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García

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ESC. NORMAL NO. 3 DE NEZAHUALCÓYOTL.

LIC. EN EDUCACIÓN PRESSCOLAR.

ESTRATEGIAS DE TRABAJO DOCENTE.

GRUPO: 2-II.

HERRAMIENTAS PARA MEJORAR LAS PRÁCTICAS


DE EVALUACIÓN FORMATIVA EN LA ASIGNATURA
DE ESPAÑOL. GARCÍA MEDINA.

PROPÓSITO.
El presente libro está dirigido a docentes de primaria y a otros profesionales de la
educación interesados en mejorar las prácticas de evaluación formativa que realizan
en los salones de clase. La evaluación de los aprendizajes es una actividad que se
realiza constantemente en las aulas. Los docentes la llevan a cabo siguiendo
propósitos diversos; por ejemplo, la identificación de los aprendizajes alcanzados
por los alumnos, la verificación de la realización de lecturas o tareas, la asignación
de calificaciones bimestrales, entre otros. Las evaluaciones se hacen por medio de
diversos métodos o formatos: con preguntas orales dirigidas a todo el grupo, con
exámenes cortos al inicio de la jornada o exámenes más extensos aplicados
bimestralmente, o bien, mediante tareas o trabajos en clase. Se podría decir que la
evaluación de los aprendizajes es una tarea que no cesa para los docentes; de
hecho, algunos investigadores han afirmado que los profesores dedican cerca de un
tercio de su tiempo a actividades relacionadas con la evaluación de los
aprendizajes. Si bien la evaluación de aprendizajes se realiza continuamente en las
aulas, esta actividad no siempre está orientada a promover la mejora de los
aprendizajes de los alumnos y de las prácticas docentes. Ésta es una característica
distintiva de la evaluación formativa, que puede ser definida como un proceso en el
cual se recaban evidencias de los aprendizajes de los alumnos para fundamentar la
toma de decisiones en cuanto a las acciones por seguir para mejorar su
desempeño. En este proceso participan activamente los maestros y los propios
alumnos, quienes recuperan evidencias, las interpretan y las usan con el fin de
continuar y alcanzar los aprendizajes esperados. La importancia de la evaluación
formativa es tal, que algunos autores han afirmado que puede ser el eje de toda la
enseñanza, ya que a partir de ella se podría definir qué, cómo y cuándo se enseña.
En el currículo nacional actual se reconoce como un factor continuo y de gran
relevancia en la práctica docente que tiene la intención de ayudar a los niños y niñas
a lograr una formación integral, gracias a la cual puedan emplear los aprendizajes
desarrollados en las aulas en su cotidianeidad, logrando así el desarrollo de
competencias para la vida. Aunque la importancia de la evaluación formativa ha sido
reconocida tanto en el campo curricular como en el de la investigación educativa, los
resultados de algunos estudios dejan ver la necesidad de promover la mejora de las
prácticas de evaluación formativa de los docentes. Por ejemplo, el estudio realizado
por el INEE, La evaluación de los aprendizajes en el aula. Opiniones y prácticas de
docentes de primaria en México muestra que, aunque la mayoría de los docentes
afirman utilizar la evaluación desde una perspectiva de mejora del aprendizaje y de
la enseñanza (por ejemplo, para saber cómo apoyar a los alumnos, planear y
conducir sus clases, y sobre todo para identificar problemas en el aprovechamiento),
la principal herramienta usada es el examen y su aplicación ocurre con una
periodicidad bimestral. Estos resultados evidencian que el uso de esta herramienta
de evaluación está vinculado con el cumplimiento de la normatividad de asignación
de calificaciones a los alumnos, es decir, siguiendo un propósito sumativo.
JUSTIFICACIÓN.
Como parte del proceso de elaboración, los textos son revisados por un Comité
Técnico conformado por expertos y por un Comité Didáctico integrado por
profesores de educación básica que laboran en escuelas de diversos contextos;
estos últimos prueban los materiales en sus aulas y, con base en ello, hacen
consideraciones respecto de las fortalezas y debilidades de las propuestas, así
como sugerencias para enriquecerlas. Hoy, el INEE se enorgullece de ofrecer a los
maestros un nuevo título de la colección Materiales para Apoyar la Práctica
Educativa (MAPE), denominado Herramientas para mejorar las prácticas de
evaluación formativa en la asignatura de Español, que ofrece recursos para
reflexionar sobre las formas en que se evalúa y retroalimenta el aprendizaje de los
alumnos. El valor sustancial que tiene la evaluación en el proceso de aprendizaje es
que brinda información que permite desarrollar acciones para mantener y
aprovechar lo aprendido o para fortalecerlo y mejorarlo. Esta información es para el
docente, pero también para los propios alumnos e incluso, en el caso de la
educación básica, para las familias. Además de este valor objetivo, está el
relacionado con el impacto que las formas y los resultados de la evaluación tienen
en la percepción de los estudiantes sobre sus capacidades y sobre la pertinencia de
permanecer en la escuela. Asimismo, la manera en que se desarrolla la evaluación
del aprendizaje diagnostica el tipo de relación educativa que se está ofreciendo en
el aula, y en esa relación educativa se muestra a los estudiantes el desempeño que
se espera de ellos; es decir, además de dar información relevante sobre las
prácticas educativas, la evaluación también educa. A través del plan y los
programas de estudio, los recientes enfoques curriculares de educación básica
expresan que la evaluación debe tener un sentido formativo, respetar los procesos
de aprendizaje particulares de cada estudiante y priorizar el desarrollo de
competencias. Para aumentar los logros educativos y conseguir que los estudiantes
comprendan que las competencias comunicativas que les hemos prometido serán la
base para su vida, la evaluación es más importante de lo que creemos y tiene más
posibilidades de las que nuestra experiencia nos ha permitido ver; esta publicación
es una oportunidad para conocerlas.

