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De Quién Es El Sueño Tripp

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Matrimonio ¿De quién es el sueño?

Por Paul David Tripp

¿Tienes un sueño para tu matrimonio? Si pusieras en papel tu sueño, ¿comenzarías con


“Si sólo . . .” “Si tan sólo tuviera . . .” “Si tan sólo Dios me diera . . .” y terminarías con,
“ENTONCES, podría ser feliz”? La mayoría de nosotros estamos bastante seguros de que
sabemos qué es lo que necesitamos para ser felices. Sabemos qué es lo que queremos que Dios
haga en nuestras vidas, en nuestros matrimonios, en nuestros cónyuges.
Pero algunas veces Jesús nos toma por sorpresa. Él tiene un plan diferente. En Juan 6,
por ejemplo, todo un grupo de personas pensaron que sabían qué era lo que necesitaban de
Jesús, pero Jesús pensaba diferente. En esta historia conocida, Jesús convierte el almuerzo de un
niño en una comida para cinco mil personas y hasta hubo un remanente.
La multitud queda asombrada. ¡Este hombre es formidable! Todos están comentando,
diciéndose unos a otros, “¡Este es el Mesías! ¡Ya está aquí! ¡Hagámosle nuestro rey!”
Podría parecer que este es un momento dorado para Jesús. Después de todo, ¿acaso no
vino para ser el rey de esta gente? ¿Acaso no es él, el Profeta de profetas?
Sí – pero notemos qué hace Jesús. Él se aleja de allí, e inclusive, desaparece. La multitud
lo busca por todas partes, determinada para coronarlo como rey. Pero él no quiere ser parte de
sus planes. ¿Por qué no? ¿Acaso no para esto vino a la tierra?

Milagros y Señales
Veamos qué es lo que hace después. Juan 6:25 nos reporta que Jesús ha cruzado a Galilea
y la multitud lo encuentra allí:

Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? Respondió Jesús

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y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino
porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la
comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló
Dios el Padre.
Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?
Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. Le dijeron
entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a
comer.
Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi
Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y
da vida al mundo.
Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí
viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. (25-36)

Jesús le está diciendo a esta gente, “Ustedes me han visto, pero no han entendido para
nada el porqué estoy aquí”.

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Juan nos ayuda a entender lo que Jesús está diciendo cuando describe los milagros de
Jesús como señales. La gente de la que Juan habla en el capítulo 6 ha experimentado el milagro
de Jesús y el pan, pero no se han dado cuenta que eso sólo es una señal.
¿Para qué sirve una señal? Apunta hacia algo más, hacia donde realmente quieres ir.
Cuando vas de vacaciones no te detienes con tu familia junto a la señal de la carretera y dices,
“¡Ya llegamos! ¡Desempaca, mi amor!” sino sigues avanzando hasta llegar a tu destino final. La
señal sólo apunta hacia la dirección correcta, hacia la cosa verdadera.
Y así, en la historia de Juan, la bendición física del pan – el milagro – tenía el propósito de
señalar hacia una realidad espiritual mucho más profunda: Jesús mismo.
Cristo estaba diciendo, de hecho, “No lo están entendiendo. Están concentrados en el
milagro del pan, como si el pan, y no yo mismo, fuera la necesidad suprema de sus vidas.” Sus
estómagos se habían llenado, pero todavía no habían sido alimentados verdaderamente.
¿Qué es lo que estaba detrás del interés en Jesús que tenía la multitud? ¿Qué quería
realmente la gente? En otras palabras, ¿qué tipo de Mesías esperaban que él fuera?
Tal parece que esta gente no buscaba a Cristo a causa de una sumisión humilde y una
disposición a seguirle a dondequiera que él fuera. En vez de eso, tenían la esperanza de que
Cristo les diera lo que ellos sentían que necesitaban para la vida. De esta manera, su búsqueda
de Cristo no provenía de un amor por él sino por un amor a ellos mismos.

