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DROGADICCIÓN

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DROGADICCIÓN

Los términos drogodependencia, drogadicción y farmacodependencia hacen
referencia a la adicción generada por la exposición repetida a una droga, ya sea
un fármaco o una sustancia psicoactiva legal o ilegal. En su más reciente glosario,
la OMS define la dependencia del alcohol y de otras sustancias como «una
necesidad de consumir dosis repetidas de la sustancia para encontrarse bien o
para no sentirse mal».1 Sus características son: un deseo invencible o una
necesidad de consumir droga y de procurarla por todos los medios, una tendencia
a aumentar las dosis y una dependencia de origen psíquico y a veces físico a
consecuencia de los efectos de la droga.

Equivale, más o menos, al síndrome de dependencia mencionado en la CIE-


10 (ICD-10 en inglés). Este término se intercambia a menudo con el de adicción,
aunque en la actual edición de su Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales (la edición más reciente es la quinta: DSM-V) la Asociación
Estadounidense de Psiquiatría separa claramente los trastornos inducidos por
sustancias de los trastornos adictivos no relacionados con sustancias.2 Así pues,
la drogodependencia es solo uno de los dos tipos existentes de adicciones.

A efectos prácticos, se pueden considerar sinónimos los términos


drogodependencia, adicción y toxicomanía. Los dos últimos se utilizan desde
el siglo XIX y, en la primera mitad del siglo XX, estos vocablos comenzaron a
cargarse de connotaciones peyorativas, morales y legales, por lo que en los años
sesenta se introdujo la palabra drogodependencia con el fin de un uso científico
más preciso.3 En su origen, toxicomanía hacía referencia al estado de intoxicación
periódica o crónica del consumidor de una sustancia. Se trataba del consumo de
productos que, en aquella época, tenían una comercialización y uso médico, de
manera que, con este término, se indicaba un consumo no terapéutico y se hacía
énfasis, al utilizar el sufijo manía, en la exaltación afectiva buscada con la
autoadministración de la sustancia.

Criterios diagnósticos

El DSM-IV-TR (2002), la cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los


trastornos mentales, afirma que, para poder ser diagnosticada como tal, la
dependencia de sustancias ha de conllevar un patrón desadaptativo de consumo
que incluye malestar o deterioro (físico, psicológico o social) y junto al que han de
darse, al menos, tres de los siguientes criterios en algún momento de un período
continuado de 12 meses: tolerancia síndrome de abstinencia

La sustancia se consume en cantidades mayores o durante más tiempo de lo que


se pretendía en un principio.
Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de interrumpir el consumo o
de controlarlo.

Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la


sustancia, consumo o recuperación de sus efectos.

Se da una importante reducción de las actividades cotidianas del sujeto debido a


la ingesta de la sustancia.

Se continúa consumiendo la sustancia a pesar de tener conciencia de sus


potenciales riesgos.

Circuitos neurales implicados en la dependencia

El circuito más estrechamente relacionado con el refuerzo es el formado por


el área tegmental ventral, el núcleo accumbens y la corteza prefrontal. Es un
circuito dopaminérgico en el que las drogas de abuso producen una acumulación
de dopamina en las neuronas. La utilización continuada induce un estado de falta
de dopamina lo que ocasiona un deseo de consumir la sustancia.5

Aspectos relacionados con la drogodependencia

Así, como veíamos, es necesario diferenciar entre diferentes elementos que


entran a formar parte del proceso de la drogodependencia:

Intoxicación: Hace referencia a los cambios fisiológicos, psicológicos o


comportamentales provocados por el consumo de una sustancia.6

Tolerancia: Necesidad de aumentar la dosis de la sustancia para conseguir los


efectos que antes se conseguían a dosis inferiores o bien disminución de los
efectos producidos por la sustancia al utilizarla de forma frecuente.7No implica,
necesariamente, dependencia.

