Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

BsAs Efimera Liernur

Descargar como pdf
Descargar como pdf
Está en la página 1de 19
Estudios Sociales N® 2 (ler Semestre 1992) UNA CIUDAD EFIMERA Consideraciones sobre las caracteristicas materiales de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX PANCHO LIERNUR * construir ferrocarriles en un pats bérbaro, sin los recursos deuna cultura esmerada, haciendo mal las cosas pero de ripidos resultados para hacerlas mejor cuandonoesté uno de prisa.” Sarmiento, El camino del Lacio, 1879. “Y eso da una impresién de cosa provisional, de comercio instilado allf al azar, como acampado...” Huret, De Buenos Altres al Gran Chaco, 1911. Contamos con unas pocas representaciones para pensar la aa Aires, en la sey suitad del x Jnadeellas remite a la ), la ciudad : cones la ily su fuerte, sv rio. Asociamos la otra a las ilustracienes del 1a Avenida de Mayo, Jo conventillos, ¢} Colin, los faroles, el puerto, el emprediado,(2 i crus }gunos habria existido entre eens Taylor, del Colén de Pellegrini, del Club del Progreso y los primeros _inmigrantes apitiados en las viejas casonas de San Telmo. Las tes tienen en comin un ambiente sdlido y de cierta coherencia, Sin embargo, sea porque se consideren los trabajos que muestran grandes oscilaciones en los movimientos migratorios; 0 aquellos que sefalan la inestabilidad ocupacional y Jos continuos desplazamicntos y cambios en la producciény3) 0 és simplemente porque se lo piense desde el sculido comin; sorprende que nunca se haya labajado con una hipétesis menos “definitiva” de !a imagen urbana. Es razonable pensar que durante su vertigineso crecimiento Buenos Aires tuviera mas aspecto de “Far West” que de chato pueblo colonial o de iuminosa metrépolis europea. tuto de Arte Americano, Universidad Nacional de Buenos Aires. 103 PANCHO LIERNUR Quiero decir que Buenos Aires debié ser en esos afios mucho més americana, més modernamente americana y con cllo no formalizada y cadtica, de lo que estamos habituados a imaginar. Sin negar la formacién paralela de la “metrdpolis moderna”, s6lida, de] Centenario, el objeto de este trabajo es revelar el estrato efimero subyacente a esa “metrépolis”, estrato que configuré en su momento una considerable porcién del artefacto urbano aunque no dejé las buellas en el papel de los proyectos, ni en los muros adorados que hoy nos impresionan, Quizas por eso no la vimos.(4) O qui2ds porque hasta hace pocos afios estuvimos instalados en el Centro, muy cerca de! P: alli mos mirado sélo unos monumentos siempre sélidos. i y comic: actos, 108 flecos, las flojedades. Pero también debié ser nuestra forma descleccionar y leer los documentos Ia que fue volviéndola invisible. La “ciudad efimera” se registra en los censos, como comprobare- mos en seguida, rs esta es una huella demasiado tenue, no decisiva aa este objeto: En las fotografias y los daguerrotipos cx cambio, el espectro se reconoce, con las mismas formas borrosas y lejanas de la escena clave de “Blow up”. Hemos aceptado con suenunciado central de logros (Ia casa,el tea'ro, el monumento, el parque) a las imagenes que aquellos fotégrafos lanzaron hacia cl futuro como los testimonios del Progreso. Sin embargo, basta mirarsus rasgos secundarios, transformarel fondo en figura, para advertir alli donde la voluntad de representacién se descuida, Ia clocuencia de esas buellas de Ia fugacidad. 1c Examinemos una fotografia muy conocida. Se trata de la que Hleva el mimero 196 del Album de vistas, tipos y costumbres del Buenos Aires Antiguo de la casa Witcomb.(5) Su protagonists es el borde sobre el rio en la zona central de la ciudad, El plano est dividido en forma horizontal; la mitad superior es blanca y corresponde al cielo, la inferior, oscura, est4 ocupada por el rio. En la angosta franja con edificios que atraviesa de lado a lado cl centro de la imagen, sf menos un quinto corresponde a una obra de gran importancia institucional y arquitectonica: la cit Pero, qué otras cosas podemos ver recorriendo de Norte a Sur con una lupa el paisaje que sirve de “fondo” a esas figuras principales? Comenzamos con una casa de dos plantas, seguramente sobre Pasco de Julio, debajo de la cual unos arcos ocupan un plano algo mas avanzado. En la misma direccién éstos prosiguen por debajo de un edificio identificado como “café/restaurante”, quizés de madera. Detrés, por encima de este 104 Una ciudad efimera. Gltimo y sobre alguna terraza se distingus una construcci6n indudablemente de lata con un cartel que anuncia una “Hojalateria”. Siguendo bacia el sur bay una casilla prefabri- cada del ferrocarri} en ei mismo nivel y ¢l mismo plano que los arcos, por delante de unas pocas casas bajas, y mas al oeste del “Hotel del faro”. Vienen luego tres edificios bajos de albaiileria, y el “Hotel del Globo”, que se recorta sobre la silucta de la cipula dela catedral. Pegado a ellos bay un grupo de construcciones precarias, probablemente casillas y depésitos, a los que siguen varios edificios de poca altura, uno de ellos con torreén, ydetris el Teatro Colén. Desde las construcciones precarias hacia la izquierda, ocupa un buen tramo el primer plano de la Estacion Central, prefabricada en chapa y madera. Sobrelas vias, entre la Estaci6n y la costa se ven varios vagones y otra casilla prefabricada de madera. Inician en seguida !as formas del Correo con fondo de las de la Casa Rosada, a las que sigue la Aduana Nueva, La altima construccién sobre la izquierda es el muelle de madera. Podriamos co:pletar la observaci6n con dos operaciones, Una consiste en imaginar Jo que el hemiciclo de la Aduana Nueva oculta (foto 197 de] Album): el barracén de la Estacién Venezuela y las casuchas que fa rodean, el precario viaducto de San Telmo y mis atrés e1 corralén de maderas de Tomas Dreysdale. Otra es continuar nuestro giro hasta los 360 grados para comprobar que como observadores estamos instalados en el extremo del muelie de pasajeros, una importante construccién de madera que desapare- ceri pocos afios después. Qué nos dicen acerca de esta “ciudad efimera” los grandes relatos sobre Buenos Aires? No la registran, pero tampoco la niegan, Sise obscrvan las imigenes que acompaiian a esos trabajos, la “ciudad efimera” suele estar muchas veces frente a nuestros ojos. Cuando leentos los textos no se le reconoce una entidad sustantiva, y si esto ocurre se trata de una presencia furtiva. Scobie, por ejemplo, la ba insinuado apenas.