Sociales 701 702
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GUÌA DE TRABAJO
Tema 1
Competencia Del Área: comprender las relaciones entre condiciones geopolíticas de un territorio y
surgimiento de comunidades humanas con rupturas y continuidades generadas por procesos revolucionarios.
Indicador: Elabora objetos, textos, gráficos, esquemas o modelos, que le permitan entender cómo se desarrollan las
relaciones entre países colonizadores y colonizados.
Indicador: Elabora escritos, mapas conceptuales, cuadros comparativos, etc.; sobre los procesos de la
conformación de los países del continente americano.
.
NSTRUCCI ONES PARA LA ENTREGA DE LAS ACTIVIDADES
En principio es preciso señalar que lo que se entiende por ciudadanía y por ciudadano ha variado a través de la
historia y entre las distintas formaciones sociales, puesto que se trata de un concepto que se encuentra relacionado a
las distintas formas de organización humana, y las mismas se van transformando a lo largo del tiempo.
Como bien señala François Dubet ―Conviene tener presente que no hay una sola ciudadanía; ésta cambia según las
épocas, los países y las tradiciones, y sobre todo, no es homogénea y abarca varias dimensiones más o menos
contradictorias entre sí.1
1
(2003) DUBET, François, “Mutaciones cruzadas: la ciudadanía y la escuela”, En Benedicto, J. y M. Morán (coord.), Aprendiendo a ser
ciudadanos. Experiencias sociales y construcción de la ciudadanía entre los jóvenes, Instituto de la Juventud, Disponible en el área de descarga
de www.injuve.mtas.es, Madrid, Pág. 220.
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“Sembrando hábitos… …cosechando futuro”
Este es un aspecto central para analizar ya que nos permite entrever que aquello que pareciera ser un concepto
unívoco, es por el contrario polisémico, por lo cual es preciso desentrañarlo para cada tiempo y lugar determinado. Es
decir, que la ciudadanía es una construcción histórico-social, y si pretendemos conocer de qué se trata la ciudadanía
deberemos enfocarnos en una sociedad determinada y estudiar cuáles son las concepciones o sentidos dominantes
que se sostienen acerca de la misma, y cuáles son las prácticas que responden a éstas concepciones.
Desde esta óptica, podemos interpretar, que el mismo Aristóteles ya nos señalaba en su “Política” la variabilidad de
este concepto al afirmar: Pues a menudo se discute sobre el ciudadano y en efecto no todos están de acuerdo en
quién es ciudadano. El que es ciudadano en una democracia con frecuencia no es ciudadano en una oligarquía.2 De
allí que para este autor resultara tan importante estudiar distintos regímenes políticos tanto ideales como existentes.
Así, mediante la crítica de la República de Platón o de los regímenes políticos de Creta o de Cartago, puede identificar
las prácticas y las leyes que rigen o que se proponen para distintas culturas, lo cual le permite juzgarlas y formular sus
propias consideraciones acerca del régimen político ideal.
Estos aspectos nos dejan pensar cuan dependientes son las prácticas y las concepciones acerca de la ciudadanía y la
organización social, de las condiciones históricas de una formación social determinada. Pensamos que las ideas de
ciudadanía y de ciudadano son una construcción social que se van formando y reformando al calor de los complejos
procesos de estructuración social.
Como bien señala Oszlak: ―La formación del Estado es un aspecto constitutivo del proceso de construcción social. De
un proceso en el cual se van definiendo los diferentes planos y componentes que estructuran la vida social
organizada. En conjunto, estos planos conforman un cierto orden cuya especificidad depende de circunstancias
históricas complejas.3
Dentro del complejo de relaciones que se establecen en la constitución de una sociedad, tales como las relaciones de
producción, la estructura de clases, la creación de instituciones jerarquizadas con funciones específicas; entre otras
variables, el concepto, los atributos y las prácticas de lo que se denomina ciudadano, se van constituyendo como un
producto acorde a los condicionamientos políticos, económicos y sociales de un período histórico. Por supuesto que
estos procesos no son lineales, ni se hallan determinados de forma absoluta, ya que, como en toda actividad humana,
la voluntad y la acción del hombre tienen un papel innovador, pero siempre en alguna medida condicionado por éstas
complejas variables.
