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Domínguez Assiayn - Filosofía Antiguos Mexicanos

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EEDICION DE CONTEMPORANEOS

Limitada a J 00 Ejemplares Numerados


en Papel F abriano

EL BARCO FILOSOFIA DE LOS


ANTIGUOS MEXICANOS
Por Carlos Díaz Dufóo, Hijo

Dos graves obstácul()s se presentan al que inten-


ta profundizar el estudio de la fi!osofía de los
antiguos mexicanos: la falta de tradición escrita y el
2 Dibujos al Offset de Carlos Obregón Santacilia
implacable hermeticismo de los indígenas, que siste-
máticamente se rehusaron a revelar la parte esotéri-
ca de sus cultos. la existencia de una importantísi-
ma doctrina esotérica se comprueba con la dura dis-
ciplina y larga enseñanza que se impartía en los
$ 3 . OO <D 11 s. 1. 5 O> e 1 E j e m pI a r seminarios llamados Calmecac, cuyos severos estatu-
tos castigaban frecuentemente con la muerte las in-
fracciones. "Es cosa muy averiguada, decía Sahagún,

(Extracto del capítulo VII de la obra eu preparación, "La civi-


lización de los Antiguos Mexicanos".)

Pedidos a CONTEMPORANEOS -- Apartado J8 J J


(209)

México, D. F.
Filolloffa de 1011 Antiguos Mezicanoll
Salrlador Domínguez Alllliayn

que en la cueva, bosque y arcabuco donde el día de


tinuidad del pensamiento méxica. Como el único re-
hoy este maldito adversario (el demonio) se esconde,
fugio de la filosofía era la oratoria, hubo de caer en
son los cantares y salmos que tienen compuestos los
naturales, y se le cantan sin p o d e r s e e n ten d e r
el olvido, puesto que la oratoria no pOdía seguir sien-
do difundida en el hostil ambiente cristiano impuesto
lo que en ellos se trata, más de por aquellos que son
por los conquistadores. Dispersa y diezmada la raza,
naturales yac o s t u I!l b r a d o s (iniciados) a este
lenguaj~, de manera que se canta todo lo que él quie- muertos o anulados por la esclavitud sus directores
intelectuales, los hijos de los conquistados queda-
re, sea guerra o paz, sea loor suyo o contumelia a
ron desconectados de su pasado, pudiendo sólo con
Cristo, sin que de 1o d e m á s se pueda entender co-
servar en el fondo de las montañas, residuos de su-
sa alguna." La severa abstinencia de la vida monacal
persticiones y liturgia-aspectos ésotéricos y pura-
del mexicano, la infranqueable reserva que guarda.
mente espectaculares--de ritos cuyo sentido oculto
ron sobre ello aún después de la conquista los mismos
sólo poseían los iniciados. Verdad es que otra parte
conversos, evidencian que la liturgia náhuatl tenía
capitalí;ima del pensamiento mexicano estaba con-
un sentido oculto que hasta ahora no ha sido des-
cubierto. signada en monumentos y códices, pero en sU gran
mayoría, los primeros fueron destruídos, aprovecha~­
Desde el punto de vista de la investigación, pue-
do sus sillares para la construcción de templos CrIS-
de considerarse como una desgracia el que la con-
tianos, y los últimos, incinerados por el fanatismo
quista no se haya retrasado, por lo menos, un siglo,
iconoclasta de Zumárraga y sus émulos. Por último,
tiempo que quizás hubiera bastado para que el mexi-
los que poseían la clave de los códices, los únicos que
cano hallara el alfabeto, hallazgo que estuvo a punto
pudieran leerlos con acierto, habían enmudecido por
de realizar, según se explicó en el capítulo precedente.
la muerte, por la esclavitud, .por sus juramentos y
La ausencia de ese método de retención de la pala-
por temor a los castigos que la violación del secreto
bra no sólo es causa de la ignorancia que sobre la
les hubiera traído.
antigua filosofía padecemos, sino que explica la in-
negable diferencia que se observa entre los indígenas En realidad, poco sabemos de la ideología pre-
precortesianos y los postcortesianos, ya que éstos cortesiana, la cual casi sólo podemos estudiar a tra-
ideológicamente quedaron desvinculados de aquéllos vés de la última etapa de la vida azteca, que en algu-
por falta -de tradición escrita que estableciera la con- nos aspectos puede ser considerada como síntesis y
selección de los elementos de las civilizaciones ante~

