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Conversaciones EOL Sobre Trauma Trabajos 2020

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Queridos colegas:

La Conversación EOL 2020 va alcanzando su punto culminante. 

El sábado 5 de diciembre a partir de las 9 hrs. conversaremos sobre los


textos que les acercamos en el archivo adjunto. 

Estos textos han sido elaborados por 5 grupos de colegas. Léanlos. Es


imprescindible para poder conversar sobre ellos. El 5 de diciembre no serán
leídos en la reunión, sino que 5 lectores harán pasar los puntos vivos de
cada uno para luego dar lugar al debate que esperamos sea fructífero. 

Pueden acceder al programa de la actividad en la página de la


EOL: http://www.eol.org.ar/template.asp?
Sec=jornadas&SubSec=conversacion_2020&File=conversacion_2020/prog
rama.html 

CONVERSACION EOL 2020

TRAUMA∑

Bajo sospecha

Dupla: Roberto Bertholet - Daniela Fernández

Integrantes: Gloria Aksman, Dolores Amden, Eliana Amor, Ivana Bristiel, Ángeles Córdoba,
Gastón Cottino, Silvana Facciuto, Mariana Gómez, Graciela Horowitz, Pilar Ordóñez Marta
Pagano, Gabriel Racki, Christian Ríos, Silvia Salvarezza, Norma Sierra

Memoria, recuerdo, trauma


“El trauma siempre es sospechoso”, es la tesis lacaniana de la Conferencia de
Yale del 24 de noviembre de 19751, que elegimos como punto de partida para nuestra
investigación. 

1Lacan, J. : « Universidad de Yale, Seminario Kanzer », en Lacaniana n°19, Bs. As., Grama, 2015.
A diferencia de otras “parlo-terapias”, como las llama J.-A. Miller, la
perspectiva lacaniana no aborda el trauma desde la pregunta por la veracidad o falsedad
de los dichos del analizante, no cae en la trampa de interrogar su correspondencia con la
realidad. Al contrario, el analista “desconfía frente a todo lo que la memoria piensa que
reproduce”, ya que “la memoria siempre es sospechosa”, agrega Lacan 2. Justo después,
nota que el analista nunca puede estar seguro que un recuerdo no sea un recuerdo
encubridor3. El concepto mismo de recuerdo encubridor indica que no podemos fiarnos
de él. Ahí afirma que “un recuerdo siempre es sospechoso” 4 (ya tenemos un 3er
sospechoso y otra vez el enfático “siempre”). Añade que respecto de las
“reconstrucciones” del analizante, el analista no puede estar seguro de nada.
Lacan advierte que eso no le impide al analista intervenir 5. Es decir, la actitud de
desconfianza, sospecha, inseguridad, que conviene al analista lacaniano, no lo vuelve
impotente a la hora de intervenir. Al contrario, podemos agregar a partir de las viñetas
trabajadas en nuestro grupo. 

El real troumatique
Demos un segundo paso. Memoria, recuerdo y trauma son siempre sospechosos
para el analista lacaniano. En la misma Conferencia, Lacan libra un segundo término
respecto del cual hay que situar dicha sospecha. Ya que memoria, recuerdo y trauma son
sospechosos respecto de la “sexualidad siempre traumática” 6. Lo sospechoso, en esta
tesis lacaniana, hay que leerlo en relación al real troumatique del sexo. Es respecto de
ese trou, que todo lo que la memoria aporte para recubrirlo resultará sospechoso. 
Justamente, rastreando la etimología griega del término usado por Lacan,
suspect, del griego ypo-optos, advertimos dos vertientes. Por un lado, la presencia del
objeto mirada: ypo-optos (literalmente: bajo-observación o sospecha). Notemos que el
vocablo griego hace referencia tanto al que observa, como al que está bajo observación.
El sufijo -optos, como en (pan)-optikon, alude a “lo visible”. Por otro lado, -optos tiene
la misma raíz que opi: “agujero”. El término sospechoso reúne: la sospecha, lo visible y
el agujero.  

2Ibid., p. 20.
3Ibid.
4Ibid.
5Ibid.
6Ibid.
Entonces, respecto del real troumatique del sexo, los recuerdos resultan siempre
encubridores y, por eso, sospechosos. Pero Lacan va aun más lejos cuando señala que el
“recuerdo bloquea el camino de lo que puede localizar en el inconsciente”. En este
texto, ¿qué es lo que ubica en el inconsciente? “La presencia -la plaga- del lenguaje”.
Respecto del recuerdo, agrega que “una imagen bloquea siempre la verdad”7.¿A qué
llama verdad en este texto? “La verdad verdadera es que entre hombre y mujer la cosa
no anda”8. Es decir, los recuerdos encubridores cubren, bloquean, el agujero de la
inexistencia de la relación sexual que afecta a todo parlêtre.
Notemos que a diferencia del psicoanálisis lacaniano, las parlo-terapias
concentran todo su interés en la memoria y los recuerdos encubridores, ignorando
completamente el agujero que éstos intentan cubrir.

Lo que el Hombre de los lobos enseña


Ahora bien, de la tesis lacaniana del trauma sospechoso se deduce el siguiente
problema: no tenemos acceso directo al real troumatique, ahí hay un agujero. Además, a
medida que el parlêtre intenta poner palabras sobre lo que pasó, vela y rellena con
sentido dicho agujero. 
Ahí Lacan introduce la referencia al caso del Hombre de los lobos, para señalar
que Freud cayó en la trampa, al tratar “desesperadamente”9 de distinguir con claridad si
lo que el paciente relataba sobre la copulación de sus padres era un recuerdo encubridor
o había sucedido en la realidad. La desesperación freudiana indica la existencia de un
agujero.
Detengámonos un instante en las enseñanzas lacanianas de dicho historial. Un
año antes de su primer seminario público, Lacan dictó unas clases dedicadas al Hombre
de los lobos. Allí propone “mirar de cerca” el hecho de que “la observación de Freud
está concentrada sobre la búsqueda apasionada, detallada, contra los hechos (…) de la
existencia o de la no existencia de acontecimientos traumáticos en la primera
infancia”10. Un año después, en su Seminario 1, Lacan dirá que esta búsqueda
apasionada tomará ribetes de “testarudez”11. Entre sospecha, búsqueda apasionada y

7Ibid.
8Ibid., p. 16.
9Ibid., p. 20.
10Lacan, J. : « El hombre de los lobos », inédito.
11Lacan, J. : El Seminario, Libro 1, « Los escritos técnicos de Freud », Bs. As., Paidós, p. 61.
testarudez es por donde corre la acción del analista respecto de la supuesta vivencia
traumática primitiva. 
Lacan concluye que el acontecimiento traumático es una escena “reconstruida”,
y que “se trata menos de recordar que de reescribir la historia”12. Es por eso que, en el
análisis de dicho caso, “Freud nunca pudo obtener la reminiscencia, para hablar con
propiedad, de la realidad en el pasado de la escena alrededor de la cual gira sin embargo
todo el análisis del sujeto.”13
Hagamos un pequeño paréntesis para señalar que en 1975, más de veinte años
después, Lacan retomará la reminiscencia, cuando en su Seminario 23 se dedique a
diferenciarla de la rememoración14. Allí, al ubicar que lo real tiene el valor de un
traumatismo, dirá que reminiscencia y  rememoración son dos funciones distintas, ya
distinguidas por Freud. 
Volviendo al comienzo de la enseñanza, Lacan distingue en sus Escritos, por un
lado, la reminiscencia, de linaje platónico, que “consiste en imaginar a propósito de algo
que funciona como idea pero no es tal” y que “responde a formas inmemoriales que
aparecen sobre el palimpsesto de lo imaginario” 15, como soporte del texto que se
interrumpe. Mientras que la rememoración consiste en hacer entrar algo en las cadenas
simbólicas, en el inconsciente como saber, ella “se produce en el interior del texto
simbólico”16. Aquí cobra relieve la distinción de lo real del trauma, como aquello que a
nivel de la reminiscencia impone un tope a la rememoración.
En la misma dirección, Lacan señala en Yale que “Freud se choca contra el
famoso trauma original”. Es ahí que afirma que “el trauma es siempre sospechoso”, para
inmediatamente luego agregar que “la sexualidad es siempre traumática” 17. Justo
después, introduce una segunda referencia freudiana: el caso Juanito. 
Entonces, cuando en el ‘75 Lacan habla de “trauma sospechoso”, lo está
situando en el par lacaniano: trauma sospechoso-real sexual. A diferencia de todas las
otras parlo-terapias, para Lacan lo real es causa, allí hay un agujero.

Las tres pistas de Lacan

12Ibid., pp. 28-9.


13Lacan, J. : « El hombre de los lobos », inédito.
14Lacan, J. : El Seminario, Libro 23, « El sinthome », Bs. As., Paidós, pp. 128-9.
15Lacan, J. : « Respuesta al comentario de Jean Hippolyte », en Escritos 1, Bs. As., siglo XXI, p. 376.
16Ibid.
17Lacan, J. : « Universidad de Yale, Seminario Kanzer », op. cit., p. 20.
Retomemos el problema evocado, para introducir una pregunta. Hay un trou al
cual no tenemos acceso directo, los recuerdos lo recubren e incluso lo “bloquean”.
Podemos preguntarnos entonces: ¿qué propone Lacan en lugar de la supuesta existencia
de un trauma original que Freud buscaba desesperadamente?
El texto de Yale nos ofrece tres pistas:
-1era pista- el efecto troumatique de la lalangue sobre el cuerpo (se trata de
efectos de goce, no de sentido): 
Lacan ubica en el inconsciente: “la presencia -la plaga- del lenguaje”. Algunas
páginas antes, introduce la siguiente “reserva” respecto del inconsciente estructurado
como un lenguaje: “lo que crea la estructura es la manera en que el lenguaje emerge al
comienzo en un ser humano”. Y menciona “el recuerdo de un primer lenguaje, diferente
del que terminan por hablar”18.  
Ahí Lacan introduce una tercera referencia freudiana, la viñeta del brillo en la
nariz, ejemplo paradigmático del impacto de la lalangue sobre el cuerpo. Ese recuerdo
de un primer lenguaje no es la memoria sospechosa, la de los recuerdos encubridores,
sino que se refiere a la lalangue, “la manera” en que al ser hablante “le ha sido instilado
un modo de hablar”19 (la lalangue no solo es lo hablado, sino también lo escuchado).
Tal como lo demuestra la viñeta freudiana mencionada, el inconsciente da testimonio de
ese “moterialismo” de la palabra.
-2da pista-“algo que ya se ha escrito en alguna parte”:
Al término de la Conferencia de Yale, algunas preguntas del público apuntan a
distinguir lo imaginario de la historia de los acontecimientos reales. Lacan responde que
solo se puede fabricar la historia “escribiéndola de segunda mano”, es decir, se la
escribe “sobre lo que ya se ha escrito en alguna parte”20.
En este sentido, la lectura lacaniana del caso del Hombre de los Lobos del
Seminario 1, nos permite pasar de la búsqueda desesperada del núcleo traumático (que
anima a las parlo-terapias) a la propuesta lacaniana de la existencia de una huella, la
Prägung real del trauma.
Esta palabra alemana significa acuñar, imprimir, grabar, estampar. La Prägung
nombra la “efracción imaginaria”21 del trauma, que solo adquiere su valor troumatique,