Esto explica las grandes diferencias que existen entre lo que se entiende por ciudadanía en el presente y lo que se
entendía por la misma en la antigüedad, así como las disputas entre distintos sectores sociales y políticos para
imponer sus propios modelos de ciudadano. Por estas razones acordamos con Landau en concebir la ciudadanía
como una construcción, en la medida que ―Si la ciudadanía es algo que remite a un proceso histórico, siempre
vamos a estar hablando de una construcción de ciudadanía y de que haya también una reconstrucción constante de
esa ciudadanía. En ningún momento la ciudadanía puede pensarse como algo por fuera de las relaciones históricas.4
Es decir, sólo podemos llegar a definirla en la medida que hagamos un análisis histórico situado en una sociedad
determinada. Pero también y paralelamente, somos capaces de construir nuestros propios sentidos de ciudadanía,
así como transformar los existentes.
Esta afirmación tiene una gran relevancia desde diversos ángulos, ya que desde la política permite criticar y formular
modelos de ciudadanía, desde la educación formula interrogantes acerca de los métodos y los contenidos con los que
se debe trabajar este tema, tanto en el ámbito escolar como universitario, y finalmente, desde la investigación
supone una serie de desafíos en cuanto a que abre caminos a explorar y a desandar respecto a qué se entiende y que
se ha entendido por ciudadanía.
El ciudadano griego En principio, el origen del concepto de ciudadanía se remonta a la antigua Grecia. En
efecto, los griegos estaban organizados en lo que conocemos como ciudades-estado o “polis”, las que tenían un
modo de producción esclavista basado en la agricultura, y donde una pequeña porción de los hombres que
habitaban estas ciudades poseían los atributos de un ciudadano, exceptuando a los esclavos y a los extranjeros. Se
trataba de un modelo aristocrático de ciudadanía, en el cuál aquellos pocos que eran ciudadanos (en relación a la
población total) tenían importantes derechos, pero, sobre todo, tenían grandes obligaciones respecto a la ciudad.
Esto va a configurar un especial sentido de la ciudadanía asociado a los deberes públicos para con la ciudad.
Carlos Fayt señala que en Grecia ―El ciudadano es tal en cuanto polites, en la medida que participa activamente de
la vida de las polis. La democracia ateniense, tomada como forma de gobierno típica de las polis, además de
directa, es activa, no defensiva como la democracia liberal. El ciudadano goza de libertad y ésta no tiene otro
sentido que el de cumplimiento de los deberes políticos.5
De igual forma Aristóteles lo define de la siguiente manera: ―Un ciudadano en sentido estricto por ningún otro rasgo
se define mejor que por participar en la justicia y en el gobierno. 6
Igualmente, conforme lo expresa Fustel de Coulanges la vida del ciudadano ateniense estaba dedicada a lapolis: El
ciudadano, como el funcionario público de nuestros días, se debía entero al Estado, le daba su sangre en la guerra y
su tiempo en la paz. No podía apartarse de los negocios públicos para ocuparse con más cuidado de los suyos; al
contrario, los suyos eran los que tenía que abandonar para trabajar en provecho de los intereses de la ciudad.7
A tal punto era de esta manera, que aquel que no se interesaba por los asuntos de la ciudad era mal considerado,
como podemos verlo en el famoso Discurso fúnebre de Pericles en el cual este político ateniense afirma: ―Los
individuos pueden ellos mismos ocuparse simultáneamente de sus asuntos privados y de los públicos; no por el
hecho de que cada uno esté entregado a lo suyo, su conocimiento de las materias políticas es insuficiente. Somos
los únicos que tenemos más por inútil que por tranquila a la persona que no participa en las tareas de la
comunidad.8
Así mismo, por estas razones el ateniense renuente podía sufrir duras sanciones ya que ―El Estado no admitía que
el individuo se mostrase indiferente a los intereses generales, y no permitía que el filósofo o el hombre entregado al
estudio hiciese vida aparte, porque tenía obligación de ir a votar en la Asamblea y de ser magistrado cuando le
tocase en suerte. En tiempos en que eran frecuentes las discordias, la ley de Atenas no permitía que permaneciese
neutral el ciudadano; tenía que combatir en uno u otro partido, y al que quería mantenerse separado de las
facciones y permanecer tranquilo, la ley dictaba la pena de destierro y confiscación de bienes9
El ciudadano romano
En el caso de Roma, la ciudadanía va a tener muchos puntos en común en relación a la concepción de los griegos,
puesto que los romanos van a tomar muchas de las instituciones de éstos. Sin embargo, van a desarrollar y
complejizar algunos aspectos que no se habían desarrollado en Grecia.
