretexto en su pugna por el poder. Este fenómeno también puede compulsarse con el choque entre Bolívar y
Santander, para comprender finalmente que los intereses de una nación están casi siempre inspirados por la
ostentación de poder, más que por las ideas mismas, y esta es una realidad que todavía subsiste.
12“La huelga y la matanza de las plantaciones bananeras, en combinación con la Gran Depresión de 1929,
habían cambiado el rumbo de las cosas y el fugaz periodo de prosperidad de Aracataca dio paso a los primeros
atisbos de una brusca decadencia”. MARTIN, Gerald. Gabriel García Márquez: Una Vida. Editorial Debate. P.
80. Ver también: OCAMPO LÓPEZ, Javier. Historia de Colombia. Espasa. P.217
8
comunistas, que se oponían a los principios económicos de su mayor inversor.13 Y fue el 5
de Diciembre de 1928 cuando se dio el primero de los dos hechos más lamentables de la
primera mitad del siglo: la masacre de las bananeras. Episodio que bien registrará nuestro
nobel de literatura en su obra cumbre y que nos permitirá conocer, de primera mano, y a
través del discurso novelado, lo que el medio político en su realidad más cruda, intentó
mantener en el más completo silencio por espacio de muchísimos años. Hoy no sabemos a
ciencia cierta cuántas fueron las víctimas de esa barbarie,14pero lo que sí podríamos afirmar
es que aquellas fueron más de las cifras emitidas desde la dirección del Estado en relación
con el hecho.
La sociedad nacional no perdonaría aquel hecho luctuoso, y la hegemonía conservadora
tenía que darle paso al gobierno de un liberal que llegaría a la administración de Estado
fortalecido con las ideas de cambio, vientos de renovación que soplaran en sentido
contrario a la desventura, la falta de oportunidades y a la segregación de nuestros propios
nacionales. Olaya Herrera se presenta como candidato a la presidencia contra dos caras de
una misma moneda que dividirían sus intenciones de voto y que le garantizarían al partido
conservador su más altisonante derrota. Las elecciones se dieron así:
El ciclo político de los liberales que se extenderá por un periodo de 16 años, inaugurará su
ciclo con reformas del más calado ímpetu modernista: protección al obrero a través de una
legislación que salvaguarde sus derechos, asistencia pública y reforma agraria (la mujer
como ya lo advertimos, sigue relegada). En este marco se hacen ya evidentes las grandes
acometidas del régimen liberal que redireccionarán el destino de la nación. Con ellos los
sectores populares entran en la escena de nuestra historia y se sientan las bases para la
solución de los grandes problemas del país. No podía ser otro el destino, Colombia no podía
seguir viviendo en presente con la nostalgia absoluta de un pasado que no fue.
En un país con la economía resquebrajada no le quedaba otra opción que disminuir los
precios a todo nivel, y es esta la situación que enfrentará el gobierno de Olaya Herrera en
13 Los empréstitos que agravan la situación económica en el país se da en tres entregas por la indemnización
del Canal: en 1926, Colombia recibe de Estados Unidos la suma de 10 millones de dólares; en 1927, 60 Millones
y en 1928, 35 millones de dólares.
14 Para una aproximación detallada a este evento tan determinante de nuestra vida nacional, les recomiendo
el capítulo III del texto Gabriel García Márquez, una vida, del británico Gerald Martin. P. 72-91
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Colombia, quien generará una política económica proteccionista. Con Abadía los grandes
capitales se fugaron y las exportaciones e importaciones disminuyeron ostensiblemente.
Fue Olaya Herrera, y no otro presidente quien solidificó el componente social, por encima
del político y el económico. En su administración vindicó no sólo los derechos de los obreros,
sino también los de los niños y su educación. 15
Con la Revolución en Marcha, inaugurada en el gobierno de López Pumarejo no sólo se
acentuaron las ideas de cambio iniciadas por Olaya Herrera, sino que además se
concretaron en hechos reales: validó el derecho a la protesta sindical, dirigió su interés al
mejoramiento de las condiciones de vida del campesino y los obreros, auspicia la Reforma
Constitucional del 36, amén de otras reformas: tributaria, universitaria, a la política
internacional y judicial.
