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Tema 4 Filosofia

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Tema 4: LOS FILÓSOFOS DE LA SOSPECHA.

Popularmente, incluso en círculos algo má s entendidos, se ha dado a la filosofía la


calidad de pensamiento abstracto, hasta inú til o de dudosa utilidad. La filosofía es,
quizá s, entre las ramas de la humanidad, la disciplina que má s exige a la mente y
má s dificultades provoca al momento de postular alguna idea, segú n sus críticos,
sin aparente utilidad.

Se ha dicho que el origen del pensamiento, por lo menos del occidental, es el ocio.
Los griegos que debaten en la plaza. Este origen pudo confundir y darle la fama de
ociosa a la filosofía. Empero, el ocio parece referirse a tener la disposició n, la
mente desocupada, clara y meridiana para encarar los problemas que la mente, la
observació n, la conversació n, la investigació n y la bú squeda, pueden lanzar. La
utilidad de la filosofía pudo entenderse má s en la interpretació n, el entendimiento
de las cosas; eventualmente, en la sugerencia de soluciones.

Aú n con estos descuidos y desconfianzas, la filosofía fue la disciplina madre de la


humanidad. De su seno salen las disciplinas y las especialidades. El mismo
Aristó teles da paso a la ló gica; Pitá goras, puede considerarse el padre de las
matemá ticas, lo mismo, Tales de Mileto quiso entender las esferas del movimiento
en las categorías de tiempo y espacio.

Desafortunadamente, la filosofía también fundamentó y quiso servir para legitimar


sistemas de pensamientos, ideologías e instituciones. La filosofía, por sus maneras
de pensar y de dirimir, por sus casos circunstanciales, también fundó las bases
para la diferencia, la explotació n, la condenació n o la salvació n.

Alguno hasta le dará a la filosofía la fundació n y las bases del pensamiento para la
creació n de las sociedades secretas y de las leyes que rigen los países. Entre sus
mayores logros puede estar la fundamentació n de la ley natural, la igualdad o la
desigualdad; en este aspecto, la ley de la propiedad privada, sobrepuesta a la ley
comú n o comunitaria1. La filosofía también ha fundamentado las bases de los
estados, entonces los reinos, después las repú blicas –países, estados, naciones2-.
Plató n es, quizá s, el representante má s temprano de la institucionalidad y de la
distinció n entre la idea, léase el pensamiento y la razó n, de la superstició n y de la
ignorancia. El empírico renacentista má s efectivo, popular e influyente es
Maquiavelo.

La teología ha recibido también su fundamento de la filosofía. Recordemos que dos


de los grandes teó logos que fundaron teó ricamente la teología cristiana toman
ideas de los griegos, particularmente de Plató n y de Aristó teles.

1
La constitución política del Estado Plurinacional de Bolivia acepta en su legislación estos dos tipos de
propiedad. El caso de la propiedad comunitaria se reconoce en los casos de territorios indígenas.
2
La nación está más unida a la identidad cultural y étnica. El nacionalismo es la incidencia del
sentimiento por una nación aparentemente uniforme, cuando, en realidad, es un grupo hegemónico el
que procura la uniformidad, basada en su manera de ser, de pensamiento y de institución, de su
identidad. En estos casos no existe la pluralidad cultural, sino la unidad basada en una hegemonía.
Alguien, en broma, sostenía que la filosofía no se sabe para qué sirve, pero cuando
no se la hace –estudia-, se nota. Este es un llamado a lo que dijimos al empezar el
curso: tener la actitud de sospecha. Esta es la desconfianza epistemoló gica, para
crecer en el conocimiento, para no tomar las cosas tal cual se nos definen y dicen.
Esta puede ser la duda metó dica de Descartes, la Mayéutica de Só crates, la
dialéctica de Hegel, aplicada por Engels y Marx a sus sistema de pensamiento y de
conocimiento; puede ser la distinció n entre las ideas que pueden fundamentarse y
las que no de Wittgenstein, de lo cual también podemos colegir lo novísimo del
desafío filosó fico: el mundo real del virtual y las diferencias e influencias de cada
una de las realidades o de ambas. Podemos sumar a esto también los desafíos
cotidianos sobre quién o qué, realmente, rige nuestras vidas, ideas, decisiones y,
sobre todo, nuestra identidad.

La utilidad de la filosofía es, quizá s, la de obligarnos a pensar y de decir nuestras


propias ideas y, a continuació n, hacernos con una comunidad, con conocimiento de
causa y con la libertad de pertenencia, propuesta y cambio. En esto surge el desafío
de la tradició n, costumbre, el cambio y la permanencia.

Otro aspecto de la filosofía, probablemente, el má s importante es que ella responde


a los desafíos circunstanciales. La filosofía, ademá s de lo ya dicho provocó el
debate de la identidad basada en el género3, en la religió n4, la etnia5, el cambio, la
igualdad o la desigualdad6.
Se ha llamado filó sofos de la sospecha a Marx, Freud y a Nietzsche debido a que,
literalmente, sospechan del occidentalismo actual –el de su época- y plantean
cambios mediante la crítica y la creació n de doctrinas. Marx, junto a Engels creará ,
por la aplicació n del método dialéctico, el pensamiento comunista que plantea la
dictadura del proletariado, por la revolució n. El motor de la historia, segú n ellos,
será la lucha de clases. Para esto ha tenido que ocurrir el aná lisis del estado de
cosas: la plusvalía, la explotació n, la desigualdad y la injusticia debido a que un
grupo de elite mantiene sus privilegios porque se han adueñ ado de los medios de
producció n y los otros só lo brindan su fuerza laboral.

Freud analiza la sique occidental mediante los traumas y los desvíos que no só lo
son individuales, sino colectivos. É l planteará el sicoaná lisis como medio para,
primero, conocer los desvaríos y a continuació n. La sicología es asunto social, se
3
Michel Foucault, se dice, fue abiertamente homosexual, y que su obra de investigar los orígenes del
establecimiento entre lo normal o lo abyecto o anormal o ilegal, proviene no de razones naturales, sino
de argumentos establecidos, en los que intervienen los grupos de poder, las religiones, la moral
dominante. A él le corresponde el logro de que el poder, mientras más se ejerza en microsistemas y se
naturaliza en lo cotidiano, es más efectivo. Lo mismo, ser loco o cuerdo, sano o enfermo, mujer o varón,
responden más a este tipo de sistemas que a razones naturales.
4
Estamos a punto de tratar a los filósofos de la sospecha.
5
Walter Benjamin, un pensador de origen judío pensó y combinó la identidad desde la unión étnica, su
origen judío, la religión y quizás, el género. Él cometió suicidio queriendo huir del régimen nazi, la noche
previa, antes de saber que había conseguido el salvoconducto para pasar la frontera hacia Francia.
6
La filosofía latinoamericana se ha preocupado por la realidad, el análisis, la propuesta y la
transformación de ella. En mucho, tomó la dialéctica y también el análisis a partir del análisis del otro,
distinto y desafiante; en esto tomó mucho de las ideas del francés Levinas.
La filosofía latinoamericana habla mucho de la liberación y tiende también a cargar con la realidad,
encargarse de ella y a transformarla. La influencia marxista es evidente, como también lo es,
curiosamente, la perspectiva de la identidad individual y colectiva: Latinoamérica con voz y con opinión.
puede hablar tanto del inconsciente individual como del colectivo. Como buen
descendiente de judíos7, él acude a los sueñ os para analizar a la sociedad y al
individuo. Mucho de la manera de ser y de comportarse del individuo y de la
sociedad, viene dictada por la manera de ser de la sociedad, las maneras có mo se
conducen las instituciones, la moralidad y las maneras de relació n.

Nietzsche, con su crítica de la moralidad occidental y de sus instituciones,


proclama el advenimiento del sú per hombre, que sería la antítesis de la manera de
ser occidental. Esta idea basa su idea en la posibilidad de que el humano podría,
deshaciéndose, de la manera y del comportamiento occidental, tan traumá tico y
opresor, fundar una nueva civilizació n con la muerte de la civilizació n judeo-
cristiana.

Los tres autores proclaman su ateísmo.

4.1. Sospecha y propuesta institucional: Marx.

Karl Marx (1818, Tréveris, Alemania-1883, Londres, Inglaterra). Es de ascendencia


judía, aunque su papá recibió el bautismo luterano para mantener su puesto como
jurista. La educació n religiosa que recibió no influyó mucho en su vida futura.

Estudió derecho en Bonn y en Berlín. Ahí fue influenciado por las lecturas que hizo
de la obra de Hegel. Su tesis doctoral versó sobre “Diferencias entre la filosofía de la
naturaleza de Epicuro y de Demócrito”. Esta tesis muestra su tendencia materialista
y atea.

Se dedica al periodismo. Es perseguido y pasa a París, donde conoce a su amigo de


por vida, Federico Engels. Sus publicaciones son prohibidas. Se lo expulsa
definitivamente de Prusia. Se va a Londres, donde vive de la bondad de su amigo
Engels.

En 1866 anima el primer congreso de la Internacional Socialista. en este congreso


presenta uno de sus escritos má s famosos, junto a Engels: El manifiesto comunista
(1848), bá sicamente la tesis y el resumen de todo su pensamiento y acció n. En
1867 aparece el primer libro de El capital. Antes había escrito La sagrada familia,
Tesis sobre Feuerbach8. A su muerte, Engels convierte sus escritos inéditos en el
segundo y tercer tomo de El capital.

El pensamiento de Marx no fue tomado con neutralidad. Tuvo sus acérrimos


detractores y sus seguidores, intelectuales y políticos, incondicionales. En un
tiempo se consideraba que ser intelectual y no ser marxista era poco menos que
7
El Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia, sobre todo el Éxodo, refiere los sueños de José,
adoptado por el faraón como consejero. José era el hijo menor de Jacob o Israel, vendido por sus
hermanos.
En realidad, el sueño es la manera recursiva de las culturas, no sólo mesopotámicas, de interpretar la
suerte colectiva y el destino de ella.
8
Luis Andrés Feuerbach, pensador alemán, nacido en Baviera (1804). Es el pensador que tiende a negar
a Dios. Él sería la simple proyección humana. Aunque no llegó en su ateísmo tan lejos como Marx; pero
influyó sobre este.
nada. Lo cierto es que el pensamiento de Marx ha tenido una enorme influencia. Su
pensamiento ha sido el pensamiento oficial de los partidos comunistas; aunque con
diversas interpretaciones y prá cticas.

El marxismo entra en la línea del humanismo. Sus principales rasgos de


pensamiento resalta que el hombre es un ser alienado, empobrecido, dividido.
Marx se propone la tarea de desenmascarar las alienaciones para proponer un
camino para superarlas a fin de que el hombre sea plenamente hombre, autó nomo,
libre de toda esclavitud

1. La alienación religiosa, en esto sigue a Feuerbach, sostiene que la religió n


aliena al humano por ser una simple proyecció n subjetiva9.

Marx, en su tesis 7 afirma: “Feuerbach no ve, pues, que el sentimiento religioso es


él mismo un producto social, y que el individuo abstracto que él analiza pertenece
a una forma social determinada”. El hombre suele consolarse y alienarse con la
esperanza de la felicidad en la otra vida.

