Crosthwaite - ''El Gran Pretender'' - Estrella en La Calle Sexta (Pp. 81-150)
Crosthwaite - ''El Gran Pretender'' - Estrella en La Calle Sexta (Pp. 81-150)
Crosthwaite - ''El Gran Pretender'' - Estrella en La Calle Sexta (Pp. 81-150)
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Oh yes, Fm the great pretender,
pretending that Tm doing well. 5
A1Y need is such, 1pretend too mucho
Fm lone(y but no one can tell
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e vez en cuando -al guacharte llegar
6 neta, y que d d . í o
del .ale o en las mañanas, rola o junto a m,
j. . o los dos sentados- aparecen suaves Y
ah onta mlsm , d os cono-
me hacen sentir igual que antes, cuan o n
. y era esta misma rola que estamos oye?do,
~~:i~'ma rola de hace cinco años. ¿Soy todavla ~u
. . . che Saico' (Eres todavía el bato machm
jama, pm · h' ,
de la colonia, el mero mero de la C ma.
3. Betty apareció en e! taller con su carro de! «Por una noche inolvidable
año para que lo revisara el Saico. Era la única vieja para mi amiga Betty
con ranfla nueva que vivía a menos de un kilóme- con mucho cariño.»
tro de! Barrio. Su jefe era narco (en un tiempo
cuando ser narco no era tan acá), eso no es no-
vedad; aunque la jugaba como dueño de licorerías.
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8 No me chingues. . " ,
Un bato crema, ése, muy de escuehta, YUlllOr,_tu
sabes. De tacuche, muy perfumadito, ranfIa del ano,
tú sabes.
Un mamón.
Un puto.
,
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Simón. d 1 1
Le rompieron su vestido.
La dejaron moreteada. ';" !\
La Cristina. 1
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Por piruja. Por andar de araña. 1,1
y ella no dice quién. 11
y sus jefes la volvieron a madrear.
Su jefe quería correrla de su chante. \1
1\
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9 10 , i
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l'
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La placa no supo diferenciar. Se llevaron a raza Es uno de los pocos rucos que visita el Saico.
Se llama Pancho, es de Tecate, tiene cincuenta y 1'\'
de éste y otros barrios. A los felones, a los gandallas
y a los calmados. Los cholos siempre pagan, cul- tantos años y recorre la ciudad tomando notas que :,\
pables o no. La chota se cobra con ellos. Les gusta apunta en una libreta. . '
entrar a los barrios cuando están bien respaldados y Van caminando por la calle, le dICe al Salco:
traen sus fuscotas y viene la juda con ellos. Todo- <<Ves esa muchacha, loco, ella es poesía. Ves ese
mundo al bote, hijos de la chingada. Todomundo perro corriendo, ahí va un cuento.»
tiene que soltar una feria porque si no ya saben que Si cualquier otro bato se lo dijera, me cae que se
les va mal, se los chingan. ganaría un cadenazo en la cara. Por mamón. 11
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Un cholo más, un cholo menos, dice la chota. En este caso el Saico permanece callado. 11
sentimental. 1
..
del jale, estacionan sus ranflas en la~ orillas,
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S~~to a la casa del Pancho. Los cholos ah.1 se que-
J largo rato, mientras pasa la llUVia, plsteando,
dan
cot~:~a7~so~es y media de la tarde y las cholas
andan en sus casas, ayudando al sus Jefa\ e~ ~l e'!~á:
hacer. o andan trabajando en a maqUI a,
ahí j~tonas, las que no les gusta jalar. Otras. ~nd~n
en ' la escuela, pero son pocas. Otras qUlensa e
dónde andan; de seguro con su bat~, tirando e! r~l.
