Dictadura Militar.
Dictadura Militar.
Dictadura Militar.
A este período de la historia uruguaya, los militares le autodenominan “Proceso cívico-militar”, porque:
algunos civiles fueron colaboradores del régimen militar, por ejemplo los presidentes J. M. Bordaberry y Alberto
Demichelli, algunos ministros, intendentes, integrantes del Consejo de Estado que sustituyó el Parlamento. Pero
el poder real residía en manos de los militares, que utilizaron algunos civiles como títeres para sus fines. En este
período los intendentes de Florida fueron: - Roberto Harrison (1972-75), _Cnel. Donaldo Catalá (1976-82), -Cnel
Ramón Rivas (1982-85).
2- El “Ensayo fundacional”:
- Se estableció la prohibición de actuar (“proscripción”) de todos los políticos que habían actuado los últimos
años. Como el Dr Alberto Demichelli se negó a firmar dicho decreto fue sustituido por el Dr Aparicio
Méndez ( integrante del Consejo de Estado). Éste sí lo hizo y así excluía a 150.000 ciudadanos por un
período de 15 años, acusados de conexión con el marxismo, subversión o corrupción.
- Se reafirmó la política económica neo-liberal, dirigida por Alejandro Végh Villegas ( se estudiará mas
adelante).
- Se continúa con las violaciones de los derechos humanos ( al igual que las otras dictaduras del cono sur ),
aumentan detenciones, allanamientos nocturnos, imposición de “castigos a detenidos”.
Los historiadores Gerardo Caetano y José Rilla afirman que hubo “31 detenidos políticos por cada 10.000
habitantes, lo que situaba por entonces al Uruguay en un deshonroso primer lugar de América Latina”. También
sostienen que “De todos los presos, el 75% era menor de 34 años y alrededor del 45% tenían estudios
universitarios”.
- Frente a este panorama muchos uruguayos optaron por el exilio. Desde personalidades políticas
( ej.Wilson Ferreira Aldunate), cantantes ( ej. “Los Olimareños”), escritores (Mario Benedetti), ETC.
- la dictadura militar debió enfrentar la oposición internacional. Por ejemplo la postura del gobierno de los
EEUU a favor de los Derechos Humanos ( acentuada en el Gobierno de Carter), y las continuas denuncias
que muchos emigrados hicieron en organismos internacionales ( EJ. Wilson Ferreira), enfurecieron a los
dictadores refiriéndose al “puritanismo” norteamericano. En la conferencia de la OEA, en 1978, la
Comisión Interamericana de derechos Humanos, condenatorio de la realidad uruguaya.
- En 1980 las Fuerzas Armadas decidieron poner a consideración de la ciudadanía un proyecto de
Reforma Constitucional ( lo que demuestra que la dictadura se estaba debilitando, y buscaba el apoyo
popular). Este proyecto constitucional era de carácter autoritario y establecía: recortes a las libertades
individuales, autorización a allanamientos nocturnos, mayor plazo de detención, limitación del derecho de
huelga. Además las Fuerzas Armadas podrían destituir a las autoridades partidarias, y se prohibía la
formación de nuevos partidos, se confería la mayoría absoluta al partido vencedor, etc ( eran medidas
que permitían a los militares el dominio total de la situación).
- Los uruguayos debieron votar por el SI o por el NO. La única propaganda realizada y permitida en los
medios masivos de comunicación fue a favor de la reforma (SI).Casi todas las figuras políticas de todos lo
partidos ( excepto Jorge Pacheco – con su Unión Colorada y Batllista- y algunos sectores herreristas y
otros blancos dirigidos por Alberto Gallinal) se movilizaron por el NO y algunos recorrieron el país para
expresarlo.
Pero el gran protagonista fue el pueblo uruguayo que en reuniones familiares ( disimuladas como
“Cumpleaños de 15”), reuniones en locales parroquiales, en clubes deportivos, cafés, centros sociales o
culturales, volanteadas en las calles, y un debate televisivo ( Hay VIDEO de canal 4), logró una
verdadera hazaña: el triunfo del NO por el 57.2% de los votos.
