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SC 1846

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SENTENCIA CONSTITUCIONAL  1846/2004-R

Sucre, 30 de noviembre de 2004

Expediente:         2004-09488-19-RAC    

Distrito:      Santa Cruz   

Magistrado Relator:      Dr. Willman Ruperto Durán Ribera 

En revisión de la Resolución de 14 de julio de 2004, cursante de fs. 71 a 72 vta., pronunciada por la Sala
Civil Primera de la Corte Superior del Distrito Judicial de Santa Cruz, dentro del recurso de amparo
constitucional interpuesto por Walter Durán Melgar contra Octavia Salvatierra Peñafiel, Jueza
Décima de Partido en lo Penal, LiquidadoraOcta, alegando la vulneración de sus derechos a la
seguridad jurídica y a la propiedad privada.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido del recurso

I.1.1. Hechos que motivan el recurso

En la demanda presentada el 7 de julio de 2004 (fs. 62 a 65), el recurrente expresa que en 1999 tomó los
servicios profesionales del abogado Juan Villagómez Salazar para que realizara la cobranza de un cheque
sin fondos por $US190.000.- que le giró Manuel Hugo Añez Ruiz, otorgándole poder para que siguiera el
proceso, el cual fue tramitado en la vía penal, para luego de agotados los recursos de apelación y
casación, contar actualmente con Sentencia ejecutoriada condenatoria contra el deudor, con obligación
de pago de costas y resarcimiento de daños; sin embargo el condenado no fue detenido en razón a la
pena impuesta y a su edad, tampoco le pagó ni un centavo y lo que es peor, su abogado nunca le explicó
las contingencias de recuperación o no de la obligación.

Una vez devuelto el expediente al juzgado de origen, su abogado y apoderado pidió que sea él quien le
pague sus honorarios, y no el perdidoso como correspondía, dando lugar a que el Juez de la causa regule
y le mande pagar a su propio abogado la suma de Bs158.850.- por concepto de arancel fijo, gestión
como apoderado, honorarios en segunda instancia y en casación, más el 10% de la cuantía del cheque
ejecutado, a través de los Autos de 24 de abril y 21 de mayo de 2004; Resoluciones ambas que fueron
apeladas de su parte y confirmadas por la autoridad recurrida a través del Auto de Vista de 15 de junio
de 2004, con lo que no tuvo ninguna posibilidad de hacer valer sus derechos con otro recurso ya que por
disposición del art. 201 del Código de procedimiento civil (CPC), contra la regulación y orden de pago de
honorarios profesionales sólo procede la apelación sin recurso ulterior.

Considera que el Auto de Vista citado es ilegal y conculca sus derechos a la seguridad jurídica y a la
propiedad, por cuanto sus bienes se encuentran amenazados por ventas forzosas judiciales, todo por no
aplicar correctamente la ley en lo que corresponde al acatamiento de la Sentencia ejecutoriada que lo
reconoce como ganador y condena en costas al perdidoso, dando además una errónea interpretación al
párrafo IV inc. c)  del Arancel del Colegio de Abogados vigente, al incluir indebidamente el 10% sobre la
cuantía del cheque en cobranza, siendo que en su caso, como parte victoriosa no recuperó nada de la
ejecución, correspondiendo por ese motivo el pago únicamente del arancel fijo sin el 10% mencionado
que se refiere a la cobranza no judicial, por lo que al no tener otra vía para restituir sus derechos
mancillados, plantea el presente recurso.

I.1.2. Derechos y garantías supuestamente vulnerados

Señala como vulnerados sus derechos a la seguridad jurídica y a la propiedad privada.

I.1.3. Autoridad recurrida y petitorio

Con esos antecedentes plantea recurso de amparo constitucional contra Octavia Salvatierra Peñafiel,
Jueza Décima de Partido en lo Penal, Liquidadora, pidiendo su procedencia, por ende, se deje sin efecto
el Auto de Vista que regula honorarios profesionales de 15 de junio de 2004, en lo que corresponde al
porcentaje incluido del 10% sobre la cuantía de la ejecución.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de amparo constitucional

La audiencia se realizó el 14 de julio de 2004 (fs. 69 a 72 vta.) en ausencia del Ministerio Público,
ocurriendo lo siguiente:

I.2.1. Ratificación del recurso

El recurrente ratificó su demanda.

