Desacato - Primera Edición
Desacato - Primera Edición
Desacato - Primera Edición
La propiedad es un robo.
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ÍNDICE
1. A MODO DE PRESENTACIÓN………………………………………………………..6
2. DESACATO…………………………………………………………………………..…7
2.1.Amargamentes...…………………………………………………………………………8
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A MODO DE PRESENTACIÓN
(Pablo de Rokha)
Fueron años de sórdida, despiadada humillación. Fueron décadas de una falsa promesa
democrática. Han sido turbios pasares en esta cuna fatal del neoliberalismo arrasador, cruel y
desalmado. Pero toda la rabia popular acumulada, la furia latente en jóvenes corazones estudiantiles,
se desató y se opuso como un puñal de fuego contra años de injusticia y sanguinaria desigualdad. El
desacato se produjo un viernes, ese viernes que ya quedó incrustado en el corazón volcánico de
nuestro pueblo. La sensación que ha dejado esta revuelta y liberación popular es clara y decidora: ya
no hay vuelta atrás, ya hemos sacado e impuesto una voz unificadora, rebelde y armoniosa. El pueblo
se ha desacatado. Y es hermoso.
El arte, como señala el epígrafe rokhiano de este brevísimo texto, empuña las armas contra los
explotadores, contra los políticos nefastos que siguen ahí, contra el capitalista vil, mercantilista, que
se sigue acaudalando a costa del dolor humano. El arte es nuestra respuesta, nuestro francotirador
certero y letal. La poesía es un arma cargada de rabia y de fuego, ese mismo fuego que se eleva en
todas las barricadas de todas las poblaciones contestatarias.
En las páginas que siguen a continuación, dejamos a disposición de lectores de todo el mundo
letras bañadas en desacato e insurrección. Como editorial cartonera estamos felices por haber recibido
una gran cantidad de relatos, poemas, cuentos, crónicas y otros tipos de textos que han servido y
seguirán sirviendo, no solo como registro memorial y evidencia literaria de un suceso histórico, sino
como una canción mancomunada de rebeldía, amor, esperanza y sentir popular.
Agradecemos profundamente la participación de todos y todas, del hermoso pueblo que sigue
en las calles y que seguirá ardiendo la historia de los desposeídos, de los que ahora se escuchan con
una fuerza estruendosa.
Marzo, 2020
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Amargamentes / 17 años / Estación Central
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MI PAPÁ EN LOS TIEMPOS MEJORES
Pero también sé, que en la noche cuando nadie está despierto, llora.
Porque teme que yo salga marchar y vuelva con un ojo menos o que el estado que asesinó a su
mamá, mate a la mía.
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Sebastián Albornoz / 18 años / Concepción
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LOS CIEGOS
(los que no pueden ver, y los que no quieren ver)
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EL AZULADO DE LAS BARRICADAS
Mientras veía arder las barricadas me detuve por fin a mirarte, nunca antes tu belleza había sido
tal como en aquel momento: la capucha envolviéndote el rostro, tus mechas color mar apenas
asomadas, escapándose de la polera que te envolvía el rostro. Todo contrastaba con el humo y
esos ojos cafés, llorosos, en los que se reflejaban las ascuas. Sería acertado decir que si bien
Chile aún no despertaba del todo, en ese momento, despertó violentamente mi amor por ti.
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Denisse Henríquez / 20 años / Santiago Centro
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La rápida ventura del día nos calla
y las almas nuevas escuchan
aquellos muertos en el viento
como serios pupilos de lucha
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Victoria Vallejos / 23 años / Santiago Centro
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Entre cada protesta se juntan lxs amigxs a conversar con una chela. De vez en cuando, alguien
rompe en llanto para después seguir conversando y salir al otro día. Se llora por culpa de las
lacrimógenas, se llora de frustración, se llora como acto de resistencia, se llora para que nada
vuelva a la normalidad, se llora y se comen tallarines.
