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SEMANA DE LA FAMILIA |9
permitirá obrar en favor de sus hijos no convertidos” (EGW, Y recibiréis
poder, MM, 138).
CONCLUSIÓN
¡Qué mensaje extraordinario el que la profetisa Elena de White nos
está transmitiendo! Cuando los padres oran fervorosamente por sus hijos,
estos serán sensibilizados a prepararse para el cielo, claro, la elección de-
pende de cada hijo, la decisión final es del hijo, pero a través de nuestras
oraciones podrá ser influenciado.
Por eso, le hago a usted una propuesta en esta Semana de Oración:
Después de cada meditación, de la presentación del tema, invitaremos
a un grupo diferente de personas que queremos que vayan al cielo con
nosotros.
El domingo de noche queremos orar por nuestros niños de la iglesia.
El lunes oraremos por nuestros adolescentes.
El martes oraremos por los jóvenes solteros y los enamorados.
El miércoles la oración será por todos los padres.
El jueves será la vez de los viudos y divorciados.
El viernes oraremos por nuestros ancianos.
El sábado oraremos por los matrimonios de la iglesia y aprovechare-
mos para hacer una renovación de los votos matrimoniales.
ORACIÓN
Hoy oraremos por un grupo específico de personas, son los respon-
sables por la espiritualidad de la familia, en cada hogar debe haber un
líder espiritual. Puede ser que en su casa, por ausencia de su marido, la
madre sea la líder; queremos invitar para orar en este momento a los que
son líderes de casa. “Señor Dios, queremos pedirte por los que son sa-
cerdotes en el hogar, los que son responsables de la espiritualidad de la
familia. Padre querido concédeles ánimo, valentía para que puedan llevar
adelante la tarea de instruir, educar y, sobre todo, la tarea de conducir
espiritualmente a todos los que están bajo esa responsabilidad. Padre
querido, colocamos en este momento a cada sacerdote del hogar en tus
manos. Pedimos tu bendición y tu unción, lo hacemos en el nombre de
Jesús, amén”.
Lo esperamos mañana para continuar la programación de esta semana
especial de la familia: Juntos rumbo al Cielo.
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Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: ¡Así y así ha dicho una
muchacha que es de la tierra de Israel’”.
La historia continúa, pero hoy entenderemos que es posible preparar
a nuestros hijos para testificar de Dios en cualquier circunstancia que en-
frenten.
Nuestros niños son muy especiales y debemos darle lo mejor de noso-
tros, para que tengan un futuro en la presencia de Dios.
Vamos a hacer una comparación. Cuando ustedes quieren preparar su
plato favorito, ¿qué hacen? Siguen una receta, ¿verdad? Si usan todos los
ingredientes necesarios, siguiendo todas las etapas, todas las orientacio-
nes y las siguen paso a paso, la mayoría de las veces, obtienen el resul-
tado deseado, el plato será listo, delicioso y estará listo para saborearlo.
Sin embargo, así como la receta sirve para un plato específico, y la
receta cambia y también los ingredientes de acuerdo con el plato desea-
do, lo mismo sucede con la educación de los hijos. Cuando se refiere a la
educación de un hijo, no podemos usar la misma receta para todos.
Y no es una tarea fácil que tiene un final y listo se terminó. Alguien
hizo la siguiente afirmación: “Criar hijos es como jugar un videojuego,
en el que cada fase el juego se pone más difícil”. Con los hijos es así, de
acuerdo como van creciendo y cambian de fase, las cosas se van compli-
cando, y vamos teniendo más dificultades para tratar con ellos. Por eso,
necesitamos adecuarnos a cada fase nueva para saber cómo tratarlos.
Además, hay diferencias entre los hijos. Ninguno es exactamente igual
al otro, y aunque usted haga todo lo que hizo con los otros hijos, aun así,
el resultado podrá ser diferente. Hay padres que dicen: “Yo traté a mis
hijos por igual, hice todo de la misma manera y miren lo que sucedió”.
Por eso, es necesario conocer bien a cada uno, para saber cómo tratar a
cada uno. Debemos considerar la diferencia de sexo, uno es niño, otra es
niña; considerar la diferencia del orden de nacimiento, el temperamento,
y una serie de otras razones, el hecho es que nuestros hijos son diferentes
uno del otro, y eso necesitamos tenerlo en consideración.
Soy el pastor Sidnei Roza, autor de esta semana de la familia, siento
eso de manera bien clara en mi vida. Soy padre de tres hijas, son trillizas,
pero son completamente diferentes una de la otra. Y cada una, créanlo,
ve al padre de manera diferente. La psicología explica que cada hijo tiene
un concepto, una visión diferente del mismo padre, es como si para ellos
cada uno tuviera un padre diferente. Eso hace que la paternidad sea un
desafío mayor. Por eso, educar a los hijos en los caminos del Señor, en los
principios de Dios, es algo que nos debe impulsar a ser más dependien-
tes de Dios.
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cómo se desarrolló todo: una niña esclava, un hombre enfermo que habla
con el rey, un profeta que realiza un milagro. Pero ¿dónde comenzó todo?
Con una niña, una esclava, que simplemente decidió testificar del Dios
todopoderoso.
5. EL ÉXITO DE LA NIÑA ESCLAVA
¿Cuál fue la razón del éxito de esa niña? Ella podría haber pensado de
manera diferente: “Estoy aquí como una esclava porque Dios me aban-
donó… A Dios no le importo, Dios se olvidó de mí.
Pero ella no permitió que esos pensamientos negativos, pensamien-
tos de rebeldía ocuparan su mente, por el contrario, esa niña continuó
pensando en Dios, creyendo en su amor, en su protección y cuidado. Y
por eso en ese momento mencionó a Dios como la única solución para
Naamán.
¿De dónde aprendió esa niña del amor, el cuidado y el poder de Dios?
No caben dudas de que por detrás de esa fe juvenil hubo un padre,
una madre que le habían enseñado el cuidado y la protección de Dios.
Créanlo, ella debe haber recordado los cultos con sus padres en su casa
y también lo que había aprendido cuando iba al templo, por sobre todo,
el ejemplo de los padres que le había quedado profundamente registra-
do en su mente juvenil. Aunque ya no tenía a su madre y su padre para
cubrirla en una noche fría, aunque no tenía a sus padres para recibir un
abrazo, aun separada de sus padres, ella continuó unida a Dios. ¿Saben
por qué? Ella sabía que las situaciones, por más complicadas que fueran,
nada ni nadie podría separarla de Dios.
Los padres de esa niña hicieron una total diferencia en su vida. Ellos
le enseñaron el camino que debería andar, le enseñaron sobre un Dios
todopoderoso que, independientemente de las circunstancias favorables
o desfavorables, continuaba a su lado.
Hoy somos nosotros los que debemos elegir si queremos estar lejos
de Dios o no. Somos nosotros los que debemos decidir tener la presen-
cia de Dios en nuestra vida. Al hacer nuestras elecciones afectaremos la
educación de nuestros hijos, pues en el hogar es donde ellos aprenderán
a caminar con Dios bajo cualquier circunstancia.