18Ibid., p. 14.
19Lacan, J. : « Conferencia en Ginebra sobre el síntoma », en Intervenciones y textos 2, Bs. As.,
Manantial, p. 124.
20Lacan, J. : « Universidad de Yale, Seminario Kanzer », op. cit., p. 18.
21Lacan, J. : El Seminario, Libro 1,op. cit., p. 281
de manera retroactiva. A lo inmemorial del trauma, imposible de recordar, se le suma
este valor solamente en un tiempo posterior. La temporalidad del trauma sospechoso es
siempre retroactiva, no es lineal ni mecanicista, el trauma nunca se encuentra donde
parece, no se ubica en la experiencia vivida, sino a partir de los efectos. Esto pone en
evidencia que el trauma en psicoanálisis es imposible de prevenir, depende de la
subjetividad singular.
Tanto Freud como Lacan sitúan la Prägung en “un inconsciente no reprimido”,
ella “no fue integrada al sistema verbalizado del sujeto” 22. Dicha Prägung “resurge a
medida que el sujeto avanza en un mundo simbólico cada vez más organizado”23.
Notemos que en el Seminario 1, tanto la noción “ambigua”24 de trauma como
también la memoria y el recuerdo “confusos”25, también aluden al índice de sospecha.
Así y todo, ya en 1953, Lacan afirma que la “experiencia originaria del trauma”
constituirá el “primer núcleo” del síntoma26. 
-3era pista- el acontecimiento de cuerpo:
Esta es la lección del caso Juanito que extrae Lacan en su Conferencia de Yale y
en la de Ginebra sobre el síntoma del 4 de octubre de 197527, en las que coloca la lupa
de su lectura sobre el acontecimiento de cuerpo. 
En Yale, menciona “la primera especie de trauma” que es “evidentemente
aquella de la cual Freud da testimonio” 28, y que Lacan decide estudiar con Juanito. En
su lectura del caso freudiano, Lacan transformará el “acontecimiento traumático” en
“acontecimiento de cuerpo”. Esta perspectiva inédita difiere completamente del enfoque
del resto de las parlo-terapias.

Lo que Juanito enseña


La lectura lacaniana del trauma en Juanito, de 1975, permite situar dos tiempos:
-1er tiempo- El real del goce troumatique: “el hecho que súbitamente Juanito
constata que tiene un pene que se mueve” 29. Allí tiene lugar lo que Lacan califica de

22Ibid.
23Ibid.
24Ibid., p. 61.
25Ibid., p. 62.
26Ibid., p. 76 y 281.
27Lacan, J. : « Conferencia en Ginebra sobre el síntoma », op. cit.
28Lacan, J. : « Universidad de Yale, Seminario Kanzer », op. cit., p. 20.
29Ibid.
“encuentro” (término que repite tres veces en Ginebra)30, es decir, la contingencia del
encuentro troumatique del real del sexo que confronta al niño con lo imposible en juego
en la sexualidad. Se trata de un encuentro con “un primer gozar” que se manifiesta en
“cualquier” parlêtre. Notemos que para Lacan ese un-primer-gozar no es “verdadero”,
sino que es “verificable en todos”31. Es decir, el encuentro troumatique con ese goce, no
es del orden de la verdad mentirosa, la memoria y los recuerdos. Ya que como lo indica
J.-A. Miller: “el goce no miente”.
                En Ginebra, Lacan lee el caso Juanito poniendo la lupa sobre el goce
troumatique que “el niño descubre primero en su propio cuerpo” 32. Y advierte que aquél
no es autoerótico como lo creyó Freud, sino que es “lo más hétero que hay”33 (del griego
heteros que significa: lo radicalmente diferente, lo Otro). Nota además que es un goce
incomprensible34. Dicho goce, que se impone a Juanito, extraño, ajeno, por fuera de la
consistencia imaginaria del cuerpo, sin sentido; percute el cuerpo y produce un efecto de
trou.
-2do tiempo- El síntoma: Lacan advierte que la invención freudiana del
inconsciente está ligada a dicho “encuentro”35. Juanito “quiere dar un sentido”36
inconsciente al real del goce del cuerpo. Al encuentro contingente con el goce
troumatique, este sujeto responde con la construcción de un síntoma fóbico. Dicho
síntoma, señala Lacan, “traduce el original de la historia”37: el hecho de goce.
Lacan nota que este síntoma es “la expresión, la significación del rechazo” 38 del
goce incomprensible, ya que aporta sentido. Juanito responde encarnando el goce
troumatique en objetos externos: el caballo que va y viene, que da coces, que corcovea,
que cae al suelo, que amenaza con morder. Esa es su invención frente al trauma, que
carga con el goce insensato y produce sentido para colmar el real del sexo.
Así, en su lectura de 1975, Lacan pone en primer plano la necesidad del síntoma
como consistencia que viene a anudar el cuerpo, el goce troumatique y el sentido.

30Lacan, J.: “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, op. cit., pp. 126-8.
31Ibid., p. 127.
32Ibid., p. 127.
33Ibid., p. 128.
34Ibid.
35Ibid., p. 127.
36Lacan, J. : « Universidad de Yale, Seminario Kanzer », op. cit., p. 20.
37Ibid.
38Ibid., p. 128.
Demostrando de este modo su tesis de Yale: el síntoma es algo que le permite vivir al
parlêtre39.  

Sintomatizar el trauma

Dupla: Nieves Soria - Leticia Varga.

Integrantes: Cynthia Barreiro, Marcelo Barros, María Laura Errecarte, Andrea Fenik, Silvia
García, Marisol Gutiérrez, Adriana Lafogiannis, Claudia Lázaro, Graciela Lucci, Carmen
Palmieri, Enrique Prego, Marita Salgado, Fabián Schejtman, Greta Stecher, Natacha Zarzoso.

Introducción

Este trabajo abordará el tratamiento analítico del trauma clínico como


acontecimiento contingente que, al irrumpir en la vida de un sujeto, lo conduce a
demandar un análisis. La debilidad del orden simbólico y el mandato de felicidad propio
del discurso capitalista vuelven fácilmente insoportables las irrupciones de lo real. La
tecno-ciencia nos otorga la ilusión de estar asegurados contra ellas, extendiendo su
increencia sobre lo real de la vejez, de la muerte, del virus…rechazando lo incalculable.
Por otra parte, la evaporación del Nombre del Padre conlleva un desanudamiento de la
función de localización de la ley/deseo, por lo que el goce insiste como un peligro
también experimentado cada vez más frecuentemente como traumático.

Frente a esta generalización del trauma clínico, más presente que nunca en
tiempos de pandemia, el discurso analítico responde con un tratamiento no estándar,
apostando a un trabajo con el inconsciente que posibilite un pasaje del hecho
traumático, social o individual, al acontecimiento de cuerpo en un parlêtre singular.

Troumatisme

El trauma irrumpe sorpresivamente en la vida de un sujeto, alterando su trama


cotidiana al desestabilizar las coordenadas espacio-temporales de su existencia. Se trata
allí de un atravesamiento salvaje del fantasma que des-vela, impidiendo que la
39Lacan, J.:« Universidad de Yale, Seminario Kanzer », op. cit., p. 15.
estructura responda a tiempo para tramitar ese real. ¿Cómo se pasa entonces del suceso
traumático al trauma propio, singular?

El trauma clínico es descripto por Freud en varios textos. Se trata de una


cantidad que perfora la protección de la barrera antiestímulo, aboliendo el principio del
placer, invadiendo el aparato psíquico con grandes volúmenes de estímulo, cantidad que
vuelve equivalentes los traumas del mundo exterior y el excedente sexual intraducible
propio de la pulsión.

Lacan, por su parte, pondrá el acento en la dimensión estructural del trauma


como troumatisme, traumatismo del agujero40, hoyo que cava lalengua en lo real
exiliándonos de la relación que no hay, S(A). Se trata allí del encuentro, siempre fallido,
con lo inasimilable de lo real, encuentro que se actualiza en el trauma clínico. El trauma
como acontecimiento es entonces del orden de un percutir, golpe, puro choque,
penetración, real-simbólico que irrumpe desencadenando temporalmente la estructura.
Algunas manifestaciones posibles de ese desanudamiento serán la perplejidad, la
somatización, el mecanismo de aislamiento o, quizás con mayor frecuencia, el ataque de
angustia.

La cantidad freudiana es formalizada por Lacan en relación con lo real del


número, indicando que en el automatismo de repetición -tyché- está en juego un número
perdido para el sujeto41. Encontramos esa dimensión del número como lo más
inasimilable del trauma, retornando en la clínica, particularmente en relación con horas,
fechas, fenómenos psicosomáticos42, o simplemente números que se repiten, como
n+uno y medio, en el caso del Hombre de los Lobos43. O en los testimonios de hijos o
nietos de prisioneros de campos de concentración de la Alemania nazi, bruscamente
despertados de sus sueños a la misma hora de la madrugada en que sus padres o abuelos
eran sistemáticamente despertados para ser bañados o desinfectados. O en las fechas de
duelos que irrumpen como fenómenos de cuerpo, actings o tristezas inexplicables.

Tropmatisme

40Lacan. J. (1973-74).Seminario 21. Los no incautos yerran, clase del 19 de febrero de 1974. Inédito.
41Lacan, J. (1961-62).Seminario 9. La identificación. Clase del 20 de diciembre de 1961.Inédito.
42 Lacan J. (1975). “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y textos 2. Buenos
Aires: Manantial, 1988, p.139.
43Bassols, M. “Fantasma y Real en la clínica Lacaniana”, en Conversación clínica de la Escuela
Lacaniana de Milán, 2014.
El tratamiento analítico del trauma clínico posibilita reconstruir en algunos casos
los efectos particulares de la irrupción del mismo en la estructura subjetiva. Verificamos
que en la mayoría de ellos la primera respuesta es la angustia traumática, tal como
indicaba Freud en 1925:

A raíz de las vivencias que llevan a la neurosis traumática es quebrada la


protección contra los estímulos exteriores y en el aparato anímico ingresan volúmenes
hipertróficos de excitación, de suerte que aquí estamos ante una segunda posibilidad:
la de que la angustia no se limite a ser una señal afecto, sino que sea también
producida como algo nuevo a partir de las condiciones económicas de la situación44.

