Los Vedas - Libro - Español - Spanish
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LOS VEDAS
ENSAYOS DE TRADUCCIÓN
Y
EXÉGESIS
Por
ANANDA K. COOMARASWAMY
CONTENIDO
PREFACIO...................................................................................III
INTRODUCCIÓN.........................................................................V
I B HAD RA YAKA UPANI⇑ AD, 1, 2.................................1
II PORCIONES DE LA MAITRI UPANI⇑AD................................59
III TRES HIMNOS VÉDICOS..........................................................63
APÉNDICE..................................................................................95
INTRODUCCIÓN......................................................................105
ILUSTRACIONES
II
oct-98
PREFACIO
III
oct-98
posibilidades que pueden no ser ni posibilidades de manifestación ni posibilidades
formales en ningún sentido, así como conjuntos de posibilidad que pueden realizarse
en un mundo dado. La realidad última de la metafísica es una Identidad Suprema en
la que se resuelve la oposición de todos los contrarios, incluida la del ser y el no-ser;
sus «mundos» y sus «dioses» son niveles de referencia y entidades simbólicas, que
no son lugares ni individuos sino estados del ser realizables dentro de vosotros.
(De «El Ved nta y la Tradición Occidental», The American Scholar, VIII
(1939), pp. 226-227).
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A.K. COOMARASWAMY, UNA NUEVA APROXIMACIÓN A LOS VEDAS
INTRODUCCIÓN
Las traducciones existentes de los textos védicos, por muy «exactas» que sean
etimológicamente, a menudo son demasiado ininteligibles o implausibles, y algunas
veces son también admitidamente ininteligibles para el traductor mismo. Por
ejemplo, ni los «Sacred Books of the East», ni las traducciones de las Upani• ads
tales como las de R. E. Hume, o las de Mitra, Roer y Cowell, recientemente
reimpresas, ni siquiera se acercan a las pautas establecidas por obras tales como la
versión de las Enéadas de Plotino por Thomas Taylor, o la de la Guide for the
Perplexed de Maimónides por Friedländer. Los traductores de los Vedas no parecen
haber poseído ningún conocimiento previo de metafísica, sino que más bien hubieran
extraído sus primeras y únicas nociones de ontología de las fuentes sánscritas
mismas. Como observaba Jung, en Psychological Types, p. 263, con referencia al
estudio de las Upani•ads bajo las condiciones existentes, «una verdadera percepción
de la profundidad completamente extraordinaria de esas ideas y de su pasmosa
exactitud psicológica todavía no es sino una posibilidad remota».
Es muy evidente que para una comprensión de los Vedas, un conocimiento del
sánscrito, por muy profundo que sea, es insuficiente. Los indios mismos, en lo que
concierne a los Vedas, no confían en su conocimiento del sánscrito, e insisten en la
necesidad absoluta del estudio a los pies de un gurú. Eso no es posible en el mismo
sentido para los estudiosos europeos. Sin embargo, Europa posee también una
tradición fundada en los principios primeros. Aquella mentalidad que, en los siglos
XII y XIII, dio nacimiento a un cristianismo intelectual que debe tanto a
Maimónides, a Aristóteles1 y a los árabes como a la Biblia misma, no habría
encontrado «difíciles» los Vedas. Por ejemplo, aquellos que comprendían que «La
paternidad y la filiación… son propiedades dependientes», o que Dios «no puede ser
una Persona sin una Naturaleza, ni su Naturaleza puede ser sin una Persona»,
Maestro Eckhart I.268 y 3942, o que hubieran leído más tarde estas palabras de
Dante «Oh Virgen Madre, hija de tu Hijo», Paradiso XXXIII, no habrían visto en la
generación mutua de Puru•a y Vir j, o de Dak•a y Aditi un modo de pensamiento
arbitrario o primitivo: aquellos que estuvieran familiarizados con las concepciones
1
«Uno de nuestros filósofos más antiguos que encontró la verdad mucho, mucho antes del
nacimiento de Dios, mucho antes de que hubiera fe cristiana como ella es ahora», Maestro Eckhart
I.103. Cf. nota 58.
2
Excepto donde se diga otra cosa, las referencias al Maestro Eckhart son a la admirable versión
de C. de B. Evans en dos volúmenes, Londres, 1924.
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No es sin una buena razón que Jah ng× r habla de «la ciencia del Vedanta, que es la ciencia
del Sufismo». Tuzuk-i-Jah ng× r×, traducido por Rogers and Beveridge, I, p. 356. Desde la
teología islámica podrían aducirse paralelos a casi todas las ideas examinadas abajo; ver
especialmente R. A. Nicholson, Studies in Islamic mysticism, 1921, y D. B. Macdonald, The
development of the idea of spirit in Islam, Acta Orientalia, IX, 1931. Puede observarse que estos
autores han examinado completamente la ontología de una tradición no cristiana, de una manera que
nunca había sido intentada por ningún erudito europeo profesional de los Vedas.
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Nuestro texto trata del origen de la Luz desde la Obscuridad, de la Vida desde la
Muerte, de la Actualidad desde la Posibilidad, del Sí mismo desde lo No-sí
mismado, del Brahman sagu a desde el Brahman nirgu a, de «Yo soy» desde la
Inconsciencia, de Dios desde la Divinidad, «La primera asumición formal en la
Divinidad es el ser… Dios», Maestro Eckhart I.267. «La Nada se introdujo a sí
misma dentro de una Voluntad», Boehme XL Questions concerning the Soule I.178:
«una voluntad eterna surge en la nada, para introducir la nada dentro de algo, a fin
de que la voluntad se encuentre, se sienta, y se contemple a sí misma», Signatura
Rerum I.8. «El Tao devino el Uno», Tao Tê Ching II.426.
6
La distinción entre la existencia y el ser puro se hace fácilmente: el «ser» en sí mismo en sin
modelo, la «existencia» es el ser en un modo. La esencia y la naturaleza, per se, son evidentemente
no existentes; no es necesario agregar que esta «no existencia», a saber, la ausencia de propiedades,
no tiene nada en común con la no existencia de lo absurdo o de lo autocontradictorio, como por
ejemplo, un círculo cuadrado; esta «no existencia» no es ilógica, sino alógica, o inefable, y todo lo
que puede decirse de ella es puramente analógico. Sin embargo, el uso práctico de los términos No
Ser, Ser, y Existencia, presenta dificultades reales.
Nosotros comprendemos el No Ser y el Ser como los aspectos correlativos, a saber, la
Naturaleza y la Esencia inseparables, del Brahman, de la Identidad Suprema, todavía no existente,
antecedente a la procesión, solus ante principium, apravartin, Kau•× taki Up. IV.8; y
comprendemos que la Existencia incluye toda la multiplicidad, ya sea nominal e informal, o real y
formal. El No ser es el principio permisivo, la primera causa, del Ser; el Ser es el principio
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Se sigue que asat no puede traducirse correctamente como No Ser ni como No Existencia, y que
sat puede traducirse como Ser o como Existencia, según convenga al contexto. El problema surge
sólo en relación con «Ser»; si traducimos asat como No ser y sat como Ser, entonces sat debe cubrir
a la vez al Ser en sí mismo y al Ser en un modo. Los términos se examinan más extensamente en la
pág. 79.
7
No se trata de que estos términos sean conmensurables: los puntos de vista teísta y nihilista son
parciales, y por lo tanto están en una oposición aparente, como, por ejemplo, en el caso del
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♣aivismo y del budismo; mientras que la metafísica, jñ na-v da, subyace, justifica, y abarca todos
los demás puntos de vista.
8
Desde el punto de vista védico, sería más exacto decir «angelología».
9
De este «parentesco» depende el carácter «incestuoso» de tantos mitos de la creación. Debe
observarse que el término «mito» implica propiamente la representación simbólica (ya sea verbal,
iconográfica o dramática) de la operación del poder o la energía: en este sentido, los protones y los
electrones son seres «míticos». Un mito, tal como el mito del Grial, o como el Nacimiento de
Brahm , no es un «cuento de hadas» ni un «misterio» en el sentido moderno de las palabras, sino
simplemente una representación. El que considera el mito o el icono como una declaración de
hecho, y el que los considera como una fantasía, están igualmente equivocados: el mito es a la
historia como lo universal es a lo particular, como la razón de ser es al ser; el icono es a la especie
como el ejemplar al ejemplo. El simbolismo y la imaginería (pratika, pratibimba, etc.), a saber, la
forma de arte más pura, es el lenguaje propio de la metafísica: «el símbolo presupone siempre que la
expresión elegida es la mejor descripción posible, o la mejor fórmula posible, de un hecho
relativamente desconocido… el cual no se postula menos, o no se conoce menos, como un hecho
existente» (C. G. Jung). El simbolismo tradicional, más que cualquier otro, es un lenguaje universal;
la mayor parte de su idioma, es la propiedad y la herencia común de casi todos los pueblos, y puede
seguírsele el rastro al menos hasta el milenio V o VI a. C. (cf. Winckler, Die babylonische
Geisteskultur, 1907, A. Jeremias, Handbuch des altorientalischen geisteskultur, 1929, y Langdon,
Semitic mythology, 1931), y hasta el comienzo de la agricultura o más allá.
10
Cf. «Él me había dado a luz como Su hijo en la imagen de Su paternidad eterna, para que yo
fuera también un padre y le diera a luz a Él», Maestro Eckhart, edic. Claud Field, Sermones, p. 26;
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sin una filiación, y viceversa, y eso es lo que se entiende por «relación opuesta».
Similarmente, no puede haber una Persona (Puru•a) sin una Naturaleza (Prak♦ ti), y
viceversa. Por eso es por lo que en la «mitología» metafísica nos encontramos con
«inversiones», como por ejemplo, cuando en el g Veda X.72.4, Dak•a (un nombre
personal del Progenitor, ver atapatha Br hma a II.4.4.2) nace de Aditi como su
hijo, y ella también de él como su hija; o X.90.5, donde Vir j nace de Puru•a, y
viceversa. Las metafísicas son congruentes, pero no sistemáticas: el sistema sólo se
encuentra en las extensiones religiosas11, donde un ordenamiento dado de las
Personas deviene un dogma, y es precisamente por tales «materias de fe», y no por
una diferencia de base metafísica, como una religión se distingue de otra. Eso es lo
que constituye verdaderamente una «distinción sin una diferencia».
Debe observarse que a la co-nascencia (sahajanma) del Padre-esencia y de la
Madre-naturaleza, las «dos formas» del Brahman, aunque metafóricamente se le
llame un «nacimiento» (janma), no es un engendramiento sexual, ni una generación
desde principios conjuntos, maithunya prajanana: en ese sentido ambos son
igualmente in-engendrados (no engendrados), in-nacidos (no nacidos), como en
vetâ♣vatara Up. I.8, dv vajau, o como se implica en la B♦had ra yaka Up. I.4.3
donde a la originación de los principios conjuntos se le llama una «dis-junción»,
separación, o karyokinesis, dvedh -p ta. El «Uno devino Dos», a saber, Yin y Yang,
Tao Tê Ching II.42.
Por otra parte, su Hijo común, Agni Brahm -Praj pati, etc., al ser consustancial
con el Espíritu (prâ a)12, es a la vez innacido (no nacido) en el mismo sentido, y
nacido por una generación desde los principios conjuntos13. Sólo este nacimiento
cf. J×l×, citado por Nicholson, Studies in Islamic Mysticism, p. 112. «Yo soy el hijo cuyo padre es su
hijo, y la viña cuyo vino es su jarro… yo encontré a las madres que me parieron, y las pedí en
matrimonio, y ellas me concedieron desposarlas». «El Toro-Padre de la Serpiente —La Serpiente-
Padre del Toro», lo cita Harrison, Prolegomena… pág. 495, de un fragmento ap. de Clemente de
Alejandría, Protr. I.2.12. O también, se dice de Agni, «siendo el Hijo de los Ángeles, tú has
devenido su Padre», g Veda I.69.1; Agni es el «padre de su padre», ídem VI.16.35, y «quienquiera
que comprende esto (yast vij nat) es el padre de su padre», es decir, sobrepasa a su padre.
11
Y también, por supuesto, en la «filosofía», en la psicología, y en todas las disciplinas
«prácticas».
12
De aquí el uso constante de nombres esenciales comunes a ambos, es decir, una cierta
indistinción entre el Padre y el Hijo, puesto que la distinción de las Personas se pierde en la unidad
de su Divinidad, a saber, de su naturaleza común.
13
Así, antecedente a la procesión:
Persona (Padre) — Espíritu (Voluntad) — Naturaleza (Madre)
y posterior a la procesión:
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Ver Boehme, Mysterium Pansophicum I-III. Sólo cuando la Voluntad se personifica
dualmente como K madeva y Rati puede decirse que la Voluntad-espíritu y el Deseo-insaciable se
distinguen efectivamente: en otras partes, o bien k ma representa la Voluntad como un principio
indiviso, o bien nosotros debemos comprender por el contexto que voluntad es la que se implica. En
nuestro texto, especialmente VV.1 y 4, donde es la Muerte, la Privación, la Divinidad, la que quiere
(sy m ak mayat) —algo que sólo puede concebirse analógicamente en el No Sí mismo— nosotros
debemos comprender que no se trata de la Voluntad-espíritu (k ma, libido, «lubet»), sino del Deseo-
insaciable (t♦• a, codicia, fatalidad, eso que «mueve a un hombre» cuando está «moribundo»);
es decir, el deseo de la Naturaleza (prak♦ti) por la forma intrínseca (svar pa), el ardor de las
Aguas «en su sazón», Pañcavi ⋅♣ a Br hma a VII.8.1, una voluntad de vivir oscura, funcional e
inconsciente. Por otra parte, en X.129.4 (p. 55), donde k ma se identifica con la «semilla
primordial» (retas) del Intelecto (manas) —es decir, no la fuente germinal del Intelecto, sino el
aspecto germinal del Intelecto, el logos spermatikos, el rasa de g Veda I.164.8— lo que se implica
claramente es la luz de la Voluntad-espíritu. Las dos voluntades se correlacionan inmediatamente y
se equilibran perfectamente en el ser unitario, donde representan Su conocimiento de sí mismo (en
los dos sentidos del verbo «conocer»). En otras palabras, el movimiento de la Voluntad-espíritu
hacia su objeto es la «respuesta» al «deseo» inefable de lo inconsciente, como en g Veda I.164.8,
«Él, por el Intelecto, la precedió». Estas consideraciones parecen resolver las dificultades que sentía
Keith, Religion and Philosophy of the Veda, p. 436.
15
g Veda VII.33.11, B♦had Devat V.148 y 149, y Sarvânukrama× I.166: el niño engendrado
de Mitra-Varu au y las Aguas es Vasi•⊇ha, que, como Brahm , hace su aparición sobre un loto, es
decir, es establecido en las Aguas, en la posibilidad de existencia, y que, de hecho, es el mismo que
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abajo, pág. 12. En el primer caso Mitra-Varu au es seducido literalmente por las
fascinaciones de la Apsaras Urva♣×; en el segundo, las Aguas están literalmente «en
celo». Dios se afirma a sí mismo así, porque es su naturaleza proceder así: la
existencia es su conocimiento de sí mismo, es decir, su comer del fruto del árbol,
pues comer es existir. En otras palabras, la posibilidad de la existencia implica
necesariamente el hecho de la existencia, es decir, implica precisamente Su
omnipotencia, que es sin potencialidades (no realizadas) y que nunca está ociosa
aunque nunca trabaja. Tampoco actúa sin saber, pues bebe el veneno (vi• a) y la
Brahm -Praj pati, como acertadamente se identifica en el atapatha Br hma a II.4.4.2, cf. Nirukta
V.14. Y de aquí el patronímico de Vasi•⊇ha, Maitr -varu i. También en el Aitareya ra yaka
II.2.1 y 2, Vasi•⊇ha y otros «sabios» son identificados de varias maneras con la Persona progenitiva
y la existencia positiva de todas las cosas. En Atharva Veda X.8.20, la expresión «batido»
(nirmanthate) propia de Agni, se usa también de Vasu (= Vasi•⊇ha). El nombre Vasi•⊇ha
(superlativo de vasu) parece que los Comentadores entienden acertadamente que significa «el
primero de aquellos que moran, existen, o viven», ya sea que provenga de la raíz vas, «asumir una
forma», o de la raíz vas, «vivir» o «morar en una condición dada». Vasu también es derivable de la
raíz vas, «brillar», lo que le da el significado secundario de «riqueza». Cualquiera que sea la raíz,
los significados no son incompatibles, puesto que ser inindigente de vida o de existencia es el
«bien» primordial. Cf. Vasudh , Vasudhar , la Tierra como «Señora de la Riqueza», «Abundia», o
«Porteadora de la Vida» (Vasudh también = Lak•m×); y Vasudhara, K♦• a como «Señor de la
Vida» en relación a R dh , donde están implícitos ambos significados.
Como Vasi•⊇ha, Agni (Vai♣v nara) nace de un loto (literalmente es «batido» de un loto), es
decir, de la Tierra, g Veda VI.16.13. Es decir, como el elemento Fuego y como el Fuego Sacrificial
en los Tres Mundos: pues Agni, en tanto que la Deidad Suprema, es el «Padre», y como Mitra-
Varu a es seducido por las Aguas, Taittir×ya Br hma a I.1.3.8, y atapatha Br hma a II.1.1.4 y 5.
No hay necesidad de señalar que Mitra-Varu a, el Sol, el Fuego, el Espíritu, etc., son todas
denotaciones de uno y el mismo primer principio de la manifestación, y que las Aguas, a quienes se
llama a menudo las esposas de Varu a, o madres en relación al Hijo (Kum ra, Agni, Vai♣v nara),
son las posibilidades de manifestación.
Paralelo a los pasajes citados arriba, tenemos el mito de Pur ravas y Urva♣×, g Veda X.95
(también IV.2.12 y 18), y atapatha Br hma a XI.5.1; su hijo yu, la «Vida» es identificado, en el
V jasaney× Sa⋅ hit V.2, con Agni, el Fuego. Pur ravas corresponde evidentemente a Praj pati, el
«primer sacrificador»; cf. como en el pasaje de Br., trae el fuego a la tierra al celebrar el (primer)
sacrificio, que tiene lugar después de haber yacido nuevamente con Urva♣×, en «la última noche
del año» subsecuente a su primer intercurso, año que significa un año del tiempo supernal, a saber,
la duración de un ciclo de manifestación, el «Año» de nuestra Upani•ad. Por el sacrificio, el que
había sido «cambiado en la forma» y «caminado entre los mortales», y que estaba así separado de
Urva♣× (pues la manifestación, o la existencia implica necesariamente una separación entre la
esencia y la naturaleza) deviene un Gandharva, y se reúne con Urva♣×, es decir, deviene
nuevamente la pura Voluntad-espíritu en unión con su objeto. Así pues, él había procedido en el
tiempo, y ahora retorna a lo inmanifestado al final del tiempo. Y así mismo, también, Pur ravas
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objetividad (vi• amata) de la existencia así como sus deleites; con lo cual su garganta
se abrasa y se ennegrece.
Se verá que en principio no puede trazarse ninguna distinción real entre la Caída
de Dios y la del Hombre; ambas son las consecuencias necesarias de una naturaleza
divina común a ambos. El pecado y la culpa, la virtud y la gloria de la existencia son
de Dios tanto como nuestros16. La diferencia entre nosotros es que Él permanece
cognitivamente dentro al mismo tiempo que procede Sí-mismadamente afuera,
mientras que nosotros sólo somos conscientes en nuestro «sí mismo». Él es una
marea a la vez fluente y refluente, mientras que nosotros somos sus olas, olvidados
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de que la ola también es agua. Nuestro único error es ver una distinción aquí: pues el
Comprehensor, ya eva⋅ vidv n, que ya no se conoce a sí mismo como una ola, sino
como el mar Mismo, retorna con la marea a su fuente, que ni él ni el Sí mismo
Supremo han dejado jamás realmente, sino sólo lógicamente.
La Voluntad procede como Amor, «por la vía de la Voluntad como Amor»,
Santo Tomás, Sum Theol. I.Q.36.A.2; esa «mutua efusión de amor… es la espiración
común del Padre y el Hijo», Maestro Eckhart I.269. «Nosotros deseamos una cosa
mientras todavía no la poseemos. Cuando la tenemos, la amamos, y entonces el
deseo se esfuma», Maestro Eckhart I.8217: pero, como en quien no procede desde la
potencialidad al acto no hay nada que no posea en sí mismo, puesto que todo en él es
acto, su voluntad es su amor. «la Eternidad está enamorada de las producciones del
tiempo», Blake, cf. g Veda, VII.87.2. Tal es su afirmación y delectación, kam,
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Cf. Bhagavad G×t II.12 y XIII.19; a≡ karâc rya, Commentary on the Vedânta S tra
II.1.35, an ditv tsa⋅ s rasya; y Dante «ni antes ni después fue la procesión de la efusión de Dios
sobre estas aguas», sino «donde todo donde y todo cuando tienen su foco», Paradiso XXIX.13, 20 y
19
M♦tyu como la Muerte absoluta, la última muerte del alma, mors janua vitae, ha de
distinguirse de la muerte temporal, m♦tyu o punar m♦tyu; distinción que, por ejemplo, se establece
tajantemente en la séptima estrofa de nuestro br hma a.
En la pág. 41 hemos desarrollado que la relación entre la Divinidad y Dios, entre el nirgu a
Brahman (M♦tyu en nuestro texto) y el sagu a Brahman es, por así decir, como si fuera maternal,
como una relación entre Aditi y ditya. Obsérvese entonces que a la concepción de nuestro texto del
nirgu a Brahman, o del an tmya Brahman, como Muerte absoluta, corresponde la concepción de
Aditi como Nir♦ti, como en g Veda VII.58.1, donde los Maruts surgen, y crecen, en las regiones de
la angeleidad (daivasya dh mna ), desde el abismo de Nr♦ti (nir♦terava⋅♣ t) —la metáfora
contrasta dh man, en sentido de «morada», «habitáculo», con una estructura implícita, con eso que
no es una morada, que no es un habitáculo, sino que es sin estructura, literalmente «desprovisto de
toda viga», av⋅♣a, y «no soportado por ningún pilar», askambha.
Daivasya dh man corresponde aquí a ak• ara…dh ma parama, «morada imperecedera y
trascendente», Bhagavad G×t VIII.21.
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ilumina (bh sayati) estos mundos… Él encarna (rañjayati) las existencias aquí»,
Maitri Up. VI.7.
«Pues el que conoce así», ya eva⋅ vidv n, el Comprehensor: con este estibrillo
constante, las Upani•ads introducen invariablemente una afirmación de los valores
inmediato y trascendental del conocimiento impartido previamente. De la misma
manera que el Maestro Eckhart, por ejemplo, después de describir la procesión del
Espíritu como Vida, «ella está fluyendo desde el Espíritu y es enteramente espiritual,
y en este poder Dios procede en la plenitud de la flor de su júbilo y de su gloria,
como él es en sí mismo», agrega «si un hombre estuviera recogido siempre en este
poder, nunca envejecería», I.291; o en las palabras de Boehme, «El mago tiene poder
en este Misterio», Sex Puncta Mystica, VI.2. El profesor Edgerton ha demostrado
admirablemente que los Vedas nunca buscan el conocimiento por el conocimiento
mismo, sino en tanto que la Comprensión se considera como sinónimo de plenitud,
poder, y liberación22.
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eso». «Él brilla en este mundo en la forma de hombre», ima⋅ lokamabhy rcat
puru• ar pe a, Aitareya ra yaka II.2.1. Igualmente en Génesis, «El Espíritu de
Dios se movía sobre la faz de las Aguas», y «Él creó al hombre en su propia
imagen»: «por este reflejo de su naturaleza divina, el intelecto del Padre se modela o
se pronuncia a sí mismo… su luz, a saber, su fluente intelecto, estaba brillando sobre
este material del mundo en el que el mundo subsistía en el Padre en una simplicidad
sin forma e increada», Maestro Eckhart I.397 y 404: «Y ésta es la Imagen y
Semejanza de Dios, y nuestra Imagen y nuestra Semejanza; pues en ella Dios se
refleja a Sí mismo y todas las cosas, Ruysbroeck», Adornment of the Spiritual
Marriage III25, Dante, «La gloria di colui che tutto move per l’universo penetra e
risplende», y «quella circulazion, che si concetta pareva in te come lume riflesso…
mi parve pinta della nostra effige», Paradiso I.1-2 y XXXIII.127-131.
«Pues que Dios es Dios lo tiene de las criaturas», y «Yo te he amado en el reflejo
de mi oscuridad», el «reflejo del sol en el espejo está en el sol», Eckhart I.274, 377 y
143: «como cuando un hombre contempla su rostro en un espejo», Boehme, Clavis,
42 y 43. O si tomamos fuentes indias, «Sin Ti yo no tengo forma-intrínseca, sin mí
Tú no tienes existencia», Siddhântamukt val× III; «sin iva no hay Dev×, sin Dev×
no hay iva», K makal vil sa, Comentario, donde se cita el gama con referencia al
texto, 2, «Ella es el espejo puro donde iva ve su propia forma-intrínseca»26. Esta
25
En correspondencia con todo esto, tenemos la doctrina o la «metáfora islámica de que All h
crea por contemplación (nazar)», pues «hacia todo lo que All h ha creado, All h tiene un aspecto
(wajh = «faz») especial, en virtud del cual Él lo contempla y lo preserva en su lugar señalado en el
orden de la existencia», ver D. B. Macdonald, Development of the Idea of Spirit in Islam, Acta
Orientalia IX, 1931, p. 347, y R. A. Nicholson, Studies in Islamic mysticism, 1921, p. 110, 114.
26
Cf. también a≡karâc rya, Dak• i âm rtistotra, I, darpa a-d♦♣yam na, «como si se reflejara
en un espejo». O también, de J×l×, Ins nu’l k mil, cap. LX, «Como un espejo en el que una persona
ve la forma de sí mismo y no puede verla sin un espejo, tal es la relación entre Dios y el Hombre
Perfecto, que no puede ver su propia forma sino en el espejo del nombre All h; y el Hombre
Perfecto es también un espejo para Dios, pues Dios se impuso a sí mismo la necesidad de que Sus
nombres y atributos no se vieran salvo en el Hombre Perfecto», Nicholson, Studies… p. 106. O
también, el Maestro Eckhart, «Es como si uno estuviera delante de una elevada montaña, y gritara,
“¿Estás ahí?”. Y entonces el eco regresa, “¿Estás ahí?”. Y si uno grita, “Sal”, entonces el eco
responde “Sal”» (Claud Field, Eckhart’s Sermons, p. 26): como en la Ch ndogya Up. I.3.2, sam na
u ev ya⋅ c sau…svara it×mam— cak• ate svara iti praty svara ityamum, con doble sentido, a
saber, (1º) «Esto se llama “Sonido”, Eso se llama “Sonido”, es decir, un “Eco”», y (2º) «Esto se
considera como “Luz”, Eso se considera como “Luz”, es decir, un “Reflejo”». Puede observarse que
la misma significación dual está presente también en nuestra Upani•ad I.2.1, traducida arriba, donde
arcan acarat puede significar «laudado con laudes», o «luz manifestada». El principio implícito
subyace en la ofrenda de luces y música en los oficios devocionales, al mismo tiempo que la
explica: es decir, es como si fuera un reflejo de Su luz y un sonido de retorno a Sí mismo, reflejo
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con el que Su semejanza (m rtti, pratim , u otra prat×ka) se revela al oficiante, Semejanza que, de
otro modo permanece invisible e inelocuente, sola en su obscuro relicario.
La metáfora del reflejo implica, por supuesto, una correspondencia entre el microcosmos y el
macrocosmos, cf. «El otro mundo es la contrapartida (anur pam) de este mundo, y este mundo es la
contrapartida del otro mundo», Aitareya Br hma a, VIII.2.
27
Cf. Boehme, «tu propia tierra también (es decir, tu cuerpo)», Supersensual Life; S ya a, sobre
g Veda VI.16.13, bh mi♣ca sarvajagatâdh ra-bh táti, «La tierra es el soporte de todos los
mundos»; y B♦had ra yaka Up. II.5.1, «Esta tierra es miel para todas las criaturas», es decir, el
soporte de su existencia, cada una según su tipo.
En g Veda I.108.9 y X.59.4, respectivamente, a los Tres Mundos, y al Cielo y la Tierra, se les
llama «Tierras».
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La raíz tap puede emplearse también transitivamente, como en Aitareya ra yaka II.4, donde
tm …puru• am…abhyatapat, donde abhyatapat ha sido traducido por Max Müller y otros como
«empollado», sin duda con referencia a la idea de una gallina que empolla. Aquí hay implícito algo
como una transformación de la energía en calor por la interposición de una resistencia. Con tapas
puede compararse no sólo el hebreo zimzum, sino también el alemán sude como lo usa Boehme, y
como lo explica Law, a saber, como «un hervor o ebullición… la actividad de las siete
propiedades… en la naturaleza».
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No infrecuentemente, por ej. En B♦had Devat I.69, «Indra y V yu» se cuentan como una
única Persona en esta Trinidad. Sobre Indra, ver pág. 91 sigs.
Por supuesto, debe comprenderse que la «teología» védica tiene en cuenta dos tipos de Trinidad
diferentes, (1º) una Trinidad ontológica, que es análoga al concepto cristiano; y (2º) la Trinidad de
la Trimurti de las Personas distinguidas funcionalmente. Ambas son «ordenamientos» de un Único
Poder, pero hechos desde puntos de vista diferentes. El Universo es triple desde muchos puntos de
vista distintos.
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Ahora, en lo que respecta a las tres Personas de esta Trinidad: ditya es el Sol
Supernal31, la «Persona de Oro» en el Sol, la fuente inmediata de la luz porta-imagen
(sar pa jyoti), consustancial con el Brahman real y sin imagen (am rta, nir bh sa),
que es la Luz verdadera (jyoti), pues «esa Luz es lo mismo que el Sol Supernal»,
Maitri Up. VI.3; el nombre personal es Vi• u, sattva-naturado, pues él mantiene a
las cosas en el ser. V yu, el Viento, es el Sí mismo hipostasiado como el Soplo de
Vida, consustancial con el Brahman, el Spiritus, prâ a, cuyo soplo está en sí mismo,
no suspirado (av ta, g Veda X.129.2), despirado (el nirv ta budista)32; aquí el
nombre personal es Brahm (Praj pati33, etc.), que es rajas-naturado, y que es la
Persona progenitiva, que da a cada existencia su extensión en el espacio. Agni es
aquí específicamente la naturaleza ígnea, llamada a veces la Cólera de Dios, el
devorador y transformador de todas las existencias: cuyo nombre personal es Rudra,
iva, tamas-naturado, pues todo cambio es un morir, una salida de la forma
individual adentro de la noche oscura de la no existencia. Al mismo tiempo esta
Trinidad es un Único Ser, a quien como tal puede aplicársele directamente uno u
otro de estos nombres personales; es decir, las funciones, más bien se describen, que
se dividen entre las Personas. «Aunque separadamente laudados, estos tres Señores
del Mundo son de una única Sí-mismidad y de una única Naturaleza común» (B♦had
Devat I.70-74): esa unidad de los Distintos Ángeles es Agni (g Veda V.3.1); o
cualquier miembro de la Trinidad puede representar a todos, como cuando en g
31
Se comprenderá, por supuesto, que ditya, el Sol Supernal, el Hijo de Aditi, il somme sol de
Petrarca, la somma luce de Dante, no es meramente nuestro sol sideral, sino que brilla como el
primer principio de la Luz y del Tiempo durante los «cien años» de la vida de Brahm -Praj pati, el
único «año» de nuestra Upani•ad. El Sol Supernal es el «Padre de las Luces» en los Tres Mundos.
