Domínguez Assiayn - Filosofía Antiguos Mexicanos
Domínguez Assiayn - Filosofía Antiguos Mexicanos
Domínguez Assiayn - Filosofía Antiguos Mexicanos
México, D. F.
Filolloffa de 1011 Antiguos Mezicanoll
Salrlador Domínguez Alllliayn
(210)
(211)
Sa/oador Domínguez A8Iiayn
Filo,ojía de 101 Antiguo, Mexicanos
ricires, pero que en otros impide una visión clara de tir amor ni confianza por las imágenes santas de sus
ellas, porque ya en los últimos años se advertía el verdugos. No podía consentir en que un dios blanco
y barbado, tan parecido a los encomenderos, o en
olvido y el relajamiento de los primitivos ritos. Ade-
que un San Juan rubio y hermoso, tan parecido al
más, el deseo del misionero de borrar lo más rápida-
mente posible la vieja religión, fue causa de que se cruel Pedro de Alvarado, pudieran ser paternales pa-
hiciera una mezcla indiscernible de ritos mexicanos ra con ellos. Era. pues, indispensa'ble una imagen
y católicos, por virtud de que, cuando se estimaba etnográficamente identificada c~n la raza morena: El
códice de los marqueses del Valle ponía esa necesIdad
difícil combatir los sentimientos religiosos íntimos
de los conquistados, se conformaban con orientar ha- de manifiesto. En él aparece la efigie de la Virgen
con el niño, pintada por primera veZ por los conquis-
cia el catolicismo los cultos externos.
tados. Se ve la dificultad con que ese "as" de los
Es imposible negar la habilidad de los misioneros
~ra aprovechar y encauzar hacia el catolicismo las
iconógrafos indígenas del cristianismo concibe que
mismas tendencias religiosas del indio, como es im- la Virgen lleve al niño en los brazos y no en la espal-
posible desconocer el ingenio de éste para perseverar da. La virgen que surgió de su pincel tuvo que ser
en su culto ~ncestral, aprovechando las prácticas y una virgen india. La i~posibilidad de imponer al ven-
los templos mismos de sus catequizadores. Dos ejem- cido el cielo de los conquistadores, era evidente. En-
plos pueden ilustrar ambos puntos. tonces, sobre las ruinas del teocalli del Tepeyac, sur'
Uno de los sitios que mayor culto merecía a los gió la Guadalupana. Los indios la amaron, porque
mexicanos, aun después de que fuera demolido por la sintieron madre, i nonantzin!; porque, al fin, en el
los vencedores el teocalli que en él se levantaba, es- cielo de los vencedores había ya una patrona para los
taba en la estribación terminal de la pequeña sierra derrotados, una virgen toda ternura, que podría en-
de Guadalupe. Era tanto el prestigio de aquel ado- tenderles en su dulce idioma y sabría sentirlos como
ratorio, que aél concurrían no sólo los comarcanos sus hijos, pues era de su misma raza. ,La genial ha-
. sino aun los. indios' guatemaltecos, tan estrechament; bilidad de los cristianos logró, más allá de sus previ-
vinculados siempre a la tradición mexicana. Como siones, el efecto que buscaba. Ahora, como antaño,
en Calpulalpan, Cholula, etc., la Iglesia aprovechó la
la colina del Tepeyac hace acudir no sólo a los co-
circunstancia, tornando en cuenta uti. factor esencia·
marcan~s. sino a los hijos de los viejos peregrinos
lísimo. Hasta entonces el indio no había podido sen-
(213)
(212)
Filosa/fa de 101 Antiguo, Mezi~ono,
Salvador Domínguez Auiayn
guatemaltecos, que han erigido, en su patria, un de la segunda no debe de dispensar del estudio de la
santuario a esa imagen.
primera.