CONTEXTO.
De manera habitual se menciona que la evaluación en el aula suele tener tres
momentos importantes: al inicio, durante el proceso de enseñanza y al final de un
periodo (SEP, 2011a). Además, solemos asociar cada momento con distintos
propósitos evaluativos; así, la evaluación de nuestros alumnos al inicio del ciclo
escolar o de un periodo solemos relacionarla con una evaluación diagnóstica, la que
se realiza durante el proceso con una evaluación que busca mejorar el aprendizaje
(evaluación formativa) y la que realizamos al final de un bloque es frecuente que la
asociemos con una evaluación sumativa. Pues bien, es importante señalar que el
propósito con el que se evalúa (diagnosticar, mejorar el aprendizaje o calificar) es
independiente del momento en que se realiza la evaluación. Hay maestros que
piensan que al aplicar un examen cada semana están realizando una evaluación
formativa, cuando en realidad lo que define si es formativa es lo que hacemos a
partir de la información que obtenemos con dicha evaluación; por ejemplo, si
utilizamos los resultados para identificar aspectos que nuestros alumnos aún no han
logrado dominar adecuadamente, los retroalimentamos y realizamos actividades
complementarias para que consigan dominarlos, entonces sí podríamos llamar a
esta evaluación formativa. Es necesario que los alumnos conozcan el propósito de
la evaluación inicial, haciéndoles notar la importancia de que realicen con todo su
empeño las actividades de evaluación que usted les solicite, aun cuando dicha
evaluación no formará parte del puntaje en su calificación.

PROPUESTA DELA AUTOR.


