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El Poder Del Evangelio

Juan José Pérez


19 de Octubre, 2008
Iglesia Bautista de la Gracia
Santiago, República Dominicana

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación


a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está
escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Romanos 1: 16

INTRODUCCION
Al escuchar el pasaje y el tema, alguien pudiese pensar que esta meditación esta
dirigida al inconverso; pero la realidad es que no es así. A pesar de llevar un
mensaje al inconverso que esta aquí presente ahora, sin embargo, el foco de
atención es el creyente.
Y Alguien pudiese preguntarse: ¿Por qué un sermón acerca del evangelio ha de
estar dirigido a creyentes? ¿No se supone que el evangelio ha sido dado para que
el impío se arrepienta? Bueno, preguntas como estas asumen que el evangelio de
Dios esta solo diseñado para evangelizar al incrédulo. Recuerdo en una ocasión a
un hermano que me dijo: “Estoy cansado de escuchar lo mismo en esta iglesia.
Me gusta cuando se habla acerca de la crianza de los hijos, del uso del dinero y de
otros temas prácticos; pero ya estoy cansado de escuchar lo mismo de que Cristo
murió en una cruz por mi…eso ya lo se”.
Es increíble como las verdades más importantes son las que mas fácilmente
ignoramos o la que más fácilmente se olvidan. Es tiempo amados hermanos de
volver el punto de partida de la vida cristiana: la cruz de Cristo. La obra de Cristo
a tu favor (el centro del evangelio) debe ser la motivación central para tu vida y
fe.
Obviamente que el hermano estaba ignorando dos cosas: Primero, que si bien
es cierto que el evangelio es el instrumento que Dios utiliza para salvar al
incrédulo, también es el instrumento para santificar al creyente. En otras
palabras, mientras mas conectados este el creyente al poder del evangelio, mas
capaces seremos de transformar nuestras vidas hoy. En segundo lugar, ignoraba
que todo tema de la vida cristiana que se trate, si no esta centrado en la cruz de
Cristo, ha fallado. El creyente crece de gloria en gloria viendo la gloria de Dios y el
centro refulgente donde brilla la gloria de Dios con mas ímpetu es la cruz de
Cristo. Es el objeto de este estudio es mostrar estos dos asuntos mencionados.
El estudio será simplemente un solo punto, donde haremos al pasaje 4
preguntas y algunas lecciones prácticas: ¿Quién habla? ¿De que habla? ¿Cuál
es su actitud frente al asunto tratado? ¿Por qué es esa su actitud frente al asunto
tratado?
I) ¿Quién habla? El Apóstol Pablo, quien se identifica a si mismo como
“siervo de Jesucristo”, en otras palabras, como uno que esta a la disposición de
Cristo para hacer lo que Cristo quiera. ¿Cuál era la voluntad de Cristo para con
Pablo? Ser un “apóstol de Jesucristo”. La palabra “apóstol” significa
primariamente “enviado”. Obviamente, la palabra tiene en el Nuevo Testamento
un uso restringido, refiriéndose a un grupo de hombres que Cristo escogió
soberanamente con el fin de que estos recibieran el evangelio directamente de
parte de Cristo y que luego lo llevaran al mundo con su autoridad. Por eso dice el
apóstol a principio de la carta que el fue “apartado para el evangelio de Dios”. La
misma idea la encontramos en 2 Timoteo 1:11-12, cuando dice que el ha sido
constituido “heraldo (mensajero) del evangelio”. Así que, estas palabras no son
meramente las palabras de Pablo, sino las palabras de Cristo a través de Pablo.
Cristo resucitado se le apareció a Pablo y le reveló el glorioso mensaje del
evangelio para que así, investido de la autoridad de Cristo, llevase este mensaje a
las naciones, en especial a los gentiles.