Jueves, día de lluvia. Son las tres de la tarde y las
Aguas. Q!le no le caiga el Jefe SI la mor~a an a
calles están solas. Agua cayendo sobre e! Barrio. ue no la agarre con un cabron par-
Los cholos trabajando. Los vagos metidos en sus ean un bato , q 1 C· t" me
que le llueve una madriz~, como a a ns ma,
chantes, dormidos o con sus viejas, haciéndoles la
vida pesada. Los cholos trabajadores regresan hasta cae, le llueven golpes y gntos.
más tarde.
Un arroyo atraviesa la calle. Algunos morritos
salen sin que sus jefas se den cuenta, hacen barcos
de papel. Los barcos se deslizan por e! arroyo, entre
las piedras, entre e! lodo; y si tienes un soldadito de
plástico, lo metes en e! barco; y si tienes una cani-
ca, y e! barco aguanta, metes la canica. El barco se
aleja por los rápidos que se forman cuesta abajo, a
veces se detiene, a veces avanza. El soldado se tam-
balea, recupera e! equilibrio. Algunos resisten hasta
el final de! arroyo, hasta la avenida pavimentada;
otros se caen, se ahogan, su vida por la patria. El
soldadito muere.
Cuando las calles de! Barrio se ponen así, no
hay ninguna ranfla que pueda entrar. Se resbalan,
se atascan. Los cholos cansados, que apenas regre-
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I h a un tatú en el pecho, del lado
12 Floyd para que e a~ olorado sangrante, atrave-
izquierdo (un ficra)zo~ ~ombre ~ue solicita es el d~
sado por una 1 era ~ e I tras y en el punto de la 1
la China, con sus cmco e
una gotita de sangre.
..
13 con chispas y truena como leña vieja, y las chispas
se elevan al cielo hasta que desaparecen.
Nadie anda borracho, nadie anda pasado,
todavía no: así de cabrón está el asunto.
Pasa una patrulla, los mira desde el otro lado de
la calle. Ahí se queda un rato, tanteando. Los cho-
tas miran el fuego, el calor, las chispas. A ver: que se
bajen, que salgan de la patrulla si son tan chingo-
nes, que se acerquen: a ver. Ellos saben cuándo que-
En el Barrio no hay jefes. En el Barrio somos darse quietos. Pasan unos momentos y la patrulla se
carnales, homeboys, raza de acá. Pero el Saico es el larga. Pinches chotas.
más felón y esto se sabe. No se comenta, simple- -aons qué socio?
mente se sabe.
El Saico no habla. Abre la boca y un círculo de
Ahí estamos con el Saico y esta vez somos más humo se escapa de sus pulmones, luego otro más
está la clica completa. Hasta los rucos están ahí: grande, luego otro.
Hasta los mandilones, los que no salen porque y el silencio.
andan con sus viejas. Hasta ellos.
-¿Tons qué, socio? -pregunta el Lute.
El Saico no es de palabras. Él tiene su verbo y
lo usa cuando es necesario. Esta vez decide guardar
silencio.
-Es que ta cabrón lo que le hicieron a la Cristina
me c,ae. Será pirujona y lo que usted quiera, pero t~
cabron.
La raza está de acuerdo.
- Yosé quién fue -dice el Mueras-, yo sé quién
se la chmgó y sé dónde vive y sé con quién anda y
. son una bola de mamones, cremas, pendejos.
Los cholos están reunidos en el borlo del Che-
mo, y se siente algo que arde. El calor se levanta
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Luego la Carlota se pone seria.
-Es que no sé cómo decírtelo, manita.
Simón, se lo dice, a la brava. Ella es su prima y
es como su carnala y no se anda con rodeos: pos
que la Sufris miró al Saico con la vieja esa, la Fabri-
cia, me cae, por Diosito que ella me lo dijo, me cae,
y pos yo no quería decírtelo, manita; pero así es la
onda. Lo miró frente a su casa: el cabrón muy des-
S Es dO~ingo. La China sale tempra de su casa carado, le valió madre. Sabía que la Sufris lo gua-
m~r:~ con a, Carlo~a pal centro, nomás pa ver qué chaba, sabía que miba decir, sabía que yo tiba decir
y así está el pedo. ¿~é vas hacer, manita?
