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Sefardí

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Sefardí

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Judíos sefardíes Princess of Asturias Foundation Emblem.svg
Yehudé Sefarad - ‫יהודי ספרד‬
Torah Reading Sephardic custom.jpg
Lectura de la Torá según la costumbre sefardí.
Descendencia 2,3millones (estimación)[cita requerida]
Idioma Hebreo
judeoespañol
Vernáculo
Otras lenguas judeorromances
Religión Judaísmo
Etnias relacionadas Judíos askenazíes
judíos mizrajíes
Otras divisiones étnicas del judaísmo
españoles
portugueses
[editar datos en Wikidata]
Los sefardíes o sefarditas, también conocidos como sefaradíes o sefaraditas (en
hebreo, ‫ספרדים‬, Sefaraddim, literalmente ‘los judíos de Sefarad’), son los judíos
que vivieron en la Corona de Castilla y la Corona de Aragón hasta su expulsión en
1492 por los Reyes Católicos y también sus descendientes, quienes, más allá de
residir en territorio ibérico o en otros puntos geográficos del planeta, permanecen
ligados a la cultura hispánica.1

En 1492 muchos sefardíes se instalaron en países como Francia y el Imperio otomano.

En la actualidad la comunidad sefardí alcanza los dos millones de integrantes, la


mayor parte residente en Israel, Francia, Estados Unidos, Argentina y Canadá.
También hay comunidades en Turquía, Brasil, México,2 Chile, Colombia, Marruecos,
Perú, Túnez, Países Bajos e Italia. 3

Durante el siglo XIX, el término «sefardí» se empleaba además para designar a todo
judío que no era de origen asquenazí (judíos de origen alemán, centroeuropeo o
ruso). En esta clasificación se incluía también a judíos de origen árabe, de
Persia, Armenia, Georgia, Yemen e incluso India, quienes aparentemente no guardaban
ningún vínculo con la cultura ibérica que distingue a los sefardíes. La razón por
la cual se utilizaba ese término indistintamente se debía principalmente a
similitudes en el rito religioso y a la pronunciación del hebreo que los sefardíes
comparten con las poblaciones judías de los países mencionados (y que son
claramente distintas a los ritos y pronunciaciones de los judíos asquenazíes). No
obstante, a partir de la fundación del Estado de Israel, se consideró ya un tercer
grupo dentro de la población judía, los mizrahim (del hebreo ‫' מזרח‬Oriente'), para
garantizar que el término «sefardí» aluda de manera exclusiva al grupo humano
antiguamente vinculado con la península ibérica.[cita requerida]

Los judíos desarrollaron prósperas comunidades en la mayor parte de las ciudades de


la Corona de Castilla. Destacan las comunidades de las ciudades de Ávila, Burgos,
Córdoba, Granada, Jaén, León, Málaga, Segovia, Sevilla, Soria, Toledo, Tudela,
Vitoria y Calahorra. En la Corona de Aragón, las comunidades (o Calls) de Zaragoza,
Gerona, Barcelona, Tarragona, Valencia y Palma se encuentran entre las más
prominentes. Algunas poblaciones, como Lucena, Hervás, Ribadavia, Ocaña y
Guadalajara, estaban habitadas principalmente por judíos. De hecho, Lucena estuvo
habitada exclusivamente por judíos durante siglos en la Edad Media.

En el Reino de Portugal, de donde son originarias muchas ilustres familias


sefardíes, se desarrollaron comunidades activas en las ciudades de Lisboa, Évora,
Beja y en la región de Trás-os-Montes.
Índice
1 Origen y uso del término sefardí
2 Los judíos en la península ibérica hasta la expulsión de 1492
2.1 Las comunidades primigenias
2.2 Hispania visigoda
2.3 Al-Ándalus
3 La diáspora sefardí
3.1 La permanencia sefardí
4 Los sefardíes en el Imperio otomano
4.1 La Salónica otomana
4.2 Destrucción de las comunidades otomanas y dispersión
5 La Segunda Guerra Mundial y el Holocausto
5.1 Franco y los sefardíes durante el Holocausto
6 Los sefardíes en la actualidad
7 Apellidos sefardíes
8 Sinagogas y familias relacionadas
9 Cultura sefardí
9.1 Arte sefardí
9.2 Literatura sefardí
9.3 Música sefardita
9.4 Gastronomía sefardí
10 Véase también
11 Referencias
12 Bibliografía
13 Enlaces externos
Origen y uso del término sefardí

Manuscrito sefardí en hebreo. Biblia de Burgos, creada por Menahem bar Abraham ibn
Malik.4 Página 'alfombra' perteneciente a un Pentateuco hebreo miniado, procedente
de Burgos e iluminado en 1260.5

Sefardíes jugando al ajedrez. Libro de los juegos (1251-1283), encargado por el rey
Alfonso X.
Sefardí proviene etimológicamente de Sefarad, término bíblico con el que las
fuentes hebreas designan la península ibérica y es empleado para designar todo
aquello perteneciente o relativo a Sefarad.6

El uso tanto de Sefarad como de sefardí es sumamente frecuente ya desde fines del
siglo XX en adelante. Se emplean para referirse, respectivamente, a la península
ibérica y los judíos nacidos, o provenientes, o descendientes de dicha región.
Ejemplos de ello son:

Ministerio de Cultura y Centro Nacional de Exposiciones de España: Toledo, Sinagoga


del Tránsito, La vida judía en Sefarad, exposición y catálogo, noviembre de 1991 -
enero de 1992
Centro Cultural Cervantes: "El legado de Sefarad - La España sefardita" - Memoria
de Sefarad en América, sitio educativo, 2009
Biblioteca Nacional de España: "Biblias de Sefarad", exposición, con catálogo
digitalizado, 2012.
David Stern, Universidad de Pensilvania: Una introducción al estudio de la Biblia
hebrea en Sefarad, quien afirma que: "Los libros hebreos que los judíos de Sefarad
produjeron durante la Edad Media constituyen uno de los logros culturales más
importantes de la historia judía. [...] En este ensayo me propongo esbozar las
líneas fundamentales de la historia de la Biblia hebrea en Sefarad, desarrollando
algún aspecto de carácter más general relacionado con ella."7
Shimon Iakerson, Instituto de Manuscritos Orientales de la Universidad Estatal, San
Petersburgo: Los primeros impresos hebreos de Sefarad, quien explica que: "En la
actualidad, no podemos dar una respuesta precisa y adecuada a la pregunta de
quiénes fueron los primeros impresores de textos hebreos. De hecho, ni siquiera
sabemos si estos fueron de origen sefardí, italiano o askenazí. A partir de los
primeros datos de los que disponemos, podemos únicamente decir que el impresor del
primer incunable hebreo que ha sobrevivido era de origen sefardí."8
Museo Sefardí de Toledo (inaugurado en 1964) y Toledo Sefarad: Web Oficial del
Toledo Judío (Patronato Municipal de Turismo de Toledo).
Centro de la Memoria Sefardí de Granada - Granata al-Yahud
Casa de Sefarad, Córdoba (España) - sitio oficial
Centro Sefarad-Israel, Madrid
Radio Sefarad - Federación de Comunidades Judías de España
Tarbut Sefarad
Museo Sefardí, Caracas (inaugurado en 2000).
Fundación Francisco Cantera Burgos
El arabista Emilio García Gómez, a quien cita Joseph Pérez, cree inapropiado el uso
del término sefardí para referirse a todo aquello relativo a los judíos españoles
de la época medieval.9 El origen del término sefardí, según Pérez, sería posterior
a la expulsión de 1492 y acaso un modo de distinguir a los judíos procedentes de
España de aquellos que ya residían en otros lugares (tal el caso, por ejemplo, de
los judíos askenazíes); a raíz de ello, prefiere reservar las palabras Sefarad y
sefardí a épocas posteriores a 1492.

