Alfredo Zitarrosa, La Poesía Que No Fue - Carolina Á.
Alfredo Zitarrosa, La Poesía Que No Fue - Carolina Á.
Alfredo Zitarrosa, La Poesía Que No Fue - Carolina Á.
Carolina Álvarez
Propuesta:
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Alfredo Zitarrosa, la poesía que no fue.
Resumen
El siguiente trabajo presenta un análisis contextualizado de los textos escritos por
Alfredo Zitarrosa en el disco “Sobre pájaros y almas” grabado en Montevideo en el
estudio de “La Batuta”, en octubre de 1988, en colaboración con Héctor Numa Moraes
y con la participación de Washington Benavides.
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Reportaje en Bs.As. en abril de 1976.
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escritor, como le dijo a su amigo Enrique Estrázulas. La cuestión fue que eso no le daba
para vivir, y ahí es que, casi de casualidad, empieza un camino de creación donde
combina a la perfección música y poesía, pues el oficio de cantor le va de la mano con
escribir letras, que por sí solas no hubieran tenido la popularidad que tuvieron sus
canciones y que le permitieron el diario vivir.
El año 1964 marca el inicio de su carrera como cantor profesional, casualmente
estando en el Perú. El Espectador lo había despedido y con el dinero del despido se fue
a Lima, allí buscó trabajo y se vio en el aprieto necesario del dinero, fue entonces que su
amigo César Durand, agente de publicidad, lo incluyó en un programa de televisión para
que cantara. Dos canciones después y con cincuenta dólares en el bolsillo, la semilla
estaba plantada.
De pasada por Uruguay en 1965 cantó en el SODRE y esto le sirvió para que
luego le invitaran a participar del Festival de Cosquín en Argentina en 1966. En 1965
también edita El canto de Zitarrosa en los que se incluyen "Milonga para una niña",
"Mire amigo" y "Recordándote". El disco resulta un éxito popular y según se registra, se
ubicó en los primeros lugares del ranking musical internacional, compitiendo puestos
con la banda inglesa The Beatles. Ya desde este disco Zitarrosa se consolida como
cantor popular, como él mismo se define. Algunos artistas explican el éxito de la obra
de Alfredo, como Carlos Benavides, quien dijo en su momento “Alfredo nos mostró que
era posible otro tipo de canción que no fuese una postal de una imagen de Blanes. Y que
no precisaba disfrazarse de gaucho para cantar determinada música". (Marra; Arregui,
2016). Yendo aún más allá, un amigo de Alfredo, como Yamandú Palacios dirá de la
milonga que le sale por “decantación de su esencia” y esta expresividad es la que llevará
a Guillermo Pellegrino – autor de Cantares del alma: una biografía definitiva de
Alfredo Zitarrosa (1988) y Alfredo Zitarrosa, la biografía (2013) - a decir del cantor
que “le dolía la felicidad”. El propio Alfredo en el ya referido reportaje de 1976 dice:
“yo sufro mucho por la vida (…) me la tomo en serio
la cosa, me siento muy responsable de estar vivo, de
lo que va a pasar en el futuro. Creo que de algún
modo mi existencia tiene un sentido con referencia
estricta a los demás, al resto de la gente (…)”
(Transcripción y recortes míos).
La sensibilidad herida de Alfredo Zitarrosa nos habla del dolor compartido por todos los
vulnerados, los niños, los marginales, los pobres, el trabajador abusado, la mujer;
personas por las cuales Zitarrosa cantó y en su cantar quiso rescatar del olvido y la pena,
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con su corazón puesto camino a la justicia y al amor. Su compromiso social y político lo
ubicó dentro de la canción popular latinoamericana de protesta. Alfredo, políticamente
asociado a la izquierda y adherido al Frente Amplio, se exilió durante los años de
dictadura en Uruguay y regresó en 1984 con su corazón en la maleta, donde lo había
puesto al irse. Durante la dictadura en Uruguay, Chile y Argentina, sus canciones fueron
censuradas por el régimen militar, es por esto que optó por pasar el exilio en Argentina,
luego en España y en México, y una vez levantada la prohibición de sus canciones en
Argentina vuelve allí en 1983, y el 31 de marzo del siguiente año cruza el Río de la
Plata de vuelta al Uruguay, donde es recibido por una multitud clamorosa y
emocionada. Desde el exilio participó en la lucha por la liberación del pueblo uruguayo
y de los pueblos latinoamericanos oprimidos, y por la restauración de la democracia.
