Conversaciones EOL Sobre Trauma Trabajos 2020
Conversaciones EOL Sobre Trauma Trabajos 2020
Conversaciones EOL Sobre Trauma Trabajos 2020
TRAUMA∑
Bajo sospecha
Integrantes: Gloria Aksman, Dolores Amden, Eliana Amor, Ivana Bristiel, Ángeles Córdoba,
Gastón Cottino, Silvana Facciuto, Mariana Gómez, Graciela Horowitz, Pilar Ordóñez Marta
Pagano, Gabriel Racki, Christian Ríos, Silvia Salvarezza, Norma Sierra
1Lacan, J. : « Universidad de Yale, Seminario Kanzer », en Lacaniana n°19, Bs. As., Grama, 2015.
A diferencia de otras “parlo-terapias”, como las llama J.-A. Miller, la
perspectiva lacaniana no aborda el trauma desde la pregunta por la veracidad o falsedad
de los dichos del analizante, no cae en la trampa de interrogar su correspondencia con la
realidad. Al contrario, el analista “desconfía frente a todo lo que la memoria piensa que
reproduce”, ya que “la memoria siempre es sospechosa”, agrega Lacan 2. Justo después,
nota que el analista nunca puede estar seguro que un recuerdo no sea un recuerdo
encubridor3. El concepto mismo de recuerdo encubridor indica que no podemos fiarnos
de él. Ahí afirma que “un recuerdo siempre es sospechoso” 4 (ya tenemos un 3er
sospechoso y otra vez el enfático “siempre”). Añade que respecto de las
“reconstrucciones” del analizante, el analista no puede estar seguro de nada.
Lacan advierte que eso no le impide al analista intervenir 5. Es decir, la actitud de
desconfianza, sospecha, inseguridad, que conviene al analista lacaniano, no lo vuelve
impotente a la hora de intervenir. Al contrario, podemos agregar a partir de las viñetas
trabajadas en nuestro grupo.
El real troumatique
Demos un segundo paso. Memoria, recuerdo y trauma son siempre sospechosos
para el analista lacaniano. En la misma Conferencia, Lacan libra un segundo término
respecto del cual hay que situar dicha sospecha. Ya que memoria, recuerdo y trauma son
sospechosos respecto de la “sexualidad siempre traumática” 6. Lo sospechoso, en esta
tesis lacaniana, hay que leerlo en relación al real troumatique del sexo. Es respecto de
ese trou, que todo lo que la memoria aporte para recubrirlo resultará sospechoso.
Justamente, rastreando la etimología griega del término usado por Lacan,
suspect, del griego ypo-optos, advertimos dos vertientes. Por un lado, la presencia del
objeto mirada: ypo-optos (literalmente: bajo-observación o sospecha). Notemos que el
vocablo griego hace referencia tanto al que observa, como al que está bajo observación.
El sufijo -optos, como en (pan)-optikon, alude a “lo visible”. Por otro lado, -optos tiene
la misma raíz que opi: “agujero”. El término sospechoso reúne: la sospecha, lo visible y
el agujero.
2Ibid., p. 20.
3Ibid.
4Ibid.
5Ibid.
6Ibid.
Entonces, respecto del real troumatique del sexo, los recuerdos resultan siempre
encubridores y, por eso, sospechosos. Pero Lacan va aun más lejos cuando señala que el
“recuerdo bloquea el camino de lo que puede localizar en el inconsciente”. En este
texto, ¿qué es lo que ubica en el inconsciente? “La presencia -la plaga- del lenguaje”.
Respecto del recuerdo, agrega que “una imagen bloquea siempre la verdad”7.¿A qué
llama verdad en este texto? “La verdad verdadera es que entre hombre y mujer la cosa
no anda”8. Es decir, los recuerdos encubridores cubren, bloquean, el agujero de la
inexistencia de la relación sexual que afecta a todo parlêtre.
Notemos que a diferencia del psicoanálisis lacaniano, las parlo-terapias
concentran todo su interés en la memoria y los recuerdos encubridores, ignorando
completamente el agujero que éstos intentan cubrir.
7Ibid.
8Ibid., p. 16.
9Ibid., p. 20.
10Lacan, J. : « El hombre de los lobos », inédito.
11Lacan, J. : El Seminario, Libro 1, « Los escritos técnicos de Freud », Bs. As., Paidós, p. 61.
testarudez es por donde corre la acción del analista respecto de la supuesta vivencia
traumática primitiva.
Lacan concluye que el acontecimiento traumático es una escena “reconstruida”,
y que “se trata menos de recordar que de reescribir la historia”12. Es por eso que, en el
análisis de dicho caso, “Freud nunca pudo obtener la reminiscencia, para hablar con
propiedad, de la realidad en el pasado de la escena alrededor de la cual gira sin embargo
todo el análisis del sujeto.”13
Hagamos un pequeño paréntesis para señalar que en 1975, más de veinte años
después, Lacan retomará la reminiscencia, cuando en su Seminario 23 se dedique a
diferenciarla de la rememoración14. Allí, al ubicar que lo real tiene el valor de un
traumatismo, dirá que reminiscencia y rememoración son dos funciones distintas, ya
distinguidas por Freud.
Volviendo al comienzo de la enseñanza, Lacan distingue en sus Escritos, por un
lado, la reminiscencia, de linaje platónico, que “consiste en imaginar a propósito de algo
que funciona como idea pero no es tal” y que “responde a formas inmemoriales que
aparecen sobre el palimpsesto de lo imaginario” 15, como soporte del texto que se
interrumpe. Mientras que la rememoración consiste en hacer entrar algo en las cadenas
simbólicas, en el inconsciente como saber, ella “se produce en el interior del texto
simbólico”16. Aquí cobra relieve la distinción de lo real del trauma, como aquello que a
nivel de la reminiscencia impone un tope a la rememoración.
En la misma dirección, Lacan señala en Yale que “Freud se choca contra el
famoso trauma original”. Es ahí que afirma que “el trauma es siempre sospechoso”, para
inmediatamente luego agregar que “la sexualidad es siempre traumática” 17. Justo
después, introduce una segunda referencia freudiana: el caso Juanito.
