Rustán Las Políticas de Fronteras
Rustán Las Políticas de Fronteras
Rustán Las Políticas de Fronteras
Título:
Marzo de 2013
1
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
ÍNDICE
Agradecimientos ................................................................................................................ 7
Introducción .................................................................................................................... 10
PRIMERA PARTE
2
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
SEGUNDA PARTE
TERCERA PARTE
5.1 El mundo indígena en la frontera sur del Virreinato del Río de la Plata ................... 102
5.2. Parlamentos y tratados suscritos en el período tardo colonial
en la Gobernación Intendencia ...................................................................................... 109
3
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
4
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
AGRADECIMIENTOS
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
INTRODUCCIÓN
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
por la ruptura del pacto colonial y la consiguiente desestructuración del aparato del gobierno
colonial nos permitirán evaluar algunos de éstos, así como los aspectos más relevantes con
relación a las políticas de frontera, fuertemente condicionadas en este período por la guerra
de independencia.
La pertenencia de estos espacios fronterizos a la jurisdicción de la Gobernación
Intendencia de Córdoba del Tucumán desde 1783 brinda una unidad espacial desde el
punto de vista político administrativo, pero ésta existe también por la articulación económica
de este espacio con Chile y los circuitos del Pacífico, y por su función de nexo económico
de las rutas que recorren este espacio entre el puerto Atlántico de Buenos Aires y Chile.
Además de los aspectos geopolíticos, se trataba de un espacio compartido con los
grupos de indios soberanos, cuyas relaciones con la sociedad colonial es un tópico que nos
interesa especialmente. Entendemos así los espacios de frontera como aquellos de encuentros
de culturas: la hispanocriolla y la colonial por lo que tendremos en cuenta las relaciones
políticas, económicas y sociales llevadas adelante con los grupos indígenas norpatagónicos,1
a través de parlamentos y tratados en el período que nos ocupa.
1
Cfr.: León Solís, Leonardo, Maloqueros y conchavadores en Araucanía y las Pampas, 1700-1800, Ediciones
Universidad de la Frontera, Serie Quinto Centenario, 1991; Pinto Rodríguez, Jorge, «Producción e intercambio
en un espacio fronterizo. Araucanía y Pampas en el siglo XVIII», Silva Riquer, Jorge y Escobar Ohmstede,
Antonio (coord), Mercados indígenas en México, Chile y Argentina. Siglos XVIII y XIX, Instituto de Investigaciones
Dr. José María Luis Mora, México, 2000, pp. 148-176; Gascón, Margarita, «La articulación de Buenos Aires a
la frontera sur del Imperio español, 1640-1740», Anuario IEHS, N° 13, Universidad Nacional del Centro de la
Provincia de Buenos Aires, 1998, pp. 193-213; Palomeque, Silvia, «Circuitos mercantiles de San Juan, Mendoza
y San Luis. Relaciones con el ‘Interior Argentino’, Chile y el Pacífico sur 1800-1810, en Anuario IEHS 21,
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2006, pp. 255-285.
2
Punta, Ana Inés, «Córdoba y la construcción de sus fronteras en el siglo XVIII», Cuadernos de Historia, Serie
Economía y Sociedad, Nº 4, CFFyH-UNC, Córdoba, 2001, pp. 159-194.
11
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
3
Rustán, María E., De perjudiciales a pobladores de la frontera. Poblamiento de la frontera sur de la Gobernación
Intendencia de Córdoba a fines del siglo XVIII, Ferreyra Editor, Córdoba, 2005, en donde se publicaron los
resultados de la tesina final de la Maestría en Demografía (CEA-UNC), 2004.
4
Arcondo, Aníbal, El ocaso de una sociedad estamental. Córdoba entre 1700 y 1760, Universidad Nacional de
Córdoba, Córdoba, 1992; Punta, Ana Inés, Córdoba borbónica. Persistencias coloniales en tiempo de reformas
(1750-1800), U.N.C., Córdoba, 1997, Punta, Ana Inés, «Córdoba y la construcción de sus fronteras en el siglo
XVIII», Cuadernos de Historia, Serie Economía y Sociedad, Nº 4, CIFFyH-UNC, Córdoba, 2001, pp. 159-194,
Romano, Silvia, Economía, sociedad y poder en Córdoba. Primera mitad del siglo XIX, Ferreyra Editor, Córdoba,
2002; Tell, Sonia, Córdoba rural, una sociedad campesina (1750-1850), Prometeo Libros, Buenos Aires, 2008;
Dainotto, Edgardo, Política y poder en Córdoba borbónica. Instituciones, espacios y prácticas (1783-1797), Programa
de Historia Regional Andina, Área de Historia CIFFyH-UNC, Ferreyra Editor, Córdoba, 2011.
12
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
5
Punta, Ana Inés, «Córdoba y la construcción de sus fronteras…, op. cit., pp. 159-194.
6
Ibid, p. 190.
13
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Para esta investigación nos proponemos, entonces, explicitar las políticas de frontera
en la del sur de Córdoba y Cuyo considerando su situación geoestratégica para el Imperio
español, en tanto ruta comercial y de intercambios, tomando como eje de estas políticas a
las reformas borbónicas.
En segundo lugar nos interesa explicar y comprender la militarización en las
políticas de frontera en el marco de las reformas borbónicas y sus alcances como elemento
disruptivo en su relación con los poderes locales. También nos proponemos reconstruir las
prácticas de los funcionarios militares a cargo de las instituciones de la frontera, teniendo
en cuenta las relaciones de poder – y también de resistencia– en sus tratos con los grupos
indígenas soberanos.
Por último, procuramos elaborar algunas líneas de desarrollo que nos permitan
reflexionar sobre las continuidades y los cambios de las políticas fronterizas en la década
posterior a la ruptura del pacto colonial, donde la guerra actuó como un elemento disruptor
de los procesos que se habían ido dando hasta entonces.
Antes de introducirnos en la investigación propiamente dicha, consideramos
necesario precisar nuestra postura sobre algunas nociones básicas, que usaremos en ella,
como es el concepto de frontera. Entendemos el espacio de frontera como una noción
histórica que se comprende en el marco de los procesos históricos. Como lo plantea Mónica
Quijada, una cosa es que desde el presente, con una lógica analítica y temporal diferente,
sepamos que aquellas poblaciones y las áreas adyacentes formaban parte de un espacio
poroso y permeable, un ámbito de múltiples interacciones, intercambios y procesos de
aculturación y otra es la perspectiva simbólica que se manejaba en la época sobre los límites,
clara, consciente y socialmente reconocidos no sólo entre la «civilización» y «la barbarie»,
entre formas de vida, entre esferas de mayor o menor seguridad, sino también entre sistemas
políticos y formas de sujeción a la autoridad.7
En este sentido, recuperamos la observación que realiza Boccara en cuanto a la
distinción cronológica entre límite y frontera. Así, este autor plantea que antes de ser una
frontera en términos de espacio transicional, permeable, fluido, sujeto a la circulación
7
Quijada Mónica, «Repensando la frontera sur argentina: concepto, contenido, continuidades y discontinuidades
de una realidad espacial y étnica (siglo XVIII-XIX)», Revista de Indias, 2002, Vol. LXII, No. 224, p. 108.
14
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
permanente de personas, ideas y objetos, la zona de contacto fue pensada como límite. El
límite es así lógica y cronológicamente anterior, a pesar de que éste puede existir a veces en
concomitancia con la frontera.8
Teniendo en cuenta una perspectiva histórica y ubicándonos en nuestro espacio
de estudio comprendemos el área de frontera por su localización geográfica pero además la
abordamos, en buena medida, en el sentido que le asigna Gascón9: una colonia o una villa,
que desde el punto de vista de su localización puede estar en los bordes o periferia del
imperio, pero que adquiere dinámica de frontera en la medida en que se articula con el
resto del espacio, a través de redes comerciales y de flujo de bienes y servicios, que en el
caso de nuestro estudio llegó a extenderse de océano a océano. Esta autora diferencia tres
elementos que distinguen una colonia periférica y una sociedad de frontera: flujo de recursos
materiales y humanos, el impacto económico y político de la distribución de esos recursos
y la movilidad social y por último un sistema ideovalorativo.10
Complementariamente a la conceptualización de Gascón, Mandrini nos señala
que el surgimiento de una sociedad de frontera norpatagónica tuvo lugar recién hacia fines
del siglo XVII, y en particular a lo largo del siglo XVIII, cuando un conjunto de factores
económicos, sociales y políticos determinaron el surgimiento de un renovado interés del
estado colonial y de la población hispano-criolla por los territorios del sur, esto es, de las
regiones pampeana y patagónica.11
Teniendo en cuenta las perspectivas de Gascón y de Mandrini, intentamos enfocar
el espacio de frontera a partir de una doble relación: una tiene que ver con las instituciones
y las prácticas del espacio dominado y la otra con las múltiples relaciones con los grupos
sociales no sujetos al dominio colonial primero o al republicano después.
8
Boccara, Guillaume, «Génesis y estructura de los complejos fronterizos euro-indígenas. Repensando los márgenes
americanos a partir (y más allá) de la obra de Nathan Wachtel», en Memoria Americana 13, Año 2005, p. 33.
9
Cfr.: Gascón, Margarita, «La articulación de Buenos Aires a la frontera sur…, op. cit., pp. 194-197. Esto nos
permite también justificar el por qué en esta ocasión no hemos incluido a San Luis en nuestro análisis de la
región cuyana, ya que éste tiene un funcionamiento particular que amerita un tratamiento diferenciado.
10
Gascón, Margarita, «La articulación de Buenos Aires a la frontera sur…, op. cit., 193-213.
11
Mandrini, Raúl (ed.), Vivir entre dos mundos. Las fronteras del sur de la Argentina. Siglos XVIII y XIX, Aguilar,
Altea, Taurus, Alfaguara, Buenos Aires, 2006, p. 9.
15
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Por otra parte, y siguiendo a Nacuzzi, nos parece más apropiado utilizar la expresión
de «espacio de frontera» y no «frontera» a secas, en tanto enuncia con mayor precisión la
idea de una zona permeable, porosa, de avances y retrocesos territoriales, en los que fueron
frecuentes los intercambios tanto simbólicos como materiales, como así también las
negociaciones y los conflictos.12
En cuanto a las políticas de frontera, hipotetizamos que a diferencia de ciertos
planteos de una historiografía tradicional, no puede sostenerse que en los espacios de frontera
no haya existido un orden institucional, aun cuando la presencia de los funcionarios podía
allí ser menor, o tener características particulares. Ciertamente, al hablar de la política y el
poder político no lo consideramos sólo en la dimensión localizada en el aparato del estado,
sino que lo entendemos como relaciones de poder, como conjunto de relaciones que está
en todas partes, que viene de todas partes, como sostenía Foucault.13 En efecto, en los
espacios de frontera se verificaba una especial combinación de poderes locales en interacción
con los poderes centrales, en tanto el poder político del Gobernador Intendente (e
indirectamente el de las políticas metropolitanas) tomó más fuerza que en otras zonas
donde los poderes locales tenían una mayor consolidación y capacidad de negociación o de
resistencia frente a la centralización borbónica. En el caso de los espacios de frontera aquí
estudiados, los agentes locales de dicha política central fueron los comandantes y los oficiales
de milicias, cuyos intereses no siempre eran coincidentes con las políticas centrales, como
veremos.
Otro de los supuestos que han guiado esta investigación es que la militarización
borbónica y su impacto en las políticas de frontera implicaron una ampliación del peso
político de sus Comandantes, lo que generó disputas de poder con los Cabildos locales.
Dicho de otro modo, las políticas de frontera en el espacio estudiado tuvieron como brazo
ejecutor a las autoridades militares, que se constituyeron de este modo en un instrumento
básico para expandir y aplicar la autoridad de la corona en los espacios de frontera, valorados
en la agenda política.
12
Nacuzzi, Lidia, «Introducción», en Lucaioli, Carina y Nacuzzi, Lidia (comps.), Fronteras. Espacios de interacción
en las tierras bajas del sur de América, Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 2010, pp. 8-9.
13
Foucault, Michel, Microfísica del poder, Editorial La Piqueta, Madrid, 1992 y Hespanha, Antonio M., «De la
Iustitia a la Disciplina» en Tomás y Valiente, Francisco et al., Sexo Barroco y otras transgresiones premodernas,
Alianza, Madrid, 1990.
16
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Partimos del supuesto de que en este contexto, las políticas de frontera destinadas
a resguardar y poner en valor esos espacios para la protección de los circuitos comerciales y
la defensa frente a posibles penetraciones de enemigos europeos, sumado a la escasez de los
recursos humanos y materiales para hacerlo, fueron algunos de los factores más importantes
a considerar para comprender la política diplomática llevada adelante por las autoridades
coloniales con algunos grupos indígenas de la frontera. Esto ayuda a explicar también la
opción de las autoridades coloniales de situarse como mediadores de los conflictos intra e
inter-étnicos, que se sucedieron a fines del siglo XVIII.
Las políticas llevadas adelante por parte de los funcionarios borbónicos no cesaron
abruptamente con la ruptura del orden colonial. Así, la política diplomática en la frontera
durante la primera década revolucionaria reflejó un proceso de transición y reformulación
de las negociaciones; no significó sin más una renovación de los compromisos que de
manera negociada se habían podido concretar en las últimas décadas coloniales pero estas
relaciones pasaron a estar más fuertemente condicionadas por la coyuntura de la guerra de
independencia.
17
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
14
Farge, Arlette, La atracción del archivo, Ed. Alfons El Magnànim, Institució Valenciana D’Estudis i Investigació,
Valencia, 1991, pp. 45-87.
18
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
un contexto general con los antecedentes historiográficos sobre los estudios de las fronteras
(Capítulo 1) y sobre las reformas borbónicas en su conjunto y en particular aquellas relativas
a las reformas militares en los espacios periféricos del imperio, (Capítulo 2).
En la Segunda Parte nos ocupamos de las políticas de frontera durante la
Gobernación Intendencia de Sobremonte, poniendo el acento en el examen del espacio de
la frontera sur de Córdoba y Cuyo como espacio económico (Capítulo 3) y en las políticas
de fundación de villas en las mismas jurisdicciones: Villa La Carlota, Concepción de Río
Cuarto, Villa San Carlos y Villa San Rafael (Capítulo 4).
Dentro de la Tercera Parte, que comprende los cuatro últimos capítulos, abordamos
las relaciones y las políticas de frontera articuladas con el mundo indígena, particularmente
en las décadas de 1780 y 1790, en las que se consolidaron las relaciones diplomáticas en
esta etapa colonial (Capítulos 5 y 6).
En el Capítulo 7, analizamos las reformas militares de la era borbónica y a través
de estudios de casos abordamos las disputas y conflictos de poder entre algunas autoridades
militares y los Cabildos, en las que se pusieron en cuestión las correspondientes jurisdicciones
en la aplicación de las políticas de frontera.
Por último en el Capítulo 8 hemos procurado establecer algunas líneas de desarrollo
para analizar los cambios, continuidades y nuevos conflictos en las relaciones interétnicas
del espacio de la frontera en la primera década revolucionaria.
Las conclusiones nos permiten retomar los principales problemas abordados a lo
largo del trabajo y las líneas de desarrollo que se desprenden de la investigación.
Hemos también agrupado los mapas y planos en una sección para ubicarnos en el
espacio trabajado y para visulizar las representaciones cartográficas de la época sobre la
base de material proporcionado por el Portal PARES.
Por último incorporamos un Anexo Documental con la intención de alivianar la
lectura de algunos segmentos del escrito, sin reproducir allí textualmente los documentos
transcritos, como sí lo están en el Anexo, con el objeto de que pueda ser de utilidad para
otros investigadores, ya que no es documentación editada o de fácil acceso.
19
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
PRIMERA PARTE
20
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
CAPÍTULO 1
El objetivo de este capítulo es la presentación de una reseña de las lecturas que nos
han orientado en la reflexión en torno a la frontera como objeto de estudio. Mucho se ha
escrito sobre esto pero aquí sólo daremos cuenta, a grandes rasgos, de las perspectivas que
nos han servido para problematizar dicho objeto de estudio, sin pretender una revisión
exhaustiva sobre el tema.
Comenzaremos con una reseña sobre la historiografía norteamericana, continuando
con algunos trabajos sobre la frontera hispanoamericana y de qué manera su relato y sus
problemas fueron delineados por aquella. Finalizaremos con algunas de las contribuciones
sobre la frontera norpatagónica y los aportes de las herramientas antropológicas para su
estudio. Cabe aclarar que para el ámbito de Hispanoamérica me limitaré a aquellos estudios
centrados en el período colonial y republicano temprano, que es el que nos ocupa.
21
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
siglo XIX: «Significado de la frontera en la historia americana»15 sintetiza sus ideas respecto
de la fuerza del avance de la frontera para la conformación de la sociedad norteamericana
en el siglo XIX. Turner suponía que «la existencia de una superficie de tierras libres y
abiertas a la conquista, su retroceso continuo y el avance de los colonos hacia occidente,
explican el desarrollo de la nación norteamericana»16 y planteaba que el efecto esencial de
la frontera fue el que promovió la importancia del individualismo y la democracia en esa
sociedad. Asimismo, sostenía que el avance de la frontera contribuyó a la formación de
una «nacionalidad compuesta», en el sentido de que la costa atlántica estaba constituida en
buena medida por ingleses, pero los elementos étnicos dominantes en las familias establecidas
en la frontera eran, en forma preponderante, escoto-irlandeses y alemanes. Turner afirmaba
que el desarrollo de las instituciones políticas americanas dependían del avance de la frontera:
«El pionero necesitaba de mercancías de la costa y empezó así la larga serie de mejoras
internas y se promovió la legislación ferroviaria, dándose así un poderoso impulso al
sentimiento nacional».17 Otro factor en donde este autor destacaba el rol del estado tenía
que ver con las disposiciones sobre las tierras públicas.
La teoría de Turner se desarrolló en un clima científico de claras tendencias
evolucionistas, en el que se resaltaban las cualidades épicas de los grupos humanos que
habían contribuido al avance de la frontera, miradas que en conjunto construyeron una
historia norteamericana de carácter mítico. En este sentido, Fernandez de Castro18 enfatiza,
con relación al enfoque turneriano, el montaje de una historia americana realizado como
una secuencia geográfica y temporal de etapas de evolución social, que finalizaban en una
forma cultural superior. Turner concebía la frontera norteamericana como abierta y libre,
«tierra de nadie en donde se materializarían por medio del genio americano, todas la
expectativas acumuladas y soñadas durante el período de construcción».19
15
Turner, Frederick J., «El significado de la frontera en la historia americana», en Francisco de Solano y Salvador
Bernabeu, (Editores), Estudios (nuevos y viejos) sobre la frontera, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Madrid, 1991 [1893], pp. 9-44.
16
Ibid, p. 10.
17
Ibid, p. 32.
18
Fernandez de Castro, Patrizia, «Historiografía norteamericana sobre la frontera norte», en Manuel Ceballo
Ramírez, De historia e historiografía de la frontera norte, ed. Nuevo Laredo, El Colegio de la Frontera Norte,
México, 1996, p. 61.
19
Operé, Fernando, Historias de la frontera: el cautiverio en la América hispánica, Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires, 2001, p. 12.
22
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
20
Ver: Richard White, «Frederick Jackson Turner and Buffalo Bill» en Grossman, James R. (ed), The Frontier in
American Culture, Berkeley University of Califormia Press, 1994, pp. 7-65 y la producción de, entre otros,
William Cronon y Patricia Limerick.
21
Fernandez de Castro, Patrizia, «Historiografía norteamericana..., op. cit., p. 62.
22
Ibid, p. 64. A pesar de esta posición crítica de la New Western History, otro historiador, Alfredo Jimenez,
considera que sigue siendo una corriente historiográfica fundamentalmente anglo, y que por lo tanto lo español
o hispano-mexicano es siempre allí un tema menor. Jimenez, Alfredo, «El lejano norte español: cómo escapar
del American West y de las Spanish Borderlands», Colonial Latin America Historical Review, 5, 1996, p. 395.
23
Ratto, Silvia, «El debate de la frontera a partir de Turner. La New Western History, los Borderlands y el estudio
de las fronteras latinoamericanas», en Boletín del Instituto de Historia Argentino Americana «Dr. Emilio Ravignani»,
Tercera Serie, núm. 24, 2do. semestre de 2001, p. 109.
24
Ibid.
23
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
25
Weber, David J., «Los boltonianos y las tierras de frontera», en Francisco de Solano y Salvador Bernabeu, eds.,
Estudios (nuevos y viejos) sobre la frontera, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1991, pp.
64-65.
26
Bolton, H. E., The Spanish Borderlands: a Chronicle of Old Florida and the Southwest, citado por Ratto, Silvia,
«El debate de la frontera…», op. cit., p. 115.
27
Fernandez de Castro, Patrizia, «Historiografía norteamericana..., op. cit., pp. 66-67. Esta autora cita a John F.
Bannon, quien sostiene que el control gubernativo del impulso expansionista explicaría por qué el individualismo
y la democracia eran ajenos a la frontera hispánica. En cambio otra historiadora de la misma corriente, como
Oakah L. Jones, intenta demostrar que los colonos hispanos tenían y gozaban de las mismas libertades que un
colono «turneriano».
28
Weber, David J., «Los boltonianos...,» op. cit., pp. 64-65.
29
Weber, David, Bárbaros. Los españoles y sus salvajes en la era de la Ilustración, Crítica, Barcelona, 2007 [2005].
24
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
25
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Sin desconocer las contribuciones de Weber para el estudio de las fronteras, desde
de esta perspectiva de tradición boltoniana, los estudios de las fronteras hispanoamericanas
han sido abordadas teniendo como referentes los problemas relativos a los estudios de la
frontera norteamericana, y aquí la influencia de Turner es innegable. Como lo hemos
mencionado anteriormente en la polémica de los Spanish Borderlands, frecuentemente se
han planteado preguntas sobre las causas que explicaban por qué no surgieron en
Hispanoamérica culturas individualistas y democráticas, o para formularlo de otra manera,
por qué las fronteras hispanoamericanas habían sido espacios violentos, con emergentes
sociales de tendencias autoritarias, caudillistas y de una sociedad altamente jerarquizada.
Según Weber y Rausch, en el siglo XIX los intelectuales latinoamericanos habían creado
mitos con relación a sus fronteras, concibiéndolos como espacios que engendraron violencia,
lugares brutales que dieron lugar a despotismos antes que a democracias.30
En la historia argentina, el más emblemático ejemplo de este mito lo constituye
Facundo, civilización y barbarie, de Domingo F. Sarmiento en donde contrastaba la
civilización europea representada por la ciudad de Buenos Aires y la barbarie gaucha primitiva
e ignorante. La mirada de Sarmiento estaba íntimamente vinculada a la percepción que
sobre las fronteras tenían las elites intelectuales y políticas decimonónicas. Así, en el
transcurso del siglo XIX se introdujo el calificativo de fronteras «internas» o interiores para
diferenciarlas de las fronteras internacionales. Esa adjetivación evidenciaba una degradación
política de las sociedades nativas que dejaron de ser reconocidas como naciones por carecer
de una estructura estatal, mirada que no debemos confundir con la vigente hasta 1820. A
su vez, la expresión «fronteras internas» ponía en evidencia las pretensiones territoriales del
Estado argentino que, como heredero de los derechos de descubrimiento y conquista de la
Corona española, reivindicaba el dominio y la soberanía entre los Andes y el Atlántico
hasta el estrecho de Magallanes. La expresión «interiores» sirvió para naturalizar la idea de
que las fronteras con los indios eran artificiales y anacrónicas y que, en tanto nación moderna,
la Argentina tenía el imperativo moral de hacerlas desaparecer para recuperar el espacio
30
Weber, David J. and Rausch Jane M., Where Cultures Meet. Frontiers in Latin American History, Jaguar Books
on Latin América, Baltimore, 1994, p. XVIII.
26
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
31
Roulet, Florencia, «Fronteras de papel. El periplo semántico de una palabra en la documentación relativa a la
frontera sur rioplatense en los siglos XVIII y XIX», en Revista Tefros, Vol. 4, n° 2, Primavera de 2006.
32
Jara, Álvaro, Tierras nuevas. Expansión territorial y ocupación del suelo en América (siglos XVI-XIX), El Colegio
de México, México, 1973 [1969].
33
Jara, Álvaro, Tierras nuevas…op. cit., p. 1.
27
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
34
Halperín Dongui, Tulio, «Expansión de la frontera de Buenos Aires (1810-1852)», en Tierras nuevas…op.
cit., pp. 82-83.
35
Ibid, p. 84.
36
Ibid, p. 86-90.
37
La «idea fuerza» se refiere a la concepción de que la frontera resultó una de las bases de sustentación del
individualismo y de la democracia norteamericanos. Garavaglia, Juan Carlos, «La ocupación del espacio: un
análisis general» en Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense. 1700-
1830, IEHS, Ediciones de la Flor, Universidad Pablo Olavide, Buenos Aires, 1999, Parte Segunda, p. 36.
28
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
38
Ibid, pp. 40-41.
39
Mayo, Carlos A. y Latrubesse, Amalia, Terratenientes, soldados y cautivos. La frontera, 1736-1815, Editorial
Biblos, Buenos Aires, 1998, pp. 15-17.
29
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
las regiones ya ocupadas, la que se había incrementado por la llegada de una creciente
inmigración europea.40
Arcondo consideraba que a pesar de que a fines de los años 60 y comienzos de los
70 del siglo XX se experimentaba en los ambientes académicos una cierta revalorización de
los criterios de Turner, como eran los ensayos de Bloomington, aquellos criterios no parecían
servir demasiado para explicar el movimiento de las fronteras en Argentina (incluía también
el siglo XIX), ni el de otros procesos latinoamericanos.41
Como vemos, los fundamentos turnerarinos sobre la frontera no tuvieron
demasiado eco en las investigaciones sobre el Río de la Plata en los autores revisados que
particularmente analizaron problemas sobre el desarrollo agrario argentino en el área
bonaerense. Sin embargo esa tradición historiográfica ha estado presente como punto de
partida para la formulación de problemas en los análisis sobre la ocupación de tierras y los
avances de la frontera, sobre todo a finales de la década de 1960, comienzos de 1970 y en
la década de 1980, aunque no se haya acordado en los resultado y reflexiones.
Ciertamente, las fronteras americanas en su conjunto no son homogéneas como
objeto de estudio. Sin duda, los estudios de las fronteras hispanoamericanas estuvieron
inspirados en temáticas y problemas planteados por la historiografía norteamericana y
particularmente por las formulaciones de Turner y sus discípulos, pero mayoritariamente
se colocaron en una visión crítica respecto del mismo. En los estudios puntuales, nos
encontramos con procesos tan diferentes y complejos que es preciso recordar que los modelos
son abstracciones, que no deben ser confundidas con realidades sociales, tal como en mayor
o en menor medida, reconocían la mayoría de los trabajos reseñados y que todavía quedaba
mucho que investigar sobre el tema, fundamentalmente, sobre las conformaciones políticas
de esos espacios.
40
Arcondo, Aníbal, La ocupación de tierras en Argentina (En referencia al proceso análogo estadounidense), Serie
Discusión Nº 3, Instituto de Economía y Finanzas, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de
Córdoba, Córdoba, 1975, pp. 4-5.
41
Ibid, p. 8.
30
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
En un artículo que tiene más de veinte años «Indios y fronteras en el área pampeana
(siglos XVI-XIX) Balance y perspectivas» de Raúl Mandrini,42 éste se proponía brindar
una síntesis de las investigaciones más significativas que hasta ese momento habían abordado
el tema de los cambios operados entre los indígenas del área pampeana y las regiones
norpatagónicas y cordilleranas, desde el asentamiento de los europeos hasta la incorporación
de esos territorios al estado nacional. En aquél entonces observaba, de manera crítica, el
carácter atomizado del conocimiento sobre la frontera que implicaba que esa temática
había sido objeto de estudio de los historiadores, mientras que la sociedad indígena había
sido patrimonio de los arqueólogos y antropólogos. De esta manera, señalaba Mandrini, la
historiografía tradicional en Argentina estuvo dominada por una tendencia a reducir la
problemática de la frontera al tema de la guerra, tratamiento muy vinculado a la idea de
oposición «civilización y barbarie». Sostenía este autor que esta forma de abordar el tema
necesariamente se limitaba a describir y examinar los aspectos militares y no existía ningún
intento de comprender el funcionamiento de la sociedad indígena y por lo tanto, no se
percibía el rico proceso de cambios operados más allá de la línea de fuertes y fortines. Así,
Mandrini destacaba los trabajos de aquellos historiadores que se estaban aproximando a la
antropología, buscando conceptos e instrumentos teóricos de esa disciplina que les facilitaran
el acercamiento a ese campo de estudio.
Desde aquel balance hasta hoy se puede constatar, en la mayoría de las producciones
historiográficas, que esta perspectiva dicotómica antes señalada ha sido superada. La idea
de que en el contexto de la frontera pampeana y patagónica los grupos hispanocriollos e
indígenas no constituían universos sociales separados está ahora presente, al punto de que
no se hace necesario señalarla específicamente porque se da por un supuesto no cuestionado.
Los nuevos aportes en la historiografía argentina y chilena introducen en mayor o
menor medida, la perspectiva indígena en sus trabajos, avanzando en núcleos temáticos
aportados por la antropología y otras ciencias sociales. Así, se han estudiado problemas
42
Mandrini, Raúl, «Indios y fronteras en el área pampeana (siglos XVI-XIX). Balance y perspectivas.» en Anuario
del IHES, VII, Tandil, 1992, pp. 59-73.
31
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
43
Palermo, Miguel Ángel, «La innovación agropecuaria entre los indígenas pampeno-patagónicos. Génesis y
procesos», en Anuario IEHS, 3:43-90. Tandil; Palermo, Miguel Ángel, «A través de la frontera. Economía y
sociedad indígenas desde el tiempo colonial hasta el siglo XIX», en Tarragó, Myriam (dir.); Nueva Historia
Argentina, tomo I: Los pueblos originarios, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, pp. 343-382; Ratto, Silvia,
«Resistencia y adaptación entre los grupos indígenas de Pampa y Patagonia (siglo XVII y XIX)» Dossier, en
Mundo Agrario. Revista de estudios rurales, vol. 8, n° 15, segundo semestre de 2007. Centro de Estudios Histórico
Rurales, Universidad Nacional de La Plata; Silvia Ratto, Indios y cristianos. Entre la guerra y la paz en las fronteras,
Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2007.
44
Boccara, Guillaume, «Etnogénesis mapuche: resistencia y reestructuración entre los indígenas del centro-sur
de Chile (siglos XVI-XVII)», en HAHR, 79:3, 1999, pp. 425-461; Boccara, Guillaume, «Frontera, mestizaje y
etnogénesis en las Américas», en Mandrini, Raúl y Paz, Carlos (compiladores), Las fronteras hispanocriollas del
mundo indígena latinoamericano en los siglos XVIII-XIX. Un estudio comparativo, IEHS, CEHi.R y Universidad
Nacional del Sur, Neuquén, 2003, pp. 63-108.
45
Mandrini, Raúl, «Desarrollo de una sociedad indígena pastoril en el área interserrana bonaerense, Anuario del
IEHS 2, Tandil, pp. 71-98; Bechis, Martha, «Los lideratos políticos en el área araucano-pampeana en el siglo
XIX: ¿autoridad o poder?», Ponencia presentada al I Congreso Internacional de Etnohistoria, Buenos Aires, MS;
Nacuzzi, Lidia, Identidades impuestas. Tehuelches, aucas y pampas en el norte de la Patagonia, Sociedad Argentina
de Antropología, Buenos Aires, 2005 [1998].
46
Nacuzzi, Lidia, Identidades impuestas…, op. cit.; Tamagnini, Marcela y Pérez Zavala, Graciana, Dinámica
territorial y poblacional indígena al sur de Córdoba (1780-1810), Ponencia presentada en 2° Jornadas Nacionales
de Historia de Córdoba – CIFFYH, FFyH, UNC.
47
Ortelli, Sara, «La araucanización de las pampas: ¿realidad histórica o construcción de los etnólogos?», Anuario
del IEHS 11, Tandil, 1996, pp. 203-225; León Solís, Leonardo, «La corona española y las guerras intestinas
entre los indígenas de la Araucanía, Patagonia y Las Pampas, 1760-1806», Nueva Historia. Revista de Historia de
Chile, Año 2, N° 5, Londres, 1982, pp. 31-67.
32
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
48
Jiménez, Juan F., «Guerras inter-tribales y economía en la Cordillera de los Andes (1769-1798). El impacto
de los conflictos sobre la economía de los pehuenche de Malargüe», en Revista Frontera, Temuco (Chile), 16,
1997, pp. 41-51; Villar, Daniel y Jimenez, Juan F., «La tempestad de la guerra: conflictos indígenas y circuitos
de intercambio. Elementos para una periodización (La Araucanía y las Pampas 1780-1840)» en Mandrini, R. y
Paz, Carlos (comp.), Las fronteras hispanocriollas de mundo indígena latinoamericano en los siglo XVIII-XX. Un
estudio comparativo, IEHS, CEHiR, Univ. Nac. Del Sur, Neuquén, 2003, p. 123-171; León, Leonardo, Los
señores de las cordilleras y las pampas: los pehuenches del Malalhue, 1770-1800, Universidad de Congreso, 2001;
Roulet, Florencia, «Guerra y diplomacia en la frontera de Mendoza: la política indígena del Comandante José
Francisco de Amigorena (1779-1799)» en Nacuzzi, Lidia (comp.), Funcionarios, diplomáticos y guerreros. Miradas
hacia el otro en las fronteras de Pampa y Patagonia (siglos XVIII y XIX), Publicaciones de la Sociedad Argentina de
Antropología, Buenos Aires, 2002, pp. 65-117.
49
Quijada Mónica, «Repensando la frontera sur argentina…, op. cit., pp. 103-142. Al respecto ver introducción
de: Ares Queija, Berta y Gruzinski, Serge (coordinadores), Entre dos mundos. Fronteras culturales y agentes
mediadores, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1997.
33
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
CAPÍTULO 2
50
Brading, David A., «La España de los Borbones y su imperio americano, en Leslie Bethell Ed., Historia de
América Latina: Europa y América en los siglos XVI, XVII y XVIII, Tomo II, Ed. Crítica, Barcelona, 1990, pp.
85-126; Lynch, John, Administración colonial española 1782-1810. El sistema de intendencias en el Virreinato del
Río de la Plata, Eudeba, Buenos Aires, 1962 [1958], Lynch, John, El siglo XVIII, Historia de España XII, Ed.
Crítica, Barcelona, 1991 [1989].
51
Dedieu, Jean -Pierre, «La Nueva Planta en su contexto. Las reformas del aparato del Estado en el reinado de
Felipe V», Manuscrits 18, 2000, pp. 113-139.
34
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Por otra parte, los cambios de dinastía produjeron también otros con relación a
los funcionarios más cercanos al rey: nuevas relaciones de poder con las elites, ahora
provenientes del norte de España –vascas y navarras– que acompañaron el desplazamiento
de las elites castellanas.52
Estos cambios también incidieron sobre los funcionarios que se nombraban para
ocupar los nuevos lugares en el campo colonial: virreyes, gobernadores, capitanes generales,
etc.; procesos que fueron acompañados por una importante inmigración de vascos-navarros
a distintos puntos del imperio y que se evidenció en La Paz, y en distintas ciudades del
Tucumán, como Salta y Córdoba, desde finales de la década de 1720.53
Un trabajo ya clásico como el de Lynch planteaba que a muchos de los funcionarios
de la corona española, y especialmente al mismo Carlos III, les parecía más urgente dar
una nueva dirección a los asuntos coloniales antes que a los de la península. Consideraban
así que España tendría realmente riquezas en sus posesiones ultramarinas, siempre que
supieran extraerlas. Según la opinión española, los rivales no sólo estaban extrayendo las
riquezas con mayor eficiencia que ella misma sino que estaban amenazando con apoderarse
completamente de ellas. Por esto, no es sorprendente que la reforma colonial ocupara un
lugar de preferencia en el programa de este reinado.54
52
Imízcoz, José María y Guerrero Elecalde, Rafael, «Familias en la Monarquía. La política familiar de las elites
vascas y navarras en el Imperio de los Borbones», en Imízcoz, José María. (dir.), Casa, Familia y Sociedad (País
Vasco, España y América, siglos XV-XIX), UPV, Bilbao, 2004, pp. 177- 238 e Imízcoz, José María, «De la comunidad
a la nación: elites locales, carreras y redes sociales en la España Moderna (siglos XVII-XIX)», en Imízcoz, José
María, (coord.), Élites, poder y red social: las élites del País Vasco y Navarra en la Edad Moderna (estado de la
cuestión y perspectivas), UPV, Bilbao, 1996, pp. 193-210.
53
Tarragó, Griselda B., «Las venas de la monarquía. Redes sociales, circulación de recursos y configuraciones
territoriales. El Río de la Plata en el siglo XVIII», en Imízcoz Beunza, José María y Oliveri Korta, Oihane (eds.),
Economía doméstica y redes sociales en el Antiguo Régimen, Sílex ediciones, 2010, pp. 177-209; Márquez, María
Victoria, Elite y relaciones de poder: el caso de los Mendiolaza. Córdoba y el Perú, siglo XVIII, Trabajo Final de
Licenciatura en Historia, Escuela de Historia, FFyH. UNC, Córdoba, 2007 (inédito); Márquez, María Victoria,
«Élite y redes sociales entre Córdoba y el Perú, siglo XVIII. Un estudio de caso», en Revista Síntesis, Año 2, No.
2, FFyH, UNC, Córdoba, 2009, pp. 27-43; Punta, Ana Inés, «El Cabildo de Córdoba del Tucumán: su
conformación, políticas y conflictos en el siglo XVIII», ponencia presentada en XVI Congreso de la Asociación de
Historiadores Latinoamericanistas europeos (AHILA), Cádiz, España, 6 al 9 de septiembre 2011.
54
Lynch, John, Administración colonial española 1782-1810. El sistema de intendencias en el Virreinato del Río de
la Plata, Eudeba, Buenos Aires, 1962 [1958], p. 14.
35
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Carlos III y sus ministros se propusieron como fin entonces incrementar los ingresos
de la corona con el producto de sus posesiones ultramarinas al tiempo que se preocuparon
por fortalecer su defensa. Esto demandaba, en primer lugar, la ruptura del anticuado sistema
comercial que había gobernado las relaciones económicas entre la metrópoli y sus colonias
por más de dos siglos.55 El objetivo de aumentar las rentas fiscales de su imperio fue
alcanzado, ya que las rentas efectivamente crecieron a lo largo de las dos décadas posteriores
a 1770. Como planteaba Halperín Donghi esto se consiguió en parte por fuentes nuevas o
ampliadas, con la imposición de estancos e impuestos al comercio, pero también, según
este autor por una percepción impositiva más cuidadosa y eficaz.56
Mientras que algunos autores clásicos sobre las reformas borbónicas, como Lynch
y Zorroaquín Becú57 enfatizaron el problema militar y estratégico en la creación de las
nuevas unidades políticas y administrativas, otros como Brading pusieron el acento en las
necesidades económicas. Este último señalaba que si la nueva dinastía pretendía obtener
beneficios de sus colonias tendría, primero, que volver a controlar la administración colonial
y crear nuevas instituciones de gobierno y sólo entonces se podría pensar en introducir
reformas económicas. Las reformas administrativas y políticas tenían por objetivos aumentar
la centralización y el control político colonial. 58
En el campo colonial, el nuevo diseño político-administrativo había comenzado
en 1717 con la creación del Virreinato de Nueva Granada, que se disolvió en 1723, pero
que se volvió a instaurar en 1739. En 1731, Venezuela fue erigida como Capitanía General,
mientras que Guatemala se independizó de Nueva España. En América del Sur, en 1776 se
creó el Virreinato del Río de la Plata separándolo del Virreinato del Perú.
Poco después, con la aplicación de la Real Ordenanza de Intendentes en 1783, se
agregaron nuevas reformas administrativas en el Río de la Plata que reagrupó los espacios
dentro del recién creado Virreinato. Según Lynch, la aplicación del sistema de intendencias
fue la culminación de una política de integración jurisdiccional y administrativa y respondió
55
Lynch, John, Administración colonial española…, op. cit., , p. 16.
56
Halperín Donghi, Tulio, Reforma y disolución de los imperios ibéricos 1750-1850, Alianza Editorial, Madrid,
1985, p. 70.
57
Zorraquín Becú, Ricardo, La organización política argentina en el período hispánico…, op. cit.
58
Brading, David A., «La España de los Borbones..., op. cit., p. 92.
36
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
59
Lynch, John, Administración colonial española..., op. cit., p. 65.
60
Garavaglia, Juan Carlos y Marchena, Juan, América Latina. De los orígenes a la independencia. Vol. II La
sociedad colonial ibérica en el siglo XVIII, Crítica, Barcelona, 2005, pp. 50-59.
61
Lynch, John, El siglo XVIII, Historia de España XII, Ed. Crítica, Barcelona, 1991 [1989].
y Brading, D. A., Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), F.C.E., México, 1983 [1971].
62
Punta, Ana Inés, «Reformas borbónicas, relaciones coloniales...», op, cit.; Marquez, Maria Victoria, Elite y
37
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
relaciones de poder… op. cit.; Márquez, María Victoria, «Élite y redes sociales entre Córdoba y el Perú, … op.
cit., pp. 27-43; Punta, Ana Inés, «El Cabildo de Córdoba del Tucumán: su conformación, … op. cit.
63
Lynch, John, Administración colonial española..., op. cit., p. 67.
38
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
64
Cabe señalar que las autoridades de Chile expresaron su contrariedad por la determinación de separar la
Provincia de Cuyo. Según las fuentes revisadas se oponían expresando principalmente dos dificultades: los
perjuicios para el comercio y las dificultades para la defensa de la frontera de Cuyo, por las distancias que
deberían recorrer los avisos y refuerzos, hacia y desde Buenos Aires. AHM, EC, Gobierno 1781, Dcto. 97,
Carpeta 41. Cabildo de Santiago de Chile al Rey. (Ver Documento 1 en Anexo Documental).
39
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
a Juan de Villalba como Inspector General a Nueva España, con dos regimientos para
preparar un ejército de reserva de milicias. Del mismo modo, en Caracas se estableció en
1768 un regimiento de tropas regulares. Distribuidos en forma desigual en función de los
recursos, en un informe de 1771 se estimaba que había 42.995 soldados de diferentes
categorías en los dominios españoles de América.66
Una de las tareas que se le impuso a Gálvez, como Visitador General de Nueva
España, fue la de mejorar la seguridad de esa zona contra la posible penetración inglesa por
el norte. Además, éste ideó un esquema administrativo totalmente nuevo para las provincias
septentrionales de ese virreinato, que por su lejanía de la sede virreinal, se constituyeron en
una unidad administrativa independiente. Gálvez dio a la nueva unidad un gobierno propio,
a cuyo frente estaba un Comandante General, independiente del virrey y directamente
responsable ante la Corona. Éste fue el origen de las llamadas Provincias Interiores de
Nueva España, creadas en 1776.67
El proyecto de garantizar el control en el extremo norte del imperio fue acompañado
por un intento también decisivo para el extremo sur, que implicó la creación ya mencionada
del Virreinato del Río de la Plata y un cambio de rumbo en la estrategia imperial española.
En efecto, según Zorraquín Becú,68 la creación del virreinato rioplatense estuvo determinada
casi exclusivamente por consideraciones estratégicas, que hacían necesario oponer un fuerte
conglomerado político a las pretensiones lusitanas y al peligro británico.
