Schs 1062
Schs 1062
Schs 1062
siempre los abordaban cuando venían de regreso a casa, con miras a ob-
tener un rico botín que fuera digno de la captura. Si han disfrutado un
sermón, si se han acercado a Dios en oración, si las Escrituras han sido
muy preciosas para ustedes, pueden esperar que justo entonces el dra-
gón que duerme dentro despertará y turbará la pacífica tranquilidad de
su alma—
“Hemos de esperar algún peligro cercano,
Cuando recibimos abundante deleite.”
Entonces vigilemos en mayor medida en épocas de tranquilidad. Esta
naturaleza perversa tiende a la extinción, algunas veces, como si fuera
movida por los celos, cuando estamos siendo reanimados por el bien, pe-
ro ciertamente vuelve a desarrollarse cuando estamos expuestos al mal.
Sería bueno que el hombre que se congratula porque no siente ninguna
inclinación pecaminosa, ningún pensamiento maligno, ninguna imagina-
ción impura, ninguna idea altiva, ninguna pasión turbulenta, recordara
aquel dicho de Rutherford: “Cuando la tentación duerme, el loco es sabio
y la ramera es casta; pero una vez que se perfora la vasija, derrama su
contenido, sea vino o sea agua.” Oh, alma mía, tú has estado reposando
sólo por un momento porque no había nada que te provocara por un
tiempo. En medio de la compañía de gente piadosa y con la mente ocu-
pada continuamente en cosas buenas, los malos instintos pudieran dor-
mitar; pero insertada en otra sociedad, sólo necesita una ligera provoca-
ción, y, oh, cuán pronto se manifiesta abundantemente el mal que siem-
pre está presente en el interior. Hay malas hierbas en casi todo tipo de
suelos. Si escarbas la tierra hasta una profundidad de diez o veinte pies,
puedes encontrar las semillas de las que germinaron. Ahora bien, esas
semillas no pueden germinar mientras no sean colocadas en un lugar
conveniente; entonces, dejen que el sol brille y caigan las lluvias, y las
hierbas malas comenzarán a mostrarse. Puede haber muchas malas
hierbas en nuestra naturaleza, en lo profundo y fuera de la vista, pero si
son impulsadas a la superficie por algún cambio en las circunstancias,
encontraremos males en nuestro interior de los que nunca soñamos. Oh,
que nadie se jacte; que nadie diga: “yo nunca caería en ese pecado espe-
cífico.” ¿Cómo lo sabes, hermano mío? Tal vez nunca estuviste en una
posición en la que un pecado así te habría seducido. ¡Ten cuidado! Tal
vez allí donde pienses que eres de hierro, eres de arcilla; y cuando pien-
sas que las puertas están cerradas con barras de bronce, pudiera ser que
sólo se trate madera podrida. No hay razón para que ninguno de noso-
tros, incluyendo al más santo, confíe en sus mejores facultades, en sus
mejores deseos, en sus mejores resoluciones; nosotros somos una com-
pleta debilidad de principio a fin, y somos propensos a las transgresio-
nes, a pesar de todo lo que la gracia de Dios ha hecho por nosotros. El
8 www.spurgeon.com.mx Volumen 18
Sermón #1062 ¿Por Qué Soy Así? 9
dicho: “no voy a ser más altivo,” pero entonces se vuelven mezquinos. Yo
he conocido a algunos que eran tan estrictos por la verdad, que se volvie-
ron fanáticos, y posteriormente se volvieron muy liberales y sostienen la
verdad con una mano tan elástica que difícilmente se podría confiar en
su constancia. Miren de frente y “cumplan con el deber que está frente a
ustedes.” Créanme que no es fácil defenderse de las sorpresas del peca-
do. Es algo imposible, a menos que Dios, que fue quien creó la nueva na-
turaleza, venga en su rescate, la alimente con el pan del cielo, le dé agua
de la Roca Eterna y la conduzca en su camino hacia la buena tierra don-
de nunca estarán presentes los cananeos, y donde nuestra alma se dará
un festín con leche y miel.
No debo demorarme en este punto, sino que he de proseguir a consi-
derar el siguiente. El apóstol dice que esta lucha lo llevó a la cautividad
bajo la ley del pecado. ¿Qué quiere decir con eso? No creo que quiera de-
cir que se descarrió hasta cometer abiertas inmoralidades flagrantes.