Síndrome de abstinencia: Conjunto de reacciones físicas o corporales que ocurren


cuando una persona dependiente de una sustancia deja de consumirla o reduce
su consumo.8

Causas de la adicción

La causa de la adicción es el consumo facilitado por el uso de cualquier sustancia


adictiva9 y, en todos los casos, el factor es la intoxicación que genera el ciclo auto-
destructivo de dependencia patológica.

Es imposible determinar o hacer referencia a una diagnosis generalizada en


relación a la drogadicción. Si bien pueden haber similitudes circunstanciales entre
un adicto y otro al momento de su vinculación con las drogas, no hay trastornos en
común a todos. Los factores relacionados al uso y consumo varían según la
persona, la historia de vida y el contexto en el cual precisan proveerse del tóxico.

Las causas que inducen a una persona a la necesidad constante de consumo de


una droga tienen raíces en diferentes planos de su vida (personales, familiares,
sociales, laborales u otros). Es habitual que una persona con adicción presente,
en etapas de tratamiento de rehabilitación, aspectos psico-somáticos que puedan
estar asociados y considerarse como los causantes, aspectos que suelen tomarse
como una consecuencia reactiva de la adicción. Sea cual sea la dependencia de
un adicto, sea cual sea el tipo de sustancia que consume, existen terapias de
desintoxicación eficientes (efectivas y eficaces). Estas deben ser acompañadas
por supervisión médica y tratamiento, buscando resolver además, los
mencionados puntos profundos; aquellos factores críticos que motivarán el
consumo y su dependencia. En la mayoría de las ocasiones, el daño que genera
la sustancia en sí, no es un impedimento para controlar la raíz del problema
crónico en este trastorno, sino una grave consecuencia de tal situación.

Según Néstor Szerman, presidente de la Sociedad Española de Patología Dual, el


70 por ciento de los adictos sufren algún tipo de patología mental asociada. Sobre
la base de esta concepción nace el término “patología dual”.10

Perfil psicosocial del drogadicto, consecuencias y centros de apoyo

Hoy en día el uso de sustancias psicoadictivas representa un grave problema de


salud pública, el cual se acentúa por lo difícil del tratamiento y lo complejo que es
el proceso de rehabilitación. Según Yablonsky, quien ha investigado en esta área
por más de 35 años, el drogodependiente niega que esté en dificultades con la
sustancia psicoactiva (ilusión de control); también la familia trata de esconder las
dificultades; inicialmente aferrándose a la idea de que su familiar no es un
drogodependiente pero paulatinamente con el aumento de conflictos, por la
destrucción y ruptura de la relación de confianza que frecuentemente, y a veces
de modo irreversible, hará incompatible la comunicación o la actuación. El evento
más sistemático es que el drogadicto se miente a sí mismo” se droga para
prometerse que no volverá a drogarse”. Y cuando acepta en algo sus dificultades
frente a la sustancia, comienza a responsabilizar a los demás de sus problemas
(victimismo). Otro evento consiste en manipular o chantajear a sus familiares pues
sabe cuáles son los puntos débiles de cada uno, y esto lo hace para obtener lo
que desea o sentir menos culpa. El drogodependiente sólo tiene una idea en la
cabeza y ella es: ¿cómo y cuándo consumiré de nuevo? Varios autores llaman
“compulsión” a este deseo irresistible.

Las consecuencias del abuso de drogas pueden ser las siguientes:


Trastornos fisiológicos y psicológicos: entre los trastornos fisiológicos
convulsiones, cambios en el ritmo cardiaco, deterioro del sistema nervioso central,
etc. Entre los trastornos psicológicos tenemos: alucinaciones, tendencias
paranoicas, depresión, neurosis, etc.

Deterioro y debilitamiento de la voluntad: el drogadicto se vuelve literalmente un


esclavo del consumo de la droga, pudiendo llegar hacer lo que sea para
conseguirla.