II) ¿De qué se habla? Del “evangelio”. ¿Qué es el evangelio? La palabra
griega que se traduce como “evangelio” es la palabra “euangelio”, la cual aparece
unas 77 veces en el Nuevo Testamento, al menos en su forma sustantiva.
Existen varios conceptos o ideas para definir el evangelio, siendo la más común
“buenas noticias” o “buenas nuevas”. Como ha señalado el pastor John Piper, la
razón por la cual se ha definido de esta manera es evitar dos extremos a la hora
de definirlo:
a) Dar una definición tan amplia del evangelio que se le llame evangelio a todo lo
bueno que aparezca en el mensaje cristiano.
b) Dar una definición tan restringida del evangelio que no haga justicia a todos
los usos empleados en el Nuevo Testamento.
Para evitar estos extremos, nuestra tarea es ahora examinar que cosas están
incluidas dentro del termino “evangelio”. El pastor John Piper, ha recogido del
Nuevo Testamento en su libro “Dios es el evangelio” todos los elementos
incluidos en el evangelio de Dios. El enumera 13 elementos. Por causa del tiempo,
solo me limitaré a mencionar los 3 más importantes:
1- El evangelio incluye la buena noticia de que Cristo murió por
nuestros pecados. “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he
predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el
cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no
creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí:
Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (1 Cor. 15:1-
3). Por medio de su muerte, el creyente no solo fue perdonado y justificado en
virtud de la sustitución, sino también reconciliado con Dios y redimido del poder
del maligno. Sin duda alguna que el corazón del evangelio o el punto central es la
muerte sustitutoria de Cristo. Como diría C.J. Mahaney, “el apóstol enseñó
muchas cosas, pero cualquier cosa que enseñara procedía y se relacionaba con la
realidad básica de que Jesucristo murió de manera que los pecadores se
reconciliaran con Dios y recibieran el perdón de pecados”. O como lo diría el Dr.
D.A. Carson, “El no podía hablar mucho acerca de algo, sin finalmente vincularlo
a la cruz”. Y es or ello que la misma Escritura utiliza como sinónimo de evangelio
“la palabra e la cruz” ¡Que maravillosa noticia! Por causa de nuestros pecados,
merecíamos ser castigados; sin embargo, Cristo vino al mundo a salvar a su
pueblo, ¿Cómo? Muriendo en lugar y a favor de cada uno de sus hijos. ¿No es esto
una buena noticia?
2- El evangelio incluye la buena noticia de que Jesús resucitó de entre
los muertos para nuestra justificación: “y que fue sepultado, y que
resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Cor. 15:4). Recordemos que
el precio pagado en la cruz no fue hecho a Satanás, sino a la justicia divina.
Necesitamos entonces una garantía de que el Padre aceptó el pago hecho por el
Hijo en la cruz a favor de sus hijos, de lo contrario vana es nuestra fe, pues
seguiríamos en nuestros pecados. La resurrección es esa garantía. La Biblia dice
claramente que el Padre levantó al Hijo de entre los muertos, para mostrar así a
todo el universo que estaba complacido con el pago hecho. Jesús dijo: “tetelestai”,
que significa “todo esta pago”; el Padre contestó: “lo recibo complacido; ha
subido a Mi como olor fragante”. ¿Cómo lo sabemos? La resurrección es nuestra
respuesta.
3- El evangelio incluye la buena noticia de que se promete salvación a
todo aquel que cree. Ese es precisamente el punto del pasaje de estudio:
“Porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. El evangelio
promete salvación a todo aquel que cree. Como resultado, todo aquel que cree
experimenta el evangelio obteniendo salvación: salvación de la culpa (perdón y
justificación), del dominio (santificación) y de la condenación del pecado. No solo
esto, sobre esto mismo, incluye la gloriosa realidad de que lo que Cristo logró
cuando murió en la cruz y resucitó incluye a todas las naciones de la tierra: “Y la
Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de
antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las
naciones” (Gal. 3:8). No importa la lengua, la tribu o la nación, todo aquel que
cree en Jesucristo, un día estará junto a una gran multitud, la cual no puede ser
contada, con almas en las manos y arrojando sus coronas frente al trono de Dios
porque El es solo digno.