Ningún observador pudiera haber notado alguna falta en el carácter del
apóstol. Él podía verla dentro de sí, y veía manchas en su vida donde no-
sotros somos incapaces de detectarlas, y probablemente hacerlo era un
hábito del apóstol. Cuando oigo que un buen hombre se lamenta por sus
faltas, yo sé lo que el mundo dirá; le tomarán la palabra y pensarán que
él es como ellos, mientras que si lo conocieras y observaras su vida y su
conversación, si lo juzgaras imparcialmente, te verías compelido a decir
de todo hombre piadoso que es como Job, perfecto y recto, temeroso de
Dios y apartado del mal. Sin embargo, ese mismo individuo sería el pri-
mero en verse sus propias manchas porque tiene más luz que los otros,
porque tiene una idea más elevada que los otros de lo que es la santidad,
y principalmente porque vive más cerca de Dios que los otros y sabe que
Dios es tan infinitamente santo que los cielos no son limpios delante de
Sus ojos, y que notó necedad en Sus ángeles; por tanto, todo aquel que
se ve en el espejo de la ley, ve en sí mismo una inmundicia que nunca
antes vio. Como dijo Job: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te
ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza.” Pero yo
creo que el apóstol no se estaba refiriendo aquí a los actos de un mal
comportamiento ruin que lo llevaran a la cautividad en lo que a él con-
cernía; aunque muchos que son hijos de Dios se meten en una triste
cautividad porque la ley del pecado y de la muerte en sus miembros al-
canza algunas veces el dominio sobre ellos. Oh, estén alerta contra esto:
lloren por esto: estaba a punto de decir: luchen hasta la sangre contra
esto. Hermanos, quienes han cometido graves pecados siendo hijos de
Dios, si bien son salvos, han sido salvos aunque así como por fuego; y si
ellos pudieran decirles cuántas veces fueron disciplinados, cuán duro fue
el castigo, cómo fueron quebrantados sus propios huesos y cómo el Se-
12 www.spurgeon.com.mx Volumen 18
Sermón #1062 ¿Por Qué Soy Así? 13
ñor los hizo ver que Él odia el pecado en Su propia familia aun más que
en cualquier otra parte, si pudieran oírlos confesar cómo perdieron la luz
de Su rostro, cómo perdieron los goces, cómo perdieron el dulce sabor de
las promesas, oh, los haría decir: “Oh Dios, te pido que te dignes salvar-
me no sólo al final, sino a lo largo de todo el camino. Sustenta mis pasos
en tus caminos, para que mis pies no resbalen; haz que corra por la sen-
da de Tus mandamientos.” Es una cautividad como la propia cautividad
de los israelitas en Babilonia cuando sucede que un hijo de Dios cae en
algún pecado grave. Pero mucho antes de llegar a ese extremo—y yo es-
pero que en tu caso nunca llegues tan lejos—creo que esta ley de pecado
nos lleva a la cautividad en otros sentidos. Mientras estás luchando y
contendiendo contra el pecado innato, las dudas invadirán tu corazón.
“¿Soy un hijo de Dios? De ser así, ¿por qué soy como soy? No puedo orar
como quisiera. Seguramente si fuera un hijo de Dios mi devoción no se
vería obstaculizada ni iría a algún lugar de adoración sin experimentar
ningún gozo como otros que se dan un festín y cantan de gozo de cora-
zón.” Oh, a qué cautividad es llevada el alma cuando permite que el pe-
cado innato arroje alguna duda sobre su seguridad en Cristo. Somos sal-
vos porque somos creyentes en Cristo. Habiendo sido Cristo toda nuestra
confianza, Cristo es siempre en nosotros la esperanza de gloria. A todos
los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de
ser hechos hijos de Dios. Si yo he creído en Su nombre, prescindiendo de
cuál pudiese ser mi experiencia interior, o cuál no pudiese ser en mi pro-
pia estimación, si yo he creído en el nombre de Jesús, tengo el privilegio
de ser un hijo de Dios. Pero algunas veces las dudas nos abrumarán, y
somos así llevados a la cautividad. He conocido a algunos que casi fue-
ron conducidos a la desesperación. El hijo de Dios ha escrito entonces
cosas amargas contra sí mismo y ha firmado su propia sentencia de
muerte. Gracias a Dios no sirve de nada que firmemos nuestra propia
sentencia de muerte. Nadie puede firmarla excepto el Rey, y Él no la fir-
mará jamás contra ningún alma que crea en Él, no importando cuán dé-
bil pudiera ser su amor. Podemos ser llevados a la cautividad por un
sentido de pecado, por una tentación al pecado, o por ceder ante el peca-
do. Si alguna vez llegamos a eso, nos hará débiles en el servicio y fríos en
la oración; nos pondrá inquietos cuando estamos solos, y nos quitará el
gozo en la sociedad de los santos; es más, nos sentiremos inertes. ¡Oh,
que Dios nos salve de eso! Oh, que podamos luchar con denuedo; que
podamos luchar cada día para mantener sometido al pecado; que la gra-
cia divina, esa gracia que es atesorada en Cristo Jesús, nos asegure la
victoria.