Se trata aquí de una angustia de supervivencia o de muerte, automática, que deja


de lado los vasallajes del yo y la castración45. En la clínica se suele manifestar como
ataque de pánico, en esos fenómenos donde el cuerpo, sin mediar palabra, se paraliza y
el fenómeno llega a ser asociado con ataques cardíacos por la intuición de la muerte que
acecha al individuo.
En otros casos, parece más bien haber quedado tan solo un efecto de puro dolor. En esa
perspectiva, verificamos que la irrupción del trauma clínico es descripta por Freud
exactamente en los mismos términos que la experiencia del dolor, definida en el
“Proyecto…” como fracaso de los dispositivos fi y psi frente a las cantidades
exteriores46, y retomada en “Inhibición, síntoma y angustia”47 como perforación de los
dispositivos antiestímulo. En otros casos la respuesta puede ser la perplejidad, la
somatizacion, o el mecanismo obsesivo de aislamiento de una representación.

Freud plantea que, ante el trauma como acontecimiento, la tarea planteada es


más bien esta otra: dominar el estímulo, ligar psíquicamente los volúmenes de estímulo
que penetran violentamente, a fin de conducirlos, después a su tramitación48. Esta tarea
supone el pasaje de la cantidad a la representación, que no será posible sin una
operación sobre la huella del trauma.
Así como la cantidad freudiana puede articularse con lo real del número, la huella
freudiana podrá articularse con la letra lacaniana como litoral entre simbólico y real.

44 Freud, S. (1925). “Inhibición, síntoma y angustia”, en Obras completas, vol 20. Buenos Aires:
Amorrortu, 1986, p. 123.
45Ibíd., p.122.
46Freud, S. (1895). “Proyecto de psicología”, en Obras completas, vol. 1, op. cit, pp. 351-352.
47Freud, S.(1925) “Inhibición, síntoma y angustia”, en Obras Completas, vol. 20., op. cit.
48 Freud, S. (1920). “Más allá del principio de placer”, en Obras completas, vol. 18, op. cit, p. 29.
La tarea analítica planteada por la irrupción del trauma clínico consistirá
entonces en una operación de escritura, que supondrá la localización de un borde en el
agujero del trauma, letra que se infectará entonces del goce pulsional como
tropmatisme, excedente sexual que asentará su trayecto en los orificios del cuerpo como
soporte del real pulsional, que repercutirá49en el agujero real del inconsciente. La
pulsión como eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir50, repercute, hace eco,
porque hay agujero.

Se tratará entonces de la escritura del síntoma, que implicará a su vez un trabajo


con el inconsciente, cuyo resultado será la operación de traducción de algún Uno del
inconsciente a esa letra del síntoma. Esta operación no será posible sin el analista, a
través de cuya presencia se cuelan destellos del trauma en la transferencia, por la vía del
semblante del objeto a. Esa presencia, eventualmente traumática, será atenuada por la
maniobra transferencial y la interpretación.

En esta operación el analista sintraumatiza51, habilitando lare-percusión,


instalando inicialmente, luego de la irrupción del trauma clínico, la dimensión del lugar,
al que eso volverá una y otra vez52. Se constituirá así, según la metáfora freudiana, en
ese armazón de alambre en el que se van engarzando las flores que constituirán la
guirnalda del síntoma53.

Allí donde el trauma ha roto las redes simbólicas, produciendo en ellas un


agujero que afecta a la relación del sujeto con la palabra, el tratamiento analítico
apuntará a su restablecimiento. El analista en el trauma clínico se ofrece como
partenaire del sujeto que está en la urgencia, para así restablecer el lazo de la palabra -ya
que ha sido rechazado del campo del Otro en el cual no se ha podido sostener54-.

La orientación analítica consistirá en mantener una tensión entre una doble


función: el analista-soporte y el analista-trauma55.Este último reproduce el

49 Lacan, J. (1975). “Réponse a une question de Marcel Ritter”, en Lettres de l’École freudienne n°18,
1976.
50 Lacan, J. (1975-1976).El Seminario. Libro 23. El Sinthome. Buenos Aires: Paidós, 2006, p. 18.
51 Ibíd., p. 160.
52Como señalaba Lacan en “La tercera” (Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Manantial, 1988. p.
81-81): “…lo real es lo que vuelve siempre al mismo lugar. Ha de hacerse hincapié en ‘vuelve’. Lo que
descubre es el lugar, el lugar del semblante”.
53 Freud, S. (1905). “Fragmento de análisis de un caso de histeria”, en Obras completas, vol. 7, op. cit.,
p. 74.
54Fuentes, A. (2020). “Trauma y urgencia”. Recuperado de https://elp.org.es/trauma-y-urgencia/.
acontecimiento a partir de la neurosis del parlêtre, luego de haberlo alojado como
analista-soporte.

El analista, situándose en un borde, hace pareja con el analizante: interviene para


precipitar algo de lo que nombra y abrocha sentido, al mismo tiempo que lo agujerea.
Los nombres indican el lugar del goce y de la defensa del parlêtre contra éste56, y
permiten el anudamiento en el análisis a través de una escritura que escribe una
nominación singular. Tal función de la nominación singular en un análisis nos
diferencia de las TCC, que le ofrecen al individuo traumatizado un nombre que suture,
tapando la falta que experimenta con un nombre anónimo -universal- y que anula -en
ese mismo instante- lo singular. Apuntar a la función de la nominación es nuestra
política del síntoma.

Truematism

El inglés nos acompaña en este neologismo que introduce el inconsciente


intérprete57, que desconcierta con su verdad-mentirosa y vuelve perla al grano de arena
sintomático, producto de un saber-hacer con lalengua. En esta operación es fundamental
el anudamiento introducido por el marco fantasmático en su articulación con la
dimensión del mito. Este anudamiento es correlativo de una reducción de la angustia a
su función de señal, restableciéndose los lazos con el yo y la castración. Esta reducción
es posible por la presencia real del analista en la transferencia, que pasa a encarnar algo
de lo no simbolizado.

En la clínica del trauma solemos verificar un primer efecto de reducción de la


angustia allí donde la presencia del analista como semblante de objeto, voz o mirada,
interviene como un primer marco del trauma, al introducirlo en la dimensión de la

55Un psicoanálisis reproduce […] una producción de la neurosis [...] Esa neurosis, que no sin razón
atribuimos a la acción de los padres, solo es alcanzable en la medida en que la acción de los padres se
articula justamente por la posición del psicoanalista. En la medida en que converja en un significante
que emerja de ella, la neurosis se ordenará según el discurso cuyos efectos produjeron al sujeto. Todo
padre (parent) traumático está en suma en la misma posición que el psicoanalista. La diferencia es que
el psicoanalista, por su posición, reproduce la neurosis, mientras que el padre (parent) traumático, la
produce inocentemente. Se trata de reproducir este significante a partir de lo que fue su florecimiento.
Constituir un modelo de la neurosis es, en suma, la operación del discurso analítico. ¿Por qué? En la
medida en que le quita la dosis de goce. Lacan, J. (1971-72). El Seminario. Libro 19. … o peor, Buenos
Aires, Paidós, 2012, p. 150.
56Laurent, E. (2002). “Síntoma y Nombre propio” en Síntoma y Nominación , Colección Diva, Buenos
Aires.
57 Miller, J.-A. (1996). “El inconsciente = intérprete”, en Freudianavol.17 y “La interpretación al revés”,
en Entonces: ‘Sssh...’. Buenos Aires, Eolia, 1996.
escena. Así, un sujeto arrasado por un trauma devastador con cuya re-iteración, siempre
igual a sí misma, despertaba durante un año noche tras noche, comienza a encontrar la
función del dormir al introducirse en su sueño la mirada del analista, en lo que entonces
adquirirá el estatuto de una escena traumática, que abrirá la vía de la constitución de un
síntoma en transferencia.

El fantasma se constituye entonces como una defensa ante lo real, pero también
como la puerta de acceso al deseo. Se trata, a su vez, de la instancia de la letra en el
fantasma que se articulará con el goce opaco que habita en el núcleo del síntoma. J. A.
Miller dirá que, fantasma y pulsión serán fusionados en el sinthome como modo de
gozar58, definiendo el campo del fantasma que funciona como un real. Con la presencia
del analista comienza entonces a tejerse una trama allí donde sólo había agujero,
devastación. Esta dimensión del fantasma se articulará a su vez con aquella del mito,
que se devela fundamental en el tratamiento analítico del trauma, en tanto éste toca
siempre una dimensión transgeneracional, señalada tanto por Freud como por Lacan.

Según Freud, la herencia arcaica del hombre no abarca solo predisposiciones


sino también contenidos, huellas mnémicas sobre lo vivido por generaciones
anteriores59. Lacan, por su parte, afirmaba que la psicosis se produce en la tercera
generación60, advirtiendo claramente sobre la transmisión de las marcas de los traumas a
través de las generaciones. También indicaba que no es trauma simplemente lo que en
un momento hace irrupción, lo que ha rajado en algún lugar un tipo de estructura que
sería imaginada como total. Es que ciertos acontecimientos vienen a colocarse en un
cierto lugar de la estructura. Esto es lo que hace al valor traumático de un
acontecimiento. De allí el interés en volver sobre la experiencia del mito.61

A lo largo de su enseñanza Lacan volverá una y otra vez sobre la función del
mito, en tanto da forma épica a lo real de la estructura62, operación fundamental en el
tejido que rehace el nudo desarmado por la irrupción del trauma, encadenamiento de

58Miller, J-A (2013): Presentación del Seminario 6, Conferencia en la Mutualité en Revista Digital
Latigazo n° 1 y 2, París, 5/2013.
59Freud, S. (1937-1939). “Moisés y la religión monoteísta”, en Obras completas, vol.23, op. cit., p. 96.
60Lacan, J. (2013). "Alocución sobre las psicosis del niño" en Otros Escritos. Buenos Aires, Paidós,
2012, p.382. 
61Lacan, J, (1960-61).El Seminario. Libro 8. La Transferencia. Buenos Aires, Paidós, 2003, p. 359.
62Así, Lacan planteaba en “Televisión”: El mito es esto: el intento de dar forma épica a lo que se opera
a partir de la estructura. El impasse sexual secreta las ficciones que racionalizan el imposible del que
proviene. No las digo imaginadas, leo en ellas, como Freud, la invitación a lo real que responde de ellas.
Otros escritos, op. cit., p. 558.
significantes que atempera el impacto de lo real. Así, verificamos cómo en muchos
casos se devela fundamental el trabajo de historización por el que el sujeto puede
reconducir las marcas de su goce63 a huellas trazadas en la generación de sus padres, o
aún de sus abuelos. Y verificamos también hasta qué punto ese trabajo de
sintomatización del trauma en la vertiente del mito puede detener la cadena del estrago
de la transmisión generacional en ciertos casos.

Así, en este camino del trauma al síntoma, el análisis le posibilitará al sujeto


servirse de ese inconsciente, el suyo64, para encontrar un saber-hacer con lo real de ese
goce opaco que lo espantó en aquella contingencia que lo condujo al encuentro con un
analista.

