Análisis Jurídico
Análisis Jurídico
Análisis Jurídico
“UNIANDES”
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA
CARRERA DE DERECHO
MODALIDAD: Hibrida
TULCÁN – ECUADOR
INTRODUCCIÓN
DESARROLLO
Cómo se relacionan y qué fuerza tienen los argumentos para apoyar una pretensión.
Me refiero a derecho ordinario en el sentido de las diferentes ramas del derecho hay que
vincular al derecho constitucional con el derecho penal con el derecho civil con el derecho
laboral con el derecho mercantil porque el gran el mayor número de casos donde discurre la
vida jurídica para el mayor número de personas son en esas áreas si no todo el mundo plantea
conflictos competenciales o no todos tienen acceso aunque en México a nuestro juicio
amparo es diferente pero no todos tienen acceso a un juicio de amparo a una oa una oa una
tutela de derechos como en Colombia etcétera (Ruiz, 2017)
EL ARGUMENTO.
Tesis, que es una aseveración que un sujeto pretende demostrar; o también es toda actividad
argumentativa siempre debe haber algo de lo que se parte o lo que quiere demostrar que es
la tesis, la hipótesis o la teoría con la que se quiere llegar a convencer a quien va dirigida la
argumentación.
ESQUEMAS ARGUMENTATIVOS.
Son los diseños o moldes de argumentos dentro de los cuales se combinan adecuadamente
las premisas a fin de garantizar su paso a la conclusión. Los esquemas argumentativos sirven
como herramientas para evaluar la argumentación. El vínculo entre el argumento y el punto
de vista o conclusión es adecuado si la aceptabilidad de la premisa es transferida al punto de
vista por medio del esquema argumentativo se usa para analizar y evaluar el argumento
siempre y cuando el esquema es apropiado para sostener la pretensión o conclusión (José
Alberto Cruceta, 2010)
Por argumentos presuntivos debemos entender aquellos que contienen factores que permiten
rebatirlos, por ello es necesario examinarlos para cerciorarnos hasta qué punto pueden servir
de apoyo. Muchas veces la fuerza de estos argumentos se basa en premisas que implican
generalizaciones refutables (Ej. “El que tiene calor puede tener fiebre”, cuando puede ser otra
causa) o que admite excepciones (Ej. “los expertos en un campo suelen decir la verdad sobre
los sucesos en su campo”, cuando en realidad pueden equivocarse). Como señala Walton no
es la fuerza inductiva ni probabilística la que apoya estos argumentos sino estar en el terreno
de lo posible.
Las reglas de la buena argumentación recogidas en este breve texto son tanto de carácter
técnico como ético.
1. El mejor consejo que puede darse a quien desee argumentar bien en el Derecho o en
cualquier otro ámbito es prepararse bien. Picasso decía que la inspiración existe pero tiene
que pillarte trabajando. De manera semejante, la habilidad dialéctica, argumentativa, existe,
pero tiene que pillarte preparado, conocedor del fondo del asunto. No se puede argumentar
bien jurídicamente sin un buen conocimiento del Derecho, de los materiales jurídicos, y de
la teoría del Derecho, de los instrumentos adecuados para manejar aquellos materiales.
2. Hay aspectos comunes a cualquier tipo de argumentación, pero también rasgos peculiares
de cada campo, de cada tipo de debate. Por ejemplo, lo que es apropiado para una conferencia
(la exposición por extenso de una tesis) no lo es para el que participa en una mesa redonda:
una buena presentación de la tesis que se desea defender en ese tipo de debate no tiene por
qué ser una “mini conferencia”; lo importante aquí no es efectuar una exposición completa,
exhaustiva, sino más bien clara, razonablemente informativa, que estimule la discusión y
prepare de alguna forma para, al final, persuadir al auditorio (Isaza, 2014)
No se argumenta mejor por decir muchas veces lo mismo, ni por expresar con muchas
palabras lo que podría decirse con muchas menos. La amplitud excesiva del discurso aumenta
las probabilidades de cometer errores y corre el grave riesgo de provocar hastío en el oyente.
En una discusión, en un debate racional, esforzarse porque el otro tenga razón — como
alguna vez propuso Borges— parece demasiado. Pero esforzarse por entender bien lo que el
otro ha dicho es una exigencia moral —en el sentido amplio de la expresión— que resulta
además bastante útil como recurso retórico o dialéctico: hace más difícil que podamos ser
refutados (por ejemplo, con un «yo no he dicho eso») y aumenta las probabilidades de que
nuestros contendientes estén también dispuestos a entendernos bien.
Cuando se argumenta en defensa de una tesis, no estar dispuesto a conceder nunca nada al
adversario es una estrategia incorrecta y equivocada. Hace difícil o imposible que la
discusión pueda proseguir y muestra en quien adopta esa actitud un rasgo de carácter, la
tozudez, que casi nadie aprecia en los demás. No es, por tanto, un buen camino para lograr
la persuasión.
Cuando se argumenta con otro, uno puede tener la impresión de que los argumentos de la
parte contraria funcionan como una muralla contra la que chocan una y otra vez nuestras
razones. Por eso, una vez probada la solidez de esa defensa, lo más aconsejable es ver si uno
puede tomar la fortaleza intentando otra vía. Esa maniobra debe hacerse sin desviar la
cuestión. O sea, no se trata de disparar torcido, sino de disparar desde otro lado, cambiando
la posición.
CONCLUSIÓN
La certeza. Es preciso ofrecer razones suficientes para sustentar y justificar una opinión sobre
el sentido del derecho o una decisión jurídica. La justificación brinda certeza no solamente a
quien emite una opinión, sino también al auditorio. La congruencia. Una correcta práctica
argumentativa lleva a construir enunciados e hipótesis ordenados y coherentes con la
pretensión o pretensiones que sustentan. Se deben evitar argumentos, opiniones o decisiones
redundantes, poco claras u oscuras; el razonamiento seguido para llegar a una conclusión
debe explicitarse paso a paso. La utilización adecuada de alguna técnica argumentativa puede
ayudar a conferir un cierto grado de congruencia a una afirmación sobre el derecho.
Honestidad. El hecho de manifestar de forma clara y precisa los criterios o razones que se
utilizan permite al lector acercarse a la labor del científico, de la autoridad administrativa o
del juez. Para evitar especulaciones respecto de modo en que se llegó a un determinado
resultado se sugiere expresar las razones aducidas. La transparencia brinda al lector la
oportunidad de realizar un ejercicio de reflexión crítica respecto de la investigación.
Mejores prácticas argumentativas. En la medida en que el lector pueda conocer las técnicas
argumentativas utilizadas, puede contribuir a la mejora de la argumentación, así como a
motivar al investigador o a la autoridad a actualizar sus conocimientos en esta disciplina. Así,
el destinatario de una decisión puede formular refutaciones razonables cuando no está de
acuerdo si cuenta con elementos claros y precisos para ello (Ochoa, 2017).
José Alberto Cruceta. (2010). Argumentación Jurídica. Santo Domingo: Ruddy Alberto Reyes.