Esos pasos gigantes hacia la modernidad dados en el gobierno de López tendrán su gran
pausa en la administración Santos. La Segunda Guerra Mundial nos va a permitir
reorganizarnos en torno al legado de la pasada administración y concitará nuestra atención
en la creación las grandes instituciones de nuestro país, entre ellas el Instituto de Crédito
Territorial y las empresas de servicios públicos. Pero las secuelas de la Guerra, que se
extenderá hasta 1945, repercutirán en nuestra nación, haciendo de ella un foco de crisis a
todo nivel. Esa historia tendría que asumirla López en su segundo mandato que no finalizó
por las profundas divisiones dadas al interior del partido que los llevó a perder su
hegemonía el 1946, un hecho de la historia que alberga tantas ambigüedades como
contradicciones que serán tocadas en el curso, y que tiene que ver con la forma como Gaitán
se convierte en el detractor del partido, habiendo sido considerado como el político que
cambiaría la historia de nuestro país. Pero advierto que este pasaje puede desmitificar la
imagen de aquel que se presentó como el eslabón perdido que hubiera puesto a nuestra
patria en la órbita de la modernidad.
Las ideas liberales, en su sentido más originario, no eran un asunto simplemente ineludible
para el momento histórico, si no absolutamente necesarios. Este periodo, que se extenderá
hasta 1946 y que terminará su administración en manos de Alberto Lleras Camargo va a ser
paradójicamente, el final de un proceso de creciente desarrollo que le va a permitir a los
colombianos acercarse a las ideas de progreso no sólo por el influjo de dirigentes
preparados en las mejores universidades del exterior, sino también por los principios de la
Revolución en Marcha que tanto auge trajo al país y que por los avatares de la violencia
hubieron de cambiar el rumbo de la historia. La implementación de nuevos modelos en lo
político, económico y social, resultaba altamente atractivo para una sociedad que como la
15Estableció la jornada de ocho horas, la inembargabilidad de los salarios, la jubilación de los empleados y
obreros ferroviarios, las vacaciones remuneradas y el surgimiento de los sindicatos gremiales.
10
nuestra, andaba con la idea de la modernidad, sabiendo de antemano que sus ejecutorias
eran propias de un comportamiento medieval y retrógrado.16
La hegemonía liberal que, como queda dicho, avanza desde 1930 hasta 1946, va a soportar
los embates del bandolerismo en el país, y su periodo de gobierno será recordado como el
epicentro desde donde comienza a incubarse la violencia bipartidista que se recrudecerá
en los años posteriores a la muerte del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, y que
determinará el sino de la nación hasta muy entrado el siglo XXI. Este hecho será considerado
el segundo, después de lo sucedido en Ciénaga, como el más atroz acometido contra la
democracia nacional en la primera mitad del siglo XX. Es un momento de la historia que
también nos permite reflexionar sobre los estilos de hacer política en nuestro país y sobre
la forma como finalmente el poder termina siendo la única finalidad, el único horizonte de
quienes lo ostentan. Este pasaje será ampliamente discutido en la sesión del seminario.
No cabe la menor duda de que en este periodo de la política nacional, me refiero a la
República Liberal, se lideraron importantes obras que llevarían al país a un grado de
desarrollo acorde con su crecimiento urbano. Los logros alcanzados por la Revolución en
Marcha resultarán en medida extrema muy significativos para la intención del país político
de recuperar la inversión extranjera, no sólo en materia de intercambio económico sino
también en materia de infraestructura y apoyo al campesino. La Reforma Agraria de los
treinta había sido muy significativa para la población rural, pero el desastre protagonizado
por los bandoleros y la práctica violenta e intimidatoria nos volvieron a los tiempos del
despojo y la expropiación, práctica no sólo ejercida por los cuatreros empecinados en
sembrar el terror con el pretexto de la contraposición política, sino también, y es lo más
grave, por la misma clase política que pagaba a precio de huevo esos terrenos expropiados
a los campesinos, que sin más opción tuvieron que migrar a las nacientes capitales del país,
trayendo consigo todas las problemáticas públicas que hoy nos pueblan. 17
Las guerras civiles del siglo XIX, la violencia creciente en el campo y en las nacientes ciudades
del país, no lograron disminuir su población. El número de nacimientos superaba en cifras
el número de bajas en el escenario de la guerra. Para 1912 Manizales, por ejemplo, era una
de las ciudades más importantes de Colombia, contaba con algo más de 35.000 habitantes,
y Bogotá la capital contaba con 121.000; Medellín con 71.000 y Cartagena con 36.000
16En su obra, William Ospina nos ha hecho reflexionar sobre la capacidad connatural de los colombianos en
su tendencia a adoptar modelos foráneos en la planeación administrativa del Estado, el gran problema radica
en su adaptación al medio cultural. Es altamente probable, para ese momento histórico referido, el suponer
que quienes mejor estaban dotados intelectualmente, eran los llamados a comandar el Estado, sobre todo si
tenemos en cuenta que para la época Colombia era un país mayoritariamente ignorante. Hoy las cosas son
diferentes, y así nos lo expresa Ospina en su Ensayo La Franja Amarilla.