Desde reportajes en medios periodísticos hasta conciertos, la actividad en el exilio
siempre miró por la liberación del sur.
Alfredo, artista de profesión y vocación, además de cantor escribió cuentos y
poemas. En 1988 publica su único libro de cuentos: Por si el recuerdo. Algunos de sus
poemas están recogidos en el poemario Sonríe muerte de edición póstuma a cargo de
Editorial Planeta, a partir de un manuscrito que se hallaba archivado desde 1962.
Alfredo Zitarrosa murió el 17 de enero de 1989 en Montevideo.
La canción y su contexto
El disco “Sobre pájaros y almas” fue lanzado en vinilo por el sello Orfeo luego
de la muerte de Alfredo Zitarrosa, el mismo sello que rechazó el álbum mientras el
Flaco estaba vivo. El detalle es significativo, pasado el fervor de mitad de década de los
’80 los cantores populares caminaban lento hacia el olvido. Zitarrosa quiso presentar el
álbum en diciembre del ’88 pero todos los teatros de Montevideo estaban completos. En
una entrevista al semanario Brecha, realizada por Rosalba Oxandabarat (2016), Numa
Moraes recuerda un espectáculo del 12 de diciembre de 1988 en el Parque Central,
donde se presentaron Eduardo Falú, Jaime Torres, Atahualpa Yupanqui, Alfredo
Zitarrosa, Santiago Chalar; acompañados de un desperdigado público de unas
doscientas personas. En palabras de Numa: “Un fracaso completo”, que el artista
adjudica a la pésima promoción del evento. El oficio de cantor, como dijera Alfredo, ya
no era necesario. Esto queda ilustrado, por ejemplo, en el deseo inconcluso de Alfredo
de crear un sello propio de los cantores populares, en el que estarían artistas como Los
Olimareños, Larbanois y Carrero, Darnauchans, Yamandú Palacios, Manuel Capella,
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entre otros. El oficio de cantor se llevaba en el sudor y el trabajo de cada uno de ellos,
Numa recuerda a Alfredo diciendo que él mismo saldría a vender los discos en bicicleta.
Los años ’80 de la música uruguaya, marcados por los años de dictadura y la
recuperación de la democracia en 1985, son quizás los más diversos en expresión,
contrastan los primeros años de la década, marcados por la censura que obligó a los
artistas a buscar una forma de expresión que burlara la misma mediante el uso de
conceptos simbólicos, lenguaje figurado y un decir silencioso; con los últimos,
acercándose al cambio de década y la ruptura cultural que abriría la puerta al auge del
nuevo rock nacional y la experimentación musical. Por estos últimos años se destacan
artistas como Jaime Roos, Fernando Cabrera, Eduardo Mateo, Eduardo Darnauchans;
bandas como Psiglo, La Tabaré Riverock Band, Los Estómagos, OPA, entre otras.
En este contexto nace “Sobre pájaros y alma”, disco que se presenta como un
“testamento lírico”, según escribe Benavides en la contracara del disco. El tono que
atraviesa los textos toma distancia de la canción popular, sin abandonarla, y nos brinda
un arte que aúna poesía y música, y nos muestra al Alfredo Zitarrosa escritor.
