Ensayo de Química Agrícola Sobre Suelos
Ensayo de Química Agrícola Sobre Suelos
Ensayo de Química Agrícola Sobre Suelos
La degradación del suelo es un proceso que afecta negativamente la biofísica interna del
suelo para soportar vida en un ecosistema, incluyendo aceptar, almacenar y reciclar agua,
materia orgánica y nutrientes. Ocurre cuando el suelo pierde importantes propiedades
como consecuencia de una inadecuada utilización. Las amenazas naturales son excluidas
habitualmente como causas de la degradación del suelo.
La desertificación es una degradación de tierras que ocurre en áreas áridas, semiáridas y
subhúmedas del mundo. Estas áreas de secano susceptibles cubren el 40% de la superficie
terrestre, poniendo en riesgo a más de 1000 millones de habitantes que dependen de esas
tierras para sobrevivir.
La degradación de las tierras causa pérdidas de la productividad agraria en muchas partes
del mundo.
En numerosas ocasiones la degradación del suelo se ve acelerado por la intervención
humana. Los principales procesos de degradación del suelo son:
Erosión acelerada: Arrastre de materiales del suelo por diversos agentes como el agua y el
viento, lo cual genera la improductividad del suelo.
Salinidad del suelo y sodificación: Acumulación excesiva de sodio y sales solubles en la
parte donde se desarrollan las raíces de los cultivos.
Aumento de la densidad aparente del suelo, en las capas superficiales o profundas y sus
resultados es el deterioro gradual de la materia orgánica y la actividad biológica.
Contaminación química: Los vertidos antropogénicos y el uso excesivo de fertilizantes y
biocidas para el control de plagas y enfermedades, producen la contaminación química de
los suelos.
Pérdida de nutrientes: Empobrecimiento gradual o acelerado del suelo por
sobreexplotación o monocultivo, lo que trae como consecuencia la baja fertilidad e
improductividad de los suelos.
Sellado y urbanización: La cubrición del suelo con elementos sintéticos (cemento,
asfalto…) implica su desaparición. La nueva superficie, generalmente impermeable, es
poco apta para el desarrollo de la vegetación y la retención de agua y nutrientes. En
muchos casos, el fenómeno afecta a los suelos de fondo del valle, con alto potencial
productivo.
La degradación del suelo es un problema para las personas, en gran medida vinculado a
las actividades agropecuarias, aunque también hay otras actividades humanas que
pueden causarla. Las causas principales son:
-Actividad agroganadera y forestal: La roturación, cultivo y explotación ganaderas y la tala
indiscriminada o intensiva cambian la cubierta vegetal, aportan biocidas y pueden
esquilmar los nutrientes del suelo. En muchos casos, prácticas de cultivo inadecuadas,
deforestación o pastoreo excesivo favorecen la erosión. Este problema es frecuente en
zonas semiáridas, donde el aprovechamiento de la vegetación como combustible y la
presión ganadera excesiva eliminan la cobertura vegetal.
-Desarrollo del territorio y actividades urbanas e industriales: La expansión urbana que
sustituye el suelo por superficies impermeables y el impacto asociado al entorno urbano e
industrial da lugar a usos y residuos que reducen la calidad del suelo.
-Actividades extractivas: La minería y la extracción de combustibles fósiles tiene un
importante impacto sobre el suelo y el paisaje, dejando áreas degradadas y situaciones de
contaminación química.
-Actividades de ocio: El desarrollo económico y la tendencia a llevar a cabo actividades
recreativas en entornos naturales conlleva riesgos de contaminación y erosión (abandono
de residuos, erosión por tráfico de vehículos…) si no se toman las precauciones
adecuadas.
La degradación del suelo afecta a una parte importante de las tierras cultivables del
planeta, disminuyendo la riqueza potencial y dificultando el desarrollo económico. En
último término, la degradación del suelo y su pérdida de capacidad productiva anulan las
mejoras conseguidas en la mejora de rendimiento de los cultivos y pueden llegar a
amenazar la seguridad alimentaria de la población.
A menudo asumimos que la degradación de la tierra solo afecta a la productividad del
suelo. Sin embargo, los efectos de la degradación de la tierra a menudo tienen más
impacto significativo sobre la recepción de los cursos de agua (ríos, humedales y lagos)
desde el suelo, junto con nutrientes y contaminantes asociados con el suelo, se entregan
en grandes cantidades a los ambientes que responden negativamente a su entrada. Por lo
tanto, la degradación de la tierra tiene efectos potencialmente desastrosos en lagos y
embalses que están diseñados para aliviar las inundaciones, proporcionar riego y generar
energía hidroeléctrica.
El suelo, un recurso natural no renovable que aporta servicios ecosistémicos claves para
la vida del Planeta, y que en los últimos años se ha ido despertando de su silencio para
exigir un mejor trato y respeto por su uso y vocación; una prueba de eso son los cada vez
más constantes derrumbes y deslizamientos que se presentan en las montañas afectadas
por la sobrecarga de ganado y donde los tupidos bosques fueron cambiados por frondosos
cultivos.
El 68,1% del país cuenta con tierras con bajo contenido de materia orgánica. Algo
preocupante, ya que es la encargada de retener agua y nutrientes, de mejorar la
estructura y productividad del suelo, y es la que más interviene en el aumento de la
calidad de este recurso natural.
Las tierras de la llanura del Caribe, los valles interandinos, la Orinoquia, Amazonia y La
Guajira, albergan este tipo de suelos.
Por su parte, los suelos con alto contenido de materia orgánica abracan el 10,1%, y están
distribuidos en manglares, suelos orgánicos, páramos húmedos y terrenos con ceniza
volcánica.
Para aumentar la “calidad de los suelos”, el IGAC enfatiza que se deben aplicar cuatro
prácticas de manejo:
1. Aumentar la producción de material vegetal: realizar cultivos de cobertura, sistemas
agrosilvopastoriles, reforestación, recuperación de pastizales degradados y aplicación de
riego y fertilizantes (pero sin exceso). No se debe reemplazar la vegetación perenne por
estacional.
2. Incrementar el contenido de materia orgánica: aplicar materiales orgánicos, tanto
vegetales (residuos de cosechas) como animales (abonos); se debe evitar a toda costa la
quema de bosques, pastizales, rastrojos y residuos de cultivos.
3. Disminuir la descomposición de los materiales orgánicos de la labranza: la actividad
agrícola de trazar surcos poco profundos en la tierra, es decir la labranza, debe evitarse en
la mayoría de casos. De lo contrario se recomienda que sea mínima, conservando la
hojarasca y la cobertura vegetal en suelos de cafetales, bosques húmedos y sistemas
agrosilvopastoriles.
4. Mantener el contenido de materia orgánica en lugar de incrementarlo, ya que es un
proceso lento.
Es sumamente importante trabajar para rescatar los suelos, ya que ellos nos brindan
muchos de los recursos que necesitamos para vivir.
Bibliografía