Lo que se espera que los estudiantes aprendan debería ser la principal guía de los
procesos de enseñanza y aprendizaje, en particular de las decisiones que toman los
docentes en cuanto a las prácticas de instrucción y evaluación. Las expectativas
sobre el logro de los alumnos están expresadas en el Plan y los programas de
estudio 2011 como Aprendizajes esperados, Competencias específicas de la
asignatura de Español, Propósitos de la enseñanza del Español en educación
primaria y los Estándares curriculares. Estas expectativas son desagregadas de
distinta manera en el currículo: los aprendizajes esperados y las competencias se
especifican para cada uno de los grados de educación básica, e incluso para cada
proyecto que se trabajará en la asignatura de Español; los estándares curriculares
para cada periodo de la educación básica, que agrupa tres grados, y los propósitos
de la enseñanza del Español están planteados para cada nivel de educación básica.
Si bien el currículo especifica estos referentes, la sola especificación no es
suficiente para planear la enseñanza y la evaluación; es necesario analizar estos
referentes, en particular los aprendizajes esperados de cada grado y proyecto de la
asignatura de Español. Este análisis incluye el reconocimiento de los
razonamientos, disposiciones y desempeños que implican por parte de los alumnos,
es decir, lo que deben ser capaces de hacer para demostrar dichos aprendizajes.
En este proceso, clasificar los aprendizajes de acuerdo con la demanda cognitiva
que representan puede ser de gran ayuda. Durante el trabajo cotidiano de la
práctica docente los maestros planean y proponen a los alumnos actividades de
trabajo en el aula y tareas para llevar a casa, con el fin de lograr la cobertura
curricular esperada y el desarrollo de los aprendizajes de los alumnos. Estas
actividades pueden implicar el uso de un repertorio de recursos de distinto nivel de
demanda cognitiva. Es importante señalar que realizar análisis adecuados de
trabajos en clase y tareas no es una labor sencilla; requiere de práctica y agudeza
analítica. Sugerimos que realice este mismo análisis con las evidencias de algunos
de sus colegas profesores para comparar resultados. Además, podrían compartir
sus respuestas a las siguientes interrogantes: a) ¿En qué medida la actividad o
tarea contribuye a conseguir los aprendizajes esperados (con el nivel de
complejidad al que están propuestos en el programa)? b) ¿La forma en que revisó la
actividad o tarea permite conocer si los alumnos han alcanzado el nivel de
aprendizajes que usted esperaba? c) Si usted decidiera volver a emplear esta tarea
en el próximo ciclo escolar, ¿qué modificaciones le haría para mejorarla?.

En sentido amplio, la educación como labor social otorga al docente la


responsabilidad de “certificar” el grado que ha logrado cada estudiante en
conocimientos y capacidades establecidas en el currículo. Esta certificación se lleva
a cabo por medio de puntajes, categorías o calificaciones en las que, en teoría, se
sintetiza el nivel de conocimientos y capacidades alcanzados por el estudiante. Sin
embargo, los caminos que se toman para otorgar dichas calificaciones pueden ser
variados, arbitrarios y muchas veces confusos (Ravela, 2009). Al respecto,
resultados de un estudio realizado en América Latina (Ravela, 2009) establecen que
el principal problema de las calificaciones se centra en la falta de claridad y
definición de los logros que hay que alcanzar; esto es, a pesar de que los
documentos normativos suelen establecer una escala de calificaciones y, en el
mejor de los casos, los procedimientos e instrumentos, éstos no especifican qué se
espera de un alumno para que su desempeño sea considerado destacado,
aceptable o insuficiente y reprobado.

Como la pedagogía constructivista, la evaluación formativa deriva de los avances de


la psicología cognitiva, tanto en la variante estadunidense representada por Jerome
Bruner como en la europea de Piaget y Vigotsky. Si se tiene claro esto se entenderá
también que llevar a la práctica una y otra implica modificar profundamente la
enseñanza. Evaluar con visión formativa no es distinto de enseñar con enfoque
constructivista. La evaluación formativa no es una técnica más, y no es fácil de
hacer, pero no implica algo diferente: un maestro capaz de desarrollar prácticas de
enseñanza acordes con los principios cognitivistas y constructivistas, no
superficialmente, sino de manera profunda, será capaz al mismo tiempo de hacer
realmente evaluación formativa. Enseñar con enfoque constructivista o evaluar
formativamente, sobre todo habilidades cognitivas complejas, implica cambiar la
práctica docente de forma integral. Las actividades de enseñanza suelen atraer más
el interés de los alumnos cuando se relacionan con situaciones de la vida cercana a
ellos y, además, tienen utilidad práctica, ya sea en la resolución de un problema, en
la explicación de un fenómeno o en la adquisición de conocimiento pragmático.

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