CONCLUSIÓN
El plan de Dios es que los padres conduzcan y enseñen a sus hijos a
amar y obedecer al Señor (Deut. 6:4-9; Sal 78:5-7). La orden de Dios para
los padres es enseñar “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere
viejo no se apartará de él” (Prov. 22:6). Eso no significa que los padres
estarán interfiriendo y controlando la vida de los hijos para tener la se-
guridad de que ellos nunca tomarán decisiones equivocadas. Llegará el
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ORACIÓN
Hoy queremos invitarlos a orar por nuestros hijos, para que estén fir-
mes en los principios de Dios, a orar para que permanezcan fieles a Dios, y
cuando sea necesario, den testimonio del Dios verdadero. Quiero mucho
que mis hijos también sean como esa niña esclava que, en circunstancias
difíciles, solos, puedan testificar de que creen en un Dios todopoderoso
que puede revertir cualquier situación.
¿Quiere orar conmigo en este momento? ¿Desea pedir las bendicio-
nes de Dios sobre sus hijos? Entonces quiero invitarlo a formar una cadena
de oración y suplicar la misericordia de Dios por nuestros hijos. Oremos:
“Maravilloso Padre, querido Dios, te agradecemos por la historia de
esa niña que, aunque estuvo aparentemente sin dignidad, como esclava,
continuó testificando del Señor, de sus maravillas y de su poder. Lo que
queremos pedirte Padre, es que nuestros hijos tengan la misma fortaleza,
la misma iniciativa. Que nuestros hijos crezcan y, al ver nuestro ejemplo,
también se sientan fortalecidos cada día para continuar testificando en
cualquier circunstancia acerca de tu poder. Colocamos a nuestros queri-
dos en tus manos, pidiendo tu unción, tu bendición sobre ellos. Oramos
en el nombre de Jesús, amén.
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necesaria para entender tus propósitos. Oramos en el nombre de Jesús,
amén.
Hoy vamos a hablar de alguien que hizo una elección acertada. Abra-
mos la Biblia en Daniel 1:8 “Y Daniel propuso en su corazón no conta-
minarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía;
pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contami-
narse”.
Cuando fue llevado cautivo como esclavo a Babilonia, Daniel era solo
un adolescente. Se cree que debía tener aproximadamente 17 años. Mu-
chas veces subestimamos a nuestros hijos creyendo que un adolescente
todavía no tiene condiciones de tomar una decisión acertada, o de hacer
buenas elecciones. Pero hoy aprenderemos como podemos vencer ese
desafío y ayudar a nuestros adolescentes a pasar bien de la adolescencia
hasta la fase adulta.
La preocupación principal que como padres tenemos con nuestros hi-
jos adolescentes es que ellos se preparen para la vida, que estudien, que
sean buenos alumnos, que tengan buenas relaciones, y sobre todo, re-
laciones saludables, pero también nos preocupamos por su preparación
para la eternidad.
Sin embargo, existe una preocupación mayor y más importante que la
preparación para la vida, que por desgracia para algunos pasa desaperci-
bida. Por eso, hoy nos enfocaremos la preparación de nuestros hijos para
la eternidad.
No podemos olvidar jamás que la mayor influencia para la cuestión
espiritual viene de nosotros mismos. Y, por supuesto, nos preocupamos
cuando se apartan de los caminos de Dios, de los principios dados por
Dios. Recibimos innumerables pedidos de oración de los padres por sus
hijos, que se apartaron de los caminos de Dios (el autor se refiere a los
pedidos de oración que recibe en el programa “Lugar de Paz” en la TV
Nuevo Tiempo, en el cual él es el presentador). Cuántos de ellos se en-
cuentran sumergidos en las drogas, en el mundo del crimen y en tantos
otros problemas. Esos padres muchas veces mencionan: “Ah, mi hijo se
fue de la iglesia, fue Conquistador, fue a la escuela adventista, fue bauti-
zado en la iglesia, pero hoy…”
Y el deseo de esos padres es que sus hijos sean rescatados, que vuel-
van a los caminos del Señor. Ningún padre o madre quiere perder a un
hijo para el enemigo.
Pensemos un poco en la historia de Daniel. Ese esclavo que fue selec-
cionado para vivir en el palacio, en Babilonia. Él podría haberse ambien-
tado allí, haberse acomodado y podría hasta haber pensado: “Bien, yo
ya estoy lejos de mis padres, en otro país. Aquí necesito adaptarme a la
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esperando que mi hijo vuelva a casa, esperando que llegue a ver si está
todo bien!”
La verdad es que Dios sigue de cerca la situación de nuestros hijos y
está dispuesto a ayudarnos en la obra de rescatarlos.
Bueno sería si nuestros hijos fueran como Daniel, que decidió mante-
nerse firme a los principios que recibió de sus padres. Y aunque estaba
lejos no se desvió del camino del Señor.
¡Cuántos pedidos de oración de madres cuyos hijos están involucrados
con las drogas, el alcohol, la prostitución, entre otras cosas! Muchos
de ellos se culpan por las elecciones de sus hijos. Pero no podemos
olvidarnos de que allá en el Edén, en un ambiente de perfección, Adán y
Eva eligieron pecar. Y en el Cielo, en medio y la santidad y perfección, un
tercio de los hijos de Dios, que eran los ángeles perfectos, eligió rebelarse
contra un Padre perfecto, Dios.
Ahora piense que nosotros no somos perfectos. Somos pecadores y
fallamos. Por eso, no se martirice, no se culpe. Dios dio libre albedrío, y
nosotros no podemos decidir por nuestros hijos.
La historia del pecado es muy cruel. Aun haciendo lo mejor posible,
con las mejores intenciones, aun así, las cosas pueden resultar equivoca-
das. Al final de cuentas, estamos en un mundo de pecado.
A nuestros ojos parece que sería bueno si pudiéramos elegir por nues-
tros hijos, si pudiéramos prestarles nuestra madurez. Pero, existe algo que
no podemos olvidar: la individualidad, el libre albedrío. Nuestros hijos no
son muñecos o nuestros esclavos. Dios no actuó así con nosotros, y no-
sotros no tenemos el derecho de hacerlo con nuestros hijos. Ellos deben
hacer sus elecciones, tomar sus decisiones y cargar las consecuencias. Y
qué duro es verlos irse por caminos de destrucción. A veces, hablamos,
los alertamos, pero ellos no nos escuchan.
Dios ha sido misericordioso. Quiero creer que hoy el Señor puso de-
lante de nosotros este mensaje especialmente para hacernos reflexionar
y pensar que estar culpándose solo empeorará la situación. Pero todavía
hay esperanza. Para Dios no hay casos perdidos. Él no desistirá de su hijo.
Por eso continuemos orando e intercediendo por nuestros hijos.
Volvamos a la historia de Daniel. La propuesta en el corazón de Daniel
de mantenerse fiel a sus principios y a su Dios hizo toda la diferencia en su
vida. Él decidió practicar las costumbres y principios que había aprendido
en su casa.
Aquí hay una lección importante que necesitamos aprender como pa-
dres.
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principios. Antes, necesitamos ponerlos en práctica en nuestra vida para
que ellos aprendan, mucho más con nuestras palabras y con nuestro
ejemplo.
Los textos del libro La educación cristiana de la educadora Elena de
White nos ayudan mucho a enfrentar el desafío de educar a nuestros ado-
lescentes. En uno de ellos, leemos:
“Se necesitan mucho estudio y oración ferviente en procura de sabi-
duría celestial para saber cómo tratar con las mentes juveniles, porque
muchísimo depende de la dirección que los padres dan a la inteligencia y
la voluntad de sus hijos” (p. 24).
Queridos hermanos y amigos, necesitamos de esa sabiduría. Porque,
como ya dijimos, los hijos son diferentes uno del otro, y no vienen con un
manual de instrucciones.