La Chi:aom;s pa tIrar el rol, quitarse lo aburrido.
eh y a Carlota parecen carnal as gorditas y Como si le hubieran tirado una piedra a la cara,
tie~~arras; camman muy juntas. Se m~ten en las me cae.
.d a: y agarran cura. La raza de seguridad la q -Pos no sé -dice la China .
~~~ ~ as tIendas, se les queda mirando. H~y, q~; y de veras no sabe. A todas las viejas les pasa
bars:· clomo SI fueran rateras, como si fueran a ro- este desmadre, neta. Los batos siempre andan con
ago. sus mamadas. Y una vive con el Saico y sabe que el
-Pinche raza. Saico no es un san tito; pero una nunca se prepara
ojos~~:d:ez ~a dChina se :?bó un delineador de
para estos rollos y menos como para pensarla desde
antes y saber si le va a gritar a su bato o se va a ma-
. mas e puro eheIser, nada más
no estuvleran chingándola ni acusándol:acroanqule drear a la pinche vieja, y seguro que va a hacer las
mIra d a Po . I a dos cosas; por lo pronto quiénsabe.
.. rque SI a go cae mal es que las vi ilen
comodsl fueran ladronas cuando ellas no se r!ban -No sé -repite la China.
111 rna re. Sonríe un poco, un poquito nada más, como
I Se meten a las tortas El Turco y piden dos d para alivianar el asunto. En realidad se pone triste
omo y unas sodas de naranja. e como una ciruela pasa, se arruga por dentro. Se le
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tuaje con el nombre de! Rigo, y unas gotitas como
lágrimas. ...
-Ya sabes el precio -le dIJO el Salco.
-Ni pedo.. . ..
Le pagó así, igual de seremta, en e! vIeJo
Chevrolet 57 que había sido de su carnal. NI modo
de no cumplirle.
-Q\lé onda, Rigo.
Un jale es un jale. -Q\lé onda, mi Saico, ¿qué lo tral por estos
Le decían el Ri?o y andaba con muchas viejas rumbos? .
del Barno. Era su Ulllca virtud y su único pecado. -Su vieja quiere que me le chingue, SOCIO, por
No era borracho, no era grifo, no era lacra. Era uno cabrón.
de esos batos que hablan y hablan y aburren un -Q\lé pues, Saiquito, yo qué le hice a usted.
chmgo, pero que saben hacerla con las morras. El Un jale es un jale. .,
Salco lo conocía como a toda la raza del Barrio, no U no tiene que tener palabra, es cuestlon ,de ho-
era homeboy, no era de la c1ica pero era de por ahí. nor y de ética profesional. La morra ya pago. Uno
Trabajaba de carrocero en e! Otro Saite. Se levanta- no puede quedar mal p~rque luego ,se corre la ~oz
ba cada mañana a las cinco, hacía cola para cruzar de que el Saico es saca ton yeso esta mal. El SalCo
la Iínea~ enseñaba su pasaporte, camellaba todo el no le saca. Es un felón. .
s~nto dla y regresaba como a las ocho de la noche La cadena de tiempo atravesó la cara del ~go
aun con fuerzas para meterse con dos o tres viejas con la gracia de una bailarina de strip-tease. El Rigo
Era bato, ni modo de que se aguantara la~
se fue al suelo y chupó tierra.
ganas. El Saico no lo gelpeó más.
Ella (sagitario) quería que el Saico lo golpeara. -y aliviánese para la otra, compita.. .