Respuestas al trauma y operación analítica

Dupla: Alejandra Antuña, José Damiano

Integrantes: Jorge Assef, Catalina Bordón, Nora Cappelletti, César Mazza, Juan Pablo Mollo,
Marcela Negro, Débora Nitzcaner, Esteban Pikiewicz, Ana Piovano, Silvina Rojas, Mariana
Santoni, Jorge Santopolo, Graciela Schnitzer, José Luis Tuñón, Alicia Yacoi

En el año en que la pandemia puso en suspenso toda la arquitectura del


semblante, volvimos a revisar nuestra posición respecto del trauma.
Partimos de que todo ser hablante se constituye en el apremio del goce sin el
auxilio de un programa previo. Que no haya programa previo, hace a la singularidad de
cada ser hablante en su constitución misma como respuesta a esa falla original, como
respuesta a lo real. Trauma y respuesta son indisolubles.
Nos interesó indagar esas respuestas en una doble vertiente: por un lado, a nivel
de lo singular y por otro, considerarla manera en que la cultura trata ese real.
El acontecimiento Freud fue una de esas respuestas, abriendo el inconsciente para alojar
esa falla. Trauma y analista nacieron juntos.
Lacan agregó otras respuestas y señaló a aquellas organizaciones sociales que
procuran reabsorber esa falla, expandiéndose al paso universal de la ciencia: la familia
63Por ejemplo, la constelación fatídica, que presidió su nacimiento mismo…, a la que hace referencia
Lacan al destacar la importancia del mito individual en el Hombre de las Ratas, en “Función y campo de
la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, Escritos 2. Buenos Aires: Siglo veintiuno, 1985, p. 291.
64Ese Uno se repite, pero no se totaliza con esa repetición: es lo que se capta de las nadas de sentido,
hechas de no sentido, a reconocer en los sueños, los lapsus, incluso las "agudezas" del sujeto para que él
se percate de que ese inconsciente es el suyo. Lacan J. “O pire, Reseña del Seminario”, Otros escrito, op.
cit., p., 576.
burguesa, las masas artificiales y el campo de concentración, advirtiéndonos en este
punto sobre la expansión de los procesos de segregación 65 dentro del discurso
capitalista.66 Anudó en un mismo espacio topológico la extensión con la intensión,
promoviendo una política propia del psicoanalista como la de aquel que se sitúa
traumatizando el discurso común.67 En el caso del analizante, para dar lugar al
tratamiento de su síntoma del que se valdrá para arreglarse con esa falla. Respecto de la
cultura, para incidir sobre aquellos discursos que expulsan ese real con el consecuente
retorno de lo peor.

Del significante enigmático del trauma al significante viviente


Cuando pensamos en un paradigma del par trauma-respuesta en psicoanálisis, la
observación de Freud del Fort-Da es sin dudas esclarecedora. Freud lo presenta en
“Más allá del principio del placer”, 68 mostrando el carácter excesivo yrepetitivo del
juego y preguntándose por el tipo de satisfacción presente allí. Si en “Más allá…” el
acento está puesto en el juego como respuesta del niño ante la ausencia de la madre,
cuando lo retoma en 1926,69 el acento recae sobre lo que traumatiza. “Llamamos
traumática a una situación de desvalimiento vivenciada”, 70 nos dice Freud. Se trata del
hilflosigkeit, del sin recursos, contracara de la perdida de ese objeto primero.
Cuando Lacan trabaja el concepto de repetición en el Seminario 11,71 destaca la
observación de Wallon a propósito del Fort-Da: el niño no presta atención al punto por
donde la madre podría volver, sino que se queda donde ha visto su imagen por última
vez. A partir de ese agujero, “foso”, dejado por la ausencia de la madre, el niño
constituye su respuesta con el juego del carretel: ante la falla en gozar producida por la

65Sobre este tema puede leerse el texto de Negro M., “Trauma y segregación”, EOL, Conversación
2020, disponible en http://eol.org.ar/template.asp?
Sec=jornadas&SubSec=conversacion_2020&File=conversacion_2020/la-serie-lo-
serio/troumanos/marcela-negro.html
66Lacan J., “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros Escritos,
Paidós, Buenos Aires, 2012, pp. 274-277.
67 Seguimos en este punto a Eric Laurent en Laurent E., “El revés del trauma”, Virtualia #6, julio de
2002, disponible en http://www.revistavirtualia.com/articulos/696/destacados/el-reves-del-trauma
68 Freud S., “Más allá del principio del placer” (1920), Obras completas, Vol. XVIII, Amorrortu,
Buenos Aires, 1993, pp. 14-17.
69Freud S., “Inhibición, síntoma y angustia” (1926), Obras completas, Vol. XX, Amorrortu, Buenos
Aires, 1979, pp. 129-131.
70 Ibíd., p. 155.
71 Lacan J, El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós,
Buenos Aires, 1986, pp. 70-71.
pérdida de ese objeto primordial, inventa un montaje, escandido por el significante, que
le permite cierta satisfacción a partir del uso que puede hacer de ese pequeño objeto.
A continuación Lacan agrega una observación propia:“Yo también he visto con
mis propios ojos, abiertos por la adivinación materna, al niño traumatizado de que me
fuera a pesar del llamado que precozmente había esbozado con la voz, y que luego no
volvió a repetir durante meses enteros; yo lo vi, aun mucho tiempo después, cuando lo
tomaba en brazos, apoyar su cabeza en mi hombro para hundirse en el sueño, que era lo
único que podía volverle a dar acceso al significante viviente que yo era desde la fecha
del trauma”.72
Siguiendo a M.-H. Brousse, diremos que, ante la no respuesta a su llamado, el
síntoma que este niño inventa a diferencia del nieto de Freud es dormirse, pero con la
condición de la presencia del cuerpo del Otro, sus brazos, su voz, que Lacan precisa con
la expresión novedosa y enigmática de significante viviente. Subraya M.-H. Brousse
que aquí hay una contradicción entre los términos:“pone el significante en el cuerpo y
nos habla de un significante que no es mortificante” sino vivificante.73
Lacan ha utilizado la expresión significante enigmático del trauma74para
referirse a la marca singular que deja esa experiencia en cada ser hablante. Se trata de
algo que excede al sentido, que es intraducible, se trate del vacío de la ausencia del Otro
o del encuentro con lo que Freud llamó excedente de sexualidad.75 En esta observación
de Lacan encontramos una dirección fecunda que va de este significante enigmático del
trauma al significante viviente encarnado por la presencia real del cuerpo del Otro.

TraumaΣ sincrónico
J.-A. Miller ha puntuado que el trauma debe centrarse respecto al axioma no hay
relación sexual: es lo que denominó trauma sincrónico.76 Resituar el trauma en esta
perspectiva, implica sintetizarlo en tres puntos:

72 Ibíd.
73 Brousse M.-H., “¿Qué es lo traumático?”, Conferencia en el Campo Freudiana de San Sebastián,
diciembre de 2014, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=FwwH8eZYTx4
74 Lacan J., “Instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”, Escritos 1, Siglo XXI,
Buenos Aires, 1985, p. 498.
75Freud S., “Carta 46 (30 de mayo de 1896)”,“Fragmentos de la correspondencia con Fliess”, Obras
completas, Vol. I, Amorrortu, Buenos Aires, 1988, p. 270.
76Miller J.-A., capitulo VIII, “El estatus del trauma”, Causa y consentimiento, Paidós, Buenos Aires,
2019, pp. 131-149.
1. que no se enlaza necesariamente a un incidente sexual contingente, sino que
se lee desde el agujero de la no relación sexual.
2. que no se enmarca alrededor de una página de vergüenza o de gloria sino que
se presenta como un excedente sexual que irrumpe ¡y se mantiene siempre!
3. que, como lo indica el título de nuestra Conversación, se puede leer al síntoma
como un partenaire del trauma.77 Pero no se trata del síntoma como mensaje, sino de
una invención de un cuerpo hablante (con un valor posible de anudamiento de los tres
registros). En consecuencia, hay aquí un paso más respecto a Freud: encontrar en el
síntoma su funcionamiento real.
En “Σ (x)”, Miller afirma: “hay que definir al síntoma no como formación del
inconsciente, sino como función del inconsciente: una función que transporta una
formación del inconsciente a lo real”. 78 Y, “si el síntoma es una función que transporta
de lo simbólico a lo real, no hay para nosotros camino directo que nos vuelva a llevar de
lo real a lo simbólico y nos hace falta una mediación imaginaria: la del sentido. ¿Qué
hacer entonces? Poder prescindir de esa mediación: este es el sueño de Lacan”.79
Este impasse nos lleva a un nuevo punto de partida en la última enseñanza.

Troumatismo
En su Seminario 21, Lacan afirma: “Allí donde no hay relación sexual, eso
produce troumatismo. Uno inventa. Uno inventa lo que puede, por supuesto”.80
En esta breve cita se pueden destacar tres elementos puestos en un orden: no hay
relación sexual, troumatismo, invento.
En su última enseñanza, Lacan busca un nuevo real, un real que no sea supuesto.
En esta clase, Lacan concluirá respecto de la relación sexual que no puede escribirse la
demostración lógica de su existencia, ni tampoco la de su inexistencia, considerando
esto un real propio del psicoanálisis.
Y es en referencia al encuentro singular del parlêtre con ese agujero en el saber
que utiliza el neologismo troumatismo, para dar cuenta de un mal encuentro.

77Sobre este tema puede leerse el texto de Nitzcaner D., “Trauma, una extraña temporalidad”, EOL,
Conversación 2020, disponible enhttp://eol.org.ar/template.asp?
Sec=jornadas&SubSec=conversacion_2020&File=conversacion_2020/la-serie-lo-serio/el-trauma-el-
psicoanalista-y-su-acto/debora-nitzcaner.html
78 Miller J.-A., “∑(x)”, Matemas II, Manantial, Buenos Aires, 1990, p. 170.
79 Ibíd., p. 171.
80 Lacan J., clase del 19 de febrero de 1974, Seminario 21, “Los no incautos yerran”, inédito.
La respuesta al encuentro no es un descubrimiento sino un invento. Invento
válido solamente para quien hace uso de él.
Ahora bien, este invento pasa a tener el estatuto de un saber no sabido y escrito
que allí Lacan pone del lado del inconsciente. Sin embargo, unos meses más tarde, en
“La tercera”, este saber hacer singular va quedando más del lado del síntoma que del
inconsciente.
Y en el Seminario 23 afirmará que todo lo que es del orden de lo inventivo, es
síntoma.81

Del inconsciente al síntoma


En “La tercera”, texto fundante de la última enseñanza, asistimos a novedades en
el tratamiento de nuestro sintagma Trauma∑.82 Primero, la que J.A. Miller ha puntuado
como: “El síntoma viene de lo real”.83Es decir que no viene ni de un significante
reprimido, ni de un fantasma. Viene de lo real y busca desesperadamente sentido. A
partir de lo cual habrá solo dos direcciones posibles: crecer y multiplicarse por la vía
del sentido; o el camino de su apagamiento, que lacan llama hacerlo reventar, con la
idea precisa de que el sentido del síntoma es lo real. Estas dos direcciones se pondrán
en juego permanentemente en el tratamiento analítico y justifican un trabajo contra el
dar vueltas del inconsciente.
El síntoma está presentado como una irrupción de goce fálico que es formulado
como un goce fuera de cuerpo. Es por eso que en ciertas condiciones este goce deviene
traumático, a saber: por su relación con el agujero de la no relación sexual y porque
revienta la pantalla, precisamente por no ser interior al imaginario corporal y al
fantasma.84
Finalmente, otra novedad es que: “el síntoma no se reduce al goce fálico”,85 es
decir que alcanza al llamado Otro goce o goce de la vida. Ese goce es situado por
definición como fuera de lenguaje y del que solo puede decirse se siente ahí, en el
cuerpo y que recupera la consistencia del imaginario corporal.