“La religió n es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de á nimo de un mundo


sin corazó n… La religió n es el opio del pueblo”10. (En torno a la crítica de la
filosofía de Hegel).

El ideal de Marx consiste que en cuanto dejen de existir oprimidos y opresores, la


religió n será innecesaria; el opio habrá desaparecido.

2. Alienación filosófica. Toda la filosofía anterior, especialmente la de Hegel se


presenta como un sustituto de la religió n. Esto debe cambiar, la filosofía debe ser
una praxis, en vez de só lo un “éxtasis” teó rico o conceptual. Marx lo plasma de la
siguiente manera en su tesis 11: “Los filó sofos no han hecho má s que interpretar al
mundo de modo diferente. Lo que hay que hacer es modificarlo”.

3. Alienación política: el Estado. Hegel había sostenido que el Estado era la


síntesis de los intereses del hombre, privado y colectivo. Marx sostiene que este es
un engañ o, el Estado burgués só lo representa los intereses de la clase social que
representa.

“Toda clase que pretenda implantar su dominio, aunque este, como ocurre en
el caso del proletariado, condicione en absoluto la abolición de todas las
formas de la sociedad anterior y de toda dominación en general, tiene que

9
Konstantinof, miembro de la academia de ciencias de Moscú explica el origen de los dioses de la
siguiente manera: “Las condiciones de vida extremadamente rigurosas, la impotencia en la lucha con la
naturaleza, el pavor ante las terribles y espontáneas fuerzas naturales de las que pendía
constantemente la vida del hombre primitivo y, por último, la ignorancia de las verdaderas causas de los
fenómenos dieron origen a la religión”.
El marxismo no ha explicado las razones por las que la religión no sólo no ha desaparecido, sino que
parece cada vez más fuerte y radical. La explicación de Konstantinof, empero, parece prevalecer: el
origen de las religiones se debe a la ignorancia humana. Sin embargo, ahora que el hombre es capaz de
explicar esos fenómenos, sigue acudiendo a una relación de trascendencia.
10
El subrayado es mío.
empezar conquistando el poder político para poder presentar su interés como
interés general”.

Tanto la religió n como el Estado son alienantes, la religió n por la quimera de la


creencia y el Estado, por la vida colectiva.

4. Alienación social: lucha de clases. Este es el tema clá sico del marxismo, el
describir la historia como la lucha de clases, con intereses totalmente opuestos.

Por una parte, la burguesía, con la virtud de haber creado fuerzas productoras
má s abundantes y grandiosas que todas las generaciones juntas. Empero critica
sus grandes males porque “en lugar de la explotación velada por las ilusiones
religiosas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal”.

El proletariado, por otra parte, es una consecuencia de la burguesía, de sus


prá cticas e instituciones. “En la misma proporción que se desarrolla la burguesía, es
decir, el capital, se desarrolla también el proletariado, la clase de los obreros
modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo, y lo encuentran
solamente mientas su trabajo acrecienta el capital 11”.

En breve: “La historia de todas las sociedades no ha sido más que la historia de la
lucha de clases”. El gran acierto de Marx procura la defensa de los má s desposeídos.

5. Alienación económica. Esta es la má s profunda y raíz del resto de las


alienaciones. Marx estudia a los clá sicos de la economía, Adam Smith, Richardson,
Stuart Mill; critica su ciencia como la simple justificació n y legalizació n de la
injusticia capitalista.

Habla de la plusvalía –su lenguaje es muy técnico-: “La plusvalía o beneficio


consiste, precisamente, en este excedente de valor de la mercancía sobre su costo de
producción, es decir, en el excedente de la cantidad total de trabajo contenido en la
mercancía en proporción proporción a la cantidad de trabajo no retribuido”. En
nuestros colegios y clases nos explicaron la plusvalía como la ganancia injusta y
desproporcionada del dueñ o de los medios de producció n, producto de la
explotació n de la mano de obra, ya sea por los sueldos bajos, la excesiva cantidad
de horas de trabajo, la falta de beneficios mayores o, todas juntas.

La fuerza de trabajo es comprada como mercancía a cambio de un salario mínimo.


El plus del valor, la plusvalía que genera el proceso productivo queda en manos del
capital, del patró n. La plusvalía es el salario no pagado con el que se queda el
dueñ o de los medios de producció n.

La superació n de esta alienació n y, consecuentemente, de todas las demá s,, vendrá


con la supresión de la propiedad privada de los medios de producción y con
11
Esta por analizar el estado de los obreros de las grandes empresas de tecnología, que si bien
acrecientan el capital, también adquieren buenas remuneraciones; hasta son socios de las grandes
multinacionales.
A esto podría sumarse la cantidad de obreros que sirven a los gobiernos, no sólo los burócratas, sino
sobre todo loso ideólogos, los propagandistas, los asesores y la cantidad de voluntarios que tienden a
sostener a los estados.
la instauración de una economía socialista, donde ya no se da la explotación
del hombre por el hombre.

Este ideal no se ha cumplido, de modo que podemos hablar de la utopía12 socialista.

4.1.1. El materialismo dialéctico.

Es la parte má s filosó fica de la teoría marxista, empero es la menos atribuible a


Marx. En sus escritos no se encuentra la expresió n “materialismo dialéctico”,
aunque esto no quita que Marx no fuera materialista.

El materialismo dialéctico tiene una doble raíz. a) Procede del empirismo inglés y
de los materialistas franceses del siglo XVIII, pensamiento al que se calificó de
“chato y vulgar” porque se pretende explicar todos los cambios de la materia por
las solas fuerzas físico químicas. b) Proviene de la dialéctica de Hegel, alabado por
el descubrimiento del “todo fluye” de Herá clito; al mismo tiempo es criticado por
idealista. El encuentro de ambas corrientes desemboca en el materialismo
dialéctico.

Engels es el autor principal. Esboza las ideas bá sica en el Anti During. La posterior
sistematizació n se debe a Lenin y a Stalin.

El monismo materialista se expresa así en el Anti During: “La certeza de que fuera
del mundo material no existe separadamente otro espiritual es el resultado de una
larga y fastidiosa investigación del mundo real, comprendidos los procesos y
productos del cerebro humano13”.

“Materia eterna en eterno movimiento” expresa este pensamiento auto clasificado


de “científico”.

Las leyes de la dialéctica son sostenidas con un realismo algo ingenuo.


Konstantinof, al que ya nombramos dice, citando a Lenin:

“Las leyes son objetivas, no las crean la conciencia ni la voluntad de los


hombres, sino que existen independientemente de ellas. El reconocimiento del
carácter objetivo de las leyes y de su acción constituye el rasgo más esencial
del materialismo filosófico. El Universo, escribía V. I. Lenin, es el movimiento
de la materia conforme a leyes, y nuestro conocimiento, siendo como es el

12
Tomás Moro, ahora santo, había escrito Utopía (del griego, sin lugar) una obra que tuvo mucha
influencia. Él entiende el ideal del Reino de Dios como la suma de todos los bienes y de todos los ideales,
la práctica terrena de todo lo que Jesús vino a predicar, algo así como el antecedente del paraíso y la
vida eterna.
Evidentemente, Marx no se refiere a este tipo de utopía, sino al de la dictadura del proletariado, donde
habrá igualdad, desaparecerá la propiedad privada y el colectivo socialista habrá solucionado todas las
alienaciones, haciendo innecesarias cualquier superstición, explotación o desigualdad.
13
Esta idea será perfeccionada por el positivismo: sólo lo que se pueda corroborar y visible tienen
existencia y posibilidad de tratamiento y de estudio. Con posterioridad, los distintos tipos de ateísmo, el
realismo y sobre todo las ideas de la filosofía analítica de Ludwig Wittgenstein, postularán que
metodológicamente, sólo se puede hablar de lo que se pueda conocer, no de lo que se pueda idealizar o
ficcionalizar.
producto más alto de la materia, sólo puede reflejar esta sujeción a las
leyes14”.

Es clá sico hablar de las tres leyes de la dialéctica: 1. Tránsito de la cantidad a la


cualidad (Tesis), 2. La lucha de contrarios (antítesis) y, 3. La negación de la
negación (síntesis15).

4.1.2. El materialismo histórico.

1. Los modos de producción. El hombre es un ser de necesidades, esto se


intenta satisfacer mediante el trabajo, la producció n.

“Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión o


por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir
del momento en que comienza a producir sus medios de vida. Al producir sus
medios de vida, el hombre produce indirectamente su propia vida material”.
(Marx. La ideología alemana)

La historia, por tanto, está determinada por el sistema de trabajo, por los modos de
producció n.

“De donde se desprende que un determinado modo de producción o que una


determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de
cooperación o una determinada fase social”.

En la escuela, en la universidad o en las charlas sobre el marxismo nos han


distinguido los diferentes modos de producció n acaecidos durante la historia de la
humanidad. De ello nos queda, por ejemplo, el modo de producció n capitalista y el
socialista, distintos y opuestos, no só lo por sus maneras, sino por sus intenciones y
finalidades.

2. Infraestructura y superestructura.

Por infraestructura se entiende las relaciones de producción, el mundo de la


economía. La superestructura se refiere al mundo de las ideologías, las
manifestaciones filosó ficas, religiosas, jurídicas, incluso artísticas. La
superestructura depende de la infraestructura. “El modo de producción de la vida
material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general”.
(Marx. Prefacio de Crítica de la economía política).

14
La duda viene cuando esto, dicho, se pueda aplicar a los fenómenos sociales. Las diferencias
culturales, de identidad, incluso las geográficas, hacen dudable la aplicación de esas leyes, expresadas
universales. Si a esto se suma, como el mismo marxismo reconoce, la prevalencia de los estados que
defienden los intereses de los dominantes, la religión, que también aliena y la lucha de clases, es difícil
aplicar la norma de las leyes, como que se trataran de leyes físicas.
Esta afirmación ha traído a la discusión epistemológica la manera cómo se hade calificar a la ramas
sociales dentro de las ciencias. Para el marxismo es claro que cuando tratamos con instancias humanas
tratamos con leyes absolutas, quizás parecidas a las físicas y matemáticas, por nombrar a dos.
15
La acomodación de los paréntesis me pertenecen; empero, es aplicable a la dialéctica como método
de investigación y de conocimiento.
3. Fin de las alienaciones: la Revolución.

La tensió n agudizada entre la burguesía y el proletariado provocará el


advenimiento de la revolució n, consistente en la supresió n de la propiedad privada
de los medios de producció n, lo que dará paso a la sociedad sin clases sociales. Se
habrá acabado la prehistoria para dar paso a la verdadera historia.

La revolució n será violenta:

“El primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a la


conquista de la democracia. El proletariado se valdrá de su dominación
política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital para
centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es
decir, del proletariado organizado como clase dominante… Esto,
naturalmente, no podrá cumplirse al principio más que por una violación
despótica del derecho de propiedad y de las relaciones burguesas de
producción”. (Manifiesto comunista)

La revolució n será seguida por la etapa socialista, la revolució n será una etapa para
superar los resabios del régimen anterior. La etapa comunista será el final del
proceso, la supresió n total de la explotació n del hombre por el hombre. Segú n
Engels:

“La máquina del Estado podrá ser depositada en el museo de antigüedades,


junto a la rueca y el hacha de bronce” también entonces correrá n “a chorro
lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse
totalmente el estrecho horizonte del Estado burgués”. (Crítica del programa
de Gota).

