Sefardí
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Judíos sefardíes Princess of Asturias Foundation Emblem.svg
Yehudé Sefarad - יהודי ספרד
Torah Reading Sephardic custom.jpg
Lectura de la Torá según la costumbre sefardí.
Descendencia 2,3millones (estimación)[cita requerida]
Idioma Hebreo
judeoespañol
Vernáculo
Otras lenguas judeorromances
Religión Judaísmo
Etnias relacionadas Judíos askenazíes
judíos mizrajíes
Otras divisiones étnicas del judaísmo
españoles
portugueses
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Los sefardíes o sefarditas, también conocidos como sefaradíes o sefaraditas (en
hebreo, ספרדים, Sefaraddim, literalmente ‘los judíos de Sefarad’), son los judíos
que vivieron en la Corona de Castilla y la Corona de Aragón hasta su expulsión en
1492 por los Reyes Católicos y también sus descendientes, quienes, más allá de
residir en territorio ibérico o en otros puntos geográficos del planeta, permanecen
ligados a la cultura hispánica.1
Durante el siglo XIX, el término «sefardí» se empleaba además para designar a todo
judío que no era de origen asquenazí (judíos de origen alemán, centroeuropeo o
ruso). En esta clasificación se incluía también a judíos de origen árabe, de
Persia, Armenia, Georgia, Yemen e incluso India, quienes aparentemente no guardaban
ningún vínculo con la cultura ibérica que distingue a los sefardíes. La razón por
la cual se utilizaba ese término indistintamente se debía principalmente a
similitudes en el rito religioso y a la pronunciación del hebreo que los sefardíes
comparten con las poblaciones judías de los países mencionados (y que son
claramente distintas a los ritos y pronunciaciones de los judíos asquenazíes). No
obstante, a partir de la fundación del Estado de Israel, se consideró ya un tercer
grupo dentro de la población judía, los mizrahim (del hebreo ' מזרחOriente'), para
garantizar que el término «sefardí» aluda de manera exclusiva al grupo humano
antiguamente vinculado con la península ibérica.[cita requerida]
Manuscrito sefardí en hebreo. Biblia de Burgos, creada por Menahem bar Abraham ibn
Malik.4 Página 'alfombra' perteneciente a un Pentateuco hebreo miniado, procedente
de Burgos e iluminado en 1260.5
Sefardíes jugando al ajedrez. Libro de los juegos (1251-1283), encargado por el rey
Alfonso X.
Sefardí proviene etimológicamente de Sefarad, término bíblico con el que las
fuentes hebreas designan la península ibérica y es empleado para designar todo
aquello perteneciente o relativo a Sefarad.6
El uso tanto de Sefarad como de sefardí es sumamente frecuente ya desde fines del
siglo XX en adelante. Se emplean para referirse, respectivamente, a la península
ibérica y los judíos nacidos, o provenientes, o descendientes de dicha región.
Ejemplos de ello son:
Hispania visigoda
Artículo principal: Persecución de los judíos en la Hispania visigoda
Al adoptar los visigodos el catolicismo, durante el reinado de Recaredo (587 d. C.)
se inicia una época de persecución, aislamiento y rechazo de los judíos. Es en esta
época cuando comienzan a formarse las primeras aljamas y juderías.
Al-Ándalus
Las difíciles condiciones en que se encontraban los judíos durante el Reino
visigodo de Toledo católico hicieron que estos recibieran a los conquistadores
musulmanes como una fuerza liberadora.
A partir del año 711 las juderías aumentan en número y tamaño por toda la
península. La victoria del bereber Táriq ibn Ziyad aseguraba un ambiente de mejor
convivencia para los hebreos, ya que la mayor parte de los regímenes musulmanes de
la península ibérica fueron bastante tolerantes en asuntos religiosos, aplicando la
ley del impuesto a los dhimmi (judíos y cristianos), que junto con los mazdeítas
eran considerados las gentes del libro, según lo estipulado en el Corán.
