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24 La necesidad de los distintivos

Finalmente, la pregunta natural que uno tiene que hacer es:


¿cómo puede la Iglesia llevar a cabo la responsabilidad de
retener, proteger y proclamar la verdad? Tenemos la respuesta en el
versículo 16:
E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Él fue manifestado en carne,
vindicado en el Espíritu,
contemplado de los ángeles,
proclamado a los gentiles,
creído en el mundo,
recibido arriba en gloria.

La palabra que es traducida como «indiscutiblemente» es la


palabra griega ὁμολογουμένως /homologouménos/, la cual viene
del verbo confesar (gr. ὁμολογέω, /homologéo/). Esta palabra se
refiere a un asunto sobre el cual hay un acuerdo general y, por
lo tanto, es algo incuestionable, innegable, ciertísimo, sin lugar
a dudas.11 Por eso algunos sostienen acertadamente que una
forma correcta de traducir esta expresión sería: Confesadamente
grande es el misterio de la piedad.12 Esta expresión es la respuesta
práctica a nuestra pregunta. Pablo va a escribir ahora en qué

11 William Arndt, et al., A Greek–English Lexicon of the New Testament and

Other Early Christian Literature {trad. no oficial: Diccionario griego–inglés del


Nuevo Testamento y otra literatura cristiana de los primeros siglos} (Chicago:
University of Chicago Press, 2000), 709.
12 El Dr. James Renihan en su clase «Confession in Scripture» {trad.

no oficial: «La Confesión en la Escritura»}, impartida en la Community


Baptist Church of Fargo el 27 de septiembre de 2013, utiliza la expresión
inglesa «confessedly great» (confesadamente grande). William
Hendriksen hace una explicación muy similar en Comentario al Nuevo
Testamento: 1 y 2 Timoteo y Tito (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2006),
p. 156.
El dilema de la separación 25

consiste ese «misterio» que la Iglesia ha recibido y, al confesarlo


de manera concreta en frases, nos enseña que la Iglesia cumple
su responsabilidad en la Tierra al «confesar» las verdades que
ha recibido, las cuales tiene que proclamar. Lo que Pablo
escribe aquí son aquellas verdades reconocidas por la Iglesia de
una manera ciertísima e innegable, expresadas a través de su
testimonio diario, su enseñanza y sus himnos. Es como si Pablo
nos dijera: ¡Esta es la verdad que recibimos! ¡Esto es lo que
tenemos que proclamar!
En la descripción confesional que encontramos en este
pasaje, podemos ver el ejemplo de la claridad doctrinal que la
Iglesia de Cristo está llamada a tener. Permíteme hacer una
breve exposición de cada frase confesional que Pablo utiliza
aquí con el propósito de evidenciar la exactitud doctrinal a la
que el apóstol llama a Timoteo, y con él, a todas las iglesias de
Cristo.

Él13 fue manifestado en carne ¾Esta afirmación está


directamente relacionada con Jesucristo, el Verbo hecho carne,
y específicamente con referencia a Su verdadera humanidad.
Se sabe que uno de los grandes desafíos de la Iglesia primitiva
fue defenderse de los grupos gnósticos que la asechaban.
Partiendo de su filosofía pagana, pregonaban un dualismo
entre la carne y el espíritu, considerándolos completamente
opuestos. Creían que las cosas espirituales, creadas por el dios
supremo, eran buenas; y las cosas físicas o materiales, creadas

13 En los manuscritos más antiguos no se encuentra la palabra θεός


(Dios), sino ὅς (pronombre relativo ¾Aquel que o Quien). Sin embargo, hay
un acuerdo general en torno al entendimiento de que, aunque no esté la
palabra «Dios», es a Él a quien se refiere esta cláusula.
26 La necesidad de los distintivos