-Sincho, no hay pedo - le dijo el Rigo con dIfi-
Cosa rara ver a una morra en el taller, coto-
rre~ndo con un mecánico sobre rollos que nada cultad, escupiendo sangre.
tel11~n que ver COn la reparación de un motor. Ella Luego se levantó, se sacudió la ropa, n?tó que
q~ena que e! Saico le hiciera un favor. Se lo pidió tenía un diente flojo y se fue con las gemehtas Ma-
aSI, serelllta. Cargaba en la mano izquierda un ta- ritza y Rebe, ambas enfermeras, que por suerte lo
estaban esperando.
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diador rebelde que formó un ejército contra los
gandallas romanos.
El Pocho está lavando un sigüeñal.
-¿Q1ién quiere saber? -responde.
Los judiciales no dejan de sonreír, uno trae un
palillo entre los dientes; el otro contesta:
-Violaron a una chamaca por aquí cerca, anda-
mos buscando testigos, recogiendo sospechosos.
Esto lo cuenta el Pancho: Tony Curtis también actuó en Spartacus.
En uno de los m I Hay tres mecánicos en e! taller, además de! pa-
un placazo gandallo'unroqs, °dco, afuera del taller, hay trón. El Saico revisa la trasmisión de! Ford Galaxie
ue ICe:
que a veces usa para tirar e! rol. Necesita un poco
SAlCO PS/CO ZA/KO • T] RIFA Y KE de aceite. Le echa una mirada a su fie!lIave nueve-
dieciséis y otra a los judiciales.
Un par de judiciales en un carro . Uno de ellos regresa a su carro y habla por su
cas, vidrios ahumado U nuevo, SlU pla- radio trasmisor, sin quitar la vista de! taller. El de
bata) señala el placaz~ F no de ellos (tacuche y cor- tacuche no se mueve, incómodo por la ausencia de
Salen d I ' urna cIgarros Benson. su pareja y la mirada de los mecánicos.
e carro, en tran al tall d'
ja». Sonríen al" er, se ICen «pare- El Lute y el Mueras trabajan sobre un Buick,
mIsmo tIempo cam' I
mo número de pasos U d ' II lUan con e mis- placas americanas. Está desbie!ado.
'Qt ., . no e e os pregunt .
-é Ulen es el Saico? a. Douglas mata a Curtis (ia su compita, loco!), no
Kirk Douglas fu S sin antes asegurarle que es mejor morir así que
gona, loco. ¿Te acueerd;;;tacus en un película chin- sufrir el terrible suplicio de la crucifixión.
La fusca del judicial se aso -Aquí no hay violadores -dice el Pocho-o Todos
quetona, hablando sola d' . ,m~ entre su saco, co- mis mecánicos son buenos muchachos.
cholos me voy a echa '. IC1e~ ose: «¿cuál destos Jean Simmons, Varinia, era la heroína de la
. r pnmeror»
El Salco debajo de . película.
dena de tie~po. un carro, apneta su fiel ca- La China es la esposa del Saico, ya lo sabes, y
Kirk Douglas, con barbilla agujerada, era un gla- también es una heroína, me cae.
-¿ Q1ién de ustedes es e! Saico?
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Cuando los roman d 11
gladiadores buena ondos fan a as agarraron a los
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cerro y les preguntaron: ~;¿ os. ~montonaron en un
gladiadores dijeron: «Yo so~Ien es Spartacus?" Los
tacus, yo soy Spartacus ~ partacus, yo soy Spar-
Spartacus yo soy Spa t ' Y soy Spartacus, yo soy
'
El Saico r acus, yo soy Sp rt
sale deba'o d 1 a acus ... ».
manos y dice: J e carro, se sacude las
-Yo soy.
Se acercan el Lute y el Mueras Ell d'
- Yo soy el Saico. . os Icen: De repente la familia decidió irse al norte.
El Pocbo dice: De repente la Chinita estaba en otra ciudad, sin
-Yo soy. amigos, sin saber qué onda, nada más con su prima
Los judiciales se sacan de d .