(6) Quizas porque, proc ah eee cadc TEINS oaaD | Chen ss trabajo saltea la ciudad del campamento. Se refiere en detalle al barrio en tomo a las Plazas de Mayo y Victoria, a jo en el censo de 1869, pero no alude a las caracteristicas constructi ieaaiie Cuando describe un “paseo por la ciudad” pasa de la Plaza Coastitucién, por la calle Lima, basta la calle Victoria diciendo: “después de un viaje de diez cuadras se Negaba a Plaza Monserrat. La ruta awravesaba dos parroquias, la de Concepcién y la de Monserrat (..).Agu las casas y calles parecian més rrecueniemente, sin embargo, varias familias compartian una casa grande, de uno o dos pisos, dividida en departamentos de dos 0 treshabitaciones que daba a corredores 0 patios”. Lego de describit las caracteristicas sociales del barrio, Scobie prosigue con un salto brusco; “Desde la Plaza de Monserrat, (escribe) una breve caminaia por ia calle Lima desembocaba en la caile Victoria PANCHO LIERNUR Nada de Jo dicho es erréneo. Sin embargo, si en ese imaginario paseo en algin momento de Ia década del setenta, alguien hubicra llamado la atencién del gran historiador norteamericano acerca de las particulares caractesisticas materiales de muchas de Jas strucciones frente a las 3 pasaba, y si ler se_hubiera tenido ‘ghage dale per comsteldar.enalballlerts, podria haberse formulado una represen- tacion algo diversa de la ciudad, indicio a su vez para otras lecturas de su historia. Veamos. Toda la manzana al oeste de la Plaza Conslitucién, la bordeada por Santiago del Estero, Pavén, Salta y la actual Constitucién, estaba formada por barracas y easillas precarias; y de los dos terrenos en que estaba dividido el frente de la calle Constitucién sobre la misma plaza, uno cra un baldio y ¢l otro estaba apenas ocupado también por construcciones de madera. Caminando por Lima hacia Victoria, en la esquina noroeste del cruce con Cochabamba habia tres construccioncs de! tipo que estamos describiendo: dos conventillos, parcialmente de madera, de 12 habitaciones cada uno; y una mezcla de enorme barracén con cuatro babitaciones, totalmente de madera, En la manzana siguiente, casi llegando a Comercio, sobre la mano izquierda, se levantaba otra construccién de madera, y ena esquina estaba el gran galp6n de chapa donde Luis Martinez Otamendi tenia un “molino de aserrar”. Entre Comercio y Europa s6lo se vefan construcciones de albafileria, pero Hegando a Estados Unidos se volvia a encontrar ofro gran conventillo de madera y en la esquina un baldio, como lo era todo el terreno que se extendia sobre el frente de la calle hasta Independencia. Pasando el Mercado remataba la cuadra siguiente un conventillo de madera de 10 habitaciones. Seguian, entre Salta y Méjico, casi llegando a esta Giltima, dos conventillos precarios, uno de 18 habitaciones, y otro sobre Méjico, en la vereda de enfrente, parcialmente completado del mismo moda en los fondos; habia también una caballeriza, en parte de madera, tres predios mas adelante. En ls proxima cuadra continuando bacia el Norte se /Liegados asia la Plaza de Monserrat se hubiera advertido que habia frente acl ni calle Lima, dos terrenos ocupados casi totalmente poi , uno de los cuales, de casi un cuarto de manzana craw de 24 habitaciones “con barraca”. Abi només, en Santiago del Estero y Salta, podia verse un conventillo “de chapa”, con 32 habitaciones propiedad de los Lands. Siguiendo por Lima, habia también un galpén de chapaen mediode la manzana; y enfrente, ocupando casi media cuadra, un enorme patio bordeado de tinglados de madera que albergaban 18 habitaciones. Otro galpén de chapa cubria el segundo terreno pasando Victoria, y podia culminarse la caminata visitando sobre Victoria o sobre Rivadavia cualquiera de los conventillos precarios que babja en cada una Descartando los “pueblos” periféricos, y las zonas bajas ¢ inundables, y teniendo en cuenta como hemos dicho que cierto tipo de construcciones no debieron siquiera ser registradas, puede pensarse que las condiciones eran similares en otras zonas de la 106 Una ciudad efimera. ciudad. Enel norte, por ejemplo, en el sector }imitado por Juncal, Callao, Cordoba y Uruguay Ja relaci6n catre construcciones precarias y de slbaiiileria se daba del siguiente modo, diferenciéndola por precintos: Juncal, Uruguay, Arenales, Libertad: 11/57; Santa Fe, Montevideo, Juncal, Uruguay: 13/32; Cérdoba, Montevideo, Santa Fe, Uruguay: 52/ 173; Cérdoba, Montevideo, Santa Fe, Callao: 42/102; Arenales, Montevideo, Callao, Juneal: 16/40. Ea el sur, en San Telmio, la incidencia era menor, pero igualmente relevante: 15/46 en la manzana de Garay, Perti, Caseros y Chacabuco, por ejemplo. en este caso esa earacteristica puede entenderse tras ciudades argentinas y americanas de este riodo).