Deterioro de las relaciones personales: el drogadicto ya no es capaz de mantener


su estabilidad ni vínculos saludables, ya sea con familiares o amigos. Muchas
veces roba o engaña para poder conseguir droga, lo cual deteriora aún más la
confianza y el contacto en sus relaciones afectivas.

Bajo del rendimiento en el trabajo o en el estudio. Se llega al grado de abandonar


metas y planes, recurriendo a la droga como única "solución".

Consecuencias sociales: el drogadicto puede verse involucrado en agresiones o


conflictos violentos por la pérdida de asertividad. Bajo la influencia de la droga se
puede llegar a delinquir o cometer crímenes tales como robos o asesinatos.

Consecuencias económicas: El uso de drogas puede llegar a ser muy caro,


llevando al drogadicto a destinar todo su patrimonio y recursos para mantener el
consumo.

Una opción de ayuda son los Centros de Rehabilitación. Una persona puede ser
adicta ya sea, física emocional o fisiológicamente, dependiendo del tipo de
sustancia usada. Este tipo de dependencias lo conducen a conseguir por cualquier
medio la droga afectando directamente su lugar en la sociedad y en el entorno
familiar.

Estas circunstancias le separan hasta dejar de lado a su familia y trabajo haciendo


de las sustancias legales o ilegales su prioridad, no pudiendo seguir un
autocontrol, conduciéndose a tener sustanciales pérdidas económicas y
emocionales. Es en este punto donde entran los Centros de Rehabilitación.
Cuando un drogadicto reconoce la adversidad de las drogas y la dificultad
autónoma para aplicar un cambio en su vida, el recurso de asistencia más
adecuado es un Centro de Rehabilitación.

El objetivo principal de estas instituciones se encuentra focalizado en la


restauración y crecimiento personal del paciente. Lo primordial en estos casos es
que individualmente desarrolle una personalidad segura e independiente capaz de
tomar decisiones conscientes en una vida satisfactoria y plena sin droga, además
de ser capaz de fomentar todas sus habilidades sociales. Los tipos de terapia y
tratamientos están orientados al paciente según los fines de cada institución y en
cada centro se cuenta con distintas infraestructuras, personal e instalaciones para
estos propósitos.

Así como cada centro es diferente también lo son las personas que ayudan a la
recuperación particular de cada enfermo; en el caso de los centros AA
(Alcohólicos Anónimos) las mismas personas que han encontrado la rehabilitación
en este centro son las que ayudan a los nuevos ingresos a llevar a cabo su
recuperación a través de compartir las experiencias que les ha dejado el llevar una
vida apegada a las drogas. Cabe mencionar que en estos centros no se cobra por
los servicios ya sea que se interne al paciente o solo asista a reuniones.

Normalmente la economía de estos centros está basada en cooperaciones


voluntarias del paciente o de los familiares de este. Por otro lado, hay centros
donde se cobra la estancia del paciente en algún tipo de mensualidad o pago
durante la estancia del paciente. En estos centros se ayuda a la rehabilitación
igualmente por medio del ejemplo vital y testimonio real de la gente que ya ha sido
tratada anteriormente. Lo más importante es que cuentan con la actividad de
personal profesional, es decir trabajadores sociales, terapeutas, psicólogos,
médicos y enfermeras. En cualquiera de los dos casos el tratamiento para la
adicción consiste en una serie de intervenciones y el constante monitoreo de
soporte con el paciente, para así promover en el día a día una mejor calidad de
vida.

No se ha de olvidar que el paciente es un ser humano con distintas vivencias y


necesidades, por esta razón lo ideal en los tratamientos sería llevar un
seguimiento peculiar y personalizado. La consulta inicial, la evaluación, el
diagnóstico, la intervención y el tratamiento en sí mismos son partes de un
proceso que no está fracturado en etapas sino que forma parte de un continuo de
atención y cuidados. Comprender esta realidad es importante para poder tomar las
decisiones pertinentes en cada momento del proceso. Existen otros tres grandes
tratamientos diferentes además de los centros de rehabilitación

1 Ambulatorios: Estos tratamientos son para adolescentes y adultos debiendo


concurrir pocas veces a la semana dividiéndose en: Grupo terapéutico, Grupo
Multifamiliar y Grupo de proyecto de fin de semana.

