Racismo y Antirracismo-Web
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Daniel Buraschi
María José Aguilar Idáñez
Ediciones de la Universidad
de Castilla-La Mancha
Cuenca, 2019
© de los textos: sus autores
© de la edición: Universidad de Castilla-La Mancha
D.O.I.: http://doi.org/10.18239/atena.16.2019
D.L.: CU 202-2019
Composición: Compobell
Hecho en España (U.E.) – Made in Spain (U.E.)
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A nuestros respectivos hijos, León y Étienne, y Ricardo.
A todas las hijas e hijos de quienes sufren la opresión, y
de quienes luchan, sin rendirse, por construir un mundo
menos injusto y más fraternal.
Con el deseo de que todos ellos vivan un futuro más
humano y justo que el nuestro.
Í ndice • 7
ÍNDICE
PRESENTACIÓN...................................................................................................................... 9
AUTORES.................................................................................................................................... 159
pre s entación • 9
PRESENTACIÓN
Por último, este libro, como toda nuestra obra publicada (ya sea individual o
conjuntamente), es un texto inacabado: porque pretende ser un instrumento
que abra el diálogo y no que lo cierre. O, parafraseando a uno de los grandes
maestros del siglo XX como es Paulo Freire, porque debemos transitar de
una “pedagogía de la respuesta”, a una “pedagogía de la pregunta”. Porque lo
importante no es expresar ideas discutibles, sino suscitar cuestiones vitales.
Y en nuestro caso, aportando a esas cuestiones vitales los fundamentos que
posibiliten el cambio y la transformación de un orden social profundamente
injusto. Tan injusto como inhumano.
Desde la tierra del Quijote y las Islas Canarias, como autores de este libro
que tienes en tus manos, esperamos y deseamos que el resultado de nues-
tro esfuerzo sirva para renovar tus compromisos, mejorar tus estrategias y
ampliar la mirada, para no perder nunca de vista el horizonte hacia la cons-
trucción de un mundo menos injusto y menos inhumano.
7 de septiembre de 2019
Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
1 Esta obra recoge y sintetiza numerosos trabajos que los autores hemos realizado en los
últimos quince años, tanto desde la investigación científica más rigurosa (en diversos proyec-
tos de investigación desarrollados, principalmente, en el seno del GIEMIC de la Universidad
de Castilla-La Mancha y en la Asociación Mosaico Canarias, así como en la tesis doctoral de
Daniel Buraschi (2019), dirigida por María José Aguilar Idáñez), como en la práctica de in-
tervención profesional y, también, desde nuestras prácticas ciudadanas comprometidas con
movimientos sociales (de defensa de los derechos humanos, de defensa de los derechos de
las personas desplazadas, y de acción antirracista). Europa, América Latina y África, son los
territorios desde donde hemos teorizado, reflexionado y desarrollado nuestras experiencias
de investigación-acción.
Capítulo 1.
RACISMO: LA COMPLEJIDAD
DE SU DEFINICIÓN
2 Utilizamos la famosa expresión de Marcel Mauss, “Hecho Social Total”, para hacer referencia
a los fenómenos sociales cuya comprensión necesita una visión holística puesto que involu-
cran diferentes dimensiones de lo social: la dimensión moral, histórica, política, económica,
psicológica, cultural, etc.
3 Nuestros primeros trabajos se centraron sobre todo en el análisis de las nuevas formas de
racismo, en el racismo institucional (Aguilar, 2011c; Aguilar y Buraschi, 2013a, 2013b; Buras-
chi y Aguilar, 2015), en la lógica del racismo (Buraschi, 2010) y de los modelos implícitos de
intervención que reproducen el racismo institucional (Aguilar, 2010; Aguilar, 2011c, Aguilar
y Buraschi, 2012a, 2012b, 2013b, 2018a). A partir de 2014 desarrollamos las líneas de un
modelo de intervención social intercultural crítico y transformador (Aguilar y Buraschi, 2014e,
2018a) y hemos abierto una nueva etapa de reflexión teórica, estudios empíricos y propuestas
metodológicas centradas en la comunicación participativa, (Buraschi y Aguilar, 2017a; Aguilar
y Buraschi, 2017b) y las fronteras morales (Buraschi y Aguilar, 2016, Aguilar y Buraschi, 2016).
14 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
diferentes perspectivas y del diálogo creativo entre personas que vienen del
ámbito académico, del activismo social, de la intervención social o personas
que han tenido que enfrentarse a experiencias de dominación, discrimina-
ción, rechazo o violencia. Además, los autores de este texto somos también
activistas y profesionales que nos ocupamos del diseño, desarrollo y evalua-
ción de estrategias de intervención antirracista.
4 Sin embargo hay que recordar que la ideología racista se ha inspirado más en el darwinismo
social de Spencer.
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 17
Estos elementos de la ideología dominante del siglo XIX fueron hechos pro-
pios y llevados a sus máximas consecuencias en la ideología nazi expresada
en el Mein Kampf de Hitler y en la filosofía de Rosenberg, materializándose
en el exterminio de millones de personas (Perceval, 2013).
“para poder hablar de racismo, tiene que existir de alguna manera la pre-
sencia de la idea de un vínculo entre los atributos o el patrimonio físico,
genético o biológico de un individuo (o un grupo) y sus personajes inte-
lectuales o morales” (Wieviorka, 1992: 15).
En esta línea Wieviorka propone una definición que hace hincapié en dos
dimensiones: la referencia a los atributos naturales y las prácticas de exclu-
sión e inferiorización:
5 Aprobada por Resolución 216A, de fecha 21 de diciembre de 1965, ratificada por España por
Instrumento de fecha 23 de abril de 1969.
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 21
los rasgos culturales que se le atribuyen, de tal manera que formen una
‘segunda naturaleza’ y que su transmisión intergeneracional se concibe
más como una herencia que como un legado cuya adquisición está subor-
dinada a la socialización” (De Rudder, Poiret y Voure’h, 2000: 26).
Además, existe otro elemento importante para defender una definición in-
termedia: si escuchamos la experiencia vivida por las personas discrimina-
das nos damos cuenta que cultura, religión, raza, nacionalidad se mezclan y
articulan inextricablemente y es extremadamente difícil separarlas a la hora
de analizar casos prácticos de racismo. La existencia de esta “intersecciona-
lidad” justificaría por sí sola la pertinencia de una definición intermedia.