(7) Es que lo efimero, lo tragjtorio de las construciones porteiias GIBB paces Caprese no sa EEE 80 ou nse generalizada, c] estadio anterior al de un proyecto consolidado, un tiempo sin utopia compartida. Moderno por aiadidura, puesto que no era precisamente “sachlich”, pommente objetivo, “amerikanismis” absolvo cs QDs vc se quitabs impudorosamente todos los ropajes de la “Cultura” del mismo modo en que lo estaban haciendo al mismo tiempo y para escindalo de “Europa” los americanos del otro hemisferio? El tiempo de lo efimero es el de una suerte de presente absoluto: apto para despegarse del pasado cuando no interesaba sujetarse a las formas, a los proyectos y al futuro. Estas construcciones expresan distintas formas de manifestarse de esas afirmaciones de puro presente: las que se jugaban todo a una racha momenténea; las que se sabjanen una estacién de pa i como un rasgo ja, pero también porque tenia muchos otros elementos, com o por integrar un proyecto mas complejo. A pesar de eso, auchos de sus rasgos se corresponden con el caracter de campamento provisional. jendo que dard lugar a la Si lueve las calles son un barrial; si no lueve son irrespirables. En el verano de aquel aio el cronista cuenta: “ayer a las seis y media dela tarde la ciudad quedé enmuelia en una tormenta de arena y polvo, oscureciéndose totalmente ia luz del dia”.<8)Y se queja inversamente con la llegads del otofio: “Pobre Buenos Aires!!!No basta el terrible azote de la epidemia! (...) Las fuertes y continuas Muvias han inundado por tercera ver las casas inmediatas a los desagiies”. 107 PANCHO LIERNUR, Dieciséis afios después de Caseros, William Hadfield (9)sefiala que “las regulaciones municipales de ia ciudad son muy deficientes”, preocupado por la falta de instalaciones cloacales. ¥ veinte afios més tarde, otro viajero (10) también considera que “Buenos Aires Serd seguramente una ciudad estupenda; pero falian todavia ocho o diez aftos antes de que esto ocurra y mientras tanto la ciudad actual es como un esbozo transitorio, sin atractivo, incompleta”. ‘Ademés de haceslo con el espacio piiblico, la precariedad caracteriza también a las distintas construcciones urbanas. Nos referiremos en particular a Jas destinadas a vivienda, instalaciones productivas y transportes. No abordaremos aqui por razones de espacio, otras funciones como los edificios para el tiempo libre, Ins escuelas y las instalaciones para la salud. Todas tienenen coménel albergarse en estos tiempos en unos contenedores multiuso, galpones y barracas “‘sin cualidad”, en un estadio previo a las, formas especializadas yestables queasumiranen las décadas siguientes. También deben considerarse aparte los monumentos y las casas de la élite. Tv. Aparentemente las primeras propuesias de viviendas “transitorias” para sectores carenciados -villas de emergencia?- consideradas por alguna institucién, en este caso estatal, tienen lugar con motivo de la epidemia de fiebre amarilla. Uno de los proyectos presentados a la Municipalidad,(11) el del ingeniero Alfredo Abelo, consideraba una alternativa enteramente en madera. En é1 se ubicaban 12 “casas para obreros” para 4 familias cada una, rodcadas de jardines con arboles “contra las measmas”. Empeiiado en conseguir bajos costos y un “buen interés” de la operacién, Abelo comparaba formas distintas de constnuir, en planta baja o alta, de madera o mixta, resultindole mis econémicas por unidad las construcciones altas. En cuanto a los materiales optaba por el ladrillo: “Se rendrd también casas més durables (decia), sujetas @ menos reparaciones, y la economia de las mismas reparaciones compensa el aumento del gasto primero”. Pero su proyecto no se construyé, porque al Municipio no le interesaba la “durabilidad” sino Ia velocidad de las respuestas: en tres dias estuvieron “completa- mente lisias 12 habitaciones” de madera construidas en San Vicente para evacuados de la Capital.12)Una comisién creada especialmente provey6 enseguida “algunascasas de madera, y pronto (quedaron) concluidas dieciséis de cuatro habitaciones cada una”. Generalizando esta solucién precaria, el Ministro de Gobierno ordené que se construyeran al menos otros _cuarenta_ de estos barracon in este caso ¢] Ministro Eduardo Wilde resolvié la urgente contratacién de construcciones transitorias para las personas “que sea necesario expulsar de los conventillos por razones de salud piblica”.«13) Y finalmente se Mevé a cabo la oferta presentada por la empresa Sackman y Qcampo.(14) En ocho dias se 108 Una ciudad efimera. montaron 40 casillas de 10x20 mis.,divididas en piezas de 5x4 mits. cada una, con techos de chapas, paredes de pino y pisos de madera, El conjunto, que conté también con una casilla para enfermeria, de 8x20 mis. con cuatro piezas y un salén, estaba en condiciones de albergar a unas 1200 personas, a razén de 30 por casilla, con un promedio de 3,7 por euarto. En enero del aito siguiente se inicié otra gran construccién de este tipo para los 1 “Hotel Provisorio para el Asilo de Inmigramtes”,(is)un enorme pese a que estas instalaciones precarias comenzaron a reglamentarse desde junio de 1871. La ciudad debié proporcionar cobijo a mis de cien mil habitantes muevos en poco mis de cinco affos, duplicando su_nimero de habitantes (76.000 en 1852; 177.787 en 1869). Las viejas mansiones se ampliaron subdividiendo las habitaciones més grandes con tabiques, y agregando nuevas en los lugares libres de los fondos, los patios o la planta alta, Estos cuartos de madera y lata sobre las terrazas son los que vemios en las vicjas fotografias aun en el radio de Ia Plaza de Mayo y en muchas otras partes del casco viejo. RE CREED Seoode ys GRD establecfa condiciones dimensionales y condicionaba el material de pisos y muros portantes. Prohibia “el uso de tablas viejas en las piezas destinadas a ser habitadas en Jas nuevas construcciones”, pero no impedia su construccién precaria, ni climinaba las anteriormente edificadas con esas caracteristicas. edificando @ lacalle alios, con tirantitios y tablas de pino”.17)Todavia en 1889, segin Santiago Estrada, el “empresario de viviendas para pobres (...) construye las habitaciones de madera en la generalidad de los casos, de ladrillo y barro en