Conexiones Mafiosas
Conexiones Mafiosas
Conexiones Mafiosas
Manuel Salazar abre, en este libro, una ancha ventana sobre la realidad
delictual de nuestros días. Desde su atalaya, muy elevada por el inmenso cúmulo
de información reunido, podemos comprobar el carácter histórico del delito y
la aguda capacidad de adaptación de sus autores. Para quienes “seguimos” el
fenómeno criminal desde cerca y por largo tiempo, ese carácter histórico,
cultural, no es sorprendente. Lo sorprendente es percibir cuantas personas, y
autoridades llamadas en causa, lo ignoran.
El trabajo objetivo y acucioso del autor de este libro puede hacer posible
-sobre todo para quienes tienen poder y voluntad decisivos- la consideración
del delito como un fenómeno social, que responde a los tiempos; su
entendimiento como un aprendizaje en el contexto social. La criminología
crítica –pese a la rigidez de la dogmática penal e la inercia judicial- ha
perfilado la llamada cuestión criminal, o el problema criminal, en su
integralidad, aportando la identificación de nuevos bienes jurídicos y, sobre
todo, de nuevos sujetos activos de delitos propios de lo contemporáneo,
enriqueciendo al Derecho. Prescindir de sensibilidad jurídica al cambio del
mundo en que vivimos es una de las tentaciones a que aludía Rivacoba,
observando la ausencia de una verdadera política criminal en nuestro país, en el
que se legisla al son de las noticias, dando el mando a los eventos por sobre la
previsión y en el que es extremadamente difícil probar y hacer condenar a los
protagonistas del crimen organizado.
Por lo dicho, creo razonable llamar crímenes trascendentes a los delitos de los
tráficos organizados, materia del libro de Salazar –drogas, armas, personas,
órganos humanos entre otros-, y a los delitos que perpetran las empresas que
operan con productos y servicios lícitos de manera ilícita. Es el caso de las
corporaciones -que prácticamente monopolizan este tipo de actividad
económica de envergadura- que dolosamente dañan el medio ambiente, la salud
pública, los derechos a la salud y previsionales o al adecuado transporte
público, sólo por mencionar algunas áreas sensible. Tales lesiones, sin duda,
impactan a nuestro desarrollo colectivo en modo prolongado en el tiempo,
afectando nuestro futuro como país y, tal vez lo peor en las democracias,
merman la confianza pública en las instituciones.
Nos toca así, actualmente, en modo obligado, dirigir la mirada hacia estos
nuevos sujetos peligrosos, lo que no es fácil. No sólo los crímenes organizados
son más difícilmente visualizables, por la fragmentación de sus etapas y la
multiplicidad de sus agentes intervinientes, sino porque incluso se discute la
capacidad para perpetrar delitos de las personas jurídicas, ignorando que
varias se constituyen con el sólo propósito de delinquir triangulando
operaciones, como modernos palos blancos, y que operan en todos los ámbitos
con una propia impronta, con criterios particulares y con voluntad propia. Son
sujetos de derecho válidos para todo, menos para enfrentar responsabilidades
penales como autores, cómplices o encubridores, aunque sí pueden ser víctimas
de delito. Este curioso “fuero” tiene raíces históricas y, en parte no menor, se
apoya en el falso credo que la pena se identifica del todo con la cárcel. En
realidad, penas aplicables a las personas jurídicas no faltan, como lo
demuestran otros países que las suspenden, disuelven, limitan, expatrian, entre
varias otras medidas de naturaleza penal y que apuntan al ente colectivo y no
sólo a sus miembros humanos, siempre reemplazables y utilizables como
fusibles.
De lo anterior deriva que nuevos delitos, en correspondencia con los nuevos
actores criminales, desplacen en impacto social a los tradicionales delitos de
estafa (en un sentido amplio) y a los de corrupción individual funcionaria, dando
paso a operaciones criminales mayores que suelen ligar la corrupción pública a
la privada, el poder económico con el político y el crimen organizado con
cualquiera de los anteriores según sus necesidades de tiempo y lugar. ¡Qué
amable escenario para el crimen organizado, siempre atento al devenir social y
las brechas que socialmente se van abriendo!
Otros temas que se conectan con lo dicho y con el desarrollo de las tecnologías
y comunicaciones en el mundo sin fronteras y de mercados abiertos a que
estamos haciendo referencia, son los correspondientes a los paraísos fiscales
y, especialmente, el más emergente relativo a los paraísos penales: tierras más
allá de la jurisdicción llamada en causa, a las cuales se accede traspasando
virtualmente, con sociedades y transferencias electrónicas, la frontera del
país cuyo ordenamiento se infringió, siempre que se posean los recursos y
asesorías necesarios para ello. La criminalidad moderna, por sus recursos y por
las características de los sujetos que involucra, cuenta con relaciones
transnacionales y con los conocimientos y asesorías necesarias para lograr
utilizar los vacíos del derecho público y toda posibilidad de desregulación para
soslayar las normativas internas, internacionales o extranjeras, colocando,
como decíamos, su escenario de acción no sólo en su país sede sino en el resto
del mundo disponible.
El asunto se torna del todo factible si se consideran las posibilidades invisibles
que otorgan los opacos y anónimos desplazamientos bancario-electrónicos y las
desviaciones legal-societarias. Con esos instrumentos y los debidos recursos se
alcanzan los mejores “paraísos” del momento, aquellos que la conveniencia o la
necesidad de los Estados, postores ávidos de capitales, han creado. De hecho,
la opacidad del actuar ilícito de los nuevos sujetos peligrosos, su mejor
camuflaje, es alcanzado en el nivel transnacional y financieramente avanzado,
aprovechando anomias, tecnología electrónica, mercados abiertos y la inversión
de la relación mercado-Estado. Esta última es bastante dramática: el Estado
“busca” capitales ofreciendo a las empresas ventajas no siempre convenientes
al bien común o a los plazos más largos de la historia humana, plazos que no se
nutren de criterios circunstanciales, portadores de pan para hoy y hambre
para mañana.
Cada vez son más numerosos en el mundo los casos de empresas lícitas que
utilizan procedimientos ilícitos para optimizar sus ganancias o disfrazar sus
pérdidas, como adulteración de balances, administración desleal de patrimonios
ajenos, infracción de los deberes de garante y, en general, abuso del derecho
y fraude a la ley, especialmente mediante la utilización bajo apariencia lícita de
los instrumentos legales, económicos y financieros. Basta recordar el caso
Enron. Es así como, por necesidad, se instala en la cultura de negocios y
administración de los Estados modernos un concepto avanzado de investigación
económica dirigido a la investigación patrimonial y a los nexos societarios.
Sin embargo, pese a la actualidad y gravedad del asunto, pese al efectivo
“cambio de la cuestión criminal”, como destaca Ferrajoli, la sensibilidad y
reacción sociales frente a la globalización del crimen y a los nexos de éste con
los distintos poderes no están a la altura de la magnitud del problema. Esa
insuficiente percepción de la cuestión criminal relevante no ha determinado, en
muchos países, entre los que nos contamos, cambios sustantivos en las
políticas públicas afectando seriamente las posibilidades de tutela y de
garantía del interés social, en beneficio de unos pocos. Por lo demás, de
políticas públicas para el fenómeno criminal no se puede siquiera hablar, pues la
reacción al delito en países como el nuestro no pasa de ser un inconexo y
emocional aumento de penas o una reactiva y desarticulada creación de tipos
penales, que no incluye, en sus fundamentos, un análisis acabado del fenómeno
ilícito específico ni integral que se busca enfrentar.
Uno de los más famosos y respetados, “il capi di tutti capis” Joe Bonnano, fue
inmortalizado por Francis Ford Coppola y Mario Puzo en la trilogía fílmica de
“El Padrino”, (aunque algunos observadores de la mafia sostienen que el
personaje corresponde a Carlos Gambino), donde Marlon Brando imitó casi a la
perfección su voz ronca y su gusto por los gatos, los anillos de diamantes y los
cigarros cubanos.
Un nuevo negocio
Lucky Luciano.
En pocos años consiguieron eludir los controles fronterizos y establecer
numerosas rutas que actuaron como un gran puente triangular entre los
proveedores de drogas de Bolivia, Colombia y México, y los ancestros
familiares en Italia, de donde traían la heroína proveniente de Oriente y
llevaban cocaína para distribuir en Europa.
Toto Riina.
En Italia, mientras, ocurrió algo similar. Desde los años 70 hasta comienzos de
los 90, la mafia siciliana impuso el terror con el gatillo y el bombazo. Dirigida
por Totó Riina, no dudó en asesinar al general Alberto Dalla Chiesa y a los
jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, en 1992, quienes habían encarcelado
a cerca de 500 “capi” y empezado a quebrar las reglas del silencio mafioso.
Tomasso Buseta fue uno de los “pájaros cantores” que sufrió el rigor de la
venganza: su esposa, sus dos hijos, y otros 33 familiares fueron asesinados sin
contemplaciones.
Los mafiosos comprendieron que debían cambiar sus estrategias, pero sus
redes invisibles se multiplicaron e incluso robustecieron. La detención de Toto
Riina, en enero de 1993, dejó a la cabeza de la Cosa Nostra siciliana a Bernardo
Provenzano, un hombre de rostro desconocido que vivía oculto desde 1963 y
que optó porque los nuevos negocios mafiosos pasaran lo más inadvertidos
posibles. Ello hasta que también fue finalmente arrestado, en abril del año
2006, conociéndose incluso parte de los vínculos que algunos de sus
lugartenientes habían establecido en Chile.
Bernardo Provenzano.
Conexiones latinas
Diversos analistas del crimen transnacional han afirmado que la instalación en
Paraguay en los años 60 de una conexión latina de la mafia marsellesa, dirigida
por el francés Auguste Joseph Ricord y la llegada de una corriente migratoria
de chinos a comienzos de los años 80, son dos de las razones por las cuales
este país se transformó en un centro de negocios ilícitos de grupos mafiosos
que operan en el cono sur latinoamericano.
Ricord se formó junto a las bandas delictivas que nacieron durante la Segunda
Guerra Mundial y supo sacar provecho del reacomodo a que se vio obligado el
crimen organizado occidental luego de la caída del dictador cubano Fulgencio
Batista y de la erradicación del narcotráfico en La Habana. El francés se
asentó en 1947 en Buenos Aires y se dedicó a la trata de blancas para los más
elegantes prostíbulos de la región. Amparado por jefes policiales, protegido
por nazis y fascistas prófugos, el marsellés abrió un restaurante en las
cercanías del estadio de River Plate, que le sirvió como pantalla para sus
oscuros negocios y más tarde, en 1968, se instaló en Asunción, logrando
exportar a Norteamérica más de cinco toneladas de heroína antes de ser
deportado en 1972 a Estados Unidos.
La Casa Blanca ordenó reprimir las nuevas redes de distribución y en uno de las
operaciones se detuvo en Río de Janeiro a Tomaso Buscetta, el ya mencionado
miembro de la mafia italiana que por esos años manejaba la conexión brasileña
de la Cosa Nostra siciliana. Buscetta también había instalado una amplia red de
contactos en Argentina a partir de 1949, la que se mantuvo operando hasta
bien avanzada la década de 1960, y a la que posiblemente se sumaron varios
chilenos.
Crímenes en Palermo
Nicodemus Olate Romero, alias “El Nico”, Mario Sepúlveda –cuyo verdadero
nombre era Víctor Armando Dragón Ramírez– y Luis Ampuero Otey, formaban
parte de una nueva red chilena tejida por el primero de los mencionados desde
fines de los años 60’ para traficar cocaína hacia distintas ciudades de Estados
Unidos, donde la comercializaban otros miembros de la organización
sudamericana.
Filiberto Olmedo
Al promediar 1969, Filiberto Olmedo estaba instalado muy cerca del balneario
de Algarrobo, en un laboratorio oculto en una casa ubicada en el camino al
pueblo de San Pedro, donde podía producir cientos de kilos de cocaína al mes.
La droga se la entregaba a Marín Flores y a los Berríos, quienes a su vez la
distribuían entre los demás integrantes de la denominada “Hermandad de
Santiago”, grupo de traficantes que controlaba la distribución local e
internacional, y que dirigía el uruguayo Adolfo Sobosky Tobías, a quien se le
atribuye haber sido representante en Chile de Joe Colombo, el jefe por esos
años de la Cosa Nostra estadounidense, quien dirigía a las cinco principales
familias de la mafia en Nueva York desde sus oficinas ubicadas en Brooklyn.
Eduardo Fritis.
Operación conjunta
Los que no aprendían, ufanos de sus blancas camisas de nylon traídas de Miami
al puerto libre de Arica, morían quemados cuando el roce de éstas provocaba
chispas que hacían explotar los gases de los laboratorios clandestinos
instalados en Quillota, La Calera, Quinteros y otras ciudades interiores de
Valparaíso.
Matus, quien debió asilarse en Estados Unidos luego de ser prohibido su libro
en Chile, entregó detalles sorprendentes acerca de cómo algunos traficantes
protegidos por jueces de la Corte de Apelaciones de Iquique trasladaban desde
Santiago grandes partidas de productos de primera necesidad obtenidos en el
mercado negro para intercambiarlos por pasta base de coca en Bolivia.
Pocos días después del golpe militar de septiembre de 1973, varios de esos
jueces, coludidos con militares de alto rango, ordenaron bajo la excusa de
juicios sumarios de guerra el asesinato de varios funcionarios de Aduanas y de
un abogado procurador del Consejo de Defensa del Estado de Iquique, quienes
habían recavado amplios antecedentes que comprometían a varios magistrados
y empresarios locales en las redes de la cocaína.
"Carlos La Pescada"
Trece años después, en mayo de 1987, fue arrestado en su elegante
departamento de Vía Tartini, en Milán. La policía italiana lo vinculó a la mafia
siciliana y lo acusó de distribuir drogas en diversos países de Europa.
En 1980, siete años después de haber sido expulsado a EE.UU, volvió a ser
detenido en Chile el traficante Francisco Jesús Ginart. Se le incautaron más
de 45 kilos de cocaína. La policía desarticuló a tres grupos de narcotraficantes
que lo secundaban. Poco después se desmontaron cuatro laboratorios para
refinar pasta base de coca en Valparaíso y se arrestó a Sergio Ramírez y
Filiberto Olmedo, dos antiguos y muy conocidos “cocineros” de la droga, socios
también de Mario Silva Leiva.
Vínculos en Chile
Los policías sabían que los viejos capos criollos de la cocaína, expulsados de
Chile en diciembre de 1973, estaban regresando luego de establecer sólidos
contactos con las organizaciones de narcotraficantes de América y Europa. El
retorno de los jefes ocurría en los momentos en que los carteles colombianos
de Cali y Medellín sostenían una guerra implacable por el control del mercado
de drogas de Nueva York. Los colombianos también negociaban con las mafias
europeas las condiciones para enviar cocaína a las costas de Portugal y de
Galicia, en España.
Los Ciulla Salutte viajaron a Chile alentados por Elena Guerrero Espinal luego
de ser asesinado en Palermo el hijo mayor de la familia cuando abandonaba una
cárcel. A fines del 87 llegaron al aeropuerto de Pudahuel Pietro Ciulla y
Viscenza Salutte con sus hijos Giuseppe, Cesare y Salvatore. Este último
estaba casado con otra chilena, una hija de Oscar Guzmán Peña, prontuariado
como traficante de drogas.
En junio de 1992 la policía civil chilena recibió desde Italia una petición para
que fuesen detenidos Cesare y Salvatore Ciulla, acusados de haber introducido
600 kilos de morfina base y de heroína a ese país europeo. Los hermanos ya
habían desaparecido.
Los detectives sabían que desde mediados de los años 80’ habían sido
detenidos en el exterior más de 200 correos o burreros chilenos. Y sabían
también que los financistas y mandantes de los arrestados, en muchos casos,
eran casi los mismos expulsados en 1973.
Por esos mismos días, la Tercera Sala de la Corte Suprema tramitaba una
petición de la justicia estadounidense para que fuera extraditado desde Chile
el ex jefe de la Brigada de Asaltos de la policía de Investigaciones, el prefecto
Sergio Oviedo, quien había dirigido las pesquisas para identificar y detener a
los autores del atentado en contra de Pinochet realizado por el Frente
Patriótico Manuel Rodríguez en septiembre de 1986.
Sergio Oviedo, Estados Unidos pidió su extradición.
