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La Resonancia de La Carne

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LA RESONANCIA DE LA CARNE.

EL PROCESO CREADOR, AFECTIVO Y COLECTIVO DE BRUNO


CIMIANO1

Meri Torras Francés


Cos i Textualitat /U. Autònoma de Barcelona

La publicación en 2019 de Pelos y hogares ha merecido desde su aparición hasta el


presente una acogida entusiasta, como si este Poemario Trans* (con asterisco), como reza
en el subtítulo, hubiera sido largamente esperado 2 . El éxito rotundo del poemario se
constata con hechos factuales : el haber alcanzado tres ediciones en menos de un año, o
el numeroso público que asiste a los recitales programados 3 ; siendo ambas evidencias
prueba de una demanda incesante por parte de un público que no es exactamente –o al
menos no únicamente, ni en su mayor parte– el habitual público lector de poesía.
Su autor, Bruno Cimiano, se corresponde con alguien en tránsito, pero el corpus creador
que ha encarnado –y reencarna– Pelos y hogares trasciende la (presunta) individualidad
de un cuerpo y se articula desde la resonancia de la carne a través de una red afectiva y
política. Así, este poemario escenifica un proceso artístico trans que desborda –de
entrada– la idea de una autoría vinculada a un sujeto único y original para enredarse,
justamente, en una confluencia transformadora, que asienta sus relaciones en la
emotividad transfeminista que, a menudo, recurre a la ironía para la consiguiente
desarticulación de la institucionalización binaria cis-hetero-patriarcal del sexo-género.
El poema « Punto G » (123-124), ubicado en el último apartado del libro, da buena cuenta
del binarismo arrollador imperante cuando, a modo de letanía a partir de la repetición
constante de « Mi género », los versos se ensañan contra las dos únicas compulsivas y
obligatorias casillas : « A continuación, marque su opción en una de las dos siguientes
casillas : / Mi género, ¿cuál es?/ Pues... » 4 . Se desmonta así, como sucede a lo largo de
todo el poemario, la concepción contraria y complementaria del género : hay que ser uno
de los dos y solo uno, no se puede ser ambos, pero tampoco ninguno, porque se ha de ser
forzosamente uno.
Mi género genera despiste
Mi género es disforia
Es bendita disforia
Mi género es una respuesta5

1
Una primera versión de este texto fue presentada en el marco de la Journée d’Études « TRANS » :
construction culturelle transnationale dans la littérature et les arts Ibériques et Latino-américains,
organizada por Jordi Medel-Bao e Idoli Castro en la Université Lumière Lyon 2, el 13 de marzo de 2020.
2
Bruno Cimiano, Pelos y hogares. Poemario Trans*, ilustraciones de Lara M. Pascual e Itziar Torres,
Barcelona, Editorial Segadores, 2019. No es ciertamente el único que ha hecho su aparición hacia el cambio
de década, en el ámbito hispanófono. La argentina Susy Shock nos lanzaba el Poemario TRANSpirado
(Nuevos Tiempos, 2011), con ilustraciones de Enrique Gurpegui y prologado por Marlene Wayar. Ian
Bermúdez inauguró, en catalán, con Ser h(u)ome*(à) en 2012, con ilustraciones de Nac Bremón y
reeditado en 2015, por la editorial Bellaterra, en una edición bilingüe castellano/catalán. Junto a él están las
voces ciertamente no intercambiables pero dialogantes del oaxaqueño Daniel Nizcub, Poesía en transición
(Pez en el árbol, 2017) ; la dominicana Ágatha Brooks con un poemario homónimo (Catinga ediciones,
2020), y el italo-malagueño Ángelo Néstore con Hágase mi voluntad (Pre-Textos, 2020) ; para citar una
constelación textual que podría establecer vínculos intertextuales con Pelos y hogares.
3
Huelga decir que con la pandemia ese índice se perturbó, por el confinamiento severo inicial y por el
control de los aforos a medida que paulatinamente se ha ido permitiendo los actos culturales con presencia
de público.
4
Op. cit., p. 123.
5
Ibid.
Sobre todo ello ahondaré en el espacio de este artículo, a través de tres focos que, a mi
juicio, este libro invita a repensar a la vez que pone en jaque las mismas herramientas
teórico-críticas que manejamos para analizar los textos literarios, en general, y los
poéticos en particular : la autoría, la factura material y la poética de la escucha afectiva,
que adquieren aquí una dimensión entrelazada a favor del reconocimiento y
reconstitución de una comunidad política.