I.2.2. Informe de la autoridad recurrida

La jueza recurrida informó a fs. 68 y vta. que en ejecución de la Sentencia dictada en la acción penal
seguida por Wálter Durán Melgar contra Manuel Hugo Añez Ruiz por el delito de giro de cheque en
descubierto, dictó el Auto de 8 de junio de 2004 regulando los honorarios profesionales solicitados por el
abogado Juan Villagómez Salazar y aprobando la liquidación de 21 de mayo, además de disponer el
pago de Bs158.850.- por parte del hoy recurrente Wálter Durán Melgar, quien planteó recurso de
apelación que resolvió su autoridad luego de un prolijo análisis de las actuaciones descritas, a través del
Auto de 15 de junio, en el que confirmó el Auto recurrido, pidiendo en definitiva la improcedencia del
recurso al no ser el amparo sustitutivo de otros recursos. 

I.2.3. Intervención del tercero interesado

El abogado Juan Villagómez Salazar expresó que no se cometió ningún acto ilegal contra el recurrente,
indicando que el amparo se dirigió erróneamente contra la jueza recurrida, quien sólo confirmó el fallo
pronunciado por el inferior, sin modificación, existiendo una absoluta falta de personería en la recurrida,
lo que determina la improcedencia del recurso. Además que dicha autoridad emitió el Auto de Vista
cumpliendo el deber de resolver el recurso de alzada que fue sometido a su conocimiento. Aclaró que no
realizó sólo una cobranza sino que siguió un juicio penal en todos sus grados e instancias, obteniendo
una Sentencia favorable a su cliente y ahora recurrente, a quien ese fallo le reconoce el derecho de
cobrar daños y perjuicios así como las costas y honorarios, porque es él quien tiene que cobrar a la parte
perdidosa y no él en su calidad de abogado. En la querella se señala en forma expresa que en lo relativo
a sus honorarios profesionales se estará a lo que prevé el arancel del Colegio, reclamando el actor que no
le correspondería cobrar el porcentaje, aunque no le niega su derecho a cobrar sus honorarios,
condicionando el pago del 10% al cobro que él previamente realice al perdidoso, sin ninguna norma
legal que respalde tal afirmación.

I.2.4. Resolución

La Resolución de 14 de julio de 2004 (fs. 71 a 72 vta.), declaró improcedente el recurso, con costas y
multa de Bs50.- al recurrente, con los siguientes fundamentos:

a)  En los procesos penales se aplica una cantidad fija por honorarios más el 10% de la cuantía del monto
litigado y así se procedió en el caso presente.

b)  La falta de personería de la recurrida no es evidente, porque ella dictó la Resolución de segunda
instancia, interviniendo en el asunto en el recurso de alzada.

c)  La autoridad recurrida no conculcó ningún derecho del actor y tampoco incurrió en ilegalidad ni
omisión indebida.

I.3. Trámite procesal en el Tribunal Constitucional

Por AC 533/2004-CA, de 27 de septiembre (fs. 74 a 75), la Comisión de Admisión solicitó documentación


complementaria, suspendiendo el plazo para pronunciar resolución, el que fue reanudado mediante
Decreto de 6 de octubre de 2004 (fs. 82).  

Por Acuerdo Jurisdiccional, el Pleno del Tribunal Constitucional amplió el plazo procesal en la mitad de
término, al amparo del art. 2 de la Ley 1979 de 24 de mayo de 1999, y por AC 608/2004-CA, de 9 de
noviembre, se solicitó documentación complementaria al Colegio de Abogados de Santa Cruz,
conminándoseles mediante decreto de 23 de noviembre de 2004, suspendiéndose el plazo para emitir
Resolución; sin embargo, al haber formado convicción plena sobre la problemática planteada en el
recurso; mediante decreto de 30 de noviembre de 2005, se reanudó el término para emitir la presente
Sentencia, la que es pronunciada dentro del plazo de ley.