Oviedo recuperó su libertad en junio de 1992. Cinco años después, entre 1997
y 1998, al culminar la denominada “Operación Ana Frank”, que llevó a la cárcel a
Mario Silva Leiva y desbarató una amplia red de tráfico de drogas y lavado de
dinero montada en América y Europa, quedó en evidencia que el fiscal García
Pica era uno de los principales contactos del “Cabro Carrera” en los tribunales.
El mundo de narcotráfico, en realidad, parecía un pañuelo.
Sospechosos vínculos entre funcionarios del Poder Judicial y los jefes del narcotráfico.
El narcotráfico en la hípica.
El debut de los colombianos en el tráfico de
estupefacientes
Manuel Salazar Salvo (*) 08/01/2021 - 22:13
Dos numerosas familias, los Dávila Armenta y los Dávila Jimeno, estaban
adquiriendo grandes cargamentos de marihuana y arrendando barcos para
enviar la yerba prensada hacia las costas de Norteamérica a través del Caribe.
Más al norte, los guajiros, un pueblo violento y afecto al contrabando
fronterizo con Venezuela, incursionaba también en nuevas formas de ganarse la
vida, empobrecidos por la recesión económica que azotaba al continente.
La “ventanilla siniestra”
Era tal el entusiasmo por la nueva exportación no tradicional que en 1978 López
Michelsen advirtió que los estadounidenses estaban protestando por la baja en
la calidad de la yerba. El tipo de marihuana más solicitado era la “Red Point” o
“Santa Marta Gold”, que los ambiciosos tratantes habían decidido mezclar con
otras sustancias para hacerla más rentable.
Trampolín en Bahamas
En 1975, Lehder compró gran parte de la isla Cayo Norman, en las Bahamas, a
unos 80 kilómetros al oeste de Nassau, y consiguió el apoyo del primer
ministro, Lynden O. Pindling, a cambio de un generoso pago mensual en dólares.
Las Bahamas son unas 700 islas y más de dos mil islotes, muchos de ellos con
atracaderos protegidos y pistas aéreas casi naturales. Viejos contrabandistas
de ron conocían como sus manos esas comarcas marinas y sabían desde 1920
como ingresar cargas clandestinas a los cayos de Florida. Si uno traza desde el
norte de Colombia una línea recta hacia Florida y sus alrededores, es seguro
que tendrá que pasar por algún sector de aquellas islas, situadas
inmediatamente al noroeste de Cuba.
Era el lugar ideal para los proyectos de estos dos socios, cuya historia fue
contada pormenorizadamente el año 2001 en la película “Blow”, dirigida por
Ted Demme, fallecido poco después víctima de una sobredosis, y con la
actuación de Johnny Depp, Penélope Cruz, Franka Potente y Jordi Mollá.
Escobar cayó preso y en la cárcel, la mejor escuela del delito, supo también del
negocio de las drogas. Al salir del presidio, en 1975, aprendió el oficio con
contrabandistas. Viajó como polizón en un barco con varios paquetitos de
cocaína que logró vender en Miami. Regresó a Colombia con 40 mil dólares. En
1977 ya había ganado su primer millón.
El Cartel de Cali
Casi desde sus orígenes el Cartel de Cali tuvo una estructura muy jerárquica y
coordinada, al estilo de las familias mafiosas italianas, recomendada por
algunos amigos del Cono Sur y más propia a la idiosincrasia de los caleños y del
Valle del Cauca. En sus inicios, Helmer Herrera Buitrago, alias “Pacho Herrera”,
siguiendo el ejemplo de Benjamín Herrera Zuleta, organizó una red de
distribución en Nueva York para los hermanos Rodríguez Orejuela. La
“manteca” salía por Buenaventura y el Chocó, en la costa del Pacífico, al sur de
Panamá, y se almacenaba en bodegas ubicadas en Guatemala, Honduras, El
Salvador y México.
A fines de 1980, Bradley Graham, periodista del diario Washington Post, abrió
una gran polémica al afirmar que los colombianos poseían pistas aéreas en las
Bahamas y privilegios en Panamá, bajo la protección del coronel Manuel Antonio
Noriega desde 1979. En el mismo artículo, aseguró también que miembros del
régimen de Fidel Castro participaban en el negocio.
En marzo de 1982, los jefes del Cartel de Medellín se reunieron con Noriega
para establecer una ruta alternativa a las Bahamas, asediada ya por la DEA, y
nuevas condiciones de resguardo. Los colombianos le hicieron una suculenta
oferta: US$ 10.000 por cada kilo de “nieve” movilizado y un 5% por cada dólar
lavado. Ese mismo año, a sugerencia de algunos integrantes de la mafia ítalo-
norteamericana, Escobar y sus secuaces dieron instrucciones para empezar a
cultivar amapola en las selvas del Putumayo y Caquetá, y producir heroína.
Hasta 1983, Pablo Escobar logró esconder sus verdaderas actividades e incluso
consiguió un escaño como suplente en el Parlamento, en representación de una
corriente del Partido Liberal. Construyó viviendas sociales y dotó de
iluminación nocturna a las canchas de fútbol de las barriadas más populares. Su
carrera política, sin embargo, fue abruptamente interrumpida cuando el
ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, lo desenmascaró públicamente y lo
obligó a abandonar las lides partidarias.
El negocio producía ganancias que ningún otro rubro igualaba. En enero de 1988,
en Bolivia se compraba el kilo de cocaína con pureza de 96% en US$ 7.000. A
Estados Unidos llegaba a US$ 80.000 el kilo. Era rebajada, por ejemplo con
lactosa, resultando dos kilos con 45% de pureza. Y así sucesivamente hasta
llegar a unos 16 kilos, con 5% de pureza. A US$ 120 el gramo, los US$ 80.000
se convertían en US$ 1.920.000. Y el volumen seguía creciendo. A fines de año
se calculó que la cocaína ingresada a los mercados norteamericanos había
superado las 300 toneladas: unas 120 por el Pacífico, unas 100 por el Caribe y
el Atlántico, y el resto por las más diversas rutas.
La búsqueda de Escobar
En los comienzos del siglo XX, Bolivia era el principal productor de estaño del
mundo. Durante la Segunda Guerra Mundial, contribuyó a la causa aliada
vendiendo su mineral a un precio diez veces menor que el bajo precio de
siempre. Los salarios obreros se redujeron a la nada, hubo huelga y las
ametralladoras escupieron fuego.
Simón Patiño, dueño del negocio, junto a las familias Aramayo y Hochschild,
pagaba US$ 50 anuales de impuesto a la renta. En las minas, en tanto, los
obreros indígenas morían como moscas con sus pulmones destrozados por el
polvo de silicio. En 1952, una revolución nacionalizó el poco estaño que quedaba,
pero esas minas y otras, más algunos cultivos básicos, siguieron siendo el
principal sustento del país.
Uno de los contactados para impulsar la alianza fue el general de Aviación René
Barrientos, quien dio un golpe de Estado en 1964 y más tarde, en 1966, fue
elegido presidente. Su primera iniciativa fue inflamar el patriotismo y alentar
la antigua aspiración de recuperar el litoral perdido en la Guerra del Pacífico.
Anunció que un barco boliviano navegaría por los mares bajo los colores rojo,
amarillo y verde del emblema patrio, símbolo del pronto retorno a las riberas
del Pacífico.
Los grandes hacendados de Santa Cruz de la Sierra y del Beni, abandonaron los
recursos forestales, el petróleo y el azúcar, y optaron por las plantaciones de
coca, alentados por el explosivo incremento de los precios de la cocaína en
Estados Unidos.
El general García Meza era amigo íntimo del principal productor de cocaína de
Bolivia, el empresario Roberto Suárez Gómez, de 41 años, originario de la
región del Beni, descendiente directo de Nicolás Suárez, conocido en Europa
como uno de los pioneros de la industrialización de la goma, y quien encabezaba
una entidad conocida como “La Cooperación”, la que cobijaba a los principales
capos del narcotráfico.
García Meza fue convencido de dar un golpe de Estado en una reunión que se
celebró en Santa Cruz, en la casa de Sonia Atala, donde los grandes
traficantes ofrecieron un financiamiento de cuatro millones de dólares. En esa
cita participaron José Paz, prominente figura de la mafia; Edwin Gasser, dueño
del mayor ingenio azucarero del país, dirigente de la Liga Anticomunista
Mundial (WALC); y, Pedro Bleyer, presidente de la Cámara Industrial de Santa
Cruz.
Una de las condiciones para financiar el golpe fue la designación del coronel
Arce Gómez, primo hermano de Roberto Suárez, como ministro del Interior,
quien les había propuesto proteger la impunidad de sus operaciones a cambio
de un pago quincenal de 75 mil dólares por grupo, además de un impuesto de 40
dólares por tambor de hoja de coca vendido a los traficantes por los
campesinos de las zonas productoras.
Años después se sabría que aquella asonada recibió el apoyo logístico de la CIA
-pese a la oposición de la DEA- y de los militares argentinos que deseaban
completar el mapa de las fronteras ideológicas en América del Sur.
Un mes antes del golpe había llegado a Santa Cruz de la Sierra, el neofascista
italiano Stefano delle Chiae para coordinar junto a Barbie a los grupos
paramilitares que durante la semana que siguió al levantamiento de García
Meza sumieron a Bolivia en un baño de sangre, persiguiendo, torturando y
asesinando a cientos de opositores.
En Santa Cruz, mientras, ya estaba instalada una organización semi secreta que
se hacía llamar “Los novios de la muerte” y que dirigía Joachim Fiebelkorn, un
alemán, ex miembro de la legión extranjera española, que procedía de Paraguay,
donde había dado muerte a un ex oficial de la SS nazi. El grupo lo integraban,
además, una variopinta muestra de la ultraderecha internacional: Herbert
Kopplin, ex SS, experto en armas cortas; Hans Jurgen, perito en explosivos;
Manfred Kuhlman, mercenario procedente de Rhodesia; Kay Gevinaer, chileno
alemán, técnico en electrónica; y, Hans Stellfeld, instructor militar, veterano
de la Gestapo, entre otros “especialistas” en guerra sucia.
Roberto Suárez.
Delle Chiaie estuvo en esa ciudad con ellos, pero se instaló finalmente en La
Paz, requerido como asesor por el Servicio Especial de Seguridad (SES) que
dirigía Barbie y que dependía del ministro Arce Gómez. Con el italiano estaba
otra pequeña jauría de “lobos grises”: el francés Jean Lecler, un torturador de
la Legión Extranjera; los neofascistas Pierluigi Pagliai, Sandro Saccucci y
Carmine Palladito; el mercenario africano Olivier Danet; los argentinos Alberto
Vilanova, Carlos Martínez y Roberto Correa; y el ex carabinero italiano,
vinculado a la mafia, Marco Marino Diodato.
En los meses que siguieron al golpe, García Meza y Arce Gómez convirtieron a
Bolivia en el portaviones de la cocaína. Miles de campesinos fueron obligados a
extender sus cultivos de coca para abastecer las necesidades de “La
Cooperación”. Los que se negaron a someterse a sus designios, fueron
diezmados sin piedad.
Cuando estas actividades escandalizaron a la DEA y al Congreso de Estados
Unidos, los narcotraficantes encontraron el modo de neutralizarlos y
entregaron a la CIA una fábrica clandestina de cocaína en la zona de
Huanchaca, en la selva de El Beni, cuya explotación le serviría para financiar
sus operaciones encubiertas en América Central.
Una de las primeras medidas tomadas por el coronel Arce Gómez fue incluir a
los paramilitares en las planillas de pago del Ministerio del Interior. Después
reunió a los jefes de las cinco principales familias del narcotráfico y les
ofreció completa libertad a cambio del pago quincenal de US$ 75.000 a cada
una. Paralelamente, estableció un “impuesto” de 40 dólares por cada tambor de
hoja de coca vendido a los traficantes por los productores y siguió con el
control total de las transacciones desde el mismo Ministerio, que se
transformó en un intermediario obligatorio.
El segundo grupo era dirigido por el coronel Arce Gómez y operaba en Okinawa,
Monte Verde y Perseverancia. Su producción de 1980 había alcanzado a los 30
mil kilos de cocaína y sus ingresos llegado a los 640 millones de dólares.
La organización más poderosa era la del general García Meza, el único que no
tenía producción propia. Su método de trabajo consistía en confiscar la droga a
los pequeños traficantes independientes y proteger a las otras organizaciones
asegurándoles impunidad a cambio de subidas cantidades de dólares.
Hugo Banzer.
En 1994, según datos del Inmigration and Naturalización Service, INS, cien mil
jóvenes graduados en las universidades de ese país estaban inmigrando
anualmente a naciones de Europa y América, y sólo unos pocos retornaban a sus
provincias de origen.
En 1994, las autoridades estadounidenses informaron que unos 100 mil chinos
al año estaban ingresando clandestinamente a ese país. Cada uno de ellos debía
pagar a las organizaciones que los transportaban entre US$ 20 mil y US$ 40
mil por el viaje. Por lo bajo, el tráfico de orientales al país del norte reportaba
a sus gestores cerca de US$ 2.000 millones al año.
El origen
En 1926, Chiang Kai-shek decidió unificar a China. Para ello requería destruir
los sindicatos comunistas de Shangai y lo consiguió aliándose con una de las
tríadas más poderosas: la llamada Banda Verde, que dirigía un chino llamado Tu
Yueh-shen. La matanza fue feroz, pero las ganancias óptimas: el poder político
para el general Chiang y el monopolio del opio y de la prostitución para la Banda
Verde, cuyo jefe fue nombrado general, director de cinco bancos y ejecutivo
de la cámara de comercio de la ciudad, en aquel tiempo dividida entre
británicos, franceses y chinos.
En la provincia de Cantón, mientras, otro jefe del KMT, el general Kot Siu-
wong, asumió la conducción de una tríada que tomó su nombre de la dirección
urbana de su cuartel principal: Sap Sze Ho N° 14. Hoy se llama simplemente
14K y es una de las más poderosas del planeta.
A comienzos de los años 30, el gobierno nacionalista chino creó un Comité para
la Supresión del Opio, una excusa para detentar el monopolio del comercio de la
droga y consolidar el poder de las tríadas.
Alianzas anticomunistas
Un nuevo inconveniente para las tríadas surgió en 1947. Se llamaba Mao Tse-
tung y avanzó imparable hasta la victoria de los “rojos” en 1949. Chang Kai-
shek y sus chinos nacionalistas huyeron a Formosa (hoy Taiwan). Las tríadas
más importantes, como la 14K, la Banda Verde, la Banda Roja o la Chiu Chau, se
refugiaron una vez más en Hong-Kong.
Aquel anuncio desató una guerra entre los grupos criminales y la Banda Verde
casi desapareció. La gran vencedora fue la 14K, que en 1955 intentó unir a
todas las tríadas bajo una bandera, desatando un nuevo enfrentamiento.
La CIA ayudó a formar los servicios de inteligencia de esos países y creó una
instancia de relación entre los partidos anticomunistas de la zona. Surgió
entonces en torno al mismo Chiang Kai-shek, una Liga Anticomunista de los
Pueblos de Asia, la Asian People’s Anti-Communist League (Apacl).
En 1975, tras la muerte del líder anticomunista chino, su hijo Chiang Ching-kuo
fue designado presidente en 1978. Cinco años después, en 1983, al discutirse la
sucesión de Ching-kuo, se mencionó el nombre del general Wang sheng, pero se
impusieron los equilibrios entre los clanes chinos y el militar debió esperar su
turno. Wang sheng fue enviado como embajador a Paraguay, donde al poco
tiempo elaboró un proyecto para instalar a cinco mil familias de chinos de
Hong-Kong en las húmedas tierras del Chaco paraguayo.
Temores en Argentina.
Temores en Argentina.
Temores en Argentina.
La tierra de los sueños
Muchos chinos soñaban con llegar a Estados Unidos, la tierra de las grandes
oportunidades. En 1882, el gobierno norteamericano promulgó una ley de
exclusión para ellos, situación que estuvo vigente hasta 1965, cuando se
autorizó el ingreso anual de 20 mil inmigrantes procedentes de Taiwán, Hong
Kong o China. El historiador Hung Hui sostiene que en 1940 había 77 mil chinos
en Estados Unidos; 150 mil en 1950; y 250 mil en 1960. De allí en adelante, el
número se multiplicó explosivamente.
Al llegar los años 70, proliferaron las pandillas en los barrios chinos. Los
Fantasmas, Las Águilas Blancas y Los Dragones Voladores se disputaron la
supremacía en el Chinatown de Manhattan, donde hasta ese instante reinaban
las tong, nombre de las sociedades secretas donde se habían agrupado los
asiáticos para ayudarse entre sí y proteger a sus paisanos.