17Para una aproximación de rigor a este tema es importante revisar la ley de restitución de tierras y la violencia
perpetrada en contra de quienes abogan por este derecho hoy en nuestro país.
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habitantes. Ni las guerras, repito, ni el alto índice de mortalidad impidieron la explotación
demográfica de nuestra nación, y en cada decenio antes que disminuir la población, ésta se
duplicó. El dato es muy importante para comprender el escenario social dentro del cual se
desenvolvía el país político y todas sus circunstancias. Hoy contamos con más de 50 millones
de almas, si nos aprestamos a darle crédito el resultado de las estadísticas.
La modernización, en una sociedad como la nuestra mayoritariamente rural y analfabeta,
les hablo del 80%, se concentró inicialmente, por razones obvias, en Bogotá. Allí aparece el
tranvía eléctrico, llegan los primeros automóviles, se lleva el alumbrado eléctrico, viene el
teléfono, el telégrafo y las instalaciones modernas, en alcantarillado y acueducto.
La búsqueda sin término de un gobierno realmente representativo a la luz de la democracia,
como sistema político realmente inclusivo e ideal para los intereses de las grandes masas,
no puede concebirse sin antes mirar los orígenes de sus principios filosóficos más
relevantes. En ultramar se sentaron las bases de las nuevas naciones en el mundo, y América
Latina siempre dirigió su mirada a esos modelos que trascendían lo enteramente ideal para
concretarlo en sus prácticas políticas. Pero no vayamos tan lejos para concretar sus logros.
El triunfo de los aliados contra los fascismos europeos vindicaron la necesidad imperativa
de introducir en el lenguaje de la modernidad temas como: la defensa de las
individualidades, la paz, la soberanía, el desarme y el fortalecimiento del nacionalismo. Y
fue precisamente, gracias al empoderamiento de estos principios que vimos casi de forma
simultánea, la independencia de las colonias asiáticas y africanas. Claro que este proceso
no fue del todo positivo toda vez que de este proceso emergió una nueva forma de
colonialismo que llevó a los países liberados a ser gregarios de quienes habían sido sus
benefactores. La guerra fría había divido al mundo en dos, y la injerencia de uno de ellos en
el escenario político del otro, provocaría la retaliación mutua en esa pugna por los intereses
de cada quien. El mundo se hizo más complejo y lo puso al borde del cataclismo. Pero
bueno, es de anotar que en este proceso Colombia estaba al margen, practicando una
economía proteccionista mientras la paz regresaba sobre su curso normal. Sin embargo la
guerra en nuestro interior, no era nada diferente de aquella que se peleaba por fuera de
nuestras fronteras.18
La posguerra traería una bonanza muy significativa para nuestro país, al punto que este
periodo que va de 1945 a 1954 se comparó con el lejano tiempo de la “bonanza de los
millones” de los años 20’s. El poder adquisitivo de la moneda se fortaleció y el nivel de
18La Conferencia que los "Tres Grandes", Churchill, Roosevelt y Stalin, celebraron en Yalta (Crimea - antigua
URSS) del 4 al 11 de febrero de 1945 es posiblemente uno de los hechos diplomáticos más célebres del siglo
XX. Durante la guerra fría se mantuvo la idea de que en Yalta se había producido una división del mundo entre
las potencias occidentales y la URSS. Pero eso no fue del todo cierto.
http://www.historiasiglo20.org/GLOS/yalta.htm
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consumo por habitante, según los estudiosos de nuestra historia, ascendió al 62%, y el PIB
aumentó en una tasa anual del 3.9% en el periodo referido. Dado lo anterior, no podemos
afirmar categóricamente una igualdad en el crecimiento entre clases, los pobres siempre
llevaron la peor parte, y este fenómeno hizo mucho más visible la polarización entre ambos.
El costo de vida aumentó considerablemente en los sectores populares, y el café, que
generaba las mejores divisas, lo era, pero sólo para los grandes propietarios.
El camino hacia la modernidad será enteramente traumático, sobre todo para la clase alta
y para los grandes propietarios de la tierra: el sistema económico proteccionista para la
clase trabajadora, en detrimento de los intereses de la clase alta, la reforma tributaria, las
reformas anticlericales en materia educativa y a los grandes importadores que tenían que
pagar impuestos mucho más elevados que aquellos que sólo ostentaban los pequeños
capitales, antes que aunarlos en un propósito común, los distanciaba de forma ostensible.
Así las cosas no había otra salida: la expropiación, el desplazamiento, la persecución política
y la exposición diaria a la amenaza de la ortodoxia conservadora en materia religiosa.