¿Qué significado tuvo?: el rechazo frontal a la dictadura militar, la reafirmación de las tradiciones
democráticas y civiles del país.
¿Cuál era la opción de los militares?: comenzar a pensar en su retiro, aceptando la voluntad popular.
El Obeliscazo
Fue la mayor concentración de público en el Uruguay, ya que concurrieron más de medio millón de
personas. Fue un acto convocado por los partidos políticos (Nacional, Colorado, Frente Amplio y Unión
Cívica), y ocurrió el 27 de noviembre de 1983. La multitud se presentó en el Obelisco, en clara oposición a
la dictadura militar.
A este acto asistieron personalidades políticas de todos los partidos; los dirigentes presos o exiliados
fueron representados por los familiares (Ej. Silvia Ferreira representó a su padre, Wilson Ferreira, dirigente
del Partido Nacional y gran opositor a la dictadura).)
Detrás del escenario había un gran cartel (Que hoy se encuentra en el Museo de la memoria, en Mdeo),
que decía: “Por un Ururguay sin exclusiones” en clara señal a la necesidad de recuperar la Democracia.
La proclama leida, fue redactada por Enrique Tarigo (Colorado) y Gonzalo Aguirre (Blanco) y fue leída por
el primer actor de la Comedia Nacional, Alberto Candeau. Sus palabras fueron aplaudidas por la multitud
enardecida, en especial las últimas: “ Viva la Patria!!, “Viva la Libertad!!, Viva la República!!, Viva la
Democracia!!.
PROCLAMA:
"Ciudadanos: Los partidos políticos uruguayos, todos los partidos políticos, sin
exclusión alguna, han invocado hoy al pueblo a celebrar la fecha tradicional de la elección de sus
gobernantes y a proclamar su decisión irrevocable de volver a ejercer su derecho al sufragio de
aquí a un año, el último domingo de noviembre de 1984. Lo hacen al pie del Obelisco a los
Constituyentes de 1830, autores del primer Código Fundamental de la República, en el que los
orientales ratificamos nuestra voluntad de constituirnos en Nación libre y soberana y consagramos
la norma sesquicentenaria que instauró la noble práctica de renovar a los representantes de la
ciudadanía mediante su voto libérrimo, en un día como el de hoy, el postrer domingo del mes que
ya fenece. Aquí hacen resonar vibrante su reclamo de libertad y democracia, tanto tiempo acallado
y sin embargo vivo en la conciencia de la ciudadanía, que no admite salvedades ni discrepancias,
porque el anhelo de libertad y la vocación democrática constituyen el común denominador de
todos los hombres y mujeres nacidos en esta tierra. Y el pueblo ha dicho presente. Lo testimonia
esta multitud inmensa, y pacífica, jubilosa y esperanzada. Ha dicho presente porque este es un
pueblo que conoce sus derechos, sus deberes y sus responsabilidades. Porque es un pueblo con
madurez y cultura cívica. Porque es capaz de dar al mundo ejemplos únicos y magníficos de
altivez, coraje e Independencia, como el de aquel ya histórico 30 de noviembre de 1980 cuando
dijo NO a la imposición de los detentadores del poder. Prometeo fue grande porque supo decir que
no a los dioses. Y el pueblo uruguayo es grande porque supo decir que no a los dioses con pie de
barro. A quienes, asentados en la fuerza, pretendieron legitimar la usurpación de nuestros
derechos sagrados en un proyecto de Constitución que desconocía toda la tradición democrática y
republicana de la patria. Ese mismo pueblo que dijo NO tres años ha, dijo luego SI un año atrás,
en otra jornada cívica inolvidable. Sí a los partidos silenciados durante una década y a los políticos
injuriados, perseguidos, encarcelados y exiliados, que demostraron que, como al fundador de
nuestra nacionalidad, un lance funesto podrá arrancarles la vida pero no envilecerlos. Ese glorioso
28 de noviembre de 1982, ustedes queridos compatriotas, les dijeron que sí porque los reconocen
como intérpretes, fieles de su voluntad y porque no ignoran que ellos saben, al igual que Artigas,
que su "autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana" y que su primer
deber es poder deciros, un día ya no lejano, que "vosotros estáis en el pleno goce de vuestros
derechos" y "ved ahí todo el fruto de mis ansias y desvelos, y ved ahí también todo el premio de
mi afán". El país se apresta, cuando se cumplan las condiciones mínimas que todos los partidos
reclaman y que se precisaron en la declaración conjunta de los partidos tradicionales, del pasado 8
de octubre, a iniciar nuevas conversaciones con las Fuerzas Armadas, destinadas a regular el
tránsito de la actual situación de facto al gobierno de Derecho a instalarse el 1º de marzo de 1985.