Poseer la ciudadanía plena implicaba tener los más amplios derechos entre los que se destacaba poder ocuparse
de la res pública, de la cosa pública. Sólo los ciudadanos plenos podían desempeñar cargos públicos políticos o
religiosos.
Germán Bidart Campos señala que ―Lo que en Grecia significó la poli como forma de convivencia y ordenación
humanas, en Roma significó la res pública como cosa común o de todos: estructura política y jurídica que pertenece
al pueblo, a la comunidad. Grecia vio a las polis, al estado, como la dimensión completa y acabada de una
convivencia autosuficiente; vio al hombre como ser sociable y político predispuesto naturalmente a organizar aquella
convivencia.
Roma completó esa elaboración encuadrándola en un marco jurídico, y proporcionó la explicación jurídica de la
política y del estado. Con Roma, la política y el estado encuentran su sitio en el derecho público, en tanto el hombre
halla el suyo en el derecho privado.10
En Roma, como afirma Fayt ―la condición de ciudadano es síntesis de participación activa en la vida política de la
civitas…‖ pero existe también una ―esfera personal que substrae al individuo de la omnipresencia del Estado.11
Esa esfera es la vida privada en donde rige la autoridad del pater familias y en donde el Estado no interviene.
A partir de la decadencia del imperio romano, y hasta el surgimiento del capitalismo y la Revolución Francesa, la
ciudadanía como categoría política, va a perder fuerza. Excede a este trabajo el análisis acerca de la ciudadanía en
5
5 (1993) FAYT, Carlos, Derecho Político, Editorial Depalma, Buenos Aires, Pág. 176.
6 (2007) ARISTOTELES, Política Op. Cit, Pág. 167.
7
(1997) FUSTEL DE COULANGES, Numa Denis, La Ciudad antigua, C.S. Ediciones, Buenos Aires, Pág. 382-383.
8
(1992) TUCÍDIDES, Historia de la Guerra del Peloponeso, Gredos, Madrid.
9
(1997) FUSTEL DE COULANGES, Numa Denis, Op. Cit, Pág. 241-242.
10
(1997) BIDART CAMPOS, Germán, Manual de Historia Política, Ediar, Buenos Aires, Pág. 39.
11 (1993) FAYT, Carlos, Op. cit, Pág. 180.
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ésta etapa, especialmente porque intervienen varios aspectos que hacen compleja la cuestión, tales como si se
puede o no sostener que en esta etapa haya existido alguna forma de ciudadanía, sin embargo podemos señalar
grosso modo que bajo la forma de organización económica y social feudal, y la forma de gobierno monárquica, que
se extendieron en este período en occidente, va a desaparecer la idea de ciudadanía y de ciudadano, y va a ser
reemplazada por otras ideas ordenadoras de la comunidad como son las relaciones entre señor y vasallo.
El ciudadano de la república
Con la formación de los Estados nacionales europeos surge con fuerza nuevamente el concepto de ciudadano. A
partir de la revolución industrial, y en el contexto de las profundas transformaciones que se suceden en Europa con
el desarrollo del capitalismo, y las transformaciones sociales y políticas que conlleva, se van estructurando las
modernas naciones europeas, que sostienen la fe en el progreso, la ciencia y la razón. Estos Estados buscan
homogeneizar y preparar un modelo de ciudadano, entre otras condiciones necesarias para alcanzar el mentado
progreso, por lo cual ponen un especial énfasis en la educación de la población. Así el Estado se hace cargo de la
educación apartando a la Iglesia y surgen los programas de enseñanza basados en la unificación del idioma, el
conocimiento de la geografía nacional y de la historia heroica del país.