Por eso, la oración es importante, y no podemos olvidarnos de nuestra
propuesta del primer día. Hoy ya estamos en el tercer día de oración.
Queremos que nuestros hijos estén con nosotros en la eternidad. De-
seamos que estén con nosotros en el Cielo y después en la Tierra Nueva,
disfrutando junto con nosotros de lo que el Señor ha preparado para
nosotros. No queremos que nuestros hijos queden atrás, y por eso que-
remos incentivarlos a orar, orar y orar por sus hijos, y a colocarlos en las
manos de Dios todos los días. Que Dios nos use en la misión de formar
herederos, no solo en esta Tierra, no solo buenos profesionales, no solo
buenos ciudadanos, sino especialmente, que también estén preparados
para vivir la eternidad con el Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
Mi sincero deseo es que nuestros hijos sean como Daniel, que siempre
tomen decisiones del lado de Cristo; que sus principios sean los principios
eternos aprendidos en el hogar. Que sean prósperos como lo fue Daniel
Queremos invitarlos a orar no solo ahora, sino a orar en su casa en
varios momentos del día. Escribiremos los nombres de nuestros hijos en
un cuaderno, en una agenda de oración. Pongan papeles en varias partes
de su casa para interceder continuamente a Dios por ellos. Si usted tiene
dificultades para educar a su hijo, si tiene problemas con él, abra su co-
razón a Dios y converse con él: “Yo no sé criar a mi hijo para ti Señor, no
logro conducir a mi hijo. Ayúdame, oriéntame…”.
Reconozcamos que tenemos falencias, somos débiles, somos pecado-
res, que de repente no hemos sido un buen ejemplo, le diremos a Dios
que no tuvimos la formación adecuada para educar a nuestros hijos, por
eso necesitamos de la sabiduría divina, de la orientación de la Palabra de
Dios. Busquemos en los Testimonios (El hogar cristiano, La conducción
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JOSÉ, DE ESCLAVO A GOBERNADOR
INTRODUCCIÓN
¡Qué bueno es encontrarnos una vez más esta Semana de la Familia
Juntos rumbo al Cielo! Y, como lo hemos notado, esta no es solo una
semana de sermones. Estamos orando e intercediendo por la familia.
Oramos cada día por un grupo específico de personas, y eso ha sido una
bendición. Esperamos que todos hayan entendido y estén conscientes
de que necesitamos dedicar más tiempo, dentro de la rutina de nues-
tra vida diaria, para orar por nuestra familia. Lo ideal es que tengamos
el momento de comunión con Dios por la mañana, que coloquemos en
nuestras oraciones, en los primeros momentos del día, los nombres de las
personas que queremos que estén con nosotros en el Cielo. Y de noche
también, antes de dormir, hablemos con Dios nuevamente. Presentémos-
le las dificultades que tal vez enfrentamos a lo largo del día. Recordemos
cómo fue el día con las personas de nuestra familia por las que estamos
orando. Pidamos la protección por ellas, y entonces sí, dormiremos con la
seguridad de que Dios las está cuidando.
ORACIÓN INICIAL
Maravilloso Padre celestial, muchas gracias por tus bendiciones, por
el privilegio de poder participar juntos de esta semana de oración. Una
vez más queremos pedirte tu iluminación. Queremos pedirte Señor que
te hagas presente con nosotros para que podamos tener claridad mental
para entender el tema de hoy. Queremos orar al Señor, queremos pedir
también que tu aceptes nuestro motivo de oración, que será por los jóve-
nes. Oramos agradecidos, en el nombre de Jesús, amén.
Hoy nuestro tema está dirigido a los jóvenes, que necesitan mucho de
nuestras oraciones. Tal vez, después de la adolescencia, la juventud sea la
fase en que más decisiones se toman y necesitan mucho tener conexión
con Dios. Por desgracia, muchos jóvenes terminan abandonando a Dios,
justamente en el momento en que más lo necesitan. Tal vez el motivo
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él. Y el plan de Dios incluía llevarlo a una posición muy elevada: goberna-
dor de Egipto, el segundo hombre más importante, después de Faraón.
Ahora en el trono, José eligió perdonar y abrazar a su familia que lo
había rechazado. La Biblia deja muy claro que en todos esos momentos
y lugares Dios estaba con José. En todos esos momentos, él tuvo que
tomar decisiones importantes.
Los jóvenes necesitan tomar decisiones que son tan importantes que
traen consecuencias para toda la vida. Son las decisiones tomadas en la
juventud las que harán que su vida esté marcada por la alegría o la tris-
teza. Son las consecuencias de buenas o malas elecciones. Encontramos
en la vida de José y de Jesús muchas semejanzas. Ambos fueron traicio-
nados, vendidos, presos injustamente, y ambos salvaron a su pueblo. Por
eso, es oportuno recordar una cita importante que encontramos en el
libro La Educación, en la página 259, que habla de la juventud de Jesús:
“Jesús recibió sabiduría y poder durante su vida terrenal, en las horas de
oración solitaria. Sigan los jóvenes su ejemplo y busquen a la hora del
amanecer y del crepúsculo un momento de quietud para tener comunión
con su Padre celestial”.
Aquí vemos un importante consejo, no solo para nuestros jóvenes,
sino para cada uno de nosotros también: de mañana y al finalizar el día,
colocarnos en sintonía con el Cielo y pedir sabiduría para tomar deci-
siones sabias en nuestra vida. Necesitamos estar unidos a la fuente de
sabiduría y vida.
Sin embargo, no podemos negar que es muy difícil para los jóvenes,
prácticamente en la flor de la edad, buscar la presencia y dirección de
Dios en la vida. Eso porque los jóvenes, en el momento de mayor fuerza
y vigor e independencia, creen que pueden tomar sus decisiones solos.
Pero, cuando miramos a José, notamos claramente que él, en todo tiem-
po, dio prioridad a los principios que había aprendido en casa, y eso hizo
toda la diferencia en su trayectoria.
Ahora destacaremos cuatro de esas decisiones importantes que todo
joven necesita tomar y oraremos para que nuestros jóvenes tengan sabi-
duría al tomar esas decisiones.
1. LOS AMIGOS
La primera decisión que los jóvenes necesitan tomar y que podrá im-
pactar toda su vida es la decisión de quiénes serán sus amigos. Y tal vez
los jóvenes ya estén pensando: “Nada que ver. ¿Qué puede influir eso en
mi vida?”
Una de las elecciones más importantes que hacemos es con relación
a nuestros amigos. La mayoría de las veces, no nos proponemos hacer
amigos; las amistades simplemente se desarrollan naturalmente a medida
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pidieron la orientación de Dios en la elección de sus cónyuges? Hasta
para la solución de conflictos, cuando ambos son cristianos resulta más
fácil resolverlos.
Sin embargo, después de las elecciones de los amigos y del cónyu-
ge, hay una tercera decisión que tomamos en nuestra juventud, y es la
profesión. ¿En qué vamos a trabajar, en qué nos ocuparemos para man-
tenernos?
3. LA PROFESIÓN
En algún momento tenemos que elegir lo que deseamos hacer en
nuestra vida, en qué queremos trabajar, una carrera, una profesión, un
empleo. A menos que seamos ricos o trabajemos en casa en tiempo com-
pleto cuidando del hogar y de la familia (la más noble de todas las ocu-
paciones) tenemos que elegir un camino para obtener nuestro sustento.
Y eso es parte de una elección que necesitamos hacer.