II. CONCLUSIONES

Del análisis del expediente y de la documentación complementaria solicitada, se concluye lo siguiente:

II.1. Por memorial de 15 de diciembre de 1999, el recurrente con el patrocinio del abogado Juan
Villagómez Salazar, presentó querella por giro de cheque en descubierto contra Manuel Hugo Añez Ruiz,
reconociendo en el otrosí VI que el abogado que suscribe, en cuanto a honorarios, tiene convenido con
el cliente sobre la base del Arancel del Colegio del ramo (fs. 3).
II.2. Dentro del indicado proceso, el abogado actuó posteriormente como apoderado (fs. 7 a 8),
dictándose Sentencia el 30 de diciembre de 2002 (fs. 10 a 12), por la que se condena al querellado a la
pena de tres años de reclusión en el Centro de Rehabilitación Santa Cruz, así como al resarcimiento de
los daños y perjuicios, con costas al Estado. A petición del abogado patrocinante, se complementó la
Sentencia por Auto de 2 de enero de 2003, en el que se condena al encausado al pago de daños y
perjuicios ocasionados a la parte civil (fs. 15 y vta.). En apelación, la Sentencia fue confirmada en todas
sus partes por Auto de 27 de marzo de 2003 (fs. 16 a 17), contra el que el encausado planteó recurso de
casación, que fue declarado infundado a través del Auto de Vista de 14 de noviembre de 2003 (fs. 24 a
25).

II.3. El apoderado y abogado del actor pidió la regulación de sus honorarios en su calidad de abogado y
apoderado en casación y en segunda instancia (fs. 26 a 28, 29 y vta.). La misma petición la realizó a la
Jueza de primera instancia (fs. 31), quien mediante Auto de 24 de abril de 2004, reguló sus honorarios
aumentando el 10% del monto litigado y lo que le correspondía por su calidad de apoderado, incluyendo
los honorarios fijados en apelación y casación, además de ordenar su pago al recurrente a tercero día de
su legal notificación (fs. 39). Posteriormente y a petición del interesado, por Auto de 21 de mayo de 2004,
la Juzgadora corrigió el monto total a Bs158.850.- (fs. 47).

II.4. El recurrente planteó recurso de apelación contra los Autos anteriores (fs. 49), con los siguientes
argumentos: a) si bien el Arancel del Colegio de Abogados establece para esta clase de procesos un
honorario fijo de Bs3.000.- más el 10% sobre la cuantía, el monto porcentual debe cobrarse al cliente sólo
cuando hubo recuperación de la deuda, de lo contrario solo el arancel fijo que es lo que corresponde
pagar en su caso ya que no se le pagó nada de lo que se le debía; b) el procesado fue condenado a
pagar las costas procesales incluyendo los honorarios de su abogado, estando su persona obligado a
pagar el arancel fijo.

II.5. Mediante Auto de 15 de junio de 2004 (fs. 56),  los Autos apelados fueron confirmados en todo su
tenor por la Jueza recurrida, fundándose en que la regulación de honorarios se enmarcó en el
procedimiento establecido en el art. 80 de la Ley de la abogacía y en lo normado por el Arancel Mínimo
del Colegio de Abogados, disponiendo la cancelación de los Bs158.850.- al abogado Juan Villagómez
Salazar por parte del actor.

II.6. El recurrente expresa que no recuperó ni un solo centavo del monto litigado, e incluso el procesado
y posteriormente condenado, no cumplió su condena al haberse acogido a un beneficio que le otorga la
ley (fs. 62 a 65); extremo reconocido por su abogado que se presentó como tercero interesado, al indicar
que el cobro de los daños y perjuicios y otros, le corresponde al actor y no a él como abogado, pues ya
cumplió al haber concluido exitosamente el proceso penal (fs. 69 vta. a 70 y vta.).

II.7. El parágrafo IV, IV.1. Juicio Penal Ordinario I, inc. g. del Arancel del Colegio de Abogados prevé para
los procesos penales por delito de acción privada, como el presente, el honorario fijo de Bs3.000.- más el
10% sobre la cuantía (fs. 78).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

El recurrente alega la vulneración de sus derechos a la seguridad jurídica y a la propiedad privada,


aduciendo que la autoridad recurrida al haber confirmado los Autos apelados que regulan los honorarios
de su abogado incluyendo el 10% sobre el monto litigado, siendo que ello corresponde sólo cuando el
demandante recupera el monto adeudado, que no es su caso, está atentando contra sus bienes que se
encuentran amenazados por ventas forzosas judiciales debido a que con esa decisión no acató la
Sentencia ejecutoriada que condena en costas al perdidoso, además de hacer una interpretación errada
del parágrafo IV inc. c. del Arancel del Colegio de Abogados vigente. Consiguientemente, corresponde
analizar si los hechos reclamados se encuentran dentro del ámbito de protección que otorga el art. 19 de
la Constitución Política del Estado (CPE).