«Como la Deidad, a saber, la luz divina, es el centro de toda la vida, así también en la manifestación
de Dios, a saber, en la figura (es decir, prat×ka), el sol es el centro de toda la vida», Boehme,
Signatura Rerum IV.8, cf. Maitri Up. VI.30. Como lo expresa Swedenborg, «es evidente que en el
mundo espiritual hay un sol diferente del sol del mundo natural».
32
Nuestra traducción de nirv a, nirv ta, como «despiración», etc., se basa sobre fundamentos
etimológicos, cf. av ta, «sin espiración», y sobre la connotación fundamental. Pero no debe
olvidarse que en el uso posterior, y especialmente budista, lo que se denota es una extinción de la
llama de la vida más bien que una extinción del soplo de la vida. La distinción es más bien lógica
que real, puesto que k ma y prâ a son «movimientos» inseparables, simultáneos igualmente en la
originación y en la cesación. «Deflagración» podría haber sido una traducción mejor para el nirv a
budista, pero el uso de deflagración en física como prácticamente equivalente a conflagración hace
esto difícil. Así pues, las traducciones del nirv a y del parinirv a budistas que han de preferirse,
parecen ser «Extinción» y «Extinción Total», a saber, con referencia a la llama de la vida.
33
«Praj pati» aparece en el g Veda, a saber, en IV.53.2, como un epíteto de Savit♦ en tanto
que el Movedor Universal, y en X.121.10, nuevamente como un epíteto del Sol Supernal.
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Veda I.115.1, al Sol Supernal (S rya) se le llama el Sí mismo del Universo, o a
V yu similarmente en X.168.434.
Prâ a, Spiritus, Pneuma, Vida (el ch’i taoísta, el r islámico) es un nombre
esencial del Sí mismo, como Padre o como Hijo: no como en la teología cristiana,
una Persona distinta, aunque en todos los demás respectos equivalente al «Espíritu
Santo». Cuando procede, por vía de la Voluntad como el principio de la Moción, a
prâ a se lo llama a menudo v ta o v yu, el Viento o el Aire: y en tanto que los
soplos de vida en todas las existencias, el Espíritu deviene múltiple, particularmente
quíntuple (Aitareya ra yaka II.3.3, Taittir×ya Up. 1.7, vetâ♣vatara Up. I.5, etc.).
Prâ a, V yu, V ta, es ese Viento del Espíritu que comienza a soplar en la aurora
de cada ciclo de manifestación: por cuya acción la cristalina superficie de las Aguas
se levanta en olas, de las que cada una refleja el Sol Supernal, creando un Brillo o
contra-brillo múltiple, que es la pintura del mundo. Ese viento de la aurora no se
menciona específicamente en nuestro texto, pero está implícito en la mención del
Espíritu, y cuando se dice que la Tierra deviene desde la espuma de las Aguas35. De
aquí surge uno de los problemas fundamentales de la teología, a saber, «¿Por qué
sopla el viento de la aurora de la creación, y por qué sopla como sopla?». Nosotros
decimos ak mayat, «por la Voluntad de Dios», pero eso es más una descripción que
una respuesta. Pues su Voluntad no es una voluntad arbitraria, un accidente del ser,
como si Él necesitara algo, sino inevitable y esencial: como lo expresa Eckhart, «no
consideres que con Dios es como con un carpintero humano, que trabaja o no trabaja
según elige, que puede hacer o no hacer a su buen placer. Con Dios no es así… Él
debe hacer, lo quiera o no», I.23 y 263, cf. Saddharma Pu∂ ar×ka, XV (prosa),
«el Tath gata hace lo que-debe-hacerse», kartavya⋅ karoti. La idiosincrasia de Dios
es a la vez trabajo eterno y descanso eterno. Dios no puede hacer de otro modo que
lo que hace: pues su omnipotencia no se extiende hasta una capacidad de ser otro que
el que es o menos que el que es, y tampoco puede hacer que lo que ha sido no haya
34
g Veda X.168.4, tm dev n m, bhuvanasya garbha.
Cf. Jaimin×ya Br hma a II.77, «¿Quién es el uno y solo Ángel?. El Espíritu (prâ a)», y
Jaimin×ya Upani• ad Br hma a III.1.1, «Sólo hay un Ángel entero (a saber, V yu), los otros son
sólo semi-Ángeles».
35
Para V yu como el viento de la aurora de la creación ver especialmente g Veda I.134, donde
es evidente que el viento se considera como precediendo a la aurora, puesto que, ciertamente, se le
llama para que despierte a la aurora. Puede agregarse que, en los himnos védicos, «Aurora» (U•as,
etc.) se refiere generalmente a la aurora de un ciclo de manifestación, y no meramente a una aurora
(puesto que las auroras humanas sólo son en la analogía de las auroras cósmicas, de la misma
manera que los años humanos son sólo analogías de los «años» supernales).
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alcanza el Brahman, donde ni el bien ni el mal que pueda haber hecho le afectan»:
allí, escapa del mérito y del demérito, pu ya-p pa, dharmâdharmau.
Similarmente a≡karâc rya, Vedânta S tra II.1.32-35, Comentario, mantiene que
no puede acusarse de injusticia al Brahman, puesto que el Brahman no actúa
independientemente, sino con respecto (s pek• a) al mérito y al demérito
(dharmâdharmau): el Brahman es la causa común del devenir de todas las cosas,
pero no de las distinciones entre ellas, distinciones que se determinan por las
«cambiantes obras inherentes a las respectivas personalidades»37.
Completamente de acuerdo con esto, Santo Tomás, al distinguir entre Destino y
Providencia, dice que es «manifiesto que el destino está en las causas creadas
mismas», Sum. Th. I.Q.116.A.2. Boehme es aún más taxativo: «como es la armonía,
es decir, la forma de la vida en cada cosa, así es también el sonido o el tono de la voz
eterna en ella; en el santo, santo, en el perverso, perverso», y eso lo determina la
turba «que Adam recogió en su imaginación» y que viene al mundo con cada forma
individual del espíritu, «colgada de él» y «por consiguiente, ninguna criatura puede
culpar a su creador, como si él la hiciera mala», Signatura Rerum XVI.6 y 7, y XL
Questions concerning the Soule VIII.14. Compárese también Dante, Paradiso
XVII.37-42, «La contingencia, que no se extiende más allá de la página de vuestro
material, está pintada toda en el aspecto eterno; aunque no toma su necesidad de allí,
de la misma manera que un barco que flota corriente abajo no depende de esa
imagen de él que refleja la corriente».
Todo eso se desprende naturalmente de la conclusión de que ni el bien ni el mal,
como tales, pueden tener ningún lugar en el ser puro: este punto de vista se mantiene
tan constantemente en las Upani•ads, la Bhagavad G×t , y el budismo, que la cita de
un par de pasajes bastará ampliamente. Él, el Brahman, es «otro que lo justo y lo
injusto» (dharmâ-dharmau), y «cuando un mortal ha cercenado lo que es justo
(dharmya) y Le recibe como indimensionado (anu), entonces se regocija», Ka⊇ha
Up. II-13 y 14: «El Señor del mundo no emana ni la agencia ni las acciones, ni la
conjunción de la acción y de la recompensa, sino que lo que opera es la naturaleza de
37
Según las palabras de Blake «El hombre nace como un jardín, ya plantado y sembrado»; o
como las de Jung, «el individuo psicológico… tiene una existencia inconsciente a priori»,
Psychological types, p. 560.
La concepción de Boehme de la única armonía y de sus manifestaciones necesariamente
diversas, tiene su equivalente en la teología de J×l×, donde cada «atributo divino tiene su efecto
( th r) en el que se manifiesta su jam l o su jal l o su kam l», de manera que «el Paraíso es el
espejo del jam l absoluto, y el Infierno es el espejo de su jal l absoluto», Nicholson, Studies… p.
100.
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afecta a todos aquellos que no han logrado ya por la gnosis (jñ na, vidy ) una
emancipación total (ati-mukti), y que no están embarcados en el viaje angélico
(devay na) de la emancipación progresiva (krama mukti), y que así, ni han escapado,
ni están en la vía de escape de la esclavitud a las obras movidas por el deseo (k mya
karma) que son las determinantes del mérito y del demérito (dharmâ-dharmau,
pu ya-p pa). Daremos por sentado también, lo que quizás es menos cierto, que el
retorno (punar vartana, avasarpa a, etc.) se consideraba originalmente como no
teniendo lugar inmediatamente, sino en otro eón, y bajo una nueva dispensación: ya
fuera en otro manvantara, o yuga, o kalpa, o incluso en otro para, con la
resurrección del caballo cósmico, a saber, el nacimiento de otro Brahm -Praj pati40.
Lo que nos interesa aquí principalmente es este último retorno y resurrección.
Admitidas las anteriores premisas, es abundantemente evidente que Brahm -
Praj pati, Puru•a, el Hijo, el Primer Sacrificador, el Caballo Cósmico y Árbol de la
Vida, en la medida en que existen en los Tres Mundos, no podían haberse
considerado como exentos de la ley universal de la causalidad latente, p rva o
ad♦•⊇a karma. Las obras de Praj pati, sus sacrificios (yajña) gemelos, son
preeminentemente k mya, movidos por el deseo: «Praj pati, deseando hijos (praj -
k mya), sacrificó», atapatha Br hma a II.4.4.1. De hecho, Praj pati se comporta
como un Patriarca (pit♦), y como tal, para él no puede imaginarse ninguna otra vía o
viaje que el de los Patriarcas, a saber, el pit♦y na. La deidad inviste así la mortalidad
con todas sus consecuencias: de aquí que en la B♦had ra yaka Up. II.3.1, al
Brahman en una semejanza (m rta) se lo llame justamente mortal, martya; sus «cien
uniformemente, repetidamente a través del tiempo. Además, como la creación (el sacrificio) es sin
comienzo ni fin, así también la Ley es sin comienzo ni fin.
40
Maestro Eckhart I.379, «Algo está suspendido de la esencia divina; su progresión es materia,
en la cual el alma viste formas nuevas y se desviste las viejas. El cambio de una a otra es su muerte:
la que se desviste, a ella muere; y la que se viste, en ella vive», presenta una notable semejanza a
Bhagavad G×t II.22, «Como un hombre se quita sus vestidos usados, y se pone otros nuevos, así el
ser incorporado, quitándose los cuerpos usados, entra en otros nuevos». Yo no infiero que el
Maestro Eckhart esté hablando de reencarnación, en el sentido aceptado de la palabra, sino más bien
que está refiriéndose a un progreso en la sabiduría del Sí mismo individual, como en la
B♦had ra yaka Up. IV.4.4, «justamente así este Sí mismo, abatiendo este cuerpo y arrojando su
ignorancia, se hace por sí mismo otro más nuevo y de forma más hermosa, tal como el de los
Patriarcas, los Cantores, los Ángeles, Praj pati, Brahm , u otros seres vivos». Tanto este pasaje,
como el citado de la Bhagavad G×t , no deben comprenderse como significando una reencarnación
del individuo, sino la reencarnación continua del Espíritu, en formas determinadas causalmente por
los actos pasados, y heredadas así, no por los mismos individuos, sino por otros. De la misma
manera que nosotros invocamos nombres tales como los genes o el plasma germinal para explicar el
carácter y las especies.
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años» son todo el tiempo, pero no lo que es sin tiempo41. Esa concepción de su
mortalidad también la ratifica el Maestro Eckhart, «Dios viene y va… Dios expira»,
«antes de que las criaturas fueran, Dios no era Dios», «al juntarse todas las Personas
dentro de su naturaleza se desvanecen en el oscuro silencio de su ser interior», I.143,
218, 469, «ellos devienen uno», Aitareya ra yaka II.3.8, «donde toda existencia
deviene de un único nido», Mah nâr ya a Up. II.3.
Así pues, en tanto que42 la Deidad está en el mundo, está atado por las Obras,
puesto que, por muy recta (dharmya) que sea su Voluntad o su Providencia, siendo
comparable a la «voluntad ordinaria» basada en la predilección, no es una Voluntad
libre: en tanto que taspati o Dharmar ja, la Deidad no está todavía por encima de
la Ley, no es todavía in-justo43. El libre albedrío, en nuestro sentido de las palabras,
representa una contradicción en los términos: como lo expresa la Upani•ad, citada
arriba, y como el budista lo siente también intensamente, las existencias son
dependientes (upaj×vanti), es decir, son esclavas, de sus deseos, y esto es igualmente
válido para los deseos buenos y para los deseos malos, igualmente válido para el
hombre y para el Dios encarnado. El libre albedrío del hombre consiste sólo en una
libertad para no querer, en una libertad para volver al centro de su ser, para
41
Así pues, hay un daivya parimara = Götterdämmerung, Kau•×taki Up. I.12.
42
Éste «en tanto que» es doctrinalmente un punto importante. Pues tanto el panteísmo como la
«religión natural» están excluidos igualmente de los Vedas y del cristianismo. En primer lugar,
porque esa infinitud es inconmensurable con la totalidad de las cosas finitas. Y también
explícitamente, pues «Sólo un cuarto de él nace aquí», g Veda X.90.4; «El Cielo y la Tierra no han
medido, ni miden, su omnipotencia», ídem III.82.37; «Tú permaneces más allá de todas las cosas,
más allá de los distintos mundos», ídem I.81.5 y I.102.8; «del brillante poder que penetra el cielo, no
es sino una parte», Maitri Up. VI.35; «no Yo en ellos, sino ellos en Mí», na tvaha⋅ tesu te mayi,
Bhagavad G×t VII.12, «Yo soy existente sólo en una fracción», aham…ekâ⋅♣ena sthita , ídem
X.42. «Dios se saborea a sí mismo en todas las cosas… y, sin embargo, no pierde nada de su
esplendor», Maestro Eckhart I.143; «de eso también es la creación, pero no en la omnipotencia y el
poder, sino como una manzana que crece en el árbol, la cual no es el árbol mismo, pero crece del
poder del árbol», Boehme, Signatura Rerum XVI.1; «Contempla ahora la altura y la anchura del
Valor eterno, que tantos espejos se ha hecho donde se refleja a sí mismo, permaneciendo uno en sí
mismo, como era antes», Dante, Paradiso XXIX, 142-145.
En general, la noción de «panteísmo», cuando se lee dentro de una doctrina, surge de una
confusión de la unidad que es una en sí misma, con la totalidad meramente colectiva de todas las
cosas.
43
«Todos los males y aflicciones así como todos los tipos de felicidad del hombre… se
distribuyen según la justicia», Maimónides, Guide for the Perplexed, III.17. Ser misericordioso es
ser injusto: «¿Acaso tienen misericordia las estaciones, la gravitación, los días señalados? —no más
que yo», Whitman, Chanting the Square Deific.
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44
Esa absorción en Sí mismo es su conocimiento de Sí mismo, como si fuera un maithuna, un
conocimiento carnal, de la Sabiduría, de v c: es la «causa» del devenir del mundo, pues lo que es
«concepto» ahí es una cosa engendrada, una cosa que procede, según la manera de las cosas
«concebidas».
45
a≡karâc rya, Svâtmanir pana 95. El concepto de una pintura del mundo está implícito en g
Veda I.164.44, vi♣vam abhica•⊇e.
46
Cf. también J×l×, como lo cita Nicholson, Studies… p. 113: «All h creó a Adam en su propia
imagen… y Adam era uno de los teatros en los que yo me exhibía en mí mismo», e ídem, 108, «Yo
soy ese todo, y el todo es mi teatro». Sobre la l×l india, ver a≡karâc rya sobre Vedânta S tra
II.1.33.
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de quien se habla a menudo como el «Amigo» del hombre, pues este Agni terrestre es el Hijo o la
forma manifestada de Varu a mismo; en el único himno dedicado sólo a Mitra, Mitra es el Portavoz
(bhuv na ), el Ojo omnividente en el mundo (animi• abhica•⊇e, cf. el Buddha como cakkhu⋅
loke, D×gha Nik ya II.158), el denominador común de todos los hombres porque los «une»
(y tayati), y el que sostiene (dadh ra askambhayat) el cielo y la tierra. El hecho de que Mitra se
considere comúnmente como un aspecto celestial, es decir, solar, como también ocurre en el Avesta,
aunque se describa como terrestre en g Veda III.59, no representa ninguna dificultad; pues el
nacimiento dual (dvijanma) de Agni es en el cielo y en la tierra (dy v -p♦thiv×ya), a la vez arriba y
aquí abajo, y los dos fuegos son «un único Ángel», como en nuestro texto (ver pág. 47); de la misma
manera que en la fraseología cristiana, «Yo y mi Padre somos Uno», donde el Hijo es también el Sol
(ver pág. 49, y cf., notas 10 y 48).
49
En este sentido todo el ritual puede considerarse como «un Misterio y una Mimesis», y la
cuestión de si un himno védico particular debe considerarse como «dramático» o no pierde su
significado.
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50
«Este Brahman eterno es a la vez la Palabra Imperecedera (ak• ara) y la Palabra que puede
hablarse (v cya)», B♦had Devat I.62. La Pronunciación (vy h♦ti) se examina más abajo, nota 62.
Bh n = Fiat Lux.
51
Es decir, lo que puede llamarse en griego, el «Eniautos-Daimon».
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como el vehículo del Espíritu, prâ a, pues «es prâ a, ciertamente el Sí mismo como
Inteligencia pura, el que sujeta y anima a la carne», Kau•×taki Up. III.3: esto se
acerca mucho al punto de vista cristiano, «la formación del cuerpo tomado por el
Hijo se atribuye al Espíritu Santo… de la misma manera que el poder del alma que
está en el semen, por medio del espíritu encerrado en él, da forma al cuerpo en la
generación de otros hombres», Santo Tomás, Sum. Th. III.Q.32.A.154a .
O bien las Personas de la Trinidad se nombran correctamente: aunque no es una
relación «real», sino sólo una relación posible de las Personas en la Deidad,
antecedente a la procesión, solus ante principium, toda la tradición está de acuerdo
en que la noción de generación, tomada de nuestro conocimiento de las cosas vivas,
es apropiada analógicamente con respecto al Hijo55. Ahora bien, la congruencia
requiere la diversidad de sexo en los principios conjuntos invocados: como ello es
explícito en nuestra Upani•ad I.5.7, «El Padre es el Intelecto (manas), la Madre es la
Sabiduría (v c), y el Hijo es el Espíritu (prâ a)»56. La Sabiduría, v c, es justamente
femenina en el pensamiento védico, pues Ella es la naturaleza divina, las Aguas en
tanto que anteceden a su contra-brillo, m la-prak♦ti, la oscuridad indiferenciada, la
Divinidad pasiva: no distinta del Padre en la Unidad, pero distinguida de Él en el
acto de generación eterno, como el mar se distingue del sol. Así pues, la Madre es la
54a
Sobre la significación de engendrar a un hijo, ver Aitareya Br hma a VII.13 (HOS., Vol. 25,
pp. 299, 300).
55
Por ejemplo, «el habla de Dios es su parto», San Agustín; «A la Palabra que procede se le
llama apropiadamente engendrada e Hijo… concepción y nacimiento», Santo Tomás de Aquino,
Sum. Th. I.Q.27.A.2. Solus ante principium = p r a apravartin, Kau•×taki Up. IV.5.
56
También B♦had ra yaka Up. I.4.17, prâ a praj ; y Taittir×ya Up. I.3.3.
Traducir v c congruentemente por una y la misma palabra inglesa [o española] sería imposible.
Debe reconocerse claramente una distinción entre V c, sinónimo de Sarasvat× en g Veda I.3.12, y
que representa un aspecto de M y , Prak♦ti, akti, y Omnipotencia, y v c, «palabra» o «lenguaje».
En el comienzo, como principio conjunto del Intelecto, V c es Sophia, la Sabiduría de Dante: «en
altísima alabanza de la Sabiduría, digo que ella es la madre de todos los principios primeros,
afirmando que ella estaba con Dios cuando en el comienzo Dios hizo el mundo, y especialmente el
movimiento del cielo que engendra todas las cosas, movimiento por el que todo otro movimiento se
origina y se mueve; y al agregar, “ella era el pensamiento de El que pone en moción el universo”,
entiendo que ella estaba en el pensamiento divino, que es verdadero intelecto, cuando Él hizo el
mundo. De donde se sigue que ella lo hizo; y por consiguiente, Salomón, en el libro de los
Proverbios, dice así hablando en la persona de la Sabiduría, “Cuando Dios preparó los cielos, yo
estaba allí, cuando hendió las profundidades con una ley fija y con un círculo fijo, cuando estableció
el firmamento arriba, cuando suspendió de lo alto las fuentes de las aguas, cuando circundó el mar
con su frontera, y estableció un decreto para que las aguas no traspasaran sus bordes, cuando sentó
los cimientos de la tierra, yo estaba con Él disponiendo todas las cosas, y tenía mi placer cada día”»,
Convivio III.15; cf. g Veda X.71 y X.95.
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se distinguen por sus naturalezas (los gu as característicos son tamas, sattva y
rajas); los nombres son esenciales y las relaciones son mutuas y reversibles, de
manera que dos cualesquiera pueden considerarse como aspectos o emanaciones del
primero, pues no hay ningún orden de manifestación lógico. En el otro ordenamiento
(a saber, el Sol Supernal y las Aguas —o el Cielo y la Tierra— y Agni Vai♣v nara o
yus; iva, akti, Kum ra; Manas, V c, Prâ a, etc.), las Personas se distinguen por
relaciones naturalmente progenitivas, es decir, en tanto que Padre, Madre e Hijo: los
nombres toman un carácter más personal, y hay un orden de procesión lógico. Las
Trinidades cristiana e india sólo pueden compararse adecuadamente cuando se
comprende que mientras que el Padre, el Hijo y Espíritu Santo cristianos
corresponden directamente a ditya, Agni Vai♣v nara, y V yu (pues la procesión es
a modo de pronunciación o de espiración, y no una generación), el Padre y el Hijo,
cuando se habla del Hijo como engendrado por generación desde «principios
conjuntos» (Santo Tomás, Sum. Th. I.Q.27.A.), o como «su comprensión de Sí
mismo [del Padre]», corresponden también a Manas y Prâ a, y a Agni y Agni
Vai♣v nara («nacido de las Aguas» o «nacido de la Tierra», y cuya naturaleza es
ejemplaria). Así pues, en la formulación cristiana, cuando el Hijo se considera como
natural y engendrado, falta esa Persona que sería la segunda de los «principios
conjuntos», principios que no pueden ser otros que su Esencia y su Naturaleza; en el
ordenamiento de Dios cristiano, no se reconoce como una Persona a ninguna
«Sabiduría» o «Naturaleza», que corresponda a V c o Prak♦ti. Es cierto que Cristo
inviste la naturaleza corporal de —«es naturado por»— la Virgen María, y que, por
consiguiente, a ella se le llama la «Madre de Dios», pero eso no es con respecto a su
procesión eterna, sino sólo con respecto al accidente de su nacimiento en Galilea.
Abstraído de la generación temporal, Cristo es sin madre. Así pues, sólo en efecto y
tácitamente, cuando no bajo protesta, con la Asunción y Coronación de la Virgen, y
con la Mariolatría en general, se restaura a su numinoso trono nupcial, a esa Madre
Naturaleza, Sabiduría, natura naturans, Prak♦ti, V c, M y .
Esto se hace explícito cuando el Maestro Eckhart dice que «es Dios quien tiene el
tesoro y la esposa en él», I.381, «la Divinidad retoza con la Palabra», I.388, «del
abrazo del Padre a su propia naturaleza viene la actividad eterna del Hijo», I.148,
«donde la comprensión personal guarda su unidad de naturaleza y tiene intercurso
con ella, allí la naturaleza del Padre tiene nombres maternales y hace el trabajo de la
madre, pues es exclusivamente el trabajo de la madre recibir la semilla de la Palabra
eterna», y a la luz divina «María ha estado siempre, pariendo a su divino hijo»,
I.404, como se sigue naturalmente si aceptamos que el nacimiento de Cristo es
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eterno59. Aquí, nada contradice que el Espíritu sea la espiración común, el amor
común y la consideración mutua de las tres Personas.
Con nuestra Upani•ad I.1.2, tasya samudre yoni , «su matriz está en el mar»,
puede compararse San Agustín, Sermonae 124, processit…de utero virginali; las
palabras del maestro Eckhart «en la cámara desnuda del corazón virgen, de su vaso
de elección, María… del caos emergió una brillante alma espiritual», I. 463, 464; y
las de Petrarca, Vergine bella, che di sol vestita, coronata di stelle, al sommo sole
piacesti si che’n te sua luce ascose, «…al Sol Supernal apareciste tan bella, que en ti
ocultó su Luz», lo que constituye un notable paralelo con muchos pasajes védicos en
los que se representa a los Ángeles buscando al Sol o al Fuego oculto, y
encontrándolo reflejado o nacido en las Aguas. Igualmente Dante, «Virgen Madre,
hija de tu Hijo… meta fijada del consejo eterno… en tu vientre se encendió el amor,
por cuyo calor, en la paz eterna, germinó esta flor», Paradiso XXXIII. Una ideología
«tántrica» de este tipo, se desarrolla característicamente en la concepción gnóstica de
Sophia como un Eón primordial, y especialmente en el gnosticismo valentiniano,
donde el Propater Bythos tiene como su «♣akti» a Ennoia, «Pensamiento», o Sige,
«Silencio», de quien son engendrados Nous y Aletheia como los primeros principios
de la manifestación. Finalmente, puede observarse que en el lenguaje sistemático del
B♦had Devat y del Nirukta, al Padre se le llamaría una divinidad celestial, a la
Madre una divinidad chtónica, y al Hijo una divinidad aérea.
«Durante tanto como dura el año»: ese largo tiempo sería lo mismo que la
«noche» del sueño profundo del Brahman, en tanto que se distingue del «día» o del
«año» siguiente de la vigilia del Brahman, durante el cual el caballo corre libre,
como se explica en la séptima estrofa. Cf. M nava Dharma♣ stra, I.12, tasmina∂ e
sa bhagavânu• itv parivatsaram.
«El Año es Praj pati», Maitri Up. I.5.14: «Ciertamente, el Año es Praj pati, es el
Tiempo (k la)60, el lugar de anidada (n×∂a) del Brahman, del Sí mismo… este
Tiempo formal es el gran océano de las existencias engendradas (praj )… es la
totalidad de este universo de aquí, y es también cualquier felicidad o aflicción que
puede verse en él… el que ofrece e igualmente el que recibe las ofrendas… Vi• u,
59
El Maestro Eckhart habla de los «nombres maternales» de Dios en dos sentidos diferentes:
cuando le llama la «Madre de todas las cosas», eso no es en el sentido presente de «madre natural»,
sino en el sentido de que «él permanece en todas las criaturas para mantenerlas en el ser», I.1427.
En los términos indios, eso sería en su Persona como Vi• u, o como en nuestro texto, 7, donde él
«recuerda» (manyata) todas las existencias mientras dura el tiempo: en la fraseología científica, eso
es la «conservación de la energía», cf. nota 75.
60
K la, nuestro «Padre Tiempo», pero aquí esencialmente, no como ahora sólo alegóricamente.
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Praj pati», Maitri Up. VI.15-16, «pues el Brahman tiene dos formas, a saber, el
Tiempo (k la) y lo Sin Tiempo (ak la)», ídem.
Es decir, mientras el Hijo «permanece dentro como esencia y sale fuera como
Persona… las cosas fluyen fuera finitas dentro del tiempo mientras moran infinitas
en la eternidad… en esta imagen, todo es Dios; lo amargo y lo dulce, lo bueno y lo
malo, todo es uno es esta imagen», Maestro Eckhart I.271, 285, 286.
«La Muerte suspiró por él»61, es decir, por el Año recién nacido, pues ahora Dios
ha investido la mortalidad, nir♦tim vive♣a, g Veda I.164.32: la existencia, la vida,
es una modalidad del ser que está sujeta naturalmente a la mortalidad, «cierta es la
muerte para el nacido, cierto es el nacimiento para el muerto», Bhagavad G×t II.27;
cf. la visión de la Deidad como el Tiempo que todo lo devora, cap. XI.
«Él dio un grito»: a saber, «el nombre oculto con el que tú engendraste todo lo
que es y será», g Veda X.55.2, cuyo sonido (v c) es ciertamente su Palabra (v c),
B♦had ra yaka Up. I.1.1. Cf. g Veda I.163.1, «Tu gran nacimiento del Pleroma
(purוa) y del mar (samudra), oh Caballo, es para ser magnificado, porque tú
relinchaste (arkanda) como primer nacido, tú, de quien son las alas del halcón y los
miembros del ciervo»; y Taittir×ya Sa⋅ hit IV.2.8, «Cuando al principio tú gritaste
al nacer, al surgir del mar, de la espuma, que es tu afamado nacimiento, oh Caballo».
«En el comienzo este (Universo) era no pronunciado (avy h♦ta)» Maitri Up. VI.6;
pero por esa pronunciación (vy h♦ti) de Praj pati, en la que todas las cosas se llaman
por sus nombres esenciales62, se emitió su existencia (as♦gram)63, «pues todas estas
61
Representada en la iconografía posterior por los demonios Madhu y Kai⊇abha, que amenazan
a Brahm , sedente en el loto y nacido del ombligo de N râyana.
62
La pronunciación, vy h♦ti, es la de los Tres Mundos, como se explica en la Maitri Up. VI.6;
donde estos mundos, este universo, es el cuerpo (tanu, ♣ar×ra) de Praj pati, el Caballo, el Árbol, la
Rueda, la Danza de iva.
