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El Pensar Bien Y Mal

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EL PENSAR BIEN Y MAL

Kenneth E. Hagin

1
Capítulo 1
El Pensar Bien y Mal

“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la


palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta
es la palabra de fe que predicamos: que si
confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le
levantó de los muertos, serás salvo. Porque
con el corazón se cree para justicia, pero
con la boca se confiesa para salvación”.
Romanos 10:8-10
Lo que creemos es el resultado de nuestros pensamientos.
Si pensamos mal, creeremos mal. Si nuestro creer es malo,
nuestra confesión será mala. En otras palabras, lo que
diremos estará mal. ¡Todo depende de nuestros
pensamientos! Pero la Palabra de Dios nos ha dado el
enderezador de nuestros pensamientos.
Jesús dijo en Marcos 11:23, “Porque de cierto os digo que
cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el
mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será
hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.

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Normalmente, hablamos lo suficiente acerca de la parte de
creer, pero no hablamos demasiado acerca de la parte de
decir. Nuestro pensar debe estar en línea con la Palabra de
Dios. Porque no podemos creer más allá de nuestro
conocimiento actual de la Palabra de Dios.
Personas que en el pasado han estado involucradas con la
metafísica, religiones de la ciencia mental a menudo
confunden esta enseñanza del pensar bien y mal con esas
enseñanzas religiosas, porque todavía piensan que el
hombre es sólo un ser mental y físico. Pero el hombre es
mucho más que eso: el es también un ser espiritual.
Defensores de la metafísica han enseñado tanto acerca de
la mente que la gente del Evangelio Completo está casi
atemorizados de decir algo al respecto – sin embargo, la
Biblia tiene mucho que decir acerca de la mente.
Por ejemplo, la Biblia dice, “Fíate de Jehová de todo tu
corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia”.
(Proverbios 3:5). La Biblia dice: “Derribando argumentos y
toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios,
y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo” (II Corintios 10:5). La Biblia también dice: “No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable
y perfecta”. (Romanos 12:2).

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Nosotros renovamos nuestras mentes por estudiar la
Palabra de Dios. La Biblia nos enseña a tener la “mente de
Cristo” (1Corintios 2:16). La única manera en la que
podemos tener la mente de Cristo es por estudiar Su
Palabra, creerla en nuestro corazón y actuar en ella.
La Palabra de Dios también nos enseña en pensar en lo
que sea bueno, honesto, justo, puro, amable, y de buen
reporte, o cualquier cosa que tenga virtud o alabanza
(Filipenses 4:8) entonces la Palabra de Dios si tiene mucho
que decir acerca de la mente.
Sin embargo, tenemos que darnos cuenta que los
pensamiento pueden venir a nuestras mentes de dos
diferentes fuentes. En otras palabras, los pensamientos
que vienen a nuestras mentes no siempre se originan en
nuestras mentes. El diablo pone muchos pensamientos en
nuestras mentes desde afuera de nosotros. Esa es una
fuente. Además, por supuesto, los pensamientos de Dios
vienen desde adentro de nosotros. Ellos vienen de nuestro
espíritu a nuestras mentes.
Cuando usted se mantiene en una comunión cercana con
el Señor a través de la oración, meditación y estudiar Su
Palabra, aprenderá a distinguir la fuente de sus
pensamientos. Naturalmente, los pensamientos malignos
son del diablo. Por otro lado, Dios es amor y el amor no
piensa maldad, no oye maldad y no ve maldad. Esa clase
de pensamientos viene de Dios.

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He encontrado que las Escrituras que hacen referencia a la
mente confunden a las personas. Sin embargo, en
Escrituras que hacer referencia al creer, muchos piensan
que sí creen. (Y si creen en sus mentes, pero no en sus
corazones).
En Escrituras que hacen referencia al pensar, casi todos los
Cristianos pueden entender es la parte negativa del tema
(porque hay lados tanto positivos como negativos, y el
lado positivo es más importante). Por ejemplo, si uno
habla acerca de “confesión”, la mayoría de la gente piensa
acerca de confesar pecado, debilidad o fracaso. La Biblia
dice, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad” (1 Juan 1:9). Pero la Palabra de Dios tiene mucho
más que decir acerca del lado positivo de la confesión que
del lado negativo. Si la gente pudiera entender esto, haría
una gran diferencia en sus vidas y forma de pensar. Pero
sólo han oído un lado de la confesión ser predicado – el
lado negativo. Por lo tanto, sólo han ejercitado el lado
negativo: el lado “no debe hacer”.
A pesar de esto, Pablo dijo en Romanos 10:9, “…Si
confiesas con tu boca que Jesús es el Señor …”. Esto no se
refiere a confesión de pecado, ni tampoco es una
confesión de debilidad. En cambio, es una confesión del
Señorío de Jesucristo. El pasaje continua, “… y crees en tu
corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás

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salvo, porque con el corazón se cree para justicia, pero con
la boca se confiesa para salvación”.
Esta no es una confesión negativa; es una confesión
positiva! De hecho, la Cristiandad es llamada “la Gran
Confesión”. Hebreos 3:1 dice que debemos considerar al
Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra “profesión” (una
nota marginal en algunas Biblia dice “confesión”).
En este punto, será de ayuda el definir la palabra
“confesión”. Primero, es afirmar algo que creemos.
Segundo, es testificar algo que conocemos. Tercero, es dar
testimonio a una verdad que hemos acogido.
Es necesario que hagamos como Hebreos 4:4 amonesta y,
“… retengamos nuestra profesión (confesión)”. También es
necesario que haya una continua confesión de redención
del domino de Satanás y una confesión del hecho que él ya
no nos reina con condenación, temor o enfermedad.
Debemos “retener” nuestra confesión porque nuestra
confesión es la derrota de Satanás. Jesús derrotó al diablo
hace casi 2000 años. Pero lo que Jesús hizo legalmente por
nosotros debe convertirse una realidad viva y vital en
nuestras vidas. el lado experimental de la redención es el
lado vital. Nosotros nunca vamos a comprender
totalmente la Palabra de Dios hasta que podamos ver
claramente los dos lados diferentes de la redención – el
lado legal y el lado experiencial.

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Un ejemplo del lado legal de la redención es esto: nosotros
muchas veces oramos, “Dios salva a este hombre”, o “Dios
sana a esa mujer”. Sin embargo, en la mente de Dios, Él ya
ha sanado y salvado a estas personas. En otras palabras,
Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con sí
mismo. Jesús no tiene que volver a morir para salvar a
nadie. El ya murió una vez, ¿no lo hizo?. Él ya no tiene que
derramar su sangre. Legalmente, Dios ya ha hecho todo lo
que Él necesita hacer para proveer nuestra redención.
Si uno solo lidia con el lado legal de la redención y lo
predica exclusivamente, la gente no experimentara nada
en sus vidas. Y ese es el gran problema con muchas
iglesias. Lo que se está predicando es legalmente
verdadero, pero los creyentes se han vuelto fríos, muertos
y formales porque sólo han oído un lado de la redención
predicado –el lado legal– así que la redención no se ha
convertido en una realidad viva en sus vidas.
Si, por otro lado, sólo la parte vital de la redención es
predicada –el lado experiencial– fuego desenfrenado,
fanatismo y extremismo es el resultado. También, si un
ministro sólo predica el lado experiencial de la redención,
algunas personas van a buscar experiencias aparte de la
Palabra de Dios (Se debe conseguir un balance entre los
dos para que uno pueda disfrutar todo lo que Dios ha
provisto legalmente en la redención).