Los judíos en la península ibérica hasta la expulsión de 1492

Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación


acreditada.
Este aviso fue puesto el 10 de septiembre de 2013.
Artículo principal: Historia de los judíos en España
Las comunidades primigenias

Calle de la Fuerza en la Judería, Gerona, España.

Estatua de Maimónides en Córdoba.

Tajador judeoespañol, siglo XIV


Se tiene conocimiento de la existencia de comunidades judías desde tiempos remotos.
El hallazgo de evidencias arqueológicas lo confirman. Un anillo fenicio del siglo
VII a. C., hallado en Cádiz con inscripciones paleo-hebraicas, y un ánfora, en la
que aparecen dos símbolos hebreos del siglo I, encontrada en Ibiza, figuran entre
las pruebas de la presencia judía en la península ibérica.

La presencia hebrea en el actual territorio español experimentó cierto incremento


durante las guerras púnicas[cita requerida] (218-202 a. C.), en el curso de las
cuales Roma se apoderó de la península ibérica (Hispania).

Hispania visigoda
Artículo principal: Persecución de los judíos en la Hispania visigoda
Al adoptar los visigodos el catolicismo, durante el reinado de Recaredo (587 d. C.)
se inicia una época de persecución, aislamiento y rechazo de los judíos. Es en esta
época cuando comienzan a formarse las primeras aljamas y juderías.

Al-Ándalus
Las difíciles condiciones en que se encontraban los judíos durante el Reino
visigodo de Toledo católico hicieron que estos recibieran a los conquistadores
musulmanes como una fuerza liberadora.

A partir del año 711 las juderías aumentan en número y tamaño por toda la
península. La victoria del bereber Táriq ibn Ziyad aseguraba un ambiente de mejor
convivencia para los hebreos, ya que la mayor parte de los regímenes musulmanes de
la península ibérica fueron bastante tolerantes en asuntos religiosos, aplicando la
ley del impuesto a los dhimmi (judíos y cristianos), que junto con los mazdeítas
eran considerados las gentes del libro, según lo estipulado en el Corán.

La comunidad judía andalusí, durante esta época, fue la más grande, mejor
organizada y más avanzada culturalmente. Numerosos judíos de diversos países de
Europa y de los dominios árabes se trasladaron a Al-Ándalus, integrándose en la
comunidad existente y enriqueciéndola en todos los sentidos. Muchos de estos judíos
adoptaron el idioma árabe y ocuparon puestos de gobierno o se dedicaron a
actividades comerciales y financieras. Esto facilitó enormemente la incorporación
de la población judía a la cultura islámica, principalmente en el sur, donde los
judíos ocuparon puestos importantes y llegaron a amasar considerables fortunas. La
prohibición islámica que impide a los musulmanes dedicarse a actividades
financieras, caso similar para los cristianos que consideraban la actividad como
impía, hace que los judíos de la península absorbieran por completo las profesiones
de tesoreros, recolectores de impuestos, cambistas y prestamistas.

Por lo tanto, es bajo el dominio del Islam cuando la cultura hebrea en la península
alcanza su máximo esplendor. Los judíos cultivan con éxito las artes y las
ciencias, destacando claramente en medicina, astronomía y matemáticas. Además, los
estudios religiosos y la filosofía son quizás la más grande aportación. Algunos
nombres destacan en tales áreas. El rabino cordobés Moshé ibn Maimón, conocido como
Maimónides, se distingue sobre los demás por sus aportes al campo de la Medicina, y
sobre todo en la filosofía. Sus obras, como la Guía de perplejos y los comentarios
a la Teshuvot, ejercieron influencia considerable sobre algunos de los doctores de
la iglesia, principalmente sobre Tomás de Aquino.

En el campo de la matemática, se les atribuye a los judíos la introducción y


aplicación de la notación numeral indoarábiga a la Europa Occidental. Azraquel de
Sevilla realiza un estudio exhaustivo sobre la teoría de ecuaciones de Diofanto de
Alejandría, mientras que Abenezra de Calahorra escribe sobre las peculiaridades de
los dígitos (1-9) en su Sefer ha-Eshad, redacta un tratado de aritmética en su
Sefer ha-Mispad y elabora unas tablas astronómicas. Años antes de la Reconquista,
el converso Juan de Sevilla tradujo del árabe un volumen del álgebra de Mohammed
al-Khwarismi que fue posteriormente usado por matemáticos como Niccolò Tartaglia,
Girolamo Cardano o Viète.

En estilo andalusí se construye la Sinagoga del Tránsito (o de Samuel Ha-Leví) en


la ciudad de Toledo, exponente máximo de la arquitectura judía de esta época, al
igual que la Sinagoga de Córdoba.

No obstante, durante esta época también fueron objeto de sucesivos pogromos por
parte de los musulmanes, tanto por la población muladí como por los gobernantes
árabes, destacando la Masacre de Granada de 1066, así como las persecuciones
durante la dominación de los Almorávides y, sobre todo, los Almohades, las cuales
diezmaron considerablemente las juderías y provocaron la huida de numerosas
familias hacia territorios cristianos recién conquistados, principalmente al Reino
de Toledo.

La diáspora sefardí
Artículo principal: Diáspora sefardí
La mayoría de los judíos expulsados de España en 1492 se instalaron en el norte de
África, a veces vía Portugal, o en los países cercanos, como el Reino de Portugal,
el Reino de Navarra o en los Estados italianos –donde paradójicamente muchos
presumieron de ser españoles, de ahí que en el siglo XVI los españoles en Italia
fueran frecuentemente asimilados a judíos-. Como de los dos primeros reinos también
se les expulsó pocos años más tarde, en 1497 y en 1498, respectivamente, tuvieron
que emigrar de nuevo. Los de Navarra se instalaron en Bayona en su mayoría. Y los
de Portugal que no se habían convertido al cristianismo, acabaron en el norte de
Europa (Inglaterra o Flandes). En el norte de África, los que fueron al reino de
Fez sufrieron todo tipo de maltratos y fueron expoliados, incluso por los judíos
que vivían allí desde hacía mucho tiempo –de ahí que muchos optaran por regresar y
bautizarse-. Los que corrieron mejor suerte fueron los que se instalaron en los
territorios del Imperio Otomano, tanto en el norte de África y en Oriente Próximo,
como en los Balcanes -después de haber pasado por Italia-. El sultán Bayaceto II
dio órdenes para que fueran bien acogidos y exclamó en una ocasión refiriéndose al
rey Fernando: "¿A este le llamáis rey que empobrece sus Estados para enriquecer los
míos?". Este mismo sultán le comentó al embajador enviado por Carlos V "que se
maravillaba de que hubiesen echado a los judíos de Castilla, pues era echar la
riqueza"-.10

