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Romanos 3

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Romanos 3

La corrupción del pecado y su remedio (3:1-31)


Introducción: El hombre cree que puede alcanzar a Dios por sus propios méritos. La Biblia dice que
“no hay justo ni aún uno”. El hombre cree que es bueno pero la Biblia dice que todos han pecado y
están destituidos de la gloria de Dios.
I. Judíos y gentiles están bajo condenación (3:1-20)
a. Los judíos están bajo condenación a pesar de sus ventajas y privilegios (3:1-8)
- La circuncisión física es semejante al bautismo en agua, es una señal o un testimonio público
de algo que ha sucedido en el corazón.
b. Los gentiles también están bajo condenación (3:9-20)
II. Judíos y gentiles necesitan la justicia que sólo se obtiene por la fe en Cristo (3:21-31)
a. Judíos y gentiles necesitan la justicia de la que da testimonio el A.T. (3:21)
- La justicia que “ahora” se ha revelado es la justicia de Dios, la cual es imputada al pecador
sobre la base de la fe personal en Jesucristo. No es una justicia que condena, sino una que
proporciona vida y salvación.
- Dios es santo y justo, mientras que el hombre es injusto y pecador. Cuando el hombre reconoce
la santidad de Dios y su propia pecaminosidad, está abriéndose para recibir el perdón divino.
Sólo Dios puede declarar justo al pecador y sólo Él puede darle victoria sobre el juicio.
- Los testigos de esta justicia son la Ley y los profetas. Dicha justicia cuenta con el testimonio
indiscutible de la ley y los profetas. Aquellos que creyeron en Dios en el Antiguo Testamento
fueron declarados justos.
b. Judíos y gentiles necesitan la justicia que sólo se obtiene a través de Cristo (3:22-23)
c. Judíos y gentiles son justificados mediante la obra de Cristo (3:24-26)
- El Calvario fue la demostración de Su justicia.
- Su Sangre fue el costo de esta justicia.
- El resultado de esta justicia: Justificación a los que son de la fe de Jesús.
- Justificación: Es el acto de Dios de declarar justo al pecador, de modo que la justicia divina se
acredita judicialmente a su favor. Esta transacción divina está basada en la gracia o el favor
inmerecido de Dios Padre revelado en Cristo que la provee, en Su sangre que la procura, en la
fe que se la apropia. Esta base todo suficiente para la justificación del pecador anula toda base
de jactancia de parte del hombre. Judíos y gentiles son justificados sólo por la fe y sin las
obras de la ley (3:27-31).
- Pablo expresa claramente el “problema” que Dios tenía: Declarar justo al injusto es en sí
mismo un acto injusto. La misericordia de Dios no Le permitiría abandonar al hombre a su
suerte. La justicia de Dios exigía un castigo ineludible sobre el pecado. La única manera de
salvar al hombre era la ofrenda propiciatoria de Cristo y el llamamiento a la fe por parte del
hombre.
Conclusión: En este capítulo se afirma nuevamente la condición espiritual de la humanidad. Ningún
ser humano queda excluido de la sentencia de que todo el mundo está bajo el juicio de Dios. Sin
importar el trasfondo racial, cultural, social o religioso, todo ser humano está encerrado en el pecado.
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El hombre universalmente está en bancarrota espiritual. No posee méritos personales que lo hagan
merecedor de la entrada en la presencia de Dios. No posee justicia propia, y, por lo tanto, está
destituido, privado o desvestido de la gloria de Dios. La justicia humana es inadecuada delante de Dios.
Nuestras justicias son como trapos de inmundicia delante de Dios. El hombre necesita la justicia de
Cristo, la única justicia agradable y aceptable delante de Dios. La justicia de Dios en Cristo se recibe
sólo por la fe. Ni la religión, ni las obras humanas, ni la sabiduría de los hombres pueden producir la
clase de justicia que satisface a Dios. La obra perfecta de Cristo en la cruz ha provisto la redención, es
decir, la libertad por haber pagado el rescate del pecador. También ha provisto la reconciliación del
hombre rebelde contra Dios; y, además, ha satisfecho todas las demandas de la ley y de la justicia
divina. La perfecta justicia viene en el momento en que el pecador cree en la Persona y en la Obra
completada por Cristo en Su muerte, sepultura, resurrección y ascensión. Cristo ha hecho la provisión
perfecta. No hace falta nada más. La justificación es un remedio universal para el pecado. Por ella Dios
justifica a todos los que creen en Cristo, tanto judíos como gentiles.

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