Simultáneamente, la promocionada imagen de Bruce Lee, un joven cultor de
artes marciales que se transformó en estrella de cine, encendió el entusiasmo
por el kung fu y fortaleció el ánimo de los nuevos inmigrantes.
Tras la abrupta muerte del “puño de dragón”, en julio de 1973, a los 33 años de
edad, cundió el rumor de que había sido envenenado por las tríadas por haber
revelado secretos ancestrales. Aquella versión adquiriría renovado vigor años
más tarde cuando su hijo, el actor Brandon Lee, muriera en 1993 en un extraño
accidente en un set cinematográfico.
No obstante, la guerra de las bandas chinas se extendió hasta los años 80,
cuando se establecieron las primeras alianzas con las mafias locales y los
temperamentales latinos que traficaban con marihuana y cocaína en las calles
de las principales ciudades norteamericanas.
Por esa misma fecha, el gobierno peruano informó que las amapolas podrían
estar cubriendo unas mil hectáreas de la región de Cajamarca, unos 600
kilómetros al norte de Lima. En 1994, los cultivos se multiplicaban en Ayacucho,
Amazonas, San Martín y Huánuco. Enviados de los carteles colombianos
ofrecían a los campesinos peruanos semillas de ocho variedades de
adormidera, a 500 dólares los 20 gramos.
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A fines de los años 70, los miembros de la extrema derecha turca, los “lobos
grises” del Milliyetci Hareket Partisi (MHP), se sumaron al tráfico de heroína
hacia Europa como una forma rápida de financiar sus actividades. Los “babas”,
los padrinos de la mafia de Estambul, acordaron con la mafia siciliana un
trabajo conjunto para llevar el polvo blanco hacia Italia, Alemania, Bélgica y
Holanda. Otro tanto hicieron miembros del Partido Kurdo de los Trabajadores,
PPK, quienes requerían con urgencia adquirir armas.
Las cifras se dispararon. Los 147 países que integraban la Interpol hicieron un
balance desolador: la heroína incautada en 1970 llegó a 54 kilos; en 1988, la
cifra subió a cuatro mil kilos. Cálculos conservadores indicaban que había un
millón de adictos en Europa, 500 mil en Estados Unidos, 350 mil en Italia, 100
mil en Francia y varios millones en Asia. El precio de la droga caía y las bandas
luchaban por los mercados. La pureza de la heroína era cada vez mayor y las
mortales sobredosis multiplicaban las víctimas fatales, sobre todo entre los
más jóvenes.
La dinastía de los Duraní gobernó Afganistán hasta 1973, cuando el rey Zahir
Sha fue depuesto por su primo Sardar Mohammed Daud quién estableció una
república con él como presidente. En abril de 1978, un grupo comunista dirigido
por Nur Mohammed Taraki dio un golpe de Estado y asesinó a Daud. Las luchas
internas continuaron y Taraki fue asesinado lo que motivó la invasión soviética
en diciembre de 1979 y una guerra de liberación nacional de once años, seguida
por una guerra civil de otros cinco años.
Por otra parte, en Egipto se decretó la condena a muerte para los traficantes
de drogas y éstos buscaron una nueva vía a través de África, utilizando como
base principal a Nigeria y como lugares de escala a Khartum, Nairobi y la isla
Mauricio, desarrollando rápidamente la denominada “Conexión Nigeriana”.
Otra alternativa es lo que los europeos llamaron ‘‘la nueva conexión Marbella‘‘,
que parte del puerto turco de Esmirna, dirigiéndose a Grecia, Italia y España.
Muchos de los encargados de llevar la droga se desplazaban con pasaportes
brasileños, paraguayos y argentinos, documentos ya vistos por los españoles,
italianos y portugueses en manos de árabes sospechosos. Los ojos se volvieron
entonces hacia el Cono Sur americano.
Chile 1995
Chile 2000
Chile 2004
Para entender a los hippies: sexo, drogas y rock and roll
(extracto de 'Conexiones Mafiosas')
Manuel Salazar Salvo 13/01/2021 - 06:00
Esta es la octava entrega de 24 capítulos de la investigación del periodista Manuel Salazar
sobre organizaciones criminales alrededor del mundo, contenido en el libro 'Conexiones
Mafiosas', de 2008. En este artículo, el autor analiza el surgimiento del movimiento hippie
en Estados unidos, sus íconos y su relación con el consumo de LSD y cocaína, lo que generó
un aumento en el tráfico de estas sustancias.
Cuarenta años después, superadas las guerras y las postguerras, las nuevas
generaciones de estadounidenses comenzaron a sacudirse el pasado y a
enfrentar un acelerado proceso de cambios, cuyas primeras manifestaciones se
vivieron en los campus universitarios.
Timothy Leary.
El científico helvético trabajaba con ácido lisérgico, nombre que había dado al
núcleo común de todos los alcaloides del cornezuelo, un hongo parásito del
centeno. En abril de 1943, Hofmann descubrió los efectos del LSD-25 (del
alemán Lyserg Säure Diethylamid) abriendo las puertas a la psicodelia, palabra
que deriva del griego y significa "algo que manifiesta la mente, el espíritu o el
alma".
Durante los primeros años, el LSD se empleó casi exclusivamente con fines
médicos, en psiquiatría e investigaciones sobre el cerebro. A fines de los años
50’, Sandoz regalaba ácido lisérgico a todos los psiquiatras que lo pedían. Por
esos mismos años, Hofmann recibió una propuesta de la CIA para fabricar
masivamente LSD con finalidades bélicas, invitación que rechazó.
Los psiconautas
En 1964, Leary creó la Revista Psicodélica y recibió el apoyo de los más
antiguos y connotados miembros de la generación beat, entre ellos Allen
Ginsberg, Jack Kerouac, William Borroughs, Lawrence Ferlinghetti, Gary
Zinder, Ernst Jünger, Robert Graves, Gregory Bateson, Arthur Koestler, Henri
Michaux, Anaïs Nin y Alan Watts, entre otros, muchos de los cuales eran
habituales consumidores de marihuana y otras drogas alucinógenas.
La amenaza de América
Los hippies eran más 350 mil y nada parecía detener su crecimiento. Sin
distinción de clases, muchachos y muchachas se fugaban de sus hogares y
abandonaban los colegios y las universidades. Un diario calculó en 560 mil el
número de adolescentes -los llamados runaways- que había abandonado sus
hogares y peregrinaba hacia San Francisco.
Al mismo tiempo, las estrellas del rock se aturdían con el festín de lujo y
evasión que la industria del entretenimiento le había entregado en bandeja de
oro a cambio de sus lucrativas canciones y conciertos. Truman Capote escribió
sobre los Rollings Stones: “Yo encontré a los Stones verdaderamente
perversos. Bebían a todas horas un brebaje llamado Tequila Sunrise y tenían a
una chica desnuda que les ofrecía una bandeja con todas las píldoras
disponibles. Y un tipo filmándoles mientras tenían relaciones sexuales con
completas desconocidas”.
Y también llegaba la hora de los traficantes, pese a los seis años de cárcel y a
los 150 mil dólares de multa prometidos por la justicia a los expendedores de
LSD.
JanisJoplin.
Más allá del drama y según aumentaron las restricciones sobre la marihuana y
el LSD, un grupo de personas que los médicos toxicólogos describen como
“usuarios circunstanciales”, acudió cada vez más a la cocaína.
Los “circunstanciales” son personas con trabajos muy exigentes que alegan que
deben usar drogas para ser eficaces. Como muchos son deportistas
profesionales, músicos populares o actores de cine, ellos marcan la moda. A
partir de 1969, los “circunstanciales” empezaron a enaltecer la cocaína.
Al comenzar los años 70, el New York Times publicaba más artículos sobre la
cocaína que sobre cualquier otra droga y el Congreso aprobaba leyes que
amenaza a los traficantes de droga con cadena perpetua. En 1974, la Encuesta
Hogareña Nacional informó que 5,4 millones de norteamericanos habían
probado la cocaína al menos una vez.
Las organizaciones criminales ítalo norteamericanas, colombianas y mexicanas,
mientras, se dieron cuenta que la demanda de los nuevos consumidores los
superaba y que era necesario aumentar la producción y ampliar las redes de
distribución.
A comienzos de los años 70, en Perú sólo existían 1.500 hectáreas de cultivos
de coca que producían unas 3.500 toneladas de hojas, cantidad que se había
mantenido estable largo tiempo y bastaba para el consumo de la población
indígena, habituada por siglos a su ingestión.
La lucha armada iniciada por Sendero Luminoso en mayo de 1980 con el brutal
gesto de colgar cientos de perros en los postes del alumbrado público, buscó el
control total de las actividades productivas, sociales y políticas. Los hombres
de Abimael Guzmán, el “Camarada Gonzalo”, amenazaron a los habitantes,
juzgaron a sus autoridades y designaron a dedo a sus reemplazantes. Se
movilizaban en grandes grupos, fuertemente armados y dispuestos a
enfrentarse con quien fuese. Desde abril de 1987, Sendero proclamó zonas
liberadas, expulsó a las fuerzas policiales y obligó a los narcotraficantes a
desarmarse.
Abimael Guzmán prohibió a los colombianos cambiar sus dólares en las agencias
bancarias e instruyó a los campesinos sobre cómo y a quién vender su
producción.
En septiembre de 1989 una hectárea de tierra fértil producía mil kilos de coca,
a tres dólares el kilo; una hectárea de café entregaba 400 kilos a dos dólares
el kilo; una de cacao, 500 kilos a un dólar cada uno; una hectárea de achiote
(planta cuyo polvo es de amplio uso farmacológico), 600 kilos a 0,90 el kilo. La
coca salía por vía aérea hacia Colombia; los productos agrícolas viajaban a la
costa por malas carreteras.
Abimael Guzmán, al iniciar la guerrilla.
La PBC era vendida en bolas de un kilo; cada una valía de 350 a 400 dólares en
1988. Al terminar 1989, su precio bajó a 150 dólares y a 50 en agosto de 1990.
Tres kilos de PBC rinden uno de pasta lavada, que en junio de 1989 valía 400
dólares.
A fines de los años 80 en el Alto Huallaga, vivían 60 mil familias, cada una de
las cuales poseía entre dos y cuatro hectáreas de cocales. Desde 1979 a 1989,
Estados Unidos entregó ocho millones de dólares anuales para que las
plantaciones de coca fueran arrancadas. No obstante, los precios de los
cultivos alternativos siguieron bajando. Expertos peruanos sugirieron a las
autoridades norteamericanas que para terminar con la coca subieran el 30 por
ciento del precio de los productos sustitutos y que se les diera prioridad a su
ingreso a los mercados estadounidenses. También recomendaron apoyar la
creación de agroindustrias procesadoras de café y de chocolate. Ninguna
iniciativa tuvo éxito.
En 1991 la ciudad de Lima tenía 6,5 millones de habitantes. Sólo tres décadas
antes, en 1961, albergaba a 1,8 millones. El 52 por ciento de las industrias era
informal y más del 60 por ciento de la población vivía en extrema pobreza. Ese
mismo año, unas 200 mil familias estaban dedicadas a los cultivos de coca, en
un mercado donde los narcos movían unos 700 millones de dólares y los
campesinos recibían un promedio de 700 dólares anuales por persona. En las
selvas ya se estaba refinando la PBC y enviando la cocaína directamente a
Estados Unidos y Europa, resultado directo de la guerra del estado colombiano
con los carteles de Medellín y de Cali.
El 5 de abril de 1992, Fujimori decidió dar un golpe de Estado, apoyado por los
militares. Uno de los argumentos que usó para disolver el Congreso y arrogarse
poderes casi dictatoriales fue que parlamentarios corruptos bloqueaban
reformas destinadas a detener el cultivo y exportación de coca. Al mismo
tiempo, los militares anunciaron que asumían el control de todas las pistas
aéreas existentes en el Alto Huallaga.
Senderistas en acción.
Fujimori y uno de sus asesores militares.
El economista Hernando de Soto, autor del libro “El otro sendero”, afirmó que
Fujimori había guardado silencio cuando funcionarios estadounidenses le
preguntaron por qué salían cargamentos de droga desde pistas de aviación
controladas por los militares.
Hasta ese momento el sueño de un alto oficial militar peruano era ser enviado a
un cargo diplomático en Londres, París, Bonn, Roma o Washington. Ahora se
peleaban por lograr el mando en una unidad en el valle del Huallaga. Oficiales
corruptos cobraban una especie de peaje a los aviones de los narcotraficantes.
Ello les reportaba entre 20 mil y 50 mil dólares mensuales.
Vladimiro Montesinos.
Inquietud en Chile
Saer Becerra, conocido en Perú y Colombia como “El Coqui”, era un importante
miembro del cartel de Cali, y había internado a Chile cerca de una tonelada de
cocaína que fue almacenada en una bodega de Las Condes, y posteriormente
enviada a mercados extranjeros en sucesivos embarques. Estaba vinculado a
otro narcotraficante peruano que estuvo radicado en Chile, Juan Guillermo
Cornejo Hualpa, que usaba el nombre falso de Jorge Acosta Vargas, y que tras
conocerse la captura de Saer huyó hacia argentina abandonando un patrimonio
de dos millones de dólares. Dejó su mansión en Lo Curro, su parcela en la zona
central y sus empresas. Este peruano era muy cercano a Reynaldo Rodríguez
López, “El padrino” de la droga en Lima en la década de los 80’
Durante las pesquisas, Investigaciones había pedido reiteradamente la
colaboración a las policías de Perú y Bolivia sin conseguir mucho. Era evidente,
además, que muchos de los antecedentes proporcionados a los policías peruanos
les eran entregados a los propios delincuentes para que evitaran ser
capturados.
Poco tiempo después los agentes chilenos comprobaron que Saer había sido
visto en algunos elegantes restaurantes de Santiago acompañado de Eugenio
Berríos, el ex químico de la DINA, la primera policía secreta de Pinochet, quien
apareció asesinado en Uruguay luego de haber sido sacado clandestinamente
del país por miembros de la inteligencia del ejército chileno.
Demetrio Chávez.
Rodríguez López.
En abril, se informó que por primera vez un general peruano sería sometido a la
justicia civil por un delito vinculado al tráfico de estupefacientes. Se trataba
del general Jaime Ríos Arayco, jefe del comando político militar de la zona del
Alto Huallaga, quien sería procesado junto a otros 11 oficiales.
A fines de octubre de 1995, otros once altos oficiales del ejército peruano
-dos generales, tres coroneles, cuatro capitanes y dos tenientes-, fueron
acusados por un fiscal ante los tribunales de justicia peruanos por tráfico de
drogas.
1992.
1994.
1995.
Uno de los casos más sorprendentes fue el uso del avión presidencial para
transportar cocaína al resto del mundo. Miembros de la Fuerza Aérea Peruana,
FAP, cargaron 93 kilos en un viaje a Moscú, 15 kilos rumbo a Islas Canarias, 30
kilos en dos viajes a Miami y 174 kilos que iban a ser desembarcados en una
gira de Fujimori a Europa en mayo de 1996. Uno de los principales responsables
de los cargamentos era el edecán aéreo del mandatario de origen japonés.
El imperio de los yakuza viaja hacia el occidente
Manuel Salazar Salvo 15/01/2021 - 06:00
La policía calculaba que casi la mitad de los ingresos percibidos por los yakuza
provenía de la venta de anfetaminas, y que desde los años 70’s habían
empezado a incursionar en la usura, el contrabando y la pornografía, incluida la
infantil.
Las empresas que les servían de pantalla presentaban ofertas para los
proyectos de obras públicas como construcción de redes de metro y de
aeropuertos. También dirigían equipos de béisbol, carreras de caballos y
subastas de propiedades hipotecadas. Se apropiaron de hospitales, academias
de inglés, productoras de juegos de videos, empresas extractoras y
recicladoras de basura; e incluso, dominaban las empresas de seguridad.
El más respetado
Este sindicato del crimen fue fundado en 1915 por Harukichi Yamaguchi y
medio centenar de estibadores del puerto de Kobe. Yamaguchi-gumi obtuvo el
derecho a manejar el mercado al por mayor de Kobe y a controlar el mundo del
espectáculo, extendiendo luego su influencia a todo el país.
Desde los años 60’s editaba su propia revista, que era distribuida entre todos
los miembros del clan. En uno de sus números, Taoka había explicado las
directrices morales de la sociedad: “Recomiendo a los socios de la Yamaguchi-
gumi que pongan todo de su parte para evitar el odio del pueblo. Es preciso
mostrarse gentil y bondadoso, y siempre se deberá exhibir una sonrisa y obrar
con sinceridad”.
