La Neurociencia
La Neurociencia
La Neurociencia
El estudio del cerebro es unos de los más importantes que enfrenta la ciencia de
nuestros días. Gracias a diversas tecnologías como los escáneres que permiten
saber cómo es y cómo funciona nuestro cerebro, al Proyecto del Genoma
Humano, a la aplicación de la genética en la conducta, se han podido descubrir
cosas increíbles de ese pequeño órgano de menos de un kilo y medio que
tenemos en la cabeza
En palabras de Philip J. Corr, "el Proyecto del Genoma Humano ha abierto una
nueva perspectiva totalmente nueva acerca del papel de la genética en la
psicología". Y no sólo de la psicología sino de todas las ciencias que interactúan y
trabajan con el cerebro, porque tal y como lo mencionó alguna vez el profesor de
ciencias biológicas y neurología en la Universidad de Stanford Robert Sapolsky,
no podemos hablar de conducta (y agrego, de cerebro) sin tener en cuenta a la
biología
A raíz de la llamada "década del cerebro" (aunque tal vez lo más apropiado va a
ser llamarle "la veintena o el siglo del cerebro"), la Neurociencia Cognitiva y las
neurociencias en general han visto florecer sus ramas de investigación,
extendiéndose así a campos como el derecho, la economía, la psicología, la
gastronomía, etcétera. La rica variedad de aplicaciones de las neurociencias son
un síntoma de la presencia de estas investigaciones en todos los ámbitos de
nuestras vidas.
Nuestro cerebro pesa un kilo doscientos gramos y está compuesto por dos
tipos de células: las neuronas y el glía. Todas las personas albergan cientos de
miles de millones de estos cuerpos microscópicos. Y, tal y como dice Eagleman,
“cada una de estas células es tan complicada como una ciudad. Y cada una de
ellas contiene todo el genoma humano y hace circular miles de millones de
moléculas en intrincadas economías".
Desde la consolidación de las neurociencias, los psicólogos han emprendido el
reto de elaborar una psicología con base en datos biológicos concretos y aislables
Conclusiones y contextualización
Las neurociencias han tenido un largo recorrido a través de la historia de la
comprensión del cerebro. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad
hemos sido incapaces de entender cómo es que funciona el cerebro y la mente,
Los antiguos egipcios consideraban al cerebro un órgano inútil, Aristóteles creía
que el alma habitaba en el corazón y otros, como Descartes creían que el alma
entraba en el cuerpo a través de la pequeñísima glándula pineal. Después de la
"década del cerebro" todo cambió y empezamos por fin, gracias a las nuevas
tecnologías y descubrimientos, a conocer el cerebro realmente. Lo que no
aprendimos en toda la historia de la humanidad, después de la década de los
noventa, empezamos a descubrir y a aprender, pero apenas lo estamos
comprendiendo y asimilando.
Sin embargo, todavía existen muchas personas, en el ámbito académico, cultura y
personas comunes, que se niegan a reconocer su naturaleza y a aceptar las
nuevas formas de comprendernos, de comprender nuestro cerebro, nuestra
máquina. La negación y resistencia de muchas personas a las neurociencias se
encuentra en la creencia de que la biología nos viene a despojar de nuestra
condición humana, acabaría con nuestra parte moral y nos reduciría a no más que
animales guiados por nuestros impulsos y en ese caso se podrían justificar cosas
como la violación, el incesto o el asesinato.
Pero contrario a esas creencias se encuentran las que dicen científicos tan
reconocidos como Steven Pinker o David Eagleman que proponen que al
mostrarle al ser humano sin miedo lo que es, se podrán hacer verdaderos
programas de recuperación, predecir y controlar conductas que podrían perjudicar
a la sociedad y a ellos mismos. La negativa a reconocer lo que sucede en nuestra
máquina no ayudará a dar respuestas acerca de lo que ocurre en ella, y eso
puede tener un coste social.
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