las excepciones” (18) Si bien Jas actas municipales registran con frecuencia la construccién de sucuchos, éstos debieron ser generalmente clandestinos. Los inspectores denunciaban el 16 de agosto de 1887 su incapacidad de controlar el proceso pese a habérselo intentado limitar mediante una reglamentacién: “en muchos puntos de la Ciudad se continiian constru- yendo casillas de madera, la mayor parte de ellas en el interior de las casas sin que nos sea posible el poderlo evitar por el ctimulo de trabajo que pesa sobre nosotros y la extensin considerable que tenemos que recorrer” (19) Pese ala ordenanza del 21 de junio del ’86, muchos propietarios intentaron Jevantar nuevas construcciones, las que fueron denunciadas 4 su vez por otros vecinos (20) Cuando Huret describe los conventillos se refiere también a “esas casuchas (cuyo) piso superior se compone de una galeria de madera a cuyo alrededor se ve una serie de habitaciones” (21) Y unas condiciones similares dejan entrever relatos como En la 109 PANCHO LIERNUR sangre, donde Cambaceres describe el ambiente en que nace Genaro, el personaje central de Ia novela. En El conventillo Luis Pascarella describié asi a un constructor: “en Ja vecindad de Palermo posetaun corralén atestado de puertas viejas, ventanas retorcidas, pilas de tachos, baldosas, maderamen y cuanto trasto aparentemente imitil pescaba en los incendios 0 demoliciones de edificios. Sin embargo, él conocia sus virtudes; ese monién de cosas viejas y mal olientes, como el purrit resurexit de los escoldsticas, contenta ef germen del futuro organismo ciudadano, Sus repetidos triunfos habianle infundido el orgullo del vencedor, y (...) sus. maderas y tachos, transformados en parodias de casas avanzaban hacia la Pampa desierta (...)”.22) Los restantes modos precarios del habitar de los sectores populares podrian caracte- rizarsesegiin diferentes grados de precariedad como: nomadismo urbano, cvevas, casillas onsiceronnt "abel aod easton agin Consideramos a aquellos sin residencia fija de ningin tipo. Las ilustraciones de los magazines los muestran durante el dia usando la ciudad como espacio de trubajo ode ocio. La noche los obligaba a buscar algin refugio donde descansar, y en invierno no morir de frio, Para las Seitoras de San Vicente de Paul “es doloraso y tan infinitamente triste como un campo de batalla (la batallade la vida) después de la embriaguez épica del combate, el cuadro que ofrece esia gran ciudad en las primeras horas de la madrugada, Sosegada la bataliola de Ia salida de los teatros, es de ver ese hacinamiento de cuerpos rendidos por el sucho, tirados por Jos huecos de las puertas, en los atrios de los templos, y en los porticos de los edificios piiblicos” (23) A principios de los °90, Child observaba que “el Paseo de Julio, aunque muy bien trazado, esté compleumente abandonado a esas lacras sociales que los argentinos Haman “atorrantes’, extranjeros a los que les falt6 el toque dela dama Fortuna y que de caida en catda han ilegado a ese punto en el que se aprende a vivir sin dinero, sin domicilio y casi sin ropas” (24) Segin Fray Mocho a estos albergues habia que agregar una suerte de hoteles de paso, que brindaban un sitio para pasar la noche por unas pocas monedas. Uno de ellos era el Café de Cassouleten Viamonte(antes Temple) y Suipacha: “Tarde en la noche, cuando el café se cerraba, decenas de desgraciados sin hogar (...) por dos pesos de los antiguos enconiraban un iechoy una tabla para dormir, y por uno, lo primero yel duro suelo de los patios y pasilios” (25) Las Memorias... también describen durante la década det noventa otros tugurios (26) que alojan “segién el dinero con que cuentan a los desgra~ ciados que vagan sin hogar 0 a aquellos que legalmente no pueden habitar en parte alguna”. Podemos Mamar “cuevas urbanas” a aquellos cobijos encontrados 0 adaptados para obtener algin reparo, que se ocupaban por un periodo relativamente prolongado, Los “cajios” eran una de sus modalidades: Gutiérrez y Gonzilez se han referido a una parte de los vagabundos que “solian pernoctar en un depdsito costero, dentro de tbos destinados a derivar las aguas al rio” (27) 110 Una ciudad efimera. Pero encontramos otros ¢ inesperados tipos de “cuevas”. Algunas aprovechaban la moldeabilidad de la barranca del rio,(28) cuya costa era un habitat vital para los mas pobres. Un “atorrante” de Fray Mocho recuerda que “siempre sehallaba entre la resaca un sébala asonsao, una boga con la jeta rota 0 unbagre atorao con elanzuelo, Y aura? (se pregunta) vaya unoa dar con el rio! ... lo han ido reculando, reculando ... hasta et diablo!!” 429) En otros casos se transformaba en refugio precario cualquier espacio minimo que nadie reclamara, como lo hace el “ermitano del ombG”,(30) habitando en los huécos de un drbol; 0“Carlin Carlucho”, dentro de una caja en la barranca de Retiro,(31) o el“atorrante de Palermo”, que vivia en una especie de igi armado con desechos. Las “cuevas” parecen haber sido el refugio de los que buscaban un aislamiento total del resto de la sociedad, descartando incluso las “bandas” que el nomadismo permitia y estimulaba, Las “casillas improvisadas” debieron constituir el abrigo de los que vivian en las cercanias 0 en Jos mismos basurales, buscando entre los desperdicios elementos para vender o aprovechar de diversas formas. A diferencia de la soledad de Jas “cucvas” o las “bandas” del nomiadismo, en las casillas se advierte Ia existencia de familias. Huret describe el “Barrio de las Ranas” en la quenia de basuras: “No se ven allf mds que casas construidas con hojalata, cuyas paredes, tejados, puertas y columnas resplandecen al sol. El trust del Standard Oil, (..) ha proporcionado casi todos los materiales. (...) Cortando ta hojalata y clavéndola de cierta manera, han festoneado revestimientos y or- namentaciones para los arcos de alhambras moras, cortado a fuerza de cizalla, columnas y frontones para palacios greco-romanos y recortandoen encajes y blonds, las cajas de azicar de Tucumén, para rosetones de capillas géticas!t...”