La comunidad judía andalusí, durante esta época, fue la más grande, mejor
organizada y más avanzada culturalmente. Numerosos judíos de diversos países de
Europa y de los dominios árabes se trasladaron a Al-Ándalus, integrándose en la
comunidad existente y enriqueciéndola en todos los sentidos. Muchos de estos judíos
adoptaron el idioma árabe y ocuparon puestos de gobierno o se dedicaron a
actividades comerciales y financieras. Esto facilitó enormemente la incorporación
de la población judía a la cultura islámica, principalmente en el sur, donde los
judíos ocuparon puestos importantes y llegaron a amasar considerables fortunas. La
prohibición islámica que impide a los musulmanes dedicarse a actividades
financieras, caso similar para los cristianos que consideraban la actividad como
impía, hace que los judíos de la península absorbieran por completo las profesiones
de tesoreros, recolectores de impuestos, cambistas y prestamistas.
Por lo tanto, es bajo el dominio del Islam cuando la cultura hebrea en la península
alcanza su máximo esplendor. Los judíos cultivan con éxito las artes y las
ciencias, destacando claramente en medicina, astronomía y matemáticas. Además, los
estudios religiosos y la filosofía son quizás la más grande aportación. Algunos
nombres destacan en tales áreas. El rabino cordobés Moshé ibn Maimón, conocido como
Maimónides, se distingue sobre los demás por sus aportes al campo de la Medicina, y
sobre todo en la filosofía. Sus obras, como la Guía de perplejos y los comentarios
a la Teshuvot, ejercieron influencia considerable sobre algunos de los doctores de
la iglesia, principalmente sobre Tomás de Aquino.
No obstante, durante esta época también fueron objeto de sucesivos pogromos por
parte de los musulmanes, tanto por la población muladí como por los gobernantes
árabes, destacando la Masacre de Granada de 1066, así como las persecuciones
durante la dominación de los Almorávides y, sobre todo, los Almohades, las cuales
diezmaron considerablemente las juderías y provocaron la huida de numerosas
familias hacia territorios cristianos recién conquistados, principalmente al Reino
de Toledo.
La diáspora sefardí
Artículo principal: Diáspora sefardí
La mayoría de los judíos expulsados de España en 1492 se instalaron en el norte de
África, a veces vía Portugal, o en los países cercanos, como el Reino de Portugal,
el Reino de Navarra o en los Estados italianos –donde paradójicamente muchos
presumieron de ser españoles, de ahí que en el siglo XVI los españoles en Italia
fueran frecuentemente asimilados a judíos-. Como de los dos primeros reinos también
se les expulsó pocos años más tarde, en 1497 y en 1498, respectivamente, tuvieron
que emigrar de nuevo. Los de Navarra se instalaron en Bayona en su mayoría. Y los
de Portugal que no se habían convertido al cristianismo, acabaron en el norte de
Europa (Inglaterra o Flandes). En el norte de África, los que fueron al reino de
Fez sufrieron todo tipo de maltratos y fueron expoliados, incluso por los judíos
que vivían allí desde hacía mucho tiempo –de ahí que muchos optaran por regresar y
bautizarse-. Los que corrieron mejor suerte fueron los que se instalaron en los
territorios del Imperio Otomano, tanto en el norte de África y en Oriente Próximo,
como en los Balcanes -después de haber pasado por Italia-. El sultán Bayaceto II
dio órdenes para que fueran bien acogidos y exclamó en una ocasión refiriéndose al
rey Fernando: "¿A este le llamáis rey que empobrece sus Estados para enriquecer los
míos?". Este mismo sultán le comentó al embajador enviado por Carlos V "que se
maravillaba de que hubiesen echado a los judíos de Castilla, pues era echar la
riqueza"-.10
La permanencia sefardí
Según el estudio genético "The Genetic Legacy of Religious Diversity and
Intolerance: Paternal Lineages of Christians, Jews, and Muslims in the Iberian
Peninsula" de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y la Universidad de
Leicester, liderados por el británico Mark Jobling y publicado por American Journal
of Human Genetics, los marcadores genéticos muestran que un 19.8% (1 de cada 5) de
los actuales españoles y portugueses tienen marcadores de judíos sefardíes
(ascendencia directa masculina para el Y, peso equivalente para las mitocondrias
femeninas) y un 10.6% de musulmanes norteafricanos. Esto implicaría que el
cruzamiento genético (el Y es transmisión exclusiva por línea paterna) de la mezcla
con ancestros judíos en España sería muy alta. 12Estando la población de origen
magrebí concentrada en Galicia, la mayor proporción de ascendencia directa judía es
Asturias con casi un 40% (2 de cada 5), siendo el componente norteafricano
testimonial (los apellidos son indicadores de ascendencia directa masculina; el
apellido materno se pierde). 13
Los sefardíes formaron cuatro comunidades en el Imperio otomano, por mucho, más
grandes que cualquiera de las de España, siendo las dos mayores la de Salónica y la
de Estambul, mientras que las de Esmirna y Safed fueron de menor tamaño. Sin
embargo, los sefardíes se establecieron en casi todas las ciudades importantes del
Imperio, fundando comunidades en Sarajevo, Belgrado, Monastir, Sofía, Russe,
Bucarest, Alejandría, Edirne, Çanakkale, Tekirdağ y Bursa.
