Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

RESISTENCIA

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 1

Los recuerdos olvidados no eran perdidos y estaban prontos a aflorar en asociación con lo todavía

sabido por los enfermos. Era posible suponer con certeza la existencia de esa fuerza, pues uno
registraba un esfuerzo {Anstrengung} correspondiente a ella. Uno sentía como resistencia del
enfermo esa fuerza que mantenía en pie al estado patológico. Ahora bien, sobre esa idea de la
resistencia Freud fundó su concepción de los procesos psíquicos de la histeria. Las mismas fuerzas
que se oponían hoy como resistencia tenían que ser las mismas que en su momento produjeron
ese olvido y esforzaron afuera de la conciencia las vivencias patógenas en cuestión. Llamó
represión (esfuerzo de desalojo) a este proceso por el supuesto, y lo consideró probado por la
indiscutible existencia de la resistencia.
En todas esas vivencias había estado en juego el afloramiento de una moción de deseo que se
encontraba en aguda oposición a los demás deseos del individuo, probando ser inconciliable con
las exigencias éticas y estéticas de la personalidad. Había sobrevenido un breve conflicto, y el final
de esta lucha interna fue que la representación que aparecía ante la conciencia como la portadora
de aquel deseo inconciliable sucumbió a la represión {esfuerzo de desalojo} y fue olvidada. Y
esforzada afuera de la conciencia junto con los recuerdos relativos a ella. Entonces, la
inconciliabilidad de esa representación con el yo del enfermo era el motivo {Motiv, «la fuerza
impulsora»} de la represión; y las fuerzas represoras eran los reclamos éticos, y otros, del
individuo. La aceptación de la moción de deseo inconciliable, o la persistencia del conflicto,
habrían provocado un alto grado de displacer; este displacer era ahorrado por la represión, que de
esa manera probaba ser uno de los dispositivos protectores de la personalidad anímica.

La moción de deseo reprimida perdura en lo inconciente, al acecho de la oportunidad de ser


activada; y luego se las arregla para enviar dentro de la conciencia una formación sustitutiva,
desfigurada y vuelta irreconocible, de lo reprimido, a la que pronto se anudan las mismas
sensaciones de displacer que uno creyó ahorrarse mediante la represión. Esa formación sustitutiva
de la idea reprimida - el síntoma- es inmune a los ataques del yo defensor, y en vez de un breve
conflicto surge ahora un padecer sin término en el tiempo. En el síntoma cabe comprobar, junto a
los indicios de la desfiguración, un resto de semejanza, procurada de alguna manera, con la idea
originariamente reprimida; los caminos por los cuales se consumó la formación sustitutiva pueden
descubrirse en el curso del tratamiento psicoanalítico del enfermo, y para su restablecimiento es
necesario que el síntoma sea trasportado de nuevo por esos mismos caminos hasta la idea
reprimida.

La personalidad del enfermo puede ser convencida de que rechazó el deseo patógeno sin razón y
movida a aceptarlo total o parcialmente, o este mismo deseo ser guiado hacia una meta superior y
por eso exenta de objeción (lo que se llama su sublimación), o bien admitirse que su
desestimación es justa, pero sustituirse el mecanismo automático y por eso deficiente de la
represión por un juicio adverso {Verurteilung) con ayuda de las supremas operaciones espirituales
del ser humano; así se logra su gobierno conciente

También podría gustarte