III.1. El canon de constitucionalidad en la interpretación

           Si bien la interpretación de la legalidad ordinaria debe ser labor de la jurisdicción común,
corresponde a la justicia constitucional verificar si en esa labor interpretativa no se han quebrantado los
principios constitucionales informadores del ordenamiento jurídico, entre ellos, los de legalidad,
seguridad jurídica, igualdad, proporcionalidad, jerarquía normativa y debido proceso; principios a los que
se hallan vinculados todos los operadores jurídicos de la nación; dado que compete a la jurisdicción
constitucional otorgar la protección requerida, a través de las acciones de tutela establecidas en los arts.
18 y 19 de la Constitución, ante violaciones a los derechos y garantías constitucionales, ocasionadas por
una interpretación que tenga su origen en la jurisdicción ordinaria, que vulnere principios y valores
constitucionales.

           Esto significa que los órganos de la jurisdicción ordinaria deben sujetar su labor interpretativa  a
las reglas admitidas por el derecho, con plena vigencia en el derecho positivo, que exige que tal labor se
la realice partiendo de una “interpretación al tenor de la norma (interpretación gramatical), con base en
el contexto (interpretación sistemática), con base en su finalidad (interpretación teleológica) y los
estudios preparatorios de la ley y la historia de formación de la ley (interpretación histórica)” (Cfr.
Cincuenta años de jurisprudencia del Tribunal Constitucional Alemán , pág. 2); reglas o métodos de
interpretación que en algunas legislaciones, han sido incorporados al ordenamiento jurídico positivo (así,
art. 3.1 del Código civil español). 

Las reglas de la interpretación aludidas, operan como barreras de contención o controles, destinadas a
precautelar que a través de una interpretación defectuosa o arbitraria, se quebranten los principio
constitucionales aludidos; de modo que debe ser previsible, tanto en relación a los medios empleados
cuanto en relación al resultado alcanzado; pues la interpretación de una norma no puede conducir a la
creación de una norma distinta de la interpretada.

En este orden, conviene precisar que la interpretación sistemática o contextualizada, puede extenderse,
según los casos, al artículo del cual forma parte el párrafo o inciso analizado; al capítulo o título al que
pertenece; al sector del ordenamiento con el que  se vincula o pertenece; o al ordenamiento en su
conjunto; y finalmente, de manera inexcusable, con las normas, principios y valores de la Constitución,
dado que de todas las interpretaciones posibles que admita una norma, debe prevalecer siempre aquella
que mejor concuerde con la Constitución.

III.2.        Los valores superiores del ordenamiento jurídico como mandatos de aplicación directa

          

           La reforma a la Constitución de 20 de febrero de 2004, en el art. 1.II, proclama que Bolivia es un
Estado social y Democrático de Derecho, que sostiene como valores superiores de su ordenamiento
jurídico, a la libertad, igualdad y la justicia.

Estos valores superiores han sido instituidos por el constituyente como primordiales para la comunidad, y
en ese sentido, son la base del ordenamiento jurídico, y a la vez presiden su interpretación y
aplicación.
Los valores superiores poseen una triple dimensión: a) fundamentadora del conjunto de disposiciones e
instituciones constitucionales, así como del ordenamiento jurídico en su conjunto, al que se proyectan
sus normas, principios y valores, lo que determina que tengan una significación de núcleo básico e
informador de todo el sistema jurídico político; b) orientadora del orden jurídico hacia fines
predeterminados, que hacen ilegítimas las normas que persiguen fines distintos o que obstaculicen la
consecución de los valores que enuncia la Constitución; c) crítica, pues sirve de parámetro para la
valoración de conductas, posibilitando el control jurisdiccional de las restantes normas del ordenamiento
jurídico para determinar si están conformes o infringen los valores constitucionales (Antonio Enrique
Pérez Luño). 