Los sefardíes rara vez se mezclaron con la población autóctona de los sitios donde
se asentaron, ya que la mayor parte de estos eran gente educada y de mejor nivel
social que los lugareños, situación que les permitió conservar intactas todas sus
tradiciones y, mucho más importante aún, el idioma. Los sefardíes continuaron
hablando, durante casi cinco siglos, el castellano antiguo, mejor conocido hoy como
judeoespañol que trajeron consigo de España, a diferencia de los sefardíes que se
asentaron en países como Países Bajos o Inglaterra. Su habilidad en los negocios,
las finanzas y el comercio les permitió alcanzar, en la mayoría de los casos,
niveles de vida altos e incluso conservar su estatus de privilegio en las cortes
otomanas.
La amistad y las excelentes relaciones que los sefardíes tuvieron con los turcos
persiste aún a la fecha. Un prudente refrán sefardí, que hace alusión a no confiar
en nada, prueba las buenas condiciones de esta relación: Turko no aharva a cidyó,
¿i si le aharvó? — «Un turco no golpea a un judío, ¿y si en verdad lo golpeó?»
(Saporta y Beja, 1978).
La Salónica otomana
Artículo principal: Historia de los judíos de Salónica
La ciudad de Salónica, en la Macedonia griega, sufrió un cambio trascendental al
recibir a casi 250 000 judíos expulsados de España. La ciudad portuaria,
anteriormente habitada por griegos, turcos y búlgaros, pasó a tener una composición
étnica a finales del siglo XIX de casi un 65% de sefardíes. Desde el principio, en
esta ciudad establecieron su hogar gran parte de los judíos de Galicia, Andalucía,
Aragón, Sicilia y Nápoles, de ahí que el judeoespañol tesalonicense se vea
claramente influido por la gramática del gallego y esté plagado de palabras del
italiano. La mayoría de los hebreos de Castilla optaron por ocupar las importantes
posiciones de gobierno disponibles en Estambul, hecho que también se evidencia en
la lengua hablada por los judíos turcos (Saporta y Beja, 1978).
Es importante destacar que la presencia hebrea en Salónica fue tan importante que
el judeoespañol se convirtió en lingua franca para todas las relaciones sociales y
comerciales entre judíos y no judíos. El día de descanso obligatorio de la ciudad,
a diferencia del viernes musulmán o el domingo cristiano, era el sábado, ya que la
gran mayoría de los comercios pertenecían a sefardíes. La convivencia pacífica
entre individuos de las tres religiones llegó incluso al establecimiento de
relaciones entre familias de diferentes confesiones, logrando así que hoy en día,
muchos de los habitantes de Salónica cuenten por lo menos a un sefardí entre sus
ancestros (Mazower, 2005).
La comunidad de Salónica, otrora la más grande del mundo y llamada por los
sionistas la Madre de Israel, cuenta hoy con muy escasos individuos, ya que casi el
80% de sus habitantes fueron víctimas del Holocausto, sin contar las innumerables
personas que emigraron, principalmente a Estados Unidos y Francia, antes de la
Segunda Guerra Mundial, o a Israel con posterioridad.