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Eso que el Señor ha legalmente comprado, forjado y
provisto para nosotros se convierte en nosotros,
experiencialmente, cuando creemos la Palabra de Dios en
nuestros corazones y confesaos con nuestra boca que es
verdad y que es nuestro.
Por ejemplo, podemos ver este lado legal y vital de la
redención en la carta de Pablo a los cristianos en Roma. En
romanos 10:8, Pablo dijo, “…Ésta es la palabra de fe que
predicamos” tal expresión no se ve en el Antiguo
Testamento, porque las personas en ese tiempo no tenían
la experiencial de redención disponible para ellos como la
tenemos nosotros. Ellos ni siquiera entendían claramente
de qué habían profetizado a cerca del Mesías venidero! Y
en los cuatro Evangelios nosotros tampoco vemos la
redención esquematizada tampoco, porque la redención
que Jesús vino a traer no estuvo realmente disponible para
las personas mientras Él estuvo en la tierra. Jesús si
perdonó pecados, pero nosotros tenemos más que perdón
de pecados en la redención – nosotros somos hechos
“nuevas creaturas”!.
La redención no estuvo disponible para nosotros sino
hasta después que Jesús fue crucificado, levantado de
entre los muertos, y fue sentado a diestra del Padre. En
otras palabras, el Nuevo Pacto no estuvo vigente hasta que
el Sumo Sacerdocio del Nuevo Pacto (o Nuevo

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Testamento) estuvo en efecto. Jesús es el Sumo Sacerdote
del Nuevo testamento!.
Es difícil para algunas personas entender esto, porque
piensan que la redención estaba vigente mientras Jesús
estuvo aquí en la tierra. Pero la redención todavía no
estaba vigente. Algunos hombres en la tierra no tenían
perdonados sus pecados en ese entonces – pero bajo el
Nuevo Pacto tenemos mucho más que perdón de pecados.
Tenemos en Nuevo Nacimiento, y nos hemos convertido
en nuevas criaturas en Cristo Jesús.
Si una persona peca después de haber nacido de nuevo, el
no necesita ser nacido de nuevo vez tras vez. Una persona
sólo puede ser nacida de nuevo una vez – pero el puede
ser perdonado por sus pecados muchas, muchas veces,
Gracias a Dios. La promesa para los creyentes que pecan
es, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”
(1 Juan 1:9)
Y cómo hemos visto, Romanos 10:9-10 dice, “Que si
confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres
en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás
salvo. Porque con el corazón se cree para justicia y con la
boca se confiesa para salvación”. Cuando los pecadores
oyen la Palabra de Dios predicada esta endereza sus
pensamientos. La Palabra les muestra que están perdidos,
que son pecadores, que no se pueden salvar a sí mismos, y

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que no se pueden hacer a sí mismo justos o redimirse a sí
mismos.
El pecador simplemente tiene que decir, “Querido Dios,
soy un pecador. No me puedo salvar a mí mismo. Sé de
acuerdo a tú palabra que no me puedo hacer a mí mismo
justo, pero te doy gracias porque me ama, y enviaste al
Señor Jesucristo a morir por mí. Y a través de su justicia, la
redención fue hecha disponible para mí. Yo creo que Jesús
murió por mis pecados de acuerdo a la Escritura. Yo creo
que el resucitó de los muerto y es mi justificación. Confiesa
a Jesús ahora, y lo tomo como mi Salvador”.
Esto es pensar en línea con la Palabra de Dios y creer lo
que la Biblia dice. Confesarlo crea una realidad de
salvación en el espíritu humano.
Hace una gran diferencia el cómo un pecador es traído a
salvación. Por ejemplo, si los pensamientos del pecador
son enderezados para empezar, y su creer y su confesión
son hechos correctamente, entonces va a ser mucho más
fácil para el no fluctuar en su caminar Cristiano. Por otro
lado, si no se le da la suficiente instrucción, entonces el
diablo tomará ventaja de lo que el no sabe. El será
derrotado y robado de lo que Dios ha hecho por el. Porque
si el no conoce la Palabra de Dios, y no sabe como
aferrarse a su confesión de fe, el diablo camuflará la
situación y lo hará sentir que ni siquiera es salvo. Y cuando
el nuevo convertido cometa pequeños errores, el diablo

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intentará decirle, “bueno estas terminado, entonces
simplemente debería rendirte y renunciar”.
Lo mismo es verdad en lo que concierne a la sanidad.
Recuerde que la confesión es la derrota de Satanás.
Hebreos 4:14 dice, “Por tanto, teniendo un gran Sumo
sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios,
retengamos nuestra profesión” (o decir la misma cosa).
¿Qué significa eso? Tenemos una gran Sumo Sacerdote
que ha entrado a los cielos, Jesús el Hijo de Dios. Él esta allí
representándonos ante el Padre. Jesús está diciendo, “Yo
morí por ellos, yo tomé sus pecados. Yo los redimí. Yo me
convertí en pecado por su pecado, para que ellos fueran
ellos la justicia de Dios en mi. Yo tomé sus enfermedades y
llevé sus dolencias. Yo los liberé de la autoridad de la
oscuridad. Los hice nuevos, haciéndolos nuevas criaturas”.
Así que esa debe ser nuestra confesión! Nuestra confesión
nos aprisionará o nos hará libres. Nuestra confesión es el
resultado de lo que creemos, y lo que creemos es el
resultado de nuestro pensar bien o mal.
Primero, es necesario que sepamos lo que Dios nos ha
dado en Cristo, y que lo creamos y lo confesemos. Es
nuestra confesión de ellos que crea la realidad, y luego se
vuelve real en nuestras vidas.
Segundo, es necesario que sepamos lo que Dios a través
de la Palabra y a través del Espíritu Santo nos ha dado.

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Tercero, es necesario que sepamos lo que el Señor
Jesucristo está haciendo por nosotros ahora en su
ministerio presente a la diestra de Dios el Padre en el
Cielo.
Cuarto, es necesario para nosotros saber lo que la Palabra
de Dios hará por nosotros a través de nuestros labios, o lo
que Dios puede hacer a través de nosotros. Filipenses 2:13
dice, “porque Dios es el que en vosotros produce así el
querer como el hacer, por su buena voluntad”. Dios
trabaja en nosotros. Dios trabaja a través de nosotros. Dios
no trabaja a parte de nosotros. Dios le dio a la iglesia la
autoridad y la comisión de ir a todo el mundo y predicar el
Evangelio a toda criatura.
El plan de Dios es operar por medio de nosotros el Espíritu
Santo en nuestro ayudador. Sin embargo, el Espíritu Santo
no hace el trabajo por nosotros. Este es otro punto en
donde nuestro pensamiento ha estado errado. “Deje que
el Espíritu Santo lo haga” ha sido el clamar de muchos.
Pero el Espíritu santo no fue enviado para hacerlo. La
versión Americana Revisada (en inglés) dice, “no los dejaré
sin ayuda. Yo vendré a ustedes. Yo le enviaré otro
Ayudador”. La palabra griega paracleto que se traduce
como “Consolador” significa “uno llamado al lado de para
ayudar”.
No, Dios no envió al Espíritu Santo a nosotros para que Él
haga el trabajo; Dios nos envió al Espíritu Santo para

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ayudarnos a hacer el trabajo. Muchas veces se deja que el
Espíritu Santo lo haga todo. Pero si el Espíritu Santo lo
hiciera todo, no habría necesidad de que nosotros
enviramos misioneros.
A veces oramos, “Dios, convence a este amigo de sus
pecados. Trae convicción real a su vida.”. Pero la
convicción nunca vendrá a nadie hasta que alguien le de la
Palabra de Dios. Sin oír la Palabra de Dios, esa persona no
será convencida. Pablo dijo en Romanos 10:13-14, “Porque
todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído?
¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo
oirán sin haber quien les predique?”. La Biblia dice Dios
ordenó que los hombres fueran salvos a través de la
predicación de la Palabra.
Nosotros ciertamente creemos en señales y prodigios,
pero las señales y prodigios no salvan a nadie. Atraen la
atención de las personas. Una vez que suceden las señales
y prodigio, se le puede decir a las personas como ser
salvas.
Si nuestro pensamiento no está de acuerdo con estos
lineamientos, nuestro creer es equivocado. Entonces
nuestro hablar estará mal, y estaremos confundidos y
derrotados. Tenemos que darnos cuenta de lo que la
Palabra de Dios puede hacer por medio de nuestros labios,