Esta manifestació n marxista corresponde má s a una profecía que a un intento de


ciencia social.

4.1.3. Marx y la educación.

La teoría marxista, no es en el sentido estricto, un programa pedagó gico, sino


social, socioló gico y filosó fico. Empero, de su teoría, podemos deducir su proyecto.
Ya acordamos que la pedagogía es el proyecto de humanidad que una sociedad,
Estado, religió n, institució n o un colectivo se proponen mediante programas,
educació n, instrucció n, aleccionamiento o imposició n.

El ideal de una sociedad sin clases por el advenimiento de la revolució n que, por
etapas, instaurará el socialismo y el comunismo, suponen un proceso de cambio 16
que tenderá a eliminar todo tipo de alienació n que la sociedad burguesa y la
religió n o cualquier institució n alienante hayan podido instaurar en el inconsciente
colectivo o en la conciencia institucional.

16
Quizás no exactamente en el sentido nacional, del Estado Plurinacional.
La justicia se logrará de ello, por la eliminació n de la plusvalía, por el advenimiento
de la dictadura del proletariado. El empeñ o es, en principio, violento, luego es
cambio de actitud.

La razó n o el pensamiento del ser comunista ha superado todo tipo de prejuicios


que no sean el decurso del materialismo dialéctico, capaz de regirse por las leyes
materiales, naturales y por la supresió n de los modos de producció n en propiedad
de la burguesía; que el pensamiento, la superestructura, sirva a la igualdad
econó mica, la infraestructura.

El ideal marxista es el paraíso materialista, donde el hombre será dueñ o de todo y


será capaz de impartir la justicia que las instituciones obsoletas, las creencias o las
supersticiones no han sido capaces de subsanar ni de solucionar.

Sería infructuoso pedirle al marxismo una reflexió n sobre el género, la cultura, la


diferencia, ni siquiera sobre la identidad. Lo que la ideología marxista pretende es
el mismo tipo de sociedad comunista para todo el mundo; por tanto, lo pluri y lo
multi no entran aú n en su esfera de pensamiento y de prá ctica. Aunque es verdad,
que los diferentes regímenes inspirados en la ideología marxista dieron a luz
diferentes tipos de prá cticas, regímenes y entendimientos del ideal marxista.
Ejemplos má s claros de esto fueron los regímenes soviético, chino y cubano, para
citar a un país cercano.

El hombre, segú n el marxismo, es aquel liberado de toda dominació n alienante,


capaz de proponer su futuro y de transformarlo en orden a imponer la doctrina
materialista de igualdad, mediante la revolució n.

4.2. Sospecha del alma sicológica: Freud.

Sigmund Freud nació en Austria (1856-1939). Es el padre del sicoaná lisis. Su


formació n fue la neurología. Sus principales obras son La interpretación de los
sueños (1900), La sicopatología de lo cotidiano (1904), Tótem y tabú:
Comparaciones entre las vidas síquicas de los salvajes y la neurosis (1913),
Más allá del principio del placer (1920), El ego –yo- y la identidad (1923), El
futuro de una ilusión (1927), La civilización y sus descontentos (1930), Moisés
y el monoteísmo (1939). Procede de una familia judía. Su vida tardía consistió en
descubrir los casos relacionados a los traumas y principios religiosos. La religió n y
la sicología, segú n él no está n del todo desprendidas ni son independientes.

4.2.1 Los asuntos de Freud.

Freud entendió el asunto sicoló gico relacionado al entorno, a las instituciones, la


educació n, la fe, los sueñ os, las pesadillas, los valores y los antivalores. El trauma o
la educació n sexual son importantes, fundamentales, en su estudio; tanto que
algunos lo acusan de estar obsesionado con el aná lisis sexual y de querer reducirlo
todo a este aspecto.
El ser individual es un ser relacionado, enriquecido o empobrecido por el entorno,
la virtud o el trauma, la salud o la enfermedad. Todos convienen a la sociedad y a
sus instituciones.

El acierto de Freud consistió también en relacionar al ser individual con el ser


colectivo y anotó las influencias de lo colectivo en lo individual y de lo individual
en lo colectivo. A esto podemos sumar que el autor insiste mucho en el
subconsciente colectivo, es decir en los há bitos que las sociedades, las instituciones
y las religiones imprimen en los colectivos. De aquí surgen las actuaciones y las
actitudes en forma de virtudes o de traumas.

El complejo de Edipo.17

Es posible que este aná lisis sea de los má s acertados y originales en Freud. Esta
obra trá gica de Só focles es tomado por Freud para advertir sobre la posibilidad, el
hecho, de que las relaciones familiares determinan las actitudes sexuales y el
manejo y prá ctica del sexo en el mundo occidental.

Edipo, sin saberlo, aquí entra el inconsciente, no necesariamente equiparable al


instinto, elimina a su padre, Layo, y se casa con su madre, Yocasta. Al margen del
argumento del teatro griego, Freud encuentra en el argumento, la tendencia de la
batalla entre generaciones y los deseos ocultos en la familia. El deseo, no
necesariamente practicado, pinta la tendencia endogá mica, el deseo por el ser que
da la vida y, sobre todo, la enemistad entre géneros –la eliminació n del padre o de
la madre, dependiendo si se trata del complejo de Edipo o del de Elantra-.

Este concepto Freudiano lanza la tendencia inicial de Freud, la tendencia sexuada


de la humanidad y la posibilidad de que la humanidad está demasiado dominada
por la actividad sexual como liberació n o como trauma. En esto intervienen, no el
instinto cuanto la posibilidad de que la humanidad imprime sobre la actividad tan
bioló gica y natural, sanciones o normas sobre su prá ctica: la definició n y la
naturalizació n de los géneros sexuales, los valores, permisiones o prohibiciones
sobre la prá ctica sexual, los valores o los antivalores sobre ello. El sexo, a la vez se
mira como natural o como abyecto. Los credos norman sobre ello, 18 aconsejan,
condenan o condonan. Los estados hacen oficiales las prá cticas sexuales y
penalizan lo que consideran prá cticas no permitidas.19

17
La obra trágica de Sófocles, Edipo, rey inspira su análisis. Edipo, según las profecías, será asesino de su
padre, Layo y se casará con su madre, Yocasta, después de resolver ciertos acertijos que una efigie le
pone. Al final, sabida la verdad, Yocasta se suicida y Edipo se ciega y pide a su cuñado Creonte partir al
exilio.
El complejo contrario, la hija que se enamora de su padre se llama Complejo de Elantra.
18
Una de las doctrinas principales de las religiones es todavía que la finalidad del sexo es la
reproducción, no tanto el goce ni el placer. En contraposición surgió la doctrina del hedonismo que
prima el placer y la libertad sexual sobre cualquier doctrina o escrúpulo sexual.
19
En principio la pederastia es permitida siempre y cuando acabe en matrimonio. La ley, ahora, la
condena en general bajo el entendimiento de que hay abuso y de que un menor o una menor no
pueden consentir legalmente.
Lo mismo, la norma sobre la endogamia, primero, por el peligro genético de que el defecto es patente, a
la posibilidad de consanguineidad.
Sólo últimamente se ve con buenos ojos los matrimonios interreligiosos.
El complejo de Edipo, al margen de lo normado y lo normalizado quiere destacar la
tendencia inconsciente de las inclinaciones sexuales que se ven enfrentadas a las
normas y las normalizaciones de las instituciones y de las sociedades. A la vez,
llama la atenció n sobre el hecho de que las sociedades occidentales han normado,
quizá s, contra natura o no han prestado demasiada atenció n en el subconsciente
individual ni colectivo.

La tragedia de la sociedad consiste en que el tema sexual es aú n tratado y


entendido como tabú , está bañ ado de vergü enza, de sanció n o de simple escrú pulo.
Por otro lado, el sentimiento está ahí, presente y fluctuante. Los procesos de
continuidad o de ló gica no se dan, por el contrario, cuando la naturalidad quiere
surgir, uno se topa con la norma o el vituperio o, al revés, cuando quiere surgir la
norma, aparece el sentimiento má s natural, el sentimiento o el ser sexual.

Freud no consideró la realidad latinoamericana, no hizo reparo en la relació n que


en las culturas latinas tienen la madre y el hijo. Por las circunstancias histó ricas y
culturales, suele suceder con menuda frecuencia que el hijo es má s dependiente de
la madre que la hija, que el hijo permite eso y que la madre lo fomenta. En breve,
muchas madres que suelen pasar por dificultades afectivas en el matrimonio,
suelen capar a los hijos20 y convertirlos en totalmente dependientes de ellas.

La interpretación de los sueños21.

Los sueñ os son comunes a todas las culturas y maneras de pensar. Para Freud los
sueñ os, el contenido de ellos no son algo que deba pasarse por alto. Los sueñ os
cargan las informaciones culturales, la fe, los traumas, los deseos, las frustraciones,
los ideales y los sueñ os. Los sueñ os, cuando uno ya no tiene control de la
conciencia, son del gobierno del inconsciente, sobre el que no se tiene control
ninguno, ni racional ni de imaginació n. Es en los sueñ os, mediante sus contenidos,
que el verdadero ser se muestra.

Desde su entendimiento, de su interpretació n surgirá n las verdaderas terapias, por


el entendimiento de los contenidos y las informaciones religiosas y culturales que
hay en ello.

Freud no es ajeno a su origen judío, no lo es al cristianismo. José, el precursor judío


en Egipto se convierte en el intérprete de los sueñ os del faraó n. Los profetas, por
inspiració n o por inducció n, sueñ an y proclaman sus sueñ os como mandatos o la
interpretació n de la voluntad de Dios y sus consecuentes reclamos o deseos. El
sueñ o está íntimamente relacionado a la creencia. José, en sueñ os, recibe el

20
Algún sociólogo, con ironía y verdad sostiene que este tipo de relación es la verdadera venganza de
género en el que el poder femenino se muestra en la práctica: hacer del hijo totalmente incapaz para
que sea la madre la que solucione y decida sobre él.
21
Es posible que su alto sentido religioso haya hecho que acudiera a los libros del Pentateuco –los cinco
primeros de la Biblia, especialmente al Génesis y al Éxodo. José, el hijo menor de Jacob –Israel-, vendido
por sus hermanos se convierte en el intérprete de los sueños del faraón. En parte provoca la migración
israelita y la consecuente reproducción y esclavitud de este pueblo a manos del faraón en Egipto.
La tradición de que los sueños, no sólo son manifestaciones del inconsciente, sino que también suelen
determinar el carácter y las actuaciones, es transcultural.
mandato de cuidar de Jesú s y María y de huir a Egipto para evitar la muerte del
niñ o Jesú s.

