Os Outros Lados Da Fronteira La Historia
Os Outros Lados Da Fronteira La Historia
Os Outros Lados Da Fronteira La Historia
SEVILLA 2014
--
2
ÍNDICE
Introducción .................................................................................................................... 8
Capítulo 1: El alto Madeira como región geográfica, etnocultural e histórica ....... 25
1.1 Marco geográfico ................................................................................................ 28
1.1.1 Geomorfología y edafología...................................................................... 28
1.1.2 Hidrografía y bioclimatología ................................................................... 34
1.2 El alto Madeira en la Prehistoria: Una mirada desde la Arqueología y la
Antropología Lingüística ........................................................................................... 48
1.3 Tiempos históricos: Movimientos, acercamiento y penetración en la región del
alto Madeira en los siglos XVI y XVII ...................................................................... 63
Capítulo 2: Un Paititi de infieles: la colonización de los Llanos de Moxos ............. 87
Capítulo 3: El alto Madeira en el siglo XVIII .......................................................... 106
3.1 La primera mitad del siglo XVIII: las primeras expediciones y exploraciones al
alto Madeira ............................................................................................................. 108
3.1.1 Los primeros exploradores del alto Madeira ........................................... 108
3.1.2 The Gold Rush ......................................................................................... 128
3.1.3 Intentos de asentamiento en el alto Madeira ........................................... 136
3.2 Transformaciones y permanencias en las relaciones interétnicas a la luz de las
reformas ilustradas y los tratados de límites a partir de la segunda mitad del siglo
XVIII ................................................................................................................. 148
3.2.1 El Tratado de Madrid (1750) ................................................................... 150
3.2.2 Las reformas pombalinas, el Directorio de Indios y el fin del Regimiento
de Misiones ......................................................................................................... 168
3.2.3 El Tratado Preliminar de San Ildefonso (1777) ...................................... 188
3.3 Ruptura y formación de alianzas interétnicas en el último cuarto del siglo XVIII
................................................................................................................. 200
3.3.1 El ocaso de Pombal y de la Compañía de Comercio del Pará................. 200
3.3.2 Los Mura: de enemigos indómitos a aliados “voluntarios” .................... 206
3.3.3 Desde el viaje filosófico al fin del Directorio de Indios ......................... 220
Unas palabras finales para continuar… ................................................................... 232
Fuentes y referencias bibliográficas.......................................................................... 236
3
ÍNDICE DE TABLAS, GRÁFICOS Y MAPAS
4
Fig. 18: Mapa del río Amazonas en 1707 del padre Samuel Fritz y sección del bajo
Madeira. ........................................................................................................................ 109
Fig. 19: Relación de grupos indígenas en el río Madeira hacia 1714 según el padre
Bartolomeu Rodrigues. ................................................................................................. 110
Fig. 20: Repartimiento de mano de obra indígena por la administración lusitana en
Amazonia en la primera mitad del siglo XVIII. ........................................................... 127
Fig. 21: Relación de grupos étnicos en el complejo Madeira-Mamoré-Guaporé según las
fuentes etnohistóricas de la primera mitad del siglo XVIII. ......................................... 147
Fig. 22: Extracto del “Mapa dos confins do Brazil com as terras da Coroa da Espanha na
America Meridional”, de 1749. .................................................................................... 155
Fig. 23: Mapa de las misiones de Moxos en los siglos XVII y XVIII. ........................ 166
Fig. 24: Extracto del “Mapa del Río Mamoré o Madera, en la América Austral del
dominio de la Corona de España”. ............................................................................... 167
Fig. 25: Repartimiento de mano de obra indígena en Amazonia según el Directorio de
Indios. ........................................................................................................................... 173
Fig. 26: Cuadro demográfico de la capitanía de Mato Groso hacia 1775. ................... 176
Fig. 27: Fundación y traslado de asentamientos por luso-brasileños en la región del alto
Madeira en el siglo XVIII. ............................................................................................ 186
Fig. 28: Mapa geográfico de América Meridional de D. Juan de la Cruz, de 1775. .... 195
Fig. 29: “Descripción geográfica de la Frontera que corre desde la ribera occidental del
Río Panamá, hasta más abajo de la unión del río Guaporé con el Mamoré. La línea de
puntos de carmín denota la divisoria con arreglo al tratado Preliminar de Límites de 11
de Octubre del año de 1777” ........................................................................................ 198
Fig. 30: Cuadro demográfico de la villa de Borba a Nova hacia 1783......................... 203
Fig. 31: Cuadro demográfico de las capitanías de Río Negro y Pará en 1783 . ........... 204
Fig. 32: Cuenca amazónica, con destaque para el río Japurá. ...................................... 210
Fig. 33: Cuadro demográfico de la población Mura en la villa de Borba en 1787....... 218
Fig. 34: Relación de grupos étnicos mencionados en las principales fuentes
etnohistóricas de la segunda mitad del siglo XVIII. ..................................................... 229
5
Abreviaturas
6
Dedicated to Hugh Biggie
7
Introducción
1
Oliveira, Roberto Cardoso, Identidade, Etnia e Estrutura Social, São Paulo, Editora Pioneira, 1976; y
Barth, Fredrik, "Introducción" en Barth, Friedrik (org.), Los grupos étnicos y sus fronteras, Fondo de
Cultura Económica, México, 1976 en Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios e mestiços no Rio de
Janeiro: significados plurais e cambiantes (séculos XVIII-XIX)", Memoria Americana, nº.16-1, Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, jan./jun. 2008, p. 23
2
Morin, Edgar, Nicolescu, Basarab y Lima de Freitas, “Carta da Transdisciplinaridade”, 1° Congresso
Mundial sobre a Transdisciplinaridade, Convento da Arrábida (Portugal) 1994.
8
coloniales como a los grupos indígenas 3 . En esa línea, mi intención es estudiar las
relaciones interétnicas no de forma estática en el tiempo y en el espacio, sino en un
contexto de constante contacto, movimiento y transformación. Por un lado: las
analogías, que están muy presentes en esta monografía; por otro: el análisis de los
sujetos foco de la investigación no con respecto a otros grupos, sino a través de ellos,
prestando especial atención a las relaciones, interacciones y su circulación.
Sin cualquier pretensión de ahondar aquí en un debate epistemológico sobre el
método comparativo, al estudiar una zona de frontera me he permitido además, a lo
largo de este estudio, algunas comparaciones, especialmente en lo que a la
administración colonial española y portuguesa se refiere. Asumo esta postura con base
en el planteamiento de Pedro Armillas, respaldado por Ângela Domingues en su trabajo
sobre las relaciones interétnicas en el norte de Brasil en la segunda mitad del siglo
XVIII, verdadero divisor de aguas a mi parecer, según el cual la comparación entre la
colonización lusitana y la castellana en Amazonia se legitima en el hecho de que su
particular ecología (incluyendo la distribución geográfica de recursos naturales y
densidad demográfica, entre otros factores) juega un papel fundamental en la
orientación de la expansión europea 4 . Y es importante resaltar que se habla de una
orientación y no de cualquier tipo de determinación en sí.
Adicionalmente, la historiadora portuguesa resalta que a partir de 1808, con el
traslado de la corte y la apertura de los puertos brasileños, se inicia una nueva fase en la
producción científica de y sobre Brasil5. La autora añade que además de eso, con la
autorización de viajes y de la permanencia de extranjeros, instituciones europeas como
la Royal Society o Kew Garden patrocinaron viajes de exploración y publicaciones6.
Fruto de esta nueva política científica y editorial es la obra del humanista (e historiador)
Robert Southey, “History of Brazil”, de principios del siglo XIX. Dada la antigüedad,
3
Oliveira, João Pacheco de (org.), A Viagem da Volta. Etnicidade, política e reelaboração cultural no
nordeste indígena, Rio de Janeiro, Contra Capa Livraria, 1999, p. 8, 18-19 en Gomes, Flávio, "Migrações,
populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia Colonial, s. XVIII)", Nuevo
Mundo Mundos Nuevos [Online], Debates, 31 de enero 2011. URL:
http://nuevomundo.revues.org/60721?lang=pt#quotation (consultado el 25/09/2013)
4
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos. Colonização e relações de poder no Norte do
Brasil na segunda metade do século XVIII, Comissão Nacional para as Comemorações dos
Descobrimentos Portugueses, Lisboa, 2000, pp. 18-19
5
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas. Mecanismos de Poder, Governação e
Informação no Brasil Colonial, Centro de História de Além-Mar (CHAM), Lisboa, 2012, p. 194
6
Sin embargo Domingues cuestiona el objetivo final de este cientifismo desde su connotación estratégica
y soberanista (Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 194)
9
su trabajo es de mucho interés por la contemporaneidad a los acontecimientos y porque
en ella encontramos referencias a fuentes que nunca se han vuelto a ubicar. Por lo tanto,
vemos que es difícil dibujar una línea que marque el inicio de la literatura histórico-
científica, por lo menos en lo tocante a la historia de la Amazonia. Un ejemplo de ello
es la obra manuscrita del naturalista Alexandre Rodrigues Ferreira de finales del siglo
XVIII, que trae la historia del río Madeira, además de una vastísima información en los
temas de botánica, zoología, y otros. Sus manuscritos, que se encuentran esparcidos por
diversos archivos de Brasil y Europa y muchos de ellos en muy mal estado, fueron
recopilados y transcritos por José Paulo Monteiro Soares e Cristina Ferrão, en 2008,
facilitando mucho la labor del historiador.
Sin embargo, dejando a un lado la producción científica proveniente de las
expediciones de finales del siglo XVIII y primera parte del XIX, a partir de la segunda
mitad de 1800, se observa un nuevo tipo de producción historiográfica y geográfica, ya
en un contexto de confirmación del territorio nacional, desarrollada por eruditos y
miembros del gobierno, del cual son ejemplo los diccionarios geográficos y
corográficos de Alfredo Moreira Pinto, Lourenço Amazonas, y Barão de Melgaço. De
carácter enciclopédico, estos diccionarios al describir los lugares recogen su historia,
contrastando algunas fuentes etnohistóricas, aunque de no sencilla remisión, con el
conocimiento popular y la producción de sus contemporáneos. Esta postura ante las
fuentes primarias es tratada de forma distinta por la producción historiográfica, también
a manos de eruditos y hombres del gobierno, quienes en sus recopilaciones, se
preocupan por la fidelidad a las fuentes etnohistóricas, aunque con cierto criterio crítico
en formato de notas a pie de página. Estas transcripciones son fundamentales en el
estudio de la historia amazónica, puesto que en muchas ocasiones, por pérdida o mal
conservación, son las únicas versiones reminiscentes. Un ejemplo de ello son las
crónicas de José Gonçalves da Fonseca (1749) y de José Moraes (1759), recogidas en la
obra de Cândido Mendes de Almeida (1874). Esta tendencia se prorroga hasta mediados
del siglo XX, con las obras de Capistrano de Abreu, que recoge, por ejemplo, la crónica
de la expedición de Francisco de Melo Palheta (1723), y la magistral obra con sus 10
volúmenes y ganadora de premios del jesuita Serafim Leite, acerca de la presencia y
labor jesuíticas en Brasil.
Sin embargo, desde el primer cuarto del siglo pasado, se da lugar a una
producción etnográfica de cuño profesional. Mientras por un lado, se considera el año
10
de 1808 como punto inicial de la apertura y divulgación científica de Brasil al “mundo”
(Europa), para nuestra región de estudio, esto sólo se haría efectivo medio siglo, si no
un siglo más tarde, con el inicio de las obras de la ferrovía Madeira-Mamoré, a la que
acuden muchos de todas partes de Brasil y extranjeros, como Franz Keller. Sin
embargo, 1909 es un momento decisivo para la historia e historiografía de la región con
el inicio de los trabajos de la Comisión Rondón. A partir de esta fecha y de los estudios
de Roquette Pinto, etnógrafo de la comisión, se inaugura una nueva fase de
investigación inicialmente extranjera, de la cual son frutos los trabajos de antropólogos
y lingüistas como Nordenskiold, Paul Rivet, Curt Nimuendajú, pasando al siguiente
cuarto del siglo XX con Levi-Strauss, Alfred Métraux, y muchos otros hasta nuestros
días. Esta “fiebre etnográfica” se culmina en la iniciativa de la Smithsonian Institution,
con su “Handbook of South American Indians”, en seis volúmenes, en la década de los
40.
De l959 es el libro “Desbravadores”, del historiador, sacerdote y profesor Vitor
Hugo. Se trata de una obra de referencia para la historia de nuestra región. Pese a los
sesgos de su discurso, sobre todo de carácter etnocéntrico y religioso-moralista, es
distinguible su escepticismo en el manejo de las diversas fuentes de las que hace uso,
provenientes de diversos archivos consultados. Con fuerte tradición en la historiografía
local de Rondônia (Brasil), se nota, sin embargo, una hesitación progresiva en citarlo
por parte de los historiadores de otras partes del país, ante la incertidumbre acerca de la
omisión de algunas fuentes. A partir de 1960, los trabajos centrados en nuestra región se
desarrollan y diversifican hacia distintas vertientes, geográficas, arqueológicas, etc.
Trabajos pioneros como los del geógrafo americano William Denevan, para la zona de
los Llanos de Moxos, cambian la comprensión acerca del paisaje arqueológico y abre un
abanico de posibilidades para la historia y etnoarqueología de la región. Aunque no
específicos a nuestro marco geográfico, es importante mencionar los importantes
trabajos en el ámbito de la arqueología amazónica a lo largo de la segunda mitad del
siglo XX de Betty Meggers, André Prous, entre otros.
Ya en la década de 1980, tenemos las primeras obras de dos autores de
referencia en la historiografía de la región. Por un lado, el historiador Miguel Menéndez
enfocó su proyecto de maestría en lo que él califica como el área cultural Madeira-
Tapajós. Su obra proporciona una comprensión de la etnografía de la zona en los siglos
XVIII y XIX y de la dinámica de los grupos étnicos a través de las fuentes
11
etnohistóricas. Es difícil encontrar una crítica a su trabajo, pero sí una brecha para ser
rellenada por futuros estudios, que serían los demás contingentes humanos además del
indígena en ese área cultural, como los esclavos negros, las poblaciones de quilombos y
los mestizos. Este factor es algo más presente en la obra de la historiadora y antropóloga
Denise Maldi Meireles, quien ha dedicado su carrera al estudio del valle del Guaporé,
tratando en su disertación de maestría de la ocupación histórica del estado brasileño de
Rondônia, y de un estudio etnográfico del grupo étnico de los Pakáas Novos en su tesis
doctoral, entre las cuales figura el divisor de aguas “Guardiães da Fronteira”.
En los años 90, salen a la luz la producción de algunos de los principales
historiadores y arqueólogos amazónicos de la actualidad, como es el caso del historiador
y antropólogo Antônio Porro, entre los mayores especialistas en la etnohistoria de la
Amazonia brasileña. También de suma importancia es la iniciativa de la célebre
antropóloga luso-brasileña Manuela Carneiro da Cunha, “História dos Índios no
Brasil”, un conjunto de trabajos de los principales especialistas indigenistas en las áreas
de arqueología, lingüística, antropología, historia, etc. Relevante para nuestra región son
las monografías de la arqueóloga Anna Roosevelt, los antropólogos Greg Urban y
Philippe Erikson, y de los historiadores Miguel Menéndez y Marta Rosa Amoroso,
contenidas en ese compendio y bastante citadas en esta monografía.
En ocasión del 500º aniversario de los descubrimientos portugueses, se organiza
en Lisboa la Comissão Nacional para as Comemorações dos Descobrimentos
Portugueses. De hecho, es difícil pensar en mejor forma de celebrarlo que con la obra
de la historiadora portuguesa Ângela Domingues, “Quando os índios eram vassalos”,
otro divisor de aguas en lo que al estudio de las relaciones interétnicas en la Amazonia
brasileña se refiere. En los últimos 20 años se han venido desarrollando muchas
investigaciones de trasfondo histórico y arqueológico en nuestra región a ambos lados
de la frontera. En esta línea se sitúan los proyectos de investigación de la antropóloga
ruso-boliviana Vera Tyuleneva, de la arqueóloga Maria Coimbra, de las campañas
arqueológicas lideradas por Eurico Miller, y muchos otros. Los principales centros
universitarios que estudian actualmente la región son la Universidade Federal de
Rondônia (UNIR), la Universidade de São Paulo (USP) y su Museu de Arqueologia e
Etnologia (MAE), el Museo Paraense Emilio Goeldi, la Universidade Federal do Mato
Grosso (UFMT) y la Universidade Federal do Pará, entre otros. Cabe destacar la
producción científica local de Rondônia, como los trabajos de los historiadores Dante
12
Ribeiro da Fonseca y Marco Antônio Domingues Teixeira, de los etnógrafos Osvaldo de
Paiva, Wany Sampaio y Vera Silva, de la arqueóloga Angislaine Costa, entre muchos
otros.
En la actualidad aún se conocen poco las identidades, percepciones y políticas
asumidas por los indígenas en los procesos coloniales7. Tampoco sabemos cómo tanto
las micro-sociedades indígenas como los sectores coloniales, incluyendo a los esclavos
negros, vieron las políticas de colonización desde sus propias lógicas y culturas, (y
como respondieron a las mismas) adaptando sus patrones de asentamiento, migración y
parentesco8, así como las relaciones sociales y de poder. Otro tema aún poco estudiado
son los distintos significados de las fugas y de la formación de nuevas comunidades de
prófugos9. En esa línea, el estudio de la etnogénesis pretende señalar las capacidades
creativas y adaptativas de los grupos indígenas confiriéndoles voz y agencia dentro de
una historia de dominación10.
La elección tanto de nuestro marco cronológico como geográfico supone desde
un primer momento un problema y un desafío en lo que a la factibilidad de la
investigación se refiere, debido a la escasez de fuentes etnohistóricas. Sin embargo, la
relectura de esas fuentes y especialmente de aquellas más numerosas de las áreas
circundantes hace emerger un rasgo propio y singular del alto Madeira para ese período,
que es la característica de reducto, conforme veremos a lo largo de este trabajo, en sus
más diversas expresiones. De manera que para el marco cronológico, se ha elegido el
siglo XVIII en su totalidad, puesto que enmarca desde las primeras exploraciones e
intentos de asentamiento en el alto Madeira, trayendo a cuenta las primeras fuentes
etnohistóricas existentes sobre la región, hasta el último cuarto del siglo, con la caída de
Pombal, la conclusión de los trabajos de demarcación de límites, la extinción de los
Directorios y el inicio de la decadencia de la región.
En lo tocante al marco geográfico, es importante aclarar que debido a la
movilidad, fluidez y permeabilidad de los límites y fronteras entre los grupos étnicos
7
Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia
Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos [Online], Debates, 31 de enero 2011. URL:
http://nuevomundo.revues.org/60721?lang=pt#quotation (consultado el 22/10/2013)
8
Ibid.
9
Ibid.
10
Hill, Jonathan, “Introduction” en Hill, Jonathan (ed.); History, Power & Identity. Ethnogenesis in the
Americas, 1492-1992, University of Iowa Press, 1996, pp. 1-19 en Jong, Ingrid de, y Rodríguez, Lorena,
"Introducción", Memoria Americana, Cuadernos de Etnohistoria, Dossier Mestizaje, Etnogénesis y
Frontera, nº 13, Buenos Aires, 2005, p. 10
13
resulta difícil y poco relevante hablar de marcos geográficos muy específicos y
delimitados. La historiadora Maria Regina Celestino de Almeida llega a referirse a la
“falacia de la existencia de fronteras rígidas entre espacios y poblaciones dentro y fuera
de las administraciones española y portuguesa en las Américas” 11 . Además de eso,
considerando el marco cronológico elegido (el siglo XVIII), hay que añadir el
(des)conocimiento del alto curso del río Madeira y la (in)definición de sus nacientes,
que son un tema muy presente en las fuentes etnohistóricas oriundas de las expediciones
de reconocimiento y partidas de demarcación de límites. Las convenciones hechas - la
principal considerando como naciente del Madeira la confluencia de los ríos Beni y el
Mamoré-Guaporé12 - carecían de su debida repercusión y siguieron hasta muy adentrado
el siglo XIX como inconcluyentes. Por citar algunos ejemplos, en el “Mapa Geográfico
da Capitania do Matto Grosso”13, de 1802, y en el "Mapa Geográfico da Capitania do
Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Provincia
de Moxos e Chiquitos” 14 , de 1819, se identifica al río Beni como “rio Beny ou
Madeira”, de manera que al referirse al alto Madeira estaríamos prácticamente a los pies
de los Andes.
Con vistas a no comprometerme con convenciones toponímicas, el marco
geográfico de este trabajo corresponde al complejo Madeira-Mamoré-Guaporé,
denominado en adelante “región del alto Madeira”, y delimitado con base en 3 factores:
hidrográfico, topográfico e histórico-cultural. El primero de ellos delinea los ejes por
donde se articulan los distintos grupos étnicos, sus interacciones y la actuación de la
empresa colonial. En Amazonia, las redes hídricas conforman una especie de sistema
arterial, por lo menos hasta mediados del siglo XIX, permitiendo y delimitando la
penetración, el tránsito, el contacto y la colonización de los distintos grupos humanos.
11
Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios mestiços e selvagens civilizados de Debret: reflexões
sobre relações interétnicas e mestiçagens", Varia História, Belo Horizonte, vol. 25, nº 41, jan/jun 2009, p.
86 (Traducción personal).
12
Éste a su vez también es motivo de discordia. En las fuentes encontramos la confluencia de los ríos
Mamoré y Guaporé con distintas denominaciones: simplemente Mamoré, o Guaporé (o Iténez), como
Madeira y finalmente Guaporé-Mamoré.
13
Anónimo, Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso (1802), Arquivo do Museu do Exército do
Forte de Copacabana (en adelante MExFC), cajón 4, localización 003941.012 (copia de ejemplar
perteneciente a la Bibliothéque Nationale de Paris, 1928)
14
Rodrigues, Antônio José, Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes
S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Província de Moxos e Chiquitos (1819), MExFC, cajón 4, localización
0003865.003 (copiado por Ed. Thompson, dibujador de la Comisión Rondon, 1919)
14
David Davidson lo caracteriza como “a kind of water-born society in formation” 15 .
Solamente a partir del ciclo del caucho, se dará lugar a la explotación y colonización de
las áreas de “tierra firme”. En segundo lugar, la topografía configura por un lado, el
núcleo de esta región, es decir el tramo de 17 cachuelas, que ejerce de condicionante en
la conformación de nuestra región como reducto, y por otro, su delimitación, con la
Sierra de los Parecis-Pacáas Novos al este y a oeste - aunque más allá de nuestro marco
geográfico - los contrafuertes andinos. Por último, apoyándonos en su configuración
histórico-cultural entre los siglos XVI-XVIII, extendemos nuestro marco geográfico por
sus dos extremos, el oriental, hasta el río Ji-Paraná (o Machado), prácticamente
coincidiendo con la actual frontera administrativa entre los estados de Rondônia y
Amazonas (Brasil), y el meridional, hasta la confluencia de los ríos Guaporé y Mamoré.
No obstante, adelanto que este marco es flexible como lo son las fronteras y relaciones
interétnicas que en él se desarrollan y sobreponen, siendo muchas veces sobrepasado
con vistas a no limitar la capacidad de análisis de dichas relaciones en sus variados
ámbitos.
Como veremos a lo largo de este trabajo, otro problema que se ha procurado
sortear es la condescendencia con nuestras propias categorías – y así, limitaciones -
culturales del pensamiento estructural. De la misma forma que los códigos culturales y
la concepción europea seiscentista de frontera y espacio se vieron completamente
desestructurados al constatar que el indígena habitaba un espacio indefinible,
incomprensible y flotante 16 , nosotros también nos vimos obligados a replantear las
cuatro categorizaciones tradicionales siguientes, que acabaron volviéndose tópicos
centrales en el hilo de discusión de esta monografía: la frontera, la territorialidad, la
etnicidad y la etnogénesis. Procedamos a una reflexión crítica sobre ellos a fin de
“aterrizar” estos conceptos y convertirlos en herramientas teórico-metodológicas para,
entonces, emplearlos en este estudio. De manera general, el análisis del discurso
colonial puede elucidar muchos de estos sesgos etnocéntricos en las crónicas del siglo
XVIII. Denise Maldi Meireles menciona como el, a simple vista, sencillo hecho de usar
15
“Un tipo de sociedad fluvial en formación” (traducción propia). Davidson, David, "How the Brazilian
West was Won: freelance & State on the Mato Grosso frontier, 1737-1752", Colonial roots of Modern
Brazil. papers of the Newberry Library Conference, University of California Press, Berkely, 1973, p. 66
en Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 82
16
Finazzi-Agró, Ettore, Os limites do discurso colonial. O índio como fronteira nos séculos XVI e XVII,
Congresso de Americanistas, 48, Estocolmo, 1994, en Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na
Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, 1(1), jan./jun. 1998, p. 7
15
el término “nação” (nación) para referirse a las tribus y/o grupos indígenas refleja la
idea que tenían los europeos de que los indígenas tenían territorios definidos; otros
ejemplos que da son la connotación de “reducción”, designando un espacio de
civilización, reducido y concentrado en contraste con la inmensidad y dispersión de lo
salvaje, y las analogías entre caciques y reyes 17 , a las que habría que añadir la
interpretación de las jerarquías sociales como relaciones de vasallaje. Ângela
Domingues pone en evidencia como los luso-brasileños ignoraron en un principio la
influencia del “pajé” (chamán)18; posiblemente por la presencia de ese mismo sesgo.
La importancia de hacer hincapié y teorizar sobre el espacio en el estudio de las
relaciones interétnicas se fundamenta en los trabajos de geógrafos e historiadores como
Milton Santos, David Harvey, Denise Maldi Meireles, Maria Regina Celestino de
Almeida, Guillaume Boccara, Francisco de Solano, Ingrid de Jong, Lorena Rodríguez,
entre otros. Para la antropóloga e historiadora Denise Maldi Meireles, por ejemplo, el
espacio es la representación de la idea que una sociedad tiene de sí misma19. La autora
añade que la frontera, al ser a la vez un componente material e ideológico, es una
representación colectiva esencial en el establecimiento de la diferencia y la percepción
de la alteridad20. De manera que los límites de una frontera surgen, varían y se anulan
según los diferentes significados dados por los distintos grupos y actores. Un ejemplo
de ello, es el empleo en esta monografía del término “colonial” en su sentido de
frontera, para referirse a todo lo que es exógeno o no-indígena y distinguir y delimitar
los ámbitos de presencia y penetración de los colonos en la región del alto Madeira -
una acepción muy disímil de la frontera de carácter político, por ejemplo.
Independientemente de su fuerte cuño marxista y sin querer entrar en el debate
de la Teoría de los Sistemas, es relevante citar a los dos geógrafos por no defraudar
nuestra óptica denominada “transdisciplinar”. Milton Santos, en sus reflexiones sobre el
espacio y su método de estudio, alega que lo que nos permite conocer y definir los
elementos en un espacio es la relación que existe entre ellos, y que tratar de hechos y
elementos de manera aislada supondría permanecer en un plano abstracto 21 . David
Harvey clasifica tres tipos de relaciones entre elementos en un espacio dado: seriales, o
17
Ibid., pp. 8-9.
18
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 169.
19
Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, p. 2
20
Ibid., p. 3
21
Santos, Milton, Espacio y Método, Coleção Espaços, Nobel, São Paulo, 1985, (trad. De Luis Urteaga de
capítulos Introducción, 1, 2 y 3), p. 10
16
sea, relaciones de causa-efecto en las que un elemento causa la modificación en el otro;
paralelas, según las que un elemento afecta una relación preexistente entre otros
elementos; y en feedback, es decir, el movimiento y las modificaciones de cada
elemento se dan a partir de su propia estructura interna22. Si aplicamos esta tipificación
de las relaciones al objeto de estudio de este trabajo, veremos que se producen estas dos
últimas, en detrimento de la primera, es decir, de las relaciones seriales, la cual se
reduce a una interpretación historiográfica simplista que explica las transformaciones
sociales como consecuencia exclusiva – o efecto - del contacto con el hombre europeo.
Milton Santos, en sus tratados de Geografía, llega a la misma conclusión que Miguel
Menéndez, por ejemplo, en su disertación de maestría sobre la etnohistória del área
intermedia del Tapajós-Madeira23, y a la que llegaremos también para nuestro caso de
estudio, es decir, que la acción externa/exógena - en este caso, el contacto - es
meramente un detonador, un vector que provoca un nuevo impulso en la dinámica de las
relaciones interétnicas, pero no capaz de lograrlo solo.
Otra categoría trascendental en este trabajo y que también requiere una reflexión
es la de “territorialidad”. Robert David Sack define este concepto como interrelación
entre el espacio y la sociedad, es decir, como una expresión geográfica primaria del
poder social y una estrategia geográfica de control y poder 24. En este estudio se propone
el uso del concepto de territorialidad en oposición al de terriotrialización, aquí
interpretados desde su designación etic y emic, respectivamente. Mientras el primero, se
refleja desde una perspectiva colonial en la imposición de fronteras y la delimitación y
apropiación del territorio, el segundo se plasma, desde una perspectiva nativista, en la
relación intrínseca y adscriptiva entre el territorio y la identidad del grupo. En esa línea,
Denise Maldi Meireles señala que hay fuertes indicios que apuntan que tanto el
patrilinaje como la patrilocalidad, por ejemplo, asocian respectivamente la filiación y el
nacimiento al territorio25. Sin embargo, es importante destacar que estos significados no
son absolutos, ni exclusivos o excluyentes, sino que sirven meramente a fines
explicativos y, como se verá, en ocasiones se sobrepondrán.
22
Harvey, David, Explanation in Geography, Arnold, Londres, 1969 en Santos, Milton, Espacio y
Método, Coleção Espaços, Nobel, São Paulo, 1985, (trad. De Luis Urteaga de capítulos Introducción, 1, 2
y 3), p. 11
23
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", Revista do
Museu Paulista (Nova Série), (em adelante, RMP), v. 28, 1981-1982, p. 289-388.
24
Sack, Robert D., Human territoriality: its theory and history, Cambridge University Press, 1996, p. 5
en Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, p. 5
25
Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura , p. 14
17
Fredrik Barth define el concepto de “grupos étnicos” como “categorías de
adscripción e identificación que son utilizadas por los actores mismos y tienen por
tanto, la característica de organizar la interacción entre los individuos”26. El autor da
otras definiciones, pero la que más nos interesa es la que explica que se trata de una
comunidad cuyos miembros se identifican a sí mismos y así son identificados por otros,
es decir, son grupos adscriptivos y exclusivos27. Es en ese ámbito que podemos hablar
de límites étnicos, o sea, de los rasgos culturales que definen al miembro del grupo y al
“extranjero”. A lo largo de esta investigación, veremos cómo los límites étnicos, al igual
que los límites político-geográficos, son fluidos y móviles, y así como sus
características culturales, se irán modificando. Esta transformación, no obstante, no
supone la anulación de la alteridad, de lo extranjero, sino que redefine sus rasgos,
permitiéndonos inferir sobre las formas y los contenidos de las relaciones interétnicas28.
Mills habla de la “movilidad cultural” para ilustrar el movimiento, la fluidez entre los
elementos en un contexto de contacto nuevo entre dos mundos29.
Boccara señala que algunas etnias amerindias son constructos coloniales
resultantes de un doble proceso de etnificación30 y de etnogénesis, el cual el autor define
como las capacidades de adaptación y creación de las sociedades amerindias en el
ámbito de nuevas configuraciones sociales que se dan no sólo a través de los procesos
de fisión y fusión sino también mediante la incorporación de elementos alógenos, así
como las transformaciones de los significados de ego en cuanto grupo (o Self) 31 – y
consiguientemente de alter. Por otro lado, Lévi-Strauss asigna poca importancia a las
denominaciones (tanto a los autónimos como los exónimos) puesto que se rigen por una
norma arbitraria que él denomina convention32. Sin embargo, en este estudio asumimos
una postura contraria a ésta, analizando los procesos de etnogénesis que engloban desde
26
Barth, Fredrik, "Introducción" en Barth, Friedrik (org.), Los grupos étnicos y sus fronteras, Fondo de
Cultura Económica, México, 1976, pp. 10-11
27
Ibid., pp. 11-16
28
Ibid, p. 16
29
Mills, Kenett, “In Between: reflexiones sobre el mestizaje cultural y la movilidad en los Andes
Coloniales”, Ponencia presentada al Taller El Mestizaje como problema de investigación. Universidad
Nacional de Quilmes, Argentina, 18 y 19 de noviembre de 2004, en Jong, Ingrid de, y Rodríguez, Lorena,
"Introducción", Memoria Americana, p. 16
30
Proceso de cristalización de elementos culturales y políticos anteriormente fluidos” (Boccara,
Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos,
Debates, 08 de febrero de 2005, http://nuevomundo.revues.org/426, consultado el 03/11/2013)
31
Ibid.
32
Lévi-Strauss, Claude, Histoire de Lynx, Ed. Plon., 1991, pp. 14-15, en Boccara, Guillaume, “Mundos
nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos
18
la construcción de etnicidades a sus reinvenciones y nuevos significados. Veremos,
además, cómo estas transformaciones se producen conforme van cambiando los
contextos socio-políticos y económicos, las estrategias identitarias y las relaciones de
poder33.
Complementariamente, no se puede hablar de etnicidad o de relaciones
interétnicas en el mundo colonial sin tratar del concepto de mestizaje. No obstante, es
fundamental evitar, en primera instancia, que se confunda el proceso de mestizaje con el
de aculturación, y en segundo lugar, que la categoría del mestizo anule u ofusque el rol
del intermediario en la articulación de las relaciones interétnicas - quien para Ângela
Domingues está intrínsecamente relacionado al sertão34 y la frontera35. Contrariamente
a lo expuesto, en los estudios de caso nos depararemos más bien con metamorfosis
etnoculturales, que se construyen y se reinventan en el marco de las relaciones
interétnicas, que a su vez se desarrollan en determinados contextos históricos (político-
económicos), sin que ello suponga necesariamente la extinción de las identidades
indígenas36. Evaluaremos, además, si se aplica para nuestro caso de estudio la premisa
de que el mestizaje está intrínseca y primordialmente relacionado a fenómenos políticos,
conforme apunta Boccara37.
Este estudio intenta contestar a tres preguntas principales y otras secundarias.
Primeramente, busca conocer la diversidad de los grupos étnicos, cómo se
interrelacionaban cuando se produjo el contacto con el europeo y cómo esas relaciones
cambiaron, con la introducción y la conformación de nuevos grupos sociales e
identidades étnicas. En segundo lugar, se aspira a identificar cuáles fueron los procesos
de etnogénesis y los mecanismos de respuesta, adaptación y resistencia de los grupos
indígenas (y, como veremos, también no-indígenas) en el contexto político-
33
Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos
Nuevos
34
Término de difícil traducción y que he elegido dejarlo como tal por la fuerza de su connotación, que se
enmarca en el discurso colonial para referirse al interior no desbravado y desconocido, asociado al
salvajismo e incivilización.
35
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas. Mecanismos de Poder, Governação e
Informação no Brasil Colonial, Centro de História de Além-Mar (CHAM), Lisboa, 2012. En ese libro la
autora hace un análisis profundo del fenómeno de intermediación cultural en el norte de Brasil.
36
Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios mestiços e selvagens civilizados de Debret”, Varia
História, p. 106
37
Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos
Nuevos
19
administrativo colonial. Finalmente, partiremos de la hipótesis anteriormente referida38,
según la cual los cambios en las relaciones intertribales responden a una dinámica
propia preexistente de los grupos étnicos, pero, proponiendo una inversión,
demostraremos que a pesar de que estos cambios se instigaran inicialmente por el
contacto con el colonizador, la etnogénesis de los grupos étnicos y de nuevos grupos
sociales emerge según las relaciones político-económico-social que estos entablan. En
otras palabras, no son las relaciones interétnicas que cambian debido a la dinámica
interna de los grupos étnicos, sino su dinámica interna que se transforma cuando y pues
éstos se relacionan.
En un segundo plano, argumentaremos en qué sentido la actuación de las
administraciones coloniales en lo que a las reformas políticas y los tratados de límites
de 1750 y 1777 se refiere, afectó - o no - a los distintos grupos étnicos en el alto
Madeira. Asimismo, se intentará demonstrar cómo la región del alto Madeira se
conformó desde finales del siglo XVII – y se extendió hasta mediados del siglo XIX –
por un lado, como un área geográfica e histórico-cultural, y por otro, como una “zona de
frontera” 39
(por no decir “periférica”), en contraste con las “zonas centrales”
conquistadas, asumiendo un sentido de reducto, donde las estrategias, las negociaciones
y las asimetrías se desarrollaron con respecto a las fronteras etnoculturales y no las
políticas; o lo que en palabras de Boccara sería un “complejo fronterizo”,
transcendiendo la concepción de frontera strictu sensu hacia un espacio de fronteras
múltiples y sus respectivos hinterlands40. Por último, valoraremos si la incorporación en
la sociedad colonial, la disminución y la transformación de las diferencias culturales
entre los grupos suponen una anulación de la etnicidad o una transformación de las
identidades étnicas.
En un estudio de las relaciones interétnicas en las fronteras de la América
Meridional en el siglo XVIII, Glória Kok llega a la conclusión de que la construcción de
nuevas identidades, es decir, la etnogénesis se forjó en el contexto colonial de guerras
de resistencia y de incorporación de productos coloniales por grupos amerindios con
38
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, p. 289-
388.
39
Jong, Ingrid de, y Rodríguez, Lorena, "Introducción", Memoria Americana, , p. 12
40
Boccara, Guillaume, Fronteras, mestizaje y etnogénesis en las Américas, 2003, en Jong, Ingrid de, y
Rodríguez, Lorena, "Introducción", Memoria Americana, p. 14
20
interferencias en el circuito comercial ibérico 41. Sin embargo, para el caso estudiado
veremos cómo ese contexto se muestra mucho más amplio, comprendiendo, además,
mecanismos de respuesta y de adaptación, que pueden ser o no mecanismos de
resistencia bélica.
La metodología empleada en este trabajo de investigación consiste en el estudio
de diferentes tipos de fuentes. En primera instancia, a partir de fuentes secundarias y
terciarias se ha elaborado el marco histórico en el que se producen las interacciones
entre los distintos grupos humanos, así como el aparato analítico - y crítico - de los
diferentes tipos de interrelaciones. Posteriormente, se han analizado las fuentes
etnohistóricas para reconstruir el panorama etnográfico de la región a lo largo del siglo
XVIII y para explotar y revisar estudios de caso para cada uno de los tipos de relaciones
interétnicas anteriormente definidas. Por último, se ha auxiliado de fuentes etnográficas
recientes y del siglo XX para el contraste de los datos etnográficos extraídos de las
fuentes primarias y para la elucidación de antiguas y nuevas teorías, así como líneas de
investigación sobre la etnografía de la zona.
En lo tocante a las fuentes etnohistóricas, se ha consultado, en España, el
Archivo General de Indias, en el que se han encontrado fuentes provenientes de la
administración del gobierno, referentes sobre todo a las relaciones internacionales entre
Portugal y España, que se han usado en su gran mayoría para explicar la cuestión de
límites entre las dos coronas y la administración de las misiones y de los indígenas de
Moxos. Sin embargo, el grueso de las fuentes utilizadas en este trabajo han sido
consultadas en Brasil, en algunos de los principales archivos de Río de Janeiro, a saber
la Biblioteca Nacional, Arquivo Nacional, Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro,
Serviço de Documentação Geral da Marinha y Museu Histórico do Exército e Forte de
Copacabana. Lamentablemente, no ha sido posible consultar el Arquivo Histórico do
Itamaraty o la Biblioteca y Mapoteca do Ministério das Relações Exteriores, ya que
éstos estaban en obras. Por último, también se consultaron The National Archives y
British Library, en Londres, en el primero encontrando sobre todo abundante cartografía
de la región de estudio, pero del s. XIX, y algunas noticias referentes a las minas de oro
en Mato Groso, mientras que en el segundo se han encontrado importantes
41
Kok, Glória, “Relações Interétnicas nas fronteiras da América Meridional no século XVIII”, Seminário
Temático Os Índios na História: Fontes e Problemas, XXIV Simpósio Nacional de História, São
Leopoldo (RS), 15-20 de julho de 2007
21
recopilaciones de crónicas de viajeros y expediciones por el río Madeira de los siglos
XVIII y sobre todo XIX, y sobre las misiones de Moxos, además de fuentes referentes a
la administración del gobierno portugués durante la segunda mitad del siglo XVIII.
Futuramente, en la continuidad de esta investigación, sería necesario consultar
adicionalmente otros archivos en Brasil, como el Arquivo Público do Mato Grosso y el
Arquivo Público do Pará, en Portugal, el Arquivo Histórico Ultramarino, Arquivo
Nacional da Torre do Tombo y la Biblioteca Pública de Évora, y en España, el Archivo
Histórico Nacional, así como otros archivos de interés en la capital.
Toda fuente aludida y analizada en este estudio viene acompañada de una
valoración y complemento críticos. Al tratar fuentes etnográficas de principios del siglo
pasado, nos encontramos con algunas dificultades que son importantes considerar, tales
como la “desactualización” epistemológica y de los datos, los sesgos etnocéntricos, las
generalizaciones y las simplificaciones. Por otro lado, conforme se ha mencionado
anteriormente, las fuentes etnohistóricas investigadas resultaron ser provenientes en su
gran mayoría de la administración del gobierno y de viajeros. Ambos tipos de fuente
también deben ser puestas en tela de juicio sobre todo en lo que al discurso en relación
al indígena y al mestizo se refiere42. En el caso particular de las crónicas de viajeros e
itinerarios de navegación, hay que resaltar, por un lado, las diferencias entre un
cronista/autor y otro, y las imprecisiones de los registros en términos de grafía,
topónimos, etc.43, y por otro lado, cuando, para nuestra satisfacción, la información de
diferentes relatos coinciden, no podemos descartar el recurrente hecho de que los
expedicionarios de los distintos viajes muchas veces eran los mismos, pues se requería
que se conociera el territorio, en este caso, el río Madeira y su navegación, y no eran
muchos los que reunían dichos atributos44.
Este trabajo está estructurado en tres capítulos, siendo el primero, un capítulo
introductorio, dedicado a la definición del alto Madeira como marco geográfico y a su
configuración como una región histórico-cultural. Este capítulo está dividido a su vez en
tres subapartados: el primero centrado en las características físicas de la región,
mientras en el segundo, desde aportaciones lingüísticas y arqueológicas, se pretende
42
Para un estudio sobre la imagen del indígena en el discurso colonial, véase Domingues, Ângela,
Monarcas, Ministros e Cientistas. Mecanismos de Poder; y Domingues, Ângela, Quando os índios eram
vassalos.
43
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, p. 292.
44
Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História
dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de Cultura/FAPESP, São Paulo, 1998, p. 229
22
comprender el panorama etnolingüístico y las dinámicas migratorias precolombinas,
llamando la atención, al mismo tiempo, a la situación de la Arqueología en la región del
alto Madeira y sus perspectivas de cara al futuro; el siguiente se refiere a las distintas
vías de penetración en la región del alto Madeira y al proceso de ocupación de las áreas
circundantes tanto de grupos indígenas como no-indígenas, en los siglos XVI y XVII.
Ese capítulo, inusualmente extenso para un capítulo introductorio, cumple la función
adicional de demostrar la complejidad de las relaciones interétnicas y migraciones
previas y/o inmediatas al contacto en época colonial, que no es otra que la base
argumentativa de la hipótesis central de esta monografía. Considerando que cualquier
estudio sobre fronteras que sólo trate de uno de sus lados sería víctima de una
perspectiva y análisis parciales, se ha reservado el segundo capítulo para analizar la
penetración y ocupación colonial al otro lado de la frontera, en los Llanos de Moxos en
los siglos XVI y XVII.
En el tercer y último capítulo nos encontramos con un dilema metodológico.
Dedicado al análisis de las relaciones interétnicas a lo largo del siglo XVIII, en ese
capítulo central, a la hora de crear categorías explicativas para los distintos tipos de
relaciones y sus estudios de caso, se ha visto que al ser homogeneizadoras también eran
limitantes. El intento de clasificar los tipos de relaciones, como se ha hecho en muchos
estudios, como “relaciones entre indígenas y blancos”, “entre indígenas y europeos”,
“con el gobierno colonial” o “los no-indígenas” no sólo reflejan una realidad estática
artificial, sino que excluye a muchas categorías intermedias, como los mestizos, los
cunhamenas, los indígenas reducidos o aldeados, los luso-brasileños que no formaban
parte del gobierno, sin contar a otros contingentes como los soldados indígenas, etc.
Ante esta problemática, se ha elegido no hacer uso de dichas categorías y, en
contrapartida, seguir un hilo diacrónico, con el objetivo de no comprometer la
comprensión o la organización argumentativa; de ahí el título de esta monografía. Por lo
tanto, en el capítulo central de esta monografía, trataremos de la historia del alto
Madeira desde la perspectiva de las relaciones interétnicas en 3 subcapítulos. El
primero, dedicado a la primera mitad del siglo XVIII, aborda las primeras expediciones
y exploraciones, así como los primeros intentos de asentamiento en la región por los
distintos actores: misioneros, sertanistas y bandeirantes y el gobierno; el segundo, a
partir de la segunda mitad del siglo XVIII, comprende sobre todo el período entre 1750
y 1777, centrándose en las reformas políticas pombalinas así como la cuestión de
23
límites y los tratados entre las coronas de Portugal y España, resultantes del cambio en
la actuación de los respectivos gobiernos en nuestra región de estudio. Éste es uno de
los temas de mayor incidencia en las fuentes etnohistóricas para el alto Madeira en el
siglo XVIII, y, por lo tanto, no puede ser negligenciado. Finalmente, el último apartado
de este capítulo trata de las transformaciones en las relaciones interétnicas en el último
cuarto del siglo XVIII, desde el fin del mandato del Marqués de Pombal hasta la
extinción del Directorio de Indios.
Tras haber sometido a reflexión las herramientas analíticas básicas para este
estudio, y haber puesto en cuestión los postulados teóricos de lo que viene a ser nuestro
marco geográfico, se invita a la relectura de la historia del alto Madeira para el siglo
XVIII, una historia hasta ahora de la expansión colonial en un espacio ideológicamente
percibido como vacío45, discontinuo, sin actores y sin acción, que, al final, no es otra
que la historia del sertão.
45
Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, p. 6
24
Capítulo 1: El alto Madeira como región geográfica,
etnocultural e histórica
“[...] partimos dos Tupinambaranas; caminhamos sete dias sem haver aldeia
nem gente.”46
Muchos trabajos han tratado de las consecuencias inmediatas del contacto entre
los amerindios y los europeos, entre las que se destaca la rápida reducción demográfica
de las poblaciones indígenas, por motivos biológicos, bélicos, y un largo etcétera. El
resultado de cinco siglos de contacto lo podemos comprobar en la actualidad: un
panorama etnográfico que está lejos de acercarse al de la prehistoria tardía de
Amazonia. Robert Hames y William Vickers, en la publicación que organizaron titulada
“Adaptative responses of native Amazonians”, ya decían que los indígenas de la
actualidad aparentan ser más cercanos a los amerindios de cerca de 2.800 a.C. que a los
pueblos prehistóricos tardíos en lo que a la adaptación ecológico-cultural se refiere47.
No obstante, lo que nos interesa es ahondar en estas explicaciones causales e
indagar sobre los mecanismos, las estrategias y los procesos socio-políticos y
económicos que subyacen estos cambios. Anna Roosevelt sugiere, por ejemplo, que la
despoblación y la migración de los grupos indígenas de los ricos suelos aluviales de las
vegas amazónicas hacia el interior del continente durante el período de expansión
colonial hicieron que sus economías dejasen el cultivo de semillas en detrimento de
sistemas menos intensivos de cultivo de raíces ricas en amida, y de obtención de
proteína animal en la caza y pesca, propios de las economías de un período prehistórico
inicial 48 . En otras palabras, una población que se encuentra reducida a niveles de
extinción que podríamos llamar apocalípticos, considerando su tamaño inicial y la
velocidad de esa disminución, y que busca respuestas estratégicas de reorganización de
las relaciones sociales, de poder, de trabajo, etc.
46
Garcia, Rodolfo, “O Diário do Padre Samuel Fritz”, Revista do Instituto Histórico e Geográfico
Brasileiro, vol. LXXXI (en adelante, RIHGB, LXXXI), Rio de Janeiro, (1691) 1917, 390
47
Hames, Robert y Vickers, William, Adaptative responses of native Amazonians en Roosevelt, Anna
Curtenius, "Arqueologia Amazônica" en Cunha, Manuela Carneiro da (org.), História dos Índios no
Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de Cultura/FAPESP, São Paulo, 1998, p. 57
48
Roosevelt, Anna Curtenius, "Arqueologia Amazônica" en Cunha, Manuela Carneiro da (org.), História
dos Índios no Brasil, pp. 70-82
25
No obstante, antes de hablar de Amazonia y alto Madeira en el siglo XVIII es
fundamental comprender su diversidad etnolingüística y sus dinámicas intrínsecas
previas a la colonización para entonces poder inferir sobre sus formas de interrelación,
adaptación, permanencia y resistencia. En este intento, la definición de la región aquí
denominada alto Madeira como área geográfica, histórica y cultural queda plasmada
como herramienta esencial en el desarrollo de nuestra argumentación y, por lo tanto,
requiere su debida explicación y justificación, como haremos a continuación.
26
Fig. 1: Marco geográfico
1.1 Marco geográfico
49
Lima, M. I., “Lineamentos estruturais na sequência cenozóica Solimões e suas relações com o Cráton
Amazônico e a Bacia do Alto Amazonas”, en SBG, Congresso Brasileiro de Geologia, 35, Belém, 1988,
Anais, 6, 2396-2406.; Campos, J. N. P., y Teixeira, L. B., “Estilo tectônico da Bacia do Baixo Amazonas”
en SBG, Congresso Brasileiro de Geologia, 35, Belém, 1988, Anais, 5, 2161-2172; Quadros, M. L. E. S.
et al., “Considerações preliminares sobre a evolução dos sistemas de drenagens dos rios Guaporé,
Mamoré e Madeira, Estado de Rondônia en SBG/Núcleo Norte, Simpósio de Geologia da Amazônia”, 5,
Belém, 1996, Anais, 242-245; en Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e
neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de
Geociências, 1999, 29 (4), 469-476
50
Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial
Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 469-476
51
Ibid.
52
Ibid.
53
Ibid.
convergente entre las placas Suramericana y de Nazca. El área de los Llanos
de Moxos, en la actual Bolivia, por ejemplo - de la que trataremos en este
estudio -, queda comprendida entre los ríos Guaporé y Beni, siendo cerca de
50% de su vegetación de sabana de tipo gramínea, 30% de sabana de
palmera o tapizante, y lo restante, de islas y selvas de galería 54. Esta área de
sabana también se extiende por la zona de interfluvio entre los ríos Beni y
Madre de Dios55.
b) Depresión del Guaporé: delimitada a NE por la Chapada de los Parecis y a
SO por la Cuenca del Beni. Su litografía se caracteriza por sedimentos
areno-argilosos, a veces laterizados.
c) Alto Estructural de Guajará-Mirim - Porto Velho: Según geólogos como
Mello y Costa, esta área engloba tanto las unidades del Altiplano Residual
del Guaporé como del Altiplano Disecado Sur de Amazonia56.
d) Altiplano Rebajado de la Amazonia: Superficie aplanada, ligeramente
ondulada y bastante disecada, resultante de las sucesivas fases erosivas,
alcanzando altitudes entre 100 y 600 metros por encima del nivel del mar57.
Caracterizada por llanuras de inundación y sabanas, las cuales se encuentran
sobre depósitos pleistocénicos, habiéndose desarrollado bajo condiciones
climáticas propias de clima seco predominantes del Cuaternario Tardío (46
– 18 mil BP)58 y por la falta de cobertura selvática59.
e) Planicie Amazónica: Se trata de una planicie de inundación holocénica, aquí
representada por los sedimentos aluviales de los cursos medio y bajo del río
54
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia,
University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1966, p. 15
55
Ibid., p. 15
56
Mello, D.P., Costa R.C.R., Natali Filho, T., “Folha SC-20 Porto Velho. Capitulo 2: Geomorfologia”, en
Brasil. Ministério das Minas e Energia. Secretaria Geral, Rio de Janeiro, Projeto RADAMBRASIL,
1978, 187-254 en Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do
sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências,
469-476
57
Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento, Nova
Editora, s/l., 2013
58
Absy, M. L., “Mudanças da vegetação c clima da Amazónia durante o Quaternário”, en Ferreira, E. J.