Una autoría trans : el proceso creador des-individualizado


Ahondando entre los posibles motivos de este éxito destacaría dos factores. De una parte,
la dimensión performativa que acompaña al poemario Pelos y hogares en sus
presentaciones iniciales y en los recitales posteriores 6. Habitualmente son Bruno Cimiano,
acompañado de Cris Blasco (a la guitarra) y Pat Salido (que interpreta mediante el
lenguaje de signos), los que ocupan el escenario (sea un escenario propiamente o el
espacio que se les facilite). Esa performatividad no se agota en la concurrencia cómplice
de Bruno, Pat y Cris, sino que opera retroactivamente y reúne, en la simultaneidad que
convoca el objeto-libro (luego ahondaremos en él), otras presencias afines, si el foro es
proclive a que aparezcan. Les ilustradores, por ejemplo, Lara M. Pascual e Itziar Torres,
participantes actives en ese proceso de autoría en comunidad, ese proceso creador
compartido en la resonancia de una carne trans, en el que intervinieron muchas manos.
La performatividad autorial toma en el texto una concreción muy alejada de la idea
imperante de autoría concebida como un atributo de un individuo único, original,
inimitable que, paradójicamente, ha de servir como modelo de escritura-actuación para el
resto de aspirantes a autor 7. En su artículo « Originalidad y expresión de sí. Elementos
para una genealogía de la figura del artista », el teórico Jean-Marie Schaeffer muestra
cómo se ha construido la concepción moderna de artista, fundamentada en la idea de
originalidad.
[...] la valorización de la originalidad como singularización no se puede reducir ni a las
condiciones psicológicas de la percepción, ni a la función estética de las obras, ni a la
autonomización de la historia del arte como secuencia progresiva, ni siquiera a la importancia
otorgada a la individualidad artística como voluntad de arte. [...] a menudo se afirma que el
culto a la originalidad no sería más que la forma artística de la “emancipación del individuo”.
Más concretamente, sería una consecuencia de la transformación del hacer artístico en una
actividad social con una regulación puramente interna, así como de la promoción
concomitante del “gusto” (y, por tanto, de la apreciación subjetiva) como criterio de
legitimación de las obras8.

