Ibgracia PDF
Ibgracia PDF
Ibgracia PDF
INTRODUCCION
Al escuchar el pasaje y el tema, alguien pudiese pensar que esta meditación esta
dirigida al inconverso; pero la realidad es que no es así. A pesar de llevar un
mensaje al inconverso que esta aquí presente ahora, sin embargo, el foco de
atención es el creyente.
Y Alguien pudiese preguntarse: ¿Por qué un sermón acerca del evangelio ha de
estar dirigido a creyentes? ¿No se supone que el evangelio ha sido dado para que
el impío se arrepienta? Bueno, preguntas como estas asumen que el evangelio de
Dios esta solo diseñado para evangelizar al incrédulo. Recuerdo en una ocasión a
un hermano que me dijo: “Estoy cansado de escuchar lo mismo en esta iglesia.
Me gusta cuando se habla acerca de la crianza de los hijos, del uso del dinero y de
otros temas prácticos; pero ya estoy cansado de escuchar lo mismo de que Cristo
murió en una cruz por mi…eso ya lo se”.
Es increíble como las verdades más importantes son las que mas fácilmente
ignoramos o la que más fácilmente se olvidan. Es tiempo amados hermanos de
volver el punto de partida de la vida cristiana: la cruz de Cristo. La obra de Cristo
a tu favor (el centro del evangelio) debe ser la motivación central para tu vida y
fe.
Obviamente que el hermano estaba ignorando dos cosas: Primero, que si bien
es cierto que el evangelio es el instrumento que Dios utiliza para salvar al
incrédulo, también es el instrumento para santificar al creyente. En otras
palabras, mientras mas conectados este el creyente al poder del evangelio, mas
capaces seremos de transformar nuestras vidas hoy. En segundo lugar, ignoraba
que todo tema de la vida cristiana que se trate, si no esta centrado en la cruz de
Cristo, ha fallado. El creyente crece de gloria en gloria viendo la gloria de Dios y el
centro refulgente donde brilla la gloria de Dios con mas ímpetu es la cruz de
Cristo. Es el objeto de este estudio es mostrar estos dos asuntos mencionados.
El estudio será simplemente un solo punto, donde haremos al pasaje 4
preguntas y algunas lecciones prácticas: ¿Quién habla? ¿De que habla? ¿Cuál
es su actitud frente al asunto tratado? ¿Por qué es esa su actitud frente al asunto
tratado?
I) ¿Quién habla? El Apóstol Pablo, quien se identifica a si mismo como
“siervo de Jesucristo”, en otras palabras, como uno que esta a la disposición de
Cristo para hacer lo que Cristo quiera. ¿Cuál era la voluntad de Cristo para con
Pablo? Ser un “apóstol de Jesucristo”. La palabra “apóstol” significa
primariamente “enviado”. Obviamente, la palabra tiene en el Nuevo Testamento
un uso restringido, refiriéndose a un grupo de hombres que Cristo escogió
soberanamente con el fin de que estos recibieran el evangelio directamente de
parte de Cristo y que luego lo llevaran al mundo con su autoridad. Por eso dice el
apóstol a principio de la carta que el fue “apartado para el evangelio de Dios”. La
misma idea la encontramos en 2 Timoteo 1:11-12, cuando dice que el ha sido
constituido “heraldo (mensajero) del evangelio”. Así que, estas palabras no son
meramente las palabras de Pablo, sino las palabras de Cristo a través de Pablo.
Cristo resucitado se le apareció a Pablo y le reveló el glorioso mensaje del
evangelio para que así, investido de la autoridad de Cristo, llevase este mensaje a
las naciones, en especial a los gentiles.
II) ¿De qué se habla? Del “evangelio”. ¿Qué es el evangelio? La palabra
griega que se traduce como “evangelio” es la palabra “euangelio”, la cual aparece
unas 77 veces en el Nuevo Testamento, al menos en su forma sustantiva.