El análisis del nombre o de la pronunciación singular en sus aspectos múltiples es la función
cocreativa del genio poético, de la imaginación, o de la profecía, que se expresan primariamente en
los cantos sacrificiales. Cf. «Oh B♦haspati, cuando, llamando a las cosas por su nombres, (los
Profetas) invistieron la cabeza y la frente de la Sabiduría (v c), entonces, lo que era mejor y sin
fisura en ellos, lo oculto en lo más interior (guh ) de ellos, por su amor (preman), eso sacaron a la
luz… por medio del Intelecto (manas), ellos trataron con la Sabiduría (v c)», de donde se dice que
«por medio del Sacrificio, ellos encontraron las huellas de la Sabiduría, alojadas dentro de los
Profetas (♦•i)», g Veda X.71.3: pues «A quien yo (es decir, la Sabiduría, v c) amo, yo le hago
fuerte, brahman, Profeta, y verdaderamente sabio», ídem X.125.5. Al acceso a esta Sabiduría
inefable en lo más interior, se le llama visión y audición (—d♦♣y —♣ru), ídem X.71.4, y de aquí la
designación posterior del Veda como ♣ruti, «lo que ha sido escuchado».
63
S♦•⊇i, as♦jata, as♦gram, etc., no debe traducirse como «creación» ni «creado». Pues aunque
s♦j puede denotar lo mismo que k♦, la connotación es completamente diferente, a saber, en el primer
caso «derramar», «emanar», y en el segundo «hacer», «crear», «dar forma». Así pues, s♦j y k♦ son
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G×t XI.32, k lo’mi… lok nsam hartum iha prav♦tta , «Yo procedo como el
Tiempo, para la destrucción de los mundos», y g Veda I.164.44, «uno de estos
(Agni) siega al final del año».
En cuanto a la «Libertad», adititva, de Aditi: éste es el significado fundamental
del nombre Aditi, la antigua Diosa-Madre, el poder femenino supremo en los Vedas
(e.g., g Veda I.89.10), la segunda Persona de la Trinidad, Mah dev× y akti en los
textos más recientes. Aditi es la madre-cónyuge de Varu a, quien, en tanto que
brotado de Ella, aunque no por generación, es pre-eminentemente ditya, Hijo de lo
Infinito, y Sol Supernal: Aditi es la Madre-Naturaleza, lo mismo que Vir j, «Luz-
que nuestros términos, que denotan el este y el oeste aquí, significan Superior e Inferior allí. Uttara
es el superlativo de ud, «arriba».
Se sigue también que uttara y dak• i a, respectivamente «septentrional» y «meridional» aquí
significan «Superior» e «Inferior» allí. Así pues, si la boca de la Yegua es dak• i a, la boca del
Caballo debe ser uttara. Eso no sólo arroja luz sobre el uso de estos términos en relación con el
devay na y el pit♦y na, sino que muestra que uttara yuga en g Veda X.72.1 = p rva yuga en g
Veda 72.9, y que ambos implican el parama vyoman, el Empíreo supracelestial. Similarmente, en el
g Veda X.90.5, pa♣c d pura es a la vez «de este a oeste», y «desde el cenit al nadir»: Su cuerpo
se extiende necesariamente desde las Aguas Superiores hasta las Aguas Inferiores, pues toda la
existencia está contenida en el espacio intermediario (antarik• a), y ya hemos deducido que su
cabeza está arriba, y esto también es evidente porque su ojo es el Sol Supernal.
P rva, por contraste con ap rva, «latente», tiene también el sentido de «inmediato», es decir,
«dentro de vosotros», cf. brahma⋅ nihitam guh ya⋅ parame vyoman, Taittir×ya Up. II.1, cf.
«cuando digo el altísimo quiero decir el interiorísimo», Maestro Eckhart I.164. Así Dak•i am rti,
«Aquel cuyo aspecto está vuelto hacia el sur», y a quien se considera por lo tanto como mirando
desde el norte, implica también «Aquel que mira desde arriba hacia abajo» y «Aquel que mira desde
dentro hacia fuera». Cf. también Mu∂ aka Up. II.2.21, donde, nuevamente, «de oeste a este» y «de
sur a norte» son lo mismo que «de abajo a arriba»; y Atharva Veda VIII.9.8, pa♣c t, «desde dentro».
De hecho, todo esto es mucho más una psicología del espacio que una cosmología: desde lo
Superior a lo Inferior es desde lo Interior a lo Exterior, desde el sujeto conocedor al objeto
conocido, desde el centro a la llanta de la Rueda del Mundo. La «espalda» o la «superficie» de las
Aguas no debe comprenderse tampoco literalmente como una plano efectivamente horizontal u
orientado de cualquier otra manera, pues las Aguas son todas las posibilidades de existencia en
cualquier plano, que penetran el espacio sin medida en el loto del corazón. La prueba positiva de
que la «cosmología» es una psicología, puede encontrarse en la Ch ndogya Up. III.10.11, donde
depende enteramente de la propia condición espiritual de uno, que el sol salga en el este, en el sur,
en el oeste, o en el norte, hasta que para los S dhyas sale en el cenit y se poner en el nadir; y,
finalmente, «para aquellos que conocen la verdad esencial (upani• ad) del Brahman, el Sol Supernal,
salido en el cenit, permanece ahí en el medio, y ya no se pone ni sale (na nimloca nôdiy ya), sino
que está siempre en su pleno mediodía (sak♦d div )», e ídem VIII.4.2, «siempre iluminado (sak♦d
vibhata ), así es este mundo de Brahma». El mismo punto de vista se indica precisamente en el
Aitareya Br hma a III.44, «ciertamente él nunca se pone; el que le conoce así, alcanza la unión con
él y la identidad de forma y de mundo con él». Cf. Maestro Eckhart I.86, «el alma asciende en esta
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Soberana», de quien todas las cosas «maman» sus virtudes específicas y su operación
propia, Atharva Veda VII.1, VIII.9-10, y IX.1: es V c, los medios de pronunciación:
es pa , las Aguas, todas las posibilidades de existencia, i-limitada (a-diti) por
condicionamientos particulares: es Mah m y , la Magia de Boehme, «una madre en
los tres mundos, y hace cada cosa según el modelo de la intención de esa cosa… una
creadora acorde con la comprensión, y que se presta tanto al bien como al mal… el
terreno y el soporte de todas las cosas», Sex Puncta Mystica V.II y 20: es el «Tao»,
en tanto que la «Madre de todas las cosas», Tao Tê Ching I.1. «Contenida en el
Padre como naturaleza… por cuyo motivo él es omnipotente… pues la Divinidad
luz adentro del espacio, hasta el cenit del pleno mediodía, donde la luz de la mañana es Dios, la luz
de la tarde la Naturaleza, y el mediodía la luz de su identidad»; Ruysbroeck, «Cuando Cristo, el Sol
Divino, ha subido al cenit de nuestros corazones… entonces… Él atraerá a todas las cosas hacia Sí
mismo». E igualmente en la teología islámica, el ojo (hamm) del corazón (qalb = h♦d) está
orientado diferentemente en los hombres de grado espiritual diferente, pero el corazón del
Comprehensor no tiene frente ni espalda, «estos hombres presencian con todo su ser la totalidad de
los nombres y atributos Divinos y son con Dios esencialmente», Nicholson, Studies… p. 114, nota 3.
Cf. Boehme, Signatura Rerum VII.38, «¿Quieres ser un mago?. Entonces debes comprender como
cambiar la noche nuevamente en día».
Por otra parte, lo que se llama el «punto de vista ordinario» de los Br hma as, a saber, que el
Sol nace del Fuego, y que se pone en el Fuego, e.g. Aitareya Br hma a VIII.28, se refiere a la
Procesión y a la Recesión del Sol Supernal como uno de los Distintos Ángeles de la Trinidad, como
en B♦had ra yaka Up. I.2.2 y 3. Nuevamente, en g Veda I.35.3, donde Savit♦ se mueve «por la
altura y por la profundidad» (pravat , utyavat ), donde viene «aquí desde lejos» (durit ), donde no
ilumina sólo la tierra, sino todos los mundos, y donde se le llama el eje en que se sostienen los
ángeles, lo que se entiende no es ciertamente el Sol físico, sino el Sol Supernal «cuyas vías son
dobles, una interior y otra exterior», como en Maitri Up. VI.1, traducida abajo. Todas estas salidas y
puestas tienen lugar antarbh tasya khe, h♦dayâk♣ e, es decir, «dentro de vosotros», «en el espacio
del corazón», que es al mismo tiempo «en las Aguas», «en el Mar» (g Veda IV.58.1, samudre h♦di,
cf., Ch ndogya Up. VIII.1.3, «todo lo que hay aquí esta contenido dentro»); y todos los esfuerzos
(e.g., Speyers en J.R.A.S., 1906, 723 sigs.) para interpretarlo «científicamente» yerran el blanco: la
«ciencia» aquí no es astronómica, sino psicológica y ontológica. Nada puede ser menos científico
que asumir en los liturgistas védicos un interés en los hechos naturales como pueda ser el nuestro.
Por el mismo precio, se podría intentar explicar también los órdenes estilísticos del arte asiático en
los términos de una «observación de la naturaleza» más o menos exacta.
Un problema precisamente análogo se presenta en la «cosmología» china, cf. L. de Saussure, La
série septénaire, cosmologique et planétaire, Journ. Asiatique, XXIV, 1924, pp. 333 sigs., esp. Pág.
335, «El levante y el occidente representan también el nacimiento y la muerte, el yang y el yin,
como lo hacen igualmente el sur y el norte». Con la «cosmología» de la Ch ndogya Up. III.1-11,
cf., la «Circulación de la Luz… según su propia ley» de Lü Tzü (Wilhelm and Jung, Secret of the
Golden Flower, p. 57). Aquí, como ocurre en la India, hay un simbolismo metafísico que se basa en
los movimientos diurno y anual del sol, pero con la diferencia de que en la China el norte
corresponde a la naturaleza, y el sur a la esencia. Ver también el Apéndice.
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tiene todas las cosas como posibilidad… (y) fluye en las criaturas. Da a cada criatura
tanto como la criatura puede acoger; a las piedras su existencia, a los árboles su
crecimiento, a los pájaros su vuelo, a los animales sus placeres, a los ángeles la razón
(? sc. intelecto), al hombre la naturaleza libre (sc. el libre albedrío)», Maestro
Eckhart I.371-372: es decir, da a cada existencia su virtud e idiosincrasia propia.
Así pues, el Brahman nirgu a, el Brahman am rta, son lo mismo que Aditi,
Vir j, y las Aguas; y la Bhagavad G×t está completamente de acuerdo con la
tradición védica cuando declara «Mi matriz (yoni) es el Gran (mahat = para =
nirgu a) Brahman; en él deposito el germen (garbha), de donde viene el devenir
(sa⋅ bhava) de todas las existencias», XIV.3; y también, cuando K♦•a, después de
enumerar los elementos de la naturaleza material, agrega, «Esa es mi Naturaleza
(prak♦ti) empírica (apara). Conoce mi Naturaleza (prak♦ti) trascendental (para)
como otra (anya), como los elementos de la vida (jiva-) por los que el universo se
mantiene en el ser (dh rayate), sabe que esto es la matriz (yoni) de todas las
existencias», VII.5 y 6. De la misma manera que en B♦had ra yaka Up. I.1.2,
encontramos • amudro yoni, que corresponde a Mu∂ aka Up. III.1.3, brahma-yoni,
respectivamente «cuya matriz es el mar» y «cuya matriz es el (para-) Brahman». La
exposición por parte de K♦•a de sus dos «naturalezas» es perfectamente «correcta»
(pramiti)66. Para y apara prak♦ti son lo mismo que las Aguas Superiores (parast t)
e Inferiores (avast t) de g Veda III.2.3, etc.; que los «dos mares» de Varu a67, que
66
Así pues, ninguna «extraña fatalidad» ha «vencido aquí al Brahman upanisádico», como creía
el profesor Edgerton, The Bhagavad Gita, 1925, p. 53.
67
Con respecto a para y apara, y sus equivalentes, ver pág. 27. En nuestra Upani•ad I.1.2, a
cada una de las dos Aguas, a saber, p rva y apara samudrau, se le llama una «omnipotencia»,
mahim (femenino), lo que constituye un paralelo muy estrecho al «por cuyo motivo él es
omnipotente» del Maestro Eckhart I.371, citado arriba. Eso no excluye en modo alguno la
interpretación de mahim como «vaso sacrificial» también, cf. el doble significado de dhi• a , a
menudo en el dual dhi• a e: para lo cual ver el admirable panfleto de Johansson, Die altindische
Göttin Dhisa und Verwandtes, Uppsala, 1910. Cf. g Veda III.45.3, «Como aguas profundas,
como ganado, tú haces crecer (pu• yati) tu voluntad (kratum)», y X.75.1, donde «el artesano, en la
sede de Vivasvant, contará, oh vosotras, Aguas, vuestra incomparable omnipotencia (mahim nam
uttamam)». De aquí también la designación de los «Ríos» como revat×, «ríos de plenitud», X.19.1,
etc.
Con toda probabilidad, la concha y el loto eran originalmente símbolos de las dos Aguas: esto
explicaría su asociación, como fuentes de riqueza inagotable, con el a♣vattha, en el caso del capitel
bien conocido de Besnagar (ver mi Yak• as II, lám. I, derecha): y su supervivencia como los
principales «tesoros» (nidhi) de Kubera, Dhanapati, en quien se conservan tan claramente los
elementos progenitivos y plutocráticos del carácter de Varu a.
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son sus «vientres» o «matrices», udara, kuk• i 68, Atharva Veda IV.16.3; que las «dos
tetas» de Aditi, Madre y Flagelo de Miel, que «manan refresco»,vida, ídem IX.1.7.
Él, es decir, el Año, Praj pati, el Hijo. «Otro sacrificio» implica un sacrificio
anterior: que fue la primera procesión o efusión dentro de la existencia, a saber, la
investidura de la naturaleza personal (pauru• ya), y de la mortalidad. Pues toda
pronunciación es una incontinencia: «emitir» es «morir», y al investir la existencia,
Dios inviste la mortalidad: en eso consiste la «debilidad» del Rey Pescador, el
significado del «mito» del Grial.
Para utkram se usa «salir», algo así como en nuestra «salida del espíritu»
coloquial. Ya sea con respecto a la muerte natural, voluntaria y sacrificial como aquí
en nuestro texto, o involuntaria como en nuestra Upani•ad III.2.11-12, y Kau•×taki
Up. I.2.12-1569: o ya sea en conexión con la avatara a, a saber, la «aparición en el
escenario de la vida» de un avat ra, que es a la vez un descenso70 desde el cielo a la
tierra y una muerte en el cielo, «Su salida de allí es su entrada aquí», Maestro
68
Así, en las deidades progenitivas, especialmente Varu a, Brahm , Kubera, y Ga apati, y
también en el caso del Patriarca y Profeta Agastya (que es gemelo de Vasi•⊇ha, y como él
probablemente = Praj pati), el gran vientre es un símbolo de preñez: tales tipos incorporan
simultáneamente los poderes chtónicos (femeninos) y celestiales (masculinos). Cuando a Prak♦ti no
se la representa así, como Ella es en él, nityayutau, sino como Ella es en sí misma, ayuta, a saber, en
una forma completamente femenina, entonces la promesa de sus infinitas maternidades se revela
más explícitamente en sus pesados pechos y en sus anchas caderas, que se cantan en sus letanías y
que se ven en sus imágenes desde los tiempos prehistóricos hasta el presente día. Indicaciones claras
de la preñez se reconocen similarmente en la iconografía de la Mariolatría medieval.
68a
Sobre la relación entre el Intelecto (manas) y la vida del cuerpo, ver g Veda X.58, una
encantación que se emplea para hacer volver al Intelecto de un hombre a punto de morir «para que
vivas y mores aquí».
69
Aquí a los poderes del alma se les llama «ángeles», y todos éstos, al dejar (utkram) el cuerpo
al morir, junto con los cinco soplos (prâ a), retornan a su fuente.
La raíz kram puede usarse en relación con cualquier cambio de estado («todo cambio es un
morir»); no sólo con respecto a la procesión, sino también con respecto a la recesión, como en
Maitri Up. VI.30, donde atikramya se usa con respecto a la ascensión desde el Brahmaloka al
«estado final», parama gati.
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Eckhart I.132, «Al caer dentro del tiempo, mueren y se desvanecen», ídem 244. El
equivalente técnico de (ut-) krama (= kramôdaya, prasara a) es «procesión», con
respecto a avatara a: como cuando tejas, la Energía Ígnea, procede (utkramya) en el
Árbol de la Vida, cuando se abre en el espacio, Maitri Up. VII.11, o como cuando el
Gran Yak•a que yace sobre la espalda de las Aguas se describe como «procediendo
por intensión» (tapasi kr nta) en el árbol del mundo, Atharva Veda X.7.38. Esa
salida, esa encarnación del Año, de Praj pati, fue el «primer sacrificio».
Ahora bien, habiendo investido la carne en la forma corporal del Caballo
Cósmico o Árbol del Mundo, la deidad encarnada quiere salvar, de la inmortalidad
que ha contraído, a ese cuerpo que es la suma de todas las existencias. Por
consiguiente, sufre una Pasión, a saber, la intensión y la muerte, es decir, el «otro
sacrificio»; como se recalca en el verso de conclusión, «se sacrificó él mismo a sí
mismo», y en g Veda X.90.15, donde los «Ángeles» (las Personas de la Trinidad),
actuando como sacerdotes sacrificiales, «sacrificaron con el sacrificio al Sacrificio».
Este concepto de sacrificio de sí mismo y de pasión voluntaria, que se emprende o se
sufre con el fin de que la vida se haga más abundante, aparece constantemente en los
Vedas y en las tradiciones de muchos pueblos. Aquí aludiremos sólo al paralelo
cristiano, a saber, la Crucifixión en el Árbol de la Vida: pues la Cruz, el Madero, es
un «árbol», el Árbol de la Vida, su tronco es el eje del ser, sus brazos o sus ramas
son toda la extensión en cada plano del ser, «el don de Dios es la existencia positiva
de todas las criaturas en la Persona de su Hijo», Maestro Eckhart I.427. La identidad
de la Cruz y el Árbol es muy familiar como para que necesite una demostración
particular aquí71, sin embargo, puede observarse la fraseología de Boehme,
70
Por ejemplo, cuando desciende el Bodhisattva desde el cielo de Tu•ita para tomar nacimiento
en la tierra, B rhat inscripción bhagavato kra⋅ ti, ver Barua y Sinha, Barhut inscriptions, 1926, pp.
52-53. Cf. g Veda I.164.19, «de aquellos que vienen aquí (arvañc), ellos dicen que han partido
(par ca )».
71
Para el simbolismo universal de la cruz, ver René Guénon, Le symbolisme de la Croix, París,
1931. Obsérvese también que la Cruz en a la vez un «árbol» y un «poste» sacrificial. Similarmente,
en los textos védicos se habla a menudo del poste sacrificial (y pa) como si fuera un árbol
(vanaspati, «el señor del bosque», g Veda I.13.11; I.65.2; III.8; X.70.10). Como señaló Oldenberg,
S.B.E. XLVI, p. 254, los actos rituales asociados con el establecimiento del poste sacrificial
«parecen relacionarse con el antiguo culto del árbol», cf. las reseñas en atapatha Br hma a III.6.4
y 7.1. Las tres partes del poste, a saber, la base, el medio, y la cresta, corresponden a los Tres
Mundos ( Br. III.7.1.14 y 25), cf. B♦had ra yaka Up. II.2.1, donde al «niño recién nacido» ( ♣i♣u =
el «Año» de nuestro texto) se le compara al poste sacrificial, «su base ( dh na, es decir, la parte
establecida en el corazón) es esta tierra, su cima (praty dh na) es (el Cielo), su tronco (sth a)
medio (madhyama ) es el Espíritu (prâ a), la cadena (d ma) es el alimento (anna)». El mismo símil
está implícito en Aitareya ra yaka II.1.6, donde «el lenguaje (v c) es la cuerda (tanti), los nombres
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Signatura Rerum XIV.32, «La llama, cuando se enciende por la libertad, y por el
fuego frío, hace en su subida una cruz con la comprehensión de todas las
propiedades; pues aquí surge el espíritu en la esencia, y permanece así: si tienes
comprensión aquí, no necesitas pedir más; es la eternidad y el tiempo, Dios en amor
y cólera, además del cielo y el infierno». Igualmente en consonancia con el
pensamiento de los Vedas y las Upani•ads son estas punzantes líneas de Swinburne:
La eficacia del sacrificio ritual (karma, yajña), a saber, que el ritual que se lleva a
cabo con una finalidad dada en vista, procura ciertamente ese fin, no se niega en
modo alguno en las Upani•ads. Sin embargo, el fin en vista es una renovación y
magnificación de la vida, no una emancipación absoluta de la mortalidad. Sólo el
conocimiento, Eso eres tú, es la realización de la inmortalidad, aquí y ahora o
independientemente de todo aquí o ahora. Así pues, hay un sacrificio más alto, a
saber, el de quien comprende el ritual, ya eva⋅ veda, no sólo en su operación
son sus nudos (d ma)… con los cuales están atadas todas las cosas». La cuerda y su nudo, con el
que se ata a la víctima, se describen más completamente en Br. III.7.1.19 y 20 como «triple» y
como «alimento»: la cuerda se ata alrededor del ombligo del poste (n bhidaghme, Taittir×ya
Sa⋅ hit VI.3.4.5) y se considera como la vestidura del poste. En Br., loc. cit. y en Kau•×taki Br.
X.1, al poste se le llama vajra. Tomados juntos, estos pasajes bastan para mostrar que el poste
sacrificial se consideraba como el Árbol de la Vida, el cuerpo de Praj pati, su tronco como el eje del
universo, es decir, el soporte de todas las existencias, pues, ciertamente, el objeto mismo del
sacrificio es «soportar la existencia; y eso que es el soporte de todas las existencias es también el
lugar de su extinción, lugar en el que los soplos de la vida se devuelven a su fuente, «prâ a
prâ a», como los Vedas y las Upani•ads expresan lo que implica nuestro «polvo al polvo». A los
brazos de la Cruz corresponde la cuerda del Poste sacrificial; y ambos corresponden a la «llanta» en
el simbolismo de la Rueda del Mundo. Los detalles de estos simbolismos se examinan más
plenamente en mi Elements of Buddhist Iconography.
Para las representaciones de la Cruz cristiana como el Árbol de la Vida, ver W. L. Hildburg, A
mediaeval brass pectoral Cross, Art Bulletin, XIV, 1932, pp. 79-102.
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imitativa aquí, como una cosa que se hace formalmente 72, sino en su forma
intrínseca, como una cosa que se despoja de la forma, como una cosa que se
devuelve, allí, en el Empíreo supremo, en el loto del corazón. Y eso no sólo se aplica
a los rituales específicos, tales como el sacrificio del caballo o la ofrenda de soma,
sino a todas las funciones de la vida, que si se llevan a cabo ciegamente y movidas
por el deseo aumentan la suma de nuestra mortalidad, pero que si se llevan a cabo no
movidas por el deseo, y no egóticamente, sino en-Sí mismadamente, y con una
comprensión de sus equivalentes transubstanciales y espirituales, no son en modo
alguno obstáculos, sino más bien vías de iluminación. Lo que hay implícito aquí es
la transformación (par v♦tti, abhisambhava)73, o en los términos de la psicología, la
sublimación: en la extensión religiosa, «A no ser que un hombre nazca de nuevo».
Todo esto se desarrolla más en la Bhagavad G×t , e.g., IV.27.32 y 33, «Otros
vierten como su sacrificio todo el funcionamiento de los sentidos (indriya-karm i)
y todos los funcionamientos de la vida (prâ a-karm i) en el fuego de la disciplina
de la auto-contención ( tmasa⋅ yogâgnau), lo cual enciende la sabiduría (jñana-
d×pite)… son muchos y muy distintos los sacrificios extendidos así ante la faz de
Dios (el Brahman), pero todos éstos son a modo de obras, que son tu liberación si tú
comprendes; mejor que el sacrificio de los objetos es el de la sabiduría, con la cual
las obras se deshacen en la gnosis (jñane parisam pyate), donde no queda nada».
Volviendo más directamente a nuestro texto, lo que era el cuerpo del caballo
sufre la corrupción y «se hincha»74; ya no es un caballo vivo, sino un caballo
72
Es indiferente si el Comprehensor oficia o no el ritual de hecho. El concepto de la vida misma
(la «ronda diaria») como un ritual, se expone en Ch ndogya Up. II.17, exposición que concluye «La
Muerte es una ablución después de la ceremonia (avbh♦ta)».
73
Para abhisambhava ver e.g., Ch ndogya Up. VIII.13, «como un sí mismo perfeccionado, yo
estoy con-formado (abhisambhavy mi) al mundo no hecho del Brahman». Para par v♦tti, e.g., de
maithuna, cf. B♦had ra yaka Up. VI.4, y Maitreya-Asanga, Mah y na S trâla⋅ k ra IX.46; y
también mi Par v♦tti= transformation, regeneration, anagogy, en Festschrift Ernst Winternitz,
1933.
Par v♦tti, «transformación», «re-versión», no debe confundirse con pari ma, «permutación»,
la cual tiene lugar en el orden de la naturaleza.
Para ilustrar lo que se entiende por sublimación, transubstanciación o transformación, cf. estas
palabras del Maestro Eckhart I.143 «Yo veo los lirios en el campo, su alegría, su color, todas sus
hojas… mi hombre exterior saborea a las criaturas, como vino y pan y carne. Pero mi hombre
interior no saborea las cosas como criaturas, sino como el don de Dios. Y, nuevamente, para mi
hombre interiorísimo su sabor no es el del don de Dios, sino de siempre y siempre». El cambio de
uno a otro de estos modos de percepción constituye una muerte del alma.
74
Aquí no debe darse ninguna importancia a la «etimología» por la que la palabra a♣va,
«caballo», se relaciona con la raíz ♣va, «hincharse». Sus derivaciones más plausibles son de a♣,
«penetrar», «vagar extensamente», «recorrer»; o menos probablemente, a♣, «comer», y de aquí
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Él quiso, «Que este cuerpo mío se renueve (medhya), que con ello sea yo
Sí mismado ( tmanv×) de nuevo». Con lo cual devino nuevamente
(samabhavat) un caballo (a♣va). «Ese caballo (a♣va) ha-sido-hecho-entero
(madhyam-abh d)», pensó (iti). Eso es ciertamente el caballo-todo-
naturaleza (a♣vamedhatva) del caballo del sacrificio (a♣mamedha). Quien le
conoce así, conoce ciertamente el A♣ vamedha.
Él le contempló intelectualmente (tam… manyata), sin retenerle. Después
de tanto como dura un año, le sacrificó a Sí mismo (es decir, al Purusha en
tanto que se distingue del pa♣vah). Entregó animales sacrificiales (pa♣u) a los
Ángeles. Por consiguiente, los Ángeles sacrificaron la víctima dedicada a
Praj pati como si fuera a los Distintos Ángeles (sarva devatyam).
El Sacrificio-que-es-el-caballo (a♣vamedha) es ciertamente el que
intensifica (tapati): él Mismo es el Año, Praj pati. Este fuego sacrificial es el
Fulgor (arka): los tres Mundos (lok ) son sus Hipóstasis ( tm na ).
«Él deviene» estos gemelos, el Fulgor y el Sacrifico-que-es-el-Caballo
(a♣vamedha). Sin embargo, son un Único Ángel, a saber, Muerte (m♦tyu). El
que conoce esto, ahuyenta la mortalidad (punar m♦tyu), la muerte (m♦tyu) no
le alcanza, él Mismo deviene Muerte (m♦tyu), él Mismo deviene la Unidad de
estos Ángeles.
preeminentemente «vivir».
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75
«Y así ocurre con las obras en Dios»; él las piensa y ellas son… él permanece con las
criaturas para mantenerlas siendo», Maestro Eckhart I.238 y 427. Cf. Agni lokasm♦ta, «que recuerda
los mundos», Maitri Up. VI.35. Ver también la nota 59.
76
En sánscrito, eso sería literalmente prâ asya nirv a, «despiración del soplo de la vida»: es
decir, un retorno (niv♦tti) al modo sin modo de El que «sopla sin soplar», n×t av ta, g Veda
X.129.2. Cf. aprâ a, «sin espíritu» o «despirituado», Mu∂ aka Up. II.1.2.
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la analogía de Sus «cien años»), riqueza, hijos, ganado, cualquier cosa que desee
aquí, y con ello también el mundo de los Patriarcas, después de su muerte: pero esa
no es una emancipación final; pues la recompensa natural de las obras interesadas es
inevitable, y así, debe retornar de nuevo a un nacimiento renovado, punar ap dana,
y a otras muertes, punar m♦tyu. Sólo el que conoce, sólo el que comprende, sólo el
que realiza y lleva a cabo así el rito intelectualmente, sólo el que conoce por Sí
mismo, auto-evidentemente, que el caballo es transubstancialmente Praj pati, el
Año, el Hijo, gana, ya sea ahora o en su debido momento, según la perfección de su
realización, receder al Intelecto, al Brahman, y así liberarse; sólo él ahuyenta la
mortalidad, pues es uno con la Muerte, en la Identidad Suprema, en la Unidad de
estos Ángeles.
«Ahuyenta la mortalidad», ¿a dónde apunta esto?. A saber, en último análisis,
más allá de nuestro alcance, que puede extenderse sólo hasta la operación de las
Personas, es decir, más allá del alcance de Dios mismo como Persona, más allá del
«conoce o no conoce», como lo expresa el g Veda X.129.7. Pues, puesto que la
cosa que se conoce está en el conocedor siempre según el modo del conocedor, y
sólo según el modo del conocedor, de ello se sigue que la existencia sólo puede tener
conocimiento de la existencia. Sólo Él es, sin un segundo a quien pueda conocer, o
por quien Él pueda ser conocido. Así pues, sólo el «que sabe “yo soy el Brahman”
deviene este Todo… quienquiera que adora a algún Ángel (Dios) otro que Sí mismo,
pensando “Él es uno y yo otro”, ese no sabe, y sólo puede igualarse a un animal
sacrificial dispuesto para ser ofrendado a los Ángeles», B♦had ra yaka Up. I.4.1078.
Lo que hay más allá del orden de la naturaleza, en la otra orilla del tiempo, donde
el tiempo no es, se compara en el Veda ya sea al sueño sin sueños, o a un cuarto
estado de sueño sin sueños y de vigilia simultáneos; en la fraseología cristiana, eso
corresponde a la «vacuidad» o al «silencio», y a la simultaneidad del «descanso y del
trabajo eterno». Ninguno de éstos es inteligible para la razón, pues es inexpresable
en los términos de la tesis y de la antítesis. No obstante, veamos lo que han dicho los
videntes védicos y cristianos de ese estado de ser primordial y que no tiene modelo.