6
Justo en el momento de desencadenarse la alarma por la pandemia, en marzo de 2020, Pelos y hogares
seguía el calendario de actuaciones siguiente : 2 de febrero Rabia Fest, Barcelona ; 8 de febrero Horta
Alliberada, Barcelona ; 9 de febrero Jornades Dissidents, Barcelona ; 21 de marzo Biblioteca Nou Barris,
Barcelona ; 4 de abril Feria del Libro Anarquista, Valencia y 16 de mayo, Encuentro LGTBIQ+, Sant Pere
de Ribes.
7
El uso del masculino no es ni mucho menos gratuito ; es un masculino que se marca como ortodoxo y
hegemónico. En diálogo con Joanna Russ y su ensayo de 1983 (traducido en 2018 al español con el título
Cómo acabar con la escritura de mujeres), Aina Pérez Fontdevila, en su texto « Qué es una autora o que
no es un autor », desmenuza con lucidez y paciencia la definición de autoría y muestra cómo esta se
constituye a partir de parámetros masculinos y, podríamos añadir, cisgénero y heteronormativos. Frente al
binarismo autor-autora, pues, los poemarios trans* de Cimiano y les otres autores citades, abren nuevos
espacios de autorialidad, con un componente performativo, una puesta en escena, que cabe considerar con
la concurrencia de nuevas herramientas críticas en el análisis literario.
8
Jean-Marie Schaeffer, « Originalidad y expresión de sí. Elementos para una genealogía de la figura del
artista » [1997], en Los papeles del autor/a. Marcos teóricos sobre la autoría literaria, Aina Pérez
Fontdevila y Meri Torras Francès (eds.), Madrid, Arco Libros, Lecturas, 2016, pp. 255-256.
En Pelos y hogares el individuo es trascendido por una comunidad participante que
alienta el proceso creador y se co-responsabiliza del mismo, como también del objeto-
libro resultante. Lo que se articula aquí, en cualquier caso, sería una emancipación de un
colectivo, de lindes difusas, a partir de una experiencia de vulnerabilización compartida,
la concretización de una forma política de resistencia, articulada en el intercambio poético
bidireccional entre cuerpo y corpus, carne y lenguaje.
En Pelos y hogares. Proceso artísticoafectivo entorno a un poemario trans*, un video de
circulación semi-pública, grabado y editado por las presuntes implicades, se cuenta parte
de la elaboración del poemario. Una docena de personas, cercanas afectivamente a Bruno
Cimiano, que no necesariamente se conocen entre elles y/o no de forma estrecha, se juntan
en una masía de Vic para trabajar en el libro. Las imágenes dan testimonio de algunos
momentos de un proceso creativo múltiple, en el que se reparten los textos que
potencialmente pueden formar parte del libro, se leen y se comentan, entrecruzándose con
un proceso de (auto)representación, en un espacio de convivencia cotidiana y cuidado
mutuo. Las distintas voces se alternan en la posición de voz en off, de modo que no se
identifican individualmente sino como parte de la voz colectiva, y este es de hecho el
propósito clave, como se afirma en el video :
Nos faltaba colectivizar la experiencia del proceso creativo, desentrañar cada poema a
veintidós manos con mimo y presencia. Bajar al cuerpo la palabra. Nos pareció una buena
idea proponer un trabajo colectivo como una forma de enriquecer tanto el proceso creativo,
como el libro9.

En ese contexto, se determina –también colectivamente, por supuesto– el título del libro :
Pelos y hogares. Además, me parece fundamental señalar, por un lado, la práctica de re-
encarnación de los poemas en los cuerpos, lo cual implica una dimensión afectiva y
experiencial ; así como, por otro lado, la identificación de la práctica artística como un
proceso, un camino, una transición, no teleológica, en los mismos términos que se concibe
la transición genérico-sexual. El subtítulo de Poemario Trans* alude, por lo tanto, a una
condición múltiple (artística, corporal, lingüística, experiencial, afectiva...) y siempre
colectiva.

Un libro trans : la construcción material de Pelos y hogares


El segundo acicate que, a mi juicio, contribuye al recibimiento espléndido que ha
merecido el poemario, reside en su materialidad, en su estructura y forma. De entrada, la
fuerza comunitaria creativa que acabo de referir implica, por lo pronto, una doble página
de Agradecimientos donde se ensartan muchísimos seres, estares y devenires que han
contribuido a hacer posible el volumen. Además, el mismo libro da testimonio de todo
ello en tanto que se traduce en un objeto transmedial, en el que las ilustraciones –por
ejemplo– no existen de forma subordinada a los textos, sino que se entrecruzan con los
poemas y comunican desde sus propios códigos visuales. De un modo similar, se apuesta
por subvertir otras jerarquías paratextuales con una apertura en tres prólogos y una
introducción (en prosa y sin firmar), así como una clausura mediante un epílogo en verso.
Los tres prólogos –a cargo de Ana G. Aupí, Princesa Inca y Lía García (La Novia Sirena)–
se encargan de dar la bienvenida al poemario con los buenos deseos de las disidencias
sexogenéricas poéticoafectivas. El epílogo, intitulado bajo la paradoja « Contacto y
retirada », está enunciado desde una voz primera persona del plural, y cierra el libro con
una declaración orgullosa identitaria y con futuro, a partir de una experiencia pasada

