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EL AUTOR

El Pr. Sidnei Roza está graduado en


Teología, en 1995, y Periodismo, en
2005. Hizo un posgrado en el área de
familia y una maestría en consejería
pastoral. Trabajó en la obra pastoral
por 16 años, después como director
de los departamentos de Familia,
Mayordomía, y fue capellán. Fue
presentador del programa Lugar de
paz, en el canal Nuevo Tiempo. Hoy
se desempeña como jefe de capellanía
del Hospital Adventista Silvestre en RJ.
Está casado con Raquel Roza, y son
padres de las trillizas Evellyn, Stefanny
y Rafaelly.

2 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


SERMONES
SEMANA DE LA FAMILIA |3
FICHA TÉCNICA
Material producido por la División Sudamericana de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día.
Coordinación: Alacy y Cristina Barbosa
Autor: Sidnei Roza
Autor: Huascar Parada
Colaboración: Eduardo Valentini, Marco Goes, Carlos Sánchez,
Edmundo Cevallos, Rubén Montero, Abimael Obando, Dagmar
Wiebusch, Benjamin Belmonte
Diseño y diagramación: Antonio Abreu
Fotos de tapa: Shutterstock
Tradución y revisión: Departamento de Traducción de la DSA
Año: 2021
TEMAS
1| TODOS IRÁN CON NOSOTROS .................................................................................... 6

2| LA ESCLAVA MISIONERA ............................................................................................... 1 1

3| DANIEL – HAGAMOS ELECCIONES ACERTADAS ........................................................ 1 7

4| JOSÉ – DE ESCLAVO A GOBERNADOR ........................................................................ 24

5| PADRES DEDICADOS A DIOS ........................................................................................ 31

6| ELLOS QUEDARON SOLOS ........................................................................................... 36

7| TODAVÍA PUEDEN LUCHAR .......................................................................................... 42

8| RENOVACIÓN DE LOS VOTOS MATRIMONIALES ........................................................ 48


PRESENTACIÓN Y
ORIENTACIONES
La salida del pueblo de Israel de Egipto fue dramática. El pueblo te-
nía la expectativa de dejar la esclavitud. Faraón insistía en no perder sus
esclavos ni su poder. Moisés tenía la convicción de que había llegado la
hora de salir con todas las personas hacia la libertad.
Faraón presentó la propuesta de que los niños se quedaran. Él quería
mantener la mano de obra, y la estrategia para conseguirlo era dejar que
el pueblo saliera de Egipto, pero que los niños permanecieran. Esa fue la
propuesta de Faraón.
En Éxodo 10:9 encontramos la respuesta contundente de Moisés: “Ire-
mos con nuestros niños”. No hubo dudas para Moisés de que la promesa
hecha por Dios era para la familia completa. Las crueldades de la vida es-
clava ya no serían una realidad en la vida de ninguno de los hijos de Dios.
Ninguna familia saldría feliz si dejaba atrás a alguien que amaba. El
plan de Dios incluía liberación absolutamente para todos.
El relato de la salida del cautiverio egipcio nos ofrece una buena ana-
logía para cuando dejemos la esclavitud del pecado aquí en el planeta
Tierra.
¿QUIEN IRÁ AL CIELO CON USTED?
¿Dejaremos atrás a nuestros inocentes niños? Y a nuestros adolescen-
tes ¿los abandonaremos aquí? Nuestros jóvenes llenos de sueños ¿que-
darán privados de los beneficios de la eternidad? Los matrimonios que
luchan juntos en la travesía de la vida necesitan animarse a continuar la
caminata a pesar de las diferencias. Los que son padres y luchan por la
educación y la salvación de sus hijos necesitan ser instruidos y anima-
dos a continuar. Los que pasaron por desilusiones y tristezas necesitan
encontrar ánimo para continuar en la caminata. Los que ya son ancianos
y piensan que las fuerzas se terminaron necesitan recibir ánimo y seguir
adelante. Los que escogieron vivir juntos la experiencia de la vida de a
dos, deben animarse uno al otro en el matrimonio para mantener la vista
en la tierra prometida, la eternidad.
¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros? Al orar e interceder unos
por los otros podemos hacer más viva la promesa de que nuestro hogar
definitivo no es aquí en la tierra, de que la esclavitud del pecado tiene los
días contados.

4 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


Por eso, lo invito a pasar una semana con nosotros en oración por
todos los de la iglesia, pues, por desgracia todavía estamos sufriendo las
consecuencias del pecado. Durante esta semana, quiero invitarlo a unas
jornadas de intercesión continua por todos los que queremos que estén
en el cielo con nosotros. Esa es la oportunidad de animarnos mutuamen-
te, de buscar la unción de Dios para continuar la caminata, de buscar
fuerzas para el cansado y ánimo para el desanimado. Cada día oraremos
por un grupo especial de personas. Lo invito a usted a transformar la
iglesia en un LUGAR DE PAZ y a participar de esa cadena de oración. Se-
guramente veremos los milagros de Dios multiplicando y restaurando las
energías y la vitalidad espiritual de los que queremos que vayan al cielo
con nosotros.
TEMAS DE ORACIÓN
Sábado: Todos irán con nosotros (oración por el sacerdote del hogar).
Domingo: La esclava misionera (oración por los niños)
Lunes: Daniel – hagamos elecciones acertadas (oración por los ado-
lescentes)
Martes: José- de esclavo a gobernador (oración por los jóvenes sol-
teros y enamorados)
Miércoles: Padres dedicados a Dios (oración por los padres)
Jueves: Ellos quedaron solos (oración por los viudos, divorciados y
solos)
Viernes: Todavía pueden luchar (oración por los ancianos)
Sábado: Renovación de los votos matrimoniales (oración por los ma-
trimonios)
Hasta el último momento, Moisés fue contundente con la decisión de
que todos irían, y usted ¿quiere ir solo al cielo?
PROPUESTA PARA LA SEMANA DE ORACIÓN
Los líderes y miembros de la iglesia están invitados a ser intercesores
durante esta semana.
Cada día, después del sermón, el grupo por el cual la iglesia orará
recibirá la invitación de pasar al frente, y rodeado por los miembros de la
iglesia, recibirá la oración intercesora.
Las invitaciones y la motivación deben hacerse con anticipación, para
que todos los que asisten en la semana participen de las oraciones inter-
cesoras.
Para cada día habrá un mensaje bíblico, pero el énfasis de la progra-
mación debe estar en la oración intercesora por los grupos definidos.
Pr. Sidnei Roza
SEMANA DE LA FAMILIA |5
1
TODOS IRÁN CON NOSOTROS
INTRODUCCIÓN
Que la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes
ahora y siempre. Estamos comenzando una travesía muy especial, una se-
rie sobre familia. Una serie de ocho temas, y el tema de la semana es: Jun-
tos rumbo al cielo. Cuando se habla de semana de oración generalmente
la gente piensa en sermones, en temas, pero nosotros queremos invitar-
los a tener una Semana Especial de Oración. Dedicar tiempo para orar. Y
la propuesta que tenemos para ustedes es muy sencilla. Deberán orar al
final de cada tema, pero queremos invitarlos también a orar el comienzo
de cada mañana y cada noche antes de ir a dormir. Y cada día de esta
semana oraremos por un grupo específico de personas. Pediremos a Dios
que tenga misericordia de un grupo específico de personas. ¿Aceptan
el desafío? ¿Vamos a participar juntos de esta semana? Estudiaremos la
Biblia, haremos algunas consideraciones sobre temas especiales y tam-
bién nos pondremos en la presencia de Dios para pedirle misericordia y
la bendición para nuestros seres queridos.
ORACIÓN INICIAL
Señor nuestro Dios y Padre. Antes de abrir tu Palabra, nos reunimos
aquí para pedirte que el Espíritu Santo, que es el Autor de las Sagra-
das Escrituras, sea también nuestro Intérprete en este instante, pues solo
él conoce lo más profundo de nuestro ser, sabe nuestras necesidades
reales. Por eso, te suplicamos que hables a nuestro corazón, queremos
y necesitamos oír tu voz. Te lo pedimos y agradecemos en el nombre de
Jesús, amén.
1. ¿CUÁL ES NUESTRA CONDICIÓN HOY?
Quiero invitarlos a abrir la Biblia junto a mí para leer Éxodo 10:8-10:
“Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo:
‘Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?’.
Moisés respondió: ‘Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos,
6 | JUNTOS RUMBO AL CIELO
con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras
vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Jehová’. Y él
les dijo: ‘¡Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros
y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro!’”.

¡Miren qué interesante! Faraón le hizo una propuesta a Moisés, ocurrió


entre la octava y la novena plaga. ¿Recuerdan? El pueblo de Dios estaba
cautivo en Egipto, y ahora están listos para ser librados del cautiverio, y
ante la dureza del corazón de Faraón, el Señor comienza a enviar las pla-
gas, y Faraón está imperturbable, y después de la plaga de las langostas,
Faraón llama a Moisés y le hace la siguiente propuesta: “Vayan ustedes,
pero dejen aquí en Egipto a vuestros hijos”. Faraón sabía que, si ellos
iban a adorar y los niños quedaban, tendrían que volver, y así él no perd-
ería a los esclavos. Faraón sabía el cuidado que el pueblo de Dios tenía
con sus hijos. ¿Y cuál fue la respuesta de Moisés? “Mira Faraón, nosotros
iremos y llevaremos con nosotros a nuestros hijos, a nuestras hijas, a nues-
tros ancianos y nuestros animales, saldremos y llevaremos todo”. Lo que
Moisés estaba diciendo es que no dejarían absolutamente a nadie atrás.
Pero ahora la pregunta que no podemos callar: Para dejar de ser esclavo,
para tener la libertad, ¿dejaría a su hijo o a su hija atrás? Usted que es pa-
dre, usted madre, ¿abandonaría a su hijo y a su hija? Felizmente, el líder
Moisés respondió con mucha determinación a Faraón. “No dejaremos a
nadie atrás y punto. Todos, como una sola familia, iremos a celebrar al
Señor, juntos adoraremos al Señor, iremos juntos a la tierra prometida”.

Saben, aquí vemos con claridad algunas lecciones importantes para


nuestros días. Pero, la realidad es que hoy no es diferente. Somos escla-
vos, estamos como esclavos, estamos aquí en este mundo oscuro, en este
mundo lleno de pecado, y en ese contexto trazando un paralelo, nuestra
realidad es semejante a la del pueblo de Dios en el pasado. Y la buena
noticia es que nosotros ya estamos listos a ser librados de la esclavitud
del pecado. Y la pregunta que surge es: ¿Será que dejaremos atrás a
nuestros seres queridos?

Las señales dejadas por Jesucristo y registradas en Mateo 24 ya es-


tán prácticamente cumplidas, casi todo lo que tenemos revelado en las
Escrituras como señales que anteceden a la segunda venida de Cristo se
están cumpliendo. O sea, dentro de poco dejaremos nuestro cautiverio
aquí. De a poco vemos la angustia apoderándose de la humanidad, y
pronto tendremos la convicción de que Jesús vendrá y nos llevará a vivir
con él para siempre. Pero, la gran pregunta es: ¿Dejaremos atrás a nues-
tros queridos? Cuando leemos en Hebreos 10:36, 37, vemos: “porque
SEMANA DE LA FAMILIA |7
os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de
Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir
vendrá, y no tardará”.
Lo que está diciendo la Biblia es que Jesús vendrá pronto. Siendo así,
todo lo que debemos hacer es prepararnos para subir y vivir la eternidad
con Jesús y con nuestra familia. ¿Entiende querido hermano, querida her-
mana, la gravedad del momento en que estamos viviendo? Este tiempo
en que enfrentamos una pandemia, sin duda, es una prueba de que pron-
to dejaremos el cautiverio, la esclavitud del planeta Tierra.
Saben, hasta podemos tener buenos momentos todavía aquí, pode-
mos vivir bien en familia y disfrutar cosas buenas, pero son raros. La ver-
dad es que la mayoría de las veces lo que tenemos es preocupación,
dolor, sufrimiento, y la gran pregunta es: ¿Está dispuesto a prepararse
junto con su familia para ir juntos al cielo? Y otra pregunta que debemos
hacernos hoy es: ¿Quiénes queremos que vayan con nosotros al cielo? ¿A
quiénes pensamos preparar para que vayan con nosotros al cielo?
2. ¿QUIÉN QUEREMOS QUE VAYA AL CIELO CON NOSOTROS?
La presencia de Jesús y las incontables ventajas de vivir sin las con-
secuencias del pecado hacen que deseemos más la eternidad. ¿Hemos
soñado, deseado la eternidad donde no tendremos pérdidas, dolor,
preocupaciones, enfermedades y luchas?
El deseo que debe apoderarse totalmente de nuestro corazón es que
nuestra familia esté con nosotros. Quiero preguntarle en este momento:
¿Por qué familiar suyo se está preocupando en este instante? ¿Quién de
su familia todavía no aceptó a Jesús? O tal vez está apartado de los cami-
nos del Señor, o está en la iglesia y está débil espiritualmente. Tal vez esa
persona de la que usted piensa: si Jesús volviera hoy, probablemente no
iría al cielo. ¿Ya pensó en uno o más nombres específicos?
Existen dos maneras de ayudar a esas personas de nuestra familia que
queremos que estén en el cielo. Primero, ofrecerle lo mejor de nuestro
testimonio. Necesitamos vivir en la práctica las enseñanzas de Jesucristo.
Créalo, es una influencia poderosa en la vida de las personas que están
a nuestro alrededor. Mucho más que nuestras palabras, nuestro ejemplo
influye mucho más. Quizás tiene alguien en su familia a quien le gustaría
influenciar. Vivamos los principios bíblicos en nuestra vida, y puede creer,
ellos lo observan como también me observan a mí.
Y lo segundo, es que necesitamos orar para que Dios haga una obra
verdaderamente transformadora en la vida de las personas que quere-
mos ver en el cielo. Necesitamos pedir que Dios ponga en el corazón de
esas personas el interés por las cosas espirituales. Hay una cita que dice:
“Si en el seno del hogar hay alguien que no se ha convertido, debería

8 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


ser objeto de las mejores atenciones por parte de los que conocen al
Señor. Esta obra hay que realizarla con sabiduría para lograr el objetivo.
En la medida en que el temor y el amor a Dios motive a los padres para
salvar a los suyos, con toda seguridad el Señor bendecirá sus esfuerzos.
Jesús está aguardando para concedernos dicha gracia” (EGW, Y recibiréis
poder, MM, p. 138).
3. LA IMPORTANCIA DE DEDICAR TIEMPO A LA ORACIÓN
Hay algo especial que Dios desea hacer a través de nosotros. Y Dios
nos tiene a usted y a mí para poder ayudar a los que ahora no se están
preparando para ir al cielo. Son personas que están viviendo de manera
displicente, totalmente despreocupadas por el regreso de Jesús. A través
de nosotros, Dios tocará la vida de esas personas. Necesitamos dedicar
tiempo diario de oración para clamar, para interceder ante Dios pidiendo
misericordia por esas personas. Si en realidad queremos tocar el cora-
zón de esas personas, necesitamos las dos cosas citadas: Dar testimonio,
dar el ejemplo, y que muchas veces se da sin palabras, siendo mansos,
humildes, comprensivos. Y la otra es orar de manera incesante por esas
personas.
Si oráramos tanto como hablamos sobre la oración, nuestra experien-
cia sería diferente. A veces, predicamos sobre la oración, hablamos sobre
la oración, pero no tenemos una vida de oración. Si dedicáramos más
tiempo a la oración, la realidad sería diferente. Por eso, repito una vez
más, si queremos que las personas de nuestra familia estén con nosotros
en el cielo, debemos vivir lo que predicamos (dar un buen testimonio) y
orar incesantemente por esas personas.
¿Sabe cuál es la mejor noticia que tenemos hoy? Tenemos un canal
abierto entre nosotros y el dirigente del Universo. Por desgracia, hemos
descuidado nuestro contacto con él. Infelizmente, muchas veces, nos
olvidamos de ingresar a ese canal e interceder por nuestros queridos;
Dios puede tocar el corazón de esa persona, si le pedimos, si insistimos
y suplicamos. En Santiago 5:16, última parte del versículo, leemos: “La
oración eficaz del justo puede mucho”. Aquí, justo no es la persona que
no peca, que no hace nada malo, justo es quien ya entregó la vida al
Señor Jesucristo. Y si usted ya entregó su vida a Jesús, está incluido aquí,
es considerado como justo, y puede ahora interceder por los que to-
davía no tomaron esa decisión. Dios puede sensibilizar los ojos, la vida
de nuestros familiares, los que todavía no logran ver, observar la belleza
del plan de salvación ofrecido por Jesucristo. Dios puede trabajar en sus
corazones de manera tan intensa que comiencen a desear esa salvación.
Vea esta cita: “Cuando el Espíritu del Señor actúe en el corazón de
los padres, sus oraciones y lágrimas llegarán hasta Dios. Como respues-
ta a sus suplicas sinceras, recibirán gracia y sabiduría celestial que les