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Sa/oador Domínguez A8Iiayn
Filo,ojía de 101 Antiguo, Mexicanos

ricires, pero que en otros impide una visión clara de tir amor ni confianza por las imágenes santas de sus
ellas, porque ya en los últimos años se advertía el verdugos. No podía consentir en que un dios blanco
y barbado, tan parecido a los encomenderos, o en
olvido y el relajamiento de los primitivos ritos. Ade-
que un San Juan rubio y hermoso, tan parecido al
más, el deseo del misionero de borrar lo más rápida-
mente posible la vieja religión, fue causa de que se cruel Pedro de Alvarado, pudieran ser paternales pa-
hiciera una mezcla indiscernible de ritos mexicanos ra con ellos. Era. pues, indispensa'ble una imagen
y católicos, por virtud de que, cuando se estimaba etnográficamente identificada c~n la raza morena: El
códice de los marqueses del Valle ponía esa necesIdad
difícil combatir los sentimientos religiosos íntimos
de los conquistados, se conformaban con orientar ha- de manifiesto. En él aparece la efigie de la Virgen
con el niño, pintada por primera veZ por los conquis-
cia el catolicismo los cultos externos.
tados. Se ve la dificultad con que ese "as" de los
Es imposible negar la habilidad de los misioneros
~ra aprovechar y encauzar hacia el catolicismo las
iconógrafos indígenas del cristianismo concibe que
mismas tendencias religiosas del indio, como es im- la Virgen lleve al niño en los brazos y no en la espal-
posible desconocer el ingenio de éste para perseverar da. La virgen que surgió de su pincel tuvo que ser
en su culto ~ncestral, aprovechando las prácticas y una virgen india. La i~posibilidad de imponer al ven-
los templos mismos de sus catequizadores. Dos ejem- cido el cielo de los conquistadores, era evidente. En-
plos pueden ilustrar ambos puntos. tonces, sobre las ruinas del teocalli del Tepeyac, sur'
Uno de los sitios que mayor culto merecía a los gió la Guadalupana. Los indios la amaron, porque
mexicanos, aun después de que fuera demolido por la sintieron madre, i nonantzin!; porque, al fin, en el
los vencedores el teocalli que en él se levantaba, es- cielo de los vencedores había ya una patrona para los
taba en la estribación terminal de la pequeña sierra derrotados, una virgen toda ternura, que podría en-
de Guadalupe. Era tanto el prestigio de aquel ado- tenderles en su dulce idioma y sabría sentirlos como
ratorio, que aél concurrían no sólo los comarcanos sus hijos, pues era de su misma raza. ,La genial ha-
. sino aun los. indios' guatemaltecos, tan estrechament; bilidad de los cristianos logró, más allá de sus previ-
vinculados siempre a la tradición mexicana. Como siones, el efecto que buscaba. Ahora, como antaño,
en Calpulalpan, Cholula, etc., la Iglesia aprovechó la
la colina del Tepeyac hace acudir no sólo a los co-
circunstancia, tornando en cuenta uti. factor esencia·
marcan~s. sino a los hijos de los viejos peregrinos
lísimo. Hasta entonces el indio no había podido sen-

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Filosa/fa de 101 Antiguo, Mezi~ono,
Salvador Domínguez Auiayn

