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Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP is collaborating with JSTOR to
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Marcelo Coddou
Drew University
lidad a que habian sido Ilevadas. Cuando mas, sostenfan que la re-
construcci6n del devenir hist6rico quedaba en manos de un azaroso po-
der sobrenatural o magico5.
Lo que aquf queremos sugerir es que con las novelas de Isabel
Allende sucede precisamente algo muy distinto. Lo primero que llama
la atenci6n -lo mas obvio, dinra-, es el contraste entre una recepci6n
masiva de sus obras, que agota una edici6n tras otra, en cifras sin pa-
rang6n en la historia de la literatura escrita por mujeres en Hispano-
am6rica, apoyada por una critica de peri6dico abrumadoramente posi-
tiva, y la actitud mas bien renuente de la critica especializada de los
acad6micos, que muestra severas reservas6. Salvo excepciones Peter
Earle, Alexander Coleman, Juan Manuel Marcos, Mario Rojas-, se le
sefialan a Isabel Allende una serie de limitaciones, cuando no se le pi-
de, francamente, que escriba la novela que al cnitico le gustanfa leer...
La mas frecuente de las observaciones es, claro, la de su indiscutible
cercania a Garcia Marquez. 0 sea, aqu6llo que justamente le ha signi-
ficado su mayor acogida. Cuando asi se procede, se comete el grave
error de no saber apreciar que Isabel Allende inserta su obra en el vas-
to caudal de la tradici6n inmediata de la novelistica hispanoamerica-
na, sin perder una singularidad muy suya. Cabnra exigir que se apre-
ciara, mas bien, c6mo ella se agencia de hallazgos formales e ideo-
tematicos que sabe aprovechar, en asimilaci6n muy personal, para su
propio proyecto. La otra observaci6n que se repite es la de que, no obs-
tante un decidido empefio por capturar el sentido de la historia de
nuestros pueblos, la coarta una especie de "designio de clase": algo asi
como una incapacidad constitutiva para entender los procesos colecti-
vos; el suyo seria un postular esencialista que desconsideraria la op-
ci6n de los cambios como algo viable.
Impedidos de atender por ahora a la primera de las observaciones
cn'ticas -la supuesta dependencia extrema de Isabel Allende de los lo-
gros de los maestros en quienes ha aprendido a encontrar su voz perso-
nal-, nos referiremos, en apretada sfntesis, al papel que juega la His-
toria -asi, con mayuscula- en su obra. Para facilitar la exposici6n de
mi propuesta partire de un importante trabajo reciente sobre el tema,
el de Gabriela Mora publicado en la revista Ideologies & Literature7.
Necesariamente repetire aqui conceptos ya desarollados en anteriores
ensayos mios, pero procurare reformularlos precisamente desde las
exigencias a que obliga el estudio de la profesora chilena.
Con el prop6sLto de demostrar las limitaciones de los alcances de la
novelistica de Isabel Allende, Gabriela Mora parte reconociendo aspec-
tos que luego desestima. Inicialmente sostiene algo que es evidente:
sus novelas presentan mundos ficticios entretejidos con acontecimien-
tos que no son dificiles de identificar en la historia del Chile actual,
LCE en el periodo pre-golpe, DAS en los afios de la dictadura. Reconoce
luego que las novelas "miran con simpatia los afios del gobierno de la
Unidad Popular y desea(n) revelar al puiblico el desastroso resultado de
los afios pinochetistas". Enumera a continuaci6n -sin afan de agotar
las referencias, que abundan- los muchos hechos que las novelas reco-
gen ficcionalizados: la subvenci6n norteamericana para mantener las
huelgas atentatorias al proyecto popular, la escalada de violencia gol-
pista, el funeral de Neruda, los allanamientos, desapariciones y ejecu-
ciones de personas sin que medie juicio alguno, la censura a todos los
medios de comunicaci6n, la imposici6n de la tortura como practica co-
tidiana. 0 sea -y es Gabriela Mora quien lo sostiene- como contribu-
ciones a una 'rearticulaci6n de la memoria hist6rica colectiva' -el con-
cepto es de Vidal8-, las novelas sin duda tienen exito y es justo dice-
reconocerles virtudes en esa direcci6n. Pero hay mas en ese reconoci-
miento (y no me parece que sea en detalles). Enumero a modo de mues-
tra, sin agregar nada de mi peculio, lo que la ensayista consigna: una
clara representaci6n de la profunda escisi6n que divide a las clases so-
ciales, a la vez que la inserci6n en ellas de la dicotomia sexual que, co-
mo generico igualador, disuelve las diferencias de cuna y dinero, has-
ta el punto de que 'los personajes femeninos no viven exclusivamente
para el amor, sino que llevan vidas ocupadas y creativas". Como
apreciaci6n de perspectiva "progresista" (por decir lo menos), no me
parece poco. Pero luego vienen los elementos que, en el pensar de la
ensayista, son "objetables", por quedarse "cortas" (sic) como 'proyectos
de orientaci6n cultural... para transformar la naturaleza y la sociedad
de acuerdo a sus necesidades e intereses' (nuevamente es cita de Vi-
dal). Es evidente que para este analisis Gabriela Mora parte del su-
puesto de que "la literatura ha sido y sigue siendo un formidable ins-
trumento para propulsar y fijar ideologias".