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porque como hemos visto, el Espíritu Santo es enviado
para ayudarnos.
Demasiadas veces nosotros solo queremos ser bendecidos
en la iglesia. Y entonces oramos, “Señor, envía a las
personas”, y, “Señor, tú sólo sal y salva a las personas”. La
verdad del asunto es que esa es nuestra responsabilidad.
Nosotros tenemos al Espíritu Santo que nos ayuda a llevar
a las personas a la iglesia, a que la gente se salve, y a hacer
la obra de Dios. Pero a no ser que estemos dispuesto a
hacer la obra, perdemos nuestro tiempo con largas horas
de oración para que el Espíritu Santo haga el trabajo por
nosotros.
Una mujer en Dallas me pidió que orara por ella. Ella había
orado y ayunado por tres días y noches, buscando la
voluntad de dios para su vida. Cuando le pregunté que le
había mostrado el Señor, ella dijo que Dios quería que ella
visitara personas, repartiera tratados, e hiciera trabajo
personal. Yo le dije que hubiera podido ahorrarle tres días
de ayuno si me hubiera preguntado, porque eso es lo que
la Palabra de Dios enseña, y eso es lo que Dios espera de
todos sus hijos.
Una vez le sugerí a un grupo de persona en una iglesia que
cada creyente necesitaba prepara una lección Bíblica
propia. Entonces, si son llamados a hablar en una
asamblea, ellos tendrían más material del que podrían
usar, y podrían ayudar y bendecir al grupo. Yo propuse que

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los creyentes leyeran el Nuevo Testamento – y
particularmente las Epístolas, porque están llenas de
expresiones como, “en Cristo”, “en Él”, “en quien”. La
expresión es usada o inferida aproximadamente 134 veces
en el Nuevo Testamento. En cada instancia, la frase está
hablando acerca del individuo, acerca de qué tiene o lo
que puede tener en Cristo.
No es sólo lo que usted sabe personalmente del Señor
Jesucristo lo que cuenta; es lo que la Palabra de Dios dice
que usted ya es “en Cristo”, lo que cuenta. Muchos
Cristianos viene a mí y me dices, “Hermano Hagin, he leído
esto y lo otro en la Biblia. Yo se que la Biblia dice que esto
es verdad con respecto a los Cristianos. Yo se que soy salvo
y lleno del Espíritu Santo, pero la promesa no parece real
para mi”. Yo les pregunto, “¿Alguna vez ha actuado como
si fuera real? ¿Alguna vez le ha dicho a alguien que es real?
¿Alguna vez ha confesado que lo sea?”
Ellos han respondido, “Oh no! Quería esperar y estar
seguro primero”
Yo he respondido, “¿Por qué? ¿Usted cree que la Biblia
mintió? La Biblia dice que es asó. ¿Es la Biblia una
mentira?”
“Oh, no, pero quiero que sea una realidad en mi primero.
Luego lo diré”.
Pero, “…con la boca se hace confesión para…” Una
promesa de la Palabra de Dios debe ser confesada como

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una realidad antes de que se convierta en una. De acuerdo
con la Palabra, ya lo es. Pero para hacerla real en su vida,
usted debe confesar que así sea.
Yo recuerdo una mujer que asistió a la escuela Bíblica por
tres años. Ella no era un ministro, y no decía ser uno. Ella
había ido a la escuela Bíblica para ser entrenada. Su pastor
me dijo que ella era el miembro laico más destacado de
esta grande iglesia. Ella era profesora de escuela
dominical, y ella formaba parte de todas las actividades de
la iglesia. Ella me dijo una vez, después de que yo hubiera
predicado en una reunión de comunión cercana,
“Hermanos Hagin, yo hice lo que usted dijo. Todavía no he
cubierto las 134 Escrituras que usted mencionó. Sin
embargo, he leído 25 de ellas con meditación atenta. He
sido salva, llena con el Espíritu Santo, y he hecho lo mejor
que he podido para el Señor en todas las cosas por muchos
años. Pero, usted sabe, siento como si acabara de ser
salva. Estas Escrituras son tan reales, pareciera como si
hasta ahora hubiera nacido de nuevo”.
Le dije que la verdad del asunto era que ella había sido
nacida de nuevo hace muchos años antes, pero nunca
había caminado en la luz de su experiencia. Todo esto
había sido de ella todo el tiempo; había pertenecido a ella,
pero porque ella nunca se había atrevido a confesarlo y
reclamarlo, ella nunca había caminado en lo que
legalmente le pertenecía a ella.

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Cuando usted confiesa lo que es en Cristo, lo reclama, y
camina en ello, usted se está apropiando de la realidad de
lo que es legalmente suyo. Desafortunadamente, muchos
nunca se darán cuenta de esto, y continuarán siendo
bebés Cristianos. Nunca podrán disfrutar la plenitud de lo
que realmente son en Cristo.
Verá, un cristiano no es renovado como un viejo colchón.
Un viejo colchón sólo se vuelve a hacer. Pero el Nuevo
Nacimiento no es una reforma o una renovación. Un
Cristiano nacido de nuevo es una nueva criatura; una
nueva creación. Una traducción de 2 Corintios 5:17 lee, “El
es una nueva especia”. Esta nueva criatura es simplemente
algo que nunca existió antes.
Los cristianos nacidos de nuevo no son simplemente
pecadores perdonados. No somos pobres, débiles,
tambaleantes, apenas lográndolo miembros de una iglesia.
Somos nuevas criaturas en Cristo Jesús. Yo so se usted,
pero ese ha sido mi testimonio y mi confesión desde 1933.
O vi estas verdades acerca de la redención mientras estaba
postrado en cama, estudiando la Palabra de Dios. Y yo le
prometí a Dios dos cosas antes de que leyera la Biblia: 1)
yo aceptaría y creería lo que fuera que Dios dijera en su
Palabra; y 2) yo pondría en práctica lo que Dios dijera en su
Palabra. Mucho después encontré libros que tenían estas
revelaciones que había recibido mientras estudiaba la
Palabra como un adolescente postrado en cama.

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Muchas veces, nosotros nos vemos como sólo salvos del
pecado. Pensamos que lo único que podemos hacer en
este mundo es tambalearnos, continuando viviendo en la
“Calle e apenas lograrlo” en la última casa al final de la
cuadra, al lado del “callejón de la queja”.
Pero Efesios 1:7-8 dice, “En quien tenemos redención por
su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su
gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda
sabiduría e inteligencia”. Note que dice, “En quien
tenemos (nuestra) redención”. Es en Cristo que somos
redimidos. En Él tenemos nuestra redención. ¿De qué
somos redimidos? Algunos contestarán, “pecado”. Eso es
parcialmente verdad. Sin embargo, la realidad somos
redimidos de la muerte espiritual – la cosa que nos hizo
pecadores en primer lugar.
También podemos decir que fuimos redimidos de la
maldición de la ley, porque Gálatas 3:13 declara, “Cristo
nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es
colgado en un madero)”. Cuando miramos la ley de
Moisés, vemos que el castigo por quebrantar la ley de Dios
era triple: pobreza, enfermedad y muerte –muerte
espiritual.
Jesús vino a redimirnos porque fuimos vendidos al pecado
y la muerte espiritual, y Satanás nos estaba dominando.
Pero ahora que tenemos redención en Cristo, el dominio