81 Lacan J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 130.
82Sobre este tema puede leerse el texto de Mollo J. P., “Trauma y síntoma (en La tercera)”, EOL,
Conversación 2020, disponible enhttp://eol.org.ar/template.asp?
Sec=jornadas&SubSec=conversacion_2020&File=conversacion_2020/la-serie-lo-serio/troumanos.html
83Lacan J., “La tercera”, Lacaniana 18, Grama, Buenos Aires, junio de 2015, p. 16.
84Ibid., p. 20.
85Ibid., p. 23.
La operación analítica: Jugar contra su gozar
Recordando que “el inconsciente es un saber que se articula a partir de
lalengua”,86situamos que en el Seminario 23 Lacan afirma y repite que “la
interpretación opera únicamente por el equívoco”, 87 para que la experiencia de un
análisis tal vez permita que el parlêtre pueda arreglárselas con los efectos
traumatizantes de lalengua de otra manera.
Hay en la interpretación un jugar (jouer) con lalengua contra el gozar (jouir) del
inconsciente en la fabricación incesante de sentido.
Nuestra interpretación para no ser la que da de comer sentido al síntoma, debe
apuntar a lo esencial que hay en el juego de palabras. De ese modo se puede: por un
lado, ganándole terreno al goce fálico que algo del sufrimiento del síntoma pueda
recular, y por el otro, hacer rezonar el Otro goce vivificante en el cuerpo.

Presencias del analista


De la conversación clínica que animó los encuentros de trabajo quisiéramos
presentar algunas puntuaciones sobre la práctica para discutir la operación analítica
sobre el trauma:
-La lógica del testimonio de G. Stiglitz se podría sintetizar de esta manera: del
fenómeno psicosomático al síntoma, del síntoma al efecto sujeto y de ahí al signo de
amor como invención sintomática. Quisiéramos mostrar en este recorte el lugar del
juego con el equívoco. Una rinitis irrumpe en su vida, ligada a los “gatos” de la casa
materna. Una contingencia: se despierta con un gato negro paseando sobre su cuerpo,
rápidamente aparece un significante schwartze cutter reconociendo allí el idish, la
lengua de los secretos familiares, traducido como “gato negro”, siendo además el apodo
de su padre. “Como efecto de ese hallazgo dormí toda la noche. Ni un estornudo”.
Cuando este S1 entra en análisis, el analista rompe esa interpretación e introduce otro
sentido posible en las resonancias a otra lengua, equivoca el idish con el alemán que lo
“nutre” produciendo un desplazamiento: de katter, gato a cutter, corte. Gato negro
deviene corte negro, desaparecido lo imaginario de la figura “un vacío se hizo lugar”.88

86Ibid., p. 18.
87Lacan J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 18.
88 Stiglitz, G., “Aquí hay gato encerrado. Sobre el efecto psicosomático”, El amor en los tiempos del
goce. Qué responden los psicoanalistas, Grama, Buenos Aires, 2011.
-Del testimonio de Marcus André Vieira89 tomaremos dos escenas que nos
muestran la transformación que hubo de la satisfacción implícita en el trauma.
La primera escena ocurre a los 7 años cuando un paciente de la clínica
psiquiátrica que administraba la familia materna, al que él consideraba un amigo, “de la
nada” lo toma del cuello sofocándolo. Cuando está a punto de desvanecerse, lo suelta y
se va. Nadie lo ve. Acorde al marco de denegación de la violencia y de la locura que se
vivía en su entorno, no cuenta nada y continúa como si esto no hubiera ocurrido.
Vieira señala que lo importante no es el hecho violento sino lo que la mano en la
garganta fija en la memoria del cuerpo y la inscripción del silencio. De aquí se
desprende una intensidad que lo lleva a un juego constante de aproximación y distancia
al riesgo, que sumado a la captura de la mirada materna, darán cuenta de una irrupción
de goce fálico a partir del cual el síntoma, en una primera versión, va adquiriendo sus
significaciones.
La segunda escena remite a aquella primera, pero con una novedad: recién
recibido de médico, en una clínica psiquiátrica, escucha el balbuceo de una paciente
obesa, sentada desnuda en un rincón. Al acercarse para escucharla, la paciente lo abraza
fuertemente. Aquí ya no se trata de los gritos sin sentido de los internos de su infancia
sino de un balbuceo y en lugar de la mano que estrangula, un abrazo. Un abrazo que lo
involucra, pero que no lo sofoca.
A partir de esta escena, trabaja en su análisis alrededor de la voz. Una
interpretación del analista que lo nombra como “tambor del Otro” le permitirá pasar del
sometimiento a una satisfacción posible de ese objeto. Pero, además, de esta segunda
escena, el analizante puede extraer un goce Otro, un goce de la vida, a partir del abrazo:
el dejarse agarrar para así enlazarse. Marcus lo dice bellamente: “El abrazo me enseñó a
no caber en mi”.90
-Mientras diversos discursos sociales consideran al trauma un acontecimiento
exterior y objetivo, para el psicoanálisis no hay acontecimientos traumáticos per se así
como no hay un trauma “para todos”, lo que tiene valor traumático para un ser hablante
es siempre singular.

89 Las escenas y los comentarios fueron extraídos de Vieira M. A., capítulos “La clínica (el Otro)” y
“Abrazo (objeto)”, La escritura del silencio (voz y letra en un análisis), Tres Haches, Buenos Aires,
2018.
90 Ibíd., p. 39.
Segundos antes de que una bomba estalle,91 una inmigrante desayunaba en la
estación de trenes. Ante la explosión, huye dejando tras de sí a heridos y muertos y se
cruza con la mirada de un hombre ensangrentado tirado en el piso “como un Cristo
yaciente” que luego no dejará de no mirarla en pesadillas a repetición. Angustia,
hiperactividad, agitación y una inquietante imposibilidad de detención, son las
manifestaciones con las que llega a la consulta.
Instalado el sueño de movida en la escena, la transferencia se inaugura allí
cuando quien la escucha pide a quien no habla bien español un diccionario, esto le
permite detenerse y se abre la vía del inconsciente con sus juegos homofónicos que le
posibilitará continuar con el “hilo de la vida”.
¿Cómo situar el traumatismo y la respuesta en este sujeto? De educación
religiosa, frente a la irrupción de lo real, el “padre todo amor” no tiene respuesta. Como
lo sitúa Miller, un hecho pone en cuestión un dicho esencial en la vida de este
sujeto.92La analista guarda silencio y no la desculpabiliza por su fuga, pero sí la aloja. El
sujeto responde con la elaboración inconsciente, que le permite desplazar el sinsentido
de lo traumático a otra cadena.
-La clínica contemporánea en el campo de la sexuación se presenta como una
clínica de arreglos e invenciones singulares, se trata de inventarse un cuerpo y una
nominación bajo transferencia y la operación analítica apunta a propiciar un
anudamiento posible.
En el caso que discutimos la invención bajo transferencia se sirvió de materiales
existentes en el discurso de la época, otorgándoles una función nueva.
Un pasaje al acto lleva inmediatamente a una nominación. Rechazada del
discurso médico, es alojada por la analista, marca su cuerpo y abre el camino de una
invención.
Esta invención se compone también de elementos asintóticos que incluyen la
cirugía, la cicatriz y el tatuaje -invención vía la escritura en el cuerpo.
Su nueva nominación le permite fijar algo de su goce. Su Invención le permite
armarse un cuerpo imaginario, manteniéndose estabilizado, hasta ahora.
La operación analítica en este caso no reproduce lo traumático, sino que se
orienta a atemperar algo del goce acompañando al sujeto en su solución sinthomática.

91 Fuentes A.,” El hilo de la vida” en AA.VV., Efectos terapéuticos rápidos, Paidós, Buenos Aires,
2005, pp. 19-24.
92AA.VV., Efectos terapéuticos rápidos,op, cit., p. 81.
Testimoniar el trauma

Dupla: Camila Candioti y Gustavo Slatopolsky

Integrantes: Ana Rosa Cóncaro, Roxana Chiatti, Osvaldo Delgado, Jorge Faraoni, Ana María
Gallegos, Mariana Li Fraini, Roberto Mazzuca, Gustavo Moreno, Silvia Ons, Natalia
Paladino, Carolina Rovere, Gabriela Salomon, Mariana Schwartzman, Gabriel Tanevitch

El origen de la palabra Trauma designa una herida con efracción, traumatismo,


con consecuencias sobre el conjunto del cuerpo. El psicoanálisis recoge las tres
significaciones del término y las sitúa en una vinculación esencialmente sexual. La
operación que ubica su ligazón a un recuerdo en lugar de una vivencia, arranca a la
noción de trauma de toda psicología.
Ubicar al trauma en un contexto de prematuración sexual, plantea una irrupción
a destiempo, localizando al descubrimiento de la sexualidad -en la infancia- en un
descalce sin retorno. Se trata de un desfasaje entre irrupción -de lo sexual- e incapacidad
de representación. Freud ubica esta dimensión de excedente con la particularidad de ser
“no traducible”93. Así mismo, la temporalidad guarda vinculación con lo que Lacan
logiciza como la “no relación sexual”. La dificultad lógica estará dada por el modo en
que se inscribirá aquello intraducible; punto en el cual se articularán las nociones de:
trauma, escritura, síntoma.
En el Seminario 21 Lacan dice: “todos sabemos porque todos inventamos un
truco para llenar el agujero (trou) en lo real. Allí donde no hay relación sexual, eso
produce troumatismo. Uno inventa. Uno inventa lo que puede por supuesto”94. Vincula
lo inatrapable en la palabra con la resonancia y sus efectos. Esto se lee en la
equivocidad trauma/agujero. Donde en lo real hay trauma, trou, se inventa un saber
indeleble: “depósito, sedimento que se produce en cada uno cuando comienza a abordar
esa relación sexual a la que no llegará nunca”95. Este saber inconsciente, con estatuto
real, será del orden de lo escrito.
La materia con la que se escribe será denominada por Lacan lalengua. Esto
permite situar la dimensión del traumatismo que, para todo parlêtre, implica el choque

93 Freud, S. (1896) “Carta 46”, en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1992, p. 270.

94 Lacan, J. (1973-74), El Seminario, Libro 21, “Los no incautos yerran”, clase del 19/2/1974. Inédito.
95 Ibíd., clase del 12/2/1974.
del viviente con el lenguaje, cuya dimensión parasitaria introduce un goce que lo
exiliará para siempre de la relación sexual. Será de un enjambre zumbante, que es el
murmullo de lalengua, “del uno-entre-otros (que podrá o no) alzar vuelo un S1”96 para
escribir contingentemente una letra de goce, del síntoma, que no llena el agujero, sino
que lo bordea. Función planteada por Lacan en el Seminario 18 cuando la define
como “el borde del agujero en el saber”97. La letra no es sin el agujero, S (A/).
Lo dicho hasta aquí es conocido.
Lo que sigue busca interrogar el trauma, a partir de la puesta en tensión de un
testimonio de Pase con otros modos de testimoniar por fuera del psicoanálisis y a lo
largo de la historia, que han encontrado en la vía de la escritura, un modo de hacer con
el trauma, o simplemente, dar cuenta del mismo.

