1) El documento habla sobre las competencias emocionales que necesita un entrenador para ser efectivo. 2) Ser reconocido como un experto en fútbol y ser percibido como justo otorgan credibilidad a un entrenador, lo que requiere competencias emocionales como la gestión de emociones. 3) Las competencias emocionales que necesita un entrenador incluyen orientación a la tarea, competencia pedagógica, comunicación, motivación, construcción de equipo y gestión de conflictos.
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1) El documento habla sobre las competencias emocionales que necesita un entrenador para ser efectivo. 2) Ser reconocido como un experto en fútbol y ser percibido como justo otorgan credibilidad a un entrenador, lo que requiere competencias emocionales como la gestión de emociones. 3) Las competencias emocionales que necesita un entrenador incluyen orientación a la tarea, competencia pedagógica, comunicación, motivación, construcción de equipo y gestión de conflictos.
1) El documento habla sobre las competencias emocionales que necesita un entrenador para ser efectivo. 2) Ser reconocido como un experto en fútbol y ser percibido como justo otorgan credibilidad a un entrenador, lo que requiere competencias emocionales como la gestión de emociones. 3) Las competencias emocionales que necesita un entrenador incluyen orientación a la tarea, competencia pedagógica, comunicación, motivación, construcción de equipo y gestión de conflictos.
1) El documento habla sobre las competencias emocionales que necesita un entrenador para ser efectivo. 2) Ser reconocido como un experto en fútbol y ser percibido como justo otorgan credibilidad a un entrenador, lo que requiere competencias emocionales como la gestión de emociones. 3) Las competencias emocionales que necesita un entrenador incluyen orientación a la tarea, competencia pedagógica, comunicación, motivación, construcción de equipo y gestión de conflictos.
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COMPETENCIAS EMOCIONALES:
APRENDIENDO A SER ENTRENADOR
Por: José Carrascosa Entrenar es mucho más que saber o entender de fútbol, mucho más que implementar una filosofía de juego, programar entrenamientos, realizar la convocatoria, elegir a los once titulares, introducir cambios durante el partido, analizar al rival, preparar y dirigir el partido desde el banquillo… Siento un gran respeto por el trabajo del entrenador pues aglutina múltiples facetas, a cuál de ellas más diferente. Muchas de esas facetas van más allá del fútbol y tienen que ver con saber gestionar situaciones de interacción con otras personas, es decir, con la gestión emocional.
Credibilidad o “autoridad” del entrenador
Se sabe que la valoración que hacen los jugadores de su
entrenador depende fundamentalmente de dos aspectos: 1) ser reconocido como un auténtico experto en fútbol, que sabe o conoce el juego en profundidad y ayuda al desarrollo del futbolista; y 2) ser percibido como “justo” en las tomas de decisión relativas a la dirección del equipo. Una percepción positiva en ambos aspectos por parte de una mayoría de jugadores de un equipo otorga credibilidad al entrenador. Credibilidad es autoridad moral. En la sociedad actual no se puede confundir autoridad y autoritarismo. El entrenador tiene poder, el inherente a su rol y a las decisiones que le competen. La autoridad se la ha de ganar ante sus jugadores haciéndose acreedor a ella, se la gana desde lo que sus jugadores perciben como óptima gestión en la dirección del equipo. Así pues, la credibilidad o autoridad del entrenador tiene una relación directa con competencias emocionales, con la gestión eficaz de emociones propias y ajenas. Ser reconocido como un “experto” en fútbol tiene mucho que ver con cómo transmite o enseña lo que sabe de fútbol, con una aptitud pedagógica; saber mucho no tiene porqué ir asociado a enseñar bien. Ser percibido como una “persona justa” en las tomas de decisión requiere de valores, empatía, gestión de emociones individuales y colectivas…
¿Qué son las competencias emocionales?
Competencia es un concepto que proviene de la educación.
Competencias son recursos, soluciones, herramientas, gestión eficaz de situaciones concretas. El SABER (conceptos y conocimientos) y SABER HACER (destrezas, procedimientos, acciones) se revelan del todo insuficientes. Necesitan ir acompañados de QUERER HACER (ilusión, entusiasmo, pasión, motivación), PODER HACER (implementar, gestionar, resolver, superar dificultades, gestionar la exigencia, gestionar la frustración…) y SABER SER y ESTAR (valores personales, madurez personal, inteligencia emocional…).
No hay que confundir las competencias con “capacidades” y
“habilidades”. Se puede ser tan habilidoso como inútil a la hora de expresar dichas habilidades en determinadas situaciones. Las competencias otorgan efectividad, eficacia, son herramientas que resuelven, dibujan una inteligencia resolutiva. Las competencias incorporan la dimensión actitudinal, querer, poder y conducirse desde una ética personal (valores). Las competencias dan fiabilidad a las capacidades, conocimiento y habilidades, dan fiabilidad a la formación. Se dice que un futbolista tiene talento cuando dispone de buena calidad técnica y buena inteligencia táctica. Este talento puede resultar incompetente, poco resolutivo, poco eficaz, si no se apoya en una óptima condición física y unas buenas competencias emocionales. Si el talento solo se expresa en circunstancias favorables aparecerá solo de vez en cuando. Si no se expresa en partidos difíciles, cuando falta motivación, tras errores sucesivos, cuando hay críticas, tras ser corregido… será un talento poco resolutivo, poco competente y en consecuencia poco competitivo.