Evidentemente todos vivimos circunstancias que pueden, en gran me-
dida, limitar nuestra decisión en cuanto a una carrera. Pero, como vimos
en el caso de José, aunque sea una situación al principio limitante (él
era esclavo y después fue prisionero), sea cuál sea la situación, podemos
hacer elecciones en relación con la profesión a través de la cual sirvamos
al prójimo y testifiquemos del amor de Dios. Pero, independientemente
de la profesión, esta debe ser una que agregue significado y propósito
a nuestra vida. Es importante estar atento a las orientaciones de Dios.
Él nos dotó de habilidades y talentos que son evidencias de lo que los
jóvenes pueden elegir en su juventud como profesión. De modo que al-
gunos son llamados para el ministerio pastoral, por ejemplo. Pero, no es
necesario ser un pastor. Existen varias carreras, profesiones y actividades
en las que se puede ejercer también un ministerio. En resumen, lo que
sea que hagamos, podemos hacerlo para la gloria de Dios.
4. SERVIR A DIOS
Sin embargo, hay otra elección que debemos hacer en la juventud
que hará una diferencia total en nuestra vida. Es la decisión de ser fiel a
Dios en todas las circunstancias. En determinados momentos de la vida,
algunas personas y algunos jóvenes permiten que la fe se enfríe. Y es en
la juventud cuando la mayoría de las personas sale de la iglesia. Como
vimos en la historia de José, puede ser difícil para un joven permanecer
fiel a sus principios, pero permanecer en Cristo es la mejor decisión que
podemos tomar.
Pidámosle ahora a Dios que ayude a todos nuestros jóvenes y a nues-
tros seres queridos que deseamos que estén con nosotros en el Cie-
lo. Pidámoslea Dios que, a través del Espíritu Santo, los ayude a ele-
gir los mejores amigos, el mejor cónyuge, la mejor profesión, pero que
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brazos del Padre. La casa es tuya. Permanece aquí porque solo en él solo
en Jesús estaremos seguros. Solo en Jesús hay salvación.
Si hay aquí un padre, una madre que vive esa situación de un hijo, una
hija que se fue lejos de los caminos de Jesús, haremos una cadena de
oración continua por nuestros hijos y por los jóvenes de la iglesia. Cuando
pueda, cuénteles que usted y toda la iglesia están orando por ellos. Pero,
dé libertad para que puedan elegir por sí mismos. Seguramente recibirán
la influencia del Espíritu Santo y volverán. Créalo, un día ellos contarán
sobre la importancia de su intercesión y seguramente le agradecerán.
Padres y madres presentes aquí, no podemos desistir de nuestros hi-
jos. Dios atenderá su oración. (Llamar a los jóvenes a venir al frente para
el momento de la oración).
“Nuestro Padre celestial, muchas gracias por el tema de hoy, porque
José, nuestro personaje bíblico, nos dejó un ejemplo de que es posible
ser fiel a Dos, ser leal, aun en las circunstancias más complicadas de la
vida. Yo quiero poner a este joven, esta joven que está orando conmigo
en este momento en tus santas manos. Acepta la decisión de los que
están volviendo a tus brazos, acepta la decisión de los que quieren volver
una vez más a los brazos de Jesús. Y Padre querido, quédate con este
padre y con esta madre que están aquí orando con nosotros y que tie-
ne hijos todavía lejos, multiplica sus fuerzas, para que puedan continuar
confiando en el Señor y poniendo a sus hijos en tus manos. Padre de
amor, queremos ver tus milagros, que vuelvan antes de que la puerta de
la gracia se cierre para siempre. Queremos estar todos juntos en el Cielo.
Acepta nuestra oración, nuestra entrega, pues lo hacemos en el nombre
de Jesús, amén.”
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de actuar. Si los padres dicen palabras ásperas, los hijos también las dirán.
Si usan palabras torpes (malas palabras), no hay duda de que los hijos
también hablarán así.
DEDIQUEMOS TIEMPO A NUESTROS HIJOS
El libro de Proverbios elogia a los padres que son proveedores confi-
ables y que administran con sabiduría los recursos de la familia. “[…] Mas
el que aborrece el soborno vivirá” (Prov. 15:27)”.
Por lo tanto, los padres deben estar atentos a dar prioridad a la familia
y no solo al trabajo. Los padres y las madres de hoy que están en el mer-
cado de trabajo no pueden pasar por alto esta cuestión de la necesidad
de dedicar tiempo a los hijos.
DEBEMOS DOMINAR NUESTRAS EMOCIONES
Los padres piadosos buscan ser pacientes y dominar sus emociones.
Ellos consideran importante el hecho de que sus hijos dependen de ellos.
Disciplinen a sus hijos, pero cuiden de no abusar de su posición de au-
toridad. Tengan cuidado de no abusar de su fuerza, es una lucha desigual.
Hoy hay leyes que en el pasado no existían. Y entonces queda aquí una
observación. Disciplinar con amor, respeto y nunca en un momento de
ira. Los padres dedicados desean seguir a Dios y ser gobernados por su
amor y por las enseñanzas de su Palabra, para poder guiar a sus hijos en
el camino correcto.
AMEN A LA MADRE DE SUS HIJOS
Hay un factor que es importantísimo, especialmente para nosotros
hombres, y que es vital para el crecimiento equilibrado de los hijos: Amen
a la madre de sus hijos. Refuerzo: lo más importante que el padre puede
hacer por sus hijos es amar a la madre de ellos. Su fidelidad y continuo
afecto hacia ella, o la falta de esos afectos hacia los hijos, tiene un fuerte
efecto sobre el bienestar de los hijos y eso durará hasta la edad adulta. El
equilibrio emocional del hijo dependerá mucho de la manera, del cariño,
de las palabras, de los actos y afectos demostrados a la madre y a ellos.
Y la reciprocidad también es verdadera. No hay dudas de que los hijos
también notarán los afectos de la madre hacia el padre.
Necesitamos repetirlo una vez más: no queremos que nuestros hijos
sean solo buenos profesionales, buenos ciudadanos, buenos maridos,
buenas esposas; sobre todo, queremos que estén con nosotros en la
eternidad. Deseamos que nuestros hijos estén con nosotros en el Cielo,
porque la eternidad no será igual si nuestros hijos no están con nosotros.
Nuestra oración de hoy es para que seamos buenos padres y educadores
no solo para esta vida, sino para la eternidad. Busquemos sabiduría en la
Palabra de Dios y permitamos ser dirigidos por el Espíritu Santo. En los
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ELLOS QUEDARON SOLOS
INTRODUCCIÓN
Qué bueno es estar juntos nuevamente aquí en nuestra Semana de la
Familia, pues queremos ir Juntos rumbo al cielo. Después de todo, no
queremos dejar a nadie atrás. El tema de hoy es muy importante. Nuestro
foco serán las personas viudas, las que por algún motivo no tienen más
a su cónyuge a su lado debido a la muerte y sufren la ausencia. En ese
grupo incluiremos también a los divorciados, los separados, los solteros, y
los que por algunas circunstancias de la vida están solos. Hoy clamaremos
a Dios para que esas personas no se desanimen y continúen fortalecién-
dose en su fe, pues deseamos ir todos juntos al cielo. Antes, oremos a
Dios para que nos ilumine y nos haga entender su deseo y el plan para
nuestra vida.
