Cristo El Fin de La Ley
Cristo El Fin de La Ley
Cristo El Fin de La Ley
Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
Romanos 10: 4
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despunta, oh da celestial, sobre los que estn asentados en tinieblas
pues nuestros corazones sufren por ellos!
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malditos, segn est escrito: Maldito todo aquel que no
permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para
hacerlas. Con todo -extraa infatuacin!- con la misma fascinacin
con que es atrado el mosquito a la vela que quema sus alas, los
hombres vuelan por naturaleza a la ley en busca de salvacin y no
pueden alejarse de ella. La ley no puede hacer otra cosa que revelar
el pecado y pronunciar una condenacin sobre el pecador, y sin
embargo, no podemos alejar a los hombres de ella aun cuando les
mostremos cun dulcemente se interpone Jess entre la ley y ellos.
Estn tan enamorados de la esperanza legal que se sujetan a ella aun
cuando no tienen nada a qu aferrarse; prefieren el Sina al Calvario
aunque el Sina no tiene nada para ellos sino truenos y trompetas
que advierten del juicio venidero. Oh, que por un tiempo escucharan
vidamente mientras les expongo a Jess mi Seor para que puedan
ver a la ley en l.
Ahora, qu tiene que ver nuestro Seor con la ley? l tiene que ver
con la ley en todos sentidos pues l es su fin para el ms noble
propsito, es decir, para justicia. l es el fin de la ley. Qu
significa eso? Me parece que significa tres cosas: primero, que Cristo
es el propsito y objetivo de la ley; en segundo lugar, que l es el
cumplimiento de ella; y en tercer lugar, que l es su terminacin.
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pecadora. La ley ya ha sido quebrantada y, sin importar lo que
pudiera hacer el hombre, no puede reparar el dao que ya ha hecho;
por tanto, en lo que respecta a la esperanza de mrito, eso est fuera
de toda consideracin. La ley exige perfeccin, pero el hombre ya ha
resultado deficiente, y, por tanto, aunque hiciera su mejor esfuerzo
no podra cumplir con lo que es absolutamente esencial. La ley tiene
por objeto conducir al pecador a la fe en Cristo mostrndole la
imposibilidad de cualquier otro camino. Es el perro negro que sirve
para llevar a las ovejas al pastor, es el calor ardiente que lleva al
viajero a la sombra del gran peasco en tierra calurosa (Isaas 32: 2).
Miren cmo se adapta la ley para eso pues, primero que nada, le
muestra al hombre su pecado. Lean los diez mandamientos y
tiemblen al hacerlo. Quin podra colocar su propio carcter, lado a
lado, con las dos tablas del precepto divino sin verse convencido de
inmediato de que no ha cumplido con la norma? Cuando la ley se
hace clara para el alma es como una luz en un cuarto oscuro que
revela el polvo y la suciedad que de otra manera habran pasado
desapercibidos. Es la prueba que detecta la presencia del veneno del
pecado en el alma. Yo sin la ley viva en un tiempo dijo el apstol-
pero venido el mandamiento, el pecado revivi y yo mor. Nuestra
belleza se desvanece por completo cuando la ley sopla sobre ella.
Miren los mandamientos, les digo, y recuerden cun grande
amplitud tienen, cun espirituales son y cul es su gran alcance. No
tocan simplemente el acto externo, sino que se sumergen en el
motivo interno y tratan con el corazn, con la mente y con el alma.
Hay un significado ms profundo en los mandamientos del que
pareciera haber en la superficie. Fijen la mirada en sus
profundidades y vean cun terrible es la santidad que exigen.
Conforme entiendan lo que la ley exige, percibirn cun lejos estn
de cumplirla y cmo abunda el pecado all donde pensaban que era
muy escaso o inexistente. Pensabas que eras rico y que te habas
enriquecido y que no necesitabas nada, pero cuando la ley
quebrantada te visita, tu bancarrota espiritual y tu total penuria te
miran en la cara. Una verdadera balanza descubre un faltante en el
peso y ese es el primer efecto de la ley en la conciencia del hombre.