III. Cuando experimentamos una guerra en el interior del alma, nos
sirve de consuelo recordar que es una fase interesante de la experiencia
Volume 18 www.spurgeon.com.mx 13
14 ¿Por Qué Soy Así? Sermón #1062
cristiana. Los que están muertos en pecado nunca probaron estas cosas.
Hubo un tiempo cuando éramos justos con justicia propia, y estábamos
arruinados, sin ley, y pensábamos que el pecado estaba muerto en noso-
tros. Estábamos muertos en delitos y pecados, pero nos jactábamos de
nuestra propia justicia. Estos conflictos internos muestran que estamos
vivos. Hay alguna vida en el alma que odia al pecado, aun cuando no
pueda hacer lo que quisiera. Yo he sabido lo que es bendecir a Dios por
los tiempos en que mi alma ha experimentado una guerra interior, y has-
ta me habría alegrado sentir una guerra renovada. Pueden estar seguros
de que el hombre fuerte del alma, mientras guarde la casa, la guardará
en paz. Es cuando viene alguien más fuerte que él para echarlo fuera que
hay una lucha en el interior de tu alma; por tanto, yo te sugeriría esto
como una fuente de consuelo y de agradecimiento: no te deprimas al res-
pecto. Di: “después de todo, hay algo de vida aquí.” Donde hay dolor, hay
vida. Los mejores santos de Dios han sufrido exactamente de la misma
manera. Tu camino al cielo no es malo. Algunos, lo sé, no están preocu-
pados de manera importante, pero la mayoría de los santos de Dios tiene
que soportar de fuera, conflictos; de dentro, temores. Lean acerca de
Martín Lutero. Ese gran hombre valiente se convirtió en un maestro de
teología por haber sido instruido en la escuela de la tentación. Aun sus
últimas horas estuvieron repletas de un severo conflicto. Lutero fue un
guerrero desde su juventud. Cuán constantemente tuvo que contender
contra sí mismo. Este capítulo nos da el mismo testimonio respecto a la
vida de Pablo. Por tanto, no estés abatido como si algo extraño te hubiese
sucedido. ¡Mira a lo alto, a esos santos vestidos de ropas blancas y que
cantan un cántico interminable! Pregúntales de dónde les vino su victo-
ria. Ellos te dirán que no les vino por no pecar o por ser perfectos en sí
mismos, sino por medio de la sangre de Jesús—
“En un tiempo lucharon aquí abajo,
Y humedecieron su sillón con lágrimas;
Lucharon duro, como nosotros ahora,
Con pecados y dudas y miedos.”
La más rica consolación proviene del último versículo del capítulo.
Habiendo preguntado Pablo cómo sería liberado, responde a la pregunta
con esto: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.” “Y llamarás
su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados,” no sólo
de la culpa de sus pecados, sino del poder de sus pecados. Cuán grande
misericordia es que el Señor Jesús haya dado un golpe mortal a nuestro
pecado. Le ha roto su cabeza. Es un monstruo y posee inmensa vitalidad;
pero es un monstruo derrengado, perniquebrado y con la cabeza rota.
Helo ahí: yace siseando y escupiendo y contorsionándose con capacidad
de hacernos mucho daño, pero Aquel que lo ha herido lo golpeará repeti-
damente hasta que al fin se extinguirá por completo. Gracias a Dios no
14 www.spurgeon.com.mx Volumen 18
Sermón #1062 ¿Por Qué Soy Así? 15
Volume 18 www.spurgeon.com.mx 15
16 ¿Por Qué Soy Así? Sermón #1062
http://www.spurgeon.com.mx/sermones.html
Oren diariamente por los hermanos Allan Roman y Thomas Montgomery,
en la Ciudad de México. Oren porque el Espíritu Santo de nuestro Señor
los fortifique y anime en su esfuerzo por traducir los sermones
del Hermano Spurgeon al español y ponerlos en Internet.
Sermon #1062—Volume 18
WHY AM I THUS?
16 www.spurgeon.com.mx Volumen 18