Entonces, cuando en el ‘75 Lacan habla de “trauma sospechoso”, lo está
situando en el par lacaniano: trauma sospechoso-real sexual. A diferencia de todas las
otras parlo-terapias, para Lacan lo real es causa, allí hay un agujero.
18Ibid., p. 14.
19Lacan, J. : « Conferencia en Ginebra sobre el síntoma », en Intervenciones y textos 2, Bs. As.,
Manantial, p. 124.
20Lacan, J. : « Universidad de Yale, Seminario Kanzer », op. cit., p. 18.
21Lacan, J. : El Seminario, Libro 1,op. cit., p. 281
de manera retroactiva. A lo inmemorial del trauma, imposible de recordar, se le suma
este valor solamente en un tiempo posterior. La temporalidad del trauma sospechoso es
siempre retroactiva, no es lineal ni mecanicista, el trauma nunca se encuentra donde
parece, no se ubica en la experiencia vivida, sino a partir de los efectos. Esto pone en
evidencia que el trauma en psicoanálisis es imposible de prevenir, depende de la
subjetividad singular.
Tanto Freud como Lacan sitúan la Prägung en “un inconsciente no reprimido”,
ella “no fue integrada al sistema verbalizado del sujeto” 22. Dicha Prägung “resurge a
medida que el sujeto avanza en un mundo simbólico cada vez más organizado”23.
Notemos que en el Seminario 1, tanto la noción “ambigua”24 de trauma como
también la memoria y el recuerdo “confusos”25, también aluden al índice de sospecha.
Así y todo, ya en 1953, Lacan afirma que la “experiencia originaria del trauma”
constituirá el “primer núcleo” del síntoma26.
-3era pista- el acontecimiento de cuerpo:
Esta es la lección del caso Juanito que extrae Lacan en su Conferencia de Yale y
en la de Ginebra sobre el síntoma del 4 de octubre de 197527, en las que coloca la lupa
de su lectura sobre el acontecimiento de cuerpo.
En Yale, menciona “la primera especie de trauma” que es “evidentemente
aquella de la cual Freud da testimonio” 28, y que Lacan decide estudiar con Juanito. En
su lectura del caso freudiano, Lacan transformará el “acontecimiento traumático” en
“acontecimiento de cuerpo”. Esta perspectiva inédita difiere completamente del enfoque
del resto de las parlo-terapias.
22Ibid.
23Ibid.
24Ibid., p. 61.
25Ibid., p. 62.
26Ibid., p. 76 y 281.
27Lacan, J. : « Conferencia en Ginebra sobre el síntoma », op. cit.
28Lacan, J. : « Universidad de Yale, Seminario Kanzer », op. cit., p. 20.
29Ibid.
“encuentro” (término que repite tres veces en Ginebra)30, es decir, la contingencia del
encuentro troumatique del real del sexo que confronta al niño con lo imposible en juego
en la sexualidad. Se trata de un encuentro con “un primer gozar” que se manifiesta en
“cualquier” parlêtre. Notemos que para Lacan ese un-primer-gozar no es “verdadero”,
sino que es “verificable en todos”31. Es decir, el encuentro troumatique con ese goce, no
es del orden de la verdad mentirosa, la memoria y los recuerdos. Ya que como lo indica
J.-A. Miller: “el goce no miente”.
En Ginebra, Lacan lee el caso Juanito poniendo la lupa sobre el goce
troumatique que “el niño descubre primero en su propio cuerpo” 32. Y advierte que aquél
no es autoerótico como lo creyó Freud, sino que es “lo más hétero que hay”33 (del griego
heteros que significa: lo radicalmente diferente, lo Otro). Nota además que es un goce
incomprensible34. Dicho goce, que se impone a Juanito, extraño, ajeno, por fuera de la
consistencia imaginaria del cuerpo, sin sentido; percute el cuerpo y produce un efecto de
trou.
-2do tiempo- El síntoma: Lacan advierte que la invención freudiana del
inconsciente está ligada a dicho “encuentro”35. Juanito “quiere dar un sentido”36
inconsciente al real del goce del cuerpo. Al encuentro contingente con el goce
troumatique, este sujeto responde con la construcción de un síntoma fóbico. Dicho
síntoma, señala Lacan, “traduce el original de la historia”37: el hecho de goce.
Lacan nota que este síntoma es “la expresión, la significación del rechazo” 38 del
goce incomprensible, ya que aporta sentido. Juanito responde encarnando el goce
troumatique en objetos externos: el caballo que va y viene, que da coces, que corcovea,
que cae al suelo, que amenaza con morder. Esa es su invención frente al trauma, que
carga con el goce insensato y produce sentido para colmar el real del sexo.
Así, en su lectura de 1975, Lacan pone en primer plano la necesidad del síntoma
como consistencia que viene a anudar el cuerpo, el goce troumatique y el sentido.
30Lacan, J.: “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, op. cit., pp. 126-8.
31Ibid., p. 127.
32Ibid., p. 127.
33Ibid., p. 128.
34Ibid.
35Ibid., p. 127.
36Lacan, J. : « Universidad de Yale, Seminario Kanzer », op. cit., p. 20.
37Ibid.
38Ibid., p. 128.
Demostrando de este modo su tesis de Yale: el síntoma es algo que le permite vivir al
parlêtre39.
Sintomatizar el trauma
Integrantes: Cynthia Barreiro, Marcelo Barros, María Laura Errecarte, Andrea Fenik, Silvia
García, Marisol Gutiérrez, Adriana Lafogiannis, Claudia Lázaro, Graciela Lucci, Carmen
Palmieri, Enrique Prego, Marita Salgado, Fabián Schejtman, Greta Stecher, Natacha Zarzoso.
Introducción
Frente a esta generalización del trauma clínico, más presente que nunca en
tiempos de pandemia, el discurso analítico responde con un tratamiento no estándar,
apostando a un trabajo con el inconsciente que posibilite un pasaje del hecho
traumático, social o individual, al acontecimiento de cuerpo en un parlêtre singular.
Troumatisme
Tropmatisme
40Lacan. J. (1973-74).Seminario 21. Los no incautos yerran, clase del 19 de febrero de 1974. Inédito.