Se desarrolla en este contexto, vinculado a la disputa de la clase burguesa con la aristocracia, un modelo de
ciudadano liberal, que reivindica la igualdad jurídica y los derechos individuales en el marco de cada nación en
desarrollo.
Un ejemplo de ésta concepción de la ciudadanía y de su instrumentación a través de la enseñanza, nos lo brinda con
mucha claridad François Dubet para el caso de Francia, aunque consideramos que puede hacerse extensivo al resto
de los países europeos.
Este autor señala que ―En todos los casos, abarcando un mayor o menor número de individuos, la ciudadanía se
consideró ante todo como la expresión de una nación. Una nación de ciudadanos evidentemente, pero una nación
definida por sus especificadas, su idioma, su cultura, su historia y, sobre todo, por su deseo de ser una nación. En
ese sentido, fuera uno ciudadano de Venecia, Florencia, Francia o Estados Unidos, la ciudadanía se basa en un
vínculo de fidelidad a la nación, y ya no sólo en una fidelidad directa y personal al soberano como ocurría en la
sociedad feudal. Consideradas desde esa óptica, las democracias han sido nacionales, y los ciudadanos han sido
ante todo patriotas.12
En efecto, lo que hoy conocemos como Francia estaba integrada por una gran diversidad de comunidades muy
dispares y con distintos idiomas como los corsos, los bearneses, los vascos, entre otros, lo que para los sectores
económicos y políticos dominantes de Francia representaba un obstáculo y requería de unificación. En este caso, fue
la escuela la que desempeñó este papel político:
…el ejemplo de la escuela republicana francesa resulta ejemplar. Es necesario que una nación compuesta por
provincias, pequeños «países», decenas de idiomas locales, se convierta en la Francia moderna. La enseñanza se
encarga de esa necesidad imponiendo un único idioma por todo el territorio de la República, convirtiendo la falta de
ortografía en una especie de falta moral. La escuela republicana enseña la historia y la geografía de la nación. Esa
historia muestra que Francia es una larga gestación en la que participaron todos los reyes, héroes y hombres
ilustres. En la escuela, la historia es ante todo un relato del que todos los niños deben sentirse herederos. La
geografía cumple idéntico cometido; hay que conocer el territorio y estar dispuesto a defender su suelo sagrado. Las
grandes obras de la cultura son también parte de la conciencia nacional; todos los niños aprenden de memoria los
poemas de nuestros grandes escritores: La Fontaine, Lamartine, Hugo... Cada uno debe sentirse parte del panteón
cultural nacional.13
Ahora bien, esta concepción del ciudadano14, propugna que estos serían, todos aquellos individuos que, situados en
un determinado Estado nacional, poseen dentro de este territorio un compendio de derechos individuales entre los
que se destaca el derecho a la igualdad, aunque esta igualdad es la denominada jurídica y no necesariamente
igualdad social y económica. Esta noción se basó, especialmente, en las ideas de teóricos como Jean Jacques
Rousseau que, a través de la teoría del contrato social, sostuvieron que en tanto miembros de un pacto social, todos
los individuos tienen los mismos derechos y los mismos deberes para con la comunidad.
Estas concepciones van a evolucionar con el paso del tiempo y las transformaciones sociales, pero podemos
señalar como un momento clave la estructuración en occidente, luego de las crisis de 1929 y las guerras mundiales,
del denominado “capitalismo benefactor” o “Estado de Bienestar”. Un teórico muy importante que trabajó el tema de
la ciudadanía de esta etapa va a ser Thomas H. Marshall, que en 1949 va a realizar una temporización de la
12
(2003) DUBET, François, Op. cit. Pág. 220-221.
13
3 (2003) DUBET, François, Op. cit. Pág. 220-221.