guatemaltecos, que han erigido, en su patria, un de la segunda no debe de dispensar del estudio de la
santuario a esa imagen.
primera.
El otro ejemplo, uno de los mil que podrían citar- El antiguo mexicano era esencialmente monista,
se, refiérese a Huexotla, sitio del cual hablaremos y, como todos los pueblos primitivos, esencialmente
después con mayores detalles. El conquistador hizo causalista. Aun futilezas y banalidades las atribuía
que el vencido cOIUitruyera un templo bajo sus órde- a los dioses, pero explicaba a éstos por una Causa
nes. La idea fue prontamente realizada, porque los Unica, de la cual todas las demás no eran más que
constructores trabajaron con un entusiasmo que por manifestaciones. Esa causa ~'única", "irrepresenta-
lo pronto halagó, pero que después habría de des- ble", "inconcebible", "impalpable:', "omnipresente",
concertar a los sacerdotes. En efecto, concluída la contenía la dualidad, mas no era la dualidad. Esta,
iglesia, los indios espontáneamente concurrían a ella, para el mexicano, merecía un concepto completamen-
manifestando señalado fervor por uno de los altares. te distinto del de otros pueblos, puesto que no signi-
Nada, empero, había que hiciera sospechar que esa ficaba la existencia de dos principios antagónicos, ya
devoción no estuviera dentro del catolicismo más sin- que no admitía más que una sola causa. De buscarse
cero, pues no había, como se descubrió en otros tem- alguna semejanza para esa idea, apenas si podría ha-
plos, ídolos escondidos en los altares. A la larga se llarse, vagamente, en el pitagorismo.
llegó a descubrir que lo que tan fervorosamente ve.. El Dios Causa era para ellos Ometeuhtli, literal-
neraban los indios era el signo Nahui ~Uin (cuatro mente: el Señor 2. El Señor Dos era único, pero con-
movimientos), cuyas cuatro aspas ofrecían, a prime- tenía potencialmente la paridad, pues que era re-
ra vista, el mismo aspecto que el símbolo máximo productor de sí mismo. Frecuentemente, la estética
del cristiano. Los ingeniosos alarifes indígenas ha- monótona de las academias se ha alarmado ante la
bían grabado en el remate del altar su signo cos- fealdad de los ídolos aztecas. Nada, sin emLargo, es
mogónico, estilizándolo en forma de cruz, para apro- más justificado que esa fealdad. El cincel indígena
vechar, así, para sus dioses, el altar de los dioses ven- ~ra capaz de la reproducción del natural dentro del
cedores.
servilismo realista y fatigoso de la estatuaria heléni-
Se ha dicho que en los pueblos primitivos la filo . ca. Para comprobarlo basta observar la perfecta ca-
sofía se identifica con la teología, pero, aunque se beza de caballero-tigre que existe en el Museo. Pero-
abunde en esa opinión, posiblemente la descripción el azteca no cayó jamás en la sacrílega audacia de

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Filosofia de 10$ Antiguos Mezicano$
Salllador Dom fnguez Auiayn

querer representar fisonómicamente a sus dioses y,


sobre todo, a Dios. Para significar que el hombre no que lo llamaran Huehueteotl, el dios más viejo, "el
era capaz de comprender a Dios, que Dios era i n v i _ abuelo de todos los dioses". Mas Huehueteotl no era
s u a l iza b 1e , no le ponían rostro. Lo ocultaban limitación del infinito Ometeuhtli: le era inherente.
tras una máscara o tras un cetro, llamado tlachitloni, Por más que aplicaran diversos nombres para expre-
"que quiere decir miradero o mirador, porque con él sar su idea, afirmaron categóricaElente la existencia
ocultaba la cara y miraba por el agujero de en medio de una causa única, cuyo nombre más completo era
de la chapa de oro". Frecuentemente, la faz queda- y o~lliehecatlosteestezcaltlipoca. Contenía el sol, pero
ba tras de un signo sin ningún punto de contacto con no lo era, pues que el sol no es invisible, ni incorpó-
el rostro humano, dando a entender que la audacia reo, ni todopoderoso, ya que, convertido en T zonté-
del arte y del pensamiento deben detenerse ante un moc (crepúsculo vespertino: dios que cae), va a
mero aspecto que esconde a la divinidad inconocida alumbrar el reino de los muertos, vencido por Quet-
e incognoscible. Nada, pues, tiene de extraño que en zalcohuatl, la estrella de la tarde.
una iconografía puramente simbolista y absoluta- Ometeuhtli está fuera de la tierra, pero la gobier-
mente irrepresentativa se huyera del fotográfico ser- na. Es omnividente: "penetra lo mismo el corazón
vilismo de la estatuaria antropomórfica. del hombre que las piedras"; omnisapiente: "sabe de
Así, pues, el Señor Dos pudo engendrarse a sí
anteman~ lo que va a suceder, como lo que ha suce-
mismo. En la alta teogonía náhuatl, Ometeuhtli no dido" A veces es llamado T ezcatlipoca, que servil-
era un hombre, sino un principio astronómico, físico
ment~ ha sido traducido como "espejo que humea".
y espiritual. Ellos admitían la inmortalidad de la
Significa "espejo humo", vapor, es decir, espejo ce-
energía y de la materia, reconociendo la contempo- leste, en el cual, ineludiblemente, se reflejan nuestros
raneidad de ambas. El calor es energía, pero para actos, para significar que nadá puede pasarle inad-
vertido.
que lo sea necesita de la materia. Adoraban, pues, al
Fuego, pero no el fuego del hogar o el producido por Desdoblado Ometeuhtli en cuatro dioses, astro-
la frotación de dos leños secos, descubrimiento que nómicos sexualmente diferenciados ya, hizo la Tie-
conmemoraban también, sino !'tI Fuego tal como se rra ("a~uello sobre lo cual caminamos"), que fue
concebía el Calórico en la antigua física. El calor era poblada por los subdioses, mediante la unión del fue-
la primera manifestación de todo lo existente. De ahí go con la tierra y del fuego con el agua, audace~ c~~·
ceptos según los cuales la vida surge de la aSOClaClon