Los partidos políticos ratifican así su fe en el diálogo como el mejor método para restaurar las
Instituciones democráticas en la República. Y reiteran, asimismo, que ese diálogo político estará
enmarcado, de su parte y al igual que en oportunidad anterior, por la defensa irrenunciable de los
principios liberales y democráticos que configuran la esencia de la Constitución uruguaya desde la
de 1830 hasta la de 1967, la cual, además, ninguno de ellos considera necesario reformar en las
actuales circunstancias. Ciudadanos: no hemos comparecido hoy aquí en nuestra condición de
militantes de determinada colectividad política, autorizada o excluida, que no la negamos y que
ostentamos con legítimo orgullo, cada uno según sus honradas convicciones. Hemos venido en
nuestra común calidad de uruguayos y de patriotas, herederos de un legado de libertad, de paz, de
justicia, de respeto y tolerancia por todas las ideas, de devoción por la legalidad y de repudio a
todas las expresiones de la fuerza y la violencia. Dirigentes, afiliados y simpatizantes de todos los
partidos políticos, de los ya rehabilitados y de los que aún no lo han sido pero que habrán de serlo,
desde que no se concibe la democracia sin el pluralismo político irrestricto, hacemos pública
nuestra convicción de que el límite de nuestras discrepancias estará dado, de aquí en adelante, por
el mantenimiento de la libertad y la democracia. No existe discrepancia alguna, por profunda que
pueda ser, que autorice a comprometer el destino libre y democrático de la República. El gobierno
de facto al que la República fuera sometida hace más de diez años, se halla hoy agotado y
agostado. No responde a ningún sector de la ciudadanía y constituye un elemento artificial,
incrustado por la fuerza en la vida colectiva. Su aislamiento en el seno de la sociedad uruguaya es
total, como lo es también su aislamiento internacional ante el conjunto de las naciones
democráticas del mundo. Por ello hemos venido a afirmar todos juntos y solemnemente nuestro
compromiso irrenunciable, tras una década de regresión y oscurantismo, de restituir a la nación su
dignidad, al país su prestigio, a la Constitución su intangibilidad, a los partidos políticos su papel
insustituible, a los gobernantes la respetabilidad que sólo emana de las urnas, a los gobernados su
derecho a elegirlos, a cada ciudadano su condición de elector y elegible, a cada hogar su
tranquilidad económica y a cada uruguayo su derecho a ganar el pan con el sudor de su frente.