Pasado medieval
El origen de los yakuza se remonta a comienzos del siglo XVII cuando Ieyasu
Tukugawa unificó a Japón, puso fin a siglos de guerras civiles e inició la época
del shogunato, transformándose él mismo en el primer gran shogun.
La paz dejó sin trabajo a unos 500 mil samurai, muchos de los cuales se
hicieron mercaderes o ingresaron a la nueva administración del estado. Otros,
optaron por los caminos de la aventura, a veces como bandoleros errantes y en
ocasiones como defensores de los más desamparados. Entre ellos estaban
los ronin, los samurai sin señor, que luego se transformaron en los kabuki-
mono (“los locos”), que vestían ropas extravagantes, usaban extraños cortes de
cabello y llevaban largas espadas.
El oyabun asignaba los puestos y las funciones, cobraba los arriendos y los
pagos por protección.
Expulsados o mutilados
El nombre sirvió luego para designar a los tahúres como personas inútiles,
nacidos para perder. Más tarde se extendió para referirse no sólo a
los bakuto y tekiya, sino para todas las bandas delictivas del Japón.
Las reglas de ambos grupos se hicieron cada vez más rígidas. La cobardía, la
desobediencia y la revelación de secretos no sólo eran una traición sino que un
ultraje al honor del grupo. A excepción de la muerte, la pena más severa era la
expulsión, que se hacía saber a todas las otras bandas. Incluso hoy, cuando un
yakuza es expulsado, se envían cientos de postales sin sobre a todas las
“familias” con el anuncio oficial de la medida y pidiendo que se rechace
cualquier relación con el afectado.
El último shogun
A fines del siglo XIX surgió en Fukuoka, en la isla Kiushu, en el extremo más
próximo a la costa de Asia, el bastión de la nueva corriente militarista y
patriótica que invadiría Japón. Irrumpió Mitsuru Toyama, “el emperador de los
tugurios”, creador de la Genyosha, la “Sociedad del Océano Tenebroso”, quien
vinculó desde allí en adelante a las sociedades delictivas con la vida política.
Dos décadas más tarde, sin embargo, directores como Teruo Ishii, Seijun
Suzukii, Quentin Tarantino, Takeshi Kitano y Takashi Miike, entre otros,
capturarían la atención de las nuevas generaciones sobre la cultura yakuza.
Amado Carrillo
El hábito de la corrupción
La Segunda Guerra Mundial y luego la guerra civil en China con sus efecto
sobre el tráfico de heroína hacia los Estados Unidos, significaron un nuevo
avance de los grupos locales dedicados al tráfico de marihuana y opio. En los
años 50’ surgieron las zonas de producción de drogas y se establecieron los
primeros contactos con las redes internacionales de tráfico de
estupefacientes.
También por esos años se consolidaron los estrechos vínculos entre el poder
político, cada vez más centralizado, y las organizaciones criminales. A modo de
ejemplo, los investigadores mexicanos citan los recursos depositados en bancos
extranjeros por el presidente Miguel Alemán Valdés (1946-1952) y altos
funcionarios de su administración, que ascendieron a un monto superior a los
500 millones de dólares.
El cadáver de Amado
Quince años después, los hippies que buscaban los paraísos artificiales y los ex
combatientes de Vietnam que requerían heroína, así como la interrupción de las
rutas que proveían de drogas a la mafia ítalo-norteamericana desde el
Oriente, contribuyeron aún más a la expansión de las nuevas organizaciones
criminales mexicanas.
Una inquieta Casa Blanca apoyó desde Washington en marzo de 1970 una
campaña contra el auge del narcotráfico. Ocho meses después se informó que
Chihuahua había sido el estado con el mayor número de siembras de amapola
destruidas, seguido por Sinaloa. Ese mismo año, individuos armados
procedentes de Sinaloa empezaron a adquirir tierras y a contratar campesinos
para plantar amapolas y marihuana.
Enrique Camarena, agente de la DEA asesinado
“A mediados de los años 70’, cuando las bandas de Sinaloa guerreaban entre sí
y con la Policía Judicial Federal (PJF) y la DEA (Drug Enforcement Agency).
Los comandantes de la DFS, Esteban Guzmán y Daniel Acuña, fueron a ver a los
señores de la droga de Sinaloa, Ernesto Fonseca, Miguel Ángel Félix Gallardo,
los Caro y los Quintero, y les aconsejaron que dejaran a un lado la violencia y
que edificaran una base de operaciones en Estados Unidos. Según Gabriel (un
informante de la DEA que decía haber trabajado en la parte interna de la DFS
de 1973 a 1981) los funcionarios de la DFS persuadieron a los traficantes de
Sinaloa de que se reubicaran en Guadalajara. Dijo que los agentes de la DFS
edificaron una especie de complejo narcoindustrial. Conforme a su relato, los
agentes de la DFS presentaron a los traficantes con personas de influencia en
Guadalajara, les buscaron casa y les asignaron guardaespaldas. Los traficantes
proporcionaban músculo y sangre, según dijo, y los dirigentes de la DFS
aportaban cerebro, coordinación, aislamiento de otras agencias del gobierno y
poder de fuego en forma de miles de armas automáticas introducidas de
contrabando. Gabriel afirmó haber asistido a sesiones de estrategia tenidas
por los altos funcionarios de la DFS en Ciudad de México, en las que se
planearon operaciones multinacionales de drogas. Dijo haber visto a los
funcionarios de la DFS retando a Ernesto Fonseca por haberse enviciado a la
cocaína y por manejar su negocio chapuceramente. Explicó que la DFS
contrataba asesores como él para ayudar a las familias a establecer redes en
las comunidades hispánicas de Estados Unidos”.
Todos en Guadalajara
Al comenzar la década de los 80’, Miguel Ángel Félix Gallardo formó el cartel
de Guadalajara, integrando Juan Ramón Matta Ballesteros, Ernesto Fonseca
Carrillo , Manuel Salcido Uzeta, Javier Barba Hernández, Juan José Quintero
Payán. Pablo Acosta Villarreal, Juan José Esparragoza, Amado Carillo Fuentes,
Rafael Caro Quintero, Juan García Abregó Quintero, Héctor “El Güero” Palma,
“El Chapo” Joaquín Guzmán, y los hermanos Arellano Félix, entre otros. Todos
eran de Sinaloa.
La repartición de un país
Cuatro meses tardaron los perjudicados en descubrir que Camarena los había
traicionado. En marzo de 1985 lo secuestraron en la vía pública, lo torturaron y
lo asesinaron.
Así surgieron cuatro grandes nuevos carteles: Tijuana, a cargo de los Arellano
Félix y “Chuy” Labra; Sinaloa, dirigido por “”El Chapo” Guzmán y “El Güero”
Palma; el del Golfo, controlado por Juan García Abregó; y, el de Ciudad de
Juárez, liderado por Amado Carrillo.
Eran y se sentían como una verdadera gran familia, pero la herencia no tenía
límites, la competencia aumentaba y el tiempo apremiaba. Los lazos se
rompieron en semanas y se desató la guerra entre los nuevos carteles.
“El Chapo” y “El Güero” se aliaron con Amado Carrillo en contra de los Arellano
Félix. A la esposa del “Güero” le cortaron la cabeza y a sus hijos los lanzaron
amarrados desde un puente. En la batalla no se dieron tregua ni cuartel y hasta
un cardenal de la iglesia católica murió acribillado en el pleito.
El Chapo Guzmán
Un trabajo similar realizaba mientras el cartel del Golfo, que podría ser
considerado el más antiguo de México. Comenzó en la década de 1950 con el
tráfico de whisky en la zona norte de Tamaulipas. Juan Nepomuceno Guerra
fue el líder que prevaleció hasta el fin de sus días y las autoridades nunca
pudieron probarle delito alguno. En los años 80’ llegó un sobrino del jefe, Juan
García Abrego, quien giró el negocio hacia las drogas y puso a su lado a tres
hombres de confianza: Óscar Malherbe, Jaime González y Raúl Valladares,
quienes se hicieron cargo de llevar miles de toneladas de cocaína a Estados
Unidos, en una férrea asociación con el colombiano cartel de Cali, dirigido por
los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela. El vínculo entre ambas
organizaciones era Luis Hermida Madrid, llamado “El ingeniero”, por su
habilidad para trazar rutas de transporte.
El Güero Palma
¿Narco democracia?
“Igual que con la iniciativa privada, con el petróleo o con las arcas estatales de
todos los niveles de la administración pública, las élites políticas mexicanas han
controlado el cada vez más lucrativo negocio del tráfico de drogas para su
propio beneficio”, afirma Resa Nestares, también profesor de Derecho en la
Universidad Autónoma de Madrid.
Uno de los entonces aliados de García Abrego, Óscar López Olivares, alias “El
Profe”, se refirió también al negocio de las drogas: “El narcotráfico, y esto
debe entenderse, es un asunto manejado por el gobierno completamente
porque desde la protección que se da a los cultivos de marihuana, todo está
debidamente controlado, primero por el ejército, después por la Policía Judicial
Federal y hasta por los fumigadores de la Procuraduría”. Cuando finalmente
García Abrego pierde sus resortes políticos y es detenido en Nuevo León, su
anciano tío, Juan Nepomucemo Guerra, que durante décadas controló el
contrabando en Matamoros, declaro: “es mi sobrino, ¿qué le puedo decir?...
contra el gobierno no se puede”.
Territorios en disputa
Un desconocido ingresa al gran salón. Lleva capuz pero sus ojos están tapados.
Jura ser fiel al grupo y no revelar sus secretos. Los iniciados entregan un
sobre cerrado y depositan una gota de su sangre en un frasco de cristal. El
celebrante extrae de los sobres las fotografías de cada uno de los asistentes y
las deposita en un recipiente de oro. Agrega la del recién llegado y una gota de
la sangre ya mezclada sobre los retratos, sellando el pacto suscrito.
En las fotografías aparecen, entre otros, Vito Miceli, general del Servicio
Secreto de Información Italiano (SID); Carmelo Spanuolo, juez de la Corte
Suprema y primer fiscal de Milán; Raffaele Giudice, jefe de Carabineros de
Hacienda; Ugo Zilletti, jefe del Consejo Supremo de los Magistrados de Italia;
Joseph Miceli Crimi, cirujano jefe del Departamento de Policía de Palermo;
Roberto Calvi, administrador del Banco Ambrosiano; y, Antonio Viezzer,
coronel del SID.
El recién iniciado es Michele Sindona, banquero que desde 1957 lava el dinero
obtenido del tráfico de heroína por la familia Gambino, cabeza de la mafia de
Nueva York. El sujeto de rostro descubierto es Licio Gelli, el Gran Maestro, el
“Naja Hannah” (Rey Cobra) de la organización. Los conjurados integran el
núcleo principal de la logia masónica Propaganda 2, creada por Gelli para
oponerse a la creciente influencia del Partido Comunista Italiano, el más activo
de Europa, y actuar como dique ante la ola izquierdista que invade América
Latina.
Gelli, nacido en 1919 cerca de Florencia, había combatido muy joven junto a los
franquistas en la división italiana de los “camisas negras”. En 1940 se enroló en
el Partido Nacional Fascista. Dos años después viajó a Albania, donde se
transformó en el hombre de confianza del secretario de los fascios italianos en
el exterior. En 1943 adhirió a la República Social Italiana y constituyó en su
tierra natal uno de los primeros fascios republicanos.
Licio Gelli
Fue en ese momento en que Gelli se acercó a los salones vaticanos a través del
cardenal Paolo Bertoli, un viejo conocido de la región de Toscana. Conoció a los
cardenales Sebastiano Baggio, Agostino Casaroli, Ugo Poletti y Jean Villot,
entre otros, quienes le facilitaron el acceso a una serie de audiencias con Paulo
VI. El jefe de la P2 añadió glamour a su figura consiguiendo que se le nombrase
caballero de la Orden de Malta y caballero del Santo Sepulcro.
Emilio Massera
Desde 1960, cuando Gelli vislumbró que una sociedad similar le permitiría
lograr sus fines, planificó cuidadosamente su asalto al poder. La estrategia
constaba de tres partes: primero debía conseguir el apoyo de jefes militares;
el paso siguiente era provocar el caos económico en Italia, para lo cual organizó
una sostenida fuga de capitales que convertía a dólares en el exterior,
retornándolos al país para adquirir industrias y volver a sacar los beneficios en
un círculo creciente hasta lograr el quiebre de la balanza de pagos y la
postración de la economía italiana. La última etapa, casi simultánea, consistía en
fomentar la violencia política para crear el caos y convencer a los italianos de
la necesidad de reimponer el orden, con una autoridad fuerte y centralizada, lo
que él llamaba la nueva era del fascismo.
Sindona, formado por los jesuitas, rey del mercado negro de alimentos durante
la Segunda Guerra Mundial, lavandero de los fondos provenientes del tráfico
de heroína que dirigían Vito Genovese y Carlo Gambino, había adquirido su
primer banco en 1959. Después de incorporarse a la P2 en 1964 compró otros
seis bancos en Italia, Alemania, Suiza y Estados Unidos, logró el control de
CIGA, la mayor cadena de hoteles de Italia, el Grand Hotel de Roma, el Hotel
Meurice, de París, el diario “Daily American”, de Roma, y al menos otras 500
sociedades.
Paul Marcinkus y Juan Pablo II
Presiones fiscales
En 1969, el Papa Paulo VI, presionado por el gobierno italiano para que pagara
impuestos, decidió vender gran parte del patrimonio empresarial del Vaticano.
Deseaba también evitar embarazosas situaciones como explicar la propiedad de
los laboratorios Sereno, una industria que fabricaba píldoras anticonceptivas.
La operación era compleja y el pontífice eligió al empresario del momento, el
hombre que le pareció ideal: Michele Sindona. A su lado puso al cardenal Paul
Marcinkus, presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), la
verdadera caja fuerte del Vaticano.
En mayo de 1972, Sindona enfrentó una de sus cada vez más frecuentes crisis
financieras. Licio Gelli, para quien “las puertas blindadas de los bancos se abren
siempre hacia la derecha”, acudió presuroso en su ayuda. Tapado el escándalo,
hubo que devolver el favor y pronto las arcas del Vaticano se transformaron en
la lavandería de los dineros negros provenientes de los negocios de la P2, de la
democracia cristiana y de la mafia italiana. Los fondos eran captados por el
banco y sociedades del Vaticano y transferidos por Sindona a cuentas secretas
del Finebank y del Amincor, dos bancos suizos que controlaba el mismo Sindona
y que eran propiedad de la Cosa Nostra estadounidense.
Ceremonias secretas en la Logia P-2
El gran soporte de estos negocios estaba en Sicilia, donde las tres principales
instituciones de entonces en Italia monopolizaban el manejo del miedo: la mafia
con sus luparas (escopetas con el cañón recortado); la Iglesia blandiendo la ira
de Dios; y la democracia cristiana amenazando con la llegada del comunismo.
En Italia se ordenó detener a Sindona que huyó a Estados Unidos, mientras una
tras otra se desmoronaban las empresas de su imperio y las pérdidas del
Vaticano bordeaban los mil millones de dólares. La Santa Sede recurrió
entonces a un nuevo gestor, Roberto Calvi. Este hombre pertenecía al Banco
Ambrosiano desde 1947. Allí a nadie se le daba una cuenta corriente sin que
exhibiera su certificado de bautismo. Su prestigio era intachable e incluso
había sido nombrado Cavaliere del Lavoro por el Presidente Giovanni Leone.
Muy pocos sabían que era el tesorero de la P2.
Ocho años después, Calvi experimentaría lo mismo que Sindona. Huyendo por
Europa mientras intentaba conseguir armas para Argentina, en plena guerra de
las Malvinas, apareció colgado de un puente en Londres.
“Il Corriere Della Sera”, el mayor diario italiano, reveló que el escape de Gelli
desde Champ-Dollon contó con el apoyo de la Unión de Bancos Suizos (UBS).
Según el periódico, un grupo de agentes del FBI y de la DEA armaron un
tinglado financiero en Luxemburgo y en el Caribe para seguir las huellas del
dinero de la Cosa Nostra hacia los paraísos fiscales. La UBS organizó la fuga y
la salida de Gelli hacia Argentina para evitar que se descubrieran otras cuentas
secretas, aseguraron los agentes del FBI.
Vito Genovese
Muerte súbita
En agosto de 1978 un ataque al corazón terminó con la vida de Paulo VI. Pocos
días después, contra todos los pronósticos periodísticos y de las personas más
o menos bien informadas, Albino Luciani, patriarca de Venecia, fue elegido Papa
y tomó el nombre de Juan Pablo I. “No tenemos bienes materiales para
negociar ni tenemos intereses económicos que defender”, dijo el nuevo
pontífice a los representantes del cuerpo diplomático cuando fueron a
felicitarle por su elección.