.(32) Los “ranchos” abundaban en la ciudad a comicnzos del periodo analizado. Tanto en el catastro de Beare como en cl Departamento Topografico de la Provincia es dificil distinguirlos de las construcciones preearias de madera, En realidad, la designacién es lo suficientemente genérica como para admitir como tales desde una construccién en ruinas has! i ui isadas”, is (33) donde con el mismo fin puede usarse aia, paja, ramas y, de mediar una cierta cercania de un centro urbano, los residuas del mismo, El tenn ha sido escasamente estudiado para el caso de la ciudad de Buenos Aires, a lo que se agrega una muy escasa documentacién y la paulatina desaparicién del tipo como formula verndcula frente al avance de la modernizacién. Las casillas “industrializadas” constituyeron en cambio la modalidad de habitacion precaria mas difundida ¢ importante. La denominacién obedece a que empleabanen su sonstruccién materiales producidos por Is industria, con éste u otros fines. Normialmente estos materiales debian seradquiridos enel circuito comercial, de modo que la propiedad deestas viviendas suponfa una cierta eapacidad de ahorro. Su condicién “precaria” se liga a varios factores. El primero es el costo relativamente reducido de la construccién més elemental, vale ant PANCHO LIERNUR decir aquella con los requerimientos mas bajos de confort: un tinico ambiente habitable capaz de proteger al menos de! agua y los ladrones a personas y enseres, diafragma entre el espacio piiblico y el mundo fntimo. El segundo es la rapidez del armado: una construccién en seco de este tipo podia realizarse en pocas horas, mientras las construcciones himedas requerian varios dias de secado. El tercero es la movilidad posible en raz6n de las caracteristicas desmontables del sistema constructivo y desu bajo peso relativo, y se vincula al costo de los terrenos y a las oscilacioncs en las fuentes de trabajo. Probablemente el primer y mas importante asentamiento de este tipo de viviendas fue el barrio de La Boca.34) Es sabido que su existencia se liga a la de los astilleros de la Vuelta de Rocha desde los primeros aitos del siglo XIX. Segiin Guevara, “las primeras (viviendas) de que se habia en escritos de la época con cierta precisién son de 1848, de madera, sobre pilotes Y con escaleras externas (British Packet; relato de visita de Manuclita). Hacia 1862 los ‘grabodos las muestran construidas integramente de madera (Dulin)” (35) Es a partir del *80 cuando debié comenzar a emplearse también la chapa, lo que se registra recién en el censo de 1896. En general las casillas de este tipo se construian en terrenos bajos, los que por ser inundables y carecer de todo tipo de servicios eran Jos més baratos. Estas zonas abundaban en la geografia de Buenos Aires y coincidian, hasta la electrificacién, avanzado el siglo XX, con la localizacién de las industrias, las que requerian importantes voliimenes de agua como fuente de energia, y empleaban los cauces como redes de transporte. El Maldonado, ¢l Riachuelo, toda la costa del Rio de la Plata, pero también Jos numerosos arroyos que atraviesan la actual regién metropolitana ofrecian este tipo de terrenos. Estas casillas se construfan enterrando cuatro postes de quebracho, dejindolos de una altura suficiente como para evitar inundaciones, ala espera de ir rellenando el terreno poce a poco con tierra o con desechos.(36) Sobre éstos se apoyaban las gruesas vigas sobre Jas que se montarian Jos tablones del piso. Los parantes de dngulo de los muros externos se abulonaban a los postes; pudiendo armarse cl entramado de madera de pino que sosteadria las chapas de] paramento externo mientras dos de los planes que definirian el cubo se encontraban afin en posici6n horizontal. Tirando luego de Jos extremos podian Jevantarse ambos muros, trabandose momenténeamente para fabricar los dos restantes. El techo se armaba luego, una vez fijados los cuatro lados verticales. Este sistema sencillo permitia albergara la unidad doméstica mudando rapidamente enun fin de semana los pocos enseres desde el cuarto del conventillo, agregando luego otros cuartos y terminando los paramentos interiores con un revestimiento de madera que mejorara Ja in térmica. Como dijimos, el sistema permitia también su traslado, tanto en el caso de localizarse abusivamente como cuando se asentaban en terrenos alquilados. Estos movimientos se producian por motivos diversos, pero més fre- cuentemente obedeciendo a la ya mencionada variacién en la demanda de mano de obra. 112 Una ciudad efimera. Para obtener precisiones mayores hemos estudiado un pequeio sector con las caracteristicas ya sefialadas, en las cercanias del Riachuelo, en las vecindades de lo que fue el “Barrio de las Ranas”. El 4rea esta limitada al norte por el Parque de los Patricios, al este por ln Av. Saenz, al este por los terrenos que pertenecieron a la Compafia Primitiva de Gas, y alsur por las vias del Ferrocarril Provincial. Aunque poseemos datos séloa partirde 1917 es posible comprobar|a existencia de un estrato “precario”, anterior a la consolidacién de las viviendas de material en la década del 20. Las casillas se implantan en predios legalmente adquiridos o invadiendo tierras fiscales o privadas. En el primer caso se construian de madera y contaban con dos habilaciones de 4m x 4m o 3m x Sm con galeria exterior y un retrete de albaiiileria en los fondos. Se las separaba de la medianera dejando un espacio posiblemente para el cerco ‘© muro que vendria después, en previsién contra la propagacién de incendios en el predio vecino; 0 bien para conservar su movilidad (37) Con el tiempo, en algunos casos la casilla se elimina para proceder a construir la nueva vivienda “de material”. Lo més frecuente es que ésta se integre a la edificacin posterior, la que se realiza hacia el frente.