14
4 Esta concepción si bien no fue única ni monolítica alcanzó un buen grado de generalidad.
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ciudadanía como un proceso de adquisición de derechos por el cual (aunque señala que no se pueden dividir las
etapas tajantemente), primero se habrían adquirido los derechos civiles, luego los derechos políticos y el siglo XX
sería la etapa de ampliación de la ciudadanía hacia los derechos sociales. Para este autor la ciudadanía es ―una
condición otorgada a aquellos que son miembros plenos de una comunidad. Todos los que poseen la condición son
iguales con respecto a los derechos y deberes de que está dotada esa condición.15
Debemos resaltar que este modelo de ciudadanía tuvo mucha fuerza durante todo el siglo XX, a tal punto que
podemos ejemplificarlo con las siguientes afirmaciones de Francesc Pedro: “De acuerdo con la literatura más
relevante, se acostumbra a considerar la ciudadanía como la articulación de las siguientes dimensiones básicas: —
Ciudadanía como estatus legal: en este caso se refiere esencialmente a los derechos de ciudadanía, y de forma
secundaria a los deberes. Ésta es considerada, con razón, la dimensión pasiva de la ciudadanía. Ciudadanía como
identidad política: ésta es la dimensión de pertenencia a una comunidad política, típicamente, pero no
necesariamente, a un estado nación o a un estado basado en una comunidad política… — Ciudadanía como
participación: se trata de la dimensión activa por excelencia de la ciudadanía, en tanto que concierne a la implicación
activa y la participación directa en la vida de la comunidad.16
Esta idea de ciudadano, que sostenemos fue dominante durante largo tiempo va a entrar en crisis a nivel global
sobre finales del siglo XX y va a ser cuestionada por otros varios modelos de ciudadanía que se propugnan desde
diversos sectores.
Pero a modo de síntesis, podemos ubicar en la Antigua Grecia, en la Roma clásica y en la Europa de los siglos XIX y
XX nociones acerca de la ciudadanía que podemos considerar dominantes y que, si bien pueden tener puntos en
común, son bastante diferentes.
ACTIVIDADES
TEMATICA 2
TERRITORIO EN AMÉRICA: NACIONALIDAD, NACIONALISMO Y
ESTADOS NACIONALES.
“Como mínimo, el Estado es una entidad que demarca un territorio frente al de otras entidades
semejantes, proclama autoridad sobre la población de ese territorio y es reconocido como tal
Estado por diversos actores en el sistema internacional. Los Estados han emergido a raíz de
procesos históricos que en América Latina han diferido significativamente de los países centrales.
15 (2005) MARSHALL, T.H. y Tom BOTTOMORE, Ciudadanía y clase social, Losada, Buenos Aires, Pág. 37.
16 (2003) PEDRÓ, Francesc, “«¿Dónde están las llaves?» Investigación politológica y cambio pedagógico en la educación cívica” en Benedicto,
J. y M. Morán (coord.), Aprendiendo a ser ciudadanos. Experiencias sociales y construcción de la ciudadanía entre los jóvenes, Instituto de la
Juventud, Madrid, Pág. 239-240.
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Asimismo, al interior de América Latina ha habido y sigue habiendo importantes diferencias. Esas
diferencias, tanto generales como específicas de nuestra región, han marcado profundamente las
características de cada uno de nuestros Estados; ellas no deben ser ignoradas en un análisis
contemporáneo de los mismos y de sus posibilidades de adecuación a metas que, además de la
democratización, tienen que incluir el desarrollo humano, el crecimiento económico y la justicia
social.
Todo análisis del Estado en América Latina deberá tratar de tener en cuenta cuál es actualmente
el punto de partida en cada país; este es otro tema complejo, sobre el cual al final de este texto
ofrezco algunas guías preliminares. Los Estados son entidades permanentemente sujetas a
procesos de construcción, de reconstrucción y, a veces, de destrucción, y sujetos a complejas
influencias de las sociedades doméstica e internacional. Reconocer esto prohíbe recetas
simplistas, generalizaciones aventuradas y trasplantes mecánicos de la experiencia de otras
regiones. Por esto se hace necesario ir abriendo camino cuidadosamente. Como primer paso
propongo una definición del Estado. Por el mismo entiendo:
Esta definición está enfocada en lo que el Estado es, no en la enorme variedad de cosas que el
Estado hace o puede hacer (aunque más abajo me ocupo de esto). Esta definición, de cuño
weberiano, se aparta de este autor al no postular como atributo componente del Estado que su
coerción o violencia deba ser legítima; esta característica conviene considerarla una variable
histórica, a lo largo tanto de países como de diferentes períodos en cada país. Veremos que lo
mismo vale para las otras dimensiones del Estado incluidas en la definición que propuse.
