Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Una Salvación Tan Grande

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

UNA SALVACIÓN TAN GRANDE

Introducción

Si tuviéramos que mencionar un tema medular de la fe cristiana, sin duda sería el de la


salvación. Es merecedor de un estudio más cuidadoso y de mayor oración. Es el tema
central del ministerio de Jesucristo. Él mismo declara en Lucas 19:10 “Porque el Hijo del
Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. El ángel que apareció a José, le
indicó el nombre que debería ponerle al hijo de María, Jesús: “Salvador”, agregando “…
porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” Mateo 1:21.  El apóstol Pablo declara en los
mismos términos la razón de la encarnación y muerte de Cristo al señalar en 1 Timoteo
1:15 “Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para
salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero”.

Se presentará en primer lugar el poder y la grandeza de la gracia, luego el enorme valor de


la salvación, a continuación la probabilidad de la carnalidad, finalizando con una breve
exposición sobre el Señorío de Cristo y los elementos principales que constituyen la
salvación.

El poder de la gracia

Desde la gracia en Génesis 6:8 hasta Apocalipsis 22:21, este glorioso tema evangélico
domina la Palabra de Dios.

En primer lugar se debe decir sencillamente que es un favor inmerecido, un favor de parte
de Dios al pecador, el cual no tiene absolutamente ningún mérito para recibirlo. En Efesios
1:6-7 se encuentra la siguiente declaración paulina “para alabanza de la gloria de su
gracia, con la cual nos hizo aceptos en el amado, en quien tenemos redención por su
sangre, el perdón de pecados  según las riquezas de su gracia”.

Lo segundo es que no es barata, por el contrario, es muy costosa.  Aunque para quien la
recibe es absolutamente gratuita, quien la ofrece pagó un precio muy alto para obtenerla,
y esto es, la vida misma de Jesucristo. Dice en 1Pe. 1:18-19 “sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no
con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de
un cordero sin mancha y sin contaminación”. Movido por la perfección de su santo amor,
Dios en Cristo nos sustituyó ocupando el lugar de nosotros los pecadores.

La gracia ofrecida es gratuita, para el hombre “natural” no es fácil aceptarla.  El orgullo


humano, la naturaleza pecaminosa, buscan maneras de colaborar con lo que Dios ofrece.
El hombre natural, aún cree que es capaz de acceder a Dios por sus méritos, o por lo
menos, colaborar de alguna forma con el Señor para obtener su salvación. Todas las
religiones paganas manejan este concepto desde distintas perspectivas.

Ef. 2:8-9 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Esto nos demuestra que ni
siquiera la fe que ejerce el pecador para creer en el mensaje de salvación nacen de sus
méritos o de su propia voluntad.

La grandeza de la salvación

Cuando se piensa en la salvación es natural que se haga la siguiente pregunta ¿salvos de


qué? No solo de la condenación eterna sino también de la salvación de enfermedades
físicas (Lucas 7:50), de necesidades materiales, del poder del pecado sobre el creyente, del
poder de Satanás sobre el creyente y por supuesto, la salvación de la condenación eterna.
Es realmente tan grande, tal como lo señala el autor de Hebreos (Heb.2:3).

El hombre salvado es entonces aquel que ha cancelado su deuda con Dios, ha ajustado sus
cuentas con Él, ha normalizado sus relaciones con el  Hacedor, ha sido adoptado en la
familia divina y ahora está dedicado al servicio de Dios.

Por esto el evangelio está íntimamente ligado con la salvación, es decir las buenas Nuevas
que proclamamos es la “Gran salvación” de Dios para el hombre.

La probabilidad de la carnalidad

Sólo cuando el creyente cristiano experimenta el poder del Espíritu de Dios, que puede
repeler los deseos de la carne, puede vivir victoriosamente… Precisamente después de la
experiencia de regeneración que tuvo Pablo, fue cuando dijo de sí mismo “yo sé que en
mí, esto es, en mi carne, no mora el bien” (Ro.7:18, Gá.5:17-21)… Hemos de observar que
todo esto se dice en relación con la experiencia de las personas regeneradas.

Sin embargo, esto no es una licencia para que el creyente viva desordenadamente, ya que
el apóstol Pablo también señala en Romanos 6:6… “sabiendo esto, que nuestro viejo
hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a
fin de que no sirvamos más al pecado”. Por lo tanto, la carnalidad no debe verse algo
“normal”

Jesucristo es el Señor
Es innegable que Jesucristo es el Señor. Él es el Señor de la creación, de la historia, de la
salvación, de la iglesia, de sus discípulos, del futuro, y más.

La invitación de Jesús es clara: “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
tome su cruz y sígame” (Mc.8:34)… Jesús expresa por primera vez lo que el hará, pero
ahora expresa explícitamente que es igualmente necesario para sus seguidores hacer lo
mismo que Él… y como contrapartida negativa, si alguien no toma su cruz y le sigue, no es
digno de él y no puede ser su discípulo.

Con esto se quiere decir que la persona que desee ser una seguidora de Cristo, debe
considerar la necesidad de ir entregando cada área de su vida al Señorío de Cristo. Por
supuesto que esto no agrega méritos a la salvación, sino que es una evidencia de una vida
realmente entregada al Señor Jesucristo.

EL PROCESO DE LA SALVACIÓN

¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿y cómo creerán a


aquel de quien no han oído? ¿y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y
cómo predicarán si no fueren enviados?
Como está. escrito: ¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio
de la paz, de los que anuncian el evangelio de los bienes!
(Rom. 10:14, 15).

