Dialnet CubaConstitucionYCiudadania 7417178
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© Los autores. Artículo publicado por la Revista Lex de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Alas
Peruanas. Este es un artículo de acceso abierto, distribuido bajo los términos de la Licencia Creative Commons Atribución-No
Comercial-Compartir Igual 4.0 Internacional.(http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/), que permite el uso no
comercial, distribución y reproducción en cualquier medio, siempre que la obra original sea debidamente citada.
Espacio compartido, 1993. Acrílico sobre tela, 140 x 140 cm .
Destacado artista plástico nikkei, Oswaldo Higuchi (Perú, 1948).
RESUMEN
ABSTRACT
Abstract:
The law reserve set in the article 32 of the 1976 Constitution of the Republic of Cuba reformed
in three opportunities, the partial validity of the Decree 358/44 which does not respond to the
constitutional text as previous to aforementioned, even contradictory with that set in the Law
No.51/85 “Civil Status Registration Law” and its bylaw, Resolution No.249/15 as well as the
scarce juridical investigations carried out in the country on the proposed topic, are the causes
which motivated the present investigation aimed to establish rules to be considered by the legis-
lator in order to solve the current deficiencies on the procedure to acquire and to lose the Cuban
citizenship, starting from a meticulous analysis of the applicable current laws aimed to moderate
them to the social reality and to the legal practice developed in the country.
Key words: Cuba, constitution, procedure for acquisition and loss, citizenship.
I. INTRODUCCIÓN
La ciudadanía es uno de los derechos fundamentales del individuo, la base de su estatus
jurídico, que garantiza la titularidad de derechos civiles, políticos, económicos y sociales otor-
gados por el sistema jurídico interno de cada país. El término proviene del latín “civitas” que
significa ciudad. Por tanto, ciudadanía es la condición que se otorga al sujeto como miembro
de una comunidad organizada. Ser ciudadano es tener desarrollado el sentido de identidad
y pertenencia en el lugar donde se interactúa socialmente. Es un concepto que ha evolucio-
nado con el transcurso y el desarrollo de la humanidad, variando en cada época y Estado su
significado, contenido y los requisitos de sus titulares, como consecuencia, en gran medida,
de la diversidad legislativa y de sistemas de derecho que caracterizan a la Comunidad Jurídica
Internacional.
Las corrientes clásicas niegan la existencia de un nexo político-jurídico entre la persona ju-
rídica y el Estado, porque consideran que este solo puede darse en la persona natural, pues la
persona jurídica es un ente creado y por tanto no puede tener sentimientos hacia una nación,
no es un ser humano. Por el contrario, la tendencia moderna sostiene que se debe atribuir
ciudadanía a una persona jurídica alegando que ésta paga impuesto al igual que la persona
natural, contribuye a las políticas de empleo como apoyo al Estado, así como a mantener la
estabilidad política del país. En tal sentido se establecen dos teorías que responden a la de-
terminación de la ley aplicable a las sociedades: 1) la Teoría de la Constitución1 es el criterio
formal de atribución de ciudadanía a la sociedad, donde la persona jurídica ostenta la ciuda-
danía del Estado conforme al cual se constituyó; 2) la Teoría de la Sede Social2 sostiene que
la persona jurídica ostenta la ciudadanía del Estado en el que tiene su sede real administrativa
y por ende debe someterse a las leyes de ese Estado, coincida o no con la sede estatutaria.
Nuestro país se afilia a la teoría de la Constitución con basamento legal en los artículos 12
apartado 3, 40, apartado 1 y 41 del Código Civil. De ahí que la “ciudadanía” ha de entenderse
también como un punto de conexión de la norma de conflicto aplicable a las relaciones jurí-
dicas de cualquier naturaleza en las que intervengan tanto personas naturales como jurídicas,
constituyendo las primeras objeto de nuestra investigación.