2 Centros de día: Los pacientes son divididos en grupos teniendo que ir al centro
en la semana. Allí reciben un apoyo terapéutico, realizando diferentes actividades,
desde talleres hasta charlas.
3 Grupos de autoayuda: Son los casos que no pueden o no quieren ingresar en
los otros grupos. Van pocas veces por semana y generalmente son dirigidos por
operadores que fueron adictos, bajo el control de los especialistas del centro.

Es importante tener en cuenta que cada paciente tiene un tiempo de recuperación;


la función primordial de los centros es la reinserción social del paciente en un
entorno y ambiente saludable. En el caso de los familiares es recomendable que
también asistan y participen en la rehabilitación ya que esta enfermedad no es
solo del paciente en todos los casos sino de índole familiar jurídicamente. A estos
también se les pide que cooperen de forma fluida y coordinada en la convivencia
con el paciente para ayudarle a superar y eliminar resortes de su adicción.

Efectos

El consumo repetido de drogas da lugar a que el organismo se acostumbre


físicamente. Las drogas interfieren en los mecanismos neurológicos y biológicos,
en particular en las sustancias químicas que transmiten los mensajes entre las
células del sistema nervioso (neurotransmisores), y se fijan en los receptores
específicos del cerebro. En condiciones normales, estos receptores reciben
sustancias secretadas por el cuerpo (endorfinas), que tienen propiedades
calmantes y que generan una sensación de placer. Cuando el organismo recibe
regularmente sustancias morfínicas de origen externo (como en el caso de los
consumidores de heroína), la producción interna de endorfinas disminuye. Las
sensaciones de placer no pueden provenir, en una determinada fase de la
intoxicación, más que de un aporte externo. Los efectos de las drogas sobre el
cerebro se caracterizan por: confusión mental, delirio, alucinaciones y
comportamiento generalmente agresivo.

Para muchas personas consumir drogas es una salida fácil pues en ella
encuentran un falso refugio que los aparta de la realidad (mens sana in corpore
sano) y sin darse cuenta van cayendo en un abismo que muchas ocasiones tiene
fatales consecuencias.

El abuso de drogas de modo casual o compulsivo, puede considerarse como un


comportamiento "resorte" que se mantiene por sus consecuencias inmediatas;
cuando éstas refuerzan el hábito de uso, que puede afianzarse por la conducta
anterior de la toma de la droga bien con un efecto placentero (refuerzo positivo) o
bien paliativo ante alguna situación aversiva para el individuo (refuerzo negativo)
como el alivio del dolor, el miedo, la inseguridad o ansiedad. El refuerzo
secundario o social es independiente de los efectos farmacológicos de la droga y
puede tener un papel importante. El contacto con drogas puede conferir cierta
categoría social, permite el trato e ingreso en un ámbito o grupo social
determinado o es consigna de aprobación o admiración en su entorno. A veces
este refuerzo social mantiene la conducta experimental del individuo, hasta que se
llega a apreciar el efecto primario de la droga o se toleran los efectos aversivos
iniciales de la droga. Esto es muy típico de drogas socialmente aceptadas, como
los efectos iniciales del tabaco.

Las drogas también pueden producir trastornos digestivos y cardíacos. Existe el


riesgo de obstrucción brusca de un vaso sanguíneo (embolia) y de aparición de
diversas infecciones cuando se administran por vía intravenosa. En dosis muy
altas, pueden producir una intoxicación aguda, que puede llegar a la muerte por
sobredosis.