Más allá de que puede haber matices a esta interpretación, es evidente que si
consideramos el espacio colonial a escala imperial, el período que estudiamos coincide con
una etapa de sustanciales reestructuraciones en las fuerzas armadas coloniales españolas,
dentro de un proyecto más amplio de reformas. Las que tuvieron lugar en el campo militar
operaron en dos planos: en la reorganización de las fuerzas regulares y en la expansión y
entrenamiento de las milicias coloniales, para que éstas actuaran como fuerzas de apoyo
del ejército en períodos de guerra. Con esto se buscaba revertir la situación preexistente en
65
Lynch, John, Administración colonial española..., op. cit., pp. 25-27.
66
Brading, David A., «La España de los Borbones y su imperio americano»…, op. cit. p. 94.
67
Lynch, John, Administración colonial española..., op. cit., pp. 26-27 y Vitar, Beatriz, «Las fronteras «bárbaras»
en los virreinatos del Nueva España y Perú (Las tierras del norte de México y oriente del Tucumán en el siglo
XVIII)», en Revista de Indias, vol. LV, núm. 203, 1995, p. 45.
40
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
el siglo XVII cuando, como planteaba Marchena, el conjunto del ejército en América
estaba conformado por guarniciones inoperantes repartidas por el continente, mal pagadas
e insuficientemente equipadas.69
A principios del siglo XVIII, siguiendo las directrices que se estaban aplicando en
el ejército peninsular, en América se reformularon las guarniciones: se creó así una nueva
oficialidad y se estableció un conjunto de requisitos de ingreso, entre los cuales el más
importante fue el de la nobleza de sangre.70 Sin embargo, dado que allí faltaban oficiales
que reunieran todos los requisitos exigidos, fueron cada vez mayores los ascensos de oficiales
criollos. Además, a partir de 1718 se comenzaron a dictar «Reglamentos de Plaza», que
constituyeron un conjunto de disposiciones de aplicación obligada, en cada una de las
antiguas plazas fuertes. Éstos crearon y normalizaron las guarniciones que debían existir en
ellas, regulando el funcionamiento de los oficiales así como el financiamiento, los montos
y el origen de los «situados» para cubrir los gastos.71
Lyle McAlister que ha estudiado la militarización en el marco de las reformas
analiza el papel de la reorganización militar dentro del programa reformista borbónico y su
impacto institucional para la historia de México y de la América española en su conjunto.72
En su interpretación, él sostiene que las reformas subvirtieron allí las estructuras jerárquicas
tradicionales y afectaron las corporaciones civiles y económicas. Al mismo tiempo, incidieron
en la creación de nuevos grupos, especialmente a través del ejército, muchos de ellos cruzando
y entrecruzándose con las líneas que subdividían la sociedad colonial consolidada, cuyos
intereses entraron entonces en conflicto, estableciéndose nuevos privilegios y nuevas
relaciones clientelares.
McAlister postulaba que la dimensión más «peligrosa» de la reforma militar fue el
impacto del fuero militar, que permitía a los soldados presentar gran parte de sus causas
68
Zorraquín Becú, Ricardo, La organización política argentina en el período hispánico, Emecé Editores, Buenos
Aires, 1959, p. 231.
69
Marchena Fernández, Juan, Ejército y milicias en el mundo colonial americano, Editorial MAPFRE, Madrid,
1992, p, 91.
70
Ibid, pp. 92-93.
71
Ibid, pp. 95-98.
72
McAlister, Lyle, The «Fuero Militar» in New Spain, 1764-1800, citado en Kuethe, Allan y Marchena, Juan,
Soldados del Rey…, op. cit., pp. 8-16.
41
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
ante los tribunales militares. Por un lado, con la expansión de las guarniciones de tropa
veterana, también se aumentaba el número de personas que gozaban de ese importante
privilegio judicial. Por otro, la decisión de extender el privilegio a los nuevos cuerpos de
milicias provinciales puso el fuero en manos de miles de hombres. Este autor también
señala el surgimiento de problemas debido a las ambigüedades en los textos de los mismos
reglamentos y en las órdenes y decretos que los interpretaban, que fueron una fuente de
conflictividad, en tanto se trataba de un arma básica de la autoridad Real en la colonia. A
otro nivel, McAlister plantea que el fuero militar chocaba con otro poder nuevo y privilegiado
en el espacio colonial, como era el del comercio, expresado a través del Consulado.
Otro autor, Kuethe, sostiene particularmente en el caso de Nueva Granada, que
igualmente grave fue la crisis que acompañó la decisión de conceder los privilegios militares
a gran número de milicianos de color: «morenos y pardos».73 Frente a este escenario, este
autor se pregunta sobre las causas que habían llevado a España a transferir a sus vasallos
americanos ese poder militar, y por ende político, y sobre las consecuencias que esto había
tenido en los distintos espacios, preguntas sugerentes que abren una futura agenda de
investigación.74
73
Kuethe, Allan J., Reforma Militar y sociedad en la Nueva Granada, 1773-1808, Banco de la República, Colombia,
1993 [1978].
74
Kuethe, Allan, «Las milicias disciplinadas en América», en Kuethe, Allan y Marchena, Juan, Soldados del
Rey… (op. cit.), pp. 102-126.
42
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
75
Ibid, pp. 103-104.
76
Marchena Fernández, Juan, Ejército y milicias…, op. cit., pp. 103-104.
77
Kuethe, Allan, «Las milicias disciplinadas en América», en Kuethe, Allan y Marchena, Juan, Soldados del
Rey… , op. cit., p. 106.
78
La guerra de los Siete Años se desarrolló simultáneamente en Europa y ultramar; involucró conflictos de
intereses entre las compañías comerciales francesas e inglesas y rivalidades coloniales en América. Los resultados
de esta guerra favorecieron a Inglaterra, mientras que para Francia supuso el derrumbamiento de su primer
imperio colonial. Cfr.: Kinder, Hermann e Hilgemann, Werner, Atlas Histórico Mundial. De los orígenes a la
Revolución Francesa, Akal, Istmo, Madrid, 2006 [2004], p. 307.
43
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
79
Kuethe, Allan, «Las milicias disciplinadas en América», en Kuethe, Allan y Marchena, Juan, Soldados del
Rey…, op. cit., p. 109.
80
Ibid, p. 111.
44
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Asimismo en esta época también se redactaron órdenes para reorganizar las milicias
de Buenos Aires, Caracas y Perú. Para Buenos Aires, donde existía peligro por las disputas
en la frontera con los dominios portugueses, una Real Instrucción de 1764 mandó establecer
milicias de acuerdo al modelo de Cuba. La Corona envió entonces 151 oficiales, sargentos,
cabos y también soldados veteranos para la enseñanza de voluntarios, así como fusiles con
bayonetas.
La reforma también se extendió a Santo Domingo, Cartagena y Panamá, conforme
a lo practicado en Buenos Aires, es decir, con una dependencia de los oficiales locales, pero
con respaldo de los cuadros veteranos, además de darles uniformes, armas y equipo
necesarios.
El progreso se notó sobre todo en los cuerpos establecidos en las costas con
proximidad a una plaza fuerte mayor. También los recursos dependían de los situados
provenientes de provincias lejanas. Según Kuethe, es probable que las mejores milicias
fueran las de La Habana, Santo Domingo, San Juan de Puerto Rico y Cartagena donde se
daban las condiciones propicias.81
En términos generales podemos afirmar que bajo el reinado de Carlos III, el
gobierno español se propuso fortalecer la monarquía desafiando las estructuras y los
privilegios corporativos y las reformas militares sería uno de los aspectos más interesantes
en este sentido.
Así en la metrópolis, los Borbones colocaron oficiales del ejército en cargos
administrativos, con el propósito de socavar los privilegios de la nobleza y de las provincias.
Del mismo modo en América, los oficiales peninsulares del ejército fueron los favoritos del
sistema de gobierno reformado, considerados como los agentes más eficaces para el control
centralizador. Eso significa que con las reformas se elevó el grado de participación militar
en las sociedades coloniales. Se pretendió así «militarizar» las comunidades americanas,
exigiendo que todos los hombres aptos se alistaran en unidades de milicia y se entrenaran
en el uso de las armas,82 lo que sin embargo tuvo luego consecuencias no previstas.
81
Ibid, p. 125.
82
McFarlane, Anthony, «Los ejércitos coloniales y la crisis del imperio español, 1808-1810», en Historia Mexicana,
El Colegio de México, México Vol. LVIII, Núm. 1, julio-septiembre, 2008, pp. 229-285.
45
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Algunos autores enfatizan el impacto disruptivo que tuvieron las reformas militares
en las sociedades coloniales, por los privilegios corporativos incluidas en ellas, como era el
fuero militar, que permitía a los soldados soslayar la justicia ordinaria y presentar gran
parte de sus causas ante los tribunales militares.83 McFarlane, por el contrario, señala que
sería erróneo concluir que la militarización en las colonias amenazó seriamente la autoridad
política española o la jerarquía social en que ésta se fundaba. Argumenta que en la mayoría
de las colonias, el servicio militar sólo afectaba una pequeña parte de la población, pese al
crecimiento de las fuerzas armadas pero sostiene que sin dudas, el impacto de las reformas
militares fue mucho más fuerte en algunos lugares, fundamentalmente en ciudades donde
se concentró un notorio crecimiento del ejército, como ocurrió en Veracruz, Cartagena,
Caracas, Lima o Buenos Aires. Este autor asegura que incluso en aquellos lugares donde el
ejército y las milicias contaban con un importante número, no existen aún evidencias
contundentes para aseverar que al ampliar el acceso al fuero militar, las reformas subvirtieron
la autoridad civil.84 Retomaremos estos problemas en el capítulo 7, al interrogarnos sobre
el alcance y los conflictos de estas medidas en la trama de poder, es decir, hasta qué punto
esta militarización en las colonias desafió realmente a la autoridad política tradicional en
los casos que estudiamos. Pero sin duda, la nueva y enérgica actividad desarrollada en las
fronteras es otro ejemplo del aumento general del papel de los agentes militares en el
cambiante escenario colonial de finales del XVIII.
Además de las reformas reseñadas, nos interesa particularmente analizar las políticas
llevadas adelante por la Corona con relación a las fronteras, nuestro espacio central de
análisis, ya que si bien el nuestro es un estudio de caso se enmarca en el proceso global de
las políticas llevadas adelante por la Corona en el conjunto de sus dominios.
83
McAlister, Lyle, The «Fuero Militar» in New Spain, 1764-1800, citado en Kuethe, Allan y Marchena, Juan,
Soldados del Rey…, op. cit.
84
McFarlane, Anthony, «Los ejércitos coloniales …, op. cit., pp. 248-250.
46
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Sabemos que hacia mediados del siglo XVIII se comenzó a gestar en la metrópoli
una conciencia geográfica territorialista que implicaba la necesidad de pensar políticas de
ocupación física del continente americano y de un control estatal más directo por parte de
la corona como parte esencial del programa de reformas. En tal sentido, como plantea
Lucena Giraldo, las delimitaciones de las posesiones imperiales se constituyeron en un
desafío en donde la ciencia y la política se articulaban estrechamente.85 Cabe señalar, sin
embargo, que la práctica del reconocimiento territorial fue un proceso histórico que había
comenzado desde el mismo momento de la llegada de los españoles a América. No obstante,
la complejidad histórica de la creación de fronteras tuvo avances y retrocesos en función de
los diversos episodios de asentamiento geográfico y de la estructuración política, social y
económica de los distintos espacios.86
Aunque lo que prevaleció fue el control las regiones que los españoles ya ocupaban,
en la segunda mitad del siglo XVIII Carlos III envió científicos a América, quienes estudiaron
los recursos naturales y sus habitantes lo que implicó, según Weber, una apropiación
intelectual de los territorios.87 En este sentido, la posibilidad de redefinir las bases del pacto
colonial y de reforzar el sistema de gobierno, la administración y la defensa del territorio
hispanoamericano estuvo relacionada con el intento de lograr un mejor conocimiento de
estos territorios, de sus pobladores y sus recursos, entre otros aspectos importantes. Las
áreas periféricas recibieron así una atención singular, ya que resultaban más vulnerables a la
penetración extranjera. Como señala Gentinetta, exceptuando los núcleos poblados y
articulados dentro del circuito económico, la información con la que se contaba sobre
estos espacios era sumamente escasa.88
85
Lucena Giraldo, Manuel, «El reformismo de frontera» en Agustín Guimerá, El reformismo borbónico, Alianza
Ed., Madrid 1996, pp. 268-269.
86
Ibid, p. 271.
87
Weber, David, «Centro y periferia en la reformulación de la política de España hacia los indígenas no sometidos»
en Anuario del IEHS, N° 13, Tandil, 1998, p. 166.
88
Gentinetta, Martín A., «Avances del Proyecto de Investigación sobre Viajes y Viajeros de España al Río De La
Plata en el siglo XVIII». Primeras Jornadas de Historia de Córdoba, Centro de Investigaciones FFyH, UNC,
mayo de 2009; Gentinetta, Martín A., «Sourrière de Souillac, un matemático ilustrado en el Río de la Plata.
47
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Algunas reflexiones de su viaje desde Buenos Aires a Chile en 1805», ponencia presentada a las V Jornadas
experiencias de la diversidad, IV Encuentro de discusión de avances de investigación sobre diversidad cultural, Rosario,
2012.
89
Gentinetta, Martín A., «Avances del Proyecto…» op. cit.
90
Weber, David, «Centro y periferia en la reformulación de la política de España… (op. cit.), pp. 147-171.
91
Weber, David, «Borbones y bárbaros...», op. cit., p. 150.
48
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
para el Caribe español. Más al oeste, Campomanes temía que Inglaterra pudiera convertirse
en la nueva propietaria de la Luisiana. También daba indicaciones sobre la costa del Pacífico,
en América del Norte. Pero además, reflexionaba que si su rival europeo ocupaba la frontera
norte de la Nueva España, podría invadir su centro territorial adueñándose de la más
valiosa colonia española.
Asimismo, como planteaba Weber, en América del Sur, un país europeo podía
fácilmente establecer una colonia y aliarse con los indígenas en ese enorme territorio que se
extendía desde el sur de Buenos Aires hasta el Estrecho de Magallanes.92
En efecto, particularmente después de la ocupación de La Habana por parte de
los ingleses, los Borbones reestructuraron la organización militar fundamentalmente en
zonas donde otras políticas habían fracasado. Esto se hizo en la frontera sur del Virreinato
del Río de la Plata y en la Comandancia General de las Provincias Interiores de la Nueva
España, ambas creadas en 1776 para la defensa y ocupación de áreas que, suponían, habían
adquirido un valor estratégico, como ya vimos.93
Respecto a la región que nos interesa particularmente, quizá parecería excesivo
que la Corona hubiera considerado como una amenaza posible que ingleses, franceses y
holandeses pudieran invadir, conquistar y anexar territorios de la Patagonia y del sur de
Chile. Pero ya habían manifestado ese temor frente a los holandeses en el siglo XVII,
cuando intentaron establecerse en Valdivia en 1643.94 Así, durante buena parte del siglo
XVIII, funcionarios y autoridades de Chile y de la metrópoli consideraron seriamente la
posibilidad de una amenaza de ultramar en el extremo sur del imperio. A modo de ejemplo,
es interesante reproducir un fragmento de la declaración realizada en 1769 por el ministro
de Estado de Carlos III, Marqués de Grimaldi, al embajador de Inglaterra en Madrid:
«Le aseguro que España no abriga ningún proyecto bélico [contra Gran Bretaña],
y que la pérdida de La Florida no influye en nuestra actual posición, con la cual
estamos tranquilos; solamente la más grave provocación de parte de Uds. como la
92
Ibid, pp. 150-151.
93
Ibid, p. 152.
94
Gascón Margarita, Naturaleza e imperio. Araucanía, Patagonia, Pampas (1598-1740), Ed. Dunken, Buenos
Aires, 2007, p. 47.
49
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
95
«Declaración hecha por el Marqués de Grimaldi al embajador de Inglaterra en Madrid Sir James Gray,
Aranjuez, 5 de junio de 1769», transcrita en verbatim en James Gray a Lord Viscount Weymouth, Public
Record Office State Papers, 94/181, s.f., en León Solís, Leonardo, «Los araucanos y la amenaza de ultramar,
1750-1807», Revista de Indias, vol. LIV, núm. 201, 1994, p. 313.
96
Ibid, p. 314.
97
Cabe aclarar que el perímetro formado entre el río Salado en la costa Atlántica y la ciudad de Concepción
sobre el río Bío Bío en la costa oeste, la presencia del estado colonial era nominal. Salvo Chiloé y Valdivia, que
constituían centros medianamente poblados y controlados, el resto de los territorios estaba dominado por
indígenas soberanos. León Solís, Leonardo, «Los araucanos y la amenaza de ultramar…», (op. cit.), p. 316.
98
Cfr.: proyecto de Ambrosio Higgins, en León Solís, Leonardo, «Los araucanos y la amenaza de ultramar…»,
(op. cit.), p. 322-27.
50
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
99
Quijada, Mónica, «Repensando la frontera sur argentina: concepto, contenido, continuidades y discontinuidades
de una realidad espacial y étnica (siglo XVIII-XIX)», Revista de Indias, 2002, Vol. LXII, núm. 224, pp. 110-
111.
51
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
100
Lázaro Ávila, Carlos, «El reformismo borbónico..., op. cit., p. 282.
101
Ibid, p. 284.
102
Ibid, p. 286.
103
Weber, «Borbones y bárbaros...», op. cit., p. 152.
52
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
104
Ibid, pp. 155-156.
105
Ibid, pp. 239-249.
106
Ibid, p. 246.
53
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
SEGUNDA PARTE
54
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
CAPÍTULO 3
«La frontera de San Luis, es una misma con la de Cordova, y Mendoza […]»
55
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
107
Gascón Gascón Margarita, Naturaleza e imperio…, op. cit.
108
Palomeque, Silvia, «Circuitos mercantiles de San Juan, Mendoza y San Luis…», op. cit.
109
Assadourian, Carlos S., «Economías regionales y mercado interno colonial. El caso de Córdoba en los siglos
XVI y XVII» en El sistema de la economía colonial. El mercado interior. Regiones y espacio económico, Editorial
Nueva Imagen, México, 1983 [1968], p. 21.
110
Assadourian, Carlos S., «Chile y Tucumán en el siglo XVI. Una correspondencia entre mercaderes» en El
sistema de la economía colonial, op. cit., pp. 66-67.
56
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Córdoba, la principal fuente de ingresos desde el siglo XVII y durante el siglo XVIII fue el
comercio de mulas con el polo minero de Potosí. Aunque en la segunda mitad de este
último siglo se establecieron distintos ciclos en la producción minera que produjeron
altibajos en el comercio de mulas, éstos no significaron una desestructuración de ese
circuito.111
Además, se debe considerar también el incremento de los intercambios a través
del puerto de Buenos Aires durante el siglo XVIII, pero particularmente en su segunda
mitad y que se vinculaba a las redes de los circuitos interiores.112 Es dentro de este entorno
general que analizaremos los procesos que se fueron desarrollando específicamente en las
áreas de la frontera sur, sintetizando además los procesos previos que tuvieron lugar en este
espacio.
3.2. La guerra del Arauco: comercio y producción en la primera mitad del siglo XVII
111
Assadourian, Carlos S., «Economías regionales y mercado interno colonial. El caso de Córdoba en los siglos
XVI y XVII» en El sistema de la economía colonial…, op. cit.; Arcondo, Aníbal, El ocaso de una sociedad
estamental…, op. cit.; Punta, Ana Inés, Córdoba Borbónica… op. cit.
112
Punta, Ana Inés, Córdoba Borbónica… op. cit., pp. 49-50.
113
Gascón, Margarita, «La articulación de Buenos Aires a la frontera sur…», op. cit., pp. 196-197; Gascón
Margarita, Naturaleza e imperio…, op. cit., pp. 20-21 y Fassi, Juan, «Camino Real de Buenos Aires a Mendoza
y Reino de Chile», en El Heraldo de Reducción, Año XXIII, Nº 23, Reducción (Córdoba), abril 1947, p. 16.
57
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
articulación de una red de circulación de bienes y servicios, a través de una región que llegó
a extenderse del Pacífico hasta el Atlántico. Esto se debió a que parte de los recursos para
abastecer ese operativo militar comenzaron a importarse desde los territorios ubicados al
este de los Andes.
La articulación comercial de Chile con Mendoza estaba dada principalmente por
el tráfico de ganado y Gascón lo documenta a partir de la década de 1630,
aproximadamente.114 Por su parte Coria, refiriéndose al primer cuarto del siglo XVII, señala
el notable desarrollo de la ganadería, constituyendo el ejército español de Chile el principal
consumidor de ese ganado.115
En la región de Mendoza las estancias llegaban por el oeste hasta el río Tunuyán,
pero en la práctica el límite sur lo constituía el río Diamante, porque aunque no existían
asentamientos estables, se mantenían allí corrales para el ganado.116 La frontera sur constituía
un espacio por donde circulaban indígenas y españoles en ambos sentidos; era una franja
fluctuante y de transición sólo marcada por la presencia del ganado español. Por su parte,
Prieto y Abraham indican un cambio en 1658, cuando una coalición de puelches y
pehuenches iniciaron un estado de hostilidad que provocó un reposicionamiento y una
retracción de la frontera hasta el río Tunuyán.117 A partir de ese momento se puso de
manifiesto la preocupación de las autoridades coloniales por la necesidad de protección
militar en la frontera sur, según lo documenta Gascón, citando las Actas del Cabildo de
114
Gascón, Margarita, «La articulación de Buenos Aires a la frontera sur…» op. cit., p. 199.
115
Coria, Luis Alberto, Evolución económica de Mendoza en la época colonial, Facultad de Ciencias Económicas,
Universidad Nacional de Cuyo, 1988, p. 99.
116
Prieto, María del R., y Abraham, Elena M., «Indios, chilenos y estancieros en el sur de Mendoza. Historia de
un proceso de desertificación», Anales de Arqueología y Etnología, U.N. Cuyo, F.F.yL, Instituto de Arqueología y
Etnología, N° 48/49, 1993-1994, p. 15. Respecto del auge de la crianza de ganado en Mendoza relacionado al
mercado chileno, ver también Prieto, María del R., «Formación y consolidación de una sociedad en un área
marginal del Reino de Chile: la Provincia de Cuyo en el siglo XVII», en Anales de Arqueología y Etnología, N°
52-53, Instituto de Arqueología y Etnología F.FyL, U.N.Cu, 1997-1998, pp. 157-163. Los potreros se destinaban
al engorde de ganado antes del cruce de la cordillera y con destino a la Araucanía y Santiago. Gascón, Margarita,
«Comerciantes y redes mercantiles del siglo XVII en la frontera sur del Virreinato del Perú», en Anuario de
Estudios Americanos, Tomo LVII, 2, 2000, pp. 425 y ss.
117
Prieto, María del R., y Abraham, Elena M., «Indios, chilenos y estancieros… op. cit., p. 15.
58
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Mendoza.118 Un siglo más tarde, en la década de 1770 aún subsistía el río Diamante como
límite, al que se lo visualizaba como «antemural contra el español».119
Cabe señalar que también los pehuenches –aún quizás antes de la llegada de los
españoles– tenían intercambios mercantiles con los araucanos, ya que les proveían de veneno
para las flechas. En el siglo XVII ambos grupos indígenas estaban aliados en el control de
los pasos cordilleranos de baja altura, lo que les permitían el paso de ganado desde y hacia
la región del Arauco. Asimismo, los araucanos mantenían contacto con otros grupos del
este de la cordillera como, los llamados genéricamente «pampas».120
Respecto de las relaciones mercantiles de Córdoba con Santiago de Chile, éstas
existían desde comienzos del siglo XVII porque la ciudad de Córdoba era paso obligado de
las mercancías que venían desde el puerto de Buenos Aires. Por aquí pasaba el tráfico de
esclavos y los productos venidos del Paraguay: yerba mate y tabaco. En efecto, según las
investigaciones de Assadourian, Córdoba era plaza de distribución del sistema comercial
de la trata con entrada por el puerto de Buenos Aires. Por una parte esa función estaba
dada por el posicionamiento de la ciudad en un punto de bifurcación de las rutas hacia el
Alto Perú - Potosí - y Santiago de Chile. A esto se sumaba la participación de algunos
vecinos cordobeses en el comercio de esclavos, del que obtenían márgenes lucrativos.121
Es de señalar que desde el punto de vista defensivo, la jurisdicción de Córdoba
había concentrado su atención en la seguridad de la frontera norte, en tanto que la ruta al
Potosí constituía el eje de su economía. Según las investigaciones de Gascón, Córdoba
comenzó a tener en cuenta y articular políticas con relación a la frontera sur recién en la
década de 1640, como consecuencia de la alianza que los holandeses –que habían tomado
Valdivia– intentaron establecer con los araucanos para atacar las fuerzas españolas, ya que
desde allí podían ser una amenaza al centro minero potosino. En esa coyuntura, desde
Santiago de Chile se advirtió a las autoridades cordobesas que debían estar militarmente
118
Gascón, Margarita, «La articulación de Buenos Aires…» op. cit., p. 200. Esta autora señala que en 1660 la
Compañía de Jesús procedió al traslado de ganado de sus estancias en el Valle de Uco y Xaurúa a sus
establecimientos de San Luis por falta de seguridad en Mendoza.
119
AGN, Sala IX, Interior, Leg. 5, expte. 9.
120
Gascón, Margarita, «La articulación de Buenos Aires a la frontera sur …» op. cit., p. 199-200.
121
Assadourian, Carlos S., El tráfico de esclavos en Córdoba, Dirección General de Publicaciones, Córdoba,
1965.pp. 34-35.
59
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
alertas por un posible ataque conjunto de araucanos, pehuenches y pampas. Aunque este
ataque no se produjo, Córdoba comenzó entonces a atender a la protección de su frontera
sur.122
Más allá del problema defensivo, el tráfico de ganado era otro punto central. Las
investigaciones sobre el comercio de ganado en pie desde Buenos Aires a Chile señalan las
dificultades para su reconstrucción debido a la falta de fuentes tempranas. Gascón afirma
Ref.: Gascón, Margarita, «Comerciantes y redes mercantiles del siglo XVII en la frontera sur
del Virreinato del Perú, en Anuario de Estudios Americanos, Tomo LVII, 2, 2000, p.428.
122
Gascón Margarita, «La articulación de Buenos Aires a la frontera sur …, op. cit., p. 201.
60
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
que la vinculación de Buenos Aires con Chile en el siglo XVII, consistía en que la primera
recibía las tropas que veían desde España y se desplazaban por tierra hacia el Arauco.
Explica la autora que para que Buenos Aires pudiera sostener el circuito comercial de
ganado debió extender su jurisdicción, a fin de apropiarse del ganado cimarrón. Según
pudo documentar, para ese comercio se utilizaba la ruta ganadera que iba por el sur de
Córdoba hasta San Luis y desde allí a Santiago de Chile a través del Valle de Uco y Xaurúa.
La protección de esta ruta pasó a ser un tema recurrente en los Cabildos de Mendoza y de
Córdoba desde mediados del siglo XVII y a lo largo de todo el XVIII.123
La reseña que antecede nos sirve para comprender que las relaciones mercantiles
que involucraban el corredor de la frontera sur del Virreinato del Río de la Plata, no eran
nuevas en el siglo XVIII sino que fueron el resultado de un proceso de larga duración.
Focalizando su estudio en la última década colonial y a partir del análisis
cuantitativo de los circuitos mercantiles de Mendoza, San Juan y San Luis, el estudio de
Silvia Palomeque nos posibilita relativizar las perspectivas que ponen el foco en la orientación
atlántica de estos circuitos y en las dificultades del sector externo de esas economías
regionales. Para este período, Palomeque define como exitosas, particularmente las
economías de San Juan y Mendoza, considerando su papel en la articulación mercantil
transcordillerana, ya que actuaban como vínculo con las economías de Chile y con los
puertos del Pacífico.124 Según su análisis, y atendiendo a las importaciones de «Efectos de
Castilla», las que llegaban a Mendoza habitualmente venían desde Buenos Aires y eran
parte de un conjunto más amplio de productos que incluían yerba del Paraguay y esclavos.
Todos estos bienes se despachaban desde Buenos Aires e iban destinados al consumo de
Chile y del Virreinato del Perú. Su ruta era: Buenos Aires-Mendoza-Uspallata-Santiago-
Valparaíso-Callao y costas del Pacífico sur.125 Por su parte, Claudia Wentzel, que ha
123
Ibid, p. 212.
124
Palomeque, Silvia, «Circuitos mercantiles de San Juan, Mendoza…», op. cit., p. 255.
125
Ibid.
61
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
126
Wentzel citado Palomeque, Silvia, «Circuitos mercantiles de San Juan, Mendoza...», op. cit., 264.
127
La población de Mendoza (ciudad y campaña) según los datos del censo de 1777 era de 8.768 habitantes;
para 1802 el censo del Pbro. Domingo García estimaba 13996. Cfr.: Coria, Luis Alberto, Evolución económica
de Mendoza…, op. cit., p. 251.
128
Palomeque, Silvia, «Circuitos mercantiles de San Juan, Mendoza...», op. cit.; Prieto, María del R., «Formación
y consolidación de una sociedad en un área marginal…, op. cit.; Coria, Luis Alberto, Evolución económica de
Mendoza…, op. cit.
129
Coria, Luis Alberto, Evolución económica de Mendoza…, op. cit., p. 195.
62
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
mayo con alguna diferencia, según han sido los años mas o menos abundantes de
nieve. […].130
130
Informe de Sobremonte, 1788, versión de V. G. Quesada publicada en La Revista de Buenos Aires.
131
Para 1690 comienza un periodo de expansión ganadera en Mendoza, que se interrumpe en el tramo temporal
que va de 1715 hasta 1740 por invasiones y sublevaciones indígenas y que afectan a la ganadería y al tráfico con
el Este. Coria, Luis Alberto, Evolución económica de Mendoza…, op. cit., pp. 262-263.
63
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
XVII tuvo lugar una recuperación de la ganadería a manos de españoles, proceso que
continuó hasta 1715 aproximadamente, momento en el que debido a las invasiones, la
actividad económica se retrajo nuevamente, interrumpiéndose el comercio con el este. A
partir de 1740 tuvo lugar otro «período de relativa calma y seguridad para las poblaciones
y el comercio»132, pero éste duró hasta 1770. En esa década y a pesar de haberse instalado
el fuerte y Villa de San Carlos, comenzó nuevamente a aumentar la conflictividad, la que
duró hasta el paulatino establecimiento de las prácticas diplomáticas. Éstas se materializaron
en parlamentos y tratados con las distintas parcialidades indígenas desde la década de
1780, las que persistieron hasta las dos primeras décadas independientes, como ya veremos.
Los ganados de Mendoza, localizados en la zona de inestable control del río
Tunuyán, se complementaban con los importados desde la parte sur de San Luis y también
de las pampas cordobesas, santafesinas y bonaerenses, zonas siempre en disputa con las
sociedades indígenas. Lo mismo pasaba con los pasos cordilleranos con control fiscal parcial,
que permitían el acceso a la zona central de Chile. Por su parte, en cambio, los ganados de
San Juan ubicados en la cuenca de los ríos Jáchal-Zanjón y Bermejo, se complementaban
con los traídos desde el norte y el oeste de Córdoba- Traslasierra- de la sierra de San Luis y
del sur de La Rioja y a diferencia de los de Mendoza, sus pasos cordilleranos sin control
permitían el acceso al Norte Chico chileno, principalmente minero.133
Para tener un panorama de la ruta que intentamos contextualizar y teniendo en
cuenta las investigaciones de Coria, el camino de arrias y carretas de Mendoza hacia Buenos
Aires se correspondía, de manera aproximada, a las actuales Rutas 7 y 8. Desde Mendoza a
San Luis afectaba los puntos de: Rodeo del Medio, La Ramada, La Dormida, Corocorto,
Desaguadero. A partir de San Luis el camino de carretas corría por el norte de las actuales
Rutas 7 y 8 y pasaba por: Río Quinto, El Morro, Achiras y La Aguada, desde donde bajaba
a Río Cuarto hasta El Saladillo. Posteriormente llegaba a Cruz Alta (actual límite entre
Córdoba y Santa Fe) al sur del río Carcarañá. Desde allí continuaba a Esquina de la Guardia,
Arequito, Saladillo de la Horqueta y Pavón; se introducía en la actual provincia de Buenos
132
Coria, Luis Alberto, Evolución económica de Mendoza…, op. cit., p. 263.
133
Palomeque, Silvia, «Circuitos mercantiles de San Juan, Mendoza...», op. cit, p. 278.
64
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Aires por Arroyo del Medio a Pergamino, Arrecifes, Areco, Luján, Morán y Buenos Aires.134
(Ver Mapa 1 en la Sección Mapas y Planos)
Las interpretaciones sobre las políticas y promoción de fundaciones de villas y
poblados en esta ruta durante la gestión de Sobremonte como Gobernador Intendente, a
finales del siglo XVIII, pueden resultar sesgadas si sólo se contemplan las voluntades y las
decisiones del estado colonial en el proceso. Sin duda, la voluntad política de control del
espacio y de la población es una de las perspectivas a considerar, como lo veremos en el
apartado que sigue, pero también deben tenerse en cuenta la incidencia en estos procesos,
de las dimensiones económicas y en este caso principalmente de las relaciones mercantiles.
De allí la importancia de garantizar las comunicaciones entre los diferentes espacios, de lo
que el proyecto que veremos a continuación es un ejemplo.
3.4. Serra Canals: la travesía del «ramblón» y el proyecto del «gran puente» sobre el río
Desaguadero
134
Coria, Luis Alberto, Evolución económica de Mendoza…, op. cit., p. 194.
135
Prieto, María del R. y Abraham, Elena M., «Caminos y comercio como factores de cambio ambiental en las
planicies áridas de Mendoza (Argentina) entre los siglos XVII y XIX», en Revista Theomai Estudios sobre
Sociedad, Naturaleza y Desarrollo: http:/www.unq.edu.ar/revista-theomai/numero2/index.htm.
65
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
cuyana a la jurisdicción del Puerto– lo que debía hacerse por una partida de vino que
posiblemente se había avinagrado durante la larga travesía.136
La conducción del producto al lugar de consumo se tradujo en otro renglón
económico de cierta relevancia en Mendoza, como fue el carretaje. El número de carretas
fue aumentando en concordancia con el mayor tráfico mercantil. La demanda de medios
de movilidad provenía no sólo de los productores sino también de los comerciantes foráneos,
que compraban partidas para revender en los mercados exteriores.137 Durante los siglos
XVII y XVIII, los mendocinos y sanjuaninos monopolizaban el flete Buenos Aires-Chile y
viceversa; como plantea Coria, Mendoza era una ciudad de troperos.138
Según las investigaciones de Prieto y Abraham, en el período estudiado los carreteros
utilizaban tres caminos principales, siendo el de la Travesía el más transitado. Partiendo de
Mendoza, luego de cruzar el río Mendoza, esta ruta iba bordeando el río Tunuyán hasta
llegar a la posta de Corocorto –actualmente denominada Villa de la Paz. Desde aquí el
camino se dividía: uno abandonaba el río Tunuyán y continuaba recto como Camino de la
Travesía o Travesía del Medio, hasta el puente del Desaguadero. El segundo se dirigía en
diagonal hacia el noreste, hasta la primera gran laguna del complejo de lagunas y bañados
del curso medio del Desaguadero; el tercero, al sur del Camino Real, continuaba bordeando
el río Tunuyán para cruzar el Desaguadero en las cercanías de la laguna del Bebedero.
Hemos mencionado anteriormente que la década de 1770 había sido un período
conflictivo en la disputa de recursos debido a la recurrencia de robos, muertes y ataques a
las carretas. En ese contexto y teniendo en cuenta la importancia que para algunos sectores
había adquirido esta actividad comercial y este circuito, Francisco Serra Canals
«Superintendente de las obras del Rey y del Publico de la frontera de Cuyo», elaboró una
propuesta para la construcción de un puente en el Desaguadero, del que además fue su
asentista.139 El proyecto era más ambicioso e incluía otras medidas para aumentar la seguridad
del comercio:
136
Prieto, María del R. y Abraham, Elena M., «Caminos y comercio… op. cit.
137
Ibid.
138
Coria, Luis Alberto, Evolución económica de Mendoza…, op. cit., p. 272.
139
La financiación del puente se proyectó realizarla a través del pontazgo –derecho para atravesar puentes, que
fue causa de un largo pleito entre Serra, el Cabildo y los carreteros. Ver: Coria, Luis Alberto, Evolución económica
de Mendoza…, op. cit., p. 227 y Martínez, Pedro Santos, Historia económica de Mendoza durante el virreinato,
1776-1810, Ciudad Argentina, 2000 [1961], pp. 206-234.
66
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Además, Serra Canals sostenía que la construcción del puente cortaría «el campo
al indio barbaro, quedando a veneficio del español algunas leguas a la parte del Norte», con
territorios fértiles para el asentamiento y la formación de «una ciudad util al estado y al
vasallaje». A fines de 1779, Serra Canals había construido un puente provisorio de madera
sobre el río Desaguadero, pero el definitivo de piedra nunca se llevó a cabo. Uno de los
conflictos judiciales que tuvo que enfrentar Serra Canals –que posiblemente fue la causa de
esto– estuvo vinculado al Real Acuerdo de 1799, por el que se establecía la obligatoriedad
del uso del puente y por lo tanto del camino «del medio», por parte de carreteros y
transeúntes, medida fue apelada –evidentemente con éxito– por parte del gremio de los
carreteros.141
140
AGN, Interior, Leg. 5, expte. 9, fs. 58 y ss.
141
AGN, Hacienda, Leg. 90, Expte. 2322.
67
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«[…] 6 reales por cada mula que salía de la provincia y las que de ésta fueran a
Chile, 20 reales por los zurrones o tercios de yerba de palos y 30 reales la de
caamini; 12 pesos por cada carga de veinte odres de aguardiente; 3 reales por vaca
y lo acostumbrado por el jabon».145
142
Ver ejemplos en Cáceres, C., Arbitrajes sobre límites interprovinciales…, op. cit., pp. 63-112.
143
Aunque las irrupciones de naturales eran hechos objetivos, en la primera mitad del siglo varios factores
conjugados produjeron la despoblación de la frontera este de Córdoba, a la que tanto hacen referencias las
fuentes oficiales. Se trata de un período de crisis económicas, alzas cíclicas de precios (1720-30), prolongadas
sequías que habían afectado la agricultura, además del crecimiento de la mortalidad producida por epidemias
que asolaron la jurisdicción en 1729/31 y en 1742/44 perjudicando, en mayor medida, a los naturales. Arcondo,
Aníbal, El ocaso de una sociedad estamental…, op. cit., pp. 255-258.
144
Punta, Ana Inés, Córdoba borbónica…, op. cit., p. 142.
145
Leviller: p. 131, citado en Punta, Ana Inés, Córdoba borbónica…, op. cit., p. 142.
68
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
eclesiásticos estaban eximidos de pagarla y muchas veces éstos hacían pasar como propios
o provenientes de capellanías, a productos que en realidad eran de particulares.146
En 1780, el virrey Vértiz autorizó, a pedido del Cabildo de Córdoba, el cobro del
Nuevo Impuesto para la construcción y dotación de los fuertes de Las Tunas y El Saladillo.
Este impuesto se aplicaba a todos los efectos de la tierra y efectos de Castilla que transitaban
por la frontera del Sauce y del Saladillo desde Buenos Aires a Cuyo, a Tucumán o a Perú y
viceversa. Vértiz resolvió el cobro de: cuatro reales el tercio de yerba, dos reales los efectos
de la tierra, dos reales cada barril de bebidas, ocho pesos la «carretada de metal», agregando
que:
146
Punta, Ana Inés, Córdoba borbónica…, op. cit., p. 142.
147
Cáceres, C., Arbitrajes sobre límites interprovinciales, Imprenta de Pablo Coni, Buenos Aires, 1881, pp. 127-
128.
148
Punta, Ana Inés, «Córdoba y la construcción de sus fronteras…, op. cit, p. 187.
69
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
tanto sugería que se volviera a cobrar para mantener los fuertes y si sobraba, que se empleara
anualmente en la formación de pueblos.149
En síntesis, las recaudaciones de los impuestos de Sisa y Cruzada se destinaron al
mantenimiento de los fuertes y fortines de la jurisdicción de Córdoba: El Tío, Punta del
Sauce, Santa Catalina, Concepción y San Bernardo y las del Nuevo Impuesto fue para Las
Tunas y El Saladillo. Sin embargo, estas recaudaciones –según los informes oficiales– no
eran suficientes para financiar a los fuertes, los gastos de sueldos y para proveer del ganado
destinado al mantenimiento de los soldados.150 Por lo tanto, durante la década de 1790, en
varias oportunidades se dispuso de la recaudación de la Renta de Tabacos –sujeta a estanco–
para esos fines.151 Según cálculos de Punta, sin embargo, los ingresos con los que contaba
la provincia y la gobernación en su conjunto eran suficientes para la defensa de la frontera
y en realidad, la ambiciosa política impositiva de la nueva administración que afectaba
fundamentalmente los productos de consumo popular como naipes y tabaco sujetos a
estancos, eran justificados para la defensa y el poblamiento de una frontera presuntamente
conflictiva, pero posiblemente tenían otro destino.
La circulación económica entre el Atlántico y el Pacífico da cuenta de la importancia
del comercio en estos espacios, lo que sin duda es un factor de peso a considerar en el
análisis de la frontera, más allá de los intereses geoestratégicos o militares que pudiera tener
la Corona.
149
Torre Revello, José, El marqués de Sobremonte, Apéndice Documental, Buenos Aires, 1946.pp. CVI-CVII.
150
Punta, Ana Inés, «Córdoba y la construcción de sus fronteras…», op. cit, p. 187.
151
AHPC, Gobierno 15, Expte. 13 en Ibid, p. 187.
70
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
CAPÍTULO 4
152
Mayo, Carlos y Latrubesse, Amalia, Terratenientes, soldados y cautivos…, op. cit.
71
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
ordenó que todos los pobladores situados en zonas de riesgo debían recogerse a tiro de
cañón de los fuertes; más tarde se incluiría en esto a los pobladores sin tierras, a los agregados
y a los vagabundos. Asimismo, la política de poblamiento de la línea de frontera se
completaría con el envío de pobladores inmigrantes españoles, los que originariamente
estuvieron destinados a la Patagonia.153 Igualmente, esta intención política tuvo una
ejecución bastante modesta en la frontera bonaerense y su ritmo de crecimiento fue lento.
Según Canedo, el protagonismo del Estado colonial borbónico para concretar la fundación
de pueblos de frontera evidenció en el caso de Buenos Aires, claras limitaciones. En otras
regiones del imperio colonial, «los pueblos se formaron –estando sostenidos por la presencia
de los pobladores– más que fundarse», señala Canedo.154
Para los casos que aquí analizamos creemos que tiene lugar un proceso similar a lo
ocurrido en el área bonaerense, en tanto su crecimiento se produjo a ritmo muy lento,
aplicando las autoridades, sin mucha eficacia, políticas de desplazamiento forzoso de
pobladores. Sólo daremos aquí una primera aproximación al tema, que sin duda merece
un estudio más profundo sobre la evolución demográfica de otros pueblos del espacio
estudiado.
Ambas villas se encontraba situadas en el partido de Río Cuarto, en la jurisdicción
de la ciudad de Córdoba. Desde el punto de vista geográfico y de recursos, la región se
caracteriza por su ubicación en una zona de extensas planicies en las cuales la monotonía es
interrumpida por pequeñas ondulaciones por los cauces de los ríos Tercero, Cuarto,
Carcarañá y Quinto. El clima allí es templado-cálido, subhúmedo en el este y semiárido en
el sudoeste, con un régimen pluvial en donde las lluvias son principalmente estivales. La
153
Ibid, pp. 41-43.