G., et al. (coord.), Bases científicas para estratégias de preservação e desenvolvimento da Amazónia,
Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia, Manaus, 1993, 2, 3-10 y Hammen, V. D. “The Pleistocene
changes of vegetation and climatic in tropical South America”, Journal of Biogeography, 1, 1974, 3-26;
en Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial
Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 469-476
59
Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento
29
Madeira, al este del río Ji-Paraná60. Su altitud media varía entre 90 y 200 m
y su litografía se caracteriza por sedimentos areno-argilosos, cuyo terreno es
disecado por el río configurando un paisaje de barrancos de 5 a 10 metros de
altura, en los cuales se infiltra el agua causando desmoronamientos -
fenómeno también conocido como el de las terras caídas (tierras caídas)61.
Esta planicie está constituida por una superficie plana morfoclimática (típica
de selva), resultante de oscilaciones climáticas del período Cuaternario con
climas más secos, sucedidos por climas más húmedos. En lo tocante a su
litografía, las áreas de tierra firme también se caracterizan por sedimentos
areno-argilosos, las áreas de vegas por una acumulación areno-argilosa
reciente, mientras los barrancos presentan una constitución argilo-
ferruginosa62.
60
Irion, G., et al., “Quaternary geology of the Amazonian Lowland”, Geo-Marine Letter, 15, 1995, 172-
178 en Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema
fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 469-476
61
Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia: Aspectos físicos e humanos do Estado de Rondônia,
Off-7 Edição Gráfica Ltda., Porto Velho, 1997, y Procópio, Argemiro, Amazônia: ecologia e degradação,
Ed. Alfa-Ômega, São Paulo, 1992
62
Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento
63
Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial
Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 469-476
64
Kux, H.J.H., et al., “Folha SC-20 Guaporé. Capitulo 2: Geomorfologia”, en Brasil. Ministério das
Minas e Energia. Secretaria Geral, Rio de Janeiro, Projeto RADAMBRASIL, 1978, 187-254 en Souza
Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial
Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 129-164
30
estructural 65 . Otra característica morfoestructural de la zona son los lagos
inclinados en las cabeceras de los principales afluentes, resultantes del
proceso de levantamiento del suelo y colmatación del curso fluvial66.
b) Dominio II: corresponde al Alto Estructural Guajará-Mirim – Porto Velho,
extendiéndose desde la cachuela Guajará-Mirim67 hasta la ciudad de Porto
Velho. Caracterizado por un fuerte control estructural, ejerce considerable
influencia sobre la hidrografía de los río Guaporé, Mamoré y del alto
Madeira, siendo responsable del cambio de dirección de los cursos fluviales,
del estrechamiento de las planicies de inundación y por la aparición de
terrazas erosivas68. Su paisaje está marcado por una fuerte erosión fluvial, de
valle encajonado con accidentes y caídas69. De hecho, el levantamiento del
relieve ha causado el represamiento del curso fluvial del río Mamoré, siendo
el responsable de los altos índices de inundación de su llanura aluvial 70 ,
condicionando a su vez el paisaje histórico-cultural de los Llanos de Moxos,
conforme veremos más adelante.
c) Dominio III: llanura aluvial del río Madeira a lo largo del megalineamiento
estructural Madre de Dios-Itacoatiara (NE-SO), asociado a la evolución de la
Planicie Amazónica71.
Con excepción del Dominio III, toda la región del sistema fluvial Mamoré-
Guaporé-Madeira está sujeta a levantamientos regionales relacionados a la tectónica
Andina. Dos ejemplos significativos de ello son la Chapada de los Parecis - Pacáas
Novos, con una orientación NO-SE que pertenece al sistema matogrosense del Macizo
Central Brasileño, con una altitud entre los 600 y 900 metros, y puntos culminantes por
65
Quadros M. L. E. S., Silva Filho, E. P., et al., “Considerações preliminares sobre a evolução dos
sistemas de drenagens”, 242-245; en Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação
morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”,
Revista Brasileira de Geociências, 129-164
66
Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial
Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 129-164
67
Significa “cachuela pequeña” en tupi, en oposición al sufijo “assú”, que significa “grande” (Navarro, E.
A., Método moderno de tupi antigo: a língua do Brasil dos primeiros séculos, Global, São Paulo, 2005)
68
Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial
Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 129-164
69
Ibid.
70
Ibid.
71
Desembocadura del río Madeira en el río Amazonas.
31
encima de los 1.000 metros 72 ; y el tramo de cachuelas, ubicado entre las ciudades
brasileñas de Porto-Velho y Guajará-Mirim, formado a partir del afloramiento de rocas
cristalinas73. Sus caídas más grandes son las primeras, más concretamente las de Santo
Antônio (1ª), Teotônio (2ª) y Jirau (5ª).
De manera general, según el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y
Estadística) en gran parte de las márgenes de los ríos Guaporé, Mamoré y Madeira,
incluyendo su afluente derecho Ji-Paraná (o Machado) predominan suelos
topográficamente muy removidos y muy limitados en lo que al potencial agrícola se
refiere74. Adicionalmente, se enumeran las diferentes causas de la insuficiencia agrícola
de los suelos, entre las que cabe destacar: su acentuada infertilidad, altos índices de
sales solubles, suelos llanos, suelos pedregosos o rocosos, textura arenosa, tipografía
montañosa o escarpada, riesgos de inundación y deficiencia de drenaje75. Cabe destacar
que en las fuentes etnohistóricas se alude con bastante frecuencia a la infertilidad de la
región del alto Madeira, mientras por otro lado, se habla de un tipo de barro rojizo muy
utilizado por los amerindios.
72
Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia
73
Mayumi Tizuka, “Geoarqueologia e paleohidrologia da planície aluvial holocênica do rio Madeira entre
Porto Velho e Abunã/RO”, Amazônica, 4 (1), 2012, 252-257
74
IBGE, Produção da vegetação e da silvicultura, IBGE, 1997 e IBGE, Anuário Estatístico do Brasil,
IBGE, 1997
75
Ibid.
32
Fig. 2: Topografía de la región del alto Madeira
33
1.1.2 Hidrografía y bioclimatología
76
Aquí se incluye todo el cauce del río Beni, en Bolivia.
77
Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento
78
Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia
79
Latrubesse, E., Stevaux, J. C., y Sinha, R., “Tropical rivers”, Geomorphology, 2005, 70, 187–206; y
Latrubesse, E., “Patterns of anabranching channels: The ultimate end-member adjustment of mega
rivers”, Geomorphology, 2005, 101, 130–145, en Mayumi Tizuka, “Geoarqueologia e paleohidrologia da
planície aluvial holocênica do rio Madeira”
80
PCE Engenharia, Levantamento topobatimétrico do rio Madeira para acompanhamento da evolução
do leito (2ª etapa do programa de levantamentos e monitoramento hidrossedimentológico do rio Madeira
e do futuro reservatório da UHE Santo Antônio), Porto Velho, 2011, en Mayumi Tizuka,
“Geoarqueologia e paleohidrologia da planície aluvial holocênica do rio Madeira”
81
Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento,
82
Mayumi Tizuka, “Geoarqueologia e paleohidrologia da planície aluvial holocênica do rio Madeira”
83
Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento
34
mayo, pero dada su extensión, hay variaciones de un extremo a otro. Además,
sufre las inundaciones provenientes del río Amazonas que invade su cauce
pudiendo subir el nivel de agua en 17 metros84.
b) Cuenca del río Guaporé: Nace en la Sierra de los Parecis, en el estado brasileño
de Mato Grosso, con una altitud aproximada de 1.800 metros, y tras confluirse
con el río Mamoré (12º lat. sur), ya en el estado federal de Rondônia, se une al
río Madeira85. Su caudal es de 1.716 km de extensión y su orientación inicial es
N-S y, desde la ciudad de Vila Bela, SE-NO, cuando sus medio y bajo cursos
ejercen de frontera natural entre Brasil y Bolivia (a lo largo de aproximadamente
970 km), donde se le denomina Itenes86.
c) Cuenca del río Mamoré: El río Mamoré nace en la cordillera de los Andes, en
Bolivia. De orientación SO-NE, su anchura varía entre 150 y 170 metros
mientras su profundidad de 2 a 10 metros87. De manera que el valle del Mamoré-
Guaporé se extiende desde la falda de la Chapada de los Parecis y Pacaás Novos
hasta los contrafuertes andinos, con una altitud media que varía entre 100 y 200
metros. Las crecidas de estos dos ríos inundan decenas de kilómetros de las
tierras más bajas, formando lagos temporales88.
Entre las 6 cuencas restantes formadas por los afluentes del Madeira89 se destaca
la del río Ji-Paraná (o Machado), con una superficie de más de 92.500 km2. 90 El río
Machado es un afluente de la margen derecha del río Madeira, de orientación SE-N y de
800 km de extensión, que nace en la Chapada de los Parecis, de la confluencia de los
ríos Barão de Melgaço (también denominado Comemoração de Floriano) y el río
Apediá (o Pimenta Bueno)91. En la sesión de tablas abajo (
Fig. 3) se señalan los principales afluentes y accidentes geográficos 92 de las
cuencas arriba mencionadas, en el sentido de sus cursos de agua:
84
Ibid.
85
Ibid.
86
Ibid.
87
Ibid.
88
Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia
88
Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento
89
Cuenca del Jacy-Paraná, cuenca del Abuná, cuenca del Mutum-Paraná, del Jamari y del Aripuanã.
90
Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento
91
Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia
92
Se han seleccionado los principales afluentes y accidentes geográficos con base en su relevancia y
ocurrencia en las fuentes etnohistóricas y, consiguientemente, en este trabajo.
35
Cuencas Hidrográficas
Río Madeira (Caiary)*
Principales afluentes Principales accidentes
Margen izq. Margen dcha. Correderas Islas Saltos Cachuelas
Santo Antônio
Río Teotônio
Río Aripuanã Periquitos Jacaré (1ª)
Marassutuba (2ª)
(Aroaya)
Morrinhos (3ª) Caldeirão do
Río Capaná Río das Araras (Jacundá) das Araras Jirau (5ª) Inferno (4ª)
(Guara-assu)
Ribeirão
Paredão (7ª)
Río Baetas Río Mataurá Macaco Uruá (10ª)
(Paricá)
(Mamoriné)
Três Irmãos (6ª) Misericórdia (11ª)
Río Maguarany Río Anhangatini do Genipapo
(Arapacoa) (Vaynumu)
Pederneiras (8ª) Madeira (12ª)
Río Arraias Río Manicoré dos Muras
(Mayarí) (Tepuca)
Araras (9ª)
Río Pauanema Río dos Marmelos de Santo Antônio das Lages (13ª)
(Tamanduá)
Chocolatal
Río Aponiã Río Aruapiará dos Periquitos Pau Grande (14ª)
(Amayari)
Guajará-assu Bananeira (15ª)
Igarapé Cuniã Río Maici do Botuque
(16ª) (Papagayo)
Igarapé Guajará-mirim
Río Ji-Paraná das Flechas
Maparaná (17ª)
Río Caripunas Igarapé Mururé Santana
Río São
Río Jamari Jaci-Paraná
Lourenço
Igarapé São
Río Caracol Três Irmãos
Simão
José Alves Río Jaci-Paraná 7 de Setembro
Río
Ferreiros/dos Igarapé Cirilo Misericórdia
Ferradores
Río Abuná Río Mutum-Paraná 15 de Novembro
Río Beni Río Castanho Marina
Anús (ou
Igarapé da Araras
Confluência)
Río Ribeirão
* La información acerca del río Madeira ha sido extraída de las fuentes abajo mencionadas además de Pinto, Alfredo
Moreira, Apontamentos para Dicionário Geográfico do Brasil, vol. 2, Imprensa Nacional, Rio de Janeiro, 1896. Los nombres
indígenas se encuentran en cursiva y entre paréntesis y provienen de Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], Arquivo
Nacional (en adelante ANBR), Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004
36
Río Mamoré-Guaporé
Principales afluentes Principales accidentes
Margen izq. Margen dcha. Correderas Islas Cachuelas
Río Yata Río Laje Lages (13ª) Ilha das Capivaras Pau Grande (14ª)
Río Bananeiras Guajará Açú (16ª) Bananeiras (15ª)
Río Pacaás Novos Guajará Mirim (17ª)
Igarapé Grande
Río Sotério
Río Guaporé
Principales afluentes Principales accidentes
Margen izq. Margen dcha. Islas
Río Machupo Igarapé da Coca Comprida
Río Itonamas Río Cautário
Río Baures Río Cautarinho
Río San Simón Pequeño Río São Miguel
Río Bacabalzinho
Río Branco
Baía Rica ou São Simão
Río Massaco
Río Mequéns
Río Corumbiara
Río Branco
Río Piolho
Río Cabixi
Río Mamoré
Principales afluentes Principales accidentes
Margen izq. Margen dcha. Islas
Río Iruiame Río Macobi Soares
Río Yacuma Río Ibare Saldanha
Río Apere Arroyo Colorado
Río Tiamuchi Río Yacapan
Río Chenesí Río Grande
Río Ichilo
Río Sipiri
37
Río Ji-Paraná
Principales afluentes Principales accidentes
Margen izq. Margen dcha. Cachuelas
Río Machadinho Río Tarumã 02 de Novembro
Río Urupá Río São João
Río Boa Vista Río Lourdes
Río Jaru Riozinho
Río Preto
Río Ricardo Franco
Río Rolim de Moura
Río Luiz de Albuquerque
93
Fuente: Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz,
Pará, Rio Negro, Província de Moxos e Chiquitos, de Antonio José Rodrigues (copiado por Ed.
Thompson, desenhista da comissão Rondon), MHEx.FC, 1919 (1819), 0003865.003; Mapa Geográfico da
Capitania do Matto Grosso (Reprodução, na mesma escala, de um exemplar pertencente à Bibliothéque
Nationale de Paris, 1928), s/a, 1802MHEx.FC, 003941.012; y Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e
História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento.
38
Fig. 4: Sección del “Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Província de
Moxos e Chiquitos”, de Antônio José Rodrigues, (1819) 191994
94
Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Província de Moxos e Chiquitos, de Antônio José
Rodrigues, (1819) 1919, MExFC, cajón 4, localización 0003865.003 (copiado por Ed. Thompson, dibujador de la Comisión Rondon)
El clima de la región es predominantemente ecuatorial caliente y húmedo, con 3
meses secos, mientras que en la parte extremo-oriental de nuestra región, entre los ríos
Jamari y Ji-Paraná se da un clima caliente y húmedo, con 1 a 2 meses secos 95. Sin
embargo, según la tabla de Koppen, el clima de la región queda representado como
predominantemente tropical húmedo con la estación seca en invierno, siendo que parte
del tramo inicial de las cachuelas se rige más por el clima tropical monzónico (Aw y
Am, respectivamente)96. El índice pluviométrico anual aproximado es de 2.500 mm97 y
la temperatura media anual varía entre 24º y 26º C; sin embargo, en los meses de junio a
agosto, la amplitud térmica aumenta considerablemente como resultado del anticiclón
polar de trayectoria continental y consiguiente frente polar 98, haciendo descender las
temperaturas mínimas a 8º C, e incluso 0º C en la Chapada de los Parecis99. Los meses
de julio y agosto coinciden con los meses más secos, mientras que la época de lluvias es
desde septiembre a mayo, con un nivel pluviométrico anual superior a los 2.000 mm100.
En los mapas de precipitación a continuación (Fig. 5, Fig. 6, Fig. 7 y Fig. 8) en los que
representamos el índice pluviométrico medio de la región durante todo el año, se puede
corroborar dicha información; a simple vista se observa que los meses de junio a agosto
son los más secos, mientras que los meses de diciembre a marzo son los más lluviosos.
Es importante señalar que los metadatos representan el período entre los años 1950 y
2000, de manera que debe ser usado como referencia y no por sus valores absolutos al
referirnos al siglo XVIII.
95
Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia
96
Koppen, Wilheim, et al., Manual de Climatologia, 1930, 5 vols.
97
Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento
98
Este fenómeno regional es conocido como “friagem”. Para más detalles sobre este fenómeno, véase
Marengo, J. A., Nobre, C. A., Culf, A. D., “Climatic Impacts of ‘Friagens’ in forested and deforested
areas of the Amazon Basin”, Journal of Applied Meteorology, 1997, 36, 1553-1566.
99
Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia
100
Ibid.
Fig. 5: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Enero a Marzo101
101
Metadatos correspondentes al período entre 1950-2000.
41
Fig. 6: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Abril a Junio102
102
Metadatos correspondentes al período entre 1950-2000.
42
Fig. 7: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Julio a Septiembre103
103
Metadatos correspondientes al período entre 1950-2000.
43
Fig. 8: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Octubre a Diciembre104
104
Metadatos correspondentes al período entre 1950-2000.
44
Cerca de 70% del estado brasileño de Rondônia está cubierto de selva tropical
pluvial, mientras las sierras y altiplanos poseen una vegetación de sabana tropical con
líneas de selva y selvas en galería, con árboles de hasta 15 metros de altura (cerrado y
cerradão). Sin embargo, en la región se encuentra una vegetación muy variada, entre la
que cabe destacar la selva umbrófila abierta (o de pino)105, predominante y caracterizada
por la presencia de palmeras, lianas y bambús; la sabana (cerrado), sobre todo en las
zonas de mayor altitud como la sierra y las faldas de la Chapada de los Parecis y a oeste
del río Ji-Paraná, caracterizada por árboles bajas y tortuosas de cáscara gruesa y rugosa,
hojas grandes y un revestimiento del suelo con una vegetación gramínea continua, y
finalmente, la vegetación de tipo aluvial106, en el valle del Guaporé, determinada por la
duración del período de inundación, presentando fisionomía arbustiva o herbácea107. Por
lo tanto, debido a las inundaciones periódicas (sobre todo de febrero a mayo), el paisaje
del valle del río Guaporé y del pequeño trecho del río Mamoré (Dominio I) consiste de
extensas áreas llanas de pantano, caracterizadas por una vegetación de gramíneas108.
En lo tocante al paleoclima de Amazonia en el Holoceno, se trata de un tema
todavía poco conocido, aunque progresivamente más estudiado. Hay especulaciones
acerca de una posible contemporaneidad entre la paleofauna y la ocupación humana,
basadas en el registro arqueológico tanto antrópico como paleofaunístico 109 . En la
región del tramo de cachuelas del Madeira, hay presencia de registro arqueológico a lo
largo de prácticamente todo el Holoceno, con indicios de ocupaciones que datan desde
su inicio, consistiendo de los sitios más antiguos de terra preta (tierra negra)110 en toda
la Amazonía. Arqueólogos como Miller, Kipnis y Heckenberger señalan que se trata de
un indicio de una secuencia de ocupación larga e ininterrumpida, mientras que otros
como Eduardo Neves, defienden ocupaciones más cortas e intensas aunque sucesivas y
105
Selva de transición entre la selva amazónica y las áreas extra-amazónicas.
106
También denominada “Área de Formaciones Pioneras de Influencia Fluvial”.
107
IBGE, Produção da vegetação e da silvicultura, IBGE, 1997 e IBGE, Anuário Estatístico do Brasil,
IBGE, 1997
108
Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial
Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências,
109
Miller, E., Arqueologia nos empreendimentos hidrelétricos da Eletronorte: resultados preliminares,
Eletronorte, Brasília, 1992; y Scientia Consultoria Científica, Projeto Arqueologia Preventiva nas áreas
de Intervenção do AHE Santo Antônio, RO, São Paulo, 2008; en Mayumi Tizuka, “Geoarqueologia e
paleohidrologia da planície aluvial holocênica do rio Madeira”
110
La terra preta es resultante de la acumulación de restos orgánicos, cerámicos y de carbón, siendo así
evidencia de la actividad antrópica. Es conocida por ser muy fértil y por eso aún muy aprovechada por los
agricultores locales.
45
duraderas111. Según Miller, por ejemplo, ese sedentarismo se hubiera visto posibilitado
por la concentración de recursos acuáticos en la región.
En un estudio reciente publicado por la Royal Society el 8 de enero de 2014,
entre cuyos autores figura Neves, se sugiere que la distribución de terra preta en
Amazonia se da sobre todo cerca de los cursos fluviales, en una línea de 10 km desde su
margen tierra adentro, y especialmente en zonas elevadas mirando hacia el río a partir
de 25 m de altura 112 . En ese artículo se estiman la probabilidad y los patrones de
distribución de terra preta en Amazonia, los cuales, según afirman, son bastante
predecibles113. Sin embargo, los resultados apuntan que la probabilidad de terra preta es
bastante inferior en Amazonia Occidental que en Amazonia Oriental, llegando a ser casi
nula en importantes sitios arqueológicos como los Llanos de Mojos, las zonas de
concentración de movimientos de tierra así como la zona de mayor concentración de
petroglifos 114 . Los autores creen que este fenómeno puede estar relacionado con la
situación de crecidas de los ríos, la cual, aunque más duradera, es menos intensa en
Amazonia Oriental, produciendo un medio más estable y permitiendo asentamientos
más permanentes115. Finalmente, sugieren una hipótesis que apunta a la existencia, o
mejor, la ausencia de terra preta en el suroeste amazónico como indicativo de una
frontera cultural, explicando que las sociedades a oeste de esa línea poseían distintas
técnicas de subsistencia, como veremos en el capítulo 2116. En el mapa a continuación
(Fig. 9) se ilustran por un lado las zonas de terra preta documentadas y por otro la
probabilidad de su distribución:
111
Heckenberger, M., Petersen, J., y Neves, E., “Village permanence in Amazonia: two archaeological
examples from Brazil”, Latin American Antiquity, 1999, 10 (4), 353-376; Kipnis, R., “Amazonian
anthropogenic soils’ antiquity at upper rio Madeira, northwestern Amazon, and its implications for the
colonization of South American Neotropics”, Abstracts of the SAA 76th Annual Meeting, Sacramento,
2011; y Miller, E., Arqueologia nos empreendimentos hidrelétricos da Eletronorte: resultados
preliminares, Eletronorte, Brasília, 1992; en Mayumi Tizuka, “Geoarqueologia e paleohidrologia da
planície aluvial holocênica do rio Madeira”
112
McMichael, C. H., Palace, M. W., Bush, M. B., Braswell, B., Hagen, S., Neves, E. G., Silman, M. R.,
Tamanaha, E. K. y Czarnecki, C., “Predicting pre-Columbian anthropogenic soils in Amazonia”,
Proceedings B, 8 de enero de 2014, vol. 281, nº. 1777
113
Ibid.
114
Ibid.
115
Ibid.
116
Ibid.
46
Fig. 9: Distribución documentada y estimada de terra preta en Amazonia.
47
1.2 El alto Madeira en la Prehistoria: Una mirada desde la
Arqueología y la Antropología Lingüística
117
Wolf, Erik, Europe and the People Without History, University of California Press, Berkeley, 1982, en
Neves, Eduardo Góes, “Os índios antes de Cabral: arqueologia e história indígena no Brasil”, en Luis,
Aracy Lopes da Silva, y Grupioni, Donizete Benzi (orgs.), A temática indígena na escola: novos
subsídios para professores de 1º e 2º graus, MEC/MARI/UNESCO, Brasília, 1995, pp. 171-196
118
Tyuleneva, Vera, Cuatro viajes a la Amazonia Boliviana, Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y
Desarrollo, La Paz, 2010
48
Guayaramerín, se identificó un extenso yacimiento de terra preta y en él, fragmentos de
hachas de piedra119. Es difícil ignorar el hecho de que esas dos localidades tienen sus
homónimos al otro lado de la frontera, en Brasil - lo que resultaría interesante, sin
embargo, sería inquirir acerca de los componentes histórico-ideológicos que subyacen
esta relación. En la provincia de Iturralde, Tyuleneva cuenta que obtuvo información
acerca de la existencia de tres cementerios prehispánicos, a orillas del río Beni, a saber:
en la localidad de Babachau entre las poblaciones de Puerto Salinas y San Marcos, en
las inmediaciones de Puerto Copacabana, y finalmente, en Cachichira; estos
cementerios sufren un proceso de erosión fluvial, el cual, al mismo tiempo que destruye
los yacimientos, saca a la luz restos de cerámica, entre los que se destacan los
fragmentos de urnas funerarias120.
En lo que a los petroglifos se refiere, en la última década se han realizado
trabajos interesantes sobre este tema en el estado de Rondônia121. A partir de fuentes
locales, Tyuleneva obtuvo referencias sobre la presencia de petroglifos en varias
cachuelas en la región, pero las que sí pudo constatar fueron en la cachuela Chocolatal
(como se llama a la última parte de la cachuela Ribeirão, en el río Madeira), entre la
comunidad religiosa denominada Arca de Noé y el poblado de Nueva Esperanza, en la
provincia Federico Román, ya en el departamento del Pando, así como en la cachuela
Carmen, en el río Negro (tributario del río Abuná), en la misma provincia122. Ella añade
que en estas dos regiones, se dan formas iconográficas tanto comunes, tales como las
geométricas (espirales, círculos concéntricos, círculos con puntos en el centro, líneas
onduladas) como peculiares, como es el caso de unas representaciones en forma de
ancla, que en su opinión sugieren un origen reciente y una posible alusión a las
navegaciones en los tiempos históricos123. La morfología de los grabados descritos por
la autora parece encuadrarse dentro de los parámetros del Estilo A, según la
119
Ibid., pp. 19-23
120
Ibid., p. 25
121
Para un estudio más profundizado de los petroglifos y sus yacimientos en Rondônia, véase por ejemplo
Coimbra de Oliveira Garcia, Maria, y Garcia, Hosé da Silva, "Pedras que guardam segredos: catalogação
de sítios arqueológicos na região centro-leste de Rondônia", Revista Veredas Amazônicas, jan/jun., 2012,
vol. II, nº. 1, 33-66; Herrera de Figueiredo Iza, Edgar Romeo; Correa da Costa, Manoel Augusto, y
Coimbra de Oliveira Garcia, Maria, “Formação Pedra Redonda e ocorrências arqueológicas associadas”,
Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/pedraredonda.html; y Miller, Eurico T., “Adaptação agrícola
pré-histórica no alto Rio Madeira”, en Meggers, B. J. (ed.), Prehistoria sudamericana: nuevas
perspectivas, Taraxacum, Santiago, 1992, pp. 219-229
122
Tyuleneva, Vera, Cuatro viajes a la Amazonia Boliviana, pp. 21-23
123
Ibid.
49
clasificación elaborada por el arqueólogo brasileño, Eurico Miller, en sus
investigaciones acerca de los petroglifos en la zona del bajo Abuná y su confluencia con
el río Madeira; el Estilo A se caracteriza por la combinación de las técnicas de
percusión directa (picoteado) y lijado (alisamento/lixado), incluyendo además de las
formas mencionadas por la antropóloga, figuras zoomorfas complejas y abstractas, y
máscaras estilizadas124. Las referencias etnohistóricas a los petroglifos se remontan al
menos a la primera mitad del siglo XIX, como es el caso de José Agustín Palacios,
quien, al pasar en 1846 por la cachuela Pau Grande, en la confluencia de los ríos
Mamoré e Yata, escribió:
124
Miller, Eurico T., “Adaptação agrícola pré-histórica no alto Rio Madeira”, en Coimbra, Maria O.
Garcia, y Garcia, Hosé da Silva, "Pedras que guardam segredos: catalogação de sítios arqueológicos na
região centro-leste de Rondônia", Revista Veredas Amazônicas, jan/jun., 2012, vol. II, nº. 1, pp. 48-49
125
Palacios, José Agustín, Exploraciones realizadas en los ríos Beni, Mamoré y Madera y en el lago
Rogo Aguado durante los años 1844 al 47. Descripción de la provincia de Mojos, Imprenta de “El
Comercio”, La Paz, (1844-47), 1893, p. 28, en Tyuleneva, Vera, Cuatro viajes a la Amazonia Boliviana,
p. 22
126
Según Costa, aproximadamente 2.640 km río Madeira arriba (Costa, Iraci del Nero da, “Pesos e
medidas no período colonial brasileiro: denominações e relações”, Boletim de História
Demográfica, 1 (1), Núcleo de Estudos em História Demográfica (NEHD/USP), São Paulo, 1994). Pero
esta medida en leguas no parece condecir con las demás medidas proveídas por Acuña, sino fruto de
cierta exageración, si nos basamos en la extensión total del río Madeira, como vimos en el apartado
anterior, y en el naturalista Alexandre Rodrigues Ferreira (finales del siglo XVIII), que afirma que desde
la confluencia del Beni hasta la boca del río Madeira hay 237 leguas (Soares, José Paulo Monteiro y
Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira: a expedição philosóphica
pelas capitanias do Pará, Rio Negro, Mato Grosso e Cuyabá, Documentos da Biblioteca Nacional do Rio
de Janeiro, vol. 3, Kapa Editorial, Rio de Janeiro, 2008).
50
"[...] pois de 1639 que senhoreava [el rey de Portugal] o rio das Amazonas até
a laguna onde se achavam os marcos pertencentes à coroa de Portugal e 400
léguas da boca do rio Madeira até o dito marco, como diz o padre Acuña no
seu livro Maranhão [...] Sua Majestade [...] tinha poderes neste Estado para
fazer entregar e repor tudo o que tocasse a seus domínios e senhorios [...]."127
127
Abreu, J. Capistrano de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, Edições Demócrito
Rocha, Fortaleza, 2004, p. 157
128
Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas, do Noroeste do Pantanal do Guaporé à Encosta e
Altiplano Sudoeste do Chapadão dos Parecis. Origem, Difusão/Migração e Adaptação – do Noroeste da
América do Sul ao Brasil", Revista Brasileira de Linguística Antropológica (en adelante, RBLA), vol. 5,
n.º 2, dez/2013, 339
129
Estrada, Emilio, Nuevos Elementos en la Cultura Valdivia: sus Posibles Contactos Transpacíficos,
Publicación del Sub-Comité Ecuatoriano de Antropología, Guayaquil, 1961; Meggers, Betty J., Evans,
Clifford, y Estrada, Emilio, Early Formative Period of Coastal Ecuador: the Valdivia and Machalilla
Phases, Smithsonian Contributions to Anthropology, Washington, D.C., 1965, vol.1; en Miller, Eurico T.,
"Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 340
130
Meggers, Betty J., Evans, Clifford, “The Machalilla Culture: An Early Formative Complex on the
Ecuadorian Coast”, American Antiquity, 1962, 28(2), 186-192, en Miller, Eurico T., "Algumas Culturas
Ceramistas", RBLA, 340
131
Coe, Michael, D., “Archeological Linkages with North and South America at La Victória, Guatemala”,
American Anthropologist, Menasha, 1960, 62, 363-93, en Miller, Eurico T., "Algumas Culturas
Ceramistas", RBLA, 340
132
Estrada, Emilio, Meggers, Betty J. y Clifford, Evans, “The Jambelí Culture of South Coastal Ecuador”,
Proceedings 115(3492), Smithsonian Institution, U.S. National Museum, Washington [S.N.], 1964 en
Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 340
51
misma cultura Jomon, originaria en Japón (14/13.000 - 7.200 B.P.), siendo la Valdivia
una variante, desarrollada en Ecuador cerca de 5.800 B.P 133 . Según Meggers 134 y
Machida y Arai135, las migraciones desde la Isla Kyushu, en Japón – o nunca mejor
dicho, las emigraciones – fueron desencadenadas por una gran erupción del volcán
Kikai, aproximadamente 6.300 B.P. (Jomon Medio), tornando la isla inhabitable durante
muchos siglos. La fase Valdivia se desarrolló en el Optimun Climaticum (7.500 - 4.300
B.P.), resultado de la transgresión marina, y llegó a su fin en el Pésimo Climático136,
con la reducción de los recursos naturales y de subsistencia137. Según Miller, su difusión
se orientó, probablemente, en primer lugar por el litoral Pacífico hacia el Norte de
Latinoamérica (Puerto Márquez, Purrón, Monagrillo) y por la costa del Caribe hasta la
Fase Mina, luego por la costa del pacífico sur y norte (Kotosh-Wairajirca, La Florida,
Qaluyu, Tafi, etc., en los Andes) en seguida, por el golfo de México hasta Stallings
Island (Orange y Woodland), y finalmente hacia el suroeste y este amazónico, por el
Ucayali y Llanos de Moxos, llegando hasta el pantanal del valle del Guaporé (fase
Bacabal, y otras) y al bajo Amazonas (fase Ananatuba, y otras)138.
Sin embargo, es importante aclarar que con esa argumentación no nos estamos
limitando a los postulados marginalizantes del difusionismo cultural, sino todo lo
contrario, puesto que también se tienen datos que apuntan que la cultura Valdivia ha
coexistido e interactuado con otros complejos culturales autóctonos, desechando la
hipótesis de que las demás tradiciones cerámicas derivan sólo y necesariamente del
Formativo Antiguo de la tradición Valdivia139.
133
Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 344
134
Meggers, Betty J., “Las culturas formativas de la costa del Ecuador: nuevas perspectivas” Miscelánea
Antropológica Ecuatoriana, Guayaquil, Segunda Época 1(1),16-39, en Miller, Eurico T., "Algumas
Culturas Ceramistas", RBLA, 338
135
Machida, Hirochi y Arai, Fusao, “Widespread late quaternary tephras in Japan with special reference
to archaeology”, Quaternary Rechearch 22 (3), 1983, 133-146, en Miller, Eurico T., "Algumas Culturas
Ceramistas", RBLA, 338
136
Parece ser que el Pésimo Climático fue un fenómeno al menos de proporciones hemisféricas y
posiblemente el responsable de la decadencia no sólo de la cultura Valdivia, sino también de la Caral
(Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 339).
137
Ibid.
138
Ibid.
139
Ibid., 345
52
Fig. 10: Mapa de las localidades y yacimientos arqueológicos mencionados en este apartado.
53
A pesar de su tradición anterior a las investigaciones arqueológicas para el
contexto amazónico (primera mitad del s. XX) - y quizás por eso la desatención -, creo
que a la llamada a la interdisciplinariedad de Eduardo Góes Neves, citada al principio
de este capítulo, habría que añadir la importancia de los estudios lingüísticos. Por otro
lado, es inevitable constatar que mientras se desarrollan nuevas herramientas, métodos y
teorías, su objeto de estudio se vuelve cada vez más intangible ante la extinción de las
lenguas y sus etnias.
Otra justificativa de la relevancia de los aportes lingüísticos para este trabajo se
basa en el hecho de que el territorio correspondiente al actual estado de Rondônia,
incluyendo así la región del alto Madeira, presenta una de las más grandes
concentraciones y diversidad lingüísticas de Brasil140. Las áreas donde se encuentran
concentraciones de lenguas aisladas - así como diversidad - suelen ser interpretadas
como focos de dispersión muy antiguos, siendo uno de éstos posiblemente en el noreste
boliviano y el suroeste de la amazonia brasileña, en los alrededores de la Chapada de los
Parecis y la sierra de los Pacáas Novos141. Adicionalmente, hallazgos arqueológicos a
finales de la década de los 70 en la región del alto Madeira, concretamente en las
cabeceras de la cachuela Teotônio, permitieron la atribución de la zona como centro
formativo tanto de la Subtradición Jatuarana como de la tradición Polícroma (con terra
preta desde cerca de 3.000 B.P.)142. Este complejo cultural se ve reflejado en toda la
extensión del río Madeira143, llegando más allá de la confluencia con el río Beni y hasta
la ciudad de Guajará-Mirim144 (lo cual corresponde accidentalmente – ¿o no? – al marco
geográfico de este trabajo). Sin embargo, en la constante búsqueda por la “tierra natal”,
especulativamente – dado el aún insuficiente registro material disponible - se propone
su origen en los contrafuertes andinos, concretamente en la cuenca del alto Beni o del
Madre de Dios; los grupos habiendo abandonado la región estimulados por cambios
ecológicos y económicos 145 , y consiguientemente político-sociales. Esta teorización
corresponde a la hipótesis que explica que lo que se produjo fue un movimiento gradual
desde las cabeceras de los ríos hacia las zonas de menor altitud, hacia las áreas de vega
140
Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas" en Cunha, Manuela Carneiro
da (Org.), História dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de Cultura/FAPESP, São
Paulo, 1998, p. 91
141
Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 99
142
Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 346
143
Sin sobrepasar el medio curso de los ríos Mamoré y Guaporé hacia arriba.
144
Ibid.
145
Ibid.
54
(hipótesis de las “Cabeceras” o “Periférica”), proceso posiblemente relacionado a la
mayor importancia atribuida a la agricultura frente a la recolección146. Es interesante
observar como esa Hipótesis de las Cabeceras, a la que alude, entre otros, Greg Urban,
representa un proceso adaptativo inverso a lo que parece haber sucedido en el
ecosistema verticalizado de los Andes centrales.
Hay muchas discusiones acerca de las rutas de migración, focos de origen, y
relaciones entre las distintas lenguas, familias lingüísticas y etnias, que convienen
ponderar. Los grupos Arawak, por ejemplo, parecen haber sido los de dispersión más
antigua, extendiéndose por la cuenca del Orinoco, el área desde el litoral de las
Guayanas hasta la Isla de Marajó y ocupando la mitad occidental de la cuenca
amazónica, a oeste de los ríos Negro y Madeira 147 , y desde el complejo Madeira-
Mamoré-Guaporé hacia el sur hasta el alto y medio Paraguay148.
Otro de los grandes grupos lingüísticos de Brasil, los Tupi ocuparon, además de
la cuenca del Paraná y de casi todo el litoral brasileño, el centro-este de la cuenca
amazónica, teniendo como límite norte, salvo excepciones, al mismo río Amazonas149.
Basándose en la similitud lingüística y su comparación con lenguas actuales de una
misma familia, se supone, por ejemplo, que el área general de dispersión de la mayor
parte de los grupos Macro-Tupi – entre 3 y 5 mil años B.P. – se encuentra entre los ríos
Madeira y Xingú, y que estos grupos Tupi, con los que se depararon los primeros
conquistadores ibéricos, habían migrado por el actual territorio de Paraguay, y
remontado la costa brasileña hacia el norte150. Siguiendo esta línea, el anteriormente
citado Eurico Miller, apoyándose en la lingüística tupi151, propuso como “tierra natal”
del tronco tupi a la región denominada, no sin intención, la “mesopotamia Guaporé-
Madeira y Aripuanã”, al acoger seis de sus diez familias lingüísticas. Asimismo, el
arqueólogo brasileño añade que trabajos muy recientes de finales de la década pasada,
muestran un núcleo de origen Proto-Tupiguaraní, antecesor del Tupi-guaraní152, en la
146
Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", pp. 100-101
147
Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, pp. 17-18
148
Cortesão, Jaime, Raposo Tavares e a formação territorial do Brasil, vol. 1, Portugalia Editora, Lisboa,
1966, p. 33
149
Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 17-18
150
Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 91
151
Rodrigues, Arion D., Línguas Brasileiras. Para o conhecimento das línguas indígenas, Loyola, São
Paulo, 1986, en Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 334
152
Tupi-guaraní se refiere tanto a la familia lingüística, del tronco Macro-Tupi, como a su cultura.
55
zona del alto Ji-Paraná, con dataciones por ejemplo, para el yacimiento RO-JI-15:
Urupá de 5.100 B.P.153
No obstante, esos movimientos migratorios forman parte de una dinámica
mucho más amplia y compleja, y probablemente se produjeron a lo largo de los siglos y
en desplazamientos sucesivos. De manera que antes de llegar a las costas brasileñas, los
grupos Tupi ya se habían dispersado hacia otras direcciones precedentemente, y es
posible que en una primera instancia hacia la zona del río Amazonas y del bajo Xingú, y
en un segundo momentum154 hacia el alto Amazonas, ocupando las cuencas de los ríos
Napo y Purús 155 . El renombrado etnohistoriador brasileño, Antonio Porro, llama la
atención a la posición geográficamente simétrica entre los Tupi y los Karib, aquéllos
ocupando la zona entre el este del río Madeira y el sur del medio y bajo Amazonas156.
Pero autores como Aryon Dall’Igna Rodrigues van más allá y sostienen una relación
genética entre las lenguas Tupi y Karib, ésta, según Greg Urban, habiéndose separado y
distinguido de la primera aproximadamente 6 mil años B.P. 157 Los Karib son de
dispersión más reciente y, además de las regiones norte y este de Amazonia, ocuparon
todo el macizo guayanés158, de donde, según la lingüista María Eugenia Villalón159 ,
posiblemente son originarios160.
Otro gran grupo lingüístico de interés especial para la región que tratamos aquí
es el Pano, concretamente los grupos Pano surorientales, de la región limítrofe entre
Bolivia y Rondônia. Ciertamente mucho más numerosos en el pasado, actualmente el
grueso de este grupo se encuentra muy reducido y en muchos aspectos se asemejan más
a sus vecinos Tupi o Takana (Araona, Kavineña, Ese Eja, Reyesano, Takana)161 que al
153
Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 345
154
El término “momentum” debe entenderse aquí como complemento al de dispersión, ambos tomados de
la Física, sin embargo en lo que al marco conceptual - no al objeto de estudio - se refiere.
155
Cortesão, Jaime, Raposo Tavares e a formação territorial do Brasil, p. 25
156
Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 25
157
Rodrigues, Aryon Dall'Igna, "Evidence of Tupi-Carib relationships", en Klein, H, H. E. M. y Satrk, L.
R., (orgs.), South American indian Languages, University of Texas Press, Austin, 1985, pp. 371-404, en
Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", pp. 93-95
158
Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 17-18
159
In memoriam (16/05/2013)
160
Villalón, María Eugenia, "A spatial model of lexical relationship among fourteen Caribbean
varieties", en Key, Mary R., Language change in South American indian languages, University of
Pennsylvania Press, Philadelphia, 1991, pp. 54-94, en Urban, Greg, "A história da cultura brasileira
segundo as línguas nativas", p. 93
161
En las cuencas del Madre de Dios y Beni (Melatti, Julio Cezar, "Beni", Áreas Etnográficas da América
Indígena, DAN-ICS-UnB, Brasilia, 2011).
56
restante de su familia162. Trabajos de autores como Marie Richie Key y Victor Girard
apuntan a una correlación entre la familia Pano y la Takana de Bolivia163, sosteniendo
un origen en el suroeste amazónico164. Aún hay otros estudiosos, como es el caso de
Jorge Suarez, que al incluir la lengua Moseten en esta filiación - una lengua encontrada
en el río Mamoré - desplaza el área de dispersión hacia el sur, o como Miggliaza y
Campbell que llegan incluso a proponer una relación entre Pano, Takana y los
Yanomami, del norte de Brasil y Venezuela165. El antropólogo americano Greg Urban
estima una profundidad cronológica de 2 a 3 mil años para estas dos familias, y una
supuesta lengua ancestral proto-Pano-Takana de varios millares de años, originaria de
las cabeceras de los ríos Madre de Dios y Ucayali166. Lathrap, por otro lado, defiende
que los grupos Pano, hace no mucho más de 1000 años aún compartían la misma lengua
y cultura167. Este planteamiento es respaldado por estudios un poco más recientes, del
cambio del milenio, que explican que el hecho de que las lenguas Pano tengan mucha
similitud entre sí indica poca profundidad cronológica y una expansión y diferenciación
recientes168, y probablemente en oleadas sucesivas, la última aportando ya influencias
Guaraní, desde la zona del Guaporé169.
Sin embargo nos preguntamos, ¿qué procesos preceden a esas migraciones?, o
¿qué factores influyen en ellas? Fácilmente podemos pensar en varios condicionantes: el
162
Erikson, Philippe, "Uma singular pluralidade: a etno-história pano" en Cunha, Manuela Carneiro da
(Org.), História dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de Cultura/FAPESP, São
Paulo, 1998, p. 240
163
Para estudios más profundizados sobre lenguas Takana véase Guillaume, Antoine, "Reconstructing the
category of "associated motion" in Tacanan languages (Amazonian Bolivia and Peru)", Historical
Linguistics 2011: Selected papers from the 20th International Conference on Historical Linguistics,
Osaka, 25-30 July 2011, John Benjamins Publishing, 2013, vol. 326, 129-151; y bibliografía.
164
Key, Marie Richie, Comparative Tacanam Phonology with Cavinaña phonology and notes on Pano-
Tacanan relationship, Mouton, Haia, 1968; y Girard, Victor, Proto-Takaan phonology, University of
California Press, Berkeley, 1971; en Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas
nativas", p. 97
165
Suarez, Jorge A., "Macro-Pano-Tacanan", International Journal of American Linguistics, 29(3),
1973, pp. 137-54; y Migliazza, Ernesto, y Campbell, Lyle, "Panorama general de las lenguas indígenas en
America", en Morón, Guillermo (org.), Historia General de América, 10, Período Indígena, Italgrafica,
Caracas, 1988; en Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 97
166
Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 97
167
Lathrap, D.W., The upper Amazon, Praeger, New York, p. 187, en Fleck, David, W., "Pano Language
and Linguistics", Anthropological Papers of the American Museum of Natural History (en adelante,
APAMNH), nº. 99, p. 21 http://digitallibrary.amnh.org/dspace (consultado el 12/12/2013)
168
Loos, E. E., “Pano” en Dixon, R. M. W. y Aikhenvald, A.Y. (eds.), The Amazonian languages,
Cambridge University Press, Cambridge, 1999, pp. 227–249, en Fleck, David, W., "Pano Language and
Linguistics", APAMNH.
169
Lathrap, D.W., Gebhart-Sayer, A., y Mester, A. M., “The roots of Shipibo art style: three waves of
Imiríacocha or there were ‘Incas’ before the Incas”. Journal of Latin American Studies 11, 1985, 61, en
Erikson, Philippe, "Uma singular pluralidade: a etno-história pano", p. 245
57
aumento de la presión demográfica, la búsqueda o disputa por recursos naturales,
agotamiento de suelos, de medios de subsistencia, hostilización de relaciones
interétnicas/intertribales, conflictos belicosos, nuevas alianzas con otros grupos, presión
de otros grupos en movimiento, dinámica económico-social interna de los grupos, etc.
Es interesante notar que todos esos “detonantes” están relacionados y que resultaría
difícil ponerlos en orden, mucho más sin caer en una perspectiva unicausal y
excesivamente simplista. Lo que se intenta señalar no es que no existan causas concretas
para explicar las migraciones y desplazamientos, sino la complejidad del fenómeno.
A modo de ejemplo, Lathrap se apoya en uno de los puntos anteriores para
explicar las olas de migración Pano, las cuales atribuye a la expansión de los Arawak
Maipure170 de la zona de los Moxos, aunque, luego, hace uso de otros para justificar su
“éxito o fracaso”, tal como la capacidad de adaptación y ocupación del interior del
continente gracias al maíz y a la agricultura itinerante171. Otro esfuerzo de análisis más
profundo de los trasfondos sociales de dichas migraciones y movimientos lo
encontramos en el etnólogo Philippe Erikson, quien comenta que los contactos entre los
grupos Tupi y Pano (parece ser que se refiere a los noroccidentales, de los que
trataremos a continuación) fueron esencialmente belicosos y que éstos sólo dejaron de
“desentenderse” con la llegada del hombre blanco y la consiguiente formación de
nuevas alianzas en el marco de la actividad misionera, tanto para asimilarla - y ser
asimilados - como para repudiarla172.
En lo tocante a la migración y dispersión de los grupos Pano, Erikson prosigue,
contrariamente a Urban, llamando la atención al hecho de que el territorio
presentemente ocupado por los Pano (zona del río Ucayali) fue probablemente ocupado
por olas sucesivas de migración Pano, aproximadamente entre 1900-1700 años BP,
desde la región del Guaporé y Beni (alto Madeira), de manera que esos grupos
surorientales representarían un pequeño resquicio, actualmente de inferior número y
separados de la mayor parte de los demás Pano por un pasillo de poblaciones Arawak;
pero aun así muy próximos a su foco de origen173.
170
Una de las subdivisiones del tronco Arawak. Otra familia de este tronco, por ejemplo, es la Aruan, del
suroeste amazónico (Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 95).
171
Lathrap, D.W., Gebhart-Sayer, A., y Mester, A. M., “The roots of Shipibo art style, 61, en Erikson,
Philippe, "Uma singular pluralidade: a etno-história pano", p. 245
172
Erikson, Philippe, "Uma singular pluralidade: a etno-história pano", p. 247
173
Erikson, Philippe, "Uma singular pluralidade: a etno-história pano", pp. 240-244
58
En su trabajo publicado en octubre de 2013, en la American Museum of Natural
History Anthropological Papers, el lingüista David Fleck pone en tela de juicio no sólo
las fechas de dispersión inicial Pano sino también su naturaleza y foco de origen,
distinguiendo cinco movimientos de fisión y migración de las dos ramas Pano, la rama
principal (Mainline branch), originariamente del noreste boliviano, y la Mayoruna
(Mayoruna branch), del alto Amazonas 174 . Teniendo en cuenta nuestra región de
estudio, caben destacar el segundo movimiento, que según el autor se produjo con la
escisión del grupo Kasharari (alto Madeira) de la rama principal – actualmente su
lengua más divergente - y el cuarto, que correspondería a la separación de los subgrupos
Pano de Bolivia con respecto a los grupos Nawa (ambos de la rama principal), aquéllos
formados por el Chakobo/Pakawara (dos dialectos de la misma lengua), Karipuna
(quizás un dialecto de los dos anteriores) y Chiriba (una lengua muy poco conocida de
Bolivia, con referencia de tan sólo 7 palabras, que la acercan, de forma inconclusa, a las
lenguas Pano)175.
Fleck, se atreve a lo que él clasifica como “Tentative Classification of Possibly
Panoan Languages/Dialects Lacking Linguistic Data”, es decir, un intento a modo de
ilustración de una suerte de cuadro clasificatorio de las lenguas Pano, considerando
etnónimos que carecen de datos lingüísticos, pero que, sin embargo, han sido recogidos
en fuentes secundarias, algunas etnográficas, y otras pocas etnohistóricas176. Según esta
clasificación habría que añadirle al subgrupo Pano boliviano el Kapuibo (una
subdivisión de Pakawara, basándose en Cardús177), el Sinabo del río Mamoré (hay un
grupo/lengua homónimo en el río Ucayali), con base en la misma fuente anterior, y
Chumana (relacionado al Chiriba, según Hervás 178 ). En un apéndice, el antropólogo
enumera en una extensa lista las variaciones, los homónimos y sinónimos de las
distintas denominaciones de lenguas y dialectos en las fuentes, lo cual nos permite
contrastar con la lectura de estudios lingüísticos de la primera mitad del siglo pasado y
174
Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics"
175
Ibid.
176
Ibid
177
Cardús, J., Las misiones franciscanas entre los infieles de Bolivia: descripción del estado de ellas en
1883 y 1884, Librería de la Inmaculada Concepción, Barcelona, 1886, en Fleck, David, W., "Pano
Language and Linguistics"
178
Hervas y Panduro, L., Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas y numeración, división, y
clases de estas según la diversidad de sus idiomas y dialectos, vol. I: lenguas y naciones americanas,
Imprenta de la Administración del Real Arbitrio de Beneficencia, Madrid, 1800, en Fleck, David, W.,
"Pano Language and Linguistics"
59
sacar algunas conclusiones. Por un lado ciertas aclaraciones, tales como: los Sinabo del
río Mamoré, que concluimos ser los mismos a los que Naterrer se refiere por su variante
“Shenabu” en la primera mitad del s. XIX, en el río Madeira arriba de la Cachuela del
Pão (y también situados en las inmediaciones de la Cachuela Caldeirão do Inferno), o
por su sinónimo “Gritones” en Métraux179. Y por otro, refutaciones teóricas, como a
Créqui-Monfort y Rivet, que consideraban el Chakobo, Sinabo, Kapuibo y Karipuna
como subtribus de los Pakawara180. Finalmente, Fleck indica la ubicación de los grupos
anteriormente aludidos, citando fuentes sobre todo etnográficas del siglo XX o del siglo
XIX, pero ocasionalmente etnohistóricas, de manera que esas informaciones nos
resultan de poca utilidad para el presente trabajo.
En oposición a la tendencia percibida como predominante en los trabajos de
fines del siglo pasado y principios de este, y también al postulado enunciado al principio
de este capítulo, Fleck finalmente sostiene un origen proto-Pano en el centro-este de
Perú y extremo-oeste de Brasil, es decir, en la zona principal de concentración Pano en
Amazonia en la actualidad, al noroeste de nuestra región, lo cual hubiera permitido una
dinámica de dispersión más simple, desestimando, al mismo tiempo, la teoría de una
relación Pano-Takana cuyas pruebas son insuficientemente demostrables desde los
datos lingüísticos de que se disponen181.