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de Satanás sobre nosotros ha sido quebrado. Esto significa
que Satanás perdió dominio sobre nuestras vidas en el
momento en que fuimos nacidos de nuevo, el momento en
que nos convertimos en nuevas criaturas en Cristo Jesús.
Significa que hemos recibido un nuevo Señor y Maestro
que gobierna sobre nosotros – Jesucristo. Antes, Satanás
era nuestro señor y maestro. Él nos dominada. Pero ahora
que somos nuevas criaturas en Cristo Jesús, Jesús es
nuestro Señor. Como señala Romanos 6:14, “Porque el
pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis
bajo la ley, sino bajo la gracia”.
Si algo señorea sobre usted, tiene dominio sobre usted. El
pecado y Satanás son sinónimos. En otras palabras, son
parecidos, o cercanamente parecidos en significado y
significancia. Así que uno puede interpretar este el
significado de éste versículo como, “Satanás no tendrá
dominio sobre usted, porque usted no está bajo la ley,
pero bajo gracia”.
Cristo nos ha redimido. Él es nuestra Cabeza. Él es la
Cabeza de la Iglesia, y si somos miembros del Cuerpo de
Cristo –la Iglesia– entonces Cristo es nuestra Cabeza.
¿Tiene Satanás alguna autoridad para gobernar sobre el
Cuerpo de Cristo? No! Somos de Cristo, y por lo tantos
somos dominados sólo por Cristo. Satanás no puede
gobernarnos, porque si estuviera gobernando sobre
nosotros, él estaría gobernando el Cuerpo de Cristo, que es

19
la Iglesia. Pero sabemos que Jesús es la Cabeza de la
Iglesia.
Por lo tanto, porque ya no somos dominados por Satanás,
la enfermedad y las dolencias ya no pueden señorear
sobre nosotros tampoco. Los viejos hábitos no nos pueden
señorear. ¿Por qué? Porque somos nuevas criaturas en
Cristo Jesús.
Necesitamos creer eso! Entonces empezaremos a hablar al
respecto. Entonces se convertirá en una realidad en
nuestros espíritus, y seremos vencedores, viviendo una
vida victoriosa en Cristo. Como Apocalipsis 12:11 dice,
“Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y
de la palabra del testimonio de ellos, que menospreciaron
sus vidas hasta la muerte”.
Usted siempre puede localizar a una persona
espiritualmente por lo que dice. La mayoría de los
cristianos citan las Escrituras acerca de nuestra redención y
oran que se vuelva real en sus vidas, sin darse cuenta de
que si son nacidos de nuevo en Cristo, la Palabra ya es real
en sus vidas. Lo único que tiene que hacer es reclamar
estas promesas extendiéndose y tomándolas; apropiarlas
para ellos mismos.
Muchos preguntarán, “si es tan fácil obtenerlo, ¿por qué
no lo tengo?”. Bueno, si usted tiene diez millones de pesos
en el banco a su nombre, pero usted no lo sabe, usted no
estaría en mejor situación, tampoco, aunque el dinero es

20
suyo. Y usted sería un mentiroso si dijera que el dinero no
es suyo. Lo mismo es verdad con respecto a las cosas
espirituales. Si usted no tiene conocimiento acerca de las
cosas espirituales que ya son suyas, no le harán ningún
bien. Tiene que hacerlas suyas – no desde el punto de vista
legal, sino desde el punto de vista experiencial.
Una de mis Escrituras favoritas que me ha ayudado a lo
largo de los años se encuentra en Isaías 41:10. “No temas,
porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu
Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te
sustentaré con la diestra de mi justicia”. Esta Escritura fue
escrita a Israel, pero es verdadera en lo que concierne a
nosotros hoy.
Aún antes de unirme a los rangos de las personas del
Evangelio Completo, yo no clamada y rogaba a Dios para
que me ayudara. Abría mi Biblia a las Escrituras, tales como
Isaías 41:10, me arrodillaba ante Dios, y oraba, “Querido
Dios, estoy tan agradecido de que Tú estás conmigo, que
Tú eres mi Dios, que Tú siempre me fortaleces y me
sostienes con la diestra de tu justicia, y que no tengo que
tener temor”.
Cuando algunos Cristianos sienten que están bajo una
nube de oscuridad, ellos claman, “Oh Dios, ayúdanos”.
Dios si ayuda, porque Él es un Dios misericordioso, y Él
bajará a nuestro nival. Pero es mucho mejor para nosotros
el levantarnos a su nivel por nuestras bendiciones!

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Podemos alimentar nuestra nube de oscuridad con
pensamientos erróneos, confesiones erróneas y creencias
erróneas. O podemos hacer que la nube de oscuridad se
levante por pensar correctamente, confesar
correctamente y creer correctamente basándonos en la
Palabra de Dios.
Todos deberíamos tener la mente de Dios – la única
manera en la que podemos lograr esto es pensando los
pensamientos de Dios. En otras palabras, pensar en lo que
Dios dice en Su Palabra, y confesando que es verdad.

22
Capítulo 2
El Creer Bien Y Mal
Creer con su corazón, ya sea para salvación, el bautismo en
el Espíritu santo, sanidad, o alguna otra respuesta a
oración, es la única manera en la que puede recibir
cualquier cosa de Dios, que no sea a través de una
manifestación de los dones del Espíritu Santo. Pero debe
entender que los dones del Espíritu Santo operan
solamente como el Espíritu lo desee y no de acuerdo con
nuestra voluntad o deseo (1 Corintios 12:11). Por lo tanto,
creer con el corazón es el único medio que podemos
ejercitar para recibir de Dios.
En Apocalipsis 3:11, Jesús se le apareció a Juan y le dio este
mensaje para las iglesias de Asia menor: “Retén lo que
tienes”. Daríamos en lenguaje moderno, “Aferrate a lo que
tienes”. Pero la Escritura dice, “Retén”. La razón por la que
Jesús dijo esto fue porque Él sabía que hay un poder
dispuesto en contra de nosotros, el cual se esforzará por
robarnos y derrotarnos.
La fe es como el amor: sólo se revela en acción y palabra!
Así que, no hay fe sin confesión, pero la fe crecerá con su
confesión. La confesión hace varias cosas por el creyente.
La confesión da dirección, pone puntos de referencia para
la vida de uno. Uno no puede recibir de Dios sin creer
correctamente y confesar correctamente. Y cuando

23
comenzamos a darnos cuenta de esto, podemos empezar a
llegar a algún lado con Dios.
Los doce espías enviados a Canaán pusieron puntos de
referencia en sus vidas por su confesión. Diez de ellos
dijeron, “no podemos hacerlo”. Ellos creyeron que no
podían; por lo tanto, ellos no pudieron. Pero Josué y Caleb
tuvieron un reporte diferente. Ellos dijeron, “Bien puede
nuestro Dios entregarlos en nuestras manos” (Núm 13:30).
Esa declaración puso el punto de referencia en sus vidas.
Ellos vivieron lo suficiente para entrar en Canaán.
Algunas personas piensan que a Dios le caen mejor ciertas
personas que otras. Eso no es verdad. Dios no tiene
ninguna “mascota” o hijos favoritos. Él nos ama a todos
con el mismo amor, y Él ha hecho la misma provisión para
todos nosotros. Dios no amó a Josué y Caleb más que a los
otros hijos de Israel, porque Dios estaba dispuesto a hacer
por todos ellos lo que hizo por Josué y Caleb. Todo Israel
pudo haber entrado en la tierra de Canaán, pero pusieron
el punto de referencia de sus vidas con el creer
erróneamente, lo que resultó en confesión errónea.
Pablo usó el ejemplo de Israel al exhortarnos para que
nosotros mismo prestemos atención, a no sea que
fallemos por causa de la incredulidad para recibir las
promesas de Dios (Hebreos 3:12). Pablo dijo que los hijos
de Israel fallaron para entrar a la Tierra Prometida a causa
de su incredulidad. Su creer estaba mal.