1. Donna Williams / trauma(u)tismo

¿Se testimonia del trauma en el autismo? Si con Lacan el trauma anota el choque
temprano con la lalengua, ¿qué suerte de huella inscribe la marca del impacto?
Donna recuerda el encuentro, a los 4 años, con lo que más tarde denominará Gran
Nada Negra:
Las paredes crecieron y me dolían los oídos. (...) ahogándome dentro
de un caparazón de carne. Un grito salió de mi garganta (…) La
muerte estaba aquí. No quiero morir, no quiero morir (…) La
repetición de la palabra acababa fundiéndose en un patrón de una sola
palabra.98
Lo que parece un desencadenamiento no es sino una condición de traumatismo;
su peculiaridad es que no agujerea lo real, no hace el trou. A la manera de una huella
rudimentaria, invariante, la GNN permite arribar a una localización singularísima, que
en su irrupción deviene efracción del imaginario.
Ya adulta podrá situar que no se trataba de la muerte sino de emociones:
“Aquellos terroríficos pedazos gimientes de GNN eran sobrecarga emocional

96 Lacan, J. (1972-73), El Seminario, Libro 20, “Aún”, Buenos Aires, Paidós, 1995, p. 172.

97 Lacan, J. (1971), El Seminario: Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Buenos Aires,
Paidós, 2009, p. 109.

98 Williams, D. (1944), Alguien en algún lugar, Barcelona, Nuevos Emprendimientos Editoriales S.L.,
abril de 2012.
disparada por cualquier cosa (…) la felicidad o la rabia”99. Es el encuentro con la
enunciación lo que despierta traumatismo y su consecuencia es el apagón.
El apagón se diferencia de toda iniciativa del Otro; es sin Otro. Cuando escribe:
“la cosa aquella que se movía, que tenía carne y hacía ruido, mi hermano”100
testimonia la caída del imaginario por efecto de un goce percusivo que no se retira y no
permite el cavado de una zona erógena que oriente un recorrido pulsional. El autista en
este sentido, se halla en estado de traumatismo permanente.
Hay un tratamiento de lo traumático sin que haya trauma en sentido estricto. Por
otra parte, es indudable que su transformación en autista célebre hace del testimonio un
paso necesario en dirección al sinthome. Se narra “acerca del” traumatismo, en vía a dar
cuenta del efecto de anudamiento que tuvo en ella el encuentro con el significante
“autista” y el ayudar a otros en su misma situación.

2. Mme. Guyon – Fénelon: el Otro goce


Otra perspectiva que empuja a testimoniar es el estado de arrobamiento
enloquecido que da acceso a la pasiveidad. Nos referimos a la controversia del “amor
puro” en el seno de la Iglesia en el siglo XVII.101
Dicha doctrina plantea que el verdadero amor a Dios toma distancia de cualquier
recompensa e interés propio. Lleva a prácticas que empujan los límites hasta la pérdida
del sujeto. Retoma la antigua paradoja que sostiene la práctica de los místicos: la
suposición imposible de que un Dios que no recompensase a quienes cumplan y que
dañase a quien lo ame, seguiría siendo merecedor del amor.
El solo supuesto– “Si existiese un Dios que…” - hace entrar un goce impensable
por vía de la lógica; esto da acceso a la faz real del Otro que abre a una condición
pulsional del amor que no repara en ser amado. En palabras de Guyon: “estaríamos
encantados de cargar con todas las confusiones y miserias y llevarlas al Infierno para
procurarle a Dios un instante de gloria”. De allí que “obtiene su placer de su dolor”.102
La recepción de la gracia de Dios a partir de prácticas de goce ligadas a un
despojamiento absoluto, da acceso al Otro goce en el que la condición de sujeto resulta
eclipsada ante la apertura a lo infinito en la experiencia de dolor.
99 Ibíd.
100 Ibíd
101Controversia que tuvo por consecuencia la condena papal de 1699 de las proposiciones teorizadas por
Fénelon (obispo y teólogo), a partir de su encuentro con la experiencia mística testimoniada por Mme.
Guyon.
102 Le Brun, J. (2002) El amor puro. De Platón a Lacan, Córdoba, Ediciones Literales, 2004, p. 179.
La condena papal a estas prácticas permite ubicar el traumatismo no en el cuerpo
sino en el seno del dogma de la Iglesia, fundado en un Dios todo-amor. El impacto de
los testimonios de Mme. Guyon de un goce no cernible en el canon - con estatuto de
S(A/) -, lleva a Fénelon a intentar sistematizarlo para transformarlo en doctrina.103

2. Primo Levi

En Auschwitz, “gritan órdenes y amenazas en lenguas que nunca se han oído” y


“la confusión de lenguas es un componente fundamental”.104 A los golpes se adhiere
una materia sonora en choque permanente. La pregunta sin respuesta: “¿cómo es
posible golpear sin cólera a un hombre?”.
Una constatación seca, no sin la marca viva, lacerante, del mal encuentro que
hace escrito:
El enfermero señala al otro mis costillas, como si fuese un cadáver en
una sala anatómica; me aprieta con el índice sobre la tibia y hace
observar al otro la profunda depresión que me deja el dedo en la carne
(…) nunca, en toda mi vida, he sufrido una afrenta más atroz que ésta.
El enfermero, mientras tanto, parece que ha terminado su
demostración en su lengua, que no entiendo y que me suena terrible; se
vuelve hacia mí y, en un cuasi alemán, me hace un resumen: - Du
Judekapput. Du schnellKrematoriumfertig (Tú, judío, estás listo,
enseguida al crematorio).105
He aquí el instante que recorta del murmullo ininteligible una mirada que lo sabe ya
muerto. La lengua hunde en la carne una percusión que con su sonoridad, hiere. La
escena se nutre de un cómplice que mira y ríe junto al enfermero. Ninguno se dirige a
Levi porque su lugar es el de la anatomía de la afrenta atroz.
Freud se sirve de las marcas de la guerra que se repiten en sueños en su giro de
1920.Una pesadilla insiste en Levi: sueña que ha vuelto. El “placer intenso, físico,
inexpresable” se transforma frente a la indiferencia de los otros que no quieren saber:
Mi hermana me mira. Se pone de pie y se va sin decir palabra.
Entonces nace en mí un dolor desolado, como ciertos dolores que

103Le Brun: “(…) si solo se hubiesen difundido testimonios místicos y no un intento de justificación
(…) la crisis con la Iglesia podría haberse evitado”.
104 Levi, P. (1958, 1976), Si esto es un hombre, Barcelona, MuchnikEditories S.A, enero de 2002.
105 Ibid.
apenas se recuerdan de los primeros años de la infancia: es el dolor en
su estado puro, sin templar por el sentimiento de la realidad.106
El sueño hace entrar el dolor desolado, que desliza a un estado de dolor puro,
anterior a la palabra. La vuelta a la calidez del mundo anterior al trauma ya no tiene
retorno posible; nadie le cree o le presta atención. No hay palabra posible que borre el
estigma escrito en la carne.
Lacan enseña que aún estando el muerto en llamas, se arde de lo que quema en
la apertura a lo real que abre un sueño. Lo insoportable del sueño es menos el Lager que
la indiferencia. No existe palabra para inscribir la pregunta sin respuesta.
Si esto es un hombre, es prueba escrita de la irrupción del trauma, en su
dimensión de Otro que desfallece hasta hacerse añicos; así como de la herida de una
respuesta que lo avergüenza de sí.
El temor de Levi era sobrevivir y que nadie le creyese. No cejó de testimoniar el
trauma hasta su muerte. Si el dolor puro irrumpe en ausencia del Otro, testimoniar busca
inscribir la palabra que escapa y parece tener estatuto de tratamiento del trauma. Resta
la pregunta sobre si eso alcanza para definirlo con estatuto de sinthome.

3. El trauma en el testimonio de Graciela Brodsky

Es el propio testimonio de pase el que recorta, delimita el trauma y su lectura. Lo


hace a partir de una reactualización en transferencia.
La escena de la fiesta actualiza la exclusión del sujeto en el goce, que resta
localizado en la presencia viva del analista traumático –hacia el final- no sin un afecto
de angustia. El camino asociativo ligará una fiesta con otra, ubicando el encuentro con
la marca traumática que inscribe la imposibilidad de la estructura.
Las risas en la pareja parental horadan el cuerpo y dan entrada al malentendido que
funda la condición de lo humano, su dit-mansión.107 Es por las marcas de lo que no
encuentra palabras para hacerse a la palabra, como cuela en cada quien el malentendido
de la lengua. En ausencia del significante que nombre la relación sexual, lalengua toca
al cuerpo produciendo troumatismo. Agujero que aloja una presencia de sujeto
arrancada a lo real, en la respuesta:

106 Ibid.
107 Lacan, J. (1972-73), El Seminario, Libro 20, “Aún”, Buenos Aires, Paidós, 1995, p. 31.
Todavía no disponía del lenguaje, y esas risas incomprensibles, ese
sonido, esa excitación enigmática solo obtuvo de mi parte un grito y un
llanto que aún recuerdo. Ellos pensaron que algo me había herido, que
la causa de mi grito debía ser material y la buscaron en la madera del
mueble. Tenían razón, pero no era una astilla lo que se había clavado
en mi cuerpo.108
Lo traumático es aquí tanto el encuentro con la ausencia de relación sexual como
con lo no simbolizable del propio goce. A la respuesta de lo real que opera en la
expulsión del grito, se delimita un borde erógeno, que devendrá circuito de satisfacción.
Le será necesario que se infiltre allí la dimensión lenguajera del conjuro de equívocos,
en una letra que fije goce, para producir la extracción del Uno que alza vuelo del
enjambre del murmullo sonoro. Dicho grito sanciona la escritura en el cuerpo del
malentendido, en la transmisión de lo que no se deja nombrar y solo se lee entre líneas.
El análisis permitirá hacer de esta escena la ficción de un tiempo mítico que se
deduce del circuito pulsional, hecho destino en el fantasma. La posición de hacer
responsable al Otro de la falta de goce, tomará la forma de “arruinarle la fiesta al
Otro” como respuesta.
¿Qué destino para el trauma en el final de análisis? La ausencia en el lenguaje de la
palabra justa se conjuga con la nominación del encuentro contingente “fiesta”, que
nombra la excitación en la pareja parental y en el sujeto; al precio de una traducción
forzada al campo de la repetición, por la vía del fantasma.
La salida a esta circularidad, será la irrupción de un olvido que no enlaza el
inconsciente. Olvido que será producción de lo indecible, hecho con la materialidad de
la palabra arrancada a la transferencia, que ahora circunscribe “un agujero en el saber,
imposible de colmar”.109