¿Cuál es tu Sueño?
Ahora considera tu propia vida y tus propias esperanzas para tu matrimonio. ¿Qué
sueño estás trayendo delante de Jesús? ¿El tuyo o el de Él? ¿Deseas lo que él desea para ti en tu
matrimonio? ¿O tu sueño está forjado por tu propia definición de lo que es un matrimonio de
ensueño, tu propia definición del esposo o la esposa ideal?
¿Cuál es el nivel más profundo de tu hambre hoy? ¿Es por tu propio sueño o por Jesús
mismo – Su gozo, amor y señorío perfecto sobre tu vida?
Algunas veces necesitamos recordar lo que Jesús nos dio cuando se ofreció a sí mismo

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como nuestro Salvador. Considera el mensaje de 1 Pedro 1:3-5:

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia
nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los
muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en
los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para
alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.

Pedro está diciendo, “¿Entienden lo que tienen? Han sido escogidos para ser salvos por la
misericordia de Dios. Sus pecados han sido perdonados. Son parte de la familia de Dios. Y no
sólo eso, ¡hay una herencia aguardándoles que nunca se corrompe, perece o desvanece!”
Pedro nos ha recordado el pasado: hemos sido perdonados por la misericordia de Dios. Y
tenemos esta herencia que vendrá – este es el futuro. La mayoría de nosotros estará de
acuerdo al decir que esto es bastante maravilloso. Pero ¿Qué pasa en tanto esto llega? ¿Qué
pasa en el aquí y ahora?
La respuesta de Pedro comienza en el versículo 5:

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Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que
está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis,
aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas
pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque
perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea
manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo
veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la
salvación de vuestras almas. (5-9)

¿Qué está diciendo Pedro acerca del “ahora”, y qué significa esto para nuestro
matrimonio?
Nos dice que el “ahora” se trata de algo mucho más profundo que despertar en la
mañana con una sonrisa, o un fin de semana romántico, o intimidad satisfactoria.
Pedro nos está enseñando que Dios está dispuesto a sacrificar estos aspectos
aparentemente esenciales del matrimonio con tal de producir algo mucho más grande, pleno y
profundo en nuestras vidas: una fe genuina.
Esto es lo que Dios busca en medio de esas experiencias dolorosas que causan que nos
preguntemos si en verdad nos ama y escucha nuestras oraciones; esos momentos en los que
envidiamos a otros creyentes e inclusive a aquellos que aun no conocen al Señor.
Esas experiencias difíciles llegan a nuestra vida porque Dios aún no concluye su obra en
nosotros.
En medio de la prueba, él nos está dando la meta de nuestra fe: la salvación de nuestras
almas. Y lo que necesitamos aprender a decir en respuesta no es “Dios, ¿Por qué a mí?” sino
“Dios, muchas gracias. Dame más. Deseo todo lo que Tú sabes que necesito. Me doy cuenta
que, después de todo, la lucha de este momento no es un error. Es un acto de tu amor perfecto
y redentor”.
El concepto mercantil más grande en la cultura occidental hoy en día es el centro

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vacacional all inclusive. Pagas y obtienes lo que quieras a la hora que quieras. Alguien me
explicó una de estas ofertas diciéndome que incluía “doce comidas al día”. Dijo, “La última
comida es a la media noche, pero a las 2:00 am puedes ordenar pizza en tu cuarto si lo deseas”.
Suena divertido para mí. Nadie te puede decir que no. En cualquier momento puedes decidir
hacer lo que quieras.
Si Dios quisiera que la vida sea un centro vacacional, sería más o menos así. Pero
necesitamos ver nuestras vidas en el aquí y ahora con ojos diferentes, y ver que Dios ha
colocado a cada quien en el centro vacacional que Él escogió.
La bendición que Dios te da en tu familia, en la relación esposo – esposa, en tu vida
física, tiene el propósito de señalar hacia una bendición más profunda y plena: la presencia
verdadera del Señor Jesucristo en tu vida. Él es la vida abundante – no tu esposo o esposa, tu
casa o tus hijos. Jesucristo es nuestro y nosotros suyos.