4- El evangelio incluye la buena noticia de que por medio de la muerte
de Cristo tenemos paz para con Dios: “Justificados, pues, por la fe,
tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom. 5:1).
¿Cómo debemos entender esta paz con Dios? La imagen que Pablo tiene en
mente es mostrada en el verso 10: “Porque si cuando éramos enemigos fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido
reconciliados, seremos salvos por su vida”. La imagen que Pablo tiene en mente
es que existe una enemistad entre nosotros y Dios. Dios está airado con nosotros
debido a nuestro pecado (Romanos 1:18), somos hostiles con Dios y estamos en
rebelión contra su autoridad (Romanos 8:7-8). Romanos 1:18 dice: “Porque la ira
de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres,
que con injusticia restringen la verdad”. La ira de Dios contra la impiedad es
nuestro problema fundamental en la vida. Si Dios ha resuelto derramar su ira
sobre nosotros estamos en una posición aterradora.
¡Imagine el poder de Dios detrás de esta ira! Cuando usted mira hacia el cielo en
una noche clara puede ver lo que es llamado la Vía Láctea, el nombre de nuestra
galaxia. Dicen que tiene alrededor de 200 billones de estrellas. Quizás pueda ver
la 40ava millonésima parte de ella en una buena noche. El disco de la Vía Láctea
tiene cerca de 100, 000 años luz de diámetro (cerca de seiscientos mil trillones de
millas) y 2000 años luz de ancho. A nuestro sol le tomaría unos 200, 000 años
darle toda la vuelta. Y además de nuestra galaxia hay, según algunos estimados,
otras 50 millones de galaxias.
Ahora, el Dios de que hablamos en Romanos hizo este universo con una simple
orden. Solo habló y todas las galaxias comenzaron a existir. Él las sostiene en
existencia a todas por la Palabra de su poder. Este Dios es tan grande que
cualquier intento de describir su grandeza quedaría infinitamente corto. Pero lo
que sí podemos ver y sentir es que si un Dios tan grande está airado contra
nosotros, y tiene un poder tan indescriptible para respaldar su ira, entonces
estamos en la peor de todas las condiciones posibles. Nada podría ser peor a que
la ira de un poder infinito esté en nuestra contra. Nuestra única esperanza es que
Dios ha provisto un camino de reconciliación, el cual es descrito en el verso 10:
“fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo”.
5- El evangelio incluye la buena noticia de que un día veremos a Dios:
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios” (1 Ped. 3:18). Los preciosos sucesos y
bendiciones del evangelio no son suficientes para hacer del evangelio una buena
noticia. Todas las bendiciones prometidas en el evangelio tienen un propósito, el
cual es llevarnos al supremo bien del evangelio: Dios mismo. El evangelio
promete una gran salvación: curación de enfermedades, liberación de la opresión,
paz con Dios y los demás creyentes, justificación por la fe, perdón de pecados,
transformación a la imagen de Cristo, vida eterna a todo aquel que cree en Cristo
sin importar su procedencia, etc., pero todo esto esta destinado a mostrarnos la
gloria de Dios y a quitar del medio todo obstáculo que no nos deje verla y
saborearla. Así que, Dios mismo es quien hace del evangelio una buena noticia.
Regocíjate en esto amado hermano: Dios es tuyo y tu eres de El y nada ni nadie te
puede separa de su amor y un día lo veras cara a cara en la faz de Cristo.
Así que, si fuésemos a resumir el evangelio, lo haríamos de esta manera: CRISTO
JESUS VINO AL MUNDO A MORIR POR LOS PECADORES QUE CREEN Y
RESUCITO PARA SU JUSTIFICACION, PARA QUE DE ESTA MANERA
PUDIESEN ESTAR EN PAZ CON DIOS Y PUEDAN UN DIA ENTRAR A SU
PRESENCIA PARA VER Y SABOREAR SU GLORIA POR LOS SIGLOS DE LOS
SIGLOS.