41Lacan, J. (1961-62).Seminario 9. La identificación. Clase del 20 de diciembre de 1961.Inédito.
42 Lacan J. (1975). “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y textos 2. Buenos
Aires: Manantial, 1988, p.139.
43Bassols, M. “Fantasma y Real en la clínica Lacaniana”, en Conversación clínica de la Escuela
Lacaniana de Milán, 2014.
El tratamiento analítico del trauma clínico posibilita reconstruir en algunos casos
los efectos particulares de la irrupción del mismo en la estructura subjetiva. Verificamos
que en la mayoría de ellos la primera respuesta es la angustia traumática, tal como
indicaba Freud en 1925:
44 Freud, S. (1925). “Inhibición, síntoma y angustia”, en Obras completas, vol 20. Buenos Aires:
Amorrortu, 1986, p. 123.
45Ibíd., p.122.
46Freud, S. (1895). “Proyecto de psicología”, en Obras completas, vol. 1, op. cit, pp. 351-352.
47Freud, S.(1925) “Inhibición, síntoma y angustia”, en Obras Completas, vol. 20., op. cit.
48 Freud, S. (1920). “Más allá del principio de placer”, en Obras completas, vol. 18, op. cit, p. 29.
La tarea analítica planteada por la irrupción del trauma clínico consistirá
entonces en una operación de escritura, que supondrá la localización de un borde en el
agujero del trauma, letra que se infectará entonces del goce pulsional como
tropmatisme, excedente sexual que asentará su trayecto en los orificios del cuerpo como
soporte del real pulsional, que repercutirá49en el agujero real del inconsciente. La
pulsión como eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir50, repercute, hace eco,
porque hay agujero.
49 Lacan, J. (1975). “Réponse a une question de Marcel Ritter”, en Lettres de l’École freudienne n°18,
1976.
50 Lacan, J. (1975-1976).El Seminario. Libro 23. El Sinthome. Buenos Aires: Paidós, 2006, p. 18.
51 Ibíd., p. 160.
52Como señalaba Lacan en “La tercera” (Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Manantial, 1988. p.
81-81): “…lo real es lo que vuelve siempre al mismo lugar. Ha de hacerse hincapié en ‘vuelve’. Lo que
descubre es el lugar, el lugar del semblante”.
53 Freud, S. (1905). “Fragmento de análisis de un caso de histeria”, en Obras completas, vol. 7, op. cit.,
p. 74.
54Fuentes, A. (2020). “Trauma y urgencia”. Recuperado de https://elp.org.es/trauma-y-urgencia/.
acontecimiento a partir de la neurosis del parlêtre, luego de haberlo alojado como
analista-soporte.
Truematism
55Un psicoanálisis reproduce […] una producción de la neurosis [...] Esa neurosis, que no sin razón
atribuimos a la acción de los padres, solo es alcanzable en la medida en que la acción de los padres se
articula justamente por la posición del psicoanalista. En la medida en que converja en un significante
que emerja de ella, la neurosis se ordenará según el discurso cuyos efectos produjeron al sujeto. Todo
padre (parent) traumático está en suma en la misma posición que el psicoanalista. La diferencia es que
el psicoanalista, por su posición, reproduce la neurosis, mientras que el padre (parent) traumático, la
produce inocentemente. Se trata de reproducir este significante a partir de lo que fue su florecimiento.
Constituir un modelo de la neurosis es, en suma, la operación del discurso analítico. ¿Por qué? En la
medida en que le quita la dosis de goce. Lacan, J. (1971-72). El Seminario. Libro 19. … o peor, Buenos
Aires, Paidós, 2012, p. 150.
56Laurent, E. (2002). “Síntoma y Nombre propio” en Síntoma y Nominación , Colección Diva, Buenos
Aires.
57 Miller, J.-A. (1996). “El inconsciente = intérprete”, en Freudianavol.17 y “La interpretación al revés”,
en Entonces: ‘Sssh...’. Buenos Aires, Eolia, 1996.
escena. Así, un sujeto arrasado por un trauma devastador con cuya re-iteración, siempre
igual a sí misma, despertaba durante un año noche tras noche, comienza a encontrar la
función del dormir al introducirse en su sueño la mirada del analista, en lo que entonces
adquirirá el estatuto de una escena traumática, que abrirá la vía de la constitución de un
síntoma en transferencia.
El fantasma se constituye entonces como una defensa ante lo real, pero también
como la puerta de acceso al deseo. Se trata, a su vez, de la instancia de la letra en el
fantasma que se articulará con el goce opaco que habita en el núcleo del síntoma. J. A.
Miller dirá que, fantasma y pulsión serán fusionados en el sinthome como modo de
gozar58, definiendo el campo del fantasma que funciona como un real. Con la presencia
del analista comienza entonces a tejerse una trama allí donde sólo había agujero,
devastación. Esta dimensión del fantasma se articulará a su vez con aquella del mito,
que se devela fundamental en el tratamiento analítico del trauma, en tanto éste toca
siempre una dimensión transgeneracional, señalada tanto por Freud como por Lacan.
A lo largo de su enseñanza Lacan volverá una y otra vez sobre la función del
mito, en tanto da forma épica a lo real de la estructura62, operación fundamental en el
tejido que rehace el nudo desarmado por la irrupción del trauma, encadenamiento de
58Miller, J-A (2013): Presentación del Seminario 6, Conferencia en la Mutualité en Revista Digital
Latigazo n° 1 y 2, París, 5/2013.
59Freud, S. (1937-1939). “Moisés y la religión monoteísta”, en Obras completas, vol.23, op. cit., p. 96.
60Lacan, J. (2013). "Alocución sobre las psicosis del niño" en Otros Escritos. Buenos Aires, Paidós,
2012, p.382.
61Lacan, J, (1960-61).El Seminario. Libro 8. La Transferencia. Buenos Aires, Paidós, 2003, p. 359.
62Así, Lacan planteaba en “Televisión”: El mito es esto: el intento de dar forma épica a lo que se opera
a partir de la estructura. El impasse sexual secreta las ficciones que racionalizan el imposible del que
proviene. No las digo imaginadas, leo en ellas, como Freud, la invitación a lo real que responde de ellas.