La ciudadanía es una condición voluntaria que no puede imponerse a ninguna persona, se
funda en un acuerdo libre de las personas para integrarse y participar en un determinado mo-
delo de organización política. Toda persona tiene derecho al cambio de ciudadanía, es decir,
a renunciar a la que posee para adquirir otra de su preferencia. De ahí que existan dos formas
tradicionales de adquisición de la ciudadanía, la originaria que surge con el nacimiento y la
derivativa que supone una causa posterior al mismo, esta última requiere una manifestación
de voluntad del interesado. Los Estados reconocen la renuncia expresa, la desnacionalización
y la desnaturalización como vías de pérdida de este vínculo.
En nuestro país, en materia de ciudadanía son insuficientes las disposiciones legales. La
ausencia de una Ley de Ciudadanía y la vigencia parcial de un cuerpo legal complementa-
rio de los preceptos constitucionales, que no está en correspondencia con la realidad y las
necesidades actuales: el Decreto Presidencial N° 358 de 4 de febrero de 1944, “Reglamento
de Ciudadanía”, fundamentan tal afirmación. Este reglamento resulta limitado, puesto que
responde al contenido de la Constitución de 1940, abordando el tema desde otra realidad
política, económica y social. Sus preceptos se encuentran distantes de lo legislado en el plano
internacional, por no atemperarse a las tendencias que se abren paso en la actualidad como
la admisión de la doble ciudadanía y en el marco nacional gran parte de sus mandatos no
pueden cumplirse pues tales autoridades no existen, los documentos exigidos no se emiten y,
en especial las causales de adquisición dispuestas en la Constitución de 1976, no encuentran
un desarrollo en dicho Reglamento por ser preconstitucional, además contradice el contenido
de la Ley N° 51/85 “Ley del Registro del Estado Civil” y su reglamento, la Resolución N°
1
Se fundamenta en la teoría de la ficción de Savigny: una sociedad existe porque un ordenamiento jurídico le ha otorgado
personalidad y, en consecuencia, deberá ser este el que le rija. Para más detalles Vid. Rodolfo Dávalos Fernández; Taydit
Lorenzo Peña; María del Carmen Santibáñez Freire, Derecho Internacional Privado. Parte Especial pp. 2-6.
2
Se basa en el criterio de que la existencia de una sociedad afecta primeramente al Estado donde localiza su actuación. Vid.
Ídem.
3
Vid. Aurea Matilde Fernández Muñiz, Breve Historia de España, (La Habana: editorial de Ciencias Sociales, 2008), 189-
192.
4
Cfr. Artículos 18, 19, 20 y 5 apartados 1, 2 y 3 de la Constitución de Cádiz.
5
Cfr. Artículo 22 de la Constitución de Cádiz. Para profundizar en la concepción de nacionalidad y ciudadanía a la luz del
modelo gaditano.
torio de dominio español sin comisión o licencia del Gobierno. El ejercicio de los derechos
ciudadanos se suspendía a tenor del precepto 25 por seis causales: 1) en virtud de interdicción
judicial por incapacidad física o moral; 2) por el estado de deudor quebrado o de deudor a los
caudales públicos; 3) el estado de sirviente doméstico; 4) por no tener empleo, oficio o modo
de vivir conocido; 5) por hallarse procesado criminalmente; y 6) por no saber leer y escribir
desde el año 1830.
Estas causales de adquisición, pérdida y suspensión de la ciudadanía española consagradas
en la Constitución de Cádiz se incluyeron en libro I “De las personas”, Título I “De los espa-
ñoles y extranjeros”, artículos del 17 al 28 del Código Civil español de 11 de mayo de 1888,
extensivo a la Isla por Real Decreto de 31 de Julio de 1889, puesto en vigor a partir del 5 de
noviembre del propio año. Lo que obedece a la naturaleza civil que le concede el régimen
jurídico de España a la ciudadanía.
No es hasta 1868 que en la Isla, los criollos liderados por Carlos Manuel de Céspedes, co-
mienzan una guerra independentista para eliminar la desigualdad existente en Cuba. En este
contexto, el Gobierno constituido en armas proclamó en Guáimaro la primera Constitución
mambisa, en la que se reflejan ya las inquietudes de los cubanos y la evidente decisión de crear
un Estado propio que respondiese a las características y necesidades imperantes en el territo-
rio. La Constitución de Guáimaro del 10 de abril de 1869 estableció en su artículo 25 que:
“todos los ciudadanos de la República se consideran soldados del Ejército Libertador”, vinculando
de esta forma la condición de ciudadano con la obligación de servir con las armas al país.