III) ¿Cuál es la actitud de Pablo ante el evangelio? “No me
avergüenzo del evangelio”. La palabra traducida como “avergüenzo”, viene de la
raíz griego “aiscuno”, y se refiere a un sentimiento de temor o vergüenza que
impide que una persona lleve a cabo algo. El hecho de que Pablo exprese que el
evangelio no era causa de vergüenza para el no tendría sentido a menos que el
evangelio fuese mal visto en sus días. ¿Cómo era visto el evangelio en los días de
Pablo? Creo que la respuesta la encontramos en 1 Cor. 1:23:24: “pero nosotros
predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y
para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos,
Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”.

Notemos 2 tipos de reacciones negativas hacia el evangelio, reacciones que


podían provocar que Pablo sintiese vergüenza de anunciar las buenas nuevas:
1- “Para los judíos ciertamente tropezadero”. Los judíos se
caracterizaban por ser muy religiosos. Ellos eran muy estrictos con los asuntos de
la ley de Moisés y pretendían cumplirla al pie de la letra para ser justificados.
Decirle a un judío que este estaba mal y que los gentiles arrepentidos (a quienes
ellos consideraban como inmundos) iban delante de ellos al reino de los cielos era
una grave ofensa. Esto no es un asunto pasado. El judío representa al hombre
religioso, el cual espera ser justificado ante Dios por las obras. Aquel que pega en
la puerta de su closet una lista de las cosas que debe y no debe hacer cada día.
Mientras la persona camine por ese estándar, todo anda bien. Un día usted
decide visitar a esa persona y le dice: “vine a traerte buenas noticias. Vine a
hablarte de Dios; no de esa estatua que tiene ahí, la cual esta muerta, sino del
Dios vivo y verdadero. Tu estas muerto en delitos y pecados, pero el Dios vivo del
cual he venido a hablarte, ha dado a su Hijo unigénito, para que pecadores como
tu y yo podamos ser perdonados, justificados y reconciliados con Dios, con el fin
principal de que un día veamos su rostro y estemos con El”. Para este tipo de
personas, el evangelio no es más que tropezadero, pues va en contra de lo que
ellos conciben como la verdad. Ellos creen que van bien y el evangelio les dice que
están mal y que necesitan un Salvador. Su condición es triste, pues como decía
Lutero, son personas que tratan de llegar al cielo por medio de la escalera de las
buenas obras y viven tropezando con un escalón llamado “la ley” y vuelven a
rodar y caer en lo más profundo del fango.
2- “Para los gentiles locura”. Los gentiles se caracterizaban por una vida
libertina, una vida sin ley, entregada a la lascivia y a todo tipo de placer terrenal.
Por lo general, este tipo de personas solía ser un poco más intelectual a los ojos
de la sociedad. Se trata de aquellos que “buscan sabiduría”, por lo cual se
consideraban “menos supersticiosos” que los religiosos, aquellos que buscan
señales y prodigios. El gentil representa al típico hombre libertino que solo vive
para dar rienda suelta a sus deseos carnales. El trata de probar por la razón que el
concepto de un Dios no es más que un mito que el hombre se ha inventado para
infundir miedo a aquellos que viven como ellos. Pero la realidad es que el
problema de ellos va más allá de lo intelectual. El problema esta en su corazón.
Ellos quieren seguir viviendo en sus pecados, por lo que, buscarán todo tipo de
argumento para probar que las palabras del evangelio no son mas que un invento
religioso.