Otra característica de esta definición es que ella apunta directamente al tema del poder, en
términos de la gran concentración de poder (o, más precisamente, de poderes) implicada por el
surgimiento y funcionamiento del Estado. De acuerdo con esta definición, el Estado incluye al
menos cuatro dimensiones. Una, la más obvia y reconocida casi exclusivamente por la literatura
contemporánea, es el Estado como conjunto de burocracias. Estas burocracias, generalmente
organizaciones complejas y jerárquicamente pautadas, tienen legalmente asignadas
responsabilidades apuntadas a lograr o proteger algún aspecto del bien o interés público general.
ACTIVIDAD
ACTIVIDAD
teniendo en cuenta los temas visto en este módulo para la evaluación de periodo de deberá
presentar en video de no mayor a 3 minutos en un performance una allí se evaluará el proceso
del estudiante durante el corte.
Preformas: forma creativa y dinámica de exponer o dar a conocer una idea o concepto,
se pueden utilizar disfrace y escenarios.
https://www.youtube.com/watch?v=hbapW24GUmo en este link pueden comprender
mejor lo que es la performance
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
LIBROS
b) (1997) BIDART CAMPOS, Germán, Manual de Historia Política, Ediar, Buenos Aires
(coord.), Aprendiendo a ser ciudadanos. Experiencias sociales y construcción de la ciudadanía entre los jóvenes,
e) (1997) FUSTEL DE COULANGES, Numa Denis, La Ciudad antigua, C.S. Ediciones, Buenos Aires
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f) (1994) GARCIA DELGADO, Daniel R, Estado y sociedad. La nueva relación a partir del cambio estructural, Grupo
g) (2003) LANDAU, Matías, “Los múltiples significados de ser ciudadano. Ciudadanía y construcción de
subjetividades en la Buenos Aires actual” en Murillo, Susana (coord.), Sujetos a la incertidumbre. Transformaciones
sociales y construcción de subjetividad en la Buenos Aires actual, pp. 93-134, Centro Cultural de la Cooperación,
Buenos Aires
h) (2005) MARSHALL, T.H. y Tom BOTTOMORE, Ciudadanía y clase social, Losada, Buenos Aires
i) (1999) OSZLAK, Oscar, La formación del Estado argentino. Orden, progreso y organización nacional, Ariel Historia,
Buenos Aires
j) (2003) PEDRÓ, Francesc, “«¿Dónde están las llaves?» Investigación politológica y cambio pedagógico en la
sociales y construcción de la ciudadanía entre los jóvenes, Instituto de la Juventud, Madrid k) (1987) TERÁN, Oscar,
l) (1992) TUCÍDIDES, Historia de la Guerra del Peloponeso, Gredos, Madrid -Artículos: a) (2005) CHAVES, Mariana,
contemporánea”, Revista Última Década, año 13, nº 23, Viña del Mar, CIDPA, diciembre de 2005, Pp. 9-32, Versión
electrónica http://www.cidpa.c.
b) (2006) LANDAU, Matías, “Ciudadanía y ciudadanía juvenil”, Conferencia dictada en el marco del Programa de
c) (2001) NUN, José, “Trabajo, ciudadanía y política”, Conferencia 5º Congreso Nacional de la Asociación Argentina
d) (1993) O’DONNELL, Guillermo, “Estado, democratización y ciudadanía”, en Nueva Sociedad nº 128, Caracas
e) (2003) REGUILLO, Rossana, “Ciudadanías juveniles en América Latina”, en Última Década, Revista del Centro de
Investigación y Difusión Poblacional, número 19, pp. 1-20. Viña del Mar, Chile.