Otros escritos, op. cit., p. 558.
significantes que atempera el impacto de lo real. Así, verificamos cómo en muchos
casos se devela fundamental el trabajo de historización por el que el sujeto puede
reconducir las marcas de su goce63 a huellas trazadas en la generación de sus padres, o
aún de sus abuelos. Y verificamos también hasta qué punto ese trabajo de
sintomatización del trauma en la vertiente del mito puede detener la cadena del estrago
de la transmisión generacional en ciertos casos.
Integrantes: Jorge Assef, Catalina Bordón, Nora Cappelletti, César Mazza, Juan Pablo Mollo,
Marcela Negro, Débora Nitzcaner, Esteban Pikiewicz, Ana Piovano, Silvina Rojas, Mariana
Santoni, Jorge Santopolo, Graciela Schnitzer, José Luis Tuñón, Alicia Yacoi
65Sobre este tema puede leerse el texto de Negro M., “Trauma y segregación”, EOL, Conversación
2020, disponible en http://eol.org.ar/template.asp?
Sec=jornadas&SubSec=conversacion_2020&File=conversacion_2020/la-serie-lo-
serio/troumanos/marcela-negro.html
66Lacan J., “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros Escritos,
Paidós, Buenos Aires, 2012, pp. 274-277.
67 Seguimos en este punto a Eric Laurent en Laurent E., “El revés del trauma”, Virtualia #6, julio de
2002, disponible en http://www.revistavirtualia.com/articulos/696/destacados/el-reves-del-trauma
68 Freud S., “Más allá del principio del placer” (1920), Obras completas, Vol. XVIII, Amorrortu,
Buenos Aires, 1993, pp. 14-17.
69Freud S., “Inhibición, síntoma y angustia” (1926), Obras completas, Vol. XX, Amorrortu, Buenos
Aires, 1979, pp. 129-131.
70 Ibíd., p. 155.
71 Lacan J, El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós,
Buenos Aires, 1986, pp. 70-71.
pérdida de ese objeto primordial, inventa un montaje, escandido por el significante, que
le permite cierta satisfacción a partir del uso que puede hacer de ese pequeño objeto.
A continuación Lacan agrega una observación propia:“Yo también he visto con
mis propios ojos, abiertos por la adivinación materna, al niño traumatizado de que me
fuera a pesar del llamado que precozmente había esbozado con la voz, y que luego no
volvió a repetir durante meses enteros; yo lo vi, aun mucho tiempo después, cuando lo
tomaba en brazos, apoyar su cabeza en mi hombro para hundirse en el sueño, que era lo
único que podía volverle a dar acceso al significante viviente que yo era desde la fecha
del trauma”.72
Siguiendo a M.-H. Brousse, diremos que, ante la no respuesta a su llamado, el
síntoma que este niño inventa a diferencia del nieto de Freud es dormirse, pero con la
condición de la presencia del cuerpo del Otro, sus brazos, su voz, que Lacan precisa con
la expresión novedosa y enigmática de significante viviente. Subraya M.-H. Brousse
que aquí hay una contradicción entre los términos:“pone el significante en el cuerpo y
nos habla de un significante que no es mortificante” sino vivificante.73
Lacan ha utilizado la expresión significante enigmático del trauma74para
referirse a la marca singular que deja esa experiencia en cada ser hablante. Se trata de
algo que excede al sentido, que es intraducible, se trate del vacío de la ausencia del Otro
o del encuentro con lo que Freud llamó excedente de sexualidad.75 En esta observación
de Lacan encontramos una dirección fecunda que va de este significante enigmático del
trauma al significante viviente encarnado por la presencia real del cuerpo del Otro.
TraumaΣ sincrónico
J.-A. Miller ha puntuado que el trauma debe centrarse respecto al axioma no hay
relación sexual: es lo que denominó trauma sincrónico.76 Resituar el trauma en esta
perspectiva, implica sintetizarlo en tres puntos:
72 Ibíd.
73 Brousse M.-H., “¿Qué es lo traumático?”, Conferencia en el Campo Freudiana de San Sebastián,
diciembre de 2014, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=FwwH8eZYTx4
74 Lacan J., “Instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”, Escritos 1, Siglo XXI,
Buenos Aires, 1985, p. 498.
75Freud S., “Carta 46 (30 de mayo de 1896)”,“Fragmentos de la correspondencia con Fliess”, Obras
completas, Vol. I, Amorrortu, Buenos Aires, 1988, p. 270.
76Miller J.-A., capitulo VIII, “El estatus del trauma”, Causa y consentimiento, Paidós, Buenos Aires,
2019, pp. 131-149.
1. que no se enlaza necesariamente a un incidente sexual contingente, sino que
se lee desde el agujero de la no relación sexual.
2. que no se enmarca alrededor de una página de vergüenza o de gloria sino que
se presenta como un excedente sexual que irrumpe ¡y se mantiene siempre!
3. que, como lo indica el título de nuestra Conversación, se puede leer al síntoma
como un partenaire del trauma.77 Pero no se trata del síntoma como mensaje, sino de
una invención de un cuerpo hablante (con un valor posible de anudamiento de los tres
registros). En consecuencia, hay aquí un paso más respecto a Freud: encontrar en el
síntoma su funcionamiento real.
En “Σ (x)”, Miller afirma: “hay que definir al síntoma no como formación del
inconsciente, sino como función del inconsciente: una función que transporta una
formación del inconsciente a lo real”. 78 Y, “si el síntoma es una función que transporta
de lo simbólico a lo real, no hay para nosotros camino directo que nos vuelva a llevar de
lo real a lo simbólico y nos hace falta una mediación imaginaria: la del sentido. ¿Qué
hacer entonces? Poder prescindir de esa mediación: este es el sueño de Lacan”.79
Este impasse nos lleva a un nuevo punto de partida en la última enseñanza.