Finalizado su mandato, llevaba a cuestas la alianza de las masas populares que vieron
palidecer sus intereses en el gobierno de su sucesor, Eduardo Santos. Liberal moderado que
seguramente arrebataría las prerrogativas alcanzadas por las masas populares de la
Revolución en Marcha si su intención era restituir uno de los principios fundamentales de
la democracia: la igualdad. Intención ésta que las clases populares ya habían evidenciado
en el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, más que en cualquiera otra figura de la clase
política tradicional. El pueblo ve en él la continuidad de la revolución inaugurada por López
Pumarejo y se entregará a su causa para lograr el sueño de la inclusión. En su discurso se
evidencia ya el problema de la injerencia norteamericana en nuestra geografía, propende
por un país no abastecedor de materias primas, ni consumidor de manufacturados, con una
política radical en contra del intervencionismo sin complacencias ni preferencias.
Su imagen despunta en el primer evento de trascendencia nacional: la masacre en la Plaza
Central de Ciénaga Magdalena. Hace de este hecho su tribuna política y logra vindicar los
derechos violentados de los trabajadores en ese lugar ante el Congreso de la República.
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Entre 1929 y 1930 logra obtener las indemnizaciones para las familias de los masacrados,
reivindica el derecho de los trabajadores a la huelga y la libertad de los presos protagonistas
de la marcha. En su discurso se deja escuchar con cierta resonancia que “La tierra le
pertenece a quien la trabaja, no a quien en posesión de un legajo de documentos la
subutiliza o abandona y se relaciona con el trabajador como un señor feudal con los siervos
de la gleba”19. Criticó de forma vehemente la disparidad en las clases sociales y el maltrato
al obrero, fue un crítico acérrimo del Senado por cuanto allí, según él, se legislaba siempre
en beneficio de quienes ostentaban el poder en materia económica, culpando al Estado de
legislar en beneficio de quienes eran sus mejores inversores.
Su muerte en Abril de 1948 logra congregar a los dos partidos tradicionales en un propósito:
lograr la pacificación, la normalidad en el país. El momento histórico nos hace percatar de
un hecho que hasta entonces no había tenido trámite, y es el hecho de que a estas alturas
de la historia no se había podido consensuar en relación con la garantía a los derechos de
los marginales en relación con las clases altas. La represión tenía que ceder y el obrero, el
campesino y los venidos a menos, deseaban sentirse realmente representados en las altas
esferas del gobierno. La política de Unión Nacional resultó ser enteramente fallida en el
gobierno de Ospina Pérez sobre la base de los acontecimientos dados va a fortalecer
nuevamente la participación de su partido en el gobierno de forma exclusiva.20 Sin garantías
los liberales se marginan de las elecciones del 50 y sobreviene el gobierno de Laureano
Gómez, para quien “Dios delega en ciertos hombres el ejercicio del poder”.
La respuesta a su mandato fue el recrudecimiento de la violencia en el país. Uno podría
afirmar que Gaitán fue una de las causas de este periodo nefasto para nuestra historia, en
el que perecieron, según los analistas, entre 200 y 300 mil colombianos, pero no que haya
sido la única. En su administración se crearon las guerrillas en el Oriente del país y la
violencia se expandió por las ciudades dejando una estela de muertos cuyas cifras hoy
resultan ser poco creíbles. El partido opositor al gobierno ejerció violencia, así como
también el establecimiento en contra de sus opositores.
Su mandato medieval y autoritario lo podemos evidenciar en uno de sus pasajes más
reconocidos, ustedes juzgarán el peso de sus afirmaciones a la luz de nuestros días: “El
sufragio universal…contradice la naturaleza de la sociedad. El manejo del Estado es, por
antonomasia, obra de la inteligencia. Una observación elemental demuestra que la
inteligencia no está repartida en proporciones iguales, entre los sujetos de la especia
19MENDEZ, Rafael Mauricio. Hechos y Protagonistas del siglo XX. Círculo de Lectores. P.166. En Noviembre de
1949, Mariano Ospina Pérez decreta turbado el orden público y clausura el Congreso mediante el Decreto
3520.
20 Es de anotar que en su gobierno se inició la producción del hierro en Paz del Río; se constituyó la Empresa
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humana. Por este aspecto la sociedad semeja una pirámide cuyo vértice ocupa un genio…o
individuo de calidad destacadísima por sus condiciones intelectuales. Por debajo
encuéntranse quienes, con menos capacidades, son más numerosos”.