Desde un inicio se regula el germen del deber constitucional de defender la Patria, que luego
sería retomado por las constituciones posteriores.
Los preceptos 24 y 27 emplean el término “ciudadano” para declarar a los cubanos en-
teramente libres, prohibiéndole admitir honores y distinciones de un país extranjero, sin
que del contenido de la Ley Suprema se infieran las causales de adquisición, suspensión,
privación y pérdida de esta condición jurídica. Por otra parte, la brevedad del texto cons-
titucional de Baraguá no le permitió establecer normas relativas a la ciudadanía, pero, al
reiniciarse la guerra independentista en 1895, la nación se dotó el 16 de septiembre de ese
año de una nueva ley fundamental en la que sin utilizar la categoría ciudadano, se estableció
que: “todos los cubanos están obligados a servir a la Revolución con su persona o intereses, según
sus aptitudes”.
Corresponde a la última de las constituciones mambisas definir en su título I denomina-
do “Del territorio y la ciudadanía” quiénes eran considerados cubanos. En su artículo 2 la
Constitución de la Yaya de 29 de octubre de 1897, establece que han de asumir esta categoría
las personas nacidas en territorio cubano, los hijos de padre o madre cubanos nacidos en el
extranjero y las personas que estén al servicio directo de la Revolución, cualquiera que sea su
nacionalidad de origen. A pesar de que la Carta Magna no clasifica las formas de adquisición
de la ciudadanía por el contexto histórico en el que fue promulgada, puede inferirse en los
dos primeros casos una adquisición originaria de carácter absoluto por los principios ius soli e
ius sanguinis, respectivamente, y, en el tercer supuesto derivativa por naturalización. Con res-
pecto a las formas de pérdida de la ciudadanía es omisa, no realiza ningún pronunciamiento
al respecto.
En 1901 surge la primera Constitución de la República Neocolonial con un marcado ca-
rácter burgués. La condición jurídica de cubano se adquiere por nacimiento y naturalización
a tenor de lo establecido en el artículo 4. En el primer caso, llamada por muchos autores
ciudadanía de origen, el precepto constitucional 5 reguló tres causales: a) los nacidos dentro
o fuera del territorio de la República de padres cubanos; b) los nacidos en el territorio de la
República de padres extranjeros, siempre que, cumplida la mayoría de edad, reclamen su ins-
cripción como cubanos en el registro correspondiente; y c) los nacidos en el extranjero de pa-
dres naturales de Cuba que hayan perdido la nacionalidad cubana, siempre, que cumplida la
mayoría de edad, reclamen su inscripción como cubanos, en el mismo registro. En los incisos
a) y c) adopta el criterio del ius sanguinis de manera absoluto y restringida respectivamente,
en cambio el inciso b) solo admite el ius soli restringido.
La ciudadanía cubana por naturalización acoge un mayor número de supuestos a razón del
artículo 6, donde se otorgaba a:
1. Los extranjeros que habiendo pertenecido al Ejército Libertador reclamen la nacionali-
dad cubana dentro de los seis meses siguientes a la promulgación de esta Constitución.
2. Los extranjeros que establecidos en Cuba, antes del 1º/1/1899 hayan conservado su
domicilio después de dicha fecha, siempre que reclamen la nacionalidad cubana, den-
tro de los seis meses siguientes a la promulgación de esta Constitución.
3. Los extranjeros que después de cinco años de residencia en el territorio de la República,
y no menos de dos desde que declaren su intención de adquirir la nacionalidad cuba-
na, obtengan carta de naturalización con arreglo a las leyes.
4. Los españoles residentes en el territorio de Cuba el 11/4/99 que no se hayan inscripto
como tales en los registros correspondientes, hasta igual mes y día de 1900.
