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Eucaristía Vocacional

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EUCARISTIA VOCACIONAL

• MONICIÓN DE ENTRADA
Queridos hermanos y hermanas sean bienvenidos a nuestra Celebración Eucarística. En el día de hoy queremos que
esta eucaristía nos ayude a dar gracias a Dios por la vocación de cada uno de nosotros. Y, a su vez, le pedimos que mande
operarios a su mies. Porque el Señor cuenta con cada uno de nosotros para construir su Reino y anunciar que Él es el
Señor de la vida, por eso a todos da una vocación.
Partiendo de la misión que desea confiarnos, pidámosle, a través de esta Eucaristía, que todos los que formamos la
Iglesia y la familia carmelita descubramos cuál es nuestra forma de ser, especialmente, pidamos que haya jóvenes
valientes que se entreguen desinteresadamente al servicio del Reino a través del sacerdocio, de la vida consagrada
carmelita y del compromiso laical.
Empecemos nuestra celebración recibiendo a nuestros hermanos en la fe cantando con entusiasmo.

RITOS INICIALES
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan, mientras el sacerdote dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

El pueblo responde:
Amén.

• SALUDO

El Celebrante, extendiendo las manos, saluda al pueblo con la fórmula siguiente:

El Dios de la esperanza y la misericordia, que por la acción del Espíritu Santo nos colma
con su alegría y con su paz, permanezca siempre con todos ustedes.
El pueblo responde:
y con TU ESPÍRITU.

• ACTO PENITENCIAL

Hermanos: reconocemos que somos infieles para celebrar dignamente estos sagrados
misterios, hagamos un examen de conciencia.
Se hace una breve pausa en silencio.
Después, hacen todos en común la confesión de sus pecados:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado
mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Golpeándose el pecho, dicen:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedáis por
mí ante Dios, nuestro Señor.
El celebrante concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.


EUCARISTIA VOCACIONAL

• GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, a
te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso Señor, Hijo ÚNICO, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; TÚ que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; TÚ que
quitas el pecado del mundo, atiende nuestra SÚPLICA; TÚ que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo TÚ eres Santo, sólo TÚ Señor, Sólo TÚ Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria
de Dios Padre. Amén.

• ORACIÓN COLECTA

Señor, Padre santo, tú que invitas a todos los fieles a alcanzar la caridad perfecta, pero no dejas
de llamar a muchos para que sigan más de cerca las huellas de tu Hijo, concede a los que tú
quieras elegir con una vocación particular llegar a ser, por su vida, signo y testimonio de tu reino
ante la Iglesia y ante el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo, en
la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

El pueblo responde:
Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA

En la Primera Lectura, al escuchar acerca de la vocación del profeta, nos damos cuenta de lo valiosos que somos a los ojos del Señor
que nos llama a trabajar en su viña para que llevemos la Buena Nueva a aquellos que aún no lo conocen con la promesa de que
siempre estará con nosotros. Escuchemos.

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Profeta Jeremías 1, 5-9

Recibí esta palabra del Señor:


-Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te
nombré profeta de los gentiles.
Yo repuse:
-¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.
El Señor me contestó:
-No digas “soy un muchacho”,
Que a donde yo te envíe, iras, y lo que te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo
para librarte
-oráculo del Señor-.
El señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo:
-Mira: yo pongo mis palabras en tu boca. Palabra de Dios.
EUCARISTIA VOCACIONAL

Te alabamos, Señor
MONICIÓN AL SALMO
En el salmo 39 que meditaremos hoy, encontramos el grito confiado ante nuestro Dios que es misericordioso y que
sabemos que camina junto a su pueblo. Unámonos al salmista cantando.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 39, 2 y 4ab. 7-8a. 8b-9. 10. 12 (R.: 8a y 9a)
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Yo esperaba con ansia al Señor;


él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R/

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,


y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/
Como está escrito en mi libro:
«Para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/