154
Canedo, Mariana, «Fortines y pueblos en Buenos Aires del siglo XVIII. ¿Una política de urbanización para
la frontera?», Mundo Agrario. Revista de estudios rurales, vol. 7, n° 13, Centro de Estudios Históricos Rurales.
Universidad Nacional de La Plata, segundo semestre de 2006, pp. 1-19.
72
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
media anual declina desde 900 mm. en la región oriental hasta 500 mm. en el sudoeste. Se
produce de esta manera un balance hídrico desfavorable, cuya consecuencia se manifiesta
en el paisaje que toma el aspecto de un pajonal seco, amarillento con excepción del período
lluvioso. El tipo de vegetación dominante es la estepa y se caracteriza por la escasez de
árboles. La escasa pendiente del terreno actúa favoreciendo la formación de esteros y lagunas,
al desbordar de manera periódica los ríos y arroyos que atraviesan la zona, o al producirse
precipitaciones intensas. Como es de suponer, la intervención de los grupos humanos a lo
largo de los siglos fue modificando el medio paulatinamente, a través de la agricultura y la
ganadería.155
En el último cuarto del siglo XVIII las principales actividades económicas del
Partido de Río Cuarto eran la ganadería y el comercio, este último ligado a la función de
articulador regional, ya que como ya vimos, por él pasaba la ruta de comercio entre Buenos
Aires, Cuyo y Chile.156
Originalmente, en el siglo XVI, los territorios correspondientes luego al Partido
fueron otorgados en merced a los descendientes de Jerónimo Luis de Cabrera,157 en los
cuales se diferenciaba una zona de llanura al sudeste y otra serrana al noroeste. A partir del
siglo XVII, la zona de llanura se comenzó a dividir a través de ventas y arriendos. Allí
predominaron las pequeñas unidades productivas dedicadas a la cría de ganado, a cultivos
y producción textil para el autoconsumo, mientras que en la zona serrana se localizaron las
unidades productivas más grandes.
Ya a finales del siglo XVIII, en el caso de la Gobernación Intendencia de Córdoba,
Sobremonte promovió una política de control de la población y del espacio, especialmente
de los de la frontera. El Gobernador, en su informe de 1785, vinculaba los problemas
155
Vázquez, Juan; Miatello, Roberto y Roqué, Marcelo, Geografía física de la provincia de Córdoba, Editorial
Boldt, Córdoba, 1979, pp. 321-326.
156
Wagner, Daniela, «Producción y comercio ganadero en la región de Río Cuarto (1786-1813)», en Cronía,
UNRC, Vol. 1, N° 2, año 1997, p. 198.
157
Vitulo, Alfredo, Historia de Río Cuarto, Primera parte, Río Cuarto, 1941, p. 15; Gutiérrez de Grimaux,
Susana, Ocupación y conformación espacial del sur de Córdoba, Cuadernos de Historia N° 25, Junta Provincial
de Historia de Córdoba, pp. 13-14 y Wagner, Daniela, «La frontera sur y sus hogares: el Río Cuarto a fines del
siglo XVIII», en Cronía, UNRC, Vol. 2, N° 2, año 1998, p. 253.
73
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
existentes a «la falta de pueblos formales» y de villas, y consideraba que era necesario poblar
la frontera.
Desde cierta perspectiva historiográfica tradicional se ha comprendido los
nucleamientos de población en la frontera como una decisión política de control del
territorio debido a la vecindad con grupos indígenas no dominados. Un ejemplo de esta
perspectiva, fue la de Vitulo, quien planteaba:
En esta línea, Barrionuevo Imposti interpretaba que unos años antes, Martínez de
Tineo, en la década de 1750, había mandado construir el fuerte en la Punta del Sauce
(fuerte principal que más adelante se llamaría Villa La Carlota) debido a la ineficacia de la
defensa que había constatado a su paso por la frontera del Río Cuarto.159
Pensamos que el problema del poblamiento es más complejo, y que a la cercanía
de las parcialidades indígenas que circulaban por allí pero que no necesariamente eran
siempre hostiles hay que sumarle otras cuestiones. Así, es necesario considerar otros aspectos
en el proceso de promoción de villas en este período, como eran las necesidades del comercio
y de garantizar su seguridad –lo que sin duda estaba vinculado a la vecindad con los grupos
indígenas en estos espacios de frontera. Pero también hay que tener en cuenta las políticas
de control social sobre la población campesina, así como el supuesto «repoblamiento», del
que hablaban las autoridades, dando a entender con esto que se trataría de espacios hasta
entonces vacíos, lo que no era realmente así.
158
Vitulo, Alfredo, «Fundación de la Villa de Río Cuarto», en Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas,
Tomo XVII, Año XII, N° 58-60, Buenos Aires, 1934, p. 151.
159
Barrionuevo Imposti, Víctor, Historia de Río Cuarto. En la época hispánica y en la independencia, Tomo I, Río
Cuarto, 1986, p. 42.
74
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
160
Archivo General de Indias, 123-7-16. Citado por Fassi, Juan, «Camino Real de Buenos Aires a Mendoza …,
op. cit, p. 21.
161
Ibid, p. 20.
162
Las incursiones de los indios en la frontera son denominadas malocas por León Solís, quien explica que se
diferenciaban de las guerras entre españoles e indígenas por el número reducido de guerreros que participaban
y por el carácter selectivo de sus objetivos. Los ataques maloqueros no estaban dirigidos contra los fuertes ni
contra las guarniciones fronterizas, sino contra las estancias ganaderas. También se caracterizaban por su corta
duración, intensidad logística y periodicidad. León Solís, Leonardo, Maloqueros y conchavadores en Araucanía y
las Pampas, 1700-1800, Universidad de la Frontera, Temuco, Chile, 1991, p. 21.
163
Punta, Ana Inés, «Córdoba y la construcción de sus fronteras...», op. cit., p. 167.
75
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
y Río Cuarto) ya que observamos que el problema de la frontera era reiteradamente tratado
por las fuentes consultadas. Pero estos encuentros más o menos hostiles recién podemos
situarlos en la segunda mitad del siglo XVIII, entre 1760 y 1785.
Repasando los las malocas que hubo en la frontera de la jurisdicción de Córdoba
podemos observar que hubo más incursiones al comercio que transitaba por la ruta de
Buenos Aires a Chile y que pasaba por esa frontera, que a los puestos fronterizos y poblados.
En todos los casos parecería que el interés de los indígenas era principalmente la apropiación
de ganado y en segundo lugar, de cautivos164 porque en varias oportunidades quedaban
Efectos de Castilla e incluso monedas de plata arrojados en los campos. De estos episodios
también se puede deducir la escasa o nula posibilidad de respuesta de las milicias de los
fuertes existentes en este período y la falta de recursos para poner límites a las acciones de
los indios, ya que éstos recorrían con libertad los espacios de la frontera colonial.
Los episodios más conflictivos en la frontera sur de Córdoba están fechados en
1764, 1767, 1771 (dos), 1772, 1773, 1775 (dos), 1777, 1781, 1783 y 1785 (dos).165
Una nota de 1772 dirigida al Gobernador y elaborada por los vecinos de Río
Cuarto, Punta del Sauce y Achiras, con el propósito impulsar la construcción de un fuerte,
da cuenta del inicio de la etapa más conflictiva:
«aunque siempre fue invadida esta dicha frontera en los passados tiempos por los
enemigos infieles que residen en la falda de la Cordillera y campaña que
intermedian, pero desde el año sesenta y siete piensan en estos territorios, y los
abanzan con la mas audaz resolucion penetrandolos con ruina de vidas y haziendas
164
El cautiverio significaba un rapto violento adoptado en muchos espacios de frontera como forma de resistencia,
como modalidad de abastecimiento de mujeres –que además de constituirse en fuerza de trabajo garantizaban la
reproducción- y eran medio de intercambio y trueque. Ver: Operé, Fernando, Historias de la frontera…, op. cit.,
pp. 15-20 y Socolow, Susan M., «Los cautivos españoles en las sociedades indígenas: el contacto cultural a través
de la frontera argentina» en Anuario IEHS, Nº 2, Tandil, 1987, pp. 99-136.
165
Ver: Fassi, Juan, «Camino Real de Buenos Aires a Mendoza …, op. cit., pp. 30,31. CDMPC, Dcto. Nº 3201;
AMC, Act. Cap., Tomo 34 y Tomo 35, (3-III-1772) AMC, Act. Cap., (19-XI-1773) AMC, Act. Cap., Tomo
36 (11-XI-1777) en Punta, Ana Inés, «Córdoba y la construcción de sus fronteras...», op. cit, pp. 178-180.
AHPC, Escribanía 1, Leg. 378, 1774, expte. 13; AHPC, Escribanía 1, Leg. 382, 1775, expte. 10 y Grenon,
Pedro, Los Pampas y la frontera del sur. Documentos para la historia de la Reducción, Imp. Liendo, Córdoba, 1924,
pp. 58-61.
76
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
sin embarazase del menor recelo, y las consequsiones felices de sus vencimientos
les hacen promover maiores determinaciones...»166
Se puede advertir, también, que identificaban a los grupos que hacían sus entradas
en estas fronteras como residentes de la falda de la Cordillera y campaña que intermedian,
que evidencia que a veces, las operaciones de malocas por parte de los indios implicaban
desplazamientos por grandes extensiones.
En setiembre de 1775 tuvo lugar una irrupción, sin duda de considerable
envergadura para esta frontera, simultáneamente en Punta del Sauce y en el fortín San
Bernardo, situado al noroeste de Punta del Sauce, dentro de la jurisdicción de Córdoba,
resultando en la primera alrededor de 15 muertos y 57 cautivos que incluían mujeres y
niños. En San Bernardo también hubo muertos y cautivos, además de llevarse los indios,
«miles de cabezas de ganado».167 Este episodio generó una investigación por parte del Cabildo
para indagar, a través de testigos, por qué el Maestre de Campo del presidio del Sauce, Don
Ventura Montoya, había decidido no perseguir a los indios, a pesar de que los vecinos
aportaban gente y caballos para tal fin. Más allá de la anécdota, lo que nos interesa rescatar
de este documento es que revela el estado de la guarnición: según testimonio de un Sargento
Mayor de Río Cuarto, éste expresaba que el número de plazas en el presidio del Sauce no
pasaba de 10 u 11 hombres y que ni los soldados ni los vecinos sabían manejar armas.168
Estos números son similares a los que encontramos en una Visita realizada por
Don Antonio de Arriaga, Coronel de Milicias y Gobernador de la Provincia del Tucumán,
al fuerte de la Punta del Sauce dos años después, en octubre de 1777, en la que registró 14
personas incluyendo al comandante y al capellán.169
En síntesis, las incursiones en la frontera sur de Córdoba se concentraron
principalmente entre los años 1764 y 1785, y fueron realizadas fundamentalmente contra
166
AHPC, Escribanía I, Leg. 378, expte. 13, f. 1.
167
Fassi, Juan, «Camino Real de Buenos Aires a Mendoza…, op. cit., p. 31; Punta, Ana Inés, «Córdoba y la
construcción de sus fronteras...», op. cit,, p. 179 y AHPC, Escribanía 1, Leg. 382, 1775, expte. 10.
168
AHPC, Escribanía 1, Leg. 382, 1775, expte. 10, fº 2 vto.
169
«Autos de visita del Fuerte de la Punta del Sauce sito en la jurisdicción de la ciudad de Cordova, practicada
por el sr. Don Antonio de Arriaga coronel de milicias Governador y Capitan General de esta Provincia del
Tucuman» en AHPC, Escribanía II, 1777, Expte. 2, sin foliar.
77
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
las tropas de comercio, más que contra los núcleos de población. En este sentido, la
formación de villas por parte de las autoridades estaría mostrando la intención de
incrementar con esto la seguridad del tráfico, en el circuito mercantil del Camino Real.
170
Celton, Dora, «La población de la provincia de Córdoba a fines de siglo XVIII», Tesis doctoral, Facultad de
Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1987 y Arcondo Aníbal, La población
de Córdoba según el empadronamiento de 1778, Serie de Estudios N° 27, Instituto de Economía y Finanzas,
Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1998. Cabe aclarar que las
zonas más pobladas de la jurisdicción de Córdoba según el censo de 1778, eran aquellas especialmente aptas
para el desarrollo de la producción de mulas para el comercio con el Alto Perú. Éstas se localizaban en las
cuencas de los ríos Segundo y Tercero, en los valles de Punilla y Calamuchita y en menor medida en las zonas de
los ríos Primero y Cuarto. Arcondo, Aníbal, El ocaso de una sociedad estamental…, op. cit., pp. 51-52.
171
Tell, Sonia, «Relaciones de solidaridad y dependencia entre las unidades domésticas rurales de Córdoba a
fines de la colonia», Ponencia presentada en las Primeras Jornadas sobre población y sociedad de Córdoba, Asociación
de Estudios de Población de la Argentina, CEA, UNC, Córdoba, 25 y 26 de octubre de 2002, pp. 2-3.
172
Moreno, José L. y Mateo, José A., «El redescubrimiento de la demografía histórica en la historia económica
y social», en Anuario del IEHS, 12, Tandil, UNCPBA, p. 36.
78
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
De la misma manera, Sobremonte sostenía que poblar la frontera sería útil para
formar una barrera a los «indios enemigos» y que este proyecto se llevaría adelante atrayendo
a los sujetos mediante la entrega de una pequeña casa y con el reparto de tierras, lo que
permitiría ir formando cada año una villa.174
Para comprender la política de control social de esta gestión, destacamos
particularmente otro Informe, de octubre de 1786, en el cual Sobremonte señalaba el
despoblamiento como problema, lo que consideraba nocivo «porque se perdia la utilidad
que debía sacarse de unos terrenos fructíferos» y además, porque se desamparaba las rutas
173
Punta, Ana Inés, Córdoba borbónica…,op. cit.; Rufer, Mario, «Violencia, resistencia y regulación social de las
prácticas: una aproximación a la esclavitud desde el expediente judicial. Córdoba, fines del siglo XVIII», en
Cuadernos de Historia, Serie Economía y Sociedad, Nº 4, CIFFyH, UNC, Córdoba, 2001; Alessandroni, Gabriela
y Rustán, María E., «La aplicación de la justicia en la campaña…, op. cit. y Dainotto, Edgardo, Política y poder
en Córdoba borbónica…, op. cit., entre otros.
174
Torre Revello, José, El marqués de Sobremonte, op. cit., p. C y ss.
79
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
comerciales por el incremento de los intercambios desde Buenos Aires a Cuyo y Chile y
viceversa. Para el poblamiento de la frontera consideraba entonces que:
«se hallarian con mayor fuerza atrayendo familias al abrigo de cada fuerte, me
valí de la precision de poner auxiliares para encargar á los partidos de la jurisdicion
que de aquellas familias sin tierras, y por consiguiente perjudiciales porque viven
del robo del vecino, se recojiesen por los mas suaves medios, y enviasen á dichos
fuertes, donde á cada uno de los hombres que fuere cabeza de ellas, se la darian de
aquel producto cuatro pesos al mes, caballos para el servicio y tierras propias para
poblacion, debajo del cañon de cada fuerte, con tal que ellos en vez de los milicianos
que gustosamente los pagaban por las ventajas que les resultan, hicieran las corridas
de campo en defecto de plazas de soldados partidarios por no alcanzar el ramo á
mantenerla». 175
Aquí está presente la reiterada queja con relación a los recursos, ya que el gobernador
planteaba que el ramo no era suficiente para pagar a los soldados. Al mismo tiempo, señalaba
que las familias campesinas sin tierras y «perjudiciales» que pudieran habitar esa villa,
servirían como soldados para la defensa de la frontera, es decir, que funcionarían como
«barrera a los indios enemigos».
Más allá de los pretendidos «suaves medios» de los que hablaba el Marqués, la
necesidad de poblar mejor la región sur de Córdoba se tradujo en las prácticas de los
traslados compulsivos, de los que dan cuenta los expedientes judiciales. El examen de ellos
evidencia que efectivamente se les dieron instrucciones a los Jueces comisionados y a los
Jueces Pedáneos para que realizaran un relevamiento de las «familias perjudiciales» de los
distintos partidos de la jurisdicción.
En Córdoba ya se había intentado practicar este mecanismo en 1773, aún cuando
no existía todavía Villa La Carlota como tal, cuando el Maestre de Campo de Punta del
Sauce, Don Ventura Echevarría, había solicitado al Cabildo de Córdoba, entre otros puntos,
la construcción de casas modestas para «suplicar» a los jueces que destinaran algunas familias
que no tuvieran «mayores haciendas, ni propiedades», para conformar una población que
ayudara a la defensa de la frontera.176
175
Cáceres, Santiago, Arbitrajes sobre límites..., op. cit., pp. 132-138.
176
AHPC, Escribanía 1, 1774, Leg. 378, expte. 13, fº 30.
80
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«regularmente son pobres y de facil mobimiento [...] pretestando para este alboroto
que V. S. a librado ordenes bien apretadas para que Don Juan Francisco de Uriarte
estraiga muchas de dichas familias con el fin de poblar la Carlota y otros fuertes
de la frontera [...] en donde pueden vibir cristianamente y ser mas utiles al rey, al
estado y a ellos mismos.»177
177
AHPC, CC, Leg. 49, año 1790, expte. 23.
178
Punta, Ana Inés, Córdoba borbónica..., op. cit., p. 90.
81
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Indudablemente, las instrucciones del gobernador fueron emitidas no sólo en ese caso
particular sino para todos los Jueces pedáneos, que políticamente respondían directamente
al gobernador y no ya al Cabildo.
La casi totalidad de los expedientes judiciales 179 examinados dan cuenta de que
éstos fueron iniciados de oficio por estos funcionarios sin que existiera previamente denuncia
alguna, alegando en sus fundamentos que éstos se habían realizado por «dichos o por ser de
público conocimiento»,180 lo que una vez más evidencia su intencionalidad. Analizando
estos expedientes, vemos que los criterios que se consideraban para que un sujeto o familia
fuera trasladados compulsivamente eran: el no ser propietarios de tierras, tener fama de ociosos,
ser vagamundos y jugadores, vivir en amancebamiento, no tener conchabo, no ir a misa ni
confesarse, todo o parte de lo cual los configuraba como «perjudiciales al vecindario». A
muchos de estos acusados se le imputaba ser ladrones, particularmente de ganado, y la
caracterización de amancebados, vagos, ociosos y jugadores eran añadidos que de alguna manera
reforzaban la acusación y daba cuenta de la construcción de estos sujetos como
«perjudiciales».
Una vez más, queda en evidencia cómo las autoridades hacían uso de la justicia
como parte de su poder político, que en este caso tenía como objetivo el poblamiento de
determinados espacios.
Reflexionando sobre las políticas de control social cabe señalar que en esta sociedad
hispanocriolla, estamental y altamente mestizada, las clasificaciones y los estigmas tenían
lugar en las normas y prácticas cotidianas y políticas. En este marco «el otro» no eran sólo
los indios, sino también «las castas», los negros y los españoles pobres.
Sin embargo, no creemos que la gente obligada a trasladarse lo hiciera de buen
grado y con total pasividad. En este sentido y en la medida de sus posibilidades, a menudo
179
Cabe aclarar que cuando hablamos de expedientes no es lo mismo que casos, ya que un expediente podía
contener varios acusados o varias sumarias con información de distintas familias perjudiciales de un paraje. El
conjunto de expedientes trabajados en esta oportunidad son aquellos con sentencia de destierro a la Carlota o a
otros puntos de la frontera sur de Córdoba, a excepción de dos de ellos en los cuales se registra información
solicitada por Sobremonte sobre «familias dañinas, pobres o de malos procedimientos que haigan cometido
algunos insultos».
180
De un total de 39 expedientes, 31 se iniciaron de oficio.
82
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
181
CDMPC, Documento 3175, año 1793.
182
CDMPC, Documento 3175, año 1793, fo 3 y 3 vto.
183
CDMPC, Documento 3175, año 1793, f° 10-11.
83
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
poseían bienes ni ocupación conocida para mantenerse, y los «más perjudiciales», que
serían llevados a la cárcel porque supuestamente habían cometido delitos. Indudablemente,
la interpretación sobre las características de unos y otros dejaba un amplio margen de
acción a los funcionarios, que decidían así sobre los desplazamientos de la población
campesina.
Cabe destacar que las transgresiones vinculadas a la figura de «perjudiciales» eran
fundamentalmente las relativas a la condición de «vagamundos» y se aplicaba generalmente
a los sujetos acusados por robos de cuatropea.184
Estas prácticas no eran nuevas, recordemos que para la Gobernación del Tucumán
se habían establecido medidas y reglamentaciones para la represión de la vagancia durante
todo el XVIII. Entre algunas de ellas podemos mencionar: la Reglamentación del
Gobernador Urizar de 1724, enviada al Cabildo local; coetáneamente tuvieron lugar las
del Procurador General de la ciudad, Céliz de Burgos, quien planteó al Cabildo la necesidad
de erradicar a los «vagos» de la ciudad. Asimismo, el Gobernador Victorino Martínez de
Tineo en 1749, dictó un Bando de Buen Gobierno en el que ordenaba: «todos los
vagamundos sin oficio ni beneficio [...] salieran de la ciudad en el término de quince días
penándolos con cien azotes y destierro a la frontera...».185 A mediados del siglo XVIII, en
1757 encontramos medidas como la del gobernador del Tucumán, Joaquín de Espinosa
sobre «vagamundos y gente ociosa», que determinaba que los «bagamundos» y «bagantes»
fueran conducidos y llevados a la Frontera del Tío y Punta del Sauce, en el sur de la
jurisdicción, junto con familia y bienes. 186
Con la misma lógica, y ya durante el gobierno de Sobremonte, se promovieron
una serie de medidas tendentes a modificar la situación de movilidad y dispersión de la
población en el ámbito rural que, desde la perspectiva del orden institucional, era lo que
184
A diferencia de Barral, Fradkin y Perri que destacan la vagancia y la ebriedad como «núcleo duro» de la
imagen de los perjudiciales en la campaña bonaerense, en los expedientes consultados para este trabajo no
hemos encontrado ninguna referencia al hábito de la ebriedad (obviamente sí a la vagancia). Barral, María E.;
Fradkin, Raúl O. y Perri, Gladys, «¿Quiénes son los perjudiciales ? Concepciones jurídicas, producción normativa
y práctica judicial en la campaña bonaerense (1780-1830)» en Claroscuro, CEDCU, Facultad de Humanidades
y Artes, UNR, Año II, No 2, Dic. 2002, pp. 75-111.
185
Arcondo, Aníbal, El ocaso de una sociedad estamental..., op. cit., pp. 214, 215 y 219.
186
Punta, Ana Inés, Córdoba borbónica..., op. cit., Anexo Documental, p. 268.
84
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
favorecía todo tipo de ilegalismos, entre ellos los robos de cuatropea. En este sentido,
podemos destacar las «Disposiciones para el nombramiento de los Jueces Pedáneos
(1785)»187, en el que se incrementó su número y se señalaron sus atribuciones. También en
ellas tenía un lugar destacado la persecución de «vagos», «vagamundos», «gente sin
ocupación» y singularmente de los ladrones de ganado.
Este marco legal sirvió para llevar adelante mecanismos judiciales, a fin de poblar
en forma más efectiva los nuevos asentamientos de la frontera sur. La facilidad con que se
calificaba a individuos y familias de «perjudiciales» es indicativa de la «creación» de causas
que legitimaban el destierro como castigo.
Algunas de las prácticas y condiciones que definían la figura de los «perjudiciales»,
según los expedientes examinados, fueron la carencia de tierras y de alguna actividad estable,
aunque muchos de ellos aseguraban conchabarse ocasionalmente. Otro dato singular que
se desprende de las fuentes –tanto de los expedientes que tuvieron sentencia de destierro
como de las sumarias para desterrar familias a la frontera– es que varios de los acusados, ya
fueran mujeres u hombres tenían familia, e incluso abunda la expresión de «familias
perjudiciales».
De los 74 casos localizados contabilizamos 35 familias y 39 individuos. Destacamos
este hecho ya que la figura de «vagamundo» y «perjudicial» normalmente estuvo asociada
a hombres, fundamentalmente solteros y espacialmente muy móviles, patrón diferente a
los casos analizados aquí.188
Esta figura del «vagamundo» que se quiere construir desde el poder –en el sentido
de alguien que no estaba integrado al sistema–, un «desafiliado» en términos de Castel189
187
Ibid, pp. 273-277.
188
Alonso, Fabián; Barral María E.; Fradkin, Raúl; y Perri, Gladys, «Los vagos de la campaña bonaerense. La
construcción histórica de una figura delictiva (1730-1830), en Prohistoria, año V, N°5, 2001,p. 174.
189
Castel, pensando en la Francia de Antiguo Régimen, asociaba esa condición con la de los «indigentes válidos»,
desprovistos de medios que además eran extraños o ajenos, sin vínculos con la comunidad y por lo tanto
«desafiliados». Este autor afirma que el vagabundaje muestra los límites de un proceso de desafiliación, alimentado
inicialmente por la precariedad de la relación con el trabajo y por la fragilidad de las redes de sociabilidad. La
medida más primitiva y más generalmente adoptada con los vagabundos era el exilio o el destierro, calificada
por Castel como ineficaz porque reducía al vagabundo a errar perpetuamente en una «tierra de nadie social». El
destierro era una escapatoria gracias a la cual una comunidad se deshacía de una cuestión insoluble para desplazarla
a otro lugar. Castel, Robert, La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, Paidós, Buenos Aires,
1997, p. 93.
85
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
no se condice con la descripción que tenemos de estos casos, ya que en realidad se trataba
de familias de pequeños campesinos pobres.
Los ejemplos analizados en un trabajo previo, estarían indicando que no todos los
designados como «perjudiciales» estaban desvinculados del trabajo o la comunidad. Vemos
que muchos de ellos estaban asentados, poseían algunos animales, se conchababan
ocasionalmente e indudablemente también subsistían con la práctica de la apropiación de
ganado. Así, podemos hablar de una franja de población pobre y vulnerable pero que eran
una parte constitutiva de esa sociedad; no eran individuos marginales, es decir, no eran
«desafiliados» en términos de Castel,190 si bien su falta de recursos suficientes era lo que los
hacía vulnerables.
Asimismo, los delitos contra la fe estaban íntimamente ligados en nuestros ejemplos
con la figura de «perjudicial», a los que se les endilgaba no ir a misa, no confesarse, blasfemar,
dar mal ejemplo, mala crianza, etc. También se les atribuía otros contra la moral sexual: ser
amancebados,o rameras, si eran mujeres lo que además de considerarse delitos eran
representados también como pecados.191
En muchos casos la argumentación pretendió crear un delincuente a partir de la
«pública voz y fama», expresión que también incluída en el interrogatorio a los testigos, a
los que se les preguntaba «si sabe o a oido decir que ...».
En general, en la práctica judicial, «la mala fama» representaba una presunción de
culpabilidad, y frecuentemente los expedientes se iniciaban en base a rumores y aunque a
los testigos no les constara que el inculpado hubiera efectivamente cometido los delitos
que se le imputaban.192 La «fama» creaba un estado de opinión y además permitía la
iniciación de causas de oficio, que en nuestro corpus documental predominan. Esto hacía
innecesario el aporte de pruebas fehacientes para inculpar a alguien, fenómeno que encuentra
también Tamar Herzog para el caso de Quito en el siglo XVII.193
190
Rustán, María E., De «perjudiciales» a pobladores de la frontera…, op. cit., pp. 100-101.
191
Tomás y Valiente, Francisco, El derecho penal de la monarquía absoluta (siglos XVI, XVII y XVIII), Tecnos,
Madrid, 1969, p. 229-233.
192
Seguimos aquí los conceptos de Herzog desarrollados especialmente en el capítulo XI de Herzog, Tamar, La
administración como un fenómeno social: la justicia penal de la ciudad de Quito (1650-1750), Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1995, pp. 255-278.
193
Herzog, Tamar, La administración como un fenómeno social..., op. cit, p. 255-278.
86
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
En los últimos decenios del siglo XVIII, la iniciativa por formar núcleos de
población en las fronteras fue un objetivo compartido por diversos funcionarios del
Virreinato del Río de la Plata. Indudablemente se desarrollaron distintos mecanismos para
concretarlo y aquí hemos expuesto el de traslados compulsivos de individuos y familias a
villas de frontera, a través del ejercicio de la justicia penal. Sin embargo, las medidas de
traslado forzosos no tuvieron el resultado que seguramente esperaban las autoridades. Así,
según los padrones de Villa La Carlota, en el período en que se aplicaron los mecanismos
descritos, la población de 1789 era de 436 habitantes y en 1796 ascendió a 867.194 Pero
este crecimiento demográfico no se puede explicar como consecuencia de los destierros
porque en la comparación de los individuos que figuran en el padrón de 1796 y los de los
casos judiciales, se evidencia sólo uno registrado en dicho padrón. Esto permite suponer
que el crecimiento se puede explicar no como resultado de los traslados compulsivos sino
probablemente por una inmigración espontánea de familias campesinas, que se fueron
instalando en estas tierras todavía disponibles.195
194
Rustán, María E., De «perjudiciales» a pobladores de la frontera…, op. cit., p. 64.
195
Ibid, p. 106.
196
Con perspectivas diferentes, el poblamiento de la frontera sur de Córdoba ha sido tratado entre otros autores
por: Lobos, et. al., «Las relaciones entre el Estado y las ciudades en el ámbito de la Gobernación Intendencia de
Córdoba del Tucumán (1783-1810)» en Sobre Monte. El gobernador olvidado, Junta Provincial de Historia de
Córdoba, Córdoba, 2001; Wagner, Daniela, «La frontera sur y sus hogares…, op. cit.
87
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
aumento en el número de familias asentadas tanto en Punta del Sauce como en el Río
Cuarto.197 Según Fassi, para la década de 1750, después de la construcción del Fuerte de
Punta del Sauce y del nombramiento como comandante de Miguel de Arrascaeta se fue
ampliando el poblado a 30 ó 40 familias. Antes que eso aconteciera la descripción según
Fassi era de un paisaje bastante desolador. Decía así: «[...] tal es el origen de Punta del
Sauce, una capilla y unas pocas casas a su alrededor, en medio de la soledad de la Pampa».198
No obstante pensamos que el equívoco proviene de identificar la existencia de un poblado
propiamente dicho con lo que era la campaña en su conjunto. Ésta no era un espacio vacío
sino que en ella vivían familias campesinas, cuya forma más frecuente de asentamiento era
en forma dispersa como bien lo ha analizado Tell.199
Una vez establecida la Gobernación Intendencia y después de algunas visitas y
medidas previas, el Gobernador solicitó que a Concepción del Río Cuarto200 y a La Carlota,
ambas en la jurisdicción de Córdoba, se les concediera los títulos de villas, los que venían
acompañados de ciertas distinciones como eran la erección de justicia, Cabildo, escudo de
armas y otros privilegios.201
En la década de 1770, las autoridades habían realizado modificaciones en el camino
de las postas, debido a los asaltos de los indios. En efecto, antes de esa modificación, el
curso del camino utilizaba las postas de la Punta del Sauce y de Concepción, pero con el
cambio se proyectó un desvío para transitar por la costa de Río Tercero. Sin duda, las
postas reconocidas oficialmente generaban recursos para el paraje o la villa, y es por eso que
el cabildo de Concepción de Río Cuarto solicitó en reiteradas oportunidades a las
197
Cfr.: Montes, Aníbal, Historia antigua de la ciudad de Río Cuarto, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba,
1953, pp. 44-45.
198
Fassi, Juan B., «Diócesis de Río Cuarto. Archivo de sus Parroquias» en El Heraldo de Reducción, Año XXI, No
21, Reducción (Córdoba), Abril de 1945.
199
Tell, Sonia, Córdoba rural, una sociedad campesina (1750-1850), Prometeo Libros, Buenos Aires, 2008.
200
El fortín de Concepción de Río Cuarto se fundó por determinación de Sobremonte en 1786. En el decreto
de la fundación de la villa comisionó al Comandante del fortín para que distribuyese las parcelas de la traza
urbana entre las familias que se encontraban dispersas en el paraje. Barrionuevo Imposti, Víctor, Historia de Río
Cuarto…, op. cit., p. 58.
201
Real Cédula de Fundación de Villa La Carlota, en Cáceres, Santiago, Arbitrajes sobre límites..., op. cit., p.
146-153.
88
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Recordemos que la creación de ese nuevo espacio político administrativo que fue
la Gobernación Intendencia de Córdoba incluyó a las provincias cuyanas. Así, Sobremonte
intentó aplicar en ellas una política análoga a la de la frontera sur de la jurisdicción de la
ciudad de Córdoba con las Villas de San Carlos y la fundación de San Rafael, pero
ciertamente las condiciones geográficas y climáticas y de su población eran aquí diferentes.
Ambas villas fueron fundadas en la frontera de Mendoza, región situada en el
oeste árido del actual territorio argentino. Su ecosistema está determinado por el hecho de
que las masas de aire húmedo del Océano Atlántico deben recorrer más de 1.000 kilómetros
para llegar allí y aunque se encuentra más cerca del Pacífico, las alturas de la cordillera de
los Andes no permiten el paso de la humedad. El clima de Mendoza es árido a semiárido y
las precipitaciones no superan el promedio de los 200 mm. anuales.204 La combinación de
factores climáticos y geomorfológicos ha producido diversos ambientes, con diferentes
posibilidades de desarrollos biológicos y de asentamiento humano. De la combinación
positiva de dichos factores han resultado los importantes «oasis» mendocinos, en donde se
concentra buena parte de la población. En el pasado, algunos espacios hoy deshabitados
presentaban una dinámica diferente desde el punto de vista físico y biológico.205 Como
ambientes de transición entre el piedemonte y la llanura, Prieto destaca los conos aluviales
de los ríos andinos generadores de algunos oasis en la región, estos son: río Mendoza, el
Tunuyán, el Diamante, el Atuel y el Río Grande.206
202
Actas Capitulares de Concepción de Río Cuarto, 28-9-1799 y 6-8-1801 en Academia Nacional de la Historia,
1947.
203
Actas Capitulares de Concepción de Río Cuarto, 6-9-1806 en Academia Nacional de la Historia, 1947. Ver
también Barrionuevo Imposti, Víctor, Historia de Río Cuarto…, op. cit., p. 98.
204
Prieto, María del Rosario, «Formación y consolidación de una sociedad…, op. cit., p. 29.
205
Ibid, pp. 29-31.
206
Ibid, p. 35.
89
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Como hemos visto en el capítulo anterior, la frontera sur –entre los ríos Tunuyán
y Diamante– constituía un espacio en donde indígenas y españoles circulaban en ambos
sentidos. Ésta era una franja de transición, eventualmente marcada por la presencia del
ganado español, ya que aunque de manera discontinua, se mantenían allí corrales para el
ganado.207
Con respecto al poblamiento de la frontera de la jurisdicción de la ciudad de
Mendoza, hemos visto según Coria, que desde la década de 1730 hasta la de 1760 se dio
allí un período de escasa conflictividad, lo que posibilitó un nuevo avance de las estancias
ganaderas y de potreros en el Valle de Uco. Esta dinámica se vio truncada a partir de 1768
aproximadamente, según se evidencia en una protesta del Cabildo de Mendoza contra un
nuevo impuesto al vino y aguardiente, en la jurisdicción de Córdoba, que daba cuenta de
lo ocurrido en esa jurisdicción:
«[los indios de la frontera invadieron los campos] llevándose por delante cuantas
estancias había en el Valle de Uco ahora doce años pobladas de multitud de ganados
de toda especie».208
207
Prieto, María del R., y Abraham, Elena M., «Indios, chilenos y estancieros…, op. cit., p. 15.
208
ID., 12. Acuerdo del 21 de junio de 1780, citado por Martínez, Pedro Santos, Historia económica de Mendoza…,
op. cit., p. 102.
209
Recordemos que en ese entonces la provincia de Cuyo dependía de la Capitanía General de Chile.
210
AHM Colonial, 15/8, citado por Bistué, Noemí y Conte de Fornés, Beatriz, «La lucha contra el indios hasta
la fundación del fuerte de San Carlos», en AA.VV., La frontera interna de Mendoza (1561-1810), Serie
Investigaciones – 1, Archivo Histórico, Gobierno de Mendoza, Mendoza, 1980, p. 45.
90
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
El paraje de La Isla, a la entrada del Valle de Uco, fue el sitio elegido para la
instalación del fortín de San Carlos, ubicado a 30 leguas al sur de la ciudad de Mendoza.
Durante la gestión de Sobremonte, San Carlos fue objeto de un tratamiento similar al que
reseñamos para los casos de La Carlota y Villa Concepción de Río Cuarto, en el sentido de
la aplicación de medidas de control social, en tanto que el gobernador dispuso la formación
de una villa a poblarse con vecinos de las ciudades de Mendoza y San Juan y con campesinos
dispersos «por valles y quebradas, viviendo como salvajes, y ocultando muchas veces en sus
viviendas a ladrones y malhechores».211 Si bien para el caso de Villa San Carlos no hemos
revisado el archivo judicial, es posible constatar que este mecanismo se practicó en el
conjunto de la Gobernación Intendencia.
Todavía para 1798, el Comandante de Armas y Frontera de Mendoza realizaba
un balance del poblamiento de la Villa San Carlos, bastante desfavorable porque no se les
proporcionaba a los nuevos vecinos las condiciones necesarias para la subsistencia, según
lo expresaba:
[…]A esta Villa [San Carlos] a esfuerzos del Señor Marques de Sobremonte se ha
dado una forma mui regular, poblandola con varias familias viciosas que había
por las Lagunas de Guanacache y otras partes, pero como el fomento que se les
dio, no ha sido proporcionado al que requiere una nueva poblacion sino con solo
aquellos que estos vecinos pudieron ofrecer para el efecto, nunca pudo ni puede
adelantar cosa [...].212
Es posible advertir las dificultades del proceso, a través de los conflictos por las
quejas de los hacendados por los frecuentes robos realizados por los habitantes de la nueva
villa. El comisionado para la formación de la villa fue Juan Morel, Comandante del Fuerte
de San Carlos, quien en una correspondencia dirigida a Amigorena y a Sobremonte exponía
que los hacendados se oponían a la formación de la villa y a su crecimiento, por las continuas
211
Marfany, Roberto, «Fronteras con los indios en el Sud y fundación de pueblos», en Levene, Ricardo, Historia
de la Nación Argentina, Vol. IV, Buenos Aires, 1938, p. 474.
212
AHM, EC, Sección Militar, 1798, Dcto. 44, Carpeta 30, Amigorena al virrey.
91
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
denuncias de robos y desórdenes realizados por los nuevos pobladores. Sus argumentos
eran:
«Roma, la caveza del orve a quien los imperios, reynos y provincias pagaron y
pagan tributos, fue fundada y resivio todo su incremento por el concurso de
homicidas, facinerosos y ladrones no se resivia a los principios para poblador
sugeto que no fuese de vida ayrada, y de perversas costumbres como los testifican
unánimes todos los historiadores […] Y estos principios al parecer infaustos no
fueron obstáculo para que se llamase por antonomasia la Ciudad: esto es el pueblo
mas numeroso, mas valiente, mas erudito, mas discreto y de la mejor policía del
mundo […] Ahora bien señores Asendados inmediatos a la Villa de San Carlos:
fundose esta nueva población con hombres de tan perversas costumbres como se
fundo Roma? Es constante que no[…] Yo bien creo que entre estos pocos hombres
havra alguno o algunos de torsida intencion pero que ciudad, villa o aldea no los
tiene? […]»213
No hemos podido localizar las denuncias que dieron origen a estas aclaraciones,
pero suponemos, por ciertos tramos del expediente, que las quejas estaban relacionadas
con acusaciones de robos producidos por soldados del fuerte, que a su vez eran pobladores
de la Villa, o dirigidas a los indios pehuenches instalados entre el fuerte de San Carlos y el
río Diamante (ver Capítulo 5), en tanto planteaban que esos individuos contra los que se
quejaban, eran los que se sacrificaban para que los hacendados «duerman sin susto en caso
de alguna invasión de enemigos». Es decir, Morel se estaba refiriendo a los pobladores y/o
a los indios pehuenches «fronterizos» que actuaban como soldados en caso de necesidad de
defensa.
Morel finalizaba el texto exponiendo la necesidad de la villa y su relación con la
actividad ganadera:
[…] Mendoza no tiene para cría de ganados mas terreno proporcionado que este
en donde Uds. tienen sus haciendas; la seguridad de sus ganados consiste en que
haiga Villa, y se aumente su gente auxiliandola […] En fin señores los que se
oponen a la fundacion y a su incremento, ruegoles como amigo, que miren por sí
mismos.»214
213
AHPC, Crimen, Leg. 64, Expte. 20, año 1795.
214
AHPC, Crimen, Leg. 64, Expte. 20, año 1795.
92
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Aquí cabe recordar que en Mendoza la región para la invernada de los ganados
estaba localizada en el Valle de Uco y era una zona de inestable control por parte de la
sociedad colonial.
Hacia 1802, las autoridades seguían expresando preocupación por la escasez de
habitantes y los proyectos para el poblamiento continuaban en la misma dirección: «traer»
familias pobres, ofrecerles vivir en el fuerte como auxiliares, entregarles sitios para asentarse
y sembrar, y proporcionarles herramientas y ración de carne. En esa oportunidad, el
Comandante a cargo, Ansay, agregaba que, «[…] y si son blancos se les admitira a sus hijos
en la Guarnicion, donde ganarán dies pesos, y los veinte y sinco auxiliares que hay ahora,
pueden socorrerse con su trabajo […]».215
Aunque la fundación del fuerte de San Carlos fue en 1772, recién en 1792 se fue
consolidando el nucleamiento de la población. No obstante el crecimiento fue muy modesto,
según se desprende del siguiente cuadro.
Año Habitantes
1794 286
1795 326
1807 350
215
AHM, Sección Militar, Carpeta 54, Correspondencia de la Comandancia con varias autoridades, Dcto. 90,
1802. Ansay al Cabildo.
93
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
216
Ana Inés Punta, Córdoba borbónica…, op. cit., p. 226.
217
El último poseedor de la encomienda (que era de la familia Funes) donó los terrenos a los mismos indios
quienes estaban librados de pagar los tributos por haber colaborado militarmente en la frontera contra los
indios del Chaco en la primera mitad del siglo XVIII. AHPC, Escribanía 2, Legajo 76, Expediente 75 (1791).
Agradezco a Sonia Tell quien generosamente me proporcionó este documento.
218
AGN, IX 23-4-5. Agradezco a Sonia Tell quien generosamente me proporcionó este documento.
219
Izuel, María Elena, «Cómo nació San Rafael», en Lacoste, Pablo (comp.), San Rafael. Historia y perspectivas,
Diario UNO, Mendoza, 1996, pp. 27-29.
94
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
de relaciones pacíficas con los pehuenches de Malargüe (1780-83), de los Piñones (1787)
y más tarde con los huiliches (1794-99), tema que profudizaremos en los capítulos
siguientes.220
Esta fundación, si bien fue acordada con los «indios amigos» respondía
prioritariamente al objetivo de abrir y de facilitar el tránsito de Mendoza a Chile por el
camino de Talca. En efecto, esta ruta constituía un proyecto sostenido y apoyado por las
máximas autoridades del virreinato –particularmente el virrey Sobremonte y el Consulado–
y como tal, se lo puede visualizar en una secuencia de expediciones que fueron financiadas
por la Corona.