“las personas inmigrantes son mucho más víctimas del racismo que de
la xenofobia: un español puede ser xenófobo con un residente inglés,
francés o alemán (a quienes no considerase inferiores), pero por la misma
actitud o el mismo comportamiento sería racista con un marroquí, ecua-
toriano o senegalés (a quienes considerase inferiores)” (p. 11).
a. La diferenciación
Una vez que se asigna una persona a una determinada categoría social ésta
se trasforma en referente general y universal. El dispositivo de diferenciación
racista es profundamente asimétrico: el grupo dominante tiene el poder de
definir la propia identidad y la alteridad (Quijano, 1991; Fanon, 2010; De Sousa
Santos, 2010a). Las categorías sociales como raza, etnia o cultura son fruto de
un proceso de construcción histórico e ideológico. Las diferencias que conside-
ramos naturales y evidentes son construidas y significadas socialmente. La mis-
ma percepción de la evidencia somática depende de la historia, de la sociedad
y de la cultura. En este sentido no es suficiente desmontar la idea científica
8 Los elementos que componen nuestra propuesta de la “lógica” del racismo coinciden en buenas
parte con la mayoría de propuestas teóricas que, desde la primera propuesta de Sartre, se preocu-
pan por identificar las características formales del racismo: Sartre (1946), San Román (1996), Me-
mmi (1982), Guillaumin (2003), Tevanian (2008) y, en el caso de la islamofobia, Alba Rico (2015).
9 El poder de la simple categorización ha sido ampliamente demostrado experimentalmente
en el marco del paradigma del grupo mínimo (Tajfel y Turner, 1979): la asignación de personas
a grupos en base a criterios arbitrarios es suficiente para producir favoritismo endogrupal,
aumentar la homogeneidad endogrupal y la diferencia percibida entre grupos.
28 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
b. El esencialismo
c. La estigmatización
1. La categorización social
2. La raza como categoría social e ideológica
3. Racialización y fronteras morales
4. La importancia del punto de vista de las personas
y de los grupos racializados
Capít ulo 2. RAC I A L IZAC I Ó N: CO N S T R U CC I Ó N S O C I A L E I D E O LÓ G I CA D E L A RAZA • 33
En las últimas dos décadas las ciencias sociales se han preocupado del es-
tudio de los procesos sociales por los cuales un grupo de población se ca-
tegoriza como una raza (Gordon, 1999), de cómo se construyen los límites
simbólicos entre grupos y de cómo se transforman en límites sociales, espa-
ciales y temporales a nivel meso (por ejemplo, vecindario) que perpetúan la
segregación racial.
34 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
Como subrayan Clair y Denis (2015), uno de los problemas de los enfoques a
nivel macro del racismo es que tienen la tendencia a presentar grandes na-
rrativas abstractas que “totalizan” la forma en que opera la raza, invisibilizan-
do aspectos importantes, los contextos, las instituciones y las interacciones.
1. La categorización social
10 Sin embargo cuando un endogrupo quiere diferenciarse de otro grupo se percibe a si
mismo como más homogéneo.
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 35
sideramos más prototípicos de un grupo son los mismos que resultan ser
homogéneos en el grupo. Por ejemplo si se considera que un atributo típico
de un determinado colectivo es el machismo, este atributo será percibido
como homogéneo y propio de todos los miembros del grupo.
Las categorías raciales de Estados Unidos, por ejemplo, son muy diferentes a
las categorías raciales de Brasil:
“Estados Unidos es la única sociedad moderna que aplica el one – drop –
rule y el principio de “hipodescendencia” de manera que los niños de una
unión mixta se ven automáticamente asignados al grupo inferior (aquí
los negros). En Brasil, la identidad racial se define por la referencia a un
continuum de color, es decir por la aplicación de un principio flexible o
moderado que tomando en consideración los rasgos físicos como la tex-
tura del cabello, la forma de los labios y de la nariz, y la posición de clase
(ingresos y educación, sobre todo) engendra un gran número de catego-
rías intermedias (más de un centenar según la clasificación realizada en
1980) y no entrañan ningún tipo de ostracismo radical ni de estigmatiza-
ción irremediable” (Bourdieu y Wacquant, 2001: 25).
Por esto, frente al racismo, no es suficiente argumentar que las razas como
concepto científico no existen, la raza es una categoría operatoria del sentido
común que permite introducir un orden elemental en la diversidad humana
(Taguieff, 2001). Para comprender y modificar esta categorización, además
de desmontarla desde un punto de vista científico, es preciso deconstruir
el proceso de construcción simbólica de la categoría y comprender cómo la
raza es uno de los efectos del racismo (Troyano, 2010).
En este contexto, las fronteras morales son dispositivos claves para el funcio-
namiento del poder, porque permiten disciplinar (en el sentido foucaultiano
del término) las emociones y nuestro espacio moral. Si las fronteras políticas
son necesarias para la definición de la soberanía política y “están siendo usa-
das claramente para mantener las desigualdades globales” (Anderson, 1996:
191), las fronteras morales son necesarias para justificar nuestra visión del
mundo, nuestro horizonte de significado que da sentido a nuestra identidad,
nuestra pretensión de humanidad, universalidad y superioridad moral invi-
sibilizando las contradicciones éticas y sociales de la desigualdad global.
11 De acuerdo con R. Fernández Vítores (2015), “un dispositivo tanatopolítico es cualquier
mecanismo destructor de vida humana consentido o arbitrado por el Estado que la tiene bajo
su jurisdicción” (p. 52).
40 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
“un cuadro complejo en el que entran las variables de clase, género, territo-
rio o conflicto, […] y homogeneiza y universaliza una categoría (lo “indíge-
na”, lo “negro”), que si bien ha tenido una utilidad a la hora de generar co-
hesión de cara a las luchas de resistencia, instala un discurso que de forma
paradójica también genera exclusiones internas” (Gómez Nadal, 2015: 27).