Así que, mientras muchos tropezaban con el evangelio de Pablo, otros se
burlaban del el. Sin embargo, cuando muchos respondían con repudio a las
maravillosas palabras del evangelio Pablo dice: “no me avergüenzo”. Pero lejos
de ser un “no me avergüenzo” pasivo, se trata de un “no me avergüenzo activo”,
pues en otro lugar dice: “Lejos este de mi gloriarme, sino en la cruz de Cristo…”.
¿Por qué? Eso nos lleva a la próxima pregunta.
IV) ¿Cuál es la razón de su actitud frente al evangelio? ¿Por
qué Pablo no se avergonzaba del evangelio, aun cuando muchos lo repudiaban?
¿Por qué no se avergonzaba del evangelio aun cuando muchos lo consideraban
algo subjetivo y emotivo sobre la que se apoyan los débiles e ignorantes? “Porque
es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. Aun cuando muchos
consideraban el evangelio como un bloc con el cual tropezaban; aun cuando
muchos consideraban el evangelio como mera superstición, muchos otros
consideraban el evangelio como “poder de Dios”: “Mas para los llamados (los
que creen), así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”
(1 Cor. 1:24).
La palabra “poder” aquí es del griego “dunamis”, de donde la viene el vocablo
“dinamita”. Otras versiones la traducen como potencia. Con esto Pablo no
quiere decir que las palabras del evangelio son en si mismas un poder místico,
pues Pablo dice a los Tesalonicenses, en su segunda carta: “nuestro evangelio no
llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu
Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros
por amor de vosotros”. Notemos que el evangelio tuvo efecto en ellos porque fue
acompañado del poder transformador del Espíritu Santo. ¿Qué quiere decir
entonces esto de que el evangelio es poder de Dios para salvación? Significa que
el poder salvador de Dios actúa por medio o a través del mensaje del evangelio.
Como ha dicho Mathew Henry, “no es letra muerta, sino poder en acción”.
Este poder de Dios que fluye a través del evangelio tiene dos aspectos:
a) Es por el poder salvador de Dios que fluye en el evangelio que los
pecadores son salvados de la culpa del pecado y por ende, del castigo
eterno. La ley de Dios revela que todos los hombres son culpables ante el
tribunal divino. Ella revela que el pecador carece de la justicia perfecta que Dios
requiere para que este pueda estar ante su Santa presencia, por lo que, es por
naturaleza “hijo de ira”. El verso 18 nos dice que la ira de Dios cuelga sobre el
hombre debido a sus pecados y debido a que carece de justicia ante Dios: “Porque
la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los
hombres que detienen con injusticia la verdad”. El hombre, ya sea judío o gentil,
necesita esta justicia. Y esta justicia, que es la que menciona el pasaje, ha sido
revelada. ¿Dónde encontrar esa justicia que nos hace aceptos ante la presencia
de Dios? El verso 17 da la respuesta: “Porque en el evangelio la justicia de mi
Dios se revela por fe”. La justicia de Dios que el pasaje menciona es revelada en
el evangelio.
Todo aquel que recibe a Cristo por la fe como Salvador y Señor, su culpa por el
pecado original y por los pecados actuales le será imputada a Cristo, por lo que El
pagó por ellos en la cruz. No solo esto, todo aquel que recibe a Cristo por la fe
como Salvador y Señor, no solo sus culpas serán imputadas a El, sino que
también la perfecta justicia del Hijo le será imputada, por lo que será visto como
si nunca hubiese pecado ante el trono de Dios.
b) Es por el poder salvador de Dios que fluye en el evangelio que los
creyentes son salvados del dominio del pecado (santificados). El
pecado es una influencia tan poderosa en nuestras vidas que debeos ser liberados
por el poder de Dios. A esto es lo que se le llama el aspecto presente de la
salvación. Necesitamos diariamente ser librados por el poder de Dios del dominio
del pecado. Es precisamente aquí donde entra el evangelio, pues es este quien
abre la válvula de la poderosa misericordia de Dios para que fluya a favor de
nuestra liberación del poder del pecado. Pablo nos habla en Efesios de la
supereminente grande del poder de Dios que resucitó a Cristo de entre los
muertos obrando en nuestra santificación.