Troumatismo
En su Seminario 21, Lacan afirma: “Allí donde no hay relación sexual, eso
produce troumatismo. Uno inventa. Uno inventa lo que puede, por supuesto”.80
En esta breve cita se pueden destacar tres elementos puestos en un orden: no hay
relación sexual, troumatismo, invento.
En su última enseñanza, Lacan busca un nuevo real, un real que no sea supuesto.
En esta clase, Lacan concluirá respecto de la relación sexual que no puede escribirse la
demostración lógica de su existencia, ni tampoco la de su inexistencia, considerando
esto un real propio del psicoanálisis.
Y es en referencia al encuentro singular del parlêtre con ese agujero en el saber
que utiliza el neologismo troumatismo, para dar cuenta de un mal encuentro.
77Sobre este tema puede leerse el texto de Nitzcaner D., “Trauma, una extraña temporalidad”, EOL,
Conversación 2020, disponible enhttp://eol.org.ar/template.asp?
Sec=jornadas&SubSec=conversacion_2020&File=conversacion_2020/la-serie-lo-serio/el-trauma-el-
psicoanalista-y-su-acto/debora-nitzcaner.html
78 Miller J.-A., “∑(x)”, Matemas II, Manantial, Buenos Aires, 1990, p. 170.
79 Ibíd., p. 171.
80 Lacan J., clase del 19 de febrero de 1974, Seminario 21, “Los no incautos yerran”, inédito.
La respuesta al encuentro no es un descubrimiento sino un invento. Invento
válido solamente para quien hace uso de él.
Ahora bien, este invento pasa a tener el estatuto de un saber no sabido y escrito
que allí Lacan pone del lado del inconsciente. Sin embargo, unos meses más tarde, en
“La tercera”, este saber hacer singular va quedando más del lado del síntoma que del
inconsciente.
Y en el Seminario 23 afirmará que todo lo que es del orden de lo inventivo, es
síntoma.81
81 Lacan J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 130.
82Sobre este tema puede leerse el texto de Mollo J. P., “Trauma y síntoma (en La tercera)”, EOL,
Conversación 2020, disponible enhttp://eol.org.ar/template.asp?
Sec=jornadas&SubSec=conversacion_2020&File=conversacion_2020/la-serie-lo-serio/troumanos.html
83Lacan J., “La tercera”, Lacaniana 18, Grama, Buenos Aires, junio de 2015, p. 16.
84Ibid., p. 20.
85Ibid., p. 23.
La operación analítica: Jugar contra su gozar
Recordando que “el inconsciente es un saber que se articula a partir de
lalengua”,86situamos que en el Seminario 23 Lacan afirma y repite que “la
interpretación opera únicamente por el equívoco”, 87 para que la experiencia de un
análisis tal vez permita que el parlêtre pueda arreglárselas con los efectos
traumatizantes de lalengua de otra manera.
Hay en la interpretación un jugar (jouer) con lalengua contra el gozar (jouir) del
inconsciente en la fabricación incesante de sentido.
Nuestra interpretación para no ser la que da de comer sentido al síntoma, debe
apuntar a lo esencial que hay en el juego de palabras. De ese modo se puede: por un
lado, ganándole terreno al goce fálico que algo del sufrimiento del síntoma pueda
recular, y por el otro, hacer rezonar el Otro goce vivificante en el cuerpo.
86Ibid., p. 18.
87Lacan J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 18.
88 Stiglitz, G., “Aquí hay gato encerrado. Sobre el efecto psicosomático”, El amor en los tiempos del
goce. Qué responden los psicoanalistas, Grama, Buenos Aires, 2011.
-Del testimonio de Marcus André Vieira89 tomaremos dos escenas que nos
muestran la transformación que hubo de la satisfacción implícita en el trauma.
La primera escena ocurre a los 7 años cuando un paciente de la clínica
psiquiátrica que administraba la familia materna, al que él consideraba un amigo, “de la
nada” lo toma del cuello sofocándolo. Cuando está a punto de desvanecerse, lo suelta y
se va. Nadie lo ve. Acorde al marco de denegación de la violencia y de la locura que se
vivía en su entorno, no cuenta nada y continúa como si esto no hubiera ocurrido.
Vieira señala que lo importante no es el hecho violento sino lo que la mano en la
garganta fija en la memoria del cuerpo y la inscripción del silencio. De aquí se
desprende una intensidad que lo lleva a un juego constante de aproximación y distancia
al riesgo, que sumado a la captura de la mirada materna, darán cuenta de una irrupción
de goce fálico a partir del cual el síntoma, en una primera versión, va adquiriendo sus
significaciones.
La segunda escena remite a aquella primera, pero con una novedad: recién
recibido de médico, en una clínica psiquiátrica, escucha el balbuceo de una paciente
obesa, sentada desnuda en un rincón. Al acercarse para escucharla, la paciente lo abraza
fuertemente. Aquí ya no se trata de los gritos sin sentido de los internos de su infancia
sino de un balbuceo y en lugar de la mano que estrangula, un abrazo. Un abrazo que lo
involucra, pero que no lo sofoca.
A partir de esta escena, trabaja en su análisis alrededor de la voz. Una
interpretación del analista que lo nombra como “tambor del Otro” le permitirá pasar del
sometimiento a una satisfacción posible de ese objeto. Pero, además, de esta segunda
escena, el analizante puede extraer un goce Otro, un goce de la vida, a partir del abrazo:
el dejarse agarrar para así enlazarse. Marcus lo dice bellamente: “El abrazo me enseñó a
no caber en mi”.90
-Mientras diversos discursos sociales consideran al trauma un acontecimiento
exterior y objetivo, para el psicoanálisis no hay acontecimientos traumáticos per se así
como no hay un trauma “para todos”, lo que tiene valor traumático para un ser hablante
es siempre singular.
89 Las escenas y los comentarios fueron extraídos de Vieira M. A., capítulos “La clínica (el Otro)” y
“Abrazo (objeto)”, La escritura del silencio (voz y letra en un análisis), Tres Haches, Buenos Aires,
2018.