Una vez aclarados los elementos definitorios del racismo, analizaremos las
principales dimensiones del mismo. Por su carácter multidimensional el ra-
cismo es un fenómeno complejo ya que sus dimensiones están fuertemente
relacionadas e imbricadas entre sí, retroalimentándose mutuamente. Consi-
derando las propuestas de Banton (1994), San Román (1996), Taguieff (2001),
Tevanian (2008), Troyano (2010) y nuestro propio proceso de reflexión teórica
en la última década12, identificamos tres dimensiones del racismo (Buraschi,
2010; Aguilar y Buraschi, 2016; Buraschi y Aguilar, 2017b) que podríamos vi-
sualizar a modo de círculos concéntricos, desde los sistemas individuales y
microsociales, a los mesosociales, culminando en el macrosocial. Esta metá-
fora visual de círculos concéntricos, nos permite comprender la retroalimen-
tación constante que existe entre las diversas dimensiones, que se articulan
fuertemente unas con otras. No se trata, por tanto, de dimensiones aisladas
que se pueden sumar o solapar, sino de dimensiones que se retroalimentan
entre sí e interseccionan unas con otras. Esto explica tanto la complejidad del
racismo, en tanto que hecho social total, como la complejidad de su respuesta
(para deconstruirlo como sistema de dominación). Dicho en otras palabras: si
queremos afrontar con éxito cualquier situación-problema nunca son válidas
las respuestas simples a fenómenos complejos.
Ahora bien, estos dos niveles no siempre están presentes conjuntamente: los
prejuicios pueden no concretarse en acciones/conductas porque las circuns-
tancias o la presión social sancionen su expresión (es, decir, porque esté “mal
visto” socialmente) o los prejuicios pueden ser automáticos, por la activación
espontanea de asociaciones mentales que no son necesariamente aprobadas
12 Además de las publicaciones citadas, los autores del libro hemos llevado a cabo una intensa
labor de revisión crítica de nuestras propias formulaciones iniciales, que se han plasmado tanto
en las publicaciones citadas como en diversos papers y work in progress, que se han sometido
a crítica y revisión en diversos foros de debate académico y científico, así como en foros de
activismo social y político. Este proceso permanente de investigación-acción-reflexión explica
las variaciones que, a lo largo del tiempo, hemos ido introduciendo en nuestro propio pensa-
miento; por lo que, este texto, constituye nuestra visión y formulación en el momento actual.
46 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
Dimensión cultural. Incluye las visiones del mundo, doctrinas, teorías, ideas,
y todos los elementos que constituyen la cultura dominante, y que cumplen
siempre una función ideológica aunque no se expresen bajo la forma de una
ideología explícita o concreta. Hay que tener en cuenta que la discriminación,
la segregación o la explotación, por ejemplo, no se basan siempre u obligato-
riamente en una clara ideología racista, pero sí se encuadran siempre en un
universo cultural incrustado de elementos racistas que pueden quedar laten-
tes, pero que se recuperan fácilmente si el sistema de dominación lo necesita.
Hoy en día contamos con una vastísima literatura sobre los estereotipos
(Morales, Gaviria, Moya y Cuadrado, 2007), sin embargo en este apartado
presentaremos solamente algunas de sus características útiles para poder
comprender los procesos cognitivos del racismo:
– Todos tenemos estereotipos sobre ciertos grupos de personas. Una
persona que no tiene estereotipos sería alguien que vive desconecta-
do de su memoria, de sus experiencias y de su entorno social.
48 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
Los estereotipos no son lo mismo que los prejuicios. Estos últimos son acti-
tudes, y como veremos más adelante, las actitudes se caracterizan por tener
una dimensión cognitiva, una afectiva y una conductual. Los estereotipos son
la dimensión cognitiva del prejuicio, lo significa que todos los prejuicios se
basan en estereotipos:
50 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
Si bien los prejuicios, en cuanto actitudes, pueden ser tanto positivos como
negativos, en este texto consideramos solamente los juicios y valoraciones
negativos preconcebidos, puesto que son éstos en los que se basan los dis-
cursos y las prácticas racistas.
Podemos definir los prejuicios como una actitud hostil o desconfiada hacia
una persona que pertenece a un grupo, simplemente debido a su pertenen-
cia a dicho grupo. El fin del prejuicio es “colocar al objeto del prejuicio en
una situación de desventaja no merecida por su propia conducta” (Allport,
1954: 24, subrayado nuestro).
Hoy en día, por ejemplo, la discriminación racial es, en muchos casos, des-
calificada moralmente, y esto no hace que disminuyan los prejuicios pero sí
que disminuya su externalización. Al contrario, si existe una legitimación ofi-
cial de la discriminación, la segregación, la estigmatización, la explotación o
la agresión, como en el caso de las personas inmigrantes en situación admi-
nistrativa irregular, será más fácil que las personas con prejuicio lo expresen
explícitamente o desarrollen conductas racistas.
13 Hemos realizado un análisis conceptual y jurídico mucho más detallado de las conductas
discriminatorias (asociadas a características protegidas vinculadas a procesos de racializa-
ción) en varias entradas del Diccionario internacional de derecho del trabajo y de la seguridad
social. Concretamente en las siguientes voces: Discriminación contra trabajadores migrantes
(pp. 703-713); Discriminación por motivos étnicos o raciales (pp. 723-733); Discriminación por
origen social (pp. 745-749); Discriminación por procedencia nacional (pp. 751-758). Véase:
Aguilar y Buraschi, 2014a, 2014b, 2014c y 2014d.
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 53
Sin embargo, hay que destacar que la teoría de Carmichael y Hamilton, si bien
ya no se considera un modelo útil para explicar el racismo, representa una
importante contribución que ha subrayado el carácter estructural del racismo
y la existencia de leyes y de prácticas institucionales discriminatorias.
A partir de este informe se han ampliado los estudios sobre el racismo ins-
titucional, esta vez entendido como “el conjunto de políticas, prácticas y pro-
cedimientos que perjudican a algún grupo étnico (o racial) impidiendo que
pueda alcanzar una posición de igualdad” (Haas, 1992, citado por Espelt,
2009: 33); así cómo las estructuras y los procesos institucionales que orga-
nizan y promueven la inequidad racial (Jones, 1997).
Griffith et. al. (2007) sostienen que el racismo institucional se puede con-
ceptualizar en tres niveles de una organización: la extraorganizacional, la
intraorganizativa y la individual. En el nivel extraorganizacional, el racismo
institucional explica la relación recíproca entre las organizaciones y su en-
torno externo. En el nivel intraorganizacional, el racismo institucional opera
a través del clima, las políticas y los procedimientos internos de una organi-
zación. Estos incluyen las relaciones entre el personal, que tienen sus raíces
en las jerarquías formales e informales y las relaciones de poder. Finalmente,
a nivel individual, el racismo opera a través de las actitudes, creencias y
comportamientos de los miembros del personal.