De acuerdo con los efectos que producen las drogas se clasifican en[editar]

Depresoras: son sustancias que disminuyen u obstaculizan la actividad del SNC.


Entre las más importantes figuran el alcohol, los sedantes, el opio y la heroína.

Estimulantes: son sustancias que excitan o aumentan la actividad del SNC,


incluyen la nicotina del tabaco, la cocaína y las anfetaminas.

Alucinógenos: sustancias del tipo del LSD que actúan sobre el SNC provocando


alucinaciones y delirios.

Más allá de los tipos de drogas de los que se trate, la drogradicción es un


problema socioeconómico que nos afecta a todos. Los drogadictos son enfermos
que necesitan comprensión, apoyo moral y afectivo de su entorno, y como son
muy difíciles de curar requieren de la intervención de profesionales especializados.

El deporte en la lucha contra las adicciones

Por distintos motivos, el deporte puede ser una gran herramienta para luchar
contra el consumo de drogas:

Muchas personas consumen sustancias para mejorar su capacidad de


socialización: el deporte es uno de los mejores métodos para unir a distintas
personas y mejorar así la capacidad de socialización de cada persona.

El deporte concurre a incrementar la autoestima de uno mismo a través del


continuo reto personal para mejorarse, eliminando así el factor de consumo de
drogas por depresión.

Los momentos de ocio son en los que hay más consumo de drogas. Colocándose
en este mismo tiempo el deporte 'robaría' así horas al ocio del individuo
distrayéndole.
El deporte, en cuanto actividad física intensa, facilita la producción de endorfinas,
neuroproteínas que donan al cuerpo y al cerebro una sensación de bienestar,
compensando la tristeza debida a la falta de consumo de sustancias
estupefacientes.

Los motivos son muchos, por eso el deporte es una de las herramientas más
poderosas para facilitar la vida a quien ha dejado y a quien quiere dejar las
drogas.

La drogadicción en la infancia; causas y prevención

En la actualidad, el consumo de drogas tiene un porcentaje elevado de jóvenes,


por lo que los colegios deberían tener un plan de prevención para asumir y
abordar estos problemas e intentar disminuir esta tasa. Una deficiencia que hace
que esta tasa sea elevada es que los programas de prevención no están bien
diseñados para su implementación integral o no se aplican o efectúan
correctamente en la práctica por diversas causas contextuales, por lo cual no
suscitan suficiente confianza e interés general, o no se percibe su importancia
educativa, social y de salud inmediata como un eje instructivo en la prestación de
estos servicios.

Un problema característico de las adicciones es que los sujetos no perciben los


perjuicios reales de su efecto hasta que no son grandes adictos. El abuso con
drogas empieza por un acercamiento a experimentar un consumo lúdico (de forma
no casual aunque espontánea), después vendrá la adicción y un consumo habitual
y, por último, la cronicidad y un consumo dependiente.

Otra de las ideas que hay que demostrar a los niños, además del riesgo de la
adicción, es que el consumo arbitrario de droga (por ejemplo, medicamentos) les
predispone a enfrentar consecuencias inesperadas y graves sobre salud,
educación, economía, legalidad y demás aspectos psicosociales de su vida.

Una de las soluciones para esto sería captar qué vínculos producen los problemas
sociales o familiares que perturban al alumno afectado.

La media de consumo de tóxicos de jóvenes en Europa se sitúa en un 2,7 %


mientras que en España esta tasa se encuentra en un 3,7 % y una de cada 5
personas entre 15 y 34 años dicen haber tomado cannabis en el último año.

Entre estas personas que destacan tres inferencias que inducen a su consumo:

Para la huida de los problemas (28,8 %).

Por experimentación (28 %).


Para adaptarse e integrarse (24,2 %)

Teniendo estos datos se concreta la raíz de una guía básica que servirá para la
prevención.