Está implícito en la doctrina del reflejo, que el Sí mismo está presente en el
mundo siempre, y que la pintura del mundo y todo cuanto hay en él está
similarmente presente al Sí mismo siempre; «Él, Varu a, cuenta los parpadeos de los
ojos de los hombres», Atharva Veda IV.16.4, «ni un solo gorrión cae al suelo sin el
conocimiento de vuestro Padre». Lo que implica esto para el individuo, se explica
muy claramente en nuestra Upani•ad II.2.12, donde se dice que, cuando un hombre
78
Ya eva⋅ vedâha⋅ brahmâsmîti sa ida⋅ bhavati… yo’nya⋅ devat mup ste’nyo
s vanyo’hamasmîti na sa veda, yath pa♣ureva⋅ sa dev n m.
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muere, «lo que no sale de él es el nombre (n ma, «noumenon»), que es sin fin
(ananta), y puesto que lo que es sin fin es los Distintos Ángeles, con ello gana,
acordemente, el mundo sin fin». Los Distintos Ángeles es la Trinidad de las
Personas, como se explica después, págs. 80-81. La noción de «nombre» ha de
comprenderse en conexión con la doctrina de la Palabra, v c, y con la de la
pronunciación, vy h♦ti, de las palabras: «nombre» es «idea» y lo que se entiende por
la sin-finitud de los nombres, es su persistencia como prototipos de los actos79 en la
consciencia que es el Sí mismo, cuya recordación (manana) es nuestra existencia
(sthiti). Es a esa persistencia, como si fuera la del «arte en el artista» (Maestro
Eckhart I.285), en el Intelecto Triuno, o el laya-vijñ na budista, a lo que el Maestro
Eckhart llama nuestro «almacén de ideas y de formas incorporales», I.402, «el arte
de Dios», I.461, «todas las criaturas en su modo natural se ejemplifican en la esencia
divina», I.253. Esa eternidad de los prototipos individuales de todos los accidentes
del ser, no es en modo alguno la misma cosa que una inmortalidad individual del
alma, como se concibe ahora, y no es en modo alguno una recompensa, sino
puramente abstracta y «nominal». Esto se expone muy claramente en la Kau•×taki
Up. II.12-15, donde la inmortalidad de los poderes angélicos del alma no es con
respecto a su integración específica como un individuo dado, sino con respecto al
retorno de los distintos poderes o elementos de la consciencia a su única fuente en el
79
Las ideas védicas no son tipos de «cosas», sino de «actos»; así pues, no son exactamente lo
mismo que las ideas platónicas, sino que corresponden a los tipos de Aristóteles como los
comprenden los escolásticos. «Todos los nombres se derivan de la acción», B♦had Devat I.31, y
Nirukta VII.14. «Porque él crea la actividad de todo (vi♣va), se le llama Vi♣vakarma», B♦had
Devat II.50. Keith observa la identidad de n ma y karma, como factor transmigrador, en Rel. and
Phil. of the Veda, p. 507; cf. también la oposición de n ma y gu a en el sistema del M×m s . Para
el punto de vista de que una cosa es lo que ella hace, ver también Vasubandhu, Abhidharmako♣a
II.56 d, Poussin, p. 289, y cf. dharm (plural) como «principios» y dharma-cakra-pravartana como
equivalente a la «pronunciación de la Palabra», Saddharma Pu dar×ka, passim.
N ma-r pa, que constituyen la unidad del individuo, se traducen a menudo por «nombre y
forma», pero n ma es aquí la «forma» verdadera; la combinación n ma-r pa corresponde realmente
a «alma y cuerpo», como cuando, al distinguir entre forma y substancia, decimos que «el alma es la
forma del cuerpo». N ma = latín forma, griego eidos; r pa = latín fig ra. Cf. Maimónides, Guide…
III.8, «La forma sólo puede ser destruida accidentalmente, es decir, debido a su relación con la
substancia, cuya verdadera naturaleza consiste en la propiedad de no carecer nunca de una
disposición a recibir forma». Keith, Aitareya ra yaka, p. 239, nota 2, observa, «El r pam budista
no es una concepción preñante». Ciertamente no lo es; la concepción preñante es n ma, y r pa es
meramente el aspecto sensible. Es cierto que r pa, como el inglés y el español «forma», puede
usarse refiriéndose a objetos inteligibles o a objetos sensibles, pero cuando lo que se quiere decir es
«forma informadora», r pa se distingue generalmente con un determinante apropiado, como en sva-
r pa, «forma intrínseca», o antarjñeya r pa, «imagen mental». N ma es noumeno, r pa fenómeno.
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Sí mismo cognoscitivo, lo cual equivale casi literalmente a las palabras del Maestro
Eckhart «al juntarse con cada poder divino, el alma es ese poder en Dios», I.380. A
esa pérdida de la criatureidad, y, junto con ella, a la pérdida de Dios como un objeto
de devoción externa, el Maestro Eckhart la llama «la muerte más baja del alma en su
vía a la divinidad», I.274.
Aquí no queremos decir que una perpetuidad (sthayit ) de la consciencia
individual, sin ningún otro cambio de estado durante una parte o la totalidad del
tiempo, y que corresponda más o menos cercanamente a la idea popular de la
inmortalidad, esté excluida de las posibilidades de la existencia. Por el contrario,
tales perpetuidades se consideran como alcanzables por aquellos que todavía no son
Comprehensores, pero que están en la vía de la comprensión, o que han adquirido
mérito por las buenas obras. Una tal perpetuidad está en uno u otro de los planos más
bajos de la existencia angélica, donde los ángeles-por-las obras gozan de los frutos
de las obras. Aquí, como máximo, la consciencia alcanza el cielo Empíreo, y se
encuentra a sí misma en su prototipo eterno, a saber, su «nombre» escrito en el Libro
de la Vida, a sí misma como ella es en el Hijo manifestado. Allí, «cuando el alma se
desviste de su naturaleza de criatura, vislumbra su prototipo increado (= n ma), en el
que el alma se descubre a sí misma en su increateidad… acordemente a la propiedad
de la imagen», Maestro Eckhart I.275. Es decir, el alma se encuentra a sí misma en
el ejemplar, Cristo, el Cordero, el Caballo, Praj pati, el Año, a saber, «en su
naturaleza potencial, en su naturaleza esencial, intelectual… revelada en su
perfección, en su flor, donde brota primero en el terreno de su existencia, y toda
concebida donde Dios se concibe a sí mismo —eso es felicidad», Maestro Eckhart
I.290 y 82. Puesto que allí es «uno con Dios en la operación» (pravartana), «las
criaturas son sus sujetos, y todas se someten a ella como si fueran su obra», Maestro
Eckhart, I.290. «Allí todo deseo es perfecto, maduro, y completo; sólo en ella, cada
una de las partes está donde siempre estuvo, puesto que ella no está en ningún lugar,
ni tiene polos», Dante, Paradiso, XXII.64-67. Allí la voluntad, al estar casi
anonadada, es casi libre; pues como lo expresa Boecio, «cuanto más cerca está una
cosa de la Mente Primera, tanto menos implicada está en la cadena de la fatalidad»;
es decir, cuando más cerca está una consciencia del giroscopio del devenir causal,
49
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sa⋅ s ra, bhava-cakra80, tanto menos determinada u obligada está por la necesidad
externa, y tanto más autónoma es.
Pero por muy glorioso y por muy deseable que sea un tal estado, sea cual fuere
esa felicidad más allá de la imaginación (B♦had ra yaka Up. IV.3.33, Taittir×ya
Up. II.8), como «esto no es la sumidad de la unión divina, así no es tampoco el lugar
de la morada del alma», Maestro Eckhart I.276, cf. 410, «eso es un lugar de reposo
(vi♣r ma), no un re-torno (niv♦ti)»; pues, en realidad «no hay ninguna extinción
(nirv a) sin omnisciencia (sarvajña)», Saddharma Pu∂ ar×ka, V.74.75, «hasta que
no conoce todo lo que ha de conocerse, el alma no cruza al bien no conocido»,
Maestro Eckhart I.385. Así pues, esto no es un fin final, ni desde el punto de vista
cristiano, ni desde el punto de vista indio. Pues esa «naturaleza eterna, donde el alma
se encuentra ahora a sí misma, en su ejemplar, se caracteriza por la multiplicidad —
puesto que las Personas sólo son en la separación… Cristo dice: “Ningún hombre
viene al Padre sino a través de mí”. …Aunque el lugar de morada del alma no está
en él, sin embargo, como él dice, el alma debe pasar a través de él. Este paso es la
segunda muerte del alma, y es mucho más trascendental que la primera», Maestro
Eckhart I.275: «él nos invita a entrar por la puerta de su emanación y a retornar
adentro de la fuente de donde salimos… la puerta a cuyo través todas las cosas
retornan perfectamente libres a su felicidad suprema», Maestro Eckhart I.400. Esto
responde a la imagen védica del Sol Supernal, ditya, como la puerta de los mundos
80
Los símiles indios de la Rueda de la Palabra y de la Rueda del Mundo, una imagen mecánica
pero viva, equivalente a la del Caballo Cósmico y a la del Árbol del Mundo, y que representa más
específicamente la revolución del «año», requieren un tratamiento más detallado del que puede
darse aquí. Brevemente, «nosotros le comprendemos como una rueda que tiene un único círculo,
con una llanta triple», vetâ♣vatara Up. I.4: es decir, una rueda cuyo cubo es la esencia y la llanta la
naturaleza, «triple» con respecto a los tres gu as. Cf. Eckhart I.357, «Este círculo… es todo lo que
la Trinidad ha hecho. ¿Por qué se llama un círculo a la obra de la Trinidad?. Porque la Trinidad… es
el origen de todas las cosas y todas las cosas vuelven a su origen. Éste es el círculo que el alma
recorre… Así, ella va en círculo en una cadena sin fin… Cuando acaba su gesta se arroja a sí misma
dentro del centro. Este punto es el poder de la Trinidad donde inmutablemente hace todo su trabajo.
En él el alma deviene omnipotente… Éste es el punto sin moción y la unidad de la Trinidad. La
circunferencia es el trabajo incomprensible de las Tres Personas… La unión de las Personas es la
esencia del punto. En este punto Dios traspasa el cambio sin otreidad, envuelto en la unidad de la
esencia, y el alma, en tanto que una con este punto fijo, es capaz de todas las cosas». O nuevamente,
el Maestro Eckhart I.56, «El cielo adjunto al ahora eterno, donde los ángeles son, es sin moción,
inmutable… En el cielo el sol, movido por la fuerza angélica, gira una vez en un año. En el cielo la
luna, es llevada por la fuerza angélica y gira una vez en un mes. Cuanto más cerca están del ahora
eterno, más inmutables son; y cuanto más lejos y más desemejantes son del ahora eterno, tanto más
fáciles de moverse son, de manera que giran alrededor de este ahora temporal… todas las cosas
obtienen su vida y su ser de la moción que imparte el ahora eterno».
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(loka-dv ra), por la cual hay una entrada (prapadana) para el Comprehensor adentro
del Paraíso (prâ âr ma, el terreno de actividad del Espíritu), pero que es una barrera
(nirodha) para el ignorante (avid), Ch ndogya Up. VIII.6.881: «Aquí, en el mundo,
no hay ninguna salida por un atajo», Maitri Up. VI.30; «Sólo conociendo a ese
Puru•a, de la casta del Sol… pasa uno la muerte», veta♣vatara Up. III.8. Es
también en tanto que el Sol Supernal, como a Vi• u se le llama el «Portero» de los
Ángeles; y, al sacrificador que comprende, le abre esta puerta, Aitareya Br hma a
I.36. El hecho de que «Agni subió altísimo, hasta tocar el cielo: abrió la puerta del
mundo del cielo, ciertamente Agni es el señor del mundo del cielo», ídem III.42,
corresponde al «mito» de la ascensión de Cristo y a su sedencia en condominio a la
diestra del Padre. Kristos y Agni, el Hijo de Dios, y el Sacrificio reflejado en el Sol
Supernal, son ese Ángel de la Espada Flamígera que guarda las puertas del Paraíso, y
el Guía en la vía estrecha que cruza las Aguas Superiores y las Aguas Inferiores
hasta el Reino del Grial. Allí, verificado por grados, el hombre perfecto (suk♦ta),
emancipado de la modalidad individual, finalmente ocupa su sede con el Brahman en
«la cátedra “Brillantísima”… que es la “Sabiduría”» (prajñ )… y el trono de la “La
Vida Inmensurable”… y el Brahman le dice, “Las Aguas, ciertamente, son mi
81
Cf. B♦had ra yaka Up. V.15, donde se dice que la entrada (mukha) a la verdad (satya) está
cerrada por el orbe de oro (p tra) y se hace a P• an la plegaria de que descubra esa entrada a aquel
cuyo principio (dharma) es la Verdad (satya); y Ch ndogya Up. V.10.2, donde una Persona
Sobrehumana (am nava puru• a), que es Agni-vaidyuta, «del Rayo», «les conduce al Brahman, (y)
éste es el viaje angélico».
Similarmente, en la Jaimin×ya Upani• ad Br hma a I.5, el pasaje se representa primero como
cerrado al alma en los terrenos éticos, pero cuando el alma responde al Ángel (Agni, o Agni-Rudra),
«Eras tú, no “yo”, quien hacía las obras», el alma se prueba a sí misma un Comprehensor del Sí
mismo, prueba que está emancipada de la individualidad, prueba que como su guía ella es am nava,
que ya no piensa en modos humanos, y la vía se abre. La doctrina de la Bhagavad G×t en lo que
concierne a las «Obras» es idéntica, aunque se presenta con cierto tinte devocional: así, III.30, «Al
deponer todas tus obras en Mí», IV.13, «Yo (Dios) soy entonces el hacedor de las obras, pero ellas
no Me manchan, a Mí que no tengo fines que hayan de ser alcanzados», IV.36, «Aunque tú seas el
mayor de todos los pecadores, con el barco de la Comprensión, puedes cruzar todo el mal», V.10,
«El que al hacer las obras depone sus obras en el Brahman y se ve sin apego es inmaculado», VI.9,
«Para el que Me ve en todas las cosas, y todas las cosas en Mí, para él yo no estoy perdido ni él está
perdido para mí». Estos son equivalentes metafísicos de las doctrinas religiosas del perdón y de la
remisión de los pecados, de la salvación por la fe, etc.: «Venid a Mí, los que estáis cansados y
pesadamente cargados (a saber, con el peso del pecado) y yo os daré descanso». Si desde el punto de
vista religioso o ético se objetara que en la formulación metafísica no se dice nada sobre el
arrepentimiento, la respuesta es que esa Comprensión misma, por la que se transforma la noción de
la individualidad (abhim na, etc.), es, en sí misma y por completo literalmente, un arrepentimiento,
una recesión (niv♦tti) de estos Mundos que es donde únicamente son válidos los valores morales.
51
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mundo, y (ahora) son tuyas”», Kau•×taki Up. I.3-7. Así pues, el hombre perfecto
entra adentro del Dominio (ai♣varya) sobre todas las posibilidades de la existencia.
Pero ese Plenum (p r a), esa Sabiduría (prajñ ), ese Sí mismo ( tman), y ese
Espíritu (prâ a) no son el fin82. Al alma que así se ha perdido en el Padre y que es
una con (s yujya) el Padre le queda todavía una última muerte, parimara,
parinirv a, fan al-fan , la «Anegación» y la «Despiración»: allí donde «Dios
mismo entrega el espíritu… donde mora desconocido para sí mismo, en agnosia y a-
percepción», el alma debe abandonarse a Sí misma y a Dios mismo, en una
anonadación de su «nombre» común y de su «aspecto» intrínseco coincidente, allí
debe abandonar «nombre y aspecto», por otra parte sólo concebidos idealmente.
…«Todo debe partir. El alma debe subsistir en la nada absoluta… La tercera
naturaleza de la que escapa el alma es la exuberante naturaleza divina que energiza
en el Padre… el alma tiene que morir a toda la actividad de que denota la naturaleza
divina si ha de entrar en la esencia divina donde Dios es enteramente vacuidad 83.
Esta imagen supernal es el paradigma a donde le lleva al alma su (última) muerte…
muerta y enterrada en la Divinidad, y la Divinidad no vive para ningún otro que sí
mismo»84, Maestro Eckhart I.274-278: así también Blake, «Descenderé hasta la auto-
aniquilación y la Muerte Eterna, no sea que venga el Juicio Final y me encuentre sin
aniquilar, y yo sea agarrado y puesto en manos de mi propia Ego-ismidad». Estos
dichos no son más confortadores que los dichos más duros que se encuentran en la
escritura india, y corresponden a lo que se dice cuando nuestra Upani•ad habla de la
82
La unión con Brahm , o con el Buddha en Gloria (Sambhogak ya), aunque implica una
participación del trono y de la soberanía de Dios, siempre se distingue claramente de la
emancipación (mukti, nirv a), cf. S ya a sobre Aitareya ra yaka II.3.7 (que cita también
B♦had ra yaka Up., IV.1.2) y a≡karâc rya sobre Brahma S tra IV.4.22.
Eso también se hace muy claro en Maitri Up. VI.30, donde el Comprehensor pasa a través de la
región Solar al mundo de Brahma, y más allá a la «estación última», para⋅ gati. En el budismo, se
señala que incluso el más alto de los paraísos del Buddha (el plano del Sambhogak ya), es sólo un
lugar de descanso (vi♣r ma), no un Retorno (niv♦ti) Saddharma Pu∂ ar×ka V.74.75. Similarmente
para el Maestro Eckhart I.274, 276, el alma en el cielo «todavía no está muerta y entrada en eso que
contempla la existencia creada… y como esto no es la cima de la unión divina, no es tampoco el
lugar de morada del alma».
83
«He aquí, Dios despirituado» (aprâ a, nir-v ta), Maestro Eckhart I.469. Tirum lar, «ellos se
pierden a sí mismos y devienen vacuidad».
84
Cf. B♦had ra yaka Up. II.4.1, «sólo por amor del Sí mismo son queridas todas las cosas»; es
decir, «En el amor donde Dios se ama a sí mismo, en ese amor ama a todas las cosas… en la
felicidad donde Dios se saborea a sí mismo, en esa felicidad saborea a todas las criaturas»: Dios se
ama a sí mismo en todas las cosas, de manera que «el hombre bueno… formado a imagen de Dios…
ama por amor de sí mismo», Maestro Eckhart I.142, 380 y 66, «el amor es del amante y vuelve en
su mayor parte a él… sólo el amor mismo satisface finalmente al alma», Walt Whitman.
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Muerte como el fin y el significado último de nuestra vida, o cuando el nyav din
agota las categorías de la negación a la hora de definir la meta verdadera del hombre.
Eso es la Libertad de lo In-finito, aditer-adititva, B♦had ra yaka Up. I.2.5, «libre
como la Divinidad en su no-existencia», Maestro Eckhart I.382: «Cuando receda
adentro del terreno, adentro de las profundidades, adentro del manantial de la
Divinidad, nadie me preguntará de dónde vine ni a dónde fui», Maestro Eckhart
I.143.
Este fin está oculto «en la obscuridad de la Divinidad sempiterna, y no es
conocido, y nunca se ha conocido, y nunca será conocido», Maestro Eckhart85,
puesto que, en su naturaleza y por definición, es incognoscible. Allí, el Sí mismo —
nuestro Sí mismo, su Sí mismo— a la vez duerme y está en vigilia, a la vez ve y no
ve, a la vez es efluente y refluente, sin modelo y mode-ificado, es decir, todo uno y
lo mismo para la Indiscriminación Suprema. Aunque nosotros hablamos de ese
sueño y de esa vigilia como las noches y los días del tiempo supernal, esa noche y
ese día, esa obscuridad y esa iluminación, no son como las nuestras, es decir, no se
suceden, sino que son simultáneas. Pues allí no hay ninguna distinción entre la
potencialidad desconocida y el acto consciente: y eso es precisamente lo que, el
védico ka, nosotros no podemos comprender, nosotros que procedemos desde la
potencialidad al acto, y que consideramos el «ser» sólo en los términos de la
consciencia.
Sin embargo, eso que no podemos comprender no está lejos de nosotros, «El
cielo está en todos sus puntos equidistante de la tierra», Maestro Eckhart I.172;
intimísimo y queridísimo, morando en el loto del corazón, inaccesible al
conocimiento, Eso eres tú. Ya sea que consideremos a Eso como Sí mismado y
forma-do en la Persona, o ya sea que consideremos a la Persona, en Eso, como sin Sí
mismo, sin nombre, y sin forma, todo es un Único Ángel, un Único que trasciende el
conocimiento y el no conocimiento, la gnosis y la agnosia. De la misma manera «que
estos ríos que corren y que tienden hacia el mar, cuando llegan al mar, su nombre y
su aspecto se esfuman, y sólo se habla del “Mar”» Pra♣na Up. VI.5: «como la gota
deviene el océano… así, el alma, al embeberse de Dios, vuelve adentro de Dios»,
Maestro Eckhart I.242. En las palabras de Ruysbroeck86, «al atravesar todos los
mundos del ser… los ríos vierten incesantemente adentro de este océano de donde no
hay retorno… un abismo de obscuridad, insondable, sin límites, y sin cualidades, por
encima de los nombres de las cosas creadas, por encima de los nombres de Dios…
que es sin nombre, y que sin embargo es el punto central donde todos los nombres
85
De la versión por Claude Field de los Selected Sermons, p. 28.
86
Adornment of the Spiritual Marriage, passim.
53
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87
«Ese uno sopla sin soplo», an×t av ta, g Veda X.129.2; «ve sin ojos», pa♣yatyacak • u ,
vetâ♣vatara Up. III.19; «ve sin ver», pa♣yaty apa♣yanay , Saddharma Pu∂ ar×ka, prosa, p. 317.
Podrían citarse otros paralelos.
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II
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56
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SÉPTIMO PRAPHAKA, 11
SEXTO PRAPHAKA, 35
92
Cf. g Veda IV.13.5, «Sin soporte, sin amarre, abierto y vuelto hacia abajo»; e ídem I.24.7,
«el Rey Varu a sostiene en el Abismo (abudhna, firmamento, cf. VIII.77.5) como Acto Puro
(Dak•a) la cima (st pa) del Árbol (vana), el terreno (budhna) está arriba: que sus flamígeras ramas
(ketava ) vueltas hacia abajo se planten profundamente (nihita ) en nosotros».
92a
La noción de una Palabra Imperecedera (ak• ara), por la que se mide la tierra, aparece en g
Veda X.13.3.
92b
Las nociones del Árbol de la Vida, del Pilar de Humo, y del Eje del Universo se relacionan
todas estrechamente. Cf. por ejemplo, g Veda IV.6.2, metaiva dhuma⋅ stabh yat upa dhy m, «Él
(Agni), como un pilar de humo, sostiene los cielos» (S ya a explica met como sth ). De Agni,
nuevamente, se habla a menudo como Vanaspati, en cuyo caso sus ramas son llamas.
57
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El que es allí, aquella Persona en el Sol Supernal —yo mismo soy Él.
58
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III
Como nosotros los tenemos, los Vedas encarnan una tradición de antigüedad
inmemorial, desarrollada ya en idiomas característicos, pero que no son en modo
alguno originales o exclusivos en sí mismos: el Veda es anterior a los Vedas. Sin
embargo, aquí no tenemos intención de recalcar este argumento, sino más bien de
señalar que hay poco o nada en la metafísica de las Upani•ads que implique
necesariamente un «progreso» con respecto a los libros védicos más antiguos. Los
«tres Vedas» se interesan principalmente en las «Obras» (karma, yajña) y en el
«Génesis» (bh va-v♦tta, B♦had Devat II.12093; quizás también j ta vidy , g Veda
X.71.11, y Nirukta I.8); el material exegético, tal como aparece abundantemente en
el Atharva veda, los Br hma as, las Upani•ads y el nirukta, se incluye entre las
liturgias védicas, por así decir, sólo por accidente e incidentalmente. El hecho de que
el lenguaje de las Upani•ads sea menos arcaico que el de los tres Vedas sólo prueba
una publicación posterior de la exégesis tradicional, pero no prueba, y ni siquiera
sugiere a aquellos que reconocen la congruencia de una única tradición en los Vedas
y las Upani•ads, que las doctrinas esenciales de las Upani•ads no se hubieran
enseñado «siempre» a aquellos que poseían las cualificaciones necesarias94. Esto
93
«De que modo en el comienzo este mundo no era, ni como no existente ni como existente;
¿de qué modo nació (jajñe) todo esto?, a eso (es decir, un himno de este tipo) ellos lo llamaron el
“movimiento del ser” (bh va v♦tta) (himno)». V♦tta que implica también «círculo», «ciclo»,
«transformación», «apariencia», «eventualidad», «actividad», etc., es la raíz v♦t, «mover», «rotar»,
«proceder», «existir», etc. (o causativamente con sentidos similares), raíz que también está presente
en vartana y cakravartin, que hacen referencia a la puesta en movimiento de la rueda del mundo, y
en prav♦tti y niv♦tti, «extroversión» e «introversión» o «evolución» e «involución». Algunos de los
himnos del g Veda, e.g. X.129, son bh va v♦tt ni, cf. B♦had Devat II.86, VII.123, VIII.46 y 91;
en VIII.56, a g Veda X.145, se lo llama un himno aupani• ada bh va v♦tta, que Macdonell traduce
como «himno esotérico evolutivo».
94
Upani• ad, como un verbo con el sentido de «sentarse cerca» (con miras a escuchar una
proposición) puede encontrarse en Jaimin×ya Upani• ad Br hma a III.3.7, y Aitareya Br hma a
II.2.3.
En J.A.O.S. XV.144, Bloomfield argumenta «que mantra y br hma a son en una parte mínima
distinciones cronológicas; que representan dos modos de actividad literaria, y dos modos de
lenguaje literario, que son en gran medida contemporáneos…. Por lo que sabemos, ambas formas
existían juntas desde los tiempos más antiguos». No hay necesidad de observar que, hasta un cierto
grado, br hma a incluye upani• ad.
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Puede afirmarse como una ley, que un texto tradicional dado no representa más que una fijación
y una publicación, comparativamente posterior, de doctrinas que se enseñaban oralmente desde
mucho antes. Cf. atapatha Br hma a XIV.1.1.26 y 27, y Mu∂ aka Up. I.2.12 y 13; y la lista de los
maestros en la sucesión pupilaria, e.g. B♦had ra yaka Up. II.6.
Con la distinción entre los sa⋅ hit s védicos por una parte y los Br hma as y Upani•ads por
otra, puede compararse la distinción entre las liturgias babilónicas «repetidas en los templos» y la
«literatura de la sabiduría… no escrita para ser repetida en los templos»; esta literatura de la
sabiduría «muestra un creciente escepticismo en lo que concierne al valor de esta vida»; y mientras
«la vida hasta los días distantes» puede haber significado, en las liturgias babilónicas, como am♦ta
en g Veda X.129.2, es decir, más bien la plenitud y la totalidad de los días que la «inmortalidad»,
fue precisamente en la literatura de la sabiduría y especialmente hacia el fin del imperio babilónico,
donde se desarrolló una «doctrina del escape final de la mortalidad», S. Langdon, Tammuz and
Ishtar, pp. 11, 14, 38, 41.
95
La «apariencia de politeísmo» es un desarrollo secundario en la tradición, y este desarrollo ya
había tenido lugar antecedentemente a los Vedas como nosotros los poseemos. Lo que el profesor
Langdon tiene que decir del panteón sumerio-acadio es absolutamente pertinente, a saber, «El
complicado panteón sumerio fue obviamente la obra de los teólogos y del crecimiento gradual. Casi
todos los nombres de las deidades expresan… alguna personificación de los poderes naturales, de las
funciones culturales o éticas, perfectamente inteligibles para el sumerólogo… nombres dados a
concepciones definidamente mitológicas por el claro pensamiento de los teólogos y aceptados en la
religión popular… Puesto que en su mitología todos los dioses descienden de An, el dios Cielo, es
extremadamente probable que los sacerdotes que construyeron el panteón fueran monoteístas en una
etapa más antigua, en la que solo tenían el dios An, una palabra que significa efectivamente
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61
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aserciones bien conocidas tales como «Los sacerdotes hablan de diversas maneras de
eso que es sólo uno: ellos le llaman Agni, Yama, M tari♣van…», g Veda I.164.46;
«Sacerdotes y cantores hacen múltiple el nacimiento (del Sol) que es único», ídem
X.114.5; o como cuando Aditi o Praj pati son identificados con todo lo que es, ídem
I.89.10 y X.121. En los Vedas se encuentran las ideas y a menudo las locuciones
mismas de las Upani•ads, e.g., VI.16.35, yast vij nat, equivalente a ya evam
vidv n; y aún más llamativo, V.46.1, na asy h va♣mi vimuca⋅ na v♦tta⋅ puna ,
vidv n patha pura ’ et ♦ju ne♣ati, «Yo no codicio ni la liberación ni una vuelta
atrás de nuevo; que Él que es sabio sea mi guía y me conduzca derecho», donde
artesanía a la del tejedor o a la del alfarero, es decir, en los términos modernos, podríamos decir que
la compara a la ingeniería más bien que al «arte». Los versos (♦c) o los metros (chandas) se
consideran como fórmulas, hechizos, encantaciones, centros de fuerza o palabras de poder (mantra).
No son comparables de ninguna manera a los himnos o a las plegarias que ahora se consideran como
las expresiones naturales de la aspiración «religiosa»: pues la operación de un rito o de un himno
védico depende de su cumplimiento exacto, no de un estado emocional por parte del celebrante, ni
de una respuesta emocional por parte del objeto del «culto». Lo que conmueve verdaderamente en
la «poesía» védica no es una cualidad lírica, sino una cualidad de profundidad; la intención de los
laudes es la felicidad mucho más que el placer, y sería una afectación hablar de ellos como
«literatura». «Lo que se expone en los Vedas , eso es la Verdad Esencial. Por lo que dicen los
Vedas, los hombres sabios viven su vida», Maitri Up. VII.10.