Existen varios conceptos o ideas para definir el evangelio, siendo la más común
“buenas noticias” o “buenas nuevas”. Como ha señalado el pastor John Piper, la
razón por la cual se ha definido de esta manera es evitar dos extremos a la hora
de definirlo:
a) Dar una definición tan amplia del evangelio que se le llame evangelio a todo lo
bueno que aparezca en el mensaje cristiano.
b) Dar una definición tan restringida del evangelio que no haga justicia a todos
los usos empleados en el Nuevo Testamento.
Para evitar estos extremos, nuestra tarea es ahora examinar que cosas están
incluidas dentro del termino “evangelio”. El pastor John Piper, ha recogido del
Nuevo Testamento en su libro “Dios es el evangelio” todos los elementos
incluidos en el evangelio de Dios. El enumera 13 elementos. Por causa del tiempo,
solo me limitaré a mencionar los 3 más importantes:
1- El evangelio incluye la buena noticia de que Cristo murió por
nuestros pecados. “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he
predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el
cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no
creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí:
Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (1 Cor. 15:1-
3). Por medio de su muerte, el creyente no solo fue perdonado y justificado en
virtud de la sustitución, sino también reconciliado con Dios y redimido del poder
del maligno. Sin duda alguna que el corazón del evangelio o el punto central es la
muerte sustitutoria de Cristo. Como diría C.J. Mahaney, “el apóstol enseñó
muchas cosas, pero cualquier cosa que enseñara procedía y se relacionaba con la
realidad básica de que Jesucristo murió de manera que los pecadores se
reconciliaran con Dios y recibieran el perdón de pecados”. O como lo diría el Dr.
D.A. Carson, “El no podía hablar mucho acerca de algo, sin finalmente vincularlo
a la cruz”. Y es or ello que la misma Escritura utiliza como sinónimo de evangelio
“la palabra e la cruz” ¡Que maravillosa noticia! Por causa de nuestros pecados,
merecíamos ser castigados; sin embargo, Cristo vino al mundo a salvar a su
pueblo, ¿Cómo? Muriendo en lugar y a favor de cada uno de sus hijos. ¿No es esto
una buena noticia?
2- El evangelio incluye la buena noticia de que Jesús resucitó de entre
los muertos para nuestra justificación: “y que fue sepultado, y que
resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Cor. 15:4). Recordemos que
el precio pagado en la cruz no fue hecho a Satanás, sino a la justicia divina.
Necesitamos entonces una garantía de que el Padre aceptó el pago hecho por el
Hijo en la cruz a favor de sus hijos, de lo contrario vana es nuestra fe, pues
seguiríamos en nuestros pecados. La resurrección es esa garantía. La Biblia dice
claramente que el Padre levantó al Hijo de entre los muertos, para mostrar así a
todo el universo que estaba complacido con el pago hecho. Jesús dijo: “tetelestai”,
que significa “todo esta pago”; el Padre contestó: “lo recibo complacido; ha
subido a Mi como olor fragante”. ¿Cómo lo sabemos? La resurrección es nuestra
respuesta.
3- El evangelio incluye la buena noticia de que se promete salvación a
todo aquel que cree. Ese es precisamente el punto del pasaje de estudio:
“Porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. El evangelio
promete salvación a todo aquel que cree. Como resultado, todo aquel que cree
experimenta el evangelio obteniendo salvación: salvación de la culpa (perdón y
justificación), del dominio (santificación) y de la condenación del pecado. No solo
esto, sobre esto mismo, incluye la gloriosa realidad de que lo que Cristo logró
cuando murió en la cruz y resucitó incluye a todas las naciones de la tierra: “Y la
Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de
antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las
naciones” (Gal. 3:8). No importa la lengua, la tribu o la nación, todo aquel que
cree en Jesucristo, un día estará junto a una gran multitud, la cual no puede ser
contada, con almas en las manos y arrojando sus coronas frente al trono de Dios
porque El es solo digno.
4- El evangelio incluye la buena noticia de que por medio de la muerte
de Cristo tenemos paz para con Dios: “Justificados, pues, por la fe,
tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom. 5:1).