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Dios y de Su pueblo; y cuando eran llevados de regreso y eran
purificados con ritos msticos en los que haba lana escarlata e
hisopo y cosas semejantes, eran conducidos a ver cmo podan ser
restaurados nicamente por Jesucristo, el grandioso Sumo
Sacerdote. Cuando el ave era sacrificada para que el leproso pudiera
ser purificado, se expona la necesidad de la purificacin mediante el
sacrificio de una vida. Cada maana y cada tarde era inmolado un
cordero para declarar la necesidad cotidiana del perdn si es que
Dios ha de morar con nosotros. Algunas veces incurrimos en culpa
por hablar demasiado acerca de la sangre; sin embargo bajo el
antiguo testamento la sangre pareca serlo todo, y no slo se hablaba
de ella, sino que era realmente visible a los ojos. Qu nos dice el
apstol en la Carta a los Hebreos? De donde ni aun el primer pacto
fue instituido sin sangre. Porque habiendo anunciado Moiss todos
los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tom la sangre de los
becerros y de los machos cabros, con agua, lana escarlata e hisopo, y
roci el mismo libro y tambin a todo el pueblo, diciendo: Esta es la
sangre del pacto que Dios os ha mandado. Y adems de esto, roci
tambin con la sangre el tabernculo y todos los vasos del
ministerio. Y casi todo es purificado, segn la ley, con sangre; y sin
derramamiento de sangre no se hace remisin. La sangre estaba
sobre el velo y sobre el altar, sobre las cortinas y sobre el suelo del
tabernculo; nadie poda evitar ver la sangre. Yo he resuelto que mi
ministerio sea del mismo carcter y pretendo rociarlo ms y ms con
la sangre de la expiacin. Ahora bien, la abundancia de la sangre en
la antigedad tena el fin de mostrar claramente que el pecado nos
ha contaminado de tal manera que Dios no es accesible sin una
expiacin; tenemos que acercarnos por la va del sacrificio o no
podemos acercarnos. Somos tan inaceptables en nosotros mismos
que a menos que el Seor nos vea cubiertos con la sangre de Jess,
debe acabar con nosotros. La antigua ley, con sus emblemas y
figuras, expone muchas verdades respecto a la personalidad de los
hombres y del Salvador que vendra, teniendo por fin en cada uno de
ellos predicar a Cristo. Si alguno dejaba de predicarlo, se perdan de
la intencin y el designio de la ley. Moiss conduce a Josu y la ley
termina en Jess.
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hombre dice que puede cumplir la ley, es porque no sabe lo que es la
ley. Si se imagina que puede llegar al cielo alguna vez trepando por
los trepidantes costados del Sina, seguramente no ha podido ver
nunca ese monte ardiente en absoluto. Guardar la ley! Ah,
hermanos mos, mientras todava estamos hablando acerca de ella la
estamos quebrantando; mientras estamos pretendiendo que
podemos cumplir su letra estamos violando su espritu, pues el
orgullo quebranta la ley tanto como la lujuria o el asesinato. Quin
har limpio a lo inmundo? Nadie. Y cmo ser limpio el que nace
de mujer? No, alma, t no puedes ayudarte a ti misma en este
asunto ya que slo por la perfeccin t puedes vivir por la ley, y
como esa perfeccin es imposible, no puedes encontrar ayuda en el
pacto de obras. En la gracia hay esperanza, pero como pago de una
deuda no hay ninguna esperanza pues no ameritamos nada sino ira.
La ley nos dice eso, y entre ms pronto sepamos que as es, mejor,
pues ms pronto acudiremos con premura a Cristo.
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producir. Qu asombrosa justicia ha de ser aquella que es tan amplia
y profunda y de tan gran longitud y altura como la ley misma. El
mandamiento es sobremanera amplio pero la justicia de Cristo es
tan amplia como el mandamiento y llega hasta sus lmites. Cristo no
vino para suavizar la ley, o para hacer posible que nuestra agrietada
y maltratada obediencia sea aceptada como una suerte de
compromiso. La ley no es forzada a rebajar sus trminos como si
originalmente hubiera exigido demasiado; es santa y justa y buena, y
no ha de ser alterada en una sola jota o tilde, ni podra serlo. Nuestro
Seor le da a la ley todo lo que requiere, no una parte, pues eso sera
una admisin de que hubiera podido contentarse justamente con
menos al principio. La ley reclama completa obediencia sin tacha, o
mancha, o falla o defecto, y Cristo ha trado una justicia como esa y
se la da a Su pueblo. La ley exige que la justicia sea sin omisin de
deber y sin comisin de pecado, y la justicia que Cristo ha trado es
precisamente tal que por su causa el grandioso Dios acepta a Su
pueblo y lo considera como que no tiene ni mancha ni arruga ni cosa
semejante. La ley no estar contenta sin una obediencia espiritual y
los simples cumplimientos externos no satisfaran. Pero la
obediencia de nuestro Seor fue tan profunda como amplia, pues Su