Sin entrar a disputar en profundidad tales postulados, me permito
por lo menos matizarlos. No puedo negar la validez de pensar la litera-
tura como arma ideol6gica, pero me parece limitativo reducirla a tales
terminos o, por lo menos, atentatorio a su especificidad. Especificidad
que, por supuesto, no entiendo de manera esencialista, sino hist6rica,
esto es, acorde a instancias de producci6n y consumo. Por ello mismo
es que tanto LCE como DAS me parece que de ninguin modo pretenden
postular visiones generales del destino del hombre -aunque formula-
ciones como esas pueden estar tanto en boca de personajes como de na-
rradores-. Mas bien lo que buscan es, a partir de muy precisas alusio-
nes al contexto, adentrarse en una comprensi6n de ciertas tensiones
no resueltas vigentes en su medio (al que el lector se ve irremediable-
mente remitido), para que las problematice. No hay afan de adoctri-
namiento alguno en ello, digamoslo desde ya. Por el contrario: un res-
peto tal por las opciones multivalentes de la realidad que dejan el mun-
do abierto. Abierto, pero direccionado. Veamoslo.
No quisiera complicar cosas que de por si ya son complejas extre-
mando su propia multiplicidad significativa con demasiadas vueltas a
lo esencial. Lo que propongo es partir de ciertos postulados basicos,
enunciados en su mas pristina formulaci6n y, desde alli, volcarlos ha-
cia ese objeto est6tico especifico -que son las novelas de Isabel Allende
para observar su operatividad.
Yo coincido en que LCE debe ser leida no tan s6lo como un relato
cargado de an6cdotas que, en una linea garciamarquezca indisputa-
ble, subyuga poderosamente a su lector, sino tambi6n como un logro
narrativo en el cual personajes y aconteceres adquieren caracter re-
presentativo de aspectos muy concretos de la sociedad chilena y donde
el lenguaje alza su significaci6n simb6lica para plantear un modo de
interpretaci6n de lo que medularmente constituye la historia de un pe-
riodo relativamente largo de esa sociedad.
Por eso, entonces, no basta con indicar los numerosos hechos que
fueron acontecimientos de la historia efectiva de Chile y que el relato
reconstruye, para asignarle a este el caracter de "hist6rico". Mucho
mas importante, nos parece, es que de tales hechos se nos ofrezca, co-
mo parte de la fabula, una visi6n comprensiva del acontecer social des-
de una perspectiva ciertamente circunscrita. Nota basica de tal visi6n,
su dimensi6n feminista, curiosamente negada por criticos que no han
logrado ver, sin embargo, mas alla de la superficie enunciativa del
texto, obliterandose cualquier otra consideraci6n que atienda a los ni-
veles connotativos y hasta denunciativos del discurso novelesco. Apro-
ximaciones como las que consideramos dejan de percibir postulados
esenciales de la novela, cuales son, p. ej., su critica a la irresponsabili-
dad social de una burguesia patriarcal que funda su acci6n en una
NOTAS
1. Cfr. Edgar Paiewonsky-Conde: "LA parodia como pre-dicci6n hist6rica: Los fu-
nerales de la Mama Grande". En: Ideologies & Literature, vol. II, N° 2 (Fall
1987), pp. 125-143, cit. pp. 135-136. La cita de Sergio Benvenuto es de su trabajo "Es-
tetica como historia". En: Pedro Sim6n Martfnez (ed.), Sobre Garcfa Mirquez
(Montevideo: Biblioteca de Marcha, 1971).
2. En un hicido ensayo suyo titulado "Visi6n marginal de la historia en la narra-
tiva de Juana Manuela Gorriti" (en el mismo vol. de Ideologies & Literature cit.,
pp. 59-76), Lucfa Guerra-Cunningham remite a los siguientes ensayos que cons-
tituyen planteamientos te6ricos feministas con implicaciones metodol6gicas en
las investigaciones hist6ricas: Joan Kelly-Gadol, "The Social Relation of the
Sexes: Methodological Implications of Women's History". En Elizabeth y Enily
K. Abel (eds.), The Signs Reader: Women, Gender & Scholarship/(Chicago: The
University of Chicago Press, 1983), pp. 11-25 y Carol Smith-Rosenberg, "The
Feminist Reconstructi6n of History". En: Academe (sept./oct. 1983), pp. 26-37).
3. Vid. Adalbert Dessau: "Sfntesis hist6rica y expresi6n literaria en la literatura
del Nuevo Mundo". En: XVII Congreso del Instituto Internacional de Literatura
Iberoamericana (Madrid: Cultura Hispanica, 1978), t. III, pag. 1438.