90 Ibíd., p. 39.
Segundos antes de que una bomba estalle,91 una inmigrante desayunaba en la
estación de trenes. Ante la explosión, huye dejando tras de sí a heridos y muertos y se
cruza con la mirada de un hombre ensangrentado tirado en el piso “como un Cristo
yaciente” que luego no dejará de no mirarla en pesadillas a repetición. Angustia,
hiperactividad, agitación y una inquietante imposibilidad de detención, son las
manifestaciones con las que llega a la consulta.
Instalado el sueño de movida en la escena, la transferencia se inaugura allí
cuando quien la escucha pide a quien no habla bien español un diccionario, esto le
permite detenerse y se abre la vía del inconsciente con sus juegos homofónicos que le
posibilitará continuar con el “hilo de la vida”.
¿Cómo situar el traumatismo y la respuesta en este sujeto? De educación
religiosa, frente a la irrupción de lo real, el “padre todo amor” no tiene respuesta. Como
lo sitúa Miller, un hecho pone en cuestión un dicho esencial en la vida de este
sujeto.92La analista guarda silencio y no la desculpabiliza por su fuga, pero sí la aloja. El
sujeto responde con la elaboración inconsciente, que le permite desplazar el sinsentido
de lo traumático a otra cadena.
-La clínica contemporánea en el campo de la sexuación se presenta como una
clínica de arreglos e invenciones singulares, se trata de inventarse un cuerpo y una
nominación bajo transferencia y la operación analítica apunta a propiciar un
anudamiento posible.
En el caso que discutimos la invención bajo transferencia se sirvió de materiales
existentes en el discurso de la época, otorgándoles una función nueva.
Un pasaje al acto lleva inmediatamente a una nominación. Rechazada del
discurso médico, es alojada por la analista, marca su cuerpo y abre el camino de una
invención.
Esta invención se compone también de elementos asintóticos que incluyen la
cirugía, la cicatriz y el tatuaje -invención vía la escritura en el cuerpo.
Su nueva nominación le permite fijar algo de su goce. Su Invención le permite
armarse un cuerpo imaginario, manteniéndose estabilizado, hasta ahora.
La operación analítica en este caso no reproduce lo traumático, sino que se
orienta a atemperar algo del goce acompañando al sujeto en su solución sinthomática.
91 Fuentes A.,” El hilo de la vida” en AA.VV., Efectos terapéuticos rápidos, Paidós, Buenos Aires,
2005, pp. 19-24.
92AA.VV., Efectos terapéuticos rápidos,op, cit., p. 81.
Testimoniar el trauma
Integrantes: Ana Rosa Cóncaro, Roxana Chiatti, Osvaldo Delgado, Jorge Faraoni, Ana María
Gallegos, Mariana Li Fraini, Roberto Mazzuca, Gustavo Moreno, Silvia Ons, Natalia
Paladino, Carolina Rovere, Gabriela Salomon, Mariana Schwartzman, Gabriel Tanevitch
93 Freud, S. (1896) “Carta 46”, en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1992, p. 270.
94 Lacan, J. (1973-74), El Seminario, Libro 21, “Los no incautos yerran”, clase del 19/2/1974. Inédito.
95 Ibíd., clase del 12/2/1974.
del viviente con el lenguaje, cuya dimensión parasitaria introduce un goce que lo
exiliará para siempre de la relación sexual. Será de un enjambre zumbante, que es el
murmullo de lalengua, “del uno-entre-otros (que podrá o no) alzar vuelo un S1”96 para
escribir contingentemente una letra de goce, del síntoma, que no llena el agujero, sino
que lo bordea. Función planteada por Lacan en el Seminario 18 cuando la define
como “el borde del agujero en el saber”97. La letra no es sin el agujero, S (A/).
Lo dicho hasta aquí es conocido.
Lo que sigue busca interrogar el trauma, a partir de la puesta en tensión de un
testimonio de Pase con otros modos de testimoniar por fuera del psicoanálisis y a lo
largo de la historia, que han encontrado en la vía de la escritura, un modo de hacer con
el trauma, o simplemente, dar cuenta del mismo.
¿Se testimonia del trauma en el autismo? Si con Lacan el trauma anota el choque
temprano con la lalengua, ¿qué suerte de huella inscribe la marca del impacto?
Donna recuerda el encuentro, a los 4 años, con lo que más tarde denominará Gran
Nada Negra:
Las paredes crecieron y me dolían los oídos. (...) ahogándome dentro
de un caparazón de carne. Un grito salió de mi garganta (…) La
muerte estaba aquí. No quiero morir, no quiero morir (…) La
repetición de la palabra acababa fundiéndose en un patrón de una sola
palabra.98
Lo que parece un desencadenamiento no es sino una condición de traumatismo;
su peculiaridad es que no agujerea lo real, no hace el trou. A la manera de una huella
rudimentaria, invariante, la GNN permite arribar a una localización singularísima, que
en su irrupción deviene efracción del imaginario.
Ya adulta podrá situar que no se trataba de la muerte sino de emociones:
“Aquellos terroríficos pedazos gimientes de GNN eran sobrecarga emocional
96 Lacan, J. (1972-73), El Seminario, Libro 20, “Aún”, Buenos Aires, Paidós, 1995, p. 172.
97 Lacan, J. (1971), El Seminario: Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Buenos Aires,
Paidós, 2009, p. 109.
98 Williams, D. (1944), Alguien en algún lugar, Barcelona, Nuevos Emprendimientos Editoriales S.L.,
abril de 2012.
disparada por cualquier cosa (…) la felicidad o la rabia”99. Es el encuentro con la
enunciación lo que despierta traumatismo y su consecuencia es el apagón.
El apagón se diferencia de toda iniciativa del Otro; es sin Otro. Cuando escribe:
“la cosa aquella que se movía, que tenía carne y hacía ruido, mi hermano”100
testimonia la caída del imaginario por efecto de un goce percusivo que no se retira y no
permite el cavado de una zona erógena que oriente un recorrido pulsional. El autista en
este sentido, se halla en estado de traumatismo permanente.
Hay un tratamiento de lo traumático sin que haya trauma en sentido estricto. Por
otra parte, es indudable que su transformación en autista célebre hace del testimonio un
paso necesario en dirección al sinthome. Se narra “acerca del” traumatismo, en vía a dar
cuenta del efecto de anudamiento que tuvo en ella el encuentro con el significante
“autista” y el ayudar a otros en su misma situación.