Esta circularidad depende del hecho que el racismo institucional tiene ele-
mentos estrictamente sistémicos y estructurales y elementos conductuales
que pueden estar relacionados con los prejuicios y las conductas de perso-
nas y grupos que representan las instituciones:
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 57
14 Asunto Lingurar c. Rumanía. Sentencia de 16 de abril de 2019. Demanda n. 48474/14. Art.
3: Prohibición de tratos inhumanos o degradantes. Violación en su aspecto sustantivo. Art.
14: Prohibición de discriminación, combinado con art. 3. Violación en su aspecto sustantivo y
procesal. Art. 41: Indemnización por daño moral, por costas y gastos. Sentencia completa en:
http://hudoc.echr.coe.int/eng?i=001-192466
58 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
Como hemos dicho, la cultura es un ambiente invisible que tiene una di-
mensión interna y externa. Interna, puesto que a través de nuestro horizon-
te cultural interiorizado interpretamos el mundo, la cultura nos facilita los
esquemas interpretativos, los mapas que guían nuestras percepciones de la
realidad, exploramos la realidad mediante categorías sociales preexistentes
al contacto, que hemos aprendido en el proceso de socialización. Por otro
lado, la cultura es una realidad externa, que está fuera de nuestras men-
tes, en las diferentes expresiones culturales y sociales, en las instituciones.
La cultura se objetiviza a través de los artefactos, las obras culturales, las
instituciones, los sistemas políticos, las actividades colectivas. Nuestra ex-
periencia se encuadra dentro de un marco cultural que nos enseña cómo
descubrirla y vivirla. El enfoque cultural hace hincapié en el hecho que los
prejuicios son parte de nuestro horizonte cultural, en los procesos de socia-
lización interiorizamos determinados modelos de interpretación y de orga-
nización de la realidad.
60 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
b. Racismo e ideología
Además, las ideologías racistas suelen articularse con otros sistemas sim-
bólicos de dominación, como por ejemplo, el clasismo y el sexismo. Patricia
Hill Collins (2000: 187), nos explica, por ejemplo, que la “masculinidad hege-
mónica” es la idea social de lo que los “hombres de verdad” son, y están con-
formados por ideologías de género, edad, clase, sexualidad y raza. Subraya
la importancia del “control de las imágenes” (Collins 2000: 165), es decir, las
representaciones genéricas de los afroamericanos en los medios definen la
masculinidad hegemónica en oposición, mostrando lo que no es. El control
de imágenes define qué es la masculinidad marginada y la feminidad subor-
dinada, definiendo qué es la masculinidad hegemónica.
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 61
15 Es más, “como el racismo no es una ideología basada en la ciencia sino en el prejuicio, la
falta de justificación científica no le limita, más bien lo contrario: si la ciencia no define razas
(subespecies) en la especie, el prejuicio no tiene límites para su aplicación” (Troyano, 2010: 7).
62 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
De la unión del racismo institucional con el racismo social nace lo que Ri-
vera (2010) ha denominado un racismo “democrático”: un racismo que evita
la acusación de “racismo” porque se basa en dos principios aceptados social-
mente: la autodefensa y la preferencia nacional (Dal Lago, 1999a).
Hoy en día las nuevas formas de racismo son más comunes y aceptadas res-
pecto al racismo biológico, sin embargo este no ha desaparecido, sino que
convive con formas más sutiles. Si bien hablamos de dos racismos diferen-
tes, se trata de una distinción analítica y didáctica, en realidad los confines
entre estos dos fenómenos son borrosos.
16 Entre las principales obras sobre las nuevas formas de racismo hay que destacar: Taguieff
(1989), Balibar y Wallerstein (1991), Gallissot (1985).
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 67
nerales, las declaraciones abiertamente racistas son mal vistas y “ser racista”
es (o al menos lo era hasta hace poco tiempo), en la mayoría de los casos,
estigmatizado socialmente.
La deseabilidad social explica el porqué hoy en día las expresiones del ra-
cismo son menos directas, puesto que se adaptan a una sociedad “más so-
cialmente correcta”.
Pero hay que utilizar las etiquetas con prudencia, como destacan Balibar y
Wallerstein (1991):
“Estas distinciones no sirven tanto para clasificar tipos de comportamien-
to o de estructuras idealmente puras como para identificar trayectorias
históricas. Su pertenencia relativa nos conduce a la sensata conclusión de
que no existe un racismo invariable, sino unos racismos que forman un
espectro abierto de situaciones” (p. 67).
También el racismo biológico está viviendo un nuevo auge: hoy en día existen
instituciones científicas que se dedican a la ciencia de la raza: en Gran Bretaña
The Mankind Quarterly, en Alemania Neue Anthropologie y en Francia Nouvelle
École. El Club de l’Horloge, afirma que la preferencia nacional es una necesidad
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 69
Sin embargo, hay que subrayar que numerosas expresiones de racismo bio-
lógico se han basado en motivos culturales, como, por ejemplo, el antisemi-
tismo nazi.
“no hay tanta diferencia [del racismo cultural] con el racismo biologis-
ta, pues se está concibiendo la cultura como un rasgo heredado del que
nadie puede desprenderse, y que te coloca, por nacimiento, en el grupo
superior o en otro cualquiera” (p. 18).
Estos conceptos se racializan, esto es, tienen las mismas características rí-
gidas, naturales y esenciales del concepto de raza. El nuevo racismo hace
hincapié en las diferencias culturales absolutizándolas, las culturas son
bloques homogéneos y claramente diferenciados entre ellas. Las diferen-
cias culturales son absolutas, inconmensurables, antagonistas. Las nuevas
formas de racismo se basan en la misma lógica esencialista del racismo
biológico. Las personas se separan según categorías culturales, identitarias
o étnicas, naturalizadas y esencializadas.
Las nuevas expresiones del racismo utilizan un argumento propio del dis-
curso multicultural para justificar la exclusión: el reconocimiento de la dife-
rencia. Sin embargo, la diferencia entre culturas es concebida como un obs-
táculo insuperable para el dialogo y la integración. El reconocimiento de la
diferencia, en este caso, no es el reconocimiento del otro, sino la definición
de los otros grupos como desiguales y radicalmente diferentes. La lógica de
la diferencia radical despoja a los otros de la posibilidad de hacer oír su pro-
pia voz, la diferencia es absoluta, el otro es mudo porque es incomprensible,
no le oímos porque hemos decidido que no le podemos entender.