El sueñ o está muy ligado a las visiones, a las revelaciones, divinas o no. Las
culturas nativas de todas partes, entre ellas también las americanas, practican todo
tipo de alucinaciones, sueñ os y visiones, inducidas o no. Los griegos creen
profundamente en la interpretació n de los sueñ os. Los orá culos son famosos.

Freud, por su formació n profesional y por su dominio de la fe es capaz de hilar en


su interpretació n de los sueñ os la influencias y las relaciones entre sueñ os y
realidad, entre la aparente ficció n y lo aparentemente evidente. Los juegos
mentales, las proyecciones y el verdadero estado del ser se manifiestan mediante
los sueñ os y sus contenidos, asuntos incontrolables, lo que realmente alguien
puede mostrar y actuar en su estado de conciencia.

Freud en su vejez tuvo una proximidad mayor con la fe de sus antepasados. Tanto
que alguno dirá que en el final de sus añ os parecía má s un teó logo que un analista
sicoló gico.

El asunto no só lo trata de los trastornos en el descanso o el sueñ o; esto, incluso,


puede ser manifestació n de có mo se conduce el descanso, las relaciones humanas,
los valores que se practican, las represiones o las permisiones que acontecen en un
colectivo. Todo aquello que una sociedad o un colectivo introduce o induce en sus
individuos y en el colectivo, en general. El sueñ o, de hecho, tiene poco de
imaginació n, cuanto de asociació n y de reproducció n de lo que el inconsciente
graba.

El inconsciente.

Ahí, en el inconsciente reside la verdadera conciencia, la salud o la enfermedad, la


idea, la identidad, la aceptació n, la negació n o el rechazo. La conciencia del yo o de
la individualidad, mayormente, se decide o se manifiesta en esta esfera que es
incontrolable, que controla al ser y, en una socializació n de yos, a la sociedad, las
instituciones.

Los poderes, los valores o sus contrarios, las ideas, las actuaciones que se practican
sin esfuerzo, naturalizados, tienden a asentarse en la base del inconsciente. Freud
aumentará la moció n de subconsciente –lo que está debajo de lo consciente, lo
evidente o lo que está por encima-, como una esfera en la que se asienta la
actuació n y la manera humanas.

La efectividad del poder, su ejercicio de legalidad, la normalizació n de enfermedad


y salud, las identidades de género radican en el inconsciente22.

22
Foucault abunda más en la efectividad del poder, este mientras más inconsciente es, más efectivo y
dominante es. Si el poder ha conquistado al individuo muy bien podría pensarse que también lo ha
hecho con el colectivo. Cuando esto sucede se cuestiona menos el estado de cosas; muchas veces, la
obediencia se interpreta como la corrección, el cuestionamiento de ello como escrúpulo –a veces
rebeldía- de que se esté cuestionando algo largamente establecido.
Aunque parezca contradictorio, la verdadera conciencia o, por lo menos, lo que
decide la conciencia es el inconsciente, aquello que es el sello imborrable. El
inconsciente es como el depó sito “inadvertido” que realmente nos hace ser lo que
somos y actuar como actuamos, a pesar de las supuestas manifestaciones y
decisiones conscientes.23 Esto trae desperfectos en la persona y en la sociedad.

En una sociedad represiva, los ideales, los sueñ os –como proyecciones-, las
rebeldías se depositan en el inconsciente y en el sueñ o de cambio. Este tipo de
sociedades quieren normativizar todas las cosas al mínimo, de modo que el
pensamiento y el criterio propio se borra. Lo que no puede esta sociedad es borrar
la individualidad, a pesar de que puede ejercer sobre el individuo el dominio o la
represió n. Este tipo de sociedades, si son realmente efectivas, también pueden
afectar el inconsciente.

La libre asociación.24

Este aspecto es el má s natural y el menos racional, la parte menos intencionada del


individuo. La libre asociació n de ideas está profundamente ligada al inconsciente,
por eso, “lo que sale sin esfuerzo” determina la manera de ser y de actuar del
individuo.

Las ideas y las actuaciones que no pretendemos ni planificamos se deben a esta


libre asociació n. Lo que guarda el inconsciente surge mediante las actuaciones y las
ideas, incluso influidas por aparentes encuentros casuales con un grupo, las
reacciones naturales frente a estímulos externos o internos. A menudo oímos de
decir, “ni quise decir eso, no quise actuar de esa manera”. ¿Qué es lo que nos hace
ser lo que no queremos, qué hace que nuestro discurso no sea lo que nuestro
consciente planifica? Probablemente existe nuestro yo oculto que decide nuestro
ú ltimo ser o desempolva nuestro verdadero ser o manera de ser, actuar y pensar.
La libre asociació n de ideas surge de lo que acumulamos inconscientemente en
forma de virtud o de trauma, de odio o de amor, de prejucio o de tolerancia.

Una de las manifestaciones de la asociació n libre es el acto fallido. Los actos


inconscientes que surgen en la aparente conciencia son actos fallidos. En realidad,
no es el raciocinio el que domina nuestra manera de ser y de actuar. El há bito no se
forma en el consciente sino en el inconsciente.25 Las verdaderas manifestaciones
aparecen mandadas por el substrato de la persona, no por el estrato. Estas
disparidades son las que provocan la enfermedad no só lo individual, sino también
la colectiva.

El ejemplo má s claro sería la justicia y la igualdad proclamada por las leyes y su


incumplimiento sistemá tico. La sique no está en coherencia con lo que se
23
Freud ha sido, quizás, quien ha dotado de más términos a la sicología, no sólo por las filias o las fobias,
sino también los desplantes de la personalidad, los tipos de bipolaridad, las enfermedades que alejan al
humano de la realidad en las formas de esquizofrenia, paranoia, desplantes de personalidad. Mucho de
esto puede deberse a que el inconsciente dicta más y se hace el actor dominante.
24
El inconsciente y el hábito hacen que las personas y las sociedades manifiesten su propio yo por la
asociación libre de ideas, hechos y actuaciones.
25
Jesús pudo haber definido este fenómeno en uno de sus discursos: “De lo que abunda en el corazón
habla la boca”.
proclama, el colectivo, ni el individuo está n realmente de acuerdo con lo que se
proclama. Se prefiere la corrupció n, el lucro, la influencia, el camino corto, no
necesariamente legal. El dicho “el infierno está lleno de buenas intenciones”
también pudiera ser una buena manera de explicar la asociació n libre de ideas
como actos fallidos.

Estas incoherencias, maneras de esquizofrenia, cortan continuamente la integridad


y la salud de la sociedad y del individuo, provocan la enfermedad que ha de
tratarse para restablecer la coherencia y el diá logo y la continuidad entre el
inconsciente y el consciente. Si no se restablece la conexió n, la sociedad seguirá
adoleciendo de incoherencia.

La libido.

La mayor crítica a Freud consiste en su fijació n con lo sexual. Mal entendido, Freud
pudiera ser catalogado como el sicoanalista centrado en el comportamiento sexual;
empero, lo que parece advertir es má s bien que el comportamiento humano está
demasiado dominado por el comportamiento, la simbología, el tabú , la permisió n,
la imaginació n, el comercio, la desviació n o “la correcció n” sexuales.26

La libido, segú n Freud, no só lo es el instinto sexual, la inclinació n por ello y para


ello, sino también la sanció n y la norma que pueden o no seguirse o permitirse. La
afirmació n puede referirse también a la historia de la sexualidad y a sus prá cticas a
lo largo de las culturas, religiones e instituciones.

La libido, al margen de lo instintivo, obedece también a las formas de regulació n,


entendimiento y prá cticas del ser sexual. Entiéndase que el humano, sobre todo ser
viviente, puede racionalizar e intentar normar este sentimiento. Aquí viene el
desvío o la enfermedad, pues no necesariamente se ha entendido esta pulsió n en
su naturalidad, sino en su enfermedad o en su variedad de manifestaciones
naturales.

El ser desnudo, metafó rica y literalmente, desaparece cuando se entiende la


relació n como tabú –por la prohibició n y la visió n antinatural-, un sentimiento tan
elemental. Este aspecto provoca sensaciones como la vergü enza, el límite, el
pecado, la inclinació n y los deseos desmedidos que velan má s por la norma que por
la naturalidad.

Freud entiende, entonces, que la sexualidad ha sido mediada y limitada en vez de


haber sido asumida como una de las potencias humanas naturales. Lo que él

26
Las conversaciones, los chistes, el negocio, las vestimentas, los cánones de belleza y mucho de la vida
tienen una fuerte carga sexual, permitida o dicha clandestinamente. Los famosos piropos son más bien
groserías sexuales y marcadamente machistas. El uso de las imágenes de género y el discurso sobe ellos
son acuerdos o agresiones culturales y sociales.
Las religiones han tejido una serie de discursos y han normado sobre la práctica y la concepción sexual.
Los conceptos de varón y mujer, de matrimonio, de normalidad en el comportamiento y la identidad
sexual, según Foucault y la sicología moderna no son necesariamente consecuencia de la naturalidad,
cuanto de las convenciones y sanciones. Por eso, la discusión moderna de matrimonio gay provoca tanto
“alboroto” y cuestionamiento en las maneras “normales” de concebir y de practicar el género como
norma social, cultural y religiosa..
pretende no es la liberalizació n del tema, sino la vuelta a la naturalidad, que el
potencial sexual no sea visto ni practicado con escrú pulo ni sospecha. Que el
inconsciente sexual sea coherente con el consciente sexual, que sentimiento y
concepció n o norma no se contradigan en funció n a demonizaciones o limitaciones.

La libido se ha entendido casi siempre de forma negativa y como un defecto má s


que como un potencial humano. De las limitaciones de la libido surgen adjetivos
como libidinoso, animalidad o libertinaje sexual. Se confunde que alguien que
afronta su potencial sexual con naturalidad, no con escrú pulo –aporte de las
religiones-, es má s bien tendiente a la animalidad, no tanto a la racionalidad.

Se entiende, entonces, que Freud haya insistido tanto en el asunto sexual en su


estudio del hombre, en sus intenciones de cura y pensamiento y fundamentació n
de la normalidad. Pues la sexualidad ha sido racionalizada ignorando el total
potencial del humano. Esta racionalizació n ha hecho que la sique humana se haya
afectado de maneras, a veces, insalvables, impronunciables. Cuando el “instinto
sexual” quiere surgir se manifiesta, precisamente en las enfermedades que la
racionalizació n quiso evitar; a esto se suma el que la desobediencia al
comportamiento permitido se considere agresió n.

Quizá s por estas concepciones surjan los males tan extendidos por el mundo, las
violaciones, la pederastia, muchas concepciones de trá fico y consumo sexual. Las
estéticas de género y el lenguaje proceden de esta libido practicada con
moderació n, vergü enza, rabia, malicia, no con naturalidad.

La culpa neurótica.

Freud considera el influjo de las religiones en este aspecto. La culpa se acepta con
un desgarro, no como la posibilidad de correcció n, si es que del todo la culpa existe.
Este cuestionamiento puede exigir la revisió n de pecado y de culpa que las
religiones practican y hacen que sus fieles practiquen.