SEMANA DE LA FAMILIA |9
permitirá obrar en favor de sus hijos no convertidos” (EGW, Y recibiréis
poder, MM, 138).
CONCLUSIÓN
¡Qué mensaje extraordinario el que la profetisa Elena de White nos
está transmitiendo! Cuando los padres oran fervorosamente por sus hijos,
estos serán sensibilizados a prepararse para el cielo, claro, la elección de-
pende de cada hijo, la decisión final es del hijo, pero a través de nuestras
oraciones podrá ser influenciado.
Por eso, le hago a usted una propuesta en esta Semana de Oración:
Después de cada meditación, de la presentación del tema, invitaremos
a un grupo diferente de personas que queremos que vayan al cielo con
nosotros.
El domingo de noche queremos orar por nuestros niños de la iglesia.
El lunes oraremos por nuestros adolescentes.
El martes oraremos por los jóvenes solteros y los enamorados.
El miércoles la oración será por todos los padres.
El jueves será la vez de los viudos y divorciados.
El viernes oraremos por nuestros ancianos.
El sábado oraremos por los matrimonios de la iglesia y aprovechare-
mos para hacer una renovación de los votos matrimoniales.
ORACIÓN
Hoy oraremos por un grupo específico de personas, son los respon-
sables por la espiritualidad de la familia, en cada hogar debe haber un
líder espiritual. Puede ser que en su casa, por ausencia de su marido, la
madre sea la líder; queremos invitar para orar en este momento a los que
son líderes de casa. “Señor Dios, queremos pedirte por los que son sa-
cerdotes en el hogar, los que son responsables de la espiritualidad de la
familia. Padre querido concédeles ánimo, valentía para que puedan llevar
adelante la tarea de instruir, educar y, sobre todo, la tarea de conducir
espiritualmente a todos los que están bajo esa responsabilidad. Padre
querido, colocamos en este momento a cada sacerdote del hogar en tus
manos. Pedimos tu bendición y tu unción, lo hacemos en el nombre de
Jesús, amén”.
Lo esperamos mañana para continuar la programación de esta semana
especial de la familia: Juntos rumbo al Cielo.

10 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


2
LA ESCLAVA MISIONERA
INTRODUCCIÓN
Qué bueno es encontrarnos una vez más. Estamos en una semana
especial abordando el tema: Juntos rumbo al Cielo. Una semana de
oración de la familia. Cada día nuestra atención estará enfocada en un
grupo especial, y así vamos a interceder y suplicar por la misericordia de
Dios. Ya intercedimos por los líderes espirituales de cada familia, por los
sacerdotes del hogar y hoy suplicaremos por los niños. Pero antes abrire-
mos la Biblia, la Palabra de Dios. Los invito en este instante a orar a Dios
y pedirle su inspiración en el estudio y la meditación de su Palabra.
ORACIÓN INICIAL
“Nuestro Padre celestial, muchas gracias por una oportunidad más de
estudiar juntos tu Palabra. Gracias también por este momento tan singu-
lar en el que podemos acercarnos juntos a ti. Te pedimos tu bendición, tu
unción, tu iluminación. Oramos en el nombre de Jesús, amén”.
Recordemos que cada día estamos orando por un grupo específico. Y
hoy, al final, oraremos por los niños: por los recién nacidos, los niños de
brazos, los que ya caminan, corren, los niños de ocho, diez hasta doce
años, cuando son preadolescentes. Ellos serán objeto de nuestra oración
al final del programa de hoy.
1. ¿EXISTE SOLO UNA RECETA PARA EDUCAR A NUESTROS
HIJOS?
El texto de hoy está en 2 Reyes 5:1-4 “Naamán general del ejército
del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta
estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era
este hombre valeroso en extremo, pero leproso. Y de Siria habían sali-
do bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una
muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Esta dijo a su señora: ‘Si
rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra’.

SEMANA DE LA FAMILIA | 11
Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: ¡Así y así ha dicho una
muchacha que es de la tierra de Israel’”.
La historia continúa, pero hoy entenderemos que es posible preparar
a nuestros hijos para testificar de Dios en cualquier circunstancia que en-
frenten.
Nuestros niños son muy especiales y debemos darle lo mejor de noso-
tros, para que tengan un futuro en la presencia de Dios.
Vamos a hacer una comparación. Cuando ustedes quieren preparar su
plato favorito, ¿qué hacen? Siguen una receta, ¿verdad? Si usan todos los
ingredientes necesarios, siguiendo todas las etapas, todas las orientacio-
nes y las siguen paso a paso, la mayoría de las veces, obtienen el resul-
tado deseado, el plato será listo, delicioso y estará listo para saborearlo.
Sin embargo, así como la receta sirve para un plato específico, y la
receta cambia y también los ingredientes de acuerdo con el plato desea-
do, lo mismo sucede con la educación de los hijos. Cuando se refiere a la
educación de un hijo, no podemos usar la misma receta para todos.
Y no es una tarea fácil que tiene un final y listo se terminó. Alguien
hizo la siguiente afirmación: “Criar hijos es como jugar un videojuego,
en el que cada fase el juego se pone más difícil”. Con los hijos es así, de
acuerdo como van creciendo y cambian de fase, las cosas se van compli-
cando, y vamos teniendo más dificultades para tratar con ellos. Por eso,
necesitamos adecuarnos a cada fase nueva para saber cómo tratarlos.
Además, hay diferencias entre los hijos. Ninguno es exactamente igual
al otro, y aunque usted haga todo lo que hizo con los otros hijos, aun así,
el resultado podrá ser diferente. Hay padres que dicen: “Yo traté a mis
hijos por igual, hice todo de la misma manera y miren lo que sucedió”.
Por eso, es necesario conocer bien a cada uno, para saber cómo tratar a
cada uno. Debemos considerar la diferencia de sexo, uno es niño, otra es
niña; considerar la diferencia del orden de nacimiento, el temperamento,
y una serie de otras razones, el hecho es que nuestros hijos son diferentes
uno del otro, y eso necesitamos tenerlo en consideración.
Soy el pastor Sidnei Roza, autor de esta semana de la familia, siento
eso de manera bien clara en mi vida. Soy padre de tres hijas, son trillizas,
pero son completamente diferentes una de la otra. Y cada una, créanlo,
ve al padre de manera diferente. La psicología explica que cada hijo tiene
un concepto, una visión diferente del mismo padre, es como si para ellos
cada uno tuviera un padre diferente. Eso hace que la paternidad sea un
desafío mayor. Por eso, educar a los hijos en los caminos del Señor, en los
principios de Dios, es algo que nos debe impulsar a ser más dependien-
tes de Dios.

12 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


2. LA ESCLAVA QUE NO SABEMOS SU NOMBRE
Volvamos a la Biblia y al relato de esa niña cautiva. Su historia está re-
gistrada en la Palabra de Dios y trataremos de entender algunos consejos
que necesitan quedar grabados en la mente de nuestros hijos.
¿Saben el nombre de esa niña? Yo tampoco lo sé. Se la cita solo como
una esclava, una sierva. Sabemos que tenía cerca de doce años. Que fue
llevada por los asirios. Era frágil e indefensa. ¿Qué derechos tenía un
esclavo? ¿Y una esclava niña? Cuando miramos a la historia de esa “es-
clava”, hay un aspecto que necesitamos destacar, además de la condición
de esclava. Ella podría haber quedado muy rebelde por el hecho de que
fue raptada de su casa, de haber dejado atrás a su familia, su padre, su
madre, quién sabe, sus hermanos, sus amigos, su pueblo. Sin embargo,
su actitud, en la casa de Naamán fue de dedicación, y hacía lo mejor que
podía.
3. ELIGIÓ TRABAJAR EN LUGAR DE REBELARSE
Cuando leemos su historia, vemos a una niña conversando con la es-
posa de Naamán. En sus palabras no se nota ningún reclamo o lamento,
por el contrario, vemos que ella se ganó la confianza de su patrona. Ella
fue llevada a la casa del general del ejército sirio, que era un hombre res-
petado, y como el texto lo destaca en 2 Reyes 5:1 “…pero era leproso”.
La Biblia Andrews dice que la lepra se presentaba como una descamación
de la piel. Aun usando ropa de nobles, su enfermedad lo dejaba en una
posición de aislamiento social, y eso lo hacía sufrir, y a su familia también.
¿Y qué hizo la niña? Se preocupó por su señor. Ella le indicó a su patro-
na un tratamiento para su esposo, le dijo, versículo 3: “Si rogase mi señor
al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra”.
Aquella niña simplemente le dijo lo que Naamán necesitaba hacer
para encontrar la curación, lo que necesitaba hacer para quedar libre de la
enfermedad. Esa actitud demuestra un carácter noble. Ella podría haber
pensado: “Él me raptó, me trajo como esclava, está enfermo, está pagan-
do por lo que me hizo”. Sin embargo, su actitud fue totalmente inversa,
demostró interés por la cura de quien la había hecho sierva, una esclava.
Ella decidió dar su testimonio, presentó la solución para un problema que
a los ojos de sus señores estaba sin solución. Dio testimonio del Dios de
Israel, y su actitud trajo curación, trajo salvación. ¿Imaginamos la alegría
de su señora cuando el marido volvió a su casa totalmente sano?
4. TESTIFICÓ DEL DIOS DE ISRAEL Y SALVÓ LA VIDA DE
NAAMÁN
El contexto de la historia es bien conocido. Eliseo, el profeta mandó a
Naamán zambullirse siete veces en el Río Jordán, y Naamán se curó. Vean

SEMANA DE LA FAMILIA | 13
cómo se desarrolló todo: una niña esclava, un hombre enfermo que habla
con el rey, un profeta que realiza un milagro. Pero ¿dónde comenzó todo?
Con una niña, una esclava, que simplemente decidió testificar del Dios
todopoderoso.
5. EL ÉXITO DE LA NIÑA ESCLAVA
¿Cuál fue la razón del éxito de esa niña? Ella podría haber pensado de
manera diferente: “Estoy aquí como una esclava porque Dios me aban-
donó… A Dios no le importo, Dios se olvidó de mí.
Pero ella no permitió que esos pensamientos negativos, pensamien-
tos de rebeldía ocuparan su mente, por el contrario, esa niña continuó
pensando en Dios, creyendo en su amor, en su protección y cuidado. Y
por eso en ese momento mencionó a Dios como la única solución para
Naamán.
¿De dónde aprendió esa niña del amor, el cuidado y el poder de Dios?
No caben dudas de que por detrás de esa fe juvenil hubo un padre,
una madre que le habían enseñado el cuidado y la protección de Dios.
Créanlo, ella debe haber recordado los cultos con sus padres en su casa
y también lo que había aprendido cuando iba al templo, por sobre todo,
el ejemplo de los padres que le había quedado profundamente registra-
do en su mente juvenil. Aunque ya no tenía a su madre y su padre para
cubrirla en una noche fría, aunque no tenía a sus padres para recibir un
abrazo, aun separada de sus padres, ella continuó unida a Dios. ¿Saben
por qué? Ella sabía que las situaciones, por más complicadas que fueran,
nada ni nadie podría separarla de Dios.
Los padres de esa niña hicieron una total diferencia en su vida. Ellos
le enseñaron el camino que debería andar, le enseñaron sobre un Dios
todopoderoso que, independientemente de las circunstancias favorables
o desfavorables, continuaba a su lado.
Hoy somos nosotros los que debemos elegir si queremos estar lejos
de Dios o no. Somos nosotros los que debemos decidir tener la presen-
cia de Dios en nuestra vida. Al hacer nuestras elecciones afectaremos la
educación de nuestros hijos, pues en el hogar es donde ellos aprenderán
a caminar con Dios bajo cualquier circunstancia.
CONCLUSIÓN
El plan de Dios es que los padres conduzcan y enseñen a sus hijos a
amar y obedecer al Señor (Deut. 6:4-9; Sal 78:5-7). La orden de Dios para
los padres es enseñar “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere
viejo no se apartará de él” (Prov. 22:6). Eso no significa que los padres
estarán interfiriendo y controlando la vida de los hijos para tener la se-
guridad de que ellos nunca tomarán decisiones equivocadas. Llegará el

14 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


momento en que tomarán sus propias decisiones, seguirán sus propios
rumbos. Llegará el momento en que ellos crecerán y decidirán si quieren
permanecer del lado de Jesús o no, si Dios continuará siendo el Dios de
su vida o no. Y esa es una decisión de ellos, como padres no podemos
elegir por ellos.
Aunque deseemos que nuestros hijos pasen de niños tiernos y maravi-
llosos, de niños indefensos, a adultos independientes y exitosos, nuestra
responsabilidad suprema es que ellos conozcan, amen y sirvan al Señor
Jesucristo.
Nuestros pequeños aprenden más con el ejemplo y menos con las
palabras. Porque en el futuro, todo lo que más desearemos, es que esos
que hoy son niños sean los futuros líderes de la iglesia, sean los que se
encarguen de la predicación del evangelio, que sean los futuros misione-
ros, sean los que llevan esperanza a otras personas.
Antes veamos la importante cita que encontramos en el libro La Edu-
cación Cristiana, página 24:
“Si se pudiera hacer sentir a los padres la terrible responsabilidad que
descansa sobre ellos en la obra de educar a sus hijos, dedicarían más
tiempo a la oración y menos a la ostentación innecesaria. Reflexionarían,
estudiarían y orarían fervientemente a Dios en busca de sabiduría y ayuda
divina, para enseñar a sus hijos de manera que puedan desarrollar carac-
teres que Dios aprobará. Su ansiedad no sería la de saber cómo educar
a sus hijos para que sean alabados y honrados por el mundo, sino para
formar caracteres hermosos que Dios pueda aprobar”.
(Experiencia del pastor Sidnei Roza): “Cada vez que leo esta cita
recuerdo a una persona que hizo una total diferencia en mi vida. Cuántas
veces desperté, y yo tenía un sueño pesado, y mi madre estaba con las
manos sobre mi cabeza y mis hombros, orando por mí. Mi madre oraba
por mí de madrugada. Solo puedo decirles que yo soy fruto de las ora-
ciones de mi madre”.
Si usted todavía tiene a sus hijos pequeños, no piense que ellos no ne-
cesitan de sus oraciones, que ellos no necesitan de su intercesión. Desde
ahora adquiera el hábito de orar por ellos, a colocarlos en las manos de
Dios y pedirle a Dios que conduzca la vida de cada uno. A medida que el
tiempo vaya pasando, el enemigo creará planes y más planes para sacar
a nuestros hijos del camino de la salvación. Pero ¿sabe lo que queremos?
Queremos que testifiquen en nuestros días como esa esclava de Naamán,
a pesar de la situación y circunstancias complicadas que pasen en la es-
cuela, o en cualquier ambiente, que sean siempre testigos de Jesús, que
siempre se dirijan a Jesús como la solución.