Mientras que, el consumo de alcohol en jóvenes durante los últimos 30 días de


entre 14 y 18 años ha disminuido un 17,1 % desde 1994, el consumo de cannabis
ha aumentado en un 7,9 %.

La edad en la que los jóvenes comienzan a consumir alcohol se da en los 12 o 13


años aproximadamente, por lo que conlleva salidas nocturnas y que sus grupos de
iguales también consuman alcohol, y esto puede llevar a consumo de más
sustancias a la larga.

Cuando tratamos casos graves de adicción en una escuela es evaluable la


solicitud de:

Centros de Atención a Drogodependencias.

Centros de Día.

Unidades de Desintoxicación Hospitalaria.

Comunidades Terapéuticas.

Vivienda de Apoyo al Tratamiento.

Vivienda de Reinserción.

Estas dos últimas se dan para aquellas personas que no tienen un medio
sociofamiliar adecuado para la desintoxicación.

Se distinguen tres niveles de actuación terapéutica:

Primaria o preventiva, cuando se trata el problema antes de que aparezca.

Secundaria: se trata cuando la actuación primaria no ha funcionado y antes de la


fase de dependencia.

Terciaria: se trata cuando el cuadro de cronicidad ya ha aparecido.

Estas son algunas de las estrategias que preparan la educación para la


prevención de drogas:

Que nuestros alumnos consigan desenvolver habilidades sociales sanas.


Una mejora de la comunicación interna en la clase y que la desarrollen con sus
familiares y grupos de iguales.

Que aprendan a decir NO.

Conseguir que refuercen su autoestima y que se acepten a ellos mismos tal y


como son.

Que sepan valorar la importancia de su salud.

La pervivencia social y la prevención jurídica son esenciales para el DAFO del


exdrogodependiente.

Castillo Manzano, Alfredo (2011). La intervención educativa en las adicciones.


Sevilla: Wanceulen Educación.

Abuso en el consumo de sustancias controladas

Antecedentes

“Durante el decenio de 1950 empezaron a surgir los problemas del abuso de


anfetaminas y barbitúricos y la prescripción excesiva de sedantes y alucinógenos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Comisión de Estupefacientes
comenzaron a examinar esas cuestiones a partir de los primeros años del decenio
de 1960. Si bien hubo acuerdo acerca de la necesidad de fiscalizar esas
sustancias más estrictamente, no lo hubo en cuanto a la posibilidad de someterlas
al régimen de la Convención de 1961, o bien de crear un nuevo tratado. Existía el
temor de diluir el impacto de la Convención de 1961 y de disuadir a algunos
Estados de ratificarla si se añadía un gran número de fármacos a la lista de
sustancias clasificadas. Por otra parte, muchas de las sustancias que habían de
someterse a fiscalización formaban parte de preparados farmacéuticos que se
recetaban en forma generalizada. También se debatió la cuestión de la
dependencia producida por los alucinógenos”.11

El problema reciente radica en la venta libre de medicamentos que necesitan de


prescripción médica. Un medicamento es uno o más fármacos, integrados en una
forma farmacéutica, presentado para venta y uso industrial o clínico, y destinado
para su utilización en las personas o en los animales, dotado de propiedades que
permitan el mejor efecto farmacológico de sus componentes con el fin de prevenir,
aliviar o mejorar enfermedades, o para modificar estados fisiológicos. Los
medicamentos son drogas legales. Estudios recientes revelan que es más
probable que un adolescente haya abusado de un medicamento de prescripción
que de una droga ilícita.
Consumo de sustancias controladas en las escuelas

No resulta nuevo que gran cantidad de estudiantes universitarios consuman


drogas controladas para supuestamente potenciar su desempeño académico.
Algunos de los casos que más llaman la atención son los que han tomado lugar en
la Universidad de Harvard, donde el 35 % de la matrícula estudiantil ha aceptado
consumir este tipo de fármacos. Desde 2003, dicha universidad ha aparecido en
primer lugar como la universidad líder en el mundo según la Academic Ranking of
World Universities.