¿Hay alguna evidencia de este aspecto presente de la salvación en el pasaje?
Cuando leemos los primeros versículos del capitulo 1 de esta carta, notaremos
que el evangelio no es solo usado por Dios para salvar a pecadores, sino también
para confortar la fe de sus hijos. Por esto Pablo deseaba visitar a estos hermanos
en Roma:
“Rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un
próspero viaje para ir a vosotros, Porque deseo veros, para comunicaros
algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; esto es, para ser
mutuamente confortados (fortalecida) por la fe que nos es común a
vosotros y a mí (v.v. 10-12)... Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a
anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma (v.17)”.
La pregunta clave es: ¿Para que Pablo deseaba llevarles el evangelio si ellos eran
creyentes? La respuesta es “para confortar o fortalecer la fe de ellos”, la cual es un
elemento clave también para la santificación. El evangelio consiste en buenas
noticias, siendo las mas gloriosa de todas de que Cristo murió y resucitó para que
un día veamos a Dios cara a cara en la persona de Cristo. La gracia de Dios, la
cual es la más excelente maestra, nos enseña a mirar hacia atrás, a la cruz de
Cristo, y luego toma las promesas futuras del evangelio y nos permite
contemplarlas por la fe, para que de esta manera podamos hacer como Moisés, al
compararlas con las miserias del pecado podamos renunciar a la impiedad y los
deseos mundanos y vivamos en este siglo, sobria, justa y piadosamente. Así que,
el evangelio no es solo buenas noticias para el incrédulo, sino también doctrina
sólida para el creyente; alimento sólido para su santificación. No nos quedemos
solo en la superficie del evangelio; debemos sumergirnos en lo profundo del
mismo si queremos echar raíces fuertes, necesarias para estar firmes ante la
tormenta.
El pasaje también corrobora con la idea expuesta cuando dice que la justicia de
Dios en el evangelio se revela, no solo por fe, sino también “para fe”. Esta frase,
“por fe y para fe”, podría traducirse literalmente “de un grado a otro” o “de
principio a fin”. Mientras el creyente este en este mundo caído ha de vivir por fe,
mediante la fe y conforme a la fe; por esto dice Pablo haciendo eco del profeta
Habacuc: “el justo por la fe vivirá”. Por otro lado, dado que la fe implica vivir con
la certeza y la convicción de algo que nunca se ha visto, necesita ser fortalecida.
Aquí es donde entra el evangelio. Mientras mas claro sea nuestro concepto de la
justicia de Dios en Cristo revelada en el evangelio, mas crecerá nuestra fe.
La misma idea la encontramos en 1 Cor. 1:21, donde Pablo le dice a los hermanos
en Corinto que su única misión era predicar a Cristo y a este crucificado, porque
Dios se agrada en salvar a los creyentes por la predicación. Es interesante notar
que la palabra aquí “predicación” es la palabra “kerigma”, que se pudiese traducir
como “anunciar”; lo interesante de esta palabra es que no se trata de anunciar
cualquier cosa, sino específicamente el evangelio (la palabra de la Cruz).
El punto es que, al igual que las demás gracias, la fe debe crecer. Por esto agrega
el apóstol, haciendo eco de las palabras del profeta Habacuc: “El justo por la fe
vivirá”. Iniciamos por la fe, continuamos por fe y moriremos en fe. Nuestra fe
siempre necesitará ser confortada, por lo tanto, siempre necesitaremos del
evangelio.
APLICACIONES
Amado hermano:
1- Memoriza el evangelio. Dios quiere que guardemos sus promesas en
nuestros corazones de modo que, seamos capaces de sacarlas y recibir fortaleza
de su verdad. Dios quiere que recuerdes el mensaje de la cruz descarga nuestras
conciencias de obras muertas para que podamos servirle con libertad; El desea
que recuerdes que el mensaje de la cruz te acuerda que tu aceptación ante Dios
no depende de lo que yo hagas o dejes de hacer, sino de lo que Cristo hizo por ti.