5. Los africanos que hayan sido esclavos en Cuba y los emancipados comprendidos en el
artículo 13 del tratado del 28/6/35, celebrado entre España e Inglaterra.
Las causales de pérdida de la ciudadanía cubana, enumeradas en el artículo 7, obedecen
a una disposición estatal y constituyen más una sanción que el ejercicio de un derecho a la
renuncia:
6
Sin emplear los términos ciudadanía y nacionalidad refleja la tradición constitucionalista de no admisión de la doble
ciudadanía.
7
Martha Prieto Valdés, “Ciudadanía, Presupuesto para el disfrute de los derechos, pasado, presente y necesidades en y para
Cuba”, Revista Anales de la Academia de Ciencias de Cuba, vol 3, N° 1, Año 2013, p.5.
El inciso a) acoge el principio del ius soli restrictivo, en los incisos b) y c) se consagra el
principio del ius sanguinis restringido, de tal forma equiparó ambas vías de adquisición de
la ciudadanía de origen; por último el inciso d) puede catalogarse como ficción jurídica por
méritos combativos en servicio del Ejército Libertador. El artículo 13 identifica dos vías de
adquisición de la ciudadanía cubana por naturalización a favor de:
a) Los extranjeros que después de cinco años de residencia continúa en el territorio de la
República, y no menos de uno después de haber declarado su intención de adquirir la
nacionalidad cubana, obtengan la carta de ciudadanía con arreglo a la ley, siempre que
conozcan el idioma español.
b) El extranjero o extranjera que contraiga matrimonio con cubana o cubano cuando
tuvieren prole de esa unión o lleven dos años de residencia continúa en el país, des-
pués de la celebración del matrimonio, siempre que hicieren previa renuncia de su
condición de origen.
El artículo 15 establece cuatro causales de pérdida de la ciudadanía:
a) Los que adquieren una ciudadanía extranjera.
b) Los que, sin permiso del senado, entren al servicio militar de otra nación, o al desem-
peño de funciones que lleven aparejadas autoridad o jurisdicción propia.
c) Los cubanos por naturalización que residan tres años consecutivos en el país de su
nacimiento, a no ser que expresen cada tres años, ante la autoridad consular corres-
pondiente, su voluntad de conservar la ciudadanía cubana.
d) Los naturalizados que aceptasen una doble ciudadanía.
Mantiene la tradición constitucionalista de no admisión de la doble ciudadanía asumida
en la Carta Magna de 1901, pero a diferencia de esta que la adoptó de forma genérica, la del
´40 concibió dicha prohibición por separado, tanto para la vía originaria como la derivativa,
lo que obedece a la marcada distinción que refrendó entre sus ciudadanos. En el tercer su-
puesto, adiciona un párrafo que prevé la pérdida del vínculo establecido entre el sujeto natu-
ralizado y el Estado como sanción que reprueba ciertas conductas: “La Ley podrá determinar
delitos y causas de indignidad que produzcan la pérdida de la ciudadanía por naturalización,
mediante sentencia firme de los tribunales competentes”.
El tratamiento que recibió la institución objeto de estudio en la Constitución de 1940 es,
en líneas generales, similar al contenido de su antecesora; empero, cuando la Carta Magna
de 1901 se refiere a la prestación del servicio militar en otra nación, la Ley Suprema del ´40
adiciona: “…o al desempeño de funciones que lleven aparejado autoridad o jurisdicción propia”.
De ahí que prestar servicio militar en otra nación no constituía la única causal de pérdida
8
Cfr. Artículos del 3 al 7 referidos al procedimiento establecido para la adquisición de la ciudadanía de los cubanos por
nacimiento y, del 8 al 16 en los casos de cubanos por naturalización del Decreto 358 de 1944.
d) Los nacidos fuera del territorio nacional, de padre o madre naturales de la República
de Cuba que hayan perdido la ciudadanía cubana, siempre que la reclamen en la for-
ma que señala la ley.
e) Los extranjeros que por méritos excepcionales alcanzados en las luchas por la libera-
ción de Cuba, fueron considerados ciudadanos cubanos por nacimiento.