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En “Su alma” escuchamos a Alfredo abrir el cuento con una estructura en
epanalepsis: “La soledad son cuatro mundos: el de la mentira, el de la vergüenza, el del
miedo y el de la soledad.”, la soledad se presenta como el tema del cuento, y una
constante de la existencia humana. El texto es un poético relato de un hombre
presentado como un desconocido pero al que, luego de leer el texto, nos queda la
sensación de encontrar y reconocer. La fragmentación del relato, los saltos temporales,
las reticencias, provocan una construcción parcial del personaje, y esto mismo permite
universalizarlo o, al menos, “rioplatenalizarlo”. Un hombre que se asume que es viejo y
cuya edad se desconoce, comunista, respetado, “pobre y rico a la vez”, jugador de truco,
más bien callado y retirado, dolido y ensimismado pensador de madrugadas. La voz
narrativa, que se sirve de elementos poéticos, nos cuenta la profunda historia de este
innominado personaje, valiéndose de una construcción sintáctica que deja blancos en la
narración, y que por lo tanto abre la puerta a lo indefinido, a lo inasible como el alma
misma. Este viejo es un personaje típico del paisaje montevideano, el taciturno
melancólico en la esquina de un bar, el pescador que llora mirando el horizonte, el
borracho que habla de los locos, en fin, un hombre de ciudad portuaria encerrado en su
soledad y sus recuerdos.
La historia comienza en la mañana del hombre, dado a emborracharse para
sumirse en “aquel recuerdo”. El demostrativo funciona como puerta a la analepsis “Era
en la playa, cincuenta años atrás.”, y se presenta un nuevo personaje: Alma. Aquí cabe
apuntar la homonimia de “alma”, que escrita con “a” minúscula es un sustantivo y con
“A” mayúscula cobra la categoría de nombre propio. Señalo que la distinción es posible
en el plano gráfico pero escapa al plano fónico, esto no supone dificultades
interpretativas sino que, al contrario, abre la interpretación, la profundiza, y tiñe de
abstracción el cuento. Es por esto último que el texto camina sobre la frontera del
cuento y la prosa poética. Los elementos narrativos del texto son, quizás, los más
evidentes (la estructura clásica, la acción narrativa, la ubicación del tiempo y el
espacio), pero resultan interesantes aquellos de tono poético: la reticencia, la
interrogación retórica (“¿Dónde vivían sus almas? ¿Dónde estaba su alma?”), las
expresiones metafóricas (“acariciar su poca alma”; “llenarse de ojos y aquel recuerdo”;
“anduvo por caminos en los que nunca pudo confirmar aquel amor”, etc.), la paradoja
(“es pobre y rico”; “lo encontramos, despierto, mirando al cielo azul, muerto boca
arriba”); la hipérbole (“tiene miles y miles de compañeros almas y más.”), entre otros.
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La estructura de la narración en “Su alma” podría dividirse de la siguiente
manera: 1 – Introducción: presentación del viejo; 2 – Desarrollo: recuerdo del viejo,
infancia como niño amado, presentación del conflicto que lo lleva a la soledad; 3 –
Desenlace: presente del viejo, muerte del viejo. Dicha estructura está intercalada con los
elementos poéticos mencionados anteriormente, y fijan las ideas principales en una
dialéctica entre relato y poesía. Tomando “Su alma” en relación a “Milonga del alma I”
podemos decir que en el caso de la primera es el retrato de una vejez y en la segunda el
de una niñez. Esta conclusión no es descabellada si se tiene en cuenta que, según dice
Numa Moraes en la entrevista a Brecha, Alfredo Zitarrosa tenía en mente –por el
entonces de la grabación del disco- un cuento sobre un cantor viejo y un cantor joven,
además del expreso interés de Zitarrosa por los niños, los viejos, y en general lo que hoy
denominamos poblaciones vulneradas, y que Alfredo diría “los humildes”. Asimismo, el
texto de “Milonga del alma I” canta sobre los niños que “sin amor / cantan como los
horneros / poca canción”, donde se compara al niño con un pájaro, pero este pájaro no
es cantor sino que es constructor, ave de vida obrera. Es significativo el final del texto:
“dicen que murió gigante / su corazón.”, la interpretación de estos dos versos se auxilia
en el contexto total del poema, donde se expresa la idea de una infancia por fuera de lo
ordinario, llena de contradicciones (“en sus años de gigante / nunca creció”), falta de
amor, y con presencia de la confusión. Es así que el cierre del texto, que coincide con la
muerte del niño, utiliza tal expresión como imagen del enorme sentir del pequeño.