El desea que recuerdes que el mensaje de la cruz te constriñe a vivir, no para ti
mismo, sino para aquel que murió y resucitó por ti. El desea que recuerdes que el
evangelio te libera de las garras del feroz legalismo que te hace cumplir
externamente, pero no de corazón. El mensaje de la cruz me recuerda que la
supereminente grandeza del poder de Dios que levantó a Cristo de entre los
muertos es el mismo poder que se nos ha dado para hacer morir a pecado en
nosotros; el mensaje de la cruz nos mantiene humillados; el mensaje de la cruz
nos recuerda que toda bendición del nuevo pacto fue comprada por su sangre; el
mensaje de la cruz nos muestra el centro refulgente de la gloria de la gracia y la
justicia de Dios, lo que a su vez nos transforma cada día de gloria en gloria en su
misma imagen; El mensaje de la cruz nos da una razón para cantar diariamente
al cordero que fue inmolado…Oh como diría Cristiano en el progreso del
peregrino, “Bendita cruz, bendita sepultura, pero más bendito aquel que murió
por mí”.
2- Ora el evangelio. El evangelio debe ser el centro de tu vida de oración. El
hace posible que nos acerquemos a Dios y nos da la confianza para orar con
osadía: “Somos aceptos en el amado”.
3- Canta el evangelio. El corazón del creyente debe cada día rebosar con la
canción del calvario. Nuestra alabanza debe siempre estar centrada en la cruz. En
el cielo, el cántico imponente de Apocalipsis 5 no pasa desapercibido: “Digno eres
de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu
sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”.
4- Repasa el evangelio que te ha cambiado. Para los cristianos, una de la
mejores maneras de acercarse al resplandeciente fuego de la cruz es recordando
su pasado. No se trata de un recordar para traer a la conciencia remordimientos,
pues la sangre de Cristo limpia nuestras conciencias de obras muertas, sino para
recordarles a nuestras almas la sublime gracia del Señor que un día nos lavó de
nuestros pecados y nos vistió de la justicia de Cristo.
5- Estudia el evangelio. Para aumentar tu pasión por lo que hizo
Cristo, aumenta tu comprensión de lo que El hizo. Para ello debes
aumentar tu conocimiento del evangelio. Nunca te contentes con tu actual
conocimiento de la cruz. Te recomiendo que te sumerjas en las epístolas de Pablo
a los Romanos y a los Gálatas; te recomiendo buenos libros: la Cruz de Cristo de
John Sttot, Vida Cruzcentrica de Mahaney, la Disciplina de la Gracia de Jerry
Bridges, La Pasión de Cristo de John Piper.
6- Predica el evangelio. Si queremos que muchos vengan a Cristo y reciban la
justicia de Dios para un día estar con El, entonces nuestro único mensaje es el
mensaje del evangelio. Si el poder de Dios obra solo y únicamente por el mensaje
del evangelio, entonces deberíamos proponernos como Pablo, “predicar solo a
Cristo y a este crucificado”. Y si vergüenza se levanta dentro de ti, recuérdale a tu
alma que el evangelio es poder de Dios para salvación y que eres un trofeo de la
gracia de Dios, pues fuiste traído con su poder y sigues siendo transformado por
el mismo.
7- Amado amigo, delante de Dios eres injusto. Esto por dos razones:
a) No puedes llenar el estándar que Dios quiere.
b) Tus mejores obras son simplemente trapos de inmundicia ante Dios.
Tu única esperanza es abrir las manos ante Dios, no para ofrecerle tu justicia,
sino para recibir la que El te da por medio del evangelio. Hazlo hoy y tendrás la
dicha de estar en paz con Dios y la esperanza de que un día le veras en gloria.

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