El 27 de agosto Juan Pablo I cenó con el cardenal Jean Villot y le pidió una
rápida investigación sobre todas las operaciones financieras que llevaba
adelante el Vaticano. Le preocupaba mucho lo que ocurría en el Instituto para
las Obras de Religión, que dirigía el cardenal Marcinkus. Una semana después,
Luciano pudo examinar los primeros datos que había pedido y algunos
cardenales le pusieron al tanto de lo ocurrido en los últimos años.
El colegio de cardenales
Cuando sacaron el primer pedazo del Muro de Berlín, a fines de 1989, los
eufóricos alemanes no pensaron que estaban abriendo las puertas no sólo a la
libertad sino que también a una delincuencia que no conocían. Antes de la caída
del Muro: 50 mil automóviles robados en 1989. Después del Muro: 142 mil el
año 1993. Las nuevas pandillas de ladrones profesionales les robaban sus BMW,
los Mercedes y los Audi para venderlos en Europa Oriental, en el norte de
África y en el Oriente.
Ningún alemán era tan inocente para suponer que florecerían jardines de rosas
y que el “milagro económico” se extendería raudamente a países cuyas
economías habían sido desastrosas durante medio siglo.
En 1993 la policía tuvo que emplear trajes protectores para examinar con
mucho cuidado latas de lo que los sindicatos del crimen llamaban “Mercurio
Rojo”, un eufemismo para la sustancia más nociva que existe: el plutonio. En
1991: 41 casos de materiales radioactivos; en 1994: 267.
Novias y modelos
Hacía tiempo que las bandas criminales del Este se habían dado cuenta que
Alemania, “el corazón de Europa”, era el trampolín perfecto para dar el salto
hacia el rico Occidente, la base de distribución para sus productos, con una
moneda fuerte y codiciada. En pocos meses empezaron a llegar a las ciudades
germanas montones de marcos alemanes falsificados en Polonia.
Las mujeres eran otro producto vendible. Los casamientos falsos pasaron a ser
rutina para los proxenetas alemanes que contrabandeaban tailandesas para
venderlas en los bazares del amor. En 1985 hubo 850 “novias” tailandesas; en
1994, más de cuatro mil.
¿Qué había ocurrido? No era sólo la caída del Muro de Berlín: era la
desintegración del Estado policial más fuerte del mundo y la reaparición
pública de una vasta cultura criminal que había logrado sobrevivir al terror
zarista y a las exterminaciones masivas impuestas por los líderes comunistas
de la ahora fragmentada ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS.
Las muñequitas, usadas para traficar drogas
Los miserables campesinos que sufrieron la más absoluta pobreza, cuando todo
era del Zar, debieron robar para sobrevivir y rebelarse ante tanta injusticia.
Sólo siendo delincuentes podían salir de la miseria y entonces, al igual que en
otras regiones del mundo que pugnaban por superar el feudalismo, se
organizaron en grupos y desarrollaron códigos secretos para protegerse y
ayudarse entre sí. En Rusia y sus alrededores el pacto era muy simple: no
delatar y no trabajar para el Zar.
La llegada del comunismo, con Lenin primero y Stalin después, significó que
millones de bandidos fueran ejecutados o encarcelados. En los “goulags” se
forjaron nuevas y más fuertes alianzas. Allí los tatuajes se transformaron en
una tarjeta de presentación: los alambres de púas representaban la duración
de la pena, cada púa un año; las barras les otorgaban grado y jerarquía, y cada
dibujo de puñales, calaveras o serpientes, grabado en la piel con goma
derretida obtenida de neumáticos viejos, significaba la antigüedad que
constituía mando. Así crecieron y se desarrollaron “los ladrones de la
hermandad de la ley”, origen de las poderosas organizaciones criminales que
aparecerían a comienzos de la década de 1970.
En 1941, cuando los nazis invadieron a Rusia, Stalin recurrió a cientos de miles
de delincuentes encarcelados. Les prometió reivindicarlos a cambio de la
defensa de la patria obrera. Terminada la Segunda Guerra Mundial, no hubo
perdón y los envió nuevamente al encierro. Muchos trataron de congraciarse
con sus cancerberos, y recibieron el apodo de “Suky” (perro en ruso). Entre
1945 y 1953 se desató en los penales soviéticos un conflicto largo y sangriento:
“La guerra de los perros”, que transformó y modernizó al hampa rusa. Poco más
tarde, cuando los nuevos jerarcas del Kremlin abrieron el puño y las puertas de
las cárceles, cerca de ocho millones de malhechores volvieron a las ciudades.
Etanoles y recetas
La expansión internacional del crimen organizado ruso apuntó primero hacia los
países recién independizados de la URSS. Además de aprovechar los nuevos
mercados, ofrecían la posibilidad de un fácil acceso a Europa occidental y a la
Unión Europea a través de Europa central y del este. También a los Balcanes,
entonces en pleno conflicto, y hacia el sur, el acceso al Cáucaso y a Irán,
Turquía e Irak y, lo más importante, Asia Central y sus conexiones con la
heroína de Afganistán y Pakistán.
-¿Con o sin misiles?-, fue la respuesta que lo dejó con la boca abierta.
En las semanas siguientes ambos hombres fueron recibidos en una base naval
rusa. Les mostraron el submarino y les ofrecieron una tripulación completa
para operarlo. El precio inicial era de US$ 100 millones, pero luego de días de
regateo se llegó a una cifra de US$ 15 millones. ¡Una ganga!
Cohetes y alcohol
Helicópteros M18
Enfrentado en los años 80’ a una crisis económica creciente debido al embargo
mantenido por Estados Unidos y al distanciamiento del Kremlin, Fidel Castro
había decidido crear una estructura secreta que consiguiera divisas y
productos de todo tipo que le estaban vedados. Con ese propósito nació en
1979 la Corporación de Exportaciones e Importaciones, Cimex, que luego fue
reemplazada por el Departamento de Moneda Convertible (MC), dependiente
del Ministerio del Interior que dirigía el general Abrantes.
El general Ochoa
Amado Padrón
Jorge Martínez
El control de MC fue encomendado a uno de los mejores “cuadros” de la
nomenclatura cubana, el coronel Antonio “Tony” de la Guardia, regalón de Fidel
desde comienzos de los años 60’ y considerado un verdadero James Bond de la
revolución. En la hoja de vida de Tony brillaban las proezas: en 1971 había sido
enviado a cargo de tropas especiales para asesorar al presidente Salvador
Allende; en 1973 viajó a Madrid para secuestrar a Fulgencio Batista, que murió
la misma noche en que De la Guardia aterrizaba en España; en 1975 llegó a
Suiza con US$ 60 millones que los Montoneros argentinos consiguieron con el
secuestro de los industriales Jorge y Juan Born; poco después comercializaba
piedras preciosas robadas por el Frente Democrático Popular de Palestina; en
1976 asesoraba al nuevo gobierno de Jamaica; y, en 1978, aterrizó en
Nicaragua para llevar armas al Frente Sur de los sandinistas que dirigía Edén
Pastora, y donde combatían varias decenas de comunistas chilenos.
Por entonces, La Habana permitía el tránsito de aviones con droga por los
cielos cubanos y la siembra en el mar de paquetes con polvo blanco que eran
recogidos por lanchas de alta velocidad para llevarlos a las costas de Florida. A
cambio, se les pedía que a su regreso transportaran armas para las guerrillas
que el Departamento América del Partido Comunista Cubano (PCC), dirigido por
Manuel “Barbarroja” Piñeyro, alentaba en América Latina.
Ahora, en 1989, a los 50 años, vivía en Siboney, uno de los barrios más cuidados
de La Habana, vestía jeans de marcas estadounidenses, usaba Rolex en la
muñeca izquierda, pintaba motivos naif, llevaba a cuestas tres matrimonios y
disfrutaba diariamente de una reserva en primera fila en el cabaret Tropicana,
cuyas bailarinas eran su compañía predilecta. Tenía también acceso expedito a
los ámbitos más reservados de Fidel y era uno de los pocos que se atrevía a
inferirle bromas pesadas al “número uno”, como él le decía al líder indiscutido
de la revolución.
A los pocos días los primos estaban cenando juntos y planificando nuevos
negocios. Reinaldo era casado con una colombiana que conocía a Gustavo
Gaviria, primo de Pablo Escobar, el jefe del cartel de Medellín, y su principal
asesor financiero.
El trato pareció obvio: Ruiz tenía los medios para transportar cocaína a
Estados Unidos a través de Cuba. Sólo necesitaba de algunas facilidades y las
ganancias serían suculentas para todos. En los días siguientes se encontró en La
Habana explicando su plan a Tony de la Guardia, quien lo aprobó y le garantizó
que todo estaría bajo control.
Fue en Panamá, hacia fines de 1986, donde el ayudante de campo del general
Arnaldo Ochoa, el capitán Jorge Martínez Valdés, estableció el contacto que
permitiría darle una nueva dimensión al negocio. Se trataba del colombiano
Fabel Pareja, empleado de Pablo Escobar, quien le puso al día sobre las
actividades de Tony de la Guardia y le propuso una entrevista con el jefe del
cartel de Medellín.
Arnaldo Ochoa era considerado como el “tercer hombre” del gobierno cubano,
tras Fidel y Raúl Castro. Era uno de los grandes héroes militares de la
revolución, un prestigiado combatiente internacionalista que se había
destacado en las guerras de Nicaragua, Etiopía y Angola, hijo de un matrimonio
campesino, forjado a pulso desde los tiempos de los combates en la Sierra
Maestra, muy querido por la oficialidad y por el pueblo cubano.
El tercer componente del triángulo era el ministro del Interior y jefe de los
servicios de inteligencia cubanos, José “Pepe” Abrantes, considerado como la
persona más allegada a Fidel, con quien parecían inseparables. Solían desayunar
juntos y Abrantes llevaba siempre consigo los medicamentos que tomaba el
comandante.
El Minfar de Raúl Castro, con 300 mil integrantes, totalizaba 1,7 millones de
hombres y mujeres si se le agregaban las milicias civiles. Estaba a cargo del
ejército, la marina y la fuerza aérea. El Minint, en tanto, agrupaba a 83 mil
miembros, encabezados por el general de división José Abrantes, y controlaba
la Policía Nacional, el Departamento de Seguridad del Estado, las Tropas
Especiales, el servicio de Guardafronteras y los bomberos. Las fuerzas
armadas eran responsables de la defensa del país; el Ministerio del Interior,
de la aplicación de la ley y del contraespionaje.
Abrantes y Castro.
Uno de los pilotos que trasladaban cocaína desde Colombia a La Habana era
informante de la agencia antidrogas estadounidense, DEA, y en el segundo
semestre de 1988 un vasto grupo de agentes norteamericanos procedentes de
diversos organismos seguía muy de cerca las operaciones de los traficantes
asociados con el MC cubano. Cada movimiento era grabado y filmado en Florida,
Ciudad de Panamá y Colombia. Muy pronto Washington tuvo pruebas suficientes
para incriminar a Fidel Castro en una conjura internacional, aliado con los
narcotraficantes colombianos y mexicanos.
Antonio de la Guardia.
El maletín de Gorbachov
Fidel y Raúl Castro empezaron a recibir advertencias desde los más diversos
orígenes. La última, la más perentoria, la llevó personalmente Mijail Gorbachov
el 8 de abril de 1989 en una visita a Cuba, tras reunirse en Washington con el
presidente Reagan. No se podía hacer nada. Había que destapar todo el
escándalo para tapar lo fundamental: la sobrevivencia del régimen. Y así se
hizo.
El lunes 29 de mayo de 1989, Raúl Castro convocó a sus asesores más próximos,
los generales Abelardo Colomé y Ulises Rosales, para discutir el nombramiento
del general Arnaldo Ochoa como jefe del Ejército de Occidente. Sabía de las
enormes capacidades individuales de Ochoa, de su audacia y de su indiscutido
liderazgo entre los oficiales de las FAR. Y por eso también le temía. Desde
1970 le seguía los pasos, sospechaba de su independencia y últimamente no le
gustaban nada las simpatías de Ochoa por la glasnot y la perestroika que Mijail
Gorbachob llevaba adelante en la Unión Soviética.
Duró poco la hermandad. Apenas dos días después, Ochoa pidió ver a solas a
Raúl Castro. El 2 de junio el héroe de tantas guerras, desde el desembarco en
bahía Cochinos hasta la feroz embestida sudafricana en Cuito Canavale, en
Angola, entró en el despacho del número dos cubano para hablarle al hermano
de Fidel como tal vez nunca nadie le había hablado antes. Ochoa estaba harto
de los métodos de los hermanos Castro. Había visto en África y en otros países
lo fácil que le sería a Cuba obtener recursos con un poco más de apertura
política y mental, y le confesó a Raúl Castro que él mismo había decidido
hacerlo para mantener a sus tropas, para mejorar sus posiciones militares en
Angola y, a la larga, para defender la revolución.
Cuando salió del despacho del hombre más duro del régimen cubano, Ochoa ya
sabía que sus días estaban contados. Quizá pensó en algún momento que sus
oficiales en Angola, los mismos que desfilaban diariamente por su casa para
compartir un vaso de whisky y conversaciones políticas, los mismos a los que
había repartido ascensos y regalos con el dinero procedente de la venta de
diamantes y de marfil, le apoyarían en su momento más amargo. No pasó nada.
Fue detenido el 12 de junio.
“Fuentes amigas”, según las autoridades cubanas, estaban esos mismos días
poniendo en las manos de Fidel Castro antecedentes muy inquietantes sobre
implicaciones de altos funcionarios del régimen en el tráfico de drogas. Las
fuentes tenían domicilio en torno al canal de Panamá, donde el general Manuel
Antonio Noriega resistía en el poder sólo con el apoyo de La Habana y de los
sandinistas.
Todos los implicados fueron detenidos un día después de la larga cumbre entre
los dos hermanos. Inmediatamente las piezas del rompecabezas empezaron a
calzar. El 14 de junio Raúl Castro se refirió por primera vez públicamente al
escándalo, todavía sin pruebas suficientes para detallar los acontecimientos.
Transcurrirán diez días de interrogatorios hasta que el diario del Partido
Comunista de Cuba, Granma, publicó el 22 de junio un largo editorial escrito de
puño y letra de Fidel Castro, en el que se hacía un relato pormenorizado de los
hechos que llevaron a altísimos funcionarios del régimen socialista cubano a
convertirse en cómplices y colaboradores del más importante productor de
cocaína del mundo en ese momento, Pablo Escobar Gaviria, capo del
mundialmente conocido cartel de Medellín.
A fines de los años 80’, Colombia se convulsionaba en una lucha fratricida. Los
carteles de Medellín y de Cali no se daban tregua, sembrando de explosiones y
de muertos las calles y los caminos de las principales provincias del país. La
policía, el ejército y varias de las principales agencias de inteligencia de los
Estados Unidos redoblaban sus esfuerzos para frenar la violencia y detener el
creciente tráfico de drogas hacia las principales capitales del mundo.
Pablo Escobar Gaviria, el jefe del cartel de Medellín, advirtió que morirían diez
jueces por cada colombiano extraditado a Estados Unidos.
A fines de septiembre, el embajador estadounidense agregó leña al fuego al
entregar una lista de 12 senadores y diputados vinculados al narcotráfico. El
senador Juan Slo, comentando la denuncia, declaró: “Todo el que en Colombia
haga política, directa o indirectamente está vinculado con el narcotráfico.
Todos hemos recibido directa o indirectamente ayuda de los narcos y todos
nos hemos sentado en los clubes al lado de ellos”.
Entre 1985 y 1990, en Medellín, una ciudad de 2,2 millones de habitantes, hubo
más de 23 mil asesinatos. En 1990 se registraban 20 muertes diarias por armas
de fuego; y sólo entre abril y agosto fueron asesinados más de mil jóvenes y
300 policías. El país comenzaba a entrar en una espiral sangrienta que nadie
podía detener.
La DEA también sabía que los hermanos Orejuela tenían cerca de tres mil
funcionarios distribuidos en todo el mundo, muchos de ellos en calidad de
“células dormidas”.