Como algunos judíos identificaban España, la península ibérica, con la Sefarad


bíblica (término tomado por los sefarditas del fenicio Span, que significa país
lejano o escondido -habida cuenta de la gran distancia que existe entre la
península ibérica e Israel- y finalmente hebraizado S'farad), los judíos expulsados
por los Reyes Católicos recibieron el nombre de sefardíes. Estos, además de su
religión, "guardaron asimismo muchas de sus costumbres ancestrales y
particularmente conservaron hasta nuestros días el uso de la lengua española, una
lengua que, desde luego, no es exactamente la que se hablaba en la España del siglo
XV: como toda lengua viva, evolucionó y sufrió con el paso del tiempo alteraciones
notables, aunque las estructuras y características esenciales siguieron siendo las
del castellano bajomedieval. […] Los sefardíes nunca se olvidaron de la tierra de
sus padres, abrigando para ella sentimientos encontrados: por una parte, el rencor
por los trágicos acontecimientos de 1492; por otra parte, andando el tiempo, la
nostalgia de la patria perdida…".11

La permanencia sefardí
Según el estudio genético "The Genetic Legacy of Religious Diversity and
Intolerance: Paternal Lineages of Christians, Jews, and Muslims in the Iberian
Peninsula" de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y la Universidad de
Leicester, liderados por el británico Mark Jobling y publicado por American Journal
of Human Genetics, los marcadores genéticos muestran que un 19.8% (1 de cada 5) de
los actuales españoles y portugueses tienen marcadores de judíos sefardíes
(ascendencia directa masculina para el Y, peso equivalente para las mitocondrias
femeninas) y un 10.6% de musulmanes norteafricanos. Esto implicaría que el
cruzamiento genético (el Y es transmisión exclusiva por línea paterna) de la mezcla
con ancestros judíos en España sería muy alta. 12Estando la población de origen
magrebí concentrada en Galicia, la mayor proporción de ascendencia directa judía es
Asturias con casi un 40% (2 de cada 5), siendo el componente norteafricano
testimonial (los apellidos son indicadores de ascendencia directa masculina; el
apellido materno se pierde). 13

Los sefardíes en el Imperio otomano

Familia de sefardíes de Bosnia, siglo XIX.

Judío argelino, fotografiado en 1890.


Artículo principal: Historia de los judíos en el Imperio otomano
Buena parte de los judíos expulsados fueron acogidos en el Imperio otomano, que a
la sazón estaba en su máximo apogeo. El sultán Bayaceto II permitió el
establecimiento de los judíos en todos los dominios de su imperio, enviando navíos
de la flota otomana a los puertos españoles y recibiendo a algunos de ellos
personalmente[cita requerida] en los muelles de Constantinopla. Es famosa su frase:
Gönderenler kaybeder, ben kazanırım — «Aquellos que les mandan pierden, yo gano»
(Pulido, 1993).

Los sefardíes formaron cuatro comunidades en el Imperio otomano, por mucho, más
grandes que cualquiera de las de España, siendo las dos mayores la de Salónica y la
de Estambul, mientras que las de Esmirna y Safed fueron de menor tamaño. Sin
embargo, los sefardíes se establecieron en casi todas las ciudades importantes del
Imperio, fundando comunidades en Sarajevo, Belgrado, Monastir, Sofía, Russe,
Bucarest, Alejandría, Edirne, Çanakkale, Tekirdağ y Bursa.

Los sefardíes rara vez se mezclaron con la población autóctona de los sitios donde
se asentaron, ya que la mayor parte de estos eran gente educada y de mejor nivel
social que los lugareños, situación que les permitió conservar intactas todas sus
tradiciones y, mucho más importante aún, el idioma. Los sefardíes continuaron
hablando, durante casi cinco siglos, el castellano antiguo, mejor conocido hoy como
judeoespañol que trajeron consigo de España, a diferencia de los sefardíes que se
asentaron en países como Países Bajos o Inglaterra. Su habilidad en los negocios,
las finanzas y el comercio les permitió alcanzar, en la mayoría de los casos,
niveles de vida altos e incluso conservar su estatus de privilegio en las cortes
otomanas.

La comunidad hebrea de Estambul mantuvo siempre relaciones comerciales con el Diván


(órgano gubernamental otomano) y con el sultán mismo, quien incluso admitió a
varias mujeres sefardíes en su harén. Algunas de las familias sefardíes más
prominentes de la ciudad financiaban las campañas del ejército otomano y muchos de
sus miembros ganaron posiciones privilegiadas como oficiales de alto rango. Los
sefardíes vivieron en paz por un lapso de 400 años, hasta que Europa comenzó a
librar sus dos Guerras Mundiales, con el consiguiente colapso de los antiguos
imperios y el surgimiento de nuevas naciones.

La amistad y las excelentes relaciones que los sefardíes tuvieron con los turcos
persiste aún a la fecha. Un prudente refrán sefardí, que hace alusión a no confiar
en nada, prueba las buenas condiciones de esta relación: Turko no aharva a cidyó,
¿i si le aharvó? — «Un turco no golpea a un judío, ¿y si en verdad lo golpeó?»
(Saporta y Beja, 1978).

La Salónica otomana
Artículo principal: Historia de los judíos de Salónica
La ciudad de Salónica, en la Macedonia griega, sufrió un cambio trascendental al
recibir a casi 250 000 judíos expulsados de España. La ciudad portuaria,
anteriormente habitada por griegos, turcos y búlgaros, pasó a tener una composición
étnica a finales del siglo XIX de casi un 65% de sefardíes. Desde el principio, en
esta ciudad establecieron su hogar gran parte de los judíos de Galicia, Andalucía,
Aragón, Sicilia y Nápoles, de ahí que el judeoespañol tesalonicense se vea
claramente influido por la gramática del gallego y esté plagado de palabras del
italiano. La mayoría de los hebreos de Castilla optaron por ocupar las importantes
posiciones de gobierno disponibles en Estambul, hecho que también se evidencia en
la lengua hablada por los judíos turcos (Saporta y Beja, 1978).

En Salónica, había barrios, comunidades y sinagogas pertenecientes a cada una de


las ciudades y regiones de España. Kal de Kastiya, Kal Aragon, Otranto, Palma,
Siçilia, Kasseres, Kuriat, Albukerk, Evora y Kal Portugal son ejemplos de barrios y
sinagogas existentes en la ciudad macedonia a finales del siglo XIX, y son señal de
que los sefardíes nunca olvidaron su pasado ni sus orígenes ibéricos.