Otros muchos grupos lingüísticos ocupaban la cuenca amazónica; suelen ser
grupos de menor distribución geográfica y de ubicación más periférica con relación a
las principales vías de comunicación fluvial, posiblemente representando o una
situación de presión por otros grupos, o estratos de poblamiento más antiguos 182 - o
ambos. De ello son ejemplo los grupos del tronco Jê (al sur), los Nambikwara 183 y los
Txapakura, cuyo origen probablemente se remonte a la serranía de los Pacáas Novos, en
el actual estado de Rondônia 184 . El Instituto Social Ambiental (ISA) clasifica como
grupos Txapakura aún existentes a los Wari’ (o Pakáas Novos), Torá, Moré (o Itene) y
179
Métraux, Alfred, The native tribes of Eastern Bolivia and Western Mato Grosso, Smithsonian
Institution Bureau of American Ethnology Bulletin 134, United States Government Printing Office,
Washington, 1942, pp. 45-53
180
Créqui-Montfort, G. de, y Rivet, Paul, Linguistique Bolivienne. Les dialectes pano de Bolivie. Le
muséon, n.s., vol. 14, pp.19-78. Louvain, 1913, en Métraux, Alfred, The native tribes of Eastern Bolivia
and Western Mato Grosso, pp. 45-53
181
Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics”
182
Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 26
183
Ibid.
184
Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas”, p. 98
60
los Oro-Win185. Sin embargo, hay que añadir a los grupos históricos, entre los cuales
cabe destacar a los Urupá, Jarú, Kitemoka, Napeka, Rokorona y Tapakura, estos cuatro
últimos del norte-noreste de la actual Bolivia186. De hecho, Mauro Leonel defiende que
el territorio actual de Rondônia era mayoritariamente Txapakura 187 . En el siguiente
mapa (Fig. 11) se representa la distribución de las principales familias lingüísticas
analizadas y que se encuentran no sólo en nuestra región de estudio sino también en su
área circundante.
185
Danaga, Amanda Cristina, "Uma etno-história dos Torá do Baixo Rio Marmelos (AM)", (Grupo de
trabalho: Coletivo Madeira: (re)integrando etnologia, arqueologia e linguística no conhecimento dos
povos indígenas na bacia do alto rio Madeira), IV Reunião Equatorial de Antropologia e XIII Reunião de
Antropólogos do Norte e Nordeste, 04 a 07 de agosto de 2013 , Fortaleza-CE.
186
Birchall, Joshua et al., Multi-verb constructions : a view from the Americas, Brill's studies in the
indigenous languages of the Americas, v. 3, Boston, Brill, 2011, en Danaga, Amanda Cristina, "Uma
etno-história dos Torá do Baixo Rio Marmelos (AM)"
187
Leonel, Mauro, Etnodicéia Uruéu-au-au, Edusp/IAMÁ/ FAPESP, São Paulo, 1996, en Danaga,
Amanda Cristina, "Uma etno-história dos Torá do Baixo Rio Marmelos (AM)"
61
Fig. 11: Mapa de distribución de las principales familias lingüísticas (existentes y extintas) en la
región del alto Madeira y área circundante.
62
Como hemos podido razonar, los fenómenos sociolingüísticos pueden y deben
ser estudiados de manera indisociable. Tenemos al menos que considerar la posibilidad
de que, en lugar de seguir, ellos conduzcan a otros fenómenos culturales tales como las
relaciones sociales, comerciales, y la integración política, es decir, que las
transformaciones lingüísticas no necesariamente se producen para facilitar las relaciones
interétnicas, sino que ocurren porque ya se ha establecido una relación188. Veremos, más
adelante, que si nos desvinculamos de este funcionalismo teleológico, podemos hacer
otra lectura de las relaciones interétnicas, a partir de los procesos tanto sociales como
lingüísticos, conforme hemos propuesto como hipótesis central de este estudio.
188
Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", pp. 101-102
189
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, século XVIII, Editora Vozes,
Petrópolis, 1989, pp. 127-128
190
Meireles, Denise Maldi, Populações indígenas e a ocupação histórica de Rondônia, Monografia
(História), Universidade Federal de Mato Grosso (UFMT), Cuiabá, 1984, 14, en Silva, Gracilene Nunes
da, Narrativas de uma identidade em mudança: ritos de passagem dos Karitiana, dissertação de
mestrado, UNIR, Porto Velho, 2013, 49
63
principales afluentes, es decir, hacia la Sierra de los Parecis, cuyas faldas se encontraban
pobladas de grupos Tupi191. Eso habría generado una presión bilateral, dando lugar a
nuevas dinámicas inter e intratribales así como nuevos procesos de etnogénesis, los
cuales dificultan, en su opinión, la clasificación de esos grupos 192 . Además de eso,
Antônio Porro añade que, probablemente, desde el segundo cuarto del siglo XVI hasta
inicios del XVII, una serie de movimientos mesiánicos sucesivos llevaron a muchos
grupos Tupi desde el nordeste Amazonia adentro193.
A los movimientos de mediados del siglo XVII, Miguel Menéndez añade el de
los Tapajós, y es interesante el hecho de que no habla de “desplazamiento” o
“migración” sino de “expansión” y para los Tupinambás incluso de “tupinización” de
las tribus con las que entablaron relaciones (concretamente los Munduruku y Mawé)194,
seguramente apoyándose en los cambios en la organización político-social de los demás
grupos indígenas con quienes tuvieron contacto. Sin embargo, sabemos que en el caso
de los Tupinambá, ellos se vieron presionados por la colonización europea de la costa,
pero ¿y los Tapajós, también lo fueron?, ¿o se habrían visto presionados por otros
grupos viniendo desde la costa, como los propios Tupinambá?, siendo así, ¿de qué
forma pueden transformar las relaciones intra e interétnicas estos movimientos y
migraciones?, al fin y al cabo, ¿conviene hablar de un proceso de expansión, o más bien
de retracción? En este apartado, intentaremos abarcar algunas de estas preguntas y
además, señalar primeramente, que previo a la colonización, los grupos indígenas ya
tenían y participaban de complejas redes político-económico-sociales, en segundo lugar,
la reordenación así como el surgimiento de distintos y nuevos roles político-sociales
entre las sociedades en contacto articuladados en función de las nuevas relaciones
emprendidas, y finalmente, la presencia y actuación omisas del poder colonial - una
realidad que, no obstante, sufriría una transformación a partir de la segunda mitad del
siglo XVIII.
La inclusión de la región del alto Madeira en el plan colonial, aunque de forma
muy poco estable, se produjo a partir de la primera mitad del siglo XVIII. La ocupación
191
Leonel, Mauro, Etnodicéia Uruéu-au-au, en Danaga, Amanda Cristina, "Uma etno-história dos Torá
do Baixo Rio Marmelos (AM)"
192
Danaga, Amanda Cristina, "Uma etno-história dos Torá do Baixo Rio Marmelos (AM)"
193
Porro, Antônio, As crônicas do rio Amazonas, Vozes, Petrópolis, 1993, en Porro, Antônio, O Povo das
Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, p. 57
194
Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e
indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/
Secretaria Municipal de :Cultura/FAPESP, São Paulo, 1998, p. 282
64
más consolidada de la región se concretizó a mediados del siglo XIX, con el boom de la
actividad cauchera. Sin embargo, los primeros ensayos de penetración (del no-indígena)
en la zona son bastante anteriores, y se produjeron desde finales del siglo XVI, pero
sobre todo entre la segunda mitad del siglo XVII y la primera del XVIII, por tres vías
principales:
a) Por el sur, desde la capitanía de São Paulo, encabezada por la actuación de los
intermediarios seculares, es decir, los bandeirantes y sertanistas195, en busca de
oro, indígenas (esclavos) y drogas do sertão196, para el comercio. Esta iniciativa
privada es la que conllevó, por ejemplo, en los años treinta del siglo XVIII el
descubrimiento de minas auríferas en el valle del Guaporé, provocando un giro
en la política colonial para la región, lo cual, a su vez, se vería directamente
reflejado en el alto Madeira.
b) Por el norte, pasando por el río Amazonas desde el Pará, encabezada por un lado
por los misioneros, concentrándose sobre todo en el bajo curso del río Madeira,
y por otro, por los mismos particulares (seculares) anteriormente referidos,
haciendo incursiones a lo largo del río Madeira en búsqueda especialmente de
esclavos y drogas do sertão, y a los que habría que añadir a los productores
extrativistas independientes del Pará, asentándose en sus haciendas a lo largo del
medio y bajo curso de dicho río.
195
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 47
196
Término que hace referencia a los productos extraídos del sertão brasileño, tales como el cacao, el
clavo, la canela, la castaña do Pará, la zarzaparrilla, etc.
197
Debemos recordar que antes de 1750, la demarcación de límites para el territorio de Amazonia
occidental entre las coronas española y portuguesa se regía aún por el Tratado de Tordesillas (1494). Para
otras zonas de frontera como la meridional y la septentrional, ya se habían realizado intentos
“preliminares” y “provisionales” de acuerdos territoriales como el Tratado de Lisboa (1681), y los
tratados Provisional y Suspensivo de Lisboa (1700) y de Utrecht (1713), respectivamente.
198
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 46
65
principios del siglo XVII. En 1648, el paulista, partiendo de São Paulo y pasando por el
Paraguay, alcanzó el Mamoré y, después, bajando por el Madeira hasta el Amazonas,
llegó a Belém do Pará, tardando tres años en concluir su viaje 199 . Por otro lado,
Alexandre Rodrigues Ferreira, en su relación cronológica de los acontecimientos del río
Madeira, habla de expediciones anteriores de reconocimiento y exploración convocadas
por el gobierno y comandadas por sus oficiales, tal es el caso de la de Pedro Teixeira a
quien le acompañó el padre Acuña:
“O primeiro de entre os nossos que descobriu a sua foz [del río Madeira] foi o
sobredito capitão mor Pedro Teixeira, quando no ano de 1632, subiu de
ordem do governador do Estado Jácome Raimundo de Noronha, a reconhecer
a parte superior do rio das Amazonas até o Quito; donde voltou no seguinte
ano de 1639. Disse tão somente a foz do rio da Madeira, porque é certo que
então se não fez mais do que dar fé dela, nem também se tratava de
reconhecer semelhante rio.”200
199
Cortesão, Jaime, Raposo Tavares e a formação territorial do Brasil, p. 124
200
Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues
Ferreira
201
Porro, Antônio, As crônicas do rio Amazonas, p. 62
202
En adelante, “descimento”. Se refiere al proceso de reducción mediante la coacción, realizado por los
misioneros u otros intermediarios como los sertanistas, a cambio de protección y mejores condiciones de
vida, incluyendo útiles materiales, especialmente herramientas de hierro, aguardiente, etc. (Domingues,
Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 55).
203
Porro, Antônio, As crônicas do rio Amazonas, p. 62
66
La carta regia del 29 de noviembre de 1694 fue el instrumento mediante el cual
se repartió el territorio de Amazonia entre las distintas órdenes religiosas, los jesuitas
quedándose con todo el territorio al sur del río Amazonas (entre los ríos Tocantins y el
Madeira), los capuchinos, con la margen septentrional de ese río y el territorio en su
interior (entre el Amapá y el río Trombetas), los mercedarios la zona desde este punto
hasta el río Urubu, y finalmente, los carmelitas “recibieron” las grandes cuencas de los
ríos Negro y Solimões. Veremos como la actividad inicial de los misioneros en el siglo
XVII se dio, por un lado, con bastante independencia, por ejemplo con la iniciativa
privada en los descimentos por las tropas paracoloniales, mientras por otro, en muchas
ocasiones lado a lado con la iniciativa gubernamental en las tropas de rescate204. De
todas formas, las tropas de rescate también estaban constituidas por la propia sociedad
civil colonial; las solían conformar dos cabos, un misionero, un escribano, algunos
soldados y muchos hombres deshonrados que tenían alianzas de amistad o comerciales
con ciertos grupos indígenas, muchas veces suscritas por lazos matrimoniales205. Estos
sertanistas más poderosos e influyentes podían tener su propia red de vasallos y
consiguientemente soldados (paramilitares). De manera que los límites que separaban la
actividad privada de la gubernamental eran muy fluidos; al hablar de una no significa
que la otra estuviera alienada, sino que actuaban indirectamente la una a través de la
otra. Tanto era así que, según resalta Domingues, hasta mediados del setecientos los
sertanistas tenían la función institucionalmente establecida de suplir a la sociedad
paraense de esclavos indígenas206.
Las principales fuentes etnohistóricas conocidas para el río Madeira en el siglo
XVII provienen de los padres Acuña, Bettendorf, y en menor medida en Fritz y el
secular Hériarte. En su viaje por el río Amazonas, en la expedición de Pedro Teixeira,
en 1639, Cristóbal de Acuña nos da la primera referencia a los Tupinambarana
(Tupinambá) 207 y a muchos otros grupos del río Madeira. El padre proporciona una
204
“Tropa de resgate”. La ley del 21 de abril de 1688 legitimaba el “rescate” de indígenas cautivos de
grupos rivales, denominados “presos de corda” (“presos de cuerda”), según el discurso colonial, bajo el
pretexto de salvarles de los rituales de antropofagia y/o la esclavización por enemigos del reino
(Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 54).
205
Ibid.
206
Ibid., pp. 49-50
207
Siendo que no hay consenso entre los estudiosos, se ha elegido referirse a los Tupinambás de la isla de
los Tupinambarana como “Tupinambarana”, para diferenciarlos de los demás Tupinambás que se
extendían anteriormente por el litoral noreste y sureste, y por considerar la probable importancia de la
localidad en la etnogénesis del (“nuevo”) grupo.
67
valiosa información acerca no sólo del “gentío” que habitaba la isla, sino también de su
historia y sus relaciones con otros grupos étnicos:
“[…] poblada toda de los valiente Tupinambás, gente que de las conquistas de
Brasil, en tierras de Pernambuco, salieron derrotados muchos años hay,
huyendo del rigor con que los Portugueses les iban sujetando./ Salieron tan
gran número de ellos, que despoblando a un mismo tiempo ochenta y cuatro
aldeas donde estaban situados, no quedó de todos ellos ni una criatura que no
trajesen en su compañía./ Cogieron siempre a mano izquierda las faldas de la
Cordillera, que viniendo desde el estrecho de Magallanes ciñen toda la
América: y descabezando cuantos ríos tributan de ella en el Océano, llegaron
algunos a entrarse con españoles del Perú que habitaban en las cabezas del
río Madera./ Estuvieron con ellos algún tiempo, y porque un español acotó a
uno, por haberle muerto una vaca, aprovechándose de la ocasión del río, se
arrojaron todos por sus corrientes, uniendo a dar en la isla que al presente
habitan./ […] Dicen también que como salieron tantos, que no pudiendo por
aquellos desiertos sustentarse todos juntos, se fueron dividiendo en tan
dilatado camino, que por lo menos será de más de novecientas leguas,
quedando unos a poblar unas tierras y otros otras, de quienes sin dudas estarán
bien llenas todas aquellas Cordilleras./ Pues siendo ellos, sin comparación,
muchos menos que los naturales de este río, de tal suerte les asolaron, y
sujetaron a todos aquellos con quienes tuvieron guerras, que consumiendo
naciones enteras, a otras obligaron a dejar de miedo su natural, e irse
peregrinos a tierras extrañas.”208
208
Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, Madrid, (1641), 1891, pp.
167-168
68
“Cordilheira Geral” 209 (Cordillera General), que conforma las cachuelas del alto
Madeira-Guaporé, donde probablemente, como se dijo, se hubieran encontrado a los
españoles desde finales del siglo XVI. Luego prosigue explicando cómo el grupo tuvo
que fragmentarse y que se asentaron por toda la cordillera. Esta afirmación, además de
sostener el argumento de la Chapada de los Parecis, pone en evidencia la necesidad de
adaptarse al nuevo entorno, es decir, apunta a la fragmentación del grupo,
aparentemente grande (84 aldeas) como mecanismo político-social de - y para -
reformular su propia organización económica. Esta reestructuración también afectó a la
organización político-económica y social de otros grupos con quienes tuvieron contacto,
y en función de las nuevas relaciones establecidas, fueran ellas belicosas, de alienación,
de alianza o de sujeción. No obstante, es difícil no pensar que lo que vemos aquí tiene
muchos rasgos en común con los mitos de origen, es decir, una migración primordial, la
separación del grupo y la difusión y poblamiento del territorio, de manera que todos
provienen del mismo antepasado común. A lo largo de este estudio veremos que estos
mitos de origen son muchas veces reinventados por los distintos grupos para explicar –
y posiblemente entender – su origen, su historia y, por qué no, su destino.
Mauricio de Hériarte también hace referencia a esta migración de los
Tupinambás hacia occidente, pero diferentemente de Acuña, señala que, el año de 1600,
se desplazaron en tres grupos motivados por la búsqueda del paraíso. Esta distinta
versión de la historia puede deberse a diversos motivos, siendo el principal la
degeneración gradual de los hechos al contar y reportar una historia, pero por otro lado,
también puede interpretarse como un mito en evolución, que va ganando cuerpo,
contenido y significado según el tiempo trascurrido y quien lo cuenta. En su descripción
de la “Provincia de los Tapinambaranas”210 dice además que:
209
O “Cordilheira das Gerais” o “Chapada Grande” (“Gran Altiplano”), Fonseca, José Gonçalvez da,
"Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira pela escolta que por este rio subio às
minas de Mato-Grosso, por ordem mui recomendada de Sua Magestade Fidelíssima no anno de 1749,
escripta por José Gonçalves da Fonseca no mesmo ano", en Almeida, Cândido Mendes
de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874
210
(Tupinambarana)
69
"Ces indiens parlent une langue générale211 au lieu que les autres qui sont
sur la même rivière ont plusieurs différentes [...]./[...]/ Il y a quantité de
villages et habitations de leur nation et ils tiennent des autres comme
les Arabes, Apucuitauas, Iaras, Goduis et Cariatos, soumis comme des sujets
et des vassaux, car ils leur payent tribut [...]./[...]/ Aprés avoir conquis, sur les
habitans ils s'aperçoivent et s'allierent ensemble par le mariage, mais ils ne
laissent pas de reconnaître la superiorité des Tapinambaranas et l'avantage
qu'ils ont par dessus eux [...]./[...]/ [...] ils ont sept ou huit femmes car ceux
qui sont sujets a leur domination leurs dorment volontiers leurs filles, les
craignant beaucoup de même que plusieurs nations, parce qu'ils sont
vindicatifs."212
“Son gente de grande brío en la guerra, y bien lo mostraron los que llegaron a
estos parajes, donde al presente habitan, pues siendo ellos, sin comparación,
muchos menos que los naturales de este río, de tal suerte les asolaron, y
sujetaron a todos aquellos con quienes tuvieron guerras, que consumiendo
naciones enteras, a otras obligaron a dejar de miedo su natural, e irse
peregrinos a tierras extrañas./[…]/ […] son hijos, y nietos de los primeros
pobladores, ya se van acomodando a las bajezas y mañas de los de la tierra,
con cuya sangre están mezclados./ Nos mostraron todos grande agasajo, dando
211
La lengua general (língua geral) era una especie de lengua franca que mezcla el tupi y el portugués.
También conocida como nheengatu o lengua general amazónica, en oposición a la lengua general
paulista, que era hablada más al sur. El nheengatu se habla aún hoy en la cuenca del río Negro. Antônio
Porro explica que la lengua general fue gramaticalizada por los jesuitas a partir de los Tupinambá e
introducida en Amazonia a través del catecismo (Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 68)
212
“Estos indígenas hablan una lengua general mientras los demás que están en el mismo río tienen
muchas otras distintas […]. Hay varios poblados y viviendas de su nación y tienen a otros como los
Arabe, Apucuitana, Iara, Godui y Cariato sumisos como sujetos y vasallos, puesto que les pagan tributos
[…]. Después de haber conquistado, ellos se reconocen y se alían junto a los habitantes a través del
matrimonio, pero no dejan de reconocer la superioridad de los Tupinambarana y la ventaja que éstos
tienen sobre ellos […] tienen siete u ocho mujeres, pues aquellos que son sujetos a su dominación les
entregan sin oposición a sus hijas, temiéndoles al igual que muchas naciones, porque son vengativos.”;
Hériarte, Maurice, Description du Maragnon, Pará, Curupá et de la rivière des Amazones, (1662), 1869,
Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro (en adelante IHGB), Lata 194, documento 01 (Traducción
propia).
70
muestras de que en breve se habían de reducir a vivir entre los Indios amigos
del Pará; cosa que será sin duda de mucho útil para conquistar todas las demás
naciones de este Río, si se hubiere de poblar; pues a sólo nombre de
Tupinambás no hay ninguna de ellas que no se rinda.”213
“También afirman que con otra nación […] tuvieron paces mucho
tiempo, habiendo comercio entre ellos de lo que cada una en su provincia
213
Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, pp. 168-169
214
Mecanismo legal de captura de esclavos, mediante el cual, se legitimaba el apresamiento de indígenas
por motivos de oposición al cristianismo, alianza con grupos indígenas enemigos del reino, practicar la
antropofagia, robar, y rechazo a servir como auxiliar en las guerras justas (Carta regia del 17 de octubre
de 1653, en Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 61).
215
El propio término “vasallaje” aparece entre comillas por tratarse a su vez de un concepto etnocéntrico
europeo aplicado a las relaciones jerarquizadas entre distintos grupos indígenas.
71
abundaba, y lo principal de que los Tupinambás se proveían era de sal, que los
amigos les traían por sus rescates, que afirmaban venirles de otras tierras
vecinas a las suyas, cosa que si se descubriese sería de gran utilidad para la
conquista, y poblaciones de este río./ Y cuanto aquí no se halle, se ha de
descubrir en gran abundancia en un río de los que bajan de hacia el Perú; de
donde el año de treinta y siete [1637], estando ya en la ciudad de Lima, […]
bajando por uno de los ríos, que en este principal216 desaguan, dieron con un
gran cerro todo de sal, de que los moradores tenían en estanco, sustentándose
ricos, y abundantes, con las pagas que por ella recibían, de los que de más
lejos venían a contratar./ Y no es nuevo en el Perú, y en todas sus Cordilleras,
tener cerros de sal de piedra excelente, […].”217
216
(Posiblemente habla del Amazonas, pero ¿podría ser el Madeira?)
217
Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, pp. 170-171
218
Bettendorf, João Felipe, "Crónica da missão dos Padres da Companhia de Jesus no Estado do
maranhão", RIHGB, LXXII, 1ª parte, 1910, 465-466 en Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes,
Petrópolis, 1996, p. 131
219
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido
Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, p. 353
72
“Lo que acaso tendrían allí [los luso-brasileños en el Guaporé] serían algunas
estancias y pequeñas provisionales casas en que recibir mientras en
continuación de sus clandestinas entradas en el territorio conocidamente de
España, se aprovechaban de sus ganados y abundantes salinas no con la
prudencia y economía necesarias para conservar estas producciones, sino con
el desorden y exceso que eran […]. Así es que las provincias de Mojos y
Chiquitos están hoy tan escasas de sal y ganados que les falta mucho para su
precisa subsistencia en estos dos ramos […].”220
"les indiens trafiquent [...] des esclaves qu'ils amenent des lacs d'Eraquary224
de la rivière d'Orinoco et de celles de Madeyras [...]."225
220
Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, Compañía
Literaria, Madrid, 1996, p. 213
221
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 54
222
Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, p. 61
223
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 54
224
Lagos de Araguaris (Porro, Antônio, As crônicas do rio Amazonas, en Porro, Antônio, O Povo das
Águas, p. 129), aunque curiosamente, el término “lacs” en francés también hace alusión a una trampa, es
decir, una especie de nudo corredizo usado en la caza.
225
“los indígenas trafican […] esclavos que ellos traen de los lagos de Araguaris, del río Orinoco y del de
las Maderas […].”; Hériarte, Maurice, Description du Maragnon, Pará, Curupá et de la rivière des
Amazones, (1662), 1869, IHGB, Lata 194, documento 01 (Traducción propia).
73
¿Integrantes de otras naciones, como sugiere Acuña al principio del texto?, ¿o los
“regatões”? Probablemente una mezcla de ambos, y nunca mejor dicho; el rol de los
intermediarios, como la figura del cunhamena (“cuñamena”) 227
, representa la
complejidad y la variedad – y creatividad – de las respuestas adaptativas de los distintos
grupos sociales en contacto, ya en el siglo XVII en Amazonia. Los cuñamena eran
mestizos que formaban alianzas guerreras y comerciales con grupos indígenas a través
del matrimonio muchas veces poligámico, al margen de los rituales católicos, ejerciendo
de intermediarios entre el indígena y el no-indígena, éste secular o no, y que
aprovechando las relaciones “suscritas” de amistad y enemistad con grupos rivales
llevaban a cabo el comercio de productos, esclavos, así como descimentos, proveyendo
por ejemplo a las misiones de indígenas228.
Los Tupinambarana también le hablan a Acuña sobre dos naciones en la “banda
sur en tierra firme”: los Guayazis (Guayazes), también llamados “enanos”, y los
Mutayus, cuyo rasgo principal es que tenían los pies al revés, “de suerte que quien no
conociendo los quisiese seguir sus huellas, caminaría siempre al contrario que ellos”229.
Este recurso se ha visto en otras partes del mundo, por ejemplo entre los Vietcongs en la
Guerra del Vietnam, para despistar al enemigo, usando sandalias invertidas, en las
afueras de Saigón (Ho Chi Minh City). Por otro lado, aquí conviene citar los estudios de
Silvia Balzano 230 y Mario Califano 231 sobre los Sirionós – grupos de cazadores
recolectores tupi-guaraní situados en la zona periférica de los Llanos de Moxos232 en los
siglos XVII y XVIII 233 – que han examinado la alta incidencia en el grupo de la
condición genética Talipes equinovarus, popularmente conocida como “pie zambo” o
“pie torcido”.
226
Ibid.
227
Para un estudio más profundizado sobre el cunhamena, véase por ejemplo Sommer, Barbara,
"Cracking down on the cunhamenas: renegade Amazonian traders under Pombaline reform", Journal of
Latin American Studies, Cambridge University Press, 38, 2006, 767-791
228
Sommer, Barbara, "Cracking down on the cunhamenas”, 767-791; y Domingues, Ângela, Monarcas,
Ministros e Cientistas, p. 50
229
Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, p. 170
230
Balzano, Silvia, “La concepción del cuerpo en el cazador sirionó”, Scripta Ethnologica, 11, 103- 115,
Centro Argentino de Etnología Americana, Buenos Aires, 1986/87, en Melatti, Julio Cezar, "Mojos e
Chiquitos", Áreas Etnográficas da América Indígena
231
Califano, Mario, “Fuentes históricas y bibliográficas sirionó”, Scripta Ethnologica, 11, 11-40, Centro
Argentino de Etnología Americana, Buenos Aires, 1986/87, en Melatti, Julio Cezar, "Mojos e
Chiquitos", Áreas Etnográficas da América Indígena
232
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 54
233
Holmberg, Allan, Nomads of the long bow: the Siriono of Eastern Bolivia, Smithsonian Institution,
United Sates Government Printing Office, Washington, 1950, p. 9
74
Se pueden conjeturar diversas hipótesis con base a esto, todas ellas, sin embargo,
carentes de corroboración. Basándose en el hecho de que el nombre “Mutayu” no es el
autónimo del grupo, sino su denominación por los Tupinambarana, reflejando
simplemente cómo los veían, lo que les representaban, o sea, la relación que tenían con
ellos (amigos, enemigos, “vasallos”, etc.), podríamos especular, por ejemplo, sobre una
localización precedente de los Sirionó en la región anteriormente denominada
“Mesopotamia” de Amazonia – al menos para el Tronco Tupi - dando origen al mito, o
bien un contacto entre los Tupinambarana y los Sirionó u otros grupos intermedios en la
red de relaciones intertribales, en ocasión de la migración de aquéllos hacia dominios
españoles al abandonar el litoral en el siglo XVI. Según, Acuña, estos dos grupos
tributaban a los Tupinambarana con hachas de piedra, usados posiblemente en la técnica
agrícola de la coivara (slash-and-burn)234, o mediante el empleo de su fuerza de trabajo
en el cultivo de las tierras235. Otro hecho curioso es que la denominación al grupo étnico
como “Mutayu” describa una relación y organización del trabajo muy similar a la mita
(realizada por los mitayos), originariamente de los Andes Centrales y muy extendida en
el Imperio Inca y en el período colonial hispánico. Contrariamente a lo que relata
Acuña, dos décadas más tarde, Hériarte constató que la “banda del sur” del bajo
Madeira ya no se encontraba poblada236.
Fue solamente el 22 de marzo de 1688 cuando los jesuitas lograron financiación
para la primera misión en el río Madeira, la aldea de los Tupinambarana (hoy Parintins),
fundada por los padres Manoel Pires y Gorzoni, aunque antes de eso, en 1669 (año de
fundación) y 1672 ya se produjeran los primeros intentos de remontar el bajo
Madeira237. Cuenta João Felipe Bettendorf que en 1683, el padre Jódoco Peres sería el
primero en hacerlo, alcanzando en 9 días el asentamiento de los Iruri, desde donde se
llevó al hijo del principal para bautizarlo y enseñarle portugués y la lengua general en el
Colegio de Pará 238 . Esta estrategia formaba parte del proceso de colonización y de
construcción de alianzas entre los grupos indígenas, a través de sus “élites”, y los
misioneros así como el gobierno, en las que la asimilación y la aculturación de aquéllos
234
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia,
University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1966
235
Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, p. 170
236
Hériarte, Maurice, Description du Maragnon, Pará, Curupá et de la rivière des Amazones, (1662),
1869, IHGB, Lata 194, documento 01.
237
Hugo, Vitor, Desbravadores, 2ª edição de Vitor Hugo, [s/l], 1991, p. 18
238
Bettendorf, João Felipe, "Crónica da missão dos Padres da Companhia de Jesus no Estado do
maranhão", RIHGB, LXXII, 1ª parte, 1910, 463-467
75
jugaban un papel fundamental. Esta práctica también fue empleada en la política
colonial castellana, tal es el ejemplo del célebre Inca Garcilaso de la Vega 239. Yendo
aún más lejos, ella nos remite, aunque analógicamente, al sistema de gobierno
decimonónico conocido como Indirect Rule, aplicado por el Imperio Británico en
África, según el cual la metrópoli estimulaba e “invertía” en el afianzamiento del poder
de las élites locales tradicionales, a cambio del establecimiento de confianza, estabilidad
de las relaciones, así como diversos tipos de alianzas, y por supuesto, dependencia. Este
sistema se desarrolló en respuesta a un contexto de poca presencia o actuación directa
del Estado (metrópoli), situación muy similar a la que encontramos en los confines de
Amazonia antes de mediados del siglo XVIII.
Cinco años después, en 1688, los misionarios José Barreiros y João Ângelo
Bonomi regresan con el hijo del principal para fundar casa e iglesia en la aldea de los
Iruri, encontrándose, al menos, con cuatro más, a saber: la de los Paraparixana,
Aripuanã, Onicoré y de los Tororises, con sus respectivos principales y cada una
conteniendo más de 20 pequeñas aldeas240. Según Antônio Porro, Iruri era el nombre
genérico de estos cinco grupos y también la denominación específica de uno de ellos, y
se reivindicaba un antepasado común 241 . Más adelante, veremos como también
encontramos este caso de denominación genérica en el siglo XVIII, con los Mura. El
trecho a continuación describe ese mito de origen y al mismo tiempo revela el trasfondo
(o superestructura) ideológico e mitológico de las redes de relaciones y organización
social (o estructura):
"São repartidos os Irurizes em cinco aldeias, cada uma delas com o seu
principal; dizem que procedem de uma mulher que veio prenhe do céu e pariu
cinco filhos, dos quais o primeiro se chama Iruri, o segundo Onicoré, o
terceiro Aripuana, o quarto Surury, o quinto finalmente Para-Parapichara
[...]. Governam-se as aldeias dos Irurizes com principais eletivos, de tal sorte
que o mais capaz entre eles é o que sucede pela morte de seu principal; e nas
aldeias só os que são parentes podem ter casa à parte, porque os vassalos
239
Vega, Garcilaso de la, Los comentarios reales, Espasa-Calpe, Madrid, (1609) 1985
240
Hugo, Vitor, Desbravadores, 2ª edição de Vitor Hugo, [s/l], 1991, p. 22
241
Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, pp. 86-87
76
moram em roças dos que os governam, com o que as aldeias contêm somente
principais, os quais elegem sobre si um cabo, que é como cabeça de todos.”242
242
Bettendorf, João Felipe, "Crónica da missão dos Padres da Companhia de Jesus no Estado do
maranhão", RIHGB, LXXII, 1ª parte, 1910, 464-465 en Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes,
Petrópolis, 1996, pp. 86-87
242
Hugo, Vitor, Desbravadores, 2ª edição de Vitor Hugo, [s/l], 1991, p. 22
243
Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, pp. 86-87
244
Paje.
245
Especie de cesto grande, donde se llevaban las hamacas entre otros utensilios.
77
principal Paraparixana dizer ao Padre João Ângelo que ele era chegado
[...].”246
246
Bettendorf, João Felipe, "Crónica da missão dos Padre da Companhia de Jesus no Estado do
maranhão", RIHGB, LXXII, 465-466 en Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 23
247
Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 86-87
248
Hidalgo aquí debe ser entendido por su significado etimológico, como “hijo de alguien (noble)”, por la
importancia de las relaciones de parentesco y el linaje en la estructura de poder, no por su significado
medieval (etnocéntrico).
249
Las analogías que sugiero aquí son meramente ilustrativas, y en mi opinión, inofensivas, siempre que
cumplan más que nada una función de “traducción” (explicación).
250
Campo debe ser entendido como áreas destinadas al cultivo.
251
Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 70-89
252
Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3, Ed. Itatiaia, Rio de Janeiro, 1943, p.
392
78
“O Povo das Águas”, habla del fenómeno del mesianismo253 en Amazonia y explica que
el mesianismo generado en torno al padre Fritz tiene sus orígenes en el estado de
penuria y privación, y en las consiguientes crisis aculturativas de los grupos indígenas, y
en la propia experiencia vital y mitológica específicas de la cultura indígena, pudiendo
tener manifestaciones revivalistas y proféticas, en la personificación del héroe
254
civilizador . Según el etnohistoriador esto se refleja en la fundamentación
reivindicatoria y nativista de que, como expresó Bettendorf, los indígenas se habían de
convertir en blancos y los blancos en indígenas 255 . Esta inversión de las relaciones
interétnicas dentro de un nuevo orden también la encontramos denunciada por Guamán
Poma al hablar del “mundo al revés” y de la necesidad de volver a los tiempos
precoloniales (no excluyendo a los incas), reivindicación igualmente de fuerte cuño
nativista y revivalista256.
Al ausentarse nuevamente el padre João Ângelo Bonomi, varios Iruri fueron
engañados y capturados por tropas de rescate, lo cual suscitó gran desconfianza por
parte de los indígenas hacia los misioneros 257 . Serafim Leite llega a plantear la
posibilidad de que los misioneros estuviesen inmiscuidos en esta captura, o mejor, este
tráfico de mano de obra indígena, dada su sospechosa ausencia y omisión258. De hecho,
la participación de las órdenes religiosas en la trata de indígenas era notorio, tanto de
manera independiente a través de los descimentos por los misioneros como mediante
alianzas con los sertanistas259. De todas formas, este acontecimiento marcó el inicio de
la decadencia y el posterior abandono de la misión, al menos por los misioneros,
quienes se dirigieron a otras misiones del bajo Madeira: la de los Tupinambarana (ya
establecida) y la de los Abacaxis, ésta sustituyendo la de los Iruri 260 con cerca de 500
indígenas 261 . Con respecto a la articulación de los grupos en el bajo Madeira hacia
253
Para un análisis más detallado sobre los fenómenos mesiánicos véase además Porro, Antônio, As
crônicas do rio Amazonas, Vozes, Petrópolis, 1993; y Porro, Antônio, "Mitologia heroica e messianismo
na Amazônia seiscentista", Revista de Antropologia, São Paulo, 1987-89, 392-489
254
Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 71-72; y Schaden, Egon, A mitologia heroica de tribos
indígenas do Brasil, MEC, Rio de Janeiro, 1959, 58-59, en Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 134
255
Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 134
256
Poma de Ayala, Felipe Guamán, Nueva crónica y buen gobierno, København, Det Kongelige
Bibliotek, 1615, GKS 2232 4º, http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/info/es/frontpage.htm
(consultado el 05/11/2013)
257
Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: pp. 392-393
258
Ibid.
259
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 55
260
Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: pp. 392-393
261
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 302
79
finales del siglo XVII, Miguel Menéndez argumenta que, posiblemente, los Iruri, debido
a su número y localización tenían el control de la zona a través de un intenso comercio
con otras tribus (y europeos) en la margen norte del Amazonas, limitando el territorio de
influencia tanto de los Tupinambás como de los Iruri al este, hasta el afluente Abacaxis,
donde se encontraba el grupo homónimo, con base en la ausencia de noticias concretas
sobre la relación entre estos grupos en las fuentes etnohistóricas 262. Frente a eso, el
historiador brasileño atribuye a los Tupinambá el control del sur de la Isla Grande (o
Tupinambarana), extendiéndose desde el río Abacaxis, al este, hasta la zona del río
Tupinambarana (o Mamuru)263.
Aparte de la actividad in crescendo de los misioneros en el bajo Madeira en el
último cuarto del siglo XVII, los religiosos también dan registro de una presencia
blanca secular en las aldeas, tal es el caso del padre Bonomi que menciona a hombres
blancos en la extracción del cacao en la aldea de los Iruri, y Bettendorf que comenta que
en la aldea de Tupinambaranas vivía Sebastião Vieira con esclavos suyos, y hace
referencia a las bandeiras organizadas en el río Madeira, particularmente al territorio de
los Maraguá, cerca del río Tupinambaranas264.
Según Miguel Menéndez, a partir de 1691 ya no hay referencias a los
Tupinambá como etnia 265 . Fritz, en su diario (1691) menciona brevemente a la Isla
Grande (Tupinambarana), a la cual ya no se refiere como habitada por los
Tupinambarana (antiguos habitantes), sino por los “Guaiarises” (Guayazes) 266, según
Acuña, antiguos tributarios de aquéllos, conforme vimos anteriormente. Parece ser que
hubo una rápida retracción de este grupo, atribuida por Miguel Menéndez al aumento
del contacto con el hombre blanco267. Ante este nuevo cuadro en el que los Guayazes
rellenan el espacio dejado por los Tupinambarana, nos preguntamos ¿y qué fue de sus
otros tributarios, los Mutayus? ¿Qué pasó con las alianzas matrimoniales intertribales?
Profundizando en la explicación dada por Miguel Menéndez, pueden surgir nuevas
hipótesis, como la posibilidad de que el incremento del contacto con el hombre blanco
haya, entre otras consecuencias, roto las alianzas que los Tupinambarana tenían con al
menos los dos otros grupos, desestructurando así su organización social y política, y
262
Ibid., 315-318
263
Ibid., 314
264
Ibid.
265
Ibid.
266
Garcia, Rodolfo, “O Diário do Padre Samuel Fritz” RIHGB, LXXXI, 353-398
267
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 315-318
80
especialmente su mecanismo de reproducción social. Otro posible efecto del aumento de
la expansión colonial, complementario a la hipótesis anterior, puede estar relacionado al
rápido descenso demográfico mencionado por el propio Fritz y parafraseado al principio
del capítulo, de forma que la población Tupinambarana en descenso demográfico habría
sido absorbida a través de las alianzas matrimoniales por sus “vasallos”, considerando
que conforme la jerarquía social y las propias fuentes etnográficas, si ejercían de
intermediarios con los blancos habrían tenido más contacto que sus vasallos y
consecuentemente habrían sido más afectados por las devastadoras epidemias. De todas
maneras, de momento, estas cuestiones aún quedarán por estudiar.
81
ETNIAS/GRUPOS DENOMINACIÓN EN INTERPRETACIÓN ESPECIFICACIÓN
AUTOR FECHA FUENTE LUGAR MARGEN OBS.
INDÍGENAS FUENTE PERSONAL GEOGRÁFICA
Acuña 1639 Tupinambás Abacatis - - - -
Abacaxis Padres
Bettendorf 1662 Abacaxis - - - -
jesuitas Río Madeira
Aguas Idem - - Isla Tupinambarana -
Anamaris* Idem - - - -
Acuña 1639 Tupinambás
Desde el Madeira
Aperas Idem - Río Amazonas - -
río abajo
Prov. de
Apucuitarás* Apucuitauas - - - Tributarios de Tupinambarana
Tupinambaranas
Araquizes Hériarte 1662 - Idem - Rio Madeira - - -
Prov. de
Aratús* Arabes - - - Tributarios de Tupinambarana
Tupinambaranas
Posiblemente
Padres
Aripuanã Bettendorf 1698 Idem - Rio Madeira - Aripuanã y Grupo genérico Iruri²´³
jesuitas
Manicoré³
Desde el Madeira
Buraís* Idem - Río Amazonas - -
río abajo
Acuña 1639 Tupinambás
Cabayanas³ Cayanas* - - - -
Río Madeira
Curanaris* Idem - - - -
Prov. de
Curiatos Hériarte 1662 - Cariatos - - - Tributarios de Tupinambarana
Tupinambaranas
Erepunacas* Acuña 1639 Tupinambás Idem - Río Madeira - - -
Prov. de
Goduis* Hériarte 1662 - Goduis - - - Tributarios de Tupinambarana
Tupinambaranas
Desde el Madeira
Guaranaguacas* Idem - Río Amazonas - -
Acuña 1639 Tupinambás río abajo
Guarinumas Idem Numas¿? (Hériarte) - - -
Isla Grande
Guayazes Fritz, S. 1691 - Guaiarizes - - -
[=Tupianambarana]
Al sur de isla
Guayazes Acuña 1639 Tupinambás Guayazis - - Tributarios de Tupinambarana
Tupinambarana
Entre río Aripuanã e
Río Madeira isla Tupinambarana²
e islas del Madeira
Padres (ex. de las Araras),
Iruri Bettendorf 1698 Idem - - compartida con
Grupo genérico Iruri²´³
jesuitas
Jaquezes4. Misión
Iruri: boca del
Matuará (Iruri)³.
Desde el Madeira
Karipunas Caripunás - - -
río abajo
Acuña 1639 Tupinambás Río Amazonas
Desde el Madeira
Maraguas Idem - - -
río abajo
Padres
Maraguas Bettendorf 1662 Idem - Río homónimo³ - (hoy Mamuru)³ -
jesuitas
Sirionó¿? Al sur de isla
Matayus* Acuña 1639 Tupinambás Idem - Tributarios de Tupinambarana
(Autónimo¿?) Tupinambarana
Numas Hériarte 1662 - Idem Guarinumas¿? (Acuña) - - -
Río Madeira
Posiblemente
Padres
Onicoré Bettendorf 1698 Idem - - Aripuanã y Grupo genérico Iruri²´³
jesuitas
Manicoré³
Desde el Madeira
Oreguatús* Acuña 1639 Tupinambás Idem - Río Amazonas - -
río abajo
Padres
Paraparixana Bettendorf 1698 Idem - Rio Madeira - - Grupo genérico Iruri²´³
jesuitas
Desde el Madeira
Punouys* Idem - - -
río abajo
Acuña 1639 Tupinambás Río Amazonas
Desde el Madeira
Quimauís* Quimaus - - -
río abajo
Tupinambaranas/ Prov. de
Tupinambaranas* Hériarte 1662 - - - - -
Tapinambaranas Tupinambaranas
Posiblemente
Padres
Tororises Bettendorf 1698 Idem - - Aripuanã y Grupo genérico Iruri²´³
jesuitas Rio Madeira
Manicoré³
Tupinambás Idem - - Isla Tupinambarana -
Desde el Madeira
Urubutingas* Acuña 1639 Tupinambás Idem - Río Amazonas - -
río abajo
Uruthians* Idem - Río Madeira - - -
Prov. de
Yaras* Hériarte 1662 - Iaras - - - Tributarios de Tupinambarana
Tupinambaranas
Entre el Purus y
Zapucayas* Idem - Río Amazonas Derecha -
Madeira¹
Acuña 1639 Tupinambás
Ríos Madeira y
Zurinas* Idem - - - -
Amazonas
Fig. 12: Relación y localización de los grupos indígenas en la zona del bajo Madeira según las fuentes etnohistóricas del siglo XVII.
Leyenda:
¹ Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 128 ² Ibid., pp. 86-88
³ Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 312-313
4
= Mawés (Lorenz, Sonia da Silva, "Saterê-Mawê", Centro de Trabalho Indigenista - CTI/SP, s/l, s/f.)
* (Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 289-388) Ultima vez que se les hace
referencia a estos grupos indígenas (**)
Fuentes:
- Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas - Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 86-128
- Bettendorf, João Felipe, "Crónica da missão dos Padres da Companhia de Jesus no Estado do maranhão", RIHGB, LXXII
- Garcia, Rodolfo, “O Diário do Padre Samuel Fritz”, RIHGB, LXXXI, 390
- Hériarte, Maurice, Description du Maragnon, Pará, Curupá et de la rivière des Amazones, IHGB, Lata 194, documento 01.
- Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 289-388
83
En el cuadro que acabamos de observar (Fig. 12), resumimos a modo de
ilustración y resumen, a los grupos indígenas así como su localización, según las
fuentes etnohistóricas del siglo XVII. Se ha decidido no incluir como fuente el “Mapa
del Gran Río Marañón o Amazonas” (Fig. 4), elaborado por Fritz en 1707,
considerando una diferencia cronológica con su diario de 16 años, es decir, de una
generación. A continuación representamos una sección del mapa de Antônio José
Rodrigues, elaborado a principios del siglo XIX, destacando el río Madeira y su bajo
curso (Fig. 13).
84
Fig. 13: Sección del “Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Província de
Moxos e Chiquitos”, de Antônio José Rodrigues, de 1819, representando el curso del río Madeira268
268
MExFC, cajón 4, localización 0003865.003 (copiado por Ed. Thompson, dibujador de la Comisión Rondon, 1919), 1819.
85
Podemos concluir y confirmar la hipótesis antes levantada de que, hasta
mediados del siglo XVII, más que de una migración desde el oriente, podemos hablar
de una expansión de los Tupinambá en el bajo Madeira269. Ante tal posicionamiento,
nos apoyamos en que, a pesar de que esta expansión probablemente haya sido
estimulada por el contacto con el europeo en el litoral orientándolos hacia el oeste, la
etnogénesis Tupinambá (o Tupinambarana), es decir, su configuración político-
económico-social e ideológica se reestructuró a partir de su relación con los nuevos
grupos en contacto, con la construcción de relaciones interétnicas jerarquizadas y redes
comerciales, configurándose en un marco expansionista. Algunos estudios hablan de la
expansión de los Tapajós para la misma época 270 . Con base en esto podríamos,
adicionalmente, refutar la explicación unicausalista del contacto con el europeo como
“detonador” de la expansión o dislocamiento de los Tupinambá, y ratificarla dentro de
una dinámica más compleja y articulada de movimientos y presiones de otros grupos en
el contexto y a lo largo de esa migración.
269
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 315-318
270
Ibid.
86
Capítulo 2: Un Paititi de infieles: la colonización de los Llanos
de Moxos
"[...] temen estos bárbaros el comercio con otros que no sean sus parientes, por
la fama que no deja de llegar de los misioneros, de muy lejos llevada en lengua
de infieles que los conciben monstruos horrorosos."271
“100 años de ignacianidad”. Como señala William Denevan, éste fue el tiempo
que duró la empresa jesuítica en la Provincia de Moxos, desde 1668, con la expedición
acompañada por el padre Juan de Soto hasta la expulsión del último jesuita en 1768272.
En el apartado anterior, hablamos de las distintas vías de penetración y aproximación
coloniales a la región del alto Madeira. Al tratar de la tercera de éstas hemos decidido
reservarle un capítulo aparte. La exploración y colonización de los Llanos de Moxos se
inició, aunque débilmente, ya en el segundo cuarto del siglo XVI. Pero su ocupación
“efectiva” se produjo solamente a partir del último cuarto del siglo XVII, encabezada por
los misioneros jesuitas, mediante la fundación de misiones semipermanentes – y
semiadaptadas al clima -, debiendo cambiar de emplazamiento periódicamente según la
temporada de lluvias e inundaciones273 y en búsqueda de aires más salubres. No obstante
la semipermanencia de los asentamientos es simplemente una de muchas respuestas
adaptativas de los grupos de los Llanos de Moxos al régimen de las inundaciones
estacionales. Estudios pioneros tales como el del geógrafo William Denevan han
demostrado una gran variedad de prácticas económicas de aprovechamiento de los suelos
y de asentamiento. De hecho, el registro arqueológico tanto material como paisajístico
demuestra el uso y el asentamiento en lomas artificiales, islas, diques, carreteras,
montículos y campos de drenaje274. El autor añade que el propio uso de las hamacas era
un recurso empleado ante la inundación275.
En la misma línea de discusión de esta monografía, hay todo un debate acerca de
las causas de las transformaciones y abandono de dichas prácticas económicas de
271
Eguiluz, Diego de, "Relación de la misión apostólica de los Mojos", en Saldamando, Enrique
Torres, Historia de la Misión de Mojos en la República de Bolivia escrita en 1696 por el P. Diego de
Eguiluz, Imprenta del Universo, C. Prince, (1696) 1884, p. 30, British Library, Londres (en adelante BL),
referencia 1560/4651.
272
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 31
273
Ibid., p. 58
274
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 59
275
Ibid., p. 60
87
utilización del suelo y consiguientes patrones de asentamiento, que se incluyen a su vez
en un debate mucho más amplio entre los determinantes y condicionantes ecológicos.
Pero a fin de cuentas, el impulsor de dichas transformaciones ¿fue la conquista española?,
¿fueron causas naturales y/o de sustentabilidad ecológica? o ¿fueron los factores sociales
intrínsecos a los propios grupos previamente al contacto con el europeo? La respuesta a
estas preguntas escapa al ámbito de esta investigación y de la metodología empleada, sin
embargo, la problemática es tenida en cuenta, pues las huellas en el paisaje no se
restringen a los Llanos de Moxos, sino que también se encuentran, por ejemplo, en la
Sierra de los Parecis (calzadas elevadas) y más al norte en el interfluvio del Beni y el
Madre de Dios276 y en las localidades bolivianas de Guayaramerin y Villa Bella, donde se
han observado respectivamente grandes zonas de sabanas con zigzags de calzadas
elevadas, y de zanjas y trincheras circulares en la selva densa277.
Lo que sí veremos en este capítulo es cómo, contrariamente a lo que sucedió en el
río Madeira - en su bajo curso desde finales del siglo XVII y en su medio y alto curso
desde principios del siguiente -, la penetración del no-indígena fue inicialmente llevada a
cabo por el gobierno colonial, y en una segunda instancia, por los misioneros jesuitas,
casi 150 años después, siendo 27 de las, al menos, 29 expediciones iniciales realizadas en
los siglos XVI y XVII encabezadas por aquél278. En segundo lugar, haremos un breve
estudio sobre la etnografía de los Llanos de Moxos al principio del proceso colonizador,
poniendo en evidencia su diversidad étnica, demografía y organización social. Con ello
pretendemos por un lado reflexionar acerca de la dinámica de algunos grupos y sus
cambios, y por otro, bosquejar las bases de las relaciones interétnicas sobre las que se
cimentaron la colonización y ocupación de los llanos bolivianos a través de las misiones
jesuitas, en contraste con las misiones efímeras del alto Madeira. Y finalmente, en un
contexto en el que colonizar es poblar, pretendemos con ello razonar si se puede hablar
de “éxito civilizatorio” en los Llanos de Moxos, según los parámetros coloniales, ya
desde finales del siglo XVII. En lo que viene a ser de las misiones de los Moxos en el
siglo XVIII, en este trabajo, mi propuesta es analizarlas conjuntamente - aunque de
manera secundaria - dentro del marco de las relaciones interétnicas en el alto Madeira.
276
Área originalmente ocupada por tribus Takana como los Chama (Tiatinagua y Guakanahua), Toromono,
Caviña y Araona (Ibid., p. 54)
277
Ibid., p. 15
278
Ibid., p. 31
88
La primera expedición española hacia el oriente de los Andes organizada por el
gobierno de que se tiene noticia fue la de Maldonado, visitando a los indígenas Toromoro
entre los ríos Beni y Madre de Dios en 1539 279 . Esta expedición sería la primera de
muchas hasta 1569, consideradas sin embargo fracasadas – partiendo del principio de que
buscaban reinos ricos en oro entre otras riquezas280 -, y ninguna logrando alcanzar las
sabanas al este del río Beni 281. Esta política colonizadora y expansionista culminó en
1561 con la fundación de Santa Cruz de la Sierra, y la consiguiente designación de la
Provincia de Moxos, la cual quedó jurídicamente delimitada entre los ríos Beni, Guaporé,
los contrafuertes andinos y los altiplanos de Chiquitos, y su exploración asignada al
gobierno (y gente) de Santa Cruz, mediante el real decreto de 1573282.