“Los miembros de una célula no saben lo que hacen los integrantes de otra
célula. Para cada tarea hay designadas distintas personas. El cartel manda a
alguien a determinado lugar del mundo y le encarga abrir un negocio legal. Esa
persona se queda allí y espera su misión. Quizá su única labor sea la
colaboración positiva. Hemos confiscado libros del cartel donde se explica
cómo tienen que actuar los residentes. Deben alquilar una casa, levantarse por
las mañanas, ir al trabajo, cortar el pasto los sábados, saludar a los vecinos,
etc. Tienen que llevar una vida lo más normal posible, pero su negocio servirá en
algún momento para contrabandear drogas o blanquear dinero. Operan como los
agentes de un servicio secreto. Y a veces pertenecen a la organización durante
cinco o diez años antes de entrar por primera vez en acción”, explicaba por ese
tiempo un agente de la DEA a periodistas alemanes.
La opinión pública se divide: unos creen que se ha cedido ante los criminales;
otros consideran que es una salida adecuada para terminar con tanta violencia.
Washington, por su parte, decide aumentar la presión. Una investigación del
Senado norteamericano denuncia que en la isla caribeña Antigüa, mercenarios
británicos e israelíes han estado entrenando a los “soldados” del cartel de
Medellín en tácticas y operaciones terroristas.
Casi un año después, el 22 de julio de 1992, tras pagar US$ 1,5 millones en
sobornos, Escobar y sus hombres se fugan de “La Catedral”, eludiendo un
férreo cerco de policías y militares. En las inmediaciones, les esperan más de
70 esbirros armados incluso con cohetes tierra-aire. En los minutos siguientes
se pierden en lo más intrincado de la selva.
Dos versiones intentan explicar la huída: una señala que fuerzas de elite del
ejército norteamericano intentarían secuestrar a Escobar; la otra, apunta a
una rebelión del segundo mando que había quedado a cargo del cartel de
Medellín. En cualquier caso, un día después, “Dakota”, uno de los voceros de
Escobar, anuncia a través de la radio Caracol que “la guerra ahora será a fondo,
contra nuestros enemigos de Cali y contra los altos dignatarios del gobierno”.
Afiche del ejército colombiano
Cientos de sicarios salieron a las calles en sus motos a cazar policías. Los jefes
militares del cartel de Medellín pagaban con gruesos fajos de dólares por cada
uniformado muerto. En tanto, Los Pepes (Perseguidos por Escobar), una
organización formada por el cartel de Cali, también ofrecía subidas sumas de
dinero por las cabezas de los lugartenientes del capo de Antioquia. Las víctimas
se contaron por cientos en el año 1993.
Andrés Pastrana
Los sostenidos esfuerzos de la DEA para acabar con el cartel de Cali tuvieron
su recompensa al promediar 1995. El 9 de junio cayó Gilberto Rodríguez
Orejuela; el 19 de junio, Henry Loaiza Ceballos; el 24 del mismo mes, Víctor
Julio Patiño Fomeque, responsable de los embarques marítimos; el 4 de julio,
José Santacruz-Londoño, el número tres; y, el 6 de agosto, Miguel Rodríguez
Orejuela.
Henry Loaiza Ceballos
Con unas 70 mil hectáreas de cultivo, Colombia desplazó a mediados de los 90’ a
Bolivia como segundo productor mundial de hojas de coca, y se ubicó detrás de
Perú, que ocupaba el primer lugar. Esas plantaciones le permitían producir
entre 500 y 700 toneladas anuales de cocaína. Los cultivos de amapola, por su
parte, ocupaban cerca de 20 mil hectáreas, situándose como el primer
productor latinoamericano de heroína, superando a México y Guatemala. Los
cultivos de cannabis, estancados desde fines de los años 70’, empezaron a
repuntar de manera explosiva.
La detención o rendición de la mayoría de los líderes de los carteles de
Medellín y Cali, dejaron paso a medio centenar de organizaciones de mediana
importancia, a las que había que sumar unas dos mil empresas familiares
dedicadas al tráfico de estupefacientes.
Casi sin darse cuenta, los políticos colombianos, cada vez más comprometidos
con las nuevas organizaciones criminales, sirvieron la mesa a fines del siglo XX
para que los paramilitares de derecha y los guerrilleros de izquierda
empezaran a controlar la producción de drogas, las rutas y los laboratorios. Los
viejos traficantes, en tanto, empezaban a blanquear sus dineros, invirtiendo en
los países vecinos, en las costas del Mediterráneo y en las más grandes
transnacionales del planeta.
Helmer “Pacho” Herrera
La conexión nigeriana
Las ciudades brasileñas eran escenario a la vez de una soterrada guerra entre
el cártel de Cali y los miembros del “Triángulo Dorado”, que luchaban por las
rutas de la heroína hacia Estados Unidos. El conflicto terminó en los primeros
meses de 1995 cuando acordaron usar a Brasil como base de operaciones
conjuntas. Otra nueva conexión entre las diversas organizaciones criminales
quedó al descubierto a fines de 1994 cuando se incautaron 500 kilos de cocaína
en una pista de aterrizaje cercana de la frontera con Colombia, destinada a
Japón, donde la distribuiría la temida mafia yakuza.
-El cártel de Cali se asoció con brasileños para crear empresas pantalla de
exportación de químicos, de hierro y de maderas a fin de camuflar sus envíos
de cocaína. Tras la muerte de Pablo Escobar, Cali ha tomado el control del
narcotráfico con más violencia. En Brasil no se da, todavía, la duplicidad de
poder que hay en Colombia; aquí el narcotráfico consigue corromper
autoridades, pero no tiene estructuras de poder propias como en Colombia. En
ese sentido, no deben importar las cantidades de los decomisos, sino la
desarticulación de las bandas y la destrucción de su poder económico.
La enorme mayoría de las casi 500 favelas existentes en Río de Janeiro, donde
habitan más de 2,5 millones de personas, estaban controladas por el Comando
Vermelho, entonces la más poderosa organización delictiva del Brasil, que
disponía de 6.500 hombres armados para vigilar un centenar de puestos de
venta de drogas distribuidos en todos los cerros de la ciudad. Otros diez mil
pandilleros trabajaban haciendo contactos y distribuyendo drogas,
estimándose que más de 300 mil personas vivían del comercio de
estupefacientes.
La vigilancia de este comercio en las favelas hasta hoy está encargada a los
olheiros (campanas), en su mayoría niños pequeños que de acuerdo a códigos
previamente establecidos tiran bengalas o arrían volantines cuando llegan
extraños. Cuando los niños entran a la adolescencia pueden aspirar a
convertirse en “aviones”, los mensajeros entre consumidores y traficantes;
más tarde, si demuestran condiciones, se gradúan como jefes de favela.
El Comando Vermelho es autor de las ‘‘Doce reglas del buen bandido’’, las que
exigen respetar a las mujeres, a los niños y a los indefensos; andar siempre
aseado y bien vestido, y no usar tatuajes. También impuso un riguroso código
de penas que rige en los lugares donde habitan sus miembros. Según éste, los
ladrones son castigados con feroces palizas y se incurre en pena de muerte si
un integrante comete violación, traiciona o mata a quien no corresponda.
Las estadísticas policiales situaban en 1994 a Río de Janeiro como una de las
ciudades con los índices de criminalidad más altos del mundo, registrándose un
promedio de 65 homicidios por cada 100 mil habitantes, el doble de los
contabilizados en Nueva York.
El juego del bicho o juego de animales, del cual vivían unas 100 mil personas en
Río de Janeiro y en Sao Paulo y que movía unos dos mil millones de dólares al
año, se inició inocentemente en 1889, cuando el barón de Drummond, patrono
del zoológico de Río de Janeiro, introdujo esta lotería para reunir fondos para
alimentar a los animales. En su forma actual, 25 animales representan números
del 1 al 100. La mariposa, por ejemplo, cubre el 13, 14, 15 y 16. Los jugadores
pueden apostar sin límites y si aciertan al animal, reciben 18 veces el dinero
invertido.
Fernando Collor.
Una encuesta realizada por un periódico brasileño reveló que un 41 por ciento
de la población de Río de Janeiro -unos 3,5 millones de personas- jugaba
ocasional o regularmente en el bicho en alguno de los 300 puntos de apuesta
que existían en esa ciudad. Los empleados al servicio del juego eran calculados
en unos 40 mil, en su mayoría jubilados o gente con limitaciones físicas.
Policías federales afirmaban que esa lotería clandestina era controlada por
unos 200 poderosos jefes, conocidos como los “banqueros del bicho”, quienes
constituían una verdadera mafia que ocasionalmente se trenzaba en violentas
disputas territoriales.
Los debates sobre esa lotería clandestina eran un indicio más sobre como la
corrupción y los dobles estándares morales se habían empezado a adueñar de la
sociedad brasileña, proceso al que no eran ajenos otros países del continente.
En 1991, en otro ejemplo destacable, algunos medios de prensa informaron que
mensualmente ingresaban 15 kilos de cocaína al Congreso Nacional de Brasil,
visitado diariamente por unas 15 mil personas y donde la droga se
comercializaba al módico precio de 25 dólares el gramo.
Desde fines de la década de los 80, las zonas fronterizas del sur y del
suroeste brasileño empezaron a mostrar los efectos de la invasión de las
mafias de la droga instaladas en Bolivia. En ese territorio, centenares de
barriles conteniendo acetona y éter, precursores químicos indispensables para
la producción de clorhidrato de cocaína, cruzaban diariamente la frontera
hacia laboratorios situados en el altiplano.
Unos cien traficantes de corta edad vendían la droga en los principales centros
poblados de Rondonia, así como en los garimpos, como se denominaba a las
minas a cielo abierto de oro y casiterita existentes en esa región. En ambas
márgenes del río Madeira, unos 50 mil buscadores de oro -los famosos
garimpeiros- recurrían a las drogas y el alcohol para aliviar los rigores de su
dura faena y mantener la esperanza de encontrar la esquiva riqueza.
A fines del siglo XX, la DEA había identificado a 14 carteles que operaban en
BrasilSólo en el estado de Río de Janeiro existían 23 rutas internacionales
para el transporte de drogas: 18 “de salida” (hacia Europa y los EE.UU.), cuatro
“de entrada” (desde Colombia, Perú, Bolivia y Paraguay), y una “de tránsito”
(que triangula heroína de Hong Kong en ruta a EE.UU.).
En 1997 se calculaba que en Brasil se lavaban por lo menos unos U$S 20.000
millones anuales. Por otra parte, el aumento de la violencia parecía
incontrolable. La tasa de asesinatos del país como un todo era de 25 por cada
100.000 habitantes, comparados con los 7,4 de Estados Unidos. En algunos
pueblos, esa tasa se disparaba a 140 por cada 100.000. Además, la tasa de
“masacres” (asesinatos múltiples) aumentaba constantemente. En la zona del
Gran Sao Paulo se produjeron 47 masacres en 1996 y otras tantas en 1997; en
1998, la cifra escaló 189. Casi todos esos crímenes estaban vinculados al
narcotráfico y la inmensa mayoría de ellos quedaban impunes.
Fernandinho Beira-Mar
La detención de Beira Mar
El férreo control que durante la guerra fría ejercían las grandes potencias
sobre el comercio de armas en casi todo el mundo varió bruscamente a partir
del desplome de la Unión Soviética (URSS) y de los socialismos reales, en los
albores de la década de 1990. Los organismos que llevaban cuidadosos
registros sobre las transacciones se vieron enfrentados a una acelerada
reestructuración de los mercados, donde las tradicionales empresas estatales
o los muy bien reconocidos conglomerados privados enfrentaron la feroz
competencia de miles de nuevos productores independientes y crecientes
redes de agentes e intermediarios, de distintas nacionalidades, imaginativos,
ricos, políticamente bien contactados y con la motivación principal de
incrementar sus fortunas.
Adnan Kashogui
Gaith Pharaon
Suliman Olayan
Víctor Bout
En los años 90, los datos sobre el rubro fueron cada vez menos confiables. Las
mejores estimaciones sostenían que la producción oficial de armas cortas y
ligeras, desde fusiles y ametralladoras hasta granadas y lanzamisiles
portátiles, se mantuvo constante en una cifra aproximada de ocho millones de
unidades al año. De ellas, siete millones eran armas de fuego comerciales, y la
mayoría se fabricaba y vendía en Estados Unidos.
El otro millón correspondía a armas de uso militar. Junto a ellas se elaboraban
al menos diez mil millones de municiones de calibre militar.
Datos oficiales recogidos por Small Arms Survey el año 2003 señalaban que
existían 1.249 fábricas de armas cortas distribuidas en 90 países.
Entre esas armas ligeras figuraban los temibles Manpads, sistemas portátiles
de defensa antiaérea, que pueden ser disparados por una o dos personas y
capaces de derribar a un avión a baja altura. El mismo anuario Small Arms
Survey informó en 2004 que existían unas 25 organizaciones terroristas,
guerrilleras o criminales que disponían de este tipo de lanzamisiles.
Afiche contra el tráfico de armas
Crudo informe
Indicaba que entre 1999 y 2003 los países de África, Asia y América Latina
habían gastado 87 mil millones de dólares en armas, unos 22 mil millones al año.
En comparación, se señalaba que una educación primaria universal costaría al
año unos 10 mil millones.
En el mundo había 639 millones de armas ligeras y cada año se producían ocho
millones de armas nuevas. En 2001 se fabricaron, como mínimo, 16 mil millones
de balas, lo que correspondía a más de dos proyectiles por cada hombre, mujer,
niña y niño del planeta.
En Brasil, entre 1993 y 2003, murieron asesinadas 300 mil personas, muchas
de ellas como resultado de la violencia urbana y la gran proliferación de
pistolas y de armas ligeras, responsables del 63% del total de homicidios.
Muchas de las armas usadas se fabricaban dentro del país, aunque también se
importaban de Estados Unidos, España, Bélgica, Alemania, Italia, la República
Checa, Austria y Francia.
Las niñas y los niños se habían convertido en uno de los blancos de la brutalidad
policial, los conflictos armados, las guerras de la droga y los asesinatos
políticos y criminales. En Honduras, 1.817 niños de la calle murieron entre 1998
y 2003.
Contagio inminente
A fines de los años 90, varios gobiernos de América del Sur se inquietaron al
percibir que el comercio de armas empezaba a traspasar sus fronteras. La
guerra a los carteles de la cocaína había obligado a los narcotraficantes a
buscar refugio y nuevos puntos de producción en la Amazonía brasileña,
Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú e incluso Argentina. Paraguay, en tanto, se
transformaba en un verdadero bazar del contrabando y en un portaaviones
para la producción y el tráfico de armas.
A fines del año 2000 se supo que las FARC habían adquirido 10 mil fusiles
Kalashnikov (AK-47,) comprados legalmente por Perú al Gobierno de Jordania y
lanzados en paracaídas a la selva colombiana. El escándalo significó la caída del
Presidente Alberto Fujimori y de su asesor de seguridad, Vladimiro
Montesinos. La denuncia pública la hizo el traficante de armas Sarkis
Soghanalian, un libanés nacido en Turquía de origen armenio y frecuente
colaborador de la CIA.
Sarkis Soghanalian
Durante el conflicto entre Irak e Irán, al promediar los 80, Soghanalian había
organizado una operación para vender helicópteros de fabricación
norteamericana al régimen de Saddam Hussein, en pleno bloqueo decretado por
Washington. La CIA facilitó el envío del armamento porque Irán era el enemigo
número uno de la Casa Blanca.
El mismo libanés cooperaría más tarde con la CIA en América Central surtiendo
de equipos de combate a los contras dirigidos por Edén Pastora, que buscaban
derribar el Gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que
gobernaba en Nicaragua. También había sido, junto con Ernst Werner Glatt,
proveedor de armas en el escándalo de Irán-Contra, parcialmente financiado
por el saudita Adnan Khashoggi.
Las fronteras del continente sudamericano eran cada vez más porosas y
permeables al creciente tráfico de armas que venían del norte.
La industria del secuestro (extracto de 'Conexiones
Mafiosas')
Manuel Salazar Salvo 23/01/2021 - 06:00
En los últimos seis años (2008) hubo más de 18 mil secuestros y 600 personas
han muerto en cautiverio en Colombia; jóvenes brasileñas son violadas después
de capturarlas en centros comerciales o al bajar de sus vehículos en Sao Paulo;
empresarios bonaerenses son torturados mientras sus captores negocian
rescates multimillonarios; en México, se conoce de secuestradores que les
cortan los dedos a niños para enviárselos a sus padres y obligarlos a pagar los
rescates.
Esta nueva industria criminal generó entre 1991 y 1999 más de US$ 1.500
millones. Y ésta es sólo la punta de un dramático tejido que, sostienen los
expertos, no parará de crecer hasta que simplemente ya no sea lucrativo.
Secuestros en Colombia.
