Manejo de Vía Aérea
Manejo de Vía Aérea
Manejo de Vía Aérea
Vía aérea difícil se define como un escenario clínico en el que un médico capaci-
tado en ventilación con mascarilla facial o intubación traqueal experimenta dificultad
para éste u otros procedimientos por más de tres intentos.
Los puntos a valorar en toda vía aérea son 11:4
INTUBACIÓN TRAQUEAL
En el contexto de urgencias médicas, con frecuencia se considera que el paciente tiene
el estómago lleno y la técnica recomendada es la secuencia rápida de intubación (SRI),
que consiste en los pasos que se detallan a continuación;6,7 antes de iniciar el procedi-
miento debe confirmarse la disponibilidad del material necesario (cuadro 3-1).
1. Preoxigenación: aumenta el tiempo en apnea disponible para intentar la intubación.
Existen dos métodos: respiración a volumen corriente normal durante 3 a 5 min a
30 ● Sección I Apoyo vital
9.81 N, que equivale a la presión que causa un dolor ligero cuando se aplica sobre
el puente nasal). Una vez iniciada la maniobra no debe liberarse a menos que sea
necesario para pasar la cánula endotraqueal.
4. Inducción: es necesario escoger el agente más adecuado de acuerdo con la situa-
ción clínica; esta elección puede influir en la evolución del paciente a corto y largo
plazos (cuadro 3-2):
a) Tiopental: es un depresor importante del miocardio con acción breve cuando
se administra en dosis única. Debe utilizarse en pacientes normotensos y nor-
movolémicos. La dosis es de 3 mg/kg y su acción inicia en 30 a 60 s.
b) Propofol: las alergias a la proteína de huevo y soya son una contraindicación
para su empleo; puede ocasionar hipotensión importante. La inyección por vía
periférica es muy dolorosa; si se administra de esta forma es necesario aplicar
antes lidocaína por la misma vía, 2 mg/ml del volumen de propofol calculado.
La dosis es de 2 mg/kg de peso y su acción inicia en 9 a 50 s.
c) Etomidato: se requiere precaución en el paciente en choque séptico cuya re-
serva suprarrenal se cree agotada; por lo demás, es el agente indicado en in-
dividuos con inestabilidad hemodinámica. También debe considerarse que
disminuye el umbral convulsivo. Se recomienda en los pacientes con inesta-
bilidad hemodinámica secundaria a politraumatismo o isquemia coronaria. La
dosis es de 0.3 mg/kg y su acción inicia en 30 a 60 s.
d) Cetamina: puede premedicarse al paciente con midazolam intravenoso si la
presencia de sueños vívidos es una preocupación (mujeres mayores de 14
años o antecedentes de problemas psicológicos). Es de elección en presencia
de asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Se recomienda adminis-
trarla en un periodo mayor de 30 s para evitar la depresión miocárdica y no
está recomendada en pacientes con riesgo de isquemia, hipertensión endocra-
neal o urgencias hipertensivas. Puesto que los reflejos de la vía respiratoria se
mantienen, la broncoaspiración es menos frecuente. La dosis es de 2 mg/kg y
su acción inicia en 1 a 2 min.
5. Relajantes musculares: aunque alguna vez se propuso la intubación sin administrar
relajantes en situaciones de urgencia, la tasa de éxito es mayor cuando éstos se em-
plean, por lo que la SRI los incluye. El mejor relajante neuromuscular depende de
las comorbilidades de cada paciente y la disponibilidad del mismo. En una unidad
Propofol 2 20-30
de urgencias, con pacientes que deben ser intubados sin resultados de laboratorio,
es posible que la mejor opción para SRI sea el rocuronio sobre la succinilcolina a
causa de la gran cantidad de efectos adversos que esta última produce. Las dosis
para SRI son más altas que las utilizadas en intubaciones habituales (cuadro 3-3).
6. Opioides y lidocaína: es importante abolir las respuestas a la intubación porque
el dolor que ocasiona desencadena una respuesta cardiovascular importante no
deseable en la mayoría de los pacientes de urgencias. Debe mencionarse que los
inductores, a excepción de la cetamina, no tienen ningún efecto analgésico. Los
opioides de la familia del fentanilo y sus congéneres tienen mínimos efectos car-
diovasculares. El fentanilo es el de mayor disponibilidad y la dosis habitual puede
ir de 2 a 5 μg/kg.
La administración de lidocaína durante la SRI o cualquier otra técnica de intu-
bación es muy importante porque abate los reflejos hipertensivos de la vía aérea,
lo que incluye menor aumento de la presión intracraneal. Debe usarse en los pa-
cientes en los que se sospecha edema cerebral o hemorragia intracraneal en dosis
de 1 a 1.5 mg/kg.
Una vez elegido el inductor, el relajante muscular y el analgésico a utilizar, el
orden de administración es el siguiente: opioide, inductor y relajante muscular.
La laringoscopia se practica en cuanto transcurre el tiempo esperado de acción del
relajante seleccionado.
7. Aseguramiento de la vía aérea (intubación). El diámetro adecuado de la cánula
endotraqueal varía; la recomendación que suele seguirse es de 7.0 a 7.5 mm de
diámetro interno para las mujeres y 8.0 a 8.5 mm para los varones. Antes debe
valorarse la integridad del manguito inflado para detectar la presencia de fugas.