SEMANA DE LA FAMILIA | 15
ORACIÓN
Hoy queremos invitarlos a orar por nuestros hijos, para que estén fir-
mes en los principios de Dios, a orar para que permanezcan fieles a Dios, y
cuando sea necesario, den testimonio del Dios verdadero. Quiero mucho
que mis hijos también sean como esa niña esclava que, en circunstancias
difíciles, solos, puedan testificar de que creen en un Dios todopoderoso
que puede revertir cualquier situación.
¿Quiere orar conmigo en este momento? ¿Desea pedir las bendicio-
nes de Dios sobre sus hijos? Entonces quiero invitarlo a formar una cadena
de oración y suplicar la misericordia de Dios por nuestros hijos. Oremos:
“Maravilloso Padre, querido Dios, te agradecemos por la historia de
esa niña que, aunque estuvo aparentemente sin dignidad, como esclava,
continuó testificando del Señor, de sus maravillas y de su poder. Lo que
queremos pedirte Padre, es que nuestros hijos tengan la misma fortaleza,
la misma iniciativa. Que nuestros hijos crezcan y, al ver nuestro ejemplo,
también se sientan fortalecidos cada día para continuar testificando en
cualquier circunstancia acerca de tu poder. Colocamos a nuestros queri-
dos en tus manos, pidiendo tu unción, tu bendición sobre ellos. Oramos
en el nombre de Jesús, amén.

16 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


3
DANIEL – HAGAMOS
ELECCIONES ACERTADAS
INTRODUCCIÓN
¡Qué bueno es encontrarnos otra vez! Estamos en una Semana de la
Familia cuyo tema general es Juntos rumbo al Cielo. Bien, ¿qué quere-
mos llevar al Cielo con nosotros? ¿Quiénes queremos que no falten en la
eternidad cuando Jesús regrese? Creemos que todos ya estamos orando
por esas personas.
Estamos agradecidos a Dios por el privilegio de la oración. La oración
es realmente una gran bendición de Dios, un privilegio que tenemos de
hablar con Dios, de presentarle nuestros deseos y nuestras necesidades.
Hoy oraremos por nuestros hijos adolescentes. ¿Tiene un hijo o hijos ado-
lescentes? Esa es, tal vez, la fase de nuestros hijos con más desafíos. En
los días anteriores, ya hablamos un poco sobre el hecho de que no vienen
con un manual de instrucciones, de que cada uno es diferente al otro y de
que debemos adaptarnos a cada fase de sus vidas. Por eso, reconocemos
que necesitamos de la orientación divina.
Antes de abrir la Biblia, oremos a Dios y pidamos su iluminación en el
estudio de la Palabra.
ORACIÓN INICIAL
Cierre los ojos para pedir la iluminación, la bendición y la presencia
de nuestro Padre celestial. “Maravilloso Dios, te agradecemos por esta
semana de oración, por los temas que estamos tratando aquí y por el
propósito de orar cada día por un grupo específico de personas. Hoy
queremos pedir por nuestros queridos adolescentes. Ellos tienen muchos
desafíos, son inteligentes, y por eso cada día, Padre, sentimos la necesi-
dad de depender más de ti. Queremos pedir la unción de tu Espíritu para
nuestro tema de este momento. Suplicamos que tú nos des la iluminación

SEMANA DE LA FAMILIA | 17
necesaria para entender tus propósitos. Oramos en el nombre de Jesús,
amén.
Hoy vamos a hablar de alguien que hizo una elección acertada. Abra-
mos la Biblia en Daniel 1:8 “Y Daniel propuso en su corazón no conta-
minarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía;
pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contami-
narse”.
Cuando fue llevado cautivo como esclavo a Babilonia, Daniel era solo
un adolescente. Se cree que debía tener aproximadamente 17 años. Mu-
chas veces subestimamos a nuestros hijos creyendo que un adolescente
todavía no tiene condiciones de tomar una decisión acertada, o de hacer
buenas elecciones. Pero hoy aprenderemos como podemos vencer ese
desafío y ayudar a nuestros adolescentes a pasar bien de la adolescencia
hasta la fase adulta.
La preocupación principal que como padres tenemos con nuestros hi-
jos adolescentes es que ellos se preparen para la vida, que estudien, que
sean buenos alumnos, que tengan buenas relaciones, y sobre todo, re-
laciones saludables, pero también nos preocupamos por su preparación
para la eternidad.
Sin embargo, existe una preocupación mayor y más importante que la
preparación para la vida, que por desgracia para algunos pasa desaperci-
bida. Por eso, hoy nos enfocaremos la preparación de nuestros hijos para
la eternidad.
No podemos olvidar jamás que la mayor influencia para la cuestión
espiritual viene de nosotros mismos. Y, por supuesto, nos preocupamos
cuando se apartan de los caminos de Dios, de los principios dados por
Dios. Recibimos innumerables pedidos de oración de los padres por sus
hijos, que se apartaron de los caminos de Dios (el autor se refiere a los
pedidos de oración que recibe en el programa “Lugar de Paz” en la TV
Nuevo Tiempo, en el cual él es el presentador). Cuántos de ellos se en-
cuentran sumergidos en las drogas, en el mundo del crimen y en tantos
otros problemas. Esos padres muchas veces mencionan: “Ah, mi hijo se
fue de la iglesia, fue Conquistador, fue a la escuela adventista, fue bauti-
zado en la iglesia, pero hoy…”
Y el deseo de esos padres es que sus hijos sean rescatados, que vuel-
van a los caminos del Señor. Ningún padre o madre quiere perder a un
hijo para el enemigo.
Pensemos un poco en la historia de Daniel. Ese esclavo que fue selec-
cionado para vivir en el palacio, en Babilonia. Él podría haberse ambien-
tado allí, haberse acomodado y podría hasta haber pensado: “Bien, yo
ya estoy lejos de mis padres, en otro país. Aquí necesito adaptarme a la

18 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


nueva cultura. Si quiero ser bien recibido, tendré que hacer todo lo que
me ordenan”. Pero no fue así.
La decisión de Daniel fue totalmente diferente. Veamos lo que Daniel
y sus amigos decidieron y escogieron hacer. Sus decisiones hicieron la
gran diferencia y seguramente la harán también en la vida de nuestros
hijos.
1. DECISIONES QUE HICIERON LA DIFERENCIA
En la primera comida como esclavo en Babilonia, él tuvo una actitud
extraordinaria. Junto a sus amigos decidió lo siguiente: “Yo no comeré
de las cosas que están poniendo sobre la mesa. No voy a comer las finas
comidas ofrecidas a los jóvenes de la corte”.
Las actitudes y elecciones de Daniel determinaron su éxito en Babi-
lonia:
a) Ser temperante, esa fue su primera elección (Daniel 1:8). No co-
mer ciertos alimentos que, según había aprendido en su casa, no hacen
bien a la salud y a la mente.
b) Eligió continuar orando tres veces al día (Daniel 6:10). Segura-
mente en su casa él había visto a sus padres orar y lo habían invitado a
orar en los horarios específicos, de mañana, al medio día y por la tarde. Él
continuó practicando lo que ya hacía en su hogar.
¡Qué bueno sería si en nuestros hogares tuviéramos esa práctica! Eso
sería una buena referencia y ayudaría a nuestros adolescentes a enfrentar
las tentaciones del mundo. Ellos no serían influenciados por sus colegas
que viven de otra manera.
c) Eligió ser siempre leal a los principios divinos (Daniel 6:22). Ci-
taremos aquí el episodio del foso de los leones. Daniel rehusó adorar al
monarca, adorar al rey que, aunque era su jefe, él sabía que no podría
poner a una persona en el lugar del único Dios verdadero. Daniel prefirió
pasar una noche en el foso de los leones hambrientos que cambiar la
adoración al Dios soberano. Él no cambió sus principios.
No siempre nuestros hijos toman actitudes como esas, desgraciada-
mente. Esa es la gran razón de nuestra preocupación como padres. A
veces, justamente con la mala elección de las amistades, vienen los vicios
y los malos hábitos, que generalmente comienzan con un simple: “Papá,
mamá, eso no tiene nada que ver”.
A veces es una decisión con una elección aparentemente sin conse-
cuencias, pero que traerá terribles consecuencias, y es obvio, muchas
preocupaciones para los padres.
Tal vez alguien pueda estar oyendo este mensaje, y pensando así:
“Yo ya no sé qué hacer con mi hijo. ¡Cuántas noches de sueño perdidas

SEMANA DE LA FAMILIA | 19
esperando que mi hijo vuelva a casa, esperando que llegue a ver si está
todo bien!”
La verdad es que Dios sigue de cerca la situación de nuestros hijos y
está dispuesto a ayudarnos en la obra de rescatarlos.
Bueno sería si nuestros hijos fueran como Daniel, que decidió mante-
nerse firme a los principios que recibió de sus padres. Y aunque estaba
lejos no se desvió del camino del Señor.
¡Cuántos pedidos de oración de madres cuyos hijos están involucrados
con las drogas, el alcohol, la prostitución, entre otras cosas! Muchos
de ellos se culpan por las elecciones de sus hijos. Pero no podemos
olvidarnos de que allá en el Edén, en un ambiente de perfección, Adán y
Eva eligieron pecar. Y en el Cielo, en medio y la santidad y perfección, un
tercio de los hijos de Dios, que eran los ángeles perfectos, eligió rebelarse
contra un Padre perfecto, Dios.
Ahora piense que nosotros no somos perfectos. Somos pecadores y
fallamos. Por eso, no se martirice, no se culpe. Dios dio libre albedrío, y
nosotros no podemos decidir por nuestros hijos.
La historia del pecado es muy cruel. Aun haciendo lo mejor posible,
con las mejores intenciones, aun así, las cosas pueden resultar equivoca-
das. Al final de cuentas, estamos en un mundo de pecado.
A nuestros ojos parece que sería bueno si pudiéramos elegir por nues-
tros hijos, si pudiéramos prestarles nuestra madurez. Pero, existe algo que
no podemos olvidar: la individualidad, el libre albedrío. Nuestros hijos no
son muñecos o nuestros esclavos. Dios no actuó así con nosotros, y no-
sotros no tenemos el derecho de hacerlo con nuestros hijos. Ellos deben
hacer sus elecciones, tomar sus decisiones y cargar las consecuencias. Y
qué duro es verlos irse por caminos de destrucción. A veces, hablamos,
los alertamos, pero ellos no nos escuchan.
Dios ha sido misericordioso. Quiero creer que hoy el Señor puso de-
lante de nosotros este mensaje especialmente para hacernos reflexionar
y pensar que estar culpándose solo empeorará la situación. Pero todavía
hay esperanza. Para Dios no hay casos perdidos. Él no desistirá de su hijo.
Por eso continuemos orando e intercediendo por nuestros hijos.
Volvamos a la historia de Daniel. La propuesta en el corazón de Daniel
de mantenerse fiel a sus principios y a su Dios hizo toda la diferencia en su
vida. Él decidió practicar las costumbres y principios que había aprendido
en su casa.
Aquí hay una lección importante que necesitamos aprender como pa-
dres.

20 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


2. PADRES DESCONOCIDOS, PERO FUNDAMENTALES
La Biblia no dice absolutamente nada de los padres de Daniel. No
sabemos sus nombres, pero ellos fueron fundamentales para que Daniel
lograra vencer las tentaciones y las malas influencias de Babilonia. Siem-
pre destacamos a Daniel como un joven notable. Usamos su ejemplo de
actitud de no contaminarse con las cosas del mundo. Sin embargo, sus
padres tuvieron una importancia fundamental en su educación.
Fueron ellos los que le enseñaron a comer saludable, a elegir no em-
briagarse, a usar agua en vez de vino. Fueron los padres los que enseña-
ron a Daniel a tener una vida de oración, no solo con las palabras, sino
sobre todo, con el ejemplo. Fueron sus padres los que le enseñaron a
tomar decisiones y a hacer elecciones correctas.
¡Cuántas generaciones fueron bendecidas por los principios de vida
implantados en la educación de Daniel! ¡Cuántos han sido beneficiados
con esa experiencia de Daniel! ¡Y cuán real es la historia de Daniel para
nuestros días!
Nosotros también podemos implantar marcas espirituales en la vida
de nuestros hijos. Al final de este mensaje veremos cómo podemos mar-
car esa diferencia en la vida de nuestros hijos.
3. LOS JÓVENES REFLEJAN A SUS PADRES
Créalo, los jóvenes, los adolescentes reflejan a sus padres. Por supues-
to eso aumenta más nuestra responsabilidad. El gran mérito de Daniel
fue simplemente utilizar todo lo que aprendió en su casa y ponerlo en
práctica en su vida personal. Él fue de bendición para muchas vidas con
su estilo de vida, y nosotros también somos bendecidos al leer su historia
en la Biblia.
Hoy, muchos hijos son verdaderos dueños de su tiempo, de sus ali-
mentos, de sus bebidas, de sus actitudes, tienen sus gustos, sus preferen-
cias, porque no recibieron principios de sus padres.
La realidad es triste, hermanos. Cuando vemos que muchos hogares
tercerizan la educación y hasta la paternidad. Los hijos están siendo en-
viados a las guarderías en los primeros meses de vida, donde reciben los
cuidados y son alimentados por personas sin ningún temor de Dios y sin
sus principios. Esa tercerización parece llegar a la iglesia también. Mu-
chos padres solo dejan a sus hijos en la clase de la iglesia, no les compran
la lección de la Escuela Sabática, no estudian diariamente con ellos. Solo
los dejan en Aventureros o Conquistadores, pero no los acompañan en
sus actividades.
Se nos exhorta a discipular a nuestros hijos. Sin embargo, ese dis-
cipulado tiene un precio, porque antes nosotros necesitamos vivir esos

SEMANA DE LA FAMILIA | 21
principios. Antes, necesitamos ponerlos en práctica en nuestra vida para
que ellos aprendan, mucho más con nuestras palabras y con nuestro
ejemplo.
Los textos del libro La educación cristiana de la educadora Elena de
White nos ayudan mucho a enfrentar el desafío de educar a nuestros ado-
lescentes. En uno de ellos, leemos:
“Se necesitan mucho estudio y oración ferviente en procura de sabi-
duría celestial para saber cómo tratar con las mentes juveniles, porque
muchísimo depende de la dirección que los padres dan a la inteligencia y
la voluntad de sus hijos” (p. 24).
Queridos hermanos y amigos, necesitamos de esa sabiduría. Porque,
como ya dijimos, los hijos son diferentes uno del otro, y no vienen con un
manual de instrucciones.
Por eso, la oración es importante, y no podemos olvidarnos de nuestra
propuesta del primer día. Hoy ya estamos en el tercer día de oración.
Queremos que nuestros hijos estén con nosotros en la eternidad. De-
seamos que estén con nosotros en el Cielo y después en la Tierra Nueva,
disfrutando junto con nosotros de lo que el Señor ha preparado para
nosotros. No queremos que nuestros hijos queden atrás, y por eso que-
remos incentivarlos a orar, orar y orar por sus hijos, y a colocarlos en las
manos de Dios todos los días. Que Dios nos use en la misión de formar
herederos, no solo en esta Tierra, no solo buenos profesionales, no solo
buenos ciudadanos, sino especialmente, que también estén preparados
para vivir la eternidad con el Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
Mi sincero deseo es que nuestros hijos sean como Daniel, que siempre
tomen decisiones del lado de Cristo; que sus principios sean los principios
eternos aprendidos en el hogar. Que sean prósperos como lo fue Daniel
Queremos invitarlos a orar no solo ahora, sino a orar en su casa en
varios momentos del día. Escribiremos los nombres de nuestros hijos en
un cuaderno, en una agenda de oración. Pongan papeles en varias partes
de su casa para interceder continuamente a Dios por ellos. Si usted tiene
dificultades para educar a su hijo, si tiene problemas con él, abra su co-
razón a Dios y converse con él: “Yo no sé criar a mi hijo para ti Señor, no
logro conducir a mi hijo. Ayúdame, oriéntame…”.
Reconozcamos que tenemos falencias, somos débiles, somos pecado-
res, que de repente no hemos sido un buen ejemplo, le diremos a Dios
que no tuvimos la formación adecuada para educar a nuestros hijos, por
eso necesitamos de la sabiduría divina, de la orientación de la Palabra de
Dios. Busquemos en los Testimonios (El hogar cristiano, La conducción

22 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


del niño, Consejos para los maestros, padres y alumnos) y supliquemos el
bautismo diario del Espíritu Santo.
Pedimos que los adolescentes vengan aquí al frente en este momen-
to. Queremos orar por ustedes.
ORACIÓN
Nuestro Padre celestial, queremos presentarte a nuestros hijos ado-
lescentes en este momento. Queremos pedirte que les des la fuerza, el
poder y la sabiduría de Daniel. Que continúen creciendo y desarrollán-
dose. Y que tu nombre, Padre, sea glorificado en la vida de cada uno.
Y al mismo tiempo en que oramos por nuestros queridos adolescentes,
suplicamos también por nosotros, los padres. Porque queremos darles a
nuestros hijos la mejor experiencia, queremos darles a nuestros hijos el
mejor aprendizaje, y queremos pedirte Señor que nos instruyas cada día
para que seamos sus mejores ejemplos. Nos colocamos junto con nues-
tros hijos en tus santas y bondadosas manos. Lo pedimos en el nombre
de Jesús, amén.