Asimismo, se destaca el hecho de que más del 90 % de los estudiantes


pertenecientes a instituciones de prestigio internacional han señalado sentirse
superados por el nivel de exigencia que los cursos demandan, siendo esta la
causa más probable de la ingestión de dichos fármacos. Esto a pesar de que los
medicamentos como la anfetamina y metilfenidato son controlados, y el poseerlos
sin la debida prescripción médica implica un delito. Es en la facilidad con que se
obtienen ilegalmente cuando quedan en tela de juicio los mecanismos para
diagnosticar los trastornos por los cuales se recetan estos medicamentos. Dos de
estos trastornos son el Trastorno obsesivo-compulsivo y el Trastorno de déficit de
atención.

Es vital resaltar la relativa facilidad con la cual estos alumnos pueden hacerse
pasar como afectados por esta condición psiquiátrica. El problema radica en el
hecho de que los supuestos afectados son diagnosticados sobre la base de
exámenes a nivel psicológico, permitiendo así que, conociendo los criterios y
mecanismos de evaluación, los resultados pueden ser alterados, generando así
una errónea interpretación de síntomas y por consiguiente del diagnóstico.
Debemos tener presente que este no es el único medio a través del cual los
alumnos obtienen estos fármacos, muchos de ellos los toman de gente cercana
que ha sido diagnosticada y la posee de forma lícita. Lo establecido anteriormente
aunado al tránsito de recetas médicas apócrifas, hacen de la situación un
problema de salud y del sistema médico administrativo.

De la misma forma que ocurre en las competencias deportivas, usar anfetaminas


para potencializar la capacidad de asimilación está considerado como anti-ético,
es por eso que muchos se refieren a estas drogas como “esteroides académicos”.
De esta manera el dilema se centraliza en quién debe ceder para frenar el uso de
estas sustancias.
Actualidad

Hasta el 2011 los tratados de fiscalización de drogas han tenido éxito, pero
afrontan diversas dificultades, según la Junta Internacional de Fiscalización de
Estupefacientes (JIFE). La JIFE reveló, por medio de estudios internacionales,
que:

el 25 por ciento de los jóvenes entre los 12 y los 17 años, en la mayoría de países
desarrollados, habían probado medicamentos formulados al menos una vez en su
vida y no precisamente con propósitos terapéuticos: solo querían divertirse;

en el 2005, Estados Unidos registró alrededor de 22 400 muertes debido al


consumo de drogas recetadas de las cuales opioide representa un 32 %;

los depresivos, opiáceos y antidepresivos son responsables de más muertes por


sobredosis (45 %) que la cocaína, metanfetamina y anfetamina combinadas
(39 %), cifras muy alarmantes;

en los Estados Unidos el uso indebido de medicamentos de venta con receta es el


problema más importante en relación con las drogas después del abuso de
cannabis, ya que en 2008 hubo allí 6.2 millones de personas que abusaron de
ellos, más del número total de consumidores de cocaína, heroína, alucinógenos,
MDMA (éxtasis) y productos inhalables;

en Alemania, según las estimaciones, de 1.4 a 1.9 millones de personas son


adictas a los preparados farmacéuticos;

en Canadá, en casi todas las principales ciudades, la mayoría de los


consumidores de opioides abusan de opioides de venta con receta, por ejemplo,
hidromorfona, morfina y oxicodona;

en 2008, alrededor del 30 % de los decesos por drogas de jóvenes de 16 a 24


años ocurridos en el Reino Unido estuvieron relacionados con la metadona;

en varios países de Europa (Francia, Italia, Lituania y Polonia), del 10 % al 18 %
de los estudiantes consumen sedantes o tranquilizantes sin receta;

algunos de los medicamentos de abuso más común son: opioides, depresores del


sistema nervioso (SNC) y estimulantes.