La primera alternativa acoge el criterio del ius soli restringido, luego se establecen otras
tres causales para considerar adquirida la ciudadanía cubana por el principio del ius sanguinis
restringido. El texto constitucional, además, reconoce otra posibilidad de adquisición de la
ciudadanía por nacimiento, que pudiera calificarse como una especie de ficción jurídica, ya
que se sustenta en un fundamento de alto contenido histórico-político. Esta se prevé para ex-
tranjeros que sean merecedores de tal condición por haber acumulado méritos excepcionales
en las acciones de lucha por la liberación de Cuba, como sucedió con el generalísimo Máximo
Gómez, quien nació en la República Dominicana y cuya condición de ciudadano cubano
por nacimiento fue autorizada por la Constitución de la Yaya, así como el Comandante de
la Revolución Cubana Ernesto Che Guevara, ciudadano cubano por nacimiento a pesar de
haber nacido en la República de Argentina y mantener tal condición legal hasta su muerte.
En el artículo 30 de la Constitución se consignan tres supuestos de adquisición derivativa
de la ciudadanía por naturalización: a) los extranjeros que adquieran la ciudadanía de acuerdo
a lo establecido en la Ley; b) los que hubiesen servido a la lucha armada contra la tiranía de-
rrocada el 1/1/1959, siempre que acrediten esa condición en la forma legalmente establecida,
y c) los que habiendo sido privados arbitrariamente de su ciudadanía de origen obtengan la
cubana por acuerdo del Consejo de Estado. Conforme al Decreto 358, de fecha 4/2/44, que
mantiene una vigencia parcial, la forma derivativa por excelencia es la residencia permanente.
El inciso a) del precepto citado establece la naturalización en sentido estricto, es decir, de
acuerdo con lo establecido en la ley y mediante un pronunciamiento de la autoridad encarga-
da de concederlo (por acto de la administración). Además, requiere el cumplimiento de de-
terminados requisitos: la residencia más o menos prolongada en el país y la renuncia expresa,
así como solemne, a la ciudadanía anterior, pues de lo contrario se incurre en el supuesto de
doble ciudadanía, rechazada en nuestro texto constitucional. El inciso b) recoge la innova-
ción introducida en la Ley Fundamental, pero suprime el requisito de haber ostentado grado
de oficial del Ejército Rebelde. Por último, el inciso c) al conceder la ciudadanía cubana por
naturalización a favor de aquellos que arbitrariamente hayan sido privados de ella, da muestra
de la solidaridad que ha caracterizado al proceso revolucionario cubano a lo largo de nuestras
gestas independentistas. Tal supuesto se condiciona a la aprobación del Consejo de Estado.
Regula en su artículo 32 las mismas causales de pérdida enunciadas en el texto constitu-
cional del ´40, en tal sentido mantiene vigente el rechazo a la doble ciudadanía. Modifica
la redacción del inciso b) quedando conformado de la siguiente manera: los que, sin permiso
del Gobierno, sirvan a otra nación en funciones militares o en el desempeño de cargos que lleven
aparejada autoridad o jurisdicción propia. A ello le adiciona un nuevo supuesto que consigna
en el inciso c) donde establece: los que en territorio extranjero de cualquier modo conspiren o
actúen contra el pueblo de Cuba y sus instituciones socialistas y revolucionarias. Al amparo del
Decreto 358/44, la pérdida de la ciudadanía es un procedimiento que no admite renuncia
expresa porque no puede iniciarse a instancia de la parte interesada y, por tanto, no constituye
una simple declaración unilateral del ciudadano. Se realiza de oficio y requiere autorización
o pronunciamiento estatal.