Nuestra hambre más profunda


En Juan 6, Jesús dice, “Yo soy el pan de vida”. Necesitamos preguntarnos, “¿Por cuál tipo
de pan realmente tengo hambre? ¿De qué tipo de pan realmente me quiero alimentar?”
Ahora bien, no estoy diciendo que no debemos buscar la mejoría de nuestros
matrimonios y familias. Pero pienso que podemos confundirnos. Podemos ser como la gente
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que buscaba a Jesús, deseando estar con él siempre y cuando fuera capaz de mantener llenos
sus estómagos.
¿Estás con Jesús porque tienes un sueño y esperas que de alguna manera, de algún
modo, Jesús te ayudará a conseguirlo? Si eso es todo lo que deseas de él, entonces te vas a
sentir miserablemente decepcionado cuando tu sueño no se haga realidad. Si estás viviendo
por el pan terrenal, y esa es tu fuente de vida, te encontrarás en grandes problemas cuando no
lo recibas.
Pero si estas viviendo por el pan espiritual, por una comunión más profunda con el Señor
Jesucristo, entonces tu relación matrimonial se convierte en un lugar maravilloso para llevarla a
la práctica.
Cuando dos personas están comprometidas con Cristo y anhelan conocerle mejor, de
una manera más profunda y plena, experimentarán una unidad e intimidad que los incrédulos
no pueden conocer. Sus vidas serán transformadas en expresiones de alabanza, adoración y
gloria para Él.
Sólo al apartar del camino sus propios egos, podrán conocer la unidad en el Espíritu
como hijos del Señor Jesucristo. Y así, vendrá una unidad más satisfactoria como esposo y
esposa.
La gente cuyos ojos están sólo en el pan físico terminará devorándose unos a otros
porque el pan físico por sí mismo nunca puede satisfacer. Serás un parásito de tu cónyuge,
succionando su sangre: pero él o ella nunca podrán darte suficiente.
Sólo hay un Pan – este es Jesucristo. Y la vida radica en alimentarse de él por medio de la
fe.
¿Sabes que ocurrió cuando Jesús proclamó ese mensaje – cuando dijo que a menos que
comas su cuerpo y bebas su sangre, no entrarás en el reino de los cielos (Juan 6:53-59)? No sólo
la multitud le abandonó, sino la Escritura dice que muchos de sus discípulos le dejaron (v. 66).
Básicamente dijeron: “Señor esta es una enseñanza dura”. ¡Y así es! ¿No es cierto?

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Cuando los sueños se derrumban
En una ocasión hablaba con una dama que había estado casada por muchos años.
Estaba casada con una persona de quien, con toda honestidad, tengo que decir que era un
hombre malo. Él era iracundo, controlador y manipulador. Decía y hacía cosas hirientes. Ella
había soñado con el esposo ideal, pero ciertamente no lo había conseguido. Ahora estaba tan
amargada por las bendiciones de otras mujeres de la iglesia que decía que no podía regresar a
los cultos de adoración. Sentía como que Dios la había abandonado, a tal grado que no podía
leer su Biblia u orar.
Al estarla escuchando, deseaba que ella entendiera su identidad en Cristo. Quería que
ella conociera el amor del Señor; que Dios es un refugio y fortaleza, un pronto auxilio en las
tribulaciones. Así que comencé a leerle pasajes que hablaban del amor abundante y asombroso
de Dios, y a la mitad de un versículo ella dijo, “¡Deténgase! No me vuelva a decir que Dios me
ama. Yo quiero un esposo que me ame!” Y golpeó su puño en la silla al decirlo.
Su sueño definitivamente se había derrumbado. ¿Cuáles eran sus opciones? ¿Cómo
quería Jesús que ella reaccionara en su situación?
Respondamos la pregunta considerándonos a nosotros mismos. Si tu sueño se
desmoronara ante tus ojos, ¿cómo podrías reaccionar? ¡Seamos honestos!
• ¿Te compadecerías de ti mismo?
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• ¿Buscarías a quien echarle la culpa?
• ¿Te consumirías por la envidia y la codicia?
• ¿Dudarías de la bondad de Dios?
• ¿Encontrarías difícil leer la Biblia, orar, compartir y adorar?
Este tipo de reacciones revelan que estás viviendo por el pan terrenal.
¿Cómo podemos ser diferentes? La Escritura nos da un ejemplo rico en el libro de
Habacuc, un profeta del Antiguo Testamento. Habacuc vio al pueblo de Dios y dijo, “Dios, no
entiendo lo que está pasando aquí. Has permitido que tu pueblo sea malvado. Tú eres Santo.
¿No entiendo que estás haciendo? ¿Por qué no haces algo al respecto?” Y Dios dijo, “Muy bien,
haré algo. Enviaré a una nación malvada y violenta proveniente del norte para que los aniquile”.
Y el profeta dijo: “¿Qué?” Él había pensado que Dios enviaría un avivamiento. El juicio
no estaba en su catálogo de opciones. Él dijo: “Dios, ¿Cómo puedes hacer esto? ¿Cómo puedes
usar a una nación que es más malvada que nosotros para juzgarnos? ¡No tiene sentido para
mí!”
Pero después de que Habacuc tuvo esta batalla con Dios, Dios le comenzó a revelar su
poder y su gloria. De hecho, el amor y cuidado de Dios fueron tan reales para Habacuc que
terminó su libro con estas palabras poderosas:
Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del
olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya
vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi
salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis
alturas me hace andar. (3:17-19)
¿Qué es lo que describe acerca de una cultura rural? Ya no queda nada: no hay plantas,
no hay árboles, no hay animales. Habacuc mira toda la devastación, no obstante responde con
gozo.
Si tu sueño para tu matrimonio se derrumbara, si tu matrimonio pareciera seco y estéril,