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sos los batos aunque no faltaba 1 ..
ra pasarse de listo. a guno que qUlsle- 20
am~:n::~ente la China y la Carlota estaban en su
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Pato compró el anillo, me cae, así de serio iba el
rollo.
Y entonces llega el Mareas y como si fuera un
mago, como si fuera un brujo, le avienta un conju-
ro a la Yanis y ella se olvida de! Pato, me cae. El
Mareas se la agandalla gacho. Ahora la Yanis c1ava-
dísima con el Mareas.
Y ahí están los tres en el Nicte-Ha.
d Yes que el Nicte-Ha es el lugar N h Y el Pato, por supuesto, pedísimo, hastatrás,
~~~~Si~~. ~~~~io~~~ne~!a~l:c:.u~~~~~:~~l:!~:
bien atizado desde que lo dejó la Yanis.
Y ella como si nada, bailando con e! Mareas.
. ' gusto. Las tardeadas son los sábad h' Y luego comienza la carrilla de la raza: que no
tanylos. cholos y las cholas de todos los ~:r~~s 1 es- se deje, pinche Pato; que qué pues; que chínguese-
SI tienes comp' t .' lo, carnal; que aquí le hacemos el paro.
es cuando los saluda~.as en otras coloillas pues ahí Y el Pato, claro, después de tanta carrilla, se acer-
y si tienes algu na bronca con .. d ca a los que están bailando, los separa, y le dice a la
barrio, pues ahí es dond I lun guey e otro Yanis : «Qtliero cotorrear contigo» .
e o resue ves
y es que el Mareas p . I . Y e! Mareas pos ni modo de quedarse callado:
ca al Pato. Se la agand~lIóo~:~mPLo, le quitó su r~ «Hey, qué pues, socio, aliviánese».
El Pato andaba . o. a morra ilI aVIso. Y entonces como que si la demás raza huele la
muy prendIdo de su ¡'aina y el M
reas es como . a- bronca, y algunos se quitan y otros tratan de cal-
verbo y no es ::::~h~~~ve con las rucas, les tira su marlos; pero eso no funciona. Cuando el tiro está
y el Pato y la Y:' d b . cantado pos no hay nada que hacer para remediar-
un chingo d t' aillS an a an ¡untos desde hace lo: uno se tiene que chingar al otro.
e lempo.
y el Pato ya se había madreado a la Ya . d Y e! Pato trae su filera, no duda en sacarla.
que tres veces. A ella como . ilIS os Y el Mareas también con su filera.
madrizas No la h . d que SI le gustaban las Y la Yanis, paniqueada, no le queda otra: co-
. aCla e tos Co .I
ría más y ya se hablab d . mo que SI o que- mo no es bravucona se pone a llorar, no sabe qué
se hablaba de t a ~ que se Iban arranar, ya más.
ener morntos y hasta creo que el
Y ninguno que afloja.
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y I~ banda sigue tocando. Eran los Corazones
SolItarIos, por eso había tanta raza. 23
y el asunto no dura mucho, nel. Se resuelve
pronto porque llega la placa, porque la llaman los
dueños del Nicte-Ha por el miedo que tienen de
que los cholos desmadren su congal. Al Pato no le
I,?porta y se lanza contra el Mareas, dos tres cuatro
piquetes hasta que el bato ya no se mueve y deja un
chmgo de sangre, una manchota en el piso.
y los chotas se van encima del Pato. Se lo chin-
Se sabía que la Cristina andaba con batos que
gan con sus macanas, uno dos tres sobre el Pato.
no eran de la colonia. Se veían los carros finos
y así lo sacan, atolondrado y jodido, medio
muerto. Se lo llevan arrastrando. que entraban al barrio, y los cholos nada más
guachaban a la Cristina subirse p erfum~da, besar al
y la raza dice: «Qué pues. ¿Pa qué joden tanto
bato como queriendo que la raza se diera cuenta,
al Pato nomás por cobrarse la que le debía el otro
güey?» luego largarse y no volver hasta la media?oche.