por un dios inferior (el Demiurgo), eran malas. Incluso, algunos


creían que este dios inferior era el principio del mal.14 Por causa
de esta dualidad, una de las doctrinas que estos falsos maestros
atacaron fue la encarnación de Cristo. ¿Cómo podía ser que el
dios supremo (quien es bueno intrínsecamente) haya tomado
un cuerpo físico (que es malo intrínsecamente)? Esto hizo que
ellos comenzaran a pregonar entre los cristianos que Cristo
realmente no había tenido un cuerpo físico, sino una apariencia
de carne. ¿Qué tan importante es la doctrina de la
encarnación? ¡Es fundamental! Si Cristo no fue
verdaderamente hombre, entonces nuestra fe es digna de
conmiseración porque Él no nació, ni murió, ni resucitó, como
dicen las Escrituras; y, por lo tanto, seguimos en nuestros
pecados (1 Cor. 15:1-4). Si Cristo no fue verdaderamente
hombre, entonces Él no vino en la misma condición de Adán;
y, por lo tanto, no puede ser nuestra Cabeza federal, ni nos
representa, porque no puede identificarse con nuestra
humanidad (Rom. 5:19). Si Cristo no fue verdaderamente
hombre, entonces no puede ser nuestro Sumo Sacerdote ni
compadecerse de nuestras debilidades, porque no sabe lo que
es ser hombre (Heb. 4:15). Pero, ¡no es así! La Iglesia ha
confesado desde el principio que Dios se manifestó en carne.
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Esa es la fe
de la Iglesia y no existe cristianismo bíblico sin esa confesión.
Vindicado en el Espíritu ¾La palabra ἐδικαιώθη /edikaióthe/
que LBLA traduce como «vindicado», en algunas versiones en

14 Kelly, J. N. D.; Early Christian Doctrines {trad. no oficial: Doctrinas

cristianas de los primeros siglos} (New York, NY: HarperCollins Publishers,


1978), 57.
El dilema de la separación 27

español es traducida como «justificado». Esta palabra transmite


la idea de algo que es demostrado como verdadero o correcto.15
Como hombre ¾puesto que se identificó completamente con
nosotros en todo, pero sin pecado¾, Cristo fue cuestionado por
Sus palabras y enseñanzas, porque era imposible que un
hombre común como Él hablara las cosas que Él hablaba y
afirmara las cosas que Él afirmaba. Por esta razón, los
Evangelios nos muestran que Cristo fue vindicado o ratificado
por los milagros que hacía. Él dijo: «las obras que yo hago en
el nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí»
(Jua. 10:25). Sin embargo, si consideramos las cosas aún más
específicamente, la gran vindicación que Cristo recibió fue en
Su resurrección, la cual fue obrada poderosamente por el poder
del Espíritu Santo (Efe. 1:19-20; 1 Ped. 3:18). Durante Su
ministerio terrenal, Él fue acusado de ser pecador y, al final,
ejecutado como uno de la peor clase. Se puso sobre Él la marca
de un impostor mundano y blasfemo; aun en medio de Su
sufrimiento en la cruz fue acusado insolentemente de haber
engañado al pueblo, porque mientras salvó a otros, no podía
salvarse a Sí mismo. Sin embargo, al resucitar, todas las
calumnias fueron disipadas ante la luz de la evidencia.16 Su
resurrección es la marca indubitable de que «en verdad éste era
Hijo de Dios» (Mat. 27:54). Esta declaración doctrinal es la
confesión de que la Iglesia de Cristo proclama la veracidad de
Sus milagros, Su vida sin pecado y Su resurrección.

15 Arndt, et al., Greek–English Lexicon, 249.


16 Véase Matthew Henry, Matthew Henry’s Commentary on the Whole
Bible: Complete and Unabridged in One Volume {trad. no oficial: Comentario de
Matthew Henry a toda la Biblia: Versión íntegra en un solo volumen} (Peabody:
Hendrickson, 1994), 2354.
28 La necesidad de los distintivos

Contemplado de los ángeles ¾Los ángeles estuvieron


involucrados en el ministerio del Señor como testigos de todo
lo que estaba sucediendo. Ellos pueden ser llamados a declarar
en favor de Cristo, porque lo vieron (Mat. 4:11; 28:2-7;
Mar. 16:5-8; Luc. 2:9; 24:4-7; Jua. 20:12-13).
Predicado a los gentiles ¾La predicación a los gentiles [o a las
naciones], es una confesión muy significativa. Aunque desde el
principio de la historia de la redención Dios añadió a algunos
gentiles a la nación de Israel por medio de la fe, una gran parte
del misterio de la piedad que es proclamado en esta confesión
tiene que ver con la realidad de que los gentiles ya no debían
ser «añadidos» a la nación de Israel, sino que ahora la pared de
división había sido derribada, formando de los dos pueblos, uno
solo.17 La Iglesia de Cristo desde siempre ha confesado una
salvación por gracia por medio de la fe, la cual no viene como
herencia por ser descendiente de Abraham en la carne, sino por
tener la fe de Abraham. Esta frase es una proclamación de la
universalidad del pueblo de Dios y un recordatorio de la
alabanza que el Cordero de Dios recibe y recibirá eternamente:
«Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú
fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Dios a gente
de toda tribu, lengua, pueblo y nación» (Apo. 5:9).

