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Sobre Los Suenos Monica Torres

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Sobre los sueños * 

Mónica Torres

Una intuición freudiana


"El inconsciente está estructurado como un lenguaje", primera definición
lacaniana del inconsciente. Es aplicar a la estructura clínica de Freud la estructura
lingüística. Pero la verdad es que esta falla de la palabra plena ya estaba de alguna
manera en el propio Freud. Cuando Freud, por ejemplo, habla de los sueños, de los
sueños como acertijos, ya se está dando cuenta de que la palabra plena no le sirve para
interpretar el sueño, y lo define como un jeroglífico, como un acertijo pero no como una
pictografía. ¿Qué quiere decir la diferencia entre jeroglífico y pictografía? Que la
imagen del sueño no tiene una relación con la cosa representada, no testimonia una
relación de semejanza con la cosa representada porque lo que aparece en el medio es el
jeroglífico. Esto ya está referido ‒al primer Freud‒ a la escritura, a la instancia de la
letra que no es el concepto de la letra que tiene el último Lacan, pero desde el comienzo
empieza a ver algo que nos muestra que lo que está escrito es distinto que la palabra
hablada y que tiene relación con la marca de goce. Le estoy haciendo decir a Freud algo
que no dijo exactamente, pero que sí intuyó cuando ubicó el sueño como jeroglífico.1

Sinsentido y significación

Si la palabra es plena es porque tiene algo de sinsentido. Cosa que ya estaba en


los jeroglíficos freudianos, en el sueño como jeroglífico, porque justamente la
significación del sueño se produce en el estallido de sentido que produce el sinsentido y
esto uno lo ve más claro en el chiste o en el lapsus.2

Despertar al malentendido

La idea del inconsciente como causa conduce al destino, y si no hay destino solo
hay semblante de destino, apariencia de destino y azares. Entonces, el sueño, a esta
altura de la enseñanza de Lacan, como el síntoma, lo que tiene que hacer es poner al
descubierto el despertar. El sueño tiene que conducir al despertar; como escribió Eric
Laurent, se trata de despertar del sueño del padre. El neurótico tiene que despertar del
sueño del padre, o del sueño de la neurosis infantil, o del sueño del Edipo o de la novela
*
Fragmentos extraídos del libro Torres, M., Fracaso del inconsciente, amor al síntoma, Grama, Bs. As.,
2008.

En la edición impresa de la revista Enlaces N° 25 continúa el Dossier Sueños donde encontrará los
siguientes artículos: “Un sueño del final” por Maria Cristina Giraldo, “Relato de un sueño” por Guillermo
Belaga, “Soñar con un ojo abierto” por Andrea Berger, “Volver a las imágenes indelebles” por Serge
Cottet y “La vida es una hemiola. Misceláneas” por Gabriela Levy Daniel.

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familiar. En realidad, nadie quiere despertar de ese sueño aunque afirme en el análisis
que si quiere; no quiere, y hay que pelear contra eso.
Al final de "L'insu…" Lacan habla del sonámbulo y la pregunta que se hace es:
¿acaso cuando se llega al nivel del Uno estaremos condenados al sonambulismo de los
gruesos errores, el sonambulismo del Uno, del azar de los gruesos errores, al
malentendido del descubrimiento de esto, que somos hijos de dos que no se entienden ni
se escuchan? ¿Cómo esto se repite en nuestra vida amorosa?
Miller con Lacan nos dice que, por suerte, de la enfermedad mental que es el
inconsciente nadie se despierta del todo; hay que despertarse pero no del todo porque de
lo contrario podríamos cruzar una barrera complicada, En el inconsciente, a nivel del
significante, el sujeto se ubica entre S1 y S2, siempre hay otros S2 de los cuales seguir
hablando y el análisis podría ser infinito, entonces, porque se tienen S1 para hablar de
aquí a la eternidad, ya que la cadena va de S2 a S2, que si bien tiene algo de condena,
también sostiene. Entonces, en el dos no hay despertar, pero en el Uno, por la vía de
esta identidad sínthomal, quizá se permita que el despertar cese de no escribirse, o sea,
que algo del despertar se escriba, que no quedemos condenados al sonambulismo de los
gruesos errores. Lo único que permite la interpretación, al final de la enseñanza de
Lacan no es la intención sino la poesía, en el sentido más alto del término, no es el
sentido de hacer ficción, o sea hacer efecto de sentido, sino el de hacer efecto de
agujero, de vacío. Así que, para ser analista, hay que saber ser un poco poeta para
soportar el vacío, y también hay que ser un poco poeta para ser analizando, porque hay
que soportar este efecto de poesía.3