Consiguientemente, los valores superiores deben ser considerados como mandatos dirigidos, primero, al
legislador, para que sean tomados en cuenta en la elaboración de las leyes y, segundo, al poder ejecutivo
y judicial, para que sean considerados en la aplicación e interpretación de esas normas, optando siempre
por aquella aplicación e interpretación que más favorable resulte a la efectiva concreción de esos
valores (Javier Santamaría Ibeas).

III.3.   El valor justicia y  su incidencia en la interpretación y aplicación del ordenamiento

           Uno de los valores superiores proclamados por la Constitución es la justicia, que no sólo es un
valor en sí, sino que es una medida de los demás valores jurídicos. Se ha dicho que la justicia es uno de
los factores que permite dotar al concepto de derecho de todo su sentido, siendo el elemento que
justifica y fundamenta el ordenamiento jurídico. Pero también se ha manifestado que “es un concepto
abstracto, jurídicamente indeterminado, se perfila en muchas de sus facetas a través de diversas
modalidades que de él recoge la misma norma que lo configura…” (STC 105/1994, de 11 de abril,
Tribunal Constitucional de España)

En ese sentido, el valor justicia, histórica, doctrinal y jurisprudencialmente, ha sido vinculado, en su


contenido,  con otros valores, principios y derechos, con los que indudablemente se encuentra
relacionado.

Así, la justicia se ha identificado: con la igualdad, al entender que una norma es justa cuando su
contenido y aplicación a supuestos de hecho similares es igualitaria; con el principio de legalidad, al
deducir que una norma, resolución o acción es justa si se adecua a las normas que le son aplicables; con
la seguridad jurídica, en cuanto ésta representa la garantía de la aplicación objetiva del ordenamiento
jurídico a los supuestos prácticos planteados; con el contenido de los derechos humanos, al entender
que es justo un ordenamiento jurídico cuando los reconoce y establece el procedimiento eficaz para su
protección; con la libertad, en tanto sólo pueden ser consideradas justas las normas que respeten la
libertad de los individuos y establecen los mecanismos para que éstos actúen autónomamente y
participen en la organización del poder; con el principio de razonabilidad, en la medida en que las
autoridades judiciales corrigen el rigorismo del principio de legalidad en la aplicación de las normas,
otorgando así, un tratamiento más justo a las personas.

Finalmente, la justicia, como valor absoluto de “dar a cada uno lo suyo”, se encuentra íntimamente
vinculada a la dignidad de la persona, en cuanto ésta tiene un fin propio que cumplir, fin que es
“intransferible y privativo” (Francisco Fernández Segado) y que implica el desarrollo de las diferentes
potencialidades (psíquicas, morales, culturales, económicas y sociales).

La jurisprudencia de este Tribunal, ha entendido en la SC 0338/2003-R, de 19 de marzo, que “La dignidad


humana, en su sentido moderno, designa un conjunto de creencias, valores, normas e ideales que, de una
manera u otra, asumen como postulado que hay un valor intrínseco o una condición especial de lo
humano, lo que implica que hay una forma de existir superior que de hecho está viviendo la gente.

El respeto de todo ser humano, como un fin en sí, empieza por el respeto a la vida y al reconocimiento de
los múltiples derechos en los que se despliega su dignidad, lo que presupone el reconocimiento de su
derecho a la existencia.

De tal forma, se puede afirmar categóricamente que el derecho a la dignidad humana es aquel que tiene
toda persona por su sola condición de "humano", para que se la respete y reconozca como un ser dotado de
un fin propio, y no como un medio para la consecución de fines extraños, o ajenos a su realización
personal. La dignidad es la percepción de la propia condición humana, y de las prerrogativas que de ella
derivan”.

Conforme a lo anotado, la dignidad del hombre comprende múltiples ámbitos del desarrollo de sus
potencialidades que se traducen en el reconocimiento de otros derechos.  En este sentido, deberá ser
tratado como un  fin en sí mismo y no como un medio para la concreción de objetivos de terceras
personas.