24
Una de las palabras griegas traducidas “incredulidad”
también puede significar “fracaso para ser persuadido”. El
pueblo de Israel no pudo entrar a la Tierra Prometida
porque no pudo ser persuadido a actuar en la Palabra de
Dios.
Hay dos clases de incredulidad:
1. Algunos dudan la Palabra de Dios porque no la
conocen. Esta es incredulidad basada en falta de
conocimiento de la Palabra de Dios, porque la fe viene por
el oír, y el oír por la Palabra de Dios. Así que las personas
no oyen y no conocen la Palabra de Dios, no pueden tener
fe.
Esta clase de incredulidad, entonces, se debe a la falta de
haber escuchado la Palabra de Dios. Por ejemplo, es por
esto que muchos cristianos que son realmente salvos no
creen en sanidad divina. Ellos nunca han escuchado lo que
la Palabra enseña acerca de sanidad. Algunos dirán, “Pero
ellos pueden leer la Biblia”. Si, lo pueden hacer, pero ellos
son como lo fuimos alguna vez usted y yo; hemos sido
enseñados de forma diferente. Yo estaba afiliado con una
denominación que no creía en sanidad. Había sido
enseñado desde la infancia que esas cosas como la sanidad
no son para nosotros hoy en día. Por lo tanto, cuando leía
acerca de sanidad, no registraba en mi espíritu, porque mi
mente estaba cerrada en el tema de sanidad divina,
milagros, y manifestaciones de esa naturaleza. Es por eso

25
que uno debe tener una mente abierta a la Palabra de
Dios. La cura para la incredulidad es estudiar la Palabra de
Dios. Al estudiar la Palabra de Dios por usted mismo,
puede ganar conocimiento en lo que es suyo “en Él”.
2. Otro tipo de incredulidad es fracasar en ser
persuadido. El pueblo de Israel sabían que debían tomar la
Tierra Prometida, porque Dios había dicho que se las había
dado. Pero no pudieron ser persuadidos a actuar en Su
Palabra. Hay muchos creyentes que son informados acerca
de la Palabra de Dios, pero no pueden ser persuadidos a
actuar en ella. Esto es incredulidad. La cura para este tipo
particular de incredulidad es obediencia.
¿Ha notado que la mayoría de los Cristianos son sinceros,
dispuestos y honestos, y aún así son débiles? Eso puede
parecer una contradicción, pero no lo es. La razón por la
que los cristianos son débiles es porque nunca se han
atrevido a confesar que son ellos en Cristo. Usted puede
saber quien es en Cristo y lo que tiene en Cristo. El pueblo
de Israel sabía lo que Dios había dicho que les pertenecía.
Él había dicho, “les daré la tierra”. Todo lo demás que Dios
ha dicho ha sucedido. El pueblo de Israel ha visto la
fidelidad en todo lo demás que Él les ha prometido, pero
no pudieron ser persuadidos a actuar en la Palabra de Dios
en el asunto de tomar la tierra.
Similarmente, la mayoría de los cristianos hoy no están
caminando en la luz que realmente poseen respecto a la

26
Palabra de Dios. La mayoría están orando, “Dios, dame
esto” o, “Haz aquello por mi”. Pero Dios no va hacer nada
por ellos hasta que comiencen a actuar en lo que saben.
Cuando actúen en la Palabra, obtendrán la respuesta.
Cuando estaba extremadamente enfermo y postrado en
cama, mi familia pensó que me iba a enloquecer porque
leía mucho la Biblia. Ellos aún hicieron que uno de mis
doctores, Dr. Robason, me visitara y me dijera que no
debía leer la Biblia tanto o enloquecería (Ayudaría a
muchas personas si pudieran perder su mente natural y
en su lugar se volvieran mentalmente espirituales). Pero yo
sabía que estaba ganando salud y fuera de mi estudio de la
Palabra de Dios, así que yo continué leyendo y estudiando.
Vi que la Biblia contiene tanto Antiguo como Nuevo
Testamento, y decidí que el Nuevo Testamento daba
instrucciones para la Era de la Iglesia. Por lo tanto, pasaba
la mayoría de mi tiempo leyendo el Nuevo Testamento;
especialmente la Epístolas, porque me dicen quien soy y lo
que tengo en Cristo. Esa es la confesión que me gusta
mantener, porque es una confesión vencedora, y derrota
al diablo cada vez. Muchos pastores, evangelista y laicos
pasan su tiempo leyendo otras partes de la Biblia (Y se
nota eventualmente, porque nunca tiene una nota de
victoria en sus vidas).
Conocí a un ministro que nunca predicaba nada más que
profecía. Y siempre predicaba el lado oscuro de la profecía.

27
Finalmente su gente se casó de escucharlo predicar el lado
negativo de la profecía todo el tiempo, así que se fueron a
otra iglesia. Este predicador sufrió mucho físicamente
antes de morir. La profecía puede ser predicada de manera
que sea una bendición, o puede ser predicada de manera
que se convierta en una maldición.
Es lo mismo acerca de predicar de demonios. Un
predicador puede mostrar la autoridad que los Cristianos
tiene sobre loa demonios, y el y la gente serán bendecidos.
Por otro lado, las personas pueden ser atemorizadas por
escuchar predicación errónea acerca de demonios. Gloria a
Dios, los Cristianos no tiene que temblar frente a los
demonios o estar atemorizados por ellos.
Si vivimos en las Epístolas, viviremos en victoria. Pablo listó
un número de cosas a las que nos enfrentaremos en
nuestro caminar Cristiano, pero luego lo resumió diciendo,
“Antes en todas estas cosas somos más que vencedores
por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37). Note
que Pablo dice que tenemos espacio de sobra, porque
somos más que vencedores.
Cuando predico acerca de la mente, atemoriza a algunas
congregaciones! Inmediatamente piensan de ciencia
Cristiana. No obstante, la Biblia tiene mucho que decir
acerca de la mente. Por ejemplo, Isaías 26:3 dice, “Tú
guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento
(mente) en ti persevera”. La Palabra de Dios nos exhorta a

28
tener la mente de Cristo. Y Filipenses 4:8 dice, “Por lo
demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si
algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Hace una gran diferencia lo que pensamos. Yo creo que
ese es el por qué tanta gente sigue enferma, aún después
de que todo el mundo en el país ha orado por ellos. Ellos
pasan a cada línea de sanidad, y aún así nunca reciben su
sanidad. La razón por la que no son sanas es porque están
pensando incorrectamente.
En el pasado, he notado que muchas personas parecían ser
ayudadas cuando oraba por ellas. Algunos hasta
testificaban que sus dolores se fueron por dos o tres días.
Sin embargo, yo sabía todo el tiempo que la enfermedad o
dolor volvería, porque su “quemadera” todavía estaba en
sus voces. Ellos simplemente continuaron pensado,
creyendo y confesando incorrectamente hasta que les
volvió.
Si, es mucho más fácil el seguir lo que un hombre piensa
acerca de la cosas que seguir lo que Dios dice acerca de la
situación. A veces es la cosa más difícil en el mundo el
lograr que la mente de uno se de por vencida en lo que
hombre dice y se vaya con lo que Dios dice. Necesitamos
meditar y pensar en la Palabra de Dios así como creer en
nuestros corazones. Por ejemplo, todos mis doctores y