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¿podrías todavía levantarte y decir, “Estoy lleno de gozo porque el Señor es Señor de mi vida, y
en medio de toda lucha, le tengo a Él gloriosamente”?
Verdaderamente es posible conocer a Jesús de esta manera, pero requiere una decisión:
¿Perseguirás tu sueño o el sueño del Señor para ti?
Aquí está la realidad: La bondad, amor, poder y gloria de Dios – y su llamado para ti – no
cambian cuando la situación parece ser triste y vacía. Todavía Él está allí y todavía satisface.
¿Cuál es el hambre más profunda de tu corazón hoy? ¡Ojalá fuera por Cristo! Si tu
hambre es por él, tu matrimonio te presentará oportunidades maravillosas de crecimiento
mutuo y satisfacción. Esto puede venir en medio de pruebas. La vida puede no ser un centro
vacacional. Pero al final, tú y tu cónyuge serán más semejantes a Cristo y estarán mucho más
cerca de Él.
¿De quién es el sueño que persigues? Que Dios nos ayude a ser personas que vean la
señal detrás del milagro, que puedan ver las bendiciones terrenales y decir, “Estas bendiciones
señalan hacia la realidad más profunda y plena de Cristo en mi vida. Deseo que mi vida sea una
vida de comunión, compañerismo, sumisión, amor y obediencia al precioso Señor Jesucristo”.
¡El Mesías ha venido! Sigámosle por fe. Levantémonos en la mañana – sin importar lo
que esté ocurriendo en nuestro matrimonio – y digamos, “Estoy tan lleno de gozo. Soy un hijo
del Rey de reyes y Señor de señores. Él es mi vida. Le seguiré por fe”.
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Señor, es tan fácil quedar atrapados en nuestros propios deseos y sueños. Es tan fácil
pensar de Ti como el realizador de sueños, es tan fácil emocionarse como la multitud y perder de
vista la realidad espiritual detrás del milagro. Señor, te pido que no persigamos nuestras propias
esperanzas y sueños, sino que expresemos un hambre y sed por Jesucristo, y un deseo de conocerle
en cada área de nuestras vidas. Deseamos que Cristo rija en cada habitación de nuestro hogar.
Deseamos que Cristo rija en los nichos más oscuros de nuestros corazones. Deseamos vivir en una
sumisión gozosa y alimentarnos de ti por fe. Que tengamos gozo, fe y valor aun cuando no
estemos experimentando el pan físico. Que en esas experiencias de prueba podamos decir:
“Gracias Señor por tu amor – Estás completando tu obra redentora”. Dios ayúdanos. En el nombre
de Jesús, Amén.

Traducido del artículo en inglés: “Whose Dream? Which Bread?,” Journal of Biblical Counseling,
Vol. 15, No. 3, 1997, pp. 47-50.

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