El sentimiento de culpabilidad responde a prá cticas de ruptura a las doctrinas,


moralidad o formas de comportamiento establecidos en los credos. El
reconocimiento de la culpa provoca preocupació n y sentimientos de condena y de
profunda depresió n. El sentimiento de culpa no siempre es la conciencia de que se
ha roto la armonía que una divinidad o un credo han querido establecer, ni
siquiera es la conciencia de haber roto la armonía de la convivencia. El sentimiento
de culpa se convierte en una preocupació n personal y en una solució n que pone al
individuo frente al confesor, consejero o guía espiritual, no necesariamente, frente
al especialista. La culpa, a veces, ni siquiera se reconoce como social, con esto, no
se considera culpa, por ejemplo la corrupció n, las formas de robo de guante blanco
o no, ni siquiera las prá cticas sexuales que se justifican con el pago.

El sentimiento de culpa, ademá s de individualizar y volver privada su solució n,


hieren la salud del colectivo, primero, porque presentan individuos
profundamente afectados por la agresió n que creen haber cometido; segundo,
porque la salud que creen recobrar no es necesariamente una solució n, sino que
só lo prolongan la neurosis.
El desbalance entre el ser íntimo y el ser que el colectivo, el credo, la norma o la
institució n quieren establecer se ve, con frecuencia, alterado por la incoherencia y
la inconsistencia, la neurosis de la conciencia negativa, no la que libera. No se ha
establecido un principio de continuidad ni de coherencia entre ambos á mbitos, el
consciente y el inconsciente. A esto se suma que la sique o el entendimiento de ello,
y sus prá cticas, casi siempre obedecen a los entendimientos de los grupos de poder
y de dominació n.

La sociedad y los credos imprimen en el individuo imá genes y prá cticas negativas;
a veces, si pregonan la bondad la hacen con la amenaza del castigo o de la sanció n.
La actuació n, entonces, es “taimada”, por el miedo a romper alguna ley o por el
placer o la malicia de romperla.

el sentimiento de culpa no soluciona nada, só lo crea la neurosis de que algo se


pudo haber roto, sin continuidad de solució n. En estos casos, la conciencia de culpa
só lo aumenta al mismo tiempo que la neurosis.

Seres para la muerte. (Death Drive)

Vivimos en una sociedad y en una cultura enfermas.27 Las instituciones, los credos,
las normas, los valores impuestos o acordados só lo han hecho que la humanidad, el
individuo pierda el rumbo de la felicidad y de la vida.

Esta afirmació n no es só lo para asumir la mortalidad, supone una militancia que en


realidad asume la muerte como actividad, no la vida como posibilidad. Podría
acusarse a Freud de pesimista o de fatalista; empero, lo ú nico que él constata es
que el estado de cosas tal cual planteadas y vividas só lo conducen a la muerte y al
fatalismo.

Es probable que esta afirmació n haya inspirado sobremanera al existencialismo en


sus manifestaciones má s radicales, como la ná usea de Sartre. El sinsentido puede
ser la siguiente marcha, cuando alguien percibe la inutilidad de la vida, tal cual se
la plantea o se la quiere hacer vivir.

Una sociedad enferma y un individuo necesitado de correcció n, no pueden ser sino


instancias destinadas a la muerte. Esto se entiende como el camino militante a la

27
Alcides Arguedas y los autores latinoamericanos del indigenismo –criollos o mestizos que escriben
sobre el asunto indígena en los años 50’, 60’ y 70’- reivindican al indio como ideal. Reniegan de cualquier
cultura o raza, como las razas enfermas, mezcladas. En un sueño metafórico, hasta paternalista postulan
que la eliminación y la humillación de los pueblos originarios ha sido el mayor error y la pérdida del
rumbo original.
Arguedas, con su Pueblo enfermo es quien mejor postula la vuelta del aymara, originario y original. En
Bolivia, otro de los indigenistas es Jesús Lara. En el Ecuador surge Jorge Icaza. En Perú destacan dos, José
María Arguedas y Ciro Alegría. En México destaca Mariano Azuela.
No se cree que estos autores hayan seguido a Freud; sin embargo, la base de la sospecha puede ser
interesante: haber nacido a una sociedad enferma, con urgencia de reparación. Para los indigenistas la
solución es la vuelta al origen, por la raza originaria; para Freud la solución es la terapia profunda que
cuestione valores que malean y enferman en vez de solucionar cualquier cosa.
muerte, al margen de concebir que todos moriremos; el asunto es la actitud que se
tenga respecto a ella.

Si esta actitud fatalista se ha asentado en el inconsciente es cuando se convierte en


há bito y en fatalidad. No se encuentran demasiadas salidas ni soluciones. Como ya
se ha dicho, los há bitos y las actitudes verdaderas se asientan ahí y residen ahí.

En un grado de expresió n cínica se podría decir que la sociedad practicada tal cual
tiende a naturalizar el suicidio entendido como la conciencia de la nada y del sin
sentido, radicalizado por los existencialismos de las posguerras.

4.2.2. Freud y la educación.

El gran acierto de Freud es haber advertido que el inconsciente, individual y


colectivo, conduce verdaderamente el modo de ser y la identidad, individual y
colectiva. Este inconsciente, algunos lo llamará n, en concreció n, el superyó , está
enfermo, es escrupuloso, no crea, no busca su propia salud ni su propia solució n,
por el contario, só lo profundiza la boca de la muerte.

La fe y las doctrinas, lo ú nico que han hecho es inscribir muerte y traumas,


enfermedad en el inconsciente. El inconsciente está fuertemente influenciado por
los sentimientos y las prá cticas de la libido. La humanidad ha confundido las
relaciones humanas y familiares. El complejo de Edipo –el de Elantra, en el caso de
las hijas ‘enamoradas’ de su padres- es una prueba de que el sentimiento y el afecto
tiende a enfermarse por la prá ctica del tabú en relaciones tan naturales como el
afecto y la vida sexual.

Los contenidos de la educació n, las instrucciones, las maneras de ser, los valores de
los credos y de las instituciones, incluso de las culturas no transmite, en realidad, la
naturalidad y, en un sentido, la normalidad, sino el trauma porque basa sus
principios en la prohibició n, en lo que se debe evitar y no en lo que realmente se
puede desarrollar. El tabú crea las diferencias y naturaliza los modos de proceder
que no convienen necesariamente a todos, sino a quienes han establecido esos
modos de ser.

La educació n se convierte no tanto en eso, sino en adoctrinamiento que conduce al


trauma y a la enfermedad. Eventualmente esto conduce al sin sentido y, como
Freud llama, nos conduce a la muerte. El aspecto humano que realmente debería
mandar en nosotros, el consciente, queda marginado y no decide nada sobre
nosotros. Los sueñ os individuales y colectivos se convierten en pesadillas, porque
el inconsciente dicta los contenidos verdaderos de las jornadas nocturnas.

En realidad, Freud no criticó só lo el sistema de educació n, sin todo el sistema de


có mo las sociedades conducen al individuo y a la colectividad. El sistema educativo
puede ser el modo má s efectivo para que el tabú , la prohibició n, la enfermedad, el
complejo de culpa –la culpa neuró tica- y la neurosis se sigan profundizando, no
solucionando.

4.3. Sospecha doctrinal y de valores: Nietzsche.


Nacido en Alemania, cerca de Leipzig (1844-1900). Procede de una familia muy
religiosa. Su abuelo y su papá fueron pastores. Se especializa en filosofía clá sica. A
los 24 añ os es nombrado profesor extraordinario en la Universidad de Basilea.
Adopta la nacionalidad suiza. Abandona la docencia debido a su salud. Viaja mucho
por Italia.

Conoce, admira y se entusiasma con la filosofía de Schopenhauer. También tiene


influencias de Darwin y de Ricardo Wagner28. Rompe con él cuando lo descubre
demasiado cristiano.

Colapsa mentalmente a once añ os de su muerte, lo que impide toda actividad


intelectual.

Podemos dividir la vida de Nietzsche en varias etapas:

Primera etapa. Resalta su idea del hombre presocrá tico. Da aquí es su obra El
origen de la tragedia.

Etapa intermedia. Se libera de todo prejuicio sobre la metafísica. De esta época es


su obra La gaya ciencia.

El último periodo. En la que domina la voluntad del poder. En esta época produce
mucho. Sus má ximas obras proceden de este periodo. Así habló Zarathustra, Más
allá del bien y del mal, Genealogía de la moral, Voluntad de dominio, El
anticristo, Ecce Homo –una especie de autobiografía-, Apolo y Dionisio.

Nietzsche no ha dejado un sistema de pensamiento coherente, sino una serie de


afirmaciones e intuiciones que van desde la provocació n, el desconcierto, la
genialidad. É l es brillante en el uso del lenguaje, de hecho, es considerado un
clá sico de la lengua alemana. Usa metá foras, frases incisivas, a veces
contradictorias. Dijo de sí mismo: “Yo no soy hombre, soy dinamita… me rebelo
como jamás se ha rebelado nadie… Yo soy también el hombre de la fatalidad”.
Nietzsche no ha dejado un sistema coherente establecido, lo que hace difícil su
interpretació n y sistematizació n. Sobre su teoría existen diferentes y diversas
interpretaciones. A pesar de todo son varios los que piensan que la voluntad de
poder es la idea eje del vitalista Nietzsche, y como la raíz de los demá s temas, la
crítica de los valores cristianos, el superhombre y el eterno retorno. El hombre
puede definirse por su voluntad de poder y de dominio. “Algo vivo quiere, antes que
nada, dar libre curso a su fuerza, la vida misma es voluntad de poder”. (Más allá del
bien y del mal. 13) “¿Pero qué es la vida? Urge dar una nueva y más precisa
comprensión del concepto de vida fórmula es: voluntad de dominio 29”.

28
Compositor y conductor alemán (1813-1883). Es el compositor de la ópera Tristán e Isolda. Adolf Hitler
adoptó varias de sus composiciones, por eso se lo asocia con el nazismo; aunque él nada tuvo que ver
con esa ideología. Nació antes que eso y su obra sólo fue usada por el nacional socialismo.
29
La voluntad de poder y de dominio, no se refiere necesariamente al deseo por el poder, sino a la
posibilidad de que las mentes superiores y los de la moral superior puedan llevar a cabo su voluntad, sus
sueños o sus ideas. El advenimiento del superhombre no es sino la imposición de la vitalidad de la
humanidad superior.
Nietzsche es uno de los maestros de la sospecha, con el que se acaba una época de
infundados optimismos y la proclamació n del nacimiento de una nueva era. Con
Marx y Kierkegaard forman la terna de filó sofos revolucionarios del siglo XIX.
Ademá s, los filó sofos llamados posmodernos reconocen inspirarse en Nietzsche, el
pensador nihilista30 y vitalista por excelencia.

4.3.1. Moral de señores y moral de esclavos.

Para Nietzsche no existen valores absolutos ni eternos. El hombre está “más allá
del bien y del mal”, es el forjador de sus propios valores. El autor anuncia el fin de
los valores dominantes del judeocristianismo, a cambio proclama la pró xima llegaa
de una nueva moral sustentada por los valores de la vida y la voluntad de dominio.
La moral vigente es la de los esclavos, esta moral dejará paso a la moral de los
señ ores.