Restituiremos así a la Patria al sendero que nunca debió abandonar. Y volveremos a hacer de ella
una tierra de libertad. De libertad y también de orden. Pero orden emanado del estricto
cumplimiento de la Constitución y la Ley, y no de la fuerza que archiva la primera y escarnece la
segunda. Orden querido por todos y garantido por gobernantes electos por su pueblo, por los
políticos, que hoy comparecen aquí, rodeados de todos sus compatriotas, con la frente muy alta y
la conciencia tranquila. Con esta conciencia tranquila es que exigimos la eliminación inmediata y
definitiva de todas las proscripciones que aún penden sobre los ciudadanos y partidos, sabedores
de que la democracia es incompatible con estas arbitrarias exclusiones de la vida cívica y de que
únicamente la soberanía popular, manifestada en las urnas, puede disponer la postergación de
quienes se postulan ante ella para el desempeño de los cargos de gobierno. La victoria está
próxima y es segura. Victoria que nos dará una vez más una Justicia única e independiente, cuyos
magistrados no jurarán respeto sino a la Constitución de la República; una prensa libre, a la que
ningún Torquemadapodrá clausurar por decir su verdad; una enseñanza prestigiosa y una gran
Universidad Autónoma; un funcionariado público inamovible y no más sometido al vejamen de su
clasificación en categorías A, B y C; un movimiento sindical que actuará con entera libertad en
defensa de sus legítimas aspiraciones de progreso y mejoramiento social; unas cárceles que sólo
albergarán delincuentes y no dignos ciudadanos víctimas de su integridad moral y de su altivez
cívica; unas Fuerzas Armadas, en fin, dignificadas por el fiel cumplimiento de su cometido
histórico de defender la soberanía, la Constitución y la integridad del territorio nacional,
reintegradas a sus cuarteles y olvidadas de misiones tutelares que nadie nunca les pidió y que el
gran pueblo uruguayo jamás necesitó. Victoria que nos dará, en suma, una Patria en la que sólo
estarán proscriptas la arbitrariedad y la injusticia, una Patria sin perseguidos y fundamentalmente
sin perseguidores, y en la cual, por consiguiente, se liberará de inmediato a todos los que fueron
privados de su libertad por causa de sus ideas y se repararán, en todo cuanto resulte posible, las
arbitrariedades cometidas a lo largo de una década de ejercicio discrecional del Poder. Victoria
que será de todos, de los que aquí tenemos la inmensa dicha del reencuentro fraterno y de los que
no están presentes, de quienes aún padecen injustamente la amargura de la prisión o del exilio. De
aquí a un año protagonizaremos otra jornada cívica que quedará inscripta, nos atrevemos a
vaticinarlo, entre los grandes fastos patrios. El último domingo de noviembre de 1984 un partido y
sus candidatos emergerán triunfantes de las urnas. Pero no habrá derrotados, porque venciendo la
democracia y consagrándose el respeto a la voluntad popular, la victoria será de todos. Como será
de todos la responsabilidad de sacar adelante al país de la gravísima crisis en que lo ha sumido
esta década de intolerancia, de soberbia y de ceguera, y de contribuir a la estabilidad del gobierno
que el primero de marzo de 1985 asumirá la ímproba tarea de conducir la nave del Estado en
circunstancias tan adversas como quizás no las haya conocido el país en toda su historia. Ese
compromiso también lo asumen pública y solemnemente todos los partidos Políticos, porque es
imperativo irrenunciable del patriotismo que el próximo gobierno sea nacional, más allá de la
filiación de los hombres que lo asuman, nacional en su espíritu, en sus miras y en el consenso que
necesariamente ha de rodearlo, como es nacional toda esta inmensa conjunción de todos los
sectores políticos y sociales, necesarios protagonistas del rescate del país. Ciudadanos: hoy nos
hemos congregado al pie de este querido Obelisco a los Constituyentes de 1830 porque es símbolo
de una obra fundadora, realizada con la más alta idealidad y por encima de todo partidismo. Y
aquí hemos venido porque es con ese espíritu superior que todos transitaremos por el camino que
nos conducirá a la gran victoria común que, una jornada espléndida como ésta, celebraremos
dentro de un año. Por eso aquí no hemos venido a corear consignas sectoriales ni a levantar
emblemas partidarios, ni divisas tradicionales o no. Hemos entonado el himno patrio, levantado la
bandera nacional y hecho flamear sus colores inmortales. Compatriotas, proclamemos bien alto y
todos juntos, para que nuestro grito rasgue el firmamento y resuene de un confín a otro del
terruño, de modo que ningún sordo de esos que no quiere oír diga que no lo escuchó: ¡Viva la
patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la república! ¡Viva la democracia!"