celo para cumplir la voluntad de Aquel que lo envi lo consuma. l
mismo dice: El hacer tu voluntad, Dios mo, me ha agradado, y tu
ley est en medio de mi corazn. l pone esa justicia en todos los
creyentes. Por la obediencia de uno, los muchos sern constituidos
justos; plenamente justos, perfectos en Cristo. Nos regocijamos
usando el costoso manto de hermoso lino blanco que Jess ha
preparado, y sentimos que podemos vestirlo delante de la majestad
del cielo sin un trmulo pensamiento. Esto es algo que debemos
meditar, queridos amigos. Slo como justos podemos ser salvos,
pero Jesucristo nos hace justos, y por tanto, somos salvos. El que
cree en l es justo, as como Abraham crey a Dios y le fue contado
por justicia. Ahora, pues, ninguna condenacin hay para los que
estn en Cristo Jess, porque son hechos justos en Cristo. S, el
Espritu Santo por boca de Pablo reta a todos los hombres, ngeles y
demonios a que presenten alguna acusacin en contra de los
elegidos de Dios, puesto que Cristo ha muerto. Oh ley, cuando t me
exiges una perfecta justicia, yo, siendo un creyente, te la presento,
pues por medio de Cristo Jess la fe me es contada por justicia. La
justicia de Cristo es ma pues yo soy uno con l por la fe, y este es el
nombre con el que l ser llamado: Jehov, justicia nuestra.
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pide ahora algo ms que la obediencia presente y futura. Por culpa
de nuestros pecados, sobre nosotros ha sido pronunciada la
maldicin y hemos incurrido en un castigo. Est escrito que l de
ningn modo tendr por inocente al malvado, y cada transgresin e
iniquidad tendrn su justo castigo y su recompensa. Admiremos
entonces que el Seor Jesucristo es el fin de la ley en cuanto al
castigo. Pensar en esa maldicin y en ese castigo es algo terrible,
pero Cristo ha terminado con todo su mal y nos ha exonerado as de
todas las consecuencias del pecado. En lo que se refiere a cada
creyente, la ley no exige ningn castigo y no pronuncia ninguna
maldicin. El creyente puede sealar a la Gran Fianza sobre el
madero del Calvario y decir: Mira all, oh ley, all est la vindicacin
de la justicia divina que yo te ofrezco. Jess que derrama la sangre
de Su corazn por Sus heridas y que muere por m, es mi respuesta a
tus reclamos y yo s que ser librado de la ira por medio de l.
Cristo ha cumplido los requerimientos tanto de la ley quebrantada
como de la no quebrantada. Tanto las exigencias positivas como las
penales son satisfechas en l. Esa era una labor digna de un Dios, y
he aqu, el Dios encarnado lo ha logrado. l ha terminado con la
transgresin, ha puesto un fin a los pecados, ha hecho la
reconciliacin por la iniquidad y ha trado la justicia eterna. Toda
gloria sea a Su nombre.
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La estabilidad de la ley ha sido tambin asegurada por Cristo. Lo
nico que puede permanecer es lo que demuestra ser justo, y Jess
ha demostrado que la ley es justa engrandecindola y hacindola
honorable. l dice: No pensis que he venido para abrogar la ley o
los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque
de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota
ni una tilde pasar de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
Tendr que mostrarles cmo El ha puesto un fin a la ley en otro
sentido, pero en cuanto a la conciliacin de los eternos principios del
bien y del mal, la vida y la muerte de Cristo han logrado esto para
siempre. Confirmamos la ley, dice Pablo, no invalidamos la ley
por la fe. El propio Evangelio de la fe comprueba que la ley es santa
y justa, pues el Evangelio en el que cree la fe no altera o reduce a la
ley, sino que nos ensea cmo fue cumplida integralmente. Ahora la
ley permanecer firme por los siglos de los siglos, puesto que aun
para salvar al hombre elegido Dios no la altera. l tena un pueblo
elegido, amado y ordenado para vida, y con todo no lo salvara a
costa de un principio de rectitud. Ellos eran pecadores, y cmo
podan ser justificados a menos que la ley fuera suspendida o
cambiada? Entonces, fue cambiada la ley? Pareca que as tena que
ser si el hombre iba a ser salvado, pero Jesucristo vino y nos mostr
cmo la ley poda permanecer firme como una roca y, no obstante,
los redimidos podan ser salvados justamente por la infinita
misericordia. En Cristo vemos tanto la misericordia como la justicia
brillando a plenitud, y no obstante ninguno de las dos eclipsa a la
otra en el ms mnimo grado. La ley tiene todo lo que exigi jams,
tal como deba ser, y, sin embargo, el Padre de todas las
misericordias ve a todos Sus elegidos salvados tal como determin
que lo seran por medio de la muerte de Su Hijo. De este modo he
procurado mostrarles cmo Cristo es el cumplimiento de la ley de
manera integral.