9
AA.VV., « Pelos y hogares... Proceso artísticoafectivo entorno a un poemario trans*... y en apoyo a todas
las resistencias, vivencias y cuerpos trans* », video privado facilitado por les artistes, min. 3:33-3:47.
compartida : fundamentalmente, el hecho de provenir de familias migrantes desplazadas
a Barcelona, con un poder adquisitivo modesto y de clase social obrera.
Nunca fuimos lesbianas de Adidas,
ni siquiera llegamos a bolleras del Arena.

Bollipringuis, precarias de feminidad desubicada.


Bollifelices con sus tonterías de no ser de Barna.

[...]

Nunca llegamos ni a lesbianas de Adidas,


lograr ser tiarrones trans se nos queda
obviamente lejos e impostado.

Qué complejidad cuadrar de qué vamos.


De trans frikis, de trans de otra cosa,
como de que todo esto nos viene de pa’otro lado10.

El cierre del poema (y del libro) es una autodeclaración afirmativa, de cariz político y
compromiso feminista :
Queremos que nos reconozcáis trans feministas
porque eso es lo más importante
de entre todas las tonterías importantes que hemos sido.

Hace 10 años descubrimos el feminismo


y ahí nos quedamos a vivir, a vivirlo TODO.

[...]

Cuestionar nuestra identidad en un espacio en el que por fin pudimos


descubrir “cómo era ser yo”
gracias al amor y la ternura entre nuestras compañeras11.

De este modo, el libro-objeto Pelos y señales. Poemario Trans* supone el testimonio


material vivo de una comunidad afectiva que, a cada nueva lectura/audición, ya sea en el
consumo privado o en el recital público, se manifiesta a la vez que se reconstituye diversa.
El proceso está recogido en el libro y deviene en gerundio, en un presente continuo, a
partir del vínculo afectivo que establece también el cuerpo que lee/escucha. Sea o no sea
trans*. No es un libro que expele, en tanto que esos mismos mecanismos de repelencia y
expulsión están sometidos a una revisión crítica, recorriendo a menudo a la ironía, en la
puesta en escena verbal escrita y oral de la voz poética. La clave es feminista y reside en
el tránsito que recorramos desde lo emotivo, desde el reconocimiento de una
vulnerabilidad compartida y participando (sin forzosamente pertenecer) de una
comunidad de lindes porosas, que se abre a la diversidad.
Se trataría, en este sentido, de un concepto de comunidad próximo al que viene trabajando
la investigadora Marta Segarra, desde Repensar la comunidad desde la literatura y el
género (2012) hasta, más recientemente, Comunidades con acento (2021)12. Segarra toma
la metáfora del acento del uso que hizo de ella Rosa Braidotti, a propósito de Françoise

10
Bruno Cimiano, op. cit., p. 131.
11
Bruno Cimiano, op. cit., p. 132.
12
Marta Segarra (ed.), Repensar la comunidad desde la literatura y el género, Barcelona, Icaria, Mujeres
y Culturas, 2012 ; y Marta Segarra, Comunidades con acento, Barcelona, Icaria, Análisis contemporáneo,
2021.
Collin, para señalar la excentricidad de su pensamiento, la resistencia a ubicarse en el
centro, pero le otorga además una dimensión encarnada en cuerpo y corpus: « mi propio
uso del término –apunta Segarra– implica también el acento entendido de forma literal y
por lo tanto en relación con la palabra, la voz y el cuerpo » 13. Los cuerpos de Pelos y
señales son, sin duda, cuerpos con acento. Si seguimos a Segarra y aplicamos la metáfora
a la comunidad, ese acento excéntrico en cuerpo y lengua cobra una dimensión
interseccional que implica una comunidad unida por lo diverso y no por lo presuntamente
común14:
[...] significaría apostar por una concepción de la comunidad hecha de singularidades diversas
e irreductibles a una única norma, es decir, lo contrario de una comunidad paradójicamente
caracterizada por su inmunidad, protegida por unos límites bien trazados y herméticos15.