La Ley Suprema incurrió en el uso indistinto de los términos nacionalidad y ciudadanía
cuando plantea en su artículo 29 inciso ch) que “son ciudadanos cubanos por nacimiento los
nacidos fuera del territorio nacional, de padre o madre naturales de la República de Cuba que
hayan perdido esta nacionalidad, siempre que la reclamen en la forma que señala la ley”; sin
embargo, dicho error semántico fue subsanado en la reforma constitucional de 1992. Este no
fue el único cambio que sufrió el capítulo de referencia, en las causales de adquisición de la
ciudadanía por vía originaria, el inciso a) del precepto 29 adicionó: “la ley establece los requi-
sitos y las formalidades para el caso de los hijos de los extranjeros residentes no permanentes en el
país”. Se eliminaron del propio texto los supuestos de pérdida, subsistiendo solo el primero
(rechazo a la doble ciudadanía) y surge una reserva de ley en el artículo 32 modificado, que
responsabiliza al legislador con la creación de una normativa ordinaria que regule las restantes
causas de pérdida, disposición jurídica hasta ahora inexistente.
La reforma constitucional de 1992 ha generado incertidumbres respecto a las causales de
pérdida de la ciudadanía cubana, como solución autores de la doctrina patria, en especial
Marta Prieto Valdés, consideran que la ausencia del precepto de derogación expresa en el
texto de 1992, respecto al artículo 32 original, desde una perspectiva lógico jurídica debe
permitir la pervivencia de la normativa primera,9 en cambio, la realidad evidencia una laguna
legislativa que ni el propio Decreto 358/44 ha podido de manera parcial solventar, pues solo
consigna en su contenido el procedimiento y no las causales, que incluso no se aplica por los
operadores del Derecho como mecanismo internacional para contrarrestar la apátrida y en
defensa de los derechos humanos.
El artículo 33 de la Constitución reconoce el derecho que, en caso de pérdida, tendría
todo cubano de recuperar la ciudadanía de nuestro país. En igual estipulación, regula el
Reglamento de Ciudadanía vigente que todo cubano por nacimiento o naturalización que
9
En su obra Martha Prieto precisa que, aunque es principio de Derecho que toda disposición posterior de igual o superior
rango deroga la anterior en lo que se oponga; también ha de entenderse que si la derogación es general y no expresa, puede
entenderse que pervive la normativa original si no entra en contradicción con la finalidad de la nueva disposición. Vid.
comentario 51, Martha Prieto Valdés, La ciudadanía… Op. cit. p.7.
hubiere perdido esta calidad por haber adquirido otra ciudadanía o por tener doble ciudada-
nía, podrá recuperar la cubana. Derecho que no se está ejerciendo, porque el Estado cubano
no ha privado a nadie actualmente de la ciudadanía cubana a pesar de adquirir una extranjera.
Específicos son los cubanos que han sido privados de la ciudadanía, en su mayoría decre-
tados por sentencia firme, ocurridos sobre todo en los primeros años de la Revolución en los
que se dieron casos de espías y agentes enemigos que atentaron contra el proceso revolucio-
nario. Con posterioridad a 1980 no hay ningún caso en el que se haya dispuesto la pérdida
de este vínculo político-jurídico.10 La práctica jurídica y la política actual de nuestro país
está encaminada a ir eliminando la concepción de la pérdida de la ciudadanía como sanción,
sobre todo cuando se trate de la ciudadanía de origen, estando en correspondencia con las
tendencias actuales que tratan de minimizar los factores que pueden conducir a la apátrida.11
La Ley N° 51/85 del Registro del Estado Civil regula el procedimiento de inscripción
de los hechos y actos relacionados con el estado civil de las personas. En sus Disposiciones
Generales expresa que el nacimiento, el matrimonio, la defunción, la adquisición, pérdida o
recuperación de la ciudadanía cubana y todo hecho o acto que constituya o afecte el estado
civil de las personas, se inscribirá en el Registro del Estado Civil como institución de carácter
público y dentro de los términos que establecen esta Ley y su Reglamento.