2. Primo Levi
103Le Brun: “(…) si solo se hubiesen difundido testimonios místicos y no un intento de justificación
(…) la crisis con la Iglesia podría haberse evitado”.
104 Levi, P. (1958, 1976), Si esto es un hombre, Barcelona, MuchnikEditories S.A, enero de 2002.
105 Ibid.
apenas se recuerdan de los primeros años de la infancia: es el dolor en
su estado puro, sin templar por el sentimiento de la realidad.106
El sueño hace entrar el dolor desolado, que desliza a un estado de dolor puro,
anterior a la palabra. La vuelta a la calidez del mundo anterior al trauma ya no tiene
retorno posible; nadie le cree o le presta atención. No hay palabra posible que borre el
estigma escrito en la carne.
Lacan enseña que aún estando el muerto en llamas, se arde de lo que quema en
la apertura a lo real que abre un sueño. Lo insoportable del sueño es menos el Lager que
la indiferencia. No existe palabra para inscribir la pregunta sin respuesta.
Si esto es un hombre, es prueba escrita de la irrupción del trauma, en su
dimensión de Otro que desfallece hasta hacerse añicos; así como de la herida de una
respuesta que lo avergüenza de sí.
El temor de Levi era sobrevivir y que nadie le creyese. No cejó de testimoniar el
trauma hasta su muerte. Si el dolor puro irrumpe en ausencia del Otro, testimoniar busca
inscribir la palabra que escapa y parece tener estatuto de tratamiento del trauma. Resta
la pregunta sobre si eso alcanza para definirlo con estatuto de sinthome.
106 Ibid.
107 Lacan, J. (1972-73), El Seminario, Libro 20, “Aún”, Buenos Aires, Paidós, 1995, p. 31.
Todavía no disponía del lenguaje, y esas risas incomprensibles, ese
sonido, esa excitación enigmática solo obtuvo de mi parte un grito y un
llanto que aún recuerdo. Ellos pensaron que algo me había herido, que
la causa de mi grito debía ser material y la buscaron en la madera del
mueble. Tenían razón, pero no era una astilla lo que se había clavado
en mi cuerpo.108
Lo traumático es aquí tanto el encuentro con la ausencia de relación sexual como
con lo no simbolizable del propio goce. A la respuesta de lo real que opera en la
expulsión del grito, se delimita un borde erógeno, que devendrá circuito de satisfacción.
Le será necesario que se infiltre allí la dimensión lenguajera del conjuro de equívocos,
en una letra que fije goce, para producir la extracción del Uno que alza vuelo del
enjambre del murmullo sonoro. Dicho grito sanciona la escritura en el cuerpo del
malentendido, en la transmisión de lo que no se deja nombrar y solo se lee entre líneas.
El análisis permitirá hacer de esta escena la ficción de un tiempo mítico que se
deduce del circuito pulsional, hecho destino en el fantasma. La posición de hacer
responsable al Otro de la falta de goce, tomará la forma de “arruinarle la fiesta al
Otro” como respuesta.
¿Qué destino para el trauma en el final de análisis? La ausencia en el lenguaje de la
palabra justa se conjuga con la nominación del encuentro contingente “fiesta”, que
nombra la excitación en la pareja parental y en el sujeto; al precio de una traducción
forzada al campo de la repetición, por la vía del fantasma.
La salida a esta circularidad, será la irrupción de un olvido que no enlaza el
inconsciente. Olvido que será producción de lo indecible, hecho con la materialidad de
la palabra arrancada a la transferencia, que ahora circunscribe “un agujero en el saber,
imposible de colmar”.109
5. Conclusiones
La articulación de los testimonios de G. Brodsky y de D. Williams permite
diferenciar los modos del goce y su relación al trauma. En un caso se alcanza a fijar una
letra que enlaza la satisfacción a la gramática del fantasma, en tanto que en el segundo
se trata de una huella precaria que no alcanza el trou. “Arruinar la fiesta” es movimiento
108 Brodsky, G. (2013), “La fiesta”, testimonio pronunciado en las Jornadas ECF 2013. Archivo cedido
por la autora.
109 Brodsky, G. (2012), “Desenlace”, en El orden simbólico en el siglo XXI, Buenos Aires, Grama,
p.198.
entre automatón y tyché; mientras que los accesos de la GNN no se articulan a letra
alguna, ni ordenan un campo semántico desde el cual reencontrar satisfacción. Lo que
se establece como repetición en la neurosis, difiere de lo que itera sin poder ser jamás
efecto de retorno en el autismo. Si el Uno del goce no se retira y no deja en su
movimiento un trazo donde hacerse al goce, la satisfacción paradojal alojada en el
trauma estaría ausente. De allí que, sin trauma, no hay por donde orientar la pulsión.
En Mme. Guyon entra la presencia de un goce que tampoco se sirve de la repetición,
pero no deja de estar en relación con el Otro lado de la sexuación. En el testimonio de
GB se sitúa ese mismo goce en el origen de todo trauma: “El goce que excede la norma
fálica, el goce que excede el núcleo elaborable del goce, ese es el trauma delparlêtre”.110
Entre la vía desaforada, sus efectos corporales en Guyon y la solución de la neurosis que
exige dejar fuera cualquier manifestación del mismo, la invención de la palabra
inexistente testimonia que en el recorrido de un análisis es posible una relación un poco
más atemperada con la contingencia y el decir.