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buenas obras, no buscamos la vida por medio de ellas, no esperamos
obtener el favor divino por nuestra propia bondad y ni siquiera
esperamos mantenernos en el amor de Dios por algn mrito
nuestro. Siendo elegidos, no por nuestras obras, sino segn el puro
afecto de Su voluntad eterna; siendo llamados, no por obras, sino
por el Espritu de Dios, deseamos continuar en esta gracia y no
regresar ms a la servidumbre del antiguo pacto. Puesto que hemos
depositado nuestra confianza en una expiacin provista y aplicada
por gracia por medio de Cristo Jess, ya no somos ms esclavos sino
hijos; no obramos para ser salvos sino que ya somos salvos y
estamos obrando porque somos salvos. Ni lo que hacemos, y ni
siquiera lo que el Espritu de Dios obra en nosotros es para nosotros
el fundamento y la base del amor de Dios por nosotros, puesto que
l nos am desde el principio porque quiso amarnos, indignos como
ramos; y l nos ama an en Cristo, y nos mira, no como somos en
nosotros mismos, sino como somos en l: lavados en Su sangre y
cubiertos con Su justicia. Ustedes no estn bajo la ley. Cristo los ha
sacado de la esclavitud servil de un pacto condenatorio y los ha
hecho recibir la adopcin de hijos, de tal manera que ahora claman:
Abba, Padre.
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que porque estn conscientes del pecado no son salvos a pesar de
que est escrito: l justifica al impo. En lo que a m respecta, me
encanta vivir cerca de un Salvador del pecador. Si mi condicin
delante del Seor dependiera de lo que yo soy en m mismo y de qu
buenas obras y qu justicia pudiera ofrecer, ciertamente yo tendra
que condenarme mil veces al da. Pero si me aparto de eso y digo:
yo he credo en Jesucristo y por tanto la justicia es ma, eso es paz,
reposo y el principio del cielo! Cuando uno logra esa experiencia, su
amor por Jesucristo comienza a arder, y uno siente que si el
Redentor le ha librado de la maldicin de la ley, no continuar en el
pecado, sino que se esforzar por vivir una vida nueva. Nosotros no
nos pertenecemos; hemos sido comprados por precio, y por tanto,
queremos glorificar a Dios en nuestros cuerpos y en nuestros
espritus que le pertenecen al Seor. Esto basta en cuanto a Cristo
con respecto a la ley.
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despotricaba contra los santos, los arrastraba a prisin y buscaba su
sangre. S, querido amigo, y ese es precisamente el hombre que
escribi estas palabras inspirado por el Espritu Santo, el fin de la
ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Entonces si me
dirijo a alguien en esta maana cuya vida ha sido contaminada con
todo pecado y manchada con toda transgresin que podamos
concebir, yo le digo a tal persona que recuerde que Todo pecado y
blasfemia ser perdonado a los hombres. Si t crees en el Seor
Jesucristo, tus iniquidades son borradas pues la sangre de
Jesucristo, el amado Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado. Esta
es la gloria del Evangelio: que es un Evangelio para el pecador,
buenas nuevas de bendicin, no para quienes estn sin pecado, sino
para quienes lo confiesan y lo abandonan. Jess vino al mundo, no
para recompensar a los que no tienen pecado, sino para buscar y
salvar lo que se haba perdido; y aquel que estando perdido y
estando lejos de Dios se acerca a Dios por Cristo, y cree en l,
encontrar que l confiere la justicia al culpable. l es el fin de la ley
para justicia para todo aquel que cree y, por tanto, lo es para la pobre
ramera que cree, para el borracho de muchos aos que cree, para el
ladrn y para el mentiroso y para el burlador que creen y para los
que anteriormente se desbocaban en el pecado pero que ahora se
apartan del pecado para confiar en l. Pero no s si deba mencionar
casos como esos; para m el hecho ms maravilloso es que Cristo es
el fin de la ley para justicia para m, pues yo creo en l. Yo s a quin
he credo, y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi
depsito para aquel da.
Otro pensamiento que surge del texto es que no se dice nada a modo
de calificacin en cuanto a la fuerza de la fe. l es el fin de la ley para
justicia para todo el que cree, ya sea para Poca Fe o Gran Corazn.