Los Vedas no son de origen humano, sino aupauru• eya, a≡karâc rya sobre el Vedânta S tra
I.2.2. Por una parte, la pronunciación de los mantras y la ordenación del ritual («la observancia de
su regla es lo mismo que en la “creación”», atapatha Br hma a XIV.1.2.26 y XIV.3.1.36) por los
Ángeles o por los Profetas, los Poetas o los Veedores no individuales, representa una actividad
cocreativa por la que la Pronunciación única y singular del Espíritu se contrae y se identifica (vi
dh , g Veda X.73.3) en la variedad (vi♣vam); puesto que la discriminación de las cosas por el
nombre (n ma-dheya, g Veda X.71.1, ver nota 62) es la causa inmediata de su distinción como tal,
cf. la afirmación de a≡karâc rya, Vedânta S tra I.1.3, de que el Veda «es la causa de la distinción
(paribh ga-hetu) de las castas y los estados de los ángeles, de los animales y de los hombres». Así
pues, tenemos en g Veda X.5.2, «Los poetas (kavi) guardan las huellas (pada) de la Ley del Cielo
(♦ta), y en lo más interior (guh ) están preñados de (dh♦) las ideas (n ma) últimas (para)»; X.71.1,
«Entonces lo que era mejor y sin mácula en ellos, lo que estaba oculto en lo más interior, por su
amor ellos lo sacaron a la luz». El Nirukta XII.13, con referencia a la designación de Savit♦, el
Ángel Solar, como kavi, en g Veda V.81.2, explica, «Él es kavi puesto que muestra (o revela,
literalmente, libera) las diferentes formas de las cosas (vi♣v r p i prati muñcate)… “kavi”, ya sea
porque su presencia es deseada (√ kam), o porque la palabra se deriva de la √ kav, describir, alabar o
pintar». Así pues, la designación kavi es apropiada al Sol y al profeta igualmente, puesto que ambos
revelan o iluminan, es decir, en tanto que traen al campo de la percepción, lo que previamente era
invisible o latente.
Por otra parte, por el proceso inverso implícito en la frase «para el que comprende», los mantras
constituyen un medio de reunión con los estados de consciencia más altos. En la fraseología védica,
podríamos expresar esto diciendo que el hilado del tejido poético puede rastrearse intelectualmente
62
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g Veda, X.129
63
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Esto es lo que se llama un himno «tardío»: desde nuestro punto de vista presente
basta con que anteceda en alguno siglos a la más antigua de las Upani•ads. Se
observará a primera vista una semejanza con los textos upani•ádicos en general, y
con nuestras B♦had ra yaka Up. I.2.1, y Maitri Up. V.2 en particular. Esta similitud
es en parte una similitud de identidad verbal (agre, sat, asat, tamas, salila, tapas,
k ma, retas, manas, h♦d, tad-eka, n×t = prâ iti, v ta = v yu, av ta = nirv ta,
vis♦•⊇i, visarjana, etc.), en parte de sentido verbal (ambha , salila = pah, tapasa -
mahi = tejas, svadh = m y , ♣akt×, svabh va)98, y en parte de expresión total.
98
Cf. Vi• u Pur a I.8.23, padm svadh ♣♣ vatapu•⊇ id , «la Señora del Loto (=
r×-Lak•m× = Prak♦ ti = M y ) es el poder intrínseco, el dador de crecimiento constante»; cf.
también el examen de Aditi, M y y Vir j, arriba, pág. 41 sigs. g Veda X.129.5 corresponde
exactamente a Dante, Paradiso XXIX.31-36, «Concreado y labrado con las substancias fue el
Orden; que estaba en la cima del mundo, donde se produjo el Acto puro. La Potencialidad pura tenía
el lugar más bajo; en el medio la Potencialidad trenzada con tal trenza con el Acto puro que nunca
será desatada», donde también nel cima del mondo, mezzo, e infima parte, corresponde a los védicos
64
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decir» (B♦had ra yaka Up. IV.5.15) podría ser de otro modo. Este pensamiento se
vuelve a tomar y se desarrolla más en varios pasajes de las Upani•ads,
particularmente en la B♦had ra yaka Up., como se cita arriba, p. 57, en la Kena Up.
I.8, «Conoce eso como el Brahman que respira (prâ iti) sin soplo (na… prâ ena) y
por quien, sin embargo, es soplado (pra× yate) el soplo (prâ a)», en la Mu∂ aka
Up. II.1.2 y 3, donde Eso de lo que nacen (j yate) el Intelecto (manas) y el Spiritus
(prâ a), es Ello mismo sin imagen (am rta), ininteligente (amanassa), despirituado
(aprâ a), y Taittir×ya Up. II.7, donde Eso sin lo que nadie podría respirar (prâny t)
es de-Sí mismado (an tmya), indiscriminado (anirukta), sin lugar (anilayana).
«Por poder intrínseco» (svadh ): cf. g Veda IV.13.5, «¿por cuál poder
intrínseco (svadh ) se mueve?» y la respuesta en I.144.2, «Cuando (como el Fuego)
moraba difundido en la matriz de las Aguas (ap mupasthe), desde allí tiene
(adhayat) los poderes intrínsecos (svadh h) con los que procede (×yate)»: pues,
como se ha explicado arriba, las Aguas, el nirgu a-Brahman, la Divinidad
inconsciente, es la fuente de toda omnipotencia (mahim na ) y de toda facilidad
(kau♣alya). La esencia es impotente (stari) aparte de la naturaleza; la naturaleza es el
poder (♣akti) y la magia (m y ), los medios por los cuales se hace todo102. Cf.
102
Ver arriba, pp. 41, 70, y mi On translation: maya, deva, tapas, en Isis, nº 55. «La Divinidad
está contenida en el Padre como esencia, por lo cual es omnipotente… la potencialidad de la esencia
está en no ser un Persona racional: es decir, en persistir en su unidad esencial», Maestro Eckhart
I.373 y 393, las bastardillas son mías. No se pasará por alto la pertinencia de estas consideraciones a
la psicología terapéutica moderna y a la solución de los «conflictos». El virtuosismo y la
espontaneidad en la acción (agibile y factibile , sánscrito karma), mejor que la obediencia a las
reglas impuestas externamente, mejor que obedecer a los «dictados» de la «consciencia», se
ejemplifican comúnmente en el brillo del sol, que brilla sólo porque es su naturaleza, y no por
alguna otra «razón». Un tal virtuosismo y espontaneidad sólo pueden realizarse en la medida en que
nosotros abandonamos el propósito y dejamos que la naturaleza divina opere en nosotros:
«Abandónate a ti mismo y deja que Dios opere en ti», Maestro Eckhart I.308. Esto es el principio
del wu wei, del «No hagas nada, y se harán todas las cosas» de Chuang Tz⊕ ; y ésta es también la
doctrina de la Bhagavad G× t con respecto a las obras. En los términos de la bhaktiv da, esto es lo
que se llama la resignación de la voluntad, asaktatva, isl m: lo cual resulta en una «gracia» o poder
que borra el ego de la egovoluntad y del egopensamiento y lo sustituye por Su voluntad que es sin
potencialidad (en el sentido de que toda potencialidad está realizada en Él, cf. Maestro Eckhart
I.409). Con respecto a los agibilia y a los facitibilia, nosotros llamamos a esta gracia habitus,
sánscrito kau♣alya, ♣listatva (cf. mi Reactions to Art in India, J.A.O.S. Vol. 52, p. 220, nota 10,
tercer párrafo). «Pertenece a un hombre en todo lo que hace, volver su voluntad en la dirección de
Dios y guardar a Dios sólo en sus miras, para avanzar de frente sin vacilar, sin pensar, ¿estoy en lo
cierto o estoy haciendo algo equivocado?. Si el pintor tuviera que planear cada pincelada antes de
dar la primera, no pintaría. Y si, al ir a algún lugar, tuviéramos que establecer primero como echar
el pie adelante, nunca llegaríamos allí», Maestro Eckhart I.141. Cf. Santo Tomás, «las virtudes
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Bhagavad G×t IV.6, «Yo nazco por mi propio poder», donde tma-m yay es
claramente lo mismo que sva-dhay , cf. m yay en g Veda IX.73.5 y 9.
«Ese Uno» no es aquí, claramente, una existencia, pues como hemos visto, su
modo es sin modo, puesto que respira sin soplo: una concepción similar se encuentra
en g Veda I.164.4, donde Eso «que soporta a Quien es por modo de ser el primer
nacido incorporado», prathama⋅ yay m nam-asthanvantam… vibharti, es ello
mismo «sin cuerpo», o más literalmente, «sin huesos», anasth , es decir, «sin
estructura». «Eso» todavía no es «Sí mismado» ( tmanv×) —«antes de que las
criaturas fueran, Dios no era Dios, aunque era Divinidad», Maestro Eckhart I.410.
Tamas (como en Maitri Up. V.2), apraketa salila, gahana⋅ gambh×ra, etc., son
términos que designan todos naturalmente a la Divinidad indiferenciada e
ininteligible, «que es como si no fuera», Maestro Eckhart I.381: asat, no existente,
gℜh , oculta, allí donde «reina la obscuridad en la conocida unidad desconocida»,
Maestro Eckhart I.368, Cf. p. 10 y nota 21.
«¿Qué cubría?». Es decir, ¿qué era y dónde estaba el mundo?, pues âvar×var
viene de var×, forma intensiva reduplicada de v♦, «cubrir», «velar». El mundo se
considera como velando la realidad última, cf. g Veda V.191, «estado tras estado se
generan, velo (vavri) tras velo aparecen», y de aquí también la plegaria, Maitri Up.
VI.35, con respecto al Sol, «Esa faz, desvélanos (ap v♦u)» o «Esa puerta, ábrenos».
Nuestro himno no es necesariamente una expresión de escepticismo: lo que se
sugiere es más bien una pregunta que una admiración. «¿Quién lo conoce?» no es
más escéptico que t suk soi santa j nai, «¿quién es el Comprehensor de ello?» de
Kab× r o que «¿el que hizo al cordero no te hizo a ti?» de Blake. «Él conoce o no
conoce», si se comprende como «él conoce y no conoce», sonaría a teología. En la
última estancia, se proponen las teorías alternativas de la «emanación» y de la
«creación por designio»103. En cualquier caso, la forma misma de las diferentes
afirmaciones y preguntas prueba que la especulación ontológica sana no era en modo
alguno una cosa nueva, pues es inconcebible que tales cuestiones se hubieran
humanas son hábitos», Sum. Th. II.Q.55.A.2. Identificar este punto de vista con un «culto de la
naturaleza» (donde «naturaleza» significa «ens naturata»), suponer que lo que se entiende con todo
esto no es nada sino una obediencia «egótica» a impulsos meramente funcionales y a instintos
animales, implica un intelecto defectivo: pues, del que por definición está liberado de toda voluntad
privada, ¿cómo va a poder hablarse al mismo tiempo como «egovolitivo»?. Como observa Jung,
Psychological types, p. 263, «cuando estudiamos la filosofía de las Upani•ads, crece en nosotros la
impresión de que el logro de la vía no es precisamente la más simple de las tareas». Sin embargo,
proporcionada a la dificultad de la tarea es la recompensa inmediata en términos de poder y de
felicidad, poder y felicidad que son precisamente, desde el punto de vista de las Upani•ads, los
valores de la gnosis.
67
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formulado correctamente sólo una semana o un año antes de que se publicara este
himno particular.
Los términos e implicaciones de nuestro himno no sólo son todos formalmente
correctos (pramiti), sino que también concuerdan en la forma y en el contenido con
los de las Upani•ads. Sin embargo, se nos pide que creamos que el pensamiento
védico era «primitivo»104 —es decir, que los sabios-cantores de los himnos védicos
eran capaces de expresarse en términos que se han empleado universalmente en otras
partes y en otros tiempos con una significación profunda y conocida, y que, sin
embargo, ellos no sabían lo que decían. Es como si se argumentara que la ley de la
gravedad ya se había descubierto por casualidad, mucho antes de que alguien hubiera
observado conscientemente que los objetos pesados tienen tendencia a caer.
Ciertamente, nuestra fe en la uniformidad nos impide imaginar lo que está fuera del
alcance de nuestra experiencia, a saber, que una fórmula sana, que una afirmación de
principios clara, pudiera haber sido propuesta por alguien que no comprendiera sus
propias palabras105. Sería mucho más fácil suponer que tales afirmaciones habían
103
Con dadhe en este sentido activo de «designio», cf. dharm ni dadhi• e g Veda IX.64.1;
también X.81.5, vidh⊇ r.
104
«Comparar» (la «primera cosa existente, cosa que se describe como soplando sin viento»)
con «la deidad de Aristóteles, el movedor inmutable, es falsificar enteramente el pensamiento
primitivo»: similarmente, la «aserción de que los sabios eran capaces de discriminar entre la cosa en
sí misma y el mundo fenoménico, entra la natura naturans y la natura naturata es innatural y
forzado», Keith, Religion and philosophy of the Veda, p. 436. El profesor Keith mismo no
comprende el tipo de pensamiento que está examinando. Pam a⋅ na j n si, J taka, II.254;
cikitu • e jan ya, m g m an g m aditi⋅ vadhi•⊇a, g Veda VIII.101.15.
Cuando el erudito moderno afirma con todo atrevimiento que «el método de interpretar las ideas
antiguas desde un punto de vista más amplio», es decir, a la luz de nuestra propia comprensión más
profunda, puede ser «muy útil… al expositor de una filosofía o al exhortador de una religión… pero
que el erudito ha de discriminar cuidadosamente entre una exégesis históricamente correcta y las
afirmaciones de los primitivos» (Hume, Thirteen Upanishads, p. 299, nota 2), viene a nuestro
recuerdo una observación del p♦thgjana que se repite muy a menudo en los museos en presencia de
los «primitivos» italianos, a saber, «Eso era antes de que supieran algo de anatomía». De hecho, la
noción de «progreso» halaga tanto a nuestro orgullo, que no podemos contenernos de aplicarla
incluso donde es inaplicable, es decir, en los campos del arte y de la metafísica. Las propias
versiones e introducción de las Upani•ads por el profesor Hume suscitan en nuestras mentes serias
dudas de su propio «punto de vista más amplio».
105
Cuando el profesor Keith habla de «nuestro deseo natural de modernizar y de encontrar la
razón prevaleciente en una edad bárbara», está prejuzgando toda la cuestión, y nosotros sugerimos,
citando nuevamente sus propias palabras, que «debemos estar preparados para despojarnos de
nuestras propias predilecciones y para aceptar la conclusión que indica la evidencia» (Buddhist
philosophy, p. 26). Aquellos que piensan que «en un país como éste no debemos esperar descubrir
nada que atraiga a la mente o al sentimiento profundo» (Baden-Powell, Panjab manufactures, 1872,
68
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sido propuestas en el pasado por aquellos que sabían lo que estaban diciendo, y que
desde entonces habían llegado a repetirse mecánicamente sin comprensión: pero, por
una parte, eso sería hacer retroceder los comienzos de la sabiduría demasiado lejos
para el confort de aquellos que aman creer que la sabiduría vino al mundo sólo en
sus propios días, y por otra se necesitaría probar con alguna evidencia interna la
presunta incomprensión. Yo prefiero creer que, siempre que y dondequiera que se ha
expuesto correcta e inteligiblemente una proposición (y esto cubre los simbolismos
tanto verbales como visuales, es decir, tanto la «escritura» como el «arte»), la
proposición era comprendida sin ninguna duda. Los problemas de la ontología no
son tan simples que puedan resolverse por «azar» o por «inspiración»: antes al
contrario, no hay ningún tipo de trabajo más arduo que la «audición», y aquí un
hombre tiene necesidad de todo el poder del intelecto puro.
Ahora sigue una versión de otro himno de la creación, g Veda X.72:
II.III) probablemente no serán frustrados por el resultado de sus investigaciones, aunque uno podría
preguntarles por qué las emprenden. En el caso de aquellos que dedican sus vidas a un estudio de los
Vedas, a pesar de su convicción a priori de que su contenido es espiritualmente desdeñable, uno
puede preguntar ¿yastanna veda ki⋅♦c kari• yati? (g Veda, I.164.39 = vetâ♣vatara Up. IV.8).
De hecho, ¿qué puede significar el Veda para éstos?. Ta ete v cam abhipadya p pay sir×stantra⋅
tanvate aprajajñaya , g Veda X.71.9.
Apenas resulta posible que el erudito occidental se dé cuenta de que los mismos términos que él
aplica a los textos védicos (e.g., «pueriles, áridos e inanes», dicho de los Br hma as por
Lanmmann, Sanskrit Reader, p. 357) son precisamente los términos que emplean para evaluar sus
propias producciones exegéticas los eruditos indios más competentes, que o bien son demasiado
corteses para decir lo que piensan, o bien suficientemente cautos para jugar el juego de la erudición
occidental a modo de condescendencia hacia los pratyak• a-priyata de la época presente.
El erudito occidental (e.g., Lanmann, ídem 356, 357) se queja de que «lo que nosotros
consideramos las realidades de la vida» son para el pensador brahmánico «meras sombras» (y así, al
menos, pone al brahman en una misma escala junto con Platón y otros de su rango); y de que para el
brahman «cada cosa no es sólo eso que es, sino también lo que significa» (y así coloca al brahman
junto con la Deidad o el Buddha, para cuya omnisciencia «todos los principios son el mismo»). El
pensador indio puede no ser suficientemente arrogante como para aceptar esta alabanza, pero al
menos es suficientemente intelectual como para comprender que uno en quien «la línea de
demarcación entre “es” y “significa” se ha borrado casi por completo» no puede estar lejos de Su
«omnipotencia y salvación», es decir, de Eso en Quien la distinción entre la Esencia y la Naturaleza
es enteramente inexistente.
Jung confiesa no sin razón que «nuestro aire de superioridad occidental en la presencia de la
comprensión india es una parte de nuestra barbarie esencial» (Psychological types, p. 263), o como
observa Salmony, «Man darf ruhig sagen: Das europäische Urteil wurde bisher durch den Drang
nach Selbstbehauptung verfälscht» (Die Rassenfrage in der Indienforschung, Sozialistische
Monatsheften, 8, 1926).
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Como señalaba Charpentier, de cuya versión (Supar asage, pp. 386-388) ésta
que damos aquí difiere sólo en pequeños detalles, este himno describe
principalmente la creación desde el «Yacente», y secundariamente los términos del
movimiento de las Aguas por los pies de los danzarines angélicos en una suerte de
corro. Esta es una figura que se relaciona estrechamente, aunque no es idéntica, con
la del Batimiento del Océano, la Épica samudra manthana. Y como en algunos otros
relatos del comienzo, el polvo o la espuma que surge de las Aguas removidas
deviene la Tierra, es decir, el soporte de los seres vivos en medio de las posibilidades
de existencia.
El «Yacente»106 es originalmente Varu a, «el gran Yak•a soportado en la espalda
de las Aguas», Atharva Veda X.7.38, de cuyo ombligo surge el Árbol de la Vida, y
en quien está la Hueste Angélica (vi♣ve dev ); posteriormente, es Brahma, y
finalmente N râya a-Vi• u. El hecho de que yace soportado en las Aguas
corresponde al reflejo de su imagen en las Aguas, como se describe en Pañcavi⋅♣a
Br hma a VII.8.1, citado arriba, p. 12 En este sentido recíproco, él, como Dak•a,
«nace» de Aditi, puesto que es como una imagen reflejada, y Aditi de Dak•a, puesto
que las Aguas antecedentes a su brillo, a su conocimiento, son sólo una posibilidad
106
Utt napad, «con los pies extendidos»; cf. nyunnut na , «extendidos hacia abajo», g Veda
IV.13.5. O si utt na = utt n = p♦thv×, «Tierra extendida», entonces uttanapad sería equivalente a
suprati•⊇ha, «soportado firmemente» en las posibilidades de existencia, de suprati•⊇hap da,
Maitreya-Asanga, Uttaratantra, II.16. En g Veda I.164.33, tanto el Cielo como la Tierra son
utt na.
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sin revelar. Puesto que Dak•a, «Operación», «Pericia», la «mano derecha» de Dios,
el puro atto de Dante, es un nombre esencial, como Vi♣ vakarma y Praj pati, se
identifica acertadamente con Praj pati, atapatha Br hma a II.4.4.2107.
Traducir correctamente las familiares palabras sat y asat es mucho más difícil de
lo que podría parecer a primera vista. En algunos pasajes, e.g. B♦had ra yaka Up.
I.4.1 y Ch ndogya Up. VI.2.2 se ignora o se rechaza la relatividad de la Existencia
respecto a una causa permisiva (a saber, la No Existencia), y se da por establecido
como primera causa el Sí mismo ( tman), la Persona (puru• a), o la Existencia (sat).
En nuestro texto y en muchos otros, e.g., g Veda X.129.1, B♦had ra yaka Up.
V.2.1, Ch ndogya Up. II.2.1, Taittir×ya Up., lo que se entiende por el nacimiento de
sat desde asat puede ser el nacimiento del Intelecto, el Sí mismo, la Persona o la
Consciencia, desde la Muerte, la Privación, la Obscuridad Inerte, o la Inconsciencia;
de Dios desde la Divinidad, de la esencia desde la naturaleza108, cf. Dak•a desde
Aditi. En general, sin embargo, sat tiene el sentido más restringido de «eso que
existe» o de eso que «es actual»; así, por ejemplo, S ya a sobre g Veda VII.87.6
iguala sat con jagat, el «mundo», literalmente «eso que se mueve» (por supuesto,
con referencia al movimiento local). En Atharva Veda X.7.21 aparece una distinción
muy clara entre sat y asat, «Los afines (a saber, de los Ángeles) comprenden (vidu )
la rama (♣akham, es decir, el Árbol de la Vida, pra♣ khaya de Maitri Up. VII.11)
establecida (prati•⊇hanti×m, es decir, en las Aguas como la existencia manifestada
de todas las cosas) por vía de (iva) de la No Existencia (asat); aquellos de aquí abajo
(avare) que reverencian (upâsate) la Rama, la reconocen (manyante) como la
Actualidad (sat)». Aquí, como ocurre a menudo, se contrastan expresamente los
puntos de vista inversos, a saber, el angélico y el humano, el metafísico-intelectual
(parok• a) y el empírico-sensacional (pratyak• a); debe observarse la distinción entre
107
Dak•a, Tva•⊇♦ y Vi♣ vakarma, que son propiamente nombres esenciales de Dios con
respecto a su actividad creativa, son llamados por los eruditos védicos «dioses Abstractos», y
parecen ser considerados por ellos como personalidades independientes. Para crear un paralelo
adecuado, por ejemplo en la teología cristiana, tendríamos que considerar a Jehovah, al Padre, al
Creador, al Señor de los Ejércitos, etc., e igualmente a Jesús y a Cristo como «dioses» distintos, con
un solemne examen de sus diversos orígenes y oposiciones étnicos. Por otra parte, los autores
védicos y los autores posteriores son perfectamente conscientes de las identidades; por ejemplo, que
Tva•⊇♦ es lo mismo que Savi⊇♦, que Vi♣vakarma, y que Praj pati: y, ciertamente, ello es
perfectamente evidente por los relatos védicos de la personalidad y funciones de Tva•⊇♦. Considerar
que Aditi, Nir♦ti, Urva♣×, Lak•m×, etc., son «diosas» distintas sería igualmente erróneo. Um ,
P rvat×, Durg , K l×, etc., no son en modo alguno esencias distintas, más o menos abstractas unas
Dak•a = dúnamis, el puro atto nel cima del mondo de Dante; Aditi = énergeia, la potenza in
infime parte de Dante.
108
No que cada uno origina al otro, sino más bien que ninguno de ambos puede ser sin el otro.
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111
La implicación usual de sth es «existir», es decir, en tanto que especie natural, como una
«cosa»: esto no es incongruente con la glosa de sthita por R m nuja, a saber, sthita = avy paka,
«particular», «individual», en oposición a yat = vy paka, «universal», «omnipenetrante». Las
traducciones comunes de sthita (Max Müller, Hume, etc.) como «sólido» o «estacionario» son
enteramente erróneas, pues la referencia es a todo lo que está integrado o es actual, ya sea físico o
mental. De la misma manera, las traducciones de yat como «fluido» o «móvil» son igualmente
erróneas, pues los fluidos no son menos «sthita» que los «sólidos», mientras que la «movilidad»
implícita en yat es principial, no local. Como observa S ya a en relación con g Veda V.19.1
sthita⋅ padârtha j tam «el significado de la palabra sthita es “nacido”», cf. Maestro Eckhart, «Todo
lo que es conocido o nacido es una imagen», como en B♦had ra yaka Up. II.3.1, donde lo que es
sthita es también m rta. Lo que es sthita, existente, son precisamente los cinco elementos sutiles y
sus manifestaciones groseras: «este todo, esta obra Suya que rota, ha de considerarse como sólida
(p♦thvya), líquida ( pya), flogística (teja), gaseosa (anila) y etérica (kha)», vetâ ♣vatara Up. VI.2.
Sthita es a yat como tasthu• a a jagata en g Veda I.115.1; como dhruva a carat en X.5.3
(dhruva = sthita también en VII.88.7); como ti•⊇hatu a anug ta en X.19.3 y 1 (donde también sth
en 3 corresponde a jiv en 6); como ejat a carat en Mu∂ aka Up. II.1 (donde el «carat» es guh
sannihitam, «oculto en lo más interior»); y como paribhramati a carati en Maitri Up. III.2 y II.7
(donde también eso que es «carati» es acala, «inmutable»). En Maitri Up. VI.6, car se usa con
respecto a la Persona en el ojo, que «presencia» (carati) las cosas dimensionadas. En todos estos
pasajes gam y car se usan con respecto a la moción principial, sth con respecto a las cosas que
tienen un lugar y una moción local; cf. Maestro Eckhart I.114, «Como moción sin moción, aunque
es la causa la moción, y como tamaño sin tamaño, aunque es el principio del tamaño».
Es especialmente interesante el caso de g Veda V.47.5: «Que gran maravilla, que gran
paradoja, oh gentes, que cuando los ríos (nadya ) corren (caranti), las aguas ( pa ) permanecen
quietas (tasthu )». La comparación directa con Eclesiastés I.7, es falaz. Lo que se indica es como
sigue: la moción Principial allí, es el nacimiento, la existencia concreta, la posición, aquí».
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Así pues, hasta aquí está claro que los Ángeles de que se habla son los Sí mismos
o Personas de la Trinidad (tridh , ver arriba, p. 17 sig.), ya sea que se designen como
se ha mencionado, o por cualesquiera otros nombres alternativos, esenciales o
personales, que se empleen, tales como ditya, Prâ a, Praj pati, Dak•a, Mitra-
Varu a, Agni, Brahm , Vi• u, iva, etc. A éstos les corresponderán, por supuesto,
nombres esenciales o personales alternativos de la Sabiduría (v c), tales como
Prak♦ti, M y , Urva♣×, Sarasvat×, r×-Lak•m×, Durg , etc. Justamente estos
bahudevat , a saber, los daivasya dh man = dev de g Veda VII.58.1, los vi♣ve
yajatra de g Veda I.65, los «pájaros de un único padre» o los «compañeros de
nidada» (n×⊇aya ) de g Veda X.92.6, los sarva daivatya de B♦had ra yaka Up.
I.2.7, son los Vi♣ve Dev h, los «Distintos Ángeles», o la «Hueste Angélica» en un
sentido especial, a quienes se lauda tan constantemente en los Vedas, e.g. g Veda
X.82.5 y Atharva Veda X.7.38; son también los mismos que los «Ángeles» sin
especificar cuando éstos se mencionan como ya presentes «en el comienzo», o como
cooperando en el «primer sacrificio», como en g Veda X.90 y 129, y como en X.72,
donde «nacido» (anvaj yanta) debe tomarse en relación con susa⋅ rabdha, y con
respecto a términos tales como ekaj tatva e itaretarajanm na citados arriba, para
significar «conascente» más bien que nacido efectivamente. Así pues, en lo que
concierne a nuestro texto, los Ángeles mencionados han de considerarse como los
del orden primero o supracelestial, es decir, los del ditya-ma∂ ala: un orden
sempiterno con respecto al tiempo, como se reconoce en el Pañcavι⋅♣ a
Br hma a VI.9.15 sig., donde se habla de los Ángeles como una «primera
emanación» (prathamam as♦gram) y como la «pronunciación duradera» (sthita
vy h♦ti ), y donde, en este aspecto, se contrastan con la venida a la existencia de los
seres racionales (m nu• ya , «hombres», «mortales») cuya pronunciación es «de día
112
Ver mi On translation: maya, deva, tapas, en Isis, 55. La calificación mínima para un estudio
profundo de este aspecto de la ontología védica no sería meramente un conocimiento de los Vedas y
Upani•ads, sino estar familiarizado además con la concepción gnóstica del Pleroma y de los Eones,
y con la teoría cristiana de los ángeles según se esboza en las secciones de la Summa Theologica que
tratan del Gobierno Divino (I.QQ.103-119). El examen de arriba se ofrece meramente como un
ensayo dirigido a comprender mejor el problema implicado.
113
Cf. también B♦had devat I.98, «la divinidad (devatva) de cada ángel es de su ser-de-una-
esfera (s lokyatva) y de uno y el mismo origen (ekaj tatva), y a causa de la inmanencia
(vy ptimatva) de la energía ígnea (tejas) en ellos, aunque se ve que se les lauda individualmente».
En la susamrabdha de nuestro texto hay implícita como una interdependencia de los ángeles. Los
«ángeles» son aquí las Personas de la Trinidad.
114
Inversamente, el ángel es el «sí mismo» ( tman) del arma o vehículo, B♦had Devat IV.143.
115
Es decir, cada uno de los Sí mismos o Personas tiene su propia naturaleza, su propia
potencialidad, su propia ♣akti.
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en día». Decimos «orden» más bien que jerarquía adrede, porque el orden (dh ,
sa⋅ hita) de las Personas representa un orden natural o lógico, no un orden
jerárquico; aquí no hay ninguna procedencia116.
La mención de los Yatis, traducido aquí por «Dispositores» de acuerdo con el
significado raíz, es de un interés especial: pues está implícita su copresencia con los
Distintos Ángeles antes de la moción local. Estos «ascetas» son evidentemente los
mismos que los «Profetas» (♦•aya ) de otros textos, que, junto con los Patriarcas
(pitara ), están deseosos de progenie (praj k mya, Pra♣na Up. I.9). El retorno
(punar v♦tti) de los Profetas y de los Patriarcas igualmente, desde el curso del
pit♦y na117 a la existencia corporal (♣ar×raka) en un eón (yuga, kalpa) futuro, se
determina por la fuerza inagotada de las obras anteriores; en otras palabras, los
Profetas y los Patriarcas son los portadores de la herencia. El Único Ángel o los
Distintos Ángeles son los dadores de la Vida: pero es el Hombre, «Adan», «yu», el
que otorga a cada existencia su carácter específico. En relación al mundo, Brahm -
Praj pati es él mismo un Patriarca en este sentido, pues sus «Obras» (karma) o
116
Este examen cubre sólo una de las numerosas clases de los ángeles; ciertamente, las huestes
(gana) de los ángeles incluyen, además de los Vi♣ve Dev , a los dityas, a los Vasus, a los
Mah r jikas, a los S dhyas, y a otros. En Taittir×ya Up. II.8, se hace alusión a tres jerarquías de
ángeles, de quienes los más altos son simplemente los «Ángeles» (dev ) y los que siguen a éstos
son los «ángeles con respecto a las obras» (karma-dev ), «que alcanzan a los ángeles por sus
obras» (ye karman dev napyanti), y que, evidentemente, son lo mismo que los «ángeles cuyo sí
mismo es obras» (karmâtman dev ) del M nava Dharma♣ stra I.22; los terceros en rango son
los «ángeles engendrados» ( j naj dev ), y todos éstos son superiores a los Patriarcas (pitara ).