(38) En 1904 Cristébal Sur registraba el mas alto porcentaje de viviendas de “fierro y zine” de la ciudad, y uno de los mayores de construcciones en materiales precarios.(39) Por el plano topogrifico de 1904 puede inferirse que la mayor parte de estas constnucciones se localizaban en el sector bajo que nos ocupa. También confirma el Censo que los mayores porcentajes de casillas de estos materiales estaban situadas en las circunscripciones mas inundables (1,2,3,4,15,16 y 17). La Boca tenia 1242.de madera y 1 de chapa sobre un total de 3241; San Cristébal 540 de madera y 100 de chapa sobre 3736. Aun suponiendo que no todas las casillas se localizaran en los terrenos bajos que nosotros estudiamos, en cl Plano topografico no se registra un niimero tan considerable de unidades como las que registra el Censo. De manera que podemos inferir que al menos unsector de la zona que estudiamos constituia una suerte de “tierra de nadie” ocupada por este tipo de construcciones precarias.(40) ‘También Jos planos de OSN, aunque posteriores, dan cuenta de “casas existentes” de madera. En cuantoa la movilidad, distintas fuentes documentales completan la tradicién oral: ilustraciones en los magazines, solicitudes de transporte, relatos literarios.(41) Los desplazamientos eran a veces impuestos por el Municipio con el objetivo de regularizar Jo tsaza de la ciudad (42)En algunos casos esto ocurtia por iniciativa de otros vecinos,(43) en otras ocasiones, la administraciéa actuaba por su iniciativa, aunque 10 siempre con absoluta certidumbre, Pero lo que parece haber sido mas comin es que por distintos motivos solicitara el raslado el propio interesado.(44) Hemios dicho que, al menos en el 4rea que estudiamos, la implantacién de estas casillas en lotes esta, en muchos casos, regularmente regisirada, pero esta legitimidad no se contradice con fa movilidad, babida cuenta de que niuchos de los lotes no se 113 PANCHO LIERNUR adquirian en propicdad sino eu alquites De todos modos es més probable que te mavilidad caravterizara la seguada forma de localizacién de las casillas, por invasion de terrenos fisvales 0 privases Jorge Sabato ha proporcionado una interpretacién del comportamiento de [a clase dominante argentina en relacién con !a industria que se corresponds con la notable piccariedad que se detecta cn los aiibitos de fa produecién. Pars Sabate “a dif de otros paises, en los que el sector industrial habia constitutdo lu ac lider (...) del desarrollo capitalisia, enArgentina esel sector agropec:ia impulsa la transformacién sino, ademd: economia se encontraré sometida a cont queen un pais ene capitalista” (45) Un parque industrial mayoritasiamente improvisado, sin grandes javersiones Bijas en Ja edilicia fabril propiamente dicha debié ser consecuencia de (ales “comtingeacias y nesgos”, En ciertas ramas de la produccién, funds mentales en Buenos Aires ene] periedo que analizamos, la precariedad de instalaciones podria considerarse casi constitutiva, Se trata de las curliembres y saladeros, los aserraderos y las fabbrivas de ladvitios, El primer grupo se liga a la actividad del matadero, cuyos amtecedentes son, es sabido, un conjunto de construcciones precarias y cuya continuacion, en los Nuevos Mataderas del Sur edificados en la década del setenta, configura uno de tos pocas ejemplos de “Proyecto” industrial en (érminos edilicios. Pese a su néimero y a Ia importancia relativa de su produccién, las curtiembres se organizaban en forma muy elemental, Lar de tipo niediano constaban de “una serie de piletas al aire libre, para banar cueres, un pixo de piedra para el upoyo de fos cabalietes, y sélo un pequeno sector techado precurtamente con chapa, en donde se ubicaba fa mesa de mérmol para extender cueros” (46) ¥ no eran muy distintas las de mayer ‘aiaiio, camo el caso de Jaime Roca con “espacios abiertos con limites poco definidos que no intentan ocultar fa actividad; espacios provisorios (s.2.), que posibilitan una répida movitidad territorial y que al mismo tiempo evitan dejar marcas permanenies en el territoria” (47) ‘La construccién de esta “civdad efimera’”a que nos estamos refiriendo debi6 suponer una importancia relativa de la industria msderera mucho mayor que la que esta «uisma industria representa en Ja actualidad, y especialmente si a ello se sumaiy las actividades deconstrucciéa naval yde carruajes. Tampoco estas industrias requerian de instalaciones fijas importantes. Silvestri sostiene que “las aserraderos no eran mucho més, por entonces, que un predio recintado y algiin gaipdn”, y exliende cl empleo de estas inslalaciones rencia vidad econdmica iono vdloel que el que fa tiomina”, por lo cual “toda ja ingenclas y resgos compurativasne nce que la industria es la actividad promotora del crecimiento 14 Una ciudad efimera. clementales a jabonerias, velerias y fabricas de aceites; y, al menos para el area sur de la ciudad, estima que casi todas las industrins de este periodo “salvo excepciones necesitan un desarrollo técnico importante y, en consecuencia, tampoco instalaciones especiales; la mayoria se desarrolla en espacios semiabiertos, sin formalizacién especial, en precarios galpones, en bloques inespecificos”. En cuanto a los hornos de ladrillos, constituyen en cierto modo una paradoja. Sin canieras cercanas, para pasar de este estado “provisorio” a un estado en cierto modo “definitivo”, la ciudad debia extracr los materiales s6lidos de su propio suelo: de ladrillo, se sabe, se consiruyé Buenos Aires. Fabricarlos era para. muchos (como Miguel Navarro Viola en el sector que estudiamos) un