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Vicente Quezada Cid / 23 años / La Cisterna
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LOS BARRAS
De alguna u otra manera que desde cabro me involucré con el fútbol. Claro, antes de comenzar
a salir a las calles ya sabía cuál era mi equipo, con qué colores me sentía más cómodo vestido,
pero no entendía más. Y en el barrio cuando jugábamos en la angosta calle con los demás
vecinos de nuestras edades siempre simpatizaba más con los que vestían la camiseta de mi club,
y no les daba mucha bola a los del otro color, que por cierto ellos pertenecían la mayoría a un
pasaje de unas cuadras más allá, donde vivía mi abuelita, pero venían a nuestra plaza a jugar, a
ser niños, a crecer. Hasta que crecimos, dejamos entre todos de juntarnos diariamente en las
calles por distintos motivos: la jornada completa, cambios de casas, distintas amistades,
distintas aspiraciones quizás.
Fuimos creciendo y los saludos ya no eran los mismos, se sabía que hinchábamos por distintos
clubes y un cierto fanatismo nos alejaba aún más, pero nunca olvidamos nuestros rostros,
menos el del Daniel, con quien tuve mi primera pelea a combos. Nunca olvidamos nuestra
comuna, nuestros vecinos y vecinas, nuestras calles y alguno que otro conflicto de niños que
pudimos haber tenido.
En las gradas de la cancha me quedo siempre con la fiesta, los instrumentos, los trapos, los
cánticos, los artificios. Los abrazos del alma con desconocidos. Pero también aprendí que
existen enemigos. Los negocios, la dirigencia, las sociedades anónimas, quienes hacen del
fútbol un mercado irracional donde solo se favorecen unos pocos. Y aprendí también a odiar a
un símbolo de archirrival, a otros colores, a burlarse mutuamente con amigos solo por hinchar a
distintos equipos. Es un odio simbólico, totalmente innecesario, pero que se vive. Que te
ayudan a vivirlo y que la televisión y la política se hacen cargo de que se sienta en el aire, que
la vivan todos aunque no te guste el fútbol, que vivas con miedo a los barras porque ellos son
los delincuentes, porque no puedes ir seguro al estadio con tu familia ya que ahí están
presentes, con su fiesta, sus instrumentos, sus trapos, sus cánticos, sus artificios. ¿Y la
solución? Un estado de seguridad en la periferia del estadio, llenando de uniformados de color
verde oscuro para que tú con tu familia se puedan sentir seguros.
Y así nos han hecho crecer hasta hace unas semanas atrás, con odio a nuestros mismos pares,
los mismos que les gusta la fiesta y el deporte pero de distintos colores. Pero le ganamos a ese
odio entre nosotros mismos, y se vio reflejado para el país entero cuando se juntaron en la calle
los hinchas de los equipos archirrivales con sus banderas flameando como símbolo de paz, de
tregua. Ese acto mostrado por la televisión nos marcó a todos, nos hizo entender que estamos
todos juntos contra un verdadero enemigo: Los Poderosos y sus secuaces. Es que en esta lucha
no importa el color de tu bandera ni los falsos enemigos que te hicieron creer que tenías solo
por vestir distinto. Estamos todos juntos, siempre lo estuvimos y ahora somos muchos más.
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Pero también están los que son más bravos, los que no llevaron la bandera al centro de la
ciudad, si no los que llevan su camiseta representativa y la capucha. Los que reconocen a una
institución como el verdadero enemigo, institución que te reprime, la que en todos los años de
ir a la cancha te acorrala contra las rejas, te baja de la micro, te revisa y te golpea, y si te
resistes te llevan. Una institución al servicio de los poderosos, que tienen todas las facilidades
que uno nunca ha tenido con años y años de esfuerzo, de sudar de lunes a lunes, semana a
semana por un sueldo miserable con el cual se deben hacer malabares para poder tener los
insumos básicos para la familia. Solo por servirle de protección al poderoso, con sus lumas,
armas y vehículos ridículamente costosos. Y ahí en las primeras filas, se puede ver un gran
grupo de barras cuidando a su gente del ataque represivo proporcionado por las fuerzas
especiales, aguantando los gases, el agua contaminada, e incluso los perdigones que
lamentablemente les han llegado al cuerpo. Así fue como volví a ver al Daniel, venía de mucho
más delante de lo que estaba yo, retrocediendo hacia el pueblo con la mano derecha
agarrándose fuertemente el brazo izquierdo y la capucha que ya no le cubría su cara. Había
recibido un impacto de balín. Él con sus colores y yo con los míos, por siempre, nos
reconocimos y caminamos juntos al hospital ambulante dispuesto por voluntarios de la Cruz
Roja. Entendimos sin hablarnos que los líos de chico fueron un invento de la sociedad que
busca segregar, o de los poderosos que saben cómo controlar la sociedad, pues está claro que en
una sociedad violenta la solución más fácil que tienen es reprimir, traer más policías a las
calles, lo que les favorece para tener más control sobre nosotros.