Uno podría concluir categóricamente que esta reflexión, oscurantista si se quiere por su
misma intención, generaría una reacción violenta en quienes adolecían de tales atributos,
menos aun cuando estaban observando en la plaza pública a un personaje que de alguna
forma compartía con ellos, por lo menos, un parecido en sus rasgos físicos, pero que además
interpretaba su sentir, una voz que emitía lo que ellos mismos querían comunicar, que les
incitaba a seguirlo y hacer juntos el proyecto de llevar al pueblo al poder. Laureano Gómez
abrió las puertas de su infierno y su mandato fue arrebatado por una Junta Militar que
pondría en la cabeza del ejecutivo al general Gustavo Rojas Pinilla en 1953, y que
permanecerá allí hasta 1.957.21
El régimen militar de Rojas Pinilla será el primero en la historia de la política mundial avalada
por los partidos tradicionales, que tendrá su fin por la impericia del dictador de querer crear
la tercera fuerza política estando en el poder, algo que la clase política tradicional no le
permitirá. Los aspectos los trataremos en el seminario, de momento la reflexión les queda
para ser consultada más allá de estas líneas.
Entre 1954 y 1958 la violencia se recrudecerá en el país: sobreviene el bandidaje, el robo,
la masacre, el impulso de organismos de autodefensa campesina, así como otros
movimientos violentos contra la vida. Este fenómeno social fue posible en un momento de
bonanza económica importante para el país que le permitió no sólo beneficiar a las mismas
fuerzas militares, sino también a las clases marginales en materia de recreación, eran los
tiempos de la radio, y ahora de la televisión. 22 Pero también es cierto que esta
administración tuvo que afrontar el reavivamiento de la violencia, la corrupción
administrativa a todo nivel y, por efecto de resonancia expansiva, la quiebra de sus
instituciones. En medio de este Panorama deviene el Frente Nacional.
No podemos pasar por alto la tentativa de Rojas Pinilla por inaugurar una tercera fuerza
política capaz de enfrentar a las oligarquías del país, latentes hasta el presente. Lo
imperdonable era que aquellos que habían confiado en sus manos la pacificación del
territorio vinieran ahora a querer fundar su propio partido en uso de sus facultades como
21 La idea fundamental de poner en el poder al general Rojas Pinilla no era otra muy diferente a la de apaciguar
el país; tregua política que se dará entre 1953 y 1954. Paz relativa que se muestra en la desmovilización de las
guerrillas en el Oriente colombiano y cuyos efectos se repetirán en la década de los 80´s con el exterminio de
la Unión Patriótica.
22 En su mandato se crean: el aeropuerto El Dorado, el Hospital Militar y el Centro Administrativo Nacional.
El Sena, los bancos Popular, Ganadero y Cafetero, obras de infraestructura a todo nivel y la finalización del
Ferrocarril del Atlántico. Las mujeres encontrarán en este mandato su reconocimiento en las urnas.
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administrador del Estado por encargo, algo que resultaba imperdonable por los padres de
la Patria. Esta osadía no se la iban a permitir las élites del país. Viene por ello el encuentro
entre los dos líderes de los partidos: Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo, quienes se
reúnen en España para firmar el Tratado de Benidorm, que no era otra cosa que la alianza
de los partidos para administrar el país de forma alternada. Fueron los orígenes del Frente
Nacional, el atentado más flagrante que ha sufrido el país en el corazón mismo de su
democracia. En ese lugar de la historia comenzaron a incubarse los males de mayor cuidado
para nuestra patria: la corrupción, el paramilitarismo, la democracia sin oposición, la
repartición del país en fragmentos, la exclusión.
Ese momento luctuoso de la historia se extenderá hasta 1974, año en el que finaliza la
administración de Misael Pastrana Borrero, quien deja además un país metido en un
polvorín. En su mandato se creó el M-19, como una retaliación a las elecciones fraudulentas
del 70 en donde los resultados electorales le favorecieron ampliamente, en una evidente
muestra de que nada puede ser imposible para el aparato que tan bien han montado las
oligarquías en el país, en donde nadie más cabe que los elegidos por el régimen.
El final de los 70’s corresponderá al presidente Julio César Turbay, quien comandará al
Estado hasta 1982, punto de partida de los problemas sociales más determinantes de la
Colombia moderna, y que van desde la aprobación de los diálogos de paz, hasta los
problemas de mayor trascendencia en el país como el narcotráfico, el paramilitarismo, la
corrupción, el aumento de las fuerza beligerantes en las guerrillas, el destierro, la
ocupación, el desplazamiento forzoso, hasta la entrega de armas de los movimientos
guerrilleros, la desmovilización de paramilitares, la restitución de tierras, et.
De momento eso es todo.
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