La presente ley regula en su Capítulo lll, sección quinta, la forma en que se debe registrar
o inscribir la adquisición, pérdida o recuperación de la ciudadanía, de conformidad con el
documento mediante el cual se adquiera, pierda o recupere. Esta se practicará en la oficina del
Registro del Estado Civil correspondiente al domicilio de la persona, o, en su defecto, en el
Registro Especial del Estado Civil y contendrá, según el caso, los datos12 necesarios para que
surta efectos jurídicos. Además de ello, la Disposición Especial Séptima del propio cuerpo
legal exige dos requisitos en los extranjeros que pretendan adquirir la ciudadanía derivativa:
la renuncia de la ciudadanía de origen y el juramento respecto a la adquisición de la ciuda-
danía cubana, que deberán ratificar13 ante el registrador correspondiente a su domicilio en
Cuba, complementados en el Capítulo VII “De la Ciudadanía” de la Resolución N° 249/15
10
De la entrevista realizada al Teniente Coronel Roilán Hernández Concepción, Jefe de Asesoría Jurídica de la Dirección
Nacional de Identificación, Inmigración y Extranjería.
11
Ídem.
12
Lugar y fecha de nacimiento en que se extingue el asiento; nombres y apellidos del registrador; Oficina del Registro en la
que se proceda a hacer el asiento; lugar, día, mes y año de la adquisición, pérdida o recuperación de la ciudadanía cubana;
nombres, apellidos, sexo y estado conyugal del que la adquiera, pierda o recupere; lugar, día , mes y año del nacimiento;
nombres y apellidos, lugar de nacimiento y ciudadanía de los padres; en virtud de qué actos se practica la inscripción o
anotación; firma del registrador y sello oficial que identifique la oficina del Registro del Estado Civil.
13
La ratificación consiste en el acto mediante el cual la persona interesada reafirma su intención de renunciar a la ciuda-
danía extranjera y el juramento respecto a la adquisición de la ciudadanía cubana. El registrador expedirá, de oficio, a la
Dirección de Identificación, Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior, certificación de la nota marginal.
“Reglamento de la Ley del Registro del Estado Civil”.14 Procedimiento que en la práctica
jurídica no se realiza, debido a la incongruencia que existe actualmente entre el actuar de la
Dirección de Identificación, Inmigración y Extranjería y el Registro Del Estado Civil.
La ausencia de una Ley de Ciudadanía y la vigencia parcial de un cuerpo legal comple-
mentario de los preceptos constitucionales, que no está en correspondencia con la realidad
social y las necesidades actuales, que por demás resulta limitado, por responder al contenido
de la Constitución de 1940, impone un análisis de las deficiencias en el procedimiento de
adquisición y pérdida de la ciudadanía cubana en aras de proponer pautas a tener en cuenta
por el legislador en la elaboración de una Ley de Ciudadanía, que elimine las antinomias y
lagunas legales, así como las incongruencias entre el actuar de los operadores del derecho y lo
establecido en la legislación vigente.
III. LA CIUDADANÍA CUBANA: PROPUESTA PARA SU PERFECCIONAMIENTO
Del análisis de las legislaciones vigentes, se detectaron deficiencias en las causales de adqui-
sición y pérdida de la ciudadanía cubana, así como en el procedimiento para su tramitación
regulado en el ordenamiento jurídico actual, que se exponen a continuación:
A. En cuanto a la adquisición de la ciudadanía:
1) Existen incongruencias respecto a los supuestos que otorgan la ciudadanía cuba-
na, establecidos en la Constitución vigente y los regulados en el Decreto 358/44
“Reglamento de Ciudadanía” por ser este último preconstitucional, según se ilustra a
continuación:
– El Reglamento de Ciudadanía se limita a reconocer en su artículo 3 inciso a) la
ciudadanía por nacimiento en los nacidos en el territorio de la República, con ex-
cepción de los hijos de extranjeros que se encuentren al servicio de su Gobierno;
sin embargo, el artículo 29 inciso a) de la Constitución incluye dentro de la pro-
pia excepción a los hijos de extranjeros que se encuentren al servicio de organis-
14
La adquisición, pérdida o recuperación de la ciudadanía se inscribirá o se anotará por el registrador, según el caso, de
conformidad con el documento mediante el cual se adquiera, pierda o recupere .A tales efectos, la persona interesada en
adquirir la ciudadanía cubana presentará, ante el registrador, escrito de solicitud que contendrá, entre otros particulares
los siguientes: fecha y lugar de su arribo a Cuba, nombre, apellidos y ciudadanía del cónyuge, nombres y apellidos de
los hijos cubanos, declaración de su renuncia a la ciudadanía que posee y su intención de obtener la cubana y cumplir lo
establecido en la Constitución de la República de Cuba y sus leyes. La renuncia a la ciudadanía extranjera, el juramento
respecto a la adquisición de la ciudadanía cubana, así como la ratificación de ambas, se hará ante el registrador de la
oficina registral correspondiente al domicilio que tuviere el interesado en Cuba. La ratificación se anotará al margen del
asiento que corresponda, será firmada por el declarante. El registrador expedirá, de oficio, a la Dirección de Inmigración
y Extranjería del Ministerio del Interior, certificación de la nota marginal. Una vez recibido por el registrador el escrito
de solicitud y conformado el expediente con los documentos dispuestos por ley, archivará el mismo en la oficina registral.