Junto con la culturalización del racismo, otra característica de las nuevas for-
mas de racismo, es el cambio de registro de su expresión:
“Es un hecho social observable que en el reciente período posterior al
nazismo, la norma antirracista ha sido interiorizada… Sin embargo, el ra-
cismo no ha desaparecido. Sus manifestaciones son ahora inconfesables
y vergonzosas, por lo tanto sus expresiones se han hecho indirectas e
72 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
Según Pettigrew y Meertens existe una clara diferencia entre prejuicio mani-
fiesto y prejuicio sutil. El prejuicio manifiesto tiene las características propias
del viejo racismo: directo y desigualitario. Sus componentes principales son
el rechazo del contacto directo con los miembros del exogrupo y percepción
amenazante del mismo.
“el racista aversivo no siente odio u hostilidad abierta hacia los miembros
del otro grupo. Los sentimientos son más bien de incomodidad, inquietud,
disgusto y a veces miedo. El racista aversivo sabe que el prejuicio es malo,
pero él no se considera prejuicioso” (p. 597).
En síntesis, lo que plantea la teoría del racismo aversivo es que, puesto que
hoy en día mostrar una actitud racista no es políticamente correcto, en al-
gunos contextos experimentamos una tensión entre las normas igualitarias
y nuestros prejuicios. Cuando nuestro comportamiento puede ser interpre-
tado según criterios étnicos o raciales tenemos la tendencia a favorecer a
la minoría. Sin embargo, las conductas racistas aparecen en situaciones de
particular estrés y cuando podemos justificar nuestro comportamiento con
elementos no raciales.
Henry y Tator (2012b) han identificado doce discursos propios del racismo
“democrático” globalmente aplicables en Canadá, pero que podemos identi-
ficar fácilmente en otros países:
Por su parte, Faso (2010) lleva a cabo un análisis del léxico del racismo “de-
mocrático”, un léxico que minimiza las consecuencias del racismo, demoniza
y deshumaniza a las personas migrantes a través de recursos retóricos apa-
rentemente inocuos y neutrales. Finalmente, Meddaugh y Kay (2009) mues-
tran cómo esta “retórica democrática” está influyendo también el discurso de
extrema derecha. Analizando las páginas web de grupos de extrema derecha
como Stormfront, han encontrado una clara tendencia a una “transición” del
discurso violento y radical, a un argumentario que hace explicita referencia
a “lo razonable”.
17 Sobre la compleja relación entre integración, interculturalidad y exclusión ver Aguilar
(2006, 2010, 2011a, 2011b, 2011c).
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 81
Según Van Dijk (2016) los temas predominantes en las noticias relaciona-
das con la inmigración son los problemas de legalidad de los migrantes,
las diferencias culturales (el fundamentalismo religioso) y los problemas de
relación interétnica.
“el espacio público mediático donde, cada vez más, se desarrolla la vida
política contemporánea, tanto a escala nacional como global, y donde
la materialidad del mundo es construida a través de discursos públicos
y acciones comunicadas (principalmente) mediante medios electrónicos”
(Silverstone 2010: 56).
Esto significa, en palabras de Silverstone, que los medios juegan un papel fun-
damental en la moral contemporánea porque aportan “recursos para el juicio”:
con un mundo de relaciones cada vez más estrechas pero aún tremenda-
mente dividido y plagado de conflictos” (Silverstone, 2010: 23).
A partir de los años cuarenta estos mecanismos de influencia social han sido
el centro del interés de numerosas investigaciones. Siguiendo las propues-
tas de De Fleur-Ball (1982), McQuail (1983) y Rodrigo Alsina (1996) pode-
mos dividir las propuestas teóricas que se han desarrollado en tres etapas
cronológicas. La primera, que va desde principios del siglo XX y la década de
los cuarenta, se caracteriza por un modelo dominante: la teoría de la bala
mágica. La segunda etapa se desarrolla entre principios de los años cuarenta
y finales de los sesenta. Se trata de una fase de desarrollo de los estudios de
los medios que redimensiona la omnipotencia de los medios y hace hincapié
en que estos tienen una influencia limitada y selectiva. La última etapa se
desarrolla a partir de los años setenta y se vuelve a subrayar la poderosa
influencia de los medios de comunicación, aunque los modelos hacen hin-
capié en la complejidad de los mecanismos que intervienen: agenda setting,
la espiral del silencio, efecto framing y priming, que veremos en detalle a lo
largo de este epígrafe.
b. La definición de la agenda
En la misma línea, Van Gorp (2005) considera que un frame es más pode-
roso cuanto más es congruente con la memoria colectiva compartida. Para
Lakoff (2008), el éxito de un frame también consiste en activar esquemas
psicológicos. De hecho, como subraya Van Gorp (2007), el frame suele pa-
sar desapercibido porque es parte de la cultura, es parte de todo lo que
influye en nuestra forma de pensar, pero de forma invisible porque lo con-
sideramos natural, normal. Sin embargo, esto no significa que exista una
dinámica únicamente “conservadora” de la cultura, es decir, los frames no
reproducen simplemente la realidad, sino que son un proceso de negocia-
ción entre los conocimientos sociales del individuo, sus experiencias, su
ideología que se enmarcan en horizontes culturales complejos, que si bien
están dominados por determinados marcos, no se reducen nunca a uno de
ellos. En la cultura, entonces, existen diferentes frames que se pueden ac-
tivar y aplicar. El framing es más un proceso que un resultado, una relación
recíproca entre los encuadres noticiosos (que a su vez reflejan los marcos
de quién emite el mensaje y los marcos culturales de referencia) y los es-
quemas en la mente de los receptores.
18 Es esta circunstancia, precisamente, la que convierte en una tarea compleja el diseño de
estrategias eficaces para deconstruir, revertir y transformar los marcos y encuadres dominantes
o hegemónicos en el discurso público sobre la inmigración.
96 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
Quien se ocupa del discurso desde un enfoque crítico, se interesa por el “po-
der blando” o “simbólico”: el poder que no necesita forzar a las personas para
que hagan algo, sino que logra controlar las actitudes y las conductas influ-
yendo en las estructuras que afectan a sus mentes. Según Van Dijk (1994),
el objetivo del análisis crítico del discurso es comprender cómo el discurso
contribuye a la desigualdad y a la injusticia social.
