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Historia de La Teología, P Richard

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Historia de la teología

Periodo:
Por medio de Cristo, la palabra hecha carne, Dios ha manifestado a los hombres su
deseo de salvarlos, Y esto lleva al hombre a profundizar sobre ese querer del Padre, a
mirar a profundidad este mensaje, su coherencia, y tanto este mensaje como el
hombre, forman parte del cristianismo.
podemos decir que la teología es antigua de la misma manera como la fe cristiana,
incluso podemos decir también que las raíces de esta teología están arraigadas en la
generación apostólica; Es por eso que podemos hablar de una “teología bíblica”,
incluso de una “teología neo - testamentaria”, de una “teología Paulina”, y entre otras
muchas. La Sagrada Escritura es el conjunto de todos esos pensamientos teológicos
que nos llevan a afirmar sobre la existencia de una teología que tiene sus raíces en el
cristianismo del siglo I.
Tanto los apóstoles como aquellos que escucharon el mensaje de estos constituyen
una parte importante dentro de la historia de la Iglesia, y así mismo de su fundación.
El inicio de la historia de la teología se puede situar dentro de esa generación
apostólica, en cuanto a que aquellos cristianos que recibieron el mensaje de los
apóstoles, profundizaron acerca de este tesoro, lo defendieron, lo plasmaron, y por
último, transmitirlo a las otras personas.
Se puede dividir la historia en cuatro etapas: la etapa antigua, la etapa medieval, la
etapa moderna, y la etapa contemporánea. Sin embargo, el proceder a partir de estas
etapas tiene una desventaja, y es que se pasaría por encima del mismo ritmo con el
que realmente ha procedido la reflexión teológica.
Podemos dividir más bien esta reflexión teológica a partir de 3 etapas: el periodo de
la patrología, el periodo de la escolástica, y el período que comprende la modernidad
y la contemporaneidad.
Vamos a detenernos solamente en la primera etapa
Periodo de la patrística:
Los padres apostólicos, A través de sus cartas y homilías expresaban la forma de
cómo vivir en la Iglesia. a partir del siglo II aparece una obra que se podría llamar
teológica en cuanto a su sentido. los autores paganos hacían críticas a la Iglesia,
manifestando su inconformidad a la fe cristiana; a partir de allí surge una literatura
llamada apologética, la cual hace referencia a la defensa de la Iglesia, y que, en
resumidas cuentas, es un diálogo entre la fe y la razón, de forma análoga a la fe del
cristiano y a la razón del pagano.
Así pues, se inicia una cristianización del paganismo, especialmente del mundo
romano y helenístico, que culminan los siglos III al V. La conversión que lograban
los cristianos a personas conocedoras de la filosofía, de la retórica grecorromana,
incluso a personas de diferentes sectas y herejes, fueron factores esenciales para el
cristianismo.
Tanto las sectas como las herejías contribuyeron también así a un estudio más intenso
y profundo acerca del contenido de la fe, que en resumidas cuentas no es otra cosa
que teología.
Así pues, la época patrística, está marcada, de escritos apologéticos, de intentos o
exposiciones teológicas; los protagonistas más importantes de esta época, a saber, son:
San Atanasio, San Basilio, San Cirilo de Jerusalén, San Juan Crisóstomo, San
Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín. todos estos son reconocidos por la Iglesia
como padres en la fe ya que gozaban de ortodoxia en su doctrina, y por su santidad de
vida, así pues, son eslabones que unen a los cristianos de todos los tiempos con la
generación apostólica, y Asimismo con Cristo.
Todas las obras teológicas de este tiempo nacen de acuerdo con la necesidad pastoral
y cultural de este contexto. La manera de hacer teología fue profundamente a partir
de la Sagrada Escritura, haciendo énfasis principalmente en el símbolo y también en
las alegorías.
Esta teología patrística sobresale principalmente, por un sentido sintético, por la
mirada puesta en la unidad de la revelación, y también por su alcance al expresarse.
Aparecen textos, con una gran profundidad teológica, trinitaria, como, por ejemplo:
la Didakhe, que es una doctrina de los doce apóstoles, carta de Bernabé, Pastor de
hermas, y muchos otros escritos que llegaron a formar parte importante de la Iglesia
antigua, y por ende de la literatura teológica.
todas estas obras formaban parte importante de la vida de los primeros cristianos, ya
que eran una especie de catequesis, con las cuales se formaban las comunidades, y así
infundir en los fieles, el mensaje de Dios, es decir, una teología de la revelación.
No se puede entender la teología, sin mirar primero sus raíces, es decir, la Iglesia, el
cristianismo, la literatura, y la Sagrada Escritura.
Tanto los padres apostólicos, como los mismos apóstoles, han hecho de la vida de
Jesús un tratado de teología práctica, pues tanto los evangelios, las cartas católicas,
las cartas de Pablo y muchas otras que aparecen en el Nuevo Testamento, dejan ver
en la figura de Jesús, una forma de hacer teología, en cuanto al conocimiento de Dios.
Cristo anuncia al Padre, predica su mensaje de amor a todas las gentes, lleva a la
práctica ese mensaje; todo su actuar en las primeras comunidades cristianas forman
parte de un tratado teológico sobre la misericordia y el amor.
a partir de este mensaje anunciado por Cristo, los evangelistas ponen de manifiesto
esta teología como núcleo importante para conocer a Dios, pues a partir de la verdad
revelada se hace teología.
Todo este mensaje salvador, es fundamento de lo que hoy tenemos como teología: la
cristología, la mariología, la eclesiología, La Trinidad, y muchas otras ramas
comprenden lo que es la teología de Cristo, que está fundamentada en los evangelios.