29
todos mis amigos dijeron que no era posible que viviera
debido a la enfermedad que tenía, pero en vez de
escucharlos a ellos, yo escogí creer lo que la Palabra de
Dios dijo que Dios había hecho por nosotros en Cristo. Si,
hubiera sido más fácil el escuchara mis amigos, mis
doctores y lo que mis sentidos me estaban diciendo. Pero
escogí pararme en la Palabra de Dios – y estoy bien y sano
hoy en día a causa de eso.
La razón porque la fe es mantenido en cautiverio por
Cristianos es porque no se han atrevido a simplemente
creer y confesar lo que Dios dice acerca de ellos! Es porque
nunca han leído la Palabra de Dios para averiguar quienes
son? Es porque han vivido demasiado en la historia pasada
de la Biblia – el Antiguo Pacto - nunca dándose cuenta que
tenemos una Nuevo Pacto y somos nuevas criaturas en
Cristo; nunca dándose cuenta que Dios nos ama y quiere
que tengamos lo menos de todo? O es porque sus mentes
están tan ocupadas con pequeñas cosas mundanas en la
vida – cosas que no benefician para nada cuando todo se
haya dicho y hecho?
Para construir una sólida vida de fe, usted necesita creer y
confesar diariamente lo que Dios el Padre es para usted, y
lo que el Espíritu Santo está haciendo en usted. Entonces
llegará al lugar donde ya no tendrá temor de las
circunstancias; y no tendrá temor de ninguna enfermedad
o ninguna condición. En vez de esto, se enfrentará a la vida

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sin miedo, un conquistador. A su tiempo, aprenderá que
Romanos 8:37 es verdad: “Antes, en todas estas cosas
somos más que vencedores” (Pero usted nunca será un
conquistador hasta que confiese que usted lo es).
Una confesión incorrecta, por supuesto, es una confesión
de derrota, fracaso y la supremacía de Satanás. Algunas
personas siempre están hablando acerca de su combate
con el diablo. Ellos magnifican al diablo haciendo esto. En
cualquier momento en que alguien habla acerca de como
el diablo lo están manteniendo cautivo, como el diablo lo
está enfermado, o como el diablo lo está manteniendo
alejado del éxito, es una confesión de derrota y fracaso.
Por otro lado, cuando un creyente confiesa las cosas
buenas de Dios y lo que Dios ha hecho en su vida, esa es
una confesión que glorifica al Señor. Así que empecemos a
vivir una vida victoriosa por hacer la confesión correcta.
Una vez he dicho que Dios ha escuchado mi oración, nunca
vuelvo a ella. No me importa lo que veo, lo que siento o lo
que mis sentidos me dicen – me mantengo con mi
confesión. Me aferro de ella con la tenacidad de un
Bulldog, y no la suelto.
Métase en la Palabra de Dios y quédese allí. Haga lo que
Jesús dijo: Aferrese a su confesión, y pelee la buena batalla
de la fe. No deje que el diablo lo maniobre fuera de su
posición firme. Yo he mantenido mi posición por algunas
cosas por días, semana y aún meses. No he cedido ni un

31
centímetro. Me he mantenido firme porque sabía que Dios
había escuchado mi oración, y que tenía mi respuesta por
el asunto por el que estuve orando.
Pocos Cristianos se dan cuenta que nuestra confesión nos
aprisiona, y que sólo la clase correcta de confesión nos
hará libres. No es sólo nuestro pensamiento, sino también
las palabras que hablamos que construyen poder o
debilidad en nosotros. Nuestras palabras no atrapan y nos
mantiene en cautiverio, o en cambio nos hacen libres.
Nuestras palabras se vuelven poderosas en las vidas de
otros. Es lo que confesamos con nuestros labios lo que
realmente domina nuestro ser interior.
Si hablamos acerca de enfermedad, es porque creemos en
enfermedad. Si hablamos acerca de debilidad y fracaso, es
porque creemos en debilidad y fracaso. Nosotros
inconscientemente confesamos lo que creemos: “… de la
abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34)

32
Capítulo 3
El Confesar Bien y Mal
“Por tanto, teniendo un gran sumo
sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el
Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión
(o confesión)”. Hebreos 4:14
Es fácil decir, “Yo creo esto. Si, este es mi corazón”, y hacer
una confesión positiva. Sin embargo, lo primero que pasa,
y estamos diciendo algo contrario – algo negativo – con
nuestras bocas. En cambio, tenemos que tener cuidado de
tener la palabra de fe en nuestras bocas.
Es asombroso la fe que los Cristianos tienen en las cosas
incorrectas! Si tomaran la misma fe y creyeran en las cosas
correctas, sería exitosos. De hecho, no necesitarían más fe
de la que ya tienen para poder ser exitosos.
Cuando las personas confiesan su falta, construyen un
sentido de falta e insuficiencia en ellos mismos, y luego
estas deficiencias ganan la ascendencia en sus vidas. Pero
Jesús es nuestro Señor, y si nos aferramos a la confesión
de su Señorío, entonces Jesús ganará la ascendencia en
nuestras vidas y nos llevará al éxito. Nunca nos
levantaremos por encima de nuestras confesiones!
La confesión de los labios de un creyente que ha crecido
de la fe en su corazón derrotará absolutamente al diablo

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en cada batalla. No obstante, si un creyente no cree en su
corazón la confesión que sus labios están haciendo, estas
confesiones no funcionarán. Y si confiesa la habilidad de
Satanás para estorbarlo y para alejarlo del éxito, Satanás
ganará dominio sobre el.
Pero Colosenses 2:15 dice, “y despojando a los principados
y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando
sobre ellos en la cruz”. Si Cristo derrotó al diablo por
nosotros, entonces ¿por qué el diablo hace tantas cosas en
contra nuestra? ¿Por qué domina personas? Porque las
personas se lo permiten.
Muchas personas piensan que Dios es responsable por
todas las cosas que les pasa, cuando realmente Dios no es
responsable por ninguna de esas cosas. Las personas
también piensan que depende de Dios el hacer algo acerca
de sus problemas. En realidad, depende del individuo el
hacer algo acerca de sus problemas. ¿Por qué? Porque
después de la ascensión de Cristo, la obra que Él hizo en
llevar a cabo el gran plan de redención fue entregada a la
Iglesia, y ahora depende de los creyentes “poseer la
tierra”.
En el comienzo, Dios creó los cielos y la tierra, y después
de que Él había hecho todo, Él se lo entregó a Adán. Dios le
dijo a Adán que Él le estaba dando dominio sobre toda la
obra de sus manos; Adán podía hacer lo que quisiera con la
creación. Desafortunadamente, Adán cometió alta traición

34
y vendió su dominio al diablo! A través de las edades, la
raza humana ha sido mistificada por las acciones de Adán.
Las personas se han preguntado, “Dios sabía lo que iba a
suceder. ¿Por qué Dios dejó que el diablo tomara el
control del mundo?”. La gente dice estas cosas porque no
conocen la Biblia. La Biblia declara claramente que Dios
creo lo cielos y la tierra (Gén. 1:1), y que Dios le dio
dominio sobre todas las obras de sus manos a la
humanidad (Gén. 1:28; Sal. 8:6). Después de que Dios nos
dio dominio sobre todas las cosas, Él ya no era responsable
por ellas. El hombre era entonces responsable.
¿Ha notado alguna vez cómo todos los autores del Nuevo
Testamento nos dijeron que hiciéramos algo acerca del
diablo? Esta es la razón por la que los cristianos deberían
“vivir” en las Epístolas, las cartas escritas a la Iglesia. Por
ejemplo, Pedro dijo, “Vuestro adversario el diablo, como
león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”
(1 Pedro 5:8). He escuchado creyentes decir cosas como,
“El diablo está detrás de mi. Ore para que no me agarre.”.
Orara así no es bueno. Usted podría igualmente estar
cantando, “estrellita donde estás”. Pedro no paró con su
advertencia que el diablo es como un león rugiente,
buscando a quien puede devorar. En el siguiente versículo,
versículo 9, Pedro continuó y nos dijo que hiciéramos algo
con respecto al diablo: “Resistid firmes en la fe…”. Somos
nosotros quienes debemos hacer algo acerca del diablo!