SEMANA DE LA FAMILIA | 23
4
JOSÉ, DE ESCLAVO A GOBERNADOR
INTRODUCCIÓN
¡Qué bueno es encontrarnos una vez más esta Semana de la Familia
Juntos rumbo al Cielo! Y, como lo hemos notado, esta no es solo una
semana de sermones. Estamos orando e intercediendo por la familia.
Oramos cada día por un grupo específico de personas, y eso ha sido una
bendición. Esperamos que todos hayan entendido y estén conscientes
de que necesitamos dedicar más tiempo, dentro de la rutina de nues-
tra vida diaria, para orar por nuestra familia. Lo ideal es que tengamos
el momento de comunión con Dios por la mañana, que coloquemos en
nuestras oraciones, en los primeros momentos del día, los nombres de las
personas que queremos que estén con nosotros en el Cielo. Y de noche
también, antes de dormir, hablemos con Dios nuevamente. Presentémos-
le las dificultades que tal vez enfrentamos a lo largo del día. Recordemos
cómo fue el día con las personas de nuestra familia por las que estamos
orando. Pidamos la protección por ellas, y entonces sí, dormiremos con la
seguridad de que Dios las está cuidando.
ORACIÓN INICIAL
Maravilloso Padre celestial, muchas gracias por tus bendiciones, por
el privilegio de poder participar juntos de esta semana de oración. Una
vez más queremos pedirte tu iluminación. Queremos pedirte Señor que
te hagas presente con nosotros para que podamos tener claridad mental
para entender el tema de hoy. Queremos orar al Señor, queremos pedir
también que tu aceptes nuestro motivo de oración, que será por los jóve-
nes. Oramos agradecidos, en el nombre de Jesús, amén.
Hoy nuestro tema está dirigido a los jóvenes, que necesitan mucho de
nuestras oraciones. Tal vez, después de la adolescencia, la juventud sea la
fase en que más decisiones se toman y necesitan mucho tener conexión
con Dios. Por desgracia, muchos jóvenes terminan abandonando a Dios,
justamente en el momento en que más lo necesitan. Tal vez el motivo

24 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


sería la “autosuficiencia”, pues son jóvenes en pleno vigor de la vida y
creen que lo pueden todo. Nosotros también ya pasamos por esa fase.
Seguramente tuvimos ese sentimiento y esa sensación de: “Yo me las
arreglo, yo lo resuelvo”, “Yo puedo”.
Nuestro grupo de atención de hoy será el de los jóvenes. Los que ya
pasaron de los 18 años, de la mayoría de edad, y están entrando en la
vida adulta. Y por eso necesitan mucho de nuestra intercesión. Nuestro
personaje de hoy será José. Su historia está en Génesis, del capítulo 37
al 50. Vean cuántos capítulos en la Biblia están dedicados a la vida de ese
personaje. Nuestra lectura está en Génesis 39:1-4: “Llevado, pues, José a
Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo
compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. Mas Jehová estaba
con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio.
Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jeho-
vá lo hacía prosperar en su mano.  Así halló José gracia en sus ojos, y le
servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo
que tenía”.
La trayectoria de José está marcada por pasajes en diferentes lugares,
en la casa de su padre, en el fondo del pozo, en la casa de Potifar, como
acabamos de leer, en la prisión y, por último, en el trono, como gober-
nador.
En la casa del padre, él era el soñador de los sueños de Dios. Era ama-
do por su padre, pero también odiado por sus hermanos, tal vez, por esa
característica de soñar. En sus sueños, siempre se destacaba con relación
a sus hermanos, y eso generaba conflicto en la familia de José. Pero, lo
que debe llamar nuestra atención es que, en todos los momentos, José
eligió ser fiel a Dios: en el fondo del pozo, en la casa de Potifar, en la
prisión, en el palacio de Faraón. Aunque había sido olvidado y vendido
por sus hermanos, él decidió continuar confiando en los planes del Señor.
En la casa de Potifar, vio prosperar la casa, pero decidió continuar
siendo fiel a Dios, rechazando la propuesta de la mujer de Potifar. Cuando
ella le hizo una propuesta para que él se acostara con ella, la Biblia dice
que ella lo intentó varias veces hasta el día en que usó de una estrategia
en que estuvieran en la casa solo ella y José. La esposa de Potifar lo for-
zó, obligándolo a estar con ella. Y José le dijo “No”. Hizo lo que todos
deberíamos hacer: huir de la tentación.
Vemos en José un ejemplo de cómo resistir a la tentación, aún cuando
la fidelidad a Dios puede llevar a aparentes consecuencias malas inme-
diatas, la prisión. En la prisión, después que la esposa de Potifar hubo
calumniado, José decidió continuar siendo fiel a Dios. Y aun en la prisión,
José se destacó siendo un prisionero ejemplar. Fue fiel en una mansión, y
fiel en una prisión. Dios estaba cuidando de José, Dios tenía un plan para

SEMANA DE LA FAMILIA | 25
él. Y el plan de Dios incluía llevarlo a una posición muy elevada: goberna-
dor de Egipto, el segundo hombre más importante, después de Faraón.
Ahora en el trono, José eligió perdonar y abrazar a su familia que lo
había rechazado. La Biblia deja muy claro que en todos esos momentos
y lugares Dios estaba con José. En todos esos momentos, él tuvo que
tomar decisiones importantes.
Los jóvenes necesitan tomar decisiones que son tan importantes que
traen consecuencias para toda la vida. Son las decisiones tomadas en la
juventud las que harán que su vida esté marcada por la alegría o la tris-
teza. Son las consecuencias de buenas o malas elecciones. Encontramos
en la vida de José y de Jesús muchas semejanzas. Ambos fueron traicio-
nados, vendidos, presos injustamente, y ambos salvaron a su pueblo. Por
eso, es oportuno recordar una cita importante que encontramos en el
libro La Educación, en la página 259, que habla de la juventud de Jesús:
“Jesús recibió sabiduría y poder durante su vida terrenal, en las horas de
oración solitaria. Sigan los jóvenes su ejemplo y busquen a la hora del
amanecer y del crepúsculo un momento de quietud para tener comunión
con su Padre celestial”.
Aquí vemos un importante consejo, no solo para nuestros jóvenes,
sino para cada uno de nosotros también: de mañana y al finalizar el día,
colocarnos en sintonía con el Cielo y pedir sabiduría para tomar deci-
siones sabias en nuestra vida. Necesitamos estar unidos a la fuente de
sabiduría y vida.
Sin embargo, no podemos negar que es muy difícil para los jóvenes,
prácticamente en la flor de la edad, buscar la presencia y dirección de
Dios en la vida. Eso porque los jóvenes, en el momento de mayor fuerza
y vigor e independencia, creen que pueden tomar sus decisiones solos.
Pero, cuando miramos a José, notamos claramente que él, en todo tiem-
po, dio prioridad a los principios que había aprendido en casa, y eso hizo
toda la diferencia en su trayectoria.
Ahora destacaremos cuatro de esas decisiones importantes que todo
joven necesita tomar y oraremos para que nuestros jóvenes tengan sabi-
duría al tomar esas decisiones.
1. LOS AMIGOS
La primera decisión que los jóvenes necesitan tomar y que podrá im-
pactar toda su vida es la decisión de quiénes serán sus amigos. Y tal vez
los jóvenes ya estén pensando: “Nada que ver. ¿Qué puede influir eso en
mi vida?”
Una de las elecciones más importantes que hacemos es con relación
a nuestros amigos. La mayoría de las veces, no nos proponemos hacer
amigos; las amistades simplemente se desarrollan naturalmente a medida

26 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


que pasamos tiempo con personas que les gusta algunas cosas que noso-
tros también apreciamos, cosas en común. Y de ahí vamos desarrollando
esa amistad. Pero es bueno, es esencial elegir bien a quien permitiremos
acercarse a nosotros y a quien nos vamos a acercar. Hay un dicho antiguo
que nos deja una importante lección: “Dime con quien andas, y te diré
quién eres”. Y es la más pura verdad. Si andamos con una persona de
mala fama, alguien que tiene malas costumbres, probablemente recibire-
mos su influencia y tendremos también esas malas costumbres. Después
de todo, somos seres influenciables.
Hay personas que nos acercan a Dios, y personas que nos apartan de
Dios. Por eso necesitamos elegir amigos que nos lleven por caminos que
conducen a Dios. No es por casualidad que la fase cuando las personas
se apartan más de Dios es la juventud, y normalmente por malas influen-
cias en la facultad, en el vecindario, en Internet, en las redes sociales. Y
a veces, los jóvenes no se dan cuenta adónde los están conduciendo sus
amigos.
Por eso, queremos destacar hoy la necesidad de orar más por nuestros
jóvenes. Es posible que en este instante alguien ya esté recordando que
es exactamente eso lo que está sucediendo con un hijo. Entonces oremos
por nuestros jóvenes y por las elecciones de sus amigos.
2. EL CÓNYUGE
Para los que ya pasaron de los veinte años, los que terminaron la fa-
cultad, hay otra decisión sumamente importante que todo joven necesita
tomar, en la cual necesita especialmente sabiduría y la orientación de
Dios: el casamiento.
Si en la elección de un amigo se debe tener cautela, cuánto más en
la elección de un cónyuge, porque estará a nuestro lado por toda la vida
(ese es el plan de Dios). Adán fue muy bendecido porque no tuvo que
elegir. Dios formó la compañera a partir de su cuerpo. Y, además de ser la
única, Eva era perfecta. Además, podemos decir sobre Eva que no tuvo
que elegir. Pero nuestro Dios es el mismo, y el mismo interés que Dios
tuvo por Adán y por Eva, lo tiene por ti, joven. Tanto que la Biblia nos da
parámetros de buenas elecciones.
Las personas genuinamente cristianas y que aman profundamente a
Jesús seguramente serán los mejores cónyuges. Y ahí están dos paráme-
tros interesantes: personas cristianas y que aman a Jesús. Antes de buscar
a la persona correcta, sea usted la persona correcta. Jesús dijo en Mateo
7:3: “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no
echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”.
Cuántos pedidos leemos y oímos de padres que piden que oremos
por el matrimonio de sus hijos. La pregunta es: ¿Será que nuestros hijos

SEMANA DE LA FAMILIA | 27
pidieron la orientación de Dios en la elección de sus cónyuges? Hasta
para la solución de conflictos, cuando ambos son cristianos resulta más
fácil resolverlos.
Sin embargo, después de las elecciones de los amigos y del cónyu-
ge, hay una tercera decisión que tomamos en nuestra juventud, y es la
profesión. ¿En qué vamos a trabajar, en qué nos ocuparemos para man-
tenernos?
3. LA PROFESIÓN
En algún momento tenemos que elegir lo que deseamos hacer en
nuestra vida, en qué queremos trabajar, una carrera, una profesión, un
empleo. A menos que seamos ricos o trabajemos en casa en tiempo com-
pleto cuidando del hogar y de la familia (la más noble de todas las ocu-
paciones) tenemos que elegir un camino para obtener nuestro sustento.
Y eso es parte de una elección que necesitamos hacer.
Evidentemente todos vivimos circunstancias que pueden, en gran me-
dida, limitar nuestra decisión en cuanto a una carrera. Pero, como vimos
en el caso de José, aunque sea una situación al principio limitante (él
era esclavo y después fue prisionero), sea cuál sea la situación, podemos
hacer elecciones en relación con la profesión a través de la cual sirvamos
al prójimo y testifiquemos del amor de Dios. Pero, independientemente
de la profesión, esta debe ser una que agregue significado y propósito
a nuestra vida. Es importante estar atento a las orientaciones de Dios.
Él nos dotó de habilidades y talentos que son evidencias de lo que los
jóvenes pueden elegir en su juventud como profesión. De modo que al-
gunos son llamados para el ministerio pastoral, por ejemplo. Pero, no es
necesario ser un pastor. Existen varias carreras, profesiones y actividades
en las que se puede ejercer también un ministerio. En resumen, lo que
sea que hagamos, podemos hacerlo para la gloria de Dios.
4. SERVIR A DIOS
Sin embargo, hay otra elección que debemos hacer en la juventud
que hará una diferencia total en nuestra vida. Es la decisión de ser fiel a
Dios en todas las circunstancias. En determinados momentos de la vida,
algunas personas y algunos jóvenes permiten que la fe se enfríe. Y es en
la juventud cuando la mayoría de las personas sale de la iglesia. Como
vimos en la historia de José, puede ser difícil para un joven permanecer
fiel a sus principios, pero permanecer en Cristo es la mejor decisión que
podemos tomar.
Pidámosle ahora a Dios que ayude a todos nuestros jóvenes y a nues-
tros seres queridos que deseamos que estén con nosotros en el Cie-
lo. Pidámoslea Dios que, a través del Espíritu Santo, los ayude a ele-
gir los mejores amigos, el mejor cónyuge, la mejor profesión, pero que