5. Conclusiones
La articulación de los testimonios de G. Brodsky y de D. Williams permite
diferenciar los modos del goce y su relación al trauma. En un caso se alcanza a fijar una
letra que enlaza la satisfacción a la gramática del fantasma, en tanto que en el segundo
se trata de una huella precaria que no alcanza el trou. “Arruinar la fiesta” es movimiento

108 Brodsky, G. (2013), “La fiesta”, testimonio pronunciado en las Jornadas ECF 2013. Archivo cedido
por la autora.
109 Brodsky, G. (2012), “Desenlace”, en El orden simbólico en el siglo XXI, Buenos Aires, Grama,
p.198.
entre automatón y tyché; mientras que los accesos de la GNN no se articulan a letra
alguna, ni ordenan un campo semántico desde el cual reencontrar satisfacción. Lo que
se establece como repetición en la neurosis, difiere de lo que itera sin poder ser jamás
efecto de retorno en el autismo. Si el Uno del goce no se retira y no deja en su
movimiento un trazo donde hacerse al goce, la satisfacción paradojal alojada en el
trauma estaría ausente. De allí que, sin trauma, no hay por donde orientar la pulsión.
En Mme. Guyon entra la presencia de un goce que tampoco se sirve de la repetición,
pero no deja de estar en relación con el Otro lado de la sexuación. En el testimonio de
GB se sitúa ese mismo goce en el origen de todo trauma: “El goce que excede la norma
fálica, el goce que excede el núcleo elaborable del goce, ese es el trauma delparlêtre”.110
Entre la vía desaforada, sus efectos corporales en Guyon y la solución de la neurosis que
exige dejar fuera cualquier manifestación del mismo, la invención de la palabra
inexistente testimonia que en el recorrido de un análisis es posible una relación un poco
más atemperada con la contingencia y el decir.
Ya no se engaña con el truco de los sentidos de la escena traumática. Ahora es
posible una nueva nominación del instante del encuentro con el goce, que ya no hace del
Otro el responsable por la exclusión en ese campo. Esa marca intraducible, es marca
viva de una experiencia siempre al acecho con una palabra que circunscribe “el nombre
que falta en el mar de los nombres propios”111. Esto permite una relación a la paradoja
distinta de la mística. En la pluma del poeta: “¿Sobre Lacan? Creo que conviene de
todos modos esperar algo de su no-esperanza”.112
Ahora bien, de lo articulado hasta aquí resta la pregunta acerca de si una vez
anotado el traumatismo como trauma, éste tomará siempre la dimensión de encuentro
con el Otro goce en remisión necesaria a una marca fundante perdida. O si la presencia
de lalanguees traumatismo sin más remisión que a su puro impacto con el cuerpo. ¿O se
trata de “traumas”, en plural? Esto lleva a retomar a Levi: “su demostración en su
lengua, que no entiendo y que me suena terrible”. ¿Dónde poner el acento aquí? ¿Se
trata del trauma de ser objeto del goce del Otro, de la afrenta subjetiva que ello implica,
o del afecto que imprime el martilleo de la lengua polaca sin remisión a marca primera
alguna? ¿Son excluyentes?

110 Brodsky, G. (2015), “Aprèscoup”, en RevistaLacaniana nro. 18, Buenos Aires, Grama, p. 88.
111 Brodsky, G. (2012), p. 199.
112 Zanzotto, A. (1994), Nei paraggi di Lacan, Aure e disincanti nel novecento letterario, Milán, Ed.
Mondadori, p. 176. Traducción de Natalia Paladino.
Disarmonía fundamental y arreglos sintomáticos

Dupla: Cecilia Rubinetti- Silvia Perassi

Integrantes: Patricio Álvarez, Sonia Beldarrain, Andrea Blasco, Lucía Bringas, Karina Castro,
Josefina Elías, Cecilia Gasbarro, Paula Husni, María Marciani, Sohar Ruiz, Sabina Serniotti,
Eugenia Serrano, Laura Valcarce, Roxana Vogler, Rosa Yurevich.

“Las palabras lo lastiman, es un ultrasonido insoportable, un efecto Larsen que solo él parece
oír, una frecuencia inaudible que le lacera el cerebro. (…) Una nota estridente, un silbido
parásito que le viene de dentro. (…) El ruido está en su cabeza.” Delphine de Vigan. Las
lealtades.

El presente trabajo es el producto de un programa de investigación que fundamos


en tres vías desprendidas del argumento de la Conversación EOL 2020: el trauma como
agujero, el sínthoma que anuda y la operación analítica interrogada a partir de las dos
vías anteriores.
El interés que nos orientó desde el inicio de este recorrido es ubicar qué nuevos
problemas se presentan a partir de la última y ultimísima enseñanza de Lacan. Explorar
esos problemas es un intento de leer la práctica usando herramientas que se ajusten
mejor a la lógica de los casos actuales, sus enganches y desenganches, sus soluciones no
duraderas. El elemento "nudo" aporta una perspectiva pragmática a la vez que
agujereada, es decir no-toda. 
Intentaremos poner de relieve en esta escritura algunas formulaciones de esos
problemas, tal como se nos presentaron en el trabajo colectivo.
Comencemos por el trauma.

1. ¿Cómo definimos al trauma?


Las elaboraciones de Lacan vacían radicalmente de sustancia al trauma, ligándolo
cada vez más fuertemente a un agujero, a un “no hay” de base, ineliminable, con su
contracara de un “hay” también permanente del lado de un goce intrusivo, del
desarreglo fundamental que introduce lalangue. La referencia del Seminario 21 presente
en el argumento, momento en el que las teorías del trauma precipitan en la teoría del
troumatisme, propone una topología que abre a pensar el asunto de los bordes.
Será unos meses después de finalizar el Seminario 21, en “La Tercera”, que Lacan
declinará una distribución en el nudo en la cual separa un goce fuera-de-cuerpo y un
goce fuera-de-lenguaje. La tesis freudiana que sitúa a la sexualidad en la base del
trauma del ser hablante, encuentra en este texto una relectura a partir de la apoyatura en
el nudo. Lacan precisa allí cómo el efecto de lalangue en la constitución de la pulsión,
por estar fuera del imaginario corporal, no puede ser sino intrínsecamente disarmónico,
con el horizonte de muerte ya situado por Freud. “¿Qué significa que haya traumatismo?
Significa que la desarmonía es originaria, que el sonido de lalengua jamás es armónico,
que no sintoniza con nadie. Significa que la desarmonía no puede ser remediada, que no
puede ser curada”113. La posibilidad que el goce se civilice, se separe, se distribuya está
dada por el ingreso de lalengua al cuerpo pero a su vez ese impacto es causa del goce en
exceso que parasita al parlêtre. 
Colocar el trauma a nivel de la no relación sexual implica situarlo como un agujero
imposible de remendar. Dimensión traumática constitutiva del ser hablante que pondrá a
prueba cada vez las respuestas sintomáticas y sus alcances. La noción de agujero como
lo que chupa, aspira, extrae al trauma de una lógica temporal lineal, para ingresarlo en
una perspectiva sincrónica y topológica. Situarlo en estos términos es también fundar la
repetición del mal encuentro con la irrupción de un goce anómalo, parasitario, que no
hace relación y que perturba la consistencia del sostén imaginario del cuerpo. La
respuesta del ser parlante será siempre sintomática, no hay estructuración posible sino
por el sínthoma.
Entonces ¿cuál es la dirección del trauma? Es interesante plantearse que a partir de
la topología del nudo no hay direccionalidad ni tiempos lógicos, ni intencionalidad en el
trauma. Esto abre la perspectiva de lo que hay y lo que no hay, lo que acontece y lo que
no cesa de no. “Un recorrido minucioso, de Freud a Lacan, de la noción de trauma
sexual, obliga a cambiar nuestro concepto de la relación causa-efecto”.114
En el Seminario 24, en la clase del 19 de abril del 77, Lacan termina desbaratando
la última consistencia que, incluso vaciada de sentido, podía aspirar a tener el
trauma: “Freud delira allí justo lo que hace falta. Porque imagina que lo verdadero es el
núcleo traumático. (…) Ese susodicho núcleo no tiene existencia – no hay…, como lo
noté al invocar a mi nieto, sino el aprendizaje que el sujeto sufrió de una lengua entre
otras, que es para él lalengua (...)”. 
Lacan deshace la historicidad del trauma como un circuito de verdades que al
desplegarse conduciría a un núcleo primordial de lo traumático. La posible conexión de

113Miller, J.-A. Piezas sueltas. Buenos Aires: Paidós, 2013, p. 47.