Es importante destacar que la presencia hebrea en Salónica fue tan importante que
el judeoespañol se convirtió en lingua franca para todas las relaciones sociales y
comerciales entre judíos y no judíos. El día de descanso obligatorio de la ciudad,
a diferencia del viernes musulmán o el domingo cristiano, era el sábado, ya que la
gran mayoría de los comercios pertenecían a sefardíes. La convivencia pacífica
entre individuos de las tres religiones llegó incluso al establecimiento de
relaciones entre familias de diferentes confesiones, logrando así que hoy en día,
muchos de los habitantes de Salónica cuenten por lo menos a un sefardí entre sus
ancestros (Mazower, 2005).
La comunidad de Salónica, otrora la más grande del mundo y llamada por los
sionistas la Madre de Israel, cuenta hoy con muy escasos individuos, ya que casi el
80% de sus habitantes fueron víctimas del Holocausto, sin contar las innumerables
personas que emigraron, principalmente a Estados Unidos y Francia, antes de la
Segunda Guerra Mundial, o a Israel con posterioridad.

Destrucción de las comunidades otomanas y dispersión


De las antiguas comunidades sefardíes del Imperio otomano poco queda hoy. Se puede
considerar que la primera década del siglo XX es la última década de existencia
«formal» de las comunidades sefardíes, principalmente de las comunidades asentadas
en territorio griego. El movimiento nacionalista que se suscitó en Grecia, como
consecuencia de su movimiento de independencia, ejerció una influencia considerable
en los helenos residentes de Salónica, que a principios del siglo XX permanecía en
manos otomanas.

La derrota del Imperio otomano en la Primera Guerra Mundial significó para las
comunidades griegas el término de sus privilegios y, años más tarde, su total
destrucción. La anexión de Macedonia a Grecia y la importancia que significaba
Salónica para los griegos, puesto que se considera la cuna del helenismo,
desencadenó violentas manifestaciones antisemitas, muchas de ellas encabezadas por
jerarcas de la Iglesia ortodoxa griega, o por miembros de partidos políticos
nacionalistas. «El putrefacto cadáver hebreo se ha enquistado en el cuerpo puro del
helenismo macedonio», afirmaba un panfleto de la época. Se inicia entonces la
salida de muchos sefardíes, nuevamente hacia el exilio en diferentes países
(Mazower, 2005).

La considerable influencia francesa que ejerció la Alianza Israelita Universal


sobre los sefardíes cultos, hizo que muchos de estos emigraran a Francia, mientras
que otro tanto lo hizo a los Estados Unidos. Muchos de estos sefardíes no poseían
ninguna nacionalidad, pues a su nacimiento, fueron registrados como ciudadanos del
Imperio otomano, el cual dejó de existir en 1923. Aunque en algunos casos Grecia
concedió pasaportes y garantías a los sefardíes como ciudadanos del reino, estos
nunca estuvieron vinculados con su nueva «patria». Un sefardí, al emigrar a
Francia, declaró incluso ser de nacionalidad tesalonicense al ignorar la verdadera
(Mazower, 2005).

Por el contrario, las juderías de Estambul y Esmirna no sufrieron mayores cambios


en su situación, dado que al declararse la República de Turquía por Mustafa Kemal
Atatürk, todos ellos continuaron siendo ciudadanos turcos protegidos. La abolición
del Califato por Atatürk significó la secularización del Estado turco, lo cual hizo
que los sefardíes dejaran de pagar el impuesto de dhimmí, o de súbditos no
musulmanes. La judería turca permaneció a salvo durante casi todo el siglo XX y
sólo desde el establecimiento del Estado de Israel comienza a sufrir una
desintegración paulatina.

Una situación de indiferencia política, por su parte, sufren las juderías de


Yugoslavia y Bulgaria, que por su reducido tamaño nunca fueron objeto de ninguna
vejación, y aún hoy en día subsisten como lo han hecho durante siglos. Caso
divergente, la judería de Bucarest corrió con el mismo destino que la otrora rica y
poderosa comunidad de Salónica.

La Segunda Guerra Mundial y el Holocausto


A partir del inicio de Segunda Guerra Mundial, la comunidad sefardí de todo el
mundo sufrió un dramático descenso. Muchos de sus integrantes, o bien se
dispersaron por el mundo, emigrando a países como Argentina, Brasil, Venezuela,
México, Paraguay o Chile, o bien perecieron víctimas del Holocausto.

El ascenso al poder de Hitler fue acompañado por muestras más o menos enérgicas de
preocupación y condena por distintos gobiernos. En el caso de España, este proceso
fue prácticamente simultáneo a una campaña acometida sobre todo por los primeros
gobiernos de la República –pero que tenía sus orígenes ya desde la dictadura de
Primo de Rivera– tendientes a presentarse ante la opinión pública mundial como
favorables a la vuelta a España y restitución de la nacionalidad española a los
judíos descendientes de los antiguos expulsados. Esta campaña, que fue más
mediática que real, porque en la práctica los filtros opuestos a las familias
sefardíes que quisieron acogerse a este beneficio fueron generalmente insalvables,
tuvo un importante efecto de llamada en las comunidades judías sefardíes, pero
también en las ashkenazíes, que vieron en esta campaña una posibilidad de escapar a
las garras del Tercer Reich. Finalmente, y a pesar de las gestiones de dirigentes
comunitarios como Moisés Ajuelos y otros, que agotaron las vías administrativas y
políticas para la nacionalización de sefardíes, siempre primaron más las razones de
orden interno, y la vuelta de los sefarditas a España, en ese período, quedó solo
en declaraciones que prestigiaron la posición de la República en el concierto de
las naciones, pero sin incidencia real en la vida de los judíos perseguidos por el
nazismo.14

La ocupación de Francia por las tropas alemanas en 1940 se tradujo en la


deportación y persecución de todos los judíos residentes, incluidos los recién
emigrados sefardíes. La subsecuente ocupación de Grecia en 1941 supuso la total
destrucción de la judería de Salónica, puesto que más del 96,5% de los sefardíes de
la ciudad fueron exterminados a manos de los nazis. Michael Molho, citado por
Salvador Santa Puche, da cifras estimadas sobre el dramático decremento de la
población judía en Salónica: de 56.200 individuos a inicios de 1941, a 1.240 a
finales de 1945. Santa Puche, en su publicación Judezmo en los campos de
exterminio, recopila valiosos testimonios de sefardíes de diversas localidades
sobre su experiencia en los campos de concentración en Polonia y Alemania:

Si mos van a matar a todos, a lo manko vamos a murir avlando muestra lingua. Es la
sola koza ke mos keda i no mos la van a tomar / «Si nos van a matar a todos,
moriremos hablando nuestra lengua, es lo único que nos queda y no nos la van a
quitar».
Una canción que data de la Edad Media, cuando los sefardíes vivían en España, se
convirtió en una especie de himno para los deportados. Fue interpretada por la
vocalista Flory Jagoda durante el descubrimiento de la placa en lengua
judeoespañola en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, al que asistieron
sobrevivientes y miembros de la comunidad sefardí internacional:

Arvoles yoran por luvyas, i muntanyas por ayres. Ansi yoran los mis ojos, por ti
kerida amante. En tierras ajenas yo me vo murir. Enfrente de mi ay un anjelo, kon
sus ojos me mira. Yorar kero i no puedo. Mi korason suspira. Torno i te digo: ke va
a ser de mi? En tierras ajenas yo me vo murir. / «Árboles lloran por las lluvias y
montañas por los aires, así lloran mis ojos por ti, querida amante. En tierras
ajenas yo me voy a morir, frente a mí hay un anhelo que con sus ojos me mira;
llorar quiero y no puedo, mi corazón suspira. Vuelvo y digo: 'Qué va a ser de mí?
En tierras ajenas yo me voy a morir'».
A raíz de la pérdida de muchos de los miembros de la comunidad sefardí de los
Balcanes, la lengua judeoespañola entra en un severo período de crisis, ya que se
cuenta con muy pocos hablantes nativos. Algunos de los sobrevivientes del
Holocausto regresaron a Salónica, donde residen en la actualidad. Sin embargo, el
paso del tiempo ha transformado radicalmente la ciudad, puesto que no queda rastro
de la antigua comunidad judía que floreció durante el régimen otomano.