Una historia más

A veces estamos muy despiertos pero no nos quedamos sin sueños porque
‒como nos dijo Laurent comentado en Belo Horizonte el testimonio de Mauricio
Tarrab‒ uno siempre se cuenta una historia más, aún después del final del análisis, aún
después del pase. Por suerte, una historia más. Puede dejar de ir a contársela a un
analista pero uno se la sigue contando, de lo contrario sería el desierto total.
Cuando uno toca algo de su Uno de alguna manera se despierta en medio de su
sonambulismo y puede llegar a un vértigo preocupante; en el fin del análisis se
experimentan estos momentos de vértigo pero hay que saber hacer con eso.4

Más allá de las cosas de familia

[Tomando el sueño de Mauricio Tarrab] Mauricio tiene un sueño que transcurre


mientras está haciendo el pase [...] "Tengo que dar un examen. Preocupado miro los
apuntes. Son textos que alguna vez leí pero de cuyo contenido no recuerdo nada. Sin
embargo, me decido: yo voy y me presento -me digo- me las voy a arreglar. Voy hacia
el examen y a medio camino me sorprende la evidencia de que el examen que tengo que
dar es un examen de matemáticas. Me despierto sobresaltado" [...] Lo que a Tarrab le
interesa remarcar con este sueño no es lo que está del lado del inconsciente familiar,
sino algo del orden más estructural, que es la reducción del síntoma a un signo. Porque
si uno lo dice a nivel de la historia familiar diría "siempre tuve dificultades con las
matemáticas", pero si uno lo ubica a nivel del matema, entonces estamos hablando de
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las matemáticas en el sentido de "tengo que transformar mi historia familiar en signos",
"ya no voy a poder ir a contar a los pasadores solamente la novela, tengo que poder
hacer de mi historia, un matema".
En realidad es la reducción a un signo que ya no está para ser descifrado, está en
el orden de l'une-bévue, de la una-equivocación, del sinthome y no del inconsciente
como destino.
[...] Mauricio señala que se despierta sobresaltado; que en las matemáticas no
hay ningún efecto de sentido; y que para Tarrab aprobar el examen de matemáticas fue
siempre un azar. O será, que podemos ubicarlo del lado de los azares y que este examen
dependía, por lo tanto, más del Uno que del Otro. No podría ubicar del lado del Otro a
los pasadores, dependía de Uno como el pase mismo, que depende más del Uno.
[...] La nota regresiva que había en el sueño sería la de volver al niño que odiaba
las matemáticas, porque finalmente siempre uno se cuenta una historia. Cuando
Mauricio se despertó trató de pensar en el niño que odiaba las matemáticas, porque de
otro modo, ¿cómo podía hacer para subirse al avión e ir a dar el testimonio?, pero si
dejaba esto a ese nivel, quedaba sometido a la huella materna que tiene que ver con las
cosas de familia en el inconsciente.5

El inconsciente real

Como dice Miller en Los usos del lapso “el discurso psicoanalítico hace existir
lo inconsciente como real, mientras que lo real del que da testimonio el inconsciente es
un imposible que no cesa de no escribirse”; uno tendría que lograr en el fin de análisis
escribir su sinthome, l'une-bévue.6

Notas
1
Torres, M., Fracaso del inconsciente, amor al síntoma, Grama, Bs. As., 2008, p. 28.
2
Ibíd.
3
Ibíd., pp. 184-185.
4
Ibíd., p. 185.
5
Ibíd., pp. 188-189.
6
Ibíd., p. 189.

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