El entrenador ha de conocer y dominar el juego en profundidad, diseñar
tareas de entrenamiento, ser un auténtico experto en fútbol. Pero ello no es suficiente: estar formado no implica a la vez ser resolutivo. Todo ese conocimiento, saber y saber hacer, puede verse desperdiciado si no se acompaña de una buena pedagogía al enseñar el juego, si transmite ilusión o pasión, si la comunicación es defectuosa, si hace o construye el espíritu de equipo, si no gestiona los conflictos de forma eficaz, si pierde el control emocional en situaciones de dificultad y frustración, si no es reconocido por sus jugadores como el líder del equipo.
Hay muchos entrenadores formados en cuanto a conocimientos y
metodología, “saben” y “saben hacer”, hay menos entrenadores realmente preparados, es decir, con competencias emocionales, que siempre “quieran”, que siempre “puedan” y que siempre “sepan ser o estar”. ¡No es fácil! Nadie nace enseñado a nivel emocional. El aprendizaje y desarrollo de competencias emocionales complementa a la formación del entrenador. Mucho nivel formativo no garantiza ser competente o resolutivo. Estar formado no es sinónimo de estar preparado o ser competente.
¿Qué competencias emocionales necesita el entrenador?
Las diferentes competencias emocionales que en mi opinión dibujan un
perfil óptimo de entrenador se pueden agrupar en diferentes categorías:
Competencias de ENSEÑAR-EDUCAR
Entrenar es un proceso de enseñanza-aprendizaje, en el que se
formulan objetivos, se diseñan entrenamientos o procesos educativos, y se evalúan los resultados o producto educativo. Entrenar es un proceso que exige una sistemática retroalimentada por el feedback, que ofrece la evaluación del proceso y de sus resultados.
El entrenador es un favorecedor de aprendizajes. No es tanto lo
que sabe de fútbol, sino cómo lo enseña o educa, cómo los transmite, la transferencia que genera desde los entrenamientos a los partidos. Enseña fútbol, pero también enseña competencias emocionales, educa valores… Enseña o forma futbolistas y educa personas. El entrenador necesita un perfil de educador, entrenador-educador que es necesario tanto para trabajar en la etapa formativa como con profesionales.
1. ORIENTACIÓN A LA TAREA. Impulsar objetivos relacionados con el
aprendizaje y la mejora permanente a todos los niveles, físico, técnico- táctico, emocional, comprometer al deportista con su propio proceso de aprendizaje o desarrollo deportivo y personal, contagiar la curiosidad y el afán de aprender y ser mejor semana a semana, poner énfasis en los procesos más que en el resultado, potenciar valores relacionados con el esfuerzo y el trabajo, valorar más el desarrollo del talento que el talento “innato”, perseguir la mejora de sus jugadores y del equipo.
2. COMPETENCIA PEDAGÓGICA. Enseñar fútbol, trasladar una filosofía
de juego, programar tareas de entrenamiento con un grado de dificultad adaptado al nivel de competencia de los jugadores, cómo se presentan las tareas, importancia dada al refuerzo de las acciones correctas, hacer correcciones, utilizar recordatorios para mantener y consolidar aprendizajes, ritmo y dinamismo del entrenamiento, cómo se favorece la transferencia desde el entrenamiento a los partidos.
Competencias para DIRIGIR EL EQUIPO
La dirección del equipo aglutina diferentes herramientas o competencias:
3. COMUNICACIÓN Y SOCIABILIDAD. Trasladar de forma
clara la filosofía de juego, la metodología de trabajo, los propios valores, utilizar un lenguaje operativo referido a hechos y comportamientos, ser claro, concreto y conciso, ser asertivo o hacerse entender logrando complicidad en el deportista, saber hacer reproches, saber corregir, practicar la escucha activa, practicar el enfado asertivo… Saber relacionarse, convivir y trabajar personas de cualquier perfil, generar un clima cordial y afable, cuidar la dimensión personal del deportista, relacionarse o cuidar la red de amistades.
pasión… Establecer objetivos o metas individuales y colectivas de diferentes tipos (orientadas al ego y a la tarea), generar motivaciones “valiosas”, lograr que el deportista alinee sus objetivos individuales con los colectivos o del equipo. 5. TEAM BUILDING o CONSTRUCCIÓN DEL “EQUIPO”. Conocer el trabajo de “ingeniería grupal” necesario para construir la cohesión interna, generar señas de identidad colectivas, identificar valores compartidos, establecer metas colectivas de rendimiento y de tarea, consensuar unas normas que garanticen un óptimo clima de trabajo y una buena convivencia y que el equipo las haga suyas, distribuir roles, justificarlos y lograr un buen grado de aceptación por parte de los componentes del equipo. 6. GESTIÓN DE CONFLICTOS. Entender la existencia del conflicto, utilizar el conflicto como oportunidad para que deportista y equipo aprendan de la situación generada, involucrar a los responsables del conflicto en la reflexión, búsqueda de soluciones y compromiso con las decisiones tomadas, dar participación al grupo en la gestión de conflictos, tomar decisiones atendiendo a criterios y tratando de ser ecuánime y no de forma arbitraria o desde la carga emocional.