Esa concepción de comunidad es la que sostiene la poética de la escucha afectiva.

Yo soy nosotres, porque estás tú : una poética de la escucha afectiva


Son muchos los temas que los poemas de Pelos y hogares ponen sobre el escenario,
aunque probablemente, para el propósito de este artículo, ante la imposibilidad de
cartografiarlos por entero en el espacio de tiempo del que dispongo, debo insistir en dos
aspectos que atraviesan las cuarenta y cinco composiciones que integran el poemario : a)
por un lado, el uso reiterado de un tú, múltiple y variable, que desempeña distintos papeles
(destinatario, confidente, « antagonista »... incluso doble) y que facilita, a través de esta
continuada interpelación directa, la implicación de quien lee/escucha, convocadx desde
distintos roles y lugares ; b) por otro lado, la articulación político-afectiva plural que, de
hecho, se fortalece a lo largo de todo el libro. Ambas se conjugan en lo que podríamos
denominar una poética de la escucha afectiva que, en el epígrafe de este apartado, he
formulado como « Yo soy nosotres porque estás tú » y funcionaría bidireccionalmente,
tanto si identificamos el yo con la voz de Cimiano, como si nos ubicamos, desde la
lectura-escucha, en ese yo.
Una mirada al índice y a las partes que lo constituyen nos da pistas. El núcleo central de
Pelos y hogares se divide en seis apartados que, a grandes rasgos, dan cuenta de alguien
(Yo) desplazado en el tiempo y en el espacio (Album de fotos y Cemento), cuyos
transitares vitales (Tránsitos), lo relacionan con les otres singulares (Tú), hasta
encontrarse en el devenir compartido de algo parecido a una comunidad-familia
(Nosotrxs). El orden no es este, ni siquiera pretendo sostener que los apartados contengan
textos que les pertenezcan desde la pureza. En absoluto ; todo ello aparece mezclado –
esta es la gracia–, no obstante, los epígrafes son el termómetro de los actores principales
del libro y de su propuesta de poética de la escucha afectiva.
En los tránsitos de la voz poética el pasado es incorporado, forma parte del yo. De entrada,
el poemario va dedicado a Claudia Gabriela, que es el nombre que recibió Bruno al nacer,
del mismo modo que en « Como si fuera ella » se vuelve a desdoblar, o en « Álbum de
fotos viejo » se dirige a « todas aquellas mujeres / que [le] han cruzado el camino y la
existencia »16. No hay ninguna voluntad de ruptura y/o renacimiento –que criticaba Sandy
13
Marta Segarra, op. cit., p. 17.
14
La idea está presente ya en el primer volumen citado de esta pensadora e investigadora. En Repensar la
comunidad desde la literatura y el género, Segarra señalaba la intención de trabajar con un concepto no
común de comunidad, regresando a los orígenes etimológicos del término. Un proyecto que apuesta: « por
pensar la comunidad no como una afirmación de determinadas características o propiedades que nos
reunirían con otros individuos semejantes [...] sino como una “expropiación” de nosotros mismos, es decir,
no como algo que nos “rellena” la brecha que existe entre los individuos sino como aquello que se sitúa en
ese creux o vacío, en el “entre” [...] », Marta Segarra, 2012, op. cit. p. 9.
15
Marta Segarra, 2021, op cit., p. 17.
16
Bruno Cimiano, op. cit., p. 23.
Stone en su imprescindible « El imperio contraataca. Un manifiesto post-transexual»
(1991)–, ni inscripción no problemática (ni problematizada) de los géneros. Ni trans, ni
cis. Vice o versa.
Desde esa aproximación, voy a detenerme en tres poemas. El primero inaugura el
apartado « Yo » y lleva por título « Bruno » :
Bruno
Elegirse un nombre como quien elige vivir.