En los últimos años, las potenciales víctimas más acaudaladas se han ido
protegiendo con modernos sistemas de alarma, automóviles blindados y
guardaespaldas, o emigran a Estados Unidos y Europa. Poco a poco, entonces,
los secuestradores se han volcado hacia los estratos medios, hacia pequeños
empresarios, comerciantes, profesionales y estudiantes. En Colombia, Brasil,
México y Argentina, además, de modo creciente las víctimas escogidas son
niños.
Asaltantes, ladrones y narcotraficantes, en tanto, observan como los
secuestradores obtienen jugosos rescates y los agentes de la ley no consiguen
condenas muy severas. Eso los lleva a cambiarse a un negocio que consideran
mucho más rentables y bastante menos riesgoso.
Aviones y diplomáticos
Al sur del Río Grande, mientras, pese a que siempre hubo secuestros
perpetrados por bandidos y delincuentes de los más variados orígenes, se
apreció un notorio cambio a partir del fracaso de las guerrillas rurales de
izquierda y el traslado de los rebeldes a las ciudades, irrumpiendo el secuestro
de carácter político a partir de 1968.
De esa época datan varios de los más osados ataques terroristas de algunas
facciones palestinas, japonesas, alemanas, irlandesas e italianas, entre otras,
en contra de diplomáticos, embajadas y aviones llenos de pasajeros, que
terminaron en tragedias, como el secuestro de atletas israelitas en las
olimpiadas de Munich en septiembre de 1972, o la masacre de 24 pasajeros de
un avión por parte de terroristas del Ejército Rojo japonés, en el aeropuerto
de Lod, cerca de Tel Aviv, en mayo de ese mismo año.
Terrorismo de Estado
En la década de los 70’ irrumpieron en América del Sur regímenes militares que
impusieron a sangre y fuego la doctrina de seguridad nacional recomendada por
la Casa Blanca y el Pentágono. Los secuestros pasaron a ser una herramienta de
terror impuesta desde el Estado en contra de todo lo que oliera a disidencia.
Decenas de miles de personas fueron conducidas a lugares secretos de
detención, torturadas, asesinadas y desaparecidas en Brasil, Uruguay,
Paraguay, Bolivia, Argentina y Chile.
Aquel trauma se mantiene hasta hoy (2008), pese a los esfuerzos realizados
por los gobiernos democráticos para hacer justicia y encontrar a las víctimas
de las múltiples atrocidades.
El secuestro también fue utilizado por grupos que optaron por la resistencia
armada a los militares, como fue el caso en Chile del Frente Patriótico Manuel
Rodríguez, que entre 1984 y 1991 secuestró a un hijo del empresario Manuel
Cruzat, al periodista Sebastiano Bertolone, al cabo de Carabineros Germán
Ovando, a los coroneles de Ejército Mario Haeberle y Carlos Carreño, y al hijo
del propietario del diario El Mercurio, Cristián Edwards. En todos los casos, los
plagiados fueron dejados en libertad. El caso más espectacular fue el del
coronel Carreño, quien fue liberado en Brasil, previa entrega en algunos barrios
populares de Santiago de víveres y provisiones.
Un estudio del gobierno colombiano indicó que el sector privado de ese país
perdió US$ 800 millones en secuestros, extorsiones y robos entre 1990 y
1994. La industria del rubro, en tanto, dejó ganancias cercanas a los US$ 120
millones al año. Un informe del Ejército colombiano estima que las FARC y el
Ejército de Liberación Nacional (ELN) ganaron por lo menos US$ 5.300
millones de 1991 a 1998, de los cuales 2.300 millones provinieron del
narcotráfico, 1.800 millones de la extorsión, y 1.200 millones del secuestro.
Chilenos involucrados en secuestro en Brasil.
Durante años la elite colombiana convivió con el temor de ser secuestrada por
la guerrilla, pero una nueva forma de secuestros indiscriminados y en masa
expandió el temor a ciudadanos comunes que no pueden costearse
guardaespaldas ni vehículos protegidos. La práctica se denomina "pesca
milagrosa". Una banda de guerrilleros aparece de la nada, bloquea una ruta,
detiene cada auto o colectivo, se lleva a los pasajeros que parecen adinerados y
los tiene en cautiverio hasta que se paga el rescate.
Indicios de advertencia
Los ocho países con más secuestros en el mundo -Colombia, México, Brasil,
Filipinas, Venezuela, Ecuador, Rusia y Nigeria- poseen algunos rasgos
semejantes: colapso parcial del Estado; altos índices de impunidad de los
sistemas judiciales; surgimiento de nuevas modalidades de crimen organizado;
ineficacia y corrupción extendida en las fuerzas policiales; nexos crecientes
entre política y delincuencia; proliferación descontrolada de armas livianas;
progresiva arbitrariedad en las relaciones sociales; y, alarmantes
desigualdades sociales y económica.
El 70% de los secuestros express son cometidos por asaltantes comunes que
buscan una vía rápida para obtener dinero. Los delincuentes son muy
emocionales y mucho más propensos a la violencia, aunque bastante más
dispuestos a llegar a un arreglo a la hora de fijar los montos del rescate. Otra
característica relevante es que los grandes empresarios dejaron de ser el
objetivo preferido y se aprecia un notorio incremento de víctimas entre
pequeños y medianos comerciantes, empresarios del transporte urbano y de
supermercados, así como propietarios de fábricas textiles. La clase media se
convirtió en el blanco preferido de los delincuentes.
El promedio del rescate negociado por los secuestradores no supera los US$
1.500 y el tiempo promedio del plagio va de 12 horas a un día. El 62 % de los
secuestros express son cometidos durante el tránsito vehicular, en el trayecto
que realizan las víctimas entre sus casas y los lugares de trabajo. Los ataques
se perpetran preferentemente en el momento en que los objetivos suben o
descienden de sus vehículos. También ocurren con frecuencia cuando los
automóviles reducen su velocidad antes de llegar a un semáforo o al transponer
un lomo de toro.
Junto con ello irrumpieron grupos con cierta preparación técnica como la
“Banda de los Comisarios”, que actuaba desde 1979 y que se nutria
principalmente de oficiales y suboficiales policiales entrenados en la lucha
antisubversiva de los tiempos de las dictaduras militares.
La sostenida crisis económica de Argentina y la falta de liquides monetaria
indujo a los nuevos delincuentes a exigir, incluso, el pago de los rescate en
especies como televisores, videos y otras especies de la creciente
modernización electrónica.
Desde el año 2005 las agencias antidrogas han venido afinando sistemas de
cooperación a fin de construir un consenso para intercambiar información
sobre preparaciones farmacéuticas que contengan efedrina y pseudoefedrina,
lo mismo que otros precursores como los anabólicos.
Extasis español
Desde el término de ese conflicto en 1945 y hasta principios del año 1958, el
acceso de la población a productos que contenían anfetaminas fue
relativamente sencillo. Al consumo elitista de cocaína, circunscrito a las
vanguardias artísticas y culturales, se le sumó la experiencia con anfetaminas
de los veteranos de la guerra. A ello se sumó la aprobación médica de su
prescripción como píldoras antifatigas y los cambios de algunos valores de la
sociedad de la postguerra, cuando se extendió el énfasis del individualismo y
de la realización personal, además de un gran impulso a la eficiencia y
productividad laboral.
El salto cuantitativo
“Católicas” y “Tilines”
En Chile, las drogas sintéticas recibían por aquellos años diferentes nombres,
se comercializaban en envases variados y, en la mayoría de los casos, los
consumidores ignoraban el contenido químico de los comprimidos. Era usual que
junto a las pastillas se bebiera algún tipo de alcohol. Las más conocidas eran las
“blancas”, comprimidos de Escancil, una metanfetamina que inhibe el apetito,
de color blanco y tamaño pequeño; las “católicas”, cápsula de anfetamina de
colores blanco y celeste, semejantes a los usados por el club de fútbol
Universidad Católica; las “tilines”, gragea de color rojo, que los consumidores
lavaban para sacarles el colorante y evitar que en los controles policiales se
reconociera su ingestión; las “verde con blanco”, un tipo de anfetamina; las
“tonaril”, droga usada para tratar el mal de Parkinson y que produce cierto tipo
de alucinaciones; y, la “rubia de ojos celestes”, denominación que se le daba al
estimulante Desbutal.
Efedra floreciendo
En 1958, el químico Albert Hofmann, el descubridor del LSD, aisló por primera
vez dos de los principios activos de algunos hongos alucinógenos usados por
indígenas mexicanos en sus ceremonias religiosas, a los que llamó psilocina y
psilocibina. En los meses siguientes, el científico y algunos colegas pudieron
comprobar con gran sorpresa que las sustancias encontradas estaban
íntimamente relacionadas con algunos compuestos que existen en forma natural
en el cerebro humano, entre ellos la serotonina, la denominada “hormona del
placer”, responsable –por ejemplo– de la sensación de bienestar que sigue al
orgasmo.
¿Qué hacía ese compuesto químico en el interior de un hongo? ¿Cuáles eran las
relaciones que existían entre las plantas alucinógenas y la compleja estructura
química de la mente humana?
La botánica moderna, que tiene poco más de dos siglos, calcula que existen
entre 300 mil y 700 mil especies vegetales en el planeta. De ellas, sólo poco
más de 300 ha sido identificada como poseedoras de propiedades alucinógenas.
Otra vertiente de investigación son los hongos –entre 30 mil y 100 mil– algunos
de los cuales son empleados aún en ritos religiosos y en las curaciones de los
médicos brujos en las comunidades aborígenes. De los hongos se extraen casi
todos los antibióticos y la industria farmacéutica los emplea para sintetizar
esteroides, muy solicitados hoy para mejorar la apariencia y el rendimiento
físico.
La mandrágora, usada por los brujos de la Edad Media. La raíz fue asociada al hombre y
la mujer. Aparece en la película “Harry Potter y la piedra filosofal”. La superstición dice
que los gritos de la planta podían volver loco a quien la desenterrara.
En América del Sur, las culturas nativas andinas disponen de especies como el
borrachero, la campanilla, el floripondio, el huanto, la haucacachu y la maicao,
entre otras. En Colombia, Ecuador y el Amazonas se ubica la ayahuasca; y en
Perú y Bolivia se encuentra el cacto San Pedro o Agua Cola, base de una bebida
llamada cimora, usada para conseguir estados visionarios especiales.
Grabado en madera de Gustavo Doré que ilustra el juicio a una bruja de Salem,
Massachussets, en el siglo XVII, por usar planas alucinógenas.
La antropóloga chilena Carmen Olivos, publicó en 2007 una detallada
investigación sobre el uso de plantas alucinógenas por parte de los mapuches.
En ella destaca el hallazgo en 1997 en el sitio de La Granja, cerca de Rancagua,
de unas 600 pipas usadas por mapuches que, tras ser analizadas en Estados
Unidos, indicaron la presencia de un vegetal alcaloídeo que podría corresponder
al cebil o el latúe, pero en ningún caso al tabaco. Olivos destaca otra
investigación realizada en 1971 que registró el temor que la población nativa
parecía sentir hacia el latúe y su cualidad como vehículo para la comunicación
con el otro mundo. De allí el celo con que se guardaba su utilización y dosis: era
una planta de machis.
La temible burundanga
Las mujeres son drogadas asiduamente durante días y violadas con frecuencia;
en ocasiones terminan siendo rentadas como prostitutas. Dado que la
escopolamina bloquea por completo la formación de la memoria, es muy difícil
para las víctimas identificar a sus agresores y recordar detalles sobre lo
sucedido.
El San Pedro, el cacto “de los cuatro vientos”, que se supone produce la armonía con los
animales y los seres sobrenaturales.
En Venezuela se han registrado decenas de denuncias sobre esta droga, donde
los afectados quedaron con lo puesto, sin necesidad de ser intimidados ni usar
la fuerza. La policía ha logrado arrestar a varios colombianos y acusarlos de
suministrar escopolamina en la bebida de clientes de locales nocturnos.
En Chile, dos casos son atribuidos a esta droga, denominada burundanga. Uno
de ellos involucró a un joven en un pub del barrio Suecia, donde dos mujeres
vertieron el elemento en su trago antes de iniciar una frenética noche de
disipación. ¿Resultado?: al día siguiente despertó en su departamento semi
vacío, sin electrodomésticos, sin dinero en sus tarjetas de crédito y sin su
automóvil. "Quedé tirado a los tres minutos que estaba tomando la cerveza y
no sentí ningún gusto extraño ni nada", dijo a un noticiario de televisión.
Al nivel de la heroína
Psyche Deli vendía unos 50 kilos de hongos a la semana, lo que equivale a 500
dosis individuales. Para evitar problemas con la ley, no los promocionaban como
alucinógenos sino como elementos decorativos o destinados a la investigación
micológica.
Todo cambió en julio de 2005 cuando entró en vigencia una nueva regulación en
el Reino Unido que prohíbe el consumo y venta de varios hongos alucinógenos.
Un caso en una corte británica en 1978 declaró que la venta de hongos
"mágicos" sin procesar era legal, lo que desató el inicio de un consumo masivo
que fue creciendo con los años. Pero en 2005 el gobierno del Reino Unido
promulgó una normativa que clasificó los hongos como una droga tipo A, es
decir igual que la heroína. La pena por posesión puede ser hasta de siete años y
si es por tráfico incluso llega a cadena perpetua.
Los británicos y sus vecinos habían retornado junto a Harry Potter a los mitos
y leyendas de brujas que vuelan en escobas, elfos, duendes y gnomos. Hasta
Alicia, en el cuento de Lewis Carroll había mordido un hongo que le recomendó
un gusano que fumaba plácidamente, y cuyo efecto la hacía encogerse y
agrandarse. No obstante, la aventura duró poco.
En la actualidad se calcula que el cultivo ilícito de esta planta ocupa entre 670
mil y 2,5 millones de hectáreas en el mundo, cinco veces más que las siembras
de adormidera y de coca, generando una producción que supera las 500 mil
toneladas de marihuana y de hachís
Cada vez eran más los enfermos que padecían cánceres diversos, asma,
glaucoma, Sida, epilepsia, anorexia, esclerosis múltiple y otros males, que
demandan el uso de marihuana para disminuir los síntomas más dolorosos.
El peligro mayor
Organización Mundial de la Salud, OMS, apuntaba hace más de una década que
las muertes causadas directamente por el alcohol sobrepasaban los 800 mil
casos anuales y que las discapacidades que produce en el mundo son mayores
que las debidas a la desnutrición. Estas alarmantes cifras son sólo un rasguño
en la superficie del problema.
Estableció que 133.292 personas declararon consumir alcohol todos los días;
1.105.483 personas reconocieron que consumen alcohol en fines de semana y
otros 2.679.229 declararon consumirlo ocasionalmente en el mes.
Según el último estudio de Conace (2008) los que califican como bebedores
problema alcanzan a un 23,8%. Es decir, en Chile hay 986.932 personas con
algún grado de problemas derivados de su consumo de alcohol.
En términos generales los hombres duplican a las mujeres en su problema
asociado al uso de bebidas alcohólicas. Sin embargo, cuando se realiza este
análisis para el grupo de 12 a 18 años de edad, las cifras se estrechan ya que
33 de cada 100 hombres declaran consumo reciente de alcohol y 28 de cada
100 mujeres también lo hacen. Esta diferencia es más amplia cuando se analiza,
para el caso de los menores, porque 35 de cada 100 hombres y 20 de cada 100
mujeres son bebedores problema.
Otras cifras entregadas por el Conace indican que el 19% de los jóvenes que
están entre octavo y cuarto medio ha consumido alcohol cinco o más días en el
último mes; y el 13 por ciento reconoce llegar a tomar cinco o más tragos en
una salida de sábado por la noche. Y si bien históricamente los hombres
lideraban estas estadísticas, las mujeres están equilibrando la balanza. Datos
del Conace de 2002 afirman que las adolescentes entre 12 y 18 años
consumieron más alcohol que sus pares hombres durante el último año (54,5 por
ciento versus 53,1 por ciento).
La legislación autoriza una patente para expender alcohol por cada 600
habitantes. En 2004, sólo en Antofagasta, existían 800 establecimientos con
permiso, además de múltiples clandestinos. Es decir, oferta de alcohol para un
mercado superior a las 500 mil personas, en una ciudad que bordea en total los
300 mil habitantes. Al otro extremo del país, en la Región de Los Lagos, según
datos del Conace, había una botillería por cada 164 habitantes, sumando entre
legales y clandestinas, 5.784. La misma situación se repite en el resto del país.