Franco y los sefardíes durante el Holocausto


Artículo principal: Franco y los judíos

Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual


de este artículo o sección.
En la página de discusión puedes consultar el debate al respecto.

Placa en memoria de Ángel Sanz-Briz en la pared de la embajada española en Budapest


(Hungría).
La política de la dictadura del general Franco respecto de los judíos sefardíes y
askenazíes que huían de la persecución nazi en la Europa ocupada durante la Segunda
Guerra Mundial estuvo condicionada por la estrecha relación del régimen franquista
con Hitler al menos hasta 1943, año en que los aliados toman la iniciativa en la
guerra. Así, se ordenó a los cónsules de España en Alemania y en los países
ocupados o satélites del Eje que no concedieran pasaportes o visados a los judíos
que lo solicitaran excepto si eran súbditos españoles. Sin embargo,
sorprendentemente la mayoría de los diplomáticos españoles "no hicieron caso a esta
orden" y atendieron a los judíos, especialmente a los sefardíes que se presentaban
en los consulados alegando que tenían el estatuto de protegidos, aunque este ya no
tenía vigencia. "Los nombres de aquellos diplomáticos que, espontáneamente, a veces
contra las instrucciones que recibían de su gobierno, hicieron cuanto estuvo en su
poder para salvar a hombres y familias en peligro de muerte merecen pasar a la
historia para que no caigan nunca en el olvido. Estos fueron, entre otros, Bernardo
Roldán, Eduardo Gasset y Sebastián Radigales, respectivamente cónsules en París y
Atenas; Julio Palencia Álvarez, Ángel Sanz Briz, encargados de negocios en Bulgaria
y Hungría; Ginés Vidal, embajador en Berlín, y su colaborador Federico Oliván; sin
contar con muchos otros funcionarios de rango más modesto que les ayudaron a esta
tarea humanitaria",15 y que prácticamente no tuvieron problemas posteriores con el
régimen.

En 1949, en un momento en que el régimen padecía el aislamiento internacional, la


propaganda franquista intentó reivindicar la idea del "Franco salvador de los
judíos", especialmente de los sefardíes. Esto permitió acusar al recién creado
estado de Israel de ingratitud, ya que acababa de rechazar el establecimiento de
relaciones diplomáticas con España y había votado en la ONU en contra del
levantamiento de las sanciones contra el régimen –para Israel, el general Franco
seguía siendo el aliado de Hitler-.16

Como señala Gonzalo Álvarez Chillida, "el éxito de esta campaña [para la que se
elaboró un folleto traducido al francés y al inglés] fue tan grande que sus
consecuencias pueden verse en la actualidad. Y éxito especialmente en el mundo
judío".17 Por ejemplo, The American Sephardi, con motivo del aniversario del
fallecimiento del Generalísimo Franco, publicó:

El Generalísimo Francisco Franco, Jefe del Estado Español, falleció el 20 de


noviembre de 1975. Al margen de cómo juzgarle la Historia, lo que sí es seguro es
que en la historia judía ocupará un puesto especial. En contraste con Inglaterra,
que cerró las fronteras de Palestina a los judíos que huían del nazismo y la
destrucción, y en contraste con la democrática Suiza que devolvió al terror nazi a
los judíos que llegaron llamando a sus puertas buscando ayuda, España abrió su
frontera con la Francia ocupada, admitiendo a todos los refugiados, sin distinción
de religión o raza. El profesor Haim Avni, de la Universidad Hebrea, que ha
dedicado años a estudiar el tema, ha llegado a la conclusión de que se lograron
salvar un total de por lo menos 40.000 judíos, vidas que se salvaron de ir a las
cámaras de gas alemanas, bien directamente a través de las intervenciones españolas
de sus representantes diplomáticos, o gracias a haber abierto España sus fronteras.
(Haim Avni: Yad Vashem Studies on the European Jewish Catastrophe and Resistance.
Jerusalem, 1970, VIII, 31-68. La España contemporánea y el pueblo judío. Jerusalem,
1975, 292 páginas. Federico Ysart: España y los judíos en la II Guerra Mundial.
Barcelona, 1973, 231 páginas).
En la propagación del mito "Franco, salvador de judíos", se llegó hasta el punto de
que el ministro de Asuntos Exteriores Fernando María Castiella obligó en 1963 a
Ángel Sanz Briz "a mentir a un periodista israelí, diciéndole que lo de Budapest
fue todo iniciativa directa y exclusiva de Franco".18 Y en una fecha tan tardía
como 1970, cinco años antes de la muerte del Generalísimo Franco, el Ministerio de
Asuntos Exteriores proporcionó documentación seleccionada al español Federico Ysart
y al rabino norteamericano Chaim Lipschitz para que escribieran sendos libros en
los que continuaron con la apología de la labor desarrollada por el régimen en la
"salvación de los judíos".19 Así Chaim Lipschitz llegó a afirmar en su libro
Franco, Spain, the Jews and the Holocaust:

Tengo pruebas de que el Jefe del Estado español, Francisco Franco, salvó a más de
sesenta mil judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Ya va siendo hora de que
alguien dé las gracias a Franco por ello. (Declaraciones a la revista Newsweek en
febrero de 1970).
El propio régimen franquista reconoció internamente las limitaciones de la política
de "salvación de los judíos" como lo muestra un informe secreto elaborado en 1961
para el ministro de Asuntos Exteriores Fernando María Castiella:20
Durante la guerra, por razones sin duda poderosas, el Estado español aun cuando
prestó eficaz ayuda a los sefarditas, pecó en algún caso de excesiva prudencia, y
es evidente que una acción más rápida y decidida hubiera salvado más vidas, si bien
se pueden cifrar en unas 5.000 las que figuran en el haber de nuestra cuenta con
los judíos.
El mito fue desmontado por las minuciosas y documentadas investigaciones del
profesor israelí Haim Avni (España, Franco y los judíos, publicado en España en
1982), los españoles Antonio Marquina y Gloria Inés Ospina, autores de España y los
judíos en el siglo XX. La acción exterior (1987), y, más recientemente, por el
alemán Bernd Rother (Spanien und der Holocaust, 2001; traducido al español en 2005
con el título Franco y el Holocausto).19 Este último ha destacado que "la
contradicción española radica en que España no quería tolerar la persecución de sus
judíos, pero, por otra parte, no estaba dispuesta a permitir su inmigración y
carecía de una política clara al respecto".21