El proyecto de abrir un nuevo paso por la Cordillera al sur de Mendoza fue iniciado
así por Santiago Cerro y Zamudio, continuado luego por Justo Molina, y más tarde por el
geógrafo Sourryère de Souillac. A este último Sobremonte le encargó el examen del camino,
la descripción de los terrenos y la confección de diarios y plano de los parajes, así como los
informes sobre la calidad de los terrenos, aguas, pastos, arroyos, ríos, lagunas y travesías,
con particularidad en la Cordillera, para acreditar la posibilidad de su tránsito.221
En enero de 1805 tuvo lugar un encuentro en Buenos Aires en el que participaron
Sobremonte, los caciques peguenches amigos, Caripan, Doña Maria Josefa Roco, Don
Juan Neculante y Maria del Carmen que, según la correspondencia del virrey, «vinieron a
presentarme en esta capital a manifestar su disposición a reducirse y a protexer el transito
de la cordillera de Chile que se dirije a la ciudad de Talca».222
El Parlamento y el Tratado por el cual se acordó la fundación de la villa se realizó
en Mendoza y participaron de ellos por un lado 23 caciques y 11 capitanejos y por el otro,
el Comandante de Milicias urbanas de Mendoza, Miguel Telles Meneses, comisionado por
Sobremonte. En él se acordó:
220
Para una reconstrucción del proceso de alianzas ver Roulet, Florencia, «Guerra y diplomacia en la frontera de
Mendoza..., op. cit.
221
El capitán de milicias retirado, Josef Santiago Cerro y Zamudio presentó al Consulado de Buenos Aires el
proyecto de cruzar la Cordillera en la estación de invierno y regresó con las pruebas. En 1803 ésta fue confiada
a Sourryère de Souillac, que partió de Buenos Aires en enero de 1805. Los diarios e informes sobre estas
expediciones en: De Angelis, Pedro, Colección de Obras y Documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna
de las Provincias del Río de la Plata, Tomo sexto, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1837.
222
AHM, EC, Sección Gobierno, 1805, Dcto. 104, Carpeta 52, Sobremonte a Ansay.
95
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
223
AHM, EC, Sección Indios, Año 1805, Documento 49. Ver documento 10 en Anexo Documental.
224
AHM, EC, Sección Gobierno, 1805, Dcto. 104, Carpeta 52, Sobremonte a Ansay. El resaltado es nuestro.
225
Pelagatti, Oriana Inés, «Política y religión en la frontera sur de Mendoza. Fr. Francisco Inalicán. 1805-
1822», en Ayrolo, Valentina (comp.), Estudios sobre el clero iberoamericano, entre la independencia y el Estado-
Nación, CEPIHA, 2006, p. 81.
96
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
El Virrey instruyó para que Miguel Telles Meneses fuera el comisionado para
llevar adelante la instalación de la villa, nombrándolo Comandante de aquella nueva frontera
y de San Carlos con dependencia de la Comandancia de Armas, y a Fray Francisco Inalican
como capellán, según se indicaba en el Artículo 4.226
Al respecto creemos que Inalican, operó claramente el rol de «agente mediador»,227
en tanto se trataba de un sacerdote franciscano de origen arauco-mapuche, que se había
formado en Chillán –que era la escuela destinada a los hijos de los caciques–. Inalicán
había participado como lenguaraz en muchos eventos críticos en las relaciones interétnicas
de la frontera mendocina, en las dos primeras décadas del siglo XIX.228 Sin embargo, su
participación excedía ampliamente la simple traducción de lenguajes, porque transmitir
una información implicaba también comprender y transmitir las diferencias culturales de
los dos mundos. Ubicado en la frontera del mundo criollo, español e indígena, su mestizaje
cultural le proporcionaba así, competencias para interpretarlos.229
En síntesis, en este capítulo hemos visto que la política de poblamiento en la
Gobernación Intendencia de Córdoba se expresó particularmente en los proyectos de
fundación de villas, respondiendo a la necesidad de otorgar seguridad al comercio y al
problema de la carencia de pueblos formales para el control social y del espacio.
Tanto en la frontera sur de Córdoba como en la de Mendoza, la política de
poblamiento se puso en práctica a través de traslados forzosos de población campesina «sin
tierras» y de «perjudiciales» a criterio de los funcionarios. De hecho estas prácticas tuvieron
un éxito moderado si tenemos en cuenta, entre otros factores, el lento crecimiento de la
población en esas villas.
226
Inalicán fue destinado al convento de la ciudad de Mendoza que pertenecía a la provincia franciscana chilena.
Las parroquias cuyanas formaban parte del Obispado de Santiago de Chile aunque las jurisdicciones de aquellas
ciudades habían sido integradas al Virreinato del Río de la Plata. Ibid, p. 78.
227
Ares Quija, Berta y Gruzinski, Serge (coordinadores), Entre dos mundos…, op. cit., pp. 7 y 8. «Passeurs
culturels», definido como aquellos agentes sociales que desde una posición a menudo liminal y a caballo entre
culturas, favorecieron las transferencia y el diálogo entre universos aparentemente incompatibles, elaborando
mediaciones muchas veces insólitas y contribuyendo así a su articulación y a la permeabilización de sus fronteras.
228
El papel de este sacerdote también fue relevante en los asuntos de frontera en el marco de la militarización de
la primera década revolucionaria, tema que abordaremos en el Capítulo 8.
229
Pelagatti, Oriana Inés, «Política y religión en la frontera sur… op. cit., pp. 87-88.
97
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
98
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TERCERA PARTE
99
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
CAPÍTULO 5
EN LA DÉCADA DE 1780
Nos ocuparemos aquí de las relaciones interétnicas entre los grupos indígenas y
los hispanocriollos vinculados al espacio fronterizo de la Gobernación Intendencia,
particularmente en la jurisdicción de Mendoza. Para caracterizar el mundo indígena hemos
recuperado investigaciones de especialistas, principalmente de aquellos que trabajan desde
una perspectiva etnohistórica. Esto nos permitió sistematizar problemas en el abordaje del
mundo indígena y nos sensibilizó en la lectura de las fuentes. El no realizar una interpretación
lineal y simplista de los complejos procesos de cambios que operan en él nos posibilitó así
una mejor comprensión de las políticas de frontera llevadas adelante en estos espacios.
No es nuestra intención aquí realizar un análisis etnohistórico, sino hacer hincapié
en las relaciones entre los diferentes actores en juego y, eventualmente, en el interior de los
grupos indígenas. Trataremos de reconstruir ciertas características sobre su territorialidad
y liderazgo, en la medida en que esto nos permite descifrar las relaciones entre la sociedad
indígena y la hispanocriolla y entender el rol de los grupos indígenas en ellas.
Un acuerdo tácito en los estudios de los grupos indígenas de la región pampeana
y norpatagónica es que para entender a dichas sociedades es necesario tener en cuenta las
múltiples y complejas relaciones que existían entre estos grupos con la Araucanía y con esa
sociedad hispanocriolla.230 Asimismo, ya no es motivo de debate el tópico de que tanto los
230
Mandrini, Raúl, «Hacer historia indígena: el desafío a los historiadores», en Mandrini, Raúl y Paz, Carlos
(comp.), Las fronteras hispanocriollas del mundo indígena latinoamericano en los siglos XVIII-XIX. Un estudio
comparativo, IEHS, CEHiR y Universidad Nacional del Sur, Neuquén, 2003, p. 19; León Solís, Leonardo,
Maloqueros y conchavadores…, op. cit.
100
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
grupos indios como las relaciones de frontera fueron objeto de transformaciones a lo largo
del período colonial y en el republicano.
Sabemos que en todo el continente americano, los contactos con españoles y las
diversas influencias integradas por los bienes materiales, el uso del ganado, los nuevos
cultivos y las enfermedades europeas alteraron las sociedades indígenas independientes.
Como consecuencia, algunos grupos humanos desaparecieron por la acción de las epidemias
o por haber sido derrotados militarmente; pero como planteaba Weber, otros grupos «no
sólo sobrevivieron sino que se reinventaron y fortalecieron sus sociedades».231
Una de las líneas desarrolladas, en la perspectiva de análisis orientada a recuperar
la dimensión histórica de los pueblos nativos, está centrada en los procesos de etnogénesis
por los que transitaron los distintos grupos aborígenes, que remiten a la emergencia física
de nuevos grupos políticos a causa de la llegada de los europeos. Retomada por otros
estudiosos norteamericanos, la noción de etnogénesis experimentó un cambio semántico
en los últimos tiempos, tendiendo a caracterizar procesos diversos de transformaciones, no
sólo políticas sino también de formas de definición identitarias.232 En términos de Boccara:
«los estudios recientes pusieron el énfasis en las capacidades de adaptación y de creación de
las sociedades indígenas y empezaron a considerar la posibilidad de que nuevas
configuraciones sociales se dibujaran no sólo a través de los procesos de fisión y fusión sino
también vía la incorporación de elementos alógenos y mediante las consecutivas
modificaciones en las definiciones del Self».233
Para reflexionar sobre las relaciones interétnicas y la política de frontera, también
nos ha resultado muy sugerente la categoría propuesta por Ferguson y Whitehead de «zona
tribal», definida como un área geográfica continuamente afectada por la proximidad de un
estado, pero que no se encuentra bajo su administración directa. El fenómeno de la
«tribalización» fue una respuesta frecuente de los grupos basados en relaciones de parentesco
a las presiones de las sociedades-Estado en contacto. El impacto que produjo el estado
sobre estas poblaciones puede verificarse a través de una dinámica de coerción y seducción.
231
Weber, David, Bárbaros…., op. cit., p. 87.
232
Ratto, Silvia, Dossier: «Resistencia y adaptación entre los grupos indígenas de Pampa y Patagonia…, op. cit.;
Boccara, Guillaume, «Frontera, mestizaje y etnogénesis…», op. cit.
233
Boccara, Guillaume, «Frontera, mestizaje y etnogénesis… op. cit., p. 75.
101
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
5.1 El mundo indígena en la frontera sur del Virreinato del Río de la Plata
234
Ferguson, B; Whitehead N. (eds), War in the Tribal Zone, Santa Fe. New Mexico, School of American
Research Papers, 1992, en Ratto, Dossier: «Resistencia y adaptación…», op. cit.
235
Nacuzzi, Lidia, Identidades impuestas…, p. 20.
102
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
nombres es el de reproducir acríticamente los que leemos en las fuentes, sin considerar los
criterios y las lógicas con las que los amanuenses (agentes coloniales: autoridades militares
de la frontera, gobernadores, etc) designaban e identificaban a esos grupos. En tal sentido,
la noción de «identidades impuestas» propuesta por Nacuzzi nos resulta sumamente válida
a la hora de examinar las fuentes. Esta autora sostiene que ni «auca»,236 ni «pampa», ni
«tehuelche» eran expresiones usadas como gentilicios sino que eran meros rótulos. Los
cronistas nombraban así a los grupos, a grandes rasgos, por su ubicación geográfica, por
sus relaciones con otros grupos, y probablemente también por su lengua. No se trataba
sólo de autoidentificaciones, de identidades contrastantes,237 o de identidades virtuales
puestas en juego por los indios. Nacuzzi sostiene que el blanco tuvo mucho más
protagonismo al otorgar o imponer identidades con fines puramente prácticos para las
anotaciones administrativas y/o políticas.238
Haciendo esta salvedad y en tanto no es mi objetivo realizar un estudio de los
grupos étnicos en sí mismos, sino analizar las relaciones que involucraron el universo de
conflictos, negociaciones y acuerdos tomaré necesariamente las nomenclaturas que dan las
fuentes y la bibliografía consultadas, pero intentando identificar los grupos o subgrupos
existentes, a partir de los datos de los caciques a los que éstos respondían y procurando, en
la medida que las fuentes lo posibiliten, situar la territorialidad en la que se desarrollaron
las acciones.
Dentro del panorama general de los grupos y subgrupos indígenas y los territorios
en que se desplazaban, sabemos que al oeste de la cordillera habitaba la etnia «mapuche»,
que no aparece mencionada con este nombre hasta la segunda mitad del siglo XVIII, ya
que anteriormente estos grupos fueron denominados como «araucanos» –por vivir en el
Arauco– o como «reche». La expresión «mapuche» hacía referencia más bien, a un conjunto
étnico que emergió como consecuencia de un profundo proceso de transculturación en el
período colonial tardío. En términos de Boccara, los contactos entre indígenas e hispano-
criollos ocasionaron importantes cambios en la organización social de los grupos indígenas
236
El vocablo auca (o auka), se trataba de una adjetivación aplicada por los hispanocriollos a quienes se rebelaban
frente al avance conquistador primero y contra el poder colonial más tarde.
237
Cardoso de Oliveira (1971) en Nacuzzi, Lidia, Identidades impuestas, (op. cit.), p. 124.
238
Ibid, p. 131.
103
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
239
Cfr.: Boccara, Guillaume, «Análisis de un proceso de etnogénesis: el caso de los reche-mapuche de Chile en
la época colonial» en Memoria Americana. Cuadernos de Etnohistoria, N° 7, Instituto de Ciencias Antropológicas,
FFyL, UBA, 1998, pp. 11-27.
240
Palermo, Miguel Ángel, «La innovación agropecuaria…, op. cit., pp. 343-382.
104
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
241
Ibid, p. 44.
242
Ibid, pp. 77-78.
243
Ratto, Silvia, Indios y cristianos…, op. cit., pp. 36-39, León Solís, Leonardo, Maloqueros y conchavadores …,
op. cit.
244
Ibid, pp. 37-38 y Villar, Daniel y Jiménez, Juan Francisco, «La tempestad de la guerra…, op. cit, p. 124. Los
conflictos interétnicos de esta región en el período tardocolonial también son abordados por el historiador
chileno Leonardo León Solis, quien los denomina «guerras intestinas». León Solís, Leonardo, «La corona española
y las guerras intestinas entre los indígenas de la Araucanía, Patagonia y Las Pampas, 1760-1806», Nueva Historia.
Revista de Historia de Chile, Año 2, N° 5, Londres, 1982, pp. 31-67.
105
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
con el objetivo de asentarse en los territorios de Neuquén, Río Negro y las sierras ubicadas
al sur de la actual provincia de Buenos Aires.245 Este proceso se conoce como «araucanización»
e implicó el establecimiento paulatino de indios originalmente chilenos, en algunos puntos
del actual territorio argentino, y también la incorporación por parte de las poblaciones
locales de un conjunto de rasgos culturales de ese origen. Como resultado de este proceso,
a mediados del siglo XIX se hallaba conformada una extensa unidad lingüística y cultural
indígena, que se prolongaba desde la costa del Pacífico en Chile central, hasta el territorio
bonaerense por el oriente.246
Entendemos que estos desplazamientos no se pueden explicar de manera unívoca.
Una de las razones que los produjo está asociada al interés por controlar el abastecimiento
de ganado al este de la cordillera. León Solís señala que desde finales del siglo XVII y
comienzos del XVIII, los cazadores de la Araucanía se dirigieron simultáneamente a la
apropiación de los ganados que circulaban en la Pampa y de los ganados mansos de las
estancias de Buenos Aires, San Luis, Córdoba y Mendoza, a causa de la extinción del
ganado cimarrón.247
Asimismo, particularmente desde 1750 en adelante, se hicieron evidentes los
movimientos migratorios hacia el este de la cordillera con el propósito de instalar bases en
el País del Monte o Mamil Mapu.248 Éste fue uno de los resultados de la guerra interétnica
y faccional, desencadenada por acciones militares y políticas entre los diversos niveles de
liderazgos y que afectaron al conjunto de la sociedad mapuche.249 En efecto, Villar y Jiménez
245
León Solís, Leonardo, «La corona española y las guerras intestinas…, op. cit., p. 31.
246
Mandrini, Raúl J., «Guerra y paz en la frontera bonaerense durante el siglo XVIII», Revista Ciencia Hoy, Vol.
4, N° 23, 1993, p. 28.
247
León Solís, Leonardo, Maloqueros y conchavadores…», (op. cit.), p. 26.
248
Mamil Mapu o Mamuel Mapu significa País del Monte en Mapu dungum, lengua de los reche-mapuche de la
Araucanía. Los habitantes de ese territorio también eran llamados pampas por los españoles de Mendoza,
huilliches por los pehuenches, huilliches orientales o «de las Pampas» por los chilenos españoles (para diferenciarlos
de los huilliches que vivían al sur del río Toltén) y a sí mismos se denominaban Ranqueles o Ranquelches.
Roulet, Florencia, «De cautivos a aliados. Los «indios fronterizos de Mendoza…», (op. cit.), p. 202. Además en
los documentos vinculados al tratado suscrito en Córdoba en 1796 se los denominaba ranquelches por parte de
los hispanocriollos.
249
Para el desarrollo de estos conflictos remitimos a: León Solís, Leonardo. «Guerra y lucha faccional en la
Araucanía (1764-1777)». [Artículo]. En Proposiciones Vol.24. Santiago de Chile: Ediciones SUR, 1994. Obtenido
desde: http://www.sitiosur.cl/r.php?id=508. [Consultado en: 07-02-2012]
106
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
han señalado que el Mamil Mapu constituía un extenso espacio alejado de las fronteras
coloniales –región al sur de las actuales provincias de San Luis y Córdoba–, libre de los
controles inmediatos que la sociedad colonial pudiera ejercer, y escasamente habitado por
indígenas, y por lo tanto, ofrecía buenas perspectivas de convertirse en una suerte de tierra
de promisión. Se trata del monte pampeano –con preeminencia del caldén y del algarrobo–
, que se extiende bajo la forma de una cuña orientada del noroeste al sudeste, sobre todo al
oriente del sistema fluvial actualmente denominado Atuel-Salado-Cahdileuvu-Curaco,
afluente del Río Colorado, y va desapareciendo gradualmente al encontrarse con la pampa
bonaerense.250 Los grupos que habitaban en el Mamil Mapu se dedicaban al pastoreo de
ganado caprino, ovino, bovino y yeguarizo, así como a la recolección y a la caza. Según las
investigaciones de Jiménez y Alioto, a finales del siglo XVIII también producían diversas
especies de cultivos como el maíz, zapallo, sandías y melones.251
Desde esa región se tornaba posible acceder a las áreas fronterizas que lo bordeaban
y sus dependencias: Mendoza, San Luis, Córdoba. A lo largo de cuatro décadas, entre
1750 y 1790 se constituyeron diversos cacicatos en el Mamil Mapu, predominantemente
caracterizados por su beligerancia y enfrentamiento con los españoles, como los de Paillatur
y su hermano Llanketruz. Ancan Amun, cacique de los pehuenches del Malargüe, (en la
primera etapa de su carrera política), por ejemplo.
En cuanto a las «etiquetas», aclaramos que el nombre genérico de «indios de Chile»
fue reemplazado por «huilliches» y «llanistas», mientras que en la frontera de Cuyo surgían
los «ranquelches» y los «aucas».252
En Mendoza, el límite geográfico que marcaba el comienzo del territorio indígena
era el río Diamante, que corría unos 100 Km. en línea recta al sur de San Carlos. El
territorio de los «pampas» estaba situado entre los ríos Diamante y Atuel, prologándose
250
Francisco Jiménez, «Un Argel disimulado. Aucan y poder entre los corsarios de Mamil Mapu (segunda mitad
del siglo XVIII)», en Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2005, [En línea], Puesto en línea el 09 febrero
2005. URL : http://nuevomundo.revues.org/656. Consultado el 28 enero 2012.
251
Jiménez, Juan Francisco y Alioto, Sebastián, «‘Que ningun desgraciado muera de hambre’: agricultura,
reciprocidad y reelaboración de identidades entre los ranqueles en la década de 1840", Mundo Agrario. Revista
de estudios rurales, vol. 8, N° 15 , Centro de Estudios Históricos Rurales, Universidad Nacional de La Plata,
segundo semestre de 2007.
252
León Solís, Leonardo, Maloqueros y conchavadores…», (op. cit.), p. 68.
107
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
hasta el río Desaguadero o Salado. Roulet supone que esta designación de «pampas» se
aplicó en la segunda mitad del siglo XVIII de modo generalizado, a todos los grupos de
origen «puelche» («gente del este») cuyo hábitat era la llanura pampeana, por oposición a
los habitantes del piedemonte andino, que en esos años eran los «pehuenches» (gentes del
piñón o del pehuén).253
Los «pehuenches» habitaban en los bosques de araucarias que recubren las laderas
de la cordillera, entre los 900 a los 1500 metros de altura, tanto al este como al oeste de los
Andes, entre los 36° y los 39° de latitud sur254 y ocupaban ambas vertientes de la cordillera.
La importancia que revestía esa región estaba dada porque albergaba unos once pasos
situados a alturas de entre 1.700 y 2.400 metros (más bajas que los pasos mendocinos más
septentrionales). Los pehuenches de ambas vertientes estaban muy vinculados por el
parentesco, el comercio y su pertenencia a un mismo pueblo, pero cada uno mantenía su
propia organización política.
Los pehuenches se ocupaban fundamentalmente de la recolección de piñones
(recurso central en su alimentación), pero también eran cazadores de guanacos y ñandúes.
Ellos habían diversificado su patrón de subsistencia gracias a los nuevos bienes introducidos
en la región por la presencia de los hispanocriollos (particularmente equinos, vacunos,
ovinos y caprinos) y se habían especializado en el comercio con las ciudades fronterizas de
Chile. En la década de 1770 se dedicaban sobre todo al pastoreo de ganado, a la fabricación
de textiles y a la recolección de sal, yeso y brea en los yacimientos de la vertiente oriental de
los Andes. Regularmente participaban también junto con otros grupos en los malones
contra las estancias fronterizas de Mendoza hasta Buenos Aires.
Roulet sostiene que probablemente la transformación de los pehuenches en
criadores de ganado fue lo que los impulsó a buscar tierras más propicias para el pastoreo.
A mediados del siglo XVIII, un grupo de pehuenches abandonó los bosques de araucarias
y cruzó el río Neuquén hacia el norte, para instalarse en los valles de la región de Malargüe
en cuyas nacientes de ríos se encontraban zonas de pastizales aptas para el pastoreo del
253
Roulet, Florencia, «De cautivos a aliados. Los «indios fronterizos de Mendoza (1780-1806)» en Xama, 12-
14, Mendoza, 1999-2001, p. 200.
254
Roulet, Florencia, «De cautivos a aliados…, op. cit., p. 203.
108
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
ganado en verano. Para entonces, el cacique principal de los pehuenches de Malargüe era
Ancán Amún.255
Estos desplazamientos y reacomodamientos generaron conflictos pero también
animaron alianzas tanto en el universo indígena como entre ellos y la sociedad colonial.
255
Ibid, p. 203. Para otra hipótesis sobre las causas del desplazamiento de los pehuenches a Malargüe ver:
Jiménez, Juan F., «Guerras inter-tribales y economía en la Cordillera de los Andes (1769-1798). El impacto de
los conflictos sobre la economía de los pehuenche de Malargüe», en Revista Frontera, Temuco (Chile), 16, 1997,
pp. 41-51.
256
Levaggi, Abelardo, Paz en la frontera. Historia de las relaciones diplomáticas con las comunidades indígenas en
la Argentina (siglos XVI-XIX), Universidad del Museo Social Argentino, Buenos Aires, 2000, pp. 17-28.
257
Boccara, G., «El poder creador: tipos de poder y estrategias de sujeción en la frontera sur de Chile en la época
colonial», Anuario de Estudios Americanos, LVI-1, 1999, pp. 65-94.
109
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
regalos, las exploraciones de reconocimiento, etc., que les permitía a éstos conocer las
regiones que aún no habían podido controlar.258
Los tratados y parlamentos también han sido examinados colocando la mirada en
la reconstrucción de la versión indígena de las relaciones diplomáticas, entendiendo como
Roulet, que en ellas se producía un encuentro de dos tradiciones: la escrita y la oral, y que
en la frontera sur del imperio colonial hispanoamericano, ambas tradiciones se representaron
en el Parlamento, una «institución de carácter híbrido y transcultural».259 Otros autores,
como Tamagnini y Pérez Zavala, han analizado los tratados de paz como un instrumento
de relacionamiento interétnico, que daba cuenta del reconocimiento mutuo político y
territorial de las sociedades involucradas.260
Al hacer referencia a la diplomacia, hablamos de parlamentos, juntas, tratados y
actas como los instrumentos representativos de ella y como su cristalización. En rigor, el
parlamento constituye un aporte de la sociedad indígena y era una respuesta pantribal
cuando un conflicto afectaba a varios linajes y su tratamiento requería una respuesta en
común.261 Los parlamentos a los que usualmente hacen referencia las fuentes, eran encuentros
de hispanocriollos e indígenas, en los cada parte realizaba sus peticiones (o imposiciones)
y exponía de forma oral sus argumentos.
En la cultura de los grupos indígenas era sumamente importante el cultivo de la
oratoria apelando a la negociación y al convencimiento, como alternativa a la imposición
o a la violencia.262 Sin embargo, entendemos que no se debe subestimar el significado
simbólico y material que revestía el documento escrito para los líderes indígenas. Así, en
258
Nacuzzi, Lidia R., «Tratados de paz, grupos étnicos y territorios en disputa a fines del siglo XVIII», en
Investigaciones Sociales, Año X, N° 17, UNMSM/IIHS, Lima, 2006, pp. 452-453.
259
Roulet, Florencia, «Con la pluma y la palabra. El lado oscuro de las negociaciones de paz entre españoles e
indígenas», en Revista de Indias, 2004, Vol. LXIV, No. 231, pp. 313-348. pp. 313-314.
260
Tamagnini, Marcela y Pérez Zavala, Graciana, «El tratado de paz de 1796: entre la delimitación de la frontera
sur cordobesa y el reconocimiento político de los ranqueles», en Sociedades de Paisajes Áridos y Semi-áridos, Año
I, V. I, UN de Río Cuarto, Diciembre de 2009, pp. 167-184.
261
Méndez Beltrán, Luz M., «La organización de los parlamentos de indios en el siglo XVIII», en Villalobos,
Sergio, et. al., Relaciones fronterizas en la Araucanía, Ediciones Universidad Católica de Chile, 1982, pp. 107-
174.
262
Lázaro Ávila, Carlos, «Parlamentos de paz en la Araucanía y las Pampas: una visión comparativa (1640-
1820), en Memoria Americana. Cuadernos de Etnohistoria, N° 7, Instituto de Ciencias Antropológicas, FFyL,
UBA, 1998, p. 35.
110
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
263
AHM, EI, Sección Gobierno, 1814, Dcto. 46, Carpeta 235, correspondencia José de Susso a San Martín.
264
Por ejemplo, el Gobernador de Chile, Agustín de Jáuregui en León Solís, Leonardo, Maloqueros y
conchavadores…, op. cit., pp. 146-147; ejemplo de José F. de Amigorena en Roulet, Florencia, «De cautivos a
aliados…, op. cit., p. 224. Los esfuerzos hechos por las autoridades coloniales para lograr que estos agasajos y
regalos, que consistían en provisiones, utensillos de hierro, tabaco, animales, bebidas, etc., fuesen
institucionalizadas, se remontan a 1785, fecha en que Sobremonte abogaba en su favor argumentando que
«desde que esto se halla establecido, no ha habido hostilidades...» Sobremonte a Loreto, 1785, en BL-ADD-
MS.Eg. Ms. 1815, f. 288 v., citado por León Solís, Leonardo, «La corona española y las guerras intestinas…, op.
cit., p. 42.
265
Lázaro Ávila, Carlos, «Parlamentos de paz en la Araucanía y las Pampas…, op. cit., p. 35.
111
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
carácter de legalidad. La mayoría de ellos eran escritos lacónicos, en los que se enumeraba
formalmente los acuerdos negociados y finalmente eran rubricados por la parte
hispanocriolla presente en el acto. También hubo tratados firmados por representantes de
los indios o por los caciques, con una cruz.266
Los acuerdos no necesariamente se plasmaban en el papel y es posible conocer
algunos de ellos porque posteriormente fueron reproducidos en cartas o en diarios por
personajes que lo llevaron a cabo, o por testigos. En ese sentido, y a pesar de que en
Córdoba el primer tratado formal es de 1796, hemos encontrado en las fuentes que
funcionarios del fuerte de Punta del Sauce habían requerido anteriormente a las autoridades,
en 1774,267 el servicio de lenguaraces y justificaban gastos para la remisión de regalos a los
caciques, lo que evidencia la existencia de acuerdos no formales previos, en la dinámica de
las relaciones fronterizas en esta jurisdicción.
Desde nuestra perspectiva, consideramos los registros de parlamentos y tratados
como herramientas que permiten sobre todo desplegar problemas, pero que en sí mismos
plantean serios límites para la interpretación de las relaciones interétnicas, porque sabemos
que silencian y excluyen cuestiones deliberadamente, cuando no falsifican o informan de
manera sesgada algunas situaciones en particular. Este es un problema metodológico no
sólo para el estudio de sociedades indígenas soberanas sino para el abordaje de las fuentes
documentales de la historia indígena americana en general.268 Esto hace necesario recurrir
a la confrontación de estas fuentes con otras y a la consulta de bibliografía que posibilite
un acercamiento más fidedigno a lo que efectivamente se estaba negociando y a las
motivaciones de las partes involucradas.
Somos concientes además, que las fuentes para reconstruir las relaciones con la
sociedad indígena, en general proveen información sumamente fragmentada y por supuesto
parcializada. Asimismo, quedan enormes lagunas sobre las relaciones que existían tierra
adentro, así como sobre los procesos y los conflictos entre los grupos indígenas y sus líderes.
266
Ibid, p. 37.
267
AHPC, Escribanía I, Legajo 378, año 1774, Expte. 13.
268
Entre otros se puede consultar: Platt, Tristan y Quisbert, Pablo: «Conociendo el silencio y fundiendo horizontes:
el encubrimiento del encubrimiento de Potosí», en Historia y Cultura N° 33, 2008, pp. 1-21. Sobre el caso de la
frontera ver: Roulet, Florencia, «Con la pluma y la palabra…, op. cit.
112
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Teniendo en cuenta estos recaudos, los aspectos que se pueden analizar en las
relaciones hispano-indígenas son múltiples y no nos es posible abarcarlos en su totalidad.
Sistematizaremos aquí el corpus documental consultado teniendo en cuenta las motivaciones
de las partes para la negociación y consideraremos singularmente los aspectos militares,
comerciales, informacionales y políticos que brindan las fuentes.
Debemos aclarar que la pregunta que nos guía en la lectura de los documentos
está vinculada a las motivaciones del estado colonial –representado por los agentes militares
y/o políticos– para situarse, en ciertas coyunturas del proceso, en un lugar de mediación en
los conflictos inter e intraétnicos, procesos que analizaremos desde una figura emblemática
como es la del Comandante José Francisco de Amigorena, como ya veremos.
Nos hemos referido anteriormente a que la frontera del sur mendocino constituía
un espacio en donde indígenas y españoles circulaban en ambos sentidos. Se podía considerar
esta frontera como una franja fluctuante y de transición, sólo marcada por la presencia del
ganado español, con períodos en los que cambiaban las relaciones interétnicas lo que
implicaba avances y retrocesos en el comercio con el este.
En la década de 1770, a pesar de haberse instalado allí el fuerte y Villa de San
Carlos, tuvo lugar un período de creciente conflictividad. Éste duró hasta el paulatino
establecimiento de las prácticas diplomáticas, que se materializaron en parlamentos y tratados
con las distintas parcialidades indígenas desde la década de 1780 y que persistieron hasta el
siglo XIX.
Hablar de relaciones interétnicas en la frontera de la Gobernación Intendencia de
Córdoba nos remite necesariamente a la figura del militar José Francisco de Amigorena,
cuya actuación en Mendoza comenzó en 1771 como Capitán de la Compañía de Caballería
y Milicia del partido de Abajo. En 1778 el virrey Cevallos lo designó como Maestre de
Campo de milicias de las juridicciones de Mendoza y San Juan y en el mandato del virrey
113
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Vértiz (1778-1784) se le sumó el mando de las milicias de San Luis, con el título de
Comandante de Frontera y Armas.269
Como la mayoría de los burócratas borbónicos, Amigorena produjo abundante
material escrito, principalmente por la correspondencia que mantuvo con autoridades
como el Gobernador Intendente Sobremonte, los sucesivos virreyes del Río de la Plata, así
como con militares, Gobernadores Intendentes y funcionarios del Reino de Chile. También
lo hizo con el Cabildo de Mendoza y con los ministros de la Real Hacienda de esa
jurisdicción. Asimismo, Amigorena mantuvo frecuentes intercambios epistolares con sus
subalternos: militares de la frontera establecidos en el fuerte y Villa San Carlos y con los
emisarios, que de manera regular se internaban tierra adentro, en las tolderías de los indios
amigos y/o realizaban expediciones militares.
En la primera etapa de su gestión como Comandante de Armas y Frontera, la
actividad de Amigorena se concentró en la realización de campañas militares de carácter
ofensivo, con el objetivo de obligar a los pehuenches a negociar. En efecto desde 1779, el
Comandante de Armas de Mendoza llevó adelante una serie de acciones punitivas pero
luego inició y mantuvo un proceso de relaciones pacíficas, en una primera etapa, con los
pehuenches de Malalgüe (1780-83) y luego con los pehuenches de los Piñones, en1787.270
En el «Diario de la expedición…» de 1780, correspondiente a la tercera campaña
a su cargo, Amigorena relataba los resultados de los ataques a las tolderías del Campanario:
«[…] De los enemigos murieron 106, en que se deben contar algunas mujeres y
chicos, que en la confusión no se pudo evitar su estrago; y hubiera sido total, a no
contener yo el justo despique de los nuestros […] Se ha tomado 123 prisioneros
entre mujeres, niñas y niños de 10 a 11 años para abajo; y de las primeras una
nieta del cacique Guentenau, que ya era reconocida entre ellos por cacica, aunque
soltera […] Se les han tomado 99, entre caballos y yeguas, 17 vacas lecheras,
1.114 ovejas, 200 cabras, que unas y otras se les dieron de raciones a nuestra gente
[…] No se ha traído indio grande alguno, porque los que no pudieron escaparse
en la acción (que fueron pocos) quisieron más bien morir que entregarse […]»271
269
Torre Revello, José, Aportación para la biografía del Maestre de Campo Don José Francisco de Amigorena,
Mendoza, 1958-1959, pp. 12-13.
270
Roulet, Florencia, «De cautivos a aliados…», op. cit., pp. 203-207.
271
José Francisco de Amigorena, «Diario de la expedición, que de orden del excelentísimo señor virrey acabo de
114
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
hacer contra los indios bárbaros pehuenches», en De Angelis, Pedro (comp.), Viajes por las costas de la Patagonia
y los campos de Buenos Aires. Informes, diarios y cartas de viajeros (s. XVIII), Ediciones Continente, Buenos Aires,
2007, p. 153.
272
Roulet, Florencia, «De cautivos a aliados…, p. 203.
273
Recordemos que Ignacia Guentenau, esposa del cacique Roco, era una de las cacicas que en 1805 integraría
el grupo fundador de Villa San Rafael.
274
AGN IX, 24-1-1 en Roulet, Florencia, «De cautivos a aliados…, p. 206.
275
Ibid, p. 206.
115
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
276
Ibid, pp. 206-207.
277
Ibid, p. 207. Unos años después, en 1794, el cacique Carilef, que vivía en esta reducción del Valle de Uco,
comunicaba que tenía «sus establecimientos de casas firmes». AHM, EC, Sección Indios, 1794, Carpeta 30,
Dcto. 11.
116
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«ahora conoceran lo que el les decia que los cristianos sus amigos eran unos falsos
que no los habian de favorecer jamás y que le dijeran a Amigorena y a su gente
mendocina que eran unos flojos cobardes y que los aguardaban en su tierra cuando
quisiese y que fuesen muchos para que dejasen bastante despojos para los ríos…»279
278
Ver: Jiménez, Juan Francisco, «El sino de un ‘corsario’. Llanquetruz», en Mandrini, Raúl (ed.), Vivir entre dos
mundos. Las fronteras el sur de la Argentina. Siglos XVIII y XIX, Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2006, pp. 73-
93 y Villar, Daniel y Jiménez, Juan Francisco, «La tempestad de la guerra…, op. cit., pp. 123-171.
279
Esquivel Aldao a Amigorena, AHM, Militares, 1787, carpeta 4, Leg. 11, Dcto. 64, en Morales Guiñazú,
Fernando, Primitivos habitantes de Mendoza, Best Hermanos, Mendoza, 1938, pp. 226-228.
280
Villar, Daniel y Jiménez, Juan F., «Botín, materialización ideológica y guerra en las Pampas, durante la
segunda mitad del siglo XVIII. El caso de Llanketruz», en Revista de Indias, vol. LX, núm. 20, 2000, p. 705.
117
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
partir de allí, la ofensiva militar contra los huilliches estaría a cargo de los pehuenches, con
un importante auxilio militar por parte de los mendocinos.281
En este contexto, se inscribe el parlamento realizado a orillas del río Salado
(continuación del río Desaguadero), solicitado por los pehuenches, «al uso y costumbre de
las fronteras del Reino de Chile» y en el participaron además de Pichintur y su hermano
Caniguan (a su vez hermanos del difunto Ancán Amún), el cacique principal de los
pehuenches de los Piñones, Currilipi, y primo de los anteriores, cada uno a su vez
acompañado por su comitiva de capitanejos, mocetones y «chusma».
Allí los indios, en la persona de Pichintur y Currilipi solicitaron: la asistencia en
su ofensiva contra huilliches y ranquelches; el auxilio con dos hombres de armas por un
mes para que residieran en las tolderías de Currilipi, con 300 indios de lanza. Currilipi
aclaraba que como en sus tolderías tenían 209 cautivos huilliches era muy probable que
éstos tratasen de rescatarlos. Asimismo, solicitaban que Amigorena realizara gestiones con
el gobernador de Penco, en Chile, –que estaba más cerca que Mendoza– para que los
auxiliara en caso de necesidad. En esta oportunidad, también pidieron el reconocimiento
de Pichintur como Gobernador de la Nación Pehuenche por parte de Amigorena, lo que
fue concedido por el Comandante de Armas.282
A su vez, los caciques se comprometieron a informar de cualquier noticia que
tuvieran de las intenciones de los enemigos y sobre sus movimientos, traer la cabeza de
Llanquetruz, cosa que luego cumplieron283 y evitar por todos los medios posibles que
Llanquetruz y los suyos invadieran la frontera.
281
Roulet, Florencia, «Guerra y diplomacia en la frontera de Mendoza: …op. cit., p. 79.
282
Parlamento de indios del sud, copia en Morales Guiñazú, Fernando, Primitivos habitantes de Mendoza…, op.
cit., pp. 230-234, Documento 2 en Anexo Documental. Un análisis comparativo de las dos actas existentes de
este parlamento en Roulet, Florencia, «Con la pluma y la palabra. El lado oscuro de las negociaciones de paz
entre españoles e indígenas», en Revista de Indias, vol. LXIV, No. 231. 2004, pp. 331-337. Según esta autora, la
versión de Morales Guiñazú es la que Amigorena elevó a sus superiores y que muestra una imagen sumisa de los
indios, que se contradice con el hecho de que luego del incumplimiento de los tratados previos por parte de los
mendocinos y de su victoria sobre los Hulilliches, Pichintur y los suyos se encontraron en una posición de fuerza
que les posibilitó imponer condiciones.
283
Llanquetruz fue finalmente derrotado en 1788, en un ataque conjunto de pehuenches e hispanocriollos
chilenos. Currilipi obsequió su cabeza al Comandante de la plaza de Los Angeles. Villar, Daniel y Jiménez, Juan
F., «Botín, materialización ideológica…», op. cit., p. 706.
118
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«[…] antes de morir dicho Ancán Amun nombró a su hermano mayor llamado
Pichintur encargandole a su gente la subordinación que con el debía tener […]»285.
284
Nacuzzi, Lidia, Identidades impuestas… op. cit., p. 184.
285
Morales Guiñazú, Fernando, Primitivos habitantes de Mendoza…, op. cit., p. 234.
286
Roulet, Florencia, «De cautivos a aliados…, p. 217. La autora señala que para los casos de caciques de menor
jerarquía como los «fronterizos», gradualmente Amigorena intervino de manera más activa, a fin de que recayera
la elección en un cacique de absoluta lealtad hacia los españoles, como fue el caso de Carilef (cacique pehuenche
«fronterizo»), pp. 214-215.
287
Los indios amigos debían pasar por el Fuerte de San Carlos, avisando al Comandante que iban a pasar «a
hacer sus conchavos» a la ciudad. Puntualmente, el Comandante del fuerte avisaba a Amigorena sobre esto.
También los hispanocriollos que iban a comerciar a las tolderías debían contar con licencia, que les era otorgada
en Mendoza y debían pasar por el fuerte para dejar constancia de su habilitación.
119
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«Teniendo reconocido el grabe perjuicio que puede atraer el exceso que empieza
a introducirse de comerciar algunos sugetos con los indios que se hallan en paz
con esta frontera, singularmente llebandole vebidas y armas; he resuelto prohibirlo
absolutamente y encargar a V.M. que no permita pase persona alguna con estos
efectos y que si fuere necesaria para la conserbación de la amistad con ellos que
deve guardarse alguna condescendencia sea con conocimiento y precisa licencia
de V.M. para que se evita asi el mal que puede producir la prohibision de
aguardiente y la de armas sobre cuyo punto dejar prebenido a las justicias de esta
ciudad lo correspondiente y V.M. tomará sus medidas para el propio fin.»288 [13
de mayo de 1785 Sobremonte]
El problema del alcohol también era visto como tal por los mismos indios y es
significativo el pedido que en una oportunidad le hicieron las mujeres a Amigorena:
«Han representado los casiques Francisco Carilef, Marcos Goyco, y algunas indias
de las que han benido sobre que se impidan a los guincas la introducion de licores
a sus toldos por que de esto nace de que ademas de las peleas que tienen unos con
otros hiriendose, resulta también el que quedan tan pobres que no les quedan
auxilios con que poder comprar mantencion y pasan sus hijos y mugeres muchas
necesidades.[…]»289
«No ha querido el casique Carilef moberse de aqui sin que primero escriva a V.M.
pidiendo le que atienda a su hijo Guinchao que ba para esa con tres cargas de sal
a cambalacharlas por granos que no tienen que comer y por darle gusto lo hago
asi.[…]»290
Sin dudas, todos estos intercambios generaban activas relaciones económicas, que
en general no son mencionadas en las actas de los parlamentos.
Debido a que en teoría, para comerciar a uno u otro lado de la frontera era necesario
portar licencias, las correspondencias sobre éstas dan cuenta de las prácticas comerciales,
288
AHM, EC, Gobierno, Carpeta 50, Dcto.5, 1784. Sobremonte a Vicente Jiménez.
289
AHM, EC, Sección Militar, 1803, Carpeta 71, Dcto. 76. Morel a Ansay.
290
AHM, EC, Sección Militar, 1798, Carpeta 71, Dcto. 30, Morel a Amigorena.
120
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
291
Roulet, Florencia, «De cautivos a aliados…», op. cit., p. 221.
292
Jiménez sostiene que una de las razones que cimentaron la relación entre pehuenches e hispanocriollos fue la
posibilidad de los primeros de proveerse de trigo y cebada en tanto sustituyeron el consumo de los piñones y sus
harinas, luego del abandono de las piñoneras debido a la presión ejercida por los grupos huilliche. Jiménez, Juan
F., «Guerras inter-tribales y economía en la Cordillera de los Andes (1769-1798). El impacto de los conflictos
sobre la economía de los pehuenche de Malargüe», en Revista Frontera, Temuco (Chile), 16, 1997, pp. 41-51.