19 “Evito el término ACD porque sugiere una metodología de análisis del discurso y no una
perspectiva o actitud crítica en el campo de los estudios del discurso (ED) que utiliza diferentes
métodos de las humanidades y de las ciencias sociales” (Van Dijk, 2016: 139).
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 97
Los ECD analizan tanto el texto como el contexto del discurso, el texto
puede ser la noticia que se publica en un periódico, mientras el contex-
to incluye las personas que leen el periódico, la historia del periódico, el
ambiente social, las relaciones del periódico con los poderes políticos, el
contexto en el cual se lee, el momento en el cual se publica. Respecto
al contexto debemos subrayar que la clase dominante tiene el poder de
controlar las siguientes dimensiones del contexto: deciden quién puede
hablar, con quién se puede hablar, cómo se puede hablar, sobre qué tema
se puede hablar, quién comienza el discurso y quién lo cierra, y cuáles son
las reglas del discurso.
Sin embargo, los contextos no son externos a los individuos, sino que se
encuentran en sus mentes. El contexto es, entonces, un modelo mental di-
námico que construimos a partir de nuestras experiencias comunicativas,
estas representaciones mentales han sido denominadas “modelos de con-
texto” (Van Dijk, 2016).
En las últimas tres décadas los ECD han generado un amplísimo corpus
de estudios sobre las “estructuras del discurso” que están específicamente
involucradas en la reproducción del racismo. En los siguientes párrafos pre-
sentamos algunas de estas estructuras.
Entre las estrategias discursivas analizadas por Martín Rojo y Van Dijk (1998)
destacamos las siguientes:
A partir del análisis de las noticias publicadas en nueve periódicos (seis na-
cionales, ABC, La Razón, El Mundo, El Diario, La Vanguardia y El País; y tres re-
gionales, El Periódico, Deia y Canarias7) las autoras concluyen que no se han
encontrado grandes diferencias en el tratamiento de las noticias publicadas
por los periódicos seleccionados y que
“La construcción del discurso sigue la lógica de las políticas migratorias de
la Unión Europea, que consisten en la externalización de las fronteras (la
gestión de las mismas fuera de la UE) y la producción estatal y mediática
del estatuto de irregularidad de la migración. En el discurso mediático los
migrantes son retratados en la mayoría de los casos como agentes pasi-
vos, como víctimas de las mafias o como objeto de atención asistencial por
parte de diferentes entidades. En algunas noticias aparecen como actores
que hacen uso de la violencia para alcanzar su propósito, mientras que
son pocos los casos en los que aparecen como sujeto activo no asociado a
conflictos. En suma, el relato dominante “desciudadaniza” a estas personas
en los distintos discursos analizados” (Fajardo Fernández y Soriano Miras,
2016: 142).
más allá de la frontera sur de Europa hay caos y pobreza de las huyen per-
sonas desesperadas que lamentablemente no podemos ayudar, además se
fortalece la representación de la frontera como problema de seguridad y el
papel pasivo de las personas migrantes que son activas solamente en senti-
do negativo, cuando se representa su agresividad. Se trata de una represen-
tación que tiene importantes consecuencias en la configuración de nuestra
comunidad moral.
Musaró y Parmiggiani (2014), subrayan que entre las entidades que se ocu-
pan de la intervención humanitaria se ha impuesto un discurso humanita-
rista que se caracteriza por las representaciones estereotipadas de personas
en una situación de emergencia, por la compasión y la caridad que refuerzan
la asimetría de poder (Chouliaraki, 2012) y, aún más preocupante, la ins-
trumentalización de la retórica humanitaria para otros fines que no tienen
nada que ver con la solidaridad.
Es una forma de comunicación que ha surgido con las llamadas web 2.0
y web 3.0, su contenido está autogenerado, su emisión autodirigida y su
recepción autoseleccionada por todos aquellos que se comunican (Castells,
2009: 108).
106 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
Según esta definición de discurso del odio, no todo el ciberracismo sería una
expresión del discurso del odio, puesto que el ciberracismo puede reprodu-
cir discursos que excluyen a determinados colectivos sin llegar a incitar o
promover el odio racial. Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que el
discurso del odio engloba los discursos en contra de personas de otro sexo,
otra orientación sexual.
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 107
Como sugieren Gagliardone et al. (2015) las definiciones que tienen mayor
aceptación a nivel internacional se pueden agrupar en dos tendencias prin-
cipales: por un lado, aquellas que definen el discurso del odio en un senti-
do más amplio y expansivo, e incluyen cualquier expresión que promueva
o justifique el odio por motivos racistas, xenófobos, religiosos, de género,
orientación sexual o discapacidad; por el otro, aquellas que lo definen de
una manera más restrictiva y precisa, incluyendo sólo aquellas formas de ex-
presión que, en contextos determinados de inestabilidad, puedan contribuir
a desencadenar episodios violentos contra un grupo de personas por razón
de su pertenencia a uno de los grupos señalados. Para este último tipo de
discurso, Benesch (2012) propone el término “discurso peligroso” (dangerous
speech), para referirse al discurso que tiene una probabilidad razonable de
desencadenar episodios de violencia genocida. El modelo de Benesch inclu-
ye cinco variables para analizar la peligrosidad del discurso de odio: el grado
de influencia del hablante sobre una audiencia; los agravios o temores de la
audiencia que pueden ser cultivados por el hablante; si el acto de habla se
entiende o no como un llamado a la violencia; el contexto social e histórico
(como los episodios previos de violencia); si los medios que distribuyen el
discurso también son influyentes (como cuando un medio de comunicación
tiene el monopolio de la información en esa área).
Por otra parte, el termino ciberracismo ha sido acuñado por Back (2002)
para hacer referencia al fenómeno del racismo en línea, sobre todo en re-
ferencia a los sitios web de supremacía blanca. El ciberracismo engloba un
108 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
Hoy en día existe un amplio consenso empírico que considera que en las re-
des sociales y en los comentarios a las noticias on-line prevalece el discurso
del odio (Cammaerts, 2009; Domingo et al., 2008; Erjavec, Kovačič, 2012;
Erjavec, 2014; Gagliardone et al., 2015; Suau, 2015; Vella y Assimakopoulos,
2018). La difusión del discurso del odio on-line está en el centro de las pre-
ocupaciones de las organizaciones internacionales y de los/as profesiona-
les y activistas que se ocupan de información o de la lucha antirracista. La
UNESCO o la ECRI han destacado, en informes recientes, el crecimiento del
discurso intolerante en Internet y redes sociales, contra diferentes minorías y
la necesidad de encontrar estrategias eficaces para combatirlo (Gagliardone
et al, 2015).