A pesar de todo, como ha destacado Gonzalo Álvarez Chillida, el mito se resiste a


desaparecer y "se ha convertido casi en un lugar común",19 como lo prueban los
siguientes testimonios de políticos y dirigentes judíos:

Shlomo Ben Ami, ministro de Asuntos Exteriores de Israel y Embajador de Israel en


España:

El poder judío no fue capaz de cambiar la política de Roosevelt hacia los judíos
durante la Segunda Guerra Mundial. El único país de Europa que de verdad echó una
mano a los judíos fue un país en el que no había ninguna influencia judía: España,
que salvó más judíos que todas las democracias juntas. (Declaraciones a la revista
Época en 1991).
Golda Meir, Primera Ministra de Israel, declaró siendo ministra de Asuntos
Exteriores:

El pueblo judío y el Estado de Israel recuerdan la actitud humanitaria adoptada por


España durante la era hitleriana, cuando dieron ayuda y protección a muchas
víctimas del nazismo. (Debate en el Parlamento israelí, Knesset, el 10 de febrero
de 1959).
Israel Singer, Presidente del Congreso Mundial Judío:

La España de Franco fue un refugio importante de judíos que se arriesgaron a venir,


escapando de la Francia de la libertad, la fraternidad y la igualdad. No quiero
defender a Franco, pero en la Segunda Guerra Mundial muchos judíos se salvaron en
España e ignorarlo es ignorar la historia. (Entrevista en El Mundo, 17 de diciembre
de 2005).
Sigue abierto, sin embargo, el debate sobre el alcance de la política franquista
respecto de los judíos que huían del Holocausto. El hispanista francés Joseph
Pérez, a la pregunta que él mismo se formula "¿se habrían podido salvar más judíos
si el gobierno español se hubiera mostrado más generoso, aceptando las sugerencias
de sus cónsules en la Europa ocupada por los nazis?", responde "desde luego" y
añade a continuación: "Hasta 1943… Madrid no quiso complicaciones con Alemania e
incluso después de aquella fecha se prestó a colaborar con agentes nazis". No
obstante, Pérez concluye: "a pesar de todo, el balance global es más bien favorable
al régimen: no salvó a todos los judíos que pedían ayuda, pero salvó a muchos. Así
y todo, es muy exagerado hablar, como hacen algunos autores, de la judeofilia de
Franco…".22

La valoración de Pérez no es compartida por Gonzalo Álvarez Chillida. Según este


historiador, a los judíos se les permitió atravesar España, "precisamente porque se
trataba de tránsito, sostenido económicamente, además, por los aliados y diversas
organizaciones humanitarias", "pero había que impedir por todos los medios que
permanecieran en el país, como se ordenó reiteradamente desde El Pardo. Por ello el
mayor problema se planteó con los cuatro millares de judíos españoles, que los
alemanes estaban dispuestos a respetar siempre que fueran repatriados por España".
A pesar de que ya tenía algún conocimiento del exterminio judío, "Franco mantuvo
inalterado su criterio de que estos ciudadanos españoles, por ser judíos, tampoco
podían permanecer en su propio país. Cómo convencer a los aliados de su evacuación
fue más complejo, hubo muchas dilaciones que los alemanes aceptaron, y, finalmente,
el régimen salvó a menos de la cuarta parte. […] Y no sólo eso. Una vez derrotada
Alemania… [el ministerio de Asuntos Exteriores] ordenó que se consideraran
plenamente nulos todos los documentos de protección otorgados durante la guerra.
Sólo aquellos judíos que demostrasen poseer la ciudadanía española en toda regla
serían ayudados a regresar a sus antiguos hogares, pero bajo ningún pretexto
podrían entrar en España. […] Muchos judíos que se salvaron a través de España
guardan un lógico recuerdo de agradecimiento hacia Franco. Los que fueron devueltos
a Francia o aquéllos que fueron abandonados por no reconocérseles la nacionalidad,
en su inmensa mayoría no pudieron guardar recuerdo alguno".23

Los sefardíes en la actualidad

Calle de Ladadika, en uno de los antiguos barrios judíos de Salónica.


La comunidad sefardí, hoy en día, es mucho más numerosa en el Estado de Israel,
donde hubo desde tiempos otomanos una comunidad en Safed, Galilea. En la
actualidad, existen comunidades en las ciudades de Tel Aviv, Haifa y Jerusalén.
Tienen su propia representación en la Knesset e incluso un rabino actúa como líder
de la comunidad, Shlomo Amar. El partido religioso sefardí Shas es una de las
principales fuerzas políticas en Israel y la fuerza «confesional» más numerosa.

La destrucción de casi toda la comunidad sefardí en el Holocausto originó en gran


medida una disminución sustancial en la población hablante de lengua judeoespañola.
Esto llevó a muchos miembros de la comunidad sefardí, esparcida principalmente en
América e Israel, a intentar preservar la lengua, institucionalizarla y promover
actividades científicas y culturales en torno a ella. Israel funda, a iniciativa
del presidente Isaac Navón, la Autoridad Nasionala del Ladino, órgano encargado del
estudio del judeoespañol, su protección y conservación. Esta institución edita
periódicamente la revista Aki Yerushalayim, totalmente impresa en judeoespañol y
que contiene artículos de interés para la comunidad sefardí. El Instituto Benito
Arias Montano de Madrid publica también una revista de corte similar, titulada
Sefarad.

En Estados Unidos, destaca la Fundación para el Avance de los Estudios y la Cultura


Sefardíes (Foundation for the Advancement of Sephardic Studies and Culture —
FASAAC), en donde trabajaron activamente personajes como Albert Matarasso, Mair
José Benadrete, Henry V. Besso y David Barocas, eruditos de la cultura sefardí.
Esta institución posee un amplio archivo de fotografías y documentos para
investigadores.

En América Latina existen templos y cementerios sefardíes en las principales


comunidades. Paulatinamente se entrelazan y cooperan con las comunidades askenazíes
para sobrevivir.

En pro de la preservación de la cultura sefardí, las emisoras de radio Kol Israel y


Radio Exterior de España emiten programas en lengua judeoespañola y dedican gran
parte del tiempo a la divulgación de los eventos en favor de la cultura.
Recientemente, el Instituto Cervantes de Estambul, en colaboración con la comunidad
sefardí residente en la ciudad, imparte cursos de judeoespañol de manera regular.
La Fundación Francisco Cantera Burgos en la ciudad española de Miranda de Ebro
posee la mayor biblioteca en temas sefarditas y hebraicos de Europa, y una de las
mayores del mundo.