En palabras de Dionisio, «nuestro conocimiento de los ángeles es imperfecto» (Coel. Hier., VI).
Apenas puede dudarse de que Williams Jackson, J.A.O.S., Vol. 21, pp. 168 y 181, interpreta
acertadamente el avesta vitha como derivado de vispa (sánscrito vi♣va) «todo», y que los
«Omnidioses» que se mencionan a menudo en relación con Ahura Mazda eran precisamente los
«Distintos Dioses» de los textos védicos.
117
Con referencia adicional a «Dak•a»: los dos viajes póstumos, el devay na y el pit♦y na, se
describen en las Upani•ads como respectivamente «septentrional» (uttara) y «meridional»
(dak• ina). Obsérvese también que uttara significa primariamente «allí», «más alto»,
«trascendente», etc., y que dak• ina significa primariamente «de o perteneciente a Dak•a», donde
los significados septentrional y meridional son secundarios. La «vía» de Dak•a es precisamente la
del pit♦y na (en tanto que él mismo es, por sus obras y por su sacrificio, la causa de su propio
retorno a la existencia incorporada en la aurora de cada «creación»), y por eso es por lo que al
pit♦y na se le llama dak• ina, es decir, «meridional».
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118
Obsérvese que yajña = dulia, p j = latria. Yajña, «sacrificio», es, hablando propiamente, un
rito metafísico (o como lo expresan los antropólogos, un rito «mágico»), no un rito devocional. El
sacrificio del toro en Atlantis, descrito por Platón (Kritias 119 D y E) ilustra bien lo que se entiende
por «un rito metafísico». El griego Bouphonia (para el que, con su significación, ver Harrison,
Themis, 2ª edic., pp. 141 sigs.) es un paralelo estrecho del indio A♣vamedha: ambos son
«representaciones miméticas», apomimema. Y de la misma manera que el A♣vamedha fue
reclamado más tarde por Indra, así la Bouphonia fue reclamada por Zeus, aunque, en realidad,
ambos sacrificios son anteriores a las concepciones antropomórficas de la deidad. Si el término
cristiano dulia implica ahora devoción, eso es sólo lo que tuvo lugar en otras partes, en Grecia y la
India igualmente, una vez que la figura de una deidad antropomórfica se hubo sobreimpuesto, por
así decir, sobre la fórmula original, de acuerdo con los requerimientos de la extensión religiosa
(devocional) del «misterio» original.
Un excelente ejemplo de un rito metafísico (ciertamente no de un rito «religioso»), puede
encontrarse en las ceremonias de V japeya, donde tiene lugar la carrera ritual, y el sacrificador sube
al poste sacrificial, cf. Pañcavi ⋅♣a Br hma a XVIII.7.9 y 10, «Ellos corren una carrera, y hacen
que el Sacrificador gane; con ello le hacen ganar el mundo del cielo. Él sube hasta la cima; y con
ello asciende al mundo del cielo». Todos los ritos védicos son de este tipo, es decir, los que los
antropólogos describen como «mágicos».
Puede encontrarse un admirable relato de un rito metafísico en H. Blodget, The worship of
Heaven and Earth by the Emperor of China, J.A.O.S., XX.58 sigs.
119
«¿Qué son los opuestos?. Dios y el mal, lo blanco y lo negro están en oposición, una cosa que
no tiene ningún lugar en el ser real», Maestro Eckhart I.207.
120
Así, «Él usa a los demonios para Sí mismo», Santo Tomás, Sum. Th. I.Q.109.A.1.
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nuestros tres himnos, p rvya yuga, uttara yuga, etc., denotan tanto un lugar más allá
del lugar, es decir, la Eternidad qua locus, como un linaje antiquísimo (la alt
Geschlecht de Charpentier), o un tiempo más allá del tiempo: p rvya yuga es
realmente vyoman, «el cielo sin moción, este firmamento es la morada del
bienaventurado», Maestro Eckhart I.170; y ese «más allá» está en el loto del
corazón, el locus del espacio en sí mismo ( k♣ a, Maitri Up. VI.2), «todo está
contenido en él», Ch ndogya Up. VIII.3, «el que conoce al Brahman oculto
(nihitam) en la caverna del corazón (guh yam), en el Empíreo Supremo (parame
vyoman), obtiene todos los deseos y con ello también al Brahman», Taittir×ya Up.
II.1, cf. brahma⋅ p rvyam, vetâ♣vatara Up. II.5 y 7. Otros términos que tienen una
referencia similar a la de «Pleroma» incluyen purוa y purוin en g Veda I.163.1 y
I.164.12; bh man en Ch ndogya Up. VII.23 y 24; y p r a apravartin en Kau•×taki
Up. IV.8.
Ese lugar, esa afinidad, y ese tiempo antiquísimo y supracelestial, se contrastan
con los reinos del nacimiento y de la muerte, los tres Mundos, no como durando
meramente por un tiempo, sino hasta el fin del tiempo; las Personas, los Ángeles y
los Santos, un linaje inmortal, am♦ta-bhandava , están allí desde donde no hay
ningún retorno (punar v♦tti), ningún deslizamiento hacia abajo (avaprabhra⋅♣a a,
avasarpa a); aunque esto no es la Unidad de las Personas, no es una inmortalidad
absoluta, sino más bien una sthayit de incalculable duración, no fuera del tiempo,
sino de una duración de todo el tiempo. De hecho, esto es un Paraíso, el Paraíso más
allá del Sol, accesible sólo a los Comprehensores: originalmente el Paraíso de
Varu a (Jaimin×ya Br hma a I.42-44), más tarde el Paraíso de Brahm (Kau•×taki
Up. I.2-7), y aún más tarde también el Paraíso de Amitâbha (Sukh vat× S tra).
Por consiguiente, al menos en los pasajes donde se implica claramente por el
contexto esta esfera primordial, debemos traducir términos tales como vyoman,
dyau , divi, n ka, e incluso yuga123 por «Empíreo», «Paraíso» o «Pleroma», más
bien que como «cielo». Pues mientras que el Paraíso de Brahm está más allá del
Sol, más allá de la puerta de los mundos (loka-dv ra, Chandogya Up. VIII.6.5) por
la cual sólo hay admisión para el Comprehensor (vidu), ídem, el cielo de Indra es
la «plenitud» de la Deidad, cf. p r a y k♦tsna en las Upani•ads, y ak♦tsna, «no entero», como
caracterizando a la existencia individual, e.g., B♦had ra yaka Up. I.4.7; en el gnosticismo
valentiniano, igualmente, el Pleroma es la morada de los Ángeles.
Cf. la exégesis de de la Vallée Poussin sobre el Dharmak ya y el Sambhogak ya en tanto que
«Eones» primario y secundario, J.R.A.S., 1906, p. 967.
123
Similarmente el chino yu t’ien.
El retorno de los siete dityas al Empíreo recuerda a Ireneo III.11.1, «Cristo desde arriba…
continuó impasible… (y después de descender sobre Jesús) retornó adentro de su Pleroma».
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sólo el más elevado de los Tres Mundos, un cielo accesible a todos aquellos que han
hecho buenas obras, independientemente de la comprensión, y desde donde hay para
ellos un constante retorno a las condiciones terrestres.
g Veda X.90
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Este texto, traducido casi de acuerdo con la admirable versión del profesor
Brown en J.A.O.S., 51, 108-118, requiere poco comentario adicional. «Se levanta
por el alimento», es decir, «existe», ti•⊇hati. De ello se sigue que am♦ta no es aquí
«inmortalidad», sino simplemente «vida», como también en X.90.2, donde la «vida»
y la «muerte» son aspectos complementarios de la mortalidad: de la misma manera
que hemos visto que la «muerte» (m♦tyu) puede ser la Muerte Absoluta, que es lo
mismo que la Inmortalidad Absoluta, o puede ser la «muerte» como el complemento
a la «vida» y la «muerte».
La segunda mitad del primer verso enuncia claramente el mismo pensamiento
que el que encuentra expresión en la Maitri Up. V.1, a saber, el de la
correspondencia exacta de las huellas exteriores e interiores del Sí mismo; y esto
tiende a confirmar la explicación tradicional de da♣a≡gulam como «corazón»125. Con
este curioso término pueden compararse varias medidas del Sí mismo en el corazón,
que se mencionan en las Upani•ads. Por ejemplo, la segunda mitad de nuestro verso
1 se repite literalmente en vetâ♣vatara Up. III.14, precedida por estancias en la que
él, el Puru•a y Sí mismo interno, se dice que es a≡gu•⊇ham tr , «de la medida de
un pulgar», cf. Ka⊇ha Up. IV.12 y VI.17, y Ch ndogya Up. V.18. Nuevamente, en
la vetâ♣vatara Up. III.20 y V.9, encontramos anora× yν mahatomahiy t,
125
Quizás podría desarrollarse un argumento adicional a partir del hecho de que en el
ulbas tra, uttara yuga representa una medida particular, a saber, trayoda♣agulam.
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126
«Allí, en esa forma omniposesiva y omnipenetrante (prâpti-) de Vir j, en el Empíreo
primordial (n ke p rve), los Santos (s dhy ), que eran desde antiguo (pur tan ) adoradores
(s dhak ) de la Vir j, moran ahora (santi ti•⊇hanti): moran (sacanta) en ese Empíreo, en la forma
omniposesiva y omnipenetrante de Vir j, en el Paraíso (svargam), como Poderes asistentes
(mahim nastadup sak ), como Poderosos Sí mismos (mahâtm na , “Mahatmas”)», cf.
Chandogya Up. III.10, y Bhagavad G×t X.15.
127
Ningún «deslizamiento hacia abajo», avaprabhra⋅♣ana en el Atharva Veda XIX.39.8,
avasarpa a en el atapatha Br hma a I.8.1.7, punar av♦tti y punar ap dana, Upani•ads, passim,
v♦ttam puna , g Veda V.46.1.
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Se observará que aquí el brahman (verso 12) tiene precedencia sobre el k•atriya.
Sabemos que en la India antigua existió un conflicto sobre este punto. Una solución
muy apreciable se ofrece en la B♦had ra yaka Up. I.4.11, donde se dice que el
espíritu-poder (brahma) es la fuente (yoni) del poder temporal, más alto que el cual
no hay nada: en otras palabras, el poder espiritual es al poder temporal lo que el Ser
es a la Existencia, o lo que lo Inconsciente (supraconsciente) es a lo consciente,
aunque lo consciente tiene naturalmente la precedencia en el mundo. Cf. «El corazón
más bajo se mueve como un fuerte y poderoso comandante que desdeña al
gobernante celestial por causa de su debilidad, y se ha adueñado de la jefatura de los
asuntos del estado», Lü Tzü en Wilhelm and Jung, Secret of the Golden Flower, p.
27. Precisamente desde este punto de vista puede explicarse mejor el carácter de
Indra: el Indra original (un aspecto de Agni, g Veda V.3.1, y nacido de la Verdad,
ídem IV.19.2) representa el Poder Temporal legítimo (k• atra), en relación a Agni o a
V yu (Prâ a) como el Poder Espiritual (brahma); sin embargo, el Indra «caído»
(«engañado», B♦had Devat VII.54) y egoinfatuado, confunde su posición y afirma
su independencia, como en g Veda IV.142 y X.124.
Hemos traducido Indra como «rey» a modo de prueba, asumiendo que indra,
dev n m indra, era originalmente, es decir, antes de los Vedas como nosotros los
poseemos, un nombre esencial128 del que es sólo Uno, no una deidad independiente
de un origen étnico extranjero como se ha pensado generalmente 129. Su tratamiento
como una deidad separada y rival, que a menudo desplaza a Varu a, proporcionaría
así un paralelo antiguo a casos tales como los de K madeva que son, hablando
propiamente, «poderes» de Varu a o del Brahman, y que sólo más tarde, o sólo
popularmente, se les ha rendido culto como deidades independientes; r×-Lak•m×
representa un caso similar por el lado de la Madre. Es notable que en el B♦had
Devat I.69, y en Nirukta VII.5, donde la Trinidad consiste en Agni, Indra y V yu, y
ditya, Indra y V yu cuenten como una única persona130; en la B♦had ra yaka Up.
IV.2.2, a Indra se le interpreta como el «Incitador» y como correlativo de Vir j, pues
«su lugar de conjunción es el espacio en el corazón», ídem 3; en Taittir×ya Up. I.6.1.
128
En Aitareya Br hma a II.4.3 (Ait. Up. I.3.13 y 14), a Indra («Idamdra») se le llama
llanamente un epíteto (un nombre esencial) del Sí mismo (tman). Cf. g Veda V.3.1, «Tú (Agni,
Varu a, Mitra) eres Indra para el adorador mortal».
129
Cf. mi Yak• as II, pp. 26, 27.
130
Como a menudo es el caso en el g Veda, e.g. III.23.2 y 3. Cf. Indra identificado con
Praj pati y con la Persona en el Sol, Kau•×taki Br. VIII.3; e Indra como Gloria (ya♣as) y Señor de
las Existencias (bh tan m-adhipati), Aitareya ra yaka II.3.7.
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Welt von ihr durchimpft zu sein scheint, so dass man den geistigen Führer der Gegenschöpfung der
“Fürsten dieser Welt” nennen kann, was er in Wirklichkeit nie ist. Dann erscheint die wirkliche
Welt als die böse Welt schlechthin und Erlösung wird zur “Uberwindung der Welt”».
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APÉNDICE
El Eje vertical es también el tronco del Árbol de la Vida, y cada radio de cada Rueda del
*
Mundo es una rama del Árbol, y entre estas ramas están los «nidos» de la consciencia individual.
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«Luz del Cielo» en el centro). Este movimiento afirmativo procede, hasta que el
individuo alcanza una distancia máxima desde el centro, y «está de cara al Sur»:
entonces sólo ve la «Luz de la Naturaleza», y para él el Sol «sale por el Sur». Eso es
la noche y el solsticio de Invierno de la vida espiritual. Que el Sol se ponga en el
«Norte» corresponde al punto de vista del hombre sensual y materialmente científico
cuyas «realidades» deben ser «hechos», hombre para quien las «ideas» son «meras
abstracciones», y para quien la observación es su «iluminación» y la visión su
«noche»; cf. Bhagavad G×t II.69, «En lo que es “noche” para todas las existencias,
ahí la consciencia temperada está despierta; y en lo que las existencias están
“despiertas”, eso es “noche” para el Muni que “ve” verdaderamente».
Al volverse hacia el centro, la consciencia se mueve hacia el centro, está de cara
al Oeste, y al mismo tiempo está «de espaldas» con respecto al movimiento de la
Rueda; para él el Sol «sale en el Oeste»; nuevamente ve una «Luz» compuesta de la
Luz de la Naturaleza y de la Luz del Cielo. Que la luz del Sol brille ahora desde el
Oeste se debe a que el individuo comprende ahora su fin verdadero, y a que la Vida
Eterna (atemporal) es sólo de quien puede morir a las cosas temporales, «El que
quiera salvar su vida, que la pierda». Finalmente, llega a la proximidad del centro de
la Rueda, es decir, del centro de su propio ser, y está «de cara al Norte»; entonces,
ciertamente, el Sol «sale en el Norte», él ve sólo la Luz del Cielo, y la Luz de la
Naturaleza está en el sur detrás de él.
Obsérvese, por supuesto, que la dirección de la salida del Sol (ya sea en el Este,
el Sur, el Oeste, o el Norte «espiritualmente») se llama siempre el «Este» (el
Levante, el Oriente) empíricamente (pues todas nuestras imágenes se derivan de la
experiencia sensible): de aquí que cuando el Bodhisattva ocupa su sede en el Trono
Adamantino, a punto de realizar el Gran Despertar, se dice que está de cara al
«Este», a saber, cara al «Este» localmente con respecto a su sesión efectiva en Gay ,
pero espiritualmente cara al «Norte». De la misma manera han de explicarse las
diferentes orientaciones de los templos; por ejemplo, normalmente se debe esperar
que el adorador entre desde el Sur al Devay na (el chino Shên-tao, el japonés
Shinto) que conduce directamente al santuario (garbha) que va de Sur a Norte; pero
si la imagen adorada fuera raj sika, la orientación podría ser efectivamente el Este o
el Oeste, y si la imagen fuera tam sika, la entrada debe ser desde el Norte**.
Además, las cuatro etapas del curso como se describen arriba corresponden a la
Primavera, al Verano, al Otoño y al Invierno en la secuencia pratyak• a o adhy tma,
o al Otoño, al Invierno (ut supra), a la Primavera y al Verano en la secuencia
**
Para la inversión del significado, cf. g Veda I.164.19, «A aquellos que vienen aquí (arvañc),
ellos (a saber, los Ángeles) les llaman “los que han partido” (par ca )».
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los «cien años» de la vida de Brahm , es decir, hasta el fin del tiempo. Sólo cuando
ha desaparecido toda consciencia de dualidad, amauna⋅ ca mauna⋅ ca nirvidya atha
br hma a , «deponiendo a la vez la manifestación y la no manifestación, entonces
él es el br hma a»*****, brahmavid, «el que conoce al Brahman en identidad»,
B♦had ra yaka Up. III.5. Entonces el Eje del Universo se contrae en un punto, ese
punto al cui la prima rota va dintorno, donde todas las formas subsisten en una
forma simple; sólo entonces, el Sol Supernal, «salido para siempre, ya no sale ni se
pone más; Él es ciertamente Uno (ekada), en el Lugar del Medio»****** (madhye
sthane = n bh am♦tasya, «en el ombligo de la no mortalidad»), «sin dualidad»,
advaita.
Las aplicaciones de un diagrama tal como el que se ilustra aquí son
indefinidamente numerosas. Por ejemplo, la línea que se extiende desde el Sol
meridional en el mundo, hasta la Luz central del Mundo, y que continúa desde allí
por una recta hasta el Sol Supernal, representa esa vía única, de entre las muchas
vías, que Agni conoce, y que conduce a través de la Puerta Solar de los Mundos
(loka-dv ra, cf. JUB. I.3 y Juan 10.1-18) al Empíreo (parama vyoman), al Pleroma
Inmutable. Agni es el Pastor de los Rebaños, que va errante en los mundos sin
vacilación, y que permanece como sabio en la encrucijada de las vías ( g Veda
I.164.31; X.5.6; X.19; y X.177.3). «No hay ningún atajo aquí en el mundo» (Maitri
Up. VI.30), ningún Radio ni Vía que conduzca desde una posición en el mundo
directamente al Sol Supernal: el Sol Supernal sólo es visible desde el centro del
mundo, un centro sin «posición» en el espacio, pero donde está la Luz del Mundo, el
Ojo del Mundo, el cakkhu⋅ loke budista. En otras palabras, «es a través del medio
del Sol Supernal como uno escapa» ( ditya⋅ samay atimucyate, JUB. I.3; «Ningún
hombre va al Padre sino a través de Mí»).
En una representación más detallada, el número de «ruedas» o de «círculos»
(cakra) puede aumentar indefinidamente. En particular, un gran círculo pasa a través
del Sol Supernal y de su reflejo en las Aguas Inferiores; este círculo significa el
Mundo o Universo en su entereidad, y su revolución es el Brahmâ∂a. Por otra parte,
la consciencia individual «A» debe representarse por otro círculo, en un plano en
ángulo recto con ese en el que subsiste la consciencia, y cada uno de tales mundos es
*****
Para este uso especial de la palabra br hmana, cf. en g Veda, X.71.11, brahm , «el
brahman», es decir, de los cuatro sacerdotes sacrificiales ese que vadati j tavidy m, «que pronuncia
la ciencia del génesis»; el comentario de S ya a es brahma hi sarva⋅ veditu ⋅ yogy bhavati khalu,
«el “brahman” se refiere aquí al asociado por el hecho de que conoce todo pero sólo está meramente
presente». De aquí el epíteto J tavedas de Agni.
******
O «Lugar Dentro», es decir, guh nihitam, antarbh tasya khe.
94
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a imagen (anur pam) del otro. En el «mundo» individual se verán también Soles
reflejados, a saber, uno central, virtualmente «sin posición», pero situado
«efectivamente» en el punto de intersección con el rayo solar en el mundo del que ya
hemos hablado, y representado por la línea de trazos; y el otro periférico. Esos
«Soles» central y periférico de la consciencia individual son la «Luz Interior» y la
«Luz de la Naturaleza» del individuo. Al mirar dentro el individuo ve esta Luz
Interior, «salida en el Norte»; y al centrarse en ella, ha entrado en la «Vía» general
que se representa por la línea de trazos en el diagrama. El hecho de que la dirección
de esta «Vía» esté en ángulo recto con la de su «eje» anterior, corresponde a esa
rectificación******* de la personalidad que se llama comúnmente «conversión» y
«regeneración» («A no ser que el hombre nazca de nuevo, no puede ver el Reino de
Dios»). Entonces debe proceder a lo largo de esta Vía recién ganada hasta que
alcanza y se centra en la Luz del Mundo********; entonces ve por primera vez
directamente, sâk• t aparok• t, al Sol Supernal, «salido en el Cenit», «cuya Faz es
el Fuego» (g Veda VII.88.2) —per tal modo che ciò ch’io dice è un semplice lume,
Paradiso XXXIII.90.
*******
Cf. Kau•×taki Br hma a VII.6, donde se dice que el Cenit fue lo «primero que discernió»
Aditi; y se debe a Aditi, cuya «Libertad» (adititva) es de todas las ataduras, que todas las cosas, las
plantas, los árboles, los hombres y el fuego «estén derechos», puesto que la «rectitud» de las cosas
es su «aspiración».
Por otra parte, con respecto a la procesión, puesto que la extensión de cualquier mundo está en
un plano en ángulo recto con el eje del universo (cf. JUB. I.29, ra♣mi asumaya… tira
prati•⊇hata ) cualquier venida a la existencia se representa por una ramificación hacia fuera
horizontalmente desde el tronco del Árbol de la Vida o el Poste vertical de la Cruz. Por lo tanto, se
dice que los Distintos Ángeles «nacen transversalmente, del costado» (g Veda IV.18.1-2), y esta
imagen sobrevive en la leyenda budista del nacimiento de Siddhârtha del costado de M y dev×.
********
«Por cuya causa es el Esplendor (♣r×), el Sí mismo ( tman) salido del Mar (samudr∂ ha),
es decir, el Sol Supernal ( ditya)», JUB. III.3.
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Fig. 1. r× S ryôdaya, la «Sagrada Salida del Sol». De un manuscrito del Kalpa S tra del siglo
XVI, Museum of Fine Arts, Boston, ver Brown, Miniature paintings of the Jaina Kalpas tra, 1934,
fig. 38.
La Aurora que se pinta es la del día siguiente al anuncio de Tri♣ la de sus sueños de preñez a
Siddhârtha, y por consiguiente la del día de la concepción del Mah v×ρ a. Puesto que el
Mah v×ρa es, no menos que el Buddha, el Mesías Solar, la Salida del Sol en la mañana de su
concepción es virtualmente, y si ignoramos la presentación pseudohistórica de los elementos
«milagrosos» en la vida del Jina, la Salida de la Luz Oculta en el Comienzo.
La designación de r× S ryôdaya aparece como una leyenda en caracteres n gar× junto a la
ilustración en la página del manuscrito. El texto, § 59, describe la salida del Sol como sigue:
«Cuando acababa la noche surgió el Sol… intensamente rojo… Él, el Hacedor del Día iluminado de
mil rayos… brillante de energía ígnea, despertó los enramados de lotos… con las palmas de sus
manos se disipó la obscuridad».
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INTRODUCCIÓN
Se dice en el g Veda que los Cinco parientes arios son inmigrantes; han venido
de otro lugar a través de las aguas, y han poblado y cultivado las tierras de esta
orilla. Este proceso de toma de tierra se ha interpretado generalmente como haciendo
referencia a la inmigración histórica de un pueblo de lengua aria que, de un color
claro y tajantemente distinto de los obscuros dasyus paganos, cruzó la Sarasvat× en
el Punjab y se estableció en Bharatavar•a. Esto es una interpretación evemerista de
la literatura tradicional que, hablando estrictamente, está desprovista de todo
contenido histórico, cualquiera que sea. Con esto no queremos decir que no pueda
haber habido acontecimientos históricos análogos a los aludidos en los «mitos»
védicos; antes al contrario, asumimos que la historia tiene lugar siempre de acuerdo
con el modelo de la realidad última que se enuncia en la tradición metafísica, o en la
fraseología bíblica, «para que pueda cumplirse lo que fue anunciado por los
profetas» (♦•aya ). Por consiguiente, puede ser acertado que la tradición metafísica
misma se emplee, por un proceso de inversión, como un material fuente por el
historiador, de la misma manera que el esteta puede usar un icono como una pieza de
adorno, o el antropólogo puede usarlo para sus fines propios. En este sentido, por
ejemplo, podemos estar ciertos de que las gentes que hacían el ritual védico y que
cantaban los mantras en su forma registrada, poseían efectivamente caballos y
carros, tenían la experiencia del cruce de mares y de ríos, y cultivaban el terreno. De
ello no se sigue que el mito cósmico mismo —«originale Geistesschöpfung
allerersten Ranges»1— hubiera sido desconocido antes de esta última etapa de la
cultura neolítica, que se refleja en el simbolismo de los mantras en los que se
expresa. Algunos de los símbolos no pueden ser «fechados»; en cualquier tiempo
puede haberse aludido al Sol como un pájaro, y no cabe duda de que en la edad
paleolítica ya existía un culto de la Única Madonna. Los símbolos que implican un
nivel cultural específico, pueden haberse desarrollado desde prototipos más antiguos
simultáneamente con su invención efectiva; así, antes del pilar, el árbol; antes de la
rueda, el swastika; antes del arado, el palo de plantar2. Es en este sentido como el
1
Jeremias, Der Kosmos von Sumer, 1932, p. 20.
2
Cf. Andrae, Die ionische Säule: Bauform oder Symbol?, Berlín, 1933, pp. 65, 66: «Cuando
sondeamos el arquetipo, el origen último de la forma, entonces descubrimos que está anclado en lo
más alto, no en lo más bajo… El que se maravilla de que un símbolo formal pueda permanecer vivo
no sólo durante milenios, sino de que, como todavía aprenderemos, pueda volver a la vida de nuevo
después de un intervalo de miles de años, debería recordar que el poder del mundo espiritual, que
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forma una parte del símbolo, es sempiterno». Cf. René Guénon, «Du prétendu “empirisme” des
ancients», en Le Voile d’Isis, nº 175, 1934.
3
Las abreviaturas se emplean como sigue: RV., g Veda Sa⋅ hit ; AV., Atharva Veda Sa⋅ hit ;
TS., Taittir×ya Sa⋅ hit ; VS., V jasaneyi Sa⋅ hit ; TB., Taittir×ya Br hma a; PB., Pañcavi ⋅♣a
Br hma a; AB., Aitareya Br hma a; JB., Jaimin×ya Br hma a; JUB., Jaimin×ya Upani• ad
Br hma a; AA., Aitareya ra yaka; BU., B♦had ra yaka Upani• ad; CU., Ch ndogya Upani• ad;
Mai. Up., Maitri Upani• ad; MU., Mu∂ aka Upani• ad; SN., Samyutta Nik ya; J., J taka.
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RYA, ARYA
4
«Los Comprehensores (vidv≡ sa )… de la Ley (♦tav na , que aquí son los Primeros
Sacrificadores) cuando hubieron descubierto las cosas que eran de quienes no conocían ninguna Ley
(an♦t ), se volvieron; ellos, los autores del canto (kavaya , griego Β≅40ϑ≅∴ ) emprendieron
su gloriosa vía», RV. II.24.6-7; «Los Patriarcas (pitara ), a quienes en tanto que Ángeles, los
Ángeles han otorgado su Providencia (kratu)… han recorrido las regiones, estableciendo las
antiguas moradas sin medida… derramando su progenie diversamente», X.56.4-5; «Los generosos
(a saber, los vi♣vedev ) han hecho que el Sol suba al cielo, y han esparcido las ordenanzas arias
( ry vrat ) sobre el mundo», X.65.11 (S ya a glosa rya como ♣re•⊇h ni y kaly n ni, «mejor» y
«bello»). Per contra, «El Pastor de la Ley (♦tasya gop ), el Comprehensor que presencia los
distintos mundos (es decir, el Sol), introduce dentro del pozo a los que no están cualificados
(aju•⊇ n) ni iniciados (avrat n). Los hombres de visión (dh×ra , aquí los Primeros Sacrificadores)
pasan el cedazo de la Ley (♦tasya tantur vitata ) por la criba purificadora, la lengua del pozo de
Varu a, con la Magia (m yay ); pero el que no es capaz de ello (aprabhu ) cae en el pozo (kartam
ava pad ti), RV. IX.73.9; obsérvese el contraste entre éste último y el «Pastor que se mueve en las
vías, y que nunca cae» (gop m anipadyam nam… pathibi♣ carantam, I.164.31 y X.177.3, JUB.
III.37). El Pastor del Universo (bhuvanasya gop , I.164.21, II.27.4, VII.70.2, JUB. I.1 y III.12, etc.)
es el «Buen Pastor» de la tradición semítica. A Indra se le designa típicamente como vratap ,
Defensor de los Fieles, que es su función natural en tanto que representa el poder temporal (k• atra)
en alianza con el poder espiritual (brahma) que es representado por Agni, que pone el rayo en las
manos de Indra, X.52.5, y que le elige para que lleve a cabo hazañas heroicas, VIII.100.1-2.
100
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5
En RV. IV.1.7, donde Agni es arya, la glosa de S ya a es sv mi vai♣yayor, lo que equivale a
«vi♣pati».
6
Cf., no obstante, los reproches que Namuci dirige a Indra, «Tú, oh traidor de un amigo», TB.
I.7.1.7-8. Ciertamente, hay evidencias abundantes en el g Veda de que el acto de la toma de
posesión de lo que no era originalmente de ellos, sino perteneciente a los obscuros Asuras —algo así
como los pieles rojas en nuestra analogía americana— se comprendía que había sido de alguna
manera un pecado que requería una expiación y una restitución simbólica, e.g., RV. X.109; los
kilbi• i son típicamente de Indra, mientras que el Redentor, kilbi • a-sp♦t, es típicamente Agni, RV.