ORACIÓN INICIAL
Maravilloso Padre celestial, muchas gracias por el privilegio y por la
honra que nos concedes de orar juntos, de buscar tu presencia y de es-
tudiar juntos tu Palabra. Te pedimos tu unción y tu dirección con nosotros,
que te hagas presente iluminándonos. Es lo que te pedimos agradecidos,
en el nombre de Jesús, amén.
Les recordamos que oramos aquí, pero también los invitamos a sepa-
rar otros momentos a lo largo del día para que oren e intercedan por los
grupos por los cuales hemos orado cada día esta semana.
Los invito a abrir las Escrituras en el primer libro de Reyes 17:9 al 12:
“Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado
orden allí a una mujer viuda que te sustente. Entonces él se levantó y se
fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer
viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: ‘Te ruego
que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba’. Y yendo
ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: ‘Te ruego que me traigas
también un bocado de pan en tu mano’. Y ella respondió: ‘Vive Jehová
36 | JUNTOS RUMBO AL CIELO
tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo
en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños,
para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y
nos dejemos morir’”.
El profeta Elías le pidió agua y alimento a esa mujer viuda y escuchen
la respuesta: ‘Con lo que tengo aquí voy a preparar pan para mí y para
mi hijo. Es lo último que comeremos y después esperaremos la muerte,
porque aquí hay una crisis terrible y no tenemos como sobrevivir’.
Tenemos grandes lecciones para aprender con la historia de la viu-
da de Sarepta. Especialmente para quien perdió un ser querido, o para
quien está pasando por un proceso de divorcio, o de separación, hoy
oraremos por ustedes.
Todas las relaciones, incluso el matrimonio, tarde o temprano llega-
rán al fin. No es por no creer en el matrimonio, sino porque tenemos la
seguridad de que Jesús volverá en los próximos años, algunos de entre
nosotros enfrentarán a nuestro mayor enemigo, la muerte. Y nosotros,
casados, partiremos o veremos partir a nuestro cónyuge. Eso no depende
de la cuán unidos seamos, del gran amor, del compañerismo profundo, ni
del tiempo que pasamos juntos. Sabemos que la muerte vendrá. A menos
que Jesús regrese antes, nuestra relación con la persona terminará. Ese
ha sido nuestro destino desde el primer pecado, y así será hasta el regre-
so del Señor Jesucristo.
La Biblia no revela cuál de los dos, Adán o Eva, murió primero, pero
debe haber sido muy doloroso para uno de ellos ver al otro partir y tener
que sepultarlo. Ellos ya habían sepultado a un hijo, Abel. Los psicólogos
dicen que sepultar a un hijo es el mayor dolor que un ser humano puede
pasar, porque no es algo natural. Después del pecado, lo natural es que
los hijos sepulten a los padres, y no los padres sepulten a los hijos. Sin
embargo, es muy doloroso también sepultar al compañero, la compañera
que amamos a lo largo de una vida y a nuestros queridos familiares o
amigos.
Si la muerte de una sola hoja hizo que Adán y Eva lamentaran, ¿quién
puede imaginar lo que sufrieron con la muerte del cónyuge? Especial-
mente porque ellos vivieron un largo tiempo en compañía uno del otro.
La Biblia dice que Adán vivió 930 años.
El problema es que estamos tan acostumbrados con la muerte que
simplemente la tomamos como segura. Pero, ese no fue el plan original
de Dios. No fuimos creados para morir o ver morir a nuestros queridos.
1. TODAVÍA HAY UNA MISIÓN QUE CUMPLIR
En 1 Reyes 17:9 vemos claramente que Dios designó un ministerio a la
viuda de Sarepta, ¿y cuál era el ministerio de ella? En ese caso específico
SEMANA DE LA FAMILIA | 37
era cuidar del profeta. Recordemos la lectura: “Levántate, vete a Sarepta
de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que
te sustente”.
Dios tiene un ministerio para cada persona. Esto sirve también para
las personas que quedaron solas en este mundo. Después de pasar por
el luto, pregúntele a Dios qué desea que usted haga. Además, hay una
frase antes del luto que es importante mencionar aquí. Primero, viene la
negación del luto: “Eso no puede haber sucedido…”
Hay algunos que son fuertes por fuera, alientan a todo el mundo, pero
después, cuando se quedan solos, se derrumban.
Muchas personas quedan postradas como si la misión y la vida hubie-
ran terminado. El que muere es sepultado; el que está vivo necesita con-
tinuar viviendo. Todavía hay mucha gente que necesitamos ayudar a sal-
varse. Su experiencia es muy importante. Especialmente el cristiano tiene
una misión importante, la de testificar de la esperanza que tenemos en el
pronto regreso de Jesús. Usted que ya pasó por la experiencia de perder
a alguien, si pasó por el luto, por la separación, con seguridad puede
ayudar a muchas personas. Si el cónyuge viudo todavía tiene salud, de-
dique más tiempo a la obra de Dios. Póngase a disposición de Dios para
ser usado por él. Usted puede ser útil para otras personas. Desarrolle un
ministerio que ayude a salvar a otros.
2. EXPERIMENTE LA PROMESA DE DIOS
En 1 Reyes 17:14, 15, leemos: “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho
así: ‘La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá,
hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra’. Entonces
ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos
días”.
La promesa de Dios a través del profeta Elías fue de que la harina de
la vasija no terminaría y el aceite no faltaría. El texto es claro en decir que
Dios hizo una promesa y suplió las necesidades de la mujer viuda, de su
hijo y del profeta. Necesitamos confiar y creer en las promesas que Dios
ha hecho en su Palabra sobre el cuidado de Dios y su providencia. Infe-
lizmente, para algunas personas, las promesas quedan solo en el pasado.
Muchas personas quedan sin esperanza y comienzan a reclamar, lamentar
y solo piensan en cosas negativas. Sabemos que la falta del esposo, es-
pecialmente si él era el proveedor, puede producir miedo, pero la historia
de la viuda de Sarepta nos presenta a un Dios que cuida de las viudas
y de los huérfanos. Puede ser que surjan pensamientos como: Y ahora,
¿qué sucederá? ¿Cómo serán las cosas de ahora en adelante? ¿Cómo voy
a sobrevivir?
SEMANA DE LA FAMILIA | 41
7
TODAVÍA PUEDEN LUCHAR
INTRODUCCIÓN
Qué alegría es encontrarnos una vez más aquí en nuestra Semana de
la familia, Juntos rumbo al Cielo. Estamos orando los unos por los otros,
cada día intercediendo por un grupo específico. Ya oramos por los niños,
los adolescentes, los jóvenes, los padres, los viudos y divorciados, en fin,
por las personas que forman parte de nuestra comunidad, personas que
componen nuestro núcleo familiar y que queremos que estén con noso-
tros en el Cielo.
ORACIÓN INICIAL
Maravilloso Dios y Padre, te agradecemos por tu compañía durante
toda esta semana. Queremos suplicarte que estés a nuestro lado al abrir
tu Palabra, queremos pedir tu iluminación, y te pedimos desde ya que
bendigas a los ancianos de nuestra comunidad, que reciban tu bendición,
tu paz, que se sientan animados a continuar. Te suplicamos eso agradeci-
dos, en el nombre de Jesucristo, amén.
En la oración ya adelantamos cuál será el tema de oración de hoy.
Oraremos de manera más específica por los ancianos de nuestra comu-
nidad. Muchos ancianos se encuentran en la mejor edad, ¿verdad? Pero,
con seguridad, algunos de los que están aquí envejecieron y se sienten
cansados y desanimados. Por eso, hoy queremos mostrar la historia de
una persona quien, aunque era anciana, no se sintió desanimada. Abra-
mos la Biblia.