La JIFE advierte que el uso indebido de medicamentos de venta con receta es de


mayor peligro para el grupo vulnerable que son los niños y adolescentes, y
subraya en su informe el problema del uso indebido de los opioides que se venden
con el nombre comercial de Oxicontin y Vicodin, que han provocado casos fatales
entre los jóvenes a nivel mundial.
Debido a su potencial para el abuso y la adicción, muchos medicamentos de
prescripción han sido clasificados por el Drug Enforcement Administration (DEA)
en la misma categoría que el opio o la cocaína. Entre otros lo más usados
inlcuyen: Ritalin y Dexedrine (estimulantes) y los analgésicos OxyContin, Demerol
y Roxanol.

Otro aspecto alarmante es que en las universidades hoy en día los jóvenes, con el
fin de rendir mejor y poder cumplir con sus obligaciones estudiantiles consumen
medicamentos de prescripción necesaria, lo cual resulta cierto según las
estadísticas y estudios realizados sobre las ventas del Ritalin, cuyas ventas
aumentan más del 50 % durante periodos de clases y decaen en vacaciones.

Este "cáncer silencioso" es demográficamente más significativo que el consumo


de drogas ilícitas, tales como la heroína, marihuana y cocaína, entre otros. En
contraste, algunos alumnos erróneamente informados perciben el consumo de
medicamentos controlados como algo cotidiano e inofensivo equiparable al
consumo de cafeína, alcohol o tabaco.

Es importante recalcar que los alumnos que se han declarado consumidores no lo


serían si no fuera por el nivel de exigencia y competitividad que se vive día a día
en el medio universitario en el que están inmersos.

Por un lado, el cuerpo estudiantil, jóvenes universitarios que se sienten rebasados


por los cursos y evaluaciones en sus universidades. Esta situación alcanza un
punto en el que sus deseos de graduarse sin mayores dificultades, se convierte en
una desesperación mayúscula. Alcanzando un punto en el que el deseo de
aprobar sus asignaturas de manera satisfactoria rebasa al instinto de cuidar su
bienestar físico y de respetar al sistema legal de control de fármacos. Es decir,
están actuando por encima de la ley.

Además de las consecuencias previamente mencionadas, el consumo de Adderall


produce dependencia psicológica a largo plazo, dado que los estudiantes pierden
fe en sí mismos. Llegan a un punto en que sienten que no serían capaces de
lograr buenos resultados por propia cuenta. Lo cual, fácilmente puede hacerlos
pasar de consumidores esporádicos a adictos.

Acciones internacionales

La JIFE estima, según ae informe del 2009, que el régimen de fiscalización


internacional de estupefacientes puede considerarse uno de los logros más
importantes del siglo XX en materia de cooperación internacional.

Más del 95 % de los Estados Miembros de las Naciones Unidas –lo que equivale
al 99 % de la población mundial– son parte en los tres tratados (la Convención
Única de 1961 sobre Estupefacientes, el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas
de 1971 y la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de
Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas de 1988), hecho que los convierte en
tres de los instrumentos internacionales de más amplia aceptación. En el 2007 no
se registró ningún caso de desviación del mercado lícito al ilícito.

También se han registrado algunos progresos en lo relativo a la consecución de


los objetivos establecidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
1988, dedicado a la prevención al problema mundial de las drogas.

Las universidades no han mostrado oídos sordos ante esta alarmarte situación
que afecta a los estudiantes, ya que se ha comprobado que el consumo
desordenado de Adderall puede causar muerte repentina. Una medida que se ha
puesto en marcha recurre al llamado de las instituciones educativas a que
instruyan a sus estudiantes técnicas para manejar su tiempo de manera
adecuada, organizada y efectiva para así sacar el mayor provecho de los cursos
sin llegar al extremo del consumo de medicamentos controlados, lo cual es
considerado como innecesario y peligroso.

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