Para más detalles Cfr. los artículos 3, 13, 79, 80, 81 y la Disposición Especial Séptima de la Ley del Estado del Registro
Civil, en relación con los artículos del 134 al 139 del Reglamento de la Ley del Registro del Estado Civil.
15
La intención de permanencia en el país se presume con el actuar de la persona durante el tiempo de estancia en Cuba,
sin que se circunscriba a un plazo determinado, de ahí que pueda variar en cada uno de los solicitantes, no obstante la
práctica jurídica actualmente adopta el período de 90 días en todos los casos.
16
Se exigen los siguientes documentos:
– La Certificación de Nacimiento expedida por el Registro del Estado Civil.
– La Certificación de Nacimiento de uno de los padres o Pasaporte, a fin de acreditar que es ciudadano cubano.
Si la solicitud se realiza a favor de un menor de edad será necesario, además:
– El Poder de Autorización ante Notario Público del padre o madre cubanos para que el menor se establezca en Cuba.
– La Autorización de la persona que quedará a cargo del menor, expresando claramente que se responsabiliza con su
alimentación, custodia, alojamiento y educación, hasta tanto la madre o el padre cubano se establezcan en el país o el
menor regrese junto a ellos.
Para la tramitación del expediente, la Sección de Inmigración y Extranjería de oficio incluye en este una copia de los
antecedentes migratorios del solicitante o de sus padres.
17
Actualmente, no se tramitan solicitudes de adquisición de la ciudadanía cubana por solicitantes que reuniendo el requi-
20
Vid. Prieto Valdés, AA.VV… Op cit. p 7.
REFERENCIAS
Fuentes doctrinales:
– Dávalos Fernández, Rodolfo, Peña Lorenzo Taydit y Santibáñez Freire, María del Carmen.
Derecho Internacional Privado, Parte Especial. Habana, Cuba: editorial Félix Varela, 2007.
– Fernández Muñiz Áurea Matilde. Breve Historia de España. La Habana: editorial de
Ciencias Sociales, 2008.
– Prieto Valdez, Martha. “Ciudadanía, presupuesto para el disfrute de los derechos, pasados,
presentes y necesidades en y para Cuba”. Revista Anales de la Academia de Academia de
Ciencias de Cuba, vol 3, N°1, (2013), 5.
Fuentes normativas:
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Constituyente Francesa el 26 de agosto de 1789, Tomado de CIRO MANUEL, “Declaración
de los derechos del hombre y del ciudadano” y de “La Declaración de los derechos del hombre y
del ciudadano de 1789, inspirada en la declaración de independencia estadounidense de 1776
y en el espíritu...”. Consultado el 8 de febrero de 2017, disponible en:
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https://www.fmmeducacion.com.ar/Historia/Documentoshist/1789derechos.htm–
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General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948. Consultado el 8 de febrero
de 2017, disponible en:
http://www.un.org/es/documents/udhr/
– Convención sobre los Derechos del Niño adoptada y abierta a la firma y ratificación por
la Asamblea General en su resolución 44/25, de 20 de noviembre de 1989.
– Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.
Consultado el 18 de marzo de 2017, disponible en:
http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/text/sconvention.htm
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Recibido 20/02/19
Aprobado:15/09/19