Articulo de Opinión
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La Minería
El país ya no cree el cuento de que la minería es una actividad esencial para la economía
que debe promoverse a cualquier costo. Los efectos negativos ambientales, sociales y de
seguridad de las explotaciones mineras, legales e ilegales, son divulgados día tras día, y
generan indignación en comunidades, preocupación en medios de comunicación y
decisiones judiciales de altas cortes que han tenido que pronunciarse ante el desgreño
reinante. Es fuente financiera de bandas criminales de todas las layas y siglas, empezando
por la Farc, y quizás por eso está absolutamente descontrolada. El Estado debe trabajar con
la verdad y cuantificar el costo y beneficio de la minería. No bastan sus cuentas alegres de
regalías mínimas y de inversiones que no generan empleo importante, y debe pasar a
cuantificar los costos de los ecosistemas afectados, de las fuentes de aguas agotadas y
suelos destruidos, de la biodiversidad perdida, de los costos de oportunidad para los
propietarios de terrenos que deben renunciar a sus actividades productivas cuando se
conceden títulos mineros sobre ellos, y de los perjuicios a la salud y la vida social de las
comunidades afectadas.
Asesinatos de Líderes Sociales y Defensores de Derechos Humanos
La Comisión reitera que la labor que ejercen las personas defensoras de derechos humanos
es fundamental para la consolidación de una sociedad democrática y del Estado de
Derecho. De manera especial, en Colombia las personas defensoras, líderes y lideresas
sociales han desempeñado un rol fundamental en la búsqueda de la plena vigencia de los
derechos humanos, la paz y el fin del conflicto armado. Por ello, los hechos de violencia
contra estos colectivos no solo afectan sus garantías como personas, sino también socavan
el rol que juegan dentro de la sociedad colombiana. El gobierno colombiano y las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) llegaron a un histórico acuerdo de paz, que
llevó a la desmovilización del que entonces era el principal grupo armado del país. El
acuerdo incluyó iniciativas específicas para prevenir asesinatos de defensores de derechos
humanos. Sin embargo, los asesinatos de defensores de derechos humanos aumentaron a
medida que diversos grupos armados ocuparon rápidamente el vacío que dejaron las FARC
y comenzaron a disputarse el control de los territorios para la producción de coca y otras
actividades ilegales.
Falta entender que somos un país donde debemos caber más de 45 millones de personas,
pero que vemos el mundo de manera diferentes y todos tenemos que coexistir en el mismo.
Tenemos que invertir en la educación, no para la paz, sino para resolver los conflictos de
manera pacífica; conflictos entre humanos siempre van a haber, pero lo importante es la
manera como los resolvemos.
Debemos cambiar los valores culturales que tenemos. Acabar eso de "no dar papaya y
aprovechar el papayazo". Pero todos los cambios que necesitamos para poder tener una
mejor sociedad empiezan con la educación y entender que el bien colectivo está por encima
que el individual, así mismo poder colocar el Bachillerato obligatorio; Claro está lo ideal
sería poder tener cobertura en educación superior (técnico, tecnólogo o profesional), pero
para que esto suceda primero debemos asegurarnos que todos los jóvenes y niños asisten al
colegio y no haya deserción escolar.
La ciudadanía debe entender que no solo con votar y pagar impuestos se es buen ciudadano,
la participación ciudadana es fundamental, pero no se participa estando en redes sociales,
sino de manera efectiva en cada comunidad con un rol definido y desde su propia realidad.
Definitivamente el principal cáncer de Colombia es la corrupción y desde que eso no se
cambie no habrá manera de mejorar.