En un principio era bueno lo que hacían los señ ores; ellos fueron los creadores del
valor, que no buscaba el bien ni era ú til para la mayoría.

“Los nobles, los poderosos, los hombres de posición y elevados sentimientos,


quienes sintieron y se valoraron a si mismos y a su obrar como buenos, o sea,
como algo de primer rango, en contraposición a todo lo bajo, abyecto, vulgar
y plebeyo”. (La genealogía de la moral).

Con argumentos filoló gicos, en base a etimologías griegas y latinas concluye que:
“creo estar autorizado a interpretar el latín “bonus” en el sentido de guerrero”.

Las ideas de Nietzsche, para nada son apegadas al vulgo o a lo popular. É l privilegia
a los poderosos, capaces de crear pensamiento, dominio y capaces de crear valor y
moral. Por eso, para él, la moral judeocristiana tiene un nacimiento y origen en la
esclavitud, el lamento, en la debilidad; supuestamente, busca el bien de la mayoría.
Esta es la moral del esclavo. Como veremos a continuació n.

El resentimiento judío.

El pueblo judío, nacido para la esclavitud, fue el causante de la inversió n de


valores, llamando cualidades a lo que no eran má s que los defectos de su debilidad
e impotencia, calificando de malo a lo que no eran má s que las cualidades de sus
dominadores. El resentimiento judío es la causa de la moral de los esclavos que
domina la Europa por milenios.

“Los judíos, ‘un pueblo nacido para la esclavitud’ como dicen Tácito y todo el
mundo antiguo, ‘El pueblo elegido entre todos los pueblos’, como dicen y creen
ellos mismos. Los judíos han llevado a efecto aquel prodigio de inversión de
valores gracias al cual la vida en la tierra ha adquirido, por unos cuantos
milenios, un nuevo y peligroso atractivo: sus profetas han fundido,

30
El nihilismo tiene que ver con la incredulidad, el escepticismo, la desconfianza. En la filosofía, el
nihilismo se ha ubicado en la esfera de la crítica de los epistemes, sistemas de conocimiento que tienen
a absolutizar regímenes, ideas o ideologías. En el caso de los filósofos de la sospecha se refiere a los
regímenes e ideologías alienantes que sólo han esclavizado a la humanidad.
reduciéndolas a una sola, las palabras ‘rico’, ‘ateo’, ‘malvado’, ‘violento’,
‘sensual’, y han transformado la palabra ‘mundo’ en una palabra infamante
en esta inversión de valores (de la que forma parte la palabra ‘pobre’ como
sinónimo de ‘santo’ y ‘amigo’) reside la importancia del pueblo judío, con él
comienza la rebelión de los esclavos en la moral’? (La genealogía de la
moral).

Fue esencialmente la impotencia sacerdotal la que por su esencial debilidad ha


provocado la catá strofe. Los sacerdotes son los principales enemigos de la
humanidad, los mayores odiadores del ser humano:

“Los sacerdotes son, como es sabido, los enemigos más malvados ¿Por qué?
Porque son los más impotentes. A causa de esta impotencia el odio crece en
ellos hasta convertirse en algo monstruoso, siniestro… los judíos, ese pueblo
sacerdotal por excelencia, que no ha sabido tomar satisfacción de sus
enemigos y dominadores más que con la radical transvaloración de los
valores propios de éstos, es decir, por un acto de la más espiritual venganza…
y han mantenido con los dientes el odio más abismal (el odio de la
impotencia) esa inversión, a saber, los miserables son los buenos, los pobres,
los impotentes, los bajos son los únicos buenos. Los que sufren, los indigentes,
los enfermos, los deformes son también los únicos benditos de Dios,
únicamente para ellos existe la bienaventuranza”. (La genealogía de la
moral)

Jesú s, sublime seductor, ha continuado y sublimado esta nueva moral de los


pobres, la de los esclavos:

“Ese Jesús de Nazaret, evangelio viviente del amor, ese ‘redentor’ que trae la
bienaventuranza y la victoria a los pobres, a los enfermos, a los pecadores,
¿no era él precisamente la seducción en su forma más inquietante e
irresistible, la seducción y el desvío precisamente hacia aquellos valores judíos
y hacia aquellas innovaciones judías del ideal? ¿No ha alcanzado Israel,
justamente por el rodeo de ese ‘redentor’, de este aparente antagonista y
liquidador de Israel, la última meta de su sublime ansia de venganza?’ (La
genealogía de la moral)

Lucha de las dos morales.

Como ya se dijo, para Nietzsche, la moral de los esclavos, la de la elevació n del


sufrimiento y el dolor, el de la marginació n, se ha impuesto sobre la moral de los
señ ores, segú n él, la moral que crea y se deshace de la esclavitud.

“Hasta ahora no ha habido acontecimiento más grande que esta lucha…


¿quién de ellos ha vencido, Roma o Judea? No hay, desde luego, la más mínima
duda: considérese ante quién se inclinan los hombres, en la misma Roma, sino
en casi media tierra, en todos los lugares donde el hombre se ha vuelto manso
o quiere volverse manso, ante tres judíos, como es sabido, y una judía (ante
Jesús de Nazaret, el pescador Pedo y el tejedor de alfombras, Pable, y la madre
del mencionado Jesús, de nombre María”). (La genealogía de la moral. 16).
Su gran manejo del alemá n hace que la descripció n de la lucha de las morales no
só lo sea mordaz, sino también desafiante.

“Ninguno de esos animales de rebaño, torpes, inquietos en su conciencia…


quiere saber nada ni oler nada que… lo que es justo para uno no puede ser de
ningún modo justo para el otro, de que exigir una moral para todos equivale a
lesionar cabalmente a los hombres superiores, en suma, de que existe un
orden jerárquico entre un hombre y otro hombre, y, en consecuencia entre
una moral y otra moral”. (La genealogía de la moral. 228).

Nietzsche no só lo es mordaz, hasta burlesco con la moralidad judeocristiana, sino


que la desprecia, por haber destituido, segú n él, la moralidad auténtica, la de los
hombres fuertes y superiores, la de quienes crean la voluntad de poder. La moral
esclava ha permitido que los débiles se encaramen, no só lo en la mediocridad, sino
en la confusió n. Por eso él proclama al superhombre, como el advenimiento de la
moralidad que no dependa del judeocristianismo.

4.3.2. El Superhombre.

Este es uno de los temas má s polémicos en el pensamiento de Nietzsche. Se ha


pensado que esta teoría pudo ser la inspiració n en el advenimiento del nazismo.
Empero no es claro que este pensamiento sea ni la base ni el detonante de la
prá ctica hitleriana.

Otro influjo pudo ser, aunque no necesariamente clarificado, su influjo en las tiras
có micas de los sú per seres o supermanes. Lo haya sido, se intentará discutir el
tema con fragmentos de su propia obra, en especial de Así habló Zarathustra.

En esta discusió n no se ha de perder de vista el lenguaje metafó rico, abundante,


evocador y poderoso, en el pensamiento y escritos de Nietzsche. Por ello se torna
un tanto difícil entender el alcance de su pensamiento.

El superhombre llegará, será el gran mediodía de la humanidad: “Nunca ha


habido un superhombre. He visto desnudos al hombre más grande y al más pequeño.
Todavía a los dos se parecen demasiado. Aún el más grande lo encontró demasiado
humano”.

El superhombre desprecia a la plebe de la manera má s radical y olímpica:

“Toda comunidad nos hace en alguna manera, en algún lugar, alguna vez,
vulgares”. (Más allá del bien y del mal. 284)
“Más al despuntar el nuevo día se me reveló una nueva verdad: entonces
aprendí a decir, qué me importa la plaza y la plebe y el bullicio de la plebe y
las orejas largas de la plebe”. (Así habló Zarathustra)
“En todos los lugares en donde el pueblo come y bebe, incluso donde rinde
veneración, suele heder. No debemos entrar en iglesias si queremos respirar
aire puro”. (Más allá del bien y del mal).
Lo suyo es puro elitismo y desprecio por el populacho al que condena de
corderismo, es decir, de seguir las pasiones, los sentimientos, no la creació n ni la
voluntad. Su filosofía es profundamente elitista.

El superhombre crea nuevos valores:

“La especie aristocrática de hombres se siente a sí misma como


determinadora de valores, no tiene necesidad de dejarse autorizar, su juicio es
‘lo que me es perjudicial, es perjudicial en sí’ sabe que ella es la que otorga
dignidad en absoluto a las cosas, ella es creadora de valores”. (Más allá del
bien y del mal).

La autosuficiencia y la capacidad de establecer, sin depender de nada y nadie má s


se le otorga al superhombre31. Esta consideració n no habla de la comunidad, de la
institució n ni de la fe, ni siquiera pregona la posibilidad de confrontació n de
posibles superhombres que puedan tener diferentes concepciones del valor y de su
consecuente acció n o actuació n.

El superhombre debe dominar a todos los demás hombres casi como una
necesidad histó rica para superar la moral de los esclavos.

“Abstenerse mutuamente de la ofensa, de la violencia, de la explotación,


equiparar la propia voluntad a la del otro… la vida misma es esencialmente
desproporción, ofensa, avasallamiento de lo que es extraño y más débil”. (Más
allá del bien y del mal. 259).
“Exigir de la fortaleza que no sea un querer dominar, un querer sojuzgar, un
querer enseñorearse, una sed de enemigos y resistencias, es tan absurdo como
exigir de la debilidad que se exteriorice en fuerza”. (La genealogía de la
moral. 113).

El pensamiento inmediato después de leer lo escrito por Nietzsche es que parece


querer reproducir la historia de los absolutismos, las dictaduras, con la salvedad
de que las dominaciones posteriores no estén regidas por morales, credos ni
instituciones que puedan otorgar a la moral esclava otras oportunidades de
entronizarse ni de revertir el logro del superhombre.

Para el superhombre la compasión es tentación, ya que tiende a identificarnos


con la plebe:

“Semejante especie de hombres se siente orgullosa cabalmente de no estar


hecha para la compasión”. (Más allá del bien y del mal).

31
Kant, en su Crítica de la razón pura práctica establece que el tipo de hombre que tenga una práctica
coherente, capaz de crear acción, hábito y cohesión, es el tipo de hombre ético, capaz de hacer que sus
actuaciones y pensamiento se imiten. Empero, este tipo de pensamiento no se parece en nada a lo
planteado por Nietzsche, quien apunta al completo individualismo superlativo del hombre que
prescinde de los demás.
El caso de Kant acepta la comunidad, sólo resalta a los precursores y a los humanos capaces de crear un
precedente de comportamiento y de hábito.
“Siempre las estupideces ha sido hechas por los compasivos, y jamás nada en
el mundo ha causado tantos sufrimientos como las estupideces de los
compasivos”. (Así habló Sarathustra).

La compasió n puede ser una de las mayores virtudes del judeocristianismo,


precisamente este valor, considerada por Nietzsche, la de los esclavos, es la que
má s perjudicaría el advenimiento del superhombre.

El superhombre es amante de la risa como expresió n de los valores vitalistas.

“Desde que existe la humanidad el hombre no se alegra lo suficiente.