Decidir no esperar a decidir que decidan esperarte a ti.


No van a esperar por ti. Que nadie espere, ya nada de ti.
Esperarte, del tú al ti, sonriéndote,
tan indeciso y decidido como nunca, tan como siempre.
Recuperarse el cuerpo para unx, sin culpas.

Recuperarse de la duda.

Elegirse un nombre como quien elige la vida.


Es atreverse a mirarse a través, sin borrarse la memoria ni el mapa.
Es darse alas sin matar más pájaros por tiro.

Solo decirse : Hola, tú. Te reconozco. Siempre estuviste. Te estuve


esperando. Esta –este cuerpo– es y será tu casa.

Hoy, puedes dejar de tener miedo. Te quiero aquí.

Eres bienvenido17.

El texto da cuenta de la enunciación directa, clara y comprensible de la escritura/lectura


de los poemas, indudablemente otro de los rasgos característicos de Pelos y hogares. En
esta ocasión, el título es el nombre –Bruno– y el texto reflexiona sobre lo que supone
elegirse un nombre distinto al que le otorgaron a une al anotar su nacimiento en el registro
civil. En el centro mismo del poema están los versos que condensan el tema (« Elegirse
un nombre como quien elige la vida. / Es atreverse a mirarse a través, sin borrarse la
memoria ni el mapa »), y la cursiva final en autoconversación con el tú desdoblado,
recogería –casi a modo de epifonema– la glosa de cierre final : « Te quiero aquí / Eres
bienvenido ». Además, podemos encontrar en este texto varios de los recursos habituales
compartidos por los poemas, junto a la ya aludida enunciación directa : el gusto por la
repetición, a modo de salmo o tantra (lo cual se traduce en el gusto por anáforas y
paralelismos) y también, la tendencia a la desarticularción de la frase hecha (« Sin matar
más pájaros por tiro ») o el juego de palabras a modo de trabalenguas (« Decidir no esperar
a decidir que decidan esperarte a ti. / No van a esperar por ti. Que nadie espere, ya nada
de ti. / Esperarte, ... »). Por último, cabría añadir que sucede aquí (a pesar del nombre
propio apropiado y reapropiado del título) otra de las peculiaridades de las piezas poéticas,
su alta capacidad contagiosa en el mejor sentido del término, dicho de otro modo, su
apertura, su voluntad de querer poder amoldarse a la medida de quien lee, de no cerrarse
únicamente en un yo-único. Es fácil habitar los versos de Pelos y hogares que, sin callarse
sus verdades y sin pedir permiso, no expulsan : más bien se explican, se manifiestan, por
derecho, sin victimismo, con cierta ironía a veces, y exponiendo vulnerabilidades y
afectos.
Los siguientes dos poemas en los que quiero detenerme los leo/escucho en contraste, y
me sirven para subrayar los estados de ánimo y las posiciones políticas que pueden

17
Bruno Cimiano, op. cit., p. 63.
rastrearse tras cada acto revolucionario de enunciación, esa poiesis transformadora que
recorre el poemario haciendo gala de su etimología creativa, productiva. De un lado, el
autodenominado Manifiesto translover intitulado « Me gustan trans* » (47-48), por detrás
del que resuenan, allá a la lejanía, como acallados por vientos oceánicos, los archifamosos
versos del poema de amor de Neruda18.
Me gustan trans* (Manifiesto translover)
Me gustas tanto cuando no lo tienes claro.
Me gusta cuando lo pruebas.
Cuando te atreves.
Cuando entre la rigidez de la mirada propia y ajena
se te cuela una duda
pequeñita

y no la pestañeas
y no la subestimas
y te quedas con ella
y la confiesas y la haces política
poderosa e importante.

Me gustas cuando miras


hacia tu propia nada.
Cuando te asomas
al abismo de una identidad inconstante
prefabricada.

Me gustas cuando cometes el necesario fallo preciso.


