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Capítulo 10, El Largo de Curso de La Economía Mexicana

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Capítulo 10 “La Gran Depresión económica del siglo XX, 1963-1981”

Ya desde fines de los años cincuenta y durante los años sesenta, la economía internacional
experimentó tiempos de auge y una expansión del comercio mundial. Ello amplió el acceso
a deuda externa que podía complementar las entradas de dólares para financiar las
importaciones, y evitar o postergar una crisis de la balanza de pagos. Los choques
económicos externos estuvieron ausentes, lo que también favoreció la estabilidad de precios
y el alto crecimiento económico. La economía mexicana estaba en pleno “desarrollo
estabilizador”, que se caracterizó por baja inflación y alto crecimiento per cápita del PIB,
urbanización y crecimiento de la clase media.
En esa coyuntura comenzaron a mostrarse síntomas de un desequilibrio fundamental pues
la economía seguía dependiendo del acceso a dólares y la poca competitividad de las
empresas, y el restringido acceso a los mercados internacionales, dificultaban las
exportaciones industriales. Para algunas industrias que el gobierno consideraba estratégicas,
como los energéticos y otros insumos esenciales, la situación fue más complicada. El
gobierno ejercía un control de precios de esos insumos y tendió a fijarlos artificialmente.
Con el tiempo, su rentabilidad se reducía pues los costos tendían a crecer más rápido que
sus precios al punto que en algunos casos, como la Compañía de Luz y Fuerza del Centro,
fue nacionalizada con el beneplácito de sus accionistas. En su caso y en el de Pemex, los
subsidios a los energéticos fueron permanentes. También la producción de alimentos
comenzó, poco a poco, a ser insuficiente para cubrir la demanda interna, y las
exportaciones disminuyeron. El proceso de protección comercial también experimentó una
nueva etapa con las leyes de mexicanización que obligaban a una mayoría accionaria
mexicana en muchos sectores de la economía. No obstante, durante el periodo de Gustavo
Díaz Ordaz el gobierno mantuvo sus finanzas balanceadas, amplió la seguridad social y la
inversión pública. El crecimiento económico fue de más del 6% en promedio.
Para fines del decenio de los sesenta, el déficit público comenzó a crecer y fue financiado
cada vez más con ahorro bancario que desplazaba el financiamiento al sector privado. El
ahorro interno no era suficiente y se tuvo que recurrir, especialmente a partir de 1969, al
ahorro externo. La deuda pública externa comenzó a crecer y así se completaban los dólares
necesarios para financiar las importaciones. Los problemas políticos volvieron a
manifestarse, como evidenció el movimiento estudiantil de 1968 y su represión en
Tlatelolco. En esas condiciones complicadas inició el gobierno de Luis Echeverría que, al
notar que la economía se desaceleraba, decidió recurrir al gasto público deficitario para
sostener el crecimiento. Ello sólo fue posible por el endeudamiento externo y la aceptación
de un proceso inflacionario generado internamente. La economía logró crecer muy
rápidamente pero antes de que concluyera el sexenio estalló la balanza de pagos. El peso
fue devaluado por primera vez en 22 años y la deuda externa había llegado a niveles
imposibles de financiar. Tuvo que entrar el Fondo Monetario Internacional en medio de una
crisis política.
La llegada de José López Portillo a la presidencia en 1976 pareció calmar los ánimos y
coincidió con la posibilidad de explotar enormes yacimientos petroleros en el Golfo de
México. La restricción externa desapareció súbitamente y poco tiempo después la gran
expansión económica del siglo XX llegaba a su última etapa. La actividad económica fue
estimulada por el sector petrolero y simultáneamente apoyada por el acceso al crédito
externo en condiciones sumamente favorables. La disponibilidad de dólares parecía infinita.
Prácticamente todos los sectores de la economía crecieron a tasas históricamente altas, los
ingresos medios aumentaron al igual que los salarios reales, y se estaban construyendo
grandes proyectos de infraestructura, en especial la capacidad de extracción de petróleo y
su transporte al resto del país. Para 1981 la expansión económica llegaba a su punto más
alto, pero con ella también la inflación, la debilidad estructural del aparato productivo por
la sobrevaluación del tipo de cambio, y la vulnerabilidad a cualquier tipo de choque que
pudiera sobrevenir.

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