Por lo tanto, el contacto con algunas tribus de los Llanos de Moxos se produjo ya
desde finales del siglo XVI, como fue el caso de tribus Txapakura y Timbu, contactadas
entre 1580 y 1583 en la expedición liderada por el gobernador de Santa Cruz, D. Lorenzo
Suárez de Figueroa, y los Toros 283 (Moxos), en la expedición hacia el sureste de los
Llanos, a mando de Gonzalo de Solís Holguín, también gobernador de Santa Cruz de la
Sierra hacia 1617284. La segunda expedición de este gobernador en 1624, terminaría una
vez más por desestimar la ilusión de El Dorado 285 , según Denevan 286 , relegando la
exploración de los Llanos a un segundo plano, la cual sólo se reemprendería a partir de
279
Ibid., pp. 28-30
280
Expansión colonialista guiada por la ideología seiscentista caracterizada por mitos como el Paititi y El
Dorado.
281
Aunque hay referencias de que en 1563 Diego Alemán habría llegado al río Viane (Beni) y avistado
grandes sabanas (Ibid.).
282
Ibid.
283
Encontramos las denominaciones “Toros”, “Torocosi”, “Morocosi” y “Mojocosi” para designar a la
tribu - según las fuentes - “principal” con quien se encontraron los primeros exploradores de la zona; más
tarde los Jesuitas los llamaron “Moxo”/”Mojo” (Ibid.); por otro lado, cuenta Garcilaso de la Vega que la
etimología viene de “Musu”, o mejor dicho, un mal entendido, según el que la primera persona a quien se
preguntó cómo se llamaban, entendiendo que le preguntaban qué tenían, contestó “muha”, o sea,
"comezón", y añade Hervás que se ofendían cuando se les llamaba así (Vega, Garcilaso de la, Historia
General del Perú o comentarios reales de los Incas, Imprenta de Villalpando, Madrid, 1800-1801, vol. 7; y
Hervás y Panduro, Lorenzo, Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas, y numeración, división y
clase de éstas, según la diversidad de sus idiomas y dialectos, Imprenta de la Administración del real
Arbitrio de Beneficencia, Madrid, 1800-1805, vol. 1, p. 4, en Southey, Robert, História do Brasil, vol. 3,
Editora Itatiaia Limitada, Belo Horizonte, 1981, p. 118).
284
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, pp. 28-30
285
El mito de El Dorado es aludido aquí en simetría con el mito del Gran Paititi, éste como una versión
meridional de aquél (Franch, José Acina, y Ollero, Héctor Sáinz, "Los Indios Moxo y sus vecinos", en
Palau, Mercedes, y Sáiz, Blanca (coords.), Moxos. Descripciones exactas e historia fiel de los indios,
animales y plantas de la provincia de Moxos en el virreinato del Perú por Lázaro de Ribera 1786-
1794, Ediciones El Viso, Madrid, 1989, p. 14)
286
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, pp. 28-30
89
1675, encabezada ahora por los jesuitas, quienes también veían en Moxos su Paititi, pero
de infieles.
Aunque los ignacianos de Santa Cruz de la Sierra hubiesen logrado permiso para
establecer misiones tanto en la zona de Moxos como de Chiquitos desde 1597, ninguna
de las expediciones anteriormente mencionadas fundó asentamientos en los Llanos
bolivianos287. Denevan explica que lo que mantuvo a los misioneros jesuitas apartados de
la zona por casi 1 siglo288 fue entre otros motivos el temor y los ataques de los indígenas,
puesto que había noticias de misioneros que habían sido asesinados o desaparecido289. No
obstante, según el geógrafo americano, a lo largo del siglo XVI, al menos desde la
fundación de Santa Cruz de la Sierra en 1561, ya existían relaciones entre los colonos y
los indígenas de Moxos, las cuales se definían grosso modo por dos tipos: una que
consistía de expediciones de captura de esclavos – nótese que los indígenas temían ser
esclavizados por los jesuitas - y otra de relaciones de intercambio, esencialmente de
algodón y esclavos (indígenas cautivos) por herramientas de metal 290 . Es posible que
tengamos delante y desde muy temprano una transformación de las relaciones
interétnicas, en la que tanto los indígenas, por un lado, como los colonos por otro, han
identificado las necesidades y codicias ajenas con una finalidad de beneficio pero
también de supervivencia, en el sentido de que si no tenían posibilidades de enfrentarse a
los colonos en sus expediciones de captura, quizás una alternativa era proveerles de
esclavos, ganándose así un aliado, si bien comercial, pero definitivamente bélico. Un
ejemplo de este tipo de alianza lo encontramos en 1667, cuando los Moxo pidieron ayuda
militar a Santa Cruz de la Sierra en una guerra intertribal contra los Cañacure a cambio de
esclavos. Este acercamiento “voluntario” iniciado por los propios indígenas marca el
principio de un nuevo período, puesto que 8 años más tarde, los padres José de Vega,
Pedro Marbán y el célebre Cipriano Barrace entraron en Moxos fundando la 1ª reducción
en 1684, la misión de Loreto291.
287
Ibid., pp. 30-31
288
Hay que recordar que en ese período los franciscanos sí estaban activos en Apolobamba (Ibid., pp. 30-
31)
289
Ibid.
290
Ibid.
291
Eguiluz, Diego de, "Relación de la misión apostólica de los Mojos", en Saldamando, Enrique
Torres, Historia de la Misión de Mojos, p. 15
90
En su “Relación de la misión apostólica de los Mojos” 292 , el padre Diego de
Eguiluz describe las 6 primeras misiones establecidas y existentes en los Llanos
bolivianos hacia 1696, así como su fundación y población. En la tabla a continuación
(Fig. 14), resumimos la información contenida en esa fuente para ilustrar el estado de la
colonización de los Moxos a finales del siglo XVII, además de su diversidad étnica.
292
Ibid.
91
POBLACIÓN
GRUPOS OBS. FUENTE ( ),
BAUTIZADOS TOTAL GRUPOS
REDUCIDOS PERSONAL[ ]/ POBLACIÓN/ LOCALIZACIÓN
MISIÓN FECHA LENGUAS LIBRO VECINOS NO
(GRAFÍA SEGÚN LUGAR DE LIBRO DE CATECÚMENOS PUEBLOS ( ) APROXIMADA
DEL OFICIAL ESTIMADA REDUCIDOS
FUENTE) ORIGEN BAUTISMOS¹
PADRÓN¹
Loreto2 1684 - - Moxo y otras 3822 - 3822 - - - -
Mayuarana - Guarayo (76)
A Oriente y Sur
Huarayus [Guarayo] Txapakuras (52)
de la misión
Tapacuras [grupo Txapakura] Baures (75)
Baures - Moxo y Toros -
Trinidad3 1687 1341 2800 912 2253 3712 A Oriente de la
Yugueguaras - Chiriguana Chamacas -
misión
Toros [Moxo] Punduyares -
Chumacacas [Chamacas¿?] Al Norte, en la
Fundibularios -
Punduyares - sierra
Punuanas -
3 grandes grupos - - Al Norte
San Cañacures -
1689 (Moxo, 1900 1114 3014 -
Ignacio4 Casabeonos - Panubocano, -¿?) - - A Oriente
Morochionos Valle del Beni
Canichana 4-5.000 (62) Al Norte
[Canichana¿?]
Canisies Cayuvavas 12.800 (7)
Del Norte
Ducuicumas
Curuguanas
San [Chiriguanos] Caridionos
Chiriguas
Francisco 1691 Del oeste Moxo y otras 1556 >1444 >3000 - Morochinas
Javier Cerca del río
Cayapimas 7.000
Apere
Suruguanas
Vitumuanas Del este Paririnas
Barisinas
Caririnas
Similar a la de
Churima (ca. 3.000 pax.)
Borja Gumalpacas - Al Norte
San José5 1691 Merohionos [Morochionos¿?] - - >4000 -
Coserremonos - -
Yocomanes - Al Norte
Chucucupeonos -
Churimanas [=Churima¿?] Churimanas y - - Al Norte
Borja6 1696 200 (niños) 2800 3000 -
Moporouboconos - Moporouboconos - - A Oriente
TOTAL (mín.) 21 etnias reducidas - - 8819 20.548
6270 19.089
20 etnias 23.800 (272)
Fig. 14: Relación de misiones, etnias y población existentes a finales del siglo, hacia 1696, en la Provincia de Moxos, según el padre Diego de Eguiluz.
Leyenda:
3 La 5 San
¹ Cuando hay divergencia de información entre libros (Bautismo y Padrón General) Santísima Trinidad José de los Maharenos - (No mencionado)
2 Nuestra Señora de Loreto 4 Nuestro 6 San
Padre Santísimo San Ignacio de Loyola Francisco de Borja.
92
Procediendo al análisis de la información de la tabla, en lo tocante a la
demografía, observamos que la aproximación entre las cifras totales para las etnias
amansadas y para las no reducidas no es sino un reflejo de lo poco que se conocía a éstos
en los Llanos de Moxos. En esa misma línea, es importante resaltar que los datos
demográficos arriba dilucidados, especialmente para los grupos indígenas no reducidos,
deben ser leídos únicamente como base de referencia y cifras mínimas, de lo contrario
pueden ser engañosos, como es el caso de la población total de etnias no reducidas en
comparación con el número total de pueblos, según el cual la media de 87,5 individuos
por pueblo no corresponde al tamaño general de la población de la mayor parte de los
grupos referidos.
En “Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia” 293 ,
Denevan lleva a cabo un estudio del asentamiento aborigen en los Llanos de Moxos, en el
cual además de los avances con respecto a la geografía de la zona y la arqueología del
paisaje, realiza un estudio demográfico de la Provincia de Moxos hasta adentrado el siglo
XIX. Para la época que nos concierne en este apartado, es decir, el siglo XVII, con base
también en Eguiluz, que da cuenta de cifras demográficas para los años de 1691 y 1692
registradas por el gobernador de Santa Cruz de la Sierra, Benito de Ribera y Quiroga en
visita a la Provincia de Moxos, Denevan llega a los siguientes números:
Año Población
1691 13.052
1692 20.000
1696 19.759
293
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, University
of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1966
294
Ibid., p. 116
93
Guaporé, incluso más de medio siglo más tarde, conforme iremos viendo a lo largo de
este trabajo.
Para los grupos no reducidos, Denevan se apoya en fuentes adicionales como
Altamirano y Orellana y propone una cifra total de al menos 100.000 indígenas en los
Llanos de Moxos para la misma época295. El cálculo en el que se basa el autor se explicita
abajo (para alcanzar la suma final, hay que añadir las cifras para la población reducida en
la tabla anterior):
295
Altamirano, Diego Francisco, "Historia de la misión de los Mojos", en Ballivian, Manuel V. (ed.),
Documentos históricos de Bolivia: Historia de la misión de los Mojos, Imprenta de El Comercio, La Paz
(ca. 1710) 1891; y Orellana, Antonio de, “Carta del padre Antonio de Orellana sobre el Origen de las
Misiones de Mojos” (1687), en Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de
Mojos of Bolivia, p. 116
296
Ibid.
297
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia , p. 120
298
Franch, José Acina, y Ollero, Héctor Sáinz, "Los Indios Moxo y sus vecinos", en Palau, Mercedes, y
Sáiz, Blanca (coords.), Moxos, pp. 18-19
299
En términos generales, puesto que no sabemos si eran tribus, grupos o etnias, etc.
94
otras pertenecerían a otros grupos lingüísticos como el Pano, Takana, Tupi-Guaraní e
incluso Macro-Jê300.
En lo tocante a los grupos inicialmente reducidos, entre los más conocidos y
estudiados se destacan los Moxo, Baure (también Arawak), Cayuvava, Canichana,
Itonama y Movima, los cuatro últimos constando de lenguas aisladas301. Con base en lo
que hemos visto en el apartado 1.2, se supone que estos grupos de lenguas aisladas son
muy antiguos en los Llanos bolivianos, mientras que los Moxo y los Baure han llegado
relativamente tarde a la zona, probablemente desde el Norte302. Por otro lado, había otros
grupos étnicos, considerados por autores como Denevan como “tribus marginales” con
respecto a las “tribus de la sabana”, anteriormente enumeradas, como los Sirionó, de
quienes hablamos en el capítulo anterior, los Moré (o Itene), de la familia Txapakura, los
Maropa, de habla Takana, los Chákobo y los Guarayo 303 , mencionados también por
Eguiluz, a los que habría que añadir los grupos de la Fig. 14 y muchos más, como
veremos a continuación.
En lo que a los grupos no reducidos se refiere – por no decir “marginales” -, es
importante reconocer que poco podemos inferir sobre ellos, entre otros motivos por la
falta de fuentes y de un estudio más profundizado. Algunos lingüistas de la primera mitad
del siglo XX, como Créqui-Montfort, Rivet y Métraux, relacionan, por ejemplo, la
terminación de etnónimos en “-bo” y “-nawa” al grupo lingüístico Pano304. En la tabla
considerada, también observamos una alta incidencia del sufijo “-ono”, propio del tronco
lingüístico Arawak para referirse al plural. Ello indica que las denominaciones
enumeradas en la tabla (Fig. 14) se tratan de exónimos, es decir, de términos de los
indígenas Mojos para referirse a otros grupos.
En lo que a la dinámica entre algunos grupos se refiere, Eguiluz menciona las
incursiones desde la misión de Trinidad en 1693 para amansar a los Guarayo, los Baure y
los Yegueguara, destacando el fracaso en reducir a estos últimos por su enemistad y
belicosidad305. Cuenta también que los Coserremonos y los Chucucupeonos (en proceso
de amansamiento en la misión de San José hacia 1696) eran “enemigos mortales de los
300
Ibid., p. 12
301
Ibid., p. 13
302
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 15
303
Ibid., p. 54
304
Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics", APAMNH.
305
Eguiluz, Diego de, "Relación de la misión apostólica de los Mojos", en Saldamando, Enrique
Torres, Historia de la Misión de Mojos, pp. 20-24
95
nuestros” 306 , refiriéndose probablemente a los grupos ya reducidos, en este caso los
Churimas, que a su vez hablaban la misma lengua que los de Borja, donde estaban
reducidos los Churimanas y donde aún no se hablaba la lengua general Moxo. Entre los
grupos indígenas más alejados, en un momento dado incluso periféricos a los Llanos de
Moxos, el padre menciona a los Morochionos, provenientes del valle del Beni, y los
Fundibularios307, los cuales dice que indudablemente son los indígenas que antiguamente
huyeron del Perú308.
El jesuita cuenta, además, sobre el encuentro entre el padre Agustín Zapata y los
Cayuvava, de cuyo relato podemos extraer valiosa información acerca de la organización
tanto social como política del grupo. Eguiluz explica que los Cayuvava:
"[…] por ser de extraña lengua no les pudo hablar el padre, ni hallar intérprete,
y así le pidió por señas el Padre Agustín, un muchacho que le dieron luego con
buena voluntad, y se lo llevó para enseñarle la lengua moxa, con ánimo de
volver a ellos con este intérprete [...]."309
Ya hemos visto esta práctica de entregar normalmente a un joven del grupo sea a
un misionero o a un colono, entre los Iruri y veremos otros casos más adelante. En el
ejemplo ya estudiado de los Iruri, ese intercambio también tenía finalidades lingüísticas,
pero estas finalidades, incluyendo la del intercambio en sí, deben ser entendidas como
parte de una más amplia, que es la de establecer alianzas. Es una pena que no tengamos
más información acerca de este pasaje; sería interesante, por ejemplo, conocer el status
social del muchacho, si era pariente del principal, como en el caso de los Iruri, o incluso
cautivo, como veremos posteriormente.
José Franch y Héctor Sainz argumentan que los Cayuvava, así como los Moxo y
los Baure constituían cacicazgos, y que éstos dos últimos tenían las mayores poblaciones
en el momento de la llegada de los españoles310. De hecho, el padre Zapata da noticia de
al menos siete pueblos de Cayuvava, aparentemente liderados por un cacique principal
306
Ibid. , p. 41
307
El nombre de ese grupo hace referencia a un término usado en portugués para definir a los individuos
que empuñaban una honda, especie de arma arrojadiza, pero no sabemos cuál es la relación entre el
significante y el significado.
308
Ibid., pp. 23-24
309
Ibid., p. 36
310
Franch, José Acina, y Ollero, Héctor Sáinz, "Los Indios Moxo y sus vecinos", en Palau, Mercedes, y
Sáiz, Blanca (coords.), Moxos, p. 12
96
llamado Paititi311, y con cerca de 1.800 personas cada uno, y el más grande unas 2.000, es
decir más de 12.000 individuos312. Uno de estos pueblos, probablemente el principal, era
muy grande y tenía plaza y calles, donde cuenta Zapata que:
Este trecho representa otro aspecto del nivel de complejidad social y en este caso
ideológica de algunas de las etnias indígenas moxeñas, con todo un aparato cultual (el
templo, la indumentaria, y probablemente oficiantes) y ritual (los sacrificios), y lo que
parece ser un panteón de dioses. A partir de lo que nos dice el texto, aunque parcamente,
parecen verse rasgos propios de la cultura andina, como los tejidos y la indumentaria
representativa del cóndor. Es cierto que el padre ya había mencionado anteriormente a
grupos que se pensaban huidos del Perú tras la conquista, pero, lamentablemente, a falta
de un estudio más profundizado en esta monografía de otras fuentes no solamente
etnohistóricas que lo corrobore, no se nos permiten grandes elucubraciones acerca de esta
cuestión. En este caso, cualquier afirmación con respecto a una proveniencia de los
Andes sería tan poco científica cuanto las que defienden sin base lo contrario.
En cuanto a los patrones de asentamiento, quizás más relevante que su antigüedad
es indagar acerca de sus procesos, es decir, si cambiaron o no tras el contacto gradual con
los españoles, y en caso afirmativo, cómo y en qué sentido lo hicieron. Por poner un
ejemplo, el territorio supuestamente ocupado por los Movima en el siglo XVII es el que
posee más calzadas y campos drenados de todo el Beni, no obstante, las crónicas jesuitas
describen a ese grupo como poco desarrollado, de manera que se puede especular un
desplazamiento de otro grupo, como los Moxo, por los Movima 314 . Adicionalmente,
Eguiluz nos da alguna luz sobre los patrones de asentamiento de algunos grupos al
311
No sabemos hasta qué punto se trata de una mezcla de mito y realidad, puesto que los jesuitas llamaban
“Misiones del Gran Paititi” a las que se situaban entre los ríos Mamoré, Yacuma y Beni, éste a su vez,
llamado río Paititi, y finalmente el Lago Rogoaguado, también referido como Laguna Paititi (Ibid., p. 14)
312
Eguiluz, Diego de, "Relación de la misión apostólica de los Mojos", en Saldamando, Enrique
Torres, Historia de la Misión de Mojos, p. 34
313
Ibid., p. 35
314
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 52
97
comentar acerca de las actividades de amansamiento de indígenas realizadas por los
padres en las áreas o arcos de influencia de las misiones jesuitas. Por ejemplo, menciona
las expediciones de 1695 del padre Agustín Zapata, que de camino a los Cayuvava, se
encontró con sus enemigos los Canichana que se habían juntado, según Eguiluz, para
obligar a los jesuitas a doctrinarles315.
Estipular los motivos de unión de un grupo previamente más disperso disponiendo
de tan poca información es difícil y en este caso no menos paradójico, considerando que
tanto la fragmentación del grupo como su unión pueden ser una estrategia adaptativa.
Mientras la primera puede ser una forma de resistencia a la expansión de otro grupo, al
arrinconamiento y consiguiente reducción de recursos naturales y al declive poblacional
resultante de ello y de epidemias contagiosas, la segunda igualmente puede ser una
respuesta en contextos de expansión y conflicto con un grupo rival/vecino dando lugar a
nuevas alianzas, o de decrecimiento poblacional por epidemias. Trataremos más adelante
de otros estudios de caso que lo ejemplifican. De la misma forma, el éxito o fracaso de
cualquiera de las dos estrategias también depende de la organización estructural del otro
grupo, supuestamente en expansión. El proceso colonial, civilizatorio, o expansionista
puede encontrar en sociedades de organización más compleja una mayor resistencia en
términos político-económicos, tecnológicos y definitivamente bélicos, pero al mismo
tiempo, estructuras de poder traducibles y más fácilmente reemplazables.
De manera general, en las expediciones lideradas por los misioneros, además de
nuevos “bárbaros” que civilizar, se buscaban nuevos parajes y suelos más sanos y
propicios al asentamiento y proliferación de las misiones, y nuevas rutas sobre todo para
el comercio, como una alternativa al camino hacia el Perú que pasaba por Santa Cruz de
la Sierra, conocida por su dificultad y dilación316. En el capítulo anterior hemos hecho
mención a la insalubridad de los Llanos de Moxos - en gran parte inundables en época de
lluvias - al compararla con los ambientes enfermizos de ciénagas formados en las vegas
del alto Madeira, que rebosa pocos meses después. Sobre esto nos habla también el padre
Eguiluz:
315
Eguiluz, Diego de, "Relación de la misión apostólica de los Mojos", en Saldamando, Enrique
Torres, Historia de la Misión de Mojos, p. 32
316
Ibid., pp. 25-30
98
“La parte que hoy ocupan [los habitantes de la misión de San Ignacio] es el
escurridero de Oriente y Poniente, y por eso es tan húmeda y enferma." 317
Adicionalmente, hay otras fuentes etnográficas del siglo XVII que no han sido
recogidas en la tabla aquí estudiada, tal es el caso de Altamirano318 (especialmente para la
primera década de 1700), como hemos visto previamente, y la “Relación de los Padres de
la Misión de los Infieles de Mojos”319, firmada por Pedro Marbán, Cipriano Barrace y
Clemente Ygarza, en 1679, en la que se mencionan a muchos otros grupos indígenas
aunque especialmente en la parte sur de los Llanos de Moxos. Por la época de su
publicación, parece ser que ella no fue recogida en el estudio demográfico de Denevan
citado previamente, acrecentando, ahora, datos referentes no tanto a cifras generales de
población sino a la etnografía y los patrones de asentamiento. A continuación (Fig. 15)
hemos intentado organizar la información contenida en esa fuente con la finalidad de
poner en evidencia su contenido tanto etnográfico como demográfico:
317
Ibid., p. 30
318
Altamirano, Diego Francisco, "Historia de la misión de los Mojos", en Ballivian, Manuel V. (ed.),
Documentos históricos de Bolivia
319
Relación de los Padres de la Misión de los Infieles de Mojos, de Pedro Marbán, Cipriano Barrace y
Clemente Ygarza, del 12 de julio de 1679, Col. Monumenta Peruana, Archivo Romano de la Compañía de
Jesús (en adelante, ARCJ), Roma, en Tormo, Leandro, “Situación y población de los Mojos en 1679”,
Revista Española de Antropología Americana, (en adelante, REAA), Madrid, 1972, vol. 7 (2), 151-159,
http://revistas.ucm.es/index.php/REAA/article/view/REAA7272220151A/25400 (consultado el
15/09/2013)
99
GRUPOS PUEBLOS MEDIA DE
FUENTE AÑO (ETNIAS, (TRIBUS, POBLACIÓN LUGAR OBSERVACIÓN (FUENTE)
TRIBUS¿?) SUBGRUPOS¿?) MÍN. MÁX.
- 35 40 -
Chacara - -
Suberianos/
- 24 25 - -
Suberinos
Yumo 80 90 -
- 40 50 -
Guanapeanos - 80 90 Río Grande -
- 40 50 -
- 20 -
- 40 50 -
"Relación de los Padres de la Misión de los Infieles de Mojos", de Pedro Marbán,
- 18 20 -
Río Mamoré, desde confluencia
Aracureonos - 40 50 -
con río Grande hacia arriba
- 40 -
- 15 20 -
- 40 -
- 60 -
- 50 60 -
Cipriano Barrace y Clemente Ygarza320
- 30 40 -
Casaboyonos Río Grande
- 60 80 -
- 80 -
Aperucanos 4 pueblos 100 - -
1 Suberionos 2 pueblos - - -
6 Sebaquerianos 2 pueblos 200 - -
7 Sebaquerionos - 116 Margen opuesta a Sebaquerianos -
9 - - 300 - Lengua distinta
- 60 70 - -
Tatiruonos
- 30 -
- 30 40 Río Grande -
Chamaynanos
- 25 30 -
Mariquionos 3 pueblos 200 Río Chenesí -
Se conocen como Moxo
Tubiranos - - Arriba de Marquionos
y hablan otra lengua
Enfrente a confluencia de ríos
Chaymunianos 2 pueblos 70 80 -
Grande y Chenesí
Apereanos - 60 -
Siyoboconos 2 pueblos 150 Río Grande -
Mayureanas - 200 -
Cuniquianos 2 pueblos 70 -
Punuanas Varios pueblos juntos - - No se han visitado
Chuchimanas - 80 90 Río Ybare -
Chahamonos - 80 - -
- 3 pueblos - Entre ríos Ybare y Grande Desconocidos
Bosionos 3 pueblos juntos 300 Río Grande -
Uyonos - 100 Río Grande -
Moeboconos - 140 Río Grande -
TOTAL 26 > 55 3.591
Fig. 15: Relación etnográfico-demográfica del sur de los Llanos de Moxos hacia 1679.
320
Fuente: Relación de los Padres de la Misión de los Infieles de Mojos, 12 de julio de 1679, Monumenta
Peruana, ARCJ, en Tormo, Leandro, “Situación y población de los Mojos en 1679”, REAA, 151-159
100
La tabla que acabamos de analizar muestra un número relativamente bajo de
población con respecto a la cantidad de pueblos enumerados. De manera que, en general
vemos núcleos de asentamientos relativamente pequeños en términos demográficos, con
una media de 65 individuos por pueblo. Sin embargo, si observamos el gráfico abajo (Fig.
16) notamos un cuadro un poco distinto, en el que constatamos que la aplicación de
generalizaciones y medias aritméticas nos pueden alejar de la realidad:
9
25%
8
21,9%
7
Número de pueblos
6
15,6%
5
12,5%
4
9,4%
3
6,3%
2
3,1% 3,1% 3,1%
1
0
0-20 21-40 41-60 61-80 81-100 101-120 121-140 ≤200 ≤300
Densidad demográfica de los pueblos (hab.)
En este gráfico vemos que 45,9% de los pueblos que se han podido
contabilizar322, es decir, casi la mitad, tenía entre 20 y 60 habitantes, siendo que más de la
mitad de éstos tenía entre 20-40 individuos, en otras palabras, una densidad poblacional
por pueblo inferior a la media previamente calculada. En ese sentido se puede entender la
categorización de Denevan entre “tribus de las sabanas” y “tribus marginales”, puesto que
este cuadro es bastante distinto al ilustrado para los grupos más estudiados de los Llanos
de Moxos, especialmente los Cayuvava, los Moxo y los Baure, con pueblos de hasta
321
Fuente: Fuente: Relación de los Padres de la Misión de los Infieles de Mojos, 12 de julio de 1679,
Monumenta Peruana, ARCJ, en Tormo, Leandro, “Situación y población de los Mojos en 1679”, REAA,
151-159
322
No se han tenido en cuenta las cifras demográficas únicas para más de 1 pueblo, por no representar la
población por pueblo, como es el caso de algunas de las referencias de la tabla.
101
2.000 personas. Otra característica que nos llama la atención es la gran cantidad de
pueblos en las márgenes y confluencias de los cuatro ríos citados (incluyendo el Ybare).
Según Pedro Marbán, las aldeas se situaban muy próximas las unas de las otras, pudiendo
encontrarse de cinco a seis aldeas en cada cinco o seis leguas323.
En la misma línea que Franch y Ollero proponen para muchos de los grupos
mencionados por Eguiluz, parece suceder lo mismo para los grupos indígenas citados por
Marbán, Barrace y Ygarza en el sistema Mamoré-Grande-Chenesí, es decir, que son
subgrupos de un mismo grupo étnico, especialmente si nos basamos en lo que cuentan los
3 padres en su “relación de infieles” tras mencionar al último de hasta 26 grupos:
"Hasta aquí son de una lengua, pero hay otras naciones de distinta lengua,
amigos de aquella y que se reputan por Mojos, los cuales no entran en este
número."324
323
Marbán, Pedro, “Relación de la provincia de la Virgen del Pilar de Mojos o carta de los Padres que
residen en la Misión de Mojos para el padre Hernando Cavero de la Compañía de Jesús, Provincial de esta
provincia del Perú, en que se le da noticia de lo que han visto, oído y experimentado en el tiempo que ha
que están en ella”, Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz (en adelante BSGLP), 1 (2), La Paz,
(1676) 1898, 120-161, en Franch, José Acina, y Ollero, Héctor Sáinz, "Los Indios Moxo y sus vecinos", en
Palau, Mercedes, y Sáiz, Blanca (coords.), Moxos, p. 12
324
Tormo, Leandro, “Situación y población de los Mojos en 1679”, REAA, 156,
325
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 7
326
Ibid., pp. 41-56
327
Ibid.
102
La antropización del paisaje en el marco económico de los grupos indígenas está
directamente relacionada con sus patrones de asentamiento. No sólo en el registro
arqueológico, sino también en las fuentes historiográficas encontramos referencias a la
existencia de lomas, montículos, carreteras, campos de drenaje y canales 328 . Ello
demuestra una continuidad de algunos – aunque pocos - patrones de asentamiento (y
económico) tras la conquista castellana. No obstante, de manera general, se nota una
discontinuidad en los patrones de asentamiento, tal es el caso de los campos drenados, los
montículos y las carreteras, las cuales con la introducción de caballos y el ganado vacuno,
capaces de cruzar los campos inundados, perdieron su utilidad y fueron abandonadas329.
Si tenemos en cuenta la organización del trabajo en torno de estos tipos de obras,
podemos deducir que su abandono ciertamente tuvo un impacto en la sociedad. En ese
sentido, otra lectura que se puede hacer desde el análisis del paisaje antrópico, tanto
desde la Arqueología como desde las fuentes etnohistóricas es referente a la dinámica
político-social del grupo, especialmente en lo que concierne a las relaciones intertribales.
Por poner un ejemplo, los Moxo tenían extensas redes de intercambio, manteniendo
contacto regular con los Chiriguano de la zona de Santa Cruz, de los cuales obtenían sal,
con los Moseten en el alto Beni con quienes intercambiaban sal, cuentas y cuchillos330 e
incluso con tribus a los pies de los Andes y de las tierras altas de Chiquitos, de donde
provenían probablemente las piedras encontradas en los Moxos, prácticamente
inexistentes en el área y su entorno331. La comunicación entre asentamientos y pueblos es
una de las funciones claras de las carreteras, según Denevan332. Además de eso, otras
probables funciones serían la comunicación entre las zonas de cultivo, ceremoniales, de
enterramientos e interfluvios, aunque se cree que se trataba más bien de una circulación a
nivel local y no de grandes desplazamientos333.
Las reducciones jesuitas de que hemos tratado en este capítulo en el cambio de
siglo, representadas en el siguiente mapa (Fig. 17), son el preámbulo de una empresa
civilizatoria que en menos de 50 años lograría prácticamente triplicar su número de
328
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 70
329
Ibid., p. 83
330
Castillo, Joseph de, "Relación de la provincia de Mojos", en Ballivián, Manuel V. (ed.) Documentos
para la historia geográfica de Bolivia: Época Colonial, col. 1, Las Provincias de Mojos y Chiquitos, J. M.
Gamarra, La Paz 1906, p. 328; y Marbán, Pedro, “Relación de la provincia de la Virgen del Pilar de
Mojos”, BSGLP, 140, en Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de
Mojos of Bolivia, p. 47
331
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 47
332
Ibid., p. 81
333
Ibid.
103
misiones y aumentar la reducción de “infieles”. Podemos observar cómo hacia finales del
siglo XVII su penetración en los Llanos de Moxos se concentraba en la parte sur,
extendiéndose a lo largo de la primera mitad del siglo siguiente hacia el norte y noreste,
es decir, hacia la frontera portuguesa.
Adicionalmente, apoyándonos en Boccara334, podemos sugerir una relación entre
el dualismo llano/selva y el de grupos pacificados/grupos indómitos, lo cual refleja la
forma como los grupos amerindios de los Llanos de Moxos y su nivel civilizacional eran
percibidos por el discurso colonial. Este sesgo, o más concretamente, esta etnicización
subsiste incluso en Denevan, en su distinción entre las tribus de la sabana y las tribus
marginales. Independientemente de la subjetiva conclusión de si la colonización de los
Llanos de Moxos fue un éxito o no, lo que nos interesa es traer al debate el por qué no se
logró colonizar la región del alto Madeira o quizás por qué eso sí fue posible en los
Llanos de Moxos. En ambos casos, ¿fue por una iniciativa gubernamental y una política
colonial distintas?, ¿o fue gracias a una iniciativa y actividad misioneras diferentes?,
¿habrá sido debido a la propia organización económico-social preexistente de algunos
grupos indígenas moxeños?; de momento, estas son preguntas que quedan por contestar.
Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos
334
Nuevos
104
Fig. 17: Mapa de las misiones de Moxos en el siglo XVII.
105
Capítulo 3: El alto Madeira en el siglo XVIII
335
Coutinho, J. M. da Silva, Relatório sobre alguns lugares da Província do Amazonas especialmente do
rio Madeira, Manaus, 1861, pp. 8-11, en Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 26
336
Anzai, Leny Caselli, "Missões de Chiquitos e Moxos e a capitania de Mato Grosso", Revista Lusofona
de Ciências das Religiões, ano VII, nº. 13/14, 2008, pp. 257-258
337
Los términos “aldea” y “grupos (no) aldeados” son empleados para referirse respectivamente a las
reducciones y grupos (no) reducidos, a partir de 1757, con el fin del Regimiento de Misiones.
106
vez mayor de seglares en detrimento de los reglares. Por otro lado, la naturaleza y el
contexto de las crónicas se dejan reflejar en su discurso y contenido, los cuales
responden, entre otros, a fines político-territoriales, económicos y geográficos, en
detrimento del interés por detalles sociológicos, etnográficos o cotidianos. No obstante, la
actividad reglar es de decisiva importancia en la penetración del alto Madeira y los
primeros ensayos de asentamiento - aunque fugaces - desde sus bases más consolidadas
en su bajo curso. Veremos, adicionalmente, que en la primera mitad del siglo XVIII, la
actuación reglar es compartida y en muchas ocasiones liderada por los comerciantes,
productores, bandeirantes, sertanistas, paulistas, paraenses y portugueses, entre otros
actores particulares, mientras que a partir de la segunda mitad del siglo la intervención
gubernamental se refuerza, controlando y limitando a los primeros. Este cambio es fruto
de reformas que se producen desde mediados de siglo, en el marco del nuevo programa
político de gobiernos “ilustrados”.
En este capítulo central analizaremos las relaciones interétnicas en el ámbito de
los procesos de etnogénesis en la región del alto Madeira, sus formaciones y
transformaciones a lo largo del siglo XVIII en consonancia con la actuación de los
distintos actores y frentes de colonización, así como la administración colonial. Con
vistas a contemplar los cambios en la iniciativa colonial y en el marco político-
administrativo de las coronas lusitana y castellana arriba mencionados, analizaremos
inicialmente la primera mitad del siglo XVIII, en su principio marcada por la iniciativa
regular, representada por los misioneros jesuitas con la fundación de la primera misión
del alto Madeira, y la actuación secular de los actores particulares antes enumerados.
Progresivamente, esta actuación y empresa serían sobrepujadas por la iniciativa del
gobierno, la cual se culmina a partir de la década de 1750, período enfocado en el
siguiente apartado, en el cual nos centraremos en las reformas administrativas y
territoriales y averiguaremos en qué grado influyeron en las relaciones interétnicas, así
como los procesos de etnogénesis derivados. Por último, en el apartado final, dedicado al
último cuarto del siglo XVIII, observaremos el fracaso de muchas de estas medidas y el
inicio de una fase de decadencia en la región. Por otro lado, analizaremos la
complejización del entramado social desde la rearticulación de alianzas interétnicas e
intertribales, con nuevas relaciones de poder, nuevos procesos de etnogénesis y
etnicidades reconstruidas y reformuladas.
107
3.1 La primera mitad del siglo XVIII: las primeras expediciones y
exploraciones en el alto Madeira
En un estudio del discurso de las crónicas de los viajantes de la primera mitad del
siglo XVIII, Ângela Domingues señala que estos relatos han contribuido a otorgarle al
imperio portugués características específicas que le acercarían al español en detrimento
del resto de Europa, la cual, según la autora, se encontraba en un contexto de
consolidación de los estados nacionales a nivel interno, lo cual se plasmaba a nivel
externo en un imperialismo de carácter agresivo y direccionado al Atlántico Sur 338 .
Acerca de estas expediciones y sus crónicas trataremos a continuación.
338
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 238
339
Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 28
340
Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, pp. 393-400
341
Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 25-26
342
Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e
indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 289
108
Fig. 18: Mapa del río Amazonas en 1707 del padre Samuel Fritz y sección del bajo Madeira343.
343
Fritz, Samuel, El gran rio Marañón o Amazonas con la Misión de la Compañía de Jesús, 1707, Biblioteca Nacional do Rio de Janeiro (en adelante, BNRJ),
ARC.026,05,036 Cartografia
109
La primera referencia en el siglo XVIII a los grupos indígenas del alto Madeira la
encontramos en la carta del padre Bartolomeu Rodrigues al padre Jacinto de Carvalho,
con fecha de 1714, en la cual se citan a más de 74 grupos o etnias distintas desde la boca
del río Madeira hasta la “terra dos Guarajus”, grupo que tradicionalmente se ha situado
en el valle del medio-bajo Guaporé, en cuyo trayecto se tardaban 3 meses344. En la tabla a
continuación (
Fig. 19) hemos esquematizado la información extraída de esta fuente:
RIO MADEIRA
GRUPOS
GRUPOS MARGEN AFLUENTES
GRUPOS ÉTNICO ÉTNICO
ÉTNICO IZQUIERDA DERECHA
Rio Jacareguá
Oantas Aripuanã (o Cujés5
Pociçari) Tiuans5
Iruri4
Guajaris Aripuanã4
Anhangatiinga4
Terari4
1 Unicoré4
Purupurus5
Muras*
M Mucas*
E Toras2´3´5
Guareces
S Aruaxis³ [Araras]
Jaraguaris³
Capanás
Rio Ipitiá Arara
2 Manis
Jãoens5 Curupus
M Purerus
E Jaguaretus
Pamas5´* S Abacaxis¹
E Pamas*
Cajaripunás* S Camateris
Guarajus5 Guarajus5
T. trayecto
9 3 meses 18 - 4
río arriba:
Leyenda:
¹ Antiguos Chichirinins [autónimo¿?]
² O Toratoraris: llamados por los demás grupos como "Formigueiro" (Hormiguero), de tan populosos que eran.
³ Viven juntos
4 Grupos reducidos, de los que ya quedan muy pocos en la selva.
5 Grandes grupos que ocupan un amplio territorio
* Grupos mencionados por primera vez (Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-
Madeira", Revista do Museu Paulista, 289-388
344
Rodrigues, Padre Bartolomeu, Carta ao Padre Jacinto de Carvalho, 1714, en Morais, Alexandre J. de
Mello, Chorographia histórica, chronográphica, genealógica, nobiliária e política do Império do Brasil,
Typographia Americana, Rio de Janeiro, 1858-1863, vol. 4, pp. 361-372, en Leite, Serafim, História da
Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: pp. 393-400
110
Fig. 19: Relación de grupos indígenas en el río Madeira hacia 1714 según el padre
Bartolomeu Rodrigues345.
Analizando la tabla arriba representada, lo primero que nos llama la atención es la
diferencia entre la cantidad de tribus en una y otra márgenes, es decir, la margen derecha
se refleja mucho más poblada. Por otro lado, es importante enfatizar que, en esta tabla, la
ubicación de las tribus en una margen no es simétrica con respecto a la margen opuesta,
con excepción de algunos grupos que habitan ambas márgenes, como es el caso de los
Guarajus (Guarayo)346 y los Pama. En lo que a la margen izquierda se refiere, vemos a los
Guajaris, que corresponden a los Guayazis (Guayazes) mencionados por Acuña y Fritz, y
como resalta Miguel Menéndez, se observa ya un desplazamiento de este grupo hacia
SO347. Con respecto a los Purupurus, hay referencia posterior acerca de su reducción en la
misión del alto Madeira en 1724348. Sobre los Capanas, en Fonseca este término es usado
como referencia toponímica a un igarapé (río pequeño) y lago, al norte de la Isla de las
Onças, en el medio Madeira349. Sin embargo, pese a la ausencia de más referencias más
allá de los Guarayo, el propio Rodrigues es consciente de que el motivo por el cual no
cita a más grupos no es porque no los hubiese, sino muy al contrario:
“Daqui para cima se não sabe de mais Gentio, não é porque o não haja;
porque assim como até aqui tudo é povoado de Gentio, será verossímil que o
seja também para cima, pois que ninguém tem passado daqui que possa dar
relação dele.”350
Remontando por la margen sur o derecha, están los Abacaxis, que Menéndez
considera como grupo distinto al reducido en la misión en el bajo Madeira, dada su
localización y por su relación con los Chichirinins. Al norte de éstos, se encuentran los
Jaguaretus, que por otro lado, el autor cree que es posible que sean relacionables con los
Jaguaretes reducidos también en la misión de Abacaxis, por el padre Sampaio, en 1720.
Ante esta aparente ambigüedad, es importante llevar en consideración algunos factores,
345
Ibid.
346
Menéndez asocia ese grupo a los Guarasug’wä (Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-
história da área Tapajós-Madeira", RMP, 311).
347
Ibid., p. 282
348
Caeiro, José, Primeira publicação após 160 anos do manuscrito inédito de José Caeiro sobre os jesuítas
do Brasil e da Índia na perseguição do Marquês de Pombal (século XVIII), Escola Tipográfica Salesiana,
Salvador, 1936, p. 495, en Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações
entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282
349
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, p. 312
350
Rodrigues, Padre Bartolomeu, Carta ao Padre Jacinto de Carvalho, pp. 361-372, en Leite,
Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, p. 393
111
como la movilidad de los padres en el río Madeira desde las misiones en su bajo curso
durante los descimentos y rescates de los sertanistas, que además, era de costumbre que
se hiciesen en localidades más alejadas - como veremos más adelante -, y la imprecisión
geográfica de la fuente aquí tratada que no detalla la ubicación de estos dos grupos,
aunque parezca tratarse del medio Madeira.
Adicionalmente, en la margen derecha, nos encontramos por primera vez
referencia a los Mura, cuya presencia se vuelve, desde entonces, constante en las fuentes
etnohistóricas. También es Rodrigues, pero no el jesuita, sino el lingüista que estipula la
localización original de los Mura entre los ríos Manicoré y Maici, afluentes de la margen
derecha del río Madeira 351 . En lo tocante a su lengua, los Mura son de una familia
homónima, pequeña, de la que forma parte por ejemplo el Pirahã, con una profundidad
cronológica de no más de 2 mil años352. Urban sugiere además que si se agrega a la
familia Mura el Matanawi, lengua considerada aislada, se podría desplazar su foco de
origen río Madeira arriba353.
Asimismo, se citan a los subgrupos que corresponden al grupo Iruri, es decir, los
Aripuanã, Unicoré, Iruri, a los que, según Menéndez, se suman los Terari y
Anhangatiinga354. El historiador identifica el río Ipitiá, donde ha situado Rodrigues a los
Arara, como siendo el río Preto o Machado355. De ser así, observamos un movimiento
hacia el sur de este grupo, partiendo de su ubicación inicial a finales del siglo XVII y
principios del XVIII según Fritz.
Ya acercándose a la boca del río Madeira, el padre Rodrigues da cuenta de
muchos otros grupos indígenas que habitaban los ríos Canumã, Guarinamá, Magués
(actual Maués-Açu) - y sus afluentes Comandís, Sapopés y Ubuquaras -, Andirá y
Acuriatós (actual Mariaquã). Esta información no ha sido incluida en la tabla pues la
mayoría de los ríos arriba enumerados son afluentes de la margen derecha del bajo
Madeira y/o medio Amazonas, cerca de la desembocadura de aquél, pero fuera del ámbito
geográfico de este estudio para el siglo XVIII. A título de ejemplo, de los 47 grupos que
351
Rodrigues, Aryon Dall'Igna, Línguas brasileiras: para o conhecimento das línguas indígenas, Edições
Loyola, São Paulo, 1986, p. 78, en Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas
nativas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, pp. 93-95
352
Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas" en Cunha, Manuela Carneiro
da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 98
353
Ibid.
354
Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e
indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282
355
Ibid.
112
cita se encuentran los Carapaiana, Maraguá, Monçaú, Muraá, Muragua, Piraguá, Pixuna,
Sapopé, Ubuquara y muchos otros356. El gran número de grupos situados en esos 5 ríos
refleja la concentración de la actividad misionera en la zona así como en el bajo Madeira,
como hemos dicho al principio, y consiguientemente el mejor conocimiento de esa área.
En lo que a las misiones y las reducciones (o descimentos)357 se refiere, el padre
da información acerca de las reducciones que él había llevado a cabo en las distintas
misiones. En la misión de los Tupinambaranas, se encontraban por él reducidos los
Arerutu, los Comandi, Ubuquara, Japucuitabijara y Monçaú, desde el río Maués, los
Puraiuaniá y Capiurematiá, desde el río Acuriatós, y los Mujuariá; y en la misión de los
Andirás, parte de la “nación” Amoriá y Acaiuniá358. Desde el río Canumã, se cuenta que
se le acercaron los principales de los Pixuna y Carapaiana para hablar de su reducción.
Sobre los “descimentos voluntarios”, el padre Rodrigues explica los motivos de
acercamiento a las misiones de algunos grupos:
356
Rodrigues, Padre Bartolomeu, Carta ao Padre Jacinto de Carvalho, pp. 361-372, en Leite,
Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: pp. 393-400
357
Aquí se distingue a la misión de la práctica de la reducción, la primera como lugar físico de reducción de
grupos indígenas, y la segunda, la acción de atraer, captar y/o reducir a los grupos, equivalente al concepto
“aldeamento” en portugués.
358
Ibid.
359
Ibid., p. 395
360
Vide Spinoza, Thomas Hobbes y John Locke.
361
Vide Benjamin Libet, Steven Pinker, Kathleen Vohs, Jonathan Schooler, etc.
113
cuestionamiento del “libre albedrío” de los amerindios cuando la decisión de reducirse
era la única que les quedaba ante su propia extinción. Un ejemplo de esta voluntariedad
coaccionada lo encontramos en el siguiente trecho:
“Uma índia também nova (que foi a que mais trabalho me deu) estando
gravemente enferma, sendo instruída nos mistérios de nossa santa fé, posto que
os confessava e cria, contudo no tocante ao batismo de nenhuma sorte vinha em
o aceitar, mostrando-lhe eu que sem o batismo era impossível salvar-se, e
perguntando-lhe (já depois de cansado) qual era a razão porque tanto
repugnava o único remédio da sua alma, descobriu a soberba com que o
demônio a enganava dizendo: não quero ser batizada porque logo meus
parentes hão de dizer que já estive tão doente que com medo me deixei
batizar.”362
362
Ibid., p. 396
363
Ibid.
364
Clifford, James, "Looking Several Ways: Anthropology and Native Heritage in Alaska", Current
Anthropology, 2004, 45 (1), en Hill, Jonathan D., "Long-Term Patterns of Ethnogenesis in Indigenous
Amazonia", The Archaeology of Hybrid Material Culture, 2013, 165.
114
“No fim desta narração, terá lugar o último caso que agora há poucos dias me
sucedeu nesta Aldeia dos Tupinambaranas. A 24 de março uma índia nova de
nação Monçaú, chegando-lhe os anúncios do parto se ausentou de casa e
voltando sem a criança, posto que reparassem os de casa, não me deram parte
do sucesso. Passada uma grande chuva que neste meio tempo veio [...]
perguntei à índia pelo filho, respondeu-me que por nascer morto o enterrara no
mato; não me fiando eu no seu dito, mandei desenterrar a criança que se achou
sepultada ao pé de uma árvore, bastante longe da Aldeia. Vendo eu que ainda
vivia a batizei. [...] Fosse o que fosse, hoje são 2 de Maio, ainda ela está viva e
bem disposta. [...] Aqui se me ofereceu outro caso que passo a referir por ter
seu principio um menino que estava presente. Vendo este sucesso, rompeu
nestas palavras: 'Também a mulher principal dos Sapopés disse que, em
parindo, havia de enterrar seu filho’. [...] Ao Padre Lourenço Homem, ouvi
dizer que sendo missionário nos Abacaxis mandara desenterrar uma criança
que sua mãe tinha enterrado no mato e achando-a viva a batizara, a qual pouco
depois faleceu.”365
Yuxtaponiendo la fuente que acabamos de estudiar con una carta del padre Jacinto
de Carvalho366 – si recordamos bien, el destinatario de la carta del padre Rodrigues -, de
1719, pero inédita en portugués hasta 2012, logramos una comprensión más amplia de la
situación de las reducciones en el bajo Madeira a principios del siglo XVIII. El padre
Carvalho habla de los rituales funerarios de algunos grupos amerindios del bajo Madeira,
como los Abacaxi, descritos como caníbales empedernidos, y los Verutirj, interpretados
por Porro como siendo los Iruri, de los que describe un ritual propio de sociedades
jerarquizadas, confirmando así la información encontrada en Bettendorf:
"[...] os Verutirj ainda não cristianizados levavam o cadáver para uma ampla
espelunca, onde também guardavam carnes e peixes numa rede, arco, flechas e
todas as outras coisas necessárias a viver confortavelmente, e se o cadáver era
365
Rodrigues, Padre Bartolomeu, Carta ao Padre Jacinto de Carvalho, pp. 361-372, en Leite,
Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, pp. 397-399.
366
Porro, Antônio, "A ‘Relação’ de Jacinto de Carvalho (1719), um texto inédito de etnografia
amazônica", Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi (en adelante, BMPEG), Ciências Humanas,
Belém, set.-dez. 2012, v. 7 (3), 761-774
115
de alguém de maior nobreza ou da ordem dos cavaleiros, dois servos e duas
servas o acompanhavam, sendo com ele sepultados”367.
El trecho nos habla no sólo de una diferenciación social, sino de distintos niveles
jerárquicos, como la nobleza y la orden de los caballeros, o mejor dicho, guerreros, que
eran sepultados con algunos “vasallos” y acompañados de ajuar funerario. Sin embargo,
hay que cuestionar la objetividad de esta descripción en cuanto a los sesgos etnocéntricos,
especialmente llevando en consideración el uso del término “caballero” para describir a
una sociedad donde, en fechas tan tempranas, probablemente no hubiera jinetes. Sobre los
Iruri que sí habían sido cristianizados, el padre dice que estaban reducidos, junto de los
Unicoré y los Arara en la misión del río Canumã368.
Diferentemente a la conclusión de Menéndez sacada del análisis del Diario de
Samuel Fritz, encontramos otra vez nombrada la “nación” de los Tupinambaranas, cuya
población es descrita como amplia y su territorio vasto. Por otro lado, no podemos
descartar la posibilidad de que el padre Carvalho al hablar de “nação dos Tupinambás”369
(nación de los Tupinambarana) se refiriera a todas las “naciones” indígenas reducidas en
la misión homónima y que no se trate del mismo grupo situado en la Isla Grande (o
Tupinambaranas) a quien, más de 50 años antes, se encontró Acuña y se refirió Hériarte.
Sobre los grupos que comenta el padre Rodrigues haber reducido en la misión de
los Tupinambaranas, como los Comandis, además de los ya reducidos Abacaxis y lo que
parece ser los Curiatós (Coroici), cuenta el padre Jacinto constar más de 15 mil
cristianizados 370 . Esta información parece exagerada, pero de ser acertada, supone un
cambio brusco en la idea que se tenía de las misiones del bajo Madeira a principios del
siglo XVIII con respecto a su tamaño y proporción. El padre Carvalho habla de
“residencias” como las de los Andirás y los Maués, que según él, florecían371; y sobre los
Abacaxi, vuelve a hablar de cifras desproporcionales:
“De todas as dilatadíssimas províncias a que esses rios levam, a mais poderosa
é certamente a que é habitada pelos Abacaxis [Abecoarj], [...]. [...] O alimento
comum a esses povos é a carne humana, razão pela qual o seu entretenimento é
367
Ibid., 769
368
Ibid, 772
369
Ibid .,769
370
Ibid.