En el plano económico, la dignidad implica, por un lado,  que la persona debe ser retribuida en forma
equitativa y proporcional por el trabajo realizado, remuneración que le permita al individuo acceder a
condiciones dignas de vida y, por otro, que la persona no sea sometida a cobros irracionales,
desproporcionados e inequitativos por los diferentes servicios prestados en sociedad; pues, en estos
casos, se utiliza al individuo como un medio para lograr ventajas económicas sin reparar en el fin propio
del ser humano, que, para poder desarrollarse libremente, necesita de un ambiente en el que se respete
su dignidad humana.

III.4.   Código de ética y honorario profesional

           Conforme lo establecen el Código de ética profesional de la abogacía (CEPA) en los arts. 11, 14 y
17, el abogado tiene el deber de defender con la máxima lealtad, eficiencia y estricta sujeción a las
normas jurídicas y morales los derechos de sus clientes y prestar el consejo eficaz y honesto que le fuere
solicitado. Asimismo, el abogado deberá obrar con el máximo de lealtad con su cliente, prestándole su
esfuerzo y dedicación en la defensa de sus derechos. Asimismo, debe observar en todo momento una
conducta intachable, ser honesto, ecuánime, digno y respetuoso de la Constitución Política del Estado
y las Leyes de la República.

        

En contraprestación a esa atención profesional, el cliente tiene el deber de reconocer y pagar a su


abogado los honorarios profesionales convenidos en iguala profesional y/o de acuerdo al Arancel
vigente del Colegio de Abogados respectivo [arts. 11, 71 y siguientes de la Ley de la abogacía (LA)
concordantes con el art. 6 del CEPA].

           En ese entendido, de acuerdo a lo dispuesto por el art. 77 de la LA, los jueces y autoridades donde
se evidencie el trabajo profesional, dispondrán el pago de los honorarios conforme a la iguala profesional
y, en defecto de ésta, por el Arancel Mínimo del Colegio, considerándose a los honorarios como
acreencia privilegiada.

           De la normativa glosada, se infiere entre otros aspectos, que toda actividad laboral de los
abogados es de carácter oneroso, salvo las excepciones legales donde actúen en forma gratuita, siendo
aplicable para la regulación de honorarios por parte de las autoridades pertinentes, el Arancel Mínimo de
los Colegios de Abogados, de manera supletoria, ante la falta de suscripción de la iguala profesional, o
cuando directamente y en el primer escrito, la parte y su abogado se sometan voluntariamente al Arancel
vigente.

Ahora bien, se entiende que los honorarios profesionales del abogado, serán fijados tomando en cuenta
el monto del asunto o proceso si fuere susceptible de apreciación pecuniaria, la naturaleza y
complejidad del asunto o proceso, el resultado que se hubiere obtenido, la calidad, eficacia y extensión
del trabajo, la trascendencia jurídica, moral y económica que tuviere el asunto o proceso para casos
futuros, para el cliente y para la situación económica de las partes.  Estos parámetros sirven para fijar un
honorario racional y proporcional al trabajo prestado.

En este sentido, conforme a la normativa anotada precedentemente, los honorarios profesionales,  para
el caso de que no exista una iguala profesional entre partes, deben ser establecidos por el Arancel
Mínimo del Colegio de Abogados, entendiéndose que las autoridades judiciales, al momento de fijar los
honorarios, deben tomar en cuenta los aspectos antes anotados, logrando de esta manera la
razonabilidad de las resoluciones judiciales en la aplicación del Arancel Mínimo del Colegio de
Abogados, obteniendo así una decisión justa y equitativa.  Este principio de razonabilidad tiene como
finalidad preservar el valor justicia en las resoluciones, normas y en los actos tanto públicos como
privados, y tiene su fundamento en el art. 229 de la CPE, que determina que los principios, garantías y
derechos reconocidos por la Constitución, no pueden ser alterados por las leyes que regulen su
ejercicio ni necesitan de reglamentación previa para su cumplimiento; norma que determina la exclusión
de la arbitrariedad no solamente en la creación de las normas, sino en la interpretación y aplicación de
las mismas, permitiendo ejercer la dimensión crítica de los valores superiores.