Competencias para el LIDERAR EL EQUIPO
7. LIDERAZGO INTERNO. Ser empático, cuidar la comunicación no verbal (expresividad), tener una mente abierta o de aprendiz, conducirse desde una actitud de ayuda, apoyarse en el diálogo y el convencimiento, mantener muy alto el nivel de exigencia respecto al esfuerzo, trabajo y aprendizaje, ser ejemplar en el comportamiento, ser honesto y coherente, decir lo que piensa y hacer lo que dice, apoyarse en los capitanes como colaboradores en generar un liderazgo colectivo.
8. TRABAJO EN EQUIPO. Delegar en los colaboradores o
miembros del cuerpo técnico, distribuir funciones, colaborar o cooperar, generar un clima de trabajo en equipo, liderar a un equipo de trabajo. 9. LIDERAZGO MÁS ALLÁ DEL VESTUARIO. Trasladar la propia visión, filosofía de juego, metodología de trabajo y valores más allá del vestuario o entorno, gestionar la relación con los aficionados y con los medios de comunicación, cuidar la construcción de la propia “marca personal”.
Competencias relacionadas con
la AUTONOMÍA y BIENESTAR EMOCIONAL 10. AUTONOMÍA EMOCIONAL. Tener una filosofía de vida acorde a la filosofía de juego, tener un buen nivel de autoconfianza, ser estable a nivel emocional, ser optimista, positivo o práctico, tener un sentido relativo de las opiniones, hacer fácil lo difícil, centrarse en lo importante frente a lo accesorio, gestionar los propios conflictos, ser proactivo o no vivir a merced de las circunstancias, gestionar la eficacia y la dificultad, gestionar la frustración, cuidar la dimensión personal, afectiva y social, tener la llave del propio bienestar emocional.
11. ESTILOS DE VIDA SALUDABLE. Nadie puede liderar a
otras personas si no es capaz de liderar su propia vida (autoliderazgo). No se puede exigir lo que uno no es capaz de cumplir. El entrenador ha de ser ejemplo en cuidarse, descansar, saber alimentarse, estar en forma a nivel físico y emocional.
Desempeños construyen competencias
¿Cómo se pueden aprender y desarrollar las competencias
emocionales? Aprende quien quiere aprender y se pone manos a la obra, no aprende quien no quiere hacerlo o no lo intenta. Existen muchos mecanismos que llevan a no aprender. Quien se resigna a ser como es y no quiere mejorar, cambiar o evolucionar. Lo más habitual es justificarse en el propio carácter “soy así”, reivindicar el derecho a ser como se es aunque ello suponga acabar renunciando a las propias ilusiones “me tienen que aceptar como soy”, y la comodidad o falta de tiempo “debería tomármelo en serio”.
Las competencias se desarrollan aprendiendo y entrenando
desempeños específicos relacionados con cada competencia. Se trata de un aprendizaje por competencias. Los desempeños son conductas concretas que se identifican de forma operativa, son observables y evaluables. La adquisición y dominio de desempeños relacionados entre sí apuntan a una mayor competencia. Evaluar desempeños permite valorar el nivel de competencia y el progresivo aprendizaje o desarrollo de cada competencia. Como material se adjuntan al artículo dos documentos: 1) Competencias y Desempeños Emocionales del Entrenador, y 2) Autoconocimiento de las Competencias Emocionales para Entrenadores. Se desarrollan las 11 competencias emocionales en 140 desempeños. Pueden utilizarse como herramientas para autoevaluar el propio nivel de competencia emocional en los entrenadores, poder identificar en qué se es más competente o qué competencias están más desarrolladas y para saber en qué se debe mejorar o identificar qué competencias se deben entrenar y desarrollar.
El proceso de aprendizaje competencial consiste en:
1. Se realiza la autoevaluación,
2. Se fijan objetivos de aprendizaje en forma de
desempeños, 3. Se entrena o trabaja cada desempeño para aprenderlos, interiorizarlos, crear el hábito, incorporarlos al comportamiento habitual, 4. Se evalúa el grado progresivo de aprendizaje de cada desempeño, 5. Se programan nuevos desempeños cuando otros ya han sido aprendidos. No se aprende lo que no se trabaja, no se entrena y no se evalúa. Se trata de un entrenamiento competencial. El asesoramiento o apoyo psicológico está muy recomendado para ayudar y acompañar el proceso de aprendizaje o desarrollo competencial. El psicólogo del deporte es el profesional que mejor puede guiar o acompañar al entrenador en el aprendizaje de las competencias emocionales.