En 1982, España estableció el reconocimiento de la nacionalidad a los sefardíes que


demostraran una clara vinculación con el país. Las nacionalizaciones se tramitaban
por vía de excepcionalidad a través del acuerdo del Consejo de Ministros. Por vía
ordinaria, el plazo para adquirir la nacionalidad por los sefardíes en razón de su
residencia era de dos años, al igual que para los nacionales originarios de
Iberoamérica, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal y ocho menos que el
resto de los no nacionales.24 En 2015 se aprobó la ley que simplificaba el proceso
que, no obstante, requería dos viajes a España para completarse2526

Además de las diversas iniciativas que mantienen la memoria de estas personas,27 el


rey Felipe VI acogió a esta comunidad presidiendo un acto solemne celebrado en el
comedor de gala del Palacio Real de Madrid con motivo de la Ley 12/2015 "en materia
de concesión de nacionalidad española a los sefardíes originarios de España" .28
Diversos medios se hicieron eco de la noticia, tanto en medios generalistas2930
como en medios especializados.313233

Apellidos sefardíes
Es una tradición española[cita requerida] considerar como apellidos propios de los
judíos todos aquellos apellidos de origen toponímico, de oficios o de profesiones,
o sea, la mayoría. Así tenemos apellidos de origen patronímico, que son aquellos
derivados de un nombre propio: de Sancho–>Sánchez, de Ramiro->Ramírez, Gonzalo-
>González, así también Martín, Alonso, Marín etc. Toponímico, o del lugar de
procedencia como Ávila, Córdoba, Franco, Lugo, Zamora, Villavicencio, Quiroz, etc.
Apellidos inspirados en accidentes o detalles geográficos que referencian a una
familia dentro de un mismo pueblo, como puede ser De la Fuente, Del Pozo, Del Río,
Ríos, Montes, Plaza, Calle, etc. Aquellos que toman una cualidad física o psíquica
para identificar a un individuo dentro del grupo, como Cano, Calvo, Moreno, Pardo,
Rubio, Petit. Y por supuesto los que indican que se ejerce un determinado oficio o
profesión (Guerrero, Tinajero, Barbero, Barragán, Cubero, Zapatero, Ferrer,
Ballesteros).

Es por lo tanto muy difícil asegurar una atribución exclusiva o tan siquiera
relativa de un apellido con personas de una determinada religión, como muy bien
expresaba Don Julio Caro Baroja en su obra Los judíos en la España moderna y
contemporánea. Al tratar precisamente del tradicionalismo de los sefarditas, tanto
en sus actividades lingüísticas como al ejercer oficios y profesiones, afirma que
«aparte de conservar con celo apellidos desaparecidos hace mucho en España, o que,
por el contrario, les son comunes con cristianos viejos de los que aquí pueden
vivir (éste el de los apellidos, es terreno muy resbaladizo, y en el que muchos
pueden dejarse llevar por la pasión fácilmente...».34

En el apéndice X de la obra Apellidos de conversos se recoge un manuscrito de la


Biblioteca Nacional que se ocupa del problema de los apellidos en Aragón.35

Es de saber, que cuando los moros y judíos se bautizaron por mandado de los Reyes
Católicos don Fernando y doña Isabel, muchos hombres principales, para aficionarlos
a que de mejor gana lo hiciesen, les ponían sus nombres, de donde ha sucedido que
ahora los sucesores de aquellos hombres principales tienen su limpieza en disputa,
por ver que se hallan confesos de su apellido.
Allí se cita como ejemplo los casos de los Samaniego, Mendoza, Señores de
Sangarrén, o de Don Domingo Ram, obispo de Huesca, que otorgaron su apellido a
muchos bautizados.

Es cierto que los judíos tomaron tradicionalmente apellidos inspirados en


personajes bíblicos, pero esos son también comunes en los individuos de religión
islámica o cristiana. Otra fuente de inspiración propia fueron los motivos
naturales, metales, piedras preciosas o sustancias, o simplemente los nombres de
los colores.36

No es posible asegurar si un apellido concreto es judío o no. El hecho de que un


determinado apellido sea portado por un judío no implica que ese apellido sea judío
y, por ende, que todos los que lo llevan tengan origen judío. El proceso debe ser
justo el contrario, dado que podemos afirmar sin ninguna duda que los apellidos
judíos todavía en uso, con sus modificaciones o falsificaciones, que estén
referenciados en apellidos de origen español, determinan la herencia sefardita en
un judío.

Sinagogas y familias relacionadas


Mayor (Mallorca) — Cuenca, Ferrera, Arotchas, Baraja, Ben Mayor, Torres, Francés.
Provincia (Provence) — Yeoshua, Barbero, Barouch, Menachem, Eskenazy, Haim,
Pitchón, Paladino.
Estrouk (León) — Pinto, Chiniyo, Aragon, Faradji, Agas, Agasi.
Bet Aharon (Galicia) — Cassouto, Pardo, Saragoussi, Toledano, Franco, Avayou,
Israel, Leal, Sadoc, Zadoq, Cadoc, Cadoche, Cadoches, Cados, Kados, Cadosch,
Kadosh, Qadosh, Lugo, Villegas.
Aragón (Aragón) — Chiniyo, Pinto, Azouz, Hanania, Yona, Nahoum, Levi, Sarfati.
Portugal (Lisboa) — Melo, Ferreira, Antunes, Raphael, Pereire, Paraira, Arari,
Rangel, Miranda, Boueno, Hernández, Pera, Pérez, Pinto, Preciado, Santo, Vilar,
Cobra.
Portugal (Tomar) — Sapoznik (Zapatero), Zacuto, Schwarz
Evora (Evora) — Pinto, Ovadia, Attias, Rouvio, Ergas, Amarillio, Bivas.
Shalom (Extremadura) — Molho, Pérez, Benveniste, Albukerk, Alviz, Kuriat, Litcho,
Saloum, Alvo, Parra, Pero, Perero, Perera.
Catalan Hadash (Cataluña) — Parés, Perer, Shemtov, Sento, Santob, Ravel, Ravell,
Santo, Santos.
Sicilia (Sicilia) — Ouziel, Berakha, Hazan, Hassan, Segoura, Shami, Shaban, Sossa,
Maia, Menashe, Haver, Levi.
Calabria (Calabria) — Profeta.
Toledano (Tapiero) - Días, Díaz, Cohen.
Italia Hadash (Roma) - Kalonymus, Calimano, Shemtob, Ravelli.
Cultura sefardí
Arte sefardí
Artículo principal: Arte sefardí
Literatura sefardí

Gazeta de Ámsterdam, Países Bajos, 12 de septiembre de 1672. Los hebreos de


Ámsterdam imprimían un periódico que muestra, en primera plana, el interés de la
comunidad judía por lo que sucedía en ese entonces en Madrid y, leía además las
noticias en español—después de 180 años de haber sido expulsada de España (1492;
Beth Hatefutsoth).
Véanse también: Categoría:Literatura en judeoespañol y Escritores hispanohebreos.
Escribiendo en español se desarrolló una comunidad literaria en el Ámsterdam del
siglo XVII (José Penso de la Vega, Miguel de Barrios, Nicolás Oliver Fullana,
Isabel Correa, Isaac Cardoso, Isaac Orobio de Castro, Castro Tartas -La Gazeta de
Ámsterdam, entre 1672 y 1702-, Juan de Prado, Benito de Espinosa).
En hebreo escribió el cabalista Sabbatai Zevi, que fue considerado "Mesías" por sus
seguidores y dividió a la comunidad judía.37

En latín escribieron Uriel da Costa y Spinoza.