III.5.   El marco jurídico del honorario del caso de autos

           El Arancel del Colegio de Abogados de la ciudad de Santa Cruz, prevé para la atención de los
procesos penales por delitos de acción privada, como es el tramitado en la especie, el honorario fijo de
Bs3.000.- más el 10% sobre la cuantía, cual consta en el parágrafo IV.-, IV.1. Juicio Penal Ordinario I, inc. g.

           Conforme a ello, a la conclusión de un proceso penal de esas características, en observancia del
marco jurídico desarrollado en el FJ III.3, los jueces y autoridades de ese Distrito, deberán aplicar en sus
justos alcances el art. 77 de la LA y el numeral correspondiente del Arancel Mínimo del Colegio de
Abogados de Santa Cruz, toda vez que la atención profesional de una causa por parte de un abogado,
implica el pago de sus honorarios profesionales de manera inexcusable.

Sin embargo, debe hacerse una distinción entre el honorario fijo y el porcentaje de la cuantía
establecidos en el Arancel, conforme a lo siguiente: 1. la regulación y el pago del honorario fijo al
causídico corresponderá en todos los casos en que concluya el proceso penal, en la etapa
correspondiente, en mérito al trabajo profesional desarrollado y el cobro de su parte podrá hacerlo de
forma inmediata; 2. en cambio, el 10% sobre la cuantía, partiendo de la interpretación del valor justicia
proclamado por nuestra Constitución, debe ser cobrado cuando se haya logrado la recuperación efectiva
de los daños y perjuicios, correspondiendo sólo en ese caso y si se logra la reparación de los daños y
perjuicios en forma total,  la orden de pago del 10% sobre la cuantía, pero si la recuperación es parcial, el
10% será cobrado sólo sobre el monto realmente recuperado; un cobro del porcentaje sin tomar en
cuenta el aspecto antes anotado, rompería todo principio de proporcionalidad que es ínsito al valor
justicia, consagrado en el art. 2 de la CPE.
La interpretación precedente toma en cuenta también el ejercicio de la Abogacía es una función social al
servicio del Derecho y la justicia, como prevé el art. 1 de la LA; interpretación que no desconoce el
derecho al honorario profesional, sino un equilibrio en la relación entre cliente y abogado.

Pues, como se precisó anteriormente, una interpretación contraria, vulneraría, por un lado, la dignidad de
la persona, por cuanto el cliente, sometido a cobros desproporcionados por los servicios profesionales
prestados, se convertiría en un medio para la consecución de ventajas económicas; por otro, el principio
de razonabilidad, toda vez que la regulación de honorarios en forma desproporcionada, sin atender a la
relación entre el trabajo desplegado y los resultados obtenidos, determinaría que el cliente se vea
obligado a cancelar el porcentaje de la cuantía sin haber recuperado el monto de los daños y perjuicios. 
Ambos aspectos, importan violación al valor superior justicia que informa el derecho positivo, que en su
dimensión orientadora determina que sean ilegítimos aquellos actos que obstaculicen la consecución del
valor justicia, y en su dimensión crítica, permite al órgano jurisdiccional, más aún constitucional,
establecer si las resoluciones o actos impugnados están conformes con este valor constitucional.

III.6.   En el caso analizado la actora arguye que la autoridad recurrida vulneró sus derechos a la
seguridad jurídica y la propiedad privada, por cuanto confirmó los Autos apelados que regulan los
honorarios de su abogado incluyendo el 10% sobre el monto litigado, siendo que ello corresponde sólo
cuando el demandante recupera el monto adeudado, que no es su caso.

        

De los antecedentes cursante en el expediente, se constata que en la querella formulada por el


recurrente, él y su causídico convinieron someterse respecto a los honorarios profesionales que le
correspondan a este último, al Arancel del Colegio de Abogados de Santa Cruz. De esa manera, a la
conclusión del proceso penal en todas sus instancias, en la que el actor resultó victorioso, su abogado
patrocinante y apoderado solicitó la regulación de sus honorarios en casación y en segunda instancia,
pidiendo también al juez de primera instancia califique sus honorarios conforme al Arancel del Colegio
del ramo; autoridad que procedió a regular los honorarios y enmendar su monto a través de los Autos de
24 de abril y 21 de mayo de 2004, remitiéndose al indicado Arancel, el cual, para el caso de un proceso
penal por delitos de acción privada, establece con carácter general un honorario fijo de Bs3.000.- más el
10% sobre la cuantía.