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Filo,o/fa de 101 Antiguo. Mezicanos SalrJador Domfnguez Auiayn

de la energía y la materia. El Cipactli era el principio. la Antigüedad. Pero creían que un signo adverso
Tenía cierta forma de pez, para significar que la vida puede ser neutralizado y dominado por el ejercicio de
había empezado en el océano. la bondad del individuo, tanto como un signo favo-
No creían en el pecado original, ni en que el hom- rable puede ser ineficaz si no se practica la virtud.
bre naciera con tara alguna, generalmente hablando. Afirmaban que, en términos generales, los hombres
Profesa~ un magnífico concepto del libre albedrío, se hallan igualmente capacitados aun para las más
admitiendo con una lógica salvedad que el hombre señaladas empresas. Esto lo demuestra el siguiente
es libre, pero el ejercicio de su voluntad está limitado discurso:
y condicionado por el temperamento con que nace. "Nota bien tú, que presumes de hombre, que
Parece que el reconocimiento de esta limitación del aquel o aquellos que fueron ilustres, grandes y fa-
albedrío constituía un principio esotérico, ya que~l mosos por sus obras, s o n c o m o t ú y n o d e O t r o
no iniciado se le hacía creer que era completamente metal u otra materia que tú: son tus herma-
libre en sus actos. "Por tu propia libertad y albedrío nos mayores o menor~s. Su corazón es como el tuyo,
--dedale el sacerdote-te ensuciaste y amancillas- su sangre es como la tuya, sus huesos como los tu-
te. ". Inculcaban esta convicción para évitar que el yos, su carne como la tuya. El mismo Dios que te
fatalismo hiciera perder al hombre la noción de la puso a ti el espíritu con que vives y el cuerpo que
responsabilidad. En cambio, cuando el sacerdote se tienes, dio aquel espíritu y cuerpo e n que viven."
dirigía a Dios, le decía: "hablo en presencia de V ues- La alocución anterior enseña también la profun-
tra Majestad, que sabe todas las cosas, y sabe, tam- da distinción que siempre hicieron entre el espíritu
bién, que este hombre no pecó con libertad entera con que se vive y el cuerpo e n que se vive.
de libre albedrío, porque fue inclinado por la condi- Creían que el hombre nacía para el bien y que
ción natural del signo con que nació". era bueno y puro por naturaleza. Así decía el padre
Si deben ser considerados como fatalistas, su fa- al hijo: "cuando fuiste criado y e n v i a d o a este
talismo era menor que el de los cristianos, quienes mundo (parece que, tal como creían en ultratumba,
creen que el destino del individuo es un designio de creían en lo que podría llamarse pre-cuna), 1i m p i o
la Providencia. El fatalismo mexicano admitía la y b u e n o fui s t e c r i a d o yen v i a do.. Y tu
propensión. Devotos de la astrología, creían en la in- padre y madre Quetzalcoatl te formó como una pie-
fluencia de los signos zodiacales, a semejanza de toda dra preciosa y como una cuenta de oro de mucho