Daniels (2013), en un artículo seminal sobre las nuevas expresiones del ra-
cismo en internet, y Gagliardone et al. (2015), en un amplio estudio sobre
el discurso del odio on-line evidencian algunas características del ciberra-
cismo y, en general del discurso del odio on-line, que aumentan su impacto
negativo, entre las cuales podemos destacar:
Si entendemos el antirracismo como cualquier teoría y/o práctica (ya sea po-
lítica o personal) que busque desafiar, reducir o eliminar las manifestaciones
de racismo en la sociedad (O’Brien, 2009), entonces “no puede entenderse
adecuadamente como lo inverso del racismo” (Bonnett 2000: 2) porque se
puede practicar el antirracismo de una manera que puede ser contraria a
una forma de racismo (por ejemplo tradicional) pero puede reproducir, de
forma irreflexiva e involuntaria, otras formas de racismo (más sutiles).
Paradies, 2010). No se trata, como veremos más adelante, de luchar contra los
prejuicios, las prácticas discriminatorias y la violencia racista, sino de promover
una cultura antirracista, crear espacios de empoderamiento de los sujetos ra-
cializados y transformando las relaciones sociales (Hage, 2016).
Así, por ejemplo, Gibb (2003) lleva a cabo una etnografía del movimiento an-
tirracista en Francia a través de una de sus entidades más emblemáticas: SOS
Racisme. En su reconstrucción histórica y social a lo largo de tres décadas,
muestra cómo SOS Racisme ha institucionalizado su estructura y su discurso,
reproduciendo un modelo de acción victimista, paternalista, que reproduce
las relaciones asimétricas de poder y contribuye a construir una separación
entre las “victimas legítimas” (las que responden al imaginario occidental de
otredad) y las “víctimas ilegítimas” del racismo (las que plantean alternati-
vas autónomas, políticas y critican la raíz estructural del racismo).
21 La fecha conmemora el asesinado de Lucrecia Pérez, de origen dominicano, por un guardia
civil ultraderechista en el barrio madrileño de Arravaca en 1992.
22 https://elpais.com/elpais/2017/11/10/migrados/1510306552_597185.html
118 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
En este marco se critica especialmente a las ONG que, como hemos visto en
el tercer capítulo, juegan un papel clave en la difusión de este modelo.
Hacemos esta afirmación porque no basta con tener una clara y adecuada
conceptualización de un fenómeno para atajarlo con efectividad: es preciso,
además, tomar conciencia de las bases inconscientes o implícitas que sus-
tentan la acción, ya que no siempre son acordes con las bases explícitas de
la misma (Aguilar, 2010). Todas las personas, incluyendo las que se declaran
antirracistas y llevan a cabo proyectos de acción social antirracista, podemos
tener prejuicios, estereotipos o un cierto etnocentrismo en nuestras formas
de ser, pensar y actuar, sin tener conciencia de ello (Aguilar, 2010 y 2011c).
Es preciso identificar y comprender esos marcos de referencia que orientan
nuestra acción, de forma inconsciente e irreflexiva, para estar en condiciones
de realizar actuaciones que aseguren el éxito de la misma.
No hay que olvidar que esta práctica reflexiva es una de las principales
características de las perspectivas críticas del antirracismo, sobre todo en
un contexto “post-racial” donde la opinión publica no considera el racismo
como un problema y donde existe la ilusión que ya se ha alcanzado la igual-
dad (Murij, 2006; Kyriakides, 2008; Lentin, 2016).
23 En los últimos años, en el marco de trabajo del GIEMIC hemos llevado a cabo numerosos tra-
bajos teóricos y empíricos de análisis de los modelos implícitos relacionados con: la intervención
social en general (Aguilar, 2010 y 2013), la acción antirracista (Aguilar y Buraschi, 2012a, 2012b,
2013a, 2013b, 2017a, 2017b, 2017c, 2018a, 2018b; Buraschi y Aguilar, 2017a, 2017b) y la lucha
institucional contra la violencia de género (Castillejo y Buraschi, 2012 y 2015).
120 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
El racismo como disposición, es decir, la idea que el racismo sea una caracte-
rística estrictamente individual propia de personas fanáticas, una patología
24 Estos elementos han sido identificados, durante los últimos quince años, a lo largo de
diversos trabajos (principalmente proyectos de investigación, proyectos de intervención social
y una tesis doctoral) que hemos realizado conjuntamente los autores de este libro.
25 Se incluyen en las siguientes páginas los análisis de quince manuales de diseño de cam-
pañas de sensibilización antidiscriminación e intercultural publicados por administraciones
locales, nacionales y europeas y ONG especializadas en la intervención en este sector (Her-
nández, 2003; Cruz Roja, 2006; Human European Consultancy, 2006; CEPAIM y Cruz Roja, 2007;
Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia, 2010; Niessen y Huddleston, 2010; De Torres
y Pinyol, 2011; Marugán, Iturzaeta, García, García y Candura, 2011; Bojarski, Chopin, Cohen, Do,
Farkas y Lordache, 2012; Fernández, Franco, González y Rubio, 2012; Abiétar Bada Gallego
Lores, 2013; Fundación Secretariado Gitano, 2013; Gaya, 2013; Marugán, Iturzaeta, García y
García, 2013) que hemos publicado en Buraschi y Aguilar (2015).
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 121
Finalmente hay otro aspecto del reduccionismo causal, que ha sido denun-
ciado sobre todo desde el “feminismo negro” (Hooks, 1989; Jabardo, 2012), y
que podríamos caracterizar como unidimensionalidad: el hecho de considerar
122 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
Interculturalismo funcional
27 Para un análisis crítico más detallado de los diferentes modelos sociales de gestión de la
diversidad, véase Aguilar y Buraschi, 2018a.
126 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
Más allá de las buenas intenciones, este tipo de gestión tiene dos carac-
terísticas que pueden obstaculizar la convivencia intercultural inclusiva.