Únicamente, éste, hermanos, es nuestro pecado original… Esta corona del
riente, esta corona de las rosas la arrojo a vosotros, hermanos… He
santificado la risa. Hombres superiores aprended a reír”. (Así habló
Zarathustra).

La risa, la felicidad con fiesta, el sentido lú dico es quizá s lo que menos se ha


propuesto en las doctrinas filosó ficas. Ni siquiera el mismo Marx, con toda su
doctrina de cambio propugna la risa. Es probable que este aspecto sea lo má s
destacable en el pensamiento de Nietzsche. El autor no critica precisamente este
aspecto de que los pensadores cristianos, los practicantes del cristianismo, en
general, volvieron muy seria la teoría, muy seria la prá ctica. El Dios festivo del
Antiguo y el Nuevo Testamentos, desaparece ante la seriedad del rito 32 y la sesuda
prá ctica de la teología.

El superhombre es una bestia rubia. Esta es quizá s, la determinació n má s


controversial y comprometida de Nietzsche, la má s racista. Esto se ha identificado
fá cilmente con la raza superior germana, de la que habla el nazismo.

“Resulta imposible no reconocer, a la base de todas las razas nobles, al animal


de rapiña, la magnífica bestia rubia que vagabundea, codiciosa, en busca de
botín y de victorias. De cuando en cuanto, esa base oculta necesita
desahogarse, el animal tiene que salir de nuevo fuera, tiene que retornar a la
selva… la profunda glacial desconfianza que el alemán continúa inspirando,
también ahora cuando llega al poder, representa aún el rebrote de aquel
terror inextinguible con que durante siglos contempló Europa el furor de la
rubia bestia germánica…” (La genealogía de la moral).

Al empezar el estudio de Nietzsche se dijo que es muy difícil distinguir su lenguaje


metafó rico de sus propuestas reales; incluso, es difícil distinguir su provocació n de
sus verdaderas convicciones. Lo cierto es que la doctrina nazi pudo tomar varias de

32
Ya se sugirió en páginas anteriores que una de las razones de El nombre de la rosa de Humberto Eco
es que Dios pudo haber sido risueño; argumento, según el autor, presentado en el volumen cuarto de la
Ética nicomaquea de Aristóteles. Un bibliotecario ciego de un convento medieval envenena las páginas
para que los curiosos no se inmiscuyan con este interesante argumento.
Es posible pensar que las fiestas religiosas, mezcla de tragedia, viernes santo y pascua, intenten rescatar
este aspecto en su fue. Sólo que los bailes se realizan, literalmente, fuera de los templos, en el dominio
público, la calle.
sus propuestas, como esta del racismo, por la superioridad de la raza blanca, que el
superhombre pudiera identificarse con la raza aria 33.

Nietzsche, no inspiró precisamente, una doctrina popular, ni su pensamiento


pudiera ser considerado una propuesta de cambio para favorecer a las masas, sino
a las élites. Empero, su doctrina, a lo largo de la historia ha seducido, sobre todo, a
los jó venes, quienes encuentran fascinantes sus escritos, sin que esto consista
necesariamente en la comprensió n de su pensamiento, sino en la maravilla de sus
planteamientos y las maneras có mo las plantea.

4.3.3. Dios ha muerto.

Como pocos, Nietzsche comprende la novedad y la radicalidad de la muerte de


Dios, las consecuencias de la desaparició n de Dios de la cultura occidental. Dios era
la piedra fundamental sobre el que descansaban todos los valores y verdades. Con
su desaparició n se ha perdido el norte que orienta y guía; el hombre se siente
huérfano.

No se trata de una pérdida cualquiera, sino de la má s fundamental, por esos sus


consecuencias son incalculables. Una de ellas podría ser el “nihilismo34”,
nuevamente de moda en ciertos ambientes. Nietzsche dice lo siguiente sobre la
muerte de Dios:

“¿Dónde está Dios?, gritó, os lo diré. Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo.
Todos nosotros somos asesinos. Pero, ¿cómo lo hemos hecho? ¿Cómo hemos
podido bebernos el mar?, ¿quién nos dio la esponja para borrar el horizonte
entero?, ¿qué hemos hecho, qué hemos soltado a la tierra de su sol?, ¿hacia
dónde se mueve ahora?, ¿hacia dónde nos movemos? Lejos de todos los soles,
¿nos precipitamos más y más?, ¿y hacia atrás, del lado, hacia delante, de todas
partes?, ¿hay todavía un arriba y un abajo?, ¿no erramos como a través de
una nada infinita?, ¿no nos sopla el viento de una nada infinita?, ¿no nos sopla
el viento del espacio vacío?, ¿no hace más frío?, ¿no viene siempre la noche y
más noche?, ¿no tienen que ser encendidas las linternas a media mañana?,
¿todavía no oímos el tumulto de los enterradores que enterraron a Dios?,
¿todavía no olemos nada de la divina corrupción? También los dioses se
pudren ¡Dios ha muerto!, ¡Dios sigue muerto!, ¡y nosotros lo hemos matado!,
¿cómo nos consolaremos los asesinos de todos los asesinos? Lo más sagrado y
lo más poderoso que el mundo poseyó hasta ahora se ha desangrado bajo
nuestros cuchillos ¿Quién borrará de nosotros esa sangre?, ¿con qué agua
podríamos purificarnos?, ¿qué ceremonias de expiación, qué juegos sagrados
habremos de inventar?, ¿no es la grandeza de este acto demasiado grande
33
En EE.UU. el KKK (Ku Kux Klan), un grupo de supremacistas blancos, sobre todo del sur este y sur
medio este de ese país, proclamaba, aún lo hace su superioridad, sobre las otras razas, sobre todo la
negra.
No se casual que sigan surgiendo grupos de supremacistas blancos, quienes inspirados o no por la
ideología nazi, siguen proclamando que el dominio y el poder está destinado a esta raza. Algunos
grupos, incluso, sostienen que este es un destino divino.
34
El nihilismo es la negación de todo principio religioso, político y social, es el escepticismo, la
incredulidad y puede ser relacionado al ateísmo, la irreverencia por lo sagrado. A ratos, el nihilismo es la
simple indiferencia o el nomeimportismo respecto a las cosas religiosas, los valores o las verdades.
para nosotros?, ¿no tendremos que devenir dioses nosotros mismos para, al
menos, parecer dignos de ella?” (Gaya ciencia. 125).

El autor es incapaz de deshacerse del lenguaje sagrado, aunque niegue lo sagrado,


por el asesinato de Dios.35 Su lenguaje usa la negació n de lo que se afirmaba como
virtud plena y la existencia plena, por la muerte, el asesinato de la divinidad, obra
del hombre. Ante esto, el humano se siente desconcertado y ante el desafío de
reemplazar ese vacío, no con otro Dios, quizá s con el endiosamiento de la
humanidad.

Muerto Dios nos enfrentamos a la idea má s abismal del eterno retorno.

“Todo va, todo vuelve, la rueda de la existencia gira eternamente. Todo


muere, todo florece de nuevo, el ciclo de la existencia sigue eternamente.
“Volveré eternamente para esta misma vida, idénticamente igual: como
grande y como pequeño, para enseñar de nuevo el eterno retorno de todas las
cosas.
“¿Has escuchado alguna vez un perro ladrar así? Mis pensamientos iban hacia
atrás. Sí, cuando era niño, en mi más lejana infancia, escuché un perro ladrar
así”. (Así habló Zarathustra).

El vitalismo que proclama Nietzsche nos deja un sabor pesimista con esta teoría
del eterno retorno. Primero, parece que ha sido imposible implantar la doctrina de
la moral de los señ ores. Segundo, el advenimiento del superhombre no ha logrado
la instauració n de un nuevo estado de cosas puesto que todo retorna a lo mismo,
incluso la doctrina de Nietzsche. Tercero, todas las etapas de la historia humana
retornan y parece que no hay ninguna solució n, a pesar de las soluciones que el
autor parece proponer. Cuarto, má s que vitalismo, la doctrina propuesta por
Nietzsche parece pesimismo: nada se puede solucionar, a pesar de los intentos.

4.3.3. Nietzsche y la educación.

Igual que en Marx, no se puede reclamar en Nietzsche, un sistema de educació n en


el sentido de la estricta pedagogía. Sin embargo, sus propuestas de nueva moral, la
de los señ ores, en contraposició n y por la destrucció n de la moral de los esclavos
que beneficia la marginalidad, la derrota, concibe que só lo los hombres con
verdadera y fuerte moral podrá n procurar la derrota de todo el judeocristianismo.
Esto será posible por el advenimiento del superhombre y por la absoluta muerte
de Dios. Esto supone que el hombre estará a cargo de una nueva generació n.

Uno de los planteamientos que tiende a hacer creer que, a pesar de todos los
esfuerzos del advenimiento del superhombre es la teoría suya del eterno retorno.
É l parece concebir que este sistema pendular tenderá a reinstaurar todas las taras
y todos los periodos de la historia y el pensamiento humanos. La repetició n, a
pesar de los esfuerzos, parece inevitable.

35
Lingüísticamente, la convención de la lengua y de sus significados y sentidos, es muy difícil de ignorar,
excepto que se cree otro lenguaje, al que se puedan adscribir los colectivos o un colectivo de élite. Por
eso, quizás, Nietzsche no puede deshacerse del lenguaje que todos entienden, aunque lo use en sentido
negativo.
Se ha dicho que Nietzsche es muy difícil de sistematizar bajo un solo sistema de
pensamiento, no só lo por sus ideas ricamente metafó ricas, sino porque parece
imaginar má s que proponer, criticar, má s que crear realmente un sistema de
pensamiento coherente. Empero, su manera de decir las cosas es radical, sugerente
y atractiva.

É l es un filó sofo de la sospecha porque desnuda los poderes de la moral que se


practica no para liberar, sino para oprimir y para mantener el trauma y el estado
de cosas. Desnuda que la religió n envuelta en el poder y en las instituciones
regidoras puede ser hipó crita y tiende a mantener el estado de cosas bajo la
apariencia de optar por lo marginal; aunque su crítica es clara contra la moral que
él llama de esclavos. Lo que hay que rescatar de esto es que debería darse poder a
los pensadores clarividentes -¿los superhombres?- a fin de deshacerse de la
esclavitud que se convierte en há bito y en ganas de seguir, repetir y no de crear ni
de proponer.

4.4. Pensar para cambiar y para proponer.

La filosofía, bien entendida, ha sido la capacidad de encargarse de la realidad, el


intento por comprenderla, proponerla y, a menudo, la posibilidad de proponer
cambios. El ‘ocio’ de pensar es la capacidad de darse cuenta de las cosas y de dar
cuenta de ellas.

Los griegos, como ya dijimos, iniciaron la aventura “del pensamiento” basados en


el entendido de que pensar era una actividad del ocio, privilegios de los hombres
libres. Su inicio fue en la plaza, el á gora. Con los escolá sticos y la edad media, el
pensamiento se encerró en los conventos y, de hecho, fue la mayor época de
“ignorancia”. Con el renacimiento tenemos la “desmitificació n” y la laicizació n36 del
pensamiento. La revolució n industrial provoca también la revolució n en el
pensamiento y el consecuente optimismo de que el hombre, creador, inventor y
capaz de comprender todo fenó meno, puede ser, él mismo, la solució n para todo.
Surgen críticos a este tipo de concepciones y prá cticas, sobre todo, impulsadas por
el rayano positivismo. Los críticos son los filó sofos de la sospecha que analizamos y
exponemos en esta parte.