Obras de los padres de la Iglesia


San clemente de Roma: la Epístola a los Corintios
Es uno de los más importantes documentos del período que sigue inmediatamente a
la época de los Apóstoles, la primera pieza de la literatura cristiana, fuera del Nuevo
Testamento, de la que constan históricamente el nombre, la situación y la época del
autor. Durante el reinado de Domiciano surgieron disputas en el seno de la Iglesia de
Corinto que obligaron al autor a intervenir. Las facciones, que San Pablo condenara
tan severamente, estaban de nuevo irritadas. Algunos hombres arrogantes e insolentes
se habían sublevado contra la autoridad eclesiástica, deponiendo de sus cargos a
quienes los ocupaban legítimamente. Solamente una ínfima minoría de la comunidad
permanecía fiel a los presbíteros depuestos. La intención de Clemente era componer
las diferencias y reparar el escándalo dado a los paganos. No sabemos cómo llegó a
Roma la noticia de esta revuelta. Carece de fundamento la opinión, muy común en
otro tiempo, de que los corintios habían apelado al obispo de Roma para que
procediera contra los rebeldes. Es más admisible suponer que algunos cristianos
romanos con residencia en Corinto, testigos de las disensiones o discordias,
informaran a Roma de la situación.
Ignacio de Antioquia:
La Teología de San Ignacio.
1. La existencia de una obra de Dios con el universo es la idea central de la teología
de Ignacio. Dios quiere librar al mundo y a la humanidad del despotismo del príncipe
de este mundo. En el judaísmo preparó a la humanidad para la salvación por medio
de los profetas. Lo que éstos esperaban tuvo su realización en Cristo:
Jesucristo es nuestro solo Maestro, ¿cómo podemos nosotros vivir fuera de Aquel a
quien los mismos profetas, discípulos suyos que eran ya en espíritu, le esperaban como
a su Maestro? (Mag. 9.1-2·BAC 65,464).
Policarpo de Esmirna:
Epístola a los Filipenses.
Ireneo nos dice (Eusebio, Hist. eccl. 5,20,8) que Policarpo escribió varias cartas a
comunidades cristianas de los alrededores y a algunos hermanos suyos en el
episcopado. Una solamente de estas cartas se ha conservado, la dirigida a los
Filipenses. El texto completo ha llegado hasta nosotros tan sólo en su traducción
latina. Los manuscritos griegos no contienen más que los capítulos 1-9,2. Eusebio
(Hist. eccl. 3,36,13-15) alude también a un texto griego de los capítulos 9 y 13.
La comunidad cristiana de Philippi (Filipos) había pedido a Policarpo una copia de
las cartas de San Ignacio. Policarpo se las mandó juntamente con una carta de su
propio puño y letra. En ésta les pedía información segura sobre San Ignacio; debió,
pues, de ser escrita poco después de la muerte de éste. Es una exhortación moral
comparable a la Primera Epístola a los Corintios de San Clemente. De hecho,
Policarpo se sirvió de la Epístola de Clemente como de fuente. En la carta a los
Filipenses tenemos un cuadro fiel de la doctrina, organización y caridad cristiana de
la Iglesia de aquel tiempo.
La epístola defiende la doctrina cristológica de la encarnación y de la muerte de Cristo
en cruz contra "las falsas doctrinas," con estas palabras:
Porque todo el que no confesare que Jesucristo ha venido en carne, es un anticristo, y
el que no confesare el testimonio de la cruz, procede del diablo, y el que torciere las
sentencias del Señor en interés de sus propias concupiscencias, ese tal es primogénito
de Satanás (7,1: BAC 65,666).
Papías de Hierápolis:
La "Epístola de Bernabé."
La Epístola de Bernabé es un tratado teológico más que una carta; de carta no tiene
más que la apariencia. De hecho, no contiene nada personal y carece de introducción
y conclusión. Su contenido es de carácter general y no aparece en ella ninguna
indicación de que fuera dirigida a alguna persona particular. Su forma de carta es puro
artificio literario. Los escritores cristianos primitivos consideraban el género epistolar
como el único apto para dar instrucciones piadosas y recurrían a este género aun
cuando no se dirigieran a un círculo limitado de lectores. El propósito del autor, cuyo
nombre no se menciona, es enseñar "el conocimiento perfecto" (γνώσις) y la fe.
El Pastor de Hermas:
Aunque se le cuenta entre los Padres Apostólicos, en realidad el Pastor de Hermas
pertenece al grupo de los apocalipsis apócrifos. Es un libro que trata de las
revelaciones hechas a Hermas en Roma por dos figuras celestiales. La primera era una
mujer de edad, y la segunda, un ángel en forma de pastor. De ahí el título del libro.
Solamente un pasaje de la obra nos ofrece la posibilidad de determinar la fecha de
composición. Efectivamente, en la visión segunda (4,3) Hermas recibe de la Iglesia la
orden de hacer dos copias de la revelación, una de las cuales tiene que entregarla a
Clemente, quien se encargará de mandarla a las ciudades lejanas. Este Clemente de
quien se habla aquí es, sin duda, el papa Clemente de Roma, que escribió su Epístola
a los Corintios hacia el año 96.
Bibliografía
Johannes Quasten, patrología, hasta el concilio de Nicea, Bac. Madrid.
José Luis Luanes, Josep Lgnasi Saranyana, Historia de la teología, Sapientia Fidei.

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