371
Ibid., 771
116
ir à caça ou à pesca [sic]372 dos povos vizinhos; para esse fim, juntando um
exército de trinta mil homens, vão assediar as terras alheias e, embora no
combate às vezes sejam vencidos, no mais das vezes saem-se vencedores; assam
a carne dos inimigos mortos, devoram-na e depois penduram-lhe os ossos nas
muralhas e as caveiras as colocam ao redor, sobre umas tábuas suspensas no
alto; estes são os enfeites que ostentam em suas casas, razão pela qual não
havia quem não se horrorizasse só ao pensar em ir para tal província; mesmo
assim, lá adentrou o missionário373, [...] com suas pregações e ensinamentos,
fez com que em cinco povoados cada um desse sepultura aos ossos que tinha
pendurados em casa ou amontoados fora dela, e fossem libertados aqueles
pobres prisioneiros mantidos em cárcere para serem devorados à mesa
[...].”374
“Num daqueles arraiais, vivia uma mulher chamada Cunhã Moacara, ou seja,
no idioma do país, “Mulher de grande nobreza”. Era ela sumamente respeitada
e venerada por todos, tanto que ninguém jamais lhe fazia qualquer ofensa, por
menor que fosse; [era] bem adestrada nas bruxarias do demônio [...]. A ela
372
Ibid.
373
El autor habla en tercera persona (Ibid., 771)
374
Ibid., 771-772
117
todos acorriam como a um oráculo e os Tubixabas375 de todos os povoados lhe
obedeciam como se fosse sua rainha, e ao retornar da guerra lhe tributavam os
prisioneiros mais gordos.”376
375
Término usado para referirse a los principales (Ibid., 767)
376
Ibid., 772
377
Ibid., 773
378
Ibid.
379
Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues
Ferreira
380
Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e
indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282
381
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido Mendes
de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, Río de Janeiro, OR 293
118
la misión de los Abacaxis382 y en otra en la boca del río Xingú (Porto Moz)383. De esa
misma época, se tienen noticias de la intervención de un arrendatario del gobierno del
Pará, el capitán Manuel Franco Tavares, en el descimento de cerca de 400 indígenas de
distintos grupos y lenguas a la misión de los Abacaxis, bajo supervisión del padre
Sampaio; entre estos grupos se encontraban: los Goyapinas, Maraguas, Pixunas,
Iaraguarizes (Jaguaretus/ Jaguaretés)384, Ihorazes, y Aroaxiazes385. Este pillaje resultó en
la venta en el Pará de más de 80 indígenas como esclavos386. Esto demuestra, asimismo,
la volatilidad de las alianzas entre los misioneros y los sertanistas, como apunta Ângela
Domingues387.
Como hemos podido observar, ya en el primer cuarto del siglo XVIII
contemplamos un aumento de la actividad colonial a lo largo del curso del Madeira, una
actividad protagonizada ya no sólo por los misioneros, sino gradualmente por el gobierno
y la corona portuguesa. Esto se puede comprobar en una carta de D. João al gobernador
João da Gama, del 5 de noviembre de 1727, en la que se solicita información acerca de
las misiones que había en el río Madeira, su religión, la extensión de sus territorios,
distancia desde el Pará, posibilidades de descimentos futuros y quiénes podrían llevarlos a
cabo y administrarlas388.
Vitor Hugo considera la carta del padre Bartolomeu Rodrigues un preludio a la
expedición de Francisco de Melo Palheta nueve años más tarde - según el historiador, la
primera bandera oficialmente “eficaz” del Madeira -, puesto que despertó el interés del
gobierno por explorar ese río hasta sus cabeceras389. Sin embargo, José Gonçalves da
Fonseca, cronista de la expedición de Luiz Fagundes Machado de 1749, cuenta que este
cambio en la iniciativa por parte del gobierno paraense fue debido a la noticia de la
presencia de europeos en el alto Madeira:
382
Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues
Ferreira
383
Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e
indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282
384
Caeiro, José, Primeira publicação após 160 anos do manuscrito inédito de José Caeiro, p. 487, en
Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e
indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282
385
Informação do Maranhão Pará e Amazonas, para El-Rei do Pe. Visitador Manuel de Seixas, 13 de abril
de 1718, en Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 4, apênd. G, Ed. Itatiaia, Rio de
Janeiro, 1943, p. 388
386
Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 33-34
387
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 51
388
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 305
389
Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 32
119
"No ano de 1723 governando o Estado do Pará390 João da Gama da Maia, teve
este noticia por alguns homens que iam contratar gentio ao rio Madeira, que
acima das suas cachoeiras havia habitações de gentes europeias, sem constar
ao certo se de portugueses ou de espanhóis [...].”391
390
Estado del Maranhão y Gran-Pará posteriormente Estado del Gran-Pará y Maranhão (1751), hasta la
década de 1770, cuando se divide en Estado de Pará y Rio Negro y Estado del Maranhão y Piauí (cada uno
formado por las 2 capitanías homónimas). Su incorporación efectiva al territorio brasileño se daría con la
independencia de Brasil en 1822 (Chambouleyron, Rafael, "Conquista y colonización de la Amazonía
Brasileña (s. XVII)", en Santos Pérez, José Manuel, y Petit, Pere ed., La Amazonía Brasileña en
perspectiva histórica, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2006, 11-22).
391
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido Mendes
de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, Río de Janeiro, OR
293, p. 353
392
Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues
Ferreira; y Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido
Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, Río de Janeiro,
OR 293
393
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 99
394
Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues
Ferreira; y Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido
Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, Río de Janeiro,
OR 293
395
Pinto, Emanuel Pontes, “Viagem e descobrimento ao rio Madeira e suas vertentes por Francisco de Melo
Palheta, Revista Veredas Amazônicas, 2 (2), 2012, pp. 69-86
396
Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano
de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, Edições Demócrito Rocha, Fortaleza, 2004, pp. 143-159
120
aparente generosidad ignaciana no era más que su obligación, conforme las 2 provisiones
de 1718 que ordenaban la remoción de los misioneros que no entregasen sus indios al
servicio del Estado397. Pero el hecho de que fuera necesaria una legislación que lo dictara
demuestra entre otras cosas su necesidad ante la no conformidad y desobediencia de
muchos padres, como veremos más adelante. Además, los indígenas remeros eran una
necesidad constante en dichas expediciones, dada la alta incidencia de fugas, e
imprescindibles para su continuidad.
En el medio Madeira, la expedición hizo campamento (arraial) en un
asentamiento abandonado de los Juma (grupo lingüístico Karib), delante de la Isla de las
Onças, en la que se erigieron un almacén, un puesto de guardia y una iglesia, con la
invocación de Santa Cruz de Iriumar398. José Gonçalves da Fonseca cuenta que cerca de
su campamento, en el río Urupuny399, habitaban los Mura, y que se podía avistar los
incendios que provocaban por las noches400. Posiblemente, esta práctica era usada para la
caza. Tras casi 4 meses de preparativos para poder franquear los obstáculos hidrográficos
del alto Madeira en el campamento, llegó, finalmente, el socorro solicitado a Belém401,
acompañado del Padre Sampaio, quien también estaba de paso en dirección al alto
Madeira402. En el tramo de las cachuelas, concretamente en la 5ª, llamada Mamiu (hoy
Salto do Jirau) se relata el encuentro con los indígenas Pama, con quienes no
consiguieron entenderse hasta que su língua (“lengua”) o intérprete empezó a “falar-lhe
em língua de outro gentio seus conhamena” 403 . El término “cunhamena”, del que ya
hemos tratado, es una palabra tupi para referirse a pariente político masculino (male in-
law)404. No obstante, es importante resaltar que más que denominar a una u otra persona o
grupo de personas, el término alude al tipo de relación que se tenía con ellas, el cual, en
397
Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 35
398
Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano
de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, p. 143
399
O Urupuná, cerca del río Baetas, según el editor cândido Mendes de Almeida (Fonseca, José Gonçalvez
da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a
História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, Río de Janeiro, OR 293, p. 305)
400
Ibid.
401
Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano
de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, p. 144
402
Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 400-401
403
Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano
de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, p. 148
404
Sommer, Barbara, "Alliance in the Sertão: The Competition for Power and Prestige in Eighteenth-
Century Grão-Pará", en Mello e Souza, Márcia (coord.), “Panel Sertões, Cities, and Lands: Perspectives on
the Minor Nobility in Seventeenth and Eighteenth Century Colonial Amazonia”, Congresso Internacional
Pequenas Nobrezas Nos Impérios Ibéricos do Antigo Regime, Lisboa, 18-21 de Mayo de 2011.
121
este caso, parecía ser de alianza a través de lazos matrimoniales. Sin embargo, es difícil
hacer afirmaciones cuando desconocemos el significado de cuñamena no sólo en el
discurso colonial, sino especialmente en el del cronista, de forma que no podemos
descartar la posibilidad de que se quisiera referir simplemente a una relación de alianza o
amistad. Lo que sí se nos permite inferir es acerca de las relaciones intertribales,
desarrolladas en el ámbito de los conflictos y alianzas, éstas no necesariamente
matrimoniales, sino también comerciales, guerreras, etc. En esa línea llamamos la
atención a la cuestión de la inteligibilidad lingüística, que puede contribuir mucho en la
comprensión de las relaciones intertribales. Mientras, por un lado, puede ser un indicador
de filiación lingüística, al tratarse de dialectos de una misma lengua o de la misma familia
lingüística (y posiblemente con no mucha profundidad cronológica), por otro, y
especialmente si se trata de lenguas distintas, son un indicador de relaciones intertribales,
en tanto que su inteligibilidad mutua sólo es posible pues los grupos se relacionan.
Más arriba del tramo de cachuelas del río Madeira, en un enclave indeterminado
del Mamoré-Guaporé, los miembros de la expedición relatan otro encuentro, pero con un
grupo distinto de indígenas, los Cavaripuna:
A partir del análisis de este trecho podemos extraer algunos ejemplos de temas
anteriormente abordados en este trabajo. Inicialmente, vemos la disrupción de la
organización social del grupo como consecuencia del contacto con el hombre blanco. Sin
embargo, este fenómeno se muestra mucho más complejo que una simple relación de
causa-efecto. Parece ser que no se trata de una decisión colectiva, sino que una estrategia
405
Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano
de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, p. 150
122
adaptativa de uno o algunos núcleos familiares, mientras la otra parte del grupo, al otro
lado del río, había optado por la vía del contacto con los blancos. Sería interesante poder
conocer los motivos que respaldan esta discordia de tomadas de estrategia, pero
solamente se nos permite considerar que en ambos casos se trataran de estrategias de
supervivencia y adaptación, aunque distintas en sus medios, iguales en sus fines. En
segundo lugar, tenemos otro ejemplo de la práctica del “rehén”, conforme se refiere el
propio discurso colonial, posiblemente en representación de confianza y del comienzo de
relaciones amigables o de alianza.
Como vimos en la
Fig. 19, al principio de este apartado, el padre Rodrigues en 1714 había
mencionado también en la margen izquierda del alto Madeira a los Cajaripunas.
Basándonos en fuentes posteriores del siglo XVIII que ubican tanto a los Cavaripunas406
como a los Karipuna en el tramo de las cachuelas o mencionan su reducción en la misión
del alto Madeira, podemos asumir que estos grupos corresponden a los Karipuna407. El
etnómio Karipuna (Caripuna y/o Carapuna) es otro ejemplo de denominación genérica
colonial designada a diversos grupos; además del grupo étnico del río Madeira hay
referencias a Caripuna en los ríos Solimões (Acuña)408 y Blanco409. De hecho, muchas de
las etnias que se conocen a partir del siglo XVI son creaciones coloniales410. El término
“Caripuna”, o más concretamente “cari” - vocablo tupi - tiene distintas definiciones
(hombres blancos, europeos o los “civilizados”, etc.411), sin embargo, todas coinciden en
la representación del otro. De manera que el significante “caripuna” es un concepto
exclusivo en todos sus significados, análogo al concepto de “extranjero”, puesto que no
se trata de un autónimo de ninguno de los grupos que lo utilizan, sino de una
representación de la alteridad, originalmente aborigen, pero luego incorporada por el
discurso colonial. Esta transformación de significados culturales refleja nuevas
percepciones y designaciones tanto del “extranjero” como de “ego” en cuanto grupo, y se
406
Ibid.
407
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", 311
408
Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, pp. 144-146
409
Porro, Antônio, Dicionário etno-histórico da Amazônia colonial, Instituto de Estudos Brasileiros, São
Paulo, 2007, pp. 31-32
410
Taylor, William B., y Pease, Franklin (eds.), Violence, Resistance, and Survival in the
Americas, Smithsonian Institution Press, 1994 en Boccara, Guillaume , “Mundos nuevos en las fronteras
del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos
411
Porro, Antônio, Dicionário etno-histórico da Amazônia colonial , pp. 31-32
123
plasma en la superposición de los dualismos entre clanes, tribus y etnias por nuevos como
el de indio X blanco, indígena X no-indígena, y posteriormente índio X brasileiro.
De camino de vuelta a Belém, la expedición se encontró nuevamente a los
Karipuna, pero esta vez, al otro bando, del principal Capejú:
412
Pama
413
Camateris o Mura o Matanawi¿?
414
Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano
de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, pp. 158-159
124
eran un subgrupo de los Karipuna 415 . Los Karipuna pertenecían al grupo lingüístico
Pano416, mientras que los Matiris, no se tiene certeza a qué grupo correspondían. Si nos
referimos a la
Fig. 19, Rodrigues sitúa contiguamente a los Karipuna y a los Pama a un grupo
denominado Camateris, de forma que una posible interpretación es que se trate del mismo
grupo417. Por otro lado, basándonos en las tribus que posteriormente fueron reducidas en
la primera misión del alto Madeira y en la inexistencia de cualquier mención a los Mura
en la crónica de la expedición de Palheta - un grupo muy presente en el discurso colonial
dieciochista sobre todo por su violencia y carácter aterrador - podemos sugerir la
posibilidad de que se tratara de los Mura o de los Matanawi, éste considerado por unos
una lengua aislada y por otros una lengua de la familia lingüística Mura418. No obstante,
la hipótesis de Menéndez parece más acertada, especialmente si tenemos en cuenta que
tanto el etnónimo Matiris como Camateris son exónimos fonológicamente similares
provenientes de diferentes grupos étnicos, posiblemente de distintas familias lingüísticas.
A principios de agosto de 1723 419 , la expedición de Palheta llegó con sus 10
embarcaciones a la misión de Exaltación420. La reducción impresionó bastante a los luso-
brasileños por su organización, cantidad de indígenas reducidos e iguarias421, aunque se
nota cierto exagero en el discurso del cronista cuando dice, por ejemplo, que había tanto
ganado vacuno que podía llegar de 3 a 4 mil cabezas por cada indígena422. Asimismo,
describe la organización del trabajo en la misión, según la cual se les asignaba a los
indígenas un área de cultivo, y éstos convocaban a jornaleros indígenas para labrar sus
tierras, cuya mano de obra era solicitada a los regidores; una vez finalizado el trabajo, se
les pagaba a los jornaleros423. Los regidores eran 2 y parecían estar en la cumbre de una
jerarquía social, sucedidos de 2 capitanes, y éstos a su vez de 2 alcaides. Como veremos
415
Giglioli, Enrico, “Appunti sulle condizioni attuali delle tribu indigene dell'alto Madeira e regioni
(Brasilie e Bolivia)”, en Landi, Andrea (org.) Archivio per l'Antropologia e la Etnologia, Florence, 1906,
vol. 36, 49, en Métraux, Alfred, The native tribes of Eastern Bolivia and Western Mato Grosso, p. 45-53
416
Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics", APAMNH
417
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 311
418
Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas" en Cunha, Manuela Carneiro
da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 98
419
Carta de un misionero en Exaltación de Cavibabas a su superior, 8 agosto 1723, Archivo General de
Indias, Sevilla, Audiencia de Charcas (en adelante AGI, Charcas), leg. 264, doc. 5
420
Testimonio legalizado del auto de la Audiencia de La Plata, 23 de octubre de 1724, AGI, Charcas, leg.
264, doc. 1
421
Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano
de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, pp. 155-156
422
Ibid., p. 155
423
Ibid., p. 156
125
más adelante, en la misión de Magdalena, hay referencias de que estos alcaides eran los
antiguos principales de las tribus reducidas. En el caso de que esto también fuera así en
Exaltación, aunque se tratara de una incorporación y transformación de la estructura de
poder de los grupos reducidos, es muy probable que estos nuevos status hubiesen surgido
como regalías en el contexto de amansamiento y en realidad, estuviesen acotados y
relegados dentro de una jerarquía mucho mayor en la sociedad colonial.
Esta organización del trabajo indígena era muy distinta a la llevada a cabo por la
administración colonial lusitana424. Antônio Porro considera que el trabajo indígena fue la
base para el desarrollo de la economía misionera en Brasil, mediante el Regimento das
Missões (1686-1757), con el que habría alcanzado su edad de oro, sobre todo en la
primera mitad del siglo XVIII, excluyéndose de la competencia del Estado o de la
iniciativa privada 425 . La organización de la mano de obra indígena se realizaba de la
siguiente manera: se inventariaba una vez al año a los hombres de 13 a 60 años para
designarles a las reparticiones, conforme ilustrado en el gráfico abajo (Fig. 20) 426:
424
Para un estudio más profundo sobre el trabajo indígena en la primera mitad del siglo XVIII, véase
Alden, Dauril, The Making of an Enterprise: the Society of Jesus in Portugal, its empire, and beyond, 1540-
1750, Stanford University Press, Stanford, 1996; Mello, Marcia Eliane Alves de Souza e, Fé e Império: as
Juntas das Missões nas conquistas portuguesas, Editora da Universidade Federal do Amazonas, Manaus,
2009; Leonardi, Victor, Entre Árvores e Esquecimentos: história social nos sertões do Brasil, Paralelo
15/Editora UnB, Brasília, 1996; Schwartz, Stuart B., Da América Portuguesa ao Brasil, Difel, Lisboa,
2003; etc.
425
Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 39
426
Ibid.
126
Fig. 20: Repartimiento de mano de obra indígena por la administración lusitana en
Amazonia en la primera mitad del siglo XVIII427.
427
Ibid.
428
Ibid., pp. 66-67
429
Ibid.
430
Ibid.
431
Ibid.
432
Solano, Francisco de, “Contactos hispanoportugueses en América a lo largo de la frontera brasileña”,
Revista de Indias, CSIC, Madrid, Anexo 4, 1990, 208
433
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 102
127
quien un año después finalmente autorizó a los indígenas de Moxos a empuñar armas de
fuego 434 , recibiendo la aprobación del rey de Castilla el 25 de julio de 1725 435 . Sin
embargo, los ignacianos ya habían solicitado dicha autorización meses antes de la visita
de Palheta, concretamente el 8 de abril de 1723436, la cual había sido denegada437. Esto
retrocede las primicias de tensión en la “frontera”, quizás dado al aumento de la presencia
de los bandeirantes en la zona de Cuiabá y el valle del Guaporé a finales de la década de
1710.
Denise Maldi Meireles enfatiza que Palheta había dejado una impresión de
vulnerabilidad en la frontera luso-castellana, de manera que diez años más tarde, en 1733,
una real cédula prohibía la navegación del río Madeira 438 . Sin embargo, a esta
vulnerabilidad hay que añadir otros factores, como la irresolución con respecto a los
límites territoriales – no se sabía a ciencia cierta si las minas de Cuiabá y Mato Grosso se
situaban en dominios españoles o no439 -, el proteccionismo y valor estratégico de los
nuevos yacimientos metalíferos que se descubrieron en el valle del Guaporé, cuya
extracción necesitaba ser controlada y protegida de los intereses castellanos, y finalmente,
el intento de prevenir el despoblamiento del Pará ante la fiebre del oro en Mato Groso440.
Lo cierto es que, desde al menos 1737, ya se habla de la necesidad de expulsar a los
portugueses de las minas recién descubiertas de Mato Grosso441. Eso demuestra que pese
a que el río Madeira quedara vedado por ley durante 21 años, en la praxis, eso no logró
impedir el tránsito de sertanistas, bandeirantes y exploradores como veremos a
continuación.
434
El virrey del Perú a Su Majestad, 13 de noviembre de 1724, AGI, Charcas, leg. 218, doc. 13
435
Real Cédula, 25 de julio de 1725, AGI, Charcas, 181, doc. 3
436
Memorial del procurador de la Compañía de Jesús en Perú, 8 de abril de 1723, AGI, Charcas, leg. 382,
doc. 5
437
Carta al Consejo de Indias, 5 de julio de 1723, AGI, Charcas, leg. 158, doc. 46
438
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 102
439
El marqués de Torrenueva al capitán general de Santa Cruz de la Sierra, 08 de octubre de 1738, AGI,
Charcas, leg. 161, doc. 20
440
Menéndez, Miguel, “Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira”, RMP, 305
441
El gobernador de Buenos Aires al Secretario del Estado, 23 de agosto de 1737, AGI, Charcas, leg. 161,
doc. 17
128
militares (además del debido apremio y comisión)442. Este cambio de la política lusitana
se encuadra en un contexto de vuelco en las relaciones con España, déficit del reino
lusitano y crisis europea443, y acabó produciendo resultados fructíferos, considerando que
un siglo más tarde, hacia 1750, Brasil era el mayor productor mundial de oro, con una
producción media anual de 500 mil onzas (15,5 t.)444.
La producción minera de Mato Grosso, según la clasificación de Coppola, se
insiere en el segundo ciclo del oro brasileño, cuando ya sus procesos y métodos de
extracción fueron reglamentados (1730)445. Hacia finales de la década de 1710 la bandera
de Pascoal Moreira Cabral descubrió oro en la zona de Cuiabá 446 . En el expediente
castellano sobre la demarcación de límites de 1796, se señala a los paulistas como
principales instrumentos de usurpación de los portugueses desde 1724, con su llegada a
Cuiabá, fundando la villa de Bom Jesus de Cuiabá447 hacia 1729448. Este descubrimiento
atrajo la atención de muchos, incluyendo el gobierno, bandeirantes, sertanistas,
oportunistas, entre otros, pero también la mirada de las viejas y nuevas potencias
extranjeras. Tanto es así que ya en 1726 se conocen las primeras noticias de Cuiabá por la
corona británica, aunque su localización siguiese poco conocida:
"[…] to inform your grace in what part of the Brasils the new mines were
discovered. But since find [sic], they are within the district of Cuiaba, which
they say is up the country not very remote from Nova Colonia."449
Sin embargo el “gold rush” hacia el oeste luego empezó a frenarse ante los
primeros indicios de agotamiento de las minas, y a redireccionarse hacia el norte a la
442
Veiga, Marcello Mariz da; Silva, Alberto Rogério B.; y Hinton, Jennifer J., "O garimpo de ouro na
Amazônia: aspectos tecnológicos, ambientais e sociais", en Extração de ouro: princípios, tecnologia e meio
ambiente, CETEM/MCT, Rio de Janeiro, 2002, 271-272
443
Ibid.
444
Coppola, M., “Gold Rush in Brazil”, Randol at Vancouver ‘94 - Latin America Mining
Opportunities, Vancouver, 31 de oct. – 02 de nov., 1994, 43-50, en Veiga, Marcello Mariz
da; Silva, Alberto Rogério B.; y Hinton, Jennifer J., "O garimpo de ouro na Amazônia, en Extração de
ouro: princípios, tecnologia e meio ambiente, 271-272
445
Ibid.
446
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 307-308
447
Futuramente capital de la provincia de Mato Groso.
448
"Extracto del expediente sobre la demarcación de límites con el Portugal en la América Meridional
(1796)", Servicio Histórico Militar, Madrid, Colección de documentos, sig. nº. 5.1.1.4 en Beerman,
Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, Compañía Literaria, Madrid,
1996, pp. 95-115.
449
“[…] informar a su eminencia de la ubicación donde fueron descubiertas las minas en Brasil. Se ha
constatado que están dentro del distrito de Cuiabá, que se encuentra en el interior del país, no demasiado
lejos de Nova Colonia.”; Brigadier General James Dormer to State Secretary, June 15 th 1726, The National
Archives, Londres (en adelante, NA), SP 89/33, f. 131 (traducción personal).
129
cuenca del Guaporé. Segundo el historiador británico, Robert Southey, los primeros
yacimientos auríferos fueron descubiertos sobre el río Sararé en 1734, por el paulista
Antônio Fernandes de Abreu y en el Galera (otro afluente del Guaporé) por los hermanos
Fernando y Artur Paes de Barros 450. Los bandeirantes y sertanistas también encontraron
oro en los ríos Alegre y Corumbiara; además de movidos por la fiebre del oro, buscaban
otros medios de ganarse la vida, mediante la captura y comercio de drogas del sertão e
indígenas, sobre todo a los Pareci, Cabixi, Mequens y Corumbiara, entre muchos otros
grupos que habitaban el valle del Guaporé451.
A lo largo de la década de 1730 se fundaron núcleos de poblamiento alrededor de
las yacijas mineras, como es el caso de San Francisco Xavier, donde hacia 1736 ya vivían
cerca de 500 personas, Pouso Alegre (futura capital de la capitanía), entre muchos otros
asentamientos dispersos, también llamados “arraiais” (campamentos), como el de Isla
Comprida 452 . Estos núcleos de asentamiento suplían las minas de los medios de
producción y subsistencia, por un lado, y de fuerza de producción por otro, al ejercer de
punto de partida de las tropas de rescate. Esta fuerza de producción se constituía de mano
de obra indígena, pero especialmente de la negra, cuya introducción en la región, produjo
muchos cambios no sólo en la economía, sino también en las relaciones interétnicas, y
consiguientemente en el conjunto de la sociedad y su demografía.
Desde el principio, tanto el coste como el abastecimiento de víveres supusieron un
problema. Pero esa situación de escasez se veía contrabalanceada por las oportunidades
que prometía la abundancia de oro, que, según se cuenta, se encontraba a ras del suelo453.
No obstante, en cuestión de menos de una década el oro empezó a agotarse, lo cual,
sumándose a una inflación desenfrenada, volvía penosa y prácticamente insostenible la
subsistencia de los campamentos auríferos (arraiais). Esta inflación estuvo
probablemente relacionada a la especulación, por un lado, suscitada con la fiebre del oro,
y, por otro, derivada de la dificultad de manutención de la economía de la región. El
aprovisionamiento de las minas de Cuiabá y Mato Groso se daba sobre todo a través de
450
Southey, Robert, História do Brasil, p. 176
451
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, século XVIII, p. 104
452
Ibid., pp. 103-116
453
James Dormer al Secretario del Estado, 15 de junio de 1726, NA, SP 89/33, f. 131
130
los monzones del sur (monções) por la ruta transcapitanial (fluvial y terrestre) São Paulo-
Goiás454 hasta Cuiabá y el valle del Guaporé (futuramente capitanía de Mato Groso).
Este contexto de decadencia metalífera fue promovedor de nuevas exploraciones
organizadas por bandeirantes y sertanistas, entre la que cabe destacar la de Manuel Félix
de Lima, que en 1742, salió desde el río Sararé, navegando por el Guaporé, Itonamas,
recorriendo todo el curso del Madeira hasta llegar a Belém del Pará. Inicialmente, estaba
constituida de 50 hombres, entre los cuales había paulistas, como João Barbosa Borba
Gato, Antonio de Almeida Moraes, Mateus Correia Leme y Francisco Leme do Prado,
reinóis455, forajidos, endeudados, así como indígenas y esclavos456. No obstante, en vista
de los peligros de los “gentíos” de la zona, menos de 36 hombres concluyeron la
expedición457. Se llega a visitar algunas misiones castellanas en el Guaporé (San Miguel)
y en los Moxos (Magdalena), las cuales se describen exhaustivamente y, una vez más, se
exaltan por su prosperidad, cantidad de habitantes, desarrollo de la producción
agropecuaria y artesanal, y especialmente por su potencia militar, con verdaderos
ejércitos de caballeros y arqueros, como era el caso de la misión de la Magdalena. En
ésta, por ejemplo, se hace mención de que a los caciques de los grupos reducidos se les
asignaban el cargo de alcaides 458 . Éste es un ejemplo más de la asimilación e
incorporación de las estructuras político-sociales, especialmente de poder, en las nuevas
“micro-sociedades” que se constituyen - o se reconstruyen - en las misiones, un
fenómeno del que hemos tratado anteriormente.
Además de la visita a las misiones se describen, aunque con bastantes menos
detalles, encuentros fortuitos con indígenas en el bajo Guaporé y en el alto Madeira. Por
poner un ejemplo, Southey nos hace llegar la referencia a un encuentro entre una indígena
con dos niños, que, ante la supuesta demostración por parte de Manuel Félix de tomar a
uno de los pequeños, le ofrece a uno de ellos, de color claro y pelirrojo, a cambio de
regalías 459. Manuel Félix interpreta que el niño no era hijo de la indígena; pero no son
pocas las referencias a individuos o incluso grupos enteros de piel clara, pelirrojos e
454
La Capitanía de Goiás fue creada en 1737, en el contexto del Gold Rush y la prohibición de la
navegación del río Madeira.
455
Equivalente a “peninsular”; término usado en aquel entonces para referirse a los nacidos en Portugal
(Southey, Robert, História do Brasil, p. 177)
456
Ibid., pp. 177-178
457
Ibid.
458
Ibid., p. 186
459
Ibid., p. 179
131
incluso con pecas460. Esto puede tener varias explicaciones, la más plausible siendo el
fruto del imaginario colonial acerca del exotismo indígena y de la estereotipación de un
grupo con base en características de un sólo individuo. Pero otras podrían explicarse por
la existencia de mestizos, cautivos de otros grupos indígenas y/o no-indígenas, o
simplemente de albinos. Por otro lado, quizás sea más interesante preguntarnos el motivo
por el cual la indígena elegiría a un niño y no al otro. Sin embargo, esta es una cuestión
difícil de contestar puesto que, en este caso, desconocemos el significado para los actores
envueltos de entregar a un niño. Posibles respuestas podrían ir desde el simple hecho de
que no fuera hijo de la indígena (un cautivo por ejemplo), hasta un rechazo o especial
aprecio por el niño por distinguirse y/o no encuadrarse en los padrones “etnobiológico-
culturales” de su grupo.
A partir de la fundación de la villa de Cuiabá con su incipiente maquinaria estatal,
también se organizaron expediciones gubernamentales de reconocimiento desde el sur,
Guaporé abajo. En 1743, el oidor de Cuiabá, João Gonçalves Pereira, convocó 2
expediciones para el reconocimiento estratégico del valle del Guaporé, con la intención
de establecer relaciones comerciales con el dominio castellano461 y, según Denise Maldi
Meireles, con vistas a una posible invasión. Las expediciones fueron comandadas
respectivamente por Francisco Leme do Prado (miembro de la expedición de Manuel
Félix) y José Barbosa de Sá, llegando a algunas misiones castellanas, como la de
Exaltación, y dando noticias de muchas otras en los ríos Baures y Mamoré 462. En lo
tocante al contenido etnográfico, la “relación” del cronista José Barbosa de Sá, escrita en
la década de los 70 del siglo XVIII, enumera sobre todo a los grupos amerindios de las
cuencas de los ríos Cuiabá y Paraguay463.
En la visita de Manuel Félix a las misiones jesuitas del oriente peruano, pese a su
cálida acogida, ya se pudo denotar un cambio en la actitud de los castellanos, por orden
460
Por ejemplo, la descripción de una tribu de los Karipuna, en Fr. José Maria de Macerata, Descrição das
diversas nações de índios que residem em diversos lugares da província de Mato Grosso, Cuyabá, 5 de
dezembro de 1843, IHGB, Lata 763, Pasta 19
461
Ferreira, Mario Clemente, “Colonos e Estado na revelação do espaço e na formação territorial de Mato
Grosso no Século XVIII: notas de uma investigação”, Congresso Internacional O espaço atlântico de
Antigo Regime: poderes e sociedades, Lisboa, 2-5 de novembro de 2005, p. 3
462
Sá, José Barbosa de, Rellaçao das povoaçoes do Cuyabá e Mato Grosso de seos principios thé os
prezentes tempos, 1775, en Presotti, Thereza Martha, “A conquista dos sertões do Cuiabá e do Mato
Grosso: os numerosos reinos de gentios e a ‘guerra justa’ aos paiaguá (1719-1748)”, Anais do XXIII
Simpósio Nacional de História – História: guerra e paz, ANPUH, Londrina, 2005, p. 2
463
Ibid.
132
de Santa Cruz464. A partir de estas fechas, la corona española dio inicio a una política de
ocupación efectiva del Guaporé por los jesuitas, estableciéndose en su margen derecha,
con el traslado de la misión de San Miguel a este río y posteriormente la fundación de las
misiones de Santa Rosa y San Simón465. Con esto, se les asignaba una función defensiva
a las misiones por un lado, y por otro a los misioneros e indígenas, como sus guardianes.
En 1749, por ejemplo, el padre castellano Raymundo Laines, misionero de esta
última, intentó levantar cruz en la Isla Comprida (medio Guaporé) 466. Sin embargo, él fue
impedido de su misión por João de Souza de Azevedo, que se encontraba de paso por la
isla, tras haber previamente conducido una comitiva de casi 200 personas entre blancos,
mestizos, esclavos y soldados entre Belém y Mato Groso 467 destinada a custodiar las
minas468. Hay referencia de que en la Isla Comprida había un arraial (campamento) con
12 habitantes, 6 blancos (3 de ellos de Portugal) y 6 mestizos 469 . Estos “régulos do
sertão”470, como define Ângela Domingues, eran desertores de Mato Groso por deudas o
delitos, que vivían fuera del control de la sociedad colonial y de la jurisdicción civil-
eclesiástica, subsistiendo de la captura y comercio de indígenas, entre otras “drogas”:
"O seu exercício é entrarem pelos sertões vizinhos até onde lhes rasteja sinal de
haver gentio, e depois de indagarem a força e situação de qualquer aldeia ou
esperam alguma maloca que sai ao campo na diligência de colher sustento,
saindo-lhe de repente e atemorizando-os com tiros os fazem prisioneiros, ou se
a aldeia ou arraial de qualquer gentio é de pequeno número, a horas de
silêncio lhe dão assalto e depois de algum estrago de mortes amarram os que
não puderam fugir [...] reservando o melhor dela para o seu uso, vendem o que
lhes resta para o povoado por meio de passadores que moram nos pantanais
464
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874,
BNRJ, OR 293, p. 321
465
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, pp. 85-114
466
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874,
BNRJ, OR 293, pp. 393-394
467
Ibid.
468
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 298
469
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874,
BNRJ, OR 293, p. 392
470
“Régulos del sertão” (Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, pp. 49-50).
133
[...] para deste detestável negócio lhes resultar o que necessitam para vestuário
e de pólvora e chumbo para repetição de novos insultos."471
471
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874,
BNRJ, OR 293, pp. 392-393
472
Sommer, Barbara, "Cracking down on the cunhamenas”, Journal of Latin American Studies, 767-791
473
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 54
474
Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 61
475
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874,
BNRJ, OR 293, pp. 392-393
476
Ibid., pp. 359-392
134
El extracto que acabamos de leer, retrata no sólo la contratación del servicio de
dos mestizos de Mato Groso por los ignacianos, sino su alojamiento dentro de la misión.
Con base a esto, podemos suponer que las relaciones entre castellanos, en este caso
representados por los misioneros, indígenas reducidos y los luso-brasileños eran mucho
más comunes y fluidas de lo que inicialmente se pudiera pensar, sobre todo considerando
las trabas políticas y económicas impuestas por la administración colonial, o al menos sus
esfuerzos. Esto demuestra además, el rol de los sertanistas de articulador entre distintos
ámbitos culturales, el castellano, el portugués y el amerindio (y probablemente otros), los
cuales se configuraban en un espacio cultural nuevo caracterizado por fronteras múltiples
y más allá de una, la frontera colonial.
De manera general, la deserción a los dominios españoles, así como la rebelión y
los ataques a comunidades luso-brasileñas eran formas de resistencia a las que recurrían
los amerindios reducidos ante la actuación de las tropas de rescate 477 y los abusos y
negligencia por parte de los misioneros. Tal fue el caso de los indígenas habitantes de la
Isla Comprida, que tuvieron que refugiarse en la misión castellana de San Nicolás, en la
cabecera del río Baures 478 . Sin embargo, los indígenas no eran los únicos prófugos.
También encontramos referencias a misioneros del lado portugués que habían “cruzado”
la frontera a refugiarse en dominios castellanos. De ello son ejemplos los casos del
misionero de la expedición de Gonçalves da Fonseca que pide - y recibe - “asilo” en la
misión castellana de Santa Rosa479, y de otro misionero que, algunos años después de la
expedición de Palheta, llegó a la misión de Exaltación acompañado de una tropa,
huyendo desde Bahía por crímenes graves, y que tras un largo viaje, solicitaba la entrada
al Virreinato del Perú, la cual le fue denegada480.
Como se ha dicho anteriormente, la figura del intermediario emerge de manera
indisociable de la configuración del espacio del sertão y su frontera 481 . Posiblemente
podamos plantear que, al menos en la primera mitad del siglo XVIII, mientras del lado
portugués, los guardianes de la frontera, más que los indígenas, eran los sertanistas, en
tanto que régulos de tierras de nadie, del lado español, lo eran los misioneros, con su
477
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 56
478
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874,
BNRJ, OR 293, p. 397
479
Ibid., pp. 359-392
480
Anónimo, Cópia manuscrita sobre visitas às missões dos padres da Companhia de Jesus, (s/l), (s/f.),
IHGB, Lata 762, Pasta 16.
481
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 49
135
actuación bien consolidada y en expansión, y los indígenas moxeños, amansados y
armados. Mientras tanto, la empresa luso-jesuítica al otro lado de la frontera encontraba
dificultades en consolidarse.
482
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874,
BNRJ, OR 293, p. 321
483
Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 401
484
Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 41
485
Ibid., pp. 59-60
486
Ibid.
487
Amazonas, Lourenço da Silva Araujo, Dicionário Topográfico Descritivo da Comarca do Amazonas,
Recife, 1852, p. 60-62, en Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 61; y Baena, Antônio, Compendio das Ervas da
Província do Pará, Typographia de Santos & Irmãos, Pará, 1838, en Pinto, Alfredo Moreira, Apontamentos
para o Dicionário Geográfico do Brasil, vol. 2, Imprensa Nacional, Rio de Janeiro, 1896, p. 659
488
Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 39
489
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874,
BNRJ, OR 293, p. 321
136
de 4 traslados a un enclave denominado Piucam o Paraxião, en la boca del río Ji-
Paraná490.
Como podemos constatar, además del peligro constante de incursiones de grupos
no reducidos, como los Mura, la misión también estaba a la merced de los sertanistas y
las tropas de rescate, por un lado, y de la insalubridad de su entorno y las subsecuentes
enfermedades por otro. Ante esta situación, a las muertes y bajas, respectivamente, se les
había que sumar las deserciones. Hay referencias, por ejemplo, de que hubo momentos en
que algunos jefes Torá quisieron volver a sus antiguos campamentos en el río Maici491.
No queda muy claro cuántos traslados sufrió la misión de Santo Antônio en el río
Madeira, pero ciertamente estuvo en 4 o 5 enclaves distintos. Tampoco parece haber
acuerdo en cuanto a su fundación y localización iniciales. Autores como Vitor Hugo, por
ejemplo, dicen que ya antes de 1728, el padre Sampaio hubiera establecido un núcleo de
indígenas amansados cerca de la primera cachuela del río Madeira, de emplazamiento
indeterminado, y que al volver en 1728, esta vez acompañado del padre auxiliar Manuel
Fernandes, eligieron un lugar más al norte de la primera ubicación, llamado Araretama,
antes del río Jamari pero también de localización indeterminada492. Esta posición se ve
defendida por otra referencia, que cuenta que ya en 1724 un gran grupo de indígenas
Purupurus, de la margen izquierda del Madeira (vide
Fig. 19) había sido reducido en la misión de Trocano 493. Por otro lado, en los
“Apontamentos para o dicionário geográfico do Brasil” 494 , se describe una primera
fundación en 1728 cerca de la cachuela de Santo Antônio, luego trasladada a la boca del
río Jamari. Sin embargo, entre todas estas referencias, la que parece más aceptable, es la
de José Gonçalves da Fonseca de 1749, que identifica la primera fundación, como
expresamos inicialmente, en una ensenada entre la primera cachuela del río Madeira y el
río Jamari, apoyándose entre otros factores, en la presencia de muchos cítricos en ese
paraje495, cultivo asociado a la colonización europea, por tratarse de especies alóctonas496.
490
Noronha, José Monteiro de, "Roteiro da viagem da cidade do Pará até as últimas colônias do sertão da
província (1768)", RIGHB, 150, Rio de Janeiro, jul.-set. 1989, nº. 364: 490
491
Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 62
492
Ibid., p. 39
493
Caeiro, José, Primeira publicação após 160 anos do manuscrito inédito de José Caeiro, p. 495, en
Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e
indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282
494
Pinto, Alfredo Moreira, Apontamentos para o Dicionário Geográfico do Brasil, p. 659
495
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de
Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293
137
De una forma o de otra, podemos observar que por los diversos motivos
previamente explicitados, se produjeron sucesivos movimientos río Madeira abajo, el
siguiente de los cuales fue hacia la desembocadura del río Baetas, ya bajo el nombre de
Trocano, conforme José Moraes, en 1742497. Según este cronista, la corona portuguesa
debería preocuparse no sólo de conservar la misión en su lugar sino de fundar otras,
especialmente más allá de las cachuelas, para asegurar sus dominios, señalando además la
negligencia del gobierno portugués hacia los ignacianos y sus peticiones para sortear las
carencias y amenazas a las que estaban sujetos498. Sin embargo, una excepción a este caso
- o mejor, descaso -, se produjo cuando José da Gama envió a los misioneros de Trocano
dos pedreiros499 (especie de cañones), para ahuyentar a los Mura a base de tiros; este
hecho fue “mal” interpretado por el Marqués de Pombal 500 como un intento de
armamiento por parte de los jesuitas, o al menos se usó como una excusa más para
respaldar su expulsión.
Es importante resaltar que la localización y denominación no sólo de los distintos
grupos étnicos, como de las misiones jesuíticas se presentan muchas veces de manera
bastante confusa en las fuentes etnohistóricas y, para las últimas, incluso en los catálogos
de la Compañía de Jesús 501 . En el Catalogus Maragnonensis 502 del Archivo de la
Compañía de Jesús, la misión de Santo Antônio das Cachoeiras permanece con ese
nombre hasta 1740; el siguiente, de 1744, ya trae la denominación de Trocano. De hecho,
en su paso por el alto Madeira, en 1742, Manuel Félix cuenta haber avistado los destrozos
de la misión de Santo Antônio, así como la persistencia de indígenas “salvajes” en el
entorno 503 . Sin embargo, los relatos oriundos de la expedición de Manuel Félix
proporcionan pocos detalles o precisiones geográficas y etnográficas. Esta falta de
cientificismo, cuya preocupación es latente en las crónicas de expediciones organizadas
por el gobierno, se explica en parte por el carácter improvisado y por el propio fin de la
496
Para más información sobre las especies vegetales y animales introducidas por los europeos, véase
Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, pp. 58-142
497
Moraes, José, "História da Companhia de Jesus da Província do Maranhão que as reaes cinzas da
Fidelíssima Rainha Senhora nossa D. Mariana d'Austria oferece seu autor o Padre José de Moraes, filho da
mesma província, anno de 1759", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do
Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 077, 004, 025.
498
Ibid.
499
Tipo de artillería que tenían los jesuitas en el río Amazonas (Ibid.).
500
Ibid.
501
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 302
502
Catalogus Maragnonensis, Brasilia, 27, 123v., Archivum Societatis Iesus Romanorum, Roma, en Leite,
Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 392
503
Southey, Robert, História do Brasil, p. 192
138
expedición, el cual desde luego no era prestar cuentas al gobierno colonial. Por otro lado,
al tener contacto con las misiones castellanas, y tras una estancia de al menos 3 semanas
en la misión de la Magdalena, el sertanista guiado por el oportunismo, se advirtió del
potencial de la información que había recogido, y una vez de vuelta a Portugal, intentaría
sacarle provecho ante la corona lusitana. No obstante, para su infortunio, fue encarcelado,
puesto que, como hemos visto anteriormente, la navegación del río Madeira – y las
relaciones comerciales con los castellanos – estuvo prohibida por ley hasta 1752.
A pesar de ello, todavía en el año de 1749, el gobierno del Pará organizó una
segunda expedición de reconocimiento a mando de Luiz Fagundes Machado504, la cual en
adelante será referida por su cronista, José Gonçalves da Fonseca. En 9 meses de viaje, la
expedición compuesta de cerca de 100 miembros entre blancos e indios recorrió el río
Amazonas desde Belém del Pará hasta São Francisco Xavier en la capitanía de Mato
Grosso 505 . La información contenida en la crónica de dicha expedición consiste
especialmente de información geográfica y etnográfica del alto Madeira, pero en lo
tocante a ésta hay especial destaque para la región del alto y medio curso del río Guaporé
incluyendo las misiones castellanas en este río y en los Moxos. Siguiendo el mismo
trayecto de la expedición, procedamos al análisis de su contenido etnográfico.
La itinerancia de la misión de Santo Antônio das Cachoeiras no parece ser
exclusiva del alto curso del río Madeira; al acercarse a su confluencia con el Amazonas,
Gonçalves da Fonseca cuenta que, en 1745, la misión de Abacaxis también tuvo que
trasladarse, en este caso a la margen izquierda del Amazonas, con la designación de
Itacoatiara506, siendo luego elevada a villa, bajo el nombre portugués de Serpa507. Moraes
explica ese traslado por motivos de insalubridad del lugar y de los aires508. Sea como
fuere, se marchaban pero no abandonaban las molestias. Al encontrarse a la población de
Itacoatiara, José Gonçalves da Fonseca perfila una imagen poco optimista:
504
Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 401
505
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de
Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293, p. 352
506
Significa “piedras pintadas” en tupi (Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-
Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do
Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293, p. 290).
507
Moraes, José, "História da Companhia de Jesus da Província do Maranhão”, en Almeida, Cândido
Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ,
OR 077, 004, 025.
508
Ibid.
139
“Pelas mortandades que tem experimentado não só pela malignidade do clima,
mas pelos dois contágios de bexiga509 e sarampo, que afligiram o Estado desde
o ano de 1743 até o presente de 49, se acha com menos da terça parte dos
habitadores, os quais só de índios de guerra e serviço passavam de mil em
tempo que os administrava o Padre João de S. Paio da Companhia [...].”510
509
(Varicela)
510
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de
Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293, p. 290
511
Hacia 1768, Itacoatiara estaba poblada de grupos Iruri y Arara provenientes de la antigua misión de
Abacaxis (Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP,
302).
512
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de
Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293
513
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 54
514
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de
Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293
140
complejas, no tanto por su organización político-social, pero sin duda en lo que a las
relaciones interétnicas se refiere.
Desde la misión de Trocano, en menos de un día de viaje ya se podían encontrar a
los Mura, hasta el punto de que para protegerse, su misionero vivía en una casa
atrincherada515. No obstante, la presencia de “gentíos salvajes” río Madeira arriba no era
la única, sino que también se encontraban hombres blancos, venidos del Pará, como
hemos visto en el capítulo 1.3, y ya en el medio y bajo curso del Guaporé, venidos desde
Cuiabá y São Paulo más tardíamente. Tal es el caso de los propietarios de haciendas
Joaquim Ferreira Chavez y Tristão da Cunha Gago, miembros de la expedición de
Manuel Félix, que habían desertado a los pantanales del medio Guaporé tras recibir plaza
de soldado en Mato Groso como castigo por su expedición ilegal por el Madeira516. El
cronista menciona que esas haciendas usaban sobre todo mano de obra indígena
“rescatada” de los entornos, con excepción de la de Ferreira Chavez, cuya mano de obra
era de esclavos negros de Guinea517. Esto demuestra que a pesar del alto contingente de
negros introducidos en la región para la explotación de las minas, la mano de obra
indígena inicialmente resultaba más accesible debido a los altos costes tanto de los
propios esclavos negros como de su transporte. Otra vía de introducción de esclavos
negros en el alto Madeira, aunque posterior, fue desde el Pará, sin embargo, como
veremos más adelante, ese suministro nunca llegó a alcanzar las previsiones
gubernamentales deseadas.
Otro ejemplo eran los productores de cacao provenientes del Pará, José João, que
habitaba la isla que lleva su nombre, y Antônio Correa, en la isla de los Araras, poblada
también por la etnia homónima518. Sin embargo, es de los Mura que constan ataques en la
isla, tanto a los miembros de la expedición como a sus habitantes “amerindo-luso-
brasileños”, resultando en la muerte de al menos cinco indígenas domésticos del
productor paraense. Probablemente esas factorías de cacao, al igual que las misiones pero
desde una mirada aún más microscópica, también consistían micro-sociedades al estar
conformadas por nuevas agrupaciones y distintos grupos, a saber: luso-brasileños,
515
Ibid.
516
Ibid., pp. 406-407
517
Ibid, p. 414
518
Ibid.
141
indígenas probablemente del Pará, indígenas Arara 519, y contactos ocasionales con los
Mura. De manera general, las reducciones y haciendas520, y probablemente las factorías
eran los principales destinos de los indígenas rescatados. Lamentablemente se desconoce
la dimensión y el arraigo de estas factorías, aunque sí se sabe que los cacaotales – y
castañales - se extendían por las márgenes del medio y alto Madeira521. Es importante
resaltar que esta presencia colonial estaba limitada al curso de los ríos Madeira y
Guaporé, siendo prácticamente inexistente la penetración hacia el interior del
continente522. Acerca de esa presencia seglar - y secular - en el alto Madeira, aunque
esporádica, y de su importancia en la producción extrativista de las drogas do sertão,
Gonçalves da Fonseca hace referencia al río Jamari, destacando que:
“Este rio Jamary é de maior nome no Pará, do que outro qualquer dos que
desaguam no Madeira, e a razão é porque este rio tem grande abundância de
cacau silvestre, que os moradores do Pará vêm colher no tempo de estar
sazonado, juntando-se para este efeito quatro e cinco canoas para
incorporadas resistirem às invasões dos Muras [...].”523
Sin embargo, poco antes de alcanzar la desembocadura del río Ji-Paraná524, dan
noticia de una suerte de puestos de vigilancia cubiertos de paja, que según Gonçalves da
Fonseca, son usados por los indígenas para registrar lo que se pasa en el río y para buscar
playas para la pesca525. De ser así, ello indicaría una presencia más intensa en la región,
aunque de manera estacional, en el contexto del tránsito de barcos extractores de cacao.
519
Arara es una denominación genérica que encontramos para muchos grupos étnicos de la Amazonia.
Siendo así, los Arara del río Madeira pertenecen a un grupo distinto de aquellos de los ríos Tocantins y
Xingu de lengua Karib (Leonel, Mauro, Etnodicéia uruéu-au-au: o endocolonialismo e os índios no centro
de Rondônia, Iedusp/Iamá/Fapesp, São Paulo, 1995, en Fonseca, Dante Ribeiro; Monteiro, Lucineide
Rodrigues; Kara’yâ Pew Arara, Sebastião; y Macieira, Maria do Socorro Beltrão, "Diálogo: memória
mítica do poco Karo e colonização de Rondônia", Revista Igarapé, 2, UNIR, Sept. de 2013,
http://www.periodicos.unir.br/index.php/igarape - consultado el 07/12/2013)
520
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 55
521
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de
Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293
522
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 307-308
523
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de
Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293
524
“Machado do mar” (Hacha del mar) en tupi, debido a los mariscos que se parecían a las ostras
empleadas como herramienta para cortar pequeños palos (Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da
cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a
História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293). Sin embargo, hay que
recordar que los indígenas que acompañaban la expedición provenían del Pará.
525
Ibid.
142
Tampoco se puede descartar que fueran usadas alternativamente por los propios
sertanistas, en defensa de los Mura.