doble negocio: por un lado proporcionaba el material basico de las construcciones, y por otro constituia una forma rentable de nivelacién de los terrenos. La paradoja consiste en que las fabricas de esos ladrillos que irian reemplazando a la “ciudad cfimera”, fueron simulténeamente una parte sustantiva de esa ciudad. Segiin Silvestri esta actividad “no produce ninguna formalizacién arquitecténica ya que probablememte no Inbiera instalaciones mds precarias y provi- sorias que ésias”. [Fue determinante esta modalidad de transformacién y ocupacién de los terrenos, de la geografia preexistente, en el impulsoa las construeciones de albanileria, y con ello enla reclusi6ny elabandono paulalinoy finalmente total de jas construcciones dechapa y madera? Es indicative el debate que protagonizaron en ¢! Concejo Deliberante los coneejales Pellegrini y Dupont en 188743) en un momento de “ofensiva” contra las edificaciones de madera. El segundo impulsaba la prohibicién de “levantar 0 construir edificios y cuartos de madera deriro del perimeiro formado por las cailes Entre Rios, Callao, Caseros y Brasil y los Paseos Cotén y de Julio, y las Avenidas Alvear y Ministro Inglés”, que finalmente se acord6. Por su parte Pellegrini denunciaba ese intento como “un ataque directo al derecho privado, a la higiene, al progreso y adelanto de las ciudades civilizadas”, argumentando que asi se implantaria un “principio proteccio- nisia, puesto que se resiringe el derecho de una industria libre cual es, las de ias construcciones de madera, atentando como es natural, contra los intereses de los Su argumento se apoyaba en “varias correspondencias cientificas, (y en) la opinion de personas de reconocida competenciaen materia de higiene, que aconsejan en Europa las construcciones de madera, ya sean para establecimiemos piiblicos, hospixales, asilos, etc., 0 bien par habitaciones purticulares”; y recuerda que “existen ciudades enteras construidas de esta materia, siendo tanto o més higiénicas que a mamposteria”. Dupont respondié que el uso de la madera en inctalaciones sanitarias provisorias se debia a que “pasada fa caresa 91 da por el desarrolio de alguna epiieria, se destruyen inmediaiamente por medio del fuego, las que lo son de tive su inslaluctOn que siempre es origin 1s PANCHO LIERNUR reduciéndose a cenizas”. “Las construcciones de madera que se hacen actualmente en la Capital (concluyé), no sélo resienten (a estética sino que le dan el aspecto de una aldea”. El mismo estado “provisorio” o “precario” parece haber sido frecuente en otros tipos de establecimientos industriales.(49) Los establecimientos de Nocl, por ejemplo, ubicados en sus contienzos en unas construcciones bajas urbanas, tuvieron una primera expansion mediante la construecién de oficinas de madera y chapa sobre la misma terraza del primer edificio. Todavia en 1906 las instalaciones industriales no daban cuenta de una convincente apuesta a la continuidad. En un éibum sobre las industrias italianas en la Argentina pueden verse fabricas textiles como Ja de la “Sociedad Italo-Americana”; de alimentos como Maletti, Loretti, Bassi (Godet), Genoud-Benvenutto-Martelli; quimicas como Colonelli; metalirgica como Merlini; edificadas en su mayor parte de! modo que hemos indicado. También los primeros frigorificos se construyeron de manera provisoria, como es el caso de] Swift o ¢] de La Negra en e! que todavia en 1923 se ulilizaban las primitivas instalaciones de madera y chapa. Como los galpones para especticulos a que hemos aludido, som también barracas multiuso las que parccen haber constituido las primeras formas de las instalaciones industriales. “En la calle Belgrano 452 existe una fabrica de licores, (..) El mismo establecimiento es corralén, caballeriza y casa de inquilinato” «50) sefala la crénica a comienzos de la década de! sctenta. En la década de! ochenta, estos galpones sc localizan no sélo en el sur sino también en zonas centrales de la ciudad mezclandose con viviendas¢ instalaciones comerciales “consolidadas”. Puede verse esta cadtica superposicién en zonas “Iejanas” como el actual barrio Norte, pero también a Ja Vuelta de la Plaza de Mayo, sobre Ia calle San Martin, y por supuesto esta es la caracterfstica principal en zonas com los alrededores de Ia Plaza de Miserere, y en los barrios populares en formacién. Es importante distinguir entre este lipo de instalaciones, construidas en forma Vi ies inversioncs, de los casos en que \aprenadiedades) st A esta dltima caracteristica responden las cabinas expansién del sistema telegrifico por todo el territorio nacional, aunque en la propia ciudad van siendo paulatinamente descartadas, como ocurre cuando la Sociedad Cooperativa Telefonica propone ubicarlas en Plaza Once y Plaza Miserere.(s1) Construcciones prefabricadas provisorias fueron empleadas en el puerto de Buenos Aires, integrando un sistema de repeticién. También como parte de un sistema de repeticién fueron pensadas y edificadas las estaciones y paradores de los primeros ferrocarriles, y sobre todo en la linea del Oeste. Para un curopeo como William Hadfield, sélo la condicién “americana” permitia explicar Ja ausencia de “decoro”, de voluntad estética, en una estacién terminal de 116 Una ciudad efimera. importancia. Hadfield no describe las barracas del Parque precisamente porque a fines de la década del sesenta ni siquera las juzga importantes, como silo era la cabecera del Ferrocarril Central en Rosario. “El principal objeto de mi visita agul (escribe) era por supuesto ver ef Ferrocarril CentralArgentino, y ciertamente, habitsado la imponente apariencia de Ias estaciones de trenes en Inglaterra, me impresioné fuertemente la tosquedad y el primitivismo (ready wildness) de la escena que se presentaba agul. Unos galpones de madera dispersos en un terreno abierto, bordeado por un lado por et lo, algunos vagones de carga y de pasajerosen los rieles, constituian ta terminal de una Itnea que se extiende 158 millas en el interior; pero todo esto era una instalacién provisoria (temporary) y dard lugar a una estacién permanente, actualmente en eonstruccibn...”