“Milonga del alma II” comienza con el recitado de un fragmento de “Su alma”,
aquel en que se muestra al viejo comunista hablando solo, la única vez que accedemos
al estilo directo en tal relato. Los textos se hacen guiños, en el cuento el viejo dice “yo
que era un niño y no sabía dónde estaba tu alma verdadera ¿cómo puedo seguir
amándote hoy?”, el uso del adjetivo se relaciona aquí con la honestidad y la inocencia,
así como en “Milonga del alma I” donde aparece “Cuando un niño verdadero / se hace
morir / vuelve un martes o un febrero / para vivir”. Alfredo Zitarrosa velaba por la
inocencia de los niños, la cuidaba como a un valor, pero con la certeza de que con el
tiempo vivido vendría la experiencia de la mentira, la vergüenza, el miedo, y la soledad.
La herida y el sufrir es una constante en la obra de Zitarrosa, pero la herida es valor si
por el canto se convierte en “un rugido al borde del abismo”, un “combate permanente”
en el que “el que combatió como las rosas, / llena el aire de flores consecuentes.” La
canción es flor en Zitarrosa, así lo señala Mónica Salinas (2006), y la poesía es la rosa,
símbolo de la perfección en la tradición artística. Los fragmentos citados
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inmediatamente antes pertenecen a “Milonga del alma II” texto en el que también se da
la homonimia de “alma” como en “Su alma” y además se pone en juego el símbolo del
alma como centro y fuente de la justicia, el bien, el amor, la libertad; en la expresión
“aquél que busca un Alma / como persona o como flor ardiente, / valgan su muerte y
valgan sus palomas”. “Alma” es aquí portadora de varias equivalentes, Alma es la
persona en la que el cantor pone su esperanza y amor, Alma es la canción viva que
lucha por la justicia, Alma es la vida dedicada a la lucha por la hermandad sin importar
morir en el camino, pues Alma es sus palomas, es decir, sus canciones libertadas.
Ese es el espíritu de la canción popular, que cantores como Atahualpa Yupanqui
y luego Facundo Cabral toman de los versos de Manuel Machado en el poema “La
copla”2. Para Alfredo Zitarrosa el oficio de cantor es un trabajo social pues este
transmite “lo verdadero”, público y cantor realizan el ritual de entrada a un mundo, que
a través de la sensibilidad, accede a “lo dicho” o, respecto a este oficio sería mejor
decir «el cantor es nada menos –o nada más- que un oficiante puntual, el “médium”
indispensable de este ritual.» (Zitarrosa citado por Salinas, 2006, 75).
Finalmente, “Milonga del alma II” condensa algunas de las ideas y de los
valores humanos que atraviesan la obra completa de Alfredo Zitarrosa. En este texto se
conjugan canto y dolor, canto y vida, y, canto y alma. El valor está en el cantor que ha
sufrido por todas las personas y por sí mismo y que en su cantar entrega la vida en
canción libre para que el pueblo la cante y en ella toque el horizonte de la concordia.
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Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.
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La poesía de Alfredo es sufrida como lo fue su vivir y el del mundo y tiempo
que le tocó habitar, pero se halla en las antípodas del pesimismo, nace de la matriz de la
esperanza, el anhelo de hermandad comunal, la búsqueda de la justicia y la libertad, y
combate el miedo con las manos cargadas de belleza y arte.
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Bibliografía
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