El pensamiento de todas las layas ha intentado encargarse de lo humano, de sus


sistemas, de sus maneras de pensar y de entender a él mismo y a su realidad. El
pensamiento también se ha encargado de los valores, actitudes, los sistemas de
poder y las maneras de ejercerlo y las instituciones en las que se las hace. Junto a
esto también existe el pensamiento sobre la identidad y los valores, tradiciones,
sistemas de crear y de practicar tradiciones.

En fin, el pensamiento, no ha sido necesariamente una actividad de ocio vano,


inú til y lejano a toda mente que no sea capaz de abstraer, una actividad privativa
para la gene de a pie. En realidad las actividades de identidad, de supervivencia y

36
Esto porque el pensamiento abandona los conventos y el dominio eclesial y vuelve a ser asunto de
pensadores, no necesariamente ligados a la iglesia. El hombre, como tal, vuelve a privilegiar la razón;
con esto, surge el redescubrimiento del pensamiento clásico, iniciado por los griegos.
de asumir el asunto cotidiano, son actividades, no só lo de filosofía prá ctica, sino de
creació n y prá ctica de valores, sistemas de conocimiento, comunicació n,
instituciones, alianzas y proposiciones.

Los filó sofos profesionales só lo “hacen má s ruido” con su pensamiento, a veces


publican libros, se adscriben a una doctrina o la crean. Pero los filó sofos de a pie
son los que realmente mueven al desafío y abren rumbos nuevos de pensamiento,
propuesta, retorno y/o cambio.

4.4.1. Las realidades latinoamericanas y bolivianas.

La filosofía latinoamericana toma mucho del aná lisis e interpretació n del


marxismo –el materialismo dialéctico-; sin embargo sería injusto entender el
pensamiento latinoamericano só lo como la aplicació n del marxismo a la realidad y
el pensamiento nuestros.

Otra corriente que influyó la corriente del pensamiento latinoamericano ha sido la


corriente llamada alteridad: literalmente, el cuidado, la atenció n en el otro,
distinto, por eso, igual por ser diferente. Esta escuela no só lo es la atenció n en lo
que otros habrían llamado el alter ego –otro yo, mi otro yo-, sino en la posibilidad
cultural y de identidad. Cosa que no hace el marxismo, al método de pensamiento
marxista no se le había ocurrido pensar desde la cultura y de la identidad.

El pensamiento de alteridad surge desde el pensamiento que pretende pensar a la


persona, relacionada; sin embargo tomando su yo personal, genérico, cultural,
religioso, institucional; en breve, su propia identidad. Luego viene la consideració n
institucional y colectiva. Yo, el otro y la institució n son factores importantes de
pensamiento, interrelació n, de cambio o de esclavitud o dependencia.

Levinas, un pensador francés fue el que se dedicó má s al pensamiento de la


alteridad. É l no predicó ni pujó el pensamiento personalista. É l llamó la atenció n
sobre el estado individual, absorbido por el colectivo que suele, a menudo,
reducirnos al anonimato o al nú mero. Si uno, en medio del colectivo, no tiene
conciencia de su ser, pensante, actuante o só lo estante –del estado pasivo- no
podrá tener conciencia de su papel en la sociedad. Al mismo tiempo, este ser debe
tener conciencia del otro, distinto, diferente, con el que comparte la sociedad y los
estados y estrados de ella. Esta conciencia permite que el individuo pueda asumir
el estado epistemoló gico de pensamiento, propuesta o de transformació n. El
respeto por el otro y el entendimiento del otro diferente, formará n parte de mi
construcció n epistemoló gica, de identidad. Esta interacció n invitará al diá logo y a
la transformació n conjuntas.

Este punto de vista considera que las sociedades, las instituciones, los valores, los
ideales, las religiones o las creencias son productos humanos, hechos y pensados
por hombres. Por lo que no se presta atenció n má xima a la institució n, sino a las
identidades e individuos que procuran las sociedades.

Estas dos fuentes –el marxismo y la alteridad-, hicieron de la filosofía


latinoamericana una fuente atractiva y desafiante de pensamiento: se reflexiona
sobre la realidad desde el punto de partida del individuo que tiene o pertenece a
una realidad, cultura y posee una identidad. La identidad colectiva, la cultural,
debería también partir de la identidad individual, por lo menos del respeto a ella.

A menudo, con Enrique Dussel, por ejemplo, la propuesta latinoamericana se


convierte en una propuesta de revisió n histó rica y, sobre todo, en una propuesta
ética o moral. La obligació n sobre la realidad cercana y sobre el otro, obligan a
actuaciones individuales e institucionales.

La misma propuesta pedagó gica de Freire, ademá s de la educació n crítica,


transformadora, contraria a la esclavista manera del aula o del banco, propone un
proyecto de humanidad que se encargue de transformar la sociedad, a partir de la
transformació n del individuo. Ambas instancias está n necesariamente
relacionadas.

La teología de la liberació n, casi prohibida durante el papado de Juan Pablo II,


proponía la transformació n de las cosas a partir de la opció n preferencial por los
pobres. Las comunidades eclesiales de base (CEBs), piensan su realidad, se
comprometen con ella, se prometen a transformarla; usan la metodología, bastante
freiriana de ver (tesis), juzgar (síntesis) y actuar (antítesis)37. El libro del
Génesis, en los pasajes de la liberació n del pueblo israelita de la dominació n
egipcia, en la parte de que Dios se conduele con el sufrimiento de su pueblo, es la
gran inspiració n de la teología de la liberació n. Se ha criticado a esta teología de
ser, má s bien marxismo, debido a que usa, para su aná lisis, la dialéctica, al margen
de la novedad que este tipo de pensamiento teoló gico presentaba para la prá ctica
religiosa y para el pensamiento latinoamericano.

El contexto en el que se presentaron estos pensamientos coinciden con las épocas


de las dictaduras, en las que las libertades individual y colectiva se habían
extirpado. La doctrina de la seguridad del estado reina sobre la democracia. Los
militares, con la venia del Norte, se han hecho cargo de todas las cosas y han
exilado a los mejores elementos de las naciones, artistas, pensadores, misioneros,
teó logos, literatos38.

Es correcto decir que el auge del pensamiento latinoamericano, ligado a la prá ctica,
tuvo su auge durante los periodos de dictadura (añ os setenta a mediados de los
ochenta).

37
La analogía puede parecer forzada. Sin embargo no lo es si lo usamos como metodología. La dialéctica
presenta el diagnóstico, la actuación o el análisis de ello para transformarlo o plantear modos de
transformación, los tres pasos de la dialéctica materialista: tesis, síntesis y antítesis.
38
Muchos literatos sufrieron en exilio. Entre ellos podemos contar a cuatro de los premios Nobel:
Gabriela Mistral, poetisa chilena, Pablo Neruda, poeta chileno, Gabriel García Márquez, colombiano y
Mario Vargas Llosa –antes de su conversión a la derecha-. También estuvieron en exilio Augusto Roa
Bastos, paraguayo. Levemente también lo estuvo Ernesto Sábato, inicialmente, uno de los primeros
físicos nucleares latinoamericanos, venido a pintor, literato y activista. Sábato, se quedó en Argentina y
fue uno de los impulsores de la comisión de la verdad que juzgó a las personas, militares responsables
de la dictadura; reconstruyó y recuperó a niños adoptados por familias de militares, quitados a políticos
ejecutados.
La intelectualidad latinoamericana fue muy activa contra los estados totalitarios.
El pensamiento en Bolivia es escaso. Podemos destacar a dos pensadores.
Guillermo Francovich, un pensador chuquisaqueñ o que intentó sistematizar el
pensamiento filosó fico boliviano. Una de sus virtudes fue, como los griegos, pensar
las tradiciones como fuente de identidad y de pensamiento.

Otro, má s famoso, fue René Zabaleta Mercado, un pensador orureñ o que gastó la
mayor parte de su vida intelectual como profesor de la UNAM (Universidad
Nacional Autó noma de México). É l fue soció logo y pensó el conflicto del Chaco
como la construcció n de la identidad nacional, entre otras cosas. La guerra del
Chaco, segú n Zabaleta, habría finalmente obligado a pensar Bolivia como un ente
integrado, si bien por el trauma del conflicto. En él se encontraron los habitantes
de todas las regiones. De ahí surgieron las nuevas instituciones, los
cuestionamientos sobre Bolivia; y de ahí surgió el pensamiento de la revolució n
nacional del 52’.

Silvia Rivera Cusicanki, también soció loga, piensa la realidad boliviana desde las
má rgenes. Ella enseñ a en la UMSA.

Xavier Albó , lingü ista, antropó logo y filó sofo ha incursionado en los estudios de los
movimientos sociales e indígenas. Su ú ltima reflexió n versa sobre el enunciado
“vivir bien”. Para él el enunciado recoge no só lo los anhelos de felicidad filosó fica
iniciado por los griegos, afirmado por los escolá sticos, prometido por los
racionalistas y enaltecido por el optimismo positivista. A esto suma el anhelo
precolombino de armonía y de convivencia, no só lo e bienestar material, sino
también de reconocimiento y de coherencia y respeto por el otro y por el medio
ambiente.

El pensamiento en Bolivia es aú n una tarea pendiente.

Ideas clave de los filó sofos de la sospecha, segú n autores.

MARX NIETZSCHE FREUD


 Plusvalía.  Moral de  La libido.
 Burguesía. esclavos.  Interpretació n de
 Proletariado.  Dios ha muerto los sueñ os
 La infraestructura  Superhombre.  El inconsciente
 La  Sospecha sobre  Culpa neuró tica
superestructura los valores y la  El complejo de
 Alienació n doctrina. Edipo.
religiosa: La  Resentimiento  Seres para la
religió n es el opio judío. muerte (Death
del pueblo.  Moral de señ ores Drive).
 El materialismo  Lucha de morales  Libre asociació n
dialéctico. de ideas.
 El materialismo
histó rico.
 El fin de las
alienaciones: La
revolució n.
 Alienació n
econó mica.
 Alienació n
política: Estado.
Alienació n
filosó fica
 Alienació n social:
Lucha de clases.
 Medios de
producció n

Tema 5. Lo virtual y lo real. Ludwig Wittgenstein.

Vivimos en la edad de la imagen, no tanto de la imaginació n. Otro u otros imaginan


por nosotros y nosotros consumi consumimos sus propuestas y sus imaginerías39

39
Por lo menos para mi entendimiento, y creo que para los que se dedican al asunto, la imaginería es la
representación de la imaginación en imágenes, por lo tanto, una definición más cabal. Imaginación se
refiere a las imágenes, generalmente mentales, cuando la escritura primaba; pero también, la perfecta
expresión de la imaginación eran las pinturas, las imágenes representadas, la arquitectura, la escultura y
otro tipo de representaciones gráficas.

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