Y también confirmamos que el enemigo es uno solo, el que ataca a su propio pueblo por
defender los intereses de unos pocos.
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Javier Ismael Manqui / 25 años / Mariquina
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(DES)Ilusión
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Aeleen Carcher Moraga / 27 años / Talagante
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HE DE DESPERTAR ESTA CIUDAD
Por aquellos días yo sólo escudriñaba mi mirada en tantos libros y libros que repetían una y
otra vez la historia que enmarcaba lo que conocía yo como país. Fundé mi pensamiento y
entregué mi albedrío a comprender los sucesos inhóspitos ocurridos en el pasado reciente de lo
que conocía conformaba esta nación, y sufrí leyendo testimonios y verdades que ponían en
palabras todos los temores ocultos,esos que ni una película de insulsa pulsión hacia la crueldad,
podría hacer imaginar a mi mente tormentosa. Jamás creí que el poder de arrancar las hojas del
discurso aprendido y desaprendido de la academia podría dejarme escribir un par de líneas, ni
mucho menos forjarme como parte sustancial de este relato.
Un día desperté de casualidad metido en este caos. La insurrección de la imposibilidad del ser
cobraba sentido en mi cabeza, y no tan sólo en la mía ni en la del resto, mas fuimos todos en el
intertanto. Por vez primera comprendí lo que es ser parte de un todo. La unión de las voces
pegando un grito en ese paradero tantos viernes con el amor impregnado en un lienzo, y la
imagen saturada de tantos rostros con el mismísimo afán de encontrarse más dignos,
esculpieron en los amigos un escudo protector ante ese tóxico manto que cubría el calor de esas
noches de octubre. La sed se apagó en cuanta imagen vi rondando alrededor de esta trinchera,
podía ocultarme tras el televisor de mi madre, podía ser protagonista de esta conversación,
podía ser roble y araucaria y tener algo más que decir porque todo esto ya lo viví, porque en la
vida de alguien más alguna vez estuvo mi vida, porque soy la vida de mi padre y de mi abuelo
criados bajo este mismo cielo gris.
Si cogiese un libro la historia pasada me contaría estrictamente cómo serán las cosas, y esto me
obliga a ampliar mis ojos hacia un inminente desencuentro campal, el que está llegando a este
lugar, hasta esta plaza, hasta este barrio y nuestra ciudad.
No podía sino odiar estas instituciones que en la escuela tantas veces sin sentido me pretendían
hacer amar, y es que el amor se encuentra tras esa esquina que con colores ataca un verde
musgoso que sólo mancha este pavimento, y sólo enmudece las voces de los que abrazan este
caos para llegar a la cima del poder de esta pirámide, que en tres décadas blindó la punta que
los mantiene cálidos, incontrolables y absurdos en su oficina.
No podía sino dejar el alma en estas calles, pues la vida está costando horarios eternos que no
me dejan verte vida mía, la vida está costando vidas mi vida, vidas.
Salí a recorrer estas calles llenas de significantes y significados que comienzan a elaborar este
relato, y qué les diré a mis hijos cuando me pregunten si pudieron matarte, qué le diré a este
mar que te ha olvidado y te trae en el recuerdo de un listado tras unas velas que desconocidos
traen para llamarte, qué le diré a tu madre cuando cansada de buscarte se entregue a aquellos
que en una barricada te honran y te recuerdan. Nadie podrá borrarte, ni mil sábanas
blanquearán estos muros enardecidos de hambre y de rabia por justicia social, nada blanqueará
las vidas que jodiste inhumano e inmortal, pues la cúspide de esta transformación está en los
ojos de mi hijo, quinceañero indestructible, realizando el ejercicio que universitario noventero
soñaste desde tu cuna con la utopía como desenlace.