Cuando te equivocas
y que sea entonces cuando aciertas.

Me gusta que no sepas.


Me gusta que ciertas preguntas te cuesten las noches
y la vida.
Me gustas cuando no les tranquilizas con una respuesta.

Me gusta que te desorientes. Que no haya por dónde coger tu mapa


que estés perdidx y que nos encontremos comiendo pipas en un parque.

Me gusta encontrarnos. En realidad, lo que me gusta tanto de ti


es encontrarte.
Encontrándome.
Porque sin ti, igual me creería que estoy solx.
Porque en ti me encuentro con mi reflejo
y eso me hace más mío, y eso me hace grande.

Me gusta que te plantes frente a todo


como si no hubiera un mañana
que abandones la fábrica cotidiana de dolor y de mentiras
que te abanderes de tu propio cuerpo cuando grites BASTA.
Que con la defensa de tu mera existencia demuestres
que este sistema no hay por donde agarrarle.

Me gusta cuando el resultado no es lo importante.


Me gusta cuando el propio proceso te tiene inmersx. Te tiene locx. Te tiene al límite.

18
Cabe señalar que este decimoquinto poema de Pablo Neruda, recogido en Veinte poemas de amor y una
canción desesperada, ha sido objeto de numerosas rescrituras feministas, desde una inscripción sexo-
genérica y sexual-deseante diversa. A modo de ejemplo, remito a la de Diana J. Torres, intitulada « Versión
porno del poema número 15 de Pablo Neruda ».
Me gusta ese preciso momento en que no se es nada y entonces el todo aparece.

Me gusta que bajo la amenaza de muerte decidas que no será eso lo que te impida
seguir adelante.

Me pone tanto, tanto, el desafío, la contestación y el coraje.

Es por eso, es probable.


Y por más.

Es por eso
que a mí
me gustan trans*19.

El poema hace uso de los recursos ya señalados, con un cierre aquí sí epifonemático que
desvela el sentido de la larga enumeración de « gustos » precedente, que define
retroactivamente no solo una vivencia trans, una identidad trans, sino sobre todo una
atracción sexual, vital y política trans.
Frente a ese Manifiesto Translover, de carácter –podríamos decir– celebratorio, contrasta
el poema « Quién » (127-128), que en la interrogación explícita en la tilde da cuenta de
las dificultades y fracasos (algunos –la mayoría– se pueden entender en el sentido de
Halberstam) 20, que acompañan a una existencia trans ante la necesidad humana de ser
queridx y deseadx. El contraste con el poema anterior es menor del que podría esperarse,
en tanto que, al mismo tiempo, el texto es también una celebración de aquellas personas
capaces de querer, desear, amar a alguien trans*. No gratuitamente, este poema ocupa el
último lugar del poemario, justo antes del epílogo en verso, al que ya hice referencia.
Quién
Una vez leí : “No queremos que nos acepten. Queremos que nos
deseen”. Y no lo olvidé.

Porque, ¿quién puede querer a una persona trans*? ¿Querer el límite,


querer la frontera? ¿Querer lo que resiste viviendo en dos lados? ¿Dejar
lo incorrecto, lo incómodo, lo desviado, entrar hasta el salón? ¿Entrar
hasta tu corazón? ¿Hasta tu cama?

¿Quién puede desear a una persona trans*? ¿Quién puede desear un


cuerpo que nunca se espera? ¿Un cuerpo lleno de sorpresas? De cosas
que te dijeron que no deberían de estar en este lugar.

¿Quién quiere intimar con alguien trans*? ¿Te contagiarás? ¿Será


intenso? ¿Será demasiado? Generar intimidad con una historia de tantas
posibilidades y de tanta verdad que te pueda derribar lo que creías
acerca de sexo, de la felicidad, del trauma.

Del estar vivx y de estar en vida.

Dime, ¿quién puede amar a unx trans*? ¿Asumir ese riesgo?