X.71.10; puede observarse también con respecto a RV. I.164.32, donde se dice que Agni «asume la
destrucción» (nir♦tim), que si aceptamos la designación de S ya a de Nirsti como p pa-devat , esto
también implica una asumición de nuestra culpa. Sin embargo, nosotros no estamos interesados
ahora en este punto de vista, sino sólo en la actitud afirmativa que prevalece naturalmente en el
karma k ∂ a.
7
En RV. I.177.1, Indra, y en III.62.6, B♦haspati, es v♦•abha car• a× n m.
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huellas en el orden social humano donde no se han roto los lazos de la tradición)
muestra que estamos tratando un «tiempo» que antecede a la «historia».
NAU
Se verá abajo (s.v. Sarasvat×) que el suelo del Carro de la Luz (jyoti-ratha
aplicado a Agni, a Soma, a los Vi♣vedev , RV. I.140.1; IX.86.44; X.63.4), que
es de substancia intelectual (manas-niaya, X.85.2), y del que tiran corceles que no
son nacidos de caballos (ana♣vo j to IV.36.1) sino ahormados intelectualmente
(tatak• ur manas , I.20.2), es él mismo un Terreno (budhna, X.135.6) que reposa
sobre las Aguas; y, en este respecto, es como cualquier otra Tierra (p♦thiv× = dy v -
p♦thiv× = dy v ) o plataforma del Ser. Según otra imagen familiar, cualquier
Terreno puede ser representado por el loto, ya sea por la flor o por la hoja, y en este
sentido (TS IV.1.4; IV.2.8; V.2.6.5: B VII.4.1.7-11) se dice que Agni fue batido
desde el loto (pu• kar t, VI.16.13) y que Vasi•⊇ha, hijo de Mitrâvaru au y de
Urva♣×, nace en el loto (j ta … pu• kare, VII.33.11), donde también se revelan los
Vi♣vedev .
De la misma manera, cualquier Terreno soportado así, en y por el océano
primordial de la posibilidad infinita, puede considerarse como un barco o arca (nau)
o balandro o balsa (prê≡kha) de vida, cf. el k• au× -nau de las estancias invocatorias
del Da♣akum racarita. Así Vasi•⊇ha, en RV VII.88, cuando se siente alejado de
Varu a —«Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»— mira atrás, al comienzo, con
un ardiente anhelo, como el de Adam por el Paraíso: «Donde, embarcado ( ruh va)
con Varu a, botábamos nuestro barco (n vam ×ray va) en medio del océano, donde
cabalgábamos sobre las crestas de las olas, allí querría que todavía nos
balanceáramos en el suave balanceo (prê≡kha) de la felicidad, donde (n vi) Varu a
estableció a Vasi•⊇ha, en la ausencia de los días, cuando el Cielo y la Tierra, las
Auroras y los Ocasos estaban abrazados» (tatanan). «Ciertamente, el Sabio Rey
Varu a hizo en el Cielo este Balandro de Oro de suave bogar para la delectación
sólo», VII.87.5; se trata del reflejo del Sol en el Mar, a saber, el «barco del Sol» de
la tradición múltiple.
Del Barco de la Vida puede hablarse igualmente como botado y guiado por todos
o por alguno de los primeros Ángeles; así, X.63.10, «Embarquemos ( ruhema)
hacia la felicidad en el bajel angélico (daiv×⋅ n vam)». Nuevamente, «Los Barcos de
la Verdad (satyasya n va ) han hecho la buena travesía (suk♦tam ap×paran,
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no son buenos nadadores, pero que se debaten en el Mar que es «sin comienzo ni
plataforma ni amarre» (an rambh ne… an sth ne agrabha e samudre, I.116.5)10.
En particular, los A♣vins son los curadores del decrépito Cyav na, que es Praj pati o
en la semejanza de Praj pati, cuando es vencido por la vejez (ver s.v. Sarasvat×), y
los salvadores de Bhujyu (el «Hombre» en tanto que el buscador del «disfrute» o la
experiencia11, o posiblemente también en tanto que «serpiente», ante principium).
pude considerarse como una adaptación (up ya) a unas circunstancias mundanas posteriores del
antiguo concepto del Mesías en tanto que con su despertar (Gautama, buddha = Agni, u• arbudh)
lleva a cabo la conmoción del Infierno, cf. J. I.76, cakkav lantaresu… ekobh s ahesu⋅ …
jaccandh r p i passi⋅ su, j tibhadir sadda⋅ suni⋅ su, j tip×⊇hasapp× padas gacchi ⋅ su,
andubandhanâd×ni chinditv pati⋅ su, «Brilló Una Luz a través de los vacíos entre los mundos (es
decir, los infiernos, en términos de espacio más bien que de tiempo), y los naturalmente ciegos
vieron las formas de las cosas, y los naturalmente sordos oyeron los sonidos, y los naturalmente
cojos salieron andando, y los barrotes y las cadenas se rompieron y cayeron».
10
Este Mar es el abismo insondable, cubierto de obscuridad, fluido e indeterminado, de RV.
X.129. Cf. San Agustín, Confessionum, XIII.5, «el abismo obscuro, obscuro en lo que concierne al
flujo inconstante de su informalidad (informitas) espiritual», donde las Aguas, como en el Génesis y
en el RV., son una substancia indeterminada e infinita, aunque una mera potencialidad, ante
principium; e ídem XIII.7, «aguas desprovistas de todo fondo» (sine substantia), donde por una
extensión natural del significado, y como ocurre también típicamente en el budismo, el abismo es el
mar inconstante de la vida, con todos sus peligros y sus imperfecciones, que ahora (post principium)
han de considerarse como deformidades, es decir, como privaciones de forma más bien que como
antes, una privación total de forma y de ser. El Mar que ha de cruzarse es continuo e insubstancial
(como lo expresa San Agustín, loc. cit., «neque enim loca sunt, quibus mergimur et emergimus»); el
fin que ha de alcanzarse es el de una posesión plena y consciente de su propia forma intrínseca
(svar pa) por cada potencialidad individual que se ha considerado como embarcada en el barco de
la vida. Una vez comenzado, el viaje no acaba cuando se alcanza un puerto, sino que prosigue por el
devay na hacia un puerto más allá de nuestra comprensión, o por el pit♦y na acá y allá de un puerto
a otro.
11
Desde el punto de vista del karma k ∂ a, el Barco de la Vida se construye y se bota para el
transporte por el Primer Sacrificio (RV. X.101.2); pero desde el punto de vista del jñ na k ∂ a, «las
formas sacrificiales son barcos inseguros»; Mu∂ aka Up. I.2.7, y «es en el bajel del poder espiritual
(brahma) donde el Comprehensor debe cruzar todos los pavorosos ríos», vetâ ♣vat ra Upani• ad,
II.8.
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Al rescate de Bhujyu u otros Profetas por los A♣vins del medio del océano, y a su
retorno sano y salvo a puerto se alude en RV. I.116.3-5; I.182.5-7; I.160.3 y en otras
partes. En el primero de estos pasajes encontramos «Vosotros le llevasteis de retorno
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el árbol de RV. I.182, sugiere ese árbol al que está atado el arca de Manu en B.
I.8.1.6. En cualquier caso está claro que el modelo del Primer Viaje se refleja en, y
en principio es idéntico al modelo de los viajes recurrentes de Manu, que son
coincidentes con cada pralaya menor; pues aquí también, aunque desde una distancia
menor, los principios generativos destinados a prolongar su linaje en el manvantara
siguiente son transportados desde el pasado y traídos a la tierra. Hay que observar
también que las aguas del Diluvio suben y que a su debido tiempo bajan (de la
misma manera que en RV. I.164.51, «uniformemente con los días16 esta agua sube y
baja» (uc ca ety ava ca), y en cuanto a esta bajada, de la misma manera que en
III.33.10, el Río «se inclina como una madre que amamanta, se entrega como una
doncella a su amante».
Por lo que toca a mi conocimiento, hasta ahora ningún erudito había propuesto
nunca, por muy históricamente versado que esté, que el viaje de Manu, o lo que es lo
mismo el viaje de Noé, representa la memoria legendaria de una migración
histórica17. A fortiori, en el caso del primero de todos los viajes, es un defecto de
comprensión grave, no encontrar en el Barco de la Vida nada más que la
reminiscencia de algún arbusto prehistórico. ¿Qué ocurre entonces con el capitán, y
los pasajeros, el periplo y la tierra del desembarco?. A no ser las mentes más
neciamente profanas (pratyak• a-priy ), ¿quién podría no ver aquí nada más que el
registro de un Volkerwanderung étnico, o un mapa de una geografía terrestre?.
pequeños peces, cf. Tertuliano, De Bapt. I, «Pero nosotros, pequeños peces (pisciculi) siguiendo el
ejemplo de nuestro 3Ο1µΕ , Jesucristo, nacemos en el agua, y no estamos a salvo de ninguna
otra manera que morando permanentemente en el agua»; de donde que el bautismo (y mucho más
cuando es por inmersión total) prefigure la salvación; pues aquellos a quienes la inundación del
mundo al cierre de un eón (el «Día del Juicio») no causa ningún daño son precisamente esos que son
buenos nadadores. Y de la misma manera R m×, «Yo soy un gran pez, y deseo el Océano de Om n»
(XVI, en Nicholson, Sams-i-Tabr×z).
16
«Días» que aquí es análogo a lo que son en el Génesis, y posiblemente ya en el sentido de
eones. La noción de las jerarquías temporales no era menos familiar para los antiguos que la de la
jerarquía espacial, cf. Jeremias, Handbuch der altorientalischen Geisteskultur, p. 295 sig. Al mismo
tiempo y en tanto que toda extensión, ya sea en el tiempo o ya sea en el espacio, es en principio una
y la misma cosa, la bajada y la subida de las mareas oceánicas, al exponer y al sumergir de nuevo
una orilla (dhanva), es un reflejo, una analogía, o una huella (vestigium pedis en el sentido
escolástico, sánscrito pada, ver mi Elements of Buddhist Iconography, nota 146) de la submersión y
emergencia de las fuentes de la tierra en el comienzo y el fin de cada «Día» cósmico.
17
La arribada a la cima del Himalaya estaría de acuerdo con la teoría de una migración por el
río Indo. Sin embargo, el hecho de hacer tierra sobre la cima del monte Ararat difícilmente puede
haber sido un hecho histórico.
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18
Cf. la lista similar de aquellos que son llevados por el caballo cósmico (cuyo parentesco y
lugar son el océano primordial), BU. I.1.2; a saber, dev , gandharv , asur , que con la adición
de pitara completarían una cuenta de Cinco Parientes. Incidentalmente, puede reconocerse aquí el
prototipo de Avalokitê♣vara como salvador del náufrago y patrón de los marineros, como por
ejemplo en el Val hassa J taka, cf. Goloubew, «Le Cheval Bal ha», B.É.F.E.O., 1927, p. 235 sig.
19
Keith ha observado que AA. II.2, «muestra que los nombres de los veedores del g Veda
pueden deducirse de las acciones del prâ a»; en otras palabras, los veedores no son «individuos»
(sino los siete rayos de la Luz de Agni, cf. RV. II.5.2 y X.62.5-6).
A los asociados de Indra en la Primera Incursión se les llama constantemente «hombres» (e.g.
RV. I.15, nara u• ija ). El Agni «humano» (manu• vat), en tanto que el octavo ditya, «impele toda
la operación angélica» (daivyam… vi♣vam invati, RV. II.5.2). Agni tiene «intelecto de hombre»
(n♦mana , RV. X.45.1 y 2, es decir, es «de naturaleza humana»), cf. Maestro Eckhart I.236, que cita
a los «filósofos» al efecto de que «la naturaleza humana no tiene nada que ver con el tiempo», y
Santo Tomás, Sum. Theol. I.q.3, a.3, «Esta carne, estos huesos, y las cualidades accidentales que
distinguen a esta materia particular, no están incluidas en la humanidad… la humanidad y un
hombre no son enteramente idénticos, puesto que por humanidad se entiende la parte formal del
hombre». Esta forma humanitatis nunquam perit (Thierry of Chartres). El védico narya es
equivalente a daivya en tanto que se distingue de asurya. Los devas son afines al hombre por lo que
es común a los ángeles y a los hombres, a saber, el intelecto (manas), pero no son «hombres».
Mientras que de los asuras (que son devas en potentia) podemos decir que su naturaleza es informal,
sin afinidad, e inamistosa o inquietante, usando estas últimas palabras en su sentido básico de
«racialmente extraños», e «incognoscible» (puesto que lo que es informal es ipso facto
incognoscible). En cualquier caso, el uso védico del hombre, o de lo humano, no prueba en modo
alguno que las referencias sean al «homo sapiens» del taxonomista.
109
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SARASVAT
20
Los términos del contraste sugieren que los Parientes están en posesión de una sabiduría
transmitida por una transmisión iniciatoria (guru-parampar ), que sería característica de los «arios».
21
La posesión de las vacas es la posesión o la realización efectiva de las posibilidades del
propio ser de uno, y desde este punto de vista al «hombre anhelante» que, bajo la guía de Indra, pasa
la barrera pétrea de las vacas aprisionadas, se le llama «inclinado hacia el ganado» (gavyanta,
IV.17.16, gavyañ gr ma III.33.11, gavyat manas , IV.1.15, cf. s.v. Yajña, el centenar que deviene
un millar cuando se ha celebrado todo el curso del sacrificio).
22
Las referencias para las afirmaciones resumidas arriba son demasiado numerosas para citarlas
aquí en extenso. Las siguientes son típicas: RV. I.56.5, yan mada indra har• y han v♦tram nir ap m
aubjo ar avam; I.62.3, B♦haspati bhinad adrim… vidad g h; I.130.3, nihita⋅ guh nidhi⋅ ver na
garbham… a♣many anate; II.12.3, Indra jaj na agnim a♣manor anta ; II.16.3, Indra vajre a kh ni
at♦an nad×n m; IV.3.11, ♦tena adri⋅ vi… bhidanta… a girasa ; V.41.12, ♣♦vantv pa …
adre ; X.89.4, apa … sagarasya budhn t; X.133.4, Indra av♦♣cad adrim… ava sasyada s♦jat.
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Cf. Santo Tomás, en Opusculum de Pulchro et Bono, que cita a Richard de S. Victor, dicitur
enim existens quasi ex alio sistens.
Para las expresiones caranti… nadhya , y «Ríos de la Vida», cf. Santo Tomás, Sum Theol.
I.q.18, a.1, «Se llaman vivas a las aguas que tienen una corriente continua», y Zohar (A are Moth)
sobre el Génesis 2.10, «ese río… se llama Vida, porque la vida sale de aquí hacia el mundo».
25
«Refluye», puesto que el Río de la Vida está siempre fluyendo y refluyendo a la vez, y nunca
fluyendo hacia fuera sólo, como se explica en J.U.B., I.2. Cf. Jeremias, Der Antichrist in Geschichte
und Gegenwart, 1930, p. 4, «Der Abendländer denkt linienhaft in die Ferne, darum mechanisch,
areligiös, faustisch (esto puede verse en el concepto de una evolución o progreso absoluto)… Das
Morgenland und die Bibel denken nicht linienhaft sondern zaitraumlich, spiralisch, kreislaufig. Das
Weltgeschehen geht in Spiralen, die sich bis in die Vollendung fortsetzen». Puesto que la marea de
la vida fluye y refluye al mismo tiempo, a veces se tienen como dos los Ríos de la Vida, e.g., Vip s
y Sutudri en RV. III.33, cf. X.30.10, varv♦tat× … dvidhar , «dos corrientes refluentes».
26
En la formulación metafísica, una «travesía del agua» implica siempre un cambio de estado y
de estatuto, por ejemplo en el caso de los viajes al «otromundo» (cf. el Viaje de Bran, y también la
historia india de Ma b b, ver mi «Khw j Khadir…», Ars Islamica, I, pp. 174-5, 1934), en el caso
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de Caronte y la laguna Estigia, y en las nociones del «cruce del Jordán» y de «cruzar más de un
río». La Primera Travesía es una salida hacia un hogar «aquí»; la travesía del retorno, como la del
Río Vijar («sin edad»), Kau•×taki Up. I.3, efectuada con el intelecto sólo, y donde el viajero deja
ahora tras de él todo el fardo de sus obras buenas o malas (y también todos sus recuerdos), es el
retorno del hijo pródigo al hogar del Padre «allí».
Los aspectos formales de la tradición, en lo que concierne a la «travesía del agua», han sido
tratados admirablemente por Brown, The Indian and Christian Miracles of Walking on the Water,
Chicago, 1928. Puede agregarse a las referencias examinadas JB. II.439, donde la Ras se hace a sí
misma vadeable para el mensajero de Indra, Saram .
27
Esto implica que el suelo (budhna, «terreno», RV. X.135.6) no se moja; es decir, que aunque
están en route, los viajeros están soportados sobre seguro por una plataforma que les sustenta, como
cualquier otra tierra, o la hoja de loto que simboliza la «tierra», sobre la superficie del mar. Cf.
prê≡kha en RV. VII.83.3, y naunagara («arca») en JB. I.125.
En RV. VII.18 el Río cruzado es la in-finito (aditi) Paru•n× («turbulenta»), o Yamun (Griffiths
observa ingenuamente que «no es fácil ver como la expedición llegó tan lejos»). Aquí también las
aguas otorgan un paso fácil (sup r ) a la facción aria bajo la guía de Indra. El paralelo con el Éxodo
es aquí especialmente estrecho, en tanto que la facción opuesta es anonadada por el retorno de las
aguas, después del paso de los arios.
Que el Éxodo es un mito de la creación, más bien que un acontecimiento histórico, es por
supuesto el punto de vista cabalista. Obsérvese que al Faraón se le describe como «el gran dragón
(tanim, babilonio tiamat) que yace en medio de sus ríos, que ha dicho, Mi río es mío, y yo lo he
hecho para mí mismo» (Ezequiel XXIX.3); el «expolio de los egipcios» corresponde a la toma de
posesión por los Devas del ganado y otros tesoros de los Asuras, e.g., RV. II.24.6; y Moisés
corresponde a Indra, no sólo como el guía del pueblo elegido, sino en el hecho de que golpea la
Roca y encuentra Agua para ellos en el desierto.
Según el Zohar (Shela Lecha y Vaethhanan) «Moisés era el Sol… Moisés hizo ciertamente un
nuevo comienzo en el mundo… había en Moisés eso que no hay en ningún otro hombre, puesto que
su perfección irradiaba a muchos miles y miríadas».
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SETU
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hasta la cual se extiende el puente; pues su meta es la Identidad Suprema, tad ekam en RV. I.129.2,
donde, siendo sin otreidad, no hay ninguna distinción entre la obscuridad y la luz, entre la muerte y
la vida aeviternal, y por consiguiente ningún abismo que haya de pasarse por una travesía.
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VPA-MAGALA
28b
Puesto que el «Puente» aparece en la tradición más a menudo como el medio de una travesía
en recesión al otro mundo que como el medio de salida, no hemos considerado necesario dar más
referencias en el texto. Pero debe observarse otra mención a la vía que enlaza los mundos devaico y
asurico en el «puente de R ma», y aunque nuestra conclusión viene dada por caminos diferentes,
ciertamente estamos de acuerdo con Charpentier (Bull. Sch. Or. Studies, VII, 682) en que «No hay
la más mínima razón que sugiera que el R mâya a contenga la historia de la expansión del
arianismo hacia el sur», y en que «los monos no son ciertamente dravidianos». Si La≡ k está en el
«sur», es ciertamente como nadir con respecto al cenit.
Para el puente Cinvad ver S.B.E., IV.212, nota 3; y para otro material, Scherman, Materialen
zur Geschichte der indischen Visionsliteratur, 1892, p. 105, y Hull, Cuchullin Saga, 1898, pp. 72-76
y 291.
29
E. G. para China, ser L× Ch×, IV.1.1.13 sig., XXI.2.5-7, XXI.4-5 (S.B.E., vols. XXVII,
XXVIII), y también Granet, Danses et Légendes de la China ancienne, pp. 328-332. En el rito chino
es significativo (1º) que el arado se lleva a cabo específicamente a fin de proveer el alimento
requerido para la ofrenda en el sacrificio, cf. VII.2.27, citado abajo, (2º) que hay una cooperación de
los principios macho y hembra, puesto que la emperatriz y sus damas hacen las prendas de seda que
se llevarán en el sacrificio, (3º) que la abertura del terreno, como la toma de la virginidad, se
considera como peligrosa, y que es el emperador qua sacerdote quien toma sobre sí esta tarea, y (4º)
que en el equinoccio de otoño se observaba un ritual correspondiente con una significación inversa.
116
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el caso del milagro del árbol Jambu, no arroja ninguna sombra móvil 30. Nuevamente
en SN., texto I, 172, el campesino (kasi, «labrador») Bh radv ja (=el ♦•i védico de
ese nombre) observa la Fiesta de la Siembra, y es en esta ocasión cuando el Buddha
también se nombra a sí mismo como «Labrador» (kassaka = kar• aka)31.
Para la significación del arado preparatorio a la construcción del altar del fuego y
al cumplimiento del sacrificio del caballo, cf. RV. X.101.3-6 y IV.57.8, texto que
puede citarse como convenientemente ordenado con adiciones en TS. IV.2.5 (la
versión de Keith en H.O.S. 19, p. 315), «Los sabios uncen los arados; …aquí, la
siembra en la matriz activa la semilla… El arado, propicio… aró a una vaca, a una
oveja, y a una floreciente doncella, un carro soporte con una plataforma. Que
nuestros arados aren el terreno con prosperidad… El surco ungido con ghee… tú…
oh surco, vuélvete hacia nosotros con leche». El rito se describe más plenamente en
B. VII.2.2.5, «la matriz (yoni), el surco (s× t ) se hace para la semilla», y 7, donde
se aclara especialmente que el arado, como la totalidad del yajña que ocupa el «año»,
es en imitación de lo que se hizo «en el comienzo»: «Arar significa alimento (annam
vai k♦•ir-etad-v ). Fue cuando los Ángeles se dispusieron a reintegrar (sa⋅ kari•⊇a)
a Agni-Praj pati», es decir, que había sido desintegrado por su acto de generación
(sa praj s♦•⊇v … vyasra≡sata… v×ryam udakr mat… apadyat), «cuando
pusieron primero alimento dentro de él (purast d annam adadhu , donde purast d
es agre, in principio), y de esta manera hace ahora este (Sacrificador); cuando se
dispone a cumplir su reintegración (de Praj pati), pone primero alimento dentro de
30
El árbol Jambu prefigura y es virtualmente el árbol Bodhi; en relación con esto, es
significativo que aquí también hay un «despertar» —al Bodhisattva su padre lo ha colocado en un
lecho (sayana) rodeado por una cortina que lo envuelve, es decir, no está «manifestado», pero el
Bodhisattva «se levanta» (u⊇⊇h ya, es decir, procede desde la potencialidad al acto) para ocupar su
sede en jh na. Este «levantarse» tiene lugar al menos cuatro veces en el curso de la vida del
Bodhisattva, a saber, al nacer (⊇ithako… pa⊇haviyam pati⊇⊇haya, J. I.53), en la presente ocasión del
primer jh na, en la salida (del palacio, abhinikkhama a, ídem I.61, sayana vu⊇⊇haya), y finalmente
cuando desde su descanso en el bosque de s la procede (ídem I.70, payasi = pray ti) a lo largo de
una avenida hacia el Árbol Boddhi. El uso de la raíz sth , especialmente en relación con ♣ayana, es
técnico, cf. Saya a sobre RV. V.19.1, sthitam padârtha j tam, y BU. II.3.1, donde lo que es sthita es
también m rta, y en RV. I.36.13, rddhva ti•⊇ha I.84.3, ti•⊇ha, III.38.4, ati•⊇hat, X.53.8,
utti•⊇hata, etc.
31
El lenguaje de los versos en este Sutta es fuertemente reminiscente de textos védicos; cf. e.g.,
pamocanam como «desenyugado» con RV. V.46.1, vimucam, III.53.20, vimocan t; mano yottam,
«el intelecto es el yugo», con I.51.10, manoyuja , II.40.3, manas yujyam nam, V.81.1, yuñjate
mana, y VII.69.2, manas yukta ; y obsérvese que la recompensa es la «aeviternidad» (amata-phala
= am♦ ta-phala).
117
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él»32. Se aran dieciséis surcos, que definen las direcciones especiales; el arado es en
el sentido de la dirección del sol, evitando un movimiento hacia el sur.
En lo que concierne al surco, s×t , se recordará que en el R mâya a, cap.
LXVI, la hija de Janaka no es engendrada a la manera habitual: «Cuando yo estaba
arando el prado, surgió una doncella; y puesto que le tuve cuando estaba
consagrando el campo, ella ha llegado a ser conocida como el Surco (s×t )». En este
caso, el acto de arar tiene en sí mismo una significación directamente sexual, y de
hecho, el uso de k♦•⊇i, literalmente «eso que se levanta» para significar «hombre»,
iguala la moción del acto sexual con el acto de arar, implícito en la noción de la
mujer como un «campo»33. Compárese también AV. XI.5.12, «Rugiendo, tronando,
el obrador rubi-blanco (presumiblemente Agni-Rudra) ha introducido en la tierra un
gran miembro viril; el erudito védico vierte semilla en la superficie, en la tierra, con
lo cual viven los cuatro cuadrantes»; y también el establecimiento del
32
B. VII.1.2.1 y 2.2.7; cf. PB. 4.10.1, donde al sacrificio se le llama un maha vrata, y el
alimento consiste en lo que madura en un año (sa⋅ vatsaram annam pacyate), esto le restaura
(adhinot).
El «alimento» es el sine qua non de la existencia (raíz sth , latín existare, que hay que
distinguir de esse); annam ad, «comer alimento», el «encontrar pradera» bíblico, es técnicamente
«existir», «vivir». Agni-Praj pati, el principio y ejemplar de toda vida, debe ser «alimentado» para
que el sacrificador humano pueda comer y vivir igualmente. Es desde el mismo punto de vista como
el Bodhisattva, antes del Gran Despertar, abandona su ayuno y toma alimento, pues de otro modo no
podría haber habido ninguna manifestación pública de su persona; se comprenderá, por supuesto,
que toda la vida como Bodhisattva Siddhârtha, antecedente al Gran Despertar, pertenece a la
operación ab intra, mientras que la vida subsecuente como Buddha, el «Despertado», y hasta el
Parinirv a, a la operación ab extra. El Hijo del Hombre viene «comiendo y bebiendo»; Agni es el
«más voraz de los comedores». Cf. BU. I.2.5, «Él (la Muerte) comenzó a comer».
33
Cf. P. C. Bagchi, Pre-Aryan and pre-Dravidian in Indian, 1929, pp. 10-15 (asocia li≡ ga y
la≡gala como teniendo ambos el significado primitivo de «miembro viril»); Langdon, Semitic
Mythology, p. 99, cita a Ebbeling, Keilinschrife aus Assur, p. 319, «Oh señor mío, tú has hecho que
la reja del arado impregne la tierra»; Jeremias, Old Testament in the Light of the Ancient East, p. 59
(«En la edad babilónica… el planeta Júpiter se designaba como “Toro del Sol”, y su lugar en los
cielos como “Surco del Cielo”… un arado era el atributo de Osiris… Nabucodonosor se llamaba a sí
mismo el marido (ikkaru) de Babilonia»); y Sófocles, Antigona, 569.
Más sorprendente todavía es el texto sumerio, «El Arador astral ha uncido en la Llanura (del
Cielo) el Arado viertesemillas», citado por Frankfort en «Gods and myths in Sargonid seals», Iraq,
I, 1934, p. 19, en relación con su Lámina III, fig. h. Este sello proporciona una buena base a la
proposición de que los textos védicos podrían ser ilustrados admirablemente no solo por el arte
tradicional posterior de la India, tal como se ha usado en nuestras ilustraciones, sino también por los
sellos sumerios y babilónicos; cf. en la misma Revista, la lámina I, fig. a, que puede decirse que
representa a un mismo tiempo la matanza de Tiamat, a Herakles matando a la Hydra, y a Indra
matando a V♦ tra.
118
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Ya se han citado textos en los que se hace referencia como vi♣ a y vi♣pati al
primer colono o a los primeros habitantes, y a sus guías y gobernantes; el más
importante de éstos, RV. X.55.2, se relaciona con la ocupación colectiva (sam-
avas na) del mundo de la Luz por los Cinco Parientes. Una tal ocupación implica un
procedimiento desde la obscuridad a la luz, desde la operación interior a la operación
exterior, desde la potencialidad al acto, desde la asuratva (o sarpatva) a la devatva.
Los primeros habitantes son inmigrantes, que han salido en busca de un hogar donde
vivir, ×ryur vi♣am, RV. II.24.6, cf. AV. VII.41 (42).1, donde el Halcón (Agni)35
«que cuida del hombre» (es decir, por causa de los Parientes) «abre camino en
yermos y aguas, cruzando todos los espacios inferiores, en busca de una casa»
(avas na-dar♣a ). Agni no es sólo el precursor (p rvam rta, RV. IV.1.12), y el
«encontrador del camino» (passim) en esta expedición, sino también un caudillo
(vi♣pati, RV. X.4.4 y X.92.1); o puede ser Yama (que de hecho es un aspecto
particular de Agni, cf. RV. I.164.46) quien encuentra una casa para los Parientes, en
primer lugar aquí en los mundos (RV. X.14.2, yamo no g tum prathamo viveda, na
e• gavyutir apabhartav u, y 9, ahobhir adbhir aktubhir vyakta⋅ yamo dadh ty
avas nam asmai, o nuevamente X.18.3 yama sadan te minotu), y en segundo
lugar allí en el más allá36. Así también en B. VII.1.1.1 y 4, donde está claro que
Yama es el gobernador de aquellos que son los primeros colonos o los primeros
habitantes (vi♣a) que construyen un altar del fuego en cualquier tierra, y que el
cumplimiento de este rito constituye el acto legal de la toma de la tierra37: «Uno se
establece (avasyati) cuando construye el gρ hapatya, y quienesquiera que son
34
Ver mi Yak• as II, pp. 43-45, y referencias, ídem p. 43, nota 2.
35
Ver Bloomfield en J.A.O.S., XVI, pp. 12-13.
36
Ver la sección Yama como Vi♣ pati.
37
Land-náma islandés, de donde el título del presente ensayo, que hace referencia al «Libro de
la Toma de la Tierra» por los precolonizadores islandeses (erbyggya). La arribada de los
inmigrantes escandinavos a Islandia, como la de los primeros colonos a América, y como la de los
arios a la India (si asumimos la existencia de una tal rama étnica), ofrecen todas analogías con la
colonización de los mundos «en el comienzo». Este es un caso normal de la correspondencia del
microcosmo y el macrocosmo, cf. AB. VIII.2, amu• ya lokasyayam loko’ nur pa , y AA. III.1.2. En
este sentido cada acontecimiento histórico es una «repetición de la historia» y una «recurrencia».