Ya no se engaña con el truco de los sentidos de la escena traumática. Ahora es
posible una nueva nominación del instante del encuentro con el goce, que ya no hace del
Otro el responsable por la exclusión en ese campo. Esa marca intraducible, es marca
viva de una experiencia siempre al acecho con una palabra que circunscribe “el nombre
que falta en el mar de los nombres propios”111. Esto permite una relación a la paradoja
distinta de la mística. En la pluma del poeta: “¿Sobre Lacan? Creo que conviene de
todos modos esperar algo de su no-esperanza”.112
Ahora bien, de lo articulado hasta aquí resta la pregunta acerca de si una vez
anotado el traumatismo como trauma, éste tomará siempre la dimensión de encuentro
con el Otro goce en remisión necesaria a una marca fundante perdida. O si la presencia
de lalanguees traumatismo sin más remisión que a su puro impacto con el cuerpo. ¿O se
trata de “traumas”, en plural? Esto lleva a retomar a Levi: “su demostración en su
lengua, que no entiendo y que me suena terrible”. ¿Dónde poner el acento aquí? ¿Se
trata del trauma de ser objeto del goce del Otro, de la afrenta subjetiva que ello implica,
o del afecto que imprime el martilleo de la lengua polaca sin remisión a marca primera
alguna? ¿Son excluyentes?
110 Brodsky, G. (2015), “Aprèscoup”, en RevistaLacaniana nro. 18, Buenos Aires, Grama, p. 88.
111 Brodsky, G. (2012), p. 199.
112 Zanzotto, A. (1994), Nei paraggi di Lacan, Aure e disincanti nel novecento letterario, Milán, Ed.
Mondadori, p. 176. Traducción de Natalia Paladino.
Disarmonía fundamental y arreglos sintomáticos
Integrantes: Patricio Álvarez, Sonia Beldarrain, Andrea Blasco, Lucía Bringas, Karina Castro,
Josefina Elías, Cecilia Gasbarro, Paula Husni, María Marciani, Sohar Ruiz, Sabina Serniotti,
Eugenia Serrano, Laura Valcarce, Roxana Vogler, Rosa Yurevich.
“Las palabras lo lastiman, es un ultrasonido insoportable, un efecto Larsen que solo él parece
oír, una frecuencia inaudible que le lacera el cerebro. (…) Una nota estridente, un silbido
parásito que le viene de dentro. (…) El ruido está en su cabeza.” Delphine de Vigan. Las
lealtades.
115Miller, J.-A.Capsule 3.
lo simbólico y con lo imaginario. En la intersección de lo simbólico y lo real va a
localizar al goce fálico, al que caracteriza por ser un goce fuera -de-cuerpo. En la
intersección entre imaginario y real, va a situar un Otro goce, con su dimensión de no-
todo, que está totalmente por fuera de lo simbólico y por ende no depende de los efectos
de lalangue. Es un goce otro en su dimensión más radical, totalmente exiliado de lo
simbólico y el sentido. Entonces, ¿cómo releemos el exceso y su articulación a la noción
de trauma desde estas dos vertientes?
Seguimos a Miller en su interrogación sobre el estatuto de la fijación y el
desplazamiento del goce a nivel del sínthoma como acontecimiento116. Ahora bien, el
nudo no es un elemento solidario de la idea de deconstrucciones infinitas, o de un
nothing's impossible, sino que, como señala en ese mismo texto “del nudo no se sale, no
hay afuera, solo configuraciones más o menos satisfactorias”. 117 El sínthoma anuda el
cuerpo y su goce de un modo siempre singular, no colectivizable ni intercambiable.
Podemos pensar que ante cada choque de lalangue con el cuerpo, con su disarmonía
intrínseca, el anudamiento es puesto a prueba en tanto respuesta. Puede surgir allí
contingentemente un nuevo pliegue del nudo, una nueva forma o quizás… sería más
bien un nuevo empleo del mismo anudamiento.
Así también nos encontramos con que la función anudante del sínthoma se
distingue de la posibilidad de manipularlo y hacer un buen uso de él. Es decir, no es
seguro que a ese anudamiento se consiga manipularlo. Entonces, un análisis nos
confronta a interrogarnos, caso por caso, si el sínthoma-nudo podrá volverse un
instrumento para el ser hablante.
Aproximemos algunas cuestiones.
Ante cada contingencia el parlêtre es como el aprendiz que teje su nudo, armando
una trama en la cual alarga o acorta los lazos, haciendo arreglos más o menos
convenientes, al tirar de un hilo o de otro. Cada quien teje el nudo con los elementos de
los que dispone, en una relación de extimidad, intentando conseguir un funcionamiento
que, al fracasar o acertar contingentemente, no hay posibilidad de deducirlo antes de
que ocurra. Ese acontecimiento del sínthoma entendemos que es un modo de juntar tres
partes que escriben, cada vez, un-cuerpo donde los distintos goces se articulan de modos
más o menos vivibles.
119Grinbaum, G. “Una cámara encendida”. Mediodicho 42. Revista anual de Psicoanálisis. Publicación
de la EOL- Sección Córdoba, 2016, p. 143.
120Vítale, F. “La contradicción de la Una-equivocación”. Revista Lacaniana 28, Buenos Aires, Grama,
p. 127
sería entonces tocar de la buena manera el lugar traumático sin que resulte en rechazo o
devastación? ¿Qué permite que se sostenga el dispositivo?
Sabemos, a partir de nuestra práctica, que hay arreglos sinthomáticos de mayor o
menor alcance, anudamientos más flexibles o más rígidos y frágiles. Y si el nudo se
suelta, ese goce fálico proveniente de lalengua –presente en todo ser hablante–
traumatizará de modo más exigente y parasitario aun, volviéndose muy difícil el sostén
del cuerpo. Son los casos que más requieren de un analista en su función anudante.
Lacan, en el Seminario 22, nos deja una pista más cuando articula el no-todo al “de
la buena manera”. “Diría que eso consiste, este efecto de sentido, en estrecharlo, en
estrecharlo pero, por supuesto, a condición de que sea de la buena manera, a saber en
estrecharlo por un nudo y no cualquiera. Yo estoy muy asombrado de lograr sustituir,
creo, este efecto de sentido, de tal modo que haga nudo y nudo de la buena manera.”121
Siguiendo a Lacan entendemos que "la buena manera" de apuntar a las marcas
significantes del trauma es sostenido en una operatoria que haga nudo. A modo de
hipótesis, diremos que en este sentido el analista-trauma no sería separable del analista-
sínthoma, y que ese “agregar el vacío”122 en la interpretación, en el acto, ese hacer no-
todo, no es sino un modo de volverse incauto del sínthoma del analizante. Un desafío de
invención que estará a prueba cada vez.