La primera es la folclorización de las diferencias, ya que se trata de un cul-
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 127
Contraargumentarios
Ahora bien, en línea con cuanto plantean las teorías sobre eficacia del discur-
so político (Lakoff, 2006) y de los movimientos sociales (Jasper, 1997), así como
de la experiencia práctica directa que hemos desarrollado en los últimos años,
acompañando diferentes estrategias de comunicación antirracistas, tenemos
que subrayar los riesgos de las estrategias contraargumentales. Como subra-
yan Katwala, Ballinger y Rhodes (2014) los contraargumentos pueden polari-
zar las posturas y tener un efecto contraproducente. Estos autores, analizando
la eficacia de las estrategias comunicativas antirracistas en el Reino Unido,
subrayan que la inmigración es uno de los temas que, desde un punto de vista
informativo, menos confianza genera. Cuando nadie confía en los hechos y las
cifras disponibles, un enfoque que se basa en los hechos es poco probable que
resulte convincente. Los ejercicios para “desmontar rumores” son populares
entre las personas ya sensibilizadas, pero sirven, según estos investigadores,
solamente para reafirmar el sentimiento de “estar en el lado correcto” de las
personas ya sensibilizadas con el tema. El problema de tratar de “simplemente
presentar a la gente los hechos” es que es un ejemplo de manual de cómo no
desarrollar el diálogo. Con los contraargumentos se trata a las personas de
“ignorantes”, se les plantean argumentos que suelen ser generales y abstrac-
tos y que no tienen que ver con la experiencia directa de las personas, suelen
reproducir una relación asimétrica donde una persona tiene razón y la otra es
racista, o es ignorante o, en el mejor de los casos, es ingenua y se ha dejado
influenciar por el discurso del odio. En ningún caso se legitiman las necesida-
des que pueden estar en la base de las actitudes negativas de la persona que
se quiere convencer, en ningún caso se admite como válida su experiencia y su
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 129
visión de los hechos. Esta lógica discursiva, según Katwala, Ballinger y Rhodes,
(2014), genera rechazo, las personas se cierran e interpretan el ataque a sus
posiciones como un ataque a su identidad. El resultado final es la polarización
y, muy probablemente, que cada persona busque los espacios, foros presencia-
les u on-line, donde puede encontrar confirmación a sus posiciones.
nas discriminadas puesto que nos permite comprender en qué medida actos
que no son intencionalmente racistas tienen importantes consecuencias ne-
gativas. Utilizar la narrativa propia para iluminar y explorar las experiencias
de opresión racial permite reencuadrar la realidad, saliendo del marco domi-
nante y disputando la lógica racista que, a veces, está presente en la misma
acción antirracista. La narración/contra-narración de cuentos, por ejemplo, es
una de las posibles y diversas formas de “nombrar la propia realidad”.
28 Las ONG suelen utilizar la comunicación prioritariamente para la promoción de su “marca”
y de sus acciones, para captar voluntarios/as, socios/as o patrocinadores/as, para aportar infor-
mación sobre su trabajo o difundir sus proyectos (Erro Sala, 2000).
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 131
29 En particular nos inspiramos en la línea de trabajo social antiopresivo propuesta por Do-
minelli (1998), la perspectiva radical (Lavalette, 2011), antidiscriminatoria (Okitikpi y Aumer,
2009), antirracista (Bhatti-Sinclair, 2011) y crítica (Fook, 2016) cuyo núcleo es el pensamiento
crítico, la participación y el empoderamiento de las poblaciones racializadas en los procesos de
intervención, además de la erradicación de la opresión en las relaciones entre los trabajadores
y trabajadoras sociales con las personas beneficiarias de los procesos de intervención social.
Nosotros, de acuerdo con Clifford (1995), usamos el término “antiopresivo” para indicar una
perspectiva que "reconoce las divisiones sociales (especialmente “raza”, clase, género, discapa-
cidad, orientación sexual y edad) como elementos de una amplia estructura social y, al mismo
tiempo, cuestiones personales y de organización. Examina el uso y abuso de poder no solo en
relación con el comportamiento individual u organizacional, que puede ser abierta, encubierta
o indirectamente, racista, clasista, sexista, etc., sino también en relación con estructuras socia-
les más amplias, por ejemplo, la salud, sistemas educativos, políticos y económicos, mediáticos
y culturales y su prestación habitual de servicios y recompensas para grupos poderosos a nivel
local, nacional e internacional. Estos factores inciden en las historias de vida de las personas
de maneras únicas que deben entenderse en su complejidad sociohistórica” (Clifford, 1995: 65).
132 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
“¿Quién decide quién está dentro y quién está fuera? […] ¿Se puede ser
algo más que un “no-blanco” cargado de razón? ¿Se es sólo “blanco” o “ne-
gro” como la izquierda clásica quería que sólo hubiera burgueses o prole-
tarios o cierto feminismo pretende que sólo hay hombres o mujeres? ¿O
hay algún punto desde el que podamos mejorar objetivamente el mundo
sin “reparto” de la injusticia ontologizada?” (sn).
Alba Rico nos recuerda que no podemos asumir que existen dos categorías
dicotómicas antagónicas (blancos/as opresores/as y no blancos oprimidos/
as), claramente definidas y monolíticas. Estas categorías son situadas, com-
plejas, heterogéneas y a menudo una persona miembro de un grupo discri-
minado tiene privilegios respecto a otras personas de su grupo.
género, clase, orientación sexual, religión); que hay que prestar atención a to-
das estas categorías sabiendo que las relaciones entre categorías son varia-
bles y son siempre “situadas” en un determinado contexto histórico y social;
además, que cada categoría es diversa internamente y es fruto de un proceso
continuo de construcción y reconstrucción en el cuál intervienen factores
individuales, interpersonales, intergrupales, culturales e institucionales.
“estas luchas, por otro lado, deberían ser tenidas en cuenta por la modali-
dad con la cual se determinan a lo largo de todo el arco de la experiencia
136 • Daniel Buraschi y María José Aguilar Idáñez
30 Para profundizar en el papel de los/as aliados/as, es de gran utilidad leer el “Decálogo para
la buena aliada antirracista” de Desirée Bela-Lobedde, publicado en el diario Público el 8 de
enero de 2019. Ver también Tevanian (2008), Michael y Conger (2009) y Kivel (2017).
RAC I S M O Y A N T I R RAC I S M O: Comprender para transformar • 137
Ahora bien, como nos recuerda Paulo Freire, la reflexión sin acción es puro
verbalismo estéril, y aunque no haya “nada más práctico que una buena teo-
ría”, para lograr la necesaria transformación social es preciso comprometerse
en el terreno de la acción.
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