293
Roulet, Florencia, «De cautivos a aliados…,», op. cit., p. 221. Para un examen de la relación cultura-mercancías
ver Appadurai, Arjun (ed.), La vida social de las cosas. Perspectiva cultural de las mercancías, Grijalbo, México,
1991 [1986].
121
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
CAPÍTULO 6
122
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Sin embargo para la década de 1790, coincidimos, con algunos matices, con el
enfoque de Leonardo León Solís,294 quien ha señalado que la política de la administración
borbónica buscó pacificar las disputas entre indígenas para evitar la inestabilidad en la
frontera, en tanto ésta provocaba fuertes desajustes en el funcionamiento económico de
sus comunidades, obligando a los indios a invadir con mayor frecuencia las haciendas
españolas. Muy cercano a esta visión, Villar y Jimenez295 han argumentado que en la medida
en que los conflictos inter e intraétnicos afectaran el control de los circuitos de intercambio,
el evitarlos revestía interés para los hispanocriollos, no sólo por la cercanía de la ruta comercial
sino también por el tráfico intra-étnico orientado hacia el comercio fronterizo, que sin
duda se veía afectado si había conflictos bélicos.296
6.1. Los agentes coloniales en los auxilio militares «al modo del reino de Chile» (1790-
94)
294
León Solís, Leonardo, «La corona española y las guerras intestinas entre los indígenas de la Araucanía,
Patagonia y Las Pampas, 1760-1806», Nueva Historia. Revista de Historia de Chile, Año 2, N° 5, Londres, 1982,
pp. 31-33.
295
Villar, Daniel y Jiménez, Juan Francisco, «La tempestad de la guerra: conflictos indígenas y circuitos de
intercambio. …», op. cit., pp. 132-133.
296
Una lectura distinta de las anteriores es la de Roulet, quien analiza la frontera mendocina en las últimas
décadas coloniales, y advierte que las políticas coloniales oficiales se orientaron allí a fomentar las enemistades
entre diferentes pueblos indígenas «haciéndose de aliados que realizaran por ellos el trabajo sucio de limpiar los
territorios contiguos a la línea de frontera». Roulet, Florencia, «Guerra y diplomacia en la frontera de Mendoza…»,
op.cit., p. 77).
123
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«hombres de armas de fuego», en tanto tenían noticias que el cacique Carapeya, «governador
de los Huiliches», iba a atacarlos.297 En esa oportunidad, el Gobernador Sobremonte habilitó,
en carta a Amigorena, que se les prestara el auxilio de 25 hombres:
«por el bien que resulta a esta frontera […] para que consiga el útil objeto de
auxiliarlos y el de resguardar nuestros puestos teniendo a los peguenches
agradecidos y sobstenidos contra aquellos enemigos».298
297
CDMPC, dcto. 3409, mayo 1790, Amigorena a Sobremonte.
298
AHM, Gobierno, Carpeta 51, Correspondencia de Córdoba a Mendoza, Docto. 24, 1790. Sobremonte a
Amigorena.
299
AHM, EC, Sección Militar, Carpeta 57, Dctos. 61, 62 y 67, 1790. Barros a Amigorena.
124
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«[…] al instante el con su familia me acompañaria, pero que viese no era factible
mover tanta gente, pues se hallan todos mui contentos en esta situación; y que
llevarian a mal que el casique principal los desamparase. Que Querulipi [Currilipi],
que se halla en el rio Cobunlegue distante de este corral a la parte del sur veinte y
cinco o treinta leguas, continuamente hace correr el campo, y que luego que
sienta el mas minimo rumor le avisara; de suerte que havra tiempo para avisar a
V.Md. a fin de que le favorezca y que imediatamente iba a despacharle correo con
la novedad que V.M. me comunica de la parte de Chile[…].»300
«[…] Currulipi me hizo entender por medio del interprete que el casique Naupaian
que se halla entre los Builiches [sic] imediato a la costa del mar, le havisó hace dos
meses, que varios casiques se aquella Nacion se estaban juntando para dar batalla;
pero que ignoraba a que parte se encaminarian: que le dice tambien que para
principios de verano piensa juntarse con el, a fin de solicitar paces con los españoles;
pues lo desea con vivas ansias, y que luego que lo consiga procurar el con todos
sus amigos destruir a los Vuiliches […].»302
300
AHM, EC, Sección Militar, Carpeta 57, Dcto. 62, 1790. Barros a Amigorena.
301
AHM, EC, Sección Militar, Carpeta 57, Dcto. 77, 1790. Barros a Amigorena.
302
AHM, EC, Sección Militar, Carpeta 57, Dcto. 77, 1790. Barros a Amigorena.
125
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
303
Los hispanocriollos denominaban «mocetones» a los indios guerreros.
304
AHM, EC, Sección Militar, Carpeta 57, Correspondencia de autoridades de Mendoza con la Comandancia,
Dcto.78, 1790. Barros a Amigorena. En esta carta Barros informaba sobre la llegada de un comerciante de
licores de Mendoza, que no había presentado licencia de Amigorena para venderlo.
305
AHM, EC, Sección Militar, Carpeta 57, Dcto.80, 1790. Barros a Amigorena. Los rumores y el conocimiento
de segunda mano son las formas características en las que circulan las informaciones en las sociedades en las que
la comunicación se canaliza principalmente a través de la oralidad.
306
AHM, EC, Sección Militar, Carpeta 57, Dcto. 80, 1790. Barros a Amigorena.
126
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Vemos así que en el marco de las relaciones diplomáticas en la frontera, las reuniones
que tenían lugar entre las autoridades o sus emisarios y los caciques pueden ser valoradas
como eventos políticos, tanto por los acuerdos realizados entre éstos y las autoridades
coloniales, como por los acuerdos que se daban entre los caciques de las diferentes
parcialidades.
El carácter personal de las relaciones que estableció el Comandante Amigorena
con los distintos caciques no debe llevarnos a pensar que éste actuaba sólo en forma
individual. Así, en esta coyuntura, la asidua correspondencia que éste mantuvo con la
máxima autoridad de la Gobernación Intendencia de Córdoba del Tucumán, Sobremonte,
muestran que el gobernador estaba al tanto y conocía al detalle lo actuado por Amigorena,
tanto en las relaciones del Comandante con los «caciques amigos», como en las que sostenía
con el Cabildo de Mendoza, tema conflictivo que desarrollaremos en el próximo capítulo.
En 1792, Pichintur y su hermano Caniguan reiteraron a los mendocinos la solicitud
de recibir auxilio de hombres para atacar a los huiliches. La conflictividad había aumentado
a causa de la muerte de Currilipi por parte de los huilliches.307 Nuevamente Sobremonte
autorizó la ayuda a Amigorena, porque convenía «a la defensa de las fronteras y a la
conservación de la amistad de estos peguenches el citado auxilio que en ocaciones semejantes
se les ha franqueado como igualmente se practica por el Reyno de Chile».308 Amigorena
señalaba que la muerte de Currilipi había significado una enorme pérdida para la defensa
de la frontera mendocina y había dejado muy expuestos a los pehuenches del Malargüe:
307
Además de la muerte de Currilipi, se sumaron las bajas de 81 hombres, 145 mujeres y niños, 200 cautivos,
y la pérdida de 3800 cabezas de ganado de toda especie. AHM, EC, Sección indios, Carpeta 30, Dcto. 4, 1792.
Amigorena a Bosa.
308
AHM, Gobierno, Carpeta 51, Dcto. 53, 1792. Sobremonte a Amigorena.
309
18-2-1792, Amigorena a Sobremonte, citado por Roulet, Florencia, «Guerra y diplomacia en la frontera de
Mendoza…», op. cit., p. 89.
127
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
A pesar del temor de los indios amigos de sufrir un ataque, éste no se produjo y
recién en marzo de 1794 se activaron nuevamente las solicitudes de apoyo cuando Barros,
desde el fuerte de San Carlos, le mandó correo a Amigorena, con las siguientes novedades:
«[…] Acabo de tener chasque de Pichintur los mismos que estan actualmente
sentados y vienen mandados de dicho Pichintur a havisarme han llegado a los
toldos de Roco, dos hombres y tres chinas que vienen de correos mandados del
casique Canapayun y de casique Carripilum [ambos en representación de huilliches
y ranquelches] y que estos vienen solicitando la paz con dicho Pichintur y que
este la comunique con V.S. y que para el dia de pasado mañana, me haguardan a
mi que baia con ocho o dies hombres a los toldos para salir acompañado con ellos a
recivirlos para que bean estos que tienen españoles entre si y que viben con los españoles,
lo mismo que si fueran unos todos y que la gente que llebe sea de fucil, para que
acompañe a mostrar el agrado que les causa la paz con dichos casiques. Y para yo
poder cumplir con este llamado espero la superior orden de VS en todo el dia de
mañana [...] También piden baia Carilef [cacique «fronterizo»] con su gente
acompañado conmigo[…]»310
Este correo hace referencia a los parlamentos que habían comenzado a sostener
huilliches y ranquelches con caciques pehuenches para negociar un acuerdo de paz, por
iniciativa de los primeros. En la solicitud de Pichintur, se manifestaba la intención de
exhibir ante los jefes huilliches, no sólo la amistad que ellos mantenían con los españoles,
sino también su asistencia militar y suponemos su fuerza, en tanto pedía gente de fusil.
310
AHM, EC, Sección Indios, 1794, Dcto. 7, Carpeta 30, Barros a Amigorena. El resaltado es nuestro.
311
AHM, EC, Sección Indios, 1794, Carpeta 30, Dcto. 11. (ver Documento 3 en Anexo Documental).
128
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
gobernador intendente, sobre los acontecimientos que se habían sucedido desde el mes de
marzo a mayo y particularmente daba cuenta del encuentro en San Carlos.
Según el informe del Diario, el Parlamento de 1794 fue sumamente concurrido:
se convocaron a él a los caciques pehuenches. Fueron diez, entre caciques y capitanejos a
saber: Pichintur, Caniguan, Roco, Gauyaquinao, Antipan, Curunau, Carilef y los capitanejos
Buenucal, Nancutipay, Bartolo Huelecal, todos con sus mozetones y chusma. También
participaron el Ministro contador de la Real Hacienda con otro miembro de la misma,
una escolta del Comandante, el cura y el juez de la Villa, además de un médico y del
personal militar del fuerte. Amigorena llegó a San Carlos y empezó a mantener los encuentros
con los indios desde el 17 de mayo, produciéndose el parlamento recién el 21, y el 22 éstos
comenzaron a retirarse.
En esa oportunidad, los caciques acordaron que se aceptaba la amistad y que se
suspendieran las hostilidades hasta «la luna de septiembre», para que los caciques de las tres
naciones formalizaran los tratados:
«[…] con la solemnidad y forma, que se executó el año pasado de 80 con nuestros
aliados pehuenches; y que es lo que ahora tambien se solicita con la precisa
condicion, de que una luna antes del termino estipulado, han de embiar noticia
al comandante de la determinacion de su salida.»
Roulet caracteriza a este encuentro como una puesta en escena, por el despliegue
realizado de comitivas, regalos, comida, bebidas, etc. –argumento con lo que acordamos.
Éste habría sido realizado para mostrar a los huilliches, que pehuenches y mendocinos
vivían en armonía y que ambos estaban muy conformes con esa amistad.
De la misma manera se puede interpretar la solicitud que hizo Pichintur de ir al
encuentro con Canapayun y Carripilum, como vimos recién, con la presencia de fusileros
hispanocriollos y con los indios de Carilef para mostrar su presunta fuerza en armas y
gente, con el fin de negociar con sus enemigos.
A nuestro entender, este parlamento inició una nueva etapa en las relaciones de
frontera, no sólo en Mendoza sino en toda la Gobernación Intendencia de Córdoba,
singularmente porque se potenció el rol que las autoridades coloniales venían desempeñando
129
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
en los conflictos internos de los grupos indígenas. No obstante, el acuerdo entre pehuenches,
huilliches y ranquelches finalmente no se produjo en ese año.
Más allá de las manipulaciones y los propios intereses de Amigorena, el montaje
del escenario del Parlamento de 1794 había tenido como destinatarios no sólo a huilliches
y ranquelches, sino también a las autoridades superiores. Tanto el virrey como el gobernador
intendente apoyaban una política de pacificación de la frontera, porque si bien Mendoza
contaba con franjas defensivas de caciques amigos, en el caso de la frontera de Córdoba no
se habían sistematizado aún acuerdos similares, que recién se harían en 1796.
Aunque tampoco podríamos afirmar que en estos años se estuvieran
experimentando altos niveles de conflictividad en la línea de frontera, la posibilidad de
malocas siempre estaba en un estado latente. En esta etapa, sobre todo luego de la
consolidación de las relaciones diplomáticas de la frontera de Mendoza –como una de las
razones–, no desapareció allí la conflictividad sino que ésta se desplazó hacia tierra adentro.
La respuesta de Sobremonte a Amigorena de su informe sobre el parlamento de
1794, fue de apoyo y de sugerencias para continuar en esa dirección y asegurar la tranquilidad
de todas las fronteras:
«[…] deben juntarse los de las tres naciones para ajustar y formalizar los tratados:
solo se me ofrece prevenir a V.M. entretanto que el Exmo. Sr. Virrey a quien doy
cuenta resuelbe en el particular que teniendo a la vista mis adbertencias […]
tome las mas seguras medidas que pongan a cubierto nuestras fronteras de la
infidelidad de estas Naciones, como lo enseñan repetidos exemplares; que el tratado
comprenda a todos aquellos casiques que aunque mas distantes de nuestra linea pudieran
en alguna ocasion imbadirla: que esta paz sea por lo mismo extensiba a todas las
Fronteras, y que se tenga muy presente la calidad de los rehenes, la asistencia que
deba darseles, el metodo que haya de seguirse en las ventas ó cambios y parages en
que hayan de celebrarse para evitar qualesquiera desabenencia, fraude o perjuicio
[…]»312
312
AHM, Gobierno, Carpeta 51, Dcto. 80, 1794. Sobremonte a Amigorena. El resaltado es nuestro.
130
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
313
AHM, EC, Sección Indios, 1795, Dcto. 15, Carpeta 30. Instrucciones de Amigorena a Barros. Según Esquibel
Aldao, Pichintur relató que […] «Raiguan […] siguió diziéndoles iniquidades y asiendo con los difuntos
atrocidades desnudandolos sacandoles el corazon […]que an dado merito a que todos los caciques formen
malisimo concepto de dicho Raiguan, y determinados a quitarlo de en medios pues es el tambien el causante de
que no aiga paz con las demas naciones […] para lo que suplican V.M. se digne auxiliarlos con una partida de
gente de fusil para ver modo de matarlo […].
314
AHM, EC, Sección Indios, 1795, Dcto. 15, Carpeta 30. (Ver Documento 4 en Anexo Documental).
131
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«[...] Todos los casiques le mandan a V.S., mil abrazos, pues no tengo palabras
para explicar el goso, algarada, regosijo que han tenido el dia del abance a las tres
de la tarde, despues de berse todos juntos sin faltar ni el mas chico de los nuestros:
diciendo en su lengua Viva el Rey, Viva el Capitan Grande, Viba Barros, Vivan
los Guincas, Viban los Talcas, y todo con todos las escaramusas que acostumbran
[...] Viendo yo esto me fue presiso hacer una descarga de fuciles para ayudarles a
la selebracion gritando Viva el Rey, Viva el Capitan Grande y Viban todos los
Pehuenches, con lo que quedaron todos mui contentos.[…]»316
315
AHM, EC, Sección Indios, 1796, Dcto. 16, Carpeta 30. Barros a Amigorena.
316
AHM, EC, Sección Indios, 1796, Dcto. 16, Carpeta 30. Barros a Amigorena.
132
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
había cumplido con su deber y que orgulloso de esto le comunicaba el éxito alcanzado a su
superior.
Así, es muy probable que la copia sobre las instrucciones para Barros no fuera la
que efectivamente tenía el oficial a cargo de la partida, sino que fueron redactadas con la
intensión deliberada de mostrar ante las autoridades (el Gobernador Sobremonte a quien
iban dirigidas las copias) que su gente tenía órdenes de «estar a la defensiva».
La correspondencia entre las autoridades rioplatenses y chilenas, en esta coyuntura,
tomaron un sesgo de reproche a los mendocinos, particularmente hacia Amigorena,
responsabilizándolo de las disputas entre las parcialidades indígenas. De allí que el
Comandante Amigorena intentara aminorar su culpabilidad en esa misión.
317
AHM, EC, Sección Indios, 1796, Carpeta 30, Dcto. 22. (Ver Documento 5 en Anexo Documental).
133
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
318
Ver carta de Amigorena al cacique Raiguan: Documento 6 en Anexo Documental.
134
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
319
Nacuzzi, Lidia, Identidades impuestas…, op. cit., pp. 168-177.
320
AHM, EC, Sección Militar, 1797, Dcto. 36, Carpeta 30, Amigorena a Sobremonte.
135
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
[…] [para que las autoridades] conociesen la necesidad que tenemos de establecer
la citada plaza y la utilidad que de ella puede seguirse, […] es preciso recordar a
V.M. para que lo consideren, que esta frontera de Mendoza, por su cituacion
reune en si casi todo el desempeño de las de Chile, Cordova y Buenos Aires, y que
aun me atrebo a añadir que si se entienden nuestros cuidados a examinar los
321
León Solís, Leonardo, «La corona española y las guerras intestinas…», op. cit, p. 37.
322
AHM, EC, Sección Militar, 1796, Carpeta 30, Dcto. 30, (Documento 8 en Anexo Documental).
136
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Al argumentar que esta plaza servía también para obtener información necesaria
en las fronteras de Córdoba y Buenos Aires, exponía que sus ramos de guerra también
debía contribuir a su financiamiento.324
De esa misma tradición chilena era el cargo de Cacique Gobernador, e implicó la
consolidación de aquellos líderes indígenas que oficiaban de mediadores. Allí, los caciques
que ocupaban este cargo, además de poseer determinadas cualidades, obtenían algunos
beneficios como percibir un sueldo, recibir regalos, etc. Los Caciques Gobernadores fueron
legítimos líderes de los indígenas y gozaban de un amplio prestigio –por el honor adquirido
en empresas militares o por las riquezas que lograron acumular, y su autoridad era, en
general, respaldada por las autoridades coloniales.325 En el caso de la diplomacia mendocina
hemos visto que ese cargo se consolidó a partir de Ancán Amún y aunque efectivamente
obtenían mayores beneficios en cuanto a los obsequios y a los honores, no tenemos
precisiones sobre la percepción de sueldo.
Otra institución de estas características que existió en Chile pero no hemos
encontrado ningún indicio de su presencia en el espacio del Virreinato del Río de la Plata
es la de «Comisario de Naciones», que oficiaba de enlace entre los Capitanes de Amigos y
sus superiores (Gobernadores y Maestres de Campo del ejército).326
323
AHM, EC, Sección Militar, 1796, Carpeta 30, Dcto. 30.
324
AHM, EC, Sección Militar, 1796, Carpeta 30, Dcto. 30.
325
León Solís, Leonardo, «La corona española y las guerras intestinas…», op. cit, pp. 40-41.
326
Ibid, p. 36.
137
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
327
AHM, EC, Sección Militar, 1796, Dcto. 27, Carpeta 30, Amigorena al cacique Raiguan.
328
León, Leonardo, Los señores de las cordillera…, op. cit., p. 267.
138
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«de las malas resultas que causan por las reducciones de pehuenches de esta frontera
el imprudente resentimiento y malocas hechas por el cacique Pitruntum [sic]
contra Raiguan [...]».329
329
AHM, Carpeta 41, Doc. 123, Santiago, 12 de enero de 1796, Rezabal (Gobernador interino en Chile) a
Amigorena, citado por León Solís, Leonardo, Los señores de las cordilleras…, op. cit., p. 269.
330
AHM, EC, Sección Gobierno, 1797, Dcto. 62, Carpeta 52, Sobremonte a Amigorena.
331
AHM, EC, Sección Militar, 1797, Dcto. 48, Carpeta 72, Varios oficios. Santiago de Chile.
332
La expresión «mari maris» indica saludo.
139
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
333
AHM, EC, Sección Militar, 1797, Dcto. 39, Carpeta 30, Morel a Amigorena y en AHM, Gobierno, Carpeta
42, Correspondencia de Córdoba a Mendoza, Docto.39, 1798; se encuentra allí un detalle de la nómina de los
efectos para agasajos a los caciques amigos de Malargüe que irían al Parlamento General en Plaza de Chillan
(Chile). Además de lo mencionado, se incluía yerba, tabaco, ganado, espuelas, papel, así como ropa para los
capitanejos.
334
Roulet, Florencia, «Con la pluma y la palabra…, op. cit., p. 343. Este parlamento también fue analizado por
León Solís, Leonardo, Los señores de las cordilleras…op. cit., pp. 300-305.
335
Amigorena al Virrey 1/6/1797, AGN, IX, 34-1-7, en Roulet, Florencia, «Con la pluma y la palabra…, op.
cit., p. 344.
140
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
336
Acta del Parlamento de San Carlos, 1ro. de junio de 1798, Villa de San Carlos, en AHM, Carpeta 30, Dcto.
43, citado por: León, Leonardo, Los señores de las cordilleras y las pampas…, op. cit., p. 303.
337
Roulet, Florencia, «Con la pluma y la palabra…, op. cit., pp. 344-345.
141
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
indígenas con cierta densidad poblacional, su situación geográfica, lindante con la cordillera,
donde el control de los pasos más bajos era disputado por los distintos grupos indígenas.
Es posible que también haya incidido la continuidad de una política de frontera vinculada
a una tradición chilena de años de resistencias y de negociaciones.
Las fuentes que dan cuenta de las prácticas diplomáticas en Córdoba y Mendoza
nos ha permitido verificar, por lo menos para este período, una política de coordinación y
articulación de las negociaciones en la Gobernación Intendencia en su conjunto. Hemos
visto ya que en Mendoza se había comenzado una etapa de negociación entre los caciques
pehuenches, huilliches y ranquelches, la que finalmente fue postergada.
En la Memoria que Sobremonte le dejó a su sucesor, José González al final de su
mandato,338 mencionaba la celebración de un tratado con la «Nación Ranquelche» en
1796, en el que habían entrado 21 caciques.339 En su escrito, el Gobernador afirmaba que
nunca antes se habían celebrado tratados en la frontera de Córdoba y además expresaba
que desde muchos años atrás, en la frontera de Mendoza se estaba en paz con la «nación
Peguenche» y que «ello ha sido de mucha utilidad».
En efecto, en septiembre de 1796 dos caciques ranqueles formularon su voluntad
de establecer las paces con el Comandante de la frontera de Córdoba. Su petición respondía
a la necesidad de protección que ellos habían manifestado, por la guerra que mantenían
con pehuenches y huiliches. El Comandante de la frontera de Córdoba, relataba la solicitud
de esta manera:
«El dia viernes dos del corriente a la oracion llegó un chasque del Fuerte de las
Tunas avisándome como la partida que explorava el campo á aquella parte se
havia encontrado con algunos indios, y habiendo procurado escapar de ellos le
havia sido imposible verificarlo á causa de que se encontraron mui cerca, y los
alcanzaron diciendoles como venian dos casiques con algunos indios á ablar con
el Comandante de esta frontera, con el fin de conocerlo, pues lo deseaban, así
como el tratar las paces, y que havian de ser para siempre, pues eran los que con
su indiada permanecia al frente de esta frontera, y que eran los del Monte […]»340
338
«Memoria del Marques de Sobremonte escrita para su sucesor el coronel de ingeniero don José González» en
La revista de Buenos Aires, 1870: pp. 530-531.
339
En el acta del tratado (trascripto como Anexo), sumamos en total veinte caciques ranqueles.
340
AHM, Sección Gobierno, Correspondencia de Córdoba a Mendoza, Carpeta 42, Dcto. 33, Año 1796.
Gorordo a Sobremonte. El resaltado es nuestro.
142
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Ésta es una primera cuestión a considerar con relación a las circunstancias y a las
relaciones de fuerza, porque en esta oportunidad fueron los caciques quienes solicitaron el
acuerdo. En tal sentido, en la correspondencia previa a la suscripción del parlamento,
Gorordo –Comandante de la frontera de Córdoba y quien estuvo en las preliminares del
acuerdo– le relataba a Sobremonte que los indios le habían prometido «leal amistad»:
Así, en esta respuesta, Gorordo advertía que no estaba condicionado para realizar
las paces, haciendo mención de sus recursos militares para enfrentarlos ante una mínima
341
Blas Pedrosa, de origen gallego, fue capturado y hecho cautivo cuando formaba parte de una tropa de carretas
que marchaba a Chile y sufrió un ataque en el Saladillo en 1777. Casi diez años después pudo fugarse, y con el
tiempo comenzó a desempeñarse como lenguaraz; instaló en Buenos Aires una suerte de almacén y posada para
los indios con los que trataba comercialmente, lo que le dio cierta notoriedad en la sociedad porteña de la época.
En Mandrini, Raúl, «Desventuras y venturas de un gallego en el Buenos Aires de fines de la colonia. Don Blas
Pedrosa» en Mandrini, Raúl (ed), Vivir entre dos mundos. Las fronteras del sur de la Argentina, Nueva Dimensión
Argentina, 2006, pp. 43-72.
342
AHM, Sección Gobierno, Correspondencia de Córdoba a Mendoza, Carpeta 42, Dcto. 33, Año 1796.
Gorordo a Sobremonte. El resaltado es nuestro.
143
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
hostilidad y situado desde allí, los comprometía con la entrega de cautivos e información,
sobre posibles incursiones de otros grupos indígenas y con el establecimiento de «los campos
de esta frontera» como barrera de contención.
La entrega de cautivos, aún cuando Gorordo haya pretendido relatarlo como un
logro personal, era una práctica ritual para demostrar una actitud amistosa y favorable a la
negociación por parte de los indios.343 Debemos tener presente que Gorordo probablemente
haya tenido un interés especial en situarse como un intermediario clave en este acuerdo,
porque en la misma carta expresaba:
«[…] Le mandé asimismo que cuando viniese a tratar como pretendía con sus
amigos los cristianos, había de ser precisamente por este fuerte de la Carlota y no
por otro, diciéndoles que sería asimismo bueno para verificar sus ventas, así como
para que reconociesen al principal superior, que puestos aquí pasasen a esa Ciudad
[de Córdoba], para lo que les facilitaría yo algunos caballos para que los suyos
quedasen descansando para su regreso.»344
343
Mayo, Carlos y Latrubesse, Amalia, Terratenientes, soldados y cautivos…, op. cit., p. 86. Igualmente recién
tres años después a la firma del tratado, Gorordo inició gestiones para obtener entregas de cautivos. AGN,
Gobernación Intendencia de Córdoba, IX 5-10-5.
344
AHM, Sección Gobierno, Correspondencia de Córdoba a Mendoza, Carpeta 42, Dcto. 33, Año 1796.
Gorordo a Sobremonte.
345
AHPC, Gobierno, Tomo 17, carpeta 1, año 1796. Igualmente dos años después fue nombrado Teniente
Coronel del Regimiento de Milicias del Sauce, cargo que probablemente se haya estado gestionando en el
tiempo del desarrollo del acuerdo con los ranqueles o inmediatamente después, por lo que le era necesario
mostrar logros en sus servicios. Fondo Documental MPC, Dcto. Nº 7288, año 1798.
144
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
lo llamare= Esta indiada es la que llamamos del Monte, y havita al frente de este
fuerte, en la inmediacion de Guaguaca, ó Laguna de Arrascaeta, Cheglen en Trenes
[?], que en castellano es recado, y Carripilon en Laguna de los Guanacos, y he
aberiguado que pueden ser hasta seicientos indios: tienen guerra con los Huiliches,
y Pehuenches; pero puede cortarse con el trato que vayan á la parte de arriba,
auxiliandolos quando convenga que se castigue al Huiliche, que estos mismos
confiesan que xamas seran buenos […] «346.
346
AHM, Sección Gobierno, Correspondencia de Córdoba a Mendoza, Carpeta 42, Dcto. 33, Año 1796.
Gorordo a Sobremonte.
347
Doña Francisca de Bengolea había sido cautiva de los ranqueles. Años más tarde de la firma del tratado, en
1805, cuando Sobremonte era virrey, le solicitó ayuda para rescatar a sus hijos que estaban en las tolderías,
evocando su condición de intérprete en 1796. Curiosamente, Francisca le recordó a Sobremonte que en aquella
oportunidad ella estaba vestida como hombre, aun cuando en el acta figura su nombre. AHPC, Escribanía 4,
Leg. 25, expte. 10, Año 1805.
348
Con relación a la reiteración y la interpretación de expresiones como «vasallaje» ver: Roulet, Florencia, «Con
la pluma y la palabra …», op. cit., pp. 328-329 y 338-339.
145
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
349
Roulet, Florencia, «Guerra y diplomacia en la frontera de Mendoza…», op. cit., p. 66.
350
Tamagnini, Marcela y Perez Zabala, Graciana, «El Tratado de paz de 1796…», op. cit., pp. 177-178.
351
Weber, David, «Borbones y bárbaros…, op. cit., pp. 147-171.
146
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
si es posible determinar el tipo de productos e intercambios que tenían lugar en esta región
de la jurisdicción de Córdoba, aunque sabemos de la importancia, siempre presente, del
tráfico de ganado.
En el Artículo 5 del tratado se expresaba la voluntad de proteger a los indios ante
las posibles arbitrariedades que pudieran cometer los soldados de la frontera en las «partidas
del campo». Se agregaba que en caso de que éstas se produjeran, debían advertir esos hechos
al comandante y al gobernador para que los agresores fueran castigados. Asimismo, se les
proporcionaba a los caciques una «seña de plata» que simbolizaba que ellos estaban en paz.
Los Artículos 7 y 8 hacen referencia a lo que a nuestro criterio es el nudo del
tratado. En efecto, hemos indicado que la motivación más importante por parte de los
ranqueles, que se desprende de la lectura del documento y de las cartas preliminares, fue la
solicitud de éstos de la participación de los funcionarios españoles en sus conflictos
interétnicos. Aquí nuevamente surge el interrogante sobre las razones que movilizaban a
las autoridades coloniales a mediar o arbitrar en estas disputas. Esta mediación puede tener
diversas lecturas como ya lo hemos señalado; León Solís sostiene la hipótesis de que la
política de la administración borbónica fue buscar la manera de pacificar las disputas entre
indígenas para evitar la inestabilidad en la frontera. Por nuestra parte, consideramos que
las explicaciones pueden ser diferentes de acuerdo al contexto y a las circunstancias, pero
en el caso que analizamos, tenderíamos a pensar como León Solís. Recordemos que como
también lo han señalado Villar y Jimenez, en la medida en que los conflictos inter e
intraétnicos afectaran el control de los circuitos de intercambio, revestía interés para los
hispanocriollos evitarlos, no sólo por su cercanía de la ruta comercial sino también por el
tráfico intra-étnico orientado hacia el comercio fronterizo, que sin duda se veía afectado si
había conflictos bélicos.352
El interés de mantener la frontera sin los sobresaltos que generaban las diferencias
entre parcialidades fue expresado en los Artículos 7 y 8, en los que se exhortaba a los indios
ranqueles a no hostigar a los pehuenches porque éstos estaban en paz con las autoridades
mendocinas. Se agregaba que en el caso de que ellos fueran invadidos, debían avisar al
comandante de La Carlota «para que los proteja su retirada». Se señalaba, sin embargo, que
352
Villar, Daniel y Jiménez, Juan Francisco, «La tempestad de la guerra…, op. cit., p. 124 y pp. 132-133.
147
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
no por esto los funcionarios coloniales estaban obligados a asistir militarmente a los ranqueles
si no lo creyeran conveniente.
Nos preguntamos si la posibilidad de coordinar acciones con las autoridades de
Mendoza, les habrá proporcionado a los caciques ranqueles cierta garantía de éxito en este
acuerdo con los pehuenches. Sabemos que antes de suscribir este tratado, Sobremonte
había realizado consultas con Amigorena sobre su conveniencia. En esa correspondencia
aquel explicaba que uno de sus principales objetivos era tratar de pacificar a los ranqueles
con «nuestros» pehuenches y enterarse de su guerra con los huiliches:
[…] uno de mis principales objeto en la venida de estos aqui a que los inclinaré es
por tratar de pasificarlos con nuestro pehuenches y enterarme de su guerra con
los Huiliches, y convinar con las ocurrencias que hay, respecto de estos ultimos lo
que convenga, pues si ellos tubieren efectibos deseos de subcistir en paz, es necesario
que estos del monte sigan igual sistema con ellos por que lo contrario considero
que seria un trastorno perjudicial […].353
353
AHM, EC, Sección Gobierno, 1796, Dcto. 33, Carpeta 52, Sobremonte al Amigorena.
354
Levaggi, Abelardo, Paz en la frontera. Historia de las relaciones diplomáticas con las comunidades indígenas en
la Argentina (siglos XVI-XIX), Universidad del Museo Social Argentino, Buenos Aires, 2000, 159.
148
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Al final del acta se puede advertir que firmaron, por la parte española, el Gobernador
Intendente, los jefes de milicias, miembros del Cabildo, Ministros de Real Hacienda y
otros. Por la ranquel lo hizo el cacique Cheglem, con lo cual se verifica que este último
tenía la representación política de su nación y la de los caciques que se la habían delegado.
Sin duda, ésta es una evidencia de la capacidad de negociación, de liderazgo y de
centralización de este cacique en sus propias estructuras sociales y políticas. Igual
representación revestía Carripilum para las autoridades españolas, quien en el momento
en que «bajó» a la frontera a presentar las paces, cuatro meses después de la firma del acta,
había pedido un agasajo análogo al que había recibido Cheglem, esto es, fundamentalmente,
el vestuario.355 A diferencia de las limitaciones que frecuentemente establecía la Junta de
Real Hacienda para este tipo de gastos, en este caso particular se resolvió expeditivamente
para que se satisfaciera el gasto:
«En la ciudad de Cordova en onze de marzo de mil setecientos noventa y siete los
señores que componen la Junta de Real Hacienda con asistencia del fiscal de ella
dijeron que atendida la exposicion del Comandante de Frontera hallando
combeniente el agasajo al casique Ranquelche, Carripilun, por ser de los principales
y que se ha tratado como el llamado Treglem, se le remita a la mayor vrebedad el
vestido […] Paso a manos de V.E. testimonio del acuerdo celebrado en esta Junta
de Real Hacienda para costear el vestido que para agasajo se dio al casique
Ranquelche Carripilum que vino a esta Frontera con motibo de las Paces en que
lo incluyó como principal el nombrado Trecglem [sic], en cuya expresion se tubo
por conveniente igualarle, aunque con la economía posible[…]».356
Además, por expedientes posteriores a la firma del acta, comprobamos que hubo
otras «exacciones» logradas por los indios ranqueles como producto del acuerdo y que no
fueron mencionados en la misma. Así, Gorordo explicó en un expediente de 1801, que en
1796 el Gobernador Intendente Sobremonte le había ordenado que cuando los caciques,
capitanejos e indios se acercaran a Villa La Carlota:
355
Recordemos que la exhibición del vestuario español por parte de los indígenas, representaba, en el seno de su
sociedad, un símbolo de éxito guerrero, y en última instancia de afirmación de liderazgos. Ver: Boccara, Guillaume,
«Etnogénesis mapuche…, op. cit., pp. 425-461.
356
AGN, Guerra y Marina, Leg. 26, Exp. 31. IX 24-3-2.
149
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«[…] asi para atraerlos, como para que se pudiesen mantener sin perjuicio del
vecindario se les subministrase a cada casique, su muger, capitanejo o capitaneja,
dos y medio reales á cada uno imbertidos en carne, leña, pan y vino y a cada
indio, uno y medio reales, en el mismo modo con arreglo a lo acordado al mismo
efecto en la Ciudad de Mendoza, cuya cantidad procurando esta Comandancia
economisar lo posible la ha reducido a la de real y medio a los primeros, y medio
real a los ultimos con concepto a que sin comprarla se les facilita la leña; y la carne
por darseles hasta el presente del Rodeo de consumo […]»357
Era habitual que los indios «bajaran» a la frontera, luego de un acuerdo y también
lo eran los testimonios de la Junta de Real Hacienda para que el Comandante intentara
reducir la frecuencia de estas visitas, por los gastos que éstas implicaban. En tal sentido se
trató de imitar lo practicado en Mendoza desde la década de 1780, ya que cuando los
indios iban a la ciudad a «tratar sus conchabos o contratos particulares en los cambalaches
o rentas de sus mantas, sal y otros efectos que introducen»358, se los asistía con las raciones
y regalos de rigor.
357
AGN, Guerra y Marina, Leg. 30, Exp 20. IX 24-3-6.
358
AGN, Tribunales, Leg. 218, Exp. 9. IX 38-7-6.
359
Levaggi, Abelardo, Paz en la frontera…, op. cit, pp. 160-161.
150
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«El Exmo. Señor Marquez de Aviles Virrey de estas provincias a su trancito por
esta ciudad despues de haver oydo la suplica que le hicieron los caziquez aliados
por el Governador Pichicollemilla [Cacique Gobernador pehuenche del Malargüe]
para que se admitiese la paz solemne que ofrecia a toda la nacion el cazique
Carripilum poderoso caudillo de los indios Ranquelchez que varias ocaciones ha
tenido solicitada; me dixo muy particularmente encargado delingenciase esta
amistad por todos los medios que conviniese para restableser la paz y quietud tan
interezante entre dos Naciones ribales cuyos movimientos agitaban siempre
nuestros cuidados ya para sostener devidamente a los amigos cumpliendo sus
tratados ya tambien para cubrir las lineas abanzadas de nuestras fronteras para
cubrirlas de los accidentes de estos enemigos sus mas cercanos; y ya tambien por
las ventajas que este escogido medio consultaba a la Hazienda Real librandonos
de los continuos gastos en que nos ponian sus alarmas […]»360
Aquí se manifiesta idéntico interés de mantener la frontera sin los sobresaltos que
generaban las diferencias entre las parcialidades y que hemos indicado en el tratado de
1796 (Art. 7 y 8). Observemos que explícitamente en 1799, Amigorena hacía referencia al
beneficio que les proporcionaba cubrir las líneas de avanzada de la frontera con asentamientos
de indios «pacificados», porque les servían de contención frente a otras parcialidades
indígenas.
Asimismo, aparece la mención de que el mantenimiento de paz y amistad con
algunas parcialidades indígenas les evitaba incurrir en los gastos que implicaba una política
ofensiva. Debemos considerar que en este escrito de 1799, Amigorena trataba de justificar
los gastos frente a la Real Hacienda. Sin embargo, la vía diplomática que se optó desde la
década de 1780 en el Virreinato del Río de la Plata en general, se debió también a los
escasos resultados que había tenido hasta entonces una guerra prolongada y costosa.
Hemos examinado en este capítulo básicamente las relaciones entre hispano-criollos
e indígenas en la frontera sur de la Gobernación durante la última década del siglo XVIII.
En este período las relaciones se centraron, principalmente en la mediación de las autoridades
coloniales por las disputas encarnizadas de los «indios amigos» pehuenches de la frontera
360
AGN, Hacienda, Leg. 97, Expte. 2542. Este expediente contiene fundamentalmente el detalle de los gastos
ocasionados para realizar el parlamento que incluía regalos, agasajos y raciones para más de trescientos naturales,
e igual cantidad entre oficiales y soldados.
151
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
de Mendoza con los huilliche y más tarde entre los pehuenches de Malargüe y los del
Barvarco. Estos últimos conflictos se caracterizaron por una violencia creciente y a su vez,
su existencia significó la prórroga de una alianza de mayor envergadura entre pehuenches,
huilliches y ranqueles.
El rol de los funcionarios hispano-criollos fue cambiante: hubo episodios en los
que claramente los mendocinos colaboraron para incrementar el espiral de la guerra, como
fue el operativo comandado por Barros, a principios de 1796. Sin embargo, el conflicto
comenzó a desbordar a la frontera mendocina y a sus funcionarios, para pasar a ser un
problema de gran magnitud, que comprometió a los funcionarios rioplatenses y a los
chilenos, ya que los caciques en pugna tenían el apoyo de los Comandantes locales de
ambos lados de la cordillera. Esta situación fue hábilmente manipulada por los caciques,
como hemos visto.
Asimismo en este período en el que los parlamentos fueron un instrumento central
en las relaciones de hispano-criollos e indígenas, las figuras de los caciques y de los Caciques
Gobernadores, en el caso de la frontera mendocina, fue trascendente. Las cualidades de
estos últimos debían estar vinculadas a la capacidad para negociar las mejores condiciones
con mundo colonial respecto de conseguir auxilio militar, comercio y obsequios.
También es posible pensar que el tratado de Córdoba a fines de 1796 con los
caciques ranqueles del Mamil Mapu, constituyó una maniobra diplomática por parte de
los caciques que lo solicitaron. Esto es verosímil porque en la práctica, constituyó una
antesala que abrió el camino para el parlamento que se realizó en Mendoza en 1799, en el
que pactaron los pehuenches amigos y los ranqueles.
En líneas generales y salvo los episodios bélicos que involucró al Capitán de Amigos
Barros y, suponemos, al Comandante Amigorena en 1796, los funcionarios de alto rango
del virreinato consideraban necesario contribuir a la pacificación de la frontera en sus
conflitos inter e intra étnicos, a diferencia de lo que vimos en la década anterior en la que
las políticas diplomáticas habían producido un recrudecimiento de la conflictividad en
tierra adentro.
152
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
CAPÍTULO 7
Más allá de las relaciones con los grupos indígenas, los espacios de frontera eran
lugares donde las relaciones de poder, tanto políticas como militares, manifestaron
características particulares. En este capítulo analizaremos las prácticas del poder militar en
la frontera, viendo los diferentes tipos de relaciones que mantuvieron las autoridades
militares, vinculadas a la defensa de esos espacios, con los poderes locales representados
por los Cabildos y con los funcionarios de justicia.
Partimos del supuesto de que la militarización borbónica y su impacto en las
políticas de frontera implicaron una ampliación del peso político de los Comandantes de
frontera, lo que generó disputas de poder con los Cabildos locales. Estos son procesos
complejos, poco conocidos para este período y para este ámbito de la frontera que veremos
de reconstruir a través del análisis de algunos casos representativos, tanto en la jurisdicción
mendocina como en la de Córdoba.
Para ello, creemos necesario hacer previamente una síntesis sobre las características
y cambios que se fueron produciendo en el campo militar en el mundo colonial, lo que sin
duda incidió sobre el espacio particular a analizar.
153
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Los cambios en el campo militar se pueden explicar por varios factores, vinculados
a episodios bélicos, pero que también estuvieron enmarcados en el proyecto de reformas
imperiales que se proponía fortalecer la monarquía española, desafiando las antiguas
estructura y los privilegios corporativos.361 Recordemos que en España, los Borbones habían
colocado a oficiales del ejército en cargos administrativos con el fin de socavar los privilegios
de la nobleza y de las provincias.362 Conforme a esto, también en América los oficiales
peninsulares fueron los favoritos en el sistema de gobierno reformado, en tanto se los
consideró como los agentes más eficaces para el proyecto centralizador de la Corona.