Para asegurar la vía aérea se efectúa laringoscopia directa como primera opción.
Existen dos tipos de hojas de laringoscopio: recta y curva; en adultos se usan los nú-
meros de hoja 3 y 4. Al introducir la hoja es importante tener precaución de que los
tejidos blandos (labios y lengua) no se lesionen cuando se realiza la extensión porque
su sangrado podría complicar la visión adecuada de las estructuras laríngeas. Asimismo,
antes de introducir el laringoscopio debe valorarse la presencia de piezas dentales flojas
MASCARILLA LARÍNGEA
Es un dispositivo que cuenta con un tubo unido a un globo y cuyo objetivo es ocluir
la hipofaringe. Puesto que no aísla la tráquea del esófago, no es una primera opción
en los pacientes de urgencias. Existen tres tipos: clásica, armada (Fastrach) y ProSeal.
La más fácil de utilizar es la clásica; ProSeal es una mejor opción en pacientes con
el estómago lleno porque cuenta con un canal que permite colocar una sonda hacia el
estómago y controlar la posibilidad de aspiración; la armada, aunque debe instalarla
personal entrenado, permite el paso de una cánula endotraqueal, por lo que es un
puente hacia la intubación. Si está disponible personal adiestrado en fibrobroncosco-
pia, la intubación bucotraqueal puede efectuarse a través de una mascarilla clásica.10
Después de la colocación de cualquier dispositivo, cánula endotraqueal o masca-
rilla laríngea es necesario valorar clínicamente su colocación correcta. La primera me-
dida es la auscultación pulmonar bilateral y epigástrica; si se cuenta con un detector
de CO2 cuantitativo o cualitativo es una mejor forma de objetivarlo.6
Para disminuir la morbimortalidad atribuida a procedimientos de vía aérea, la
American Society of Anesthesiologists5,11 creó una de las recomendaciones más impor-
tantes durante los últimos dos decenios: el algoritmo para el acceso de la vía aérea,
que después se modificó para aplicarse en pacientes críticos.12
De acuerdo con el algoritmo de manejo de la vía aérea de la American Society of
Anesthesiologists, el primer paso consiste en identificar los casos de probable intuba-
ción difícil con base en los factores clínicos de predicción mencionados antes. A conti-
nuación se elige entre una intubación con el paciente despierto, en cuyo caso siempre
debe llamarse a un experto, o intubación bajo inducción con anestesia general (fig.
3-1). Si se opta por el último caso o si no se observan factores que predigan una vía
34 ● Sección I Apoyo vital
Intentos de intubación
bajo anestesia general
Laringoscopia inicial
no exitosa*
Máscara laríngea
Vía aérea
de urgencia
Ventilación Ventilación
exitosa fallida
Figura 3-1. Algoritmo de abordaje para intubación y ventilación difíciles. Modificada de Practi-
ce Guidelines for Management of the Difficult Airway. Anesthesiology, 2003:98;1269-1277. *Lla-
mar siempre a un experto.
Capítulo 4 Vías venosas centrales ● 35
aérea difícil (vía aérea difícil no predicha), la primera opción es intentar la laringoscopia
en la secuencia que se describió en párrafos anteriores. Cuando la intubación falla son
posibles dos escenarios: el paciente que puede ser ventilado pero no intubado y el
que no puede ser intubado ni ventilado. En el primer caso puede intentarse de nuevo
mejorando la posición del paciente (laringoscopia óptima) o cambiando la hoja del
laringoscopio según lo observado en la primera laringoscopia, o se pide ayuda. Si aun
así se falla debe valorarse despertar al paciente o intentar la intubación con fibrosco-
pia, la intubación a ciegas, la intubación retrógrada o incluso traqueostomía. En caso
de ventilación adecuada con intubación difícil se recomienda utilizar la técnica alter-
nativa de intubación que mejor domine el experto de vía aérea que acuda y solicitar la
traqueostomía en el momento en que dichas técnicas fracasan. El segundo escenario,
falla para la intubación y la ventilación, es una situación de urgencia. Una vez que se
identifica, se solicita con prontitud la presencia de un anestesiólogo y un cirujano,
se inserta de inmediato la máscara laríngea y se revalora la ventilación del paciente; si
es adecuada, se tienen las opciones descritas en el caso de ventilación adecuada con
posible intubación difícil. Cuando la ventilación no es adecuada aun con la máscara
se intentan técnicas de ventilación de urgencia como el combitubo o la ventilación en
jet; si se logra ventilar de este modo al paciente puede intentarse cualquier técnica de
intubación. Si no es posible incluso con las técnicas alternativas de ventilación, debe
practicarse una técnica como cricotirotomía o traqueostomía urgente.
La aplicación de la secuencia de abordaje determinada en estos algoritmos dismi-
nuye la incidencia de eventos adversos aun en situaciones de intubación de urgencia
o de vías aérea difíciles no predichas antes de la inducción; asimismo es necesario
recordar que la identificación de factores que predicen ventilación o intubación difícil
demanda llamar a un experto en manejo de vía aérea de inmediato.