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El León y El Gusano

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El León y el Gusano

Había una vez un león y un gusano que se llevaban muy mal. El león siempre se estiraba orgulloso
hablando de su fortaleza y no dejaba de repetir que él era el rey de la selva. El gusano estaba cansado de
su fanfarronería y para hacerle ver que no todo era la corpulencia física, un día le hizo una apuesta.
- Te propongo hacer una carrera de tres obstáculos, cada uno podremos traer a dos amigos para que nos
ayuden a superarlos. El que antes llegue a la meta será el ganador.
El león, con un fuerte esqueleto y sin dudar, enseguida aceptó la propuesta, seguro de su superioridad y
no tener rival.
A la mañana siguiente se presentó con un gran elefante y un buitre. Por su parte, el gusano llegó
acompañado de una mariposa y un pequeño cangrejo. Una jirafa sería la encargada de preparar la carrera
y vigilar todo el recorrido para que no hicieran trampas y además competirían ante la atenta mirada de
todos los demás animales.
A pocos metros de la salida encontraron el primer obstáculo. Debían atravesar un río poco profundo. El
león y sus amigos lo hicieron fácilmente dejando a sus rivales atrás y entonces caballos, cebras, vacas,
gallinas y serpientes empezaron a aplaudir y vitorear a sus amigos.
Mientras la mariposa atravesó volando a la otra orilla, el gusano se subió al caparazón del cangrejo y
atravesaron el río nadando y, aunque tardaron bastante, pudieron llegar sin problemas. Las lombrices,
hormigas, arañas, saltamontes y grillos animaron a sus amigos.
El león ya se encontraba para entonces ante el segundo de los obstáculos. Esta vez debían saltar un gran
barranco de cinco metros de anchura sobre el mar. Mientras el buitre volaba al otro lado con facilidad,
sus amigos cogiendo carrerilla dieron un gran salto y aunque el elefante resbaló y, a punto estuvo de caer
al agua, todos lograron llegar sanos y salvos al otro lado. Hipopótamos, perros, ratones, rinocerontes y
peces celebraron contentos la buena suerte de sus amigos.
Esta vez el gusano subió encima de la mariposa y atravesaron el barranco por encima del mar; luego
volvió la mariposa a por el cangrejo repitiendo el viaje. Medusas, estrellas, calamares y pulpos celebraban
desde el agua la llegada de sus amigos al otro lado del barranco.
Para entonces el león y sus amigos pensaban cómo vencer el último obstáculo. Esta vez debían entrar en
una cueva con una entrada muy estrecha pero debido a su corpulencia y su fuerte esqueleto no sabían
cómo hacerlo. El elefante con su trompa y el buitre metiendo el pico lo intentaron una y otra vez, pero a
pesar de sus esfuerzos y de las voces de ánimo de gacelas, tigres, patos y monos, no lo lograban. Aún
seguían intentándolo cuando horas después, llegaron el gusano y sus amigos. Esta vez fueron ellos los que
entraron fácilmente. Como no tenían esqueleto y eran pequeñitos superaron el obstáculo sin problemas,
venciendo la apuesta.
Como todos los demás animales de la selva se llevaban muy bien, celebraron con júbilo el éxito del
gusano y sus amigos. El león reconoció la victoria del gusano y aprendió la lección dejando de presumir y
volviéndose más humilde y menos orgulloso. Desde entonces vivieron aún más felices aceptándose unos
a otros, como habían hecho siempre, sin importar su apariencia física.

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