El período que estudiamos coincide con una etapa de sustanciales
reestructuraciones en las fuerzas armadas coloniales, dentro de un proyecto más amplio de
reformas imperiales. Un claro determinante durante el siglo XVIII fue la transformación
del espacio americano en escenario de las diversas guerras que enfrentaron a las monarquías
europeas. Sin duda estos conflictos repercutieron en América de diversas maneras: se crearon
virreinatos, se cerraron y abrieron puertos, se multiplicó el tráfico comercial, se movilizaron
hombres y se emplearon recursos que obligaron a recaudar nuevos impuestos, entre otros.363
Siguiendo a Marchena, el ejército en América en el siglo XVIII estaba conformado
por tres grandes colectivos: el ejército de dotación, compuesto por unidades «fijas» de
guarnición, en las principales ciudades americanas, cuya composición estaba compuesta
íntegramente por americanos y era el núcleo fundamental del ejército colonial; el ejército de
refuerzo, compuesto por unidades peninsulares enviadas temporalmente como refuerzo de
algunas plazas amenazadas, o para operaciones militares puntuales, que cuando finalizaban,
regresaban a España; y por último, las milicias, conformadas por un conjunto de unidades
regladas y de carácter territorial, que englobaban el total de la población masculina local
361
McFarlane, Anthony, «Los ejércitos coloniales y la crisis del imperio español, 1808-1810», Historia Mexicana,
El Colegio de México, México Vol. LVIII, No. 1, julio-septiembre, 2008, pp. 234-235.
362
Dedieu, Jean-Pierre, «La Nueva Planta en su contexto…», op. cit., pp. 113-139.
363
Garavaglia, Juan Carlos y Marchena, Juan, América Latina. De los orígenes a la independencia. Vol. II, La
sociedad colonial ibérica en el siglo XVIII, Crítica, Barcelona, 2005, pp. 40-44.
154
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
comprendida entre los 15 y los 45 años, consideradas como ejército de reserva y que eran
movilizadas en casos concretos de invasión.364
El punto de inflexión en la reforma militar en América tuvo su inicio en Cuba, en
1762, por el impacto que causó en España la pérdida de La Habana en manos de los
ingleses, lo que se dio en el marco de la llamada Guerra de los Siete Años. La defensa
española sufrió enormes pérdidas al momento de su rendición y allí quedó en evidencia la
debilidad de las milicias, su falta de entrenamiento y la escasez de equipos y de armas.365
En esa oportunidad, los técnicos militares ilustrados de Madrid, bajo la supervisión
de los inspectores generales Alejandro O’Reilly en Cuba y Juan de Villalba en México,366
postularon que no era viable una defensa basada en unidades militares netamente americanas,
dotadas de una oficialidad criolla y cuyas tropas estuvieran formadas por vecinos de las
ciudades. Por el contrario, los técnicos recomendaron que los regimientos se debían dotar
de peninsulares de manera completa. La propuesta presentaba muchos inconvenientes
siendo el más evidente el del financiamiento de tal empresa y las dificultades de incrementar
el reclutamiento de soldados en España, así como por la negativa de la oficialidad a trasladarse
a América por largos períodos.367
Más allá de esta propuesta, que era prácticamente inviable, se buscó mejorar la
situación existente. Podemos decir de manera esquemática, que las reformas militares
operaron en dos planos: en la reorganización de las fuerzas regulares (o veteranas) y en la
expansión y entrenamiento de las milicias coloniales como fuerzas de apoyo para el ejército,
en períodos de guerra.
Un estudio pionero sobre las reformas militares ha sido el de McAlister,368 en el
que el autor analizó el papel de la reorganización militar dentro del programa reformista
364
Marchena Fernández, Juan, Ejército y milicias en el mundo colonial americano, Ed. MAPFRE, Madrid, 1992,
p. 110.
365
Kuethe, Allan, «Las milicias disciplinadas en América» en Kuethe Allan y Marchena Fernandez Juan (eds.),
Soldados del rey: el ejército borbónico en América colonial en vísperas de la independencia, Publicacions de la
Universitat Jaume I, Castelló de la Plana, 2005, p. 106.
366
Garavaglia, Juan Carlos y Marchena, Juan, América Latina…op. cit., p. 63.
367
Ibid, pp. 63-64
368
McAlister, Lyle, The «Fuero Militar» in New Spain, 1764-1800, citado en Kuethe, Allan y Marchena, Juan,
Soldados del Rey…, op. cit., pp. 7-14.
155
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
156
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
las que no disponían en la vida civil. Estos derechos representaron un medio importante
de mejora social, en especial para las poblaciones negras y mulatas de las tierras bajas.369
El impacto de las reformas militares sin duda es innegable. La militarización en la
etapa tardocolonial es evidente también en nuestro espacio de estudio, en la dotación de
cargos administrativos, y en el papel central de las milicias como agentes de control colonial
en las instituciones de frontera, a lo que se sumó la ampliación de los derechos concedidos
para ese sector. Nos preguntamos si estas transformaciones desafiaron severamente el orden
social y político establecido, también en estos espacios de frontera.
Conforme a estas preguntas, reseñaremos primero brevemente el marco
reglamentario de la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos del XIX en el Río de la
Plata, para entender los cambios introducidos por la Corona respecto a la organización
militar y particularmente en la concesión de los fueros militares.
Según plantea Fradkin, hacia 1781 el Virreinato del Río de la Plata contaba con
2.505 efectivos veteranos. De ellos, en la capital sólo había 341, en Montevideo 962, en
Charcas 310 y en la costa patagónica, 171. La mayor parte estaba acantonada en distintos
puertos del territorio oriental: 341 en Maldonado y 198 en Colonia. Las Misiones contaban
con 14 efectivos, Santa Fe con 7, Córdoba sólo con uno. La mayor parte del Virreinato
carecía de tropas veteranas, en Buenos Aires su número había decrecido sustancialmente y
la mayoría estaba en la Banda Oriental, particularmente en Montevideo, como se ve en las
cifras reseñadas.370
369
Kuethe, Allan J., Reforma Militar y sociedad en la Nueva Granada, 1773-1808, Banco de la República,
Colombia, 1993 [1978], Introducción.
370
Fradkin, Raúl O., «Tradiciones militares coloniales. El Río de la Plata antes de la revolución», en Heinz,
Flavio (comp.), Experiecias nacionais, temas transversais: subsídios para uma história comparada da América Latina,
Sao Leopoldo, Editoria Oikos, 2009, p. 18.
Disponible en historiapolítica.com
http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/fradkin.pdf [último acceso: 25/11/2010]
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El Río de la Plata tenía así una experiencia militar colonial signada por la presencia
de tropas veteranas, pero ésta fue muy inestable y con una tendencia no sólo decreciente
sino cada vez más concentrada en Montevideo. Por lo tanto, antes de 1806, la defensa de
la capital descansaba en buena medida en las milicias. Fuera de ambas ciudades, sólo había
reducidas fuerzas veteranas en Colonia y en Maldonado. En el resto del territorio todo
dependía de las milicias y de los Blandengues.371
Las medidas para una planificación general de las milicias comenzaron en el
Virreinato del Río de la Plata, recién en 1764, con una «Real Instrucción» elaborada por
Pedro de Cevallos. Desde allí hasta 1801, año en que se comenzó a aplicar el Reglamento
para las milicias disciplinadas de Infanteria y Caballeria…, tuvieron lugar una serie de intentos
por parte de las autoridades virreinales para organizar los cuerpos de milicias, principalmente
orientados a la región del litoral. También en las Gobernaciones Intendencias se habían
ido organizando cuerpos provinciales de milicias. En realidad este último Reglamento –el
de 1801– era una réplica, adaptado a las especificidades de este territorio, de las reformas
que habían comenzado en Cuba y que se tomaron como modelo para el resto del imperio.372
Haremos un breve repaso de las normativas dictadas durante la segunda mitad del
siglo XVIII y comienzos del XIX referidas a los cuerpos de milicias en el Río de la Plata,
para comprender el marco legal de los privilegios que gozaban aquí los milicianos y del
grado de ambigüedad que éstas revestían, lo que constituyó uno de los tópicos conflictivos
de los casos examinados.
Recordemos que la milicia americana tuvo su origen en el siglo XVI, cuando se
hizo evidente para la Corona, la falta de capacidad de los encomenderos para enfrentar las
necesidades militares de las colonias.
Durante los siglos XVI y XVII, el régimen miliciano evolucionó de manera
provisional, sin una planificación general. En esos siglos, las milicias no aprendieron tácticas
defensivas ni alcanzaron una disciplina militar, en tanto los cuerpos que se organizaban en
situaciones de crisis normalmente se desmovilizaban cuando éstas eran superadas.373
371
Ibid, op. cit., p. 20.
372
Marchena Fernández, Juan, Ejército y milicias en el mundo colonial americano, Editorial Mapfre, Madrid,
1992, pp.106-107.
373
Kuethe, Allan, «Las milicias disciplinadas en América», en Kuethe, Allan y Marchena, Juan, Soldados del
Rey…., op. cit., pp. 102-126.
158
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
374
Beverina, Juan, El virreinato de las Provincias del Río de la Plata…, op. cit., pp. 273-276.
375
Ibid, p. 282.
376
Se aclara que cuando se utilizaba la expresión de milicias urbanas, se aplicaba también a las milicias de villas
y a los pequeños lugares habitados. Dichas milicias se empleaban en último extremo y sólo dentro del radio de
la ciudad o villa de su alistamiento o domicilio. Ibid, p. 285.
159
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
oficiales y sargentos, salvo que estuvieran movilizados, circunstancia en la cual también los
cabos y los soldados disfrutarían del fuero militar.377
En los años 1784, 1790 y 1793 desde el virreinato se elaboraron proposiciones y
planes que no se terminaron de efectivizar.378 Fue en 1801 que se aprobó un Plan Orgánico,
que abarcaba todo el virreinato y que fue confeccionado por Sobremonte en su desempeño
como Subinspector General de Tropas. En este reglamento se postulaba que todos los
hombres hábiles entre los 16 y 45 años estaban afectados al servicio de las milicias y se
establecía un tiempo de servicio de no menos de 10 años y no más de 20 años, con
excepciones realizadas a ciertos grupos sociales y profesionales (los comerciantes y mercaderes
de conocido caudal, abogados, escribanos, mayordomos de las ciudades y capataces de
haciendas, médicos boticarios, notarios, administradores de número y otros). Asimismo,
en el Capítulo IV, sobre «Fuero y goces de estos cuerpos» se prescribía que todo miliciano
gozaría del fuero militar y que, en caso de ser llamado a las armas, recibirá el mismo sueldo
que el de las tropas veteranas.379
Los fueros militares tuvieron una aplicación compleja y resistida por parte de
algunos sectores de poder locales, particularmente los cabildos. La numerosa correspondencia
entre autoridades solicitando y dando instrucciones sobre el alcance de estos fueros, da
cuenta de la resistencia a acatar las nuevas directivas por parte de los poderes locales.
En Córdoba, la modificación introducida por Vértiz, que establecía el fuero de
oficiales y sargentos de manera permanente y lo hacía extensivo a los soldados durante el
acuartelamiento, fue rechazada, primero por el Procurador del Cabildo y luego por el
cuerpo capitular en razón de:
«[…] los males y perjuicios que resultan el público del fuero de los milicianos,
especialmente de los mulatos, sambos, y gente de vil condicion que forman la
mayor parte de esta ciudad y su jurisdicción […]380
377
Ibid, p. 284.
378
Ibid, pp. 288-306.
379
Ibid, pp. 306-318.
380
AMC, Actas Capitulares de Córdoba, Libro 39, p. 137, en González, Marcela, Las milicias, origen y organización
durante la colonia, CEH, Córdoba, 1995, pp. 66-67.
160
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381
AGN, Guerra y Marina, Leg. 2, Expte. 20, 1779.
161
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
382
González, Marcela, Las milicias …, op. cit., p. 67.
383
CDMPC, Dcto. 7021, año 1793.
384
CDMPC, Dcto. 7021, año 1793.
162
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
La frontera sur de esta Gobernación, que tenía una extensión de más de setenta
leguas, es decir aproximadamente unos 390 kilómetros, se encontraba defendida por una
serie de fortines guarnecidos por una compañía permanente de cien hombres, denominada
Partidarios de la Frontera, –organizada de manera análoga a las de Blandengues de la frontera
de Buenos Aires.–385 En la jurisdicción de Córdoba su centro de organización era el fuerte
de Punta del Sauce –posteriormente denominado Villa La Carlota–. Ya hemos adelantado
anteriormente, las condiciones en que se había construido ese fuerte en la década de 1750,
con el propósito de auxiliar tanto a la frontera como a la ruta comercial que comunicaba
Buenos Aires y Chile.386
Para la jurisdicción de San Luis, en 1785 Sobremonte decía que allí contaban con
18 Compañías de Caballería, que en total comprendían 1.613 hombres, sin armas ni
instrucción, y asimismo que no había diferencias entre oficiales y soldados «[…] los oficiales
son por lo general de la misma clase que los soldados en quanto al genero de vida, y por lo
comun no causa mas respeto su persona […]».
Con relación a las fortificaciones, el Gobernador aseguraba que de éstas sólo
quedaban los nombres pues no existía allí edificio alguno. Relataba también que cuando
había algún «rumor» de invasión, las Compañías de Milicias bajaban a hacer guardia, pero
«al descubierto», y que no se contaba con un ramo para su manutención, por lo que era el
«vecindario» el encargado de proveerla.387
Las observaciones de Sobremonte mostraban un panorama diferente para
Mendoza, donde las milicias estaban conformadas por tres Compañias de Infanteria, una
de Artilleria, y 18 de Caballeria, las que sumaban un total de 1.539 hombres. En sus
palabras, ésta era la mejor gente de toda la provincia porque demostraban «prontitud en el
servicio y obediencia» y asistían en los casos de salida contra los «infieles».
385
Beverina, Juan, El virreinato de las Provincias del Río…, op. cit., pp. 74-75. Los Blandengues conformaban
compañías especiales destinadas a la frontera que, en principio y durante el siglo XVIII se organizaron en la
frontera de Santa Fe y Buenos Aires y en la década de 1790 en la Banda Oriental. Ibid, pp. 216-221.
386
Fassi, Juan, «Camino Real de Buenos Aires a Mendoza …, op. cit., p. 20.
387
Torre Revello, José, El marqués de Sobremonte, Apéndice Documental, Buenos Aires, 1946.
163
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
388
Ibid.
389
La Revista de Buenos Aires, Historia Americana, Literatura y Derecho, Tomo XXI, Año VIII, N° 83, Buenos
Aires, marzo de 1870, pp. 324-336.
390
Con frecuencia en las fuentes se utilizaba indistintamente las expresiones de fuerte o fortín, pero en rigor
había una diferencia de escala entre ambos tipos de establecimientos. Según el Diccionario de RAE de 1780, el
Fuerte: «la fortaleza o sitio fortificado para poderse defender con poca gente de la fuerza del enemigo.» y Fortín
es definida como «obra que se levanta para defender el ejército en campaña que viene a ser una fortaleza» o
«pequeña fortaleza, en sitio que no está poblado».
391
Dainotto, Edgardo, Política y poder en Córdoba borbónica. Instituciones, espacios y prácticas (1783-1797),
Programa de Historia Regional Andina, Área de Historia CIFFyH-UNC, Ferreyra Editor, Córdoba, p. 189.
164
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
392
AGN, Guerra y Marina, Leg. 2, expte. 20.
165
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
393
Según Beverina el Comandante Militar o de Armas era un jefe con funciones especialmente militares,
incumbiéndole, además funciones de policía en el distrito: conservación del orden, represión del contrabando,
persecución de desertores, cuatreros y salteadores, auxilio de correos, etc. Beverina, Juan, El virreinato de las
Provincias del Río…, op. cit., pp. 54-55. En cuanto a las funciones de policía, el afianzamiento de las milicias
como factor de orden interno constituyó un mecanismo intensamente utilizada por Sobremonte. La Real
Ordenanza de Intendentes (1782) habilitaba el empleo de las fuerzas militares para la conservación del orden
interno. Dainotto, Edgardo, Política y poder en Córdoba borbónica…, op. cit., p. 183.
394
Recordemos que Cuyo constituía un Corregimiento cuando dependía de la Capitanía de Chile.
395
Satlari, María Cristina, «De las reformas borbónicas a la desintegración de Cuyo (c. 1760-1820)», en Roig,
A., Lacoste, P. y Satlari, M.C. (comp.), Mendoza a través de su historia …op. cit., p. 100.
396
Ibid.
166
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397
De acuerdo a la correspondencia de Chile inserta en la sumaria, se puede advertir que las disputas
jurisdiccionales también eran frecuentes entre el Cabildo de Mendoza y los corregidores, particularmente en los
asuntos militares referidos a la defensa de la frontera. AHM. Colonial, Dcto 10, Carpeta 82, 1784. Sumaria
instruida por el Cabildo de Mendoza contra el comandante Amigorena.
167
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
como capital del Virreinato. Asimismo dejaban constancia que en 1783, ante la intención
del Comandante de realizar «privadamente» los acuerdos con los caciques «amigos», éste
había sido «compelido» por el Corregidor (que estaba todavía en funciones, pero suponemos
que debilitado políticamente) para que lo realizara con la participación del Ayuntamiento:
398
AHM. Colonial, Dcto 10, Carpeta 82, 1784. Sumario instruido por el Cabildo de Mendoza contra el
comandante Amigorena.
168
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En suma, en los conflictos descritos lo que nos interesa subrayar es que el ejercicio
de la autoridad en la frontera sur de la Gobernación Intendencia de Córdoba a fines del
399
AHM, Gobierno, Carpeta 50, Dcto. 5, 1784. Sobremonte a Amigorena.
169
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400
CDMPC. documento 9371.
170
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otra al andante de ella, y capitan del fuerte de las Tunas para que con subordinación
al primero entendiese en ambos objetos con la prevencion de que debia llevarse la
nueva villa al Norte del citado fuerte [del Sauce], entre él y el Rio Cuarto y
titularse la Carlota […].401
401
Real Cédula de fundación de Villa La Carlota, en Cáceres, C., Arbitrajes sobre límites interprovinciales, Imprenta
de Pablo Coni, Buenos Aires, 1881, p. 148. El resaltado es nuestro.
402
Tomás y Valiente, Francisco, El Derecho penal de la monarquía absoluta (siglos XVI, XVII y XVIII), Tecnos,
Madrid, 1969, p. 213.
403
AGN, Gobernación Intendencia de Córdoba, 1798-99, Sala IX 5-10-5.
171
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«[…] No parece regular a mi entender que sea suficiente hallarse con la vara de
Alcalde para que todos los honores se conboquen a su exaltación, y que se depongan
del respeto por una particular casa, una de Nuestro Catolico Monarca (que Dios
guarde) como lo es este fuerte, sin mas motivo que el de juntarse en ella este
Ilustre Cabildo cosa que mas es forzosa, que no de obligacion pues por
conbeniencia propia han de hacerlo respecto no tener la que les corresponde el
404
Cabe aclarar que elaboramos la reconstrucción de estos conflictos sobre la base de dos expedientes de un
tomo de Gobernación Intendencia de Córdoba, en el repositorio del AGN. Ambos expedientes contienen
información sobre los mismos episodios, pero los diferencia el hecho de que uno fue iniciado por el Gobernador
Intendente Interino, Nicolás Perez del Viso, mientras que el otro fue gestionado por el Comandante Gorordo
en el que solicitaba aclaración de competencias, pero directamente lo hizo a las autoridades virreinales,
posiblemente por diferencias con el Gobernador Interino.
172
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Así, el Comandante informaba que los miembros del Cabildo no tenían con él la
más mínima deferencia, considerando que había tenido hasta ese momento el general
mando de la frontera, aunque reconociendo que no habían afectado sus fueros. Más allá de
la rivalidad sobre quién tenía jurisdicción en determinados ámbitos, es de remarcar la
existencia de una disputa por el «capital simbólico»407 como parte integral del conflicto
político.
405
AGN, Gobernación Intendencia de Córdoba, Sala IX 5-10-5, 1799. Gorordo a autoridades de Buenos Aires
(sin especificar).
406
AGN, Gobernación Intendencia de Córdoba, Sala IX 5-10-5, 1799. Gorordo a autoridades de Buenos Aires.
El resaltado es nuestro.
407
Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc, Respuestas por una antropología reflexiva, Grijarbo, México, 1995 [1992].
173
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Desde Buenos Aires le respondieron a Gorordo que deberían omitirse tales bandos
en lo sucesivo, y que para lo demás que se publicara, se dispondría que salieran de la plaza
de la villa hasta que hubiera una casa capitular. Igualmente, en la opinión virreinal, tampoco
se dio curso a la pretensión de que éstos se expidieran desde la casa del Alcalde.
Para la misma época, en 1799, hubo otro suceso que causó diferencias por la
autorización que Gorordo había dado al cacique, Millanao, para «potrear», durante seis
días, acompañados por un grupo de partidarios y de otros indios, en territorios ubicados
entre el fuerte de La Carlota y el Río Tercero. En sus informes a Buenos Aires, Gorordo
408
AGN, Gobernación Intendencia de Córdoba, Sala IX 5-10-5, 1799. Nicolás Perez del Viso a autoridades de
Buenos Aires. El resaltado es nuestro.
174
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
aclaraba que este cacique era un «amigo», «uno de los principales que en el tratado de Pazes
que se hicieron» –aunque con este nombre no figuraba ningún cacique en el acta de 1796409–
y que habían acordado con los indios que no se apropiarían de animales marcados.
En dichos informes, Gorordo le otorgaba cierto grado de legitimidad a la
autorización, justificando que no había sido sólo una decisión personal, sino que había
resultado de una «Junta Militar» en el fuerte de La Carlota. En esa oportunidad, el
Comandante exponía que era aconsejable habilitar a los indios para «potrear», porque
desde el tiempo que se habían hecho las paces –se refería al tratado de 1796 que ya vimos–
, la frontera se hallaba muy poblada y pacificada. Continuaba argumentando que gracias a
estas condiciones, el comercio con Chile, San Juan y Mendoza se practicaba con seguridad
y además, que se habían rescatado a tres cautivos.
De esta manera, el Comandante Gorordo sintetizaba como logros alcanzados,
algunas de las preocupaciones de las autoridades borbónicas para la fundación de Villas en
la frontera, como eran que ésta se había «poblado», a lo que se agregaba que se había
logrado la paz con los naturales,410 el rescate de algunos cautivos y en consecuencia, la
circulación mercantil se podía desarrollar sin conflictos.
Para reforzar su explicación, Gorordo exponía que la habilitación dada a Millanao,
lejos de perjudicar a los hacendados los beneficiaba, ya que los animales que los indios
obtenían entorpecían a las haciendas mansas:
«[…] antes al contrario parecian bien publico el que dichos indios en su corrida
procurasen alejar de esta frontera y recostar a la costa del Rio Tercero que ay de
distancia cosa de treinta leguas todas las haciendas alsadas respecto a que los
animales que llaman bagualas, son los que unicamente procuran sacara dichos
indios y estos lexos de ser utiles son perjudiciales, en estas inmediaciones, pues en
qualesquiera descuidos procuran reunirse con las haciendas mansas, é incorporadas
unas con otras, todas se espersan [sic].411
409
AHM, Gobierno, carp. 42, Correspondencia de Córdoba a Mendoza, Dcto. 35, 1796.
410
Con relación a la realización del tratado de paz de 1796, recordemos que Gorordo había sido una pieza
importante, porque fue él con quien los caciques ranqueles habían establecido contacto y habían realizado el
primer parlamento, antes de la suscripción del acta. AHM, Sección Gobierno, Correspondencia de Córdoba a
Mendoza, Carpeta 42, Dcto. 33, Año 1796.
411
AGN, Gobernación Intendencia de Córdoba, Sala IX 5-10-5, 1799. Gorordo a autoridades de Buenos Aires.
175
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Sin duda, éstas eran las justificaciones del Comandante ante las autoridades, pero
conjeturamos que pudo haber habido otro tipo de negociaciones entre él y los indios,
relativa a una apropiación compartida de los animales que pudieran capturar.
La autorización también tuvo resistencia por parte del Cabido de La Carlota,
posiblemente por intereses económicos, ya que los vecinos habrían pretendido posiblemente
apropiarse de la hacienda por su cuenta. Esta situación sumó puntos en contra de Gorordo
y le creó inconvenientes con Nicolás Perez del Viso, quien le informó de este asunto al
virrey Avilés.
Con relación al conflicto, el Alcalde del Cabildo de La Carlota, en principio le
había prevenido a Gorordo que suspendiera la corrida y le había informado que esas
decisiones le correspondían al Alcalde:
«[…] Hallandose noticioso este Cavildo de que los indios acompañados de algunos
besinos de esta Villa de mi mando estan por salir a aser una corrida de la banda
del Norte de esta Villa y su jurisdiccion y no siendo esto combiniente como por
estarse tratando la materia en mi Ayuntamiento, a prebencion partisipo a Usted
se sirva mandar suspender la salida de los indios a dicha corrida hasta que yo
havise a usted de lo que resulte en el acuerdo sin embargo de perteneserme a mi
solo como Alcalde Ordinario y defensor de Real hasienda el proibir las atajadas y
corridas de campo no presediendo lisencia superior […]412
412
AGN, Gobernación Intendencia de Córdoba, 1798-99, Sala IX, 5-10-5. Juan A. Arias de Cabrera (alcalde)
a Gorordo.
413
AGN, Gobernación Intendencia de Córdoba, 1798-99, Sala IX, 5-10-5. Francisco Solano Arballo (procurador)
a Juan A. Arias de Cabrera (alcalde).
414
AGN, Gobernación Intendencia de Córdoba, 1798-99, Sala IX, 5-10-5. Juan A. Arias de Cabrera a Gorordo.
176
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
415
AGN, Gobernación Intendencia de Córdoba, 1798-99, Sala IX, 5-10-5. Gorordo al Cabildo de la Carlota.
416
AGN, Gobernación Intendencia de Córdoba, 1798-99, Sala IX, 5-10-5. Nicolás Perez del Viso al Virrey
Avilés.
177
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
De la misma manera, desde Buenos Aires apoyaron la posición del Cabildo de La Carlota,
argumentando que al permitir a los indios potrear en los campos del norte del fuerte, éstos
obtenían conocimientos de esos terrenos para incursiones que pudieran planificar y también
les posibilitaba apropiarse de ganado marcado. Además, le advirtieron a Gorordo que no
debía haber tomado esa determinación «ni ocurrir a esta superioridad sino por el conducto
de su inmediato gefe» (Gorordo, por su parte, también había consultado a Buenos Aires).417
Más allá de las determinaciones de las autoridades, los casos relatados presentan
indicios sobre algunas características del accionar de los jefes militares –en el ejemplo de
Gorordo– en cuanto al ejercicio de una autoridad casi autónoma, particularmente en
procesos de conformación de villas y poblados de la frontera, aún cuando esa conformación
estuviera acompañada por instancias estatales.418 En La Carlota esa autonomía se vio
amenazada desde la constitución del Cabildo y el intento de construcción del «mando
político» por parte de los capitulares de Villa La Carlota.
Igualmente, en los casos revisados no encontramos evidencias contundentes para
aseverar que las reformas subvirtieran claramente a la autoridad civil. No obstante, sí se
pone de manifiesto que un sector, los miembros del Cabildo, lo experimentaron como una
amenaza a la hegemonía que se atribuían en el monopolio del control social. Los ejemplos
de Amigorena que ejercía una función que hasta ese momento no existía en Mendoza –
Comandante de Armas y Frontera de Cuyo– nos permiten visualizar a ese funcionario
como un emergente del proceso de militarización que, en rigor, además de atribuciones
militares, ejercía atribuciones policiales y de control social. Serían estos nuevos actores
sociales los que iban teniendo mayor espacio político y eso explica la alarma de los capitulares.
417
AGN, Gobernación Intendencia de Córdoba, 1798-99, Sala IX, 5-10-5. Autoridades de Buenos Aires a
Gorordo.
418
Barral, María E. y Fradkin, Raúl O., «Los pueblos y la construcción de las estructuras de poder institucional
en la campaña bonaerense (1785-1836)», Boletín del instituto de Historia Argentina y Americana «Dr. Emilio
Ravignani, Tercera serie, núm. 27, 1er. semestre 2005.
178
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
CAPÍTULO 8
179
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
considera la guerra de independencia como el conflicto militar contra los españoles y otros
sectores realistas, que tuvo su inicio con las expediciones ordenadas por esa Junta de Buenos
Aires y que se prolongó a lo largo de toda la década. La guerra en esos años implicó la
fractura del Virreinato del Río de la Plata y fue el comienzo del proceso de formación de
cuatro nuevos estados en lo que había sido su territorio: Argentina, Uruguay, Paraguay y
Bolivia.
En ese período, la guerra se desarrolló en varios escenarios: en una primera etapa
en el Alto Perú y en Montevideo –que era el foco contrarrevolucionario en el Río de la
Plata–. En la segunda parte de la década, las actuales provincias del norte sufrieron los
embates de los realistas del Alto Perú, que fueron neutralizados por las milicias y fuerzas
irregulares de Salta y Jujuy. Sin embargo, el proceso que dominó la segunda mitad de la
década fue la campaña que comandó José de San Martín contra los realistas que ocupaban
Chile y que culminó con la victoria sobre ellos en 1818.
A su vez, se produjeron enfrentamientos entre el Gobierno de Buenos Aires y las
provincias del Litoral que estaban conformadas por la Banda Oriental, Santa Fe, Entre
Ríos y Corrientes y que dirigía Artigas.419
En este contexto bélico a gran escala, se puede suponer que los esfuerzos políticos
y económicos de los distintos gobiernos estuvieron centrados en el sostenimiento de la
causa revolucionaria en los territorios del ex Virreinato.420 Esto no necesariamente significó
un menor interés por los espacios de frontera sino que implicó un despliegue de estrategias
diferentes en las relaciones diplomáticas, más vinculadas entonces a las coyunturas derivadas
de la guerra.
Teniendo en cuenta el espacio examinado en este trabajo, vemos que uno de los
objetivos de la Junta de Buenos Aires a partir de 1810 fue obtener legitimidad en la totalidad
del virreinato del Río de la Plata, para lo cual debía procurar el reconocimiento y la obediencia
419
Una síntesis sobre el tratamiento de la guerra de independencia en la historiografía argentina en Di Meglio,
Gabriel, «La guerra de independencia en la historiografía Argentina», en Chust, Manuel y Serrano, José A.
(eds.) Debates sobre las independencias Iberoamericanas, AHILA- Iberoamericana, España, 2007, pp. 27-45.
420
Ratto, Silvia, Indios y cristianos…, op. cit., p. 57 y Bechis, Marta, «De hermanos a enemigos: los comienzos
del conflicto entre los criollos republicanos y los aborígenes del área Arauco-Pampeana, 1814-1818», en Susana
Bandieri (coord), Cruzando la Cordillera…. La frontera argentino-chilena como espacio social, Centro de Estudios
de Historia Regional, Facultad de Humanidades, UNCo, 2001, pp. 65-99.
180
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
del resto de las provincias, a las que les debía dar representación en el nuevo gobierno. En
el Acta del Cabildo de Buenos Aires del 25 de mayo de 1810, que anunciaba la creación de
la Junta, se dispuso también el envío de circulares a las provincias y pueblos del interior
para invitarlos a elegir los representantes para reunirse en la capital.
Frente a los acontecimientos ocurridos en España y la formación de la Junta en
Buenos Aires, los posicionamientos locales de las diferentes ciudades y jurisdicciones que
comprendían la Gobernación Intendencia de Córdoba no fueron unánimes. En el caso
concreto de esta ciudad, sede del gobernador, reflejaron las tensiones entre facciones de la
elite que mantenían diferentes redes y lealtades políticas, cuya existencia era previa a los
sucesos de mayo de 1810.421 Allí, algunas prominentes figuras políticas como el Gobernador
Intendente, Juan Gutiérrez de la Concha, Victorino Rodriguez, Santiago de Liniers, entre
los más sobresalientes, se alinearon en el bando realista y desconocieron a la Junta porteña.
Como Gobernador Intendente, Gutiérrez de la Concha había realizado despachos
a los Cabildos de San Luis y Mendoza, solicitando la adhesión al virrey destituido. En
Mendoza, al tiempo que sus cabildantes recibieron este despacho, también receptaron las
noticias de la creación de la Junta de Buenos Aires y la solicitud de la elección de un
diputado para ella. Aunque dilataron su decisión, los miembros del Cabildo acordaron,
finalmente, enviar el diputado a Buenos Aires con unos pocos votos contrarios: los de
Faustino Anzay, que era Comandante de Armas, y los dos ministros de las Reales Cajas. El
Cabildo desplazó de su cargo a Anzay y nombró a Isidro Maza en el cargo de Comandante
de Armas que un mes después se lamentaba porque los subalternos no reconocían su
autoridad.422 Días después, el 29 de junio de 1810, el destituido Anzay y otros compañeros
de armas, ocuparon el cuartel de la capital mendocina, pero éste fue un intento efímero
para restaurar el viejo orden, ya que el 20 de julio dimitió ante el Cabildo del cargo que
421
Las dos principales facciones eran: la liderada por el Deán Gregorio Funes y sus allegados que adhirieron a la
revolución y el grupo «sobremontista» (en referencia a que se trataba de antiguos aliados a Sobremonte) que se
opuso radicalmente a ésta. Ramos, Virginia, «Procesos políticos en Córdoba hacia fines de la colonia y comienzos del
período revolucionario: tensiones y conflictos entre los grupos de poder» Tesis Final de Licenciatura en Historia,
Escuela de Historia, FFyH, UNC. Mimeo. Agradezco a la autora que generosamente me facilitó una versión de
su trabajo final de Licenciatura en Historia.
422
AHM, EI, 1810, Dcto. 10, carpeta 749. Isidro Maza al Cabildo.
181
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
había recuperado por la fuerza y fue apresado junto con los dos ministros de las Reales
Cajas.423
Por su parte, los capitulares en San Luis obedecieron las directivas de Buenos
Aires, aparentemente desde las primeras noticias, aunque también el Gobernador Intendente
Gutiérrez de la Concha había solicitado a los puntanos su adhesión al posicionamiento de
la facción contrarrevolucionaria del grupo «sobremontista».424
Más allá de su pertenencia a la Gobernación Intendencia, en el funcionamiento
político y económico de cada una de las jurisdicciones de las tres ciudades cuyanas siguieron
actuando al parecer de manera bastante independiente entre sí. En efecto, las autoridades
comenzaron a ser nombradas directamente desde Buenos Aires, y según podemos constatar
en las fuentes revisadas, no se evidencia la existencia de vínculos de dependencia jerárquica
e institucional que existía desde la década de 1780, con la aplicación de la Real Ordenanza
de Intendencias.425
No obstante, la resistencia en Córdoba no alcanzó a organizarse lo suficiente y
con la llegada allí del ejército de Buenos Aires, los dirigentes de este movimiento que
habían intentado armar un ejército y dirigirse al norte en busca de apoyo, fueron detenidos
y ejecutados por órdenes de la Junta, en agosto de 1810.
En la década de 1810 la sucesión de gobernadores y de formas de gobierno en
todas las jurisdicciones estuvo a tono con lo que acontecía en Buenos Aires. Así, en Córdoba
a la creación y disolución del Junta Provincial entre 1810-1811, le continuó una sucesión
de gobernadores, entre los cuales algunos fueron enviados directamente de Buenos Aires.
El gobierno de Buenos Aires también eligió otros funcionarios adeptos, algunos de ellos
vinculados a los cargos militares como Pedro Antonio Nolasco Grimau, o como Santiago
Rivadavia quienes se vincularon con los grupos de la sociedad local fieles a la causa
revolucionaria.426
423
Satlari, María Cristina, «De las reformas borbónicas a la desintegración de Cuyo…, op. cit., pp. 105-107.
424
Núñez, Urbano J., Historia de San Luis, Plus Ultra, Buenos Aires, 1980, pp. 132-140.
425
Posteriormente, y ya de manera formal, el Supremo Gobierno Ejecutivo creó en 1813 la gobernación
Intendencia de Cuyo conformada por Mendoza, San Juan y San Luis, con lo que la separación quedó establecida.
Satlari, María Cristina, «De las reformas borbónicas a la desintegración de Cuyo…, op. cit., pp. 105-109.
426
Ayrolo, Valentina, «La ciudad cooptada. Refractarios y revolucionarios en Córdoba del Tucumán (1810-
1816), Anuario IEHS 26, en prensa.
182
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Para 1815, el gobierno de Buenos Aires no controlaba los espacios locales y esto se
vio acompañado por el influjo de Artigas sobre una porción importante de espacio del ex
Virreinato. En este marco, en Córdoba renunció el gobernador Ortiz de Ocampo y fue
reemplazado, a través de un Cabildo Abierto, por José Xavier Díaz. Aunque no estamos en
condiciones de desentrañar el entramado de conflictos de este período, que por otra parte
excedería los objetivos de esta investigación, sí nos interesa señalar la forma en que estas
disputas repercutieron en los espacios de frontera.
Así, en 1816 tuvieron lugar dos sublevaciones lideradas por sectores del
artiguismo. 427 Para 1818 se encuentran referencias dispersas sobre la actuación de
«montoneras»428 y de movimientos insurreccionales en puntos cercanos a la frontera este,
como eran El Tío, Villa del Rosario, Arroyito, Santa Rosa. También se dieron en otras
cercanas a la frontera sur, como Herradura, Fraile Muerto –actual Bell Ville–, a lo largo del
camino desde y hacia Buenos Aires, interrumpiendo las comunicaciones.429
Un proceso derivado de las guerras de independencia y que impactó en los espacios
de frontera fueron las frecuentes deserciones. En torno a 1813, aparentemente estas fugas
de soldados fueron comunes a lo largo de toda la frontera desde el Atlántico hasta la cordillera,
debido a que las levas forzadas para los ejércitos patrios actuaban como expulsoras y
convertían en marginales o excluidos, a individuos de la sociedad criolla que al ser hostigados
por estas levas, encontraban resguardo yéndose a vivir entre los grupos indígenas de la
frontera. La situación debe haber sido lo suficientemente preocupante para que en 1813
las autoridades de Córdoba intentaran atenuar las deserciones mediante la determinación
de indultar a aquellos que se presentasen voluntariamente en los fuertes y fortines de la
frontera.430
Sin embargo, el problema continuó en todo el período y particularmente en
Córdoba, donde se aplicaron las habituales imposiciones sobre «vagamundos» y ladrones
de ganado y con ello, la resistencia al reclutamiento y las deserciones fueron una constante.431
427
Sobre las sublevaciones de Juan Pablo Bulnes en 1816 ver: Ferrero, Roberto, La saga del artiguismo
mediterráneo…, op. cit., pp. 59-61.
428
El término «montoneras» en este contexto designaba a los grupos autonomistas. Cfr.: Ibid, p. 101.
429
Ibid, p. 106.
430
AHPC, Gobierno, 1818, Tomo 37, f. 242 y 247.
431
Meisel, Seth, «El servicio militar y la construcción del estado en Córdoba, Argentina, 1810-1840», en Terán,
183
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Las investigaciones de Fradkin y Ratto sobre otros espacios, dan cuenta de que la
deserción fue la forma característica que adoptó la resistencia de las tropas dentro de un
repertorio más amplio de prácticas. De los destinos posibles que podían tomar los desertores
uno era el de las tolderías de los grupos indígenas independientes. En esos casos, la captura
de los refugiados debía realizarse mediante negociaciones de las autoridades con los caciques
que los hospedaban, o que al menos controlaban el espacio donde éstos se habían
refugiado,432 lo que veremos en los acuerdos de Córdoba en esta década.
A las deserciones se sumaron también los prisioneros del bando realista, que se
fugaban fácilmente de los fuertes de la línea militar.433 El número de prisioneros se
incrementó significativamente en los años 1816 y 1817, luego de las batallas de Chacabuco
y Maipú. Aunque se trataba mayoritariamente de españoles, también formaban parte de
los ejércitos realistas soldados chilenos y peruanos.434 En efecto, en 1815 el Directorio
había dispuesto que los oficiales realistas prisioneros fueran trasladados a Córdoba y de
esta manera dicha jurisdicción se convirtió en un punto de concentración de presos
provenientes de Buenos Aires, Tucumán y Cuyo, que eran remitidos particularmente a los
curatos de Río Seco y Río Cuarto.435 Esta medida también agravó el problema crónico de
su manutención, y los vecinos de las villas de la frontera fueron obligados por las autoridades
militares a alojar y alimentar mientras tanto, a dichos prisioneros.436
En el caso del espacio mendocino, la dinámica de las relaciones de frontera estuvo
profundamente influida por la vecindad con Chile y condicionada principalmente por dos
Marta y Serrano Ortega, José A. (eds.), Las guerras de independencia en la América española, El Colegio de
Michoacán/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/CONACULTA/INAH, México, 2002, pp.
442-443.
432
Fradkin, Raúl y Ratto, Silvia, «Desertores, bandidos e indios en la frontera de Buenos Aires, 1815-1819», en
Secuencia, núm. 75, septiembre-diciembre 2009, pp. 13-41.
433
Bechis, Marta, «De hermanos a enemigos…», op. cit., pp. 84-85.
434
Fradkin Raúl y Ratto, Silvia, «¿Qué hacer con los prisioneros españoles? La construcción del ‘enemigo’ y las
formas de dejar de serlo. Buenos Aires, 1817-1819", en Barriera, Darío (coord.), La justicia y las formas de la
autoridad. Organización política y justicias locales en territorios de frontera. El Río de la Plata, Córdoba, Cuyo y
Tucumán, siglos XVIII y XIX, ISHIR CONICET-Red Columnaria, Rosario, 2010, p. 46.
435
Ibid, p. 50. Cabe aclarar que en 1817 fueron trasladados a la Guardia de Luján unos 200 prisioneros
españoles, como medida de seguridad en tanto habían formado parte de la sublevación encabezada por José
Pablo Bulnes en 1816. Ibid, p. 76.
436
Lobos, Héctor, La frontera sur de Córdoba…, op. cit, pp. 47-48.
184
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
437
León, Leonardo, «Montoneras populares durante la gestación de la República, Chile: 1810-1820», en Anuario
de Estudios Americanos, 68, 2, julio-diciembre, Sevilla (España), 2011, 484-485.
438
Bragoni, Beatriz y Mata, Sara, «Militarización e identidades políticas en la revolución rioplatense», en Anuario
de Estudios Americanos, vol. 64, n° 1, 2007, p. 225.
439
Ibid, pp. 230-231. Sobre Manuel Corvalán cfr.: Bragoni, Beatriz, «Esclavos, libertos y soldados: la cultura
política plebeya en Cuyo durante la revolución, en Fradkin, Raúl (ed.), ¿Y el pueblo dónde está? Contribuciones
para una historia popular de la revolución de independencia en el Río de la Plata, Prometeo Libros, 2008, Buenos
Aires, p. 114.
185
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
la elite cuyana. Algunos autores han calculado que de los 5.187 hombres que integraron el
ejército en el momento del cruce de los Andes, 3.610 eran originarios de la jurisdicción
cuyana. También se implementó el reclutamiento de esclavos, a través de diferentes
disposiciones, quienes en su conjunto integraron los batallones de infantería.440
Durante los años de la guerra de independencia, los contendientes apelaron a los
indígenas soberanos para ganar su apoyo y su ayuda militar. Esta coyuntura revolucionaria
estaba vinculada a un proceso y a una periodización de la sociedad hispano-criolla en el ex
virreinato del Río de la Plata, que incidió en el mundo indígena. Sin embargo, los grupos
indígenas de la frontera no fueron receptores pasivos de las diferentes propuestas y presiones
ejercidas por los distintos actores en pugna y sus posicionamientos estuvieron enmarcados
en los contextos específicos y fuertemente vinculados al mantenimiento de los beneficios
obtenidos en los antiguos acuerdos logrados durante la colonia, por lo menos en el espacio
estudiado.
Para responder a esta pregunta veremos los tratados suscritos en este período y
analizaremos, en la medida de lo posible, el contexto de su producción. Sin duda, los
acuerdos alcanzados estuvieron vinculados a las especificidades de las coyunturas políticas
ciertamente diferentes en las jurisdicciones en estudio por lo que analizaremos los casos de
Córdoba y de Mendoza por separado.