Conocidos en apelación los Autos descritos por la autoridad recurrida, ésta, a través del Auto de 15 de
junio de 2004, confirmó los autos impugnados con el fundamento de que los honorarios del abogado y
apoderado fueron calificados por el inferior de acuerdo a lo previsto para los procesos penales por el
Arancel del Colegio de Abogados de Santa Cruz; entendimiento en el que no se hallan presentes los
valores y principios constitucionales desarrollados en los puntos precedentes; amenazando el patrimonio
del actor, pues para regular y ordenar el pago del 10% sobre la cuantía debe acreditarse previamente la
tramitación y conclusión del procedimiento de reparación de daños y perjuicios así como la recuperación
total o parcial del monto señalado por esos conceptos, tomando en cuenta para ello, los criterios de
razonabilidad anotados en el FJ III.4 de esta Resolución; lo que no sucedió en el caso de autos, en que el
recurrente no recuperó parte alguna del monto litigado, y si bien en Sentencia se condenó al procesado
al pago de los daños y perjuicios ocasionados, el actor aún no interpuso el trámite correspondiente para
este fin y menos logró la recuperación del monto pretendido.

En consecuencia, se constata que la autoridad judicial recurrida, no ajustó su interpretación a las reglas
que presiden la misma: 1. que no se reduzca al precepto aislado, sino al contexto de las demás normas
con las que se conecta, esto es, una interpretación sistemática, y 2. que la misma se ajuste a los principios
y valores de la Constitución; pues, como se tiene establecido, la justicia, como valor superior, al tener un
significado de núcleo básico e informador de todo el ordenamiento jurídico, preside la interpretación y
aplicación de las normas que debe ser realizada por las autoridades y jueces, buscando la efectiva
concreción de ese valor; aspectos que no fueron considerados en el caso analizado, pues la
interpretación se basó únicamente en el art. 80 de la LA y en lo normado por el Arancel Mínimo del
Colegio de Abogados; habiéndose omitido extender la labor interpretativa a las demás normas con la
que se vincula y guarda relación el precepto (interpretación sistemática); entre ellos, el Código de ética
profesional de la abogacía, y el valor justicia, consagrado por el art. 1.II de la Constitución; existiendo, por
tanto, la amenaza inminente de restringir el derecho propietario de la actora, lo que determina la
procedencia del presente recurso de amparo constitucional.

III.7.  Por otra parte, cabe aclarar que la afirmación del tercero interesado de que la Jueza recurrida no
tiene legitimación pasiva para ser demandada, no es evidente, por cuanto esta autoridad resolvió como
tribunal de segunda instancia la apelación incoada por el recurrente sobre la calificación de los
honorarios de su abogado patrocinante y es en esa calidad que fue demandada por el actor.

De todo lo expuesto se concluye que el Tribunal de amparo al haber declarado improcedente el recurso,
ha hecho una incorrecta evaluación del caso en análisis así como de los alcances del art. 19 de la CPE.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional, en virtud de la jurisdicción que ejerce por mandato de los arts. 19.IV y 120.7ª
de la CPE y los arts. 7 inc. 8) y 102.V de la Ley del Tribunal Constitucional, resuelve: REVOCAR la
Resolución revisada y declarar PROCEDENTE el recurso, disponiendo que los vocales recurridos dicten
un nuevo Auto de Vista sobre el honorario profesional motivo del presente recurso, conforme a la
normativa descrita y a los principios y valores constitucionales aludidos en la presente Resolución.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional.

No intervienen los Magistrados, Dr. René Baldivieso Guzmán, por no conocer el asunto y el Dr. José
Antonio Rivera Santivañez, por hacer uso de su vacación anual.

Fdo. Dr. Willman Ruperto Durán Ribera

PRESIDENTE

Fdo. Dra. Elizabeth Iñiguez de Salinas

Magistrada

SENTENCIA CONSTITUCIONAL  1846/2004-R, Viene de pág. 12

Fdo. Dra. Martha Rojas Álvarez

MAGISTRADA

Fdo. Dr. Felipe Tredinnick Abasto

MAGISTRADO
            

Tribunal Constitucional Plurinacional - 2014


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