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Tarea Macro

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La teoría clásica y neoclásicos

Los teóricos clásicos y neoclásicos tenían interés al menos en una cuestión macroeco-
nómica: ¿qué determina el nivel general de precios? Abordaron esta cuestión económi- ca
utilizando el enfoque de oferta y demanda desarrollado en la teoría microeconómi- ca. Se
suponía que la oferta de dinero era determinada por las autoridades monetarias, por lo que
algunos economistas ortodoxos sostenían que las cuestiones básicas que había que
analizar se encontraban en el lado de la demanda. Se supone que el hogar y la empresa
son racionales y demandan dinero para utilizarlo con distintos fines. Walras, Menger y otros
autores desarrollaron un análisis de oferta y demanda para explicar el valor del dinero, pero
la teoría más famosa de todas probablemente fuera la de Mars- hall, que ha llegado a
conocerse con el nombre de versión de Cambridge de la teoría cuantitativa del dinero
basada en los saldos de caja.

La primera formulación clara de la teoría cuantitativa del dinero se debe a David Hume y se
presentó en 1752. Según esta teoría, tal como ha llegado a través de la literatura, el nivel
general de precios dependía de la cantidad de dinero en circulación.
Según Marshall, los hogares y las empresas desea- ban tener en saldos de caja una
proporción de su renta monetaria. Si M es el dinero (el efectivo más los depósitos a la vista),
PY es la renta monetaria y k es la proporción de la renta que desean tener los hogares y las
empresas en forma de dinero, la ecuación fundamental de los saldos de caja es
M = kPY
Como Marshall aceptaba la ley de Say, se supone que hay pleno empleo. Un aumento de la
cantidad de dinero, suponiendo que k permanece constante, provoca un aumen- to de la
renta monetaria, PY. Como se supone que hay pleno empleo, un aumento de la cantidad de
dinero provoca una subida de los precios y el consiguiente aumento de la renta monetaria;
sin embargo, la renta real no varía. Las disminuciones de la cantidad de dinero provocan
una disminución de la renta monetaria cuando bajan los precios; la renta real vuelve de
nuevo a permanecer constante. No examinaremos los numerosos y diferentes aspectos de
la formulación de Marshall; lo importante es que la versión de la teoría cuantitativa de
Marshall intentó integrar la conducta microeconómica de las empresas y los hogares
maximizadores y la cuestión macroeconómica del nivel general de precios.
donde M es la cantidad de dinero, V es la velocidad del dinero, P es una medida del nivel de
precios y T es el volumen de transacciones.

La teoría de los ciclos económicos

Aunque la actividad económica y el nivel de renta y de empleo llevaban experimen- tando


fluctuaciones desde el comienzo del capitalismo mercantilista y estas fluctuacio- nes fueron
reconocidas por los teóricos ortodoxos, los economistas no intentaron ana- lizar
sistemáticamente la depresión o el ciclo económico hasta la década de 1890. Los teóricos
heterodoxos, de los cuales el más importante es Marx, habían analizado estas cuestiones
con mayor rigor. Pero la teoría ortodoxa apenas prestó atención a las obras de Marx . Por
tanto, hasta la última década del siglo XIX la teoría económica ortodoxa consistió en una
estructura microeconómica teórica bastante bien desarrollada que explicaba las fuerzas que
determinan el nivel general de precios y un vago conjunto de ideas sobre el crecimiento
económico. Hasta 1890, los estudios ortodoxos “sobre las depresiones y los ciclos habían
sido periféricos y tangenciales”
Una importante excepción a esta generalización son las investigaciones de Clement Juglar
(1819–1905), que en 1862 publicó Des crises commerciales et de leur rétour périodique en
Francie, en Angleterre et aux États-Unis. La segunda edición de esta obra, publicada en
1889, se amplió notablemente con datos históricos y estadísticos. Juglar es un pre- decesor
espiritual de W. C. Mitchell, en el sentido de que no construyó una teoría de- ductiva del
ciclo económico sino que reunió datos históricos y estadísticos que enfocó inductivamente.
Su principal aportación fue su afirmación de que el ciclo no era el re- sultado de fuerzas
ajenas al sistema económico sino de fuerzas internas. Algunos de los mercantilistas, los
fisiócratas y multitud de economistas heterodoxos posteriores habían sugerido antes que
había fuerzas inherentes al capitalismo que pro- vocaban depresiones. Generalmente se
dejó de lado el análisis de los ciclos incluso de economistas de la corriente principal, como
la teoría de Jevons de los ciclos basada en las manchas solares. A partir de 1900, los
teóricos ortodoxos realizaron estudios más serios sobre los ciclos económicos, pero estas
investigaciones se llevaron a cabo curio- samente mientras se seguía creyendo que la
posición de equilibrio a largo plazo de la economía llevaría al pleno empleo. Así, vemos a
economistas como Friedrich Hayek (1898–1992) que analizan problemas de fluctuación
agregada como un fallo de coordi- nación y creen firmemente al mismo tiempo que la
economía de mercado se equilibra automáticamente. Nadie, ni heterodoxo ni ortodoxo,
había sido capaz de poner en cuestión esta creencia, ya que nadie había construido una
teoría de la determinación de la renta para mostrar que el equilibrio era posible en un nivel
inferior al de pleno empleo. Cuando J. M. Keynes desarrolló en 1936 una teoría en la que
afirmaba que podía haber equilibrio en un nivel inferior al de pleno empleo, comenzó una
nueva fase de la teoría macroeconómica ortodoxa.