El otro ejemplo, uno de los mil que podrían citar- El antiguo mexicano era esencialmente monista,
se, refiérese a Huexotla, sitio del cual hablaremos y, como todos los pueblos primitivos, esencialmente
después con mayores detalles. El conquistador hizo causalista. Aun futilezas y banalidades las atribuía
que el vencido cOIUitruyera un templo bajo sus órde- a los dioses, pero explicaba a éstos por una Causa
nes. La idea fue prontamente realizada, porque los Unica, de la cual todas las demás no eran más que
constructores trabajaron con un entusiasmo que por manifestaciones. Esa causa ~'única", "irrepresenta-
lo pronto halagó, pero que después habría de des- ble", "inconcebible", "impalpable:', "omnipresente",
concertar a los sacerdotes. En efecto, concluída la contenía la dualidad, mas no era la dualidad. Esta,
iglesia, los indios espontáneamente concurrían a ella, para el mexicano, merecía un concepto completamen-
manifestando señalado fervor por uno de los altares. te distinto del de otros pueblos, puesto que no signi-
Nada, empero, había que hiciera sospechar que esa ficaba la existencia de dos principios antagónicos, ya
devoción no estuviera dentro del catolicismo más sin- que no admitía más que una sola causa. De buscarse
cero, pues no había, como se descubrió en otros tem- alguna semejanza para esa idea, apenas si podría ha-
plos, ídolos escondidos en los altares. A la larga se llarse, vagamente, en el pitagorismo.
llegó a descubrir que lo que tan fervorosamente ve.. El Dios Causa era para ellos Ometeuhtli, literal-
neraban los indios era el signo Nahui ~Uin (cuatro mente: el Señor 2. El Señor Dos era único, pero con-
movimientos), cuyas cuatro aspas ofrecían, a prime- tenía potencialmente la paridad, pues que era re-
ra vista, el mismo aspecto que el símbolo máximo productor de sí mismo. Frecuentemente, la estética
del cristiano. Los ingeniosos alarifes indígenas ha- monótona de las academias se ha alarmado ante la
bían grabado en el remate del altar su signo cos- fealdad de los ídolos aztecas. Nada, sin emLargo, es
mogónico, estilizándolo en forma de cruz, para apro- más justificado que esa fealdad. El cincel indígena
vechar, así, para sus dioses, el altar de los dioses ven- ~ra capaz de la reproducción del natural dentro del
cedores.
servilismo realista y fatigoso de la estatuaria heléni-
Se ha dicho que en los pueblos primitivos la filo . ca. Para comprobarlo basta observar la perfecta ca-
sofía se identifica con la teología, pero, aunque se beza de caballero-tigre que existe en el Museo. Pero-
abunde en esa opinión, posiblemente la descripción el azteca no cayó jamás en la sacrílega audacia de
(214) (215)
Filosofia de 10$ Antiguos Mezicano$
Salllador Dom fnguez Auiayn
(216)
(217)
Filo,o/fa de 101 Antiguo. Mezicanos SalrJador Domfnguez Auiayn
de la energía y la materia. El Cipactli era el principio. la Antigüedad. Pero creían que un signo adverso
Tenía cierta forma de pez, para significar que la vida puede ser neutralizado y dominado por el ejercicio de
había empezado en el océano. la bondad del individuo, tanto como un signo favo-
No creían en el pecado original, ni en que el hom- rable puede ser ineficaz si no se practica la virtud.
bre naciera con tara alguna, generalmente hablando. Afirmaban que, en términos generales, los hombres
Profesa~ un magnífico concepto del libre albedrío, se hallan igualmente capacitados aun para las más
admitiendo con una lógica salvedad que el hombre señaladas empresas. Esto lo demuestra el siguiente
es libre, pero el ejercicio de su voluntad está limitado discurso:
y condicionado por el temperamento con que nace. "Nota bien tú, que presumes de hombre, que
Parece que el reconocimiento de esta limitación del aquel o aquellos que fueron ilustres, grandes y fa-
albedrío constituía un principio esotérico, ya que~l mosos por sus obras, s o n c o m o t ú y n o d e O t r o
no iniciado se le hacía creer que era completamente metal u otra materia que tú: son tus herma-
libre en sus actos. "Por tu propia libertad y albedrío nos mayores o menor~s. Su corazón es como el tuyo,
--dedale el sacerdote-te ensuciaste y amancillas- su sangre es como la tuya, sus huesos como los tu-
te. ". Inculcaban esta convicción para évitar que el yos, su carne como la tuya. El mismo Dios que te
fatalismo hiciera perder al hombre la noción de la puso a ti el espíritu con que vives y el cuerpo que
responsabilidad. En cambio, cuando el sacerdote se tienes, dio aquel espíritu y cuerpo e n que viven."