¿Cómo debemos entender esta paz con Dios? La imagen que Pablo tiene en
mente es mostrada en el verso 10: “Porque si cuando éramos enemigos fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido
reconciliados, seremos salvos por su vida”. La imagen que Pablo tiene en mente
es que existe una enemistad entre nosotros y Dios. Dios está airado con nosotros
debido a nuestro pecado (Romanos 1:18), somos hostiles con Dios y estamos en
rebelión contra su autoridad (Romanos 8:7-8). Romanos 1:18 dice: “Porque la ira
de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres,
que con injusticia restringen la verdad”. La ira de Dios contra la impiedad es
nuestro problema fundamental en la vida. Si Dios ha resuelto derramar su ira
sobre nosotros estamos en una posición aterradora.
¡Imagine el poder de Dios detrás de esta ira! Cuando usted mira hacia el cielo en
una noche clara puede ver lo que es llamado la Vía Láctea, el nombre de nuestra
galaxia. Dicen que tiene alrededor de 200 billones de estrellas. Quizás pueda ver
la 40ava millonésima parte de ella en una buena noche. El disco de la Vía Láctea
tiene cerca de 100, 000 años luz de diámetro (cerca de seiscientos mil trillones de
millas) y 2000 años luz de ancho. A nuestro sol le tomaría unos 200, 000 años
darle toda la vuelta. Y además de nuestra galaxia hay, según algunos estimados,
otras 50 millones de galaxias.
Ahora, el Dios de que hablamos en Romanos hizo este universo con una simple
orden. Solo habló y todas las galaxias comenzaron a existir. Él las sostiene en
existencia a todas por la Palabra de su poder. Este Dios es tan grande que
cualquier intento de describir su grandeza quedaría infinitamente corto. Pero lo
que sí podemos ver y sentir es que si un Dios tan grande está airado contra
nosotros, y tiene un poder tan indescriptible para respaldar su ira, entonces
estamos en la peor de todas las condiciones posibles. Nada podría ser peor a que
la ira de un poder infinito esté en nuestra contra. Nuestra única esperanza es que
Dios ha provisto un camino de reconciliación, el cual es descrito en el verso 10:
“fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo”.
5- El evangelio incluye la buena noticia de que un día veremos a Dios:
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios” (1 Ped. 3:18). Los preciosos sucesos y
bendiciones del evangelio no son suficientes para hacer del evangelio una buena
noticia. Todas las bendiciones prometidas en el evangelio tienen un propósito, el
cual es llevarnos al supremo bien del evangelio: Dios mismo. El evangelio
promete una gran salvación: curación de enfermedades, liberación de la opresión,
paz con Dios y los demás creyentes, justificación por la fe, perdón de pecados,
transformación a la imagen de Cristo, vida eterna a todo aquel que cree en Cristo
sin importar su procedencia, etc., pero todo esto esta destinado a mostrarnos la
gloria de Dios y a quitar del medio todo obstáculo que no nos deje verla y
saborearla. Así que, Dios mismo es quien hace del evangelio una buena noticia.
Regocíjate en esto amado hermano: Dios es tuyo y tu eres de El y nada ni nadie te
puede separa de su amor y un día lo veras cara a cara en la faz de Cristo.
Así que, si fuésemos a resumir el evangelio, lo haríamos de esta manera: CRISTO
JESUS VINO AL MUNDO A MORIR POR LOS PECADORES QUE CREEN Y
RESUCITO PARA SU JUSTIFICACION, PARA QUE DE ESTA MANERA
PUDIESEN ESTAR EN PAZ CON DIOS Y PUEDAN UN DIA ENTRAR A SU
PRESENCIA PARA VER Y SABOREAR SU GLORIA POR LOS SIGLOS DE LOS
SIGLOS.
III) ¿Cuál es la actitud de Pablo ante el evangelio? “No me
avergüenzo del evangelio”. La palabra traducida como “avergüenzo”, viene de la
raíz griego “aiscuno”, y se refiere a un sentimiento de temor o vergüenza que
impide que una persona lleve a cabo algo. El hecho de que Pablo exprese que el
evangelio no era causa de vergüenza para el no tendría sentido a menos que el
evangelio fuese mal visto en sus días. ¿Cómo era visto el evangelio en los días de
Pablo? Creo que la respuesta la encontramos en 1 Cor. 1:23:24: “pero nosotros
predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y
para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos,
Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”.