En Josué 14:7, 10, 11, leemos: “Yo era de edad de cuarenta años
cuando Moisés siervo de Jehová me envió de Cades-barnea a reconocer
la tierra; y yo le traje noticias como lo sentía en mi corazón”.
Versículo 10: “Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo,
estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas
SEMANA DE LA FAMILIA | 43
1. NUNCA PERMITA QUE LAS PROMESAS DE DIOS SE BORREN
DE SU MENTE
¿Qué promesa le había hecho Dios a Caleb? En Números 14:23, 24,
leemos: “No verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los
que me han irritado la verá. Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en
él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde
entró, y su descendencia la tendrá en posesión”.
Después de 45 años, Caleb recordaba las promesas de Dios en su
vida, como si fuera ese momento. El tiempo no produjo amnesia ni olvi-
do en Caleb; por el contrario, el tiempo hizo madurar la promesa en su
vida. Nunca debemos olvidar las promesas de Dios. El tiempo es el in-
strumento que Dios usa para moldearnos y perfeccionarnos. Si las cosas
todavía no sucedieron en su vida, Dios está en el control. Él cumplirá lo
que prometió.
2. NUNCA PERMITA QUE SU ESPÍRITU JOVEN ENVEJEZCA
Esa es otra lección importante que aprendemos con Caleb. El cuerpo
puede ir envejeciendo, pero la mente no. Necesita tener vivas las prome-
sas de Dios que todavía no su cumplieron en su vida. Necesita creer en
las promesas de Dios. En Josué 14:10, 11, como ya leímos, encontramos
al anciano Caleb, a los 85 años diciéndole a Josué: “Todavía estoy tan
fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal
es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar”.
3. NUNCA PIERDA LA FUERZA PARA PELEAR LA BATALLA ESPI-
RITUAL
Bien, hoy no iremos a ninguna guerra física, pero enfrentamos una
batalla espiritual que es continua. Tenemos un enemigo que no duerme.
Cuando un guerrero deja de luchar, automáticamente se entrega a su ad-
versario. Nuestra vida es una guerra espiritual diaria. Luchamos, no contra
una persona, sino contra los principados, contra las potestades… (Efesios
6:12). Cuando un cristiano en el campo de batalla pierde la fuerza para
luchar, automáticamente ya perdió la batalla.
Nuestra lucha es contra ángeles caídos que se transformaron en de-
monios, huestes de maldad. Y si algún día usted luchó contra ellos, los
enfrentó en el campo de batalla. Cuando usted se declara sin fuerzas para
luchar, ellos ciertamente quieren destruirlo. Y un arma muy usada por el
enemigo es hacer que perdamos la esperanza en las promesas de Dios.
Mientras hay vida, hay esperanza, y cuando hay esperanza, necesitamos
continuar luchando al lado de Jesús. Recuerde: no estamos solos en esta
batalla, el Señor está a nuestro lado, él puede renovar nuestras fuerzas
y levantar nuestro brazo en la lucha contra el mal. Es importante que el
enemigo sepa de qué lado estamos.
SEMANA DE LA FAMILIA | 45
fuerzas, nuestro ánimo, renueve nuestra fe. Nuestro deseo sincero y nues-
tro pedido a Dios es que seamos calebs modernos. Vamos a decir juntos:
También estamos listos para ir a la batalla espiritual. También estamos
listos para continuar creciendo y siendo útiles a la causa del Maestro.
Testimonio de doña Lurdes, madre del Pr. Sidnei Roza (autor de esta
Semana de Oración: Juntos rumbo al Cielo). Ella tiene 89 años, pero tiene
vivo en su interior el deseo de hablarles a otros del amor de Dios. Cada
vez que sale a la calle lleva un folleto. Siempre tiene libros misioneros
que distribuye. Cada vez que se encuentra con una persona le habla del
amor de Jesús, da su testimonio de cómo Jesús la salvó y transformó su
vida. Yo (el pastor Sidney) sueño ser como mi madre, continuar hasta la
vejez. Si Jesús no regresa, si los años pasan, mi deseo es ser un viejito
igual a mi madre, continuar luchando la batalla espiritual. Y todos los días
que tengo la oportunidad de estar en la casa de mi madre, doña Lurdes,
la escucho, más o menos a las cinco de la mañana, arrodillarse y orar. Y
como ella ya está con la audición un poco comprometida, habla con un
volumen más alto. Por eso, quien está en la casa de doña Lurdes puede
oírla orando de madrugada. Un ejemplo de alguien que decidió continuar
luchando la batalla espiritual, que decidió ser un Caleb moderno, decidió
continuar siendo un instrumento de Dios, continuar siendo una influencia
en las personas. Con seguridad aquí tenemos muchos Caleb ancianos
que continuamente están firmes en la batalla.
En este momento queremos orar por ese grupo de ancianos, para
que también Dios haga de ellos y de nosotros Caleb modernos. Para
que el Señor renueve nuestro ánimo, y si no tenemos más ánimo, que el
Señor implante ese ánimo en nosotros. Que el Señor ponga en nosotros
el deseo de hacer su voluntad y el deseo de compartir con otras personas
la alegría de la salvación. Ahora invitamos a ese grupo de personas, los
de mediana edad y los de más edad, 50, 60 años en adelante, que pasen
al frente para interceder por ustedes. Vengan delante de Dios para recibir
la bendición de esta oración. Ustedes que ya son padres, madres, abue-
los, quien sabe hasta bisabuelos, vengan. Ustedes son muy especiales
para Jesús. Para que nuestros ancianos continúen dispuestos en la batalla
espiritual, así como Caleb.
ORACIÓN
“Nuestro maravilloso Dios y Padre celestial, te alabamos mucho por el
privilegio de esta Semana de la Familia, una semana especial de oración
en la que hemos tenido la oportunidad de orar por varios grupos dentro
de la familia. Comenzamos por el sacerdote del hogar, oramos por los
niños, adolescentes, jóvenes, padres, viudos y divorciados, y ahora que-
remos poner en tus santas manos a este grupo que tanto se donó por tu
obra, pero que está dispuesto a continuar siendo usado por ti, Señor. Por
SEMANA DE LA FAMILIA | 47
8
RENOVACIÓN DE LOS VOTOS
MATRIMONIALES
INTRODUCCIÓN
Durante esta Semana de la Familia, Juntos rumbo al cielo, hemos
podido sentir un poquito los efectos y también ver el resultado de la
oración en nuestra vida. Muchas veces las oraciones no tienen el efecto
que esperamos en el otro, pero de una cosa podemos estar seguros: la
oración comienza a cambiarnos primero a nosotros. Solo debemos pres-
tar atención y lo notaremos. Entonces podremos afirmar que esta semana
fue una bendición para todos los que participaron, especialmente porque
nos dedicamos un poco más a nuestros momentos de comunión y ora-
ción con Dios. Solo recordemos los motivos y los grupos específicos en
los que concentramos nuestras oraciones, oramos por: el sacerdote del
hogar, nuestros niños, los adolescentes, los jóvenes, los viudos, los divor-
ciados y los solitarios, y los ancianos, en fin, por prácticamente todas las
personas de nuestra familia. Pero hoy queremos terminar la Semana de la
Familia orando y fijando nuestra atención en los matrimonios de nuestra
comunidad. Queremos pedirle a Dios que nos mantenga unidos, siempre
firmes ante todos los desafíos que enfrentamos, pues así podremos dar
un buen ejemplo, pero, sobre todo, podremos disfrutar del plan de Dios
para el matrimonio.