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Por favor no me preguntes qué es la violencia, porque si alguna vez tuviste mi sueño entre tus
dedos hoy le toca al ser interno superar esta batalla, que ética y moral son dilemas estas
semanas, porque la guerra total se vive a diario en este barrio, y el escenario apocalíptico lo
crearon estas redes, que controladas por manos despiadadas nos han mentido y le han mentido a
toda esta familia, es que no entiendes que ya a nadie le importa cuántas pérdidas monetarias
tuviste este semana, si la cuenta de millones elevan la ceguera atemporal de esta desgracia, no
alcanza el arte ni las canciones para cuantificar los abrazos que se perdieron en estas horas, no
alcanza el tiempo para ese hijo que durante la cena su padre será solo memoria, y es que faltan
palabras que llenen este vacío de años lacios, faltan palabras y sobran almas, faltan palabras y
me sobra el alma.
Quiero despertar en esta ciudad que alguna vez estuvo dormida, pues solo soy un hombre que
camina observando los grafitis que con cigarro en la boca resisten ante el dolor, porque en el
cerro se dibuja la dulce espera del devenir anhelado, y yo solo soy un hombre que como
antesala al despido guarda palabras para un discurso comunitario, es que sólo soy un hombre
con 60 años en la espalda, mis muertos me acompañan y en esta velada no hago más que
recordarte, porque pensando en ti busco en otros años las palabras que calmen las heridas de los
hijos que dejaste esta tarde sin llover, porque no hay lluvia en esta tarde para encontrarte, busco
palabras para responderle al periodista que mintió utilizando la muerte como justificación del
mal actuar, pero no me alcanzan los dedos para quemar esta señal, que con millones investidos
de caridad te pasan entre comerciales como un simple relleno televisivo más, para que sirva de
argumento en el almuerzo dominical, porque al final del día un cuerpo es solo un cuerpo, y el
alma de tu cuerpo sólo es alma desbordante de ilusión, de obstrucción.
Por estos días sólo me queda escudriñar mis ojos en estos libros, porque lo que pasó ya lo viví,
porque estas hojas tienen escritas con sangre la memoria, pero esta tarde las líneas azules y
rojas que en esa plaza se escribieron, solo vinieron a dar paso a la historia reciente que contaré
a mis nietos. No hay lienzo más que mi frente y mis arrugas, caminando en estas calles con este
alma despedazada que a ratos reconstruye la sonrisa que traen sus manos a mi rostro, mientras
los observo firmes marchar y alzar la voz, con la bandera de esta dura pelea entre los brazos,
apagando los temores que nublan la visión de esta generación tan temerosa, que ni aunque mil
tormentos maldigan las voces que comulgamos, ni las inflexiones quepan jamás en mi mente
revuelta, quiero estrujar este libro para entenderme esta noche como base, para sabernos
resultado de un conjunto de reflexiones y dejarme ser parte de este relato, que te usó como
antagonista mientras yo estaba de tu lado fingiendo tener miedo, si a lo desconocido le temí,
esto yo ya lo sabía, el derramamiento de verde cementando la voz nuestra no es nada nuevo.
Esta noche incendiaré la ciudad porque este país acalló las heridas, fundió mi pensamiento y en
lo que antes creía, reformuló la humanidad que habitaba las poblaciones, te recordó el ser y
parecer del ser con otros, me enrostró la diestra y siniestra que sesiona el porvenir, me mostró
tu ojo caído y el dolor del golpe por la espalda: la traición.
Y es que te juro mi amor, que mientras mis rodillas aguanten el peso de este llamado, no dejaré
dormir a tus hijos ni a los míos, y cada día en cada esquina en cada mesa esta familia
despertaremos la ciudad, a tu salud y en tu nombre vida mía, he de despertar esta ciudad.
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Álvaro Nicolás Velásquez Narváez / 31 años / Santiago
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18 DE OCTUBRE. SANTIAGO EN BARRICADAS.
Seres para qué muerte ¿si acaso la vida nos rozó la piel?, ¿nos tomó la mano acaso?, ¿qué
amor le queda a este alud de autocomplacencia? ¿qué prometer, entonces, en un puente que se
desmorona?
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Samuel Ovalle Cayuñir / 33 años / El Monte
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VERGÜENZA
Doña Laura ya no mira a su hijo. De pronto se acerca a su hijo y lo abofetea. Él hace ademán
de devolver la agresión pero se contiene.
Otra vez el hijo le levanta la mano a su madre. Ella da un paso hacia atrás, con pavor en sus
ojos. Su hijo está fuera de sus cabales, se da cuenta de que es el efecto de la coca.
- Atrévete a pegarme, hueón, que el día que eso pase dejas de ser hijo mío.