La derrota del Imperio otomano en la Primera Guerra Mundial significó para las
comunidades griegas el término de sus privilegios y, años más tarde, su total
destrucción. La anexión de Macedonia a Grecia y la importancia que significaba
Salónica para los griegos, puesto que se considera la cuna del helenismo,
desencadenó violentas manifestaciones antisemitas, muchas de ellas encabezadas por
jerarcas de la Iglesia ortodoxa griega, o por miembros de partidos políticos
nacionalistas. «El putrefacto cadáver hebreo se ha enquistado en el cuerpo puro del
helenismo macedonio», afirmaba un panfleto de la época. Se inicia entonces la
salida de muchos sefardíes, nuevamente hacia el exilio en diferentes países
(Mazower, 2005).
El ascenso al poder de Hitler fue acompañado por muestras más o menos enérgicas de
preocupación y condena por distintos gobiernos. En el caso de España, este proceso
fue prácticamente simultáneo a una campaña acometida sobre todo por los primeros
gobiernos de la República –pero que tenía sus orígenes ya desde la dictadura de
Primo de Rivera– tendientes a presentarse ante la opinión pública mundial como
favorables a la vuelta a España y restitución de la nacionalidad española a los
judíos descendientes de los antiguos expulsados. Esta campaña, que fue más
mediática que real, porque en la práctica los filtros opuestos a las familias
sefardíes que quisieron acogerse a este beneficio fueron generalmente insalvables,
tuvo un importante efecto de llamada en las comunidades judías sefardíes, pero
también en las ashkenazíes, que vieron en esta campaña una posibilidad de escapar a
las garras del Tercer Reich. Finalmente, y a pesar de las gestiones de dirigentes
comunitarios como Moisés Ajuelos y otros, que agotaron las vías administrativas y
políticas para la nacionalización de sefardíes, siempre primaron más las razones de
orden interno, y la vuelta de los sefarditas a España, en ese período, quedó solo
en declaraciones que prestigiaron la posición de la República en el concierto de
las naciones, pero sin incidencia real en la vida de los judíos perseguidos por el
nazismo.14
Si mos van a matar a todos, a lo manko vamos a murir avlando muestra lingua. Es la
sola koza ke mos keda i no mos la van a tomar / «Si nos van a matar a todos,
moriremos hablando nuestra lengua, es lo único que nos queda y no nos la van a
quitar».
Una canción que data de la Edad Media, cuando los sefardíes vivían en España, se
convirtió en una especie de himno para los deportados. Fue interpretada por la
vocalista Flory Jagoda durante el descubrimiento de la placa en lengua
judeoespañola en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, al que asistieron
sobrevivientes y miembros de la comunidad sefardí internacional:
Arvoles yoran por luvyas, i muntanyas por ayres. Ansi yoran los mis ojos, por ti
kerida amante. En tierras ajenas yo me vo murir. Enfrente de mi ay un anjelo, kon
sus ojos me mira. Yorar kero i no puedo. Mi korason suspira. Torno i te digo: ke va
a ser de mi? En tierras ajenas yo me vo murir. / «Árboles lloran por las lluvias y
montañas por los aires, así lloran mis ojos por ti, querida amante. En tierras
ajenas yo me voy a morir, frente a mí hay un anhelo que con sus ojos me mira;
llorar quiero y no puedo, mi corazón suspira. Vuelvo y digo: 'Qué va a ser de mí?
En tierras ajenas yo me voy a morir'».
A raíz de la pérdida de muchos de los miembros de la comunidad sefardí de los
Balcanes, la lengua judeoespañola entra en un severo período de crisis, ya que se
cuenta con muy pocos hablantes nativos. Algunos de los sobrevivientes del
Holocausto regresaron a Salónica, donde residen en la actualidad. Sin embargo, el
paso del tiempo ha transformado radicalmente la ciudad, puesto que no queda rastro
de la antigua comunidad judía que floreció durante el régimen otomano.