4. Quien mejor ha estudiado el punto ha sido Gabriela Mora. Vid. su importante en-
sayo "Narradoras hispanoamericanas: vieja y nueva problematica en renova-
das elaboraciones". En el libro editado por ella y K. Van Hooft, Theory and Prac-
tice of Feminist Literary Criticism (Michigan: Bilingual Review Press, 1981),
pp. 156-174.
5. Veanse los ensayos citados de Lucia Guerra y Gabriela Mora.
6. A modo de muestra: las paginas que le dedica Fernando Alegrfa en su Nueva
historia de la novela hispanoamericana, la resenia de DAS de Fabianne Bradu en
Vuelta (agosto 1985), el artfculo de Mario Rodriguez "Garcfa Marquez/Isabel
Allende, relaci6n textual". En: Atenea (1984), los artfculos de Ignacio Valente en
El Mercurio, el de Gabriela Mora que consideramos largamente mas adelante,
la ponencia de Hernan Vidal presentada en el Congreso de Literaturas Roman-
ces de Cincinnati (1987), etc.
7. Vid. Gabriela Mora: "Las novelas de Isabel Allende y el papel de la mujer como
ciudadana". En: Ideologies & Literature, 2.1 (Spring 1987), pp. 53-62.
8. La cita viene del ensayo de Hernan Vidal Sentido y practica de la critica litera-
ria sociohist6rica. Panfleto para la proposici6n de una arqueologta acotada
(Minnesota: Institute for the Study of Ideologies and Literature, 1984).
9. Vid. Hans Robert Jauss: "Theses on the Transition from the Aesthetics of Liter-
ary Works to a Theory of Aesthetic Experience". En: Vald6s, M. J. y Miller, 0. J.
(eds.), Interpretation of Narrative (Toronto: University of Toronto Press, 1978),
pp. 137-147. Del mismo autor, Experiencia estetica y hermnneutica literaria. En-
sayos en el campo de la experiencia estdtica (Madrid: Taurus, 1986). De W. Iser,
El acto de leer (Madrid: Taurus, 1987).
10. Para reflexiones muy bien planteadas sobre los determinantes ideol6gicos en el
acto de lectura, vid. el ensayo de Nelson Osorio: "Dona Barbara y el fantasma de
Sarmiento". En: Casa de las Amdricas, n9. 157, (sep/oct 1985), pp.
11. V6anse los ensayos al respecto de Roman Jakobson contenidos en su libro: Ques-
tions de Poetique (Paris: Eds. du Seuil, 1973), passim, especialmente pp. 145-151.
12. Cfr. Felix Martfnez: "Mensajes y literatura". En: T. Todorov y otros, La crisis
de la literariedad (Madrid: Taurus, 1987), pp. 65-78, cit. p. 70-71.
13. Vid. Ren6 Jara: "Narrativa chilena post-golpe. En las huellas de la esperanza".
En: Araucaria de Chile (Madrid), num. 39 (1987), pp. 109-117, cit. pag. 110.
14. Jara: art. cit. pag. 114.
15. En diversas resefias he visto que se propone el calificativo de testimonial al dis-
curso narrativo de las novelas de Isabel Allende. En un sentido estricto esto es
inexacto, puesto que, como bien define Renato Prada Oropeza
Cfr. Renato Prada Oropeza: "De lo testimonial al testimonio. Notas para un des-
linde del discurso testimonio". En: Ren6 Jara y HernAn Vidal: Testimonio y Li-
teratura (Minnesota); Society for the Study of Contemporary Hispanic and Luso-
phone Revolutionary Literature, 1986), P. 11.
Es el aspecto de elaboraci6n literaria, de re-escritura ficcional de lo documental,
lo que diferencia el discurso narrativo de Isabel Allende del testimonio. Una
muy rigurosa meditaci6n te6rica sobre la naturaleza del discurso testimonial la
ofrece Eliana Rivero en su ensayo: "Acerca del g6nero 'Testimonio': textos, na-
rradores y 'artefactos'". En: Hispamerica, 46-47 (1987), pp. 41-56.
16. Cfr. Linda Levine y Joe Anne Engelbert. "The World is full of stories. An Inter-
view with Isabel Allende". En: Review 34 (1986), pp. 18-20. (Traducci6n libre de
MC ).
17. Para un desarrollo de estas ideas y su ejemplificaci6n con citas textuales, remito
a mi estudio "Dimensi6n del feminismo en Isabel Allende". En: Marcelo Coddou
(ed.), Los libros tienen sus propios esptritus (Xalapa: Universidad Veracruzana,
1986), pp. 29-53.
18. Vid. el ensayo cit. de Lucfa Guerra-Cunningham.
19. Cfr. Mario Rojas: "LCE, un caleidoscopio de espejos desordenados". En: el vol.
cit. en la nota 17, pp. 83-90.
20 . Vid. Luce Irigaray: Ce Sexe qui n'en estpas un (Parfs: Ed. Minuit, 1977).
21. Vid. Julia Kristeva: "Oscillation du 'pouvoir' au 'refus"'. En: Elaine Marks e
Isabelle du Courtivon (eds.), New French Feminism (Amberst: University of
Massachusetts Press, 1980).