Música sefardita
La música sefardí o sefardita nace de los judíos españoles instalados en Castilla y
Aragón que adaptan canciones populares castellanas hasta su expulsión en tiempos de
los Reyes Católicos, siendo una fusión de la música árabe y la cristiana. Árabe en
el ritmo y los instrumentos y cristiana por el idioma en que se cantaban, que era
el castellano. La temática más corriente de las canciones sefardíes es la amorosa,
aunque también destacan las canciones de cuna y las de boda.

Por lo tanto, cuando se habla de música sefardí como tal no se puede hablar de un
género nuevo, sino de una adaptación a su medida de unas melodías ya existentes que
hicieron los judíos llegados a España, pero que ganaron con la llegada de los
sefardíes en riqueza rítmica e instrumental.383940

Los sefardíes, al ser expulsados de España, llevaron su música y tradiciones a


Turquía, Grecia y Bulgaria, países donde se establecieron principalmente. Han
sabido mantener las canciones en castellano que heredaron de sus antepasados
ibéricos pese al paso de los siglos y añadir palabras propias de cada idioma
autóctono.

Con la música sefardí que se sigue practicando en el Mediterráneo oriental en la


actualidad podemos hacernos una idea de cómo sonaba esta música en la Edad Media.

Gastronomía sefardí
Artículo principal: Gastronomía sefardí
Corresponde al conjunto de costumbres culinarias de los judíos sefardíes. Las
características de la gastronomía sefardí van íntimamente ligadas a las prácticas
del judaísmo. Se puede decir que forma parte integrante de la gastronomía
mediterránea debido al uso que hace de los ingredientes de esta zona de Europa
añadiéndole algún tinte de misticismo a la elaboración de algunas recetas
tradicionales. Posee influencias claras de la cocina árabe y con el devenir de los
años ha adquirido influencias de la cocina turca.41

Véase también
Filosefardismo
Annobón
Askenazíes
idioma ladino o judeoespañol
Expulsión de los judíos de España en 1492
Judaísmo catalán
Chuetas
Fundación Francisco Cantera Burgos
Referencias
Toledo, Sinagoga del Tránsito, La vida judía en Sefarad, noviembre de 1991—enero
de 1992. Realizado por el Ministerio de Cultura en colaboración con el Centro
Nacional de Exposiciones de España.
Los judíos mexicanos. México Desconocido. 7 de Octubre 2019.
Jewish Virtual Library: Sergio Della Pergola, World Jewish Population, 2012; The
American Jewish Year Book, Dordrecht: Springer, 2012, pp. 212-283.
Jewish Virtual Library: Hebrew Illuminated Manuscripts, 2008 (consultado 1 de
junio de 2015).
En la Biblioteca Nacional de Israel (en Jerusalén), donde se preserva una parte
considerable de la Biblia de Burgos, el manuscrito es también designado "Damascus
Keter" (Jerusalén, Biblioteca Nacional de Israel, Ms. Heb. 790). Keter implica que
se trata de un volumen que comprende (o comprendía) una versión completa de cada
uno de los libros bíblicos hebreos de la Torá; Damascus hace referencia a la ciudad
donde la Biblia de Burgos era preservada y de donde llegó a la mencionada
biblioteca hebrea.

Folio del Keter Damascus, página del tipo 'alfombra'. Imagen cortesía del Museo
Sefardí, Toledo.

Biblias de Sefarad - Glosario provisto por la Biblioteca Nacional de España:


Sefarad y sefardí, 2012 (consultado 5 de mayo de 2015).
Stern: Una introducción al estudio de la Biblia hebrea en Sefarad, 2011-2012.
Iakerson: Los primeros impresos hebreos de Sefarad, 2011-2012.
Pérez, Joseph (2009). p. 12. Falta el |título= (ayuda)
Pérez, Joseph (2013) [1993]. p. 116. Falta el |título= (ayuda)
Pérez, Joseph (2013) [1993]. Historia de una tragedia. La expulsión de los judíos
de España. p. 117.
País, Ediciones El (5 de diciembre de 2008). «Sefardíes y moriscos siguen aquí».
EL PAÍS. https://plus.google.com/+elpais.
http://www.estadodeisrael.com/2015/06/para-descubrir-el-rastro-sefardi-solo.html.
Falta el |título= (ayuda)
González, Isidro (2004).
Pérez, Joseph (2009). pp. 320-322. Falta el |título= (ayuda)
Pérez, Joseph (2009). p. 336. Falta el |título= (ayuda)
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Álvarez Chillida, Gonzalo (2002). p. 428. Falta el |título= (ayuda)
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Pérez, Joseph (2009). pp. 333-334. Falta el |título= (ayuda)
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Historia de España, de Blancas y otros
Apellidos judíos: origen y cambios a través de los siglos
El legado de Sefarad > Cartografía de la diáspora > Los sefardíes de Europa
occidental, en CVC
Revista de Folklore: Paralelismo en el cancionero sefardí, por Susana Weich-Shahak
Web Litoral: Entrevista a Susana Weich-Shahak
Radio Sefarat: Música sefardí
Yolanda Moreno, (1999), La cocina judía sefardí, Estudios mirandeses: Anuario de
la Fundación Cultural "Profesor Cantera Burgos", ISSN 0212-1875, Nº 19, págs. 191-
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González, Isidro (2004). Los judíos y la Segunda República. 1931-1939. Madrid:
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Molho, M., cit. Por H. Vidal Sephiha, L´agonie du judèo-espagnol, París, 1987, p.
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Pulido Fernández, Ángel, Los israelitas españoles y el idioma castellano.
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Santa Puche, Salvador, Testimonio XXXI: Drita Tutunovic. 2002. Sefardí de Belgrado.
Toledo, Sinagoga del Tránsito, La vida judía en Sefarad, noviembre de 1991-enero de
1992.
Patrik von zur Mühlen, Huida a través de España y Portugal (J.H.W. Dieta Nachf.
Bonn)
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre los judíos sefardíes.
Judíos del Magreb: historia y cultura de las comunidades judías norteafricanas
Jewish Encyclopedia: Spain (en inglés)
Casa Sefarad-Israel, instrumento de diplomacia pública española
Sefardíes Cultural (en inglés y castellano)
FASSAC (en inglés)
Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1990
"Sefardíes españoles, 522 años después", La Vanguardia, 16 de febrero de 2014.
Ley 12/2015, de 24 de junio, en materia de concesión de la nacionalidad española a
los serfadíes originarios de España
Tras los pasos de los sefardíes, los judíos de Andalucía

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Israel aceptó constituir la Academia del Judeoespañol, que será parte de la
Asociación de Academias de la Lengua Española (Boletín Informativo Digital de la
Academia Argentina de Letras, diciembre de 2018) (página 28)
Categorías: SefardíesPremio Príncipe de Asturias de la Concordia
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