La expedición, además de describir las 17 misiones castellanas de los Moxos,
entre otras del área montañosa de Apolobamba, visitó las misiones de Santa Rosa y San
Miguel en el río Guaporé. Acerca de la misión de Santa Rosa, resalta la desilusión de los
indígenas recién reducidos con respecto a la administración castellana, al no haber
recibido los útiles que se les habían prometido, debiendo ellos recurrir a sus antiguas
herramientas de piedra, como cuando aún no habían sido “civilizados”526. Al acercarse a
ambas misiones, el primer contacto con los indígenas reducidos era bastante similar; eran
recibidos por la saludación aparentemente usual, en castellano: "Amigos, amigos
cristianos por la gracia de Dios", seguido del nombre de la misión, “San Miguel, San
Miguel,…”527. En esa expresión de saludo, se pueden identificar 3 elementos claves de
identidad (identificación de sí mismos) y de alteridad (identificación de los otros) por
parte de los indígenas reducidos: Amistad/Enemistad, Cristiandad/Incivilidad y
Reducción/Salvajismo. Estos dualismos son rasgos culturales ideológicos del proceso de
etnogénesis en el contexto de las relaciones entre indígenas reducidos y no-indígenas.
Rasgos culturales adscriptivos y exclusivos que posiblemente han sucedido a algunas
dicotomías 528 como tribu/linaje, etnia/lengua y “vasallaje”/alianza, y precedido a otras
como status jurídico/raza, clase social/patria y Estados aliados/ Estados enemigos.
Otra inferencia que podemos hacer en esta reflexión es acerca de la frontera, o
mejor, de su inexistencia en cuanto límites territoriales entre imperios. Muy al contrario,
las fronteras que sí se dejaban percibir eran otras, es decir, aunque se tratara del mismo
significante – “frontera” - tenía distintos significados (culturales). Podemos observar, así,
que en la primera mitad del siglo XVIII las fronteras en la región del alto Madeira eran
más bien etnoculturales y coloniales, o en otras palabras, antes de castellanos o
portugueses, eran cristianos, y eso, ya de por sí, constituía una alianza tácita avalada por
la fe ante la barbarie. Por otro lado, veremos cómo esta situación se irá cambiando
conforme nos acercamos a mediados del siglo XVIII. Complementariamente, a partir de
esa “inflexión”, consideramos otra referencia a la misión de San Miguel, que relata que
mientras los indígenas evangelizados no se asustaban al avistar a los portugueses, los
526
Ibid., pp. 359-392
527
Ibid.
528
No necesariamente dualismos.
143
“bárbaros” huían aterrorizados gritando “Cristiano, Cristiano”529. Éste es otro ejemplo de
distintos significados culturales para un mismo significante: “cristiano”; un rasgo cultural
de significado adscriptivo, como vimos anteriormente, ahora en su significado exclusivo.
No obstante, esto no significa que dentro de las misiones o entre misiones, estos
elementos de identidad y estos roles coloniales fueran los mismos o tuviesen los mismos
significados que acabamos de señalar. Probablemente, no los eran. Sería muy interesante
conocer la forma como los indígenas reducidos veían y se identificaban ante otros
indígenas reducidos de su propia misión y de otras así como a los indígenas no
amansados, y vice-versa. Puesto que los rasgos culturales que los definen como grupo o
unidad con respecto a otros grupos se configuran según cómo se relacionaban.
La carta del jesuita Bento da Fonseca, redactada 1 mes antes del inicio de la
expedición de José Gonçalves da Fonseca, cuenta que tras fundar la misión de Santo
Antônio das Cachoeiras, el padre Sampaio también llegó a las misiones castellanas del
Perú, y que después de eso se produjeron (al menos) dos viajes por el río Madeira,
respectivamente de los luso-brasileños Manoel Teles, Joaquim Ferreira Chaves 530 y
Miguel da Silva, y Gaspar Barbosa Lima, quienes habían bajado desde las minas de Mato
Grosso al Pará531. Muchos de ellos recibieron un castigo a su llegada por haber infligido
la ley que prohibía la navegación por el Madeira; tal es el caso de Joaquim Ferreira
Chaves, conforme vimos anteriormente, que desertó a Mato Groso tras recibir plaza de
soldado en el Pará 532 . Adicionalmente, analizando fuentes documentales castellanas,
encontramos referencias a expediciones al río Mamoré llegando a Santa Cruz de la Sierra
en 1741, y al río Beni, el año de 1749 o 1750, alcanzando el río Apurimã (Abunã/Abuná);
según los castellanos, los portugueses habían registrado todos los ríos navegables de la
región 533 . Es muy probable que tras la fundación de la misión en el alto Madeira, el
529
Anónimo, Cópia manuscrita sobre visitas às missões dos padres da Companhia de Jesus, (s/l), (s/f.),
IHGB, Lata 762, Pasta 16.
530
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 298
531
Carta do Padre Bento da Fonseca sobre o descobrimento do Rio Amazonas a um Padre que esteve no
Maranhão, Lisboa 14 de junho de 1749, en Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, 9:
395-396
532
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de
Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293, pp. 406-407
533
Relación de las poblaciones y fortificaciones que desde la línea de Alejandro VI al poniente han
formado los Portugueses comprendiendo solamente lo que se han intentado desde la altura de la Asunción
del Paraguay hacia el Norte, 1750, Archivo General de Indias, Sevilla, Audencia de Buenos Aires (en
adelante, AGI, Buenos Aires), leg. 535, doc. 4
144
tránsito tanto de los padres 534 como de otros, regatões, etc., se produjera con mayor
frecuencia por las cachuelas y los afluentes del Madeira, incluyendo el Mamoré. En la
tabla a continuación (Fig. 21) ilustramos los grupos étnicos referidos en las crónicas de
las expediciones de la primera mitad del siglo XVIII recogidas en este trabajo:
534
Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, 3: 401
145
Especificación
Expedición Fecha Grupo/Etnia Localización Misiones Obs.
geográfica
Delante de Isla de las
Iumas [Jumas] Río Madeira - -
Onças
Francisco
Cavaripuna
de Mello 1723 Río Guaporé - - -
[Karipuna]
Palheta
Apamas 5ª cachuela [Salto do
Río Madeira - -
[Pamas] Jirau]
Aricoroni* - - - -
Urumus* - - - -
[Chapada de los
Cabixis - - Se les
Parecis ¿?]
incorporaron los
Manuel [Chapada de los
1742 Mambarés - - Parecis
Félix Parecis ¿?]
Murés Río Baures Moxos -
-
[Moré/Itene] Río Guaporé - Pacíficos
Chapada de los
Parecis - - Extintos
Parecis
Francisco
Leme do 1743 - - - -
Prado Morés*
José [1743]
- - - -
Barbosa 1775
Ilha dos Araras Cerca de la boca del
Araras - -
(en río Madeira) Aripuanã
Ferreirús Río Abuná - - -
Chiribas - - -
Chumanos - - -
Río Beni
Romanos - - -
Toromonas - - -
A oeste de
Movima - - -
Exaltación
500 hab. (150
Aricoroni - - Santa Rosa
armas)
Moré - - San Miguel 4.000 hab.
José
Moré - - San Simón 1746 fund.
Gonçalves 1749
Cagecerês - - San Simón -
da Fonseca
Cagecerês - -
Causinos - - San Simón 300
Causinos - - San Miguel -
Causinos - - - -
Jaguarotás - - -
Mequens - - -
Guatarós Entre río San - San Miguel -
Guatarós Simón y - San Simón -
Guatarós Corumbiara - - -
Cagecerês - - -
Morés - - -
Mequens Margen derecha Cerca de Isla - -
146
del Guaporé Comprida
Ababás - - - -
Paivajaes - - - -
Urupunás - - - -
Chapada de los
Travessões - - -
Parecis
Chapada de los
Pataqui(n)s - - -
Parecis
Ameões - - - -
Guaiarotás - - - -
Afluente del
Guaraiutá Río Cavaleiro - -
Guaporé
Corumbiara Río Corumbiara - - -
Cerca de
Amiós cabeceras de río - - -
Cavaleiro
Guazaités - - - -
Maurés
- - San Miguel -
[Morés¿?]
Maurés
- - San Simón -
[Morés¿?]
Taquaras - - San Miguel -
Taquaras - - San Simón -
* Cópia manuscrita sobre visitas às missões dos padres da Companhia de Jesus, IHGB, Río de Janeiro, Lata 762, Pasta 16
Fig. 21: Relación de grupos étnicos en el complejo Madeira-Mamoré-Guaporé según las fuentes etnohistóricas
de la primera mitad del siglo XVIII535.
535
Fuentes: Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano
de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil; Southey, Robert, História do Brasil, 3; Cópia manuscrita
sobre visitas às missões dos padres da Companhia de Jesus, IHGB, Río de Janeiro, Lata 762, Pasta 16;
Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en
Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de
Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293.
536
Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues
Ferreira, 3
147
El último traslado de la misión de Trocano fue en 1755, cuando fue elevada a
villa, con el nombre Borba a Nova537, en homenaje a la villa homónima portuguesa. La
misma carta regia del 3 de marzo de 1755 en la que el rey portugués D. José I creaba la
Capitanía de São José do Rio Negro determinaba que la aldea de Trocano debería
538
constituirse como nueva villa (Borba a Nova) en los límites de esta nueva
jurisdicción539. Por lo tanto, hemos observado que en un período de no más de 30 años, se
sucedieron hasta 5 desplazamientos de la misión del alto Madeira. Este carácter movedizo
refleja una situación de inestabilidad, según la cual, en media, no se logra estar más de 6
años en un mismo sitio. Asimismo, podemos afirmar que al convertir reducciones en
villas, el gobierno pretendía, entre otros fines, reducir el poder local de los misioneros
ante el Estado. Tanto esta medida como la creación de nuevas capitanías se incluyen en el
programa de las reformas pombalinas de mediados del siglo XVIII que se repercutirán en
los más variados y exhaustivos ámbitos: territorial, demográfico-social, económico,
legislativo, jurisdiccional-administrativo, religioso, entre otros, conforme trataremos a
continuación.
“Ver debaixo da minha janela dois negros dos que proximamente se estão
introduzindo da Costa da África, falando desembaraçadamente a sobredita
língua [general] e não compreendendo nada da portuguesa.”540
La escasa presencia y control del poder colonial sobre los más diversos ámbitos
sociales y económicos de Amazonia se hacían más que evidentes hacia mediados del
siglo XVIII. De hecho, la historiografía brasileña considera la segunda mitad del siglo
537
Carta regia a Francisco Xavier de Mendonça Furtado, Lisboa, 3 de março de 1755, IHGB, Río de
Janeiro, ARQ. 1.2.04, Conselho Ultramarino, Vários, Tomo II
538
Posteriormente, en 1833, la villa de Borba a Nova fue rebajada a feligresía, con la denominación
Araretama (Fonseca, Dante Ribeiro; Monteiro, Lucineide Rodrigues; Kara’yâ Pew Arara, Sebastião;
e Macieira, Maria do Socorro Beltrão, "Diálogo: memória mítica do poco Karo e colonização de
Rondônia", Revista Igarapé)
539
Carta regia a Francisco Xavier de Mendonça Furtado, Lisboa, 3 de março de 1755, IHGB, ARQ. 1.2.04,
Conselho Ultramarino, Vários, Tomo II
540
Francisco Xavier de Mendonça Furtado, Anais da Biblioteca e Arquivo Público do Pará, 8, 1913, pág.
39 en Reis, Arthur Cezar Ferreira, História do Amazonas, Manaus, 1931, p. 79 en Hugo,
Vitor, Desbravadores, p. 47
148
XVII y parte del siglo XVIII como un período de negligencia de Amazonia por parte de
la corona lusitana 541 . Hasta ahora, hemos constatado un escenario marcado por la
ausencia de un poder central fuerte, en el que los colonos sobrevivían de la extracción de
drogas del sertão, la caza de indígenas y/o una agricultura de subsistencia542, las órdenes
religiosas se desarrollaban con base en la captación de indígenas y la gestión de su mano
de obra - ambas estrategias amparadas por la ley -, mientras la corona oscilaba
esporádicamente entre unos y otros en intentos poco expresivos de reglarlos y limitarlos.
De hecho, se considera que la colonización efectiva de Amazonia sólo empezó a figurar
en el plano político colonial portugués a partir del ministerio del Marqués de Pombal
(1750-1777) 543.
Estas reformas, propias del contexto europeo vigente del despotismo ilustrado, se
guiaban por los principios del centralismo, reforzando el poder estatal, del unitarismo,
homogeneizando la sociedad bajo los signos culturales portugueses, y del despotismo,
subyugando, o si necesario, eliminando la competencia del Estado. En Amazonia, esta
competencia se representaba por los intermediarios entre los mundos colonial y
amerindio, cuyos principales exponentes encontramos en los misioneros y los sertanistas.
Por lo tanto, al relegar estos actores sociales se desestructuraron no sólo las relaciones
interétnicas y de poder, sino también alianzas políticas y redes comerciales.
En este apartado analizaremos, primeramente, las principales reformas dentro del
plan político pombalino, y cómo afectaron las relaciones interétnicas mediante
transformaciones en las relaciones de alianza y poder entre los distintos grupos y actores
sociales y étnicos. En ese contexto reformista, evaluaremos las propuestas y la
efectuación de los tratados de límites de 1750 y 1777 entre Portugal y España, en lo
tocante a nuestra región de estudio, considerando en qué medida las reformulaciones en
el plano teórico se materializaron en la praxis y poniendo en evidencia cómo afectaron de
manera distinta a los diferentes grupos etnoculturales, si es que siquiera lo hicieron.
Finalmente, examinaremos las variadas respuestas adaptativas derivadas de las reformas
anteriormente expuestas, así como el surgimiento de nuevos roles y la reinvención de
antiguos por nuevos actores sociales.
541
Chambouleyron, Rafael, "Conquista y colonización de la Amazonía Brasileña (s. XVII)", en Santos
Pérez, José Manuel, y Petit, Pere ed., La Amazonía Brasileña en perspectiva histórica, Ediciones
Universidad de Salamanca, Salamanca, 2006, 16
542
Ibid., 17
543
Ibid., 16
149
Cabe destacar que la frontera colonial que separaba el Estado de su sertão era
mucho más profunda que la que lo separaba de los dominios castellanos. Denise Maldi
Meireles señala que a partir del momento en que esta frontera es apropiada por el
discurso oficial del Estado, ella pasa a designar el espacio de expansión de la sociedad
colonial y de integración social544. Sin embargo, como veremos a continuación, en el caso
de nuestra región de estudio, pese a la (in)definición artificial de las fronteras externas, el
ámbito de colonización e integración social no llegaría más allá de sus propias fronteras
coloniales internas.
544
Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, 3-4
545
Relación de los acontecimientos que se produjeron a raíz del establecimiento de los límites en América
del Sur, realizada por un oficial por encargo de S. M., 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535, doc. 2
546
Ibid.
547
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 207
548
Ibid.
150
El Tratado de Madrid, de 1750, anulaba todos los tratados anteriores y estaba
basado en el principio jurídico romano del uti possidetis iure, expresado en su artículo
segundo:
"[…] que cada parte se ha de quedar con lo que actualmente posee, a excepción
de las mutuas cesiones que se dieran en su lugar, las cuales se ejecutarán por
conveniencia común y para que los límites queden en lo posible menos sujetos a
controversias." 549
"Artículo 7º: Desde origen del Jauru buscará en línea recta el del río Guaporé y
bajará toda la corriente de este río hasta más abajo del paraje donde unido con el
río Mamoré que nace en la Provincia de Santa Cruz de la Sierra y atraviesa la
misión de los Mojos, forman juntos el río llamado de la Madera en el Marañón
o Amazonas por su ribera austral.
Artículo 8º: Bajará por las aguas de estos dos ríos ya unidos [Guaporé-
Mamoré/Madeira] hasta el paraje situado en igual distancia poco más o menos
del citado río Marañón y de las misiones de los Moxos y desde él se tirará una
línea este-oeste atravesando todas las vertientes y ríos que descienden al
Marañón hasta encontrar con la ribera oriental del río Jabari552 que entra en el
Marañón por su ribera austral y bajando por las aguas del Jabari hasta donde
desemboca en el Marañón o Amazonas seguirá aguas abajo de este río hasta la
boca más occidental del Japurá que desagua en él por la margen septentrional.
[…]
549
Relación de los acontecimientos que se produjeron a raíz del establecimiento de los límites en América
del Sur, realizada por un oficial por encargo de S. M., 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535, doc. 2
550
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 208
551
Ibid., p. 216
552
(Javari)
151
Artículo 14º: [...] cede para siempre a la corona de Portugal todo lo que por
parte de España se haya ocupado, o por cualquier título o derecho pueda
pertenecerle en cualquier parte de las tierras que por los presentes artículos se
declaran pertenecientes a Portugal [...] y el Pueblo de Santa Rosa, y otro
cualesquiera que se puedan haber establecido por parte de España en la ribera
septentrional del río Guaporé [...].
[…]
[…]
Artículo 18º: La navegación de aquella parte de los ríos por donde pasa la
frontera será común a las dos naciones. [...] La del río Marañón o de las
Amazonas desde la boca del río Japurá hasta el mar será también privativa de
los Portugueses. Desde la referida boca Japurá hasta la del Jabari será común, y
desde ésta al occidente será privativa de los españoles [...].
553
Los Siete Pueblos de las Misiones fueron cedidos a Portugal a cambio de la Colonia de Sacramento.
152
gobernador de su territorio a solicitar algún negocio a cuyo efecto llevará su
pasaporte y los transgresores serán castigados con esta diferencia: si fueren
aprehendidos en territorio ajeno serán puestos en la cárcel y se mantendrán en él
por el tiempo de la voluntad del gobernador o superior que les hizo aprehender
pero si no pudieren ser habidos el gobernador o superior del terreno donde
entren formará un proceso con justificación de las personas y del delito y con él
requerirá al juez de los extranjeros para que los castigue en la misma forma:
exceptuándose de las referidas penas las que navegando en los ríos por donde va
la frontera fueren constreñidos a llegar al territorio ajeno por alguna urgente
necesidad, haciéndola constar. Y para quitar toda ocasión de discordia, no será
lícito levantar ningún género de fortificación en los ríos cuya navegación fuese
común, ni en sus márgenes; ni poner embarcaciones de registro, ni artillería, ni
establecer fuerza, que de cualquiera modo pueda impedir la libre y común
navegación […].
[…]
Artículo 21º: [...] ninguna de las naciones podrá en tiempo alguno [...] ni
tampoco administrar en sus puertos y tierras a los amigos o neutrales para
introducir su comercio y quebrantar las leyes con que los monarcas gobiernan
aquellos dominios [...].
[…]
Artículo 23º: [...] y por lo tocante a la entrega de los demás pueblos o aldeas que
se ceden por ambas partes se ejecutará al tiempo que los comisarios nombrados
por ellas lleguen a los parajes de su situación examinando y estableciendo los
límites."
[…]
Artículo 25º: Para más plena seguridad de este tratado, convinieron los dos
Altos Contratantes en garantirse recíprocamente toda la frontera y adyacencias
de sus dominios en la América meridional, conforme arriba queda expresado;
obligándose cada uno a auxiliar y socorrer al otro contra cualquiera ataque o
153
invasión, hasta que con efecto quede en la pacífica posesión y uso libre y entero
de lo que le pretendiese usurpar. […].”554
554
Relación de los acontecimientos que se produjeron a raíz del establecimiento de los límites en América
del Sur, realizada por un oficial por encargo de S. M., 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535, doc. 2
154
Fig. 22: Extracto del “Mapa dos confins do Brazil com as terras da Coroa da Espanha na
América Meridional”, de 1749555.
555
Mapa dos confins do Brazil com as terras da Coroa da Espanha na America Meridional, 1749, BNRJ,
ARC.030,01,009on Cartografia
155
La vigencia del Tratado de Madrid, a pesar de corta, se enfrentó, desde el
principio a una serie de dificultades tanto en el papel como en la praxis. Ejemplos de
éstas fueron la oposición y demora en entregar y desocupar los territorios
correspondientes por ambos imperios556, así como el alto índice de contrabando en las
zonas de frontera y el enriquecimiento de sus articuladores. Y un ejemplo de aquéllas
consistía en el desconocimiento de gran parte de la región sobre la cual se pretendía
legislar, conforme se puede constatar en el extracto del oficio abajo, dos años previos al
tratado:
"Este rio da Madeira é para nós hoje mais conhecido da parte de cima até as
missões de Moxos, do que da parte de baixo, sem embargo de ser ocupado
nesta parte com missões dos nossos jesuítas do Pará; porém até agora não
houve a curiosidade de se remeter nem mapa nem relação disso mesmo que
ocupamos e muito menos do que fica para cima."557
556
Carta de José de Carvajal y Lancaster al Marqués de Valdelirios comunica que el marqués de Pombal ha
dado órdenes para que no se lleve a cabo lo acordado en el tratado de Madrid, 8 de abril de 1752, AGI,
Buenos Aires, leg. 4
557
Oficio de Marcos Antonio de Azevedo Coutinho, 15 de febrero de 1748, IHGB, Río de Janeiro, DL
294.20, Lata 279, pasta 8
558
Relación de los acontecimientos que se produjeron a raíz del establecimiento de los límites en América
del Sur, realizada por un oficial por encargo de S. M., 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535
156
que en estas fechas la navegación del río Madeira aún estaba prohibida por ley.
Igualmente, cabe resaltar que al deliberar sobre la navegación del río Madeira antes de
1750, la corona portuguesa legislaba sobre territorio español.
Sin embargo, 2 años después de la firma del tratado la interdicción fue revocada,
pues más que obedecer al tratado, habría que asegurar la protección de la región y para
ello, poblarla. En este sentido, la orden regia del 14 de noviembre de 1752, determinaba,
además, la construcción de un pelotón de soldados en la primera cachuela del río Madeira
(Santo Antônio)559:
Sin embargo, esta orden sólo se puso en marcha dos años más tarde, bajo
supervisión del contratador de las Estradas das Minas (Carreteras de las Minas), Adonso
Ginabel, quien debería hacerse cargo de la remuneración de 26 de los 50 indígenas
hombres y algunas mujeres enviados por el gobierno para hacer parcelas de cultivo y
casas561. Al sentirse excluida de los planes colonizadores gubernamentales, la Junta de las
Misiones logró imponer su voluntad y sus misioneros. Otra oposición a dicha empresa
fue encabezada por sertanistas y bandeirantes, que no deseaban ningún tipo de control de
la región por parte del gobierno562. Como podemos observar, el alto Madeira suponía una
disputa en la que concurrían los poderes e intereses (i) gubernamentales, (ii) privados y
(iii) reglares. No obstante, con el cambio de la iniciativa gubernamental en Amazonia,
estos últimos se volvieron obstáculos y el gobierno trataría de intentar o bien controlarlos,
mientras sus actividades le resultasen beneficiosas (ii), o bien eliminarlos, en el caso de
que supusieran una amenaza a su autoridad (iii).
559
Provisão do Rei D. José I a D. Antonio Rolim de Moura sobre a permissão da comunicação do Governo
do Pará com o Mato Grosso, IHGB, Río de Janeiro, DL 763.4D, Lata 762, pasta 17
560
Ibid.
561
Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 105-106
562
Ibid.
157
Ante sobre todo éstas pero también otras dificultades, una vez más el intento de
establecer un asentamiento en el alto Madeira fracasó, solamente logrando el gobernador
y capitán general del Gran-Pará, Francisco Xavier Mendonça Furtado, crear un puesto de
guardia en la misión de Trocano 563 . El destacamento formado por 13 hombres y 1
teniente pretendía controlar el contrabando de oro que venía desde Mato Groso564. El rey
portugués había encargado al vice provincial de la Compañía de Jesús de elegir nuevo
emplazamiento y a dos misioneros para la reducción, con tal de “não degenerarem de
missionários em contrabandistas” 565 . El último misionero de la nueva aldea sería
Anselmo Eckhart, el cual fue sustituido primero por un secular y luego por carmelitas, ya
en el marco de la expulsión de los jesuitas, ante la cual el gobernador del Pará expresaba:
“Do Carmo, que tem com os jesuítas uma antipatia notória”566.
En el marco de la política económica setecentista de las coronas lusitana y
castellana, marcadamente proteccionista, el contrabando no contemplaba solamente las
actividades comerciales que se salieran de los parámetros legales internos, sino también,
y especialmente, a cualesquiera que transgrediesen las fronteras imperiales. Francisco de
Solano explica que el comercio ilegal fue una respuesta encontrada por las zonas de
frontera que habían quedado marginalizadas por la política económica del Consejo de
Indias - pero también del Ultramarino - caracterizada por el mercantilismo y el
proteccionismo de los metales preciosos567. Los confines de ambos imperios estaban, así,
condenados a una economía poco sostenible, según la cual se les prohibía comercializar
con el otro lado de la frontera al mismo tiempo que resultaba muy costoso y dispendioso
suplirles de los bienes más primarios de subsistencia. Esta insostenibilidad explica, en
parte, el fracaso colonizador no sólo del alto Madeira, pero también del valle del
Guaporé568.
España y Portugal debían desocupar las márgenes oriental y occidental del río
Guaporé respectivamente, y los indígenas de ambos lados tendrían libertad de quedarse o
trasladarse (artículo 16º). Según Ângela Domingues, esta medida resultó en una
563
Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 105-106
564
Compendio de 06 de julho de 1754, IHGB, ARQ. 1.2.04, Conselho Ultramarino, Vários, Tomo II, carta
nº. 4
565
Compendio de 03 de setembro de 1754, IHGB, ARQ. 1.2.04, Conselho Ultramarino, Vários, Tomo II,
carta nº. 3
566
Anais do Pará, IV (1905) 223, en Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, 3: 402-405
567
Solano, Francisco de, “Contactos hispanoportugueses en América a lo largo de la frontera brasileña”,
Revista de Indias, 200
568
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 121
158
competición institucionalizada entre las dos coronas para atraer al mayor número de
grupos indígenas posible, con el fin de poblar y fortalecer en términos de mano de obra y
contingente armado las nuevas posesiones en cada lado de la frontera569. Sin embargo, en
cuanto a los medios empleados en esta persuasión, tenemos referencias a prácticas
ilegales en fuentes españolas que, no obstante, deben ser consideradas con cierta cautela,
al no disponer de fuentes portuguesas que las contrasten o corroboren, evitando así
cualquier información o interpretación parcial. En una relación de las poblaciones y
fortificaciones portuguesas más allá de la línea de demarcación del Tratado de
Tordesillas, entre las que destacan Cuiabá, Mato Groso y las 3 misiones del Guaporé (San
Miguel, Santa Rosa y San Simón), se denuncian dichas prácticas coactivas:
“En los Mojos entraron los Portugueses con 600 hombres arreglados que
vinieron de Portugal y del Pará; desde el Pará subieron por el Marañón
y entraron por el río de la Madera, ocuparon los tres pueblos que estaban en el
ángulo que hace en la parte septentrional del Río Baporé570 en donde se junta
con el Mamoré. […] el de Santa Rosa, se estaban evacuando para entregar a los
portugueses en virtud de las órdenes que se les vieron consiguientes al tratado;
llegaron los portugueses y sin haberles entregado formalmente se apoderaron de
ellos, y luego comenzaron a fortificarse. La mitad de los Indios como es natural
en su genio, volvieron a ver a los Portugueses, y lo que hacían en sus pueblos y
no los permitieron que se volviesen con los suyos a la parte austral del
Baporé amenazándolos con pena de la vida a los que cogiesen que pasaban a los
pueblos pertenecientes a los españoles, y a este modo prosiguieron haciendo
extorciones.”571
Según se explica, los portugueses querían establecer colonia en los Moxos para
desde ahí transportar la plata del Perú572. De todas formas, la desocupación de la margen
oriental del río Guaporé estaba prevista en el Tratado de Madrid (artículo 14º), aunque la
erección de una fortificación en el poblado de Santa Rosa el Viejo573 por parte de los
portugueses contradecía a su vez el artículo 19º del Tratado de Límites. El
569
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 217
570
(Guaporé).
571
Relación de las poblaciones y fortificaciones que desde la línea de Alejandro VI al poniente han
formado los Portugueses comprendiendo solamente lo que se han intentado desde la altura de la Asunción
del Paraguay hacia el Norte, 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535, doc. 7
572
Ibid.
573
Fuerte de Nuestra Señora de la Concepción.
159
incumplimiento de más de una cláusula del tratado aceleraría tanto el aumento de las
hostilidades como su revocación574. En esta fuente documental se lee, además, que los
portugueses se habían apoderado de todos los montes de cacao de los “Pueblos de
Mojos”, que se encontraban en la parte septentrional del río Guaporé y en ambas
márgenes del río Madeira575. Este dato ayuda a sostener, por un lado, la hipótesis de que
el alto Madeira era más frecuentado de lo que la historiografía considera o permite
considerar, no sólo desde el lado portugués, sino especialmente desde los Llanos de
Moxos, y por otro, la correlación entre ambos lados de la frontera y su validez como una
región de estudio.
En 1760, al subir al trono, Carlos III de España anuló el tratado de límites suscrito
en 1750 por las dos coronas576. El virrey del Perú fue notificado acerca de ello mediante
una real orden del 19 de septiembre de 1760577. Sin embargo, el poblado de Santa Rosa
(el Viejo) había sido desocupado por los castellanos desde 1754, habiéndose trasladado
sus indígenas a la nueva misión de Santa Rosa el Nuevo en la margen occidental del
Guaporé578. En una fuente documental luso-brasileña de 1759, José Moraes cuenta tan
sólo 13 indígenas - probablemente reminiscentes - en Santa Rosa el Viejo, según él, aún
perteneciente a la Compañía de Jesús del Perú579. De hecho, los portugueses ocuparon el
poblado de Santa Rosa el Viejo el 21 de febrero de 1760, meses antes de la anulación del
Tratado de Madrid, lo cual provocó el descontento de los castellanos 580 . A partir de
entonces las relaciones diplomáticas entre las dos monarquías se volvieron turbulentas.
Los castellanos consideraban ilegítima esta ocupación basándose en que la comisión de
límites castellana, coordinada por Joseph de Solano no había logrado encontrarse con la
portuguesa para hacer las debidas demarcaciones en los ríos Guaporé y Madeira – el cual
en el mapa de las demarcaciones se ilustra formado por los ríos Guaporé-Mamoré, Beni y
574
Julián de Arriaga al gobernador de Buenos Aires y Marqués de Valdelirios, 12 de junio de 1760, AGI,
Buenos Aires, leg. 536, doc. 2
575
Ibid.
576
Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, p. 6
577
Juan de Albarelos a Alonso Berdugo, 28 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537, doc. 14
578
Pereira, Ione A. M. Castilho, Missão jesuítica colonial na Amazônia meridional: Sant Rosa de Mojo
uma missão num espaço de fronteira (1743-1769), disertación de maestría, PUCRJ, Porto Alegre, 2008, p.
49.
579
Moraes, José, "História da Companhia de Jesus da Província do Maranhão en Almeida, Cândido Mendes
de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR
077, 004, 025.
580
Audiencia de La Plata a S. M., 11 de enero de 1761, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 28
160
Guapay (o Grande) -, y así, llevar a cabo las entregas formales de las localidades581. De
todas formas, el virrey del Perú había aconsejado al gobernador de Santa Cruz que
esperase la anulación oficial inminente del Tratado de Madrid y que hiciese de todo para
no emplear el uso de la fuerza o tomar cualquier iniciativa que perjudicara las relaciones
diplomáticas582.
Efectivamente, el 12 de febrero de 1761, el Tratado de El Pardo sustituyó el
Tratado de Madrid restableciendo las demarcaciones precedentes a 1750 (artículo 1º) y
revertiendo la situación de desocupación y devolución de asentamientos a uno y otro
lados de la frontera (artículo 2º)583. A pesar de ello, Eric Beerman considera que sería
imposible reverter la transformación socio-económica desencadenada por la
reorganización administrativa, los planes de desarrollo regional, la redistribución de
poblaciones y el proceso impulsado por las expediciones de límites tanto lusa como
castellana 584 . No obstante, al menos para nuestra región de estudio, ese carácter
irreversible no sólo no es claro, sino que requiere ponderar hasta qué punto se produjeron
dichas transformaciones, si es que las hubo. Esta duda se justifica en gran parte por la
débil presencia y control colonial de la región a lo largo de todo el siglo XVIII.
Sin embargo, lo que sin duda lograron provocar las medidas del breve Tratado de
Madrid fue la intensificación del contrabando, de las fugas de indígenas reducidos585 en
ocasión de los traslados de asentamientos y poblaciones, y de las hostilidades entre las
dos coronas en la frontera, con la militarización de asentamientos y contingentes. Como
podemos inferir, no se trata tanto de una transformación sino de una intensificación de
procesos cuyos orígenes se hacen percibir desde la década de 1720, como vimos en el
epígrafe 3.1.1. Por otro lado, la superposición de las fronteras locales por una frontera
administrativa (y artificial), trae consigo nuevos conceptos de territorialidad y etnicidad.
Desde una perspectiva etic, el primero se expresa por la anulación de la territorialidad
indígena – y sus fronteras - en detrimento de la territorialidad colonial, es decir, el
territorio antes visto como perteneciente a determinadas etnias o a salvajes, ahora
incorporado institucionalmente al territorio colonial, mientras el segundo, supone la
imposición de nuevas identidades para la pertenencia a un espacio primitivo y ancestral.
581
Marqués de Valdelirios a Julián de Arriaga, 6 de julio de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 6
582
Juan de Albarelos a Alonso Berdugo, 28 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537, doc. 14
583
Real Cédula al Marqués de Valdelirios, 8 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537
584
Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, p. 6
585
Instrucciones de Pedro de Ceballos al Marqués de Valdelirios, 19 de septiembre de 1760, AGI, Buenos
Aires, leg. 536, doc. 33
161
No obstante, estas transformaciones en las categorías etic (coloniales) sólo “salen del
papel” y se hacen efectivas si logran modificar las categorías emic de adscripción y
exclusión. De manera que hay una marcada frontera entre las categorías
heteroadscriptivas y autoadscriptivas.
Debemos, por lo tanto, intentar evaluar si y cómo se vieron modificados los
procesos de etnogénesis de los diferentes grupos en interacción en la frontera. A pesar de
que las fuentes etnohistóricas no den mucha información al respecto, podemos deducir
que el espectro de dichas transformaciones se desarrolló de forma paralela a los ámbitos
de penetración colonial. En otras palabras, mientras para la gran mayoría representada
por los grupos indígenas no reducidos los cambios fueron prácticamente inexistentes,
probablemente para los grupos amansados la categoría exclusiva del extranjero, y
consiguientemente la categoría adscriptiva como grupo, asumieron un nuevo significado,
con el nuevo dualismo portugués X español, posiblemente sobreponiéndose – pero no
eliminando - a otros significados del significante “extranjero”, como “blanco” y
“cristiano”. Conforme señala Boccara, la imposición de categorías, así como de nuevas
fronteras, puede ser entendida como un instrumento más de legitimación de la
colonización y dominación colonial586.
Mientras el Tratado de Madrid estaba basado en el uti possidetis iure, conforme
hemos visto anteriormente, el Tratado de El Pardo suponía el restablecimiento del status
quo ante bellum. A pesar de la anulación de aquél, tras tan solamente 11 años de
vigencia, el gobernador de Mato Groso, Antônio Rollim de Moura, se rehusaba a cumplir
con algunos dictámenes del nuevo Tratado de El Pardo, como el abandono del poblado de
Santa Rosa el Viejo. El gobernador alegaba que la anulación debería ser suscrita por los
dos monarcas en común acuerdo587, que todavía no había recibido órdenes sobre cómo
proceder en los resarcimientos, además de apelar a otras excusas como el
desentendimiento de las determinaciones de la anulación del tratado (si se aplicaba sólo a
la frontera sur o a toda la frontera entre los imperios) 588. Finalmente, denunciaba por un
586
Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos
Nuevos, Debates
587
Según el artículo 3º del Tratado de El Pardo: “[...] se probará, confirmará o ratificará por sus Majestades
canjeándose las respectivas ratificaciones en el término de un mes contado desde la data de este o antes si
posible fuere." (Real Cédula al Marqués de Valdelirios, 8 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537)
588
Copia de carta del Gobernador de Mato Groso al Gobernador de Santa Cruz de la Sierra en respuesta a
la carta y exhorto que este le remitió a fin de que se le entregue lo usurpado a las misiones de Moxos, es de
letra de D. Joseph de Manzanilla que fue de secretario a Matogroso para que conste fiel el traslado, 22 de
octubre de 1761, Vila Bela, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 18
162
lado, que los asentamientos en la margen derecha del Guaporé nunca le habían
pertenecido a España por derecho, y por otro, la introducción de los jesuitas en aquellas
tierras, a pesar de que los portugueses controlasen la navegación de todo el río
Guaporé 589 . En cualquier caso, Castilla reclamaba la devolución de todo el territorio
correspondiente a las minas de Cuiabá y de Mato Groso590.
Ângela Domingues destaca que el período comprehendido desde la anulación del
Tratado de Madrid y la firma del Tratado Preliminar de San Ildefonso, en 1777, se
percibe en Amazonia como una “paz armada” 591 . Esta paz armada se plasma en los
tratados de El Pardo (1761), de París (1763) y en la preferencia castellana por la vía
diplomática en la resolución de los pleitos fronterizos – conforme se expresa en diversas
fuentes documentales de la década de 1760 592 - al mismo tiempo que se organizaban
expediciones militares contra los portugueses de Mato Groso. En 1760, el presidente de la
Audiencia de La Plata, Juan de Pestaña, coordinó dos comisiones desde el pueblo de San
Pedro y desde Santa Rosa el Nuevo en defensa ante una posible incursión portuguesa:
"Y porque no se duda que en caso de resolverse a una abierta resistencia los
portugueses de Matogroso engrosarán el destacamento con negros y sertanistas,
que son los que habitan los montes, para el mejor éxito de cualquier expedición
parece conveniente valerse de los indios Chiquitos, que distan de los Moxos y
[…] los Moxos únicamente podrán servir para los transportes por no ser
guerreros como los primeros."593
589
Ibid.
590
Oficio a Pedro Ceballos, 28 de abril de 1723, AGI, Buenos Aires, leg. 537, doc. 2
591
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 217
592
Real Orden a Juan de Pestaña, 4 de julio de 1766, AGI, Buenos Aires, leg. 536, doc. 44; Julián de
Arriaga a Juan Pestaña, 1 de octubre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 35; y Juan de Albarelos a
Alonso Berdugo, 28 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537, doc. 14
593
La Audiencia de La Plata al Virrey del Perú, 6 de diciembre de 1760, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 5
594
White, Richard, The Middle Ground. Indians, Empires, & Republics in the Great Lakes Region, 1650-
1815, Cambridge University Press, 1991 en Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del
Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos
163
de etnicización en la frontera, respectivamente con una población mayoritariamente negra
y mestiza en el lado portugués, mientras del lado español, la caracterización de los
indígenas de Chiquitos como guerreros en detrimento de los indígenas de los Moxos.
En lo tocante a la convocación de contingentes castellanos, encontramos
referencias al contenido y estado de esas tropas en una recopilación de correspondencias
enviada posteriormente al Marqués de Grimaldi, ministro de Estado español:
595
Recopilación destinada al Marqués de Grimaldi de cartas, [1768], AGI, Buenos Aires, leg. 539, doc. 49
596
Juan de Pestaña a Manuel Amat, virrey del Perú, 11 de abril de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 1
597
El virrey del Perú a S. M., 3 de febrero de 1764, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 61
598
Juan de Pestaña a Pedro de Ceballos, 19 de octubre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 57
164
entonces [19 de octubre de 1766] ha disminuido el número de soldados sanos
que eran 758 hasta al de 654 […].”599
599
Juan de Pestaña a Pedro de Ceballos, 13 de noviembre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433
600
El virrey del Perú a Antonio Aymerich, 6 de junio de 1767, AGI, Buenos Aires, leg. 539
601
Ibid.
602
Ibid.
165
Fig. 23: Mapa de las misiones de Moxos en los siglos XVII y XVIII.
166
Fig. 24: Extracto del “Mapa del Río Mamoré o Madera, en la América Austral del dominio de la Corona de España”603.
603
Mapa del Río Mamoré o Madera, en la América Austral del dominio de la Corona de España, s/a, s/f, AGI, MP-Buenos Aires, leg. 145
167
Es importante llevar en consideración que tanto el envío de indígenas hombres a
las tropas como la introducción de negros, mestizos e indígenas desde otras localidades
en los Moxos suponían grandes cambios en la organización económica y social de las
reducciones y los destacamentos, éstos configurándose como verdaderos middle grounds,
es decir, una zona de interacción entre diversos grupos étnicos y entidades coloniales. En
esta línea, también sería interesante estudiar en mayor profundidad acerca de los prófugos
y desertores, y cómo se (re)integraban a viejas y nuevas comunidades. En el siguiente
apartado (3.2.2) trataremos de los fugitivos y los mocambos en el dominio portugués.
Otra cuestión que merece nuestra atención es el empleo del término “nación” por
el discurso colonial (artículos 18º, 19º y 21º del Tratado de Madrid, por ejemplo) como
designación política, en contraste a su significado etnocultural usado para referirse a los
distintos grupos étnicos amerindios. Esta variación semántica refleja los cambios en el
contexto político-histórico iniciados tras la Guerra de Sucesión Española y sobre todo a lo
largo de la segunda mitad del siglo XVIII, bajo las monarquías y gobiernos ilustrados.
Asimismo, es importante resaltar que este significado político no deja de estar basado en
el concepto de unidad etnocultural promulgado por estos Estados-nación en proceso de
consolidación bajo el lema del unitarismo y centralismo. A continuación, analizaremos
algunos de estos principales cambios políticos y sus reflejos en la sociedad y las
relaciones interétnicas.
“[...] abusos de que tem resultado nos Índios [a] escandalosa introdução de lhes
chamarem Negros [...]. Não consentirão os Diretores daqui por diante, que
pessoa alguma chame Negros aos Índios, nem que eles mesmos usem entre si
desse nome como até agora praticavam [...].” (§10 del Directorio de Indios)604
604
Almeida, Rita Heloísa de, O Diretório dos Índios: um projeto de civilização no Brasil do século XVIII.,
Editora Universidade de Brasília, Brasília, 1997 en Santos, Rafael Rogério Nascimento dos, "Resistência e
adaptação nas vilas do Diretório dos Índios: Políticas indígenas no último quartel do século XVIII", IV
Encontro Internacional de História Colonial, Belém, 3 a 6 de setembro de 2012.
168
setecientos 605 . De manera que las reformas pombalinas 606 respondían a un intento de
control y/o supresión de la competencia del Estado, es decir, las órdenes misioneras y los
particulares, con destaque para los régulos del sertão. En otras palabras, el poder central
buscaba reverter el curso de las transformaciones en las relaciones interétnicas entre
indígenas y no-indígenas, que se desarrollaban al margen del Estado y en cuya
articulación los intermediarios se hacían cada vez más poderosos con el comercio de las
drogas del sertão y la trata de indígenas. Un ejemplo de eso lo encontramos en una carta
del 21 de noviembre de 1751 al Marqués de Pombal en la que se denuncia que en el río
Negro, no sólo los amerindios se habían convertido sino que muchos cristianos e incluso
607
eclesiásticos habían asimilado las costumbres y ritos indígenas . Ante esta
disconformidad con el “mundo al revés”, se promulgó una ley el 4 de diciembre de 1752
que prohibía a los hombres blancos 608 que habitaban el sertão establecer alianzas
matrimoniales con las hijas o parientes de los principales de tribus indígenas 609 . Esta
medida puede parecer contradictoria al programa político pombalino de incentivos
jurídicos, económicos y fiscales a los matrimonios entre colonos e indígenas, como
veremos más adelante, pero realmente pretendía controlar y restringir el poder de un
grupo social específico: los cuñamena610.
Esta medida hizo romper las alianzas políticas, económicas y especialmente
militares entre los cuñamena y los amerindios, así como entre algunos grupos indígenas.
Al partir estas alianzas, el Estado, de manera general, ponía fin a las alianzas entre la
sociedad colonial y los amerindios, antes articuladas respectivamente por los cuñamena y
los principales. En efecto se constató un incremento de la violencia de éstos hacia la
sociedad colonial611. Además, estas alianzas matrimoniales entre sertanistas e indígenas
suponían una afronta no sólo a la autoridad estatal sino especialmente a la autoridad
605
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, pp. 47-48
606
Para un análisis más profundizado acerca de las reformas pombalinas, véase Medeiros, Ricardo Pinto de,
“Política indigenista do Período Pombalino e seus reflexos nas capitanias do Norte da América
portuguesa”, en Medeiros, Ricardo Pinto de, y Oliveira, Carla Mary S. (org.), Novos olhares sobre as
capitanias do norte do Estado do Brasil, Editora Universitária UFPB, João Pessoa, 2007, pp.125-159; y
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, pp.199-237.
607
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 53
608
También extendiéndose a los mestizos.
609
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, pp. 53-54
610
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, pp. 53-54
611
Sommer, Barbara, "Alliance in the Sertão: The Competition for Power and Prestige in Eighteenth-
Century Grão-Pará", en Mello e Souza, Márcia (coord.), “Panel Sertões, Cities, and Lands: Perspectives on
the Minor Nobility in Seventeenth and Eighteenth Century Colonial Amazonia”, Congresso Internacional
Pequenas Nobrezas Nos Impérios Ibéricos do Antigo Regime, Lisboa, 18-21 de Mayo de 2011
169
eclesiástica, puesto que se producían fuera del ámbito de la Iglesia y de la moral cristiana,
siendo común la poligamia en el contexto de alianzas múltiples con distintas tribus y
grupos indígenas. Una pastoral episcopal terminaría por ordenar la salida de los
cuñamena del sertão hacia Belém en un plazo de ocho meses, lo cual dio lugar por un
lado a protestas por parte de los encargados de la trata de indígenas, y por otro a la
deserción de los cuñamena al dominio español y/o refugio en las cachuelas del río
Madeira612.
La ley de libertades613 de los indígenas del norte de Brasil fue otra reforma que, en
sus entrelíneas, pretendía limitar el poder de los cuñamena. Esta ley de 1755 sólo fue
hecha pública en 1757 614 . Lo mismo sucedió con la ley de Directorio de Indios 615 ,
promulgada en 1755 pero que sólo salió a la luz dos años más tarde, sustituyendo el
Regimiento de Misiones y coincidiendo con la expulsión de los jesuitas de todo Brasil 616.
Ello apunta que la expulsión de los jesuitas ya venía siendo orquestada con anterioridad.
De hecho, el Regimiento de Misiones se extinguió el 5 de febrero de 1757, con la
publicación del real decreto de 1755, hasta entonces secreto 617. El exilio fue un proceso
largo, llegando por último a la región norte de Brasil. Se tiene constancia del embarque
de 115 padres desde el Pará a Europa hacia 1760, pero se considera que el número de
misioneros era bastante superior618, especialmente si consideramos que hacia mediados
del siglo XVIII se estima que hubiese cerca de 63 reducciones, incluyendo todas las
órdenes religiosas (jesuitas, franciscanos, carmelitas y mercedarios), con alrededor de
50.000 indígenas reducidos619.
612
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 61
613
Para un estudio más detallado de la legislación indigenista véase: Perrone-Moisés, Beatriz, “Índios
Livres e Índios Escravos: os princípios da legislação indigenista do período colonial”, en Cunha, Manuela
Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p.115-132
614
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 25
615
Para un estudio detallado del Directorio de Indios, véase Almeida, Rita Heloísa de, O Diretório dos
Índios: um projeto de “civilização” no Brasil do século XVIII, Editora Universidade de Brasília, Brasília,
1997, Apêndice.
616
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 25
617
Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3:. 325
618
Ibid.
619
Almeida, Maria Regina Celestino de, "Trabalho Compulsório na Amazônia: séculos XVII-
XVIII", Revista Arrabaldes, nº. 2 (1), set./dez. 1988, Farage, Nádia, “As Muralhas dos Sertões: os povos
indígenas no Rio Branco e a colonização”, Paz e Terra, ANPOCS, Rio de Janeiro, 1991, pp. 31-53 y
Belloto, Heloísa Liberalli, "Política Indigenista no Brasil Colonial (1570-1757)", Revista do Instituto de
Estudos Brasileiros, São Paulo, número 29, p. 55-56 en Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas
e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos
170
El jesuita e historiador portugués, Serafim Leite, señala como antecedentes de la
expulsión de los jesuitas620 la publicación del libro "Cultura e Opulência do Brasil por
suas Drogas e Minas", en 1711 por el jesuita Andreoni (pseudónimo de André João
Antonil), que consistía en una descripción de las minas hasta entonces descubiertas y su
riqueza621. Según el historiador, esta publicación, sumada al contexto internacional ya
turbulento, conllevó a la prohibición del libro y a la expulsión de todos los extranjeros y
frailes de las minas portuguesas (real orden del 9 de junio de 1711), quedando excluidos,
sin embargo, los misioneros italianos o cualquier religioso con vida jerárquica establecida
en Brasil622. En 1748, los jesuitas se opusieron a que las misiones tuviesen que sujetarse a
visitas periódicas de un cura 623 . Como es lógicamente deducible, los jesuitas fueron
contrarios a muchas de las reformas pombalinas, como la prohibición de la lengua
general, aunque no hablada por muchos de los grupos étnicos del río Madeira624, pero que
funcionaba como una herramienta más de control y hegemonía de los jesuitas. La
obligatoriedad de la lengua portuguesa suponía además el cambio de los nombres propios
y apellidos de los indígenas así como las denominaciones toponímicas amerindias625.
La aculturación y destribalización amerindia se buscó también a través de la
educación de los niños. Se crearon seminarios seculares y escuelas en régimen de
internado, en los cuales se alojaban a niños indígenas - normalmente hijos de los
principales u oficiales - en las casas de las élites coloniales 626 . Sin embargo, esta
estrategia no es novedosa, sino que ya venía siendo aplicada por los jesuitas para
establecer alianzas con las elites indígenas en su misión evangelizadora desde el siglo
XVII en Amazonia, conforme vimos en el apartado 1.3. Si recordamos bien, también la
hemos analizado en analogía con el sistema británico del Indirect Rule, al buscar reforzar
el poder colonial mediante la formación de una elite local luso-amerindia asimilada en la
sociedad colonial y el establecimiento de alianzas. La escolarización de la población
infantil influyó directamente en la organización social de los grupos indígenas,
620
La Compañía de Jesús se extinguió poco después, en 1773 (breve Dominus ac Redemptor), aunque
volvió a instaurarse entre 1783 y 1814; sin embargo, los jesuitas sólo volvieron a Brasil a partir de 1841
(Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 359-360).
621
Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 112-114
622
Ibid.
623
Azevedo, João L, Os jesuítas no Grão-Pará. Suas missões e colonização, Travares Cardoso & Irmão,
1901, p. 311, en Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 95
624
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 95
625
Ibid. pp. 72-81
626
Ibid, pp. 120-121
171
especialmente en lo que a la organización y repartimiento del trabajo se refiere, tanto en
la economía familiar, como en el trabajo comunitario y privado; conforme señala
Domingues, esto dio lugar a una resistencia a frecuentar la escuela627. La historiadora
añade que, sin embargo, no hay referencias a indígenas ejerciendo un cargo público en la
administración del Estado del Gran-Pará628.
Otra consecuencia directa de la expulsión de los jesuitas fue la desestructuración
de las relaciones interétnicas entre el indígena y la sociedad colonial, al eliminar a otro
intermediario en ese middle ground, que eran importantes – aunque no los únicos –
articuladores de estos dos mundos: el indígena y el colonial. Antônio Porro resalta que las
misiones eran verdaderos organismos hegemónicos, constituyendo un poder político
efectivo, y que habían tomado el lugar del Estado y de la burguesía mercantil629. Si bien,
las misiones ejercían no sólo el control político, sino también económico y social de su
área de influencia, en la que los misioneros controlaban el contrabando, el comercio de
las drogas del sertão e interactuaban con otros agentes como las tropas de rescate,
moldeando, así, las relaciones sociales dentro de las reducciones y fuera de ellas, es decir,
con el restante de la sociedad colonial 630 . Esto se refleja, por ejemplo, en la
especialización de la mano de obra en las reducciones, con la formación de operarios,
artesanos y artistas para atender a las necesidades materiales de esas nuevas micro-
sociedades, transformando así la organización social de los grupos amerindios631. Por lo
tanto, estas reformas dieron lugar a la formación de nuevos estratos y roles sociales,
como por ejemplo una aristocracia indígena culturalmente luso-amerindia y una mano de
obra asalariada y especializada indígena.
El Regimiento de Misiones fue sustituido por el Directorio de Indios.
Inicialmente aplicado en Amazonia y luego extendido al restante de Brasil (1758),
pretendía ante todo asimilar a los indígenas en la sociedad colonial como vasallos del rey,
eliminando las diferencias culturales entre estos grupos 632 . Esta asimilación fue
fomentada a través de diversas medidas y leyes, entre las cuales cabe destacar: la
emancipación jurídica de los indígenas, la obligatoriedad del uso de la lengua portuguesa,
627
Ibid., p. 124
628
Ibid., p. 125
629
Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 152
630
Ibid., pp. 152-153
631
Ibid.