Para la primera década revolucionaria, se evidenció un crecimiento paulatino de
la conflictividad en la frontera sur de Córdoba, pero en términos generales, las relaciones
entre los indios y la población hispano-criolla permanecieron sin cambios hasta 1814. Los
indios fronterizos que vivían cerca de la frontera siguieron así manteniendo intercambios
frecuentes y eran agasajados cuando viajaban a la ciudad.441
440
Bragoni, Beatriz y Mata, Sara, «Militarización e identidades políticas…», op. cit., pp. 232.
441
Barrionuevo Imposti, Víctor, Historia de Río Cuarto… op. cit., p. 127.
186
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
442
AHPC, Gobierno, 1818, Leg. 53, carpeta 5, f° 518. En esta ubicación encontramos la copia del tratado de
1815.
443
AHPC, Gobierno, 1813, Tomo 37, f° 225. Cabe aclarar que desconocemos desde cuándo se practicaba este
alquiler.
187
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
indios en sus casas los días que bajaban a la villa a vender y comprar productos.444 Esto da
cuenta de que los cambios políticos no habían afectado, en este caso, las relaciones
establecidas.
Así, en el tratado de 1818 entre el gobernador Manuel Antonio de Castro, y el
cacique Santiago Quintana de la Vega, nuevamente se propuso ratificar los «antiguos tratados
de alianza, paz y confederación» y la observancia de la ratificación que se había realizado en
1815 (ver documento 13 en Anexo Documental).445 Además de lo anterior, en este tratado
se explicitaron acuerdos en torno a los desertores del ejército:
«[…] añadiendose por nueva circunstancia en dichos tratados, que los referidos
caciques no han de admitir en sus Estados, ni consentir que pasen por ellos los
soldados desertores de nuestros exercitos, si no que los devolveran, y entregarán
inmediatamente, sin ofenderles en sus personas, y propiedades, á los Comandantes
de Fronteras […]»446.
Está claro que el problema de las deserciones era allí crónico y las autoridades
apelaban también a los acuerdos con los caciques como una forma de controlar la resistencia
al reclutamiento.
Lo anterior no significaba que hispanocriollos e indios viveran allí en total armonía.
Así, en 1817, el Comandante General de milicias y fronteras, Juan Andrés de Pueyrredón,
exponía su opinión al gobernador de Córdoba en torno a las políticas se debían seguir
respecto a los indios, por los continuos robos de ganados en la zona. Allí, de manera
pragmática, opinaba que sería inconveniente una ruptura con los indígenas del sur y
proponía una reunión en Villa Concepción de Río Cuarto con los principales caciques
vecinos en la que se les reclamaría:
444
AHPC, Gobierno, 1816, caja 49, carpeta 4, f. 379. Citado en Lobos, 1979, p. 57.
445
AHPC, Gobierno, 1818, Leg. 53, carpeta 5, f° 521.
446
AHPC, Gobierno, 1818, Leg. 53, carpeta 5, f° 521.
188
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Ciertamente en este párrafo se hacía referencia a uno de los artículos del tratado
de 1796, que hemos detallado en el Capítulo 5. Vemos así que el rasgo más notable que se
evidencia en este espacio es la vigencia de la legitimidad de los tratados de la época borbónica,
que eran reconocidos tanto por las autoridades republicanas como por los grupos de indios
amigos, si bien ajustados ahora a un nuevo contexto.
Para el caso del espacio mendocino, el primer parlamento formal en esta etapa fue
en junio de 1812, en el que el gobierno de Mendoza mantuvo una reunión con los indios
pehuenches «amigos». En esta oportunidad el representante del gobierno –Alexo Nazarre–
hizo una «arenga», o sea, un discurso pronunciado para avivar los ánimos.
El acuerdo con los indios tenía aquí un objetivo específico: lograr el apoyo de los
indios a la causa revolucionaria.
Recordemos que la frontera sur chilena se convirtió pronto en un núcleo de
resistencia realista, apoyado por el virrey del Perú. Así, la política del gobierno central
rioplatense se preocupó por reafirmar las alianzas con los indios amigos con los que ya
tenían tratos, e instruyó a las autoridades cuyanas para que así lo hicieran. De esta manera,
en 1812, San Carlos fue escenario de un parlamento en el que se invitaba a los pehuenches
a participar en la insurrección contra los españoles:
447
AHPC, Gobierno, 1818, caja 58, carpeta 5, f. 150-151. Citado en Lobos, 1979, pp. 112-113.
448
Gaceta de Buenos Aires, T.III, p. 221, citado en Comando General del Ejército, Política seguida con el
aborigen (1750-1819), Tomo I, Círculo Militar, Buenos Aires, 1973, p 543.
189
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Una fórmula similar a la del inicio de la arenga ya había sido utilizada por Feliciano
Chiclana, cabeza del Triunvirato que gobernaba en Buenos Aires en 1811, cuando el cacique
tehuelche, Quintelau y su séquito visitaron la ciudad: «somos vástagos de un mismo tronco…
Amigos, compatriotas y hermanos». 449 Es interesante la mención que se realizaba sobre los
incas y la referencia a un «nosotros», representándose a sí mismos como grupos oprimidos
por el imperio español, lo que se puede interpretar como un recurso discursivo de los
patriotas para obtener el apoyo de los grupos indígenas.
Teniendo en cuenta el escenario de restauración monárquica en Chile, San Martín,
como Gobernador de Cuyo, consideró necesario controlar el sur y los pasos cordilleranos
y entre otras medidas, instruyó en octubre de 1814 al comandante De Susso –que era uno
de sus apoyos– y a Fray Inalicán para consolidar la amistad con los «paisanos» pehuenches,
convocándolos a un parlamento.450
A fines de octubre de ese año se realizó el encuentro con el Cacique Gobernador
Neycuñan, junto a otros caciques y capitanejos de su nación, a orillas del río San Pedro.
Como representante del gobierno los interlocutores fueron José de Susso y Fray Inalicán,
quien actuaba como intérprete. Recordemos que éste último era capellán del fuerte y cura
conversor de San Rafael y había desempeñado un rol de mediador en la relación con los
indios de frontera, desde 1805. 451
En el parlamento, de Susso realizó una «arenga» en la que comenzó con una
suerte de presentación en nombre de San Martín, nuevo Gobernador Intendente de Cuyo,
quien a su vez era el representante del supremo Director de las Provincias Unidas del Río
de la Plata (ver documento 11 en Anexo Documental).452 Allí de Susso informó que «el
reyno de Chile se halla, ya oy, bajo la tirania de los contrarios de la livertad americana, es
decir, de buestra livertad y la nuestra. Los limeños y chilotes le ocupan todo […]».
449
Citado en Weber, David, Bárbaros. Los españoles y sus salvajes en la era de la Ilustración, Crítica, Barcelona,
2007 [2005], p. 383.
450
AHM, EI, 1814, Dcto. 80, Carpeta 234, Fray Francisco de Inalican a San Martín.
451
Ver Pelagatti, Oriana Inés, «Política y religión en la frontera sur de Mendoza. Fr. Francisco Inalicán. 1805-
1822», en Ayrolo, Valentina (comp.), Estudios sobre el clero iberoamericano, entre la independencia y el Estado-
Nación, CEPIHA, 2006, pp.
452
AHM, EI, Sección Gobierno, 1814, Dcto. 1, Carpeta 123, Arenga del Tte Cnel y Cte. Gral de Frontera José
De Susso a la Nación Pehuenche y nómina de los caciques que concurrieron.
190
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Seguidamente señalaba a los indios que ellos deberían estar vigilantes de los pasos de la
cordillera, porque si les permitieran el paso a los realistas, éstos los harían sus esclavos, les
destruirían sus campos y tolderías, se apropiarían de sus ganados y «serían infelices». La
pretensión de de Susso era que los pehuenches amigos cuidaran los pasos cordilleranos que
ellos controlaban, y que avisaran las novedades por chasques de confianza.
Es de observar que en esta arenga, como en la de 1812, se reproduce una
construcción discursiva de un pasado idílico, en el que tanto unos como otros habían
actuado juntos defendiendo su tierra de los usurpadores españoles, que la habían ocupado
por siglos. La expresión «tiranía» refiriéndose al sistema de dominación –de la cual ellos
mismos habían participado–, demuestra una memoria sumamente selectiva en el discurso
del propio papel que habían tenido los hispanocriollos como opresores de los indígenas en
el período colonial.453
De manera explícita, en este parlamento de 1814, el Cacique Gobernador
Neycuñan se comprometió junto con los otros caciques, a cuidar de los pasos cordilleranos
y a remitirles los enemigos que intentasen atravesarlos hacia el este de la cordillera.454
Las fuentes no revelan ninguna solicitud expresa de los caciques, que posiblemente
existió, teniendo en cuenta que la iniciativa de parlamentar había sido presentada por el
gobierno de Mendoza. En efecto, en el informe que de Susso realizó a San Martín sobre el
Parlamento, le señalaba que los indios manifestaron alegría «[…] y se reservaba las
pretensiones de los caciques para hacérsela personalmente […]».455
De manera análoga a los tratados realizados durante la dominación colonial, aquí
también se manifiestan las viejas prácticas de no ser claros ni explícitos, a la hora de registrar
en las actas los compromisos con los caciques. No obstante, por las solicitudes de estos,
posteriores al tratado de 1814, suponemos que las demandas estuvieron vinculadas a nuevos
acuerdos comerciales para «bajar a la ciudad», a fin de poder abastecerse de los bienes que
anteriormente obtenían en Chile, lo que en ese momento no podían hacer por estar aliados
con las autoridades mendocinas.456
453
Weber, David, Bárbaros…, op. cit., p. 386.
454
AHM, EI, Sección Gobierno, 1814, Dcto. 1, Carpeta 123, Arenga del Teniente Coronel y Comandante
General de Frontera José De Susso a la Nación Pehuenche y nómina de los caciques que concurrieron.
455
AHM, EI, Sección Gobierno, 1814, Dcto. 40, Carpeta 235, José de Susso a San Martín.
456
AHM, EI, Sección Gobierno, 1815, Dcto. 11, Carpeta 237, Jose de Susso a San Martín.
191
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«Una de las cosas que mas condecoran entre los indios pehuenches a sus mayores,
es tener y conserbar papeles que relacionen la amistad y correspondencia con los
hombres constituidos en dignidad. No hay un casique que deja de tener despachos
de presidentes o governadores y quando vajan a los pueblos los presentan como
un testimonio de la entidad de sus personas […]».458
457
AHM, EI, Sección Gobierno, 1814, Dcto. 46, Carpeta 235, José de Susso a San Martín.
458
AHM, EI, Sección Gobierno, 1814, Dcto. 46, Carpeta 235, José de Susso a San Martín.
459
AHM, EI, 1813, Jose de Susso al Teniente Gobernador, 1 fs.
192
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
460
AHM, EI, 1814, Dcto. 32, Carpeta 235 Jose de Susso al Gobernador Intendente San Martín.
461
AHM, EI, Gobierno, 1814, Dcto. 30, Carpeta 235, José de Susso al Gobernador Intendente Don Marcos
Gonzales Barcarce.
462
Aunque el nombre de este cacique no está en el listado del parlamento de 1814, de Susso daba por sentado
que era aliado. AHM, EI, Sección Gobierno, 1815, Dcto. 2, Carpeta 237, Jose de Susso a San Martín, f° 3.
193
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
[…] Por aora me parese tolerar asta otra epoca que entre tanto se nos presentaran
datos mas claros de que estos [los caciques con los que hicieron tratos] son malos
y que solo el asote los contiene […]464.
463
AHM, EI, Sección Gobierno, 1815, Dcto. 11, Carpeta 237, Jose de Susso a San Martín.
464
AHM, EI, Sección Gobierno, 1815, Dcto. 72, Carpeta 237, Jose de Susso a San Martín.
465
AHM, EI, Sección Gobierno, 1814, Dcto. 46 y 47, Carpeta 235, Jose de Susso a San Martín.
194
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
«[…]si me saliesen herrados mis calculos deve haver mucha malicia en nuestros hermanos
peguenches […]», decía De Susso.466
En esta etapa, las autoridades mendocinas suscribieron otro Parlamento con los
pehuenches, en 1816. Según apuntes dispersos –ya que no se dispone del acta–, el
parlamento formaba parte del plan de San Martín de pasar por los territorios controlados
por los pehuenches. En la reunión realizada en San Carlos, éste había solicitado a los
indios autorización para cruzar por allí y avanzar por El Planchón y El Portillo. Como
contrapartida, San Martín les ofreció la posibilidad a los pehuenches de que les proveyeran
de ganado y de caballos para el ejército.467
En Chile, luego de la batalla de Maipú, en 1818, no obstante el ejército de San
Martín salió victorioso, las fuerzas realistas no quedaron desarticuladas y se reorganizaron
al sur del río Bío Bio. Conformaron allí una resistencia armada que actuó como expresión
política y militar, en nombre del rey de España, e inició un proceso bélico que se extendió
hasta 1832, conocido en la historiografía tradicional como la de «Guerra a muerte».
Al oeste de la cordillera, a diferencia de lo que sucedía en el territorio del ex
Virreinato del Río de la Plata, era notable la adhesión de las provincias del sur a la defensa
del orden colonial de distintos sectores de la sociedad, incluyendo los grupos indígenas
soberanos.468 Las historiadoras Gladys Varela y Carla Manara han destacado la importancia
de las estrechas alianzas entre los funcionarios de la corona y los grupos pehuenches, para
comprender la razón por la que estos últimos, una vez instalado el orden republicano se
mantuvieron leales a la causa de la corona. De esta manera, los tratados firmados por las
autoridades borbónicas fueron, en el contexto revolucionario, la ley escrita para mantenerse
fieles a la causa del rey. 469
466
AHM, EI, Sección Gobierno, 1814, Dcto. 46, Carpeta 235, Jose de Susso a San Martín
467
Levaggi, Fernando, Paz en la frontera…, op. cit., pp. 173-174; San Martín al Gobierno de Buenos Aires, en
Martínez Sarasola, C, Nuestros paisanos los indios. Vida, historia y destino de las comunidades indígenas en la
Argentina, Buenos Aires, Emecé, 1992, p. 165; Morales Guiñazú, Primitivos habitantes de Mendoza… op. cit.,
pp. 91-94.
468
Manara, Carla, «Movilización en las fronteras. Los Pincheira y el último intento de reconquista hispana en el
sur americano (1818-1832)» en Revista Sociedades de paisajes áridos y semiáridos, Universidad Nacional de Río
Cuarto, Año II, Vol. II, junio de 2010, pp. 44-45.
469
Varela, Gladys y Manara, Carla, «Tiempos de transición en las fronteras surandinas: de la colonia a la
República», en Susana Bandieri (coord), Cruzando la Cordillera…. La frontera argentino-chilena como espacio
social, Centro de Estudios de Historia Regional, Facultad de Humanidades, UNCo, 2001, p. 43.
195
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
470
Ejemplos de este tipo de valoración Cfr.: Morales Guiñazú, Primitivos habitantes de Mendoza, Best Hermanos,
Mendoza, 1938, p. 95.
471
Varela, Gladys y Manara, Carla, «Tiempos de transición en las fronteras surandinas … op. cit., p. 51.
472
Chust, Manuel y Serrano, José A., «Un debate actual, una revisión necesaria», en Chust, Manuel y Serrano,
José A. (edits), Debates sobre las independencias Iberoamericanas, AHILA- Iberoamericana, España, 2007, pp. 9-
25.
473
Varela, Gladys y Manara, Carla, «Tiempos de transición en las fronteras surandinas … op. cit., p. 51.
196
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Bechis474–, entre hispanocriollos y las sociedades aborígenes en las relaciones del área en
estudio, con la disolución de la dominación colonial se produjeron cambios. En este sentido,
con el advenimiento de situaciones políticas que después se señalaron como «revolucionarias»
se quebró esa etapa de acomodación satisfactoria, que fue reemplazada por un período de
creciente conflictividad como el que acabamos de reseñar.
Los factores conflictivos estuvieron vinculados al problema de las deserciones y
huidas de los prisioneros del bando realista que actuaron como elementos disruptivos para
la subsistencia indígena. Pero además, en la frontera mendocina se sumó la vecindad con
Chile, foco realista, y el consiguiente proceso de militarización en ese espacio. En esta
coyuntura las autoridades de Mendoza procuraron comprometer a los «indios amigos»
para que vigilaran y controlaran los pasos cordilleranos y les mantuvieran informados
sobre las novedades y movimientos de los desertores y emigrados.
En los casos examinados en la política de frontera de esta primera década
revolucionaria es claro el afán de los nuevos funcionarios por buscar el apoyo de los indios
soberanos para sumarlos a la causa revolucionaria, pero también, como un rasgo ambivalente,
se evidencia hasta qué punto las autoridades apelaron a las prácticas formales de la diplomacia
de la etapa tardocolonial. Esto se visualiza en los dos tratados suscritos en Córdoba en esos
años, en los que se ratificaron los compromisos del tratado de 1796, pero también se
evidencia en las recomendaciones del Comandante De Susso a San Martín para que recibiera
a los caciques o les enviara los despachos porque eran gestos que los líderes indígenas
valoraban.
Además e independientemente del estudio específico de las relaciones interétnicas,
los tratados y las coyunturas, el análisis de estos tópicos específicos permite recuperar aunque
de manera tangencial, un protagonismo de los grupos indígenas a lo largo de la guerra de
independencia y luego en las guerras civiles, largamente ignorado por la historiografía.
474
Bechis, Marta, «De hermanos a enemigos… op. cit, p. 68.
197
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
CONCLUSIONES
198
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Gran parte del período que aquí hemos examinado se caracterizó por la aplicación
de las reformas borbónicas, que incidieron de diversas maneras en las políticas de frontera.
En este sentido, uno de los aspectos que hemos recalcado fueron las reformas relativas a la
reorganización militar y a los cambios vinculados con la necesidad de defensa del imperio
por la posible penetración de otras naciones europeas. En esa dirección estuvo encaminada
la creación del Virreinato del Río de la Plata como una opción estratégica para enfrentar a
las presiones lusitanas y al peligro británico.
En el marco de las reformas, las áreas consideradas periféricas recibieron una
particular atención porque eran vulnerables a esas penetraciones. En efecto, las expediciones
científicas que en este período se incrementaron notablemente, posibilitaron una ampliación
de un conjunto más extenso y ordenado de saberes sobre los espacios de frontera que quizá
simbolizaba para los contemporáneos una apropiación científica de los espacios no
controlados por el Imperio.
Sin dudas, la necesidad de fortalecer la presencia de la corona en los espacios de
frontera sur de la Gobernación Intendencia de Córdoba implicó, por una parte, la dotación
de fortificaciones militares y de población, y por otra, la consolidación de un sistema de
relaciones establecidas con los indígenas soberanos.
Las reformas borbónicas incidieron en la militarización de las fronteras
hispanoamericanas en su conjunto y en el espacio fronterizo que fue objeto de estudio de
este trabajo. En el Río de la Plata, estas reformas vinieron de la mano de las disputas en la
frontera con los dominios portugueses, pero hemos podido observar que su aplicación
tuvo mayor influjo en Buenos Aires si lo comparamos con las jurisdicciones del interior.
De todas maneras, en el espacio estudiado, el aspecto de las reformas que tuvo una enorme
resistencia por parte de los poderes locales fue la modificación del virrey Vértiz sobre el
199
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
fuero de oficiales, sargentos, cabos y soldados en acuartelamiento. Esta medida fue rechazada
por los Cabildos de Córdoba y Mendoza porque consideraron que debilitaba a la autoridad
civil. No obstante, queda un amplio campo de estudio a seguir para evaluar el impacto real
de la aplicación del fuero militar ampliado a soldados y milicianos.
Consideramos que la participación de los militares en los espacios de frontera
significó sin duda, un incremento del peso político de los Comandantes y eso se evidencia
en las disputas con los Cabildos locales. En el caso analizado del Comandante Amigorena
en Mendoza, examinamos de qué manera éste ofició como un referente regional en los
tratos con los indios y en los asuntos de frontera. Pero además fue el primero en ocupar
una nueva función: la de Comandante de Armas y Frontera con competencias militares y
de policía que garantizaba la aplicación de la política reformista que al Gobernador
Intendente Sobremonte le interesaba potenciar con relación a la frontera. No obstante,
éste es otro de los tópicos que queda abierto para futuros trabajos.
Asimismo hemos descripto algunos conflictos que evidencian que el ejercicio de
autoridad en la frontera de la Gobernación Intendencia de Córdoba estuvo principalmente
a cargo de militares, en virtud de haberse constituido éstos en los instrumentos básicos
para expandir y aplicar la autoridad de la corona en un espacio valorado por su agenda
política. De hecho, en Villa La Carlota, en la frontera sudeste de Córdoba, el Comandante
Gorordo fue quien tuvo a su cargo el registro de los padrones de población, el ejercicio de
la justicia como juez pedáneo y fue quien actuó en el parlamento con ranquelches, además
de tener, en sus propias palabras el «general mando de la frontera». No obstante, a partir de
la instalación allí de un Cabildo, el Gobernador Intendente estableció una clara distinción
entre el «mando político», que estaba en manos de éste y el «mando militar» que era el
atribuido al Comandante. Sin embargo, posiblemente esta división formal debe haber sido
difícil de lograr en los hechos concretos, dado las prácticas preexistentes.
Así hemos visto la manera en que en los procesos de conformación de villas de
frontera hay indicios de que estos jefes militares ejercían de hecho una autoridad muy
amplia.
Sin duda, las bases de poder de estos funcionarios militares de frontera también
estaban dadas por su capacidad de movilización de los pobladores al servicio de las milicias,
200
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
lo que abre otra interesante línea de investigación, que se articula con la problemática de
los fueros, ya mencionada.
Además de las reformas políticas y militares pensadas para enfrentar las necesidades
defensivas hemos considerado otro factor igualmente determinante en las políticas de
frontera en el espacio en estudio, como fue la creciente importancia que fueron adquiriendo
estos espacios desde el punto de vista económico. Es posible reconstruir desde una época
muy temprana –por lo menos desde fines del siglo XVI–, la apertura de la ruta terrestre
que comunicaba Buenos Aires y Chile, para el abastecimiento de parte de los recursos
necesarios para el sostenimiento del ejército instalado en la región de la Araucanía. Fue
precisamente esa coyuntura de la guerra del Arauco, lo que contribuyó al lento proceso de
articulación de una región que se extendía del Atlántico al Pacífico.
En el caso mendocino, la articulación de esa red de circulación estuvo dada
principalmente por el tráfico de ganado para el ejército español establecido en Chile,
aproximadamente a partir de 1630. Allí, el límite controlado por la corona alcanzaba el río
Diamante. Sin embargo, la franja que iba desde el río Tunuyán por el norte y el río Diamante
por el sur, constituyó un espacio en el que tanto indígenas como hispanocriollos ocuparon
alternativamente con ganado. Esto habla así, de la importancia de esta región también
como espacio productivo y no sólo por la circulación de mercancías de ultramar.
Las relaciones mercantiles de Córdoba con Chile también existieron desde
comienzos del siglo XVII porque éste era el paso obligado de las mercancías que ingresaban
por el puerto de Buenos Aires y también de los productos que venían del Paraguay rumbo
al oeste.
La defensa de esta ruta fue un tema recurrente a lo largo del todo el siglo XVIII y
esto se evidencia en la importancia que fue adquiriendo el comercio carretero y los proyectos
para la mejora del camino y su seguridad. La política de poblamiento en la Gobernación
Intendencia de Córdoba se expresó así particularmente en los proyectos de fundación de
villas en este espacio. Fue precisamente en el marco de la aplicación de la Real Ordenanza
de Intendentes que se potenciaron estas políticas en la región respondiendo a la necesidad
de otorgar seguridad al comercio y por el problema de la carencia de pueblos formales que
posibilitaran un mejor control social y del espacio. La política de poblamiento fue vista así
201
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
202
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203
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475
Bechis, Martha, «De hermanos a enemigos…, op. cit., pp. 72-78.
204
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Es evidente la circulación que caracterizaba estos espacios, que no se debe haber limitado
a la de los productos y a la gente, sino que también debe haber incluido información sobre
lo iba sucediendo. Las actividades del comercio, de los mercachifles y desertores que se
acercaban a las tolderías, así como las migraciones constantes, la participación de los
carreteros que se conducían por la ruta hacia o desde Buenos Aires e incluso, la relación
personal que tanto las autoridades de frontera como los religiosos habían forjado con
algunos caciques, como resultado de décadas de relaciones amistosas constituyeron, a nuestro
entender, seguros medios de circulación de la información.
No obstante, aunque los líderes indígenas estuvieran informados sobre los cambios
en la política, ciertamente creemos que las alianzas que ellos pudieron realizar de allí en
más no se establecieron en función del apoyo a tal o cual proyecto político –con los que
seguramente no se sentían demasiado motivados–, sino que estuvieron posiblemente
asentadas en los compromisos previos de los tratados que se habían firmado en el período
colonial, con los beneficios que éstos les habían proporcionado por las incertidumbres que
sin duda podía acarrear su no cumplimiento por alguna de las partes.
Sin embargo, y lo mismo que había ocurrido durante el dominio colonial, los
distintos grupos indígenas no actuaron de manera homogénea. Podemos distinguir así
diferentes características en las relaciones entre las nuevas autoridades republicanas y los
indígenas independientes.
Hemos señalado que la alianza más firme en la época borbónica había tenido
lugar con los grupos pehuenches, instalados en la región intermedia que dividía a españoles
e indios a ambos lados de la cordillera y que constituían una barrera cuyo valor fue muy
apreciado por las autoridades de Chile y del Virreinato del Río de la Plata. Nos preguntamos
si esto influyó para que estos grupos hayan mantenido luego su lealtad a la corona de
manera concreta, participando militarmente en las fuerzas realistas. Esto fue así para el
caso de Chile, pero para el espacio estudiado al este de la cordillera, esto no se ve claramente
en la primera década revolucionaria. Aún con discrepancias en el interior de los grupos de
los «indios amigos» pehuenches, en Mendoza éstos vigilaron los pasos cordilleranos y
transmitieron información a los patriotas sobre el movimiento en la frontera; acercaban
rumores sobre el ejército realista enemigo, así como capturaron a desertores, espías o
205
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
emigrados políticos para enviarlos luego a San Carlos. Sabemos que el gobierno patriota
estimuló la colaboración de los indios amigos con recompensas extraordinarias.
La situación de Córdoba aparece sin embargo diferente. Aquí hemos podido
constatar que las antiguas alianzas comenzaron a resquebrajarse en la medida que los recursos
y las energías de las nuevas autoridades fueron orientadas a los escenarios bélicos que estaban
muy distantes de este espacio y que por lo tanto deben haberse sentido como muy ajenas
por sus propios pobladores. Pero también ocurrió que los desertores que llegaban a esta
región sumaron un peso más para la subsistencia de una población campesina cuyos hombres
eran reclutados para la guerra. Eso generó posiblemente escasez de los recursos disponibles
para la subsistencia y agudizó las disputas en esa sociedad de frontera, alterando la frágil
paz que se había logrado en el período colonial.
Los estudios que están siendo llevados adelante por varios miembros del equipo
de investigación que integro, permitirán reconstruir mejor los avatares políticos específicos
de la provincia en estas primeras décadas revolucionarias. Eso permitirá tener un marco
histórico general necesario para poder articular la particularidad de los procesos que se
fueron dando en sus espacios de frontera abriendo un campo fructífero para futuras
investigaciones, como ya hemos señalado.
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MAPAS Y PLANOS
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Mapa 1
208
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Mapa 2
La Araucanía, la Pampa y la Patagonia. Adaptado de Weber, David, Bárbaros... op. cit., p. 97.
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Mapa 3
Línea de fortines de la frontera de Córdoba, 1794. Marfany, Roberto, «Fronteras con los indios en el Sud y
fundación de pueblos», op. cit., p. 461.
210
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Plano de la Villa que se había de fundar al Este del Fuerte de el Sauce, con el nombre de
Villa de la Carlota. Este fue el proyecto que se aceptó.
Archivo General de Indias, MP- BUENOS AIRES, 168.
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Plano que manifiesta lo más útil que es en su tráncito el camino antiguo de la Travesia nº 1.
El camino de la frontera nº 2 es el que an intentado trancitar los carreteros de la ciudad de
Mendoza para eximirse del derecho de pontasgo y paso preciso del desaguadero.
Archivo General de Indias, MP- BUENOS AIRES, 201BIS.
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Plano que demuestra la situación de las Ciudades de Mendoza y San Luis, en la Provincia
de Cuyo, y dirección de sus caminos Reales.
Archivo General de Indias, MP- BUENOS AIRES, 204.
215
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
476
En la documentación inédita hemos seguido las normas de Washington de 1961 que se pueden consultar en
la reproducción de ellas realizada por Tanodi, Branka, «Documentos históricos. Normas de transcripción y
publicación», Cuadernos de Historia, Serie Economía y Sociedad, CIFFyH, FFyH, N° 3, Córdoba, 2000, pp.
259-270. En los documentos éditos se han mantenido sin modificación los criterios de transcripción.
216
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Documento 1
Súplica del Cabildo de Santiago [de Chile] a S.M. sobre inconveniencia de separar las
provincias de Cuyo de la Gobernación de Chile para ser incorporadas al virreinato.
[al margen] El Cavildo Justicia y Regimiento de la ciudad de Santiago del Reyno de Chile
suplica a V.M. se digne de tener presentes las razones y motibos que deduze y en que
aparesse perjudicial a los Reales intereses y a los de aquellos basallos la separacion que se ha
proyectado de la Provincia de Cuyo para unirla con las otras tres que se expresan.
[texto principal]
Señor:
Esta noticia há conarisitado [sic] no solo al comercio de este Reino sino a todo el vesindario
por las perjudiciales consequencias que esta novedad les prepara a menos que reduzida a
un estado mas bentajoso en la forma que se dira, habra la puerta, a que la benignidad de
V.M. y su justicia distributiva derrame en este Reyno mucho mayores incrementos.
217
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
expediado que hayan de partir en el momento del avisso y un mes o serca de él, de demora
es el mas tardo para estas belosisimos incurciones, que superan a las de otras naciones de
Europa y Assia, siendo assi, que higuales noticias, y aun de menos momentos en solos tres
dias escasos, se partisipan de aquella Provincia a esta ciudad: con la notabilisima
sircunstancias de que rara vez se exista un rumor de esta clase entre los indios, que antes no
llegue a Santiago desde la frontera en derechura con lo que fasilmente se ocurre, y preocupan
los insultos.
Documento 2
Parlamento del Río Salado, octubre de 1787477
Copia.
477
Copia en Morales Guiñazú, Fernando, Primitivos habitantes de Mendoza…, op. cit., pp. 230-234.
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
En este estado se paró el dicho cacique gobernador Pinchitur y siguió su relación diciendo
que los motivos que tuvo para pedirme el auxilio consabido fue con la mira de tomar
revancha contra su enemigo Llanquetur por haberle este de antemano invadido en sus
tolderías matándole alguna de su gente, robándole la mayor parte de sus haciendas e
infestándole sus terrenos como efectivamente así lo verificó y logró al vencerlos y derrotarlos
matándole a sus tres hermanos y a los insignes cacique de su parcialidad Nancucheo su
segunda persona, Antemain, Carripil y Ancain y dos baqueanos cristianos que tenían en
sus propios toldos; demostrando al mismo tiempo un gran sentimiento de no haber muerto
a su total enemigo Llanquetur por haberse ocultado en la oscuridad de la noche dentro de
un arroyo en circunstancias que estaba nevando excesivamente y que aunque hicieron
eficaces diligencias por desentrañar la persona de este fuerte enemigo, no pudieron dar con
él, pero que si, no perdían la esperanza de conseguir sus deseos de matarle y de traernos la
cabeza, para sosiego de los amigos y que haría todo esfuerzo a fin que no se le cumpliesen
sus deseos de venir a invadir a esta frontera como lo tenía prometido conforme también se
lo impidió el difunto cacique gobernador Ancán Amun quien le pidió antes de morir que
fuesen nuestros verdaderos amigos que procurasen la venganza contra Llanquetur que
aunque estaba reciente la sangre de sus parientes que le habían en varios tiempos muerto y
que de su parte y del cacique Currilipi su primo hermano me suplicaba les auxiliase en la
presente ocasión con dos hombres de armas de fuego por el tiempo de un mes para tenerlos
en su toldería con los trescientos indios de su mando y que los tenia en su toldería sobre las
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
armas, respecto a hallarse receloso de que sus enemigos los hostilizasen durante este tiempo
y no más por concepto de estarse en distancia de estos como dos días de camino en las
inmediaciones del otro lado del caudaloso río Neuquén donde los demas pehuenches de
este lado no los pueden favorecer casi por las crecientes considerables del río y que se
hallaba situado en un terreno muy ventajoso y seguro para oponerse a sus enemigos, por
hallarse este zanjeado en contorno, en cuyo lugar se halló sitiado dos dias por su contrario
Llanquetur con más de cuatrocientos de los suyos y que no pudo conseguir más que arrearle
toda la hacienda que se hallaba fuera de los límites de su situación con lo que se retiró sin
tener el logro de su deseo, en este intermedio se levantó el cacique Currilipy y abrazándose
con su primo Pichintur le dio rendidas gracias por la interposición que hacía por él, para
conmigo, y haciendo la venia acostumbrada dijo a presencia de los mismos intérpretes,
que todo cuanto su primo había dicho era muy cierto y que en su toldería independiente
de los trescientos mocetones de armas, tenía de familia cosa de mil individuos y doscientos
nueve cautivos huilliches y que se presumía se convocasen sus enemigos a ver si podían
rescatar sus familias que en su situación los esperaban gustosamente con los bastimentos
necesarios que había dejado para en este caso antes de venir a este parlamento, y que no
recelase de los soldados cristianos que lo conservarían con la asistencia correspondiente y
que solo que ellos pereciesen padecerían estos soldados; que también le franqueen pasaporte
para el señor Gobernador de Penco, para que le diese su auxilio en caso que lo necesitasen,
respecto a hallarse más inmediatos de aquella ciudad que la de Mendoza, con lo que
concluida su relación entre todos dijeron a una voz: «Marimari Peñé Gran Capitán» y
abrazándome estrechamente entre todos, les concedieron todo cuanto me propusieron,
con dictamen de los oficiales de mi mando y por medio de dichos intérpretes les hice
entender el gran poder de nuestro soberano que los podría a todos arrasar y confundir
siempre que diesen mérito para ello y que cuanto beneficio les resultaba en la conservación
del vasallaje a que se sometían como igualmente de que serían premiados y gratificados
siempre que en tiempo y con verdad diesen sus avisos de los movimientos de nuestros
enemigos para castigarlos prontamente y que no se les diese lugar a invadir nuestras fronteras
dándoles los parabienes por el acierto con que procedieron en la empresa últimamente
practicada en venganza de las irrupciones recientes cometidas por los enemigos; que de mi
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
parte les aseguraban, siempre que ellos cumpliesen con lo prometido no faltarle en cuanto
fuese posible, para por este medio conservar una buena amistad y alianza. Últimamente
me hizo presente el cacique Canuiman alias Pellón, que el cacique Catren, íntimo amigo
de Llanquetur, que había ido a Buenos Aires a pedir paces era hombre de mala intención y
embustero que no se le debía dar crédito del tratado de paz que falsamente había celebrado
en aquella Capital y que se preciaba de engañar a los güincas españoles. En esto diciendoles
que respecto de haber muerto su gobernador Ancan Amun me expusieron a cual de los
caciques le habían nombrado de tal gobernador a lo que me contestaron que antes de
morir dicho Ancan Amun nombró a su hermano mayor llamado Pichintur encargandole
a su gente la subordinación que con él debían tener, pero que sin embargo dejaban a mi
arbitrio esta eleccion, y agradeciendoles la acción que me cedían les insté que lo eligiesen a
su satisfacción y accediendo todos en Pichintur según la determinación de su hermano
finado Ancan Amun, se excusó suplicando a su hermano Cañiuan aceptase el mando y le
replicó no poder respecto que a él de línea le correspondía como hermano mayor, haciendo
la misma votación los demás caciques. En este supuesto me pidieron les hiciese reconocer
por mis tropas por tal gobernador de la nación pehuenche al indicado Pichintur como lo
verifiqué dándole la insignia que le corresponde y lo puse en posesion de su gobernación y
mandando formar mi tropa y puesta sobre las armas hice la señar de presentarlas con una
salva de artilleria diciendo en altas voces ¡Viva el Rey!, ¡Viva España!, ¡Vivan los amigos
Pehuenches! En esto mandé darles los barriles de vino y aguardiente que para esta misma
celebración les llevaba de prevención por vía de regalo, que es lo única que aprecian, como
también les hice dar las reses necesarias para que celebrasen con sus gentes en sus propios
toldos, lo que recibieron gustosamente y con grande regocijo hicieron su convite, y
habiéndoles inteligenciado de todo lo contenido en este tratado por medio de los intérpretes,
quedaron enteramente satisfecho y por lo mismo me rindieron las gracias con los abrazos
que acostumbran y lo firmamos a presencia de los referidos caciques quienes por no saberlo
hicieron sus caracteres.– F. ut. Supra.– [Firman] Joseph Francisco de Amigorena – Miguel
Telis Meneses Sodre – Francisco Esquivel Aldao – Domingo Silva – Gonzalo Barroso –
Joseph León Torres – Santiago Poloni – Francisco Antonio Suárez de Salcedo – Carlos
Boza – Pedro José Arenas – Estanislao Puebla – [hay varios signos de los caciques]
222
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Documento 3
Sobre tratado de paz con pehuenches.
AHM, EC, Sección Indios, 1794, Carpeta 30, Dcto. 11.
Diario puntual de las diligencias obradas por esta Comandancia en la Asamblea general,
verificada con todos los casiques aliados de la Nación Pehuenche, juntados sobre la línea
de nuestra frontera, con el fin de conferenciar sobre lo util y conveniente en admitir los
tratados de paz ofrecida por los principales casiques de las naciones enemigas, Huiliches y
Ranquelches: Dudas que propusieron los expresados nuestros aliados, en beneficio de su
seguridad y esplicacion de sus principales condiciones con los emisarios venidos a este fin:
Parte dado al Sr. Governador Intendente de la Provincia; y aprobacion de este Gefe para su
conclusion y seguridad; que todo por su orden es como se sigue.
El 10 de marzo por la noche recivi de Don Francisco Barros, Comandante interino del
fuerte de San Carlos un expreso dirijido a dar parte de haver llegado a los toldos del casique
Roco dos chasquis extraordinarios Huiliches con tres chinas de aquella parcialidad que
habian retenido cautivas en su poder, solicitando a nombre de los dos principales casiques
Canapayun y Caripilun un armisticio, hasta tanto que examinados los convenios de Paz
que intentaban se consolidase una constante y perpetua amistad entre todas estas Naciones.
El Comandante que por efecto de una particular inteligencia penetro el verdadero espiritu
que acaso podía mover a aquellos enemigos a la solicitud de estos tratados para juntarse
armados contra nuestros parciales, determinó cautelosamente ponerlos a cuvierto de
qualquiera imprevisto insulto; fundando esta diligencia en el reciente exemplar que nos
presenta el tragico suceso del casique Currilepi hermano del Governador Pichintur, a quien
hicieron victima de su ferocidad y sorprendido vajo de los mismos pretextos de paz que le
pidieron. Estas reflexiones, bien examinadas, con presencia de estos sucesos, y de los que
podían ser posibles, atendida la infidelidad; le hicieron resolver la constextacion del número
2 acompañando gracias al casique Pichintur, por la consulta, que este regulo hacia,
calificando su fidelidad y obediencia. En este estado y estimando por mui justo el parte al
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generacion, una idea bastante de nuestra sagrada religion; cuyos misterios les explica a los
parbulos y adultos en su propio idioma como obserbaron todos en los dias de precepto, en
que con admiracion los vimos acudir al Santo sacrificio: concluida la arenga de sus
cumplimientos, se le mandó retirar al paraje de su acampamento, asistiendole con el obsequio
ordinario, y de costumbre; y agradecido ofreció para los fines que importasen dos de sus
mozetones, que se aprobecharon para dar los avisos de nuestra llegada.
La mañana del 19 se apareció el casique Guayquinao que trahia los dos correos Huiliches
y una india cautiva pehuenche, que por obsequio debolvían a los suyos con entera libertad,
con el solo cargo de que asistiese a los tratados de paz que por medio de los ya dichos
emisarios consultaban los regulos enemigos; y fue el punto de la combocatoria y reunion
general de nuestros pehuenches, segun los partes ya citados. Este individuo se conocio el
mas interesado en el examen, y propuestas de paz por ser el mas abanzado a los enemigos;
como que sus terrenos están colindantes con los de Mamell-Mapu, 22 [o 220?] leguas
distantes de esta. Entre 11 y 12 de este mismo dia cerraron la cuenta de los que efectivamente
pudieron venir; pues los que se hallaban en distancias mas remotas, que se consideran
muchos, dieron como sus poderes a los mas vecinos. Y asi recividos por nosotros con
demostraciones de jubilo y alegria, correspondieron ellos con muchos abrazos y manifestaron
dos pasaportes honorificos, que en prueba de su constancia y buena fe en la amistad nuestra,
odio y benganza contra los enemigos, les havia dado el señor presidente de aquel Reyno, el
Exmo. Señor Don Ambrosio Higgins.
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Concluido este acto, y deseando, como dicen ellos, celebrar las vistas, se les mandó pasar a
su acampamento, y seguidamente la comida y licores en la forma acostumbrada; haciendoles
compreender por el interprete Juan Antonio Guajardo, que para la mañana del siguiente
dia 20, estuviesen prontos y dispuestos para celebrar el Parlamento acordado; pues
indispensablemente debia concluirse en el mismo dia, por la razon de consultar estos ahorros
a la Real Hazienda y tambien porque los mas distantes lograsen alguna parte de comodidad,
que aun ofrecia la luna para su regreso. Sin embargo de estas providencias, y otras
prebenciones que tomó el comandante para este logro, no fue posible, por las instancias y
repeticiones, con que reclamaron por un dia mas de celebracion; y no hallando modo de
ebadirlos por la contemplacion de su trato, se acordó el permiso, y se precaucionó para el
siguiente 21. En este dia, prontos y dispuestos como los deseabamos, se presentaron en el
alojamiento del Comandante todos los casiques, capitanejos, y demas sublaternos, que se
consideraban con voz y voto, capitaneados todos por el principal Casique Governador de
toda la nacion. Haviendo convidado el comandante para este acto al sr Vicario de aquella
Villa Don José Manuel Saez, al R.P.F. Antonio Rivas, [tachado], al juez comisionado Don
Juan Morel, al comandante del Fuerte Don Francisco Aldao, al Theniente de Milicias Don
Francisco Barros, al Alferez Don Nicolas Barros; y al facultatibo Medico Don Narciso
Aguirre; que juntos todos y entrando por su orden los casiques rompió su arenga el dicho
Pichintur en que nombró al Rey nuestro señor y demas Gefes del reyno, segun el interprete,
y fue danto misteriosamente lugar a todos los suyos al parecer por orden de antiguedad o
poder; y acomodando el suyo al lado del Comandante que presidió esta Junta, hizo punto
de su arenga en nombre de los de la comarca, y esplicó por medio de el lenguaraz el fin, que
lo conducia a él, y a todos los suyos, en las actuales circunstancias de la paz, solicitada por
los enemigos Huiliches y Ranquelches, el recelo que sin embargo de sus ofertas, fundaba
sobre sus procedimientos, trayendo por exemplar el ya dicho de su hermano Currelipi,
sacrificado a las manos de aquellos barbaros vajo del mismo salvo conducto de paz, que
ahora piden; que él y los suyos, con el socorro mutuo de nuestras armas, vivian en una
entera seguridad y castigaban con el yerro y el fuego, los atrevimiento e insultos de unas
naciones a quienes miran con abatimiento y desprecio, y que por lo mismo hacia juicio,
que su solicitud tenia parte origen el miedo y el pabor de sus esforzados mozetones, que
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arbitrios, por los que lograba recojer los granos necesarios para su sustento; y que en prueba
de esta verdad, tenia sus establecimientos de casas firmes; que a todos los parbulos y adultos
de su ahillo, se les imponia en la religion catolica; y ultimamente, que la proteccion y
buena acojida, que esperimentaba siempre de nosotros, le abia reengendrado un nuebo
corazon, que agradecido, ofreceria siempre en honor y defensa nuestra. Continuaron asi
los demas vocales, por su orden con poca o ninguna bariacion en los dictamenes; y con
jubilo se tomó la providencia de ratificar a los expresados emisarios quanto ba relacionado;
satisfaciendo estos, con admiracion de todos, casi puntualisimamente lo mas esencial de
las propuestas, que para concluir, estimando el comandante justas algunas prebenciones
importantisimas al obgeto, se dio a entender por medio de el lenguaraz, quedar aceptada la
amistad, suspendidas las ostilidades, arrimadas las armas hasta la luna de septiembre, en
que quedaron determinadas las Vistas Generales, de los casiques de las tres naciones, para
asentar y ajustar los tratados con la solemnidad y forma, que se executó el año pasado de de
80 con nuestros aliados pehuenches; y que es lo que ahora tambien se solicita con la precisa
condicion, de que una luna antes del termino estipulado, han de embiar noticia al
comandante de la determinacion de su salida.