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Filosofía de los A ntiguos Mexicanos Sal~ador Domínguez Assiayn

valor, y cuando naciste eras como una piedra llamado Mizcoatl (la Vía Láctea: mitz, leche; coatl,
rica y como una joya de oro muy resplandeciente y serpiente), y tenían su imagen y estatua, y tenían
pulida". otro dios invisible y sin imagen, llamado Iooehecatl,
Según ellos, el mundo había sido hecho para de- que quiere decir dios invisible e impalpable, favore-
leite de Dios, creyendo que dejaría de existir "el día cedor y amparador todopoderoso, por cuya virtud to-
en que la tierra estuviere harta de producir más cria- dos viven, el cual sólo por su saber rige y hace su
turas". voluntad en todas las cosas."
Aceptaban la inmortalidad de todo lo existente Con todo énfasis puede afirmarse que no practi-
(materia, energía, alma), excepto de la forma. Creían caban la zoolatría. Así como los cristianos jamás han
en la sobrevivencia del alma y lo expresaban tan ca- rendido culto a la paloma o al cordero, por más que
tegóricamente, que resulta difícil concebir cómo, sin aprovechen sus figuras para repres~tar el Espíritu
aducir pruebas, se atrevió a negarlo el señor Chave- Santo o el Agnus Dei, los aztecas no rindieron jamás
ro, quien, discípulo del positivismo entonces en boga,· culto a la serpiente o al águila, por más que tomaron
se esforzaba en acomodar los hechos de manera que sus figuras para expresar ideas sobre el infinito o el
fuera posible creer que el positivismo es el sistema valor. Por el contrario, la serpiente, como ofidio,
filosófico más natural y espontáneamente buscado. como tipo zoológico, les merecía menosprecio, según
El sacerdote decía: "Allí (ultratumba) te será dado explicamos al hablar del alfabeto.
lo que mereciste en este mundo, según la justicia di- Es indudable que el progreso determinó un rela-
vina, y lo que demandaste con tus obras de pobreza, jamiento de las costumbres y un olvido de los anti-
miseria y enfermedad. De diversas maneras serás guos preceptos que privaban en las épocas de la pe-
atormentado y afligido en todo extremo, y estarás regrinación, cuando la necesidad de un gran orden
zambullido en un lago (infierno lógico de un pueblo colectivo determinó una moral disciplinaria y auste-
lacustre) de tormentos y de miserias intolerables." ramente ascética. El panteón náhuatl (Teotihuacán:
Creían en una especie de metempsicosis, según la lugar de dioses) era poco poblado al principio. Aún
cual, el h~mbre que muere por su deber, no queda en los últimos tiempos, los versados en su religión,
incomunicado de sus deudos, a los cuales puede vol- no consideraban a Huitzilopochtli, Paynal, etc., co-
ver a ver encarnando en un ave (colibrí). mo dioses, sino como hombres cuyas virtudes los ha-
"Los chichimecas no tenían más que un solo Dios, bían hecho acreedores a la santificación. Los ritos

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Filosofía de los Antiguos Mexicanos
Salvador Domínguez Assiayn