Como señala Gonzalo Álvarez Chillida, "el éxito de esta campaña [para la que se
elaboró un folleto traducido al francés y al inglés] fue tan grande que sus
consecuencias pueden verse en la actualidad. Y éxito especialmente en el mundo
judío".17 Por ejemplo, The American Sephardi, con motivo del aniversario del
fallecimiento del Generalísimo Franco, publicó:
Tengo pruebas de que el Jefe del Estado español, Francisco Franco, salvó a más de
sesenta mil judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Ya va siendo hora de que
alguien dé las gracias a Franco por ello. (Declaraciones a la revista Newsweek en
febrero de 1970).
El propio régimen franquista reconoció internamente las limitaciones de la política
de "salvación de los judíos" como lo muestra un informe secreto elaborado en 1961
para el ministro de Asuntos Exteriores Fernando María Castiella:20
Durante la guerra, por razones sin duda poderosas, el Estado español aun cuando
prestó eficaz ayuda a los sefarditas, pecó en algún caso de excesiva prudencia, y
es evidente que una acción más rápida y decidida hubiera salvado más vidas, si bien
se pueden cifrar en unas 5.000 las que figuran en el haber de nuestra cuenta con
los judíos.
El mito fue desmontado por las minuciosas y documentadas investigaciones del
profesor israelí Haim Avni (España, Franco y los judíos, publicado en España en
1982), los españoles Antonio Marquina y Gloria Inés Ospina, autores de España y los
judíos en el siglo XX. La acción exterior (1987), y, más recientemente, por el
alemán Bernd Rother (Spanien und der Holocaust, 2001; traducido al español en 2005
con el título Franco y el Holocausto).19 Este último ha destacado que "la
contradicción española radica en que España no quería tolerar la persecución de sus
judíos, pero, por otra parte, no estaba dispuesta a permitir su inmigración y
carecía de una política clara al respecto".21
El poder judío no fue capaz de cambiar la política de Roosevelt hacia los judíos
durante la Segunda Guerra Mundial. El único país de Europa que de verdad echó una
mano a los judíos fue un país en el que no había ninguna influencia judía: España,
que salvó más judíos que todas las democracias juntas. (Declaraciones a la revista
Época en 1991).
Golda Meir, Primera Ministra de Israel, declaró siendo ministra de Asuntos
Exteriores:
Apellidos sefardíes
Es una tradición española[cita requerida] considerar como apellidos propios de los
judíos todos aquellos apellidos de origen toponímico, de oficios o de profesiones,
o sea, la mayoría. Así tenemos apellidos de origen patronímico, que son aquellos
derivados de un nombre propio: de Sancho–>Sánchez, de Ramiro->Ramírez, Gonzalo-
>González, así también Martín, Alonso, Marín etc. Toponímico, o del lugar de
procedencia como Ávila, Córdoba, Franco, Lugo, Zamora, Villavicencio, Quiroz, etc.
Apellidos inspirados en accidentes o detalles geográficos que referencian a una
familia dentro de un mismo pueblo, como puede ser De la Fuente, Del Pozo, Del Río,
Ríos, Montes, Plaza, Calle, etc. Aquellos que toman una cualidad física o psíquica
para identificar a un individuo dentro del grupo, como Cano, Calvo, Moreno, Pardo,
Rubio, Petit. Y por supuesto los que indican que se ejerce un determinado oficio o
profesión (Guerrero, Tinajero, Barbero, Barragán, Cubero, Zapatero, Ferrer,
Ballesteros).
Es por lo tanto muy difícil asegurar una atribución exclusiva o tan siquiera
relativa de un apellido con personas de una determinada religión, como muy bien
expresaba Don Julio Caro Baroja en su obra Los judíos en la España moderna y
contemporánea. Al tratar precisamente del tradicionalismo de los sefarditas, tanto
en sus actividades lingüísticas como al ejercer oficios y profesiones, afirma que
«aparte de conservar con celo apellidos desaparecidos hace mucho en España, o que,
por el contrario, les son comunes con cristianos viejos de los que aquí pueden
vivir (éste el de los apellidos, es terreno muy resbaladizo, y en el que muchos
pueden dejarse llevar por la pasión fácilmente...».34
Es de saber, que cuando los moros y judíos se bautizaron por mandado de los Reyes
Católicos don Fernando y doña Isabel, muchos hombres principales, para aficionarlos
a que de mejor gana lo hiciesen, les ponían sus nombres, de donde ha sucedido que
ahora los sucesores de aquellos hombres principales tienen su limpieza en disputa,
por ver que se hallan confesos de su apellido.