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Debemos decirle al diablo, “La Palabra de Dios dice que
Jesús lo derrotó. Usted es un enemigo derrotado, diablo. El
Nuevo Testamento – el Nuevo Pacto que Dios ha
establecido con el hombre por medio de la sangre de
Cristo - dice que usted no tiene autoridad sobre mi,
porque Jesús fue ‘hecho fiador de un mejor pacto’
(Hebreos 7:22). Este Nuevo Pacto dice que usted no tiene
autoridad sobre mi Satanás – sino que por el contrario, yo
tengo autoridad sobre usted. Satanás, déjeme en paz,
porque usted está derrotado.”.
Esto es hacer la confesión correcta – una confesión que
derrotará al diablo. Pero hacer la confesión incorrecta le
permitirá a Satanás tener dominio sobre nosotros. Jesús
dijo, “Resistid al diablo y el huirá de vosotros” (Santiago
4:7). Santiago les estaba escribiendo a los creyentes. Note
que él no dijo que debíamos orar a Dios para que Dios
resista al diablo y haga que huya de nosotros. Santiago no
dijo llamáramos al pastor y le pidiéramos que orara para
que el diablo se vaya.
No, a no ser que usted resista al diablo, el no huirá de
usted. Yo lo puedo resistir y el huirá de mi, pero no puedo
resistirlo por usted. Puedo orar por las personas en fe,
pero si mantienen la confesión incorrecta, no servirá de
nada que yo ore por ellos; su confesión incorrecta anulará
los efectos de mis oraciones (1 Pedro 5:8; Santiago 4:7).

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Algunas personas en realidad saben tan poco acerca de la
Palabra de Dios que ellos creen que yo simplemente puedo
orar una oración de fe por ellos, y ya sea que ellos crean
algo o no, ellos todavía recibirán una respuesta. Esto es
absurdo de su parte, y es contrario a la Palabra de Dios.
Muchos dicen creer el Nuevo Testamento, pero realmente
no lo hacen. Son ignorantes en lo que concierne a la
Palabra de Dios. Ellos preguntan, “Si usted sana a los
enfermos como lo hacía Jesús, entonces ¿Por qué no sana
a todo el mundo?”. Un hombre que dice que Jesús sanó a
todos los enfermos es un mentiroso, porque la Palabra de
Dios muestra claramente que Jesús no sano a todos los
enfermos. La incredulidad de la gente no dejó a Jesús
hacer muchos milagros. Por ejemplo, Marcos 6:5-6 nos
dice que en su ciudad natal Nazaret, Jesús “… no pudo
hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos
enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba
asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las
aldeas de alrededor, enseñando”.
Jesús no puedo hacer milagros en Nazaret. No que el no
los hubiera hecho. Él no pudo. ¿Por qué no pudo hacerlos?
La Biblia dice que fue a causa de la incredulidad de la
gente.
A veces leemos en la Biblia que todas las personas
presentes en una ocasión particular fueron sanas. A veces
todas las personas enfermas en uno de mis servicios han

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sido sanas. En otras ocasiones, sólo algunas han sido sanas.
¿Por qué? La diferencia está en la fe o incredulidad de los
individuos presentes.
Vemos esto a lo largo del ministerio terrenal de Jesús.
Mateo 13:58 dice, “Y no hizo allí muchos milagros, a causa
de la incredulidad de ellos”. Si la incredulidad obstaculizó a
Jesús para obrar mientras Él estaba aquí en la tierra, y Él
ministraba en el poder del Espíritu Santo sin medida (Juan
3:34) – y si Jesús está trabajando hoy a través de Su
Cuerpo, la Iglesia, por el poder del Espíritu Santo en
nosotros – entonces la incredulidad de las personas
todavía obstaculiza a Jesús para obrar por medio de
nosotros.
Cuando Cristo se levantó de los muertos con toda la
autoridad en cielo y tierra, él delegó la autoridad en la
tierra a la Iglesia, los creyentes. Ahora depende de
nosotros como creyentes el hacer algo con la autoridad
que Dios nos ha dado. No depende de Dios. Depende de
nosotros creer, y actuar en lo que creemos.
Pablo escribió a la Iglesia en Éfeso, “Ni deis lugar al diablo”
(Efesios 4:27). ¿Qué significa esto? Significa que no
debemos darle al diablo ningún lugar en nosotros, porque
el diablo no nos puede dominar de ninguna manera a no
ser que se lo permitamos. Cuando resistimos al diablo y
hacemos las confesiones correctas, podemos mantener
nuestro dominio sobre el diablo. Pero si nuestras

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confesiones no están en línea con la Palabra de Dios,
entonces glorifican al diablo, y llenarán nuestros corazones
con un espíritu de temor y debilidad.
Nos levantaremos de toda influencia satánica cuando
declaremos, “… mayor es el que está en mí, que el que
está en el mundo” (1 Juan 4:4). Mayor es Cristo que está
en nosotros que cualquier fuerza que está dispuesta en
contra nuestra. Nuestra confesión es el campo de batalla
en el que peleamos. Y es aquí donde determinamos ya sea
el éxito o el fracaso.
Confesar dudas y temores, por otro lado, niega la gracia y
la habilidad de Dios. Los creyentes nunca deberían lidiar
con dudas y temores, porque son los narcóticos del diablo.
Pablo dijo, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de
cobardía (temor) sino de poder, de amor y de dominio
propio” (2 Timoteo 1:7). Dios nos ha dado un espíritu de
poder, amor y dominio propio. ¡Gloria a Dios!
Somos miembros de la familia de Dios. Somos los hijos de
Dios. Porque la fe, el amor y el poder nos pertenecen, no
confesaremos dudas o temores. En cambio, confesaremos
lo que la Palabra de Dios dice, y nuestra fe se fortalecerá
cada vez más mientras mantenemos esa confesión.
Si confesamos debilidad o enfermedad, estaríamos
confesando abiertamente que la Palabra de Dios no es
verdad, y que Dios ha fracasado el poner por obra su
Palabra. Pero ¿qué dice Dios acerca de la enfermedad y las

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dolencias? En 1 Pedro 2:24, la Palabra de Dios dice, “por Su
llaga fuimos nosotros curados”. Mateo escribió, “para que
se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: «Él mismo tomó
nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias” (Mateo
8:17).
T. L. Osborn declara en ‘Sanando al Enfermo’, “confesar
dolores, sufrimientos, y dolencias es como firmar por un
paquete que la Compañía Express ha entregado. Satanás
entonces tiene el RECIBO –su confesión– de usted,
mostrando que USTED HA ACEPTADO su paquete. No
acepte nada enviado por el diablo”. Cuando usted confiesa
debilidad o enfermedad, en lugar de confesar que Jesús
llevó todas sus enfermedades y dolencias y las echó fuera,
usted está confesando que todavía las tiene.
En los primero años de mi vida, tenía dos problemas del
corazón orgánicos serios. El doctor dijo que cualquiera de
ellos podía ser causa de mi muerte. Mi cuerpo estaba casi
totalmente paralizado. Estaba tan anémico, mi sangre era
color naranja claro.
No había posibilidad de que yo alguna vez me mejorara,
excepto a través de la misericordia de Dios. Pero yo
comencé a leer la vieja Biblia Metodista Drake de mi
abuela (La llamo una Biblia “Metodista” porque ella había
sido salva algunos años antes durante una campaña
Metodista en Tennessee).