28 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


especialmente elijan servir a Jesús, independientemente de las circuns-
tancias. Cuando hablamos de José vemos el ejemplo de alguien que,
aunque estaba pasando por situaciones difíciles, decidió estar del lado
de Jesús. La vida de José estaba bajo el control de Dios, que veía su fide-
lidad, y por eso pudo conducir a José a hacer de él un instrumento para
salvar a su familia y a muchas otras familias, como vemos en Génesis 42:6
“Y José era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la
tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro a tierra”.
Qué bueno sería si todos nuestros jóvenes pudieran tener la misma
actitud de José y hacer las mismas elecciones que hizo José. Por eso,
oremos para que nuestros jóvenes tengan la misma firmeza de carácter,
la misma seguridad que tuvo José.
CONCLUSIÓN
¿Qué deben hacer los padres cuando un hijo se desvía de la iglesia?
¿Cuál debe ser la actitud de un hijo que se va como el hijo pródigo y
abandona la casa del Padre? ¿Qué hacer cuando no quiere ir más a la
iglesia? Entréguenle sus hijos a Dios en fervorosa oración. Los padres y las
madres que oran seguramente serán oídos. Si existe alguien que entien-
de su dolor, ese alguien es Dios. ¿Saben por qué? Exactamente porque
los hijos de Dios le dieron la espalda. Dios es el Padre perfecto. ¿Ustedes
creen que Dios no sufre por eso? Cuántos están hoy diciéndole a Dios:
“Yo no te quiero. No deseo tu compañía. No quiero tu presencia.
Al seguir el ejemplo de Dios, podemos apoyar a nuestros hijos pródi-
gos con amor y oración, estar listos para estar a su lado y esperarlos con
los brazos abiertos, creyendo que Dios los ama más que nosotros y que
en esta lucha, en esta batalla, no estamos solos, Dios está con nosotros.
No tengamos vergüenza de pedir apoyo y oración; no estemos cul-
pándonos y tengamos cuidado para no concentrarnos tanto en el hijo
pródigo al punto de olvidarnos del resto de la familia. Necesitamos orar
por todos los de la familia.
Ser padre o madre de un hijo pródigo puede dividir el hogar. Por lo
tanto, construyan un frente unificado y establezcan límites claros para su
hijo. Recuerden que Dios ama a nuestros hijos más de lo que los amamos
nosotros. Vamos a contemplar un futuro mejor y aceptar que nuestro hijo
es una obra de Dios en desarrollo. Y en algún momento, miraremos en el
horizonte y veremos regresar a los jóvenes, los hijos que se apartaron de
los caminos del Señor, y nuestra alegría será indescriptible.
ORACIÓN
Hoy queremos hacer un llamado. Si tenemos aquí hoy a algún joven
que está débil en la fe y pensando salir, por amor a Dios no salga. Y si te-
nemos a alguien aquí que salió, queremos abrazarlo por su regreso a los

SEMANA DE LA FAMILIA | 29
brazos del Padre. La casa es tuya. Permanece aquí porque solo en él solo
en Jesús estaremos seguros. Solo en Jesús hay salvación.
Si hay aquí un padre, una madre que vive esa situación de un hijo, una
hija que se fue lejos de los caminos de Jesús, haremos una cadena de
oración continua por nuestros hijos y por los jóvenes de la iglesia. Cuando
pueda, cuénteles que usted y toda la iglesia están orando por ellos. Pero,
dé libertad para que puedan elegir por sí mismos. Seguramente recibirán
la influencia del Espíritu Santo y volverán. Créalo, un día ellos contarán
sobre la importancia de su intercesión y seguramente le agradecerán.
Padres y madres presentes aquí, no podemos desistir de nuestros hi-
jos. Dios atenderá su oración. (Llamar a los jóvenes a venir al frente para
el momento de la oración).
“Nuestro Padre celestial, muchas gracias por el tema de hoy, porque
José, nuestro personaje bíblico, nos dejó un ejemplo de que es posible
ser fiel a Dos, ser leal, aun en las circunstancias más complicadas de la
vida. Yo quiero poner a este joven, esta joven que está orando conmigo
en este momento en tus santas manos. Acepta la decisión de los que
están volviendo a tus brazos, acepta la decisión de los que quieren volver
una vez más a los brazos de Jesús. Y Padre querido, quédate con este
padre y con esta madre que están aquí orando con nosotros y que tie-
ne hijos todavía lejos, multiplica sus fuerzas, para que puedan continuar
confiando en el Señor y poniendo a sus hijos en tus manos. Padre de
amor, queremos ver tus milagros, que vuelvan antes de que la puerta de
la gracia se cierre para siempre. Queremos estar todos juntos en el Cielo.
Acepta nuestra oración, nuestra entrega, pues lo hacemos en el nombre
de Jesús, amén.”

30 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


5
PADRES DEDICADOS A DIOS
INTRODUCCIÓN
Qué alegría es poder encontrarnos una vez más en esta semana de
la familia cuyo tema general es Juntos rumbo al cielo. Es un privilegio
compartir la Palabra de Dios. Ha sido muy bueno. Estamos desarrollando
también nuestro compañerismo con Dios a través de la oración pidien-
do, intercediendo, suplicando juntos la misericordia y las bendiciones de
Dios. Recordemos que cada día estamos orando por un grupo específico
de personas, y hoy oraremos por los padres. Es un desafío ser padre, ser
madre hoy ¿no es verdad?
La maternidad tiene un encanto que comienza cuando recibimos la
noticia del embarazo, el período de gestación, la elección del nombre.
Hoy tenemos una ventaja cuando esperamos un bebé. A través del ultra-
sonido ya sabemos hasta el sexo del niño antes del nacimiento. Pero, in-
mediatamente después del nacimiento ya sentimos el peso de la respon-
sabilidad de cuidar de nuestros pequeños. Hagamos una oración breve
para buscar sabiduría e iluminación de Dios para el estudio de su Palabra.
ORACIÓN INICIAL
“Nuestro Padre celestial, gracias por el privilegio de tener un encuen-
tro más, y por la oportunidad de abrir una vez más tu Palabra, en la que
tenemos la seguridad de encontrar los consejos y la sabiduría que necesi-
tamos para nuestra vida. Te suplicamos, Padre, y te pedimos que te hagas
presente en el encuentro de hoy. También te pedimos tu unción. Oramos
en el nombre de Jesús, amén.”
Recordamos que hoy nuestro motivo especial de intercesión es por
los padres. ¿Usted ya es padre, ya es madre? ¿Tiene hijos? Si todavía no
tiene hijos, puede comenzar a orar, ¿ok? Ya puede participar de nuestra
intercesión de hoy, porque realmente la paternidad y la maternidad son
especiales. Pero demandan responsabilidad, y sobre todo la responsab-
ilidad espiritual. Tal vez alimentar y bañar a nuestros hijos sean las partes
SEMANA DE LA FAMILIA | 31
más fáciles, pero conducirlos por los mejores caminos, creo es el gran
desafío que tenemos los padres. Si usted no desea tener hijos, es una de-
cisión muy particular de cada matrimonio. Sin embargo, puede escuchar
las orientaciones y ayudar a otras personas que están en la fase con hijos.
El texto base para nuestro tema de hoy está en el libro de 1 Samuel
1:5 y dice así: “Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a
Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos”.
Ana tenía un problema: ella era estéril, no podía dar a luz hijos. Aquí
hay una lección importante. Delante de un problema debemos abrir
nuestro corazón y presentar nuestras peticiones a Dios. Y en ese caso
específico vemos que ya antes de ser padre o madre, ya podemos orar
pidiendo a Dios que nos ayude a tener un hijo (o una hija).
Leamos ahora el versículo 10: “ella [Ana] con amargura de alma oró
a Jehová, y lloró abundantemente”. Ese versículo presenta el deseo de
tener un hijo en oración a Dios, y en el versículo 11, vemos: “E hizo voto,
diciendo: ‘Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu
sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres
a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida,
y no pasará navaja sobre su cabeza’”.
Tenemos lecciones importantes que aprender con Ana, y su historia
comienza antes de tener su hijo. Ella oró a Dios, le presentó su necesidad.
Le presentó su deseo y después prometió dedicar su hijo a Dios. ¡Qué
ejemplo a seguir! ¿Verdad?
El caso de Ana se repite en la Biblia. Vemos a muchas otras mujeres
que también le pidieron a Dios un hijo. Fue el caso de Raquel y de Sara.
Seguramente en nuestros días existen mujeres que desean mucho ser
madres. El ejemplo de Ana queda como inspiración para esas mujeres.
Presenten su deseo a Dios, busquen al Señor con entereza de corazón.
Esos padres también pueden buscar orientación médica para identi-
ficar si hay alguna causa clínica que les impida ser padres, y buscar trata-
miento. Pero, todo debe estar bajo la orientación de Dios y sin descuidar
los principios que encontramos en la Biblia. La ciencia y la tecnología
avanzaron, y muchas mujeres usan otras soluciones, por ejemplo, un
vientre de alquiler. Eso puede generar muchos problemas. Tenemos un
ejemplo en la Biblia, la experiencia de Sara con Agar, ellas pasaron por
serios problemas: “Y respondió Abram a Sarai: ‘He aquí, tu sierva está en
tu mano; haz con ella lo que bien te parezca’. Y como Sarai la afligía, ella
huyó de su presencia” (Génesis 16:6).
Pero, volviendo a la historia de Ana, en el texto de 1 Samuel 1:27, 28,
leemos: “Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues,

32 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y
adoró allí a Jehová”.
Veamos otras lecciones que nos presenta la Palabra de Dios a través
de la historia de Ana:
1. DEBEMOS PREPARARNOS PARA LA PATERNIDAD
Necesitamos estar en comunión, en interacción íntima con Dios. Pocas
cosas cambian más nuestra vida que el nacimiento de un hijo. Y los que
son padres lo saben. La vida de un matrimonio cambia rotundamente con
la llegada de un niño. Nada vuelve a ser como antes. La Biblia nos dice
en el Salmo 127:4,5: “Como saetas en mano del valiente, así son los hijos
habidos en la juventud.  Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba
de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la
puerta”.
Al mismo tiempo, los hijos no vienen con un manual para el propieta-
rio que les informa a sus padres todo lo que necesitan hacer para cuidar
de ellos y cómo solucionar cualquier problema que surja. Aun los padres
de experiencia a veces se sorprenden con las acciones, palabras o actitu-
des de sus hijos.
Es muy importante la preparación para el matrimonio, y también es
muy importante que los que desean ser padres se preparen para esa res-
ponsabilidad grandiosa.
Leamos una cita importante del libro El hogar cristiano, página 230-
231 “Deben preparar al niño desde antes de su nacimiento para predis-
ponerlo a pelear con éxito las batallas contra el mal. Si, antes del naci-
miento de este [su hijo], la madre procura complacerse a sí misma, si es
egoísta, impaciente e imperiosa, estos rasgos de carácter se reflejarán en
el temperamento del niño. Así se explica que muchos hijos hayan recibi-
do por herencia tendencias al mal que son casi irresistibles”.
Pensemos en los cuidados y responsabilidades que los padres deben
tener con sus hijos. Como podemos ver, esa información ayudará tanto a
los que serán padres como a los que ya lo son. Esa preparación comienza
antes de que los hijos nazcan.
2. NECESITAMOS DEDICACIÓN
Otro punto importante es la dedicación, y eso incluye por lo menos
tres cosas:
SOMOS EJEMPLOS EN TODO PARA NUESTROS HIJOS
El carácter de los padres impacta directo sobre sus hijos y sobre el
legado que les transmiten. Los hijos recurren a los padres en busca de
apoyo, afecto, orientación y ejemplo. Somos el modelo permanente para
nuestros hijos. Ellos copian nuestros gestos, nuestras palabras y la forma

SEMANA DE LA FAMILIA | 33
de actuar. Si los padres dicen palabras ásperas, los hijos también las dirán.
Si usan palabras torpes (malas palabras), no hay duda de que los hijos
también hablarán así.
DEDIQUEMOS TIEMPO A NUESTROS HIJOS
El libro de Proverbios elogia a los padres que son proveedores confi-
ables y que administran con sabiduría los recursos de la familia. “[…] Mas
el que aborrece el soborno vivirá” (Prov. 15:27)”.
Por lo tanto, los padres deben estar atentos a dar prioridad a la familia
y no solo al trabajo. Los padres y las madres de hoy que están en el mer-
cado de trabajo no pueden pasar por alto esta cuestión de la necesidad
de dedicar tiempo a los hijos.
DEBEMOS DOMINAR NUESTRAS EMOCIONES
Los padres piadosos buscan ser pacientes y dominar sus emociones.
Ellos consideran importante el hecho de que sus hijos dependen de ellos.
Disciplinen a sus hijos, pero cuiden de no abusar de su posición de au-
toridad. Tengan cuidado de no abusar de su fuerza, es una lucha desigual.
Hoy hay leyes que en el pasado no existían. Y entonces queda aquí una
observación. Disciplinar con amor, respeto y nunca en un momento de
ira. Los padres dedicados desean seguir a Dios y ser gobernados por su
amor y por las enseñanzas de su Palabra, para poder guiar a sus hijos en
el camino correcto.
AMEN A LA MADRE DE SUS HIJOS
Hay un factor que es importantísimo, especialmente para nosotros
hombres, y que es vital para el crecimiento equilibrado de los hijos: Amen
a la madre de sus hijos. Refuerzo: lo más importante que el padre puede
hacer por sus hijos es amar a la madre de ellos. Su fidelidad y continuo
afecto hacia ella, o la falta de esos afectos hacia los hijos, tiene un fuerte
efecto sobre el bienestar de los hijos y eso durará hasta la edad adulta. El
equilibrio emocional del hijo dependerá mucho de la manera, del cariño,
de las palabras, de los actos y afectos demostrados a la madre y a ellos.
Y la reciprocidad también es verdadera. No hay dudas de que los hijos
también notarán los afectos de la madre hacia el padre.
Necesitamos repetirlo una vez más: no queremos que nuestros hijos
sean solo buenos profesionales, buenos ciudadanos, buenos maridos,
buenas esposas; sobre todo, queremos que estén con nosotros en la
eternidad. Deseamos que nuestros hijos estén con nosotros en el Cielo,
porque la eternidad no será igual si nuestros hijos no están con nosotros.
Nuestra oración de hoy es para que seamos buenos padres y educadores
no solo para esta vida, sino para la eternidad. Busquemos sabiduría en la
Palabra de Dios y permitamos ser dirigidos por el Espíritu Santo. En los

34 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


aspectos que no podemos ver la solución, Dios nos ayudará a mostrar la
dirección en la tarea de ser padres.
“Dichosos los padres cuya vida es un reflejo fiel de la vida divina, de
modo que las promesas y los mandamientos de Dios despierten en los
hijos gratitud y reverencia; dichosos los padres cuya ternura, justicia y
longanimidad interpreten fielmente para el niño el amor, la justicia y la
paciencia de Dios” (El ministerio de curación, p. 291).
CONCLUSIÓN
Dios desea habilitarnos para ser buenos padres. Dios desea capacitar-
nos para cumplir bien el papel que él nos otorgó como padres y madres.
¿Será que estamos reconociendo que necesitamos crecer, aprender y
representar mejor a Jesús ante nuestros hijos? Nadie es perfecto, nadie
tiene un sello de perfección al punto de decir: “Yo nunca me equivoqué
como padre o como madre. Yo jamás hice algo equivocado en la edu-
cación de mis hijos”.
Pero existe algo que todos podemos decir. ¿Sabe qué es? “Dios, me
gustaría cumplir mejor mi tarea como padre, como madre. Dios, quiero
pedirte que me ayudes a ser un mejor ejemplo. Quiero mostrarles a mis
hijos la mejor imagen de Jesús, de Dios. Quiero que mis hijos puedan ver
a Jesús a través de mi persona”. Que seamos buenos padres, que seamos
iluminados por la Palabra e instruidos por el Espíritu Santo.
ORACIÓN
Nuestro querido Padre celestial, queremos agradecerte porque nos
diste el privilegio de ser padre/madre. Y nosotros que en este momento
nos sentimos culpables por los errores que cometimos, que podamos
recibir de ti, Padre, el perdón. Que tengamos la seguridad de que es-
tás conduciendo todas las cosas y que, a pesar de las equivocaciones
cometidas, tu puedes restaurar todas las cosas. Te pedimos, Señor, que
nos ilumines cada día, que nos des sabiduría, que nos ayudes a ser como
Ana para poder dedicar a nuestros hijos totalmente a ti, para que ellos
hagan tu voluntad aquí en esta Tierra y para que un día estén con noso-
tros también en el Cielo y por toda la eternidad. Perdona, Padre querido,
todas nuestras faltas. Ayúdanos a ser mejores en la tarea que debemos
desempeñar como padres y danos la seguridad de que no estamos solos.
Oramos agradecidos porque escuchas nuestra oración y nos haces mejo-
res cada día. Oramos en el nombre de Jesús, amén.