dirigía a Dios, le decía: "hablo en presencia de V ues- La alocución anterior enseña también la profun-
tra Majestad, que sabe todas las cosas, y sabe, tam- da distinción que siempre hicieron entre el espíritu
bién, que este hombre no pecó con libertad entera con que se vive y el cuerpo e n que se vive.
de libre albedrío, porque fue inclinado por la condi- Creían que el hombre nacía para el bien y que
ción natural del signo con que nació". era bueno y puro por naturaleza. Así decía el padre
Si deben ser considerados como fatalistas, su fa- al hijo: "cuando fuiste criado y e n v i a d o a este
talismo era menor que el de los cristianos, quienes mundo (parece que, tal como creían en ultratumba,
creen que el destino del individuo es un designio de creían en lo que podría llamarse pre-cuna), 1i m p i o
la Providencia. El fatalismo mexicano admitía la y b u e n o fui s t e c r i a d o yen v i a do.. Y tu
propensión. Devotos de la astrología, creían en la in- padre y madre Quetzalcoatl te formó como una pie-
fluencia de los signos zodiacales, a semejanza de toda dra preciosa y como una cuenta de oro de mucho
(218)
(219)
Filosofía de los A ntiguos Mexicanos Sal~ador Domínguez Assiayn
valor, y cuando naciste eras como una piedra llamado Mizcoatl (la Vía Láctea: mitz, leche; coatl,
rica y como una joya de oro muy resplandeciente y serpiente), y tenían su imagen y estatua, y tenían
pulida". otro dios invisible y sin imagen, llamado Iooehecatl,
Según ellos, el mundo había sido hecho para de- que quiere decir dios invisible e impalpable, favore-
leite de Dios, creyendo que dejaría de existir "el día cedor y amparador todopoderoso, por cuya virtud to-
en que la tierra estuviere harta de producir más cria- dos viven, el cual sólo por su saber rige y hace su
turas". voluntad en todas las cosas."
Aceptaban la inmortalidad de todo lo existente Con todo énfasis puede afirmarse que no practi-
(materia, energía, alma), excepto de la forma. Creían caban la zoolatría. Así como los cristianos jamás han
en la sobrevivencia del alma y lo expresaban tan ca- rendido culto a la paloma o al cordero, por más que
tegóricamente, que resulta difícil concebir cómo, sin aprovechen sus figuras para repres~tar el Espíritu
aducir pruebas, se atrevió a negarlo el señor Chave- Santo o el Agnus Dei, los aztecas no rindieron jamás
ro, quien, discípulo del positivismo entonces en boga,· culto a la serpiente o al águila, por más que tomaron
se esforzaba en acomodar los hechos de manera que sus figuras para expresar ideas sobre el infinito o el
fuera posible creer que el positivismo es el sistema valor. Por el contrario, la serpiente, como ofidio,
filosófico más natural y espontáneamente buscado. como tipo zoológico, les merecía menosprecio, según
El sacerdote decía: "Allí (ultratumba) te será dado explicamos al hablar del alfabeto.
lo que mereciste en este mundo, según la justicia di- Es indudable que el progreso determinó un rela-
vina, y lo que demandaste con tus obras de pobreza, jamiento de las costumbres y un olvido de los anti-
miseria y enfermedad. De diversas maneras serás guos preceptos que privaban en las épocas de la pe-
atormentado y afligido en todo extremo, y estarás regrinación, cuando la necesidad de un gran orden
zambullido en un lago (infierno lógico de un pueblo colectivo determinó una moral disciplinaria y auste-
lacustre) de tormentos y de miserias intolerables." ramente ascética. El panteón náhuatl (Teotihuacán:
Creían en una especie de metempsicosis, según la lugar de dioses) era poco poblado al principio. Aún
cual, el h~mbre que muere por su deber, no queda en los últimos tiempos, los versados en su religión,
incomunicado de sus deudos, a los cuales puede vol- no consideraban a Huitzilopochtli, Paynal, etc., co-
ver a ver encarnando en un ave (colibrí). mo dioses, sino como hombres cuyas virtudes los ha-
"Los chichimecas no tenían más que un solo Dios, bían hecho acreedores a la santificación. Los ritos
(220) (221)
Filosofía de los Antiguos Mexicanos
Salvador Domínguez Assiayn
(222)
(223)
¡
J
Salvador Domfnguez Auiayn
Filosofía de los Antiguos Mexicanos
(226)
(224)