Creído en el mundo ¾Esta declaración no solo confiesa la


predicación del evangelio a las naciones, sino también la
esperanza de que Cristo será creído. Es decir, no habla solo de
la obediencia de la Iglesia al cumplir con la Gran Comisión

17 Véase Matthew Poole, Annotations upon the Holy Bible, vol. 3 {trad. no

oficial: Comentarios de la Santa Biblia, vol. 3} (New York: Robert Carter and
Brothers, 1853), 781.
El dilema de la separación 29

(Mat. 28:18-20), sino también de la eficacia del plan redentor


de Dios (Gén. 12:3; Sal. 72:8-11). De alguna manera, al
considerar esta frase desde nuestro contexto histórico, pudiera
perderse un poco el brillo de su excelencia; porque, ¿qué hay
de maravilloso en hablar de la extensión del cristianismo en un
mundo cristianizado? Pero, debemos recordar el contexto en el
que está siendo proclamada. Aunque la Iglesia se estaba
extendiendo y la obra misionera había sido prosperada por el
Señor en gran manera, los cristianos no dejaban de ser un
puñado de hombres que eran vistos con sospecha en medio de
un mundo que los aborrecía. De hecho, todavía no habían
sucedido algunas de las peores persecuciones y dolores que
sufriría el pueblo de Cristo por causa de su fe. Sin embargo,
vemos aquí una declaración que no estaba basada en lo que
veían, sino en la fe que tenían en las palabras de Aquel que
prometió que siempre estaría con ellos (Mat. 28:20). Esta frase
evoca la confianza de la Iglesia en el cumplimiento del plan
redentor a través de los siglos. Comentando sobre esta frase,
Calvino dice:
Mas esta gran eficacia del [e]vangelio predicado [...] fue un
milagro no común, cuando Cristo, venciendo todos los
obstáculos, sometió a la obediencia de la fe a todos aquellos
que del todo parecían incapaces de dejarse domar.
Ciertamente, nada parecía ser más improbable, tan
completamente cerrada y sellada estaba toda entrada. Con
todo, la fe triunfó, y su victoria se impuso [de] forma
increíble.18

18Juan Calvino, Comentario a Las Epístolas Pastorales (Grand Rapids,


MI: Libros Desafío, 2005), 110.
30 La necesidad de los distintivos

Recibido arriba en gloria ¾El hecho de que Cristo haya sido


recibido arriba (en el Cielo, la presencia de Dios) significa que
Su sacrificio por los pecadores fue aceptado, que Él cumplió la
misión que el Padre le encomendó y que, en consecuencia, fue
recibido por Su Padre en gloria. Así es como lo dice William
Hendriksen en su comentario sobre este pasaje:
Cuando apenas se habían apagado los ecos de las voces de los
hombres que gritaban: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!, los cielos
abrieron sus portales, y al recibir de regreso a su Rey victorioso,
resonaron con los ecos de himnos de júbilo, entonados por diez
mil veces diez millares, y de millares de millares: «Digno es el
Cordero». Ciertamente fue recibido arriba en gloria.19

¿Cuál es la razón por la que Pablo da a Timoteo cada una


de estas declaraciones confesionales después de haberle dicho
que la Iglesia es columna y baluarte de la verdad? Porque
«confesar la fe» está inseparablemente unido a la naturaleza de
la Iglesia. ¿Podría la Iglesia cumplir con su responsabilidad de
proteger y proclamar la verdad sin conocer «la verdad»? ¿Podría la
Iglesia cumplir con su responsabilidad de proteger y proclamar
sin definir lo que es «la verdad»? ¡Este es el punto! La respuesta
es no. La Iglesia necesita conocer la verdad y, luego,
proclamarla de una manera definida, porque no podría
cumplir con su responsabilidad de ninguna otra manera.
Entonces, ¿qué son los distintivos? Son la proclamación
específica y particular de lo que la Iglesia ha recibido como
verdad y tiene la responsabilidad de dar a conocer a otros.

19 Hendriksen, William, Comentario al Nuevo Testamento: 1 y 2 Timoteo y

Tito (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2006), p. 160.


El dilema de la separación 31

Las implicaciones del pasaje


Después de haber considerado el contexto y la enseñanza de
este pasaje, veamos ahora sus implicaciones. La pregunta de
fondo en nuestro análisis de este texto ha sido: ¿Es bíblico
hablar de distintivos de una iglesia? La respuesta es afirmativa.
Podemos sostener esta respuesta partiendo de dos
implicaciones muy importantes que se derivan de este texto.