SEMANA DE LA FAMILIA | 35
6
ELLOS QUEDARON SOLOS
INTRODUCCIÓN
Qué bueno es estar juntos nuevamente aquí en nuestra Semana de la
Familia, pues queremos ir Juntos rumbo al cielo. Después de todo, no
queremos dejar a nadie atrás. El tema de hoy es muy importante. Nuestro
foco serán las personas viudas, las que por algún motivo no tienen más
a su cónyuge a su lado debido a la muerte y sufren la ausencia. En ese
grupo incluiremos también a los divorciados, los separados, los solteros, y
los que por algunas circunstancias de la vida están solos. Hoy clamaremos
a Dios para que esas personas no se desanimen y continúen fortalecién-
dose en su fe, pues deseamos ir todos juntos al cielo. Antes, oremos a
Dios para que nos ilumine y nos haga entender su deseo y el plan para
nuestra vida.
ORACIÓN INICIAL
Maravilloso Padre celestial, muchas gracias por el privilegio y por la
honra que nos concedes de orar juntos, de buscar tu presencia y de es-
tudiar juntos tu Palabra. Te pedimos tu unción y tu dirección con nosotros,
que te hagas presente iluminándonos. Es lo que te pedimos agradecidos,
en el nombre de Jesús, amén.
Les recordamos que oramos aquí, pero también los invitamos a sepa-
rar otros momentos a lo largo del día para que oren e intercedan por los
grupos por los cuales hemos orado cada día esta semana.
Los invito a abrir las Escrituras en el primer libro de Reyes 17:9 al 12:
“Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado
orden allí a una mujer viuda que te sustente. Entonces él se levantó y se
fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer
viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: ‘Te ruego
que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba’. Y yendo
ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: ‘Te ruego que me traigas
también un bocado de pan en tu mano’. Y ella respondió: ‘Vive Jehová
36 | JUNTOS RUMBO AL CIELO
tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo
en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños,
para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y
nos dejemos morir’”.
El profeta Elías le pidió agua y alimento a esa mujer viuda y escuchen
la respuesta: ‘Con lo que tengo aquí voy a preparar pan para mí y para
mi hijo. Es lo último que comeremos y después esperaremos la muerte,
porque aquí hay una crisis terrible y no tenemos como sobrevivir’.
Tenemos grandes lecciones para aprender con la historia de la viu-
da de Sarepta. Especialmente para quien perdió un ser querido, o para
quien está pasando por un proceso de divorcio, o de separación, hoy
oraremos por ustedes.
Todas las relaciones, incluso el matrimonio, tarde o temprano llega-
rán al fin. No es por no creer en el matrimonio, sino porque tenemos la
seguridad de que Jesús volverá en los próximos años, algunos de entre
nosotros enfrentarán a nuestro mayor enemigo, la muerte. Y nosotros,
casados, partiremos o veremos partir a nuestro cónyuge. Eso no depende
de la cuán unidos seamos, del gran amor, del compañerismo profundo, ni
del tiempo que pasamos juntos. Sabemos que la muerte vendrá. A menos
que Jesús regrese antes, nuestra relación con la persona terminará. Ese
ha sido nuestro destino desde el primer pecado, y así será hasta el regre-
so del Señor Jesucristo.
La Biblia no revela cuál de los dos, Adán o Eva, murió primero, pero
debe haber sido muy doloroso para uno de ellos ver al otro partir y tener
que sepultarlo. Ellos ya habían sepultado a un hijo, Abel. Los psicólogos
dicen que sepultar a un hijo es el mayor dolor que un ser humano puede
pasar, porque no es algo natural. Después del pecado, lo natural es que
los hijos sepulten a los padres, y no los padres sepulten a los hijos. Sin
embargo, es muy doloroso también sepultar al compañero, la compañera
que amamos a lo largo de una vida y a nuestros queridos familiares o
amigos.
Si la muerte de una sola hoja hizo que Adán y Eva lamentaran, ¿quién
puede imaginar lo que sufrieron con la muerte del cónyuge? Especial-
mente porque ellos vivieron un largo tiempo en compañía uno del otro.
La Biblia dice que Adán vivió 930 años.
El problema es que estamos tan acostumbrados con la muerte que
simplemente la tomamos como segura. Pero, ese no fue el plan original
de Dios. No fuimos creados para morir o ver morir a nuestros queridos.
1. TODAVÍA HAY UNA MISIÓN QUE CUMPLIR
En 1 Reyes 17:9 vemos claramente que Dios designó un ministerio a la
viuda de Sarepta, ¿y cuál era el ministerio de ella? En ese caso específico

SEMANA DE LA FAMILIA | 37
era cuidar del profeta. Recordemos la lectura: “Levántate, vete a Sarepta
de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que
te sustente”.
Dios tiene un ministerio para cada persona. Esto sirve también para
las personas que quedaron solas en este mundo. Después de pasar por
el luto, pregúntele a Dios qué desea que usted haga. Además, hay una
frase antes del luto que es importante mencionar aquí. Primero, viene la
negación del luto: “Eso no puede haber sucedido…”
Hay algunos que son fuertes por fuera, alientan a todo el mundo, pero
después, cuando se quedan solos, se derrumban.
Muchas personas quedan postradas como si la misión y la vida hubie-
ran terminado. El que muere es sepultado; el que está vivo necesita con-
tinuar viviendo. Todavía hay mucha gente que necesitamos ayudar a sal-
varse. Su experiencia es muy importante. Especialmente el cristiano tiene
una misión importante, la de testificar de la esperanza que tenemos en el
pronto regreso de Jesús. Usted que ya pasó por la experiencia de perder
a alguien, si pasó por el luto, por la separación, con seguridad puede
ayudar a muchas personas. Si el cónyuge viudo todavía tiene salud, de-
dique más tiempo a la obra de Dios. Póngase a disposición de Dios para
ser usado por él. Usted puede ser útil para otras personas. Desarrolle un
ministerio que ayude a salvar a otros.
2. EXPERIMENTE LA PROMESA DE DIOS
En 1 Reyes 17:14, 15, leemos: “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho
así: ‘La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá,
hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra’. Entonces
ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos
días”.
La promesa de Dios a través del profeta Elías fue de que la harina de
la vasija no terminaría y el aceite no faltaría. El texto es claro en decir que
Dios hizo una promesa y suplió las necesidades de la mujer viuda, de su
hijo y del profeta. Necesitamos confiar y creer en las promesas que Dios
ha hecho en su Palabra sobre el cuidado de Dios y su providencia. Infe-
lizmente, para algunas personas, las promesas quedan solo en el pasado.
Muchas personas quedan sin esperanza y comienzan a reclamar, lamentar
y solo piensan en cosas negativas. Sabemos que la falta del esposo, es-
pecialmente si él era el proveedor, puede producir miedo, pero la historia
de la viuda de Sarepta nos presenta a un Dios que cuida de las viudas
y de los huérfanos. Puede ser que surjan pensamientos como: Y ahora,
¿qué sucederá? ¿Cómo serán las cosas de ahora en adelante? ¿Cómo voy
a sobrevivir?

38 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


A través de esta historia vemos qué se les promete a las viudas y a los
huérfanos: “No te faltará nada”. Créalo, la misma promesa que Dios le
hizo a la viuda de Sarepta, la hace hoy a usted y a mí. Necesitamos confiar
en las providencias del Señor. Confíe que él cuidará de usted, pues “Jesu-
cristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).
Yo quiero desafiarlo a continuar creyendo en las promesas de Dios. En
el versículo 15, la Biblia dice que “comió él, y ella, y su casa, muchos
días”. La falta de un ser querido puede ocasionar miedo a cómo serán las
cosas de ahí en adelante, pero Dios promete que nada nos faltará.
3. NO FALTARÁ EL CUIDADO DIVINO (PASTORAL Y FRATER-
NAL)
En el versículo 17 del capítulo 17, tenemos otra lección importante,
leemos: “Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo
del ama de la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él
aliento”.
Como si ya no bastara su viudez, ahora ella presenciaba con impoten-
cia a su hijo, su único hijo, enfermar y morir también. Vemos ahora una
tragedia más, una pérdida más en la vida de la mujer.
En el versículo 18, leemos: “Y ella dijo a Elías: ‘¿Qué tengo yo contigo,
varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y
para hacer morir a mi hijo?’”. Vemos la angustia de esa madre que ahora
pierde también a su hijo. En su desesperación va hasta Elías. A su vez Elías
ora y resucita al niño. Vean como relata el texto bíblico ese momento, 1
Reyes 17:19-22 “Él le dijo: ‘Dame acá tu hijo’. Entonces él lo tomó de su
regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama. Y
clamando a Jehová, dijo: ‘Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa
estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo?’. Y se tendió so-
bre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: ‘Jehová Dios mío, te ruego
que hagas volver el alma de este niño a él’. Y Jehová oyó la voz de Elías,
y el alma del niño volvió a él, y revivió”. Después del milagro: “Tomando
luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su madre,
y le dijo Elías: ‘Mira, tu hijo vive’. Entonces la mujer dijo a Elías: ‘Ahora
conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad
en tu boca’” (1 Reyes 17:23, 24).
Dios envía cuidado y providencias a los que confían en él. Vemos que
en el argumento del profeta para la curación él destacó que la viuda lo
estaba cuidando. ¡Qué importante es involucrarnos en un ministerio de
cuidar de alguien! Dios envía sus cuidados para los que comparten sus
bendiciones con otros. Ella estaba integrada en la misión, cuidaba del
profeta. No estaba con los brazos cruzados. Claro que no siempre la
providencia de Dios será una resurrección, solo Dios en su providencia
sabe qué hacer. Recordemos siempre que el milagro es una prerrogativa
SEMANA DE LA FAMILIA | 39
divina. Él lo hace cuando, a quien, como, en el tiempo que él considera
que es lo mejor para nosotros. Lo que debemos entender es que no fal-
tará el cuidado de Dios para quien lo busca, para quien confía en su
poder y cuidado.
Si usted piensa que está solo porque perdió a su cónyuge, o por algu-
na circunstancia se encuentra solo/a, sepa que Dios está con usted. Debe
saber y confiar que no está solo/a.
4. OTRA SITUACIÓN DELICADA
Además de la muerte, una de las cosas más difíciles que una familia
puede enfrentar es el divorcio. Por eso, la Biblia da orientaciones para que
no haya divorcio, que las familias estén unidas. Pero, cuando no hay otra
solución y ocurre el divorcio, las personas que pasan por esa terrible ex-
periencia viven una serie de emociones. Probablemente, la primera y más
común es el luto, el que, dependiendo del individuo puede durar varios
meses o años, con intensidades diferentes. Algunos pueden sentir miedo
a lo desconocido, ansiedad por la cuestión financiera y miedo de ser inca-
paces de enfrentar las dificultades de la vida. Otros pasan por un período
de depresión, ira y soledad.
Son heridas emocionales que generan mucho dolor y sufrimiento, que
hacen que las personas sufran. Y por supuesto, también interfiere en la
vida de los hijos, los que muchas veces son pequeños y sufren por no ver
más a sus padres juntos. Aun en medio de todo ese dolor y sufrimiento, las
familias que pasan por esa situación necesitan permanecer conectadas a la
fuente de vida y consuelo, Dios.
CONCLUSIÓN
La iglesia, como una agencia redentora de Cristo, debe ministrar a
sus miembros. En cualquier circunstancia, los miembros necesitan sentir-
se abrazados y pastoreados. La iglesia debe proveer medios para cuidar
de las necesidades de su rebaño para que todos puedan desarrollar una
experiencia cristiana madura. Especialmente, los que pasan o viven una
situación de pérdidas, que se encuentran solos, necesitan sentirse apo-
yados. Ese es un desafío de la comunidad cristiana. Un desafío para la
iglesia, apoyar a los que pasaron por esas experiencias dolorosas. No po-
demos creer que todo está bien en los demás porque los vemos dentro
de la iglesia, y a veces, los vemos solo algunos momentos al terminar el
culto de adoración, cada uno vuelve a su realidad. Como Elías, necesi-
tamos sentir las necesidades de nuestros hermanos/as que enfrentan la
viudez por la muerte o separación por el divorcio.
Si cada uno ofrece un poquito de cuidado, un poquito de atención, po-
dremos ayudar en la reconstrucción de la vida de esa persona que quedó
viuda o divorciada. Esa responsabilidad de la iglesia está destacada en la

40 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


Biblia en Santiago 1:27 “La religión pura y sin mácula delante de Dios el
Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y
guardarse sin mancha del mundo”.
La verdadera religión incluye cuidar de los huérfanos y de las viudas,
y podemos agregar aquí a los divorciados, separados y solos. Entonces,
queda ahí la indicación de que, cada uno de nosotros debe tratar, a través
de su sensibilidad cristiana, de notar entre los que están cerca, quién está
pasando por este tipo de situación, la pérdida de un ser querido, la pérdida
de un cónyuge, o la triste experiencia de un divorcio.
La comunidad adventista del séptimo día tiene un departamento cono-
cido como “Hogar y Familia”. Son personas que voluntariamente trabajan
para ayudar a las familias de la iglesia, preparando actividades, orienta-
ciones que sean útiles para esos grupos de viudos, divorciados y solos, por
ejemplo, esta Semana especial de la familia, Juntos rumbo al cielo. Y, como
vimos en la historia de la viuda de Sarepta, al cuidar de otros, también reci-
biremos bendiciones. Actuando así estamos siendo las manos, los brazos y
la voz de Dios, llevando ánimo, consuelo y ayuda a esas personas.
ORACIÓN
Queremos invitarlo para que en este momento formemos nuestra ca-
dena de oración. Porque muchas veces no imaginamos qué sucede con
el otro, qué le produjo dolor. Necesitamos aprender a notar el dolor del
otro. Por eso, queremos pedirle hoy a Dios que nos dé esa empatía para
poder ayudar a los que están a nuestro alrededor y que hoy necesitan
también nuestra intercesión. En este momento queremos invitar a los que
son parte de ese grupo de viudos, divorciados y los que se encuentran
solos, para orar juntos. Queremos ponerlos en los brazos de Dios. Él de-
sea usarlo a usted. No se olvide, confíe en la Palabra de Dios. Él está con
usted supliendo sus necesidades. Este es un resumen básico de todo lo
que vimos hoy aquí. Cierre sus ojos y vamos a orar:
“Nuestro Padre celestial, muchas gracias por el privilegio de poder orar
juntos y de colocar en tus manos a esos amigos que pasan por la experien-
cia dolorosa de perder a su cónyuge, y a otros que enfrentaron una separa-
ción en vida, un divorcio. Padre querido, queremos pedirte que los bendi-
gas. Que los fortalezcas, que renueves la esperanza en ellos, que renueves
el ánimo y el valor. Que puedan ver, si todavía no lo tienen, un ministerio
en su nueva fase de la vida. Y así como la viuda de Sarepta cuidó de Elías,
al darle alimentos al profeta, que nosotros también estemos empeñados
en el cuidado y en la salvación de otras personas. Que nuestros amigos
que ahora están solos también multipliquen su ánimo para que continúen
trabajando en favor de otras personas. Toma nuestra vida en tus manos y
bendice a tus hijos, por los cuales intercedemos en este momento. Oramos
agradecidos en el nombre de Jesús, amén.”