Ultimamente se consolidó entre todos esta declaracion y la que se les hizo prebiniendoles,
que para no causar sospecha qualquiera internacion de unas naciones, en los terrenos de las
otras, se les diese una señal indicativa, para que conocida, se les admitiese de buena fee, y
subminstrase buena hospitalidad. Esta acordada, fue un peso fuerte taladrado por la parte
superior del busto, amarrado con una cinta, que debian traer en parte visible; y haciendose
exemplar con los dos correos y la india, agasajandoseles con estribos, chupas, sombreros,
añil, tavaco y papel a los ombres bayetas, pañuelo, añil y chaquiras a la india, se les mandó
retirar entregandoles para los 12 principales casiques de aquellas naciones, que havian
tenido parte en esta embajada, otros tantos fuertes asi amarrados, como por distintibo.
Asimismo un pasaporte para que a qualquiera parte de españoles que llegasen les sirviese
para su salvo conducto. Tambien se les dio una carta para un hijo de la ciudad de Valdivia,
llamado Don Miguel de T. a quien el comandante encarga les haga saver el contenido del
pasaporte que lleban, y que propenda con su influjo en favor nuestro; y que al tiempo
prefijado de la benida de aquellos casiques, se venga con ellos, que asi podrá salir del caos
de miserias en que está constituido.
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Concluido todo en la forma dicha, y dada la orden para que ebacuasen nuestras fronteras,
representaron por un dia mas para celebrarse, que se les concedió acordada la necesidad de
congratularnos; y el siguiente 22 como a las 10 de la mañana desampararon el puesto
retirandose para sus destinos.
Es copia
Amigorena
Documento 4
Instrucciones para Barros que irá en auxilio de caciques pehuenches.
AHM, EC, Sección Indios, 1795, Dcto. 15, Carpeta 30.
Señor Comandante de Armas y Frontera de esta ciudad Don Josef Francisco Amigorena=
como a las dose del dia de oy llegaron a esta fortaleza el capitanejo Ancaín, con otro
mozeton del casique Millagin y dos mozetones del casique Roco: despachados de correo
por dichos casiques y en particular del cacique Governador Pichintur, que queda herido y
bastante enfermo segun dizen y me han hecho la relación siguiente: que desde que murio
el casique Caniguan no ha zesado el casique Raiguan de hazerle correos a Pichintur,
instandole a que se pusiese en marcha para sus tolderias (que fue en donde murio Caniguan)
en donde se allaban los brujos que enbenenaron a Caniguan, que el los conozia y que hera
preziso matarlos para lo que se ofrecia ayudarlos y asegurarlos para el dia que determinasen
matarlos que Pichintur que tenia presente los consejos que le di en nombre de V.Md. a fin
de aquietarse y no creher en tales brujerias se resistia pero que fueron tantas las instancias
de Raiguan que se bio prezisado a ponerse en marcha con sus indios, y los del casique Roco
cuio número azendia a cerca de cien hombres que antes de marchar y aun un dia antes de
la llegada a los de Raiguan le aviso se ponia ya en marcha como el que estava proximo para
avanzar a la ora señalada: que le contesto Raiguan que al aclarar el dia siguiente avanzase
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que ya se los tendria asegurados, y que quando fue ora de atacar rezibio otro mensaje del
mismo Raiguan diziendole no habia mas brujos que el y sus indios y que asi rebolbiese en
bista de ello se puso en retirada aziendose el cargo que tal bez se les abrian huido dichos
brujos o brujo, pero que a poco andar quando ellos benian todos mui desparramados y a
mucha distancia unos de otros sin guardar formacion y cubriendo la retaguardia sin cuidado
ni sospecha el y su sobrino Liempy y otros diez o doze los alcanzaron Raiguan y su indiada
que serian como treinta y sin ablar palabra los atropellaron a lanzazos matando a su sobrino
Liempy, y a tres mozetones de Roco y empeñados en matarlo a el que pudo escaparse mal
herido pero logro matar a un sovrino de Raiguan que este siguio diziéndoles iniquidades y
aziendo con los difuntos, atrozidades desnudandolos sacandoles el corazon, y otros hechos
todos impropio de sus leyes o institutos que an dado merito a que todos los casiques
formen malisimo conzepto de dicho Raiguan, y determinados a quitarlo de en medio pues
es el tambien el causante de que no aiga paz con las demas naciones de modo que los tiene
en un puro movimiento y sovresalto para lo que suplican a V.M. se digne auxiliarlos con
una partida de gente de fusil para ber modo de matarlo en un corral de piedra que esta en
una altura y se sirbe de fortaleza inpenetrable para ellos y que solamente la fusileria podria
desalojarlo y que todos los casiques estan de acuerdo no darles quartel y ponerse con sus
indios en marcha a dicha espedicion y a mi me suplican los acompañe. En esta virtud he
determinado pasen a ver a V.M. para que le impongan mejor y disponga V.M. lo que
estimare por combeniente aunque a mi me pareze infrutuosas la hida y si que fuesen quatro
hombres a la defensiva de los toldos de Pichintur y respecto a que esta amenazado por
Raiguan de benir a imbadirlo por lo que se an juntado todos los indios de Pichintur y
Millaguin en el Malal o corral fortalezido del Rio Malalgüe a la defensiba. Tambien me
dizen que despues que murio Caniguan y aun despues que me bine del entierro de este
bolbio Raiguan a emprehender espedicion contra los Ranquelches y en el camino encontro
una partida de Guiliches que benian de las Pampas de Buenos Ayres con mucha yeguada
que les quito pero sin matar ninguno porque esparon de modo que se ba ensoberbeziendo
este indio y se a echo temible aun de los suios que temen los estinga, el se alla inmediato al
Rio Neuquen avajo sovre el rio Cudulebuy como 140 leguas de Mendoza se comunica con
los indios de Barbarco del casicazgo de Lingamain; y sus casiques aliados no sabemos el
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semblante de aquellos por este echo, aunque estos aseguran lo tendrian a mal y por traicion
si se puediera escribir al Sr. Gobernador de Penco que quando saliesen aquellos casiques no
les diese quartel y que ayudasen a su destrucion seria mui del caso lo mas azertado a mi
entender que descuidandolo aora porque estara alerta para la huida se podria lograr la
empresa dentro de dos o tres meses esto me pareze segun el conozimiento que tengo de
todos los indios, sus costumbres, y practica de aquellos terrenos lo apunto a V.M.; deseoso
de todo su mejor azierto por si es de su superior agrado= Nuestro señor [....] fuerte de San
Carlos y diciembre 11 de 1795=Francisco Esquibel Aldao=es copia de su
orijinal...=Amigorena=
Insstuccion que devera obserbar el comandante de la partida Don Francisco Barros que ba
en auxilio de los casique pehuenches Pichintur y demas.
Primero. Tomando conozimiento de la gente que lleba por lista tomando las armas y demas
utiles de guerra se pondra en marcha asta llegar al fuerte de San Carlos y con cuio
Comandante tratara segun mis prevenciones con que se alla y reuniendose en su compañia
el casique Carilef y Marcos con 14 individuos de su mando que marcharan bien montados
cada uno con su lanza y con buen orden sin que permita la separacion de los soldados ni
cavalladas y cargas marchara asta llegar a los toldos del Casique Pichintur haziendo las
jornadas regulares. Y dm [¿] llegados a los toldos a mi nombre le ara entender al dicho
Pichintur y demas casiques por el lenguaraz Guajardo lo sensible que me a sido la noticia
que me a comunicado por el capitanejo Ancain sobre los ocurrido con el casique Raiguan
y respecto al rezelo con que se alla de que lo pueda imbadir como otros indios y el ausilio
que me pide para su defensa y de los demas casiques amigos lo mando a V.M. con su jente
y el casique Carilef y Marcos con los suios acompañandolos con Guajardo a fin de que
agan su defensa como corresponde manteniendose a la defensiva y en caso que intenten
aquellos incomodarlos darles un golpe que les sirva de ejemplar castigo esto es si se
contemplan los mios con superiores fuerzas dandoles a entender que los mando para que
los acompañen por el termino de tres meses comunicandome las nobedades que ocurran
para mi gobierno. Idem luego que Pichintur este enterado de su arrivo y disposiciones que
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ha dado que les avise a todos los casiques amigos para que sepan como el ausilio de gente
que se alla para los fines que combenga y que espero que todos ellos concurriran
gustosamente para azer su defensa sin que permitan dejarse burlar de otros indios indefensos.
Idem Tambien dira a V.M. a dicho Pichintur que para el cuidado de los ganados cavalladas
destine algunos mezetones suios para que su jente pueda estar alerta mandando poner sus
zentinelas avanzadas para no ser sorprenhendidos; ni V.M. permitira que sus soldados
anden emtrabiandosen [sic] por los toldos immediatos y en los demas que se ofrezca ovrara
V.M.d como que tienen la cosa presente: Mendoza 16 de diziembre de 1795. Josef Francisco
de Amigorena=
[…]
El coronel Don Pedro Nolasco del Rio comandante de la plaza de los Angeles [Chile] dio
aviso de la queja del casique Raiguan contra Pichintur que fue a maloquearle por agrabio
infundado de resultas de aber hido a bisitarlo un pariente de este y muerto en su casa de
enfermedad natural, por cuia agrecion avia tomado benganza pero solicitava se sosegase la
parzialidad de Pichintur a cuio fin he pasado oficio al comandante de la frontera de Mendoza
supuesto que a lo mismo se dirije la salida de este casique y solicitud espuesta a V.M. que
me participa en carta de once del corriente se lo adbertira quando buelba a esa Villa o por
medio de algun mensajero de la tierra para que en intelijencia de que ambos desean la
reconziliacion y de las providencias tomadas por esta superioridad vivan en adelante quietos
y sin rezelo de nuevos encuentros. Dios [...] Santiago 19 de enero de 1796 Jose de Resaba=
Mui señor mio el adjunto testimonio es de la contestacion del oficio que pase al superior
Govierno por queja que interpuso Pichintur en dias pasados sovre los asuntos que mediaron
entre estos y la Parcialidad de Raiguan y para que estos indios bean que se practico su
encargo con vibeza estimare a V lo ponga en su noticia. Deseo a V.M. salud [...] Curico y
enero 29 de 1796 [...] Francisco Xabier de Bustamente y Cosio= [...] comandante Barros
Amigorena
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Documento 5
Antecedentes de la muerte del cacique Pichintur.
AHM, EC, Sección Indios, 1796, Carpeta 30, Dcto. 22.
[Amigorena transcribe partes del comandante de la frontera Esquivel Aldao]
Acaban de llegar dos pehuenches llamados Pebitruin y Leviñan, mozos del casique Millaguin
que abisa que oy aze siete dias que Raiguan con todos los casiques pehuenches del partido
de Balbarco, con sus indios y dos casiques de Entuco nombrados Calfilqueo y Cañuemcun
y sus indios tambien peguenches abanzaron las tolderias de el, las de Pichintur, de
Nancutipay, Cuntrus, y Guenucla que estaban tantos y mataron a su tio el casique
Governador Pichintur y a los caciques Nancutipai, Guenucal, Contrus y seis mozetones y
llevadole muchas familias y toda toda la hazienda y destrozadoles los toldos y matandoles
dos majadas de ovejas dejandoles en suma miseria y a pie que del camino se an escapado
algunas mujeres y muchachas que an participado algunas noticias que estos correos
comunicaran a V.M. y no las estiendo yo por ser muchas. Que con Raiguan venian siete
christianos el uno con trabuco y dos de fusil que dizen que quatro de ellos se llaman
Burgos, Payes, Bruno, y Chiguay, fuera de Acuña que tambien venia que estos no pelearon
ni husaron de sus armas que traian por si estaban otros indios en algun malal inpenetrable
para los de lanza. Los casiques que an benido con Raiguan dizen que heran Millamain,
Crenamun, Puelmain, Manqueo, […]
Dios [...] Fuerte de San Carlos, abril 17 de 1796. Francisco Esquivel Aldao [firma]
Acaban de llegar tres indios correos de los casiques nuestros amigos Millaguin, Ligñan,
Guaiquinao, los dos Colemillas, Cayuque, Levuique, Calbuifcal, Manquepy, Millatrus,
Roco, Antepan, Millan, Caranao, Panguechigue, Bartholo Guelecal, Alias Ancain, avisarnos
a V.M. que oy salen de sus tolderias para esta frontera y que estaran aqui con sus mozetones
dentro de quatro dias a tratar con V.M. barios asumptos que se les ofreze y que no dudan
conseguirlos de V.M. en birtud del amor paternal que asta aora an reconocido en V.M. su
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Capitan Grande a quien haze las mismas expresiones el mas fiel Amigo Casique don
Francisco Carilef. Tambien dizen que aunque el sentimiento de la muerte de los casiques,
Caniban, Pichintur, y demas casiques, que fueron muertos la ultima bez esta en su mesmo
[o masimo] bigor, les consuela saber que V.M. y sus amigos los guincas estan vibos y que an
de mirar sus asumptos del dia como cosa propia que Raiguan, a la partida paso por las
tolderias de Guaiqunao, Colemilla y de su suegro Ligñan y les destrozo sus tolderias
llevandoles sus aziendas y matandoles lo mas del ganado ovejuno y que ellos y sus familias
huieron y escaparon en la sierra; bienen con animo de nombrar Governador en lugar del
finado Pichintur, cuia muerte y la de Caniban, no sesan de llorarla que un chistiano llamado
Martin Moya, hera el que benia haziendo cabeza de los christianos que benian acompañando
a Raiguan, que es maulino, y bibe en el Zerro Colorado del Partido de Maule, que un hijo
de un tal Bentura que bibe en un paraje de Maule nombrado Picaso, poco mas arriba de la
posesion del theniente Galars benia tambien con Raiguan y que sabe que este mozo se
regreso a su tierra que se escriva alla para que siendo preso se indague quienes o que
christianos benian con Raiguan y porque orden y que a las bistas se impondra V.M. con
indibidualidad, de quales a pasado con Raiguan, y de lo que tienen determinado [...]Fuerte
de San Carlos, mayo 6 de 1796. Francisco Esquibel Aldao. [firma]
1. que los motibos de su benida eran a tratar el modo como devian asegurarse de las
persecucion de Raiguan y que pedian auxilio de zien hombres para su castigo.
2. Que por la muerte de Pichintur querian elejir casique gobernador que los mandase y se
les nombrase un capitan de amigos segun la costumbre de Chile.
3. Que suplicaban se les dexase bibir en las mismas situaciones en que estaban, pues aunque
hera peligroso preferian este medio al de retirarse mas sobre nuestra linea por que los
enemigos no ocuparan sus tierras.
4. Que respecto a la povreza en que quedaron lo que fueron acometidos y asolados por
Raiguan las familias de Pichintur, Millaguin, Llanqutipay, Guenucal, Contrus, Guaiquenao,
y Colemilla pedian se les socorriesen con algunos efectos que cubriesen su desnudez y
socorriesen la demas nezesidades a que quedaron reducidos.
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En bista de esto y tratado de acuerdo con los dichos indios y a presencia de maior y
oficiales de nuestra tropa se ajustaron los tratados siguientes; por medio de los lenguarazes
que los fueron Juan Antonio Guajardo y Fermin Perez.
1° Que en consideracion a que hellos por no haber querido, guardar las ordenes que se les
avia comunicado para mantenerse a la defensiva con el ausilio que se les dio con la partida
de mando de Don Francisco Barros su fecha diez y seis de diciembre de mil setecientos
noventa y cinco y forzada de este oficial en algun modo atacar a Raiguan sin un motivo
mui justificado y no aber consertado despues dicho auxilio para precaberse de la misma
benganza que a ejecutado el dicho Raiguan, no era tiempo aora ni razonavle el bolver
atacarlo sino mantenerse a la defensiva con las lanzas que llevarian y restablezer la antigua
amistad y estrechar por Raiguan condescender a ella las relaciones de parentesco y que en
el caso de no querer entonzes si se les ausiliaria y mataria a Raiguan, con todo el rigor de la
guerra, segun exijiesen las circunstancias y que para ello se le despachasen dos correos con
las divisas y dar elijir a los parientes del mismo Raiguan como lo son Guanquelecul, su
hermano, y Josef su sovrino se les despacharia bien instruidos para que persuadiesen al
dicho Raiguan, de quien se prometan buenas resultas; y que quando estas no alcanzasen se
arian por la mediazion de los Jefes de Chile las nezesarias diligencias para reduzirle.
3° Al terzero se les conzedio como pedian por las razones justas que ofrecieron pactando
que para lo subsesibo siempre que pidiesen auxilio y se les diese como se les dio en la
espresa partida de don Francisco Barros jamas deverian ovligar a ningun oficial como a este
a moberse indiscretamente contra sus enemigos ni que prezediese orden prezisa de esta
Comandanzia de Armas y frontera so pena de que inmediatamente se caeria sovre ellos
para precaber los inconbenientes y fatales resultas que se an ofrezido y que por el mismo
motibo todos los demas casiques sujetos al Governador se sujetaran a las ordenes que se les
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comunicase para reunirse manteniendose a pie firme a los demas que se les previniese por
el dicho Casique Governador en birtud de lo que el oficial comandante de dicha partida,
acordase segun las ordenes que tubiere de la comandanzia.
4° Al quatro se les conzedio los socorros que pedian como fueron, sombreros chupas,
ponchos, bayetas, calzones, estrivos y otras cosas que manifestara, la quenta que aparezera
en el Ministerio de Hazienda.
Es copia de su original.
Documento 6
Amigorena al cacique Raiguan.
AHM, EC, Sección Militar, 1796, Dcto. 27, Carpeta 30.
Señor casique Raiguan= Amigo y Sr. mio; haviendoseme presentado en esta frontera de mi
cargo, los casiques y capitanejos con sus mozetones, de Malalgüe; manifestandome la maloca
que V.M. les ha echo con otros casiques de su parzialidad muerte de su casique Governador
Pichintur y otros mas que V.M. no ignora, cautiverio de sus familias y haziendas; y que
para su benganza les franquee yo zien hombres de armas de fuego; he sido de otro parezer
atendiendo a que no es regular que siendo todos Uds; amigos, hermanos y parientes quieran
y pretendan su total ruina y que mi animo no es ni sera otro que la de que hagan Uds. una
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general reconziliacion dandose una mutua satisfacion debolbiendese los unos a los otros
sus familias y haziendas con lo que dichos casiques me han prometido y prometen no
haran huso de sus armas y franqueharan los caminos y demas ausilios nezesarios para que
V.M. se benga a presentar a esta frontera en compañia de algunos dos o tres casiques de su
satisfacion a fin de que a mi presencia en esta frontera se hevaque [sic] este tan importante
asunto como asi lo espero mandando para ello a su sovrino Guanquenecul, y a Josef su
pariente de correos para este solo efecto en la yntelijencia de que espero me conteste V.M.
con ellos su ultima resolucion o yntencion con que se alla para mi goviero pues en V.M.
pende amigo el que los christianos lo quieran y estimen como siempre y no les dara motivo
para tomar de lo contrario sus providencias y en caso de resolber V.M. su benida espero me
mande V.M. con anticipacion a uno de ellos dando aviso de su resolucion avisandoselos
V.M. al casique Governador de Malalgüe Millanguir que se alla en lugar de Pichintur. Dios
[....] Villa y fuerte de San Carlos y Mayo 18 de 1796= Josef Francisco de Amigorena.
Documento 7
Tratado de Paz celebrado en Córdoba en 1796. De Sobremonte al comandante de armas
de Mendoza (incluye copia del Tratado de 1796).478
AHM, Gobierno, Carpeta 42, Dcto. 35, 1796.
Tratado de paz que el cacique Cheglem de la nación Ranquelche, celebra con el Señor
Brigadier Marqués de Sobre Monte gobernador intendente de esta Provincia de Córdoba a
su nombre y del cacique Carripilum de la propia nación por quien viene encargado para el
efecto en la forma que explican los artículos siguientes en que hizo de intérprete Doña
Francisca Bengolea española que estuvo cautiva en la misma nación.
1° Que reconoce desde luego al Rey nuestro Señor Don Carlos Cuarto, y sus sucesores por
su Señor y Soberano y en este concepto desea establecer la más perfecta paz con sus vasallos
478
También está transcripto en Levaggi, Abelardo, Paz en la frontera…, op. cit., pp. 157-159.
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2° Que cualquiera novedad que sepan contra la frontera de Buenos Aires, Córdoba, San
Luis, y Mendoza, la ha de avisar por chasque con puntualidad, claridad, y verdad así por
parte de los Huiliches, o Pegüenches que están en guerra con los de la misma nación que
tienen paz con Mendoza, como es el cacique Millanguir y otros.
3° Que cuando viniese a tratar con nosotros ha de ser por el fuerte de la Carlota, y no otro,
en el cual quedarán algunos indios de los que quiera y los principales pasarán a esta Ciudad;
donde serán agasajados y tratados con toda atención; pero que así los que vengan como los
que queden han de dejar sus armas en dicho fuerte para evitar quimeras, o desazones, o
alguna desgracia entre ellos, que sería muy sensible a los españoles.
4° Que los que vengan a la Ciudad y al fuerte puedan traer sus efectos a venderlos libremente
o cambiarlos parque en todo se les guardará buena fe.
5° Que las partidas del campo le han de correr libremente, sin que se impida por sus
indios, tratándolas con la mejor armonía, y que en caso de tener alguna queja de su
procedimiento no acudan a la venganza, sino a dar cuenta al Comandante y al Gobierno
para que los castigue como corresponde, y que para reconocerse se establecerá una seña
que será la que el Comandante designe, y para que cuando vayan [a] alguna de nuestras
fronteras, sean reconocidos por amigos presentarán una de las señas de plata que llevan
con la expresión de Fiel como se advertirá a los Comandantes.
6° Que en este tratado se han de incluir Carripilum con los indios de la propia nación,
solicitando entre en la paz los caciques Regulam, Currunao, Lingoán, Youfguén, Antemán,
Guenchulán, Naupayán, Currutipai, Llaveán, Rumillán, Antoán, Callfugueu, Malíu, otro
Malíu, Carrumán, Arcán, Cauchaun, Neigulén, y que a este fin pasa a tratar con ellos
adelantando ya los chasques y que verificado entregará a cada uno de los caciques una de
las señas de plata que lleva, con conocimiento del Comandante, cuya paz se tiene por
segura.
238
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
7° Que no han de ir, ni maloquear a los Pegüenches que están en paz, con Mendoza, u otra
nación que esté incluida en ella, han de concertar con ellos buena amistad en la inteligencia
de que así se avisará al Comandante de Mendoza, para que lo advierta a los mismos caciques.
9° Que al cumplimiento de esto se han de obligar por medio de los rehenes que han de
quedar en esta Ciudad de sus indios principales, hermanos, hijos, o parientes inmediatos
de los caciques los cuales serán mantenidos y asistidos y bien tratados como los mismos
españoles siempre que procedan con fidelidad, y que para ello deja ahora a su sobrino
Pueñam en la inteligencia de que de proceder de otro modo el buen tratamiento se convertirá
en rigor y de que los podrán mudar con otros iguales cuando les pareciere para asegurarse
de la fidelidad de sus promesas, quedando impuestos de que si se les probase algún hecho
contrario saldrán también fuerzas de las fronteras a destruirlos en sus tolderías, asegurándoles
de nuevo por nuestra parte castigar con severidad a los españoles que les hicieren daños
como él hará con los suyos para dar completa satisfacción. Con lo que se concluyó este
tratado que firmó S.Sa. y firmó el cacique Cheglén en concurso de jefes de cuerpos de
Milicias, individuos del I[lustre] C[abildo], Ministros de Real Hacienda y otras personas
de Córdoba a diez y siete de Noviembre de mil setecientos noventa y seis. El Marques de
Sobremonte=Señal del Casique=Juan Manuel Perdriel. Escribano de Govierno y Guerra.
Documento 8
Amigorena a Sobremonte sobre Capitán de Amigos: argumentos para implementar esa
plaza y sus funciones
AHM, EC, Sección Militar, 1796, Dcto. 30, Carpeta 30.
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
En Tercero, una orden del Exmo Sr. virrey Don Juan José de Vertiz, por la que ordena se
aumentasen hasta 18 pesos el sueldo del leguaras Juan Antonio Guajardo, la que asimismo
manifiesta la utilidad que concivio se para proveer de este recurso a la frontera despues de
bien meditado los sucesos de ella.
De todo estos quanto la experiencia me ha enseñado en los muchos años que ha que sirvo
en la frontera con los felices resultados que publica y notoriamente se han visto se deduce
la necesidad que tenemos de establecer un Capitan de Amigos a manera del Reino de
Santiago de Chile para que no se le pueda mandar a los casiques principales los continuos
mensajes que se ofrecen para conservarlos en paz y quietud entre ellos, no menos que con
nosotros sino para que al mismo tiempo explore sus movimientos, sus ideas y quanto
conduce a orientarnos de sus comunes reboluciones para tomar medidas de precaucion
sobre nuestras fronteras y todas las demas desde el Reino de Chile hasta Buenos Aires, por
cuio importante objeto me he tomado hasta la presente este travajo, a expensas de bastante
dinero y duplicarlos cuidado que ni mi edad, ni mi sueldo ya estan en estado de sufrir.
Don Francisco Barros es un theniente de estas milicias, a quien he ocupado infinitas veces
en esta clase de servicios, y aunque no se halla perfectamente instruido en el idioma
pehuenche, tiene la ventaja de ser conocido y amigo de todos los principales caciques, cuia
circunstancia y la de ser ombre de bien, suplirá aquel defecto a mas de que este durará
poco, porque la maior comunicacion de trato con ellos le facilitará el instruirse perfectamente
en la lengua, haciendonos entonces de un lenguaras en quien no quepa sospecha como
240
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
sucedio con el dicho Guajardo, a quien por esta rason me vi precisado a reovrarlo [sic] de
su agencia y colocar en su lugar a Don Carlos Labrin con la dotacion de una plaza en el
Fuerte quien hallandose ya en una edad mui abanzada escasamente puede producirse y es
otra razon que tengo para que se haga el nombramiento de que se trata en dicho don
Francisco Barros.
Lo expuesto con todas las noticias que V.M. tienen de la practica de Santiago de Chile y de
quantos sucesos han ocurrido en esta frontera vastaria, para que V.M. conociesen la necesidad
que tenemos de establecer la citada plaza y la utilidad que de ella puede seguirse, pero
porque los superiores es necesario que se intruian tambien en la materia, es preciso recordar
a V.M. para que lo consideren, que esta frontera de Mendoza, por su cituacion reune en si
casi todo el desempeño de las de Chile, Cordova y Buenos Aires, y que aun me atrebo a
añadir que si se entienden nuestros cuidados a examinar los movimiento de los indios
extablecidos azia la costa Patagonica y de quantos barcos entran a sus puertos, pueden mui
bien instruirnos de todo quanto intentasemos examinar en precaucion y resguardo de
todas las dichas fronteras, cuia utilidad es de tanta conxecuencia que lo menos es que debe
repararse en el gasto que va a imponerse en esta plaza, si se coteja con el crecido que deveria
ejecutarse aun sin meternos a otra cosa mas que a reparar la quietud y paz de estos amigos
que tenemos a la puente.
En Santiago de Chile veran V.M. por el primer documento citado que se gastan 2232
pesos anuales solo en lenguarases capitanes de Amigos, y Comisario (que en mi concepto
todo es uno) y que aqui por la misma regla devieramos gastar lo mismo, si a cada parcialidad
se le hubiese de señalar un capitan de Amigos, lo que se evitaria reuniendo en Barros este
ministerio para con los indios amigos de estas fronteras, que son peguenches, ranquelches
y pampas, cuias tres naciones procuramos conservar en paz entre ellos por escusar la union
que tenia con los huiliches para caer a mas fronteras.
Conozco que estos gastos no pueden sufrirlos los ramos destinados para esta frontera pero
como que la de Cordova y Buenos Aires interesa aun mas que esta quando por las noticias
que les comunicamos oportunas de los movimientos de los indios contra ellas se aorran de
causar maiores gastos parece que es ramo de guerra destinado para aquellas debe contribuir
241
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Documento 9
Informe de Amigorena sobre Parlamento con Pehuenches y Ranquelches, San Carlos 5
y 6 de julio de 1799479
479
Levaggi, Abelardo, Paz en la frontera…, op.cit., pp. 160-161.
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Documento 10
Tratado con los pehuenches, Mendoza 1805480 Copia de los articulos del Parlamento
efectuado entre el sargento don Miguel Teles Meneses y los caciques pehuenches en los
Ríos Diamante y Atuel.
AHM, EC, Sección Indios, Año 1805, Documento 49.
Resumen de los articulos acordados por Don Miguel Telis, Sargento Mayor Comandante
de las Milicias Urbanas de Mendoza y encargado por este Superior Govierno de adelantar
aquella Frontera y construhir en ella un fuerte y poblacion con veinte y tres casiques y onze
480
También está transcripto en Levaggi, Abelardo, Paz en la frontera…, op. cit., pp. 163-164.
243
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
capitanejos peguenches, en parlamento celebrado el dia dos de Abril ultimo en los terrenos
de la confluencia de los rios Diamante y Atuel.
2. Igualmente de que el Rey mira por ellos y desea veneficiarlos; y en este consepto
franquearon sus tierras para la apertura de los caminos que gustasemos asegurandonos su
libre transito.
3. Considerandose con derecho a los terrenos que hacen la confluencia de dichos ríos
cedieron en la posecion de ellos para el establecimiento del mismo fuerte y población por
las ventajas que resultaran de asegurarlos asi de sus enemigos y fomentar su comercio con
nosotros.
4. Se conformaron en que se funde Capilla de que sea parroco el padre Fr. Francisco
Inalican para instruhir a los que desehen abrazar nuestra religion y que en este pueblo se
entable el comercio para todos.
5. Los casiques Carrilef Cuminan y Doña Maria Josefa Roco se conformaron desde luego
en admitir esta reduccion con sus familias, creyendo que poco a poco y segun se
experimenten sus ventajas la hiran abrazando los demas.
7. Se reconciliaron estos peguenches con unos puelches o pampas con quien estaban
desavenidos.
9. Que el señor Presidente de Chile cuide de que no vayan a sus tierras personas que a
pretexto de cambalachear los roban.
244
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
10. Que sea buena la jente que se ponga en aquella nueba frontera y poblacion, para recibir
buen trato y evitar desabenencias.
11. Que todo lo pactado se diese quenta a este superior Govierno y a dicho señor Presidente
de Chile para que lo hagan saver y cumplir en sus respectibos distritos e igualmente al Rey
de quien se reconocieron fieles vasallos.
12. Que este vasallaje y fidelidad lo califique este Superior Govierno en pasaportes que
expidan a los casiques y capitanejos concurrentes al mismo parlamento, e igualmente a los
demas de su nacion que no hasistieron; para lo que dicho Don Miguel Telis, como Presidente
de él pase lista de todo.
Documento 11
Arenga del Teniente Coronel y Comandante General de Frontera José De Susso a la
Nación Pehuenche y nómina de los caciques que concurrieron.
AHM, EI, Sección Gobierno, 1814, Dcto. 1, Carpeta 123.
Saved pues hermanos mios que el señor don Jose de San Martin Coronel de los Exercitos
de la Patria, Governador Intendente de la Provincia de Cuyo y representante en ella del
supremo Director de las Provincias Unidas del Río de la Plata me embia serca de bosotros
para participaros que todo el reyno de Chile se halla, ya oy, bajo la tirania de los contrarios
de la livertad Americana, es decir, de buestra livertad, y la nuestra. Los Limeños, y Chilotes
le ocupan todo y que estando las tierras que abitais porque son buestras immediatas a las
cordilleras que nos dibiden vibais vijilantes y adbertidos que si les permitis el paso, aunque
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
sea con el titulo de amistad, sereis esclabos, talaran buestros campos, robaran buestros
ganados, quemaran buestras tolderias, acabaran buestras familias y en dos palabras os aran
infelises y miserables y si esto llegase a suceder, seria para el Governador y para todos los
que somos buestros hermanos el maior dolor. Por tanto, y por precaver tan triste suseso, os
lo avisa por mi conducto a esto solamente soy venido, para que cuidando los pasos, como
ya dije, haviseis prontamente de qualesquiera novedad por los chasques que mas merescan
buestra confianza. El Govierno vela sobre vosotros para defenderos, tiene mucha gente,
armas y polvora y lo demas, y espera refuersos de la capital. Peguenches, jamas haveis
temido por que sois exforsados, menos deveis temer aora, que mas que antes tenemos
fuerzas y arbitrios para ayudaros ¿Quereis mas? pues decid lo que deseais que el govierno es
bueno?, este pliego lo acredita y garantiza siempre mi rasonamiento.
[Parlamento] En la orilla del río de San Pedro en veinte y seis de octubre de 1814, Jose de
Suso Teniente Coronel en grado y Comandante General de esta frontera, convoco con
fecha de 22 al señor Governador de la nación peguenche Neycuñan para que reuniese sus
casiques, capitanejos y mosetones, a que oyesen y supiesen el objeto con que se dirigió a
ellos y en efecto se reunieron en 25 y formados en sirculo segun su costumbre, oyeron la
arenga que se copiara al fin de esta esposicion, la qual esplicada por el Padre Capellan cura
[ilegible] e interprete Fr. Francisco Inalican que estaba [ilegible] contestaron a mi contenido
con las maiores demostraciones de regocijo. En seguida hise entrega del pliego que se me
había entregado para el efecto por el señor Coronel de los Exercitos de la Patria y Governador
Intendente de la Provincia de Cuyo, al expresado governador Neycuñan, quien pasandolo
al Padre Interprete y es [ilegible] segun su contenido contesto, con anuencia de los casiques
en los terminos siguientes.
Que el aviso de prevencion que se les hase, noticiandoles estar ocupado el reyno de Chile
por los enemigos de nuestra libertad, es una prueba de lo que se interesa el Govierno de
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
Mendoza en el vien de la nacion Peguenche que ella correspondera a este veneficio, quidando
los pasos y remitiendo a dichos enemigos, si se atreviesen o intentasen pasar a este lado de
sus cordilleras, y que de no poderlo aser ellos solos, daran imediatamente haviso a la frontera.
Que el govierno no dude de mi palabra que los peguenches jamas disen una cosa y hasen
otra, y que en aserlo asi cumplen con lo que con anticipacion tenian prometido.
Que en qualesquier caso corriesen [?] en el [ilegible] asiendas y sus familias al sentro del
Govierno que [ilegible] proteja.
Que encargan se desquenta de este Parlamento al supremo govierno del Estado para que se
escriba el nombre peguenche en los libros de los contratos que se selebren resguardo de
todos los hermanos [ilegible].
Que respecto a que sesa [o desa?] este parlamento queda [ilegible] dos de comerciar en
Chile, se les proteja [ilegible] tenga conmiseracion con ellos en Mendosa [ilegible]go quieren
sea con conocimiento de [ilegible] frontera y para su validación hicieron todos los caciques
una ceñal a continuacion de su [ilegible] en dicho dia.
Documento 12
Tratado en la frontera de Córdoba en 1815
Incluido en AHPC, Gobierno, Leg. 53, carpeta 5, Tratado de Paz con los indios del Súd,
1818.
[f° 519]Don Francisco Antonio Ortiz de Ocampo, Coronel Mayor de los Exercitos de la
Patria, y Gobernador Interino de esta Provincia [...]= Por quanto el ciudadano Don Santiago
Quintana de la Vega Casique de las tribus del sur, ha bajado con los casiques Lepian, y
Neguan a ratificar los tratados de alianza, y confederación con este Gobierno de que acaban
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María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
de dar una prueba inequivoca, asegurando que con sus parcialidades continuarán en cordial
union y amistad con todos los vecinos de las fronteras de esta provincia, deseando que
nuestra parte darle una señal sencible de nuestra fraternal correspondencia por su fidelidad.
Por tanto, tomandolo bajo la salvaguardia y protección del Gobierno le prometo a nombre
de la Patria defender sus vidas ampararlos en sus propiedades, territorios y privilegios,
confiriendole plena facultad para que con los auxilios de este gobierno pueda perseguir y
castigar a los injustos inbasores que traten de pertubar la tranquilidad y buen regimen de
esta Provincia y el buen orden que guarda entre los suyos de que dará avisos a este gobierno
por conducto del Comandante de la Frontera para prestarle con franca mano la ayuda y
favor correspondiente a la buena fe y lealtad que nos há ratificado y guardado con la más
solemne promesa de que no permitirá que los naturales de sus ayllos se abstendrán en toda
[f° 519 v] ocacion de causarnos daños y que castigará exemplarmente a qualquiera que
atentare contra la seguridad y reposo de estos habitantes. En cuya conformidad se le
guardarán bien y cumplidamente las preeminencias que les corresponden, encargando al
Comandante de las Fronteras que guarden a los mencionados casiques todas las
consideraciones que se merecen. Para todo lo qual le doy el presente Despacho firmado de
mi mano y refrendado de la Secretaria en Cordoba a veinte y cindo de Enero de mil
ochosientos quince=Francisco Antonio Ocampo=Gregorio Tadeo de la Cerda=Secretario=
Es copia
Secretario
Documento 13
Tratado en la frontera de Córdoba en 1818
AHPC, Gobierno, Leg. 53, carpeta 5, Tratado de Paz con los indios del Súd, 1818.
[f° 521] El sr. Don Manuel Antonio de Castro, vocal decano de la Exelentisima Camara de
Justicia del Distrito y Gobernador Intendente de esta Provincia por el Exmo. Señor Director
Supremo del Estado = Por quanto el ciudadano Don Santiago Quintana de la Vega Casique
248
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
de las tribus fronterizas de los indios del sur se ha presentado personalmente en este Gobierno
con el objeto de que se ratifiquen de nuevo los antiguos tratados de alianza, paz, y
confederación con todos los habitantes de esta provincia en sus fronteras, y en especial la
ratificacion que de aquellos mismos se hizo por este Gobierno en veinte y cinco de Enero,
de mil ochosientos quince siendo Gobernador de ella el Señor Coronel Mayor del Exercito
Don Francisco Antonio Ocampo, la que se tendrá aqui por inserta. Por tanto, haciendolo
tambien nuevamente por mi parte con el fin de darles mayor vigor, y fuerza para su perpetua
estabilidad, y firmeza, interpongo desde luego al efecto á nombre de la Patria, y de las
supremas autoridades del Estado todos los respetos de mi Autoridad, para que sean
escrupulosamente guardados, y observados dichos tratados en los mismo terminos, en que
en ellos y su anterior ratificacion se contiene, sin que en manera [f° 521 v.] alguna puedan
quebrantarse, ni alterarse con ningun pretexto ni por dicho casique Don Santiago Quintana
de la Vega, ni por los casiques Lepian y Neguan, que concurrieron a la ratificación referida
de veinte y cinco de enero ni por sus succesores en los cacicazgos, antes bien deberán
guardar una constante union, y estrecha amistad con todos los habitantes de esta Provincia
y las demas que estén fronterizas á sus territorios; añadiendose por nueva circuntancia en
dichos tratados, que los referidos casiques no han de admitir en sus estados, ni consentir
que pasen por ellos los soldados desertores de nuestros exercitos, si no que los devolverán
y entregarán immediatamente sin ofenderles en sus personas, y propiedades, a los
comandantes de nuestras Fronteras, que son y fueren en adelante. Y para que todo ello
tenga su puntual cumplimiento doy el presente en esta ciudad de Cordoba capital de
Provincia, firmado de mano y refrendado por mi Secretario de Gobierno, del que quedará
un tanto autorizado en Secretaria para su debida constancia, a onse de Febrero de mil
ochosientos diez y ocho años = Manuel Antonio de Castro=Don José Antornio Ortiz del
Valle = Secretario
Es copia
Secretario
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PARLAMENTOS/TRATADOS CON LOS INDIOS
FRONTERA SUR DE CÓRDOBA Y CUYO 1780-1818
María E. Rustán
250
Año Lugar Autoridades españolas Autoridades indígenas/ Síntesis del contenido
grupos étnicos
María E. Rustán
1796 Córdoba Sobremonte Comandante Ranqueles (Cheglem, Carripilum y Guerra civil pehuenche. Protección Asentamiento
Gorordo varios caciques) ranquel cercanía de la frontera.Intermediación con las
autoridades mendocinas
1798 San Carlos Amigorena Caciques pehuenches del Malargüe Guerra civil pehuencheDestitución de Millaguir y
nombramiento de Pichicolemilla como cacique
Gobernador.
1799 San Carlos Amigorena Barros Morel Caciques pehuenches del Malargüe Alianza entre pehuenches y ranquenches. Protección
(Pichicolomilla) y ranqueles conjunta frente a los huilliches.
(Carripilum)
1805 Mendoza Miguel Teles Meneses Caciques Pehuenches Los caciques «ceden» de los terrenos para fundar Villa
San Rafael para fuerte y asentamiento. Habilitación del
paso cordillerano para que el comercio hispano-criollo
acceda a Talca.
1812 San Carlos Alexo Nazarre Caciques Pehuenches Se invitó a los caciques amigos a participar en la
insurrección contra los españoles.
1814 Río San José de Susso y Fray Inalicán Cacique Gobernador Neycuñan y Los mendocinos informaron que San Martín era el nuevo
Pedro otros caciques Gobernador Intendente de Cuyo. En el marco de la
restauración monárquica en Chile, los pehuenches
amigos se comprometieron a cuidar los pasos
cordilleranos que estaban bajo su control.
1815 Córdoba Francisco Antonio Ortiz de Caciques Santiago Quintana de la Ratificaron las alianzas coloniales.
Ocampo, Gobernador Vega, Lepian y Neguan
Interino
Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
251
Año Lugar Autoridades españolas Autoridades indígenas/ Síntesis del contenido
grupos étnicos
1816 San Carlos José de San Martín Caciques Pehuenches San Martín les solicitó a los caciques autorización su
María E. Rustán
252
María E. Rustán Las políticas de frontera.Córdoba y Cuyo: 1750-1820
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