119
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YAJÑA
Es para que haya Luz por lo que los deseosos Ángeles y los Cinco Parientes
llevan a cabo el Primer Sacrificio: «cuando los Cinco sacrificaron a Agni» (VS.
XII.23), eso fue como si se dijera «Sal, pues el hombre (manu), que tiene espíritu de
ángel, quiere sacrificar», etc. (RV. X.5.1). De hecho, fue «por medio de esta Sesión
(sattra) como Agni entró en el estado de poner todas las cosas en moción» (sarvasya
pr srava am agacchat); o, alternativamente, fue por su medio como Praj pati39
Desde el punto de vista de los indonesios el mismo mito deviene su propia pre-historia, es decir,
la leyenda de sus propios orígenes inmediatos. Cada pueblo hace de su propia tierra una tierra santa
en la semejanza del lugar de su origen, y nombra a sus lugares según los nombres de los lugares en
el primer hogar; en nuestro caso, eso es como si se quisiera establecer un «reino del cielo en la
tierra». En cuanto a los altares terrenales, adoptamos simplemente lo que ha dicho Mus tan
aptamente («Le Buddha paré…» B.É.F.E.O., 1928, pp. 252-253). «Debió considerárseles como
pequeños hogares, que guardaban por así decir un destello de las grandes fuerzas activas
concentradas en los santuarios privilegiados de antaño»; cf. Jeremias, The Old Testament in the
Light of the Ancient East, p. 58.
38
Lo que corresponde a RV. X.14.9, asm etam pitaro lokam akran; ambos pasajes implican el
establecimiento de un culto aquí y que Yama «no es un Dios de los muertos sino de los vivos».
Nótese que el «aquí» y el «este» védicos se refieren generalmente al mundo de la Luz, y no
especialmente o exclusivamente a nuestro planeta.
Cf. RV. VIII.101.14, «Tres razas se apartaron de la vía, las otras se establecieron (vivi ♣re) en
torno a la Luz (arkam)… en los mundos»: II.1.1, al citar este texto, agrega, «esos se establecieron
(nivis⊇ ) en torno a la Luz, es decir, en torno a Agni… en tanto que es aquel Sol de allí», donde es
específica la aplicación de vi♣al establecimiento en el mundo de la Luz.
39
Desde el punto de vista de los Br hma as al menos, Agni y Praj pati, a saber, el Año, son uno
y el mismo Demiurgo, anusa⋅ dh t♦.
La misma idea se expresa en el cristianismo cuando se habla de Cristo como «causa mediata»,
como en Santo Tomás, Sum. Theol. I.q.45, a.6, ad 2, donde «el Hijo recibe el poder de creación del
Padre… y donde se dice del Hijo (Juan 1.3) que “a través de Él se hicieron todas las cosas”».
120
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40
Que los Devas son Asuras y Serpientes transformados o «vueltos sobre sí» (pary v♦tta)
sacrificialmente, es el tema de un artículo separado titulado «Angel and Titan, an essay in Vedic
ontology», que ha de aparecer en J.A.O.S. este año.
El hecho de que las Serpientes «cambien sus pieles» se representa en la tradición india en el
poder atribuido a los «N gas» de asumir una forma serpentina o «humana» a voluntad. «Reptar más
allá» recuerda vi ca sarpata atas en RV. X.14.9, que, según nuestra comprensión, se dice con
referencia a la procesión angélica, y al alargamiento de los días y a la prolongación del propio linaje
de uno, como en X.18.3 y 6; contrástese avasarpa a en B. I.8.1.7, cf. nota.
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FIG. 3.- EL ENCENDIDO DEL FUEGO DEL PRIMER SACRIFICIO: «El Fuego que se hizo
arder sobre la Roca», RV. II.24.7. De un manuscrito del Kalpa S tra perteneciente a Mr. N. M.
Heeramaneck, New York, ver Brown, Miniature paintings of the Kalpas tra, 1934, fig. 33.
La miniatura ilustra uno de los Cuatro Sueños de Tri♣al , ver la descripción de nuestra Fig. 2.
Para la descripción de este sueño, ver el Kalpa S tra, texto § 46, en el que pueden observarse los
significativos términos ujjvala y madhu-gh♦ta; y la traducción, SBE., XXII, pág. 238.
La ocasión del Primer Sacrifico —jan yad agnim ayajanta pañca, VS. XII.23—
es agre, in principio, en el comienzo de un eón, el natalicio del Sol Supernal, la
Primavera del Año Cósmico, cuando «la Aurora brilló por primera vez para el
Hombre» (u• uv sa manave, RV. X.5.3), cuando «las puertas de los mundos se
abrieron para ti con sus meses y sus años», y «antiguas son todas estas cosas» (RV.
II.24.5). Su lugar está en aquella otra orilla, que es también la fuente rocosa de la
Sarasvat× -A♣mavant×, de donde salen los argonautas para encontrar un hogar
( vi♣am), cuando, una vez que se hubo encendido la antorcha cósmica, «dejaron
atrás el Fuego que con sus brazos hicieron arder sobre la Roca» (te b hubhy⋅
dhamitam agnim a♣mani… jahu , RV. II.24.7). Cuando se hace tierra, la primera
122
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operación del colono es establecer el igual del ritual en la «tierra», a saber, en las
orillas del Río de la Vida, «donde acaba la Sarasvat×» (sarasvaty vina♣ane, es
decir, donde las aguas tocan las orillas de los mundos habitables, cf. RV. IV.17.2,
dhanv ni sarayante p ); es «un viaje de cuarenta días desde aquí corriente arriba a
lomos de caballo» hasta la Fuente (♣ai♣ava), fuente que es de hecho la Fuente de la
Vida, e «igualmente lejos está el Cielo de la Tierra», PB. XXV.10.1 y 1641.
No se necesita ningún argumento que pruebe que el ritual en la tierra se lleva a
cabo en imitación del Primer Sacrificio; «la observancia de su regla es la misma que
en la creación» ( B. XIV.1.2.26, y passim) y «de la misma manera, el sacrificador,
41
Al plak• a pr rava a también se lo llama una «laguna», hrada. En los distintos relatos del
rejuvenecimiento de Cyav na (RV. I.116.10, PB. XXV.6.1, B. IV.1.5, JUB. III.120 y 125, etc.), a
la laguna en que los A♣vins le renuevan su juventud, se le llama o bien laguna (hrada), o bien las
Aguas (apa ), o bien la «infancia» (♣ai♣ava) de la Sarasvat× , que debe considerarse como lo
mismo que la fuente (pr srava a) de la Sarasvat× que se menciona en PB. XXV.10.16, y utsa
ak• ita y sindh n m upodaya de RV. VIII.17.16 y 41.8. Parece seguirse también que Cyav na, «en
declive», debe considerarse como una designación de Praj pati, cuando está «estupidificado por la
edad», j×ryya m ra (PB. XXV.17.3). Cf. PB. XXV.15.4, hitv j×r n tacam (de lo cual hay una
reminiscencia en Bhagavad G×t II.22, v s nsi j×r ni yath vih ya).
Agni, a quien se identifica comúnmente (como en B.) y acertadamente con Praj pati, está
sujeto similarmente a la inveteración al final de una edad del mundo, cf. RV. II.4.5, «Siendo viejo,
Él devino instantáneamente un joven de nuevo» (jujurv n yo muhur yuv bh t), y AA. II.1.7,
donde se dice que los poderes (vibh tayak, sc. devas) del Puru• a duran «mientras no envejece (na
j×ryate) el mundo del Fuego y de la Tierra». En la doctrina tradicional de la sucesión eónica, se
implica necesariamente un envejecimiento de los mundos y del principio de la vida manifestado por
el que estos mundos son animados.
Así pues, Cyav na puede tomarse como un epíteto de Agni-Praj pati al final de un eón: cf. RV.
V.74.5, «Vosotros (oh A♣vins) quitad su piel al envejecido Cyav na (jujuruso cyav n t) como si
fuera un vestido (vavrim atkam na muñcatha ), y cuando le hagáis joven nuevamente (yuv …
puna ), le moverá el deseo de la Esposa» ( k ma⋅ ♦ve vadhva ): Nosotros podemos decir, le
hacen una vez más ese potente pati a quien «la mujer deseosa busca en la inundación», JUB. I.56; y
todo esto corresponde a RV. VII.101.3, «Ora Él es impotente, y ora deviene progenitivo, pues Él
conforma su semejanza como Él quiere». Por consiguiente, en la aurora de una nueva edad se dice
que los poderes anteriores «desfallecen» (cyu), como en RV. X.124.4, agni somo varu as te
cyavante; o que, alternativamente, habiendo desfallecido (cyav na), cambian sus pieles, y proceden
en una juventud renovada. Así pues, y de la misma manera que en otras tradiciones, aquí también
reconocemos el concepto de un Dios que muere y de una Resurrección siempre recurrente; un Único
Principio, sujeto exteriormente a una inveteración aeviternal (jar ), pero que al mismo tiempo tiene
en Sí mismo una vida que no envejece ( yu ajaram, X.51.7) y enteramente independiente del
tiempo (ajuryam, X.88.13); mortal e inmortal, manifestado y no manifestado, móvil e inmutable.
Sol Invictus: «Todo lo que se mueve se detiene, sólo las Aguas corren siempre, sólo el Sol sale
siempre… Sol que con tu Luz dispersas la Obscuridad, y con tu Radiación pones todo en moción»
(RV. X.37.2 y 4), «Ciertamente, Él jamás sale ni se pone realmente, sino que solo se invierte a Sí
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de la vida se extingue y se despira (nirv ta). Que esta muerte última del alma es un
paso de la mortalidad adentro del pleroma (k♦tsna, p r a), está implícito en las
palabras aparentemente materialistas del texto (PB. XXV.10.18) cuando se dice que
«allí las cien vacas del sacrificador devienen un millar», es decir, que de una vez y
por todas el sacrificador entra en la reposesión efectiva de todas las potencialidades
de su ser.
«Yama encontró el primero la Vía para nosotros, esta pradera nunca nos será
arrebatada» (RV. X.14.2). La mayor parte de las composiciones de los «himnos
funerarios» del g Veda —considerados aparte de su aplicación efectiva en el
ceremonial funerario, examinado abajo— hacen referencia a Yama como
encontrador de la vía y juntador y gobernador de los «hombres» aquí en el mundo de
la Luz; su relación con los Patriarcas es como su guía y conductor en la senda que
lleva a la deseadísima extensión de su «linaje»; Yama es el patrón de los viajeros del
pit♦y na, es decir, de aquellas potencialidades individuales cuyo curso está aquí, y
sólo después desde aquí. En X.14.8, al avanzado se le exhorta como sigue, «Desecha
la maldición, busca de nuevo tu casa, y luciendo brillante, asume un cuerpo» (hitv
avadyam punar astam ehi, sa⋅ gacchasva tanv suvarc ), donde se implica una
reencarnación de los principios progenitivos en la aurora de una nueva creación, pero
no en el sentido (budista) posterior y más literal. Cf. X.58, que no es ciertamente
«una exhortación para retrotraer al voluble intelecto (manas) de un hombre al punto
de la muerte» (Griffiths), sino para hacer receder a un intelecto al tiempo señalado
para el nacimiento43.
Los abigarrados «Perros» de Yama (sin duda el Sol y la Luna, «de cuatro ojos»
puesto que presencian los cuatro Cuadrantes) que guardan la Vía son los protectores
del «hombre» contra los poderes demoníacos, a saber, el lobo (v♦ka) y otros; en
tanto que «cuidadores del hombre»44 estos «Perros» pueden identificarse con los
«espías cuidadores del hombre» de RV. IX.73.5-6, que «echan atrás al ciego y al
sordo (pues, ciertamente), dado que son malformados, no pasan a la Vía de la ley»
43
De la misma manera X.56, se relaciona primariamente con la procesión de Agni y los
Patriarcas, a saber, con un viaje en el barco de la vida dentro de los mundos, «ya sea por éstas o por
aquellas orillas» (avari• u, pare• u).
44
«Cuidador del hombre», n♦cak• a, RV. X.14.11, lo que en otras partes del RV. se dice de
Savit♦, de Agni, de Soma, de los vi♣vedev , de los pitara , etc., siempre en un sentido favorable,
cf. S ya a sobre X.158.8, n♦cak• a = «dañino para los enemigos de los hombres».
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(♦tasya panth⋅ na taranti du• k♦ta ). A los deformados, a los informes, no se les
echa atrás meramente como tales, sino que también se les repele por amor de los
hombres, pues, desde el punto de vista dualista del karma k da, los principios del
mundo de la Obscuridad se consideran necesariamente como hostiles (a♣iva, ♣atru,
r ti) a los principios del mundo de la Luz; tal es ciertamente, la oposición eternal
entre el Asura y el Deva, como se considera desde el punto de vista mundano.
¿Cuál es la significación de esta exclusión del ciego y del sordo, o del
malformado de cualquier otro modo que sea?. Ser ciego y sordo es lo mismo que no
estar despierto, que no ser inteligente, que ser estúpido (abudhyam na, acetasa,
m ra), es decir, estar desprovisto de «intelecto humano» (n♦manas), tal como lo está
Agni. Esta es la condición de sarpattva45, cf. Ahí-V♦ tra abudhyam, su• up m,
♣ ay nam, RV. IV.19.3; y la de Agni, en tanto que Ahi Budhnya, ante principium,
cf. ap d a♣×r• guham no ant , RV. IV.1.11, seguido por pra rta en el verso
siguiente, y AB. III.36, donde se afirma que Ahí Budhnya es metafísicamente
(parok• e a) lo que Agni G rhapatya es exteriormente (pratyak• a), cf. Ahi Budhnya
como el g rhapaty , «viejo» y Aja Ekap d (el Sol) como el g hapaty «nuevo»,
PB. I.4.11-12. Con el mandato al avanzado, hitv avadyam… vi sarpata atas, etc.,
en X.14.9, compárese PB. XXV.15, donde las Serpientes, «venciendo a la Muerte
(m♦tyum ajayan), arrojando sus pieles envejecidas (hitv j×r n tacam) y reptando
más allá (ati sarpanti) devienen los dityas», y así, en el caso de quien imita su rito,
«deviene un brillante como estos dityas»46.
45
Cf. las expresiones populares (tradicionales) «gusano ciego» y «serpiente sorda».
46
Visarpa a y atisarpa a, implícitos en los pasajes citados, son lo opuesto de avasarpa a en
B. I.8.1.7 = avaprabhra⋅♣ana en AV. XIX.39.8. Cf. el caso de Ap l , a quien Indra otorgó una
«piel solar» (s rya-tvacam) en lugar de las pieles escamosas que le son quitadas cuando se hace que
pase a través de los agujeros del carro celestial, los cuales representan la puerta de la procesión (RV.
VIII.91, con la glosa de S ya a). Aún más significativo, en vista de la conocida relación entre Ahi
Budhnya, la Serpiente Chtónica (cf. RV. VII.34.16, ahim abj m budhne nad×n m raja su • idan) y
Agni Gρ hapatya, el Fuego del Hogar (cf. AB. III.36), es el hallazgo de Agni «sobre una hoja de
loto a donde había subido reptando desde las Aguas» (adbhya upôd s♦ptam pu• karapar e, B.
VII.3.2.14); el uso de s♦p aquí ilustra admirablemente la precisión infalible de los textos
tradicionales.
Obsérvese también que en el budismo, la lista de quienes están descualificados para la admisión
al Sa⋅ gha, la comunidad «aria», incluye a los eunucos (en RV., los poderes de la obscuridad
derrotados y excluidos son típicamente vadhri, m ra, y stari) y a las serpientes; lo que,
evidentemente, preserva el modelo de la distinción védica original entre rya y an rya.
En relación con esto puede observarse además que el budismo prosigue desde el g Veda con la
noción de arhatta, «idoneidad», «cualificación» o «proficiencia». La designación de arhat se aplica
a Agni en II.3.1 y 3 y X.2.2, a Indrâgn× en V.86.5, a Indra en X.99.7, a Rudra en II.33.10, a los
Maruts en V.52.5, y a los Primeros Sacrificadores en V.7.2, mientras que en X.63.4, se dice que es
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«por su arhatta» como los dityas «obtienen su aeviternidad» (am♦tatvam na♣u ), mientras que la
huella de su estado anterior permanece en la designación de ahí-m y , «poseedores de la magia de
la serpiente»; aquí, como generalmente, m y pertenece a la asuratva que permanece en los devas,
por la cual ellos operan.
El paralelo en Mateo 10.16, estote ergo prudentes sicut serpentes, et simplices sicut columbae
representa más que una simple figura de lenguaje.
A propósito de nuestras tres ilustraciones, derivadas de fuentes jainas, puede agregarse que el
jainismo, no menos que el budismo, conserva el «arhat» védico, ver la descripción de la Fig.2. Y si
la designación de «Hacedor de un vado» (t×rtha⋅ kara) no aparece como tal en el g Veda, en
cualquier caso la noción implícita corresponde a lo que es una función esencial del vi♣pati, que
conduce a los parientes a través de las Aguas fluentes a las tierras prometidas; cf. también X.30.14,
donde se dirige la siguiente plegaria a los A♣vins, «Haced un vado» (k♦tam t×rtham), y muchos
otros pasajes en los que aparece la palabra t×rtha. Puede observarse, también, que de la misma
manera que el Mah v×ra es concebido por una madre y criado por otra, así en el budismo,
Siddhârtha nace de una madre que muere inmediatamente, y es criado por su hermana, y que éstas
dos madres tienen los significativos nombres de M y y Paj pati, los cuales representan de hecho
los nombres de la Madonna respectivamente en la eternidad, y en la aeviternidad o el tiempo, de
«noche» y de «día». Este nacimiento dual refleja inmediatamente al de Agni «de dos madres»
(dvim t ) del g Veda, como por ejemplo en III.55.4, donde «Una madre tiene al Ternero (sánscrito
vatsa = niño, como cuando al hablar en el vernacular nosotros llamamos a veces a un niño
justamente un «ternero»), la otra reposa» (k• eti = permanece ab intra, como en III.55.7, y X.51.5);
mientras que en V.2.2, vemos que de estas dos madres, es la Reina madre (mahi•×, que corresponde
a la M y budista) la que engendra al Príncipe (kum r = Agni), y la «asistenta» (pe•×, que
corresponde a Paj pati en la leyenda budista) la que ahora le tiene. Un paralelo casi literal a los
acontecimientos de la natividad del Mah v×ra aparece en RV. I.113.1, donde «la Noche, cuando
hubo concebido para la vivificación de Savitr (pras t savitu sav ya) pasa la matriz a la Aurora»
(yonim raik), cf. I.124.8, «La hermana pasa la matriz a la hermana más poderosa».
En mi Elements of Buddhist Iconography, Cambridge, 1935, se demuestran otras
correspondencias entre el Buddha y Agni. A los materiales reunidos allí pueden agregarse que el
Buddhacarita, I.16 y II.19-20, al referirse a la muerte de M y -devi después del nacimiento de
Siddhârtha, la describe como «abandonando, como era menester, su forma sutil (s k• ma⋅ prak♦tim)
y manifestando su “doble” (svam rti ), de la disposición consigo misma (sama-prabh v )». En esta
forma menos racionalizada, la historia corresponde al mito védico de Vivasvat (el Sol) y su esposa
127
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punto de vista empírico (el del animal humano, pa♣u, «cuya discriminación es
meramente por hambre y sed», a• an -pip se eva abhivijñ nam, AA. II.3.2)47 como
una condición de aflicción, como por ejemplo en RV. I.105, donde se describen los
sufrimientos de Agni como Trita ptya «en el Foso» (k pe)48.
Pero ahora se encuentra y se libera la Luz Oculta, hay una Conmoción del
Infierno, y lo incompleto se hace completo: «cuando le has hecho viable (♣ritam), oh
J tavedas49, expídele entonces con prontitud a los Patriarcas (para hi ut t
pit♦bhya ), llévale al mundo de lo bien hecho (suk♦t m, opuesto a du• k♦ta en
IX.73.6, citado arriba)… Agni, reemana (ava s♦ja puna ) a quien, ahora que tú le
has convocado, procede con sus poderes intrínsecos (yas ta h ta♣ carati
Sara y , cuyo hijo es Yama, y a la «doble» (savar ) de Sara y cuyo hijo es Manu (Yama y Manu
pueden identificarse o asimilarse ambos a Agni). No cabe ninguna duda de que las leyendas del
Mah v×ra y del Buddha son adaptaciones, o más bien, racionalizaciones parciales, de la leyenda
védica de Agni, en la cual está ausente el elemento histórico. Por consiguiente, podemos decir que
de la misma manera que las historias, las ilustraciones tradicionales de las natividades del Mah v×ra
y del Buddha son virtualmente ilustraciones de la natividad de Agni y representaciones de la
Creación «en el comienzo» como se describe en el g Veda.
Recordando al mismo tiempo que el nombre de Vi• u aparece con frecuencia en el g Veda
como una designación del Sol, puede agregarse que la leyenda de la natividad de K♦•a repite una
vez más los elementos esenciales de la historia como se ha resumido arriba. Nacido de Vasudeva y
de Devak× en el reino de un Asura, K♦•a es llevado a Gokula (el Brajama∂ ala no es esta
Gokula, sino que se llama así por ella), donde es criado por Ya♣od , que como Tri♣al no sabe que
el niño no ha sido engendrado en su propia matriz: el paso de la operación interior a la operación
exterior lo marca claramente la travesía milagrosa del río Jamun , que aunque está crecido, deviene
vadeable al toque del pie de K♦•a, repitiéndose así, con pequeñas variaciones sólo, la historia de la
leyenda védica de la Primera Travesía del Río de la Vida, «que deja atrás a los poderes inamistosos»
(RV. X.53.8); y no se perderá de vista que la madre real «permanece» (védico k• eti) dentro. Los
paralelos podrían desarrollarse con gran extensión; por ejemplo, la mayor parte de las hazañas
heroicas de K♦•a son las mismas que las de Indra o de Agni.
47
Es decir, la «comprensión estimativa» en la definición escolástica; el conocimiento apetitivo,
pragmático, experimental y científico.
48
A menudo se ha observado que para el g Veda es desconocida una doctrina del Infierno. De
hecho, sin embargo, el Infierno del g Veda es precisamente la tumba ante-natal de la que se
considera que escapan los principios deseosos de vida, o dentro de la cual pueden hundirse de nuevo
aquellos que han caído en el pecado metafísico o que son enemigos de los Parientes arios. Por otra
parte, el estado de latencia (de privación) intermedio, es un estado futuro sólo desde el punto de
vista de aquellos ya manifestados en otro eón, y que, al estar inclinados progenitivamente (praj -
k mya) y ocupados de las obras, todavía no han subido como Comprehensores (vidv n) por encima
de la «vorágine de la corriente del mundo». Siempre que la evolución y la involución de los mundos
se considera como un ciclo eterno, el «Infierno» o la restricción es necesariamente un estado
pasado; y es igualmente un estado futuro, cuando se contrasta con el estado de los mundos mismos,
en los que se persigue libremente la satisfacción de los deseos.
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svadh bhi ); invistiendo la vida, que proceda in statu pupillaris (♣es , S ya a
♣i• yam ah); cualquiera que sea la herida que hayan infligido el mirlo, la hormiga,
la culebra o el chacal, tú, oh Agni, el omnidevorador, cúrala, y Soma también, que
mora con los brahmanes», RV. X.16.1-650.
Por otra parte, la aplicación de los textos en un sentido inverso es perfectamente
legítima, puesto que la muerte recurrente es a su vez un paso a otro mundo, a otra
vida, aunque todavía dentro de los mundos; en RV. X.58, Yama es evidentemente el
gobernador de los muertos en este sentido. Aquí es inevitable una ambigüedad de
aplicación51, aunque sólo sea porque una extroversión debe implicar (siempre que el
proceso cósmico se concibe como cíclico, kresilaufig) una introversión
correspondiente y análoga. Justamente de la misma manera, por ejemplo, la
revolución de la rueda solar, que desde el punto de vista del karma k ∂ a es hacia la
vida en los mundos, desde el punto de vista del jñ na k ∂ a y del budismo es una
revolución hacia la muerte, a saber, la muerte última del alma. No puede haber una
espiración sin una despiración (nir-v a) correspondiente. La mayoría de los textos
que examinamos aquí se relacionan principalmente con el pit♦y na, es decir, la «Vía
de los Patriarcas». Sólo aquellos cuyo viaje transcurre en el devay na, es decir, la
Al mismo tiempo, sólo desde el punto de vista mundano (laukika) el estado de privación puede
y debe considerarse como un estado de falta; hablando más estrictamente, la privación es una
ausencia de todas las condiciones limitativas, una libertad (adititva) que no es en algún modo (nêti,
nêti), sino potencialmente en todos los modos (vi♣vatas, etc.), pues «Lo que es silente (tu•×m =
maunam) es inexpuesto (aniruktam), y lo que es inexpuesto es todo (sarvam)», B. VII.2.2.14, cf.
Maestro Eckhart, «Esta impotencia de la esencia es su potencialidad principal».
49
Este nombre esencial de Agni, como el que akhyat dev n m janim , RV. IV.2.18, y vi♣va
veda janim , VI.15.13, es aquí especialmente apropiado.
50
La última referencia es a las «torturas del infierno», en los sentidos que ya hemos dicho, cf.
por ejemplo RV. IV.19.9, donde se habla del «Hijo de la Doncella» (Agni) como «ciego y devorado
por las hormigas». De Agni como octavo ditya, Martâ da, Agni Vai♣v nara, Agni-Praj pati, puede
decirse ciertamente que «desciende al Infierno y que resucita de entre los muertos», puna puna
j yam na.
51
Una ambigüedad que aparece en relación con todas las representaciones simbólicas del ciclo
cósmico. Por ejemplo, el Árbol de la Vida es un árbol que ha de alimentarse o de talarse según
nuestro punto de vista, ver los textos citados en mi Elements of Buddhist Iconography. Y sin
multiplicar los ejemplos indios, puede señalarse que como ocurre en el caso de los himnos
funerarios del g Veda, así también ocurre en los textos funerarios del culto solar en el antiguo
Egipto, donde es muy evidente que estos se redactaron originalmente con respecto a la procesión
divina, y que solo secundariamente se adaptaron inversamente. Esto se hace especialmente evidente
cuando encontramos que se invocaba al Faraón (Teti) para que acudiera a rescatar «al Sol (Atum) de
la obscuridad» —el g l am s ryam védico, V.40.6, etc.— «a encender para él la luz y a
protegerle», ver J. H. Breasted, The Dawn of Conscience, 1934, p. 87.
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«Vía de los Ángeles», retornan de nuevo allí donde la salida y la entrada no son
alternas, sino una y la misma cosa; únicamente puede decirse del Comprehensor,
como de Agni, que «Si bien procede el primero, sin embargo mora siempre en su
Terreno» (anu agrañ carati k• eti budhna , RV. III.55.7).
Aunque la vía de Yama es la temida vía de la muerte (RV. I.38.5) y Agni es el
principio de la vida mismo ( yu, ekâyu, vi♣vâyu, passim), el g Veda identifica a
Yama con Agni (I.164.46), o llama a Agni el querido amigo (k mya, X.21.5) o el
sacerdote (hot♦, X.52.3) de Yama, y hay un aspecto significativo en el que sus
funciones coinciden, a saber, como «juntador de los parientes» (en I.59.1, Agni
jan n… yayantha, en X.14.1, Yama es sa⋅ gamano jan n m), cf. ekam bh ,
«devenir uno», es decir, «morir». Las funciones contrastadas están unidas de hecho
en el Germen de oro «cuya semejanza es la de la vida, y cuya semejanza es la de la
muerte» (X.121.2), en el Año «que separa a algunos seres y unifica a otros» (AA.
III.2.3). Cómo éstos dos, que son el mismo, juegan cada uno en las manos del otro,
puede verse en RV. I.163.2-3, donde el caballo sacrificial (entregado a la Muerte por
Agni como sacerdote y fuego sacrificial del A♣vamedha) es entregado por Yama a
su vez a Trita, que es Agni mismo ab intra, es enyugado por Trita, cabalgado por
Indra, e identificado con Yama, con Varu a ( ditya) y con Trita. Todos éstos son
Uno para el Comprehensor, absolutamente unificado (ekadh bh tv , BU. V.5.12),
es decir, muerto y enterrado en la Divinidad. Podemos decir, entonces, que es como
Yama como el hombre moribundo contempla a Agni cuando alcanza el reino de los
dos reyes, Yama y Varu a (X.14.17); y que para el Comprehensor (vidv n), y para
cualquier hombre que ha hecho el bien, ese único principio, que algunos desean
como vida y otros temen como muerte, puede ser visto en el aspecto del Amigo
(mitra), del lugar de Encuentro (sa⋅ gamana), y del Señor de los Colonos (vi♣pati);
para él, las vías de Agni y de Yama son uno y el mismo devay na.
Hemos buscado mostrar que el g Veda no tiene nada que ver con los
acontecimientos en el tiempo, sino con la «entrada del tiempo desde los vestíbulos
del cielo exterior», es decir, agre, en el comienzo, in principio. Esa entrada del
tiempo no puede considerarse tampoco como un acontecimiento en el tiempo; es
«primero» y un «comienzo» sólo en el orden del pensamiento lógico. La vida es
«cruzar» todo el tiempo, «desde el por todas partes a este aquí dentro», y una moción
adelante hasta el «fin último» (puru• ârtha, param padam)52. Sicut erat in principio,
52
No hay necesidad de decir que desde el punto de vista del jñ na k ∂ a, tan familiar en la
formulación budista, la «travesía» que ha de llevar a cabo el Comprehensor, o que ha de llevar a
cabo por él el Ángel de su devoción —Ángel de quien él participa (bhakti = «participación»), no es
como era en el comienzo desde allí, sino desde aquí; pues como lo expresa el maestro Eckhart, «el
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est nunc, et semper erit, in saecula saeculorum. Estos son, por supuesto, puntos de
vista P rva M×m⋅ saka; pero aquí se han desarrollado independientemente.
Algunos han sido impresionados por la «sorprendente variedad» de la mitología,
el ritual y el arte indios: estaría más cerca de la verdad hablar de su mismidad o
monotonía53, pues de hecho nunca se aparta del tema fundamental del Comienzo de
Todas las Cosas (j ta-vidy ). Y esto es verdadero incluso en la aplicación más
amplia, pues esta historia del primer comienzo, que señala también la vía hacia el fin
último, se ha contado en lo que es esencialmente una y la misma manera, aunque con
abundante variación dialéctica, por todo el mundo y desde tiempos inmemoriales, y
sobrevive aún hoy no sólo en las escrituras aceptadas, sino también en los cuentos de
hadas y en las nanas, y en el arte folklórico.
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