Una iglesia debe tener distintivos porque su naturaleza lo demanda


El apóstol Pablo llama a la Iglesia «columna y sostén de la
verdad» (v. 15). Este nombre descriptivo de la Iglesia evoca su
naturaleza. ¿Qué es la Iglesia? Es el depósito de la verdad de
Dios. Es el lugar donde Dios quiso guardar Su verdad. Este
hecho tan importante demanda que la Iglesia identifique esa
verdad que ha recibido. ¿Acaso no es sospechoso que alguien
que tiene un depósito no sepa exactamente qué es lo que se
depositó? Lo que la Iglesia es demanda que la Iglesia sepa la
verdad que le ha sido dada. La única manera de conocerla es
definiéndola. Al definir la verdad, la Iglesia tiene características
y enseñanzas particulares que le permiten distinguir entre
aquello que es «conforme» a la verdad y aquello que no lo es.
Por lo tanto, los distintivos de una iglesia (su fe y su práctica)
son requeridos por causa de lo que esta es, un depósito de la
verdad.

Una iglesia debe tener distintivos porque su responsabilidad lo


demanda
La implicación de este pasaje es que la responsabilidad de la
Iglesia, la cual ha recibido la verdad de Dios, es proclamar esta
32 La necesidad de los distintivos

verdad al mundo entero, confesándola de manera clara y


específica (v. 16). ¿Qué se necesita para poder proclamar algo?
Conocer lo que se tiene que proclamar. Una vez más
(utilizando el mismo razonamiento de nuestra primera
implicación), no se puede conocer algo si no se lo define y, al
definirlo, damos origen a los distintivos de una iglesia.
Entonces, la Iglesia no solo debe saber la verdad, sino también
estar completamente convencida de esta.
En el cumplimiento de su deber, la Iglesia de Cristo ha
procurado proclamar y defender la verdad a lo largo de los años
mediante la elaboración de credos y confesiones, que no son
otra cosa que la proclamación formal y pública de los distintivos
cristianos universales. Estos documentos han sido el intento
legítimo por mantener la pureza de la verdad, los cuales sirven
como una muralla de protección en contra de la falsa doctrina,
una base sólida para la verdadera unidad, una vara de medida
para los maestros de la Palabra y los candidatos al ministerio, y
una senda segura que nos da un sentido de continuidad
histórica.
Todos los credos históricos de la Iglesia tienen un contexto
de ataque de falsos maestros y defensa mediante declaraciones que
exponían el error de los adversarios de la fe. Ese es el caso de
Arrio, quizá uno de los más conocidos y de mayor referencia
en la historia de la Iglesia. En él se cumplieron las palabras de
Pedro acerca de aquellos falsos maestros que vendrían y
«encubiertamente introducirán herejías destructoras»
(2 Ped. 2:1). Arrio, haciendo uso de mucha astucia, negaba que
el Hijo y el Padre fueran de la misma esencia, haciendo uso de
un lenguaje engañoso aparentemente ortodoxo. Su engaño era
El dilema de la separación 33

tal que causó una división entre las iglesias y muchos abrazaron
su enseñanza, todo esto ante la mirada perpleja de hombres que
no eran capaces de distinguir entre lo ortodoxo y lo herético de
sus enseñanzas. Su herejía no pudo ser condenada y expuesta
como falsa hasta que la Iglesia afirmó con claridad la deidad de
Cristo y que Él y el Padre comparten una misma esencia.
La Iglesia es columna y baluarte de la verdad, y tiene la
responsabilidad de proclamar y defender la Verdad de Dios
que le ha sido entregada por revelación de Dios a través de Su
Santa Palabra.

Conclusión y observaciones finales


La forma de resolver el dilema de la separación no puede partir
de otro punto que no sea lo que la Iglesia es. Muchos de los
argumentos que se levantan parten de un deseo de inclusión o
una apelación a un atributo de Dios como el amor; sin
embargo, la solución comienza a ser evidente cuando
reconocemos la verdadera riqueza que la Iglesia tiene; es
columna y baluarte de la verdad. Nada que menosprecie esa
realidad puede convertirse en un camino confiable para la
resolución de este dilema. Es como si la Iglesia fuera un cuadro
«que vale millones», pero lo menospreciamos y colgamos en
una pared donde no puede dársele el valor que merece.
Con estas palabras, el apóstol Pablo describe la inseparable
relación que hay entre la naturaleza de la Iglesia como
«columna y baluarte de la verdad» y su responsabilidad de
retener, proteger y proclamar la verdad. Esta relación pone de
manifiesto la necesidad de los distintivos en una iglesia. Pero,

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