I. En primer lugar, pues, no hay oración verdadera sin creer en el Señor.


II. Ahora daremos otro paso adelante y llegaremos a la segunda necesidad: Nadie
cree si no oye
III. En tercer lugar, No se oye el evangelio sin que haya quien lo predique... "¿Y
cómo oirán si no hay quien les predique?"
IV. La cuarta necesidad es: No hay predicación efectiva si no es enviado el
predicador.

Jonás 2:9

Jonás aprendió este enunciado de buena teología en un extraño colegio. Lo aprendió en el


vientre de la ballena, en los abismos de la tierra, cuando tenía unas algas enrolladas en su
cabeza, y suponía que las rejas del orbe terráqueo lo habían encerrado para siempre. La
mayoría de las grandes verdades de Dios deben ser aprendidas en medio de la tribulación.
Deben ser grabadas en nosotros con fuego, con el hierro candente de la aflicción, pues de
lo contrario no contarán con nuestra aceptación.

Es la obra de la salvación del alma, que permanece para siempre.

Él concibió el plan, y Él también lo implementó.

Y así como es de Jehová en su planeación, así es de Jehová en su ejecución. Nadie ha


ayudado a proporcionar la salvación

dejaría de predicar si creyera que Dios, para la salvación, requiriera alguna cosa del
hombre que Él mismo no se hubiera comprometido a suministrar. Porque ¿cuántos de los
peores individuos están con frecuencia pendientes de mis labios, hombres cuyas vidas se
han vuelto tan horriblemente malas, que el labio de la moralidad se rehusaría a hacer una
descripción de su carácter? Cuando subo a mi púlpito ¿debo creer que estos hombres
tienen que hacer algo antes de que el Espíritu de Dios obre en ellos? Si así fuera, subiría
con un corazón pusilánime, convencido que no podría inducirlos nunca a completar esa
primera parte. Pero ahora me acerco a mi púlpito con plena confianza: Dios el Espíritu
Santo se encontrará con ellos el día de hoy. Son lo peor que pueden ser; pero Él pondrá un
pensamiento nuevo en sus corazones. Les dará nuevos deseos, les dará nuevas
voluntades, y aquellos que odiaban a Cristo, desearán amarle ahora; aquellos que una vez
amaron al pecado, por medio del Espíritu divino de Dios, serán conducidos a odiarlo; y en
esto radica mi confianza, que lo que ellos no pueden hacer, en razón de que son débiles
en la carne, Dios, enviando Su Espíritu a sus corazones, lo hará por ellos, y en ellos, y así
serán salvados.

Amigos, somos llamados, pero es nuestra responsabilidad pasar los exámenes para ser
escogidos.

2. Algunos han afirmado que la salvación, en algunos casos, es el resultado del


temperamento natural.

Dios ha escogido lo vil del mundo, y ha seleccionado a Su pueblo de entre los hombres
más menospreciados, para demostrar, que no es la disposición natural, sino que "La
salvación es de Jehová" únicamente.

Pero algunos dirán: el ministro que predica, es quien convierte a los hombres.

No, hermanos míos. Dios ha tenido mucho cuidado de que no se diga nunca que la
salvación es del hombre, pues usualmente Él bendice a quienes parecen menos calificados
para ser útiles.
"Lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios;" y por eso creo que entre más
estimado sea, peor será mi posición, y mucho menor será mi esperanza de que Dios me
bendiga. Él ha puesto Su "tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea
de Dios, y no de nosotros."

Oren por mí, queridos amigos, oren por mí, que Dios me utilice todavía como un
instrumento de salvación de almas; pues tengo miedo que diga: "no ayudaré a ese
hombre, para que el mundo no diga que él lo ha hecho, pues "la salvación es de Jehová," y
así debe ser, hasta el fin del mundo.

Y ahora, en conclusión, sólo déjenme decirles QUÉ ES LO OPUESTO A ESTA VERDAD. La


salvación es de Dios: entonces la condenación es del hombre. Si cualquiera de ustedes es
condenado, no podrá echarle la culpa a nadie, excepto a ustedes mismos; si cualquiera de
ustedes perece, la culpa no estará a las puertas de Dios; si ustedes se pierden y son
arrojados fuera, tendrán que asumir toda la culpa y todas las torturas de conciencia;
permanecerán por siempre en la perdición, reflexionando: "me he destruido a mí mismo;
he cometido el suicidio de mi alma; he sido mi propio destructor; no puedo culpar a Dios."
Recuerda, si eres salvo, debes ser salvado únicamente por Dios, y si te pierdes, tú mismo
te has perdido. "Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa
de Israel?"

Spurgeon decía:

Pero el otro domingo, cuando bajaba las escaleras, se me vino a la mente una frase
memorable, dicha por una persona que estaba aquí. Dijo: "hay 8,000 personas esta
mañana que no tendrán excusa en el día del juicio." Quisiera predicar de tal manera que
siempre se pudiera decir esto; y si no puedo hacerlo, ¡oh, que Dios tenga misericordia de
mí, por amor de Su nombre! ¡Pero ahora, recuerden! Ustedes tienen almas; esas almas
serán condenadas, o salvadas. ¿Cuál de esos destinos será? Sus almas serán condenadas
para siempre, a menos que Dios las salve; a menos que Cristo tenga misericordia de
ustedes, no hay esperanza para ustedes. ¡Pónganse de rodillas! Clamen a Dios pidiendo
misericordia. Ahora eleven su corazón en oración a Dios. Que ahora sea el preciso
momento en que sean salvos. ¡Que antes que la siguiente gota de sangre corra por sus
venas, ustedes encuentren la paz! Recuerden que deben obtener esa paz ahora. Si sienten
ahora su necesidad, deben recibirla ahora. Y, ¿cómo? Simplemente pidiéndola. "Pedid, y
se os dará; buscad, y hallaréis."

También podría gustarte