SEMANA DE LA FAMILIA | 41
7
TODAVÍA PUEDEN LUCHAR
INTRODUCCIÓN
Qué alegría es encontrarnos una vez más aquí en nuestra Semana de
la familia, Juntos rumbo al Cielo. Estamos orando los unos por los otros,
cada día intercediendo por un grupo específico. Ya oramos por los niños,
los adolescentes, los jóvenes, los padres, los viudos y divorciados, en fin,
por las personas que forman parte de nuestra comunidad, personas que
componen nuestro núcleo familiar y que queremos que estén con noso-
tros en el Cielo.
ORACIÓN INICIAL
Maravilloso Dios y Padre, te agradecemos por tu compañía durante
toda esta semana. Queremos suplicarte que estés a nuestro lado al abrir
tu Palabra, queremos pedir tu iluminación, y te pedimos desde ya que
bendigas a los ancianos de nuestra comunidad, que reciban tu bendición,
tu paz, que se sientan animados a continuar. Te suplicamos eso agradeci-
dos, en el nombre de Jesucristo, amén.
En la oración ya adelantamos cuál será el tema de oración de hoy.
Oraremos de manera más específica por los ancianos de nuestra comu-
nidad. Muchos ancianos se encuentran en la mejor edad, ¿verdad? Pero,
con seguridad, algunos de los que están aquí envejecieron y se sienten
cansados y desanimados. Por eso, hoy queremos mostrar la historia de
una persona quien, aunque era anciana, no se sintió desanimada. Abra-
mos la Biblia.
En Josué 14:7, 10, 11, leemos: “Yo era de edad de cuarenta años
cuando Moisés siervo de Jehová me envió de Cades-barnea a reconocer
la tierra; y yo le traje noticias como lo sentía en mi corazón”.
Versículo 10: “Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo,
estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas

42 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí,
hoy soy de edad de ochenta y cinco años”.
Ahora veamos lo que Caleb dice a los 85 años en el versículo 11:
“Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi
fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para
entrar”.
¡Qué extraordinario! Imaginamos que Caleb dijo: “Yo estoy fuerte to-
davía. Si es necesario entrar en guerra, todavía puedo hacerlo, estoy en
forma”. ¡Ojalá tuviéramos todo ese vigor a los 85 años! Pero, según pasan
los años, comenzamos a ver y a sentir cambios en nuestro cuerpo. Nues-
tro cabello se pone gris o se cae, comenzamos a bajar la marcha, los do-
lores pueden ser nuestra compañía diaria. Si estamos casados y tenemos
hijos, quizás nuestros hijos tienen sus propios hijos y entonces podemos
aprovechar la compañía de nuestros nietos.
La verdad es que las fases anteriores de la vida nos ayudan a preparar-
nos para la última fase de la vida, la vejez. Yo sé que es difícil hasta de de-
cirlo. Algunos tienen miedo de hablar de la vejez, miedo a las limitaciones
que la vejez puede imponernos. Pero, lo invito a reflexionar un poco so-
bre la vida de Caleb, eso nos ayudará a mirar la vejez con más optimismo.
Caleb era hijo de Jefone, un hombre no judío, era cenezeo (Jos. 14:6),
que se casó con una joven judía (Génesis 15:19 y Números 32:12). Caleb
fue uno de los elegidos por Moisés entre los doce que fueron a espiar la
tierra de Canaán, la tierra prometida. Lo interesante es que fueron doce,
pero nosotros solo sabemos de memoria el nombre de dos, Josué (el
autor del libro que leemos) y Caleb, nuestro personaje de estudio de hoy.
Y de los doce, solo Caleb y Josué volvieron con un informe realista y más
optimista sobre la tierra de Canaán.
¿Se ha puesto a pensar que el proyecto de los jóvenes de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día tiene justamente el nombre de un anciano?
El proyecto Caleb. ¿Por qué será? ¿Qué podemos aprender con Caleb?
Abramos aquí un paréntesis. Tal vez, alguien esté pensando así: ‘Bien,
yo no soy anciano todavía. Entonces, este mensaje no es para mí. Estoy
afuera. Esto es para mi abuelo…’. Pero, ten en mente mi querido joven,
mi querida joven, que los años pasan velozmente, y la vejez llegará. Y,
dependiendo de lo que estés haciendo con tu vida, tus hábitos y tu estilo
de vida hoy, la vejez podrá ser buena o no.
Continuemos aprendiendo con el anciano Caleb. ¿Qué lecciones po-
demos aprender con este personaje de la Biblia? Ese que dijo que, aún
a los 85 años estaba fuerte y saludable, dispuesto y animado, aun a en-
frentar una batalla.

SEMANA DE LA FAMILIA | 43
1. NUNCA PERMITA QUE LAS PROMESAS DE DIOS SE BORREN
DE SU MENTE
¿Qué promesa le había hecho Dios a Caleb? En Números 14:23, 24,
leemos: “No verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los
que me han irritado la verá. Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en
él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde
entró, y su descendencia la tendrá en posesión”.
Después de 45 años, Caleb recordaba las promesas de Dios en su
vida, como si fuera ese momento. El tiempo no produjo amnesia ni olvi-
do en Caleb; por el contrario, el tiempo hizo madurar la promesa en su
vida. Nunca debemos olvidar las promesas de Dios. El tiempo es el in-
strumento que Dios usa para moldearnos y perfeccionarnos. Si las cosas
todavía no sucedieron en su vida, Dios está en el control. Él cumplirá lo
que prometió.
2. NUNCA PERMITA QUE SU ESPÍRITU JOVEN ENVEJEZCA
Esa es otra lección importante que aprendemos con Caleb. El cuerpo
puede ir envejeciendo, pero la mente no. Necesita tener vivas las prome-
sas de Dios que todavía no su cumplieron en su vida. Necesita creer en
las promesas de Dios. En Josué 14:10, 11, como ya leímos, encontramos
al anciano Caleb, a los 85 años diciéndole a Josué: “Todavía estoy tan
fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal
es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar”.
3. NUNCA PIERDA LA FUERZA PARA PELEAR LA BATALLA ESPI-
RITUAL
Bien, hoy no iremos a ninguna guerra física, pero enfrentamos una
batalla espiritual que es continua. Tenemos un enemigo que no duerme.
Cuando un guerrero deja de luchar, automáticamente se entrega a su ad-
versario. Nuestra vida es una guerra espiritual diaria. Luchamos, no contra
una persona, sino contra los principados, contra las potestades… (Efesios
6:12). Cuando un cristiano en el campo de batalla pierde la fuerza para
luchar, automáticamente ya perdió la batalla.
Nuestra lucha es contra ángeles caídos que se transformaron en de-
monios, huestes de maldad. Y si algún día usted luchó contra ellos, los
enfrentó en el campo de batalla. Cuando usted se declara sin fuerzas para
luchar, ellos ciertamente quieren destruirlo. Y un arma muy usada por el
enemigo es hacer que perdamos la esperanza en las promesas de Dios.
Mientras hay vida, hay esperanza, y cuando hay esperanza, necesitamos
continuar luchando al lado de Jesús. Recuerde: no estamos solos en esta
batalla, el Señor está a nuestro lado, él puede renovar nuestras fuerzas
y levantar nuestro brazo en la lucha contra el mal. Es importante que el
enemigo sepa de qué lado estamos.

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Caleb fue enfático e incisivo: “Todavía estoy tan fuerte como el día
que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza
para la guerra” (Josué 14:11). Por eso, la mayor lección de Caleb para
nosotros hoy es: ¡Nunca deje de luchar!
El Salmo 71 retrata a una persona anciana que vive los desafíos nor-
males de la vida, pero que es feliz porque desde el principio depositó su
confianza en Dios. La mejor manera de envejecer es confiar en él desde
la juventud. El autor de ese Salmo compartió tres lecciones importantes
que aprendió al caminar hacia la vejez. De acuerdo con él necesitamos
desarrollar:
Conocimiento profundo y personal de Dios. Desde su juventud
(Salmo 71:17), Dios había sido su refugio fuerte (v. 1, 7), su Salvador (v. 2),
su roca y fortaleza (v.3), su esperanza, confianza y seguridad (v. 5). Habló
de las maravillas de Dios (v. 16, 17), de su poder y potencia (v. 18), y de to-
das las grandes cosas que hizo (v. 19). Por fin, clamó “Tú has hecho gran-
des cosas; oh, Dios, ¿quién como tú? (v. 19), Esas conversaciones diarias
con Dios, al estudiar su Palabra y al detenernos a reflexionar sobre todo
lo que él hace por nosotros, profundizarán nuestra experiencia con él.
Buenos hábitos: buena alimentación, ejercicio físico, agua, luz so-
lar y descanso. Esos recursos nos ayudarán a disfrutar de una vida más
larga y mejor. Considere, de manera especial, la referencia del salmista a
los hábitos de confiar (Sal. 71:3), alabar (Sal. 71:6) y esperar (Sal. 71:14).
Pasión y entusiasmo por la misión de Dios. La persona de ese Sal-
mo no aguardaba con ansiedad estar ociosa en su vejez. Aun en su re-
cogimiento o “jubilación”, quería continuar alabando a Dios (Sal. 71:8 y
contándoles a otros sobre él (Sal. 71:15-18).
Cuántos se permitieron envejecer y comprometieron toda su eficien-
cia. Ya no hacen nada porque creen que están realmente ancianos. ¿Será
que existe jubilación espiritual?
¡Seguro que no! Podemos continuar soñando, creyendo y esperando
que él nos dará victorias. Esperemos sí, pero no con los brazos cruzados.
Podemos escribir libros y mensajes, continuar enseñando e instruyendo
a los más jóvenes en muchas áreas: canto, música, artes y oficios. Cada
uno sabe cómo puede ser útil en la obra del Señor. Los de más edad
pueden usar un arma poderosa en esta batalla: la oración. Pueden ser
“intercesores”. En la cosecha del Señor siempre hay mucho que hacer. Y
la cosecha es grande.
CONCLUSIÓN
¿Podemos continuar fértiles para la predicación del evangelio y ayu-
dar a otras personas? Reanímese en Dios, él quiere continuar usándolo
de manera poderosa. Y hoy le pediremos a Dios que renueve nuestras

SEMANA DE LA FAMILIA | 45
fuerzas, nuestro ánimo, renueve nuestra fe. Nuestro deseo sincero y nues-
tro pedido a Dios es que seamos calebs modernos. Vamos a decir juntos:
También estamos listos para ir a la batalla espiritual. También estamos
listos para continuar creciendo y siendo útiles a la causa del Maestro.
Testimonio de doña Lurdes, madre del Pr. Sidnei Roza (autor de esta
Semana de Oración: Juntos rumbo al Cielo). Ella tiene 89 años, pero tiene
vivo en su interior el deseo de hablarles a otros del amor de Dios. Cada
vez que sale a la calle lleva un folleto. Siempre tiene libros misioneros
que distribuye. Cada vez que se encuentra con una persona le habla del
amor de Jesús, da su testimonio de cómo Jesús la salvó y transformó su
vida. Yo (el pastor Sidney) sueño ser como mi madre, continuar hasta la
vejez. Si Jesús no regresa, si los años pasan, mi deseo es ser un viejito
igual a mi madre, continuar luchando la batalla espiritual. Y todos los días
que tengo la oportunidad de estar en la casa de mi madre, doña Lurdes,
la escucho, más o menos a las cinco de la mañana, arrodillarse y orar. Y
como ella ya está con la audición un poco comprometida, habla con un
volumen más alto. Por eso, quien está en la casa de doña Lurdes puede
oírla orando de madrugada. Un ejemplo de alguien que decidió continuar
luchando la batalla espiritual, que decidió ser un Caleb moderno, decidió
continuar siendo un instrumento de Dios, continuar siendo una influencia
en las personas. Con seguridad aquí tenemos muchos Caleb ancianos
que continuamente están firmes en la batalla.
En este momento queremos orar por ese grupo de ancianos, para
que también Dios haga de ellos y de nosotros Caleb modernos. Para
que el Señor renueve nuestro ánimo, y si no tenemos más ánimo, que el
Señor implante ese ánimo en nosotros. Que el Señor ponga en nosotros
el deseo de hacer su voluntad y el deseo de compartir con otras personas
la alegría de la salvación. Ahora invitamos a ese grupo de personas, los
de mediana edad y los de más edad, 50, 60 años en adelante, que pasen
al frente para interceder por ustedes. Vengan delante de Dios para recibir
la bendición de esta oración. Ustedes que ya son padres, madres, abue-
los, quien sabe hasta bisabuelos, vengan. Ustedes son muy especiales
para Jesús. Para que nuestros ancianos continúen dispuestos en la batalla
espiritual, así como Caleb.
ORACIÓN
“Nuestro maravilloso Dios y Padre celestial, te alabamos mucho por el
privilegio de esta Semana de la Familia, una semana especial de oración
en la que hemos tenido la oportunidad de orar por varios grupos dentro
de la familia. Comenzamos por el sacerdote del hogar, oramos por los
niños, adolescentes, jóvenes, padres, viudos y divorciados, y ahora que-
remos poner en tus santas manos a este grupo que tanto se donó por tu
obra, pero que está dispuesto a continuar siendo usado por ti, Señor. Por

46 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


eso, multiplica sus fuerzas; que continúen siendo ejemplos para nosotros.
Que continúen motivados cada día a testificar de tu amor. Que nosotros
podamos seguir su testimonio y ejemplo. Si hay algún enfermo, Padre
querido, por favor, ayuda a ese tu hijo, a esa hija tuya. En este momen-
to recibe la preocupación de toda la angustia que esa persona siente.
Oramos agradecidos, pidiendo que bendigas a cada uno de nuestros
queridos de mediana edad y a los ancianos de tu iglesia aquí reunidos.
Oramos seguros de que escuchas y atiendes nuestra oración, y lo hace-
mos en el nombre de Jesús, amén.”

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8
RENOVACIÓN DE LOS VOTOS
MATRIMONIALES
INTRODUCCIÓN
Durante esta Semana de la Familia, Juntos rumbo al cielo, hemos
podido sentir un poquito los efectos y también ver el resultado de la
oración en nuestra vida. Muchas veces las oraciones no tienen el efecto
que esperamos en el otro, pero de una cosa podemos estar seguros: la
oración comienza a cambiarnos primero a nosotros. Solo debemos pres-
tar atención y lo notaremos. Entonces podremos afirmar que esta semana
fue una bendición para todos los que participaron, especialmente porque
nos dedicamos un poco más a nuestros momentos de comunión y ora-
ción con Dios. Solo recordemos los motivos y los grupos específicos en
los que concentramos nuestras oraciones, oramos por: el sacerdote del
hogar, nuestros niños, los adolescentes, los jóvenes, los viudos, los divor-
ciados y los solitarios, y los ancianos, en fin, por prácticamente todas las
personas de nuestra familia. Pero hoy queremos terminar la Semana de la
Familia orando y fijando nuestra atención en los matrimonios de nuestra
comunidad. Queremos pedirle a Dios que nos mantenga unidos, siempre
firmes ante todos los desafíos que enfrentamos, pues así podremos dar
un buen ejemplo, pero, sobre todo, podremos disfrutar del plan de Dios
para el matrimonio.
ORACIÓN INICIAL
Oremos juntos a Dios antes de abrir su Palabra.
Nuestro Padre celestial, muchas gracias por esta Semana de la Familia.
Queremos agradecerte Padre, pues en cada tema que estudiamos, pu-
dimos ver y sentir cuán rica es tu Palabra en ejemplos y enseñanzas para
todos nosotros. En ella siempre encontramos una orientación, un rumbo,
un sentido, y el sentido seguro. Ella nos permite entender mejor lo que
sucede a nuestro alrededor y nos presenta al Señor, al Padre, que tiene