El debate en la Cámara Alta fue arduo y, pese a que la iniciativa fue rechazada,
algunos senadores abrieron una pequeña ventana de esperanza a los
consumidores de marihuana. Entre ellos, el senador socialista Jaime Gazmuri,
quien señaló en esa oportunidad:
Los historiadores estiman que demoró cerca de 400 años el traslado desde
África de unos 15 millones de esclavos hacia América. Hoy, las Naciones Unidas
(ONU) afirman que en la actualidad existe un comercio de seres humanos que
afecta a unos seis millones de personas anualmente, por un valor que oscila
entre los US$ 7.000 y US$ 10.000 millones. Este rubro del crimen organizado
se ha ubicado inmediatamente detrás del tráfico de armas y de drogas,
amenazando con convertirse en la principal actividad ilícita del planeta.
La entidad agregó que en América Latina, entre 700 mil y dos millones de
personas son víctimas de los traficantes cada año. En la misma investigación se
estableció que del total de mujeres ingresadas a Chile por organizaciones de
trata de blancas, el 40% por ciento son argentinas y que más de la mitad de las
jóvenes paraguayas captadas por bandas de proxenetas terminan esclavizadas
en prostíbulos argentinos.
En estas faenas el idioma es fundamental. De ahí que sean cada vez más las
latinas que intentan establecerse en España. Un informe reciente de
Extranjería de ese país señala que sólo en Madrid tienen residencia autorizada
19.741 dominicanas, 17.119 peruanas, 9.866 cubanas, 9.619 colombianas, 8.350
ecuatorianas y 8.292 argentinas, entre otras nacionalidades de esta región. No
se informa sobre las actividades que realizan.
En el año 1998, en tanto, una investigación realizada por la ONG Parsec calculó
en un mínimo de 15 mil y en un máximo de 19 mil la presencia de prostitutas
extranjeras en Italia. Un año después, la prensa entregó datos muy diferentes:
70 mil mujeres se prostituían en Italia, la mitad de las cuales eran extranjeras
y diez mil menores de edad. Muchas de ellas procedentes de Nigeria, Albania y
Colombia.
Por esa misma fecha, la policía colombiana informó que una organización
criminal asentada en las ciudades de Cali, Palmira y Buenaventura estaba
trasladando centenares de mujeres reclutadas en el país para ser enviadas a
Milán después de un período de “capacitación” en Argentina, donde recibirían
documentos falsos y pasaportes con apellidos italianos.
Unas 600 mil mujeres son introducidas legal e ilegalmente al año a Europa para
dedicarse a la prostitución.
La ONU calcula que cada año los emigrantes envían a sus países de origen un
total de US$ 165.000 millones en remesas. Las despachadas a América Latina
crecen a un ritmo de 10% anual, y ya superan el equivalente al 10% del PIB en
Haití, Nicaragua, El Salvador, Jamaica, República Dominicana y Ecuador. En
Colombia igualan en volumen a la mitad de las exportaciones de café, mientras
que en México se equiparan al total de ingresos por el turismo.
Después de los atentados del 11 de septiembre de 2003 en Estados Unidos, los
precios para pasar clandestinamente la frontera desde México hacia EE.UU.
saltaron de US$ 300 a más de US$ 2.000. En 2005 las autoridades estimaron
que había unos 300 grupos con capacidad para intentar el cruce del río Grande.
Uno de ellos era la organización Salim Boughader, llamada así por el nombre de
su jefe, un mexicano de ascendencia libanesa, especializada en el transporte de
inmigrantes ilegales procedentes del Cercano Oriente. Otra banda, llamada
“M”, traficaba con egipcios que traían a Brasil como turistas, de allí a
Guatemala, luego a México y enseguida a EE.UU.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) cree que hay 12,3 millones de
personas en condiciones de trabajo forzoso, servidumbre, explotación infantil
y esclavitud sexual en el mundo. Otras estimaciones mencionan un número que
oscila entre cuatro y 27 millones.
Otro de los factores que más ha incidido en el aumento de la migración ha sido
la creciente diferencia en los niveles de vida y beneficios sociales y laborales
entre los países ricos y los países en vías de desarrollo. En las últimas dos
décadas esas disparidades han tendido a acentuarse, sobre todo la evolución
de las remuneraciones. Mientras en los países del primer mundo los salarios han
tendido a subir, en la mayoría de los países en desarrollo han tenido alzas
leves, se han mantenido estacionarios o, en numerosos casos, incluso han caído.
A modo de ejemplo, en 1980 la diferencia en el salario por una hora de trabajo
de un obrero de manufacturas chino y otro estadounidense era US$ 0.25 a
US$ 9.87; en 1995, la relación se disparó a US$ 0.25 contra US$17.20. De
modo similar, en 1996, un obrero mexicano podía ganar en promedio hasta
nueves veces más trabajando en Estados Unidos.
En 1995 los costos por hora de trabajo en las industrias manufactureras eran,
en dólares estadounidenses, de: 0,25 en India y China, 0,46 en Tailandia, 0,60
en Rusia, 1,70 en Hungría y 2,09 en Polonia; frente a 13,77 en el Reino Unido,
14,40 en Australia, 16,03 en Canadá, 17,20 en Estados Unidos, 19,34 en
Francia, 23,66 en Japón y 31,88 en Alemania.
Seducidos no sólo por las oportunidades económicas sino también por nuevos
patrones culturales transmitidos por la televisión, el cine y el video, muchas
personas han decidido emigrar de sus países.
Cada uno de estos flujos, lo mismo que en todos los continentes, está siendo
controlado por las cada vez más poderosas organizaciones criminales que, al
igual que las grandes transnacionales, se están repartiendo el planeta. Esta
vez, sin embargo, no son drogas, ni armas, ni productos electrónicos o
automóviles de lujo. Son hombres, mujeres y niños, ansiosos de salir de la
pobreza y dispuestos a cualquier sacrificio para conseguirlo, empresa que
muchas veces les cuesta sus vidas.
Los tucanes y el demonio (extracto de 'Conexiones
Mafiosas')
Manuel Salazar Salvo 28/01/2021 - 06:00
Desde mediados de los años 90’ los animales exóticos se han vuelto cada día
más populares como compañía. En el Reino Unido, por ejemplo, se importan unos
115 mil reptiles y anfibios al año para su venta al público. Allí, el número de
personas que poseen tortugas de agua dulce y serpientes es casi igual al de los
dueños de caballos y la cifra sigue aumentando.
Las selvas de América del Sur ven año tras año como merma su fauna, con un
comercio ilegal que se acerca a los US$ 10.000 millones. Hoy, casi dos mil
especies de animales están en extinción. Un papagayo que en Brasil, Colombia o
Perú vale unos US$ 10, puede venderse en US$ 3.000 en Nueva York. Un tucán
que abunda en las selvas peruanas, puede costar cerca de US$ 2.000 dólares;
un caimán, unos USS 4.000; y por animales menos conocidos, se paga hasta
US$ 20.000.
Cada año se consumen en el mundo entre 600 y 900 toneladas de marfil, que se
obtienen de miles de colmillos de elefantes adultos. Según el CITES, la
población de elefantes africanos se redujo de 1,3 millones de ejemplares a
poco más de 600 mil, durante la década del 80. Las organizaciones
proteccionistas Traffic y WWF han afirmado que unas 700 especies de
animales están al borde de la extinción y otras 2.300 seriamente amenazadas.
Algunos animales podrían desaparecer en esta primera década del siglo XXI.
Entre ellas el Tigre de Liberia (quedan unos 200 ejemplares); la Nutria Gigante
(ya desapareció de Uruguay y quedan unos pocos centenares en Argentina); el
Cocodrilo del Nilo; la Águila Imperial Ibérica (hay 150 parejas en libertad); la
Tortuga Marina, (perseguida por coleccionistas y ofrecida como curiosidad en
restaurantes de lujo); el Gorila de Montaña (viven unos 600 ejemplares en las
montañas húmedas de África); el Guacamayo Escarlata (importados en grandes
cantidades por EEUU.); el Rinoceronte Negro Africano (sobreviven unos dos
mil ejemplares, de 65 mil que había en los años 70’); el Panda Gigante (quedan
no más de mil); el Lobo Marsupial (el último ejemplar fue avistado en los años
80’).
El 70% de los animales con los que se trafica muere durante el viaje. Los
precios que se pagan en el mercado negro son astronómicos. Un gorila puede
valer 90.000 euros, un orangután 30.000, un halcón peregrino 18.000. Un kilo
de cuerno de rinoceronte, con fama afrodisiaca, ha llegado a cotizarse en
12.000 euros. También avivan la lujuria los huesos de tigre, a 1.800 euros el
kilo; y la carne de ballena, que es más barata, sólo 360 euros.
Los precios de los animales varían según cada departamento. Por ejemplo, en el
Meta un loro real vale US$ 10. En Córdoba una babilla cuesta US$ 40. El oso
perezoso se ha vendido en el Quindío en US$ 400.
El negocio lo dirigía un tal Erich Stock, traficante alemán, que vendió en los
años 70’ y 80’ un número incalculable de animales a las multinacionales de
Basilea y a otros laboratorios suizos. Los clientes de este mercenario eran
tantos que tenía grandes registros para apuntar sus entregas diarias. En
Alemania, entre sus clientes figuraban los más grandes institutos de
investigación y las más grandes empresas farmacéuticas, como Hoechst, la
Behrong-Werke de Marbug (Alemania), la Chemiewerke de Hamburgo, Merck
AG de Darmstadt, el Instituto de Bioquímica de Frankfurt, etc. Entre los
suizos estaban Ciba-Geigy, Hoffmann-La Roche, Sandoz, Universidad de
Basilea, Universidad de Zurcí y el Instituto Battelle de Ginebra.
Ese informe indica que en Italia se mata a 70 mil animales anualmente, y que
70 por ciento de ellos son ratas y ratones, por ser los más fáciles de manejar,
los que ocupan menos espacio en los laboratorios y los que más se reproducen,
con un número anual de crías que va de 50 a 100.
En Chile, en tanto, los loros Choroy, Cachaña y Tricahue, los únicos nativos, y
las tortugas de tierra, sobretodo las traídas desde Argentina, son los animales
que se han puesto de moda (en 2008). En lugares secundarios se ubican los
primates, aves acuáticas, rapaces, colibríes, tucanes, serpientes, iguanas,
lagartos, salamandras, sapos, ranas, peces tropicales y algunos invertebrados
como las arañas. Entre los subproductos más comercializados destacan los
cueros, pieles, marfil; almizcle, carne y piel de avestruz, plumas y aves
embalsamadas, caparazones y carne de tortugas marinas, pieles de serpientes,
cocodrilos, varanos, ancas de ranas e invertebrados como mariposas y corales.
Un guacamayo en Brasil cuesta unos US$ 8, pero una vez en Chile su precio
puede llegar por sobre los dos millones de pesos, al igual que los tucanes y
loros exóticos. Un flamenco en buen estado se cotiza en un millón de pesos. En
2008 la ex animadora de televisión Paulina Nin De Cardona tenía una de las
tiendas de mascotas más importantes del país. En ella se podía encontrar
perritos de la pradera por 240 mil pesos, pitones por 600 y hurones por 180.
Para traficar monos, los amarran con alambres o los encadenan para
introducirlos en diminutas cajas que impiden delatar sus movimientos al pasar
por las aduanas. Muchos primates que hoy están en rehabilitación fueron
encontrados en refrigeradores, cajoneras de frutas, tubos de acero, e incluso
en llantas de automóviles o camiones. La mayoría de los monos muere en
deplorables condiciones. No es distinto el caso de los flamencos, loros u otras
aves exóticas. Generalmente les amarran el pico y las alas con cuerdas o cintas
adhesivas para que no dejen en evidencia su traslado. También se les encierra
en pequeños tubos o cajas, lo que generalmente termina asfixiándolos o
quebrándoles huesos y alas.
El SAG también se esfuerza por detener a los cazadores de cóndores y
guanacos. A estos últimos les quitan la piel y usan su carne para charqui. La
extracción de la piel no es distinta a los procesos que se ejecutan con bebés
focas, zorros, visones o castores en otras partes del mundo. Se les corta la
garganta para arrancarles la piel en caliente, empezando por la pata trasera.
Un tubo, generalmente de bambú, se le introduce para inflar la piel y
arrancarla sin problemas. Pero hay especies que hay que mantener con vida,
como los coipos, los pumas o los zorros. Para ellos, las trampas van desde cajas
artesanales con carnadas, hasta las trituradoras de patas que se accionan al
pisar el animal un dispositivo similar a las trampas de ratones.
La ofensiva por el uranio (extracto de 'Conexiones
Mafiosas')
Manuel Salazar Salvo 30/01/2021 - 06:00
En la actualidad (2008) existen unas 27 mil armas nucleares, de las cuales unas
16 mil están desplegadas. EE.UU. tiene 7.006; Rusia, 7.802; Reino Unido, 185;
Francia, 348; China, 402; India, 30 a 40, Pakistán, 30 a 50; e Israel, con cerca
de 200 armas nucleares (SIPRI 2003). Unos diez países tienen programas para
fabricarlas y se presume que otro número similar cuenta con capacidad para
hacerlo. Diversos organismos internacionales han advertido que la delincuencia
transnacional organizada tiene un papel cada vez más activo en la búsqueda y
comercialización de materiales y tecnologías destinadas a la producción de
armas nucleares.
La caída de la URSS y de los socialismos reales dejó cesantes a numerosos
científicos y técnicos que han sido absorbidos por las mafias dedicadas al
llamado “tráfico atómico”, organizaciones que se nutren del robo o compra
ilícita de uranio enriquecido y de plutonio, y de la tecnología del ramo,
producidos por empresas dedicadas al ciclo del combustible nuclear.
El precio del uranio se mantuvo estable durante casi dos décadas, llegando a
estabilizarse en US$ 10 la libra en 2004. De allí a marzo de 2008, ante la
verdadera fiebre por construir nuevas plantas nucleares, subió hasta los US$
130, en una escalada que parece irreducible y que ha provocado conmoción en
los mercados mundiales.
El precio subió desde que Rusia limitó las exportaciones pensando en guardar el
uranio para las 25 nuevas centrales que planea tener construidas en 2020.
Poco antes se había convertido en el segundo exportador del metal, vendiendo
uranio extraído de viejas cabezas nucleares a dueños de reactores en Estados
Unidos.
Rusia está intentando asociarse con compañías australianas para extraer uranio
en Sudáfrica y en otros sitios de África. En 2006 se extrajo en ese continente
el 17% del uranio mundial, que podría subir al 20 % el próximo año.
Deshechos radioactivos
Desde 1977 la industria militar estadounidense utiliza uranio empobrecido para
revestir munición convencional y partes de artillería, tanques y aviones. Ello
porque el uranio empobrecido tiene características que lo hacen muy atractivo
para la tecnología militar: es muy denso y pesado, de tal manera que los
proyectiles con cabeza de uranio empobrecido pueden perforar el acero
blindado de vehículos militares y edificios; en segundo lugar, se inflama al
alcanzar su objetivo, generando tanto calor que provoca su explosión.
Desde 1991 (hasta 2008) cerca de 300 mil iraquíes han sufrido esta
contaminación. La leucemia tiene una tasa de aumento del 67% sobre
indicadores normales, además de otros tipos de cáncer, mientras se realizan
estadísticas acerca del número de niños que han nacido sin cabeza o con
hidrocefalia.
En cada una de las etapas de estos procesos, a lo largo y ancho del planeta,
existen márgenes y tareas para el crimen organizado, desde el transporte
clandestino de los desechos hasta la búsqueda de piezas y componentes para
construir nuevas plantas nucleares.
Algunos ejemplos
Jonathan Moyle
En los meses siguientes se supo que en la trama urdida por Abdul Qadeer Khan
estaban involucrados empresas y personas de a los menos media docena de
países de Europa, Asia y Medio Oriente.
Algo similar ocurre en Paraguay, donde se reformó la ley minera y una misión
gubernamental viajó a Canadá para exponerle a los empresarios de ese rubro
las nuevas condiciones de explotación. El resultado fue inmediato: tres
empresas se instalaron en las tierras del Chaco en busca de uranio, pagando
derechos de prospección cercanos al millón de dólares mensual. Alexander
Hirtz, de la empresa canadiense Transandes Paraguay SA; y Guillermo Casado,
de Servicios Mineros SA, coincidieron en julio pasado en www.minera.cl que
pronto llegarán cerca de 50 empresas en busca de diversos minerales.
"Se estima que hay millones de libras de uranio en Puno y tenemos que
confirmar para desarrollar. Nuestra socia Cameco va invertir 10 millones de
dólares en la exploración", afirmó Segarra.