632
Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios e mestiços no Rio de Janeiro: significados plurais e
cambiantes (séculos XVIII-XIX)", Memoria Americana
172
en detrimento de la lengua general u otras lenguas amerindias, la ley de matrimonios que
incentivaba las uniones matrimoniales con indígenas, entre otras. El mestizaje era
estimulado especialmente en las zonas periféricas, donde la presencia colonial y del
hombre blanco era escasa 633 . Además de las exenciones fiscales, concesión de dotes
(herramientas y escopetas) y ofertas de cargos públicos entre otros privilegios que
recibían al casarse, tanto los colonos como los indígenas encontraban en estos
matrimonios una salida al reclutamiento al servicio militar634.
Al decretar el fin de la esclavitud indígena y el fin del control jesuita de las
misiones, se alteraba, además, la estructura de organización de la mano de obra indígena
en Amazonia 635 . Se pretendía formar un estrato campesino amerindio integrado en la
economía mercantilista colonial como mano de obra asalariada 636. En el Directorio el
sistema del repartimiento de indios seguía en vigor, pero los indígenas quedaban
divididos en dos partes, una mitad destinada al servicio del Estado (producción
alimenticia, labores en la comunidad o servicio a la corona), y la otra mitad designada al
sector privado637, conforme el gráfico abajo (Fig. 25):
Además de eso, también había mano de obra indígena asalariada (no contemplada
en los repartimientos) y trabajadores por cuenta propia639. La utilización de mano de obra
633
Ibid.
634
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos,, pp. 104-105
635
Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia
Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos
636
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 68
637
Ibid., p. 181
638
Ibid.
173
indígena en la labranza por el sector privado debía ser concedida por el Estado mediante
licencia del Juízo de Órfãos (“Juicio de Huérfanos”)640. Este órgano estatal tenía la tutela
de los indígenas, no de sus derechos641; ello demuestra, por lo tanto, la percepción del
indígena por el Estado, como incapaz para los actos de la vida civil642, al igual que los
huérfanos menores de edad. Sin embargo, pese a esta libertad institucionalizada, los
indígenas siguieron siendo empleados de manera forzada643.
Ângela Domingues señala la importancia de la mano de obra indígena para el
mantenimiento de la economía local y regional de Amazonia644. Esta relación asimétrica
llegaba a ser prácticamente de dependencia, especialmente durante los períodos de
demarcación de límites o de acentuación de atritos en las relaciones internacionales,
cuando el Estado no lograba asegurar el debido repartimiento al sector privado, ni
siquiera a las labores comunitarias645. Por otro lado, el recurso a la mano de obra africana
en Amazonia se vio fomentado gracias a la exención de derechos de entrada sobre
esclavos negros en el Pará, desde 1753, y a la creación de la Compañía General de
Comercio del Gran-Pará y Maranhão, en 1755 646 . Sin embargo, Ângela Domingues
señala que dada la pobreza local la mayor parte de los esclavos africanos introducidos en
el Pará por la compañía se trasladaron a Mato Groso647.
Esta introducción de mano de obra en Amazonia produjo grandes
transformaciones económicas y sociales. Hay referencias de que hacia 1775, al menos
tres cuartos de la población de la capitanía de Mato Groso era de negros, mulatos y
639
Cardoso, Ciro F., Economia e Sociedade em áreas Coloniais Periféricas: Guiana Francesa e Pará
(1750 - 1817), Graal, Rio de Janeiro, 1984. p. 182 en Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos,
p. 181
640
Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia
Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos
641
Un cambio en este sentido sólo se produciría en la Constitución de 1988, en Brasil.
642
Souza, Manoel Nascimento de, y Barbosa, Erivaldo Moreira, “Direitos indígenas fundamentais e sua
tutela na ordem jurídica brasileira”, Revista Âmbito Jurídico, Constitucional, 1 de fevereiro de 2011,
http://www.ambito-
juridico.com.br/site/?n_link=revista_artigos_leitura&artigo_id=8978&revista_caderno=9 (consultado el
21/10/2013)
643
Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia
Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos
644
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, pp. 185-186
645
Ibid.
646
Ibid., pp. 45-51
647
Ibid., p. 53
174
mestizos648. Si observamos las tablas abajo (Fig. 26)649, podemos comprender mejor su
cuadro demográfico:
Habitantes:
aprox. 1265
Negros, mulatos y mestizos (75%)
Habitantes:
aprox. 3797 Otros (25%)
3500
3117
3000
2500
2000
1500
998
1000
695
564
500 384
0
Total: 5063 hab.
648
Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres, Relação de toda a povoação da capitania de Mato
grosso e Cuyabá, IHGB, ARQ. 1.2.10, p. 410
649
Según la fuente, se desconsidera la población que vive de manera aislada y apartada. Los principales
núcleos de concentración poblacional eran las villas de Cuiabá y Vila Bela, además de pequeños poblados o
arraiais (campamentos), que hacia finales del siglo XVII sumaban 8: Santa Ana da Tromba do Morro, São
Vicente, Boa Vista, Ouro-fino, Capela de Santa Anna, Pilar, Lavrinha do Guaporé, y Aguapehy (Alexandre
Rodrigues Ferreira, Vários Documentos: “Prospecto Filosófico da Serra de S. Vicente e seus
estabelecimentos", Vila Bela, 1790, BNRJ, MS-574 (5), doc. 1
175
Incremento y Reducción demográfica Cantidad Tasa
Muertes en 1775 196 3,87%
Nacimientos en 1775 192 3,79%
Crecimiento poblacional desde 1773 42 0,84%
Fig. 26: Cuadro demográfico de la capitanía de Mato Groso hacia 1775650.
650
Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres, Relação de toda a povoação da capitania de Mato
grosso e Cuyabá, IHGB, ARQ. 1.2.10, p. 410
651
Ruiz-Peinado Alonso, José Luis, "Amazonía Negra", en Santos Pérez, José Manuel, y Petit, Pere ed., La
Amazonía Brasileña en perspectiva histórica, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2006, 27-
28
652
Ibid., 28
176
Por otro lado, es importante tener en cuenta un dato que esta fuente no nos
proporciona, es decir, el índice de egreso o de emigración en la región. Una de las
consecuencias directas de la monopolización de la navegación del eje Guaporé-Madeira-
Amazonas fue la eliminación de la competencia comercial, actividad realizada sobre todo
por la población blanca y mestiza. Esto sumado a la introducción de mano de obra negra
puede haber dado lugar a un cuadro de sustitución étnica de un tipo de población por otra.
En línea con esta hipótesis cabe citar la siguiente fuente:
"[...] pois como a maior parte dos homens brancos eram ou tinham sido
comerciantes, proibindo este atrativo, veria a ser povoação de negros e mulatos
[...]."653
653
Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de Mato Grosso, principalmente da
provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, Rio de Janeiro, 1850, pp. 137-199
654
Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios e mestiços no Rio de Janeiro: significados plurais e
cambiantes (séculos XVIII-XIX)", Memoria Americana
655
Ibid.
177
infieles por convertir 656 . En otras palabras, debe verse como una fase precaria y de
duración limitada hasta lograr la consolidación de la fe y la Iglesia657. El autor añade que,
de hecho, esta conversión en parroquias se había producido en otras ocasiones antes de la
expulsión de los jesuitas658. Por poner un ejemplo podemos citar el caso de Borba a Nova.
Cabe recordar que hay una brecha de 10 años entre la expulsión de los jesuitas de
los dominios portugueses y castellanos, donde a partir de 1767 también se convirtieron
las misiones en parroquias a cargo de los curas doctrineros 659 . Por tanto, en diversas
ocasiones se produjo la fuga de jesuitas hacia el otro lado de la frontera. De hecho, Flavio
Gomes apunta que durante el período de creación de los directorios y villas las fugas se
producían en masa 660 . En las fuentes etnohistóricas luso-brasileñas, observamos un
aumento de las referencias a los mocambos, por ejemplo661. Sin embargo, la existencia de
mocambos662 en la capitanía de Mato Groso se remite al menos a la década de 1720 con
el florecimiento de las minas y la introducción de la mano de obra esclava para su
explotación. A título de ejemplo, en las “Memórias cronológicas da Capitania de Mato
Grosso” de Felipe Nogueira Coelho, encontramos la siguiente referencia:
656
Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, 3: 325
657
Ibid.
658
Ibid.
659
Para más información acerca del proceso de expulsión de los jesuitas de Moxos, véase Antezana, Liz,
“Consecuencias cataclísmicas de la expulsión de los jesuitas: el caso de los Moxos”, e-Spania, Conseil,
conseillers et conseillères: Catastrophes, cataclysmes et naufrages, 12 de diciembre de 2011, http://e-
spania.revues.org/21448 (consultado el 02/01/2014)
660
Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia
Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos
661
Ibid.
662
Término elegido por las autoridades coloniales para designar las fugas colectivas de las poblaciones
indígenas de las villas y misiones y la formación de comunidades (Ibid.).
178
muito na agricultura dos mantimentos e algodão, e havia duas tendas de
ferreiro.”663
663
Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de Mato grosso, principalmente da
provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, Rio de Janeiro, p. 182
664
Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia
Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos
665
Ibid.
666
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 62
179
la región llegó a ser significativa, habiendo referencia de hasta 51 individuos en
Magdalena hacia 1770667. Este dato es interesante pues otra fuente hace referencia a 51
esclavos siendo devueltos a finales de 1771 a Vila Bela por encontrarse forajidos en
dominio español 668 . Según consta, algunos se habían incluso casado, y se menciona,
además, los altos costes derivados de estos tipos de devolución, puesto que su transporte
resultaba casi como una nueva compra669. De hecho, cabe resaltar que el aumento de la
población negra no se debe sólo a su introducción y/o deserción en las tropas militares
moxeñas, sino también a las fugas de individuos provenientes de Brasil, conforme se
constata en esta fuente de principios de la década de 1780:
"E sendo certo que do meio das cachoeiras e mesmo de Vila Bela desertam
índios e escravos e ainda soldados para o centro da capitania do Pará, [...] tem
fugido de próximo e por duas diversas vezes muitos negros escravos que
subindo o rio da Madeira e passando as suas cachoeiras entraram pelo rio
Mamoré até as missões espanholas de Môxos, onde atualmente estão
muitos.”670
Mientras para los prófugos los mocambos eran una alternativa al sertão tanto de
supervivencia como de resistencia – no necesariamente organizada como en otras partes
de Brasil, pero sí adaptativa -, para las poblaciones locales, significaban una valiosa
reserva de mano de obra671. Por lo tanto, la destrucción de los mocambos, aunque por un
lado supusiera la captura de esa mano de obra672 y la confiscación de alimentos673, por
otro, podía significar la ruptura del circuito económico regional, en términos de
producción, productos y, definitivamente, de relaciones sociales.
Los mocambos de los que se tienen noticia se situaban sobre todo en los sertões
de Vila Bela y Cuiabá y en el bajo y medio Guaporé. Más inmediato a nuestra zona de
667
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 178
668
Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de Mato grosso, principalmente da
provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, Rio de Janeiro, 1850, p. 183
669
Ibid.
670
Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio Madeira", RIHGB, XX, (ca. 1782), 1857 , p. 406
671
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 61
672
Las tropas de rescate podrían hacer uso por un tiempo determinado de la mano de obra del indígena
rescatado. Sin embargo, hacerlo contra las órdenes reales (o comprar o aprisionar indígenas) era crimen de
lesa-majestad, punible de pena de muerte (Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, pp. 28-29
y Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 56).
673
Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia
Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos
180
estudio es el mocambo que se situaba en el río Piolho, afluente de la margen derecha del
medio Guaporé674. A finales de la década de 1770 fue destruido, pero solamente en 1795
se logró eliminarlo, sustituyéndolo por una aldea (aldea Carlota) 675 . En este segundo
intento de desmantelarlo se apresaron a 54 individuos, de los cuales:
“[...] seis negros muito velhos que eram os patriarcas, deste escondido
povo, oito índios e dezenove índias, dando destes 27 indivíduos, 10 nascidos
naquele quilombo de idade de treze a quinze anos. Os ditos negros e outros já
falecidos ajuntando maritalmente com algumas das índias foram pais de vinte e
um robustos Caborés676, 10 rapazes e 11 fêmeas todos de idade de 2 até 16
anos.”677
674
Extratos da descrição geográfica da capitania do Mato Grosso (cópia), Arquivo Nacional, Río de Janeiro
(en adelante, ANBR), Diversos Códices (SDH), Código do Fundo: NP, códice 807, vol. 13, Extrato da
descrição geográfica da capitania do Mato Grosso, feita em 1797 (Rio Guaporé)
675
Ibid.
676
Caburé, sinónimo de cafuzo: mestizo hijo de negro e indígena.
677
Ibid.
181
Comercio del Gran-Pará y Maranhão 678 recibió el monopolio sobre el comercio del
Estado del Gran-Pará y Maranhão con Europa y de la trata e introducción de la mano de
obra negra en Amazonia. El gobierno había designado el río Madeira como única vía de
abastecimiento de la capitanía de Mato Groso, estipulando una pena de destierro durante
10 años en Angola a cualquier infractor679. Es posible que esta orden se haya aplicado
debido a una noticia recibida del gobernador del Pará acerca de la existencia de un
camino por tierra que conectaba las minas de Mato Groso a la misión jesuita en el río
Abacaxis680. Sin embargo, esta referencia además de ser la única a este dato, parece poco
verosímil. En cualquier caso, esta medida permitió, por un lado, el surgimiento del
monção (“monzón”) del norte entre Belém y Vila Bela681 y, por otro, la sistematización
de la navegación del río Madeira, que empezó a realizarse de forma periódica.
En este contexto, se hacía necesario establecer núcleos de asentamiento a lo largo
del tramo de cachuelas del Madeira que cumplían una función tanto de apoyo a la
navegación, en el abastecimiento de los monzones, como defensiva, asegurando la
presencia colonial y la protección de la frontera. Ejemplos de ello son la parroquia de São
João do Crato682, cerca del río Manicoré, en el medio Madeira y la fundación de Nossa
Senhora da Boa Viagem do Salto Grande, entre 1757 y 1759, por el magistrado de Vila
Bela, Theotônio da Silva Gusmão (hermano de Alexandre Gusmão) y financiada de su
propio bolsillo. Cabe señalar que hay referencias a que se había encontrado “oro en la
sierra que forma el tramo de cachuelas del río de la Madeira”, de manera que ello podría
justificar tamaña empresa 683 . En un oficio de la Secretaria del Estado, la corona
dictaminaba que:
678
Para un estudio más detallado de la Compañía General de Comercio del Gran Pará y Maranhão, véase
por ejemplo Dias, Manuel N., A Companhia Geral do Grão Pará e Maranhão (1755-1778), 2 vols., Belém,
Universidade Federal do Pará, 1970; y Carreira, A., A Companhia Geral do Grão-Pará e Maranhão, vol. 2
Documentos, Companhia Editora Nacional, São Paulo, 1988.
679
Provisão do Rei D. José I a D. Antonio Rolim de Moura sobre a permissão da comunicação do Governo
do Pará com o Mato Grosso, IHGB, Río de Janeiro, DL 763.4D, Lata 762, pasta 17
680
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 299
681
Fonseca, Dante Ribeiro da, "A História e a cultura na fronteira rondoniense Brasil/Bolívia", Revista
Igarapé, nº. 1 (1), 2013
682
La fecha de fundación de São João do Crato es posterior, en 1797, en la desembocadura del río Jamari,
pero Marco Teixeira hace referencia a una parroquia del mismo nombre cerca de la boca del río Manicoré,
desde 1755 (Teixeira, Marco Antônio D., "O rio e os tempos: reflexes sobre a colonização e as questões
ambientais do valo do Madeira entre os séculos XVII e XXI”, Saber Científico, Porto Velho, 1 (2),
jul./dez., 2008, pp. 223 – 295).
683
Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues
Ferreira, 3
182
"[...] havia por bem de lhe ordenar que não só não promovesse o
descobrimento do ouro achado nas serras que formam as cachoeiras do rio
Madeira, mas que tivesse particular cuidado de o impedir por todos os modos
diretos e indiretos. Quanto porém aos gentios Maguéz cuidasse muito de
promover o estabelecimento das aldeias e a civilização dos índios."684
Estos indígenas Maguéz (Maués-Açu), provenían del área del bajo Madeira y
fueron mencionados por primera vez por Rodrigues, conforme se observa en la
Fig. 19. Situado en la segunda cachuela del río Madeira (antes denominada Natal,
pero hoy día Teotônio), el poblado estaba constituido sobre todo de indígenas Pama685,
llegando a 60 entre hombres blancos, negros y mulatos686. Se habían designado a dos
frailes para la nueva fundación, probablemente carmelitas, el fray José de Jesus Maria y
el fray João Evangelista687. Sin embargo, una vez más fue fallido el intento de establecer
un asentamiento en el alto Madeira, puesto que el poblado fue abandonado en 1760,
primero por parte de los indígenas, que habían desertado por las enfermedades y las
incursiones de los Mura, luego por los frailes, también por el acoso Mura, y por último,
por el propio Theotônio, tras haberse desentendido con los misioneros y con el gobierno
al no recibir ninguna asistencia ante las dificultades que afrontaban688.
Algunos años más tarde, se tienen referencias que apuntan que en 1764, el nuevo
gobernador de Mato Groso, João Pedro da Câmara, en viaje por el río Madeira, se habría
encontrado a un grupo de indígenas Pama en las proximidades de la 5ª cachuela (Jirau),
algunos de ellos provenientes de la población de Nossa Senhora da Boa Viagem 689. Hay
referencias a que a principios de la década de 1770 esta aldea de indígenas Pama tenía
más de 400 habitantes, organizados alrededor de una iglesia con un cura y un director690.
Sin embargo, este no fue el último intento de fundar un poblado en el alto Madeira. En
1768, Luiz Pinto de Souza, capitán general y gobernador de Mato Groso, fundó el
poblado de Balsemão, trayendo a seis familias, un herrero y un carpintero desde Borba a
684
Alexandre Rodrigues Ferreira, "Relação circunstancial do rio da Madeira e seu território.", Cachoeira de
Santo Antônio, 30 de março de 1789, BNRJ, MS-574 (4)
685
Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 107-108
686
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, pp. 88-89
687
Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 107
688
Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues
Ferreira, 3
689
Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 110
690
Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89),
Cód. 100, Microfilme 390-2004
183
Nova, además de un párroco. Hay referencias de que en Balsemão había almacén,
pesquero y un depósito691, y, según Vitor Hugo, el enclave sustituyó una parroquia en la
cachuela del Ribeirão (10ª), de invocación de São José692. Su ubicación es incierta, pero
Felipe J. Nogueira Coelho cuenta que la villa sustituyó la de Nossa Senhora da Boa
Viagem en la cachuela de Jirau, siendo la parroquia de São José trasladada a Lamego, con
la denominación de Leomil693. Finalmente, la hostilidad de los indígenas de la región
también llevó al abandono de Balsemão hacia 1774694. Su párroco, Agapito Marcos de
Oliveira, tuvo que huir a Borba por la incursión, esta vez, de los Pama695.
Como hemos dicho anteriormente, la fundación de asentamientos a lo largo del
curso de los ríos Madeira y Guaporé no sólo pretendían asegurar la propiedad del
territorio mediante su poblamiento, sino también dar soporte al comercio de la Compañía
del Gran Pará y Maranhão entre Belém y Cuiabá. De forma que la política de desarrollo
del comercio de la compañía incluía un plan “secretísimo” con respecto a la construcción
de factorías y fortalezas696. Según ese plan se deberían construir 7 factorías, a saber: la
primera en Barcelos (cerca de la confluencia del Madeira y el Amazonas), la segunda en
la Vila Nova de São José do Javari, la tercera en Borba a Nova, la cuarta en la Isla de los
Muras, donde se solían parar las canoas y barcos para prepararse - y repararse - para
poder enfrentar el tramo de cachuelas, la quinta en la confluencia de los ríos Beni y río
Enim, la cual debería además fortificarse, la sexta en el fuerte Nossa Senhora da
Conceição (Santa Rosa el Viejo), y la séptima y última, en el río Mequens (afluente
derecho del Guaporé)697.
Para el establecimiento de la fortaleza y factoría delante de la desembocadura del
río Beni en el Madeira se iba a trasladar a los indígenas Pama de Balsemão, cuya gran
691
Carta de Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres a João Pereira Caldas, del 16 de junho de
1775, Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará
(89), Cód. 100, Microfilme 390-2004
692
Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 110-111
693
Rebautizó además São João como Lamego y el Fuerte Nossa Senhora da Conceição (Santa Rosa el
Viejo) como Fuerte de Bragança (Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de
Mato grosso, principalmente da provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, Rio de
Janeiro, 1850, p. 181)
694
Ibid., p. 186
695
Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 110-111
696
Segunda Instrução e Relação das feitorias e estabelecimentos que se devem dispor e ordenar para o
efeito e consolidação do importante plano da ilimitada extensão do Comércio da Companhia Geral do Grão
Pará e Maranhão com as capitanias do mato Grosso do Cuyabá, e de todas as regiões confinantes com as
referidas capitanias, com a de S. José do Rio Negro (copia), João Pereira Caldas, 1772, ANBR, Secretaria
do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004
697
Ibid.
184
parte había ya desertado, o desde la aldea de Jirau 698 . En la década de 1770 se
establecieron, además, los enclaves de Viseu y Porto Guarajús para auxiliar la navegación
del monzón del norte699. Hay que recordar que con la anulación del Tratado de Madrid,
estas dos localidades se encontraban teóricamente en territorio castellano.
El historiador rondoniense Marco Teixeira, señala que los últimos esfuerzos por
fundar un asentamiento en el alto Madeira en el siglo XVIII se produjeron en los años de
1796 y 1797, con los poblados de São João do Crato en la desembocadura del río Jamari
y un destacamento en la cachuela del Ribeirão, enfrente al desagüe del río Beni700. Sin
embargo, la insalubridad del enclave sumado a las enfermedades y ataques de los Juma,
llevaron a un intento de traslado al antiguo poblado de la cachuela de Teotônio, el cual
resultó infructífero por los mismos motivos antes enunciados701. Según Cônego André
Fernandes de Souza, los colonos del Crato eran gitanos, convictos y malhechores702. El
autor añade que muchos de estos gitanos huyeron y, según consta, fueron conducidos por
los indígenas Mura hasta los ríos Purús, Solimões y Japurá, pasando después a dominios
castellanos703.
En el mapa a continuación (Fig. 27), se representa la localización aproximada de
los asentamientos fundados - y hasta ahora mencionados - por iniciativa luso-brasileña en
la región del alto Madeira a lo largo del siglo XVIII, poniendo en evidencia sus traslados
(en degradé); en la leyenda se ilustran las distintas categorías de asentamiento con
diferentes signos, siguiendo un orden cronológico:
698
Carta de Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres a João Pereira Caldas, del 16 de junho de
1775, ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004
699
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, pp. 166-67
700
Teixeira, Marco Antônio D., "O rio e os tempos: reflexes sobre a colonização e as questões ambientais
do valo do Madeira entre os séculos XVII e XXI”, Saber Científico, Porto Velho, 1 (2), jul./dez., 2008,
223-295
701
Ibid.
702
Souza, Cônego André Fernandes de, “Noticias geográficas da Capitania do Rio Negro no grande Rio
Amazonas", RIHGB, X, Rio de Janeiro, 1848, p. 428
703
Ibid., p. 427
185
Fig. 27: Fundación y traslado de asentamientos por luso-brasileños en la región del alto Madeira en el siglo XVIII.
186
La construcción de una fortaleza cerca de la desembocadura del río Beni responde
a una preocupación portuguesa ante una amenaza de ataque y conquista por los españoles
de Cusco y su numerosa población. Parece ser que tras las expediciones de Moxos
organizadas aunque nunca efectuadas contra los portugueses, se buscó salvaguardar las
vías de comunicación con el imperio español por los ríos Javarí, Beni y Enim, que creían
llevar a Cusco; acerca de eso se lee:
704
Cópia do secretíssimo plano de Comércio na parte que unicamente respeita às fortalezas e feitorias que
S. Magestade manda erigir e estabelecer no distrito da capitania de Mato Grosso, [s/f], ANBR, Secretaria
do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004
187
la vía del sur, pasando por el río Cuiabá. El establecimiento de la quinta factoría parece
no haber tenido éxito dada la muerte in loco del capitán de ingenieros de la obra705. Como
veremos a continuación, los castellanos estaban al corriente de las intenciones lusitanas y
ya a finales de la década de 1770 intentarían solucionarlo nuevamente por la vía
diplomática.
“Artículo 10: Desde la boca del Jaurú por la parte occidental, seguirá la frontera
en línea recta hasta la ribera austral del río Guaporé o Itenes enfrente de la boca
del río Sararé, que entra en dicho Guaporé por su ribera septentrional. Pero si
los comisarios encargados del arreglo de los confines y ejecución de estos
artículos hallaren al tiempo de reconocer el país entre los ríos Jaurú y Guaporé
705
"Extracto del expediente sobre la demarcación de límites con el Portugal en la América Meridional
(1796)", Servicio Histórico Militar, Madrid, Colección de documentos, sig. nº. 5.1.1.4 en Beerman,
Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 95-115.
706
Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, p. 9
707
Ibid.
708
Ibid.
709
Ibid., p. 82
188
otros ríos o términos naturales por donde más cómodamente y mayor
certidumbre pueda señalarse la raya de aquel paraje salvando siempre la
navegación del Jaurú que debe ser privativa de los portugueses, como el camino
que suelen hacer de Cuyabá hasta Mato Grosso; los dos altos contrayentes
consisten y aprueban que así se establezca, sin acceder a alguna porción más o
menos de terreno que pueda quedar a una o a otra parte. Desde el lugar que en la
margen austral del Guaporé fuere señalado por término la raya, como queda
explicado, bajará la frontera por toda la corriente del río Guaporé hasta más
abajo se du unión con el río Mamoré, que nace en la provincia de Santa Cruz de
la Sierra y atraviesa la misión de los Mojos, formando juntos el río llamado de
la Madera, el cual entra en el Marañón o Amazonas por su ribera austral.
Artículo 11º: Bajará la línea por las aguas de estos ríos Guaporé y Mamoré, ya
unidos con el nombre de Madera, hasta el paraje situado en igual distancia del
río Marañón o Amazonas y de la boca del río Mamoré; y desde aquel paraje
continuará por una línea oeste-este hasta encontrar con la ribera oriental del río
Javarí, que entra en el Marañón por su ribera austral; y bajando por las aguas del
mismo Javarí hasta donde desemboca en el Marañón o Amazonas, seguirá aguas
abajo de este río, que los españoles suelen llamar Orellana y los indios
Guayana, hasta la boca más occidental del Japurá, que desagua en él por la
margen septentrional.
[…]
Artículo 13º: La navegación de los ríos por donde pasare la frontera o raya será
común a las dos naciones, hasta aquel punto en que pertenecieren a entrambas
respectivamente sus dos orillas; y quedará privativa dicha navegación y uso de
los ríos a aquella nación a quien pertenecieren privativamente sus dos riberas
desde el punto en que principiare esta pertenencia, de modo que en todo o en
parte será privativa o común la navegación, según lo fueren las riberas u orillas
del río. […].
Artículo 14: Todas las islas que se hallaren en cualquiera de los ríos por donde
ha de pasar la raya, según lo convenido en los presentes artículos preliminares,
pertenecerán al dominio al que estuvieren más próximas en el tiempo y estación
más seca; y si estuvieren situadas a igual distancia de ambas orillas, quedarán
neutrales, excepto cuando fueren de grande extensión y aprovechamiento, pues
189
entonces se dividirán por mitad, formando la correspondiente línea de
separación para determinar los límites de ambas naciones.
[…]
Artículo 18: En los ríos cuya navegación fuere común a las dos naciones en
todo o en parte, no se podrá levantar o construir por alguna de ellas fuerte,
guardia o registro, ni obligar a los súbditos de ambas potencias que navegaren, a
sufrir visitas, llevar licencias, ni sujetar a otras formalidades; […].
Artículo 19: […] no se procederá de modo alguno por vías de hecho al ocupar
terreno; […]. Y los que contravinieren a lo dispuesto en este artículo serán
castigados a arbitrio de la potencia ofendida, […]. El mismo castigo padecerán
los que intentaren poblar, aprovechar o entrar en la faja, línea o espacio de
territorio que deba ser neutro entre los límites de ambas naciones; y, así para
esto como para que en dicho espacio por toda la frontera se evite el asilo de
ladrones o asesinos, los Gobernadores fronterizos tomarán también de común
acuerdo las providencias necesarias, concordando el medio de aprenderlos y de
extinguirlos con imponerles severísimos castigos. Asimismo, consistiendo las
riquezas de aquel país en los esclavos que trabajan en su agricultura,
convendrán los propios Gobernadores en el modo de entregarlos mutuamente en
caso de fuga, sin que por pasar a diverso dominio consigan libertad, y si sólo la
protección, para que no padezcan castigo violento si no lo tuvieren merecido
por otro crimen.
190
Artículo 20: […] lo que se halla ocupado, y queda para la Corona de Portugal en
las dos márgenes del río Marañón o de Amazonas, en la parte en que le han de
ser privativas, y lo que ocupa en el distrito de Matogroso, y de él para la parte
de Oriente, como igualmente las que se reserva a la Corona de España en la
banda del mismo río Marañón, desde la entrada del Jabarí, en que el citado
Marañón ha de dividir el dominio de ambas Coronas, hasta la boca más
occidental del Japurá; y en cualquiera otra parte que por la línea señalada en
este tratado, quedaren terrenos a una u otra Corona. Evacuándose dichos
terrenos, en la parte en que estuvieren ocupados, dentro del término de cuatro
meses, o antes, si se pudiese, bajo aquella libertad de salir los habitantes,
individuos de la nación que los evacuase, con sus bienes y efectos, y de vender
los raíces […].
[…]
710
Copia del Tratado de Límites de América Meridional de 1777, en Beerman, Eric, Francisco Requena: la
expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 80-83
191
el río Jauru al Guaporé fuera recta impediría la comunicación entre Cuiabá y Vila Bela,
de manera que habría que desviarla bastante hacia el oeste711.
Acerca de los artículos 7º y 10º de los Tratados de Madrid y de San Ildefonso,
respectivamente, el militar portugués Ricardo Franco de Almeida Serra, encargado de la
III Partida portuguesa, denuncia la total desconsideración del río Beni como formador
principal del río Madeira, en detrimento de los ríos Guaporé y Mamoré. A su parecer este
reconocimiento es fundamental en la fijación de la línea de frontera, conforme
observamos en el extracto de su “Diário do Rio Madeira”:
El artículo 14º rectifica los artículos 10º y 22º del Tratado de Madrid, con más
detalles acerca de la posesión sobre las islas en los ríos fronterizos, mientras los artículos
17º y 18º corresponden al artículo 19º del Tratado de Madrid. Por último, los artículos
19º, 20º y 23º representan un intento de reglar la ejecución y los incumplimientos y así,
evitar los conflictos oriundos del tratado de 1750. Cabe destacar que en el artículo 19º se
buscaba solventar la cuestión de las fugas, así como regularizar los procedimientos de
devolución, ante la atracción de poblaciones hacia uno u otro lados de la frontera. Ello
demuestra que probablemente se trataban de prácticas tan frecuentes que se habían vuelto
un problema y necesitaban ser reglamentadas.
En lo que concierne a los artículos secretos anexos, el primero dictaba que el
tratado preliminar de límites debería servir de base para otros 3 entre las coronas ibéricas:
un tratado de perpetua e indisoluble alianza, un tratado de comercio y un tratado
definitivo de límites entre los dominios de España y Portugal en América Meridional, una
711
Tratado de S. Ildefonso. Trabalhos demarcatórios do Chuí e do Guaporé, [s/f], IHGB, Río de Janeiro,
DL 763.4D, lata 761, pasta 4
712
Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio Madeira", RIHGB, XX, p. 415
192
vez que se hubiesen concluido las operaciones de demarcación de límites necesarias para
especificarlos713. Ya el artículo segundo estipulaba la pena de muerte a cualquier caudillo
de una u otra nación que cometiera acto de guerra o invasión contra la otra, prohibiendo
además que se dejasen transitar, atracar en puertos o territorios los navíos de naciones
enemigas714. De hecho, un año más tarde, en 1778 se firmó un tratado de amistad, gracia
y comercio, en cuya introducción se incluían algunos artículos de tratados anteriores,
como por ejemplo, el artículo 25º del Tratado de Madrid, que dictaminaba la obligación
mutua de apoyarse en caso de ofensiva de terceros715.
Las demarcaciones en nuestra región de estudio quedaron incumbidas a la Tercera
Partida portuguesa y española, ésta con sede en Santa Cruz de la Sierra o en algún
poblado de Chiquitos, debiendo cubrir el territorio desde la desembocadura del río Jaurú
en la margen derecha del río Paraguay hasta la confluencia de los ríos Guaporé con el
Sararé (15º latitud sur), y aquélla, establecida en Vila Bela, en Mato Groso716. Una vez
juntas, deberían reconocer los ríos Guaporé, Mamoré, Madeira, así como la margen
oriental del río Javarí (afluente derecho del Amazonas)717. Las medidas astronómicas de
los valles del Madeira, Guaporé y Paraguay se hicieron a mano del astrónomo Francisco
José de Lacerda Almeida, cuyo trabajo se desarrolló entre 1780-1790. En su diario hace
una descripción de los accidentes geográficos del río Madeira, con la intención de
precisar el punto medio desde donde se definiría la línea de frontera con dirección E-O.
Según las instrucciones que tenía, éste debería ser fijado en la Isla de los Muras, en el río
Madeira, sin embargo, no le parecía apropiado718, situándola, finalmente, delante de la
desembocadura del río Machado en el Madeira719.
Otro tema muy recurrente en las fuentes documentales son los riesgos y penurias a
que se enfrentaban las expediciones de demarcación por el valle del Madeira, tales como
ataques de grupos indígenas, las enfermedades, la falta e indisponibilidad de indígenas
remeros y la larga duración de los viajes. Por ejemplo, Lacerda e Almeida cuenta que en
su expedición le acompañaban al menos 100 indígenas, de los que casi ¾ estaban
713
Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 82-83
714
Ibid.
715
Ibid., p. 10
716
Ibid., p. 11
717
Ibid.
718
Francisco José de Lacerda Almeida, Diário de viagem do Dr. Francisco José de Lacerda e Almeida pelas
capitanias do Pará, Rio Negro, Matto-Grosso, Cuyabá, e S. Paulo, nos anos de 1780 a 1790, Typ. de Costa
Silveira, São Paulo, 1841, BL, 10483.b.30, pp. 21-26
719
Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio Madeira", RIHGB, XX, p. 406
193
enfermos, y que en la cachuela de Teotônio se encontraron a comerciantes de Mato Groso
que llevaban 6 meses720 de viaje y habían sido atacados 5 veces por indígenas721.
Francisco Requena fue miembro de la IV Partida de la comisión demarcadora
luso-hispana y en su "Proyecto y reflexiones sobre la mejor demarcación de límites entre
las coronas de España y Portugal”, expresa la dificultad en definir las demarcaciones en
el río Madeira722. De hecho, en las advertencias del plano original de 1796 se lee que la
zona correspondiente al río Jaurú hasta la boca del río Sararé, incluyendo el curso del río
Guaporé y Madeira hasta su desembocadura en el Amazonas se han copiado del mapa
impreso de 1775 por Juan de la Cruz (Fig. 28), y algunas noticias de Lázaro de Rivera,
gobernador de Moxos723. Él pone en evidencia la necesidad de invertir en las misiones de
Moxos, las cuales se encontraban aisladas tanto de la administración eraria como de la
política de la corona, de manera que nunca se interesaron en conservar destacamentos
ante la entrada de los portugueses. Requena resalta, además, que los gastos que tuvo la
corte en organizar las expediciones contra los portugueses habían resultado mucho más
costosos que un siglo entero de inversión en la preparación militar de la región, sin que
siquiera lograsen lo que reclamaban 724 . En una fuente luso-brasileña, se señalan los
motivos que explican el desinterés de la corte española por la zona; una vez más, las
particulares condiciones climáticas figuran como protagonistas:
"As aldeias dos Moxos consta que são numerosas de gentio; porém são remotas
do Pará e ainda de Chaquizaca725 e Potosí, e com a mediação destas serranias
que pouca assistência podem receber dos espanhóis, estão em terras baixas e
alagadiças e como naquelas vizinhanças não se descobriram metais não tem
coisa que convide aos mesmos espanhóis para concorrência para aquela
parte."726
720
Según Ricardo Serra, el viaje desde el Madeira a Mato Groso se hacía en 8 meses, de los cuales 3 se
gastaban solamente para franquear las cachuelas (Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio
Madeira", RIHGB, XX, p. 418)
721
Francisco José de Lacerda Almeida, Diário de viagem do Dr. Francisco José de Lacerda e Almeida, BL,
10483.b.30, pp. 21-26
722
"Proyecto y reflexiones sobre la mejor demarcación de límites entre las coronas de España y Portugal
presentadas en 10 de marzo de 1796 por Don Francisco Requena, al príncipe de La Paz, Madrid" en
Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, 1996, p. 60
723
Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 90-91
724
Ibid.
725
(Chuquisaca)
726
Oficio de Marcos Antonio de Azevedo Coutinho, 15 de febrero de 1748, IHGB, Río de Janeiro, DL
294.20, Lata 279, pasta 8
194
Fig. 28: Mapa geográfico de América Meridional de D. Juan de la Cruz, de 1775727.
727
Mapa geográfico de América Meridional dispuesto y grabado por D. Juan de la Cruz Cano y Olmedilla,
1775, AGI, MP-Impresos, leg. 48
195
Como se ha podido verificar, la organización y los trabajos de la comisión de
demarcación de límites de América Meridional consistieron en un proceso difícil y largo,
extendiéndose hasta finales del siglo XVIII. Por ejemplo, la III Partida portuguesa
solamente llegó a Mato Groso en 1781, siendo que la supresión de las comisiones sólo se
produjo en 1804728. En el “Extracto del expediente sobre la demarcación de límites con el
Portugal en la América Meridional (1796)", Vicente Aguilar y Jurado y el ingeniero
Francisco Requena resumen las operaciones de los comisarios demarcadores de ambas
coronas, así como las disputas y urgencias de demarcación, analizando la causa de los
avances portugueses, sus pretensiones y el desarrollo de los conflictos 729 . En este
expediente se señala que:
- La causa por la cual no se pudieron cumplir los artículos 10º y 11º designados
a la III Partida fue sobre todo el desinterés y resistencia de los portugueses en
organizar su comitiva, la cual se disolvió con el pretexto, a su vez, de la
demora española, a pesar de la insistencia del gobierno y comisión castellanas
en que se volviesen a convocar.
- Se habían hecho denuncias infructíferas al gobernador de Mato Groso y al
virrey de Brasil acerca del contrabando, robos de ganado y usurpaciones de
habitantes realizados por los portugueses en los ríos Baures y Machupo,
añadiendo que la provincia de Moxos se encontraba por ello desprovista de sal
y ganado, e indefensa ante una aparente superioridad militar portuguesa en la
región, la cual se apoyaba en la alta población de esclavos negros y la
proliferación de núcleos mineros. Menciona casos en concreto como la captura
de 70 indígenas en 1784 y de portugueses que inspiraban a los indígenas
castellanos a sublevarse contra la corona española.
- La erección del Fuerte Príncipe de Beira a orillas del río Guaporé (de
navegación común) 6 meses después de la firma del Tratado Preliminar de
Límites contradecía lo dispuesto en el artículo 18º, a pesar de que los
portugueses declarasen que su construcción era anterior al mismo. Alega que
la función del fuerte era convertir en privada la navegación del río Madeira,
728
Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, p. 72
729
"Extracto del expediente sobre la demarcación de límites con el Portugal en la América Meridional
(1796)", Servicio Histórico Militar, Madrid, Colección de documentos, sig. nº. 5.1.1.4 en Beerman,
Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 95-115.
196
llevarse las familias amerindias españolas y proteger las extracciones de
ganado desde territorio español.
730
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, pp. 178-179
731
Ibid., pp. 182-184
732
Ibid., p. 182
733
Ibid., p. 177
734
Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de Mato grosso, principalmente da
provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, 186
735
Alexandre Rodrigues Ferreira, Vários Documentos: “Gentios que habitaram e que habitam no Guaporé",
BNRJ, MS-574 (5), doc. 1
736
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, pp. 173-175
737
Lázaro de Ribera a S. M., Visita del pueblo de Santa Maria de la Magdalena, Santa María Magdalena,
10 de septiembre de 1787, AGI, Charcas, leg. 623, nº. 5
197
subsistencia, enfermedades y conflictos con los soldados 738 . Esto, sumado a los altos
índices de mortalidad y muy bajos de natalidad de su población, hizo imposible la meta
aglomeradora del fuerte, el cual alcanzó su mayor población en 1783, con 900
habitantes739.
Fig. 29: “Descripción geográfica de la Frontera que corre desde la ribera occidental del Río Panamá,
hasta más abajo de la unión del río Guaporé con el Mamoré. La línea de puntos de carmín denota la
divisoria con arreglo al tratado Preliminar de Límites de 11 de Octubre del año de 1777”740
738
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 176
739
Ibid., p. 182
740
Descripción geográfica de la Frontera que corre desde la ribera occidental del Río Panamá, hasta más
abajo de la unión del río Guaporé con el Mamoré. La línea de puntos de carmín denota la divisoria con
arreglo al tratado Preliminar de Límites de 11 de Octubre del año de 1777, s/a, AGI, MP-Buenos Aires, leg.
116
198
Conforme podemos notar en el extracto de los informes de las comisiones de
límites, el desconocimiento efectivo de la región seguía siendo un problema aún a finales
del setecientos:
“Sobre el río Beni hay varias opiniones. Algunos creen que sus aguas van a
incorporarse con el Inambarí (Perú) y que junto con el Incayali, entre en el
Marañón. Otros lo dirigen al río de la Madera. Los Padres Franciscanos del
colegio de Ocopa, en sus nuevas relaciones y mapas impresos en Lima son de
diferente parecer. Quieren algunos geógrafos que sea un río propio junto con el
Javarí; y otros que sea el llamado Purús. Lo cierto es que sea o no el Beni el que
está denotado en el Mapa, en aquella situación entra en el Madera un río muy
caudaloso, y en su boca han hecho los portugueses un desmonte para
fortificarse.” 741
741
"Extracto del expediente sobre la demarcación de límites con el Portugal en la América Meridional
(1796)", Servicio Histórico Militar, Madrid, Colección de documentos, sig. nº. 5.1.1.4 en Beerman,
Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 95-115.
742
Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, p. 9
199
Asimismo, esto pone en evidencia la parcialidad de los etnónimos y clasificaciones
indígenas que nos han llegado al día de hoy, inmersas en una especie de juego de poderes
y nacionalismos.
En esa línea, apoyándonos en Domingues 743 , podemos sugerir que tanto las
expediciones de reconocimiento realizadas a partir de la firma del Tratado Preliminar de
Límites, así como el Directorio de Indios buscaban utilizar a los indígenas no
necesariamente en la defensa sino más bien en la construcción de la frontera nacional. Y
los indígenas, a su vez, empezaban a concienciarse de las ventajas del acceso al aparato
colonial, en términos de derechos y privilegios jurídicos 744 , y definitivamente los
emplearon como mecanismo de subsistencia y resistencia adaptativa. De ello trataremos
más detalladamente en el siguiente apartado.
Manuel Dias expone de forma bastante vehemente que, desde una perspectiva
económica y desarrollista, la caída del Marqués de Pombal fue lo peor que podría haberle
pasado a Amazonia a finales del siglo XVIII745. Con la subida al trono de María I en
1777, la nueva reina de Portugal destituyó al Marqués de Pombal de su cargo de ministro,
abandonando también su proteccionismo mercantilista, y al no renovar el plazo del
monopolio de la Compañía de Comercio del Gran Pará y Maranhão, la empresa entró en
decadencia 746 . Sin embargo, su declive ya se venía percibiendo desde antes debido a
743
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 76
744
Monteiro, Julio, “Escravo índio, esse desconhecido”, en Chauí, Marilena de Souza, Índios no Brasil,
Secretaria Municipal de Cultura, São Paulo, 1992, p.117 en Santos, Rafael Rogério Nascimento
dos, "Resistência e adaptação nas vilas do Diretório dos Índios, IV Encontro Internacional de História
Colonial
745
Dias, Manuel N., A Companhia Geral do Grão Pará e Maranhão (1755-1778), 2 vols., Universidade
Federal do Pará, Belém, 1970 en Cheves, Marcelo S., y Pena, Heriberto W. A., "O processo de ocupação
política e econômica da Amazônia brasileira no período colonial", Observatorio de la Economía
Latinoamericana, 192, 2013, http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/br/13/economia-amazonia.hmtl
(consultado el 22/10/2013)
746
Cheves, Marcelo S., y Pena, Heriberto W. A., "O processo de ocupação política e econômica da
Amazônia brasileira no período colonial", Observatorio de la Economía Latinoamericana
200
diversas carencias y excesos como la dificultad de la navegación, la falta de mano de obra
indígena747 y la ausencia de competencia.
Con la extinción de la compañía, tanto el flujo de mercancías como de personas
disminuyó en el alto Madeira. Meireles habla incluso de un vaciamiento de la región,
instigado además por la escasez de productos y su encarecimiento dados los altos costes y
peligros de su transporte748. Adicionalmente, algunas fuentes documentales apuntan al
aumento de las hostilidades de grupos indígenas en la década de 1780 contribuyendo al
declive no sólo de la navegación del Madeira, sino también de sus poblaciones749. De
hecho, según Menéndez, desde 1770 se estaba produciendo una expansión de los
indígenas Mundurukú desde el río Tapajós hacia el oeste y suroeste amazónico750. Para
partir de una referencia, proponemos como caso de estudio el análisis demográfico de la
villa de Borba a Nova, a partir del censo poblacional con fecha del 1 de enero de 1783 (y
así referido en este trabajo), pero representando una realidad del año de 1782.
1%
11%
Personas libres excepto
indígenas
Indígenas
88% Esclavos
747
Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio Madeira", RIHGB, XX, 406
748
Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 167
749
Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", 306
750
Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e
indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 286
201
Relación de la población masculina y femenina
43%
57% Hombres
Mujeres
202
Incremento y disminución de población Cantidad Tasa
Muertes en 1783 8 3,48%
Nacimientos en 1783 44 19,13%
Deserciones 1 0,43%
Nuevos descimentos 10 4,35%
Crecimiento poblacional en 1783751 45 19,56%
751
Este dato es meramente ilustrativo, puesto que se desconocen los datos para el año precedente.
752
Fuente: Mapa de todos os habitantes e Fogos que existem em todas e em cada uma das freguesias e
povoações da capitania do Estado do Pará ao 1º de Janeiro de 1783, IHGB, Río de Janeiro, DA 6.1.6.
También en ANBR, Río de Janeiro, Fondo NP, Diversos Códices (SDH), cód. 602, vol. 2.
753
La población con más de 60 años es referida en la fuente como “viejos”.
203
Población de las Capitanías de Río Negro y Pará en 1783
30.000
24.400
25.000
21.849
Personas libres en general
20.000 excepto indígenas
14.549 Indígenas aldeados
15.000
10.111 Esclavos
9.408
10.000
Viviendas
5.000
1.075 1.090
374
0
Río Negro Pará
(Total: 11.560 pax.) (Total: 60.798 pax.)
50
40 Cantidad de
39 poblados/feligresías
30 Poblados de blancos
22
20
10
0
Río Negro Pará
Fig. 31: Cuadro demográfico de las capitanías de Río Negro y Pará en 1783 754.
754
Fuente: Mapa de todos os habitantes e Fogos que existem em todas e em cada uma das freguesias e
povoações da capitania do Estado do Pará ao 1º de Janeiro de 1783, IHGB, Río de Janeiro, DA 6.1.6.
También en ANBR, Río de Janeiro, Fondo NP, Diversos Códices (SDH), cód. 602, vol. 2.
204
general en relación a los esclavos e indígenas en el Pará en comparación al Rio Negro,
donde es predominantemente superada por la población indígena. El hecho de que la
población en el Pará sea mayoritariamente “de personas libres en general” está
directamente relacionado a su mayor grado de colonización, es decir, de penetración y
presencia colonial. Sin embargo, cabe destacar que en esa fuente el encasillamiento de la
población en tan solo 3 categorías refleja poco la diversidad y complejidad del entramado
social. Adicionalmente, deja poco espacio a los grupos intermedios como los mestizos,
especialmente si tenemos en cuenta el contexto político de fomento del mestizaje en las
villas.
Finalmente, la información representada en el último gráfico nos puede ayudar a
tener una visión más amplia y proporcional acerca de la población total de Borba.
Yuxtaponiendo los dos gráficos llegamos a las cifras medias de 296 habitantes por
poblado en la capitanía de Río Negro y 690 para el Pará. Sin embargo, es importante
resaltar que estas cifras absolutas son falsas, puesto que no llevan en consideración la
densidad demográfica de las capitanías y sus villas, la cual sería muy superior en Belém,
por ejemplo. Por lo tanto, para hacer una comparación efectiva entre la villa de Borba y
las demás villas/feligresías en el Pará, habría que descontar de ese valor total a la
población de Belém para, entonces, poder acercarse a una media. Por otro lado, aún si
comparada con la capitanía del Rio Negro, Borba a Nova, sigue ligeramente por debajo
de la media demográfica.
En lo que a su contenido étnico se refiere, hay referencias de que hacia 1774, la
población indígena de Borba estaba formada por los Ariquena, Baré, Torá y Orupá 755, sin
embargo, más tarde en la década de 1780, ellos fueron llevados para fundar la villa de
São João do Crato, en la desembocadura del río Jamari756. Una fuente etnohistórica de
principios de la década de 1780, aunque sin fecha 757 , habla de una disminución
poblacional en Borba, lo cual se atribuye a los ataques de grupos indígenas, con destaque
para los Juma:
755
Sampaio, Francisco Xavier Ribeiro de, Viagem que se fez em visita e correição das povoações da
capitania de S. José do Rio Negro fez o ouvidor e intendente da mesma... no ano de 1774 e 1774, Lisboa,
Typographia da Academia, 1825 en Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato
relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no
Brasil, pp. 286-287
756
Baena, Antônio, Compendio das Ervas da Província do Pará, Pará, Typographia de Santos &
Irmãos, 1838, p. 439 en Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre
colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, pp. 286-287
757
Probablemente posterior a 1783.
205
[...] mas hoje se acha reduzida a 30 casas com 280 almas, e só homens; e tem
sido perseguida pelos índios vizinhos com tal animosidade que atacam os
moradores da mesma vila, sendo destas nações a mais funesta a dos Jumas,
índios antropófagos, mas tão fracos que só animam a seguir de longe
aos Mandrucús758, nação valente e seus vizinhos, quando estes fazem guerra a
outros índios, para então os Jumas irem devorando os mortos que vão
encontrando." 759
Otra fuente calcula una población (decreciente) de 200 indígenas en Borba hacia
1784760. Dos años más tarde, Borba era cercada por los Mundurukú. La villa de Borba,
aunque se viera afectada por el declive de la navegación del Madeira, al consistir en uno
de los pocos asentamientos coloniales más estables en todo el curso de ese río, siguió
siendo un punto clave en la presencia colonial de la zona, por lo menos hasta finales del
siglo XVIII y principios del siguiente.
Por otro lado, la expansión y migración Mundurukú761 provocó la reacción y el
desplazamiento de muchos otros grupos étnicos, afectando en distinto grado a las
dinámicas intertribales (e interétnicas) con la llegada de nuevos grupos a la región y
como consecuencia, a las dinámicas intratribales, con el establecimiento de rivalidades,
nuevas alianzas, nuevas relaciones de poder y nuevos procesos de etnogénesis, conforme
veremos a continuación.
“[…] a nação dos Muras constitui muitas repúblicas, que assim como em
diferentes domicílios têm diferentes chefes e costumes, eles uns aos outros atacar
costumam encontrando-se desconhecidos ou ainda não se deixando convencer
das razões que se lhe propõem; estas se declaram definitivas a favor dos
vencedores.” (Wilkens, H.)762
758
(Mundurukú)
759
Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio Madeira", RIHGB, XX, 398
760
Roteiro corográfico da viagem que se costuma fazer da cidade de Santa Maria de Belém, capital do Grão
Pará à Vila-Bela, capital do Mato grosso, João Vasco Manoel de Braun, 1784, BNRJ, 21,2,039 o MS-574
(5), doc. 35
761
Para un análisis más profundo de los Mundurukú, véase Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-
Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da
(Org.), História dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de :Cultura/FAPESP, São
Paulo, 1998 y Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP
(Nova Série), v. 28, 1981-1982
762
Henrique João Wilkens, comandante da segunda partida portuguesa, a João Pereira e Caldas, 22 de
novembro de 1787, Serviço de Documentação Geral da Marinha, Río de Janeiro, (en adelante, SDGM),
Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº.