.(52) Aiin veinte afios después, cuando inicia su viaje hacia la cordillera, en 1890, Child (53) también se sorprende ante la precariedad de las instalaciones portenas de la estacién terminal del Ferrocarril del Pacifico, una linea que unia los dos océanos (“un edificio de madera sin pretensién alguna”). Como en otros aspectos de la vida de la ciudad, el viajero francés interpreta esto como una actitud de cierta negligencia estética, “a la americana”, muy similara la que ha conocido en el norte del continente. Se seguia sin duda todavia el principio de Sarmiento. Si la primera estaciGndel Parque fue un modesto barracén de madera, tanibién Jo fueron luego las dos versiones de Ia estacién de Plaza Once y muchas de las estaciones menores. E igualmente precarias fueron hasta los comicnzos del siglo XX (y en el caso del Ferrocarril San Martin continfan siéndolu), las instalaciones de_las_estaciones terminales de Retiro. las opiniones sobre este edificio muestra las modificaciones operadas en Ja mentalidad sobre el valor yc] concepto de lo precario. En cl ’87 se celebré su incendio por haber librado a la ciudad de un espécimen edilicio excecrable, mientras que dieciséis afios antes, enel 71, se habia lesiejado Ia entrada a puerto del “Ticho Brahe”, el navio en que Hegaba “el edificio (que) serd aun més espléndido que ta Estacién del Parque”. Del lado sur de la misma casa de gobierno se encontraban como ya hemos visto, las instalaciones de la estacién Venezuela y las de los tranvias que de alli partian. VIL Sibienes cierto que detectamos a la “ciudad etimera” tramada con las de las ciudades sGlidas (los restos de Ia vieja aldes, ios atisbos de a metrépolis moderna), su presencia es suficientemente importante como para permitirnos comprendet que fue este ambiente mayoritariamente “provisorio”, ¢! que configuré c} marco urbano que debié habitar la “generaci6n del ’80" inientras sofiaba y estaba construyendo Ja ciudad del Centenario. Quizés por esa ley de dislepsia entre los fendmenos econdmico-politicos y los culturales, la “ciudad de la oligarquia” pareve mas bicn un producto del siglo XX, un resultado 117 NCHO LIERNUR péstumo sise quicre, por cuanto su esplendor se alcanzara luego de 1914, la fecha con- siderada por muchos como el momento de inflexién de! modelo originario. Sumidos en una realidad estructural inadecuads a la expansion de la poblacion y sus necesidades a comienzos del periodo, y en un gigantesco obradoren los tramos restanies, los porteiios de las iltimas décadas del siglo XIX parecen haber vivido més “cerca del Misissipi” y en un dmbito mucho mis desestructurado de lo que osteriores han transmitido las representaciones {en Cane como paradigma), senala quizas con la forma del deseo esta cercania de Jo real. El relevainiento de este pandemonium sugiere muchas preguntas cuyas respuestas se sittian fuera de este tipo de estudios. Algunas refieren a la permanente “emergencia” que parcee caracterizar las condiciones de vida de los mas pobres; otras a las ficciones que construyen la cultura de la élite. En referencia al paradigma urbano que en esa “ciudad” se cela, las respuestas afectan a Ia ciudad contemporanca, en la medida en que los urbanistas ban trabajado tradicionalmente hipétesis de recomposicion de una armonia, que de acuerdo a las representaciones histéricas alguna vez habria sido propia de Buenos Aires. De confirmarse las hipétesis de Aliata sobre la comipleja estructura urbana de la primera mitad del sigio XIX y las aqui presentadas en relacidn a la segunda, se refutaria esa represcniacién, y en consecuencia se haria necesario repensar el actual océano metropo- litano no como una patologia sino sélo como Ia expresién presente deuna historia general de Ia inestabilidad y el “desorden”’. NOTAS (1) Entiendo por “representaciones de la ciudad" a las imagenes que consiruimos de ella sobre la base de los 1estimonios con que eoniamos para un psriado determinade. Como le reconoce Rachelard, las reconsirucciones Ge los acontecimienios histéricos en tanto manifestaciones de |x memoria, ao pueden eludir ser imaginadas en un espacio y segin unas formas determinadas. Son este espacio y esias formas en sentido amplio lo que aqui Uvsignamas como “representaciones”. (2) Ala formacién de estastepresentacioneshan contribuide los irabajos publicados harta ahora sobre fa historia Ge la arquitectura de Buenos Aires durante ei perfodo, Un ejemplo e¢ la vota 14 del capitulo 4 del “Buenos Aires” de James Seobie, donde se citan como "re(erencias dies": BUSCHIAZZ0, M., La Arquitectura en le Repiblica Argentina, 1810-{930, Buenos Aires, 1966; GAZZANEO, J. y ESCARONE, M.,Arquiteciura dea revolucién industria’, Buenos Aires, 1966; |AA/FADU/UBA, La arquitectura de Buenos Aires 1850-1880, Buenos Aires, 1965; MARTINI J. y PENA, SM...a ornumentacion en la arquitectura de Buenas Aires, 2 volsmenes, Buenos Aires, 1966-67; ORTIZ, F-etal..La arquitecrara del liberalismo en la Argentina, Buenos Aires, 1968; 2 los que se agrega, MORALES, C.,""Estudio Topogrifica y edilicio de Ia ciudad de Buenos Aires”, en Censo General dela Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1909. (3) Clr ROCCHI, Fy JOHNS, M.,Capital industrial espacio urbano: BuenosAires durantee| auge del proceso agroexportador: Ponencia presentada en las jornadas “Buenos Aires Mederma. Historia y perspectiva urbana (1870-1948)", Instituto de Arte Americano e Investigaciones Psiéiieas "Mario J. Buschiazzo", Buenos Aires, mayo de 1990, 118

También podría gustarte