48 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


las soluciones que necesitamos. Te pedimos que nos ilumines al estudiar
el tema de hoy. Oramos en el nombre de Jesús, amén.
Cada día de la semana tuvimos un personaje de la Biblia. Cuando
hablamos a los ancianos, hablamos de Caleb. Cuando hablamos a los
jóvenes, hablamos de José. Al hablarles a los adolescentes nos referimos
a Daniel; al dirigirnos a los niños, les hablamos de la niña esclava. Habla-
mos de Ana, la madre de Samuel, de la viuda de Sarepta; en fin, para
cada día de la semana, citamos a alguien. Y hoy, ¿sobre quién hablaremos
a los matrimonios? Consideramos bien hablar del primer matrimonio de
la Biblia, Adán y Eva.
En el texto bíblico leemos, Génesis 1:27, 28: “Y creó Dios al hombre
a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los
bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y so-
juzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en
todas las bestias que se mueven sobre la tierra”.
Cuando leemos el versículo 28, al principio notamos algo importante:
“Y los bendijo Dios […]” ¿Sabe qué significa eso? Dios puso su bendi-
ción sobre ellos. Significa que ahora ellos estaban listos para comenzar la
vida de a dos. Durante esta semana oramos por las personas de nuestra
familia, pero en el centro de nuestra familia, están el marido y la esposa.
En el centro de ese sistema familiar, está el matrimonio. Puede ser un
matrimonio joven, un matrimonio de mediana edad o un matrimonio de
más edad. Y alrededor de un matrimonio giran los demás miembros de la
familia. Cuando el marido y la mujer están en desequilibrio, no se entien-
den bien, toda la familia sufre. Cuando el hombre y la mujer no viven más
como matrimonio, no viven más el uno para el otro; cuando el egoísmo
se apodera de esa relación, todos los que están alrededor sienten lo que
sucede, todos sufren las consecuencias.
La guerra cósmica entre el bien y el mal, que llamamos el gran conflic-
to, afecta a la familia al afectar al marido y la mujer. Esto puede generar
un desequilibrio irreversible con perjuicios emocionales, físicos y espiri-
tuales. Cuando el matrimonio ya no se entiende, cuando dicen que no se
aman más, los hijos sufren, los padres del matrimonio (suegros de ambos
lados) sufren también, todos los demás familiares: hermanos, cuñados,
sobrinos, abuelos, todos sienten los efectos de ese conflicto.
Por eso, en la caminata rumbo al Cielo, necesitamos recordar de
dónde vinimos, quién nos creó, quién nos unió como matrimonio y cuál
es el papel de esa unión.
¿De dónde vinimos?
Dios creó un jardín perfecto, un hogar perfecto, un matrimonio
perfecto, una familia perfecta. Ellos eran perfectos porque no había

SEMANA DE LA FAMILIA | 49
desobediencia. Eran perfectos porque Dios estaba con ellos, porque el
amor estaba presente en sus vidas. El amor era Dios mismo (1 Juan 4:8).
Era todo perfecto porque Dios es perfecto, y él hizo todo perfecto.
Pero entonces vino la desobediencia, y junto con ella el desequilib-
rio. Lo que era colorido quedó borrado, manchado. Todo resultó más
complicado y difícil.
Después del pecado ocurrió el primer conflicto en el matrimonio, la
primera DR (discusión en la relación), se echaron la culpa el uno al otro.
Eso afectó a Dios, el Padre:
Génesis 3:12, 13 “Y el hombre respondió: ‘La mujer que me diste por
compañera me dio del árbol, y yo comí’. Entonces Jehová Dios dijo a
la mujer: ‘¿Qué es lo que has hecho?’. Y dijo la mujer: ‘La serpiente me
engañó, y comí’”.
Y las consecuencias no terminan. Vemos que también los hijos comen-
zaron a tener conflictos entre ellos, al punto de que un hermano mató al
otro. Conocemos la trágica historia de Caín y Abel (Génesis 4). Todo eso
al comienzo de nuestro mundo como consecuencia de la separación en-
tre el matrimonio, de la desobediencia y del pecado.
Cuando observamos el mundo vemos cómo continúa en aumento el
pecado. Constatamos que la familia fue quien sufrió las mayores conse-
cuencias. La familia fue creada e instituida por Dios para ser el centro del
placer, la alegría y la felicidad eterna, porque Dios habitaba allí. Pero, con
el pecado, la mayoría de las familias se convirtieron en un lugar de dolor,
odio, sufrimiento, peleas y discusiones. Es triste constatar que es en la
familia donde ocurren los mayores conflictos. Es en la familia donde el
enemigo actúa más para destruir a las personas.
Sin embargo, tenemos una buena noticia que queremos darles hoy.
Dios continúa apelando para que aceptemos la gracia del Señor Jesu-
cristo y, sobre todo, que aceptemos también los planes de Dios para
cada uno de nosotros, y eso sin duda pasa por la reconstrucción de la
familia. Por eso, veremos cómo continuar haciendo de esa unión, de esa
institución llamada matrimonio, algo tan importante y valioso para el ser
humano.
1. EL MATRIMONIO CONTINÚA EN LA MENTE DE LOS SERES
HUMANOS
Por más que las personas hoy no valoren la vida de a dos, la vida mat-
rimonial entre un hombre y una mujer, la idea del matrimonio continúa
presente en la vida de los seres humanos. Muchos jóvenes continúan
soñando con la unión matrimonial y con la felicidad conyugal.
Mucho más allá de la cuestión sexual, o de la tradición, la unión de una
pareja en matrimonio continúa siendo el sueño de mucha gente. Cuando
50 | JUNTOS RUMBO AL CIELO
Dios hizo a Adán y Eva, los hizo para que fueran una bendición el uno con
el otro, para que fueran felices. El matrimonio continúa siendo una unión
tan fuerte que es capaz de unir dos personas tan diferentes. Dios llamó
al matrimonio una sola carne. “Por tanto, dejará el hombre a su padre y
a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
Esa unión tan profunda es un misterio, porque son dos personas tan
distintas, totalmente diferentes, de sexos diferentes, culturas y costum-
bres diferentes, que se sienten atraídas y ahora pasan a ser una sola carne.
Hay dos situaciones en las que podemos notar la fuerza de un matri-
monio:
a) Cuando uno de los cónyuges fallece. Cuando en un matrimo-
nio de más de 40, 50 años, uno de los cónyuges fallece, poco tiempo
después el otro también enferma y muere.
b) Otro momento es cuando existe una separación. Imagine pegar
dos hojas de papel, con mucho pegamento, y querer separarlas después
que se seca. ¿Qué sucederá? Seguramente una se romperá más que la
otra, pero ambas quedarán afectadas; ya no serán lo mismo.
El modelo de unión entre un hombre y una mujer ideado y creado por
Dios puede ser experimentado por el ser humano. Cuando se comprende
y acepta ese modelo de unión, llega a ser una bendición para todos los
que lo experimentan.
2. EL EGOÍSMO Y EL ORGULLO QUE PRODUJO EL PECADO
ARRUINARON TODO
El plan original era que una persona viviera para la otra y Dios estu-
viera en el centro de esa relación. Pero, notamos que la mayoría de los
problemas de los matrimonios están relacionados al hecho de que Dios
ya no es el centro de ese matrimonio. El yo reina con tal nivel de exigen-
cia que, a veces, el otro no puede alcanzar.
El orgullo y el egoísmo que se instalaron en el corazón del ser humano
impiden que Dios reine de manera soberana. Si Dios no es el centro de
nuestra vida, si él no dirige nuestras acciones y palabras, quién nos está
dirigiendo es el enemigo. No hay neutralidad. Dios necesita estar en el
centro, en el trono de nuestro corazón. Dirigidos por Dios podremos sen-
tir la naturaleza del matrimonio y entonces seremos una bendición el uno
para el otro.
Es muy triste cuando la naturaleza pecaminosa asume el control, y
es terrible cuando Dios es deshonrado y sus planes ya no tienen ningún
sentido. Lo que vemos es el egoísmo y el orgullo instalados en el corazón
humano que destruyen el plan original de Dios y lo que daba satisfacción
a la relación matrimonial.

SEMANA DE LA FAMILIA | 51
Muchas personas se casan varias veces y nunca encuentran felicidad
ni satisfacción, porque el matrimonio no tiene el fundamento en Dios.
Entonces, siempre se arruinará y fracasará.
3. DIOS DESEA RESTAURAR SU PLAN EN LA VIDA DE CADA
FAMILIA
Un día recibí (el Pr. Sidnei, del programa Lugar de Paz, de NT, cuenta
que cierto día recibió) un pedido de oración que decía: “Pastor Sidnei,
hoy es mi último día de matrimonio. Ya no soporto vivir con la persona
con quien me casé. Nunca más quiero verlo. Estoy muy amargada, muy
herida […]”.
¿Qué le respondería a una persona en una situación como esa? Yo le
respondí: “Si usted confía en Dios, él puede restaurar todas las cosas.
Si usted pone su vida y su matrimonio en las manos de Dios, él podrá
restaurar su relación. Con seguridad los problemas vendrán, pero si las fa-
milias son fortalecidas, si los matrimonios son restaurados, si los matrimo-
nios son salvos, si las parejas se perdonaran y deciden continuar la vida
de a dos, serán la mayor demostración de que el matrimonio instituido
por Dios permanece. Es la mayor prueba de que el plan de Dios funciona
y de que él es la única solución para blindar el matrimonio y restaurar los
lazos matrimoniales”.
Las familias y los matrimonios fortalecidos son una demostración de
que Dios continúa siempre siendo una bendición para los seres humanos
que se colocan bajo su protección y cuidado. El deseo de Dios es que
nosotros aprendamos cada día con él sobre cómo podemos vivir mejor.
Podemos aprender a cuidar mejor de nuestro matrimonio al observar lec-
ciones importantes en la relación del primer matrimonio en el jardín del
Edén, especialmente porque el mundo ya no valora tanto el matrimonio.
Algunas lecciones son:
a) Estén siempre cerca el uno del otro. Eva terminó apartándose de
su esposo, donde quedó vulnerable al ataque del enemigo en forma de
serpiente. Eso seguramente no habría sucedido si Eva se hubiese queda-
do cerca de Adán y si Adán hubiera estado cerca de Eva.
b) Mantengan el diálogo. Continúen conversando, hablen de sus
sentimientos, cuenten sus frustraciones, hablen de sus miedos, hablen
de sus dificultades, sus luchas, en fin: mantengan siempre el canal de la
comunicación abierto con su cónyuge.
c) Tomen decisiones siempre en conjunto. Nunca tomen decisiones
solos. Permitan que la otra persona sea siempre parte de esas decisiones.
Durante una semana en la que estábamos orando por los matrimonios
en el programa Lugar de paz, recibí un mensaje muy triste a través de
una red social: “Pastor Sidnei, después de tantas traiciones y mentiras de
52 | JUNTOS RUMBO AL CIELO
mi esposo, ya no creo en el matrimonio. Ya no creo más que sea el plan
de Dios. Tuve un divorcio doloroso. Estoy enamorada otra vez, pero ese
asunto del matrimonio no tiene el menor sentido. Esa cuestión de vivir
juntos, de tener una vida de a dos, ¡para mí no va más!”.
Así como esa persona, muchas otras en este momento están pasando
por esa situación. Son personas que perdieron la esperanza y la confianza
de que Dios quiere bendecir nuestra vida a través del matrimonio. No
creen que ese sea un plan de Dios. Para algunos, la idea del matrimonio
es algo tan lejano, tan remoto, que ya no creen que Dios pueda unir dos
personas, bendecir el matrimonio y resultar bueno.
Pero, para que resulte bueno, es necesario colocar todo en las manos
de Dios y hacer nuestra parte. Podemos usar la analogía de la construc-
ción de una casa. Si usted decide construir una casa, necesitará un terre-
no, un proyecto, una planta, materiales, mano de obra. Se necesita una
serie de cosas. Todo es importante en la edificación de una casa. La obra
necesita supervisión y estar acompañada en cada detalle. En el matrimo-
nio es igual. Son necesarios la preparación y el cuidado de cada detalle.
Por eso, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ofrece a los enamorados
y novios varios instrumentos para ayudarlos en la edificación de un nuevo
hogar. Para los que se quieren casar, existe el curso de novios. Es muy im-
portante participar de ese curso y, por eso, es necesario que los pastores
incentiven y exijan que los matrimonios de sus iglesias participen.
Para los que están casados, existe el Encuentro de Matrimonios de
la iglesia y muchos temas disponibles sobre asuntos variados, especial-
mente, sobre problemas que generalmente viven los matrimonios en su
relación y familia. Participe, invierta en su matrimonio. También debe-
mos leer los materiales que la iglesia ha preparado para los matrimonios.
¿Leyó usted algún libro sobre relación matrimonial? ¿Tenemos El hogar
cristiano, La conducción del niño y muchos otros?
Es muy importante que edifiquemos el “Altar de la familia” diariamen-
te en nuestra casa. Haga el culto familiar. Ore con su cónyuge, ore con
sus hijos. Después de todo, el éxito no es el resultado de la casualidad.
Una familia equilibrada y feliz no surge de la nada. Necesitamos cons-
truir cada ladrillo y detalle de nuestra casa. Necesitamos desarrollar la
espiritualidad, que es el fundamento de la familia. Necesitamos orar con
nuestro cónyuge, estudiar la Biblia, participar de momentos devocionales
con la familia. Si entregamos nuestra vida y familia a Dios, él nos dará lo
que necesitamos para mantener encendida la llama del amor en nuestra
relación. Necesitamos amor, ¿y quién es la fuente de todo amor? Dios no
es solo la fuente, él es el amor en persona. O sea, solo puede haber amor
donde está Dios, ese es el secreto del éxito o del fracaso.

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Las personas que abandonan a Dios pierden la única fuente de amor
que existe, y sin amor no lograrán permanecer juntos. Que busquemos
a Dios, enseñemos sobre él a nuestro prójimo y que podamos transmitir
experiencias que acercarán otros a Dios.
CONCLUSIÓN
Desde que salió del Edén, el ser humano tiene un vacío que trata de
llenar. La búsqueda es incansable: en juegos de azar, en varios matrimo-
nios, en bienes materiales, en dinero, en fama. El ser humano busca la
felicidad sin éxito. Pero, ese vacío solo puede llenarlo Dios. Cuando per-
mitimos que él sea el centro de nuestra vida, todo pasa a tener sentido.
El vacío queda lleno, la familia comienza a tener el significado que debe
tener, el matrimonio comienza a tener el valor que debe tener.
Por eso, invitamos al Adán y la Eva de hoy, representados por cada
matrimonio, a renovar sus votos matrimoniales en este momento. El Adán
y la Eva de hoy somos mi esposa y yo, usted y su cónyuge. Juntos le di-
remos a Dios: “Aceptamos tu plan para nuestra vida y nuestra familia”.
Alguien podrá estar pensando: “Lo que usted está diciendo en la teo-
ría es algo muy lindo, pero es algo que no se aplica a mí y a mi esposa.
¡Aquí se terminó nuestro amor! Puede ser que usted hasta piense que el
amor se terminó, que solo un milagro puede salvar su matrimonio. Sepa
que Dios es especialista en milagros. Dios es especialista en restauración
y en hacer nuevo de nuevo lo que parece no tener solución.
Invitamos a todos los que quieren renovar la promesa de amor y fide-
lidad que un día hicieron al cónyuge. Queremos pedirle a Dios que él le
dé a cada matrimonio la alegría, el placer, el bienestar que el Señor ha
planeado para su vida.
Que la bendición de Dios repose sobre cada matrimonio en este mo-
mento.
ORACIÓN
“Querido Padre celestial, muchas gracias por esta semana. Muchas
gracias por el estímulo a la oración. Muchas gracias porque, a través de
cada diálogo contigo, pudimos sentir cada vez más tu presencia en nues-
tra vida. Queremos pedirte en este instante que renueves nuestra prome-
sa matrimonial. Un día prometimos juntos ante el altar ser fieles el uno
al otro, a estar juntos, uno al lado del otro en cualquier circunstancia. Te
queremos pedir que aceptes nuestra decisión de renovar en este mo-
mento nuestro compromiso con nuestra Eva, o con el Adán que está a
nuestro lado. Padre querido, acepta nuestra decisión y nuestra entrega.
Permite que lo que hasta hoy no fue bueno, que no ha sido placentero,
se transforme en bendiciones por tu presencia en nuestra casa. Oramos
agradecidos, con la seguridad de que tú escuchas nuestra oración, que

54 | JUNTOS RUMBO AL CIELO


atiendes nuestra petición y que renuevas el matrimonio de los que ahora
se ponen una vez más en tus manos para que nos lleves juntos rumbo
al cielo. Oramos agradecidos y lo hacemos en el nombre de Jesucristo,
amén”.

SEMANA DE LA FAMILIA | 55
NOTAS

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