Jess protege la retaguardia as como la vanguardia. No hay
diferencia entre un creyente y otro en cuanto a la justificacin. En
tanto que haya un vnculo entre Cristo y t, la justicia de Dios es
tuya. El eslabn pudiera ser tan tenue como una telilla, como un hilo
de araa de fe trmula, pero, si va directamente desde el corazn
hasta Cristo, la gracia divina puede fluir y fluir a lo largo del hilo
ms delgado. Es maravilloso ver cun fino puede ser el alambre que
transmite el fluido elctrico. Pudiramos necesitar un cable para
transmitir un mensaje a travs del mar, pero eso es slo para la
proteccin del alambre; el alambre que realmente transporta el
mensaje es una cosa muy delgada. Aunque tu fe fuera del tipo del
grano de mostaza, aunque fuera algo que slo toca trmulamente el
borde del manto del Salvador, basta con que digas: Seor, creo;
ayuda mi incredulidad; con slo que fuese la fe de Pedro al
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momento de hundirse, o la de Mara en su llanto, con todo si fuera fe
en Cristo, l ser el fin de la ley para justicia para ti de la misma
manera que lo fue para el primero de los apstoles.
Y ahora habr concluido una vez que haya dicho justo esto. Si
alguien aqu presente piensa que puede salvarse a s mismo, y que su
justicia propia le bastar delante de Dios, yo le rogara
encarecidamente que no insulte a su Salvador. Si tu justicia propia
basta, entonces por qu vino Cristo aqu para cumplir una?
Comparars por un instante tu justicia con la justicia de Jesucristo?
Qu semejanza hay entre t y l? Tanta como la que hay entre una
hormiga y un arcngel. Es ms, ni siquiera como esa; tanta como la
que hay entre la noche y el da, como la que hay entre el infierno y el
cielo. Oh, aunque yo tuviera una justicia propia que nadie pudiera
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criticar, yo la desechara voluntariamente para tener la justicia de
Cristo, pero como no tengo ninguna justicia propia, en verdad me
regocija ms tener la de mi Seor. Cuando el seor Whitefield
predic por primera vez a los mineros del carbn en Kingswood,
cerca de Bristol, poda ver cuando sus corazones comenzaban a ser
tocados gracias a las estras de color blanco que formaban las
lgrimas al descender por sus negras mejillas. Vea que estaban
recibiendo el Evangelio, y escribi en su diario: como estos pobres
mineros del carbn no tenan ninguna justicia propia, se gloriaban
en Aquel que vino a salvar a los publicanos y a los pecadores. Bien,
seor Whitefield, eso es vlido en cuanto a los mineros, pero es
igualmente vlido en cuanto muchos de nosotros aqu, que tal vez no
tenamos negros nuestros rostros, pero tenamos negros los
corazones. Podemos decir en verdad que tambin nos regocijamos al
desechar nuestra justicia propia y tenerla por escoria y estircol para
ganar a Cristo y ser hallados en l. En l est nuestra nica
esperanza y nuestra nica confianza.
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Cuando creas, odiars las cosas que amabas antes de tu conversin y
amars las cosas que odiabas. Ahora t ests tratando de ser bueno y
experimentas grandes fracasos porque tu corazn est alejado de
Dios; pero una vez que hayas recibido la salvacin por medio de la
sangre de Cristo, tu corazn amar a Dios y entonces guardars Sus
mandamientos que ya no sern onerosos para ti. Lo que t necesitas
es un cambio de corazn, y no lo tendrs nunca excepto por medio
del pacto de gracia. En el antiguo pacto no hay ni una sola palabra
acerca de la conversin; para eso tenemos que mirar al nuevo pacto,
y esto es lo que dice: Esparcir sobre vosotros agua limpia, y seris
limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros dolos
os limpiar. Os dar corazn nuevo, y pondr espritu nuevo dentro
de vosotros; y quitar de vuestra carne el corazn de piedra, y os
dar un corazn de carne. Y pondr dentro de vosotros mi Espritu, y
har que andis en mis estatutos, y guardis mis preceptos, y los
pongis por obra. Esta es una de las ms grandes promesas del
pacto y el Espritu Santo la cumple en los escogidos. Oh, que el
Seor los persuada tiernamente a creer en el Seor Jesucristo y esa
promesa y todos los otros compromisos del pacto sern cumplidos
en tu alma. Que el Seor los bendiga! Espritu de Dios, enva Tu
bendicin sobre estas pobres palabras mas por nuestro Seor
Jesucristo. Amn.
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