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Encontré que la Palabra de Dios tenía algo que decir acerca
de la enfermedad y la dolencia que tenía: “por Su llaga
fuimos nosotros curados” (1 Pedro 2:24). Pero allí estaba
yo, sufriendo dos o tres ataques al corazón diariamente.
No piense por un minuto que yo no había orado. De hecho,
había orado prácticamente toda la noche muchas noches.
Había orado por horas y horas. No estoy minimizando la
oración, pero toma más que oración para hacer el trabajo
en un caso como este. Toma oración creyente! El
problema con muchos cristianos es que oran mucho sin
creer nada – o actuar en lo que creen – y no logra nada.
No hay ningún lugar en la Biblia dónde Jesús o alguien más
dijera que sólo la oración haría el trabajo. Pero Jesús si
dijo, “os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo
recibiréis, y os vendrá” (Marcos 11:24). Jesús también dijo,
“Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”
(Mateo 21:22).
Los cristianos dirán, “Le digo, yo realmente creo en la
oración”. Eso no significa absolutamente nada. Usted
puede ir al Tíbet y encontrar una religión más antigua que
el Cristianismo, cuyos partidarios también crean en la
oración. La gente ora constantemente. Su sacerdote le da
vuelta a la rueda de la oración constantemente.
Otra vez, quiero enfatizar que no estoy diciendo que
deberíamos parar de orar! Simplemente estoy diciendo
que la oración no es todo lo que hay que hacer. Si usted

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cree lo que la Palabra dice, entonces debe actuar en la
Palabra cuando ora.
Ore, olvídelo, y comience a conducirse como si la
respuesta hubiera venido al minuto que oró. Tome más
que oración. Tome el creer la Palabra y actuar en ella.
Yo estaba más allá de cualquier ayuda humana como un
adolescente postrado en cama. Dios sabe las horas que
pasé en oración, aún así no había tenido progreso para
nada en recibir sanidad. Yo decidí que algo estaba mal en
algún lugar, y sabía que no podía ser del lado de Dios.
Sabía que yo tenía que hacer cualquier cambio que fuera
necesario, porque Dios nunca cambia.
Así que pregunté, “Señor, ¿qué está mal? Algo está mal en
algún lugar. No estoy haciendo contacto contigo. No estoy
recibiendo por lo que estoy orando”. Dios me mostró que
era por Su espíritu a través de la Palabra. ¡Tenía que creer
que estaba sanado!
Mi mente natural realmente se rebeló en contra de eso.
¡Gritó en contra de eso! (usted puede hacer todo el ruido
que quiera con su mente así como lo puede hacer con sus
manos o pies).
Aunque mi mente continuó diciendo, “Estas loco. Estas
loco”, yo dije, “No, lo veo. Lo veo exactamente. Aquí está
el por qué no he recibido mi sanidad: todavía estoy
confesando que tengo problemas del corazón. Todavía
estoy confesando que estoy paralizado. Puedo sentir

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como actúa mi corazón, así que todavía estoy confesando
que estoy enfermo. Pero la Palabra de Dios dice que soy
sano! La Palabra de Dios dice que Él hizo algo con la
enfermedad y las dolencias. Me estoy aferrando a la
enfermedad por confesarla, y mientras me aferre a ella, la
voy a tener. Tengo que soltarla. Tengo que empezar a
confesar que lo que la Palabra de Dios dice eso es. He
estado aceptado lo que mis 5 sentidos –ver, oler, tocar, oír
y degustar– me dicen, en vez de el testimonio de la Palabra
de Dios. Lo que tengo que hacer ahora es aceptar el
testimonio de la Palabra de Dios en vez de mis sentidos,
porque la Palabra de Dios dice que ¡soy sano!”.
Sólo continué batallando al diablo así. Amigos, no piensen
que no van a tener una batalla cuando haga una confesión
como esa. Usted no descansará en una cama de rosas
tranquilo. Oh, no! Dios no dijo que lo tendrían. Él dijo que
nosotros tenemos que “pelear la buena batalla de la fe…”
(1 Timoteo 6:12). Él dijo que debíamos “…resistir al diablo,
y él huirá de nosotros” (Santiago 4:7). Él dijo que debíamos
“…retener lo que tenemos…” (Apocalipsis 3:11). Y el dijo
que debíamos resistir al diablo “firmes en la fe” (1 Pedro
5:9). Todos los términos como estos denotan que algún
vigoroso esfuerzo debe ser puesto de nuestra parte.
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes

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espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios
6:12).
Luchar denota poner un vigoroso esfuerzo. Esta Escritura
no significa un vigoroso esfuerzo físico, como luchar con un
hombre; significa luchar contra fuerzas espirituales en el
reino espiritual. Es una lucha espiritual. Los versículos que
acabamos de leer se refieren al hecho que debemos
pelear, luchar, resistir, hacer un esfuerzo, en contra de los
poderes malignos en el reino espiritual.
Así que debe aferrarse a su confesión. No la sostenga
flojamente o a medias, sino aférrese a ella. Retenga su
confesión, como yo retuve la mía. Yo dije, “No, diablo, la
Biblia dice que soy sano”. Y eso es lo que exactamente lo
que usted tiene que hacer para obtener lo que necesita de
Dios.
Yo paré de aferrarme a la confesión de mis sentidos, y me
aferré en cambio a lo que la Palabra de Dios dice. Eso fue
lo que me puso por encima, y lo podrá por encima a usted
también.
Acostumbrémonos a actuar en la Palabra. La Palabra lo
sanará, si la pone en práctica. La Palabra de Dios dice, “Él
envió su palabra y los sanó…” (Proverbios 107:20).
Proverbios 4:20-22 dice, “Hijo mío, está atento a mis
palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de
tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son
vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo”.

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Supóngase que usted va a un doctor que le da una receta
médica. Usted la tiene y luego pone la medicina en el
estante después de que llega a su casa. Usted sólo se
sienta ahí y la mira, pero no la toma. Ciertamente no le
ayudará, y no puede esperar que lo haga. Usted tendrá
que actuar en las órdenes del médico y tomar la medicina.
No sólo eso, pero en orden para que funcione
correctamente, usted tendrá que tomarla de acuerdo a sus
direcciones.
Empápese con la Palabra de Dios hasta que sea tan
consciente de la Palabra que piense continuamente en
ella. Mientras otros están hablando acerca de todo lo
demás, usted debería estar hablando acerca de lo que la
Palabra dice. Por ejemplo, la Palabra dice que Dios suplirá
todas sus necesidades. La Palabra de Dios dice que Él lo ha
sanado. Su confesión correcta se convertirá en una
realidad, y luego obtendrá cualquier cosa que necesite de
Dios. Actúe en la Palabra de Dios hoy.

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Acerca del Autor

Kenneth E. Hagin ministró por casi 70 años luego de que Dios lo sanó
milagrosamente de un corazón deforme, y de una enfermedad incurable
de la sangre a la edad de 17 años. Aunque el Rev. Hagin partió al hogar
celestial para estar con el Señor en el 2003, el ministerio que fundó
continúa bendiciendo multitudes alrededor del mundo.
Los alcances de los Ministerios Kenneth Hagin incluyen: La Palabra de Fe,
una revista gratuita; el Centro de Entrenamiento Bíblico Rhema; la
Asociación de Exalumnos de Rhema; la Asociación Ministerial
Internacional Rhema; la Escuela Bíblica por Correspondencia Rhema; y el
Ministerio de Prisiones Rhema. El hijo del Rev. Hagin, Kenneth W. y su
esposa, Lynette Hagin, son coanfitriones de Alabanza Rhema, un
programa semanal de televisión, así como de Rhema para Hoy, un
programa de radio transmitido durante la semana, y de las Cruzadas de
Fe Viva, que se llevan a cabo alrededor del mundo.

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