04/1476.1, caixa 58
206
Según las fuentes documentales, entre los años de 1784 y 1786 los Mura se
redujeron “voluntariamente” en la zona del río Japurá (afluente por la margen izquierda
del Amazonas). Ya hemos hablado acerca de la ficción del concepto de “reducción
voluntaria” e incluso acerca de su debate epistemológico. Como llegamos a analizar, lo
que nos interesa no es tanto el carácter voluntario o no de esa reducción, sino porqué se
produjo este cambio en las alianzas interétnicas. Según Marta Amoroso, la expansión
Mura se inició antes de la de los Mundurukú, a partir de finales de la década de 1750,
direccionada hacia el oeste y noroeste, sobre todo desplazándose desde el río Madeira
hacia los ríos Solimões y Negro763. Sin embargo, el término “expansión” quizás no sea el
más apropiado para describir el fenómeno de aumento de los conflictos con la sociedad
colonial y amerindia y el desplazamiento de estos grupos, la cual se direccionaba
Amazonia adentro conforme lo hacían los frentes de colonización.
Es muy posible que ese fenómeno denominado “de expansión” de los Mura esté
en parte relacionado con el cambio en la iniciativa colonial a mediados del siglo XVIII.
Conforme analizamos en el apartado anterior (3.2.2), esas reformas transformaron las
relaciones de poder, concretamente con la limitación del poder de los intermediarios, que
ejercían de puente en las relaciones con la sociedad colonial, el aumento del poder estatal
con la creación de la Compañía General de Comercio del Gran-Pará y el surgimiento del
monzón del norte, y consecuentemente, la puesta en marcha de una sistematización y
control de la navegación del río Madeira. Conforme vimos anteriormente, tras la
eliminación de los jesuitas y anulación de los cuñamena y sertanistas, se registró un
aumento de la violencia en la región. Por un lado, esto puede ser entendido como
resultado de la ruptura de alianzas que mantenían un cierto tipo de status quo entre los
distintos grupos étnicos, el cual se vería otra vez trastocado con la llegada de los
Mundurukú. De otro, al incluir el alto Madeira en su plan de colonización, las autoridades
coloniales redesignaron nuevos roles a los distintos grupos de la región. Probablemente,
los Mura, antes útiles y estratégicos en la interdicción del camino hacia las minas de
Mato Groso y ante el avance español 764 , ahuyentando a los viajeros, se volvieron un
obstáculo más en el duro trayecto río Madeira arriba.
763
Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História
dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de Cultura/FAPESP, São Paulo, 1998, 303
764
Ibid.
207
Los conflictos con los Mundurukú provenientes de la zona del río Tapajós
desplazaron progresivamente a algunos grupos Mura hacia el oeste, llevando a muchos de
ellos a lo que el discurso de la época denominaba “reducción voluntaria”. Menéndez
señala que en esa misma época parece ser que también se produjo el inicio de las
hostilidades de los Mundurukú con sus vecinos del área intermedia del Tapajós-Madeira
(Arara, Juma, Jakare, Parintintins, Parauarête, Apiaká, etc.) 765 . Estos desplazamientos
produjeron la reordenación de las dinámicas y relaciones entre los distintos grupos
étnicos de la región del Madeira, así como en las zonas hacia donde se movían,
estableciéndose nuevas relaciones de alianza y de enemistad entre los distintos grupos, las
cuales muchas veces fueron apropiadas, usadas e incluso azuzadas por los luso-
brasileños. Algunos ejemplos fueron la alianza colonial con los Mundurukú766 - aunque
más tardía (1795) - y con los Ariquena para combatir a los Mura en el río Madeira:
“[...] Manoel Dias com os Ariquenas seus aliados fora aos Guatazes dar
naquele gentio [Mura], em cuja ocasião fizera neles grande carnagem [...].”767
765
Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e
indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, pp. 290-291
766
Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História
dos Índios no Brasil, pp. 297-305
767
Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra nos annos de
1784, 1785 e 1786", RIHGB, vol. 36, Rio de Janeiro, 1873, p. 344
208
Solimões: que sendo por aquela margem do Madeira o seu império e antiga
habitação dela saíram a difundir-se primeiro pelas margens do Madeira
[...].”768
El lugar de origen de los Mura es un tema discutible. Con base en la fuente aquí
tratada, algunos autores del s. XIX defienden un origen peruano del grupo 769 . Eliane
Sigwalt-Dumotier señala que era muy común que los grupos amerindios al desplazarse
mantuvieran las denominaciones de sus aldeas y marcos geográficos770. La autora añade
que el registro de la toponimia es una forma de marcar un territorio 771. En esa línea,
encontramos en el diccionario geográfico de Alfredo Moreira Pinto, de finales del s. XIX,
el término “Ucaiari” o “Ucayali” como denominación antigua amerindia del río
Madeira772, habiendo posiblemente derivado en el topónimo “Caiari”, del que se tiene
alguna noticia. Sin embargo, el origen del nombre del río Madeira puede ser tan múltiple
y diverso como las etnias que lo habitaban. Por ejemplo, Alexandre Rodrigues Ferreira
comenta que su nombre “verdadero” era Irury, al igual que el gentío que habitaba sus
márgenes773. Sin embargo, para hacer más inferencias acerca de este tema, habría que
considerar muchos otros factores, posiblemente lingüísticos, arqueológicos, etc.
En el mapa a continuación (Fig. 32), se representa un mapa de la cuenca
amazónica con los principales ríos mencionados, a modo de referencia, con destaque para
el río Japurá, donde primero se produjo su reducción:
768
Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB,
36, 343-344
769
Por ejemplo, Amazonas, Lourenço da Silva Araujo, Dicionário Topográfico Descritivo da Comarca do
Amazonas, Recife, 1852.
770
Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, 1-17
771
Ibid.
772
Pinto, Alfredo Moreira, Apontamentos para Dicionário Geográfico do Brasil, vol. 2, Imprensa
Nacional, Rio de Janeiro, 1896, BNRJ, R 918.1, p. 659
773
Relação circunstancial do rio da Madeira e seu território de Alexandre Rodrigues Ferreira, Cachoeira de
Santo Antônio, 30 de janeiro de 1789, BNRJ, MS-574 (4)
209
Fig. 32: Cuenca amazónica, con destaque para el río Japurá774.
Desde el río Madeira los Mura venían de distintas zonas como la isla de los
Guatazes, el río Manicoré, la villa de Serpa (adonde se trasladó la misión de los
Abacaxis), y muchos de ellos traían noticias del ataque de los Mundurukú:
"[...] tendo a maior parte [de los Mura], ou quase todos ido precipitadamente
poucos dias antes, acudir às mulheres, que ainda tinham nas campinas e
habitação dos Guatazes, onde tiveram noticia lhes tinha dado, ou os
Mudurucús, ou os Jumas, ou ambas estas nações juntas, porque de ambas
774
Musser, Karl, “Map of the Amazon River drainage basin with the Japurá River highlighted”, septiembre
de 2008.
210
acharam os efeitos, estes comendo e aqueles degolando o que não [sic] é
comum nos bárbaros destas duas nações [...] constar de mais de 300 almas,
sendo só as que achei 54, a maior parte crianças."775
Este pasaje trata de los Iruri que se encontraban aldeados desde finales del siglo
XVII en la misión de Abacaxis (conforme vimos en el apartado 1.3), y al ser trasladada,
fueron llevados a diversas localidades del bajo Madeira, como las villas de Serpa y de
Borba a Nova. Sin embargo, los Mundurukú no eran los únicos que incursionaron contra
los habitantes de la antigua misión de Abacaxis. El texto a continuación hace referencia al
ataque de los Mura a la villa de Serpa:
775
Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB,
36, 372
776
Braun, João Vasco Manoel de, "Descrição corográfica do Estado do Gram-Pará”, RIHGB, XXXVI (I),
Rio, 1873 (1784), 296
777
(Iruri)
778
Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB,
36, 376
211
esgrenhada barba, e cabelo todo branco, o gesto murificado; mas ainda muito
ágil, que vem em companhia do capataz Ambrozio, a título de seu cunhado.”779
779
Ibid., 343-344
780
Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de
Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General
Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58
781
Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História
dos Índios no Brasil, pp. 308-309
212
"[...] vieram a este lugar uns índios Muras de um principal que tem um
cunhado que traz por língua um índio do lugar de Carvoeiro 782 chamado
Antônio José [...]."783
“Este índio Ambrozio [...] veio em fim falar-me trazendo em sua companhia a
mulher que é Mura com quem se casou por seu modo no rio da Madeira,
segundo me explicou no lago dos Guatazes785, aonde em dilatadas campanas
tem o Mura grande poder […]/ Ele falando mal a língua geral, mas em tudo
murificado até nos dois ossos como grandes dentes que trazem um no bico de
baixo e outro no de cima, pelo terem os Muras apanhado na povoação de
Paraguari, e terem-no assim desfigurado a ele, uma irmã, que aqui trouxe
consigo pagã; pois apanhada ainda pequena, mas falando bem a língua geral
com a mãe, que também veio, e com ele foi apanhada por nome Joanna./[...]/
Esta Joanna serviu de língua [...].”786
Como podemos observar, Ambrozio fue hecho prisionero junto de su madre Joana
y su hermana que era “mameluca”787. A partir del momento en que un Mura se “casó”
con su hermana, Ambrozio pasó a ser el cuñado, estableciendo una alianza con el marido
de su hermana. Ambrozio, a su vez, se había casado con una Mura, ya que él no era uno.
Sin embargo, ya se encontraba “murificado” pues además de compartir sus rasgos e
indumentarias culturales, diferentemente de su madre, hablaba mal la lengua general. En
782
Aldea en el río Negro.
783
Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB,
36, 359
784
Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de
Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General
Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58 (Traducción propia).
785
Antigua isla de Tupinambaranas.
786
Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB,
36, 331-332
787
Mestizo descendiente de indígena y portugués.
213
otras palabras, podemos afirmar que se trata de una práctica exogámica, aunque al no
disponer de más información acerca del status social tanto del cuñado de Ambrozio como
de su pareja Mura pudiendo ésta ser hermana del cuñado, o no, resulta difícil hacer más
inferencias. No obstante, basándonos en el hecho de que Ambrozio era el principal o
sostenía algún tipo de alto status en la jerarquía social, podemos sugerir una transmisión
de poder o status a través de los lazos matrimoniales y/o de un cuñado a otro.
Por lo tanto, la manutención de las alianzas fuera y dentro de los grupos Mura
parece bastante compleja a la vez que fluida y porosa. Conforme observamos con otros
grupos étnicos del río Madeira desde el siglo XVII, para los Mura también hay datos que
aluden a la práctica de entrega de rehenes como estrategia de toma de contacto y de
consolidación de una alianza con la sociedad colonial. Ângela Domingues añade que la
restitución de prisioneros a la sociedad colonial también era un instrumento de
reconciliación en marcha 788 . Sin embargo la fuente aquí tratada no nos proporciona
información acerca de en qué consistían dichas alianzas. Lo que sí nos muestra es que los
Mura eran un grupo grande pero disperso y étnicamente variado, y parece ser que
practicaban unas formas de guerras rituales para garantizar su propia reproducción social
y política como grupo, conforme podemos observar en los extractos a continuación:
“[...] não estando o tal Ambrozio em muito boa inteligência com os Muras da
outra margem do Amazonas, e são os que ultimamente vieram a Ega no dia 27
do passado, os ameaçava de que se com efeito quisessem enganar os brancos e
não fazer povoação ele pretendia dar-lhes guerra com os seus e com os mais
que são seus aliados." 789
“[...] até entrar no rio Negro, aonde [Ambrozio] fizera algumas presas, sendo
a índia Ignacia em que na carta falo, uma das apanhadas na povoação de
Carvoeiro, apesar dos muitos tiros que lhe atiraram e de muitas mortes, que ele
mesmo confessa fizera nas roças circunvizinhas daquela povoação, onde
apanhou a dita Ignacia sendo ainda criança.”790
788
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 291
789
Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB,
36, 344
790
Ibid., 343-344
214
Vimos anteriormente que Ambrozio también tenía como cuñado a un “hombre
viejo” de 80 años hecho prisionero en la villa de Serpa. No obstante, no conocemos su
status social, ni siquiera su etnia o tribu (Iruri, Arara, etc.). Tampoco sabemos si esa
relación de cuñado se dio por un lazo matrimonial entre el viejo indígena y la hermana de
Ambrozio, o entre éste y la hermana del viejo. Todo apunta, aunque no de forma
conclusiva, que ambos lazos se hubiesen producido y que Ambrozio tuviese más de una
mujer. Especialmente si a ello sumamos la captura de la niña Ignacia en el río Negro. De
una manera o de otra, la poligamia se encuadraría como una estrategia lógica en el
establecimiento de alianzas múltiples y con múltiples grupos indígenas.
Amoroso hace un interesante análisis acerca de la construcción de la imagen de
los Mura por la literatura colonial, especialmente jesuítica, categorizados por su
nomadismo, irreductismo y barbarie 791 , categorías, como dijimos al principio de esta
disertación, propias del discurso colonial y que contribuyeron para la etnificación de un
grupo profundamente diversificado. De manera que la propia categorización y
conceptualización del Mura como grupo representan los parámetros reductores y
homogeneizantes coloniales poco representativos de la heterogeneidad etnográfica de sus
integrantes. Sin embargo, a partir de 1784, con la toma de mayor contacto con los grupos,
esta etnificación del Mura parece empezar a diluirse en el discurso colonial:
Podemos concluir que la constitución étnico-social de los Mura era mucho más
compleja de lo que pudiéramos imaginar si solamente consideráramos a los individuos
exógenos incorporados mediante las capturas y los conflictos bélicos. Además de
791
Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História
dos Índios no Brasil, p. 303
792
Carta de João Batista Mar del a João Pereira de Caldas, de 26 de julho de 1785, en Anônimo, "Notícias
da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB, 36, 323-392
215
amerindios de distintas etnias, en el ámbito Mura convivían desde indígenas aldeados o
no, hasta negros, gitanos y otros tipos de desertores. De hecho, los Mura se configuraron
como una alternativa de subsistencia a los prófugos y desertores, una forma de resistencia
entre la dilución de su grupo entre la sociedad colonial y su aislamiento en el sertão -
ambas estrategias con un fin poco optimista. En otras palabras, como resalta Amoroso,
además de enemigos militares, los Mura asumieron un nuevo rol como competencia al
modelo civilizador colonial, ejerciendo una fuerza de atracción contraria793 y una forma
de resistencia no sólo bélica, pero ante todo adaptativa.
Por lo tanto, la noticia de la reducción voluntaria de los Mura no debe ser
entendida como un hecho homogéneo y definitivo. El proceso de alianza con los blancos
se desarrolló a lo largo de años, hacia distintos focos coloniales en las capitanías de Río
Negro y Pará, siendo que muchos grupos siguieron indómitos, unos belicosos, mientras
otros continuaban a huir794. De manera que las fuentes documentales apuntan desde casos
de aldeamentos795 cerca de la frontera noroccidental, donde se registran conflictos con
españoles, hasta su reducción en Borba, por ejemplo, donde hay referencias de que en
agosto de 1787 su comandante ya había hecho bautizar a más de 163 niños Mura (hasta
los 7 años de edad) 796 . De hecho, en una documentación proveniente del Servicio
Documental de la Marina, en Río de Janeiro, hemos encontrado datos interesantes acerca
de la población indígena de Borba tras la reducción de los Mura, censada el 31 de
diciembre de 1787, así como una relación con el número de casas y parcelas de cultivo
que poseían, o sea, respectivamente 15 y 46. Acerca del cuadro demográfico de la villa de
Borba hacia finales de 1787, los gráficos abajo representan el contingente Mura:
793
Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História
dos Índios no Brasil, p. 309
794
Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de
Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General
Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58
795
Como se ha explicado anteriormente, se trata de un sinónimo de reducción pero aquí empleado para el
período posjesuita.
796
Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de
Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General
Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58
216
Población Mura masculina y femenina en la villa de Borba en
1787
(Total: 442 pax.)
46%
54% Hombres
Mujeres
80
69
65
60
40
20
3
0
< 7 años 7-15 años 15-60 años 60-90 años > 90 años
217
Población Mura femenina por edad
120
100
79 78
80
60
45
40
20
1
0
< 7 años 7-14 años 14-50 años 50-90 años > 90 años
Conforme podemos observar, la población Mura en Borba hacia 1787 era bastante
elevada si comparada al total de la población indígena de Borba 5 años antes.
Lamentablemente, no tenemos datos para los demás contingentes étnicos y/o sociales
como la población libre no indígena y las esclava e indígena, de manera que nuestro
espectro de comparación con la situación analizada para 1782 es limitado. No obstante,
cabe recordar que en 1782 la población no-indígena en Borba constituía solamente el
12% del total, y al menos nada indica que ese extracto no siguiera poco representado,
especialmente si tenemos en cuenta los siguientes factores:
- Comparando los dos cuadros demográficos, se percibe un incremento de la
población indígena de por lo menos 83% entre 1782 y 1787;
- Se desconocen las cifras absolutas para los demás grupos amerindios, aunque
su existencia sólo contribuiría aumentando la tasa de crecimiento;
- También se ignoran las cifras de muerte y egreso, las cuales, igualmente, por
más ínfimas que fueran, supondrían un aumento del porcentaje de crecimiento
de la población indígena en Borba; y
797
Relação do número de almas de nação de índios Muras, que pertencem ao novo estabelecimento da vila
de Stº Antônio de Borba, em 31 de dezembro de 1787, por Antônio Carlos da Fonseca Coutiho, en Ofício
datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de Mello e
Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe,
Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58
218
- Por último, considerando que la tasa de crecimiento poblacional interno
(estimada) en 1782 era de 19,56%, se podría hacer una proyección de que en
1787 la población de Borba podría alcanzar la cifra absoluta de 671
habitantes, desconsiderando el contingente Mura. Sin embargo, poco nos sirve
esta proyección si se desconoce por un lado, la cifra de población indígena no
Mura en 1787, por otro, la precisión de esta tasa de crecimiento (al no
disponer de los datos para 1781), y si se desconsideran factores coyunturales
como la tendencia hacia un vaciamiento poblacional en el río Madeira a partir
de la década de 1780, conforme se retrata en las fuentes.
“Que não tinham camaradagem com os outros Muras e que não conheciam o
Ambrózio, capataz do Amaná, nem o principal do Mamiá e que os Muras do
Manacapurú eram seus contrários e também que no Purini não estavam
Muras./[...]/ [...]o que me faz entender que há malicia em dizerem estes não
conhecem aqueles ou poderá ser que não entendendo o que lhe pergunto, não
me saiba com verdade responder."799
Aún a principios del siglo XIX hay referencias, como las del Cônego André
Fernandes de Souza, que mencionan a los Mura en diversos sitios del medio curso del río
Madeira. Sin embargo, conforme veremos en el último apartado de este trabajo, hacia
798
Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de
Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General
Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58
799
Ofício de João Pereira Caldas dirigido a Martinho de Mello e Castro, datado de Barcellos a 17 de agosto
de 1786 sobre o estabelecimento dos índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade
General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58
219
finales del setecientos, las hostilidades con los Mundurukú pasarían a ser un tema
constante en las fuentes documentales:
"Sabia eu também já da carnagem que o outro gentio Mudurucú havia feito nos
mesmos Muras e mal é que reduzidos estes se venham aqueles a introduzir
nesse rio e fazer estabelecimento no Guatazes, para que bem livre duns, não
deixe de ficar sempre infestada doutros essa navegação [...]."800
800
Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB,
36, 378
801
Lacerda e Almeida, Tratado de S. Ildefonso. Trabalhos demarcatórios do Chuí e do Guaporé, [s/f],
IHGB, Río de Janeiro, DL 763.4D, lata 761, pasta 4
802
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 201
803
Souza, Cônego André Fernandes de, “Noticias geográficas da Capitania do Rio Negro no grande Rio
Amazonas", RIHGB, X, 424
220
depois de receber as águas do rio Guaporé, são os que formam juntos o rio
chamado da Madeira que sai ao das Amazonas pela sua margem austral.”804
804
Alexandre Rodrigues Ferreira, Observações feitas no rio da Madeira e outros que nele confluem desde
sua foz sobre o rio das Amazonas, BNRJ, 21,2,004 o MS-574 (3), doc. 13
805
Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 172
806
Ibid.
807
Santos, Cássia Alessandra Braga dos, Aspectos da Fonologia dos Mundurukú do Madeira (AM),
disertación de máster, UnB, Brasilia, 2013
808
Soares, José Paulo Monteiro e Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues
Ferreira, Documentos da Fundação Biblioteca Nacional e Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, vol. 3
221
Conforme vimos en el apartado 3.1.3, los directores de las aldeas, al igual que hacían los
jesuitas, intentaban todos los recursos posibles para evitar ceder a los indígenas de su
comunidad en repartimiento al servicio del Estado. Este préstamo obligatorio también era
visto de manera muy negativa por la población libre al no poder disponer de indígenas
para las labranzas de sus cosechas y los trabajos en la comunidad, lo cual podía tener
consecuencias drásticas en la organización económica local. Este tema es constantemente
mencionado en la documentación de la expedición filosófica:
“[…] alguns diretores exageram a falta dos índios das suas respectivas
povoações, […] e eu mesmo observei que nessa preocupação está muita gente
dessa cidade, […] todos os mais que não constam da referida relação fugiram
sem dúvida da viagem, como agora fazem com muita mais facilidade e
segurança, animados com a amizade dos gentios muras, que até os socorrem
nas suas fugidas, como eu experimentei.”809
809
Relação do prático, piloto e índios do Estado do Pará que por ordem do Ilmo. e Exmo. Sr. João
d'Albuquerque de Melo Pereira e Cáceres, Governador e Capitão General destas capitanias se nomearam
para ficar para a equipação das canoas da expedição filosófica, Vila Bela, 26 de maio de 1790, en Soares,
José Paulo Monteiro e Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira: a
expedição philosophica pelas capitanias do Pará, Rio Negro, Mato Grosso e Cuyabá, Documentos da
Fundação Biblioteca Nacional e Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, vol. 2, Kapa Editorial, Rio de
Janeiro, 2008, p. 98
810
Ibid.
811
Carta de Jõao Pereira de Caldas a Alexandre Rodrigues Ferreira, de 24 de novembro de 1788 en Soares,
José Paulo Monteiro e Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues
Ferreira, Documentos da Fundação Biblioteca Nacional e Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, vol.
2, p. 52
222
A esto hay que sumar el miedo de los integrantes de la expedición a una rebelión
generalizada de los indígenas, de forma que se intentaba prohibir que hablaran con
cualquier indígena no aldeado – especialmente los Mundurukú - a modo de evitar que
fueran instigados a levantarse812. En fin, conforme señala Amoroso, los Mura acabaron
quedando como principal causa a las fugas de indígenas remeros813, aunque como hemos
visto a lo largo de esta monografía, las fugas y deserciones han sido fenómenos
intrínsecos al proceso colonial. Alexandre Rodrigues Ferreira también llama la atención a
la gran cantidad de armas de fuego entre los grupos indígenas no aldeados, cuyo motivo
atribuye a la aún mayor cantidad de soldados desertores de las capitanías de Pará y
Maranhão814.
Como podemos observar, los prófugos y desertores conformaban un importante
grupo humano marginado pero de una importancia fundamental en la comprensión de la
dinámica de las relaciones interétnicas y los procesos de etnogénesis de micro-sociedades
en el alto Madeira. Por poner otro ejemplo, en el río Negro, el naturalista se encontró a
una pareja de indígenas castellanos provenientes de la misión castellana de Santa Anna
que huían de los dominios españoles dada la severidad de su cura doctrinero. La pareja
había viajado por todo el río Madeira, en cuyo tramo de cachuelas se murieron dos más
que los acompañaban, hasta la villa de Borba, desde donde fueron remitidos a la villa de
Barcelos en el río Negro815.
De hecho, las quejas y denuncias acerca de la actuación de los curas a uno y otro
lados de la frontera tras la expulsión de los jesuitas es un aspecto muy presente en las
fuentes etnohistóricas a partir de la década de 1770. En 1787, se tienen noticias de la
deserción del primer cura del pueblo de Exaltación, Joseph Ignacio Mendez, al Fuerte
Príncipe de Beira816. El gobernador de la Provincia de Moxos, Lázaro de Ribera, en una
visita al pueblo, constató y denunció la situación de la provincia bajo el gobierno de los
curas doctrineros:
812
Ibid., p. 47
813
Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História
dos Índios no Brasil, 308
814
Alexandre Rodrigues Ferreira, “Gentios que habitaram e habitam nele, pela ordem dos rios indicados no
tit. 15”, en Soares, José Paulo Monteiro e Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues
Ferreira, Documentos da Biblioteca Nacional do Rio de Janeiro, vol. 3, p. 18
815
Ibid. , p. 17
816
Expediente sobre los males que sufren los pueblos de indios mojos por el gobierno de curas doctrineros,
Lázaro de Ribera a S. M., 8 de marzo de 1787, AGI, Charcas, leg. 623, doc. 14
223
"[...] Que los curas de Moxos hayan sacrificado la Provincia vendiendo la
sinvergüenza a los que mañana pueden ser nuestros enemigos no lo extraño [...].
Lo que sí admiro es que después de una práctica tan funesta y prolongada
permanezca tan monstruosa forma de gobierno. Quince pueblos llenos de
felicidad y de opulencia dejaron los jesuitas al tiempo de la expatriación con
una población de treinta mil almas próximamente. En el día se han reducido los
límites de la provincia a sólo once pueblos (Loreto, Trinidad, San Pedro, Santa
Ana, Exaltación, San Ignacio, San Borja, Reyes, Magdalena, Concepción y San
Joaquín), los más sin fondos, sin ganados y en su última declinación contando
una población de veinte mil almas. Los indios han repetido sus deserciones para
los establecimientos portugueses, que han aumentado considerablemente [...]. El
ganado vacuno y caballar que ofrecía un manantial inagotable de riqueza no se
han contentado con destruirlo en las multiplicadas matanzas que han hecho para
lucrar el sebo privando a los indios de su principal subsistencia, sino que les han
abierto a los portugueses todos los caminos [...] a cambio de oro […]. Las
caballadas enteras pasaron al Fuerte del Príncipe de Beira y a la famosa ciudad
de Santa Cruz. El mismo destino tuvieron el cacao, los tejidos, el azúcar, el
aguardiente, el tabaco […]./[…]/"[...] hasta los templos fueron saqueados por
estos famosos curas. [...] los esclavos de las colonias francesas son más felices
que estos naturales [...]."
817
Ibid.
818
Padre Vicario fray Antonio Peñaloza a Lázaro de Ribera, 24 de enero de 1788, AGI, Charcas, leg. 623
819
Pedro José de Vargas a Vicario Fray Antonio Peñaloza, 20 de enero de 1788, AGI, Charcas, leg. 623,
doc. 7
224
pleitos entre los curas e indígenas, como es el caso de una petición de los indígenas
Cayuvava del pueblo de Santa Ana al gobierno de Moxos para la reducción de la pena de
destierro impuesta por su cura820. El destierro figura entre los más severos castigos, pues
mientras que por un lado suponía la desestructuración de la organización económica
comunitaria y familiar, llevando muchas veces a la familia del desertado a depender de
caridad821, por otro, suponía la exclusión social tanto de su grupo como del territorio al
que pertenecía, en un intento de “desetnificación”, considerando la correlación entre el
individuo, la territorialidad y la identidad de su grupo.
Las deserciones forzadas también consistieron un castigo proferido por el
gobierno lusitano, por ejemplo, a grupos indígenas rebelados en el río Blanco, los cuales
fueron transferidos a la villa de Borba. Del lado portugués, también en 1769 hay
referencias a quejas de los habitantes indígenas de Borba acerca de castigos físicos
pronunciados por el director de la villa. Entre las principales quejas de los pleitos
figuraban los abusos sexuales, físicos, el trabajo no remunerado o excesivo, el retraso de
la paga, la falta al respeto hacia miembros de status en la comunidad, etc. 822 Cabe resaltar
que estas protestas se hacían tanto de manera individual, como mediante “asociaciones de
solidaridad” 823 , formadas por la población indígena y no-indígena representada en
distintos niveles de organización política, es decir, grupos constituidos por algunos
habitantes de un poblado o asociaciones representativas del poblado entero, incluyendo
sus entidades oficiales. Es interesante observar que estas alianzas “municipales” o
comunitarias se sobreponían muchas veces a las alianzas interétnicas o intertribales.
Además, ello demuestra, por un lado, la incorporación de las poblaciones indígenas
aldeadas a la sociedad colonial, pero por otro, la toma de conciencia por estos amerindios
de las ventajas del acceso al aparato jurídico colonial824 y de su apropiación en términos
de derechos.
De hecho, la mala gestión de los directores fue un factor decisivo para la
eliminación de los Directorios, en 1798. Adicionalmente, se cita como causa de su
820
Antonio Aymerich y Villajuana a Fray Cayetano Tudela, 30 de noviembre de 1769, AGI, leg. 623, doc.
49
821
Ibid
822
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 254
823
Ibid., p. 266
824
Monteiro, J., “Escravo índio, esse desconhecido”, en Chauí, Marilena de Souza, Índios no Brasil,:
Secretaria Municipal de Cultura, São Paulo ,1992, p.117 en Santos, Rafael Rogério Nascimento
dos, "Resistência e adaptação nas vilas do Diretório dos Índios”, IV Encontro Internacional de História
Colonial
225
declive la falta de mano de obra, como hemos podido analizar 825 . En las fuentes
etnohistóricas, la escasez de mano de obra indígena también figura como motivo del
declive de la navegación y comercio en el río Madeira, y consiguientemente la
decadencia de la provincia de Mato Groso 826 . De manera general, se buscan diversas
excusas y/o culpables, cuyo protagonismo iba desde el propio rey hasta las expediciones
de límites827, que demandaban gran parte de la mano de obra amerindia destinada tanto a
los servicios del Estado como de las comunidades y particulares. Por un lado, se acusan a
los convoyes de particulares que realizaban el comercio a las espaldas del Estado, pero al
mismo tiempo, al establecer el comercio gratuito en las expediciones a servicio de la
realeza, se eliminaba cualquier posibilidad de competitividad reminiscente tras el declive
de la Compañía de Comercio del Gran Pará. La búsqueda por un chivo expiatorio llegaría
hasta las más arbitrarias elucubraciones como la falta de iniciativa emprendedora, de
espíritu de especulación, de ganas de trabajar, así como la escasez de población828. Sin
embargo, correlacionar el declive del comercio con la inexistencia de un mercado
consumidor más que resolver la cuestión parece introducirnos en una nueva paradoja.
Por otro lado, Alexandre Rodrigues Ferreira apunta como factor clave la situación
de declive de las minas de Mato Groso, la cual el naturalista atribuye, entre otros
motivos, a la baja introducción de esclavos en la región entre los años de 1786 y 1789, no
logrando traer más que 721 esclavos; a los gastos del transporte de mercancías y de los
impuestos por ellas pagados; y la deserción de los esclavos al sertão y/o a dominios
españoles, siendo en rara ocasión recuperados829. En fin, se trata de una cuestión que
requiere un profundo análisis y cuyo debate traspasa las propias fronteras de este trabajo.
Pese al contexto de libertad jurídica del Directorio, ante los ataques amerindios y
las inúmeras fugas, Alexandre Rodriges Ferreira defendía la necesidad de tener a los
Mura y a los Mundurukú en status de “excepción de libertad”, justificando su cautiverio y
825
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos. pp. 187-188
826
Informação sobre o modo porque se efetua presentemente a Navegação do Pará para Mato Grosso e o
que se pode estabelecer para maior vantagem do comércio do Estado, de Don. Francisco de Souza
Coutinho, Pará 4 de agosto de 1797, ANBR, Junta da Real Fazenda da Capitania do Pará (Código do
Fundo: 4A) Códice 101, Registro de cartas régias, provisões alvarás, ordens régias, decretos e atos relativos
ao Grão Pará, vol. 1
827
Ibid.
828
Ibid.
829
Alexandre Rodrigues Ferreira, Vários Documentos: “Prospecto Filosófico da Serra de S. Vicente e seus
estabelecimentos", Vila Bela, 1790, BNRJ, MS-574 (5), doc. 1
226
guerra 830 . Lamentablemente, esto se plasmó en 1798 en una ley que legitimaba su
esclavitud 831 . En 1793, hay noticias de que Borba nuevamente era atacada por los
Mundurukú, adonde se cuenta que se había refugiado la mayor parte de los Mura832. Sin
embargo, a partir de estas fechas, se intenta dar un vuelco en las relaciones entre el
gobierno colonial y los Mundurukú. De manera que entre 1794 y 1795 se estableció una
alianza con el grupo833. En realidad, el poder colonial aprovechaba la rivalidad entre los
Mundurukú y sus enemigos amerindios, de manera que los Mundurukú seguirían
ejerciendo su belicosidad, pero ahora a servicio de las tropas coloniales834. Asimismo,
cabe destacar que al obtener la promesa de paz por parte de los Munduruku las
autoridades coloniales también se comprometían a dejar de atacarlos. Años más tarde, en
1803, un principal Mundurukú, ofrecería el vasallaje de 8 a 10 mil subordinados a cambio
de la protección de su alteza real 835 . Desde el punto de vista etic o colonial, una
reducción, por no decir redención voluntaria - al igual que los Mura -, pero desde una
perspectiva emic, una estrategia alternativa de subsistencia, a través de la cual se buscaba
no sólo la sobrevivencia, sino también una mejor condición de vida.
De manera ilustrativa, en la tabla a continuación (Fig. 34), se disponen los grupos
étnicos mencionados en las principales fuentes etnohistóricas de la segunda mitad del
siglo XVIII en la región del alto Madeira.
830
Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História
dos Índios no Brasil, 306
831
Ibid, 308
832
Oficio do Governador do rio Negro Manuel da Gama Lobo d'Almeida dirigido a Martinho de Mello e
Castro, datado da Fortaleza da Barra do Rio Negro, 28 de novembro de 1794, comunicando o início de
relações pacíficas com os índios Mundurucús por intermédio do Tenente Leonardo José Ferreira e seus
auxiliares, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre
Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58
833
Ibid.
834
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 295
835
Oficio de 27 de outubro de 1803 do Conde de Arcos dirigido ao Visconde de Annadia sobre os índios
Mundurucús, s/l., SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias
sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58
227
Fuente Fecha Grupos indígenas Localización Observaciones
Arara -
Marupá -
Pama -
Turá [Tora] -
Matanauí
-
[Matanawi]
José Orupá -
Monteiro río Madeira
1768 Tocumá -
de
Noronha836 Mami -
Cauaripuna
-
[Karipuna]
Iuqui -
Iauareteuara -
-
Mura
río Uautaz -
Luiz Pinto [1769- Ya habían bajado a las
Ferreirus838 8ª cachuela
de Souza837 1772] aldeas
Río Capaná (¿?), Jamari, Río Capaná se comunica
Mura
Madeira con el Purús
João Vasco Ururi
Manuel de 1774 Serpa 500 individuos
Abacaxi
Braun839
Mondurucús
- -
[Munduruku]
s/f
Felipe J.
[final de
Nogueira Pacova [Pakaá-Nova] Cachuela Bananeira (15ª) -
la década
Coelho840
de 1770)]
F. J. de cerca de río Anhangatini
Mura Hostilidades
Lacerda e 1781 (después de Canumá)
Almeida841 Pama Cachuela de Jirau Serviles, pero si
836
Noronha, José Monteiro de, "Roteiro da viagem da cidade do Pará até as últimas colônias do sertão da
província (1768)". RIHGB, 150, (364), 475-513
837
Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89),
Cód. 100, Microfilme 390-2004
838
También en Ofícios de Marcos Antonio de Azevedo Coutinho e Francisco Pedro de Mendonça Gurjão
sobre navegação e exploração do rio Madeira, do Pará até Cuiabá (cópia), 1 de dezembro de 1751, IHGB,
Lata 279, Pasta 8
839
Braun, João Vasco Manoel de, "Descrição corográfica do Estado do Gram-Pará”, RIHGB, XXXVI (I),
269-322
840
Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de Mato grosso, principalmente da
provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, 137-199
841
Francisco José de Lacerda Almeida, Diário de viagem do Dr. Francisco José de Lacerda e Almeida, BL,
10483.b.30, pp. 21-26
228
maltratados pueden ser
muy peligrosos
al otro lado del río de los
Karipuna Ladrones
Pama
río Anhangatininga -
río Aripuanã -
Mundurukú
río Manicoré -
río Uaupés -
Curichara
Casi extinguidos por
Amio
sertanistas
Morés
(río Guaporé) Muy numerosos antes
Guajuratás
de la conquista
(Nota a pie de página):
Pareci
"Parecis já não há"
Alexandre Corumbiaras (río Guaporé) -
1788- Entre F. Príncipe de Beira
Rodrigues Aricumenos -
1790843 y río Cautario
Ferreira842
Cautarios río Cautario -
Cabeceras del río São
Lombiz -
Simão
Parte superior del río S.
Cutrias o Travessões
José, en cumbre de la -
[Botocudos¿?]
sierra
Caripunas río Madeira -
Cabeceras del río
Ababáz Hostilidades
Corumbiara
Cerca del río Corumbiara “Gentio que serve aos
Cavixís [Cabixi]
hacia el sur outros de escravo”
Patitís [¿?]844 Sierra de los Pareci -
Fig. 34: Relación de grupos étnicos mencionados en las principales fuentes etnohistóricas de
la segunda mitad del siglo XVIII.
842
Alexandre Rodrigues Ferreira, Vários Documentos: “Gentios que habitaram e que habitam no Guaporé",
BNRJ, MS-574 (5), doc. 1
843
Documentos no localizados: (XIX) Gentios que o habitavam, habitam nos seus colaterais, (XX)
Povoações, (XXII) População; en Relação circunstancial do rio da Madeira e seu território de Alexandre
Rodrigues Ferreira, Cachoeira de Santo Antônio, 30 de janeiro de 1789, BNRJ, MS-574 (4)
844
(Pareci¿?)
229
A pesar de oficialmente extinguido en 1798, el Directorio de Indios siguió
ejerciendo de parámetro en muchos ámbitos de las relaciones entre los grupos amerindios
y la sociedad colonial 845 . Sin embargo, apoyándonos en Domingues 846 y conforme
podemos concluir, el programa civilizacional y de asimilación cultural, antes denominado
“ilustrado”, resultó en un fracaso, considerando sus metas iniciales y especialmente en lo
tocante a la región del alto Madeira. Al contrastar los datos demográficos tratados en este
capítulo, es imposible no constatar la ausencia de los mestizos como grupo social o
étnico. A pesar de reflejarse como un grupo omitido como tal en las fuentes
etnohistóricas, esto no quiere decir que no estuviesen representados dentro de los
patrones coloniales y por las sociedades aldeadas.
Desde otra perspectiva, de la misma forma que se puede analizar y sacar
conclusiones de la presencia de un grupo étnico/social, como hemos hecho en este
capítulo, se puede analizar y razonar sobre su ausencia. Quizás el motivo por el cual los
mestizos no aparezcan así definidos en los censos puede ser por el hecho de que al
clasificarse como tal, dejarían de ser indígenas y perderían muchos de los beneficios
conferidos por el aparato jurídico estatal, especialmente por la ley de los Directorios. O
mejor dicho, eran mestizos pero no dejaban de ser indígenas; pues “indígena” era la
categoría étnica colonial que les garantizaba los medios de negociación de mejores
condiciones de vida, como el derecho, por ejemplo, a la propiedad comunitaria de la
tierra y a sus rendimientos 847 . Y conforme señala, Almeida, los indígenas aldeados
intentarían por éste, entre muchos otros motivos, mantener las diferencias culturales que
les diferenciaban del restante de la sociedad colonial848. En esta manutención del indígena
como grupo social, el espacio de las aldeas era fundamental en su adscripción territorial y
legitimación.
En esa línea, es interesante concluir que las aldeas también se volvieron un
espacio lleno de contradicciones, donde por un lado los procesos de mestizaje bullían, y
por otro, se reconstruían nuevas etnicidades bajo el signo del indígena. En términos
generales, esto significa una transformación en el proceso de etnogénesis de los grupos
845
Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios mestiços e selvagens civilizados de Debret”, Varia
História, p. 106
846
Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 295
847
Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios e mestiços no Rio de Janeiro”, Memoria Americana; y
Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios mestiços e selvagens civilizados de Debret”, Varia História
848
Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios e mestiços no Rio de Janeiro”, Memoria Americana
230
amerindios aldeados, puesto que supone un cambio en la categoría adscriptiva de
“indígena” desde su valor étnico hacia un valor político-social.
No obstante, a principios del siglo XX esta situación cambiaría, cuando la
sociedad y el poder colonial pasasen a valorar al indígena más por su tierra que por su
mano de obra849. Como hemos podido concluir, el fiasco de la empresa colonizadora en el
alto Madeira está en gran parte relacionado, entre otros factores, a la inestabilidad de sus
poblados y su población. Adicionalmente, con el traslado del foco de preocupación y
atención del Estado al río Paraguay en el primer cuarto del siglo XIX, la región del alto
Madeira sería dejada una vez más a la merced de la iniciativa privada al menos hasta ya
adentrado el siglo XX.
849
Ibid.
231
Unas palabras finales para continuar…
850
Lévi-Strauss, Claude, "La vie familiale et sociale des indiens nambikwara", Journal de la Société des
américanistes, 37, Paris, 1948, en Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, século
XVIII, Editora Vozes, Petrópolis, 1989, pp. 127-128
233
fronteras culturales reflejan sin embargo, un cuadro mucho más reciente, poco anterior al
siglo XX. El concepto de cultura moxo-chiquitana y “amazónica” homogeniza una
realidad mucho más compleja y sólo se puede entender como constructos etnoculturales
coloniales, de la misma forma que lo es el Guaporé en cuanto frontera colonial, pero no
por eso etnocultural. Tras el análisis de las circulaciones y migraciones, primeramente,
prehistóricas en el suroeste amazónico, y en un segundo momento, históricas en la misma
región, y finalmente con el estudio de la etnografía y del desarrollo del proceso colonial
en los Moxos, hemos constatado que se configura un espacio mucho más dinámico; y si
hay que hablar de límites geográficos, estos ciertamente desbordarían ambos lados del río
Guaporé llegando a los contrafuertes andinos por un lado hasta la serranía que conforma
el tramo de cachuelas del Madeira y la Chapada de los Parecis por otro.
Por lo tanto, hemos concluido que el alto Madeira tanto por su carácter
geográfico, como físico e histórico se configura como un reducto, no de manera absoluta,
prístina o virgen, pero en cuanto a la subsistencia de agentes que están al margen y/o
escapan del avance de los frentes coloniales, como los grupos amerindios no amansados,
los cuñamena, los sertanistas, los prófugos soldados, indígenas reducidos, negros,
gitanos, etc. Como hemos podido observar, su ausencia en las fuentes puede a veces decir
más que su presencia. Por otro lado, sabemos que aún queda mucho por estudiar acerca
de la historia de estos grupos.
En una segunda y más larga y profundizada fase de esta investigación, sería
interesante intentar analizar con más detalle quiénes eran estos grupos, donde y en qué
espacio interactuaban. Para ello, además de recurrir a otras herramientas, técnicas y
métodos como desde la etnoarqueología, se podrá partir de las tablas étnicas realizadas a
lo largo de esta monografía para elaborar mapas etnográficos para la primera y segunda
mitades del siglo XVIII, de modo a poder contrastarlos y analizar mejor las dinámicas de
migración y desplazamiento, así como las transformaciones en los patrones de
asentamiento de los distintos grupos. Adicionalmente, sería necesario revisar con más
profundidad las fuentes etnohistóricas para el alto Madeira en los archivos brasileños y
portugueses, como se ha justificado en la introducción, con la intención de tratar y
explorar distintos tipos de fuentes, quizás menos administrativas y más jurídicas, que nos
pudiesen dar nuevos datos acerca de la sociedad y su cotidiano. En tercer lugar, para un
análisis más completo de la región, habría que ahondar en el estudio de la provincia de
Moxos, especialmente en el siglo XVIII, con la misma finalidad antedicha, y a fin de
234
poder realizar contrastes y comparaciones. De hecho, se ha encontrado mucha y valiosa
información en las fuentes luso-brasileñas acerca de la demografía de los Moxos a lo
largo de todo el siglo XVIII, que definitivamente será incluida a modo de anexo o no, en
la segunda fase de esta investigación. Finalmente, también considero de extrema
relevancia analítica tratar de la primera mitad del siglo XIX, lo cual permitirá averiguar
una vez más las transformaciones, permanencias y resistencias en la composición
etnográfica de la región así como sus interrelaciones a uno y otro lados de la frontera.
235
Fuentes y referencias bibliográficas
Fuentes Primarias
a) Fuentes Manuscritas
a.1) España
Archivo General de Indias
Antonio Aymerich y Villajuana a Fray Cayetano Tudela, 30 de noviembre de 1769, AGI,
Charcas, leg. 623, doc. 49
Audiencia de La Plata a S. M., 11 de enero de 1761, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 28
Carta al Consejo de Indias, 5 de julio de 1723, AGI, Charcas, leg. 158, doc. 46
Carta de José de Carvajal y Lancaster al Marqués de Valdelirios comunica que el
marqués de Pombal ha dado órdenes para que no se lleve a cabo lo acordado en el tratado
de Madrid, 8 de abril de 1752, AGI, Buenos Aires, leg. 4
Carta de un misionero en Exaltación de Cavibabas a su superior, 8 agosto 1723, AGI,
Charcas, leg. 264 , doc. 5
Copia de carta del Gobernador de Mato Groso al Gobernador de Santa Cruz de la Sierra
en respuesta a la carta y exhorto que este le remitió a fin de que se le entregue lo
usurpado a las misiones de Moxos, es de letra de D. Joseph de Manzanilla que fue de
secretario a Matogroso para que conste fiel el traslado, 22 de octubre de 1761, Vila Bela,
AGI, Charcas, leg. 433, doc. 18
Descripción geográfica de la Frontera que corre desde la ribera occidental del Río
Panamá, hasta más abajo de la unión del río Guaporé con el Mamoré. La línea de puntos
de carmín denota la divisoria con arreglo al tratado Preliminar de Límites de 11 de
Octubre del año de 1777, s/a, AGI, MP-Buenos Aires, leg. 116
El gobernador de Buenos Aires al Secretario del Estado, 23 de agosto de 1737, AGI,
Charcas, leg. 161, doc. 17
El marqués de Torrenueva al capitán general de Santa Cruz de la Sierra, 08 de octubre de
1738, AGI, Charcas, leg. 161, doc. 20
El virrey del Perú a Antonio Aymerich, 6 de junio de 1767, AGI, Buenos Aires, leg. 539
El virrey del Perú a S. M., 3 de febrero de 1764, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 61
El virrey del Perú a Su Majestad, 13 de noviembre de 1724, AGI, Charcas, leg. 218, doc.
13
Expediente sobre los males que sufren los pueblos de indios mojos por el gobierno de
curas doctrineros, Lázaro de Ribera a S. M., 8 de marzo de 1787, AGI, Charcas, leg. 623,
doc. 14
Instrucciones de Pedro de Ceballos al Marqués de Valdelirios, 19 de septiembre de 1760,
AGI, Buenos Aires, leg. 536, doc. 33
Juan de Albarelos a Alonso Berdugo, 28 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537,
doc. 14
236
Juan de Pestaña a Manuel Amat, virrey del Perú, 11 de abril de 1766, AGI, Charcas, leg.
433, doc. 1
Juan de Pestaña a Pedro de Ceballos, 19 de octubre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc.
57
Juan de Pestaña a Pedro de Ceballos, 13 de noviembre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433
Julián de Arriaga a Juan Pestaña, 1 de octubre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 35
Julián de Arriaga al gobernador de Buenos Aires y Marqués de Valdelirios, 12 de junio
de 1760, AGI, Buenos Aires, leg. 536, doc. 2
La Audiencia de La Plata al Virrey del Perú, 6 de diciembre de 1760, AGI, Charcas, leg.
433, doc. 5
Lázaro de Ribera a S. M., Visita del pueblo de Santa Maria de la Magdalena, Santa María
Magdalena, 10 de septiembre de 1787, AGI, Charcas, leg. 623, nº. 5
Mapa del Río Mamoré o Madera, en la América Austral del dominio de la Corona de
España, s/a, s/f, AGI, MP-Buenos Aires, leg. 145
Mapa geográfico de América Meridional dispuesto y grabado por D. Juan de la Cruz
Cano y Olmedilla, 1775, AGI, MP-Impresos, leg. 48
Marqués de Valdelirios a Julián de Arriaga, 6 de julio de 1766, AGI, Charcas, leg. 433,
doc. 6
Memorial del procurador de la Compañía de Jesús en Perú, 8 de abril de 1723, AGI,
Charcas, leg. 382, doc. 5
Oficio a Pedro Ceballos, 28 de abril de 1723, AGI, Buenos Aires, leg. 537, doc. 2
Padre Vicario fray Antonio Peñaloza a Lázaro de Ribera, 24 de enero de 1788, AGI,
Charcas, leg. 623
Pedro José de Vargas a Vicario Fray Antonio Peñaloza, 20 de enero de 1788, AGI,
Charcas, leg. 623, doc. 7
Real Cédula al Marqués de Valdelirios, 8 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537
Real Cédula, 25 de julio de 1725, AGI, Charcas, 181, doc. 3
Real Orden a Juan de Pestaña, 4 de julio de 1766, AGI, Buenos Aires, leg. 536, doc. 44
Recopilación destinada al Marqués de Grimaldi de cartas, [1768], AGI, Buenos Aires,
leg. 539, doc. 49
Relación de las poblaciones y fortificaciones que desde la línea de Alejandro VI al
poniente han formado los Portugueses comprendiendo solamente lo que se han intentado
desde la altura de la Asunción del Paraguay hacia el Norte, 1750, AGI, Buenos Aires, leg.
535, doc. 4
Relación de los acontecimientos que se produjeron a raíz del establecimiento de los
límites en América del Sur, realizada por un oficial por encargo de S. M., 1750, AGI,
Buenos Aires, leg. 535, doc. 2
Testimonio legalizado del auto de la Audiencia de La Plata, 23 de octubre de 1724, AGI,
Charcas, leg. 264 , doc. 1
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Arquivo Nacional
Carta de Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres a João Pereira Caldas, del 16
de junho de 1775, Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], ANBR, Secretaria do
Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004
Carta de Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres a João Pereira Caldas, del 16
de junho de 1775, ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100,
Microfilme 390-2004
Cópia do secretíssimo plano de Comércio na parte que unicamente respeita às fortalezas e
feitorias que S. Magestade manda erigir e estabelecer no distrito da capitania de Mato
Grosso, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100,
Microfilme 390-2004
Extratos da descrição geográfica da capitania do Mato Grosso (cópia), ANBR, Diversos
Códices (SDH), Código do Fundo: NP, códice 807, vol. 13, Extrato da descrição
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Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da
Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004
Informação sobre o modo porque se efetua presentemente a Navegação do Pará para
Mato Grosso e o que se pode estabelecer para maior vantagem do comércio do Estado, de
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Segunda Instrução e Relação das feitorias e estabelecimentos que se devem dispor e
ordenar para o efeito e consolidação do importante plano da ilimitada extenção do
Comércio da Companhia Geral do Grão Pará e Maranhão com as capitanias do mato
Grosso do Cuyabá, e de todas as regiões confinantes com as referidas capitanias, com a
de S. José do Rio Negro (copia), João Pereira Caldas, 1772, ANBR, Secretaria do
Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004
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1784, BNRJ, 21,2,039 o MS-574 (5), doc. 35
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Oficio de Marcos Antonio de Azevedo Coutinho, 15 de febrero de 1748, IHGB, DL
294.20, Lata 279, pasta 8
Ofícios de Marcos Antônio de Azevedo Coutinho e Francisco Pedro de Mendonça Gurjão
sobre navegação e exploração do rio Madeira, do Pará até Cuiabá (cópia), 1 de dezembro
de 1751, IHGB, Lata 279, Pasta 8
Provisão do Rei D. José I a D. Antônio Rolim de Moura sobre a permissão da
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Agradecimientos
248