ORACIÓN INICIAL
Oremos juntos a Dios antes de abrir su Palabra.
Nuestro Padre celestial, muchas gracias por esta Semana de la Familia.
Queremos agradecerte Padre, pues en cada tema que estudiamos, pu-
dimos ver y sentir cuán rica es tu Palabra en ejemplos y enseñanzas para
todos nosotros. En ella siempre encontramos una orientación, un rumbo,
un sentido, y el sentido seguro. Ella nos permite entender mejor lo que
sucede a nuestro alrededor y nos presenta al Señor, al Padre, que tiene
SEMANA DE LA FAMILIA | 49
desobediencia. Eran perfectos porque Dios estaba con ellos, porque el
amor estaba presente en sus vidas. El amor era Dios mismo (1 Juan 4:8).
Era todo perfecto porque Dios es perfecto, y él hizo todo perfecto.
Pero entonces vino la desobediencia, y junto con ella el desequilib-
rio. Lo que era colorido quedó borrado, manchado. Todo resultó más
complicado y difícil.
Después del pecado ocurrió el primer conflicto en el matrimonio, la
primera DR (discusión en la relación), se echaron la culpa el uno al otro.
Eso afectó a Dios, el Padre:
Génesis 3:12, 13 “Y el hombre respondió: ‘La mujer que me diste por
compañera me dio del árbol, y yo comí’. Entonces Jehová Dios dijo a
la mujer: ‘¿Qué es lo que has hecho?’. Y dijo la mujer: ‘La serpiente me
engañó, y comí’”.
Y las consecuencias no terminan. Vemos que también los hijos comen-
zaron a tener conflictos entre ellos, al punto de que un hermano mató al
otro. Conocemos la trágica historia de Caín y Abel (Génesis 4). Todo eso
al comienzo de nuestro mundo como consecuencia de la separación en-
tre el matrimonio, de la desobediencia y del pecado.
Cuando observamos el mundo vemos cómo continúa en aumento el
pecado. Constatamos que la familia fue quien sufrió las mayores conse-
cuencias. La familia fue creada e instituida por Dios para ser el centro del
placer, la alegría y la felicidad eterna, porque Dios habitaba allí. Pero, con
el pecado, la mayoría de las familias se convirtieron en un lugar de dolor,
odio, sufrimiento, peleas y discusiones. Es triste constatar que es en la
familia donde ocurren los mayores conflictos. Es en la familia donde el
enemigo actúa más para destruir a las personas.
Sin embargo, tenemos una buena noticia que queremos darles hoy.
Dios continúa apelando para que aceptemos la gracia del Señor Jesu-
cristo y, sobre todo, que aceptemos también los planes de Dios para
cada uno de nosotros, y eso sin duda pasa por la reconstrucción de la
familia. Por eso, veremos cómo continuar haciendo de esa unión, de esa
institución llamada matrimonio, algo tan importante y valioso para el ser
humano.
1. EL MATRIMONIO CONTINÚA EN LA MENTE DE LOS SERES
HUMANOS
Por más que las personas hoy no valoren la vida de a dos, la vida mat-
rimonial entre un hombre y una mujer, la idea del matrimonio continúa
presente en la vida de los seres humanos. Muchos jóvenes continúan
soñando con la unión matrimonial y con la felicidad conyugal.
Mucho más allá de la cuestión sexual, o de la tradición, la unión de una
pareja en matrimonio continúa siendo el sueño de mucha gente. Cuando
50 | JUNTOS RUMBO AL CIELO
Dios hizo a Adán y Eva, los hizo para que fueran una bendición el uno con
el otro, para que fueran felices. El matrimonio continúa siendo una unión
tan fuerte que es capaz de unir dos personas tan diferentes. Dios llamó
al matrimonio una sola carne. “Por tanto, dejará el hombre a su padre y
a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
Esa unión tan profunda es un misterio, porque son dos personas tan
distintas, totalmente diferentes, de sexos diferentes, culturas y costum-
bres diferentes, que se sienten atraídas y ahora pasan a ser una sola carne.
Hay dos situaciones en las que podemos notar la fuerza de un matri-
monio:
a) Cuando uno de los cónyuges fallece. Cuando en un matrimo-
nio de más de 40, 50 años, uno de los cónyuges fallece, poco tiempo
después el otro también enferma y muere.
b) Otro momento es cuando existe una separación. Imagine pegar
dos hojas de papel, con mucho pegamento, y querer separarlas después
que se seca. ¿Qué sucederá? Seguramente una se romperá más que la
otra, pero ambas quedarán afectadas; ya no serán lo mismo.
El modelo de unión entre un hombre y una mujer ideado y creado por
Dios puede ser experimentado por el ser humano. Cuando se comprende
y acepta ese modelo de unión, llega a ser una bendición para todos los
que lo experimentan.
2. EL EGOÍSMO Y EL ORGULLO QUE PRODUJO EL PECADO
ARRUINARON TODO
El plan original era que una persona viviera para la otra y Dios estu-
viera en el centro de esa relación. Pero, notamos que la mayoría de los
problemas de los matrimonios están relacionados al hecho de que Dios
ya no es el centro de ese matrimonio. El yo reina con tal nivel de exigen-
cia que, a veces, el otro no puede alcanzar.
El orgullo y el egoísmo que se instalaron en el corazón del ser humano
impiden que Dios reine de manera soberana. Si Dios no es el centro de
nuestra vida, si él no dirige nuestras acciones y palabras, quién nos está
dirigiendo es el enemigo. No hay neutralidad. Dios necesita estar en el
centro, en el trono de nuestro corazón. Dirigidos por Dios podremos sen-
tir la naturaleza del matrimonio y entonces seremos una bendición el uno
para el otro.
Es muy triste cuando la naturaleza pecaminosa asume el control, y
es terrible cuando Dios es deshonrado y sus planes ya no tienen ningún
sentido. Lo que vemos es el egoísmo y el orgullo instalados en el corazón
humano que destruyen el plan original de Dios y lo que daba satisfacción
a la relación matrimonial.
SEMANA DE LA FAMILIA | 51
Muchas personas se casan varias veces y nunca encuentran felicidad
ni satisfacción, porque el matrimonio no tiene el fundamento en Dios.
Entonces, siempre se arruinará y fracasará.
3. DIOS DESEA RESTAURAR SU PLAN EN LA VIDA DE CADA
FAMILIA
Un día recibí (el Pr. Sidnei, del programa Lugar de Paz, de NT, cuenta
que cierto día recibió) un pedido de oración que decía: “Pastor Sidnei,
hoy es mi último día de matrimonio. Ya no soporto vivir con la persona
con quien me casé. Nunca más quiero verlo. Estoy muy amargada, muy
herida […]”.
¿Qué le respondería a una persona en una situación como esa? Yo le
respondí: “Si usted confía en Dios, él puede restaurar todas las cosas.
Si usted pone su vida y su matrimonio en las manos de Dios, él podrá
restaurar su relación. Con seguridad los problemas vendrán, pero si las fa-
milias son fortalecidas, si los matrimonios son restaurados, si los matrimo-
nios son salvos, si las parejas se perdonaran y deciden continuar la vida
de a dos, serán la mayor demostración de que el matrimonio instituido
por Dios permanece. Es la mayor prueba de que el plan de Dios funciona
y de que él es la única solución para blindar el matrimonio y restaurar los
lazos matrimoniales”.