La macroeconomía keynesiana

La economía keynesiana se llama así en honor a John Maynard Keynes, cuyo padre, J. N.
Keynes, fue un importante economista por derecho propio. Los logros del hijo pronto
eclipsaron, sin embargo, los de su padre. La vida de J. M. Keynes es en eso y en algunos
otros aspectos como la de J. S. Mill. Los padres de ambos eran contemporáneos y amigos
de brillantes economistas: James Mill era amigo de David Ricardo y J. N. Keynes era amigo
de Alfred Marshall. Tanto el joven Keynes como el joven Mill recibieron la magnífica
educación que se daba normalmente a los hijos de los intelectuales, una educación que
daba a su brillante capacidad innata los instrumentos necesarios para abrir nuevos caminos
y convencer a otros por medio de la fuerza de sus escritos. Tanto Mill como Keynes
rechazaron las implicaciones del análisis económico de sus padres para la política
económica y siguieron un camino distinto. Pero aquí acaban las similitudes, pues J. S. Mill
no fue capaz de romper totalmente con la estructura teórica de su padre y de Ricardo y al
final construyó un edificio a medio camino entre la teoría clásica y la neoclásica. La ruptura
de Keynes con el pasado es decir, con la tradición del laissez faire que iba de Smith hasta
Ricardo, J. S. Mill y Marshall– fue mayor. Aunque estaba familiarizado con el análisis
marshalliano básico de equilibrio parcial, construyó una nueva estructura teórica para
analizar la economía agregada que influyó significativamente tanto en la teoría económica
como en la política económica. El aspecto más importante de Keynes el economista es su
inclinación por la política económica. Asistió a la conferencia de paz de Versalles en calidad
de representante del Departamento del Tesoro de Gran Bretaña, pero dimitió de repente en
1919. Estaba indignado con las condiciones del Tratado de Versalles, que imponía a
Alemania gran- des reparaciones que pensaba que nunca podría pagar. Recibió elogios
internacionales por su crítica a las condiciones del tratado, publicada en 1919 en su libro
Economic Consequences of the Peace. En 1940, escribió How to Pay for the War y en 1943
presentó una propuesta llamada Plan Keynes para crear una autoridad monetaria
internacional después de la Segunda Guerra Mundial. Como jefe de la delegación británica
que acu- dió a Bretton Woods, desempeñó un papel decisivo en la formación del Fondo
Mone- tario Internacional y del Banco Internacional. Pero sus aportaciones más importantes
a la política y la teoría se encuentran en su libro The General Theory (1936), que creó la
macroeconomía moderna y que sigue constituyendo la base de una gran parte de lo que se
enseña en los cursos de macroeconomía intermedia. Paul Samuelson se refirió a su
importancia cuando, reflexionando sobre la era keynesiana, afirmó que “la Teoría general
sorprendió a la mayoría de los economistas de menos de treinta y cinco años con la
virulencia inesperada de una enfermedad que primero ataca y después diezma a una tribu
aislada de isleños de los mares del Sur”

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