Allí se cita como ejemplo los casos de los Samaniego, Mendoza, Señores de
Sangarrén, o de Don Domingo Ram, obispo de Huesca, que otorgaron su apellido a
muchos bautizados.
Música sefardita
La música sefardí o sefardita nace de los judíos españoles instalados en Castilla y
Aragón que adaptan canciones populares castellanas hasta su expulsión en tiempos de
los Reyes Católicos, siendo una fusión de la música árabe y la cristiana. Árabe en
el ritmo y los instrumentos y cristiana por el idioma en que se cantaban, que era
el castellano. La temática más corriente de las canciones sefardíes es la amorosa,
aunque también destacan las canciones de cuna y las de boda.
Por lo tanto, cuando se habla de música sefardí como tal no se puede hablar de un
género nuevo, sino de una adaptación a su medida de unas melodías ya existentes que
hicieron los judíos llegados a España, pero que ganaron con la llegada de los
sefardíes en riqueza rítmica e instrumental.383940
Gastronomía sefardí
Artículo principal: Gastronomía sefardí
Corresponde al conjunto de costumbres culinarias de los judíos sefardíes. Las
características de la gastronomía sefardí van íntimamente ligadas a las prácticas
del judaísmo. Se puede decir que forma parte integrante de la gastronomía
mediterránea debido al uso que hace de los ingredientes de esta zona de Europa
añadiéndole algún tinte de misticismo a la elaboración de algunas recetas
tradicionales. Posee influencias claras de la cocina árabe y con el devenir de los
años ha adquirido influencias de la cocina turca.41
Véase también
Filosefardismo
Annobón
Askenazíes
idioma ladino o judeoespañol
Expulsión de los judíos de España en 1492
Judaísmo catalán
Chuetas
Fundación Francisco Cantera Burgos
Referencias
Toledo, Sinagoga del Tránsito, La vida judía en Sefarad, noviembre de 1991—enero
de 1992. Realizado por el Ministerio de Cultura en colaboración con el Centro
Nacional de Exposiciones de España.
Los judíos mexicanos. México Desconocido. 7 de Octubre 2019.
Jewish Virtual Library: Sergio Della Pergola, World Jewish Population, 2012; The
American Jewish Year Book, Dordrecht: Springer, 2012, pp. 212-283.
Jewish Virtual Library: Hebrew Illuminated Manuscripts, 2008 (consultado 1 de
junio de 2015).
En la Biblioteca Nacional de Israel (en Jerusalén), donde se preserva una parte
considerable de la Biblia de Burgos, el manuscrito es también designado "Damascus
Keter" (Jerusalén, Biblioteca Nacional de Israel, Ms. Heb. 790). Keter implica que
se trata de un volumen que comprende (o comprendía) una versión completa de cada
uno de los libros bíblicos hebreos de la Torá; Damascus hace referencia a la ciudad
donde la Biblia de Burgos era preservada y de donde llegó a la mencionada
biblioteca hebrea.
Folio del Keter Damascus, página del tipo 'alfombra'. Imagen cortesía del Museo
Sefardí, Toledo.
Control de autoridades
Proyectos WikimediaWd Datos: Q102251Commonscat Multimedia: Sephardi Jews
IdentificadoresBNF: 11947830h (data)GND: 4118598-5LCCN: sh85120106Diccionarios y
enciclopediasBritannica: url
Israel aceptó constituir la Academia del Judeoespañol, que será parte de la
Asociación de Academias de la Lengua Española (Boletín Informativo Digital de la
Academia Argentina de Letras, diciembre de 2018) (página 28)
Categorías: SefardíesPremio Príncipe de Asturias de la Concordia
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