Las familias y los matrimonios fortalecidos son una demostración de
que Dios continúa siempre siendo una bendición para los seres humanos
que se colocan bajo su protección y cuidado. El deseo de Dios es que
nosotros aprendamos cada día con él sobre cómo podemos vivir mejor.
Podemos aprender a cuidar mejor de nuestro matrimonio al observar lec-
ciones importantes en la relación del primer matrimonio en el jardín del
Edén, especialmente porque el mundo ya no valora tanto el matrimonio.
Algunas lecciones son:
a) Estén siempre cerca el uno del otro. Eva terminó apartándose de
su esposo, donde quedó vulnerable al ataque del enemigo en forma de
serpiente. Eso seguramente no habría sucedido si Eva se hubiese queda-
do cerca de Adán y si Adán hubiera estado cerca de Eva.
b) Mantengan el diálogo. Continúen conversando, hablen de sus
sentimientos, cuenten sus frustraciones, hablen de sus miedos, hablen
de sus dificultades, sus luchas, en fin: mantengan siempre el canal de la
comunicación abierto con su cónyuge.
c) Tomen decisiones siempre en conjunto. Nunca tomen decisiones
solos. Permitan que la otra persona sea siempre parte de esas decisiones.
Durante una semana en la que estábamos orando por los matrimonios
en el programa Lugar de paz, recibí un mensaje muy triste a través de
una red social: “Pastor Sidnei, después de tantas traiciones y mentiras de
52 | JUNTOS RUMBO AL CIELO
mi esposo, ya no creo en el matrimonio. Ya no creo más que sea el plan
de Dios. Tuve un divorcio doloroso. Estoy enamorada otra vez, pero ese
asunto del matrimonio no tiene el menor sentido. Esa cuestión de vivir
juntos, de tener una vida de a dos, ¡para mí no va más!”.
Así como esa persona, muchas otras en este momento están pasando
por esa situación. Son personas que perdieron la esperanza y la confianza
de que Dios quiere bendecir nuestra vida a través del matrimonio. No
creen que ese sea un plan de Dios. Para algunos, la idea del matrimonio
es algo tan lejano, tan remoto, que ya no creen que Dios pueda unir dos
personas, bendecir el matrimonio y resultar bueno.
Pero, para que resulte bueno, es necesario colocar todo en las manos
de Dios y hacer nuestra parte. Podemos usar la analogía de la construc-
ción de una casa. Si usted decide construir una casa, necesitará un terre-
no, un proyecto, una planta, materiales, mano de obra. Se necesita una
serie de cosas. Todo es importante en la edificación de una casa. La obra
necesita supervisión y estar acompañada en cada detalle. En el matrimo-
nio es igual. Son necesarios la preparación y el cuidado de cada detalle.
Por eso, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ofrece a los enamorados
y novios varios instrumentos para ayudarlos en la edificación de un nuevo
hogar. Para los que se quieren casar, existe el curso de novios. Es muy im-
portante participar de ese curso y, por eso, es necesario que los pastores
incentiven y exijan que los matrimonios de sus iglesias participen.
Para los que están casados, existe el Encuentro de Matrimonios de
la iglesia y muchos temas disponibles sobre asuntos variados, especial-
mente, sobre problemas que generalmente viven los matrimonios en su
relación y familia. Participe, invierta en su matrimonio. También debe-
mos leer los materiales que la iglesia ha preparado para los matrimonios.
¿Leyó usted algún libro sobre relación matrimonial? ¿Tenemos El hogar
cristiano, La conducción del niño y muchos otros?
Es muy importante que edifiquemos el “Altar de la familia” diariamen-
te en nuestra casa. Haga el culto familiar. Ore con su cónyuge, ore con
sus hijos. Después de todo, el éxito no es el resultado de la casualidad.
Una familia equilibrada y feliz no surge de la nada. Necesitamos cons-
truir cada ladrillo y detalle de nuestra casa. Necesitamos desarrollar la
espiritualidad, que es el fundamento de la familia. Necesitamos orar con
nuestro cónyuge, estudiar la Biblia, participar de momentos devocionales
con la familia. Si entregamos nuestra vida y familia a Dios, él nos dará lo
que necesitamos para mantener encendida la llama del amor en nuestra
relación. Necesitamos amor, ¿y quién es la fuente de todo amor? Dios no
es solo la fuente, él es el amor en persona. O sea, solo puede haber amor
donde está Dios, ese es el secreto del éxito o del fracaso.
SEMANA DE LA FAMILIA | 53
Las personas que abandonan a Dios pierden la única fuente de amor
que existe, y sin amor no lograrán permanecer juntos. Que busquemos
a Dios, enseñemos sobre él a nuestro prójimo y que podamos transmitir
experiencias que acercarán otros a Dios.
CONCLUSIÓN
Desde que salió del Edén, el ser humano tiene un vacío que trata de
llenar. La búsqueda es incansable: en juegos de azar, en varios matrimo-
nios, en bienes materiales, en dinero, en fama. El ser humano busca la
felicidad sin éxito. Pero, ese vacío solo puede llenarlo Dios. Cuando per-
mitimos que él sea el centro de nuestra vida, todo pasa a tener sentido.
El vacío queda lleno, la familia comienza a tener el significado que debe
tener, el matrimonio comienza a tener el valor que debe tener.
Por eso, invitamos al Adán y la Eva de hoy, representados por cada
matrimonio, a renovar sus votos matrimoniales en este momento. El Adán
y la Eva de hoy somos mi esposa y yo, usted y su cónyuge. Juntos le di-
remos a Dios: “Aceptamos tu plan para nuestra vida y nuestra familia”.
Alguien podrá estar pensando: “Lo que usted está diciendo en la teo-
ría es algo muy lindo, pero es algo que no se aplica a mí y a mi esposa.
¡Aquí se terminó nuestro amor! Puede ser que usted hasta piense que el
amor se terminó, que solo un milagro puede salvar su matrimonio. Sepa
que Dios es especialista en milagros. Dios es especialista en restauración
y en hacer nuevo de nuevo lo que parece no tener solución.
Invitamos a todos los que quieren renovar la promesa de amor y fide-
lidad que un día hicieron al cónyuge. Queremos pedirle a Dios que él le
dé a cada matrimonio la alegría, el placer, el bienestar que el Señor ha
planeado para su vida.
Que la bendición de Dios repose sobre cada matrimonio en este mo-
mento.
ORACIÓN
“Querido Padre celestial, muchas gracias por esta semana. Muchas
gracias por el estímulo a la oración. Muchas gracias porque, a través de
cada diálogo contigo, pudimos sentir cada vez más tu presencia en nues-
tra vida. Queremos pedirte en este instante que renueves nuestra prome-
sa matrimonial. Un día prometimos juntos ante el altar ser fieles el uno
al otro, a estar juntos, uno al lado del otro en cualquier circunstancia. Te
queremos pedir que aceptes nuestra decisión de renovar en este mo-
mento nuestro compromiso con nuestra Eva, o con el Adán que está a
nuestro lado. Padre querido, acepta nuestra decisión y nuestra entrega.
Permite que lo que hasta hoy no fue bueno, que no ha sido placentero,
se transforme en bendiciones por tu presencia en nuestra casa. Oramos
agradecidos, con la seguridad de que tú escuchas nuestra oración, que
SEMANA DE LA FAMILIA | 55
NOTAS