He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;


no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/

Tú, Señor, no me cierres tus entrañas,


que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre. R/

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA


En esta lectura, el apóstol Pablo nos recuerda que nuestra fuerza es el Señor y que cuando de verdad
creamos en el apoyo de Dios, toda nuestra vida la cimentaremos en el Señor

SEGUNDA LECTURA Filipenses 3, 8-14


Lectura de la carta del apóstol Pablo a los Filipenses 3, 8-14

Hermanos:
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia
mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la
fe.
Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su
misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo
obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que
queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al
que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor
MONICIÓN AL EVANGELIO

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La Buena Nueva de san Marcos en palabras de Jesús nos exhorta que arrojar la semilla es un gesto de confianza y de esperanza; y es
justamente lo que hacemos en este día en donde agradecemos a Dios por las vocaciones que nos concede, confiando que día a día
habrán más jóvenes que quieran seguir dando un sí definitivo al llamado.
Escuchemos atentos esta Buena Noticia.
Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre.
R. Aleluya

EVANGELIO
San Marcos 4, 1-9

+ Proclamación de la Buena Nueva según san Marcos


Gloria a ti, Señor.

E n aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago, y se reunió una muchedumbre tan grande, que
Jesús tuvo que subir en una barca; ahí se sentó, mientras la gente estaba en tierra, junto a la orilla. Les estuvo
enseñando muchas cosas con parábolas y les decía:
“Escuchen. Salió el sembrador a sembrar. Cuando iba sembrando, unos granos cayeron en la vereda; vinieron
los pájaros y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, donde apenas había tierra; como la tierra no
era profunda, las plantas brotaron enseguida; pero cuando salió el sol,
se quemaron, y por falta de raíz, se secaron. Otros granos cayeron entre espinas; las espinas crecieron, ahogaron
las plantas y no las dejaron madurar. Finalmente, los otros granos cayeron en tierra buena; las plantas fueron
brotando y creciendo y produjeron el treinta, el sesenta o el ciento por uno”. Y añadió Jesús: “El que tenga oídos
para oír, que oiga”.
Palabra del Señor.
Gloria y honor a ti Señor Jesús.
• HOMILÍA

PLEGARIA UNIVERSAL
El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición.

G uiados por el Evangelio de Jesús, que sigue vivo, invoquemos al Señor, que nos enriquece
con la fuerza del Espíritu, para que siga regalándonos vocaciones al Carmelo. Roguemos diciendo:
Bendice a tu pueblo con nuevas vocaciones, Señor.

1. Para que la Iglesia proclame la Palabra de Dios y sus exigencias y sea la suya una voz profética
que resuene en nuestro mundo, invitándolo a la conversión. Oremos

2. Por nuestra Orden del Carmen, casas de formación y comunidades religiosas, para que eduquen y
formen según el corazón de Cristo. Oremos

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3. Por nuestras comunidades en El Salvador, para que busquemos e invitemos, en nombre de Dios, a
cuantos son llamados a formar parte de su Iglesia. Oremos

4. Para que María, Madre y modelo de los consagrados, sostenga a los que viven su vocación en
medios hostiles al Evangelio, y sostenga su fidelidad. Oremos

5. Para que la Iglesia que comenzó su andadura con gente humilde y sencilla viva su opción
preferencial por esta porción predilecta del Señor. Oremos

Sacerdote:

S eñor, que has sembrado la esperanza de tu pueblo, concede generosidad y fidelidad a los que
llamas a ser hermanos entre los hermanos y testigos de ti, que eres nuestra esperanza, para que al
responder al amor de tu gracia, colaboremos para que venga y crezca el reino de tu Hijo. Él, que vive
y reina por los siglos de los siglos.

El pueblo responde:
Amén

Presentación de las Ofrendas


En la ofrenda del pan y del vino también se realiza la entrega de nuestra vida al servicio de Dios y de toda la
comunidad. Acompañamos con nuestro canto.

LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Oh Dios, que obras con poder en tus sacramentos, concédenos que nuestro servicio sea digno de
estos dones sagrados.
Padre santo, tu Hijo lavó los pies a sus discípulos para darnos ejemplo; recibe los dones de nuestro
servicio y concédenos que, al hacer de nuestras vidas una oblación espiritual, a imitación de
Cristo, con diligente entrega sirvamos a la humanidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
El pueblo responde:
Amén.

PLEGARÍA EUCARÍSTICA

V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu


V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación


darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, creador del mundo y fuente de toda vida:

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Porque no abandonas nunca la obra de tu sabiduría, sino que obras con tu providencia en
medio de nosotros.

Guiaste a tu pueblo Israel por el desierto


con mano poderosa y brazo extendido; ahora acompañas a tu Iglesia, peregrina en el mundo,
con la fuerza constante del Espíritu Santo y la conduces por el camino de la vida temporal
hacia el gozo eterno de tu reino, por Cristo, Señor nuestro.

Por eso, también nosotros,


con los ángeles y los santos, cantamos el himno de tu gloria, diciendo sin cesar:

Por eso, nosotros, Señor,


con los ángeles y los santos, cantamos tu gloria diciendo:
El ministerio de canto entona:
Santo, Santo, Santo...

S anto eres en verdad y digno de gloria,


Dios que amas a la humanidad,
que siempre estás con ella en el camino de la vida.
Bendito es, en verdad, tu Hijo,
que está presente en medio de nosotros cuando somos congregados por su amor,
y como hizo en otro tiempo con sus discípulos, nos explica las Escrituras
y parte para nosotros el pan.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Padre bueno,
envía tu Espíritu para santificar este pan y este vino,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que sean
el Cuerpo + y la Sangre de tu Hijo Jesucristo.
Junta las manos.
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.
Porque JESÚS, antes de morir por nosotros,
mientras estaba cenando por ÚLTIMA vez con sus discípulos, Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar,
prosigue:
tomó el pan, te dio gracias,
lo partió y se lo dio, diciendo:
Se inclina un poco.
«Tomen y coman todos de él,
porQUE esto es mi CUERPO,
QUE será entregado por USTEDES».
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora
haciendo genuflexión.

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Después prosigue:
Del mismo modo,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:


tomó el cáliz lleno de vino,
te dio gracias de nuevo
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
«Tomen y beban todos de él,
porQUE éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza NUEva y eterna, QUE será derramada por USTEDES
y por MUCHOS, para el perdón de los pecados».
«Hagan esto en conmemoración mía».
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo
genuflexión.
Luego dice una de las siguientes fórmulas:

Éste es el Misterio de la fe.

O bien:
Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección.


¡Ven, Señor Jesús!

Después el Celebrante, con las manos extendidas, dice:

Por eso, Padre Santo,


al celebrar el memorial de Cristo, tu Hijo, nuestro Salvador,
al que condujiste por su pasión y muerte en cruz a la gloria de la resurrección,
y lo sentaste a tu derecha,
anunciamos la obra de tu amor,
hasta que él venga,
y te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de bendición. Mira con bondad la ofrenda de tu
Iglesia,
en la que se hace presente el sacrificio pascual de Cristo que se nos ha confiado,
y concédenos, por la fuerza del Espíritu de tu amor,
ser contados ahora y por siempre
entre en número de los miembros de tu Hijo,
cuyo Cuerpo y Sangre comulgamos.
1ER CONCELEBRANTE:

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Fortalécenos en la unidad, Señor,
a los que hemos sido invitados a tu mesa:
para que, con nuestro Papa N., y nuestro Obispo N.,
con todos los obispos, presbíteros y diáconos, y todo tu pueblo santo,
caminemos por tus sendas
en la fe y la esperanza,
y manifestemos al mundo la alegría y la confianza.
2DO CONCELEBRANTE:

Ayuda a todos los que creemos en Cristo, para que trabajemos por la paz del mundo
y sepamos comunicar a los demás la alegría de nuestra consagración.
3ER CONCELEBRANTE:

Acuérdate de nuestros hermanos (N. y N.), que se durmieron en la paz de Cristo,


y de todos los difuntos,
cuya fe sólo tú conociste:
admítelos a contemplar la luz de tu rostro
y dales la plenitud de la vida en la resurrección.
Y, terminada nuestra peregrinación por este mundo, concédenos, también,
llegar a la morada eterna
donde viviremos siempre contigo
y allí, con santa María, la Virgen Madre de Dios y esplendor del Carmelo, con los
apóstoles y los mártires,
con san N.
y en comunión con todos los santos y santas de la Orden del Carmen,
te alabaremos y te glorificaremos.
Si cree oportuno, el celebrante comparte con el nuevo diácono la patena, con el pan consagrado,
y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

Por Cristo, con Él y en Él,


a Ti, Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y gloria por los siglos de los siglos.

Todos aclaman:
Amén.
RITO DE LA COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el celebrante, con las manos juntas. Dice:

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El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza:

Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

Padre nuestro, que estás en el cielo, Santificado sea tu Nombre;


Venga a nosotros tu reino;
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, Como también nosotros perdonamos a
los que nos ofenden; No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
El celebrante, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los males. Señor,
y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre
libres de pecado
y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador
Jesucristo.
Junta las manos.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
TUYO es el reino, TUYO el poder y la gloria, por siempre. Señor.

Después el celebrante, con las manos extendidas, dice en voz alta:


Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
“La paz les dejo, mi paz les doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de esta tu Iglesia
y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
TÚ que vives y reinas por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
El celebrante, extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.

Luego añade:
Démonos fraternalmente un gesto de paz.
Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz.
Mientras tanto se el ministerio de canto entona:
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

El celebrante hace genuflexión, toma el pan consagrado y. sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo,
diciendo:
Este es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.

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Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de QUE entres en mi casa, pero UNA palabra TUYA bastará para sanarme.

Monición de Comunión:
Toda vocación en la Iglesia tiene su origen en la mirada compasiva de Jesús.
Nos acercamos a comulgar cantando.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor, que des fuerza a tus hijos con estos alimentos celestiales, para que,
manteniéndose fieles a su vocación evangélica, sean en todas partes la imagen viva de tu Hijo. él, que vive y
reina por los siglos de los siglos.

El pueblo responde:
Amén.

Signo/gesto de los consagrados con-vocados:

Realizando una gran ronda que ocupe todo el espacio y sin dejar a nadie afuera... recen la oración
que propone el Papa Francisco.

Padre de misericordia, que has entregado a tu Hijo por nuestra salvación y nos
sostienes continuamente con los dones de tu Espíritu, concédenos comunidades
cristianas vivas, fervorosas y alegres, que sean fuentes de vida fraterna y que
despierten entre los jóvenes el deseo de consagrarse a Ti y a la evangelización.
Sostenlas en el empeño de proponer a los jóvenes una adecuada catequesis
vocacional y caminos de especial consagración. Dales sabiduría para el necesario
discernimiento de las vocaciones de modo que en todo brille la grandeza de tu
amor misericordioso. Que María, Madre y educadora de Jesús, interceda por cada
una de las comunidades cristianas, para que, hechas fecundas por el Espíritu Santo,
sean fuente de auténticas vocaciones al servicio del pueblo santo de Dios.

Presidente:

Dios que santificas a tu Iglesia


y eres digno de toda alabanza
bendice y envía, Señor, tu Espíritu sobre estos hijos tuyos
que con fe firme respondieron al llamado de Cristo.
Fortalece sus corazones,
Y conforma su vida a la doctrina del Evangelio
Amén.

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Enciende en ellos el amor fraterno
Y que éste se extienda a todos los hombres.
Que por este amor sean signo de que tú eres el único Dios verdadero
Y amas a todos los hombres con infinita caridad.
Amén

Haz, Señor, que manteniéndose firmes en los combates de la vida,


Reciban desde ahora el céntuplo prometido
Y obtengan el premio eterno.
Amén

Y la bendición de Dios Padre Todopoderoso + Padre, Hijo y Espíritu Santo este con ustedes
y les acompaña siempre

Amén

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