- Usted no entiende. Usted no entiende que yo me sacrifico…
- ¡Me vai a enfermar de los nervios! Sabes que la familia de tu papá fue torturada en Dictadura,
no tienes respeto.
- Es mi trabajo.
- ¡De todas las formas de ganarse la vida, tenías que elegir la peor! ¡Ser paco! ¡Me saliste paco,
hueón!
- Mi trabajo es lo que trae el pan a su mesa, oiga.
- ¡Puta, si es por eso, prefiero hacer huelga de hambre!
- ¿Se da cuenta de las hueás que está diciendo? Si sigue así la voy a internar.
- No estoy loca, hueón. ¿Cómo te atreves?
Silencio. Doña Laura lo mira con asco. Ella jamás imaginó que su hijo se convertiría en un
monstruo, una bestia incontrolable, un traidor con todas sus letras, un enemigo. Le dolió tanto
cuando su hijo se inscribió en la Escuela de Carabineros.
- Permiso señora, me voy a dar una ducha, cuando salga quiero que me tenga servido un pan
con mortadela por último. Toda la semana sacándome la cresta en la calle, aguantando hasta
insultos, ¿pa’ que me venga a hueviar usted más encima?
El hijo fue a su pieza, se quitó el uniforme y salió envuelto en una toalla, se encerró en el baño,
luego de un rato se oyó el piloto del calefón, y el agua de la ducha.
- Tendrás que bañarte eternamente para quitarte la culpa, la deshonra y sobretodo… la sangre
de las manos -pensó ella en voz alta.
Cuando el hijo salió del baño se dio cuenta de que su uniforme no estaba donde lo había
dejado, pensó que su madre lo estaría lavando. La buscó para preguntarle, la encontró en el
patio. Ella miraba fijo el fuego que envolvía por completo lo que quedaba de ese infame
uniforme verde, ya no tan verde.
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Tamara Paloma / 45 años / Lima- Perú
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HUELGA GENERAL
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Olga Sotomayor / 50 años / Santiago
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NUEVO ABECEDARIO
Aturdimiento, balas, cacerolazos, dudas, estigmas, furia, gritos, horror, impotencia, jauría,
kamikazes, lumas, mentiras, niños, opresión, pasión, quietud, rabia, soledad, terror, úlcera,
vacío, war, xenofobia, zozobra.
Atención, bodrio, crimen, dolor, esperanza, fealdad, guerras, humildad, imbecilidad, jeringas,
locos, manipulación, no, ostentación, pena, retorcido, servilismo, tenacidad, ulterior, vanidad.
Ansiedad, brutalidad, cascos, desacato, exterminio, fuerza, guanaco, humo, idiotez, jolgorio,
lucha, miedo, nunca, odio, pólvora, rumores, sofoco, tirria, ufano, villanos.
Antifaz, bélico, caza, diezmo, estupor, frialdad, guerrero, inútil, juventud, libertad, miseria,
niños, ofuscación, prisión, rebelión, saturación, trampas, violencia.
Arcadas, baquedano, cantos, duelos, estigma, frontal, guarnición, homicidios, ineficacia, luz,
movimiento, oscuridad, presidente, revolución, solapado, tortura, últimos, verdad.
Amor, barricadas, congoja, diferente, estímulos, frío, gas, hastío, inmadurez, juntarnos, lealtad,
movilización, negación, otredad, renacer, sublevación, tenacidad, voraz.
……………………………………………………………………………………………………
……………………………………………demasiado que sentir, que ver, que oler, que
saborear. Mucho que contar, que gritar, que callar. Mucho para hablar, botar y dialogar. Mucho
que soñar y creer. Mucho que salió/apareció/escondió/vomitó. Mucho que quiero desaparecer y
también renacer. Mucho, much, muc, mu, mmmmmmmmmmmm…………...
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Exequiel Monroy / 54 años / Puente Alto
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EL TABLERO ARDE
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John Jairo Quitian Murcia / Bogotá
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NO DEJES IR MI NOMBRE
Si desaparezco,
o simplemente no vuelvo,
no es porque yo quisiera.
No dejes ir mi nombre,
consiéntelo en tus viajes.
tenlo en la memoria y sácalo
de vez en vez sobre
las sábanas del recuerdo.
Mi cuerpo
aunque no lo vuelvas a ver
reposa junto a tu regazo
y roza, de vez en vez,
sus labios y los tuyos.
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