y la chota sale rápido de ahí. Cada vez llegaba más tarde a su casa y se OIan los
gritos de sus jefes: que qué pensaba ella, que SI
y la tardeada termina media hora más tempra-
quería vivir sola, que si ya se c.r;ía ~uy grandeCIta.
no porque unos cholos encabronados comienzan a
La Cristina contestaba, tamblen gntando, que la
desmadrar el Nicte-Ha, se van sobre las mesas sobre
las sillas. ' dejaran en paz, que ella buscaba una mejor vid.a,
que si ellos querían verla de chola, de vaga, sm
y a mí se me hace que no dura abierto ese con-
gal, pa mí que lo clausuran pronto, me cae. futuro ... .
Al día siguiente, ella preguntaba por la Chma
para que le ayudara a coser un vestido o arreglar un
pantalón. Le contaba chismes, cotorreaban como
viejas amigas.
Al rato ya no les hablaba. La Cristina no las
conocía cuando llegaban algunas amigas de su tra-
bajo a visitarla.
«Eso es cantar un tiro», pensaba la Carlota.
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Habían decidido u d
iban a chingar pero q e tar e o temprano se la 24
hacerlo. ' nunca tuvIeron tiempo de
1:
1
1
1
1
11'
1
1:
En el Ford Ga1axie los cholos andan tirando el
rol.
Recorren la Constitución, la Revolución, la Ma-
dero, la Negrete, la Ocampo.
La rantla anda lenta, lenta, paso a paso. El Saico
saca el brazo por la ventana, la mano derecha bien
prendida del gran volante. Cuando observa una
morra grata, la infla de piropos, la maltrata con his-
torias de amores breves y circunstanciales.
La rantla: treinta centímetros separada del pavi-
mento, bien ranita, diez millas por hora (o mucho I
mucho más, si es necesario), rines cromados, inte- I
riores y carrocería impecables, amortiguadores que
suben y bajan a voluntad del conductor, sonido de I
alta fidelidad que arroja a los Platters sobre cual-
quier ingrato que se acerque. I
y al que no le guste, que se la trague.
Ford Galaxie: el mejor carro del mundo.
¿Cuántos cholos caben en una ranfla de ese
tamaño?
126 Mejor ni preguntes.
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Pocho para que lo meta de apren-
27 y se lo encarga al
diz en su taller. h ndo por su otro hijo, el
Ella pasa sus noc es re~a
greñudO que jamás regreso.
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y no se andaba con pendejadas, lo único importan-
te era tu jaina y tu ranfla, loco, lo demás podía pasar
a tu lado y a ti no tenía por qué importarte, no era
tu onda). Les habla del buen cine üean Paul BeI-
mondo, Alain De Ion, Warren Beatty, Montgomery
Cliff) y del viejito-Vallejo-peruano-años-en-Ia-cárcel-
buen-poeta-inventor-albañil. «<Escribir es como
construir un muro, loco, ladrillo por ladrillo.») Los
cholos guardan un respetuoso silencio porque sa- . le sopló a la Fabricia. Se sabe porque
ben que el refri del Pancho está lleno de botes fron- Al gUlen echó a correr.
ella nomás miró a las rucas Y se
dosos y caguas llenas de cerveza Tecate.
Luego el Pancho pone a los Platters.
Luego al Saico se le quita la pesadumbre.
Luego, cuando ya están hasta atrás, el Pancho
saca, muy a la sorda, sus discos sumamente rayados
de Los Cinco Latinos que son como los Platters
pero en español y con voz de vieja.
Los botes y las caguamas se acaban puntuales a
las tres de la mañana.
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El Barrio es el Barrio, socio, y el Barrio se respe-
ta. El que no 10 respeta hasta ahí llegó : si es cholo
se quemó con la raza, si no es cholo 10 madreamos
macIzo.
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