¿Desobedecer tan descaradamente la norma?
¿Contarlo a la abuela, presentarle a tus colegas? Prepararte en pie de
guerra a las miradas, los juicios y los monotemas. ¿Afectarte contra el

19
Bruno Cimiano, op. cit., pp. 47-48.
20
Cfr. Jack Halberstam, El arte queer del fracaso [2011], traducción de Juanjo Sáez, Barcelona-Madrid,
Egales, Colección G, 2018. Halberstam nos invita a pensar el fracaso de otra manera : « Bajo ciertas
circunstancias, fracasar, perder, olvidar, desmontar, deshacer, no llegar a ser, no saber, puede en realidad
ofrecernos formas más creativas, más cooperativas, más sorprendentes de estar en el mundo.», op. cit., p.
14. En este enfoque se reconocería Pelos y hogares.
patriarcado, compartir la disforia? ¿Comprometerse con tu deseo a una
causa?

Amar el territorio y la experiencia que este mundo niega.


Y gozártela mientras.

Querer, desear, amar a alguien trans*, es asumir enfrentar la violencia.


Asumir posicionarte de este lado de las cosas. Este lado complicado.
Asumir placeres y dolores que no conocías. Asumir que no tienes ni
puta idea. Asumir que tu propio género quedará expuesto. Quedarás
desnudx cuando os desnudéis y decidas desear.

Venga, dime :

¿Quién coño es la valiente que se atreve, en este mundo de asesinatos


cotidianos y transfobia de andar por casa, a abrazar sin metáforas un
amor trans*?

Entre el uso generalizado de la x como marca no marcada de género en el lenguaje verbal


escrito, llama la atención el femenino del artículo del último bloque de versos que
interpela tal vez directamente a lxs feministas, no puede que se trate tan solo de una
desautomatización feminizada de la expresión dónde está el valiente o, en otro orden, el
recordatorio de que hay cosas que deben articularse sí o sí en femenino. En cualquier caso,
quién es una pregunta abierta que a través de la vinculación afectiva e íntima muestra
como aquello que azota una vida trans es, corregido y aumentado, lo que golpea (y ha
golpeado) otras genealogías de existencia y (re)clama desde ahí, al mismo tiempo que
reconoce, la valentía que se necesita para posicionarse « de este lado de las cosas », las
que el texto enumera, con su habitual enunciación directa, sin maquillajes.

Lamento no poder extenderme en más poemas. Recomiendo encarecidamente la


experiencia de asistir a –participar en– un recital de Pelos y hogares porque sin duda pone
resonancia de carne y cuerpos al corpus de poemas y permite entender, mucho mejor de
lo que yo haya podido explicar aquí, la dimensión performativa de este poemario trans*
(con asterisco). Un asterisco que abre el término a una diversidad, pero que a la vez lo
invita a pensarse, como sucede en lingüística, como una encarnación que coquetea con la
agramaticalidad, con aquello que presenta un punto de fuga de lo normativo, en este caso
a través de una práctica poética de la escucha afectiva que involucra políticamente una
comunidad.

Bibliografía
Cimiano, Bruno, Pelos y hogares. Poemario Trans*, ilustraciones de Lara M. Pascual e
Itziar Torres, Barcelona, Editorial Segadores, Bauma, 2019.
Halberstam, Jack, El arte queer del fracaso [2011], traducción de Juanjo Sáez, Barcelona-
Madrid, Egales, Colección G, 2018.
Pérez Fontdevila, Aina, « Qué es una autora o que no es un autor », en ¿Qué es una autora?
Encrucijadas entre género y autoría, Aina Pérez Fontdevila y Meri Torras Francès (eds.),
Barcelona, Icaria, Mujeres y Culturas, 2019, pp. 25-59.
Russ, Joana, Cómo acabar con la escritura de mujeres [1983], traducción de Gloria
Fortún, Dos Bigotes, Barrett, 2018.
Schaeffer, Jean-Marie, « Originalidad y expresión de sí. Elementos para una genealogía
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