sangrientos no pertenecieron al culto primitivo. Ade-


mediante el arrepentimiento y el firme propósito de
más, siempre conservaron la idea de que el Dios Su-
enmienda, en la severa religión mexicana la rei~ci­
premo es amantísimo, de manera que no inmolaban
dencia era inabsolvible. La confesión sólo era poSible
por él víctimas humanas, sino codornices. Los sacri.-
y eficaz por una vez. Quien la hacía, desde ese ~o­
ficios cruentos eran para los guerreros divinizados,
mento no podía pecar ya, pues sus culpas no podlan
a quienes el olor de la sangre era grato. En capítulos
ser nuevamente borradas. La malicia humana, para
posteriores explicaremos la influencia que la Magia
sortear el escollo, originó que cada individuo procu·
Negra mexicana tuvo en ello. A este respecto, debe
rara retardar la confesión, es decir,' el compromiso de
recordarse la magnífica respuesta de Moctezuma a
ser definitivamente bueno, el mayor tiempo posible.
Cortés, citada por el excelso Clavijero en la mejor de
sus disertaciones: "Nosotros tenemos el derecho de Con demasiada ligereza se ha acusado al mexica-
quitar la vida a nuestros enemigos: podemos matar- no de idólatra y de politeísta, cuando en puridad no
fue ni lo uno ni lo otro. No era idólatra en tanto que
los en el calor de la acción, tal como hacéis con los
no creía que la divinidad residiera en una piedra .es-
nuestros: ey por qué no podremos reservarlos para
honrar con su muerte a nuestros dioses~" culpida, piedra que ni siquiera la representaba, smo
la simbolizaba, si bien las clases populares, a seme-
Persuadidos de que la misión natural del hombre
janza de lo que acontece en el catolicismo, tendieran
es el bien, ~ue la influencia del signo es modificable,
a confundir lo simbolizado con el símbolo, veneran-
que la limitación que impone el temperamento al
do a éste por aquél. Tampoco la religión pura del
ejercicio del albedrío no es lo bastante estrecha para
mexicano era politeísta, ya que ni siquiera admitía
irresponsabilizarlo, sintieron esa "necesidad de ex-
dos principios en pugna, creando el insoluble con-
piación" que tanto sirviera a Cherbury, al hallarla en
flicto de un diablo limitando a un dios. A veces pa-
todos los pueblos, para encontrar a Dios. Fue esa
rece deducirse de sus observaciones el atrevido y cer-
necesidad la que los indujo a establecér la confesión
auricular, común y anterior en muchas civilizaciones tísimo concepto, que resolvería el gran problema de
todas las religiones, de que el mal no existe, sino so-
a la instituída con posterioridad a Cristo por la Igle-
lamente el alejamiento del bien como consecuencia
sia, de la cual difería en un punto esencialísimo, por-
del ejerci~io del libre albedrío del hombre. .
que, en tanto que en el catolicismo las sucesivas con-
Con notoria injusticia se les imputa que dlera~
fesiones limpian el alma cuantas veces se practican,
dioses tutelares a los vicios. Esos dioses eran preCl'

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J
Salvador Domfnguez Auiayn
Filosofía de los Antiguos Mexicanos

. nos amarillas-feminidad). Creían que el hombre


samente lo contrario de lo que se supone. El sacerdo·
posee cuerpo (tonacaiutltomio: "nuestra carne Y
te decía: "Has ofendido a Dips emborrachándote:
nuestros huesos") y alma (teyolía); que posee libre
conviene satisfacer al dios del vino, llamado T otochi ...
albedrío (tlanequíliztli); que sus actos lo hacen
Los diferentes estados de ánimo por que cruza el
acreedor a premios o castigos ultramundanos; que la
ebrio, con mengua de su libre albedrío, los llevaron
expi~ción es posible por una sola vez, y que la vir~
a suponer que durante el lapso en que por obra de la
tud (cualtihuani) es la misión natural de la vida hu-
embriaguez el cuerpo de un hombre parece substraí-
do al pleno dominio de la razón de su dueño, se apo- mana, hecha para deleite de Dios.
deraban de ese cuerpo diversos espíritus, no todos
los cuales eran merecedores del desprecio, ya que los Salvador DOMINGUEZ ASSIA YN
primeros grados de la borrachera inducen a quien la
sufre, a la amabilidad, a la dadivosidad, a la ternura,
al heroísmo, etc. Precisamente por ello era a esas di~
vinidades a quienes el ebrio tenía que desagraviar por
sus excesos. El olimpo mexicano no tuvo, en reali-
dad, ni bacos ni venus. Por el contrario, como se dirá
al tratarse de su legislación, las sanciones estableci-
das para tales excesos eran crudelísimas. Los dioses
de la embriaguez y del amor, en vez de significar los
vicios, significaban las virtudes opuestas a esos vi-
cios, tal como en el catolicismo las devociones de San
José y San Luis Gonzaga son las señaladas para los
inabstinentes.
En resumen, creían en un dios invisible (ahue-
Iíttoc). impalpable. que está en todas partes, incor-
póreo, único, que contiene en sí mismo el hombre y
la mujer (por lo cual lo representaban, en los códi-
ces, de color natural-masculinidad-, con las ma-

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