114Miller, J.-A.Capsule 3. <https://www.youtube.com/watch?v=Nni6ATgSSYY&feature=youtu.be>
lo real con la verdad queda como un ideal freudiano. No hay un núcleo al que se acerca
la varidad de la verdad, no se toca con la verdad ningún núcleo real. Hay en cambio la
parasitación permanente de lalangue y los arreglos también permanentes para enganchar
eso al cuerpo. 
¿Cómo entender entonces el modo en el cual Lacan relee la perspectiva freudiana
del trauma? Es Freud quien ubica muy tempranamente el carácter traumático de la
sexualidad en el ser hablante; Lacan retoma esta orientación pero va a objetar que el
trauma tenga un núcleo, un hueso al que llegar, una fecha, una historicidad. Podemos
articular este punto con el desarrollo de “La Tercera”, que pone el acento en el carácter
intrínsecamente perturbador del goce fálico en tanto fuera-de-cuerpo. ¿Qué implica que
el goce quede localizado en los bordes, en la superficie, que no entre al cuerpo? Lacan
precisa que su carácter fuera-de-cuerpo no se lleva bien con el sostenimiento del
imaginario corporal. Ese fuera-de-cuerpo amenaza la unidad corporal de manera
permanente. “No se trata de la página de vergüenza que olvidamos o que anulamos, se
trata del excedente de sexualidad del que nos defendemos”.115
     
2. El sínthoma: función anudante 
El Seminario 23 corre definitivamente al síntoma de las formaciones del
inconsciente y lo sitúa como invención. El síntoma como formación sustitutiva,
producto de la represión, se situaba en términos simbólicos, accesible al desciframiento.
Freud mismo va arribando a ese residuo incurable que persiste pese al develamiento de
las verdades. Eso que resiste, no parece tener la misma estructura ni sustancia que las
formaciones del inconsciente. Es este punto el que retoma Lacan a nivel del real
incurable del que se trata en el sínthoma como acontecimiento de cuerpo, como goce
opaco o cuarto que anuda.
Un acontecimiento de cuerpo deviene sínthoma si adquiere una función anudante.
Desde la perspectiva nodal, Lacan redefine las nociones de R-S-I. La novedad que
introduce esta escritura del nudo atañe al sínthoma. Lo real del goce del sínthoma no se
limita a su articulación a lo simbólico, el sínthoma no se limita al goce fálico sino que
implica un goce absolutamente otro que no se articula al inconsciente. Es a partir de la
nueva escritura del nudo como lo real de la estructura, que Lacan puede diferenciar a
nivel de lo real del goce dos modalidades distintas, dividiéndolo en su intersección con

115Miller, J.-A.Capsule 3.
lo simbólico y con lo imaginario. En la intersección de lo simbólico y lo real va a
localizar al goce fálico, al que caracteriza por ser un goce fuera -de-cuerpo. En la
intersección entre imaginario y real, va a situar un Otro goce, con su dimensión de no-
todo, que está totalmente por fuera de lo simbólico y por ende no depende de los efectos
de lalangue. Es un goce otro en su dimensión más radical, totalmente exiliado de lo
simbólico y el sentido. Entonces, ¿cómo releemos el exceso y su articulación a la noción
de trauma desde estas dos vertientes?
Seguimos a Miller en su interrogación sobre el estatuto de la fijación y el
desplazamiento del goce a nivel del sínthoma como acontecimiento116. Ahora bien, el
nudo no es un elemento solidario de la idea de deconstrucciones infinitas, o de un
nothing's impossible, sino que, como señala en ese mismo texto “del nudo no se sale, no
hay afuera, solo configuraciones más o menos satisfactorias”. 117 El sínthoma anuda el
cuerpo y su goce de un modo siempre singular, no colectivizable ni intercambiable.
Podemos pensar que ante cada choque de lalangue con el cuerpo, con su disarmonía
intrínseca, el anudamiento es puesto a prueba en tanto respuesta. Puede surgir allí
contingentemente un nuevo pliegue del nudo, una nueva forma o quizás… sería más
bien un nuevo empleo del mismo anudamiento.
Así también nos encontramos con que la función anudante del sínthoma se
distingue de la posibilidad de manipularlo y hacer un buen uso de él. Es decir, no es
seguro que a ese anudamiento se consiga manipularlo. Entonces, un análisis nos
confronta a interrogarnos, caso por caso, si el sínthoma-nudo podrá volverse un
instrumento para el ser hablante.
Aproximemos algunas cuestiones. 
Ante cada contingencia el parlêtre es como el aprendiz que teje su nudo, armando
una trama en la cual alarga o acorta los lazos, haciendo arreglos más o menos
convenientes, al tirar de un hilo o de otro. Cada quien teje el nudo con los elementos de
los que dispone, en una relación de extimidad, intentando conseguir un funcionamiento
que, al fracasar o acertar contingentemente, no hay posibilidad de deducirlo antes de
que ocurra. Ese acontecimiento del sínthoma entendemos que es un modo de juntar tres
partes que escriben, cada vez, un-cuerpo donde los distintos goces se articulan de modos
más o menos vivibles.

116Miller, J.-A.Todo el mundo es loco. Buenos Aires: Paidós, 2015, p. 216.


117Miller, J.-A. Todo el mundo es loco. Buenos Aires: Paidós, 2015, p. 249.
Por lo cual el sínthoma con el que se responde al trauma no va de suyo que se
vuelva instrumento para el parlêtre. La respuesta a lalangue es acontecimiento de
cuerpo, sin embargo la manipulación de esa respuesta es algo a construir, a conseguir.
En general el sínthoma es una respuesta que suele ser incómoda, su materia es un goce
ajeno, no se acomoda a los ideales. El sínthoma es rechazado por el mismo parlêtre que
viene a decir al análisis, por ejemplo, que no consigue usarlo. Es la vivencia de estar
sometido a un funcionamiento del que se quiere deshacer. 
La posibilidad de una manipulación pragmática y vivificante del sínthoma no está
en relación al desciframiento sino a la satisfacción que de allí se obtenga. Este
movimiento implica leer el sínthoma como solución, solución que habrá que trabajar,
poner a prueba, encontrar un empleo posible que gane en satisfacción, en plus de vida.
Finalmente, para hacer posible tal manipulación, será preciso estar advertido del modo
en que la defensa liga esa respuesta a una versión del Otro con una temporalidad fija,
congelada, que obstaculiza la posibilidad de hacer-ahí cada vez.

3. La operación analítica interrogada


A partir de lo que desarrollamos en los puntos anteriores nos interesa abordar a
continuación el problema que se formula a nivel de la operación analítica. Si el
sínthoma ya no es el retorno de lo reprimido sino lo real de un anudamiento, si el
trauma no se asienta en la lógica causal no se trata de un núcleo a alcanzar, sino la
percusión disarmónica permanente de lalangue con el cuerpo: ¿cómo repensar el
estatuto y la orientación del acto analítico?
Lacan se interroga por los alcances de la palabra para tocar lo real del síntoma. “Lo
que nos interesa son los síntomas y saber cómo, con el bla-bla-bla, llegamos a
disolverlos, con nuestro propio bla-bla-bla, es decir, con el uso de ciertas palabras. La
cuestión es saber si el afecto se ventila, o no, con palabras. (...) Algo sopla en esas
palabras que vuelve inofensivo el afecto, es decir, que no engendra síntoma.”118
¿De qué modo la noción de trauma-agujero interpela la operación analítica? ¿Cómo
pensar la incidencia del acto analítico a nivel del trauma? Si decimos que la causalidad
del trauma no existe más que como ficción, esto barre la idea de ir –con la
interpretación y el acto– a buscar la verdad del sínthoma. 

118Lacan, J. “Consideraciones sobre la histeria”- (Bruselas, 26 de febrero de 1977). Texto establecido


por Jacques-Alain Miller. Publicado en la revista Quarto, nº 90. 1981. <https://elp.org.es/consideraciones-
sobre-la-histeria-jacques/>
Interpelar desde este sesgo la operación analítica nos llevó a deslindar dos
nociones: analista-trauma y analista-sínthoma, que ponemos ahora en consideración.
Armamos este binomio y así, desde cada una de estas perspectivas, intentar analizar qué
iluminan de la operatoria analítica. 
Nos serviremos para ello de algunos recortes de testimonios de AE, en los que
encontramos modos de testimoniar de la incidencia del acto del analista y sus
resonancias en el cuerpo: más estruendosos, más sutiles, los que marcan un momento
disruptivo o los que se suceden en el tiempo con pequeños toquecitos en el cuerpo. 
Comenzaremos por Alejandro Reinoso para quien la elección del analista había
estado fundada en su seriedad. Seriedad que a lo largo del análisis contrastaría con la
sonrisa y risitas que al analizante le resultaban insensatas, perturbando su defensa. En
ocasión de un sueño, una interpretación equivoca “il riso a Lacan-tonese” con “la-risa-
a-la-Lacan”, tocando el cuerpo y marcando un antes y un después en su análisis.
Alejandro sitúa allí un reencuentro con la risa que antes atemorizaba.
En cambio, Gabriela Grinbaum nos transmite otra experiencia de analista-trauma
ocurrida al final del análisis. En su caso no hay lo tenue ni lo sutil sino el vozarrón que
frente a su insistencia por decir más, irrumpe con la pregunta: “¿Qué está buscando?”
Muy fuerte, casi un grito. El efecto será de angustia y silencio inédito para la analizante.
“me calló… a mí… Que eso parecía difícil...” 119 El primer silencio. Sin relación a lo
mortificante y sin el empuje a llenarlo con artilugios para despertar al otro.
El tercer testimonio, de Fernando Vitale, nos dice de una operación del analista que
en la entrada del análisis, toca el cuerpo mediante el equívoco, introduciendo algo que él
describe en el lugar mismo del “penar de más” sentado, petrificado: el analista se
levanta abruptamente y le comunica que pasará al diván. Fernando ubica como efecto
un verdadero acontecimiento de cuerpo. “Recuerdo aún hoy la alegría que inundó mi
cuerpo ese día mientras bajaba las escaleras del consultorio de mi analista. (...) Hoy
puedo decir que lo realmente nuevo fue el haber sido alcanzado por un equívoco en su
materialidad misma.”120
En los tres encontramos efectos de vivificación articulados a un afecto de alivio o
alegría que permiten recortar la incidencia en el cuerpo de la operatoria analítica. ¿Qué

119Grinbaum, G. “Una cámara encendida”. Mediodicho 42. Revista anual de Psicoanálisis. Publicación
de la EOL- Sección Córdoba, 2016, p. 143.
120Vítale, F. “La contradicción de la Una-equivocación”. Revista Lacaniana 28, Buenos Aires, Grama,
p. 127
sería entonces tocar de la buena manera el lugar traumático sin que resulte en rechazo o
devastación? ¿Qué permite que se sostenga el dispositivo?
Sabemos, a partir de nuestra práctica, que hay arreglos sinthomáticos de mayor o
menor alcance, anudamientos más flexibles o más rígidos y frágiles. Y si el nudo se
suelta, ese goce fálico proveniente de lalengua –presente en todo ser hablante–
traumatizará de modo más exigente y parasitario aun, volviéndose muy difícil el sostén
del cuerpo. Son los casos que más requieren de un analista en su función anudante.
Lacan, en el Seminario 22, nos deja una pista más cuando articula el no-todo al “de
la buena manera”. “Diría que eso consiste, este efecto de sentido, en estrecharlo, en
estrecharlo pero, por supuesto, a condición de que sea de la buena manera, a saber en
estrecharlo por un nudo y no cualquiera. Yo estoy muy asombrado de lograr sustituir,
creo, este efecto de sentido, de tal modo que haga nudo y nudo de la buena manera.”121
Siguiendo a Lacan entendemos que "la buena manera" de apuntar a las marcas
significantes del trauma es sostenido en una operatoria que haga nudo. A modo de
hipótesis, diremos que en este sentido el analista-trauma no sería separable del analista-
sínthoma, y que ese “agregar el vacío”122 en la interpretación, en el acto, ese hacer no-
todo, no es sino un modo de volverse incauto del sínthoma del analizante. Un desafío de
invención que estará a prueba cada vez.

121Lacan, J. Seminario 22, clase del 11 de febrero del 75, inédito.


122Miller, J.-A. El ultimísimo Lacan. Buenos Aires: Paidós, 2013, p. 180.

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