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Oraciones para Ancianos

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Oraciones para la mañana

Consagración al Inmaculado Corazón de María  (Beato


Pío IX)
Señora mía, Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti. Y en
prueba de mi filial afecto, te consagro en este día mis ojos,
mis oídos, mi boca, mi corazón; en una palabra, todo mi
ser. Y ya que soy todo tuyo, Madre buena, guárdame y
defiéndeme como cosa y posesión tuya.

Oración de los ancianos misioneros para la mañana


Dios mío, te adoro y te amo con todo mi corazón.
Te doy gracias por haberme creado, haber recibido el
Bautismo y haberme conservado la vida
para regalarme este nuevo día.
Cristo Jesús, que me has llamado a participar de tu cruz,
por la enfermedad y las limitaciones, hoy deposito mi vida
en tus manos con sus sufrimientos e incomodidades, para
que las unas a tu obra redentora, como lo hizo tu Madre al
pie de la Cruz.
Dígnate ofrecerla a tu Padre celestial por la santificación de
los misioneros, la multiplicación de las vocaciones
apostólicas, la conversión de los no creyentes y la
extensión de tu Reino en el mundo entero.
Maestro Bueno: bendíceme en este día que comienza, y haz
que acepte con alegría los sufrimientos para mayor gloria
tuya. Dame la suficiente generosidad y todo el amor
necesario para mantener la alegría en medio de la prueba,
transmitiendo esperanza a los que me rodean. Y cuando la
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cruz sea más pesada, dame la fuerza suficiente para
responder como tú: "Padre, hágase tu voluntad".
Para rezar en algún momento del día
Recordemos lo que dice el Papa Francisco: “El Señor
conoce cada uno de nuestros sufrimientos de este tiempo.
Está junto a quienes viven la dolorosa experiencia de ser
dejados de lado; nuestra soledad —agravada por la
pandemia— no le es indiferente”.

Oración de la Jornada Mundial de las personas


mayores
Te doy las gracias, Señor,
por el consuelo de tu presencia:
También en la soledad,
eres mi esperanza, mi confianza;
¡Desde mi juventud, eres mi roca y mi fortaleza!
Gracias por haberme dado una familia
y por la bendición de una larga vida.
Te agradezco los momentos de alegría y de dificultad,
por los sueños cumplidos
y por los que aún tengo por delante.
Te agradezco este tiempo de renovada fecundidad
al que me llamas.
Aumenta, Señor, mi fe,
hazme un instrumento de tu paz;
enséñame a acoger a quien sufre más que yo,
a no dejar de soñar
y a narrar tus maravillas a las nuevas generaciones.
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Protege y guía al papa Francisco y a la Iglesia,
para que la luz del Evangelio llegue hasta los confines de la
tierra.
Envía tu Espíritu, Señor, a renovar el mundo,
para que la tormenta de la pandemia se apacigüe,
los pobres sean consolados y toda guerra termine.
Sostenme en la debilidad,
y concédeme vivir plenamente
cada momento que me das,
con la certeza de que estás conmigo
cada día hasta el fin del mundo. Amén.
A la Santísima Trinidad
Dios Padre,
que al enviar al mundo la Palabra de la verdad
y el Espíritu de la santificación,
revelaste a los hombres tu admirable misterio,
concédeme, al profesar la fe verdadera,
reconocer la gloria de la eterna Trinidad
y adorar la Unidad en su poder y grandeza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Al Sagrado Corazón de Jesús
Señor, Dios nuestro,
revísteme con las virtudes del Corazón de tu Hijo,
e inflámame en sus mismos sentimientos,
para que, conformado a su imagen,
llegue a participar de la redención eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

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Pidiendo el don del Espíritu Santo
Oh Dios,
que penetras el corazón y los deseos de los hombres,
y no hay para ti secreto alguno,
purifica, por la efusión del Espíritu Santo,
los pensamientos de mi corazón,
para que llegue a amarte de verdad
y alabarte dignamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sobre la Virgen María
1. Oh, Dios,
junto a tu Hijo elevado en la cruz
quisiste que estuviese la Madre dolorosa;
concede a tu Iglesia, y a esta hija tuya,
que, asociándose con María a la pasión de Cristo,
llegue a participar en su resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
2. Oh Dios,
cuyo Hijo al expirar en el ara de la cruz,
quiso que la santísima Virgen María,
elegida como Madre suya, fuera también madre nuestra,
concédenos en tu bondad
que seamos fortalecidos por la invocación de su Nombre
maternal
quienes nos refugiamos seguros bajo su amparo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
3. Oh Dios,
que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles,
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reunidos en oración con María,
concédeme, por su intercesión,
entregarme fielmente a tu servicio
y proclamar la gloria de tu nombre
con testimonio de palabra y de vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

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Oraciones para la noche
Oración de los ancianos misioneros para la noche
Señor y Dios mío, te adoro y te doy gracias por este día que
concluye. Tú conoces mi existencia, sabes de mi dolor. Has
visto mis lágrimas, mi cansancio, mi cuerpo doliente y la
tristeza que ha pasado mi alma. Seguiré tus pasos, porque
"tu yugo es suave y tu carga es ligera". Enséñame a vivir
los sufrimientos ofreciéndolos por la salvación de los
demás. Sé que estoy cumpliendo en mi vida lo que les falta
a tus dolores de la cruz. Ayúdame a sufrir con alegría, sin
quejarme. Ayúdame a sufrir con amor.
Te pido por todos los pobres, los abandonados, los
enfermos, los que no tienen siquiera un poco de cariño,
especialmente por todos aquellos que no te conocen. Te
pido por todos los enfermos y ancianos misioneros del
mundo, para que perseveren con fortaleza y valentía en este
camino de la oración y la entrega total en beneficio de la
salvación de los hombres. Señor, sé que de todo, también
del dolor, eres capaz de sacar bien para los que amas. Te
ofrezco el descanso y todos los momentos de esta noche y
te ruego me conserves sin pecado. Te pido perdón por
todas las faltas que he cometido a lo largo de este día. A ti
encomiendo mi alma y te entrego mi vida. Toma Señor mi
cansancio y hazme reposar en tu presencia. Amén.
Antífonas a la Virgen María (elegir una cada noche)
I. Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
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ven a librar al pueblo que tropieza
y quiere levantarse.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.

II. Salve, Reina de los cielos


y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
Salve, oh hermosa doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

III. Bajo tu protección nos acogemos,


santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

IV. Dios te salve. Reina y Madre de misericordia,


vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
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Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

Para el tiempo pascual:

V. Reina del cielo, alégrate, aleluya,


porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

Oh Dios, que te dignaste alegrar al mundo con la


resurrección de tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro:
